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    Religiosidad centrfuga:un catolicismo sin Iglesia?

    1. Con Diospero de espaldas a la Iglesia

    Resulta hoy ms que palpable eldistanciamiento actual de la sociedadrespecto de la Iglesia Catlica. Desdehace ya ms de tres dcadas Espaaest viviendo un proceso de desinsti-tucionalizacin religiosa que an noha tocado fondo, y cuyo resultadoest siendo el alejamiento progresivoen cuerpo y alma de la Iglesia degrandes contingentes de poblacin.Las prcticas religiosas han cado ysiguen cayendo en picado, mientrasla importancia de la religin disminu-ye y con esta la influencia de la Igle-sia en la sociedad y en las concienciasindividuales de los ciudadanos, seanestos creyentes o no.

    Pero no por ello nos hemos con-vertido, ni parece que nos vayamos aconvertir de momento, en una socie-dad no religiosa. Puede parecer estaafirmacin sorprendente para mu-chos, habida cuenta del avance de lasposiciones laicas y del cada vez mayor

    distanciamiento de la Iglesia de nocreyentes y creyentes, pero es sinembargo un hecho constatado que la

    mayora de los ciudadanos no renun-cian por ello al sentimiento y a laexpresin religiosa. Hace algunasdcadas los socilogos de la religinauguraban que el proceso de seculari-zacin desembocara en una sociedadsin religin, pero el devenir de la his-toria sin embargo ha ido por otrosderroteros, al menos de momento. Lasalida masiva del mbito de influenciade la Iglesia no ha ido acompaada deun aumento proporcional de la incre-encia, ni ha dado paso a una sociedadsin religin o sin Dios. Sin embargo,pese a que hoy la mayora de los ciu-dadanos apenas se relacionan con laIglesia ni tienen en cuenta sus doctri-nas en sus comportamientos priva-dos, siguen creyendo mayoritaria-mente en Dios, siguen concediendouna importancia considerable a Diosen sus vidas y no pocos se siguenconsiderando personas religiosas eincluso siguen rezando.

    Milln Arroyo Menndez *

    * Profesor de Sociologa. Universidad Complutense y Universidad Carlos III. Madrid.

    ANLISISSOCIORRELIGIOSO

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    La secularizacin real (la constata-da histricamente) nos est llevandoa una sociedad cada vez ms alejadade la Iglesia, en la que se mantienensin desaparecer unas formas de reli-

    giosidad que se escapan a su influen-cia. Lgicamente estamos ante unasituacin de mutacin religiosa.Ante la desaparicin o debilitamientode las referencias institucionales, seabre paso un escenario ms desorde-nado y menos predecible, en el quelas aguas transcurren fuera de suscauces. La religiosidad se abre a otrossentidos y vivencias ms acordes conlas nuevas mentalidades de los suje-tos, pero lo hace (al menos de mo-mento) en un marco no institucional,individualizado, lo que dificulta la con-solidacin de unas formas concretasde religiosidad alternativas a la tradi-cionales.

    Lo que est ocurriendo en Espaano es ni especfico de este pas, ni delcatolicismo, ya que se enmarca den-tro de las tendencias generales obser-vadas en los pases europeos de razcristiana, sean estos catlicos o pro-testantes. Es, eso s, un fenmenocaracterstico de la Europa occidentaldesarrollada. La sociedad espaola esun campo especialmente interesante

    para observar el nacimiento y desa-rrollo de estas formas de religiosidadcentrfugas, debido a la convergenciade dos circunstancias. De un lado, elpeso y la importancia que todava tie-ne la religin en la poblacin espao-la, comparada con la de franceses,alemanes o ingleses, habitantes delos pases bajos o de los nrdicos...De otro lado, son destacables los altosniveles de modernizacin cultural (opostmodernizacin) alcanzados enEspaa; es decir, la mentalidad de losespaoles ha experimentado unarpida y profunda transformacin, al

    hilo de los cambios sociales, la cualyendo mucho ms all de la merarecuperacin del retraso histricoespaol (debido al franquismo), nosha situado en una posicin muy

    avanzada en mentalidad, en lo quese refiere a: apertura a lo nuevo, rup-tura con las tradiciones, desvincula-cin institucional, bsqueda de nue-vas formas de expresin y realizacinpersonal, ampliacin y flexibilizacinde los lmites de la libertad individual,etctera.

