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CASTELLOLOGÍA DE LA CUENCA VALENCIANA DEL RÍO TURIA JOSÉ VICENTE GÓMEZ BAYARRI ACADÉMICO DE NÚMERO DE LA RACV I GENERALIDADES 1. Preámbulo Una parte de la riqueza del patrimonio histórico valenciano está representada por las construcciones de la arquitectura de carácter militar y señorial. Este patrimonio artístico constituye un testimonio de los avatares históricos acontecidos a través de los siglos en nues- tro marco geográfico y son muestras del legado monumental de las diversas civilizaciones o pueblos que se han asentado y dominado las distintas poblaciones ribereñas de la cuenca valenciana del río Turia. (1) El mal estado de conservación actual de la mayoría de las fortificaciones se ha debido al abandono y deterioro que han sufrido con el transcurrir del tiempo y el haber sido utilizado parte del material constructivo para otros fines, independientemente de nuestra desidia y valoración. Los ciudadanos y las instituciones públicas deberían propiciar e impulsar mediante su estudio, análisis arquitectónico y la acción de conservación su rehabilitación y recuperar la belleza que tuvieron en tiempos pretéritos. El histórico reino de Valencia es una de las áreas geográficas de la Península Ibé- rica que concentra un alto porcentaje de fortificaciones, palacios o casas señoriales, restos castellísticos y torres vigía. A. Bazzana indicó que en reino de Valencia existía un castillo cada cinco kilómetros, y en algunas áreas la distancia se reducía todavía más. (2). Indicador que pone de manifiesto la cantidad de castillos que jalonaban las tierras de Sharq al-Andalus en los siglos XII y XIII, como resaltan las crónicas de la conquista. Ahora bien, la inmensa mayoría de ellos se conservan en lastimoso estado de conservación. 2. Introducción Las poblaciones ribereñas situadas en el valle del río Guadalaviar, Blanco o Turia, desde su nacimiento en los Montes Universales hasta su desembocadura en la ciudad de Valencia, albergan numerosos castillos, fortalezas y torres de observación que tenían una finalidad de defensa y protección de la población. Su valle fue una línea de comunicación importante de Aragón y Valencia en la Edad Media y Moderna, lo que indujo ya al monarca Pedro II de Aragón, padre de Jaime I, a conquistar las plazas fuertes de Ademuz (1210) y Castielfabib (1210) enclaves que disponían de fortificación en la demarcación territorial del Rincón de Ademuz. La muerte de dicho monarca en 1213 interrumpió por unos años la empresa conquistadora del reino de Valencia hasta que la reemprendió, de nuevo, Jaime I el Conquistador. Tierras abajo del Turia, en su cuenca, se alzaron diversos castillos y torres de vigi- lancia como testimonian los vestigios que se conservan en poblaciones de las comarcas de la Serranía, Camp del Turia y l’Horta de Valencia.

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CASTELLOLOGÍA DE LA CUENCA VALENCIANA DEL RÍO TURIA

José Vicente Gómez Bayarri

académico de número de la racV

IGENERALIDADES

1. Preámbulo Una parte de la riqueza del patrimonio histórico valenciano está representada por las construcciones de la arquitectura de carácter militar y señorial. Este patrimonio artístico constituye un testimonio de los avatares históricos acontecidos a través de los siglos en nues-tro marco geográfico y son muestras del legado monumental de las diversas civilizaciones o pueblos que se han asentado y dominado las distintas poblaciones ribereñas de la cuenca valenciana del río Turia. (1) El mal estado de conservación actual de la mayoría de las fortificaciones se ha debido al abandono y deterioro que han sufrido con el transcurrir del tiempo y el haber sido utilizado parte del material constructivo para otros fines, independientemente de nuestra desidia y valoración. Los ciudadanos y las instituciones públicas deberían propiciar e impulsar mediante su estudio, análisis arquitectónico y la acción de conservación su rehabilitación y recuperar la belleza que tuvieron en tiempos pretéritos.

El histórico reino de Valencia es una de las áreas geográficas de la Península Ibé-rica que concentra un alto porcentaje de fortificaciones, palacios o casas señoriales, restos castellísticos y torres vigía. A. Bazzana indicó que en reino de Valencia existía un castillo cada cinco kilómetros, y en algunas áreas la distancia se reducía todavía más. (2). Indicador que pone de manifiesto la cantidad de castillos que jalonaban las tierras de Sharq al-Andalus en los siglos XII y XIII, como resaltan las crónicas de la conquista. Ahora bien, la inmensa mayoría de ellos se conservan en lastimoso estado de conservación.

2. Introducción Las poblaciones ribereñas situadas en el valle del río Guadalaviar, Blanco o Turia, desde su nacimiento en los Montes Universales hasta su desembocadura en la ciudad de Valencia, albergan numerosos castillos, fortalezas y torres de observación que tenían una finalidad de defensa y protección de la población. Su valle fue una línea de comunicación importante de Aragón y Valencia en la Edad Media y Moderna, lo que indujo ya al monarca Pedro II de Aragón, padre de Jaime I, a conquistar las plazas fuertes de Ademuz (1210) y Castielfabib (1210) enclaves que disponían de fortificación en la demarcación territorial del Rincón de Ademuz. La muerte de dicho monarca en 1213 interrumpió por unos años la empresa conquistadora del reino de Valencia hasta que la reemprendió, de nuevo, Jaime I el Conquistador. Tierras abajo del Turia, en su cuenca, se alzaron diversos castillos y torres de vigi-lancia como testimonian los vestigios que se conservan en poblaciones de las comarcas de la Serranía, Camp del Turia y l’Horta de Valencia.

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Durante los cinco siglos de la Valencia islámica en este agreste y extenso territorio de la Serranía, en el que se establecieron una rama de la familia de los Benú Qásim en el siglo XI, se alzaron numerosas fortificaciones, de mayor o menor importancia según su ubi-cación y funcionalidad al originarse la atomización del Califato de Córdoba y configurarse los reinos de las taifas valencianas. El objetivo de este entramado defensivo de la Serranía era frenar cualquier incursión de fuerza hostil que aprovechara la cuenca del río Turia para amenazar la ciudad de Valencia y su reino. Ejemplos claros de una ubicación estratégica del control de la ruta Turia son los castillos de Alpuente, situado sobre una cima que domina el río Tuéjar, afluente del Turia; Chelva cuenta con los barrios de Benacacira, y del Arrabal y el Portal de la Azogue; el de Domeño que contempla el discurrir del Turia, el de Chulilla, le-vantado sobre un promontorio que controla un cañón del Turia; Sot de Chera con su castillo roquero presidido por su torre del homenaje; el de Chera, levantado sobre un montículo que observa el río Sot; Gestalgar y Pedralba con restos de antiguas fortificaciones medievales, etc.

