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Visiones sobre el cambioclimático

El Convenio sobre el Cambio Climático fue uno de los principa-les legados de la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro,lo cual recordamos a pocas semanas de la clausura de la Cumbrede Johannesburgo. A partir de aquel documento se llegó al Proto-colo de Kyoto, en virtud del cual los principales Estados delmundose comprometían a reducir sus emisiones de gases de efecto inver-nadero.La realidad de los hechos nos ha mostrado que implantar elProtocolo de Kyoto resulta muy difícil y que, por ejemplo, dentrode la Unión Europea, algunos países se esfuerzan por cumplircon sus deberes —Alemania y Gran Bretaña— mientras queotros no son tan aplicados, comoel caso del Estado español. Tambiénhay sectores, como el del transporte, que no contribuyen a lareducción de los gases de efecto invernadero.Precisamente, estos gases que se emiten a la atmósfera a partirde las actividades humanas son los que contribuyen al cambioclimático. El tema del presente número tiene una doble dimensión:una vertiente política y económica, dado que el modelo actualde producción y consumo agrava la problemática socioambien-tal y, por supuesto, una vertiente científica. Cabe mencionar quetodos los científicos están de acuerdo enque el clima está cambiando,aunque, mientras algunos otorgan una gran responsabilidad alas actividades humanas, otros argumentan que el clima siemprecambia y que el incremento de 0,5 grados de la temperatura delplaneta en los últimos cien años está más relacionado con la varia-bilidad natural—el vapor de agua y las nubes—que con las emisio-nes de CO2 de origen antropogénico.

Estas visiones científicas tan diversas son las que se sacan a relu-cir en el presente número. El catedrático de Física de la Univer-sidadAutónoma deBarcelona (UAB), Josep Enric Llebot, nos ofreceun repaso sobre las diferentes posturas adoptadas respecto alcambio climático. Josep Peñuelas, investigador del Centro de Inves-tigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) de la UABnos cuenta cómo se está traduciendo el calentamiento global enmodificaciones significativas en los ciclos vitales de animales yplantas. El paleoclimatólogo Antoni Rosell expone los principa-les aspectos de la evolución del clima durante los últimos 500.000años. JavierMartín Vide, catedrático deGeografía Física de laUniver-sidad de Barcelona ofrece un repaso sobre la tradición de los estu-dios del cambio climático que se han llevado a cabo en Cata-luña. Estas aportaciones se completan con una entrevista a RichardLindzen, catedrático de Meteorología y Física de la Atmósfera enel MIT de Boston-Cambridge, Massachusetts. El profesor Lind-zen pone en duda que las emisiones de gases de efecto inverna-dero de origen antropogénico contribuyan al cambio climático;una perspectiva sin duda polémica. Finalmente, Ignasi Doñateanaliza el Protocolo de Kyoto. Son todas ellas, pues, visionesmuy distintas sobre una problemática ambiental muy «caliente».•

Lluís RealesDirector de Medi Ambient. Tecnologia i Cultura

Editorial

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¿Hay un cambio del clima?Josep Enric LlebotCatedrático de FísicaUniversidad Autónoma de BarcelonaMiembro del Institut d’Estudis Catalans

El pensamiento actual considera que lasactividades humanas y los estilos de vida dehoy en día pueden alterar de forma notableel funcionamiento del planeta Tierra. Eltexto repasa los aspectos científicos ysocioeconómicos de la problemáticarelacionada con el clima. Se nos plantea sirealmente está cambiando el clima, si lasituación actual es una amenaza o más bienuna oportunidad para arrancar nuevasactividades económicas y se proyectanalgunas reflexiones sobre el futuro.

Aurora, el Sol y la Luna y el cambio climático

Según nos cuenta Maria Àngels Anglada en su libroRelats de mitologia. Els déus 1, Helios (el Sol), Eos(el Alba) y Selene (la Luna) eran hermanos. El Solllevaba una cuadriga divina: cuatro caballos alados,en un carro de oro que cada día salía del océano,por levante, atravesaba la bóveda celeste y volvía almar por poniente. El Sol era tan bello que ningunaninfa se negaba a ser su amante, con lo cual tuvo infi-nidad de hijos. Faetón era hijo de Helios y Climene,una oceánida. Cuando era adolescente, su padre, vién-dolo tan hermoso y fuerte, le prometió que le iba aconceder un deseo. Faetón le pidió conducir el carrodel Sol. Helios vio con preocupación que su hijo nopodría dominar la cuadriga, pero un dios no podíanegarse a cumplir su palabra. El resultado fue inclusopeor de lo esperado. Faetón no sabía conducir nidominar el carro de llamas y en el delirante caminoque los cuatro caballos alados le hicieron seguir seacercó demasiado a la Tierra, lo que provocó quelos bosques se incendiaran y que los ríos y los lagosse secaran. Zeus, finalmente, viendo la imprudenteacción del desbocado carro, envió su rayo repara-dor y mató a Faetón. Este episodio de la mitologíagriega recoge, de manera poética y también exage-rada, la importancia del Sol en el funcionamientodel sistema climático. Unos dos mil años despuésde que este episodio fuera imaginado, MelutinMilan-kovitch2 planteó que las variaciones periódicas de lascaracterísticas de la órbita de la Tierra alrededor delSol eran las causantes de los cambios del clima enépocas pasadas; a través de las complicadas compo-siciones de la mecánica celeste intentaba justificarlo que los clásicos representaban pormedio del carrodel Sol.Sin embargo, hasta hace diecisiete años no empezóa adquirirse, de forma más o menos generalizada,cierta conciencia sobre las consecuencias de las acti-vidades humanas en el comportamiento mundialde la atmósfera. Entre otoño de 1984 y primaverade 1985 se publicaron los artículos de S. Chubachi3,correspondientes a las observaciones en la base japo-nesa de Syowa, y de Farman, Gardiner y Shanklin4 enla estación de Halley Bay, acerca del contenido deozono de la estratosfera de la Antártida. Ambos equi-pos de científicos atmosféricos demostraron que elcontenido de ozono en la estratosfera antártica dismi-nuía de modo espectacular durante los meses deseptiembre y octubre. Al principio, el hecho de queese fenómeno se midiera justo por encima del conti-nente más alejado de las zonas del globo donde se

emiten lamayoría de contaminantes generómuestrasde incredulidad, pero poco después, una vez confir-madas las mediciones y comprendido el fenómeno,surgió una intensa preocupación. Por primera vezquedaba constatado un problema ambiental mundial:las emisiones en el hemisferio norte de unos compues-tos químicos denominados genéricamente CFC, utili-zados en numerosas aplicaciones industriales y deconsumo, se dispersaban y se esparcían por toda laatmósfera hasta llegar a la estratosfera y a la Antár-tida, donde en primavera las bajas temperaturas yla dinámica de la atmósfera producían unas comple-jas cadenas de reacciones químicas que terminabanpor eliminar el ozono estratosférico.Como consecuencia del descubrimiento científico yde la importancia del problema, muchos grupos decientíficos de todo el mundo empezaron a investi-gar el problema. Hubo una actividad ingente y nume-rosos congresos y encuentros que servían para discu-tir y presentar los resultados de las últimasinvestigaciones. Un aspecto que hay que destacares que, a pesar de que el fenómeno se había medidocon datos instrumentales de entonces, desde hacíaaños se contaba ya con información de los satélitessobre los niveles de ozono en la Antártida, pero nadielo había estudiado. A su vez, dada la dimensiónmundial del problema, los representantes políticosde los gobiernos de los países se reunieron bajo losauspicios de la ONU a fin de actuar ante el problema,y lo que sabemos hoy es que se llegó a un acuerdode limitación de producción y de consumo de loscompuestos químicos causantes del problema. Sefirmó el Protocolo de Montreal en el año 1987, quefue ampliado, a medida que se avanzaba en el cono-cimiento del problema, por medio de posterioresacuerdos. En consecuencia, hoy podemos decir queel problema del ozono estratosférico se conoce lo sufi-ciente desde el punto de vista científico y que, polí-ticamente existen acuerdos internacionales que hansido elaborados con el objetivo de paliar el problema.Es paradigmático, pues, el papel que la rápida irrup-ción del problema del ozono tuvo en la opiniónpública: desde entonces se ha producido un cambioen la concepción social de los problemas ambienta-les y su alcance. Si bien es cierto que sigue existiendouna percepción más directa sobre la dimensión localde muchos problemas ambientales, la posibilidadde que las actividades humanas puedan alterar deforma significativa el funcionamiento del planeta seencuentra presente en el pensamiento actual.Justo cuando se llevaban a cabo las conversacionesque conducirían al Protocolo de Montreal, la Orga-nización Meteorológica Mundial y la ONU prepara-ban la formación del Panel Intergubernamental sobreel Cambio Climático (conocido habitualmente comoIPCC, el acrónimo del grupo en inglés). Finalmente,el IPCC se constituyó en el año 1988 y desde enton-ces actúa como un importante elemento de referen-cia respecto al conocimiento científico y los impac-tos del cambio climático y a las acciones de adaptacióny mitigación sobre ese fenómeno. En cierto modo,pues, el IPCC conforma la opinión consensuada delos expertos sobre el cambio del clima asociado alas actividades humanas, sus impactos y las posi-bles estrategias demitigación y adaptación. Los infor-mes del IPCC son utilizados por los responsables polí-

ticos como referencia para la discusión y eventualelaboración de tratados internacionales que preten-den incidir en la problemática del cambio climático.Cuando hoy se habla de cambio climático, uno serefiere al cambio del clima terrestre ligado a los efec-tos que las emisiones en la atmósfera de ciertos gasesproducen como consecuencia de las actividades dela sociedad moderna. No nos referimos, pues, a loscambios del clima terrestre que se han producido alo largo de toda la historia geológica de la Tierra, apesar de que su conocimiento es una herramientaimportante para el conocimiento del clima actual y suevolución. También se conoce como calentamientomundial, ya que es el calentamiento de la atmós-fera el primer efecto que lamayor presencia de gasescausantes del efecto invernadero en la atmósferaparece estar produciendo. En el presente artículose pretende dar un breve repaso al estado actualdel problema, articulándolo sobre la base de una seriede preguntas. La problemática asociada al cambio delclima debido a las actividades humanas tiene dosvertientes mutuamente relacionadas: la científica yla socioeconómica y política. Tradicionalmente se hapuesto un gran énfasis en la primera, pues era precisoconocer bien el problema y sus implicaciones, peroen elmomento de aventurar las acciones que se debentomar se entra de pleno en las dimensiones socia-les, económicas y políticas de nuestro mundo, quesuponen el punto de partida de cualquier solución.

Los inicios: ¿qué es el clima y qué entende-mos por cambio climático?

Unadefinición intuitiva sobre qué es el clima se resumediciendo que es el tiempomedio, es decir, unamediade las variables meteorológicas más importantesque caracterizan lameteorología: temperatura, preci-pitación, humedad, etc. Sin embargo, al definir unamedia temporal cabe precisar los períodos de tiempoen los que se calcula: días, semanas, meses, años.Lameteorología, pues, corresponde al conocimientodel tiempo instantáneo, es decir, el comportamientode la atmósfera en un período inferior a diez días,mientras que la climatología estudia el comporta-miento medio del sistema climático en escalas detiempo, en cualquier caso superiores a diez días, peronormalmente medias estacionales, anuales o inclusomedias de períodos más largos. De hecho, es justoesa característica de la climatología sobre el conoci-miento del tiempo medio lo que ha provocado que,hasta hace muy poco, esta disciplina no haya susci-tado el interés entre la comunidad científica5.Si echamos un vistazo a la historia reciente, el primeroque habló de cambio climático en el sentido actualde la cuestión fue Svante Arrhenius6, un químico yfísico sueco galardonado con el premioNobel que en1896 presentó a la Sociedad de Física de Estocolmouna comunicación en la que argumentaba que unareducción o un aumento del 40% en la concentraciónde dióxido de carbono, un gas presente en concen-tracionesmuy pequeñas en la atmósfera, podía provo-car perturbaciones en el funcionamiento del climaque explicarían el avance o el retroceso de los glacia-res. Arrhenius formuló unmodelo simple, pero calcu-laba la reflexión de la radiación por la superficie terres-tre y por las nubes o las retroacciones producidas por

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la capa de hielo y de nieve de manera que, teniendoen cuenta el conocimiento actual, hoy consideraría-mos ingenuo o incluso erróneo. Arrhenius7 concluyóque la variación del contenido de CO2 y de vaporde agua de la atmósfera ejercía una gran influencia enel equilibrio energético del sistema climático. Llegóa dicha conclusión después de realizar cálculos sinla ayuda de ningún instrumento mecánico ni, porsupuesto, electrónico, y realizó a mano entre 10.000y 100.000 operaciones correspondientes a lo que hoyllamaríamos diferentes escenarios de emisiones deCO2. También realizó los cálculos para las cuatro esta-ciones del año e intentó discriminar los efectos delaumento de CO2 según la latitud. En las conclusionesde su trabajo se puede leer: «[...] si la cantidad de carbó-nico aumenta en progresión geométrica, la tempe-ratura aumentará en progresión aritmética». Arrheniustambién concluyó que la variación de la tempera-tura sería mayor cuanto mayor fuera la cantidad dedióxido de carbono, que la temperatura creceríamás si la latitud eramás alta y que, además, el aumentosería mayor en invierno que en verano. En general,Arrhenius previó que, al duplicarse el contenido atmos-férico de CO2, se produciría un ascenso de la tempe-ratura de entre cinco y seis grados Celsius.La suerte y la casualidad han hecho que las predic-ciones de Arrhenius sean tan similares, desde el puntode vista cuantitativo, a los resultados obtenidos a travésde los sofisticadosmodelos climáticos actuales. Segu-ramente, esta similitud también explica que se consi-dere al científico sueco el iniciador de los estudios delcambio climático. Sin embargo, Arrhenius compar-tía con los expertos actuales una visión avanzada,pues no sólo habló de los efectos del aumento dedióxido de carbono sobre el sistema físico, sino quetambién habló de impactos ambientales. Su visiónpositivista del progreso, junto con la perspectiva deuna persona que vivía en un país sometido a los rigo-res de un largo y duro invierno, le hicieron pensaren el impacto positivo de un clima menos rigurosoque con gran probabilidad podría facilitar el despla-zamiento hacia latitudes altas de determinadas prác-ticas agrarias y paliar, en ciertomodo, el déficit alimen-tario de la época.Si realizamos un gran salto en el tiempo, la investi-gación en climatología a lo largo de la primera mitaddel siglo XX despertó el interés de pocos científicos.Fue a partir del desarrollo de los sistemas automati-zados de predicción del tiempo en la segunda mitaddel siglo XX, y especialmente durante el último cuartode siglo, cuando empezó a pensarse en la obten-ción de metodologías de predicción del clima. Elsistema climático fue definido, en undocumento elabo-rado en 1975 por el GARP (Global Atmospheric Rese-arch Program) de la Organización MeteorológicaMundial, como el sistema formado por la atmósfera,la hidrosfera, la criosfera, la litosfera y la biosfera8.Posteriormente, la convención marco de NacionesUnidas sobre el cambio climático, firmada en Ríode Janeiro en 1992, también mítico en cuanto a cues-tiones ambientales, y que entró en vigoren marzode 1994, define el sistema climático como la atmós-fera, la hidrosfera, la biosfera y la geosfera y susinteracciones. Si bien es cierto que ambas definicio-nes, naturalmente, sonmuy semejantes, la última poneénfasis en las interacciones. La atmósfera, el suelo, los

océanos, la superficie de agua, la superficie de hieloy nieve, y el conjunto de la vegetación y demás seresvivos en el océano y en los continentes, están estre-chamente relacionados entre sí e intercambian flujosenergéticos y de materia, lo que hace difícil llegar auna comprensión completa de su funcionamiento.A menudo también evaluamos el clima de un modoexcesivamente simple, interrogándonos sobre cómova a cambiar la temperatura o el nivel del mar. Sinembargo, las respuestas que se intentan dar desdela perspectiva de lamodelización climática tienen quever también con aspectos más sociales de habitabi-lidad y de sostenibilidad. Así, se responde a pregun-tas como: ¿va a ser el aire respirable? ¿Va a habersuficiente agua para beber y para la agricultura? ¿Vaa ser el ambiente suficientemente confortable? Pararesponder a esas preguntas será preciso no sólo cono-cer el funcionamiento del sistema climático, sinotambién elaborar escenarios de evolución del sistemasocioeconómico, es decir, establecer de forma claralas relaciones entre el sistema climático y la socie-dad humana.