    2. Del cambio culturalal cambio religioso

    As se explica que la sociedadespaola en su conjunto sea actual-mente una se las sociedades ms per-misivas, tolerantes, libertarias ydeseosas de novedades de nuestroentorno europeo y presenta una con-fianza escasa en las institucionessociales en general. Es una de las quems aprecian la libertad y autonomade los sujetos en sus comportamien-tos individuales, lo que conlleva porejemplo a estar entre los ms permi-sivos en aspectos tales como la liber-tad sexual, la tolerancia con la homo-sexualidad, el consumo de cannabis,

    el hedonismo y deseo de disfrute, elderecho de cada individuo a decidir supropia vida e incluso a interrumpirla(eutanasia)... No son estos aspectosni mucho menos los nicos que carac-terizan las nuevas mentalidades, perose llama la atencin sobre ellos por suimportancia para reafirmar o replan-tear las posiciones religiosas. Estacombinacin espaola de apertura alos cambios con una relativamenteelevada presencia de lo religioso hacede Espaa un observatorio privilegia-do de la migracin religiosa. Unamigracin que se produce precisa-

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    cumplen la condicin de rezar sema-nalmente por su cuenta sin tener lacostumbre de ir a misa al menos unavez por semana, segn datos de laEncuesta Social Europea de 2002.

    Segundo: la Encuesta Europea deValores de 1999 coincide tambin eneste mismo dato (17%) en estos mis-mos criterios. Tercero: segn estaltima fuente el 11% cumple la doblecondicin de rezar semanalmente yno confiar en la Iglesia Catlica. Losque no confan en la Iglesia pero seconsideran personas religiosas, sontodava ms: un 19%. Es decir, eltamao del colectivo, dependiendo delos distintos indicadores disponibles ylas fluctuaciones de coyuntura, osci-lara entre un 11% y un 19%.

    Para comparar la importancia deeste tipo de religiosidad en el contex-to de la sociedad espaola y medir suevolucin, se ha elaborado con datosde encuesta la siguiente clasificacintipolgica de formas de religiosidad:

    Eclesiales (22%). Catlicos queconfan en la Iglesia y asisten amisa semanalmente. (Confiar nosignifica necesariamente estarde acuerdo en todo, ni muchomenos, pero son el colectivo

    ms prximo a la institucin). Laxos (23%). Catlicos queconfan en la Iglesia y asisten amisa slo ocasionalmente o nun-ca (20,5%) o catlicos que asis-ten a misa pero no confan en laIglesia (2,5%).

    Centrfugos (19%). Catlicos(en su inmensa mayora, aunqueno todos) que se sienten perso-nas religiosas, pero que noconfan en la Iglesia y que noasisten regularmente a misa.

    Arreligiosos (35%). Ciudada-nos que no confan en la Iglesia

    y que no se consideran personasreligiosas.

    En distintas olas de encuestaencontramos las siguientes proporcio-

    nes de individuos con arreglo a dichaclasificacin (ver tabla):

    Tipologade religiosidades (%)

    1980 1990 1999Eclesiales 33 25 22Laxos 22 26 23Centrfugos 14 17 19Arreligiosos 31 32 35N= (2303) (4147) (2409)

    Fuente: Banco de datos ISSP (EVS + WVS).

    Elaboracin propia.

    Puede apreciarse que los religio-sos centrfugos son casi tantos comolas personas vinculadas a la Iglesia,pero, lo que es ms importante, setrata de una tendencia en alza; la reli-giosidad centrfuga es un fenmenoemergente que no deja de aumentary es en Espaa (ms que en otros pa-ses europeos) especialmente elevada.Tanto en trminos absolutos comorelativos, su incremento desde 1980es mayor incluso que el que experi-

    mentan los arreligiosos. Por otro lado,solo arreligiosos y centrfugos estnen ascenso. Los laxos han dejado deaumentar, mientras los eclesiales con-tinan descendiendo.