En la comarca del Camp del Turia diversas poblaciones conservan fortificaciones o castillos, restos de las murallas que rodeaban el casco antiguo de la población, o torres construidas en el recinto amurallado. Muestras de ello, en la zona ribereña son los castillos de la Loma de la Sang de Liria, de Benissanó, de Ribarroja o de Vilamarxant; las murallas de Liria, Benissanó, con tres puertas de acceso a la población, o la de Benaguasil, estudiada por Aurelio Alonso y en vía de publicación.

Los castillos eran fortificaciones que tenían una finalidad defensiva y de control del territorio. Este tipo de obra arquitectónica se emplazaba en lugares elevados y estratégicos; inexpugnables o fácilmente defendibles. Aprovechaban las condiciones orográficas del terre-no y su ubicación. Desempeñaban una función específica en el entramado del poblamiento del área geográfica donde se alzaban, y desde él se ejercía el poder de manera puntual y discontinua. Eran recintos cerrados, disponían de torre del homenaje y estaban protegidos por una muralla, en muchas ocasiones almenada que facilitaba la defensa. La muralla con frecuencia era perimetral. El número de puertas de acceso era reducido. En ocasiones va-rios castillos configuraron una línea defensiva apoyada por una serie de torres-atalayas de vigilancia, ubicadas en altozanos, con objeto de permitir el mejor control de las rutas de comunicación o de otear un extenso territorio.

Las diferencias de los castillos eran notables según su emplazamiento, finalidad, entidad de la plaza que defendían y materiales utilizados en su construcción. Los de mayores dimensiones y los mejores estructurados poseían un recinto amurallado con almenas, aspi-lleras, albacar, torres, dependencias, aljibes, almacenes, etc. Los materiales utilizados eran esencialmente mampostería, tapial, sillería, adobes, arcillas y cal.

Las tierras ribereñas del Turia estuvieron jalonadas de fortificaciones por donde discurrió el río. Muchas de estas fortalezas se levantaron sobre restos castrales de épocas anteriores; otras se alzaron durante las invasiones almorávide y almohade o posteriormente y se adaptaron a las necesidades del poder establecido al incorporarse este territorio del reino de Valencia al ámbito cristiano.

Cabe recordar que esta demarcación territorial de Šarq al-Andalus, donde se erigió como ciudad hegemónica Balansiŷa, es una de las áreas geográficas de la Península que tiene mayor densidad castellística debido a la proliferación de los reinos de taifas y a su inesta-

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bilidad política. El mapa castellológico y las fuentes arábigas o cristianas, bien históricas o literarias, así lo testimonian.

Una serie de factores geográficos, sociales y ansias de independencia y poder de-terminaron la desmembración del Estado unitario califal de Córdoba al producirse la quiebra del poder omnímodo ejercido por los califas y la ruptura de la unidad política, apareciendo multitud de fronteras no siempre bien delimitadas y cambiantes que configuraron los prime-ros reinos de taifas peninsulares. Alpuente en la Serranía se configuró como un reino moro independiente.

La importancia histórica y castellística del Rincón de Ademuz y la Serranía se refleja en las siguientes villas situadas en el tramo valenciano de la cuenca media del Turia. Ademuz y Castielfabib fueron villas reales durante la Baja Edad Media y tuvieron repre-sentación por el brazo popular en las Cortes valencianas; Alpuente, fue capital de la taifa que lleva su nombre, y posteriormente tuvo presencia en las cortes medievales valencianas al ser incorporada a la órbita cristiana, villa que dispuso de un estratégico castillo roquero; Chelva albergó un fuerte asentamiento de población morisca y fue cabeza del vizcondado de los Vilanova y después de los duques de Villahermosa; Chulilla, fue sede de su baronía de su nombre, y en cuyo territorio se construyó un inexpugnable castillo.

En la comarca actual del Camp de Liria, esta ciudad fue capital de la Edetania ibérica, importante ciudad romana y núcleo poblacional en la época musulmana y en la cristiana; Benissanó dispone de un excelente y bien conservado castillo señorial y fue una localidad amurallada, Gestalgar tuvo castillo roquero y palacio señorial, y tanto Ribarroja del Turia como Vilamarxant conservan restos de antiguos castillos y torre, en Benaguacil se pueden observan tramos de su antiguo amurallamiento adosados a posteriores construccio-nes.

En localidades más próximas a la ciudad de Valencia se alzaron en época sarracena diversas torres de defensa o de observación que constituían un cinturón de torres-alquería que configuraron un entramado de vigilancia defensiva en la comarca de l’Horta. Algunas de ellas se pueden contemplar actualmente restauradas en las demarcaciones territoriales de Paterna, Moncada, Bétera, Museros, Torrent, Quart, Silla, Benifayó, etc. La de Paterna, des-pués de su rehabilitación, dado sus dimensiones, alberga un pequeño museo arqueológico.

Hemos estructurado el estudio en tres áreas geográficas. En la primera, analizamos las dos principales fortificaciones del Rincón de Ademuz; en la segunda, las más significati-vas construidas en la comarca de la Serranía; y en la tercera, las levantadas en poblaciones del Camp del Turia.

Para se descripción hemos establecido tres apartados.

1. La localización de la población, algunas características geográficas y mencionar las fortificaciones que se hallan en su término. 2. La descripción de la construcción castellística y una aproximación a los aconte-cimientos históricos que tienen relación con la fortaleza.

3. Una aportación de datos sobre el origen e historia de la localidad y su castillo

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reflejando los hechos sociopolíticos que incidieron sobre la población en el período ibérico, la romanización, la dominación musulmana, la conquista de Jaime I y la época cristiana medieval, la Guerra de los dos Pedros, las Guerra de las Germanías, la expulsión de los moriscos, la Guerra de Sucesión a la Corona de España, La Guerra de la Independencia, las Guerras Carlistas y acontecimientos históricos posteriores.

Vista de la población y castillo de Ademuz

Vista de la población y castillo de Castielfabib

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Castillo de Domeño

Castillo de Chulilla

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Castillo de Benissanó

Castillo de Sot de Chera

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Basamentos y muros del antiguo castillo y de la después fortaleza- palacio de Ribarroja

Torre islámica de Paterna Escalera del interior de la torre de Paterna

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Torre de Bofilla (Bétera) Torre islámica de Torrent (s.XI-XIII)

Torre Muza de Benifayó (s. XI-XII) Torre Espioca de Benifayó (s. XI)

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IICASTILLOS DEL RINCÓN DE ADEMUZ

1. Fortificación y amurallamaiento de Castielfabib. A. Ubicación de la villa y castillo-fortaleza El Rincón de Ademuz es una comarca atravesada por el río Turia o Guadalaviar. En ella se localiza la histórica villa de Castielfabib, cuyo término es cruzado por el río Ebrón, afluente del Turia. Su castillo se levantó sobre un montículo rocoso que facilitaba su defensa. La demarcación territorial de la villa fue prontamente habitada como testimonian los hallaz-gos arqueológicos de época ibera y romana.

