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Los Desastres de la Guerra Francisco de Goya Del 17 de marzo al 10 de mayo de 2012 Museo Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia

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Catálogo de la exposición "Los Desasstres de la Guerra" de Francisco de Goya, en el Museo Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia

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Los Desastres de la GuerraFrancisco de Goya

Del 17 de marzo al 10 de mayo de 2012

M u s e o D r . R a f a e l Á n g e l C a l d e r ó n G u a r d i a

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La Embajada de España se siente honrada de haber podido traer a Costa Rica, gracias a los esfuerzos conjuntos de la Fundación Museo de Artes y el Museo Dr. Calderón Guardia, la obra de Goya “Los Desastres de la Guerra”. Este año, en que se celebra el bicentenario de la Constitución de 1812, y Costa Rica, como país ejemplar en la defensa del pacifismo, son un marco espacial y temporal perfecto para esta obra, que es uno de los más importantes alegatos gráficos contra la guerra. Esperamos que esta exposición permita acercar la cultura española aún más a Costa Rica, y que en el marco del Festival Internacional de las Artes de este año, el público costarricense pueda disfrutar la obra de este español universal. Desearíamos también que esta exposición sirva como tributo de admiración desde España a uno de los grandes logros de este país y sobre el que Goya tan magistralmente reflexiona en esta obra.

Embajada de España en Costa Rica

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El Museo Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia tiene el placer de presentar la exhibición “Los desastres de la Guerra”, obra capital del maestro español Francisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos, España 1746 - Bourdeaux, Francia 1828). Consumado y reconocido pintor de la corte real, tuvo un prolífero trabajo tanto en pintura como en grabado, el cual ha tenido una gran influencia en los círculos de la pintura a lo largo del siglo XIX y XX.

La serie de grabados “Los desastres de la Guerra” que se podrá apreciar en el Museo Calderón Guardia, es una sucesión de ochenta grabados en blanco y negro, de pequeño formato, en los cuales Goya nos hace partícipes del horror, la violencia y la locura de la guerra producto de la invasión francesa en España. Pero esta serie no solo nos lleva a un viaje de horror aplicable a cualquier tiempo y lugar donde el hombre abusa del poder y la violencia en contra de sus semejantes; además, Goya es considerado por muchos estudiosos e investigadores del arte como el primer artista moderno por su intensidad y carácter de ruptura con la tradición pictórica y temática de la España de su tiempo. Esto lo hace colocarse, en compañía de Velázquez y Picasso, como uno de los artistas más importantes de la historia del arte español, así como del arte universal.

Luis Rafael Núñez BohórquezDirector General y Curador

Museo Rafael Ángel Calderón Guardia

Los Desastres de la Guerra

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Como Alcalde del Municipio de Ribeira y Presidente del Patronato del Museo del Grabado a la Estampa Digital, es un honor la oportunidad que se me brinda para presentar en unos breves retazos, nuestra Historia. Ribeira aparece citada en los Diezmos de 1438; hasta el siglo XVII era un puerto de poca importancia, debido a las frecuentes incursiones de vikingos, sarracenos y piratas. Hoy, es un importante puerto pesquero y flamante sede de reconocidas marcas de conservas relacionadas con los productos del mar. Se encuentra ubicada en la península del Barbanza, a 40 minutos por carretera de la capital de Galicia, Santiago de Compostela. Su laboriosidad y su perseverancia en el tejido industrial, le valieron para que en 1906, el rey Alfonso XIII, le otorgara el Título de Ciudad. Rodeada de pequeñas islas, el conocido Parque de las Islas Atlánticas, playas y paisajes hacen que conforme un destino para ser visitado. Arte, Gastronomía y Naturaleza unido a sus gentes, ofrecen al visitante además, una manifestación singular. El entorno del Lugar de Artes donde se ubica el Museo, une a su natural belleza el Complejo Dunar de Corrubedo y las Lagunas de Carregal y Vixan, que forman uno de los humedales más singulares, no ya de Galicia sino de España. En los Fondos del Museo y gracias al ingente trabajo de su fundador y Presidente de Honor Javier Expósito Paradela se pueden contemplar Grabados desde el siglo XV hasta hoy. Durero, Rembrandt, Goya, Dalí, Picasso, pasando por Tiziano, Veronés, Rivera, Toulouse – Lautrec, Chagall y renombrados artistas gallegos como Novoa, Castillo, Alfonso Costa, Ayaso, etc, constituyen una visita obligada. Desde estas líneas, nuestro agradecimiento al Gobierno de Costa Rica, y a la Embajada de Reino de España que ha hecho posible que esta importante colección de Goya “ Los desastres de la Guerra”, pueda ser contemplada para su deleite por todos los costarricenses.