    4. Las causas de su expansin

    Segn los estudios empricos sobrela religiosidad de los espaoles todoapunta a que de lo que los ciudadanosse alejan no es tanto de la religincomo de la institucin eclesial. Algu-nas posiciones de la Iglesia chocanfrontalmente con algunos rasgos

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    especialmente importantes (axiales)de las nuevas mentalidades, provo-cando la desvinculacin del creyentecon la institucin y su fuga espiri-tual. No se trata tanto, como algunos

    han pretendido, de que la Iglesia hayaperdido capacidad de atraccin sobrelas nuevas generaciones debido aldominio del materialismo o la in-creencia sobre la espiritualidad, sinoms bien que esta Iglesia no ha sa-bido o no ha podido evitar un enfren-tamiento con las nuevas reglassagradas de la modernidad, unenfrentamiento que se salda con lainevitable prdida de la parroquia yde las vocaciones. El fenmeno no escosa del pasado. Sigue ocurriendoahora y se hace cada vez ms paten-te. Las tensiones actuales entre Igle-sia y Estado Espaol son un buenejemplo (pero tan slo uno ms) de lamala sintona y del conflicto noresuelto entre los nuevos valores ycreencias y la ortodoxia tradicional.Es ms, el conflicto no slo ocurre enEspaa sino en otros pases catlicosy protestantes de nuestro entornoeuropeo.

    Debera hacernos reflexionar sobreeste punto el contingente tan grandede individuos que siguen rezando,

    hablando con Dios y siendo religiosa-mente activos por su cuenta, de for-ma individual, en una sociedad laica,secularizada, a menudo sin el amparode una parroquia o de un grupo en elque actualizar y reforzar la creencia yla espiritualidad y con el no pequeoesfuerzo de tener que reelaborar yreinventar (redescubrir) su religiosi-dad, para adaptarla en consonanciacon otras dimensiones de su mentali-dad.

    El individuo quiere ser, ahora msque nunca, dueo de su propio desti-no y se siente independiente y aut-

    nomo respecto de las institucionessociales, o de cualquier tipo de dog-mas, o de cualquier sistema de reglasque trate de influirle coercitivamen-te, es decir, desde el exterior de su

    conciencia. Es un individuo que hadescartado la existencia de verdadesabsolutas, se ha impregnado del rela-tivismo cultural y ha desarrollado unasensibilidad tico moral contingente,relativista tambin, arraigada a uncontexto y a una reflexividad indivi-dualizada (las referencias tico-mora-les no son externas sino se buscan enel interior del sujeto). La cosmovisintrascendente pierde fuerza frente a laemergencia de un inmanentismo cadavez ms presente en el hombre actual.Ya no desea ser controlado ni por unareligin ni por ninguna otra cosa, y, alcontrario, desea sentir que tiene elcontrol personal de su propia religiosi-dad, entre otras cosas de la vida.

    Para esta mentalidad, fruto de unaadaptacin cultural ante procesos decambio social profundos y continuos,resulta chocante en la Iglesia Catlica(y en otras iglesias tambin) la resis-tencia a asumir cambios y a actualizar-se. La mayora de los creyentes (y msan los no creyentes) consideran quela Iglesia se ha quedado anclada en el

    pasado y la desearan mucho msabierta al mundo actual, mucho msemptica y comprensiva. Algunos delos aspectos menos comprendidos sonlos siguientes: su carcter jerrquico yautoritario, impermeable al proceso dedemocratizacin que han vivido el res-to de instituciones sociales y que hoyrepresenta un paradigma idealizadode organizacin social.

    Para la mayora de creyentes, lapostura de la Iglesia es tambin con-siderada retrgrada en el tratamientodado a la mujer desde la doctrina reli-giosa y en la liturgia. Que las mujeres

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    no puedan ser sacerdotes, ni obispos,ni cardenales, o la diferenciacin deroles sociales atribuido a los gneroses algo que hoy despierta muchassuspicacias y rechazos. Tampoco se

    comprende ni toleran muchos creyen-tes que la Iglesia se entrometa (asse percibe) en los comportamientosprivados, especialmente los relaciona-dos con la sexualidad. No se com-prende por ejemplo la insistencia enel valor de la castidad dados los tiem-pos que corren, o concretamente supostura ante el uso de anticoncepti-vos, ni en el seno del matrimonio, nifuera de ste, ni mucho menos comoarmas para detener el avance delSIDA en el mundo, u otras enferme-dades, o para controlar un crecimien-to demogrfico desordenado en eltercer mundo, o las reticencias a lasrelaciones sexuales fuera del matri-monio. La libertad sexual es hoy unvalor tan importante y apreciado queincluso ha cambiado la visin del celi-bato; no slo ha dejado de ser unareconocida virtud para empezar a servisto como algo arcaico y poco bene-ficioso para el desarrollo y realizacinde un ser humano. De ah por ejem-plo el morbo y el alarmismo mediti-co de los casos de pederastia entre