¿Aumenta la concentración en la atmósferade los gases causantes del efecto invernaderoy, como consecuencia de ello, está cambian-do el clima?

La característica común de los gases causantes delefecto invernadero (GH) es su capacidad para absor-ber la radiación de onda larga emitida por la Tierra.La cantidad de estos gases esmuy alta pero, en la prác-tica, los que se analizan con detalle, dada su impor-tancia radiativa, son sólo seis. En general, las emisio-nes de estos gases aumentan, a pesar de que hayalgunos que disminuyen. Aparte del vapor de agua,de los gases GHmás directamente condicionados porla actividadhumana, losmás importantes son el dióxidode carbono, el metano, el ozono, el óxido nitroso,el hexafluoruro de azufre y los clorofluorocarbonos(CFC). Otros componentes atmosféricos que tambiénhay que tener en cuenta son los aerosoles, partícu-lasmateriales en suspensión en la atmósfera de tamañodiverso, de origen natural y producto de las combus-tiones, cuya función en la evolución del clima toda-vía no se conoce totalmente. En general, las emisio-nes de los gases y de los aerosoles en la atmósferacrecen ligadas a la evolución de la economía. La pros-peridad económica tradicionalmente conllevamayo-res tasas de emisiones y, en cambio, las crisis econó-micas se caracterizan por emisiones más bajas.El dióxido de carbono en la atmósfera, por ejem-plo, se mide desde 1958, cuando en el observatoriode Mauna Loa, en Hawai, se instaló un instrumentoque desde entonces ha registrado a un ritmo conti-nuado el contenido de ese gas en la atmósfera. Si seobserva la curva de Keeling en el gráfico 1, secomprueba que, sin duda, la cantidad de dióxidode carbono en la atmósfera aumenta año tras año. Estatendencia es común en lamayoría de los gases causan-tes del efecto invernadero, los cuales en la actualidadpresentan mayores concentraciones en la atmósferaque en períodos preindustriales9.Por lo tanto, no hay duda de que la mayoría de losgases GH aumentan debido a las actividades huma-nas. Sin embargo, existen todavía incertidumbres

acerca de adónde va a parar todo el CO2 emitido enla atmósfera, pues sólo se mide aproximadamentela mitad de todo el que ha entrado en la atmósfera.Tampoco está muy claro cuál es el efecto a escalamundial de los aerosoles, sobre todo los sulfatos yel hollín. Se cree que su capacidad de reflejar la radia-ción solar les confiere un efecto amortiguador delefecto invernadero, ya que actúan como escudorespecto a la radiación del sol. También se observaque el ritmo de crecimiento de las emisiones va dismi-nuyendo, es decir, no crece tanto como se pensaba.Eso puede ser a consecuencia de la transformaciónde muchos sistemas de producción de energía eléc-trica, de la transformación que pasa del uso de carbónal de otros combustibles fósiles conmenos emisionesde carbono y de las transformaciones de determi-nadas prácticas agrarias, ganaderas e industriales.Para poder afirmar que el clima está cambiando, espreciso recurrir al estudio de los datos de la red deestaciones quemiden la temperatura terrestre. El regis-tro instrumental de la temperatura en estaciones terres-tres y en barcos lleva a la conclusión de que la tempe-ratura superficial mundial del aire se ha calentadoentre 0,4 y 0,8 ºC durante el siglo XX. La tendenciaal calentamiento es general en todo el planeta y coin-cide con el retroceso de los glaciares, la reducción dela superficie de nieve y el ritmo más acelerado deascenso del nivel del mar durante el siglo XX, compa-rado con los últimos mil años, por ejemplo. Se hanobservado y se han documentado fenómenos deri-vados del calentamiento y que, al corresponder a siste-mas biológicos, suponen una integración de loscambios de diferentes variables climáticas, como, porejemplo, el aumento del período de crecimiento deciertas especies vegetales, el avance de la floracióny el retraso de la caída de las hojas, el desplazamientohacia el norte de algunas especies de mariposas yhacia zonas de mayor altura de algunas especies deárboles y la llegada antes de tiempo de algunas espe-ciesmigratorias. Parece que también puede afirmarseque la capa superficial del océano se ha calentadoaproximadamente 0,05 ºCdurante los últimos cincuentaaños.Los cambios más acentuados, sin embargo, se hanproducido en las regiones polares, especialmente delhemisferio norte. El análisis de datos proporcionadospor la informacióndesclasificadaprocedente de subma-rinos rusos y norteamericanos indican que el hielo delÁrtico se ha reducido desde mediados de los añossetenta. Los datos de los satélites también indican quela concentración de hielo sobre el Ártico en veranoha disminuido cerca del 10 %. De todos modos, lavariación de la temperatura no ha sido uniforme entodo el globo ni todos los años. El mayor calenta-miento se ha producido antes de 1940 y desde 1980hasta finales de siglo. Sin embargo, el hemisferio norteha experimentado un ligero enfriamiento durante elperíodo 1946-1975 y existen zonas donde dicho enfria-miento ha sidomuy patente, especialmente en el estedel continente americano.Las causas de esta interrupción en el calentamientono son claras. Una posible explicación es el aumentode los aerosoles, a los que antes nos referíamos, aconsecuencia del uso de carbón como combustiblecon un alto contenido de azufre. A estas causas cabetambién añadir causas naturales como la variación de

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la luminosidad del suelo o las erupciones volcáni-cas que han tenido lugar durante este período.El informe del IPCC10 compara el calentamientomedioproducido durante el siglo XX con otras perturba-ciones del clima en tiempos pasados. Para realizardicha comparación se utilizan datos instrumentales,que comprenden los últimos doscientos años, juntocon datos similares que proceden del análisis de losanillos de los árboles y del estudio de las burbujasde aire de los hielos en Groenlandia. Los resultadosde este análisis concluyen que el calentamiento quehemos experimentado durante el siglo XX es proba-blemente de los más importantes que se han dadoa lo largo del último milenio. Sin embargo, esa afir-mación hay que tomarla con suma precaución: se hanutilizado los mejores datos disponibles, pero éstosson irregulares en su distribución temporal y espacialy, por lo tanto, el grado de confianza que aportan ala anterior afirmación es moderadamente bajo.Otra cuestión es saber si este cambio de la tempe-ratura es debido a causas humanas o no. El mencio-nado informe del IPCC atribuye, con un alto grado deconfianza, la causa del calentamiento al crecimientodel contenido atmosférico de gases de efecto inver-nadero y, además, muestra unas simulaciones demodelos numéricos donde se consigue separar, durantelos últimos diez años, la variabilidad natural y la varia-bilidad relacionada con las actividades humanas, que,naturalmente, es mucho mayor. Los críticos a estasafirmaciones indican, no exentos de razón, que toda-vía existe un importante grado de incertidumbre enel conocimiento de la magnitud de la variabilidadnatural. Así, señalan que al doblarse el contenidodel dióxido de carbono en la atmósfera se produceun forzamiento radiativo de 4 wm-2 (del 2 % conrespecto a la radiación total que llega a la superfi-cie), cantidadminúscula comparada con el efecto quepuede tener el acoplamiento entre el calentamientoy el contenido de vapor de agua de la atmósfera yla cobertura de nubes. Por lo tanto, sostienen que porel momento es imposible relacionar de forma precisael cambio del clima observado con las emisiones antro-pogénicas, pues se carece de conocimientos exac-tos acerca de la variabilidad natural.En resumen, parece ser que los datos confirmanque se detecta un cambio del clima cuyos respon-sables probablemente son, en buena medida, elaumento de la concentración atmosférica de gasesGH como consecuencia del uso generalizado de loscombustibles fósiles y del motor de explosión, eldesarrollo de la agricultura y la ganadería intensivay los cambios en los usos del suelo. A pesar de quedurante los últimos años se ha logrado una impor-tante mejora de los modelos matemáticos que repre-sentan el clima, todavía existe cierta dosis de incer-tidumbre acerca de la contribución antrópica y lavariabilidad natural al cambio climático.

¿Cuánto y cómo va a cambiar el clima duran-te el siglo XXI?

Para proyectar hacia un futuro próximo la magni-tud del cambio climático, se requiere, por un lado,conocer con un importante grado de certidumbreel funcionamiento del medio físico, es decir, dispo-ner de unmodelo fiable, y, por otro lado, poder proyec-

tar con precisión cuáles van a ser las emisiones futu-ras de los gases causantes del efecto invernadero ycuál va a ser la evolución de los sumideros, es decir,cómo van a cambiar en el futuro los usos del suelo,las prácticas agrarias y ganaderas y la silvicultura.Mientras que en la actualidad se cuenta con mode-los bastante fiables en cuanto al conocimiento queincorporan del funcionamiento del medio físico, elsegundo aspecto, las emisiones y la evolución delos sumideros, supone unameta que presentamuchasmás imprecisiones. En efecto, hasta ahora se han rela-cionado las emisiones con variables de carácter econó-mico y demográfico actual ligadas a previsiones quepermiten vislumbrar la evolución de la economíamundial en los próximos diez, veinte o cincuenta años.Sin embargo, no se sabe cuál va a ser la estructurade producción energética, industrial y de transportede las sociedades del futuro. Esas incertidumbres son,por lo tanto, demasiado importantes comopara poderconsiderar que los resultados que se obtienen delosmodelos predicciones sobre lo que puede ocurriren el clima del futuro.Para poder comparar los diferentes modelos, el IPCCha confeccionado escenarios de emisiones futuraselaboradas a partir de previsiones del BancoMundialo de laONUsobre el crecimiento demográfico y econó-micomundial. Esos escenarios contemplan un amplioabanico de asunciones sobre el futuro económico yel desarrollo tecnológico. En ese sentido, es obvioque existe un gran número de incertidumbres sobreel crecimiento económico, los estilos de vida, el usode los diferentes sistemas de producción de ener-gía, el crecimiento de la poblacióno los futuros cambiostecnológicos. Ateniéndonos a dichos escenarios y, enespecial, a un escenario de previsiones medias escomo se han de entender las cifras que comentare-mos a continuación.Un escenario útil es el que asume el crecimiento deemisiones durante los últimos veinte años del 1 %anual y determina que hasta el año 2050 las emisio-nes de los gases de efecto invernadero quedarán esta-bilizadas a los niveles actuales. En el contexto actuales como si estuviéramos considerando una situa-ción de mínimo. En ese escenario, la temperaturaaumentaría aproximadamente 0,75 ºC en 2050.Si se tienen en cuenta los escenarios utilizados porel IPCC, se prevé que en el año 2100 la temperaturade la atmósfera habrá aumentado entre 1,4 y 5,8 ºC,calentamiento que, de darse, sería elmayor de los últi-mos 10.000 años. Todos los modelos también ponende manifiesto que la diferencia entre las temperatu-ras mínimas y las temperaturas máximas va a dismi-nuir y que, en general, las temperaturas mínimasvan a ser más altas, con lo cual van a disminuir losepisodios de frío extremo. En general, se cree tambiénque van a aumentar las precipitaciones, a pesar deque su distribución espacial y temporal va a ser dife-rente. En nuestro país, por ejemplo, parece que lasprecipitaciones van a aumentar en invierno, pero,en cambio, en verano los períodos de sequía van aser más intensos y frecuentes. Los modelos prevéntambién una disminución general de la zona cubiertapor la nieve y el hielo, así como un ascenso del niveldel mar, debido principalmente a la dilatación delagua como consecuencia del calentamiento, de entre0,09 y 0,88metros. Estos comportamientos generales