Manuel Ruiz Rivas, en Ribeira, a 27 de enero de 2012.UNQUOTE Un fuerte abrazo.

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a serie de Goya de los Desastres de la Guerra todavía hoy, unos doscientos años después de su realización, está por desentrañar en su verdadero significado. De la interpretación de la serie como una exaltación patriótica

ante la invasión francesa y un manifiesto contra la tiranía implantada posteriormente con la restauración al trono de Fernando VII, se ha pasado, primero, a la denuncia de una guerra de religión y, luego, a la visión pacifista defendida por Paolo Lecaldano, para finalmente verse como “un alegato contra la guerra indigna e innoble […] Goya maldice la guerra homicida, exalta a la razón y al valor, en la misma medida que se critica el fanatismo, la crueldad, la injusticia y los vicios que trajeron como consecuencia el terror, el hambre y la muerte; con su arte nos transmite quiénes fueron los héroes y las víctimas, quiénes los culpable y los traidores El tema de la mayoría de los grabados no es otro que el de la guerra y que, concretamente, la intención de toda la serie es componer una soflama contra la guerra y, en consecuencia, una apología a favor de la paz. Para ello, todos los elementos tienen como cometido subrayar la desolación que produce la guerra,

tal y como ocurre con el paisaje en que suceden las escenas: es un continuo yermo. Todo ello se acompaña de novedades expresivas que atañen a la propia configuración de la imagen, con la introducción de encuadres acotados de un espacio preexistente en el que ocurren las escenas; efectos de acusada instantaneidad o, por el contrario, de pauta de la temporalidad; reiteración de asuntos dentro de la misma escena generando la sensación de una repetición sin fin de la misma tragedia; reducción progresiva del número de figuras procurando un mayor impacto emocional en el espectador; amontonamiento de la figuración en el primer término e introducción del espectador en la acción, con la misma finalidad; escorzos imposibles y rostros deformados por las pasiones o el dolor; la presencia mecánica e inhumana del verdugo dejándose ver por las armas, pero no quien las maneja; una iluminación claramente artificial e irreal, pero siempre aparentemente verosímil, buscando mover anímicamente la imagen y, en este mismo sentido, la potenciación del contraste del tono frente a la búsqueda de un valor unificador, propio del grabado canónico del neoclasicismo. Pero, sobre todo, Goya sabe sacarle el máximo partido a todas las posibilidades expresivas de la propia técnica

José Manuel B. Lopez Vázquez. Universidad de Santiago de Compostela

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utilizada, que van desde la potenciación del grafismo en sus más dispares registros, hasta la aplicación de soluciones tan novedosas como las aguadas, todo lo cual, sin duda, además de producir con su aparente desaliño un profundo desagrado a un grabador formado académicamente, contribuye a potenciar el efecto buscado, desazonador y desagradable. De esta manera, Goya evidencia con su estilo que “por ningún camino es bella la guerra”. La serie es un exorcismo contra la guerra. No sólo contra una guerra concreta –como aquella que le sirve de pretexto: la de la Independencia -, sino contra la guerra en sí. Ello explica que en la obra no encontremos ninguna exaltación del valor, ni otros héroes más allá de las víctimas anónimas a quienes el destino o la fortuna hizo estar en el momento y en el lugar equivocados, defendiendo con su vida aquello que creían que era su deber hacerlo - como le pasó al fraile protagonista de la estampa 47 Así sucedió- o dando testimonio de humanidad -manifestada óptimamente como fruto de la piedad cristiana- al ejercer verdadera caridad en los momentos del hambre en Madrid. El que su obra sea de caprichos no sólo denota originalidad inventiva, sino que ellos individualmente, pero también a través de su ordenación aparentemente disparatada, tienen una razón de ser mucho más profunda, basada en la transmisión de unos contenidos que, como el propio pintor redunda al denominarlos retóricamente “enfáticos”, son mucho más sustanciosos de lo que aparentan ser. De una forma evidente desde su segunda serie de cartones para tapices, Goya está constantemente construyendo alternativas estilísticas a la planteadas por sus coetáneos y a las de sus propias obras precedentes, siendo en este particular paradigmáticos Los Desastres de la guerra. Goya se muestra en ellos tan original y está tan distante de