Según el ilustrado Josef Castelló Castielfabib del Rey se halla a legua y media al noroeste de Ademuz en los confines de los tres reinos. Tiene su asiento en la pendiente de un monte, cuya falda baña el río Ebrón (1). El pueblo se extendió primeramente por el pequeño collado ubicado entre el área del castillo y el cerro del Torrejón y posteriormente por la zona meridional que constituye actualmente el barrio de La Solana. El botánico A. J. Cavanilles en 1797 escribió “De este monte se va baxando hacia la villa, situada en la cuesta rápida de un cerro, coronado hoy en día por las ruinas de una fortaleza”(2).

La población estuvo amurallada conservándose de su recinto restos de tres torreo-nes, algunos lienzos de la muralla integrados en viviendas de la población y parte de El To-rrejón.

La morfología urbana del casco antiguo, debido al desnivel, es de un trazado muy irregular y está configurada con calles de acentuada pendiente, estrechas y tortuosas. Sola-mente presenta un espacio llano la Plaza de la Villa.

Pascual Madoz señaló que sólo por razón de su nombre han afirmado que la villa de Castielfabib fue fundada por los romanos, derivando su nombre de “Castellum Flavi” y que fueron los moros los que la ampliaron y reedificaron el castillo que creía impugnable (3). La mayoría de historiadores discrepan de dicha opinión.

B. Descripción de la fortaleza Las estructuras de la fortaleza de Castielfabib se encuentran ubicadas sobre dos montículos separados por cierta distancia. El casco antiguo de la villa se localiza entre las la-deras izquierda y derecha de estas dos elevaciones. Son abundantes los vestigios diseminados de la antigua fortaleza que se han hallado en la población.

La parte mejor conservada del antiguo castillo es la torre del homenaje que se le-vantó sobre un promontorio rocoso. Este vestigio castellístico se adaptó a la iglesia parroquial de la villa que está bajo la advocación de Nuestra Señora de los Ángeles. El emplazamiento de la fortaleza denota que la función esencial fue estratégica defensiva y de control de comuni-caciones del valle que divisa.

El castillo-fortaleza es de época islámica. Algún autor ha apuntado que es de ori-gen romano. Al ser conquistada la plaza e incorporada al ámbito cristiano en el siglo XIII

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sufrió diversas actuaciones arquitectónicas que modificaron su estructura primigenia y se añadieron diversas dependencias para satisfacer las necesidades de la época adaptándose a la tipología de las iglesias de reconquista, con una finalidad distinta a la de construcción. Actualmente en ella se contemplan la techumbre de madera y una estructura de arcos con capillas laterales entre los contrafuertes de bóvedas de crucería de época gótica. La documentación medieval nos proporciona numerosas noticias sobre el alcaide del castillo de Castielfabib y la necesidad de reparar las estructuras de la fortaleza. En 1297 está registrado que se realizó obra en el aljibe. La documentación medieval igualmente cons-tata las que se ejecutaron en el periodo comprendido entre los años 1339 y 1352. Otra noticia, correspondiente a 1363, alude al mal estado en que se encontraba la fortificación (4). La iglesia fortaleza se reformó en el siglo XVI construyéndose el campanario, capillas a los pies y la sacristía. En la transición del XVIII al XIX se revistieron los arcos formando una iglesia de tres naves con bóveda de cañón, abriéndose bovedillas en forma de media luna abier-tas en la bóveda central para permitir que penetre la luz. Al proceder a restaurar su interior han aparecido frescos góticos en su interior.

Durante la Guerra de la Independencia, a principios del siglo XIX, al ser ocupada la villa por las tropas franceses fue utilizado el castillo con función de cárcel y ubicó en él la comandancia militar.

Durante la primera Guerra Carlista, que estalló a la muerte de Fernando VII y enfrentó a los partidarios de su hija, la futura Isabel II, y al hermano del rey, Carlos María Isidro, y se prolongó desde 1833 a 1840, la plaza de Castielfabib se convirtió en un bastión carlista importante y se procedió a la reconstrucción del castillo, siendo destruida la nueva obra edificada cuando fue tomado por los isabelinos.

Posteriormente fue dejado a su suerte y quedó completamente abandonado. Cabe recordar que sobre la antigua fortaleza se construyó la actual iglesia parroquial.

C. Historia Las excavaciones arqueológicas han descubierto un poblado ibérico en la actual “Villa Vieja, junto a la iglesia fortaleza.

Se ha sugerido que el actual topónimo de Castielfabib deriva de las voces latinas “Castrum Fabii” fundamentándose dicha afirmación en los hallazgos de parámetros emplea-dos en la construcción del castillo que corresponden a esta época.

La opinión más generalizada atribuye el castillo a la época de la dominación ará-biga. Confirmaría esta tesis varios paramentos hallados en la construcción del castillo que pertenecen a dicha época.

El nombre de la villa en la Valencia musulmana fue “Qaštil al’habīb”, denominación compuesta por los dos formantes Castiel -castillo- con variante latinizada “castr”, y Fabib -Habīb- nombre propio de persona. La abundante documentación medieval de época cristia-na no deja duda sobre la naturaleza híbrida del nombre (5). En el siglo XII al-Idrīsī al regis-trar una relación de castillos localizados en tierras actualmente valencianas cita entre otros el de Castielfabib (6) y el cronista musulmán Yāqūt (s. XII-XIII) lo registra y señala que es

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un fuerte casi inexpugnable que pertenecía al distrito de Santa María de Levante –Albarracín (7). En el reinado de Pedro II (1196-1213), padre de Jaime I, se produce un avance re-conquistador y se ocupan emplazamientos musulmanes. A este Rey se le debe, ya a principios del siglo XIII, la toma de los castillos de Castielfabib, Ademuz, El Cuervo y Serella, en 1210. Su muerte en la batalla de Muret, en 1213, interrumpirá por unos años la empresa conquista-dora. Transitoriamente, estas plazas del área del Rincón de Ademuz pasarían a la órbita cris-tiana. Posteriormente fueron reconquistadas por los musulmanes hasta que definitivamente Jaime I las incorpora al ámbito cristiano.

El 27 de agosto de 1210 fue tomada la villa de Castielfabib por Pedro II de Aragón tras el asedio al castillo durante algunos días. Finaliza la conquista de las tierras de Ademuz, según indican las crónicas, el Monarca celebró cortes tres días en la fortaleza de Castielfabib.