no nos deben hacer creer que todo va a cambiar deun modo uniforme ni en un mismo sentido. La varia-bilidad climática a la que hacíamos referencia no sólose manifiesta de forma temporal, sino también demodo regional. Por lo tanto, ya se tiene constancia dela coexistencia, en períodos pasados y en pocos cente-nares dequilómetros dedistancia, de tendencias opues-tas de variación natural del clima. Ese hecho semantiene también en las perturbaciones climáticas deorigen antrópico.En un corto plazo de tiempo, la agricultura y el bosquese van a beneficiar de la fertilización de dióxido decarbono y del aumento de la temperatura y la preci-pitación. Los estudios regionales son escasos y toda-vía poco concluyentes. Tampoco va a haber unatendencia unívoca para todos los tipos de cultivos yactividades. Las condiciones óptimas de ciertos culti-vos van a cambiar y a menudo van a ser necesariasadaptaciones significativas en el ámbito regional.Sin embargo, va a ser importante la relación entrela escala de tiempo del cambio climático regional ylos tiempos característicos de evolución y adaptaciónde las especies. Las consecuencias sobre las plagasy las enfermedades de las plantas de los cambiosdel clima son entendidas de forma incompleta y,por lo tanto, a escala regional y a largo plazo existetodavía una gran incertidumbre y se carecendemuchosestudios.Algunosmodelos proyectan la tendencia, en las regio-nes semiáridas, a un crecimiento de los períodos desequía. Parece probable que disminuya la cantidadde nieve en lasmontañas y que la nieve se funda antesa consecuencia del calentamiento atmosférico, lo quepuede afectar al balance hídrico y puede conllevarimportantes impactos en la disponibilidad de aguadulce. A su vez, el crecimiento de las lluvias en inviernoy el hipotético aumento de los episodios de fuertestormentas puede dar lugar a problemas en el controlde riadas y cambios en los hábitats de plantas y anima-les.Otro aspecto importante que hay que considerar esel impacto en la salud. El aumento de la tempera-tura va a influir, sin duda, sobre la frecuencia y la trans-misión de enfermedades infecciosas, sobre el efectoen la población de episodios de olas de calor y de fríoy, naturalmente, sobre la calidad del aire y del agua.Se desconocen, sin embargo, las pautas hacia dondepueden evolucionar dichos cambios. Las variacio-nes de la temperatura y de la precipitación inducena cambios en los hábitats de los organismos que actúancomovectores transmisores de enfermedades (mosqui-tos, roedores, etc.). Parece probable que, al existiruna menor frecuencia de determinados episodiosde frío, puedan sobrevivir determinados tipos demosquitos que en las condiciones actuales no sobre-viven. Algunos estudios prevén una posible incidenciadel mosquito de la malaria en el sur de la penínsulaIbérica dentro de diez años, debido precisamente aello. Lo mismo puede decirse para el impacto delas olas de frío y de calor. Es de prever una menorafección a las olas de frío, pues éstas van a ser menosfrecuentes, mientras que es probable que se produz-can más episodios de calores extremos, lo que va aocasionar problemas de salud en personas espe-cialmente sensibles.

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El aumento de episodios meteorológicos extremosparece otra consecuencia del cambio climático, dadala mayor cantidad de energía de la atmósfera. Sinembargo, ése es uno de los aspectos más contro-vertidos, pues hasta ahora no se ha podido consta-tar una determinada tendencia, desde un punto devista instrumental. No obstante, buena parte de lapoblación delmundo se concentra en las zonas coste-ras, lo que hace prever importantes impactos econó-micos si el nivel delmar esmás alto o si hay unamayorfrecuencia de episodios meteorológicos extremos.En cualquier caso, el tiempo es un factor impor-tante. Cada uno de los mencionados procesos tienesus propias dinámicas y en ningún caso se cree quehaya procesos ni cambios bruscos. La adaptaciónde los sistemas naturales a los cambios ambientalespodrá ser gradual y el éxito o el fracaso, o la vulne-rabilidad o la sensibilidad de un sistema, va a depen-der justamente del tiempo que requiera para adap-tarse a las condiciones ambientales cambiantes. Perono todos los cambios van a ser negativos. Como yaobservó Arrhenius, los cambios de las condicionesambientales van a ser favorables para ciertos proce-sos y desfavorables para otros. Por ejemplo, mientrasque los cambios del clima en la región mediterrá-nea parece que pueden afectar de forma desfavora-ble al cultivo productivo de ciertos cereales, proba-blemente van a favorecer el cultivo de la vid y delolivo, cultivos éstos que en la actualidad son de granimportancia.

¿Existe una concentración sostenible de ga-ses causantes del efecto invernadero en la at-mósfera?

Se trataría de contestar a la pregunta de si existe unaconcentración umbral de gases GH en la atmósfera,por encima de la cual se producen cambios catas-tróficos en el funcionamiento del sistema climático, ode si se conocen lo suficiente las consecuencias delcalentamiento debido al aumento de los gases deefecto invernadero, de forma que la comunidad cien-tífica sea capaz de definir una concentración acep-table basándose en análisis de riesgos y daños poten-ciales .Una forma de responder a estas cuestiones es obser-var lo que ha ocurrido en el pasado. La paleoclima-tología nos aporta datos con respecto a la variaciónde CO2 atmosférico durante épocas pasadas en lahistoria geológica de la Tierra. Hace unos cincuentamillones de años había entre tres y nueve veces másdióxido de carbono en la atmósfera y, según parece,hacíamuchomás calor que ahora. Por ejemplo, pareceque existía vida abundante en el círculo polar y quela temperatura de las aguas profundas del mar erabastante alta. También se han encontrado períodoscon variaciones bruscas enmiles de años del dióxidode carbono atmosférico relacionadas también concambios de la temperatura. De esas oscilaciones hayalgunas en las cuales los períodos cálidos exceden enmagnitud las proyeccionesmás radicales de losmode-los climáticos. Esos cambios están asociados, a veces,a extinciones o redistribuciones de especies, en ningúncaso a una desaparición total de la biosfera.La evolución del clima del futuro va a depender dela naturaleza del forzamiento climático, es decir, del

contenido en gasesGHy de la sensibilidad del sistemaclimático. Por lo tanto, determinar una concentraciónsostenible de los gases de efecto invernadero dependede la capacidad para determinar la sensibilidad delsistema climático, así como del conocimiento exactode los factores de forzamiento y de los riesgos y vulne-rabilidades. Además, tal y como ya se ha dicho, enel clima se producirán cambios con unmarcado carác-ter regional, y mientras todos los modelos proyec-tan un aumento mundial de la temperatura y de lasprecipitaciones, las distribuciones temporales y espa-ciales de las mismas varían de zona a zona del globoy de modelo a modelo. Por lo tanto, con el conoci-miento que se tiene actualmente del sistema climá-tico, es difícil, por no decir imposible, estableceruna concentración atmosférica de gases GH asumi-ble con la que los riesgos y los impactos estén rela-cionados de forma equilibrada con el esfuerzo tecno-lógico y económico para lograrla.Además, esos últimos factores tampoco son unifor-mes para todo el mundo. El problema del cambioclimático es diferente si se ve desde la perspectivade un ciudadano de la Unión Europea o de EstadosUnidos, con buena capacidad tecnológica y econó-mica para adaptarse a los cambios, o si se ve desdela perspectiva de un esquimal, que depende parasu alimentación de la extensión del hielo, o desdela de un habitante de las islas Maldivas, conjunto deunas 1.600 islas de coral, para quien la extensión desu país depende de lamagnitud del ascenso del niveldel mar.Considerando, pues, un punto de vista realista y prag-mático, la actuación frente al cambio climático conllevados tipos de acciones fundamentales: la mitigaciónde las causas y la adaptación a las nuevas condicio-nes climáticas. La mitigación consiste en la disminu-ción de las emisiones: es evidente que, en las condi-ciones actuales, existe tecnología disponible paraestabilizar el contenido atmosférico de dióxido decarbono a 450 ppm, a 600 ppm o a 1.000 ppm. Defi-nir el nivel es una cuestión de orden económico yde voluntad política y social. En cuanto a la adapta-ción, significa prepararse para las condiciones cambian-tes, bien sea desde el punto de vista de las activida-des económicas, o bien desde la adaptación deinfraestructuras, etc. Ambas estrategias, la adaptacióny la mitigación, van a ser imprescindibles para poderpaliar el fenómeno.El único acuerdo internacional de reducción de emisio-nes alcanzado hasta la fecha, el Protocolo de Kioto—todavía pendiente de ratificación—establece compro-misos fruto de acuerdos entre estados, los que integranel llamado anexoB, que justamente ponderan la capa-cidad tecnológica para reducir las emisiones y adap-tarse al coste económico que conllevan. No existenconsideraciones científicas para las propuestas dereducción, o lo que es lo mismo, las recomendacio-nes científicas estaban muy alejadas del techo delas reducciones planteadas. Los gasesGH tienen tiem-pos de residencia en la atmósfera muy dilatados, esdecir, se degradan con dificultad. Esto significa quelas acciones que se tomen van a tener efectos a largoplazo, decenas o centenares de años. Ésa es una coin-cidencia importante con otros problemas ambienta-les, como la degradación del contenido del ozonoestratosférico a la que nos referíamos al principio

de este artículo. La escala de tiempo del origen dela perturbación es muy inferior a la escala de tiempode recuperación del sistema. Por ello es importanteaplicar el principio de precaución, que consiste enactuar ahora, a pesar de que todavía no existen certe-zas completas sobre lamagnitud y el alcance del fenó-meno. Lo que se sabe, sin embargo, es que cual-quier actuación deberá mantenerse por largo tiempoy que va a surtir efecto más allá de nuestra genera-ción., lo que supone un problema añadido a la gestióndel problema.

El cambio climático: ¿oportunidad de nuevasactividades económicas?

Para que sean efectivas, las actuaciones para paliarel cambio climático deben ser económicamente viables,pero también existen nuevos sectores empresaria-les, que ahora empiezan a desarrollarse a consecuenciade las acciones de mitigación y adaptación y que seespera que sean económicamente viables. El desarro-llo de esos sectores va a ser una buena herramientapara reducir el problema del cambio climático. Ejem-plos de dichos sectores los encontramos en las empre-sas dedicadas al desarrollo de energías alternativas,como las renovables, principalmente la eólica y lasolar, las que trabajan el uso del hidrógeno comocombustible y que estudian métodos de generacióny almacenamiento, las que desarrollan las pilas decombustible o, incluso, las que llevan a cabo nuevosintentos para reavivar la generación de energía nuclear.Sin embargo, también existen incipientes sectoreseconómicos relacionados con a la reducción de emisio-nes, como las actuaciones de compra y gestión debosques. Efectivamente, los bosques y la vegeta-ción intercambian grandes cantidades de CO2 conla atmósfera. Los vegetales capturan CO2 por mediode la fotosíntesis y, al respirar, emiten oxígeno yuna parte del CO2 absorbido. En conjunto, retienencarbono en forma de materia orgánica. El almace-namiento de carbono por parte de la vegetación crecea causa de las prácticas de reforestación o como conse-cuencia de los cambios en las prácticas de la gestiónde los residuos en los cultivos. En nuestro país y enotros países desarrollados, el abandono de zonas agra-rias ha supuesto, a menudo, su transformación enzonas forestales, con la consiguiente fijación adicio-nal de carbono atmosférico. La gestión de estas y otraszonas en países terceros sujetas a ser gestionadas preci-samente por su capacidad para retener dióxido decarbono puede representar una oportunidad de nego-cio si finalmente se establece a escala internacionalun mercado de emisiones.La actividad en el mercado de emisiones, tanto desdeel punto de vista de actuar de intermediación entrelas empresas compradoras de derechos de emisionesy las compañías que pueden venderlos como desdeel punto de vista de las empresas que piensan dedi-carse a las certificaciones, es decir, a contabilizar lasemisiones que se ahorran con una determinada accióntecnológica o de inversión, parece que también seráun sector que se va a desarrollar con cierto impulsodurante los próximos años. El comercio de emisionesconsiste, en esencia, en poder intercambiar emisio-nes no hechas o emisiones reducidas por encimade las cantidades previamente establecidas o pacta-

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das. Es un intento de conseguir reducir al máximo lasemisiones de gases GH en la atmósfera con elmínimocostemundial. Así, si a una industria o a una empresa,para cumplir sus compromisos, le resultamuy costosoeconómica o tecnológicamente cambiar una deter-minada línea deproducciónpor otra conmenos emisio-nes, podría negociar su compra con otra empresa ala que le sobren derechos de emisiones. A escalamundial, la atmósfera se beneficiaría de ello, comosi la empresa hubiera llevado a cabo el trabajo, y tantola empresa compradora como la empresa vende-dora obtendrían mejoras económicas por el trato.Se ha hablado mucho de los sumideros y del comer-cio de emisiones como alternativas a la reducciónde emisiones, especialmente en el marco del Proto-colo de Kioto. Las dificultades que existen sobre suuso no consisten en conocer si realmente sirvenpara absorber o retener dióxido de carbono, sinoen conocer la capacidad y la confianza de tenersistemas de medición y de verificación de las canti-dades de dióxido de carbono absorbido o no emitido.Sólo si este punto se resuelve, se van a poder poneren funcionamiento losmecanismos—tan tímidos paraalgunos y los únicos posibles para otros—de reducciónde emisiones, y entonces se empezará a actuar sobrelos gases GH en la atmósfera.

Consideraciones finales

El intento de ofrecer una visión panorámica y brevesobre algunos de los puntos que caracterizan el análi-sis de los posibles cambios del clima no debe dejarde lado el hecho de que todavía quedan considera-bles áreas donde se plantean cuestiones importan-tes sobre las que hay que mejorar el conocimientoy fomentar su investigación. Por un lado, se debemantener y aumentar la red de observación y fomen-tar el desarrollo de estudios que reconstruyen el climadel pasado como elementos indispensables para esta-blecer su variación actual. Todavía queda por enten-der, tanto a escala mundial como a escala local, cuáles la contribución de la variabilidad natural y de lavariabilidad de origen antrópico en los cambios delclima, lo que va a suponer la posibilidad de mejorarlos modelos y las predicciones a escala local. Eneste mismo sentido, la incorporación de las nubes yun conocimiento preciso de los ciclos del carbono,del agua y del nitrógeno mejorará también la capa-cidad de predicción de la climatología. Sin embargo,va a quedar por resolver la escasa capacidad depredicción sobre la evolución socioeconómica futurade nuestras sociedades, que, al fin y al cabo, es elelemento esencial para poder predecir la evolucióndel clima del futuro. A pesar de todos estos elemen-tos, bajo ningún concepto se puede adoptar unapostura expectante: el problema existe y es precisoactuar de la forma más rápida y efectiva posible. Laventaja es que lamayor parte de actuaciones que inter-

vienen paliando el problema de las emisiones de gasesGH en la atmósfera son acciones que, en términosabsolutos, gestionan mejor los recursos. En efecto,mejorar la eficiencia, utilizar energías renovables,gestionar de unmodo adecuado las prácticas agrariasy ganaderas, etc., son ejemplos de actuaciones quereducen las emisiones, pero en términos absolutos,en el supuesto de que el problema del cambio climá-tico no existiera, sería positivo llevarlas a cabo.•Referencias

1 Maria Àngels Anglada. Relats demitologia. Els déus.Destino, Barcelona (1996).

2 A. Berger. «Milankovith theory and climate». Reviewsof Geophysics, 26, 624-657, 1988.

3 S. Chubachi. «Preliminary result of ozone obser-vation at Syowa Station from february 1982 to January1983». Mem. Natl. Inst.Polar Res., 34, 13-19 (1984).