todo lo que están haciendo formal y conceptualmente sus coetáneos, como lo estaba Leonardo da Vinci de su estrictamente coetáneo Sandro Botticelli. Goya, como Leonardo, estaba abriendo constantemente caminos.

En mi opinión, los Desastres de la guerra constituyen un relato, en formato libro, dividido en cuatro partes que comienzan con un prólogo que comprende desde la primera estampa, Tristes presentimientos de lo que va a acontecer hasta la 39 Grande hazaña! con muertos! Tristes presentimientos de lo que va a acontecer es la estampa introductoria. Iconográficamente, como constantemente ha repetido la bibliografía a partir de que Sedlmayr lo señalara en 1948, utiliza la secularización de la iconografía de Cristo en el huerto de los olivos. Así, al igual que Cristo presiente en Getsemaní toda la pasión, esta figura presiente la inminente guerra con todas sus fatales consecuencias. Precisamente, Jesusa Vega ya refirió testimonios de época, uno de ellos del propio Ceán Bermúdez, que muestran “el temor que existía entre algunos españoles ante el curso de los acontecimientos justo antes del 2 de mayo de 1808”. De ahí que el protagonista de la estampa -sin duda, un justo-, a causa de su prudencia no sólo presienta “lo que tenía que suceder”, sino que, como hiciera Abraham con Sodoma, suplique la misericordia divina, solicitando la ayuda de Dios para evitar el castigo que parece irrevocable. Pero lo cierto es que en realidad sabe, como sabía Cristo en el huerto de los olivos, que la pasión -la guerra- es inevitable, pues la solución no está en manos de la Providencia divina, sino en la fortuna adversa generada por el vicio de los hombres. Las treinta estampas siguientes son “lances” de la guerra. En lo que tienen de tópicos la mayoría, pueden ser previstos por cualquier persona prudente.

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Con razón o sin ella y Lo mismo, que son una exposición obvia de la irracionalidad que guía al hombre en la guerra. En ellas, además, el autor nos ofrece, respecto a los artistas plásticos precedentes, dos novedades: la primera es mostrar que la irracionalidad guía tanto al que ataca, como al que se defiende; la segunda viene dada por el estilo y el contenido de los epígrafes. Estos son frases cortas, siguiendo la forma sentenciosa de hablar del pueblo, con las que emite su juicio sin meditar realmente lo que este implica, lo cual es habitual cuando se habla desde el corazón -es decir, desde la pasión- y no con la cabeza - o lo que es lo mismo, desde la reflexión guiada por la razón-. Esta irracionalidad alcanza su culmen en la manera de actuar de las mujeres que vemos en las dos estampas siguientes: Las mugeres dan valor e Y son fieras. En el pensamiento de la época, las mujeres siguen encarnando un modo de actuar movido siempre por las pasiones, frente al de los hombres, más propicio a la razón.

En las estampas siguientes entramos en una reflexión sobre la inconstancia de la fortuna que debería hacer meditar a los viciosos que, movidos por su ambición de bienes mundanos -como son el honor, la fama o el incremento de sus territorios-, deciden romper la paz. Bien te se está muestra a uno de los que, en pos de la consecución de honores y pensando en resultar victorioso, finalmente sale vencido en una escaramuza posiblemente trivial, debido a que su fortuna, en este caso, adversa -de ahí la sombra que le oscurece a él mismo y a la montaña del último término- le ha impedido subir a lo más alto de la gloria.. De ahí el epígrafe que, corregido el error gramatical, es “te está bien”: nuevamente, una sentencia popular, con la que se corrige a los niños cuando hacen alguna cosa improcedente y salen dañados.