El Rey otorgó una parte de los diezmos que debía percibir a la Orden del Temple, cuyos caballeros habían ayudado al Soberano en la ocupación de la villa. (8) GUAL CAMA-RENA, M., Precedentes de la reconquista valenciana. Estudios medievales, I. Valencia, 1952, p. 236. En el año 1212 se integró la iglesia de Castielfabib, entre otras, en la diócesis sego-bricense (9). La repoblación en el siglo XIII de la villa de Castielfabib se hizo con gente pro-cedente fundamentalmente de Aragón y en menor escala de repobladores que vinieron de Navarra.

Castielfabib -Castrum-Fabib- aparece registrada en el año 1229 en el pacto sellado entre Jaime I con Zeyt Abuzeit y en el Libre del Repartiment del Regne de Valencia en una donación hecha por el rey de Jaime I a Michel Deiç en 1238 (10).

Asimismo, se cita la villa y su castillo al fijar los límites establecidos que tendría el Reino de Valencia en 1251.

En el reinado de Jaime II, una regesta del año 1307 recoge que se ordene a los lu-gares de Castielfabib y Ademuz que ayuden a don Juan Manuel, su yerno, contra don Juan Núñez (12).

En 1315 una referencia documental registra que se envió escrito a los justicias de Alzira, Sagunto, Xátiva, Liria, Denia, Ademuz, Castielfabib, Cullera y Gandia del Reino de Valencia (13). El año 1322 se cursó escrito a Gil Rodríguez sobre un litigio judicial en Castielfabib y Ademuz (14).

También en el reinado de Jaime II, concretamente con fecha de 4 de diciembre de

“Aquests son los termens del regne de Valencia: (…); e axi com va a la sierra de Iavalambre, e de la serra de Iavalambre axi com ix de Castelphabib e a Ademuç, e aquests dos castels son del regne de Valencia” (11).

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1324, el monarca remite desde Valencia una diligencia a Gil Rodríguez de Llovi sobre los castillos de Ademuz y Castielfabib (15). Las Trovas de Mossen Jaime Febrer que tratan de los conquistadores de Valencia, fuente literaria que debemos valorar con mucha cautela y es de relativa fiabilidad, recoge que Juan Ruiz Espejo que sirvió a Pedro II en la batalla de las Navas de Tolosa (1212) a la vuelta rindió los castillos de Castielfabib, Ademuz y Torres (16). Asimismo, otra trova atribuye a Fermín Marci-lla, que también acompañó a Pedro II en la batalla de las Navas de Tolosa, el que al regresar con el Monarca por Castielfabib y Ademuz logró la entrega de estas dos poblaciones (17).

El cronista Viciana al escribir sobre los castillos y villas de Castielfabib y Ademuz refleja “Estos castillos y villas fueron tomados por el católico rey don Pedro, padre del rey don Jayme el conquistador, año MCCXII, tornando victorioso de la batalla de las Navas” (18).

Con anterioridad a la conquista de la ciudad de Valencia, las órdenes militares de los hospitalarios y de los templarios habían recibido donaciones por adelantado en el reino musulmán para estimular su participación en la conquista. La mitad de cada año los maes-tres del Temple y del Hospital se hacían cargo de las fronteras valencianas y ambas órdenes militares fueron la auténtica mano derecha del rey durante la Cruzada que se predicó para conquistar Valencia. A los hospitalarios se les concedieron, de manera adelantada, numero-sos castillos y poblaciones, entre ellos los derechos de Castielfabib que habían conquistado y disputaban en 1236 con el obispo de Segorbe (19). El Papa Gregorio IX nombró una comisión para que investigara la disputa el 7 de diciembre de 1236. Los Privilegios Reales recogen que los hospitalarios consiguieron las iglesias y rentas de Castielfabib. La otra orden militar, la del Temple, también obtuvo rentas en la misma villa (20).

La Orden militar de los Templarios constituyó un poder político, militar y econó-mico notable en la Corona de Aragón. Los templarios estuvieron al servicio de los monarcas en sus proyectos conquistadores. El auge y poderío alcanzado por esta Orden militar causó recelos lo que indujo al papa Clemente V, en 1308, durante el reinado de Jaime II, a disolver la Orden, institución religioso-militar que había incrementado desmesuradamente sus rique-zas y poder y era objeto de graves acusaciones con el beneplácito de los papas de Aviñón.

Por sentencia de 4 de febrero de 1312 se ordenó la dispersión de los caballeros del Temple, pudiendo ingresar en otras órdenes monacales. Esta disolución permitió poder dis-poner al Rey de las rentas procedentes de los bienes de dicha Orden hasta que el Papa Juan XXII el 10 de junio de 1317 aprobó la nueva Orden militar de Montesa y se verificó el 22 de julio de 1319, recibiendo los bienes catalanes y valencianos de la extinguida. Con sus lugares, villas y castillos, el rey Jaime II creó el señorío y patrimonio de la Orden de Montesa que es-tuvo muy enraizada en territorio valenciano y poseerá numerosas “Encomiendas” entre ellas la de Ademuz y la de Castielfabib (21).

El monarca Jaime II llegó a empeñar las rentas de la localidad de Castielfabib a la familia Gil Roiç de Lihori en garantía del préstamo que había recibido.

La población de Castielfabib al tener el privilegio de ser villa real sus representantes asistieron a numerosas Cortes convocadas por el Monarca en el Reino de Valencia. Se ha constatado, al menos, que durante los siglos XIV y XV tuvo presencia en las celebrabas los años siguientes (22).

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En este período medieval se construyó la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles siguiendo los cánones de la tipología de iglesias de la reconquista sobre parte de las depen-dencias del antiguo castillo, como se deduce de la sillería empleada y las marcas de cantería.

Las diversas guerras y enfrentamientos en la época medieval, moderna y contem-poránea influyeron en las diversas vicisitudes por las que atravesará la villa y su castillo.

La villa de Castielfabib se vio involucrada en los conflictos bélicos que enfrentó al monarca castellano Alfonso IX (1312-1350) y al aragonés Pedro IV el Ceremonioso (1336-1387) lo que motivó la fortificación de Castielfabib, entre otras plazas importantes. Posterior-mente los dos monarcas unirían sus fuerzas para combatir la invasión de los benimerines a quien derrotaron en la batalla de Salado (1340).