4 J.C. Farman, B.G. Gardiner y J.D. Shanklin. «Largelosses of total ozone in Antarctica reveal seasonalCLOx/NOx interaction».Nature, 315, 207-210 (1985).

5 J.E. Llebot. El canvi climàtic. Rubes, 1998.6 J.E. Llebot. «Svante Arrhenius: els albors del canviclimàtic». Medi ambient. Tecnologia i cultura: onzereferències del pensament ambiental. Barcelona,2001.

7 S. Arrhenius. «On the influence of carbonic acidin the air upon the temperature of the ground».Philo-sophical Magazine, 41 237-76, 1896.

8 José P. Peixoto y A.H.Oort. «Physics of climate», AIP,1989.

9 En el caso de los CFC esa afirmación no tiene sentido,ya que la primera síntesis de un gas de este tipo datade 1928 y la mayoría han sido desarrollados y utili-zados durante la segunda mitad del siglo XX.

10 IPCC, Climatic Change 2001, The Scientific Basis,Cambridge University Press

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Síntomas biológicos del cambioclimáticoJosep PeñuelasUnidad de Ecofisiología CSIC-CREAF, CREAF(Center for Ecological Research and ForestryApplications) Universidad Autónoma deBarcelona

Las pruebas científicas de las alteracionesen los ciclos vitales de los seres vivos se hanconvertido en un claro síntoma de que elcambio climático afecta a la vida. El autordescribe los cambios fenológicos a escalamundial, el modo en el que se ven alteradaslas comunidades y la actividad de losecosistemas y la biosfera. Asimismo, realizauna especial descripción de lascircunstancias de Cataluña.

Nos calentamos...

En las últimas décadas el planeta Tierra se ha ido calen-tando. Ahora ya lo sabe casi todo el mundo. Lo hahecho en un promedio de 0,6-0,7 ºC, pero enmuchoslugares de nuestro país el aumento ha superado concreces 1 ºC (1-5). Es, quizás, el síntoma más clarode que el planeta acentúa su actividad biogeoquímica.Y todos sabemos, también, cuál es la razón más queprobable. Una de las especies que lo pueblan, lahumana, y el uso que esta especie hace de los recur-sos y de la energía en sus actividades exosomáticas,comoel transporte o la industria, han seguido creciendoexponencialmente. En consecuencia, se han produ-cido y siguen produciéndose una serie de cambios decarácter mundial entre los que destaca, por sus efec-tos sobre los organismos y los ecosistemas, el mencio-nado calentamiento 1.A consecuencia de la absorción de la radiación infra-rroja por los gases invernadero, como el CO2 o elmetano, y de su continuado incremento, casi todoslos modelos prevén que ese calentamiento se acen-túe en las próximas décadas. Centenares de clima-tólogos, ecólogos, economistas, geógrafos, químicos,abogados y otros profesionales redactamos el añopasado el tercer informe del Panel Intergubernamentalsobre el Cambio Climático (IPCC 2001) 2, auspiciadopor la ONU, cuyas conclusionesmerecen cierta aten-ción. Las evidencias del calentamiento de la Tierray de otros cambios en el sistema climático son hoypor hoy todavía más claras y contundentes que lasrecogidas en el segundo informe (IPCC 1995). Las dosúltimas décadas han sido las más cálidas del últimomilenio. La superficie helada del Ártico ha disminuidoun 15 % en cincuenta años, el nivel del mar ha ascen-didounos 15 cm durante el siglo que acabamos dedejar atrás, ha cambiado el régimen de precipitacio-nes en algunas regiones, y ha aumentado la frecuen-cia y la intensidad de ciertos fenómenos como «ElNiño». Todos esos cambios parece que se van a acen-tuar en las próximas décadas, pues la atmósfera siguecambiando debido a nuestra actividad, una activi-dad que, tal y como hemos señalado, crece expo-nencialmente y sigue basándose en la combustión demateriales fósiles. Se prevé un aumento de 1 a 5 °Cdurante este siglo, dependiendo de la evolución delas emisiones de los gases invernadero.

...y en Cataluña, además, nos secamos.

Ennuestro país, la temperaturamedia demuchos luga-res ha aumentadomás de 1 ºC en los últimos cincuentaaños, y parece que el «buen tiempo» llega antes. Lastemperaturas que hace cincuenta años se registra-

ban a principios de abril, se dan ahora a principios demarzo 3. En ciertos lugares, como el Pirineo central,los aumentos de temperatura media de meses comooctubre en los últimos veinte años son realmente extra-ordinarios, casi increíbles, de hasta 4 ºC. A pesar deque la precipitación no ha disminuido en las últi-mas décadas 3.4, el aumento de la temperatura causaunamayor evapotranspiración, demodo quemuchaslocalidades y regionesmediterráneas son actualmentemás cálidas y secas que en décadas anteriores. Enel observatorio de Roquetes, durante el siglo XX, laevapotranspiración potencial ha aumentado 13 mmy la humedad relativa ha disminuido un 0,85 % pordécada 4. Y a pesar de que las predicciones climáti-cas, especialmente las relativas a la precipitación, resul-tan extremadamente complejas a escala local y regio-nal, los 1-3 °C de incremento en las temperaturasprevistas pormuchosmodelos de circulaciónmundialen la regiónmediterránea paramediados del siglo XXI

harán aumentar todavía más la evapotranspiración.

Los ciclos vitales están cambiando...

Más cosas que todo el mundo ya sabe. Nuestra acti-vidad y la actividad de todos los organismos vivosse encuentra sumamente influida por la temperatura.Sólo podemos esperar que esta actividad sufra alte-raciones. No es de extrañar, pues, que el calentamientose haya traducido ya en cambios significativos enlos ciclos vitales de plantas y animales5. Recorde-mos que el paso por las distintas fases depende, entreotros factores, de la temperatura acumulada, de lo quelos biólogos llaman grados-día, es decir, del total deenergía requerida por un organismopara desarrollarsey pasar de una fase a otra de su ciclo vital. Las prue-bas de las alteraciones en los ciclos vitales son fácil-mente observables por todo aquel que siga la natu-raleza y tenga unos años, y de hecho ya se han descritoen varias regiones de todo elmundo, desde los ecosis-temas fríos y húmedos hasta los cálidos y secos, obser-vando los registros fenológicos disponibles. Dichoscambios fenológicos (la fenología es la ciencia queestudia los ciclos vitales de los organismos) se hanconvertido en el síntoma más claro de que el cambioclimático ya afecta a la vida.Nuestro país es uno de los lugares donde los cambiosobservados son más importantes3. Pero observacio-nes como las aquí descritas también las encontramos,y con resultados comparables en el resto del mundo,a pesar de que predominan en los países ricos, puescuentan con un mayor número de investigadores ymás tradición científica5. En Cataluña, las hojas de losárboles brotan actualmente unamedia de unos veintedías antes. Por ejemplo, el manzano, el olmo o lahiguera parecen sacar las hojas con un mes de ante-lación, y el almendro y el chopo, unos quince díasantes, aunque existen otros, como el castaño, queparecen inmutables ante el cambio de temperatura(seguramente dependen más de otros factores comoel fotoperíodo o la disponibilidad hídrica). Por otrolado, las plantas también están floreciendo y fructi-ficando, comomedia, diez días antes que treinta añosatrás. Y los ciclos vitales de los animales también estánalterados. Por ejemplo, la aparición de insectos, quepasan por los diferentes estadios larvarios más rápi-damente en respuesta al calentamiento, se ha avan-

zadoonce días. Los amantes de lasmariposas lo habránnotado. Aparecen antes y son más activas. Toda esaactividad prematura de plantas y animales puedeponerlos en peligro por las heladas tardías. Perotambién la frecuencia de esas heladas ha cambiado;ha disminuido en este ambiente cada vezmás cálido.Por ejemplo, en Cardedeu tenían del orden de sesentaheladas anuales hace cincuenta años y actualmentehan pasado a tener del orden de veinte, y por lo tantotambién ha disminuido el riesgo de daños en las hojasy flores jóvenes. También en el mar se han observadoincrementos en la duración y la abundancia de fito-plancton en zonas donde ha habido un progresivocalentamiento del agua entre 1948 y 19955.

…y se producen alteraciones en las comuni-dades...

Todos estos cambios no son simples indicadoresdel cambio climático. Tienen una importancia ecoló-gica crítica, ya que afectan a la habilidad competi-tiva de las distintas especies, a su conservación y, porlo tanto, a la estructura y el funcionamiento de losecosistemas.Como la naturaleza no es homogénea, las respues-tas al calentamiento son diferentes en función de laespecie (e incluso de los individuos). Por ejemplo,el aliso y la ginesta florecen con más de un mes deantelación, las amapolas lo hacen quince días antes,las encinas una semana, el olivo no se inmuta y el pinopiñonero incluso tarda unos días más. Estas respues-tas tan heterogéneas al cambio climáticopuedenprodu-cir importantes desincronizaciones en las interaccio-nes entre las especies, por ejemplo entre las plantasy sus polinizadores, o entre las plantas y sus herbí-voros, y alterar así la estructura de las comunida-des.Un ejemplo paradigmático de las desincronizacionesentre niveles tróficos lo encontramos en lo que lesocurre a las aves migratorias. El cambio climáticoparece que también ha alterado sus hábitos. Debidoal avance en la floración y fructificación de las plan-tas y en la aparición de los insectos, y, por lo tanto,el avance en la disponibilidad de comer para las aves,se esperaría una llegada más tempranera de las avesmigratorias. Y, a pesar de todo, la llegada de ciertasaves tan comunes y populares como el ruiseñor, lagolondrina, el cuclillo o la codorniz parece que se estáretrasando una media de dos semanas con respectoa treinta años atrás. El retraso seguramente viene deter-minado por el cambio climático que afecta al lugardesde donde parten, las regiones subsaharianas, oa las regiones que cruzan en su ruta migratoria. Así,la sequía y la deforestación del Sahel, y la consiguientefalta de alimento, pueden dificultar la preparación desu viaje y favorecer esa llegadamás tardía. Todos estoscambios pueden representar una amenaza para cier-tas avesmigratorias que llegan en unmomento inapro-piado para explotar el hábitat, ya que deben compe-tir con las especies que se han quedado durante elinvierno y se encuentran en mejor estado competi-tivo. De hecho, el declive en el número de dichas avesmigratorias que llegan a Europa en los últimos añospuede ser consecuencia de ello. Por otro lado, exis-ten especies antiguamente migratorias que aprove-chan que nuestro invierno es cada vez más suave y

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ya no se van de la Península. Es el caso de la abubi-lla o de las cigüeñas.

… y en la actividad de los ecosistemas y labiosfera.

Cuando observamos los cambios fenológicos a escalamundial5 descubrimos alteraciones tan importantescomo el aumento del 20 % de la actividad biológicade nuestro planeta en los últimos treinta años, debidoen buena medida a la prolongación del períodoproductivo. Lo apreciamos tanto en las imágenesde los satélites de observación de la Tierra como enlos datos de concentración atmosférica de CO2. Paraefectuar un seguimiento de lasmasas vegetales desdeel espacio se utiliza un índice de vegetación norma-lizado, el NDVI, acrónimo anglosajón de uso gene-

ralizado también en nuestro país y ya casi plenamenteincorporado a nuestra lengua. Dicho índice se basaen el cociente entre la radiación infrarroja y la roja quela superficie terrestre refleja hacia el espacio. Cuantomayor es ese cociente, mayor es la biomasa verde.Pues bien, ese NDVI corrobora los datos fenológi-cos de los observadores terrestres ymuestra como enlos últimos veinte años la estación de crecimientode los vegetales se ha alargado dieciocho días en Eura-sia y eso se ha traducido en un aumento de la biomasaverde, como mínimo a latitudes superiores a los 40º.El incremento de la productividad vegetal de lasúltimas décadas, que habíamos atribuido al efectofertilizador del CO2 y de las deposiciones de nitró-geno puede ser debido también en parte al aumentode la temperatura y a la prolongación de la estaciónde crecimiento (actividad vegetativa).

Todo ello también viene corroborado por los datosde concentración atmosférica de CO2, que nosmues-tran un aumento de la oscilación estacional de CO2

en las últimas décadas, debido a la mayor disminu-ciónprimaveral de la concentración deCO2. Esa prolon-gación de la estación de crecimiento desempeña unpapel muy importante en la fijación mundial delcarbono, en la cantidad de CO2 de la atmósfera, yen los ciclos del agua y de los nutrientes y, por lo tanto,tiene consecuencias muy importantes en el funcio-namiento de los ecosistemas, y en el balance de C, enla actualidad tan importante a la luz de los protoco-los de Kioto.

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Otros cambios en nuestros ecosistemas

Los ecosistemas mediterráneos presentan una granvariabilidad climática, una importante complejidadtopográfica, unosmarcados gradientes en los usos delsuelo y en la disponibilidad de agua, y una gran biodi-versidad. Con toda probabilidad, por todo ello sonespecialmente sensibles a los cambios atmosféricosy climáticos, y también a los demográficos, econó-micos y de los usos del suelo.El cambio climático aumenta el estrés hídrico de lavegetación, que a menudo vive al límite de sus posi-bilidades, como en el caso de algunos encinares ypinares, que presentan tasas de evapotranspiracióniguales a las de precipitación. Aparte de acentuar laescasa disponibilidad de agua, el calentamiento acen-túa otros rasgos característicos de nuestros ecosiste-mas como los incendios forestales o la emisión decompuestos orgánicos volátiles.