    sacerdotes catlicos. Tampoco secomparte ni se comprende, por otrolado, su postura ante el divorcio, elaborto o el derecho a la eutanasia, yaque desde la ptica moderna atentancontra la libertad individual tan apre-ciada (sagrada).

    De modo que algunos de los valo-res religiosos del catolicismo se tornancontravalores para la modernidad lai-ca, y viceversa, los valores modernosson contravalores para las autoridadeseclesisticas.

    Todos estos rasgos tienen el comndenominador de que, si se sigue la

    doctrina de la Iglesia, sitan al sujetoen una posicin bajo el control o bajola tutela moral de la Iglesia, en asun-tos en los que sta ha perdido cual-quier capacidad de persuasin, y

    cuando lo que buscan los nuevos cre-yentes es justo lo contrario, es decir,tener un sentimiento de control perso-nal de su religiosidad y de su propiavida, y no de sentirse gobernados.La autonoma de pensamiento yactuacin es hoy un valor sagradopara el hombre actual, que, en casode conflicto, se prioriza frente a otrosprincipios sagrados de la religin ocualquier otro sistema de normas.

    Personalmente mantengo la tesisde que son precisamente estos ele-mentos en conflicto, y otros similares,los que son las principales causas(aunque no nicas) del distanciamien-to de la poblacin respecto de la Igle-sia y de su religiosidad de iglesia, yno el mero hecho de que la sociedadse vuelva menos religiosa, menosespiritual o menos creyente, msmaterialista, ms inmoral, o amoral, omenos orientada a los valores, etcte-ra; aspectos discutibles y muy matiza-bles todos ellos, cuando menos.

    5. Retrato de la religiosidad

    centrfugaEl religioso centrfugo prototpico

    es una persona educada en la religin(catlica) pero tambin y por encimade su educacin es sensible a los nue-vos estilos de vida, nuevos valores ymentalidades, porque ha ido cambian-do al hilo de los acontecimientos socia-les o, si ste es joven, ya se ha edu-cado en dichos nuevos valores. Debidoa que estas orientaciones han influidodecisivamente en l, se identifica pocoy cada vez menos con la ortodoxiacatlica, y se ha ido desconectando de

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    la parroquia y de las misas (o quizsnunca ha estado vinculado a stas,algo que cada vez es ms frecuenteentre los jvenes). Pero sigue mante-niendo su identidad religiosa catlica o

    cristiana, y sigue concediendo en suvida una gran importancia a la reli-gin, a pesar de haber perdido la con-fianza en la Iglesia-institucin. Comola religin sigue siendo importante yya no confa en la institucin eclesial,ni encuentra referencias ejemplares enesta forma de religiosidad que procla-ma la institucin, el sujeto se encuen-tra en un trance difcil, que acaba dan-do lugar a una profunda reelaboracinde su religiosidad.

    La reelaboracin religiosa entreestos catlicos centrfugos suele pre-sentar los siguientes rasgos carac-tersticos. Se desarrolla una visindesencantada y desacralizada dela Iglesia-institucin y de su papel enla historia y en el mundo actual. Esdecir, se la ve como una organizacinhumana hecha por hombres y portanto sujeta tanto a aciertos como aerrores. El Papa no es infalible, loscardenales y obispos tampoco, y setiene la visin de que son una organi-zacin conservadora que no se adap-ta al ritmo de los tiempos.