La Guerra de los dos Pedros originada por la rivalidad castellano-aragonesa de la posesión de algunas plazas fronterizas se entendió entre 1357 y1369 y enfrentó a Pedro el Ceremonioso de la Corona de Aragón y a Pedro I el Cruel de Castilla y provocó asolamientos y destrozos en la villa y su castillo, al ser considerada una plaza fuerte por su estratégico emplazamiento. Tanto la villa real de Castielfabib como la villa real de Ademuz englobaron en su término municipal numerosas aldeas durante siglos. En el transcurso de los años los peque-ños enclaves poblacionales fueron desarrollándose demográficamente y algunos alcanzaron la autonomía municipal convirtiéndose en localidades independientes y se segregaron de las poblaciones de Ademuz y de Castielfabib.

Durante el siglo XIX se diseñaron divisiones territoriales que pudieron afectar al territorio y poblaciones del Rincón de Ademuz. Concretamente, en la Guerra de la Indepen-dencia, el monarca José I, decretaba que las tierras del Rincón se incorporaban a la Prefectura de Teruel. En la división administrativa provincial diseñada en el Trienio Liberal, en 1822, el Rincón de Ademuz se integraba en la provincia de Teruel. Sin embargo, fueron proyectos que nunca fueron materializados. El primero por la brevedad del reinado del hermano de Napo-león Bonaparte y la pérdida de la guerra de la Independencia por los franceses; y el segundo porque el Trienio Liberal finalizará con la restauración del monarca absoluto Fernando VII con la ayuda de los Cien mil Hijos de San Luis, el inicio la etapa de la “Década Ominosa” (1823-1833) y la revocación de lo instituido en el Trienio Constitucional (1820-1823). Javier del Burgo en 1833, como secretario de Estado de Fomento, elaboró y dirigió la nueva división

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provincial de España y puso en vigencia la anterior de 1822 -Trienio Liberal o Constitu-cional- con retoques y modificaciones que creyó oportuno, sin que afectaran al Rincón de Ademuz que continuó perteneciendo al Reino de Valencia.

Fortificaciones del Rincón de Ademuz. Mapa publicado por MSJ en Castillos, Torres y Fortalezas de la CV

Torreón del recinto amurallado de al villa de Castielfabib

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Arriba: Castillo-fortaleza de CastielfabibAbajo: Vista parcial del castillo fortaleza de la villa de Castielfabib. Se observan elementos arquitectónicos de de diversos épocas y estilos

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A la izq.: Cubierta de madera de la iglesia de Castielfabib.

Abajo:Iglesia-Fortaleza de nuestra Señora de los Án-geles. Castielfabib.A.Planta. B.Sección. C. Alzado. D. Detalle ventanas.Según M. García Lisón y A. Zaragozá

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2. CASTILLO DE ADEMUZ A. Ubicación de la villa y de su castillo Las tierras que configuran el Rincón de Ademuz constituyen una comarca que es atravesada por el río Turia o Guadalaviar de norte a sur originando dicho río y las ramblas que vierten su caudal al Turia una fértil vega. El Rincón es un enclave valenciano que limita con las tierras de Aragón y de Castilla. La capital de dicha comarca es la villa de Ademuz y se halla en las estribaciones montañosas de la Sierra de Javalambre. En la falda del cerro de los Zafranares está asentada la histórica población.

Joseph Castelló escribió en 1783 que “Ademuz del Rey tiene su asiento en la pen-diente de un monte, y por consiguiente costaneras sus calles. En la cumbre de aquel se dexan ver vestigios y ruinas del castillo, cuia posición le hacía inexpugnable” (1).

El botánico y viajero de finales del XVIII, A. J. Cavanilles, en 1797 señaló: “Ademuz es Encomienda de Montesa, y viven 500 vecinos en el recinto del pueblo, que está colocado en la cuesta rápida del cerro, que se extiende hasta el río (…) Casi todas casas gozan la deli-ciosa vista que el Turia y campos inmediatos les presentan; pero el sitio más ventajoso para disfrutarla es el castillo, situado en la cumbre del cerro” (2).

El erudito Pascual Madoz a mitad del siglo XIX indicó que Ademuz se asienta so-bre la pendiente de un cerro a la margen izquierda del Turia (3). Y señaló que “dominando la población sobre el cerro cuyas faldas ocupa, se ve el antiguo castillo desmantelado, obra de los árabes, recompuesto cuando se fortificó la villa en la última guerra civil -Primera Guerra Carlista- y terminada ésta quedó como antaño” (4).

La morfología urbana del casco antiguo de la villa presenta gran desnivel. Su trazado es muy irregular y las calles son estrechas y tortuosas y se adaptan a la orografía del terreno.

B. Descripción de la fortaleza El castillo de Ademuz se alzó sobre un cerro próximo a la población. Mucho se ha elucubrado sobre los orígenes del castillo, pero lo cierto es que en época sarracena la docu-mentación cita la fortaleza de “Al-Damūs” y por los materiales utilizados se extrae que fue refortificado en ese período. El cronista al-Idrīsī al registrar en el siglo XII una relación de castillos situados en territorio de Sarq-al-Andalus – actualmente tierras valencianas- menciona entre otros el de Ademuz (5).

La fortaleza y población fue incorporada a la órbita cristiana en 1210 por Pedro II de Aragón, padre de Jaime I, con la colaboración de caballeros de la Orden del Hospital y los del Temple, a los que recompensaría con la percepción de rentas en la zona.

La documentación medieval nos proporciona numerosas noticias sobre el alcaide del castillo de Ademuz. Son muchas las que aluden a la necesidad que tenía el castillo en 1296 y años posteriores de realizar obras para reparar algunas de sus estructuras. Se indica que como el mal estado de conservación continuaba, y ante la imposibilidad de habilitarlo, el alcaide decidió en 1337 que se convirtiera en “domo plana”. También las fuentes insisten en que se llevarán a cabo obras en los años 1350, 1360 y 1375 (6).

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Al amparo del castillo, se edificó la primitiva iglesia parroquial de San Pedro intra-muros. Por su emplazamiento estratégico y por ser la población más importante del Rincón de Ademuz la villa desempeño un papel importante en los acontecimientos históricos y béli-cos de la Baja Edad Media.

El castillo soportó los ataques de las tropas castellanas de Pedro I el Cruel de Cas-tilla en los enfrentamientos con los partidarios de Pedro el Ceremonioso de la Corona de Aragón en la Guerra de los Dos Pedros (1357-1369) al estar ubicado una zona fronteriza por la que rivalizaban las dos coronas, lo que originó destrozos tanto en el baluarte defensivo de la fortaleza como en la población.

Un fuerte terremoto de funestas repercusiones se produjo el 7 de junio de 1656. Este movimiento sísmico derribó numerosas casas de la población, la casa de la Villa, la iglesia de San Pedro Intramuros, lienzos de las murallas y torreones de la fortaleza. El obispo Gabaldá que giró una visita a la población después de producirse el terremoto constató los efectos del seísmo (7).