Sequía, incendios, emisión de compuestosorgánicos volátiles y nitratos en el agua

De los efectos de períodos cálidos y secos tenemosun ejemplo reciente en el caluroso y seco 1994. Eseepisodio afectó profundamente a la vegetaciónmedi-terránea. Las encinas, por ejemplo, se secaron enmuchas localidades y lo hicieron en mayor o menorgradodependiendodel tipo y la profundidad del suelo,así como de la orientación de las pendientes (6). Estu-dios isotópicos con C13 y N15 mostraron que, durantelos años posteriores, esos encinares quedaron afec-tados, se redujo el agua de la que podían disponery se favoreció la pérdida de nutrientes del suelo,una consecuencia secundaria grave teniendo en cuentaque estos ecosistemas suelen ser limitados por causade los nutrientes.Unas condicionesmás cálidas ymás áridas, junto conotros fenómenos relacionados con el cambio global,como el incremento de la biomasa y de la inflama-bilidad asociado al aumento del CO2, y los cambiosen los usos del suelo, como el abandono de tierras decultivo seguido de un proceso de forestación y acumu-lación de combustible, aumentan la frecuencia y laintensidad de los incendios forestales. Los incen-dios, cuya frecuencia se ha intensificado a lo largo delsiglo XX4, constituyen ya una de las perturbacionesmás importantes en los ecosistemas mediterráneos 7.A pesar de la complejidad de la relación vegetación-fuego, los efectos sobre la vegetación son bastanteprevisibles. Por ejemplo, si aumenta el número deincendios, aumentará la expansión de las especiesheliófilas, intolerantes a la sombra y que requierenespacios abiertos. Sin embargo, disminuirá la presen-cia de las ombrófilas, y los fuegos acabarán pormante-ner comunidades en fases sucesionales tempranas 7.El aumento de temperatura también incrementa expo-nencialmente la emisión de compuestos orgánicosvolátiles, que afectan de forma importante a la químicaatmosférica y al clima a través de la formación deozono y aerosoles o la oxidación del metano8. Lasemisiones proceden de la difusión de los COV enun gradiente de presión de vapor desde los tejidoscon alta concentración en el aire circundante, dondelas concentraciones son bajas a consecuencia de laextrema reactividad de los COV. Por lo tanto, las emisio-

nes son controladas por los factores que alteran laconcentración tisular, la presión de vapor o la resis-tencia a la difusión hacia la atmósfera. La temperaturaincrementa de forma exponencial la emisión de estosCOV al activar su síntesis enzimática y su presiónde vapor y al disminuir la resistencia a la emisión. Porotro lado, la sequía reduce las emisiones a conse-cuencia de la falta de carbohidratos y ATP, y de ladisminución de la permeabilidad de la cutícula enel intercambio gaseoso. Por lo tanto, habrá que vercuál es el desenlace final de ese antagonismo entrecalentamiento y sequía en una cuestión tan impor-tante desde el punto de vista ambiental como es laemisión biogénica de COV.Recordemos que los procesos biogeoquímicos depen-den de la temperatura y que, entre ellos, podemoscitar uno que es ahora preocupante enmuchas comar-cas catalanas: la progresiva eutrofización, enrique-cimiento en nutrientes, sobre todo nitratos, de lasaguas de los pozos. Va unida en muchos casos alexceso de purín, pero el aumento de temperatura olas sequías no son del todo ajenos a ese fenómeno.El calentamiento aumenta lamineralización, y la sequíaimpide el consumode nutrientes por parte de las plan-tas y facilita las pérdidas del sistema cuando llegan laslluvias. Otro ejemplo de alteración biogeoquímicalo encontramos en la estimulación de la descompo-sición por el calentamiento. La falta de agua, por elcontrario, la hace más lenta. Será preciso estudiar elbalance de la interacción de esos dos factores sobreel ciclo de lamateria y el funcionamiento de nuestrosecosistemas mediterráneos.

Cambios de estructura, migraciones, deser-tización

Todos estos cambios funcionales pueden acabar afec-tando a la estructura de los ecosistemas. Así, a largoplazo, y si se repiten a menudo fuertes sequías comola de 1994, pueden producir cambios importantesen la composición y la estructura del bosque medi-terráneo. Los falsos aladiernos, por ejemplo, podríanllegar a desplazar a las encinas en un clima más secoy cálido, pues son más eficientes en el consumo deagua, en la eliminación del exceso de radiación yen la conductividad hidráulica cuando la disponibi-lidad hídrica es baja9.La fuerte sequía de 1994 dañó gravemente numero-sos bosques y matorrales de la península Ibérica(un 80 % de las 190 localidades peninsulares estu-diadas presentaban especies dañadas). El grado deafectación fue diferente según el tipo funcional y lahistoria evolutiva de las distintas especies10. Los géne-rosmediterráneos, Lavandula, Erica,Genista, Cistusy Rosmarinus, en su mayoría arbustivos y evolucio-nados en unas condiciones climáticas mediterráneas,es decir, con posterioridad a los 3,2 millones de añosdel plioceno, quedaron aparentemente más afecta-dos por la sequía que los géneros evolucionadoscon anterioridad, esto es, Pistacia, Olea, Juniperus,Pinus y Quercus, mayoritariamente árboles. Aunasí, los génerosmediterráneos se recuperaronmuchomejor después de unos años demayor disponibilidadhídrica. Un género alóctono como el Eucalyptus seviomuy dañado por la sequía y no se recuperó en losaños sucesivos. Los géneros mediterráneos del post-

plioceno parecen mejor adaptados para respondera un ambiente no fácilmente predecible, con una granvariabilidad estacional e interanual y sujeto a pertur-baciones frecuentes. Entender estas respuestas esimportante para prever la futura composición de lascomunidades, de seguir el cambio climático.¿Hasta qué punto tienen las plantas y los animalesmediterráneos capacidad para adaptarse o aclimatarserápidamente a estos cambios del clima? Desde unpunto de vista evolutivo, las especies tienden a serbastante conservadoras y a responder a las pertur-baciones más con la migración que con la evolu-ción. En las montañas, las especies pueden respon-der al cambio climático migrando verticalmente endistancias cortas (por ejemplo, son suficientes 500metros para contrarrestar un aumento de 3 °C).El planeta y nuestras regiones ya han visto numero-sos movimientos de formaciones vegetales, de distri-bución de los biomas en respuesta a cambios climá-ticos pretéritos. Pero aún no existenmuchas pruebasde la respuesta al calentamiento actual. Cabe recor-dar que estos procesos requieren tiempo. De todosmodos, hemos comparado, recientemente y junto conMartí Boada11, la distribución de la vegetación actualdel Montseny con la de 1945 y hemos podido apre-ciar una progresiva substitución de los ecosistemastemplados (los hayedos) por losmediterráneos (enci-nares). Además, los hayedos se han desplazado enaltura unos 70 metros hasta llegar a las máximas alti-tudes (1.600-1.700 metros). También las landas debrecina están siendo reemplazadas por las encinasa altitudesmedias, de forma que la encina se encuen-tra ya en alturas tan inesperadas como los 1.400metros.Las condiciones progresivamentemás cálidas y áridas,pero también los cambios de usos del suelo, princi-palmente el abandono de la gestión tradicional, comola práctica desaparición de los incendios asociadosa la ganadería (actualmente están prohibidos en elparque del Montseny), se encuentran en la base dedichos cambios, en un ejemplo paradigmático de cómointeractúan los diferentes componentes del cambioglobal.Los estudios paleoecológicos apuntan a que muchasespecies vegetales puedenmigrar con suficiente rapi-dez como para adaptarse al cambio climático, perosólo si existen ecosistemas contiguos no perturbados,lo que nos recuerda la importancia de la fragmenta-ción de los ecosistemas naturales como otro factor delcambio global. Y la fragmentación es elevada enmuchas zonas de nuestro país. Basta con observaruna foto aérea de las comarcas de la provinciaBar-celona. En cuanto a las montañas, la migración haciamayores altitudes conlleva una reducción concomi-tante en el área total de cada hábitat, con lo cual lasespecies con unmayor requerimiento de área puedenextinguirse.Estos efectos del calentamiento no deben extrañar-nos, pues todos sabemos que los regímenes climá-ticos determinan la distribución de las especies y delos biomas a través de los dinteles específicos de cadaespecie en cuanto a la temperatura y la disponibili-dad de agua. Y estas circunstancias no sólo afectana las plantas: los animales no son menos sensibles aellas. Al contrario, dada sumovilidad, respondenmásrápidamente. Se han documentado bastantes despla-zamientos de especies animales relacionados con el

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clima. Durante el siglo pasado, se han descrito despla-zamientos de 35 a 240 km hacia el polo en 34 espe-cies demariposas europeas, incluyendo algunas «cata-lanas» 12.Cuando existe todavíamás déficit hídrico, en las zonassemiáridas de algunos lugares del país y sobre todoen las zonas del sureste de la Península, la vegetacióntodavía se recupera con más lentitud después desequías múltiples y prolongadas y/o de incendios.Esto es así porque lleva largo tiempo formar nuevabiomasa y porque a menudo tiene lugar una degra-dación del suelo, especialmente si se produce sobre-explotación durante los períodos secos o recurrenciade los incendios. De este modo se facilita la erosióny, en casos extremos, se puede llegar a la desertiza-ción, un problema presente ya en zonas donde lossuelos de los ecosistemas degradados son incapa-ces de retener el agua aportada por las tormentasocasionales y extremas de otoño, las cuales provocanavenidas y aumentar la erosión.En cualquier caso, las predicciones sobre la situaciónde los ecosistemas mediterráneos en las próximasdécadas requieren un mejor conocimiento de susrespuestas a los cambios climáticos y de las predic-ciones regionalizadas del clima y los usos del suelo.Aún nos hallamos lejos de contar con todo ello debidoa la variabilidad e imprevisibilidad inherentes al sistemaclimático en el plano regional. Será preciso tambiénrecordar que es muy probable que los cambios ylas respuestas no sean simplemente lineales. Tampocohay que olvidar que la región mediterránea vive,además del cambio climático y atmosférico, tal y comose ha señalado, el abandono de tierras de cultivo yla fragmentación de los ecosistemas como dos gran-des cambios en los usos del suelo. Con todo ello, pode-mos prever que, de continuar las cosas como hastaahora, en las próximas décadas será fácil que exis-tanmás ecosistemas en fases sucesionales tempranasy de menor complejidad ecológica.

Y, por supuesto, el calentamiento tambiénafecta a los humanos, una especie muy parti-cular... pero una especie más.

Finalmente, nos podemos preguntar si nosotros, loshumanos, también notamos el cambio climático. Elcambio climático nos afecta en lamedida en que afectaa los ecosistemas y al entorno en el que vivimos, comouna especiemás, distinta del resto, pero unamás. Nosafecta de forma distinta, tal y como hemos visto queles ocurre a las diferentes especies de plantas y anima-les, dependiendo de nuestra exposición, sensibilidady capacidad de adaptación. Por lo tanto, el efecto varíacon nuestra localización geográfica y nuestras condi-ciones sociales, económicas y ambientales. Comosiempre, los más perjudicados son los países máspobres. Por un lado, porque sus economías depen-den sobre todo de actividades como la agricultura,que son muy sensibles al cambio climático. Por otrolado, porque tienen poca capacidad para adaptarse acambios como el aumento del nivel delmar o la sequíay, además, no poseen recursos sanitarios adecua-dos para poder reducir el riesgo creciente de enfer-medades relacionadas con el cambio climático, comola malaria.

Dentro de la rica Europa, las zonas mediterráneas olas regiones árticas parecen las más vulnerables. Losciudadanosmás afectados son los que desarrollan lasactividadesmás sensibles al clima (agricultores, traba-jadores forestales, hoteleros o pescadores, por ejem-plo), y los que viven en deltas, áreas costeras o peque-ñas islas con mayor riesgo de inundaciones y dedesplazamientos por subida del nivel del mar y porinundaciones. Aquí, en nuestro país, disminuye lahumedad del suelo y el suministro de agua, con losconsiguientes problemas para la agricultura, el riesgode incendios o el turismo. Las altas temperaturas y lasolas de calor pueden afectar a los tradicionales desti-nos turísticos de verano, y las condicionesmenos segu-ras de nieve en las estaciones de esquí pueden perju-dicar a nuestro turismo de invierno. A modo deejemplo, los agricultores ven y van a ver como el calen-tamiento afecta a la idoneidad de los cultivos quecrecen en sus tierras, el potencial de cosecha, la dura-ción de la estación de crecimiento, el riesgo de helada,la epidemiología de las plagas, la distribución y lacantidad de los tratamientos con pesticidas, la calidadde los productos, etc.Los aspectos sanitarios noquedan almargendel cambioclimático. Por ejemplo, al avanzarse la aparición delpolen y aumentar su producción, se acentúan las aler-gias. Parece que también se incrementa el número depersonas expuestas a la transmisión de enfermeda-des cuyos vectores son sensibles al calentamiento.Entre dichas enfermedades destacan la malaria y eldengue, sin olvidar la encefalitis transmitida pormosquitos, la leishmaniosis o el cólera. Tambiénhay que tener en cuenta que las olas de calor queprobablemente vamos a sufrir tendrán su mayorimpacto en la población urbana, sobre todo en laspersonas mayores o enfermas. Por el contrario, unosinviernosmás cortos ymás suaves sefuramente dismi-nuiran la mortalidad invernal.Los ejemplosmencionados nos recuerdan que esmuyprobable que el cambio climático afecte al bienes-tar de los ciudadanos, a la distribución de la riquezay a las oportunidades de desarrollo. Y como estascuestiones preocupan, o comomínimo deberían preo-cupar a la sociedad, es preciso emprender políticasy prácticas ciudadanas que ayuden amermar el progre-sivo calentamiento y sus consecuencias. Con todaseguridad estas iniciativas van a quedar recogidasen otros artículos del presente volumen.