Qué valor!, representa a una mujer que se levanta sobre un montón de cadáveres para disparar un cañón, Goya, frente al sentir de la admiración popular subrayado por la interjección en el epígrafe, irónicamente desecha dicho valor. Teniendo en cuenta que la protagonista de la estampa es una mujer -y ya apuntamos anteriormente la misoginia según la cual las mujeres actuaban más por las pasiones que por la razón- y que su cañón no está correctamente enderezado, como aconseja la prudencia, podremos deducir que ella, en un caso, podrá ser favorecida por la fortuna y obtener una victoria -de hecho está en luz y en lo más alto de su colina-, pero, dado que su valerosa forma de actuar no está cimentada en la prudencia, ni en la sabiduría del consejo, y no tiene como blanco la razón, no conseguirá la verdadera victoria, ya que su fama estará fundamentada en la mentira. En relación con ello, en el último término sigue oscurecida la cumbre que domina la escena. Soy consciente de que con esta lectura se echan por tierra todas las interpretaciones patrióticas que hasta la fecha se habían propuesto para la estampa y que eran el sustento principal que mantenía viva la posibilidad de ver en los Desastres todavía un mínimo canto a la heroicidad de los españoles. Sin embargo, esta nueva interpretación respalda el discurso a favor de la paz de Goya, para quien la guerra en absoluto podría excusarse bajo el pretexto, muchas veces aducido durante la contienda española, de ser justa. Siempre sucede es, por consiguiente, la fatalidad lógica del “subir y bajar” que lleva aparejada la fortuna en su continua mudanza. Nuevamente, el giro constante de la fortuna vuelve a aparecer en los cuatro grabados siguientes: No quieren, Tampoco, Ni por esas y Para eso habéis nacido. Si en la subserie anterior lo que parecía mover a los protagonistas a la guerra era la consecución de

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honores -la gloria y la fama-, en esta, es la lascivia el vicio que insufla a la soldadesca y que le lleva a la violación de mujeres. Luego Amarga presencia, en donde se muestra la violación de una mujer ante la mirada de su padre o su marido, nos recuerda que la honra “así como defiende y conserva las repúblicas y obliga a la fidelidad, las suele perturbar por preservarse la infamia en la ofensa, en el desprecio y en la injuria, anteponiendo los vasallos el honor a la hacienda y a la vida”. Esta perturbación que provoca la deshonra la encontramos reflejada en las dos estampas siguientes: Duro es el paso! e Y no hai remedio. Hasta ahora, hemos visto representados a quienes mueven a guerra por fama, por lascivia y por vengar la honra o apaciguar las sediciones. Quizá Goya figure a continuación a los más despreciables de todos, ya que posiblemente en Se aprovechan haga referencia a los que mueven por avaricia. En la imagen siguiente, Goya pasa a advertir del peligro que supone la coalición con los que hasta entonces habían sido enemigos irreconciliables. Semejantes alianzas suelen traer como consecuencia una gran mortandad. Enterrar y callar estaría denunciando las atrocidades cometidas por las tropas inglesas arrasando pueblos y provocando auténticas carnicerías entre sus rivales hispánicos, pero también las enormes bajas que se producían entre sus aliados españoles, utilizados como carne de cañón durante las batallas. Esta felonía era, sin embargo, callada por estos últimos enterrando a los muertos, los cuales no sólo literal, sino también metafóricamente, “olían mal”. La Guerra de la Independencia es para Goya una guerra civil y constantemente la literatura regio política está remarcando el beneficio que obtienen los enemigos tradicionales cuando los naturales del país se enfrentan entre sí.