La fortaleza soportó diversas actuaciones reconstructivas a lo largo de la historia. Cabe indicar, especialmente, el papel que desempeñó durante las guerras carlistas del siglo XIX al sufrir los asaltos de isabelinos y carlistas por ser una plaza fuerte dentro de la demar-cación territorial de Rincón de Ademuz. En la primera Guerra carlista fue un bastión carlista importante.

Después de estos acontecimientos bélicos el castillo quedó bastante deteriorado y abandonado. De la antigua fortaleza se conservan cimientos, basamentos y tramos de muros del recinto fortificado. Recientemente se ha procedido a la rehabilitación de alguna depen-dencia del castillo, pues su ubicación lo convierte en un lugar privilegiado para observar una perfecta panorámica del urbanismo de la villa y los alrededores de la población.

C. Historia La demarcación territorial de la villa de Ademuz fue prontamente habitada como testimonian los hallazgos arqueológicos encontrados pertenecientes a diferentes épocas his-tóricas: período neolítico, el iberismo y la romanización. Sin embargo, las primeras fuentes escritas que citan la villa de Ademuz son de época islámica. Su privilegiada situación en la cuenca del río Turia y su ubicación en un paso natural que controlaba el trayecto desde las tierras turolenses hacia la capital del reino de Valencia convirtieron a Ademuz es una pobla-ción estratégica.

El topónimo Ademuz corresponde a la toponimia árabe. Dicha voz geográfica procede, según el arabista Asín Palacios de la base “al-dāmūs” que significa “el rincón”, “la cueva”, y ha sido trascrita con y sin el artículo árabe y con grafías diferentes (8). En la toponimia de época cristiana se ha documentado en una donación hecha por Pedro II a la Orden del Temple en 1210 bajo la forma “Deimus”; en 1229 en un pacto entre Jaime I el sayyid Zeyt Abu Zeyt se cita en latín el cas-tillo de Ademuz “(…) aligatis castra: Darmuç” (9). Otra documentación bajomedieval lo registra con la estructura actual de “Ademuç”, “Ademuc”, “Ademus” (10).

De manera transitoria la plaza fuerte de Ademuz, después que fuera conquistada por Pedro II de Aragón en 1210, pasaría posteriormente, de manera efímera, a manos de los sarracenos hasta que fue definitivamente incorporada al reino de Valencia por Jaime I,

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monarca que la puso bajo dominio de la Corona y la hizo villa real, al igual que la villa de Castielfabib.

En el año de 1212 se integraron en la diócesis segobricense las iglesias de Ademuz y Castielfabib entre otras (11). En un documento de 1254 en el que el rey Jaime I promete a Álvaro Pérez de Azagra no reclamarle las cincuentas caballerías que le dio se citan las villas de Castielfabib, Ademuz y Alpuente (12). Asimismo, en otro documento de 1270 en el que se constata que el monarca Jaime I concede al concejo de Teruel la custodia de las salinas de Arcos y establece en ellas un guardia que deberá percibir trescientos sueldos anuales por dicha labor se mencionan las localidades de Castielfabib y Ademuz (13).

En 1280 el bayle real se apoderó de la tercera parte del diezmo de Ademuz. Esta intro-misión en derechos ajenos fue rechazada con prontitud (14). En 1281-1282 los funcionarios de la Corona intentaron percibir los tercios decimales -impuestos- pertenecientes a los templarios en Burriana y Ademuz (15).

La repoblación de la villa de Ademuz llevada a cabo en el siglo XIII fue fundamen-talmente de procedencia aragonesa y en menor medida de gente que vino de Navarra (16).

La villa y el castillo de Ademuz son registrados al marcar los límites establecidos que tendría el Reino de Valencia en 1251.

Los caballeros de la Orden militar del Temple estuvieron al servicio de los mo-narcas de la Corona de Aragón en sus proyectos de expansión conquistadora en las tierras valencianas. El rey Pedro II el Católico, padre de Jaime I el Conquistador, contó con la cola-boración de los templarios en la ocupación de Ademuz y Castielfabib.

La Orden militar de los templarios constituyó un poder político y económico con-siderable en el seno de la Corona de Aragón. Su poderío y riquezas originaron recelos.

Durante el reinado de Jaime II, el papa Clemente V, en el año 1308, procedió a la di-solución de la Orden tras graves acusaciones, muchas de ellas infundadas, con el beneplácito de los papas de Aviñón. Posteriormente, al fundar el monarca Jaime II la Orden de caballería de Montesa en el Reino de Valencia muchos de los bienes de las órdenes del Temple y del Hospital pasaron a engrosar los de Montesa. Los comendadores de la nueva Orden militar percibieron rentas de la porción del diezmo que les correspondía en la jurisdicción territorial de Ademuz. La nueva Orden de Montesa nunca tuvo jurisdicción sobre Ademuz. Los comen-dadores se limitaron a cobrar las rentas de la porción del diezmo. En el siglo XIV el municipio de Ademuz incluía en su demarcación territorial numerosas masadas, aldeas y varias po-blaciones del Rincón de Ademuz que actualmente son independientes, como Vallanca, Casas Altas, Casas Bajas, Puebla de San Miguel y Torre Alta.

En el reinado de Jaime II, concretamente en 1300, se remitió una diligencia al Jus-ticia, jurados y común de Ademuz para que reclutasen hombres para ser armados (18).

“Aquests son los termens del regne de Valencia: (…); e axi com va a la sierra de Iavalambre, e de la serra de Iavalambre axi com ix de Castelphabib e a Ademuç, e aquests dos castels son del regne de Valencia” (17).

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Una regesta del año 1307 recoge que se ordene a los lugares de Castielfabib y Ade-muz que ayuden a don Juan Manuel, su yerno, contra don Juan Núñez (19).

En 1311 se cursó misiva desde Valencia al Justicia y Bayle de Ademuz (20).

El 6 de diciembre de 1317, desde Valencia, el monarca Jaime II a indultó Arnau de Labosa y Valentina, de toda acción judicial, que eran cónyuges de Ademuz (21).

Otras referencias comunes a las villas reales de Ademuz y Castielfabib son recogi-das en la documentación del reinado de Jaime II.

En 1315 un documento recoge que se envió escrito a los justicias de Alzira, Sagunto, Xátiva, Liria, Denia, Ademuz, Castielfabib, Cullera y Gandia del Reino de Valencia (22).

El año 1322 se cursó carta desde Tortosa a Gil Rodríguez sobre un litigio judicial en Castielfabib y Ademuz (23).

También en el reinado de Jaime II, concretamente con fecha de 4 de diciembre de 1324, el monarca remite desde Valencia una diligencia a Gil Rodríguez de Llovi sobre los castillos de Ademuz y Castielfabib (24).