Estudios en el tiempo y el espacio

Para conocer mejor en qué grado se ven alteradosel funcionamiento y la estructura de los ecosistemasmediterráneos, son necesarios nuevos estudios cuyascondiciones experimentales se acerquen en lo posi-ble a las naturales, y hay que aprovechar los avan-ces tecnológicos para poder aplicarlos en las distin-tas escalas temporales y espaciales que nos puedandar una idea del alcance de la modificación de losprocesos.Los estudios paleoecológicos de testimonios sedi-mentarios nos muestran los cambios ecosistémicosasociados a los cambios climáticos de épocas pasa-das como el holoceno reciente. Destacan las transi-ciones desde períodos húmedos a secos, con cambiosextremos de vegetación y procesos erosivos como

el que tuvo lugar después del óptimo climático dehace 5.000-6.000 años, especialmente evidente enzonas áridas y cálidas como las del sur de la Penín-sula Ibérica o, más cerca de nosotros, en Menorca yMallorca13.Los estudios de épocas más recientes, los últimossiglos, llevados a cabo con materiales de herbariorecolectados en los territorios de habla catalana hanmostrado cambios en la fisiología de la vegetaciónproducidos en los tres últimos siglos en paralelo a loscambios atmosféricos y climáticos. Se ha comprobado,por ejemplo, que en este período la densidad esto-mática ha disminuido un 21 % y la discriminacióndel C13 un 5,2 % en el conjunto de catorce especiesestudiadas, lo que indica una posible adaptación a lascondiciones más cálidas y áridas de la actualidadmediante una mayor eficiencia en el uso del agua.Aparte de experimentar en condiciones lo más natu-rales posible y de utilizar herramientas paleoecoló-gicas e históricas, los estudios del cambio global y susefectos requieren ir ascendiendo sucesivamente en laescala espacial desde la hoja hasta el ecosistema, laregión y el globo entero. Para estudiar qué ocurre aescala regional y planetaria se utilizan técnicas de tele-detección. Estas técnicas se basan en el hecho de quela luz reflejada, después de incidir en un material,presenta diferentes características dependiendo tantodel tipo de material como de su estado14. Los espec-trorradiómetros instalados en aviones o en satélitespueden medir la biomasa verde por la proporciónde radiación reflejada en el infrarrojo y en el rojo.De esta forma, se estudia la evolución de las masasvegetales año tras año. Sin embargo, la estricta esti-mación de la biomasa, a pesar de su gran interés,no satisface completamente las necesidades de losecólogos. Interesa medir, no sólo la biomasa, sinotambién el funcionamiento de la vegetación y, si esposible, el de los ecosistemas. En la actualidad conta-mos con espectrorradiómetros más sensibles, capa-ces de medir nanómetro a nanómetro y aportar asíinformación sobre el contenido hídrico y la fisiolo-gía de la vegetación14. Todo ello reviste un especialinterés, por ejemplo, para el estudio de los ecosiste-mas mediterráneos, con la biomasa foliar verde todoel año. Las nuevas herramientas nos permiten apre-ciar la práctica inactividad del encinar o de los pina-res en verano o su máxima actividad en primavera,cuando hay agua disponible. Así pues, es impor-tante no desaprovechar las nuevas posibilidades tecno-lógicas abiertas en el campo de la teledetección paraestudiar la estructura y el funcionamiento de los ecosis-temasmediterráneos y los cambios que se vayanprodu-ciendo en respuesta a los cambios climáticos, y tambiénen respuesta a otros componentes del cambio globalcomo los cambios en los usos del suelo.

Instalados en el cambio

Nuestro planeta, como todos los demás, está insta-lado en el cambio. Un cambio que enmuchas ocasio-nes durante la historia de la Tierra ha sido especta-cular, muchomás que el que ahora conocemos como«cambio global». De todas formas, la mayoría de estosgrandes cambios se han producido a escala geoló-gica, muchas veces demillones de años, mientras queel actual es distinto, porque es un cambio acelerado

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que se está produciendo en pocas décadas1. Y esimportante recordar que todos los cambios descri-tos en las últimas décadas han tenido lugar con uncalentamiento que es tan sólo un tercio o menos delo previsto para el próximo siglo. Los modelos climá-ticos no son perfectos, pero la casi unanimidad detodos ellos y el camino que están siguiendo las tempe-raturas hasta ahora hacen temer que puedan ser acer-tados. Es cierto que deberemos esperar a ver qué nostraen los próximos años, e incluso podría llegar aocurrir que los modelos fallasen de algún modo (lamáquina climática y la vida son inmensamente comple-jas, no lineales), pero cuando menos sería poco inte-ligente esperar sin actuar, a ver si el calor, la sequíay las lluvias torrenciales desertizan nuestras tierraso el mar se traga el delta del Ebro•

Referencias

1 J. Peñuelas. El aire de la vida (una introduccióna la ecología atmosférica). 260 p. Ariel, Barcelona(1993).

2 IPCC. The Scientific Basis. Third Assessment Reportof Working Group I. En: J.T. Houghton, D. Yihuietal. [eds], CambridgeUniv. Press, Cambridge (2001).

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4 J. Piñol, J. Terradas y F. Lloret. «Climate warming,wildfire hazard, and wildfire ocurrence in coastaleastern Spain».ClimaticChange, 38:345-357 (1998).

5 J. Peñuelas y I. Filella. «Phenology: Responses toa warming world». Science, 294: 93-795 (2001).

6 J. Peñuelas, I. Filella, F. Lloret, J. Piñol y D. Siscart.«Effects of a severe drought on water and nitro-gen use by Quercus ilex and Phillyrea latifolia».Biologia Plantarum, 43:47-53 (2000).

7 J. Terradas. Ecologiadel foc. Proa, Barcelona (1996).8 J. Peñuelas y J. Llusià. «The complexity of factorsdriving volatile organic compound emissions byplants». Biologia Plantarum, 44:481-487 (2001).

9 J. Peñuelas, I. Filella, J. Llusià, D. Siscart, J. Piñol.«Comparative field study of spring and summer leafgas exchange and photobiology of the mediterra-nean treesQuercus ilex and Phillyrea latifolia». Jour-nal of Experimental Botany, 49:229-238 (1998).

10 J. Peñuelas, F. Lloret y R.Montoya R. «Drought effectsonmediterranean vegetation and taxa evolutionaryhistory». Forest Science, 47:214-8 (2001).

11 J. Peñuelas y M. Boada. 2002. «Biome shift in theMontsenymountains in response to climate change».Global Change Biology (2002), submitted.

12 C. Parmesan, N. Ryrholm, C. Stefanescu, J.K. Hill,C.D. Thomas, H. Descimon, B. Huntley, L. Kaila,J. Kullberg, T. Tammaru,W.J. Tennent, J.A. ThomasyM.Warren. «Poleward shifts in geographical rangesof butterfly species associated with regionalwarming». Nature, 399:579-583 (1999).

13 J. Peñuelas. «Cambios atmosféricos y climáticos ysus consecuencias sobre el funcionamiento y laestructura de los ecosistemas terrestres mediterrá-neos». Ecosistemas mediterráneos. Análisis funcio-nal, AEET, CSIC Press.,Granada, p. 423-455 (2001).

14 J. Peñuelas y I. Filella. «Visible and near-infraredreflectance techniques for diagnosing plant physio-logical status». Trends in Plant Science, 3:151-156(1998).

El pasado es una de las clavesdel futuroAntoni Rosell i MeléInstituto de Ciencias y Tecnologías Ambientales,Universidad Autónoma de BarcelonaInstitución Catalana de Investigación y EstudiosAvanzados

Desde la perspectiva de la paleoclimatología—estudio del clima de períodos geológicos ehistóricos anteriores a la invención de losaparatos de medición meteorológicos— elautor describe los principales aspectos de laevolución del clima que ha tenido lugardurante los últimos 500.000 años. Nosmuestra cómo ha ido cambiando el clima sinla intervención humana y aporta también unenfoque histórico a los cambios recientesque sí están relacionados con la actividadhumana.

¿Quién no se ha hecho, ha leído u oído a alguien plan-tear preguntas como éstas?:«¿ Son normales estoscambios de tiempo: los fuertes vientos de levante,granizadas, sequías...? ¿Realmente está cambiandoel clima de tal modo que ya no volveremos a ver eltiempo de nuestra infancia: aquellas nevadas copio-sas o los veranos balsámicos...? A partir de ahora,agarrémonos fuerte; no se sabe lo que puede pasar.Y si es así, ¿por qué cambia el clima y quién tiene laculpa? ¿Es el incremento de los gases de efecto inver-nadero? Y los americanos con la gasolina tan baratay unos coches tan grandes... ¡eso sí que es derro-char! O el vecino que va cada día a trabajar en cochey contamina más que yo... ¡qué cara! ¿Quién pondrásolución a todo eso? Los políticos nunca hacen nada,y los científicos no hacen más que pedir dinero parano entender nada... y Kioto... ¡menudo show! Los quevan a este tipo de cosas sólo dan vueltas por elmundohaciendo reuniones y, en el fondo, ¡nadie hace nada!Eso del clima es muy complicado.» Parece que todoel mundo está de acuerdo con esta última afirmación.Todas estas preguntas tienen difícil respuesta. La razónes que sabemosmuy poco acerca de por qué cambiael clima. Aunque lo que ocurre fundamentalmente esque no entendemos por qué tenemos el clima quetenemos hoy en día en cualquier parte del mundo.Para ser precisos,me refiero a saber por qué, por ejem-plo, las temperaturas medias de Barcelona, o delplaneta, no son 2,5 o 10 gradosmás altas omás bajas,tal y comoha sucedido endiversos períodos del pasadoreciente de la Tierra. Opor quéGroenlandia y la Antár-tida están casi completamente cubiertas de hielo deuna forma, al parecer, permanente, cuando no siem-pre ha sido así. O por qué el Sáhara es actualmenteun desierto y no lo era hacemás de 6.000 años. O porqué cada pocos años tiene lugar el fenómeno de «ElNiño», en el cual las temperaturas del mar cerca dePerú aumentan y tienen consecuencias que reper-cuten en todo el mundo. O por qué respiramos unaire con una cantidad determinada de gases de efectoinvernadero y no la mitad o el doble de concentra-ción como ocurría hace miles o millones de años.Es decir, desde que la Tierra se formó, descubrit quées lo que ha llevado el planeta a ser como es ahoray, particularmente, a tener el clima actual. Y si el climaha cambiado sin haber habido humanos por medio,¿por qué no puede continuar haciéndolo? De hecho,seguro que cambiará el clima, pero lo que no seentiende del todo es por qué y cuándo cambiará exac-tamente.

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Obtener respuestas a estas y otras preguntas pareci-das es necesario, pero no sólo para satisfacer la curio-sidad de los académicos. Hay que responderlas paradirigir las preguntas que se planteaban al principiodel artículo, y para poder sopesar la influencia denuestras actividades sobre el clima. Si no sabemos dedónde venimos, ¿podemos saber dónde estamos oadónde vamos? Muchos científicos creen que no, ypor eso se invierten dinero y esfuerzos para estu-diar el paleoclima (definido en el Gran Diccionariode Lengua Catalana como «el clima de períodos geoló-gicos e históricos anteriores a la invención de los apara-tos destinados a lasmedidasmeteorológicas») y adivi-nar cómoha cambiado y por qué lo ha hecho de formanatural. En este artículo se exponen brevemente algu-nos aspectos de la evolución del clima durante casilos últimos 500.000 años y un poco más allá, sobretodo en lo que se refiere a cambios de temperaturay a uno de los gases principales del efecto inverna-dero, el dióxido de carbono. Mi intención es mostrarcómo cambia el clima sin que intervengan los huma-nos y ofrecer una perspectiva histórica sobre loscambios que han ocurrido recientemente y que, por

tanto, están potencialmente relacionados con las acti-vidades humanas.En palabras de Winston Churchill:The furtherbackwardyoucan look, the further forwardyou are likely to see.«Cuantomás atrás puedasmirar,más adelante es proba-ble que veas».

Cómo se estudia el paleoclima

Enprimer lugar debemos preguntarnos qué es el clima.Sencillamente, es el promedio del tiempo meteoro-lógico en un lugar determinado del planeta. O, dichode otro modo, el tiempo que esperamos que hagadurante un mes, año, década, siglo, etc. Por ejem-plo, las variaciones de temperatura, presión atmos-férica, humedad, viento, precipitaciones y otras varia-bles meteorológicas durante los últimos 50 años enCataluña vendrían a definir el clima del país. Loscambios en los valores de estas variables ayer o lasemana pasada no representan cambios en el climasino la variabilidad atmosférica o del tiempo meteo-rológico. Asimismo, hay que distinguir entre lo que

es una variable que caracteriza el clima, como la tempe-ratura, y un factor de cambio del clima (forcing eninglés), como la composición de la atmósfera en cuantoa gases de efecto invernadero. Los cambios en latemperatura nos darán indicios de que el clima puedeestar cambiando,mientras que los cambios del dióxidode carbono no necesariamente indican que el climatenga que cambiar. En primer lugar, debemos esta-blecer relaciones de causa-efecto.Una formadehacerloes mirar la relación a través del tiempo de variablesque caractericen el clima directamente (p. ej. la tempe-ratura) o indirectamente (p. ej. la presencia de hieloen el continente depende en parte de la temperatura,pero también de variables como la precipitación), confactores de cambio como la composición de la atmós-fera. Como hasta hace pocos años no se han empe-zado a tomar este tipo de medidas, las series tempo-rales disponibles son demasiado cortas para mostrarla variabilidad real del clima, especialmente a escalaplanetaria. Estudiando cómo era el clima años atrás,hace miles o decenas de millones de años, pode-mos extender estas series temporal y espacialmente,y también podemos intentar buscar épocas análo-gas a la actual y ver cómo las variables del sistemaclimático van evolucionandomientras diversos facto-res de cambio varían. Por ejemplo, hace 400.000 años,durante lo que se conoce como estadio isotópico11, se cree que las condiciones del sistema climá-tico eran bastante parecidas a las del período actual.Alternativamente, se puede intentar identificar un perí-odo del pasado en el que los valores de dióxido decarbono fueran tanto o más elevados que los actua-les para ver cuáles son los valores de las variablesclimáticas en un mundo con un fuerte efecto inver-nadero (los llamados greenhouse worlds en inglés).Se cree que estas condiciones se han dado varias vecesdurante el Fanerozoico (los últimos 550 millones deaños), la última de las cuales tuvo lugar probable-mente durante la transición entre los períodos geoló-gicos del Paleoceno y el Eoceno, hace unos 57 millo-nes de años...Ahora bien, eso es más bien un dicho que un hecho,ya que esmuy difícil reconstruir los climas del pasadoy, especialmente, de forma cuantitativa. Está bien saberque en el último período glaciar hacía más frío queahora (sumáximo tuvo lugar hace entre 18.000 y 24.000años), pero es más útil averiguar en qué medida eramayor el frío en las diferentes zonas del planeta, yaque no todas ellas responden del mismo modo alos factores de cambio. Por ejemplo, una erupciónvolcánica en la zona ecuatorial puede contribuir alenfriamiento de los dos hemisferios de la Tierra porel efecto de los aerosoles que se forman y se disper-san por todas partes y reflejan la luz del Sol. Sinembargo, si la erupción tiene lugar en Islandia, engranmedida sólo afectará al hemisferio norte, puestoque, debido a la circulación atmosférica, los aeroso-les volcánicos no llegarán al hemisferio sur. La recons-trucción paleoclimática cuantitativa es, de hecho,un campo de investigación muy reciente, que desdelos años setenta se ha ido desarrollando rápidamente.Como los aparatos demedición de temperatura, hume-dad, etc., hace relativamente muy poco tiempo quese han inventado y utilizado, ha sido necesario darcon métodos indirectos (datos proxy) para estimarestas variables en tiempos pasados. Lo que hay que