Desde aquí comienza un bucle en el que se suceden las escenas de heridos que son curados con la única finalidad de regresar al campo de batalla. Si nos fijamos en los árboles del último término -por ejemplo, en Curarlos y a otra-, comprobamos que tienen sus ramas rotas, pero no conscientemente podadas. Tras estos grabados, que inciden en el vicio principal que guía a los españoles a la guerra -es decir, el orgullo-, el ciclo se cierra con otros vicios que llevan a la violación de diferentes virtudes: la de la clemencia en No se puede mirar; la de la verdadera caridad, precisamente en la estampa así irónicamente denominada; y la de la paciencia –entendida como contrapunto de la ira- en Populacho y Lo merecía, rematando en el enigmático Estragos de la guerra, en el que volvemos a encontrar el efecto voltario y giratorio de la fortuna en la disposición de las figuras. Si la serie empezaba mostrando la sinrazón a la que conduce la falta de la virtud termina evidenciando la sinrazón a la que se llega cuando falta el freno de la justicia, manifestada desde la estampa 31 Fuerte cosa es! hasta la 39 Grande hazaña con muertos. Consecuentemente, las estampas reflejan la violación de las leyes, bien por ser estas injustas e, incluso, necias, bien para obtener información, bien por un mero afán de venganza. Pues bien, a pesar de todos estos estragos que fatalmente se producen en todas las guerras, alguien, el protagonista de la estampa 40 Algun partido saca, se empeña en enfurecer al monstruo infernal que es la guerra. Se trata de la contrafigura del personaje de la primera estampa Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer, de manera que si este era un justo prudente que se postraba suplicando a la Providencia, aunque era consciente de que la suerte estaba echada y de que nada podría variar el curso de los acontecimientos -ya que los vicios que dominaban a

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sus conciudadanos no podrían desvanecerse de un día para otro-, aquella es un “infernal espíritu” ambicioso y, por consiguiente, temerario, que se empeña en fomentar la guerra, y lo hace por puro egoísmo, pues: algún partido saca. Se inicia así la segunda parte de la serie, que, comprendiendo desde esta estampa -la 40- a la 64 Carretadas al cementerio, ilustra las “fatales consecuencias de la sangrienta guerra en España con Buonaparte”, las cuales ya no son presentimientos, a diferencia de los de la primera parte, sino sucesos reales, plasmados después de que acontecieron.La primera de las consecuencias apuntada por Goya es el caos, representado por el pueblo que huye sin saber a dónde y que además Goya enfatiza al decir que Todo vá revuelto y También esto. Como segunda consecuencia fatal, Goya representa el saqueo de las iglesias, principal característica de “la francesada”, sirviendo nuevamente el título para reincidir en que se trata de algo ocurrido verdaderamente: Así sucedió. Finalmente, la tercera consecuencia fatal es el hambre en Madrid que aboca a una cuarta, la enfermedad, y a una quinta, la muerte. Y aunque estas consecuencias son las tópicas de todas las guerras, Goya las personaliza dándoles un profundo sentimiento humano y, parejamente, revistiéndolas de ricos tintes sociales fruto del pensamiento ilustrado, que las limitaciones espaciales me impiden desarrollar ahora. La tercera parte de la serie abarca desde la estampa 65 Que alboroto es este hasta la 79 Murió la Verdad. Tradicionalmente estos grabados han sido interpretados como las consecuencias políticas derivadas de la derrota de Napoleón y la reimplantación de un gobierno absolutista y tiránico por Fernando VII a su regreso, derogando la Constitución de 1812. Yo sigo manteniendo que en esta tercera parte de

los Desastres, al igual que en la primera, no hay una referencia a acontecimientos políticos concretos, sino que en ella Goya, como buen hijo de la Ilustración, lo que pretende es mostrar la causa última del porqué de la guerra, para así poder evitar otras futuras o, incluso, impedir la continuación de la actual. Dado que la causa de la guerra es, como hemos visto, la impiedad de la sociedad española y, consecuentemente, su forma viciosa de actuar -lo cual se recalca en la estampa introductoria Que alboroto es este? al estar los perros ladrando a los civiles y no a los militares, manifestando así que los culpables son los primeros y no los segundos-, Goya da por hecho que semejante tipo de comportamiento viene fundamentalmente motivado por el mal magisterio de la Iglesia -sobre la cual recaía prioritariamente la educación de la sociedad española-, de modo que, en vez de inculcar en el pueblo un modo de actuación conforme a la virtud y totalmente alejado del vicio, ya fuese por ignorancia, o ya por propio beneficio, no sólo no lo hacía, sino que, por el contrario, ella misma abundaba en la mentira y en la superstición. En su grabado homónimo, Goya muestra la extraña devoción que se le tiene a la nobleza y que lleva a levantar a puestos de privilegio a un aristócrata, aún cuando, en muchas ocasiones, no es más que un necio al que, como al burro del adagio Asinus portans mysteria o del emblema de Alciato NON TIBI SED RELIGIONE -que Goya utiliza, secularizándolo, como tema de encuadre para su estampa-, se le podría decir:”no te adoran a ti, sino a lo que llevas encima”, es decir, en este caso, a la momia de su antepasado.En el grabado Esta no lo es menos, Goya representa precisamente a unos nobles que, a juzgar por los frutos de sus costumbres devocionales, están tan degenerados como anacrónicos son sus trajes.