En la Guerra de los Dos Pedros que enfrentó a las coronas de Castilla y Aragón a mediados el siglo XIV, al ser una fortaleza de frontera, la villa de Ademuz fue invadida por las tropas del monarca castellano Pedro I el Cruel. La defensa y fidelidad de sus pobladores al monarca Pedro el Ceremonioso de la Corona de Aragón fue compensada por dicho Rey y sucesores con la concesión de numerosos privilegios a la municipalidad de Ademuz.

Dos trovas recogidas por Mossén Jaime Febrer citan la población y el castillo de Ademuz. En la dedicada al caballero Juan Ruiz de Espejo se dice que su padre sirvió al rey don Pedro II en la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, y al regresar rindió los castillos de Castiellfabib, Ademuz y Torres (25). Cabe recordar que esta obra es una fuente literaria. Asi-mismo, en otra trova se recoge que Fermín Marcilla, infanzón navarro, acompañó a Pedro II en la batalla de las Navas de Tolosa, y al volver con el Monarca por Castielfabib y Ademuz logró la entrega de estas dos poblaciones (26).

La villa de Ademuz, al tener la categoría y el privilegio de ser villa real, tuvo re-presentación en numerosas Cortes medievales convocadas por los soberanos del Reino de Valencia. Está documentado que durante los siglos XIV y XV, al menos, asistieron a las cortes celebrabas en los siguientes años:

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El cronista Martín de Viciana, en el siglo XVI, en su Crónica al escribir sobre los castillos y villas de Castielfabib y Ademuz relata: “Estos castillos y villas fueron tomados por el católico rey don Pedro, padre del rey don Jayme el conquistador, año MCCXII, tornando victorioso de la batalla de las Navas” (27).

En el siglo XIX durante las Guerras Carlistas la demarcación territorial del Rincón de Ademuz fue escenario de diversos enfrentamientos entre las fuerzas isabelinas y las carlis-tas, lo que provocó destrozos en la población de Ademuz.

Las dos villas reales del Rincón de Ademuz englobaban en su término municipal numerosas masadas y aldeas durante siglos. En el transcurso del tiempo estos enclaves pobla-cionales fueron creciendo demográficamente y alcanzaron la autonomía municipal convir-tiéndose en localidades independientes, segregándose de las villas de Ademuz o de Castielfa-bib.

Durante el siglo XIX se llevaron a cabo diversas divisiones territoriales que afec-tarían a las tierras del Rincón de Ademuz. Sin embargo, fueron proyectos efímeros que no llevaron a materializarse por los diversos cambios políticos y acciones militares que aconte-cieron.

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Panorámica actual de la villa histórica y del castillo de Ademuz

Vista del castillo al fondo y de la ubicación de la población

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Vista parcial y basamentos del castillo de Ademuz

Espacio del albacar del castillo de Ademuz

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Ermita de Nuestra Señora de la Huerta. Siglo XIV. Ademuz.Su portada es de tradición románica.

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IIIBIBLIOGRAFÍA Y NOTAS

I. GENERALIDADES DE LA CASTELLOLOGÍA DE LA CUENCA VALENCIANA DEL RÍO TURIA (1) En este apartado de “Generalidades” pretendemos exponer una síntesis general del patrimonio histórico que refleja la arquitectura militar y señorial de un tramo ribereño de la cuenca del río Turia registrando una muestra de la riqueza y variedad de construcciones que se conservan de diversas épocas y estilos. Edificaciones que han sobrevivido a los acontecimientos históricos que sucedieron en esta demarcación territorial en el trascurso del tiempo.(2) BAZZANA, A., Maisons d’Al-Andalus. Hábitat médiéval et estructures du peuplement dans l’Espagne Orientale. Madrid, 1992, p. 267__________________________

II. CASTILLOS DEL RINCÓN DE ADEMUZ 1. Fortificación y amurallamiento de Castielfabib.(1) CASTELLÓ, J., Descripción geográfica del Reyno de Valencia (1783). Noticia preliminar, comentarios y trascripción de notas por Juan Codina. Valencia, 2000, p. 143.(2) CAVANILLES, A. J., Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, población y frutos del Reyno de Valencia. Madrid, 1797. Volumen III, p. 75. Reedición, Las Observaciones de Cavanilles. Doscientos años después. Prólogo de J Mª López Piñero. Valencia, 1996. Volumen III, p. 172.(3) MADOZ, Pascual. Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de Alicante, Castellón y Valencia. Tomo I. Madrid, 1840-1850 Reedición. Valencia, 1982, p. 272.(4) LÓPEZ ELUM, P., Los castillos valencianos en la Edad Media (Materiales y técnicas constructivas). Volumen I. Valencia, 2002, p. 132. El autor recoge los registros de la documentación de ACA.(5) CABANES, Mª D., FERRER, R., y HERRERO, A., Documento y datos para un estudio topónimo de la región valenciana. Valencia, 1981, pp. 220-221.(6) AL-IDRISI, Geografía de España. Textos Medievales, núm. 37. Valencia, 1974, pp. 10-11.(7) Cfr. ‘ABD AL KARĪM, Gamāl. La España musulmana en la obra de Yāqut (s. XII-XIII). Cuadernos de Historia del Islam. Serie monográfica, núm. 6. Granada, 1974.(8) GUAL CAMARENA, M., Precedentes de la reconquista valenciana. Estudios medievales, I. Valencia, 1952, p. 236.(9) GARCÍA EDO, V., El obispado de Segorbe-Albarracín en el siglo XIII. Segorbe, 1989, p. 26.(10) CABANES PECOURT, Mª D., y FERRER NAVARRO, R., Libre del Repartiment del Regne de Valencia. Edición, estudio, preliminares e índices. Zaragoza, 1979-1980. Vol. I, asiento 110, p. 38.(11) DUALDE SERRANO, M., Fori Antiqui Valentiae. Ed. Crítica. CSIC. Madrid, 1950, Valencia, 1967, p. 5.(12) ACA, r. 140, fol. 79v. Cfr. DEL ESTAL, J. M., Itinerario de Jaime II de Aragón (1291-1327). Fuentes Históricas Aragonesas, 47. Institución Fernando el Católico. (CSIC). Zaragoza, 2009, p. 344. (13) ACA, f. 121r. Cfr. DEL ESTAL, J. M., Itinerario de Jaime II de Aragón (1291-1327). Fuentes Históricas Aragonesas, 47. Institución Fernando el Católico. (CSIC). Zaragoza, 2009, p. 491.(14) ACA, f. 150r. Cfr. DEL ESTAL, J. M., op. cit. p. 631.(15) ACA, r. 284, f. 270r. Cfr. DEL ESTAL, J. M., op. cit. p. 681. (16) Es de suponer que esto ocurriera después que, transitoriamente, pasara a manos almohades tras la conquista en 1210, sino existiría una contradicción entre la documentación y las fuentes que señalan la fecha de 1210 como la fecha que Pedro II de Aragón conquistó Castielfabib. FEBRER, Jaime. Trovas de Mossen Jaime Febrer que tratan de los conquistadores de Valencia. Reedición Valencia, 1848, trova, 222, p. 127.(17) FEBRER, Jaime. Op. cit. trova 301, p. 167.(18) MARTÍN DE VICIANA, R., Crónica de la ínclita y coronada ciudad de Valencia. Reimpresión facsímile de la edición de 1564. “Estudio preliminar” de Sebastián García Martínez. Departamento de