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hacer en primer lugar es encontrar un registro tempo-ral del que se pueda extraer algún tipo de informa-ción climática, como los sedimentosmarinos o lacus-tres, que se han depositado de una forma constantedurantemiles omillones de años, aunque también seestudian los anillos de crecimiento de los árboles,corales o hielos de los glaciares y de los casquetespolares, entre otros materiales o depósitos, unosmás exóticos que otros. Paramí, la palma de la imagi-nación se la lleva un estudio demedición de isótoposdel cloro en restos de orina fósil encontrados enmadri-gueras de ratas del desierto deNevada, EstadosUnidos,para reconstruir los cambios que se dieron en los rayoscósmicos, lo cual sirve para datar archivos sedimen-tarios (Plummer et al., 1997).Cabe decir que cuanto más queremos retroceder enel tiempo,más difícil resulta el estudio, ya que esmáscomplicado encontrar registros continuos válidos apartir de los cuales podamos interpretar sus propie-dades de una formamás precisa, por ejemplo debidoal dinamismo de la Tierra, que destruye los regis-tros paleoclimáticos eventualmentemientras se creanotros nuevos. De esta forma, aunque haga decenasde millones de años que la Antártida está cubiertade hielo, la edadmáxima de dicho hielo no sobrepasael mediomillón de años debido al dinamismo glaciar,que hace que el casquete polar esté en constantemovi-miento y que acabe vertiéndose al océano. Los sedi-mentosmarinos también son eventualmente «destrui-dos» o transformados en las zonas de subducciónen losmárgenes continentales. Muchos lagos de gran-des dimensiones son también de formación «reciente»,como por ejemplo el lago Baikal de Siberia, la edadde cuyos sedimentos es probable que no sobrepaselos 25.000.000 de años. Además, cuantomás antiguasson las muestras que se estudian, más difícil resultadatarlas con precisión. El método más extendido ymás preciso, la datación por carbono 14, sólo esaplicable para datarmuestras que contengan carbono,evidentemente, aunque su antigüedad nopuede supe-rar los 55.000-60.000 años. Para datar materiales másantiguos existen diversas técnicas, pero o no midenedades absolutas o su error hace que no se puedanresolver cambios climáticos de menos de unos cuan-tosmiles de años. En comparación, el error delmétododel carbono 14 se sitúa alrededor de unas decenas deaños.Losmétodos de paleorreconstrucción también tienenlimitaciones intrínsecas. Por ejemplo, un modo dereconstruir las temperaturas del aire consiste en asociarla distribución actual de plantas y su polen a losregímenes climáticos y los márgenes de tempera-tura dominantes de la Tierra. Si se analiza el polenen una muestra antigua, entonces se intenta relacio-nar su composición con una distribución parecida queexista actualmente en alguna zona del planeta y, apartir de ello, se deducen los valores de tempera-tura más probables en que vivieron las plantas queprodujeron ese polen fósil. No obstante, si se retro-cede mucho más en el tiempo, se llega a un puntoenqueno existía ningunade las plantas que se encuen-tran hoy en el planeta. A menudo, los proxy climáti-cos responden a más de una variable ambiental.Una de las más utilizadas es la medida de la rela-ción existente entre la cantidad de isótopos de oxígeno(expresada como δ18O) en los esqueletos de carbo-

nato de organismos marinos. Esta medida suponeprincipalmente dos señales climáticas combinadas.Una es una señal local, que es la temperatura delmar en la que vivían los organismos analizados. Laotra es una señal global, que es el volumen de hielocontinental y, por tanto, el nivel del mar. Así que enla interpretación de los datos se deben resolver ambosefectos de alguna forma. Este hecho pone en relieveque las reconstrucciones son aproximadas, con unosmárgenes de error a veces desconocidos. Por ejem-plo, resulta difícil entender cómo pueden afectar lasrelaciones ecológicas a la distribución del polen enun lugar, o cómo se ha trasladado dicho polen desdela planta que lo ha producido hasta el lugar dondese ha depositado, comopodría ser el fondodel océano.Por eso, es muy importante que en los estudios pale-oclimáticos se emplee más de un método de paleo-rreconstrucción para confirmar los resultados deuna y otra técnica. Por último, debemos darnos cuentade que, en su mayoría, las variables climáticas quese reconstruyen son sólo de alcance local. Los cambiosen la temperatura deHarare, Tarragona oNueva Yorkserán normalmente bastante diferentes debido a lalocalización de estas ciudades en el planeta. Esto sini-fica que debemos estudiar muchos registros de todoel mundo para forjarnos una imagen precisa de loscambiosmundiales del clima. Por otro lado, los cambiosen el dióxido de carbono o en el nivel del mar síque tienen lugar simultáneamente, a efectos prácti-cos, a escala mundial, ya que los gases de la atmós-fera se mezclan relativamente rápido y los mares yocéanos, obviamente, están en su mayor parte inter-conectados.

La estabilidad de los últimos 1.000 años y elcalentamiento del siglo XX

En los últimos años ha habido un gran avance en nues-tra comprensiónde la evolución «global» de los cambiosde temperaturadelairedurante losúltimos10siglos.Unode losestudiosde referenciaeseldeMannyotros (1999),que recogemos en el gráfico 1, obtenido gracias a lacombinación de datos de temperaturas derivadas delestudio de los anillos de los árboles, testigos de hielo,corales y documentos históricos, además de termóme-tros de los últimos 140 años (véanse otros enhttp://www.ngdc.noaa.gov/paleo/recons.html). Parecebastante evidente que las temperaturas del siglo XX enel hemisferio norte han sido las más elevadas de losúltimos 1.000 años, lo que hace que la década de losnoventa sea lamáscálidade todas, yque1998 seael añomás cálido del milenio. Es más, la magnitud de calen-tamiento del siglo XX es única durante este período (0,6± 0,2°C), especialmente durante los períodos compren-didosentre1919y1945yentre1976y2000, en loscualeslas temperaturasse incrementaronaunritmo jamásexpe-rimentadocomomínimodesdeel sigloXI al XIX. Losdatossobreelhemisferio suranterioresa1861 (desdequeexis-ten mediciones instrumentales) sonmuy escasos y, portanto, no se sabe con certeza cómo evolucionaron lastemperaturasdesdeelaño1000enlamitadsurdelmundo.El registro del gráfico 1 se ha vuelto emblemático y asílo menciona ampliamente el Intergovernmental Panelon Climate Change (IPCC) en su último informe de2001 (IPCC, 2001).

¿A qué se debe este calentamiento? No está del todoclaro, pero parece probable que no se deba a un solofactor, tanto natural como antropogénico. Los cambiosen el clima se pueden dar por la variabilidad internadel sistema climático y por factores externos. La influen-cia de los factores externos se puede comparar utili-zando el concepto de radiative forcing (energíaradiante de un factor de cambio). Éste será positivosi provoca un calentamiento de la superficie de laTierra, o negativo si provoca un enfriamiento. Loscambios en el incremento de la concentración delos gases de efecto invernadero, de la energía del Sol,el vulcanismo y la concentración de aerosoles atmos-féricos afectan a la energía radiante, ya sea positivao negativamente. Por ejemplo, la concentración degases de efecto invernadero (véase la de dióxido decarbono en el gráfico 2) en la atmósfera de los últi-mos 1.000 años se ha incrementado en los últimos 200años de forma similar a la de la temperatura del hemis-ferio norte (gráfico 1). Este incremento refleja el usoprogresivo de combustibles fósiles en nuestra socie-dad. Los gases de efecto invernadero tienen un efectopositivo en el incremento de la energía radiante.Por lo tanto, en los últimos 200 años podría haberaumentado de forma progresiva la capacidad de laatmósfera para absorber la energía del Sol, que puedehaber llevado al calentamiento gradual de la super-ficie del planeta. Sin embargo, cabe decir que haymuchos otros factores de cambio que también hanvariado durante este mismo período. Por ejemplo,la concentración de aerosoles en la atmósfera se haincrementado de forma análoga a la temperatura,debido al uso progresivo de combustibles fósiles ycombustión de biomasa (p. ej. bosques o basuras)(IPCC, 2001). Su efecto sobre el clima consiste, sinembargo, en enfriar la superficie —a pesar de estarmuchomás extendidos que los gases de efecto inver-nadero—y, por lo tanto, es difícil juzgar su peso rela-tivo en el cambio climático. Como es ahora cuandoempezamos a entender la influencia relativa de laenergía radiante de los diversos factores, resulta difí-cil demostrar de forma concluyente que el calenta-miento del siglo XX se debe sólo al incremento deldióxido de carbono y gases similares. Por ejemplo,con modelos matemáticos que simulen las variacio-nes de la Tierra, y comparando los resultados concambios que se han medido, se pueden empezar aentrever las causas de los cambios principales. Enel informe del IPCC de 2001 se hace especial menciónde un estudio en el que se simuló matemáticamentela variabilidad de las temperaturas durante los últimos140 años, teniendo en cuenta sólo factores de cambionaturales (variabilidad solar y vulcanismo), sólo facto-res antropogénicos (gases de efecto invernadero yuna estimación de aerosoles), o ambos a la vez (Crow-ley, 2000). Mi conclusión, según como, no sorprendedemasiado: la inclusión de factores antropogénicosen elmodelo puede explicar gran parte de los cambiosde temperatura de los últimos 140 años, pero la corre-lación entre los resultados del modelo y las tempe-raturas reales es todavía mejor si se tienen en cuentatanto factores naturales como antropogénicos. Esmás,se concluye que, aunque los factores de cambio consi-derados pueden explicar lamayor parte de los cambios,no se excluye la posibilidad de que otros tambiénhayan contribuido al calentamiento del siglo XX.

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De modo que el debate continúa, sobre todo paraaclarar el peso relativo de diferentes factores de cambioy losmecanismospor los cuales actúan sobre el sistema.Por ejemplo, ¿en qué proporción se incrementará exac-tamente la temperatura cuando se duplique el conte-nido atmosférico de dióxido de carbono?, o ¿cómoresponderán los ecosistemas a los cambios en el climay la composición de la atmósfera?

La inestabilidad de los últimos 400.000 años

Independientemente del cambio natural, el IPCCprevéque las temperaturas medias mundiales se incre-mentarán entre 1,4 y 5,8 ºC de 1990 a 2100. Si es así,el ritmo al que se prevé que las temperaturas aumen-ten no habrá tenido parangón durante los últimos10.000 años. Ésta es una época geológica que deno-minamosHoloceno y en la cual los humanos estamosteniendo nuestra edad de oro. En términos climáti-cos, sin embargo, este período de tiempo es bastanteinusual, ya que ha sido —y continúa siendo— muyestable y largo. Algunos han señalado que esta esta-bilidad climática es relativa y que se han producidocambios significativos, demodo que las distintas civi-lizaciones humanas han podido florecer o se hanido apique, dependiendode si las condiciones ambien-tales han sido—o no—propicias (deMenocal, 2001).La norma en el sistema climático es el cambio, es decir,la inestabilidad. Los cambios de las temperaturas loca-les o mundiales de 2 o más grados de temperatura,

en escalas de tiempo lentas (por encima de los milaños) omuy rápidas (dentro de lo que es la vidamediade una persona o de un par de generaciones) han sidomuy frecuentes hasta el momento, y no hay nada quehaga pensar que en el futuro las cosas van a ser dife-rentes. Mediante el estudio de los registros fósiles,en cualquier escala de tiempo, se pone de mani-fiesto que el clima de la Tierra no tiene nada de esta-ble. Esta afirmación se habría debatido profundamentehace unas décadas.Hasta la década de los noventa, se puede afirmar queel consenso general entre científicos fue que la Tierraoscila entre épocas relativamente frías (glaciacio-nes) y otras más cálidas (períodos interglaciares) deforma progresiva y constante, a un ritmo de entredecenas y centenas de miles de años sin ningunaperturbación notable a corto plazo. Estos cambiosse suceden al mismo ritmo en el que varía la insola-ción (variaciones en la radiación de calor del Sol)en función de algunos parámetros astronómicos reco-gidos en la teoría de Milankovitch. Este matemáticoserbio demostró de forma convincente cómo la apari-ción de las épocas glaciares depende de la excentri-cidad de la órbita de la Tierra y de la inclinación yprecesión de su eje de rotación. Estos cambios astro-nómicos son muy constantes y se han ido repitiendodesde hacemillones de años en ciclos de 23.000, 41.000y 100.000 años, principalmente. Si utilizamos estateoría como base, se puede predecir, en principio,que el período interglaciar actual se acabará dentro

de 50.000 años y que la próxima glaciación será dentrode 100.000 años, si no se tienen en cuenta los efec-tos antropogénicos (Loutre y Berger, 2000). Hasta hacepoco, todo parecía bastante controlado, casi como unreloj. En la década de los 60 a los 70, la preocupa-ción general era saber cuándo sería la siguiente glacia-ción, aunque poca gente pensaba en el calentamientomundial (Kukla et al., 1972). De hecho, desde haceunos 6.000 años, las temperaturas del mar y la tierrahan ido descendiendo, lo que ya es perceptible enel registro del gráfico 1. La tendencia se ha vistointerrumpida, de momento, por el calentamientodel siglo XX. Podemos afirmar, de forma general, quehasta la década de los 90, la mayoría de los trabajosse centraban en el estudio de registros climáticos queno podían descifrar cambios climáticos de corta dura-ción, de algunos centenares o decenas de años. Sise observaba alguna variabilidad en estas escalas,se atribuía al error analítico o ruido de algún tipo, ola comunidad científica en general no le daba impor-tancia.El estudio de los testigos de hielo en la Antártida yenGroenlandia, junto con el análisis detallado de sedi-mentos marinos y de lagos con tasas de acumula-ción de sedimentos elevadas, ha revolucionado nues-tra forma de entender la evolución del clima. En primerlugar, pormostrar la estrecha relación que existe entrela abundancia de los gases de efecto invernadero y elclima en escalas demiles de años y, en segundo lugar,por revelar la frecuencia a la que se dan episodiosde cambio climático abrupto en escalas inferiores aun siglo, tema que se discutirá en la siguiente sección.El hielo de los casquetes polares es, en efecto, la atmós-fera congelada. En la Antártida hay restos de la atmós-fera de casi el último medio millón de años. (gráfico3; Petit et al., 1999). En Groenlandia, los testigos dehielo recuperados «sólo» abarcan los últimos 110.000años. En parte, esto se debe a que nieva más, lo quehace que los registros de hielo de Groenlandia seande más alta resolución y que incluso se pueda medirla variabilidad anual en la composición de la atmós-fera. En el registro de la atmósfera de Vostok (en refe-rencia a la estación rusa de donde se obtuvieron lasmuestras) en la Antártida, los valores más altos degases de efecto invernadero (dióxido de carbono ymetano) se encuentran durante los períodos inter-glaciares, y los más bajos, durante las glaciaciones(gráfico 3). La correlación entre los valores demetanoy dióxido de carbono con las temperaturas sobre laAntártida (estimadas mediante la medida de las rela-ciones isotópicas del hidrógeno del hielo) sugiere unestrecho vínculo entre estos gases y el clima, y demues-tran el dinamismo de los sumideros de carbono tantooceánicos como continentales en respuesta a loscambios climáticos. Ahora bien, todavía no se entiendedel todo cómo interaccionan los gases de efecto inver-nadero con el sistema climático. Las concentracio-nes de los gases aumentanmiles de años antes de quelos grandes casquetes polares de las épocas glacia-res se deshielen total o parcialmente. Así, no está total-mente claro qué causa el paso de una época glaciara una interglaciar y viceversa: si es el cambio en losgases de efecto invernadero, la insolación, o ambos.Sea cual sea el mecanismo iniciador, tampoco estáclaro qué es lo que hace que el metano y el dióxidode carbono fluctúen de una forma natural en esca-