    El sistema de creencias tambin sedesdibuja. La Biblia (piensan) tieneerrores, datos incorrectos o ficticios.Es considerado por estos un libro deinspiracin sagrada, pero alegrico yanclado en otros tiempos, de cada vezms difcil aplicacin a la vida actual.Determinadas creencias ya no con-vencen y se abandonan, sobre todolas relativas al concepto de pecado ya la culpa: la existencia del infiernoy del demonio ya no es plausible parala mayora; se perciben como uncuento. Por otro lado, la virginidadde Mara se torna irrelevante, como

    tambin lo es en general la virginidadde las mujeres (o de los hombres),dejando de ser plausible; otro cuen-to, y ste (de mayor importanciasimblica de lo que al principio pudie-

    ra parecer) con moraleja machista.En general, la escatologa pierde rele-vancia y credibilidad; ni el juicio finalni la reencarnacin son dignas de cr-dito tampoco, porque en una sociedaden la que el disfrute es un valor, losconceptos de pecado y de castigodivino pierden fuerza, as como lascreencias vinculadas a estos. Se dudaacerca de la vida ms all de la muer-te, y no se acierta a imaginar cmoser el ms all, dado que el imagina-rio tradicional popular se ha abando-nado, por ser considerado pueril oconcretamente en Espaa a menudonacional-catlico o franquista. Noobstante, la gran mayora creen enuna vida ms all de la muerte, y esprecisamente esta creencia en el msall uno de los elementos ms decisi-vos de su autopercepcin como per-sonas religiosas. Tambin creen enDios y en el origen divino de Jesucris-to. Pero no mucho ms del cuerpo decreencias catlico.

    Pese a que han abandonado laasistencia regular a misa, rezan con

    frecuencia, siendo sta la principalprctica religiosa a travs de la cualreafirman y actualizan su religiosidad.Cuando rezan suelen dirigirse antetodo a Dios, o a Jess, seguido deotros seres espirituales, como Mara olos santos. Estos sujetos siguen sien-do religiosos (as se autoperciben)porque rezan habitualmente, porquebuscan a Dios y porque interpretanlos acontecimientos de la vida y elsentido de la misma en clave religio-sa. Tambin porque desean tanto oms que los ortodoxos que su vidamantenga una impronta espiritual.

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    Siguen considerndose catlicos (y/ocristianos) porque siguen creyendo enel Dios y en la figura de Jess en losque fueron educados.

    Aunque su identidad religiosa es

    ante todo cristiana (la gran mayoraafirman incluso ser catlicos) no consi-deran que la suya sea la nica religinverdadera y estn abiertos a otras reli-giones en la creencia de que todas tie-nen algo de autnticas (tambin pien-san que todas, incluida la propia,tienen mucho de humanas). Religiosa-mente hablando tienen una predisposi-cin al universalismo y no es infre-cuente que se inspiren en otrasreligiones en su forma de reconstruirsu religiosidad y espiritualidad. Dichainspiracin no provoca (salvo rarsimasexcepciones) una conversin radical,sino simplemente un prstamo que sefusiona con su identidad cristiana-ree-laborada, la cual no resulta daada nidisminuida con estos contactos. Otrasreligiones no cristianas carecen de latensin que se da hoy en el cristianis-mo entre ortodoxia y modernidad,como es el caso de las religiones orien-tales, por lo que no es extrao que loscatlicos que viven sin Iglesia flirteen,sin ataduras, con dichos credos remo-tos, en la bsqueda de una expresin

    de religiosidad que necesitan forzosa-mente reinventar. Tambin lo hacenalgunos catlicos de Iglesia, peroellos con mayor motivo.

    Una de las caractersticas esencia-les de este proceso de reelaboracin

    religiosa es que es individual; lo reali-za el sujeto desde s mismo, desde suintimidad. Esta forma de religiosidad adiferencia del pasado reciente, no sevincula con grupos o instituciones

    sociales, sino que va por libre. Si nocristaliza socialmente, corre el peli-gro de diluirse con el paso del tiempo,dado que los fenmenos sociales y cul-turales han de estar arraigados en gru-pos e instituciones sociales. Cabe pre-guntarse por tanto si esta forma dereligiosidad, pese a que en nuestrotiempos aumenta, no ser sino unaforma de religiosidad residual, esdecir, una religiosidad en vas de extin-cin. Cabe preguntarse hasta qu pun-to hoy aumentan debido a que lamayora de la sociedad ha tenido unaimportante educacin religiosa, de laque cuesta desprenderse. Qu pasarcon los jvenes que no estn siendoeducados en la religin (cada vez hayms)? Se acogern a esta forma dereligiosidad o directamente pasarn aengrosar las filas de la increencia?