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Historia Moderna de la Universidad de Valencia. Publicada en la serie Monografías y Fuentes. Libro tercero. Valencia 1564-1972, p. 322.(19) El Papa Gregorio IX nombró una comisión para que investigara la disputa el 7 de diciembre de 1236.(20) Cfr. BURN, Robert Ignatius. El Reino de Valencia en el siglo XIII (Iglesia y Sociedad) Tomo II. Valencia, 1982, pp. 411 y 434.(21) GÓMEZ BAYARRI, J. V., Reyes Forales Medievales del Reino de Valencia. Valencia, 2000, pp. 127-129, o bien Cfr. NAVARRO BENITO, M., Los castillos de la Orden de Montesa en la Baja Edad Media Valenciana. Universidad de Alicante, 2001, p. 21. DÍAZ MANTECA, E., “Notas para el estudio de los antecedentes históricos de Montesa”. Estudis Castellonencs, núm. 2, 1984-1985, pp. 288-305. (22) Los representantes de la villa real de Castielfabib asistieron a las Cortes Valencianas celebradas en los años señalados con asterisco. __________________________________

2. CASTILLO DE ADEMUZ(1) CASTELLÓ, J., Descripción geográfica del Reyno de Valencia. (1783). Noticia preliminar, comentarios y trascripción de notas por Juan Codina. Valencia, 2000. p. 142. (2) CAVANILLES, A. J., Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, población y frutos del Reyno de Valencia. Madrid, 1797. Volumen III, p. 77. Reedición, Las Observaciones de Cavanilles. Doscientos años después. Prólogo de J Mª López Piñero. Valencia, 1996. Volumen III, p. 176.(3) MADOZ, Pascual. Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de Alicante, Castellón y Valencia. Tomo I. Madrid, 1840-1850 Reedición. Valencia, 1982, p. 3.(4) MADOZ, Pascual., op. cit., p.4. (5) AL-IDRISI, Geografía de España. Textos Medievales, núm. 37. Valencia, 1974, pp. 10-11. También es recogida esta información en LÓPEZ ELUM, P., Los castillos valencianos en la Edad Media (Materiales y técnicas constructivas). Volumen I. Valencia, 2002, p. 85.(6) LÓPEZ ELUM, P., Los castillos valencianos en la Edad Media (Materiales y técnicas constructivas). Volumen I. Valencia, 2002, p. 132. El autor recoge los registros de la documentación de ACA.(7) Cfr. ESLAVA BLASCO, R., “El terremoto de Ademuz del año 1656: un nuevo documento”. Revista Ababol, núm. 59, año 2009.(8) ASÍN PALACIOS, Contribución a la toponimia árabe en España. Madrid, 1944, p. 15.(9) HUICI MIRANDA, Docs. Jaime I, tomo 1, p. 225.(10) CABANES, Mª D., FERRER, R., y HERRERO, A., Documento y datos para un estudio topónimo de la región valenciana. Valencia, 1981, p 148. (11) GARCÍA EDO, V., El obispado de Segorbe-Albarracín en el siglo XIII. Segorbe, 1989, p. 26.(12) CABANES PECOURT, M D., Documentos de Jaime I relacionados con Aragón. Fuentes Históricas Aragonesas, 50. Institución “Fernando el Católico” CSIC. Zaragoza, 2009. ACA. Perg. Jaime I, núms. 1369 y 1377. Doc. 84, p. 112.(13) CABANES PECOURT, M D., Documentos de Jaime I relacionados con Aragón. Fuentes Históricas Aragonesas, 50. Institución “Fernando el Católico” CSIC. Zaragoza, 2009. Perg. 294 AHPT. Doc. 218, p. 208. (14) BURN, R. I. El Reino de Valencia en el siglo XIII (Iglesia y Sociedad) Tomo II. Valencia, 1982, p 424.(15) BURN, R. I. Op. cit., tomo I, p. 370. (16) Cfr. ESLAVA BLASCO, R., “Gentilicios del Rincón de Ademuz”. Rev. Ababol, núm. 50, año 2007.(17) DUALDE SERRANO, M. Fori Antiqui Valentiae. Ed. Crítica. CSIC. Madrid, 1950, Valencia, (18) DEL ESTAL, J. M., Itinerario de Jaime II de Aragón (1291-1327). Fuentes Históricas Aragonesas, 47. Institución “Fernando el Católico, (CSIC). Zaragoza, 2009, p. 214. ACA, C. r. 332., fol. 123r.(19) DEL ESTAL, J. M., Itinerario de Jaime II de Aragón (1291-1327). Fuentes Históricas Aragonesas, 47. Institución “Fernando el Católico, (CSIC). Zaragoza, 2009, p. 344. ACA, r. 140, fol. 79v. (20) DEL ESTAL, J. M., Itinerario de Jaime II de Aragón (1291-1327). op. cit. p. 408. ACA, r. 146, f. 105v. (21) DEL ESTAL, J. M., Itinerario de Jaime II de Aragón (1291-1327). op. cit. p. 536. ACA, r. 215, f. 193r.

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(22) DEL ESTAL, J. M., Itinerario de Jaime II de Aragón (1291-1327). Fuentes Históricas Aragonesas, 47. Institución “Fernando el Católico” (CSIC). Zaragoza, 2009, p. 491. ACA, f. 121r. (23) DEL ESTAL, J. M., op. cit. p. 631. ACA, f. 150r. (24) DEL ESTAL, J. M., op. cit. p. 681. ACA, r. 284, f. 270r. (26) FEBRER, Jaime. Op. cit. trova 301, p. 167.(27) MARTÍN DE VICIANA, R., Crónica de la ínclita y coronada ciudad de Valencia. Reimpresión facsímile de la edición de 1564. “Estudio preliminar” de Sebastián García Martínez. Departamento de Historia Moderna de la Universidad de Valencia. Publicada en la serie Monografías y Fuentes. Libro tercero. Valencia 1564-1972, p. 322.

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