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las demiles de años. De todos modos, en el contextoactual del incremento de gases de efecto invernadero,queda de manifiesto, si se observa el gráfico 3, quelas concentraciones actuales de dióxido de carbonoson las más altas de los últimos 420.000 años y, porlo tanto, no poseen un precedente natural en todoeste tiempo. La concentración de dióxido de carbonoactual es de 365 ppm, mientras que las máximas delos últimos tres períodos interglaciares no han sobre-pasado las 300 ppm, aunque normalmente los valo-res alcanzados en épocas análogas a la actual sonde alrededor de 280 ppm, al igual que en las concen-traciones preindustriales de este gas. Si continúa elritmo actual de crecimiento del contenido de dióxidode carbono en la atmósfera, dentro de pocos años,el crecimiento de este gas, desde el siglo XIX, habrásobrepasado con creces el incremento que se observaentre épocas glaciares (200 ppm) e interglaciares (280

ppm). En cuanto almetano, sus valores actuales (1.600ppb) ya son más del doble de los valores normalesde los períodos interglaciares (700 ppb), y su creci-miento desde la época preindustrial ha superado eldoble (900 ppb) del crecimiento normal desde lamáxima glaciar hasta la interglaciar (350 ppb). Asípues, aunque no se entiendan exactamente las conse-cuencias que de ello puedan derivar óo no se puedandemostraró, no es de extrañar que haya tanta gentepreocupada en todo elmundo por los niveles crecien-tes de gases de efecto invernadero.

Los cambios repentinos: en cuestiones cli-máticas, 2 y 2 no siempre son 4

Unode los paleoclimatólogos internacionalmentemásreconocidos (WallaceBroecker, de la ColumbiaUniver-sity en Estados Unidos) ha equiparado el al compor-

tamiento más bien inoperante de nuestra sociedadhacia el incremento de los gases de efecto inverna-dero a poking the angry beast with a stick (pegar ala bestia enfurecida con un palo;http://www.earthinstitute.columbia.edu/library/earthmatters/spring2000/pages/page7.html). El palo serían las emisio-nes de gases de efecto invernadero y la bestia, elsistema climático, que no se sabe cuándo ni cómoreaccionará, aunque tarde o temprano lo hará. Así,mientras científicos comoRichard Lindzen, delMassa-chusetts Institute of Technology, creen que las preo-cupaciones del calentamiento mundial son insigni-ficantes, de acuerdo con algunos modelos climáticos(véase su declaración en el Senado de Estados Unidosde mayo de 2001,http://www.senate.gov/~epw/lin_0502.htm), otroscientíficos como Broecker forman parte de un grupode científicos —en mi opinión, muy considerable—que están convencidos de que el comportamiento delsistema climático durante la última glaciación nosmuestra que el incremento de dióxido de carbonopuede causar ya no un cambio gradual del clima, sinouna reorganización completa del sistema climático(Broecker, 1997). Una de las cosas que se han apren-dido en estos últimos años es que una relación causa-efecto no tiene por qué estar unida por una rela-ción lineal. El sistema climático no ha de respondernecesariamente y de forma inmediata a una pertur-bación. Así, un factor de cambio puede empezar avariar, pero las variables climáticas pueden continuarinalteradas o sufrir poca variación. Esto ocurre hastaque se atraviesa un umbral a partir del cual todo elsistema se reorganiza rápidamente hasta llegar aotra situación de relativo equilibrio, o el cambio seacelera de repente y sin motivo aparente hasta llegara una nueva situación. Los modelos climáticos handemostrado que el sistema climático se puede compor-tar de formano lineal (Stocker, 2000). Incluso el sistemaclimático puede tener variosmodos estables de funcio-namiento, aunque los factores de cambio no varíendemasiado. Hace ya años que se sabe que la circu-lación oceánica puede variar entre diferentes modosestablesmuy rápido si, por ejemplo, la salinidad super-ficial del AtlánticoNorte desciende por debajo de cier-tos valores (Stommel, 1961). Por ejemplo, tambiénhay científicos que han demostradomediante mode-los que el Sáhara es a la vez climáticamente establecomo desierto o como zona verde, situación que seha dado durante los últimos 10.000 años (Claussen,1998). Esto también es relevante para explicar por quétan a menudo se pueden observar en los registrospaleoclimáticos —si se estudian muestras adecua-das y uno se fija— situaciones de cambio climáticoextremadamente rápido, en cuestión de pocas dece-nas o centenas de años. Los hallazgos emblemáti-cos a este respecto pertenecen al área del AtlánticoNorte.En 1988, un oceanógrafo alemán, Hartmut Heinrich,publicó un estudio que mostraba cómo, durante laúltima glaciación, enormes armadas de icebergs—sobre todo procedentes de Canadá— invadieron6 veces el AtlánticoNorte (Heinrich, 1988). Al fundirselos icebergs, los materiales rocosos que llevaban sedepositaron en el fondo del mar en un área de 3.000km de lado a lado del Atlántico. El motivo de estas«invasiones» es el colapso periódico de los casque-

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tes glaciares en el hemisferio norte, sobre todo enAmérica del Norte, debido a causas que todavía sedebaten. Uno de los muchos elementos interesan-tes de los llamados episodios de Heinrich, es quepermiten ver cómo respondió el sistema climático auna perturbación de muy corta duración y locali-zada y cómo ocurrieron los cambios climáticos entodo el mundo. Así, la gran cantidad de agua dulceque se dispersó por el océano cuando los icebergsse fundieron hizo disminuir la salinidad superficialdel Atlántico Norte y, en consecuencia, se alteró lacirculación de la superficie y del fondo en todos losocéanos del mundo. Una de las consecuencias fueque el transporte de calor desde latitudes bajas haciael polo, representado por la Corriente del Golfo, sedetuviera, con la consecuente bajada de temperatu-ras en la región del Atlántico Norte, por ejemplo, enEuropa. Una vez la salinidad oceánica ascendió a valo-res normales, hubo un punto en el que la circula-ción se restableció de repente y quedó tal como eraantes de cada episodio de Heinrich. Glaciares delos Andes y de Nueva Zelanda crecieron y mengua-ron a la vez, lo que da una idea de la magnitud y el

alcance de los episodios. Estos cambios tuvieron lugaren cuestión de décadas, tal y como indican las osci-laciones de temperatura del aire en los testigos dehielo de Groenlandia, cambios en el polen de Italiay en la velocidad del viento en China, por citar algu-nos ejemplos (Dansgaard et al., 1993; Allen et al.,1999). El hecho es que tanto los modelos climáticoscomo las reconstrucciones paleoclimáticas apuntan aque esta perturbación hizo oscilar el sistema climá-tico, en este caso representado por el sistema océano-atmósfera entre varios modos estables de funciona-miento en cuestión de dos a cuatro décadas. Es más,el estudio de los testigos de hielo de Groenlandiamuestra en particular lo frecuentes que son estas osci-laciones (Dansgaard et al., 1993). Se denominan «ciclosde Dansgaard-Oeschger», de los cuales los episo-dios deHeinrich vendrían a ser un componente (Bondy Lotti, 1995). Así se ha demostrado con creces la granvariabilidad de las temperaturas durante la épocaglaciar, que seguía ciclos de alrededor de 11.000, 6.000y 1.500 años. Todavía hay que aclarar la naturalezaprecisa de estos ciclos, que podrían ser semitonosde los ciclos astronómicos de la órbita de la Tierra o

estar relacionados con la dinámica interna de loscasquetes polares, la variabilidad solar o la circula-ción atmosférica y oceánica.Reviste especial importancia el hecho de que se hademostrado que, en el Holoceno y durante otros ciclosglaciares e interglaciares anteriores, también se haconstatado que las temperaturas o la formación deicebergs variaban en ciclos de 1.500 años (Bond etal., 1997). Wallace Broecker y otros creen que todosestos ciclos se deben a la variabilidad de la llamadacirculación termohalina oceánica (Ganapolski y Rahms-torf, 2001). De forma muy simplificada, se puededescribir como si los océanos fueran una «cinta conti-nua» que se mueve de sur a norte del Atlántico porla superficie y, al revés, por el fondo de dicho océano.El final de la «cinta» estaría por el norte del mar deIslandia, y el otro extremo, por la zona de la Antár-tida. La velocidad de la «cinta» viene dada por elgradiente de salinidad en el Atlántico Norte, desdela superficie hacia el fondo, que hace que el aguade la superficie sea más densa que la del fondo y,continuando con este sencillo símil, que se hunda. La«cinta» transporta calor desde el sur hacia el nortedel planeta. Hoy en día, la «cinta» está en funciona-miento, lo que hace que en el norte de Europa hayaunas condiciones mucho más favorables para vivirque en Canadá (esto es, debido a la Corriente delGolfo). Si se detiene la «cinta», el Atlántico Norte yEuropa se enfrían. Muchos paleoceanógrafos creenque los cambios periódicos en la salinidad superfi-cial, causados por icebergs o incrementos de la preci-pitación del océano Atlántico, son normales. Si tienenlugar enperíodos interglaciares, lamagnituddel cambioclimático que se deriva es menor, si se compara conel que tendría lugar en períodos glaciares.¿Cuál es la repercusión actual de todo esto? Se hapropuesto que, como consecuencia del calentamientomundial, las aguas polares superficiales se volveríanmáscálidas, loquepodría ralentizar la circulación termo-halina al disminuir la densidad del agua de la superfi-cie. Además, aumentaría el transporte atmosférico devapor de agua al incrementarse la evaporación, queal precipitar reduciría la salinidad del agua polar. Todoesto podría comportar una detención de la circula-ción termohalina yuna reorganizaciónde la circulaciónoceánica con consecuencias difíciles de predecir. Enpaíses como el ReinoUnido, Noruega, Estados Unidosy Canadá, entre otros, hay bastante gente preocupadapor este escenario que consideran bastante plausiblecomo para que recientemente se estén financiandoprogramas de investigación de decenas de millonesde euros destinados a investigar específicamente estetema (p. ej., véasehttp://www.nerc.ac.uk/funding/thematics/rcc/).

Conclusiones: ¿por qué es tan complicado elclima y su estudio?

Los cambios climáticos no dependen sólo del incre-mento o descenso de los gases de efecto invernadero,sino también de la interacción de elementos inter-nos (p. ej. atmósfera, hidrosfera, biosfera y crios-fera) y externos (p. ej. variabilidad de la irradiaciónsolar, insolación, vulcanismo) del planeta, demaneraque es ahora cuando estamos empezando a enten-derlo. Por supuesto, también hay que contar con el

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impacto de los humanos sobre el entorno. Aparte delgran número de elementos de que el sistema estácompuesto, muchos de ellos interaccionan a travésde procesos de retroalimentación (feedbacks en inglés)negativos o positivos, y a menudo relacionados deuna forma no lineal. Por lo tanto, para unas condi-ciones determinadas, puede haber más de un estadode equilibrio y la transición entre ellos puede ser rever-sible o irreversible y, a menudo, rápida. La sensibi-lidad del sistema ante variaciones de cualquier factorde cambio tampoco está bien establecida y no es lamisma para todos ellos. Francamente, nos falta toda-vía mucha información para poder comprender lamecánica del sistema. Dada esta complejidad, el usodemodelos matemáticos resulta imprescindible parasoportar el peso relativo de los diversos componen-tes del sistema y para poder predecir su probableevoluciónmás probable. La veracidad de estosmode-los se evaluará contrastando sus resultados con datosreales.Un objetivo del artículo eramostrar la importancia delos estudios de reconstrucción paleoclimática y laayuda que suponen para el entendimiento del sistemaclimático, aportando la información que nos falta paraconstruir una representación de su estructura y compor-tamiento. En vistas de cómo ha evolucionado el climaa lo largo del tiempo, estamos aprendiendo cuál esla verdadera naturaleza de su dinamismo y pode-mos empezar a comprender cuáles son los factoresque hacen que el sistema cambie en diferentes esca-las de tiempo y espacio. Por lo tanto, podemos tenercierta perspectiva sobre los cambios que están teniendolugar hoy en día. Un ejemplo más sería el siguiente.Estudios recientes han demostrado que las variacio-nes de dióxido de carbono desde el Mioceno hastala fecha (los últimos 24millones de años) han perma-necido relativamente constantes (gráfico 4), a pesardel marcado enfriamiento que la Tierra ha experi-mentado durante este período de tiempo, tal comodemuestran el crecimiento de los casquetes pola-res, los cambios ecológicos y los descensos en latemperatura del mar (Pagani et al., 1999; Pearson yPalmer, 2000). Esto vendría a demostrar que el dióxidode carbono, por sí solo, no es un factor clave quecontrole el cambio climático mundial en largas esca-las de tiempo. Algunos ya han utilizado estosresultados para defender la inacción ante el incre-mento actual de los