    6. Una visin prospectiva

    Una pista para responder a estaspreguntas nos la puede dar la obser-vacin de la religiosidad centrfuga

    entre distintos grupos generacionales.Si sta fuese mayor entre los msjvenes, sera predecible una tenden-cia a seguir expandindose en unfuturo prximo. Vanse los datos dela siguiente tabla:

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    Tipologa de religiosidad segn dcada en la que nacieron: (%)Hasta 1929 1930-39 1940-49 1950-59 1960-69 1970-79 1980 y +

    Eclesiales 47 39 29 16 14 6 7Laxos 24 27 25 25 21 21 18Centrfugos 11 13 17 25 23 22 21Arreligiosos 18 20 29 35 42 51 55N= (288) (350) (341) (360) (469) (495) (106)Fuente: Encuesta Europea de Valores, 1999. Datos para Espaa. Elaboracin propia.

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    La religiosidad centrfuga alcanzasu cota ms alta (25% de los entre-vistados) entre los nacidos durante ladcada de los cincuenta. Hasta dichadcada se observa un aumento pro-

    gresivo de esta forma de religiosidad,pero entre los nacidos durante o des-pus de los sesenta deja de aumen-tar. La proporcin de centrfugos seestabiliza, incuso tiende a una ligeradisminucin. Parece que entre losjvenes el crecimiento de la religiosi-dad centrfuga est limitado por aho-ra por la expansin de la arreligiosi-dad, la cual parece que va a continuaraumentando en el futuro a medio pla-zo. Pero no por ello parece que vaya adisminuir a medio plazo su presenciaen el conjunto de la poblacinespaola. Al revs, la religiosidadcentrfuga crecer en Espaa en losprximos 10 aos, aunque slo seapor el mero reemplazo generacional(su proporcin seguir aumentando almorir los ms mayores, que son losmenos centrfugos, e incorporarsenuevos contingentes juveniles, msproclives a ello).

    Si adems se agudizan o no se olvi-dan las tensiones entre Iglesia y Esta-do (o religin versus laicismo, o simi-lar) como est ocurriendo ahora, el

    incremento ser todava muchomayor. Tngase en cuenta que an nose conoce, por reciente, el impactoque puede haber causado la llamadapolmica del condn en el distancia-miento de la Iglesia (con toda proba-bilidad es mayor en 2005 que en losaos inmediatos anteriores), por loque la situacin que describen losdatos presentados aqu pueden estarsubestimando la importancia real de lareligiosidad centrfuga durante 2005.

    Es decir, si la Iglesia no reacciona yse mantiene en su lnea actual, estaforma de religiosidad seguir aumen-

    tando, en detrimento de las religiosi-dades de Iglesia (tanto en su ver-tiente practicante como en su ver-tiente no practicante), sin que elavance de la arreligiosidad (tambin

    predecible) suponga de momento unfreno a su expansin. Sin embargo alargo plazo (y siempre suponiendoque las tendencias actuales no cam-bien sustantivamente) se produciraprevisiblemente su estancamiento oincluso quizs su retroceso, debido alavance de la arreligiosidad en las nue-vas generaciones. Por otro lado, cabesealarse que la identidad no religio-sa, indiferente, agnstica o atea,parece que en un futuro prximopodra aumentar sensiblemente supresencia social, dado que aumentaprogresivamente en los grupos gene-racionales a medida que stos sonms jvenes.

    El futuro de la religiosidad sin Igle-sia depender sobre todo de la evolu-cin de la oferta religiosa, es decir,de un lado, de que se mantengan o semodifiquen las actuales posiciones dela Iglesia catlica, y de otro lado, deque surjan o no otras ofertas religio-sas (o seudo religiosas) alternativas,capaces de atraer a este colectivo decreyentes. Si no se produjesen ningu-

    na de estas dos circunstancias, esimaginable un escenario en el queesta religiosidad acabe siendo resi-dual, un fenmeno en declive quequizs acabara siendo absorbido porla increencia, y que hipotticamentepersistira slo mientras se siga man-teniendo una educacin religiosa en lainfancia. Pero estos escenarios en ellargo plazo pertenecen slo al planode la especulacin terica. Lo que esms predecible es que en el corto y enel medio plazo la religiosidad centrfu-ga seguir atrayendo a cada vez mscreyentes.

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