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Precisamente Goya representa en Que locura! a un religioso que antepone sus más bajas pasiones -el fraude, la gula y la lascivia- a la vida espiritual, siendo, por lo tanto, un esclavo del vicio, de ahí que resulte, noble o plebeyo -como parece en este caso-, nefasto para el cargo. Este planteamiento es el que Goya ilustra con Nada. Ello lo dice, al mostrarnos una vanitas, iconografía muy común en el arte español, que, en este caso, deja totalmente patente que el cadáver no ha hecho nada en vida y que, por lo tanto, no ha conseguido los galardones eternos. Goya muestra en su grabado No saben el Camino que el prelado sin experiencia, que no es diestro en saber dar cuerda y recogerla, provoca que su rebaño, atado con dicha cuerda, no obre conforme a la verdad, tal y como evidencia el caminar haciendo eses. En Contra el bien General, Goya representa a un soberbio e ignorante que, olvidando que en un obispo sólo “la virtud campeará como astro único”, se muestra, por el contrario, heredero de aquél espíritu vanaglorioso, citado por S. Buenaventura, que decía: “Pondré mi silla en el monte del testamento a la banda del norte, y para subir a trono tan sublime me servirán de peana las estrellas. Su ignorancia se patentiza, además, por sus orejas de murciélago -no debemos de olvidar que al Verbo se le reconoce por la voz y que el conocimiento mejor es el que se alcanza a través del oído-, un animal de la oscuridad y, en consecuencia, de la ignorancia. Asimismo, que el protagonista de la imagen actúa hipócritamente preocupado tan sólo de su propio interés, y no por el bien general, lo demuestran las uñas corvas de sus manos y pies En Las resultas, Goya muestra las consecuencias de la prelatura de un obispo ignorante, Gatesca Pantomima. No cabe duda de que el gato -que

está en lo más alto de su pedestal y es reverenciado por el clero- es un animal sabio, prudente “y perfecto en cautelar sus peligros”, pero no resulta lo bastante sabio como para instruir en la verdad -recordemos que el gato es un símbolo tradicional del engaño- y, mucho menos, para defender a otros. Se entiende entonces que la lechuza, esta sí prudente y sabia para instruir en la verdad, se sorprenda al ver su puesto ocupado por el engatusador de turno. Goya, en Esto es lo peor!, representa precisamente a un religioso -como muestra su tonsura-, obediente, pero, como evidencian sus pies descalzos, “viciosamente” ignorante -. En Farándula de Charlatanes, Goya, al presentar a un papagayo que en unos casos asombra y en otros espanta a todo un auditorio de viciosos ignorantes –como demuestra su conversión en animales, a semejanza de la fábula de Circe-, encabezado por un obispo, también papagayo y con uñas corvas, refleja precisamente cómo una nueva “caña llena de vanidad” va a ser encumbrada. En el Capricho 53 Que pico de oro!, Goya ya había utilizado a un papagayo como encarnación de la charlatanería, siguiendo un simbolismo muy común de esta ave. Para mostrar la prudencia, Goya aplica en El buitre carnívoro la misma idea que constituye la línea argumental del emblema XLII del libro segundo de los Emblemas Morales de Horozco Covarrubias, CVVM DIIS NON CONTENDUM, en el que, basándose en el mito de Apolo y Marsias, se ejemplifica la gran imprudencia de aquellos que quieren bandos con los que son más poderosos que ellos. A mayores, Goya adecua este tema al contexto de guerra, obvio o latente, de toda la serie de los Desastres sustituyendo a Apolo por Marte, a quien el propio Goya ya había representado como un buitre en el Capricho 72 No te escaparás.

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Por lo tanto, en esta estampa, Goya manifiesta que lo más adecuado a la prudencia es actuar del mismo modo que las figuras del extremo derecho: retirarse y no entrar en campaña azuzando al buitre carnívoro. Goya en la estampa siguiente, Que se rompe la cuerda, juega con el significado de la frase hecha “andar en la maroma”, recogida en el Diccionario de Autoridades (Además del sentido recto, metafóricamente se dice de la persona, o personas que andan con pretensiones, especialmente de Prebendas y Canonicatos de oficio, y Beneficiados curados, u cátedras: y también se suele decir de los sujetos que están más avanzados, o tienen más juego y partido para conseguir y ocupar algún empleo, dignidad u oficio.) En este sentido, Goya acude al tema de encuadre del funambulista, para demostrar que el protagonista no es muy aplicado en seguir la máxima estoica “sustine et abstine”, es decir, que no sabe sufrir y refrenarse, de ahí que la cuerda empiece a romperse y provoque su caída en extremos viciosos, como serían, en este caso, la soberbia o la lascivia, en vez de mantenerse en la práctica de sus virtudes contrarias, la humildad y la castidad. Goya representa en Se defiende bien un caballo blanco que, mientras consigue el crédito y la pública aprobación de los fieles -los perros- , logra defenderse de los lobos, mostrando en ello su madurez, pues, como señala Juan de Horozco Covarrubias: El caballo herido del lobo significa el hombre, que de los trabajos salió más poderoso, porque dicen que los caballos se hacen más animosos y son para más cuando han peleado con los lobos, y salen heridos de ellos.Goya representa la posibilidad de que incluso el obispo bien elegido devenga eclipse de la luz en Murió la Verdad. Frente a las interpretaciones tradicionales que ven en esta estampa el entierro de la Constitución

de 1812, creo que simplemente hay que entenderla como el entierro de la Verdad, que constituye el gran sustento de la paz -como señalan todos los autores que tratan del tema-. Además, dado que con ella se besa la justicia, se entiende que, a la muerte de aquella, esta se vea retirada a un segundo término, ocultándose el rostro con la mano, presintiendo las funestas consecuencias que ello acarreará. Finalmente, Goya cierra la obra con una cuarta parte, a modo de epílogo, en la que, a partir de la estampa Si resucitara?, muestra las consecuencias de la resurrección de la Verdad –siendo conocedor de que esta, tarde o temprano, así lo hará-. Dichas consecuencias no serán otras que el apaciguamiento del monstruo infernal de la guerra, que dejará de devorar hombres (Fiero monstruo!), y el triunfo de la Paz (Esto es lo verdadero), que conduce a la felicidad terrena y a la restitución de la Justicia, que deberá desterrar prácticas inhumanas -como los horribles castigos y tormentos del reo bajo pretexto de la seguridad- e instaurar la necesaria rapidez en la ejecución de las penas. En mi opinión, a ello aludirían precisamente los tres grabados de Prisioneros a mi entender absurdamente desgajados de la serie: Tan bárbara la seguridad como el delito; la seguridad de un reo no exige tormento y Si es delincuente muera presto. Creo que la interpretación que hasta aquí he hecho, si bien es con otras gafas, está basada no en la pura fantasía, sino en la lógica de una tradición cultural que todavía estaba vigente en época de Goya y que le permitía dar una enseñanza moral, que, al fin y al cabo, era la finalidad primigenia entonces demandada al artista. Para mí Goya no es un mero cronista de su época, sino un hombre de la Ilustración que pretende cambiar el mundo para hacerlo mejor.

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El horario del Museo para la exposición será: De 9 a.m, a 5 p.m., de lunes a lunes, jornada continua, entrada gratuita.

Contacto para visitas guiadas: Relaciones Públicas, Sra. Lissette López Villalobos, telefono 2255-1218 / 2222-6392 ext.109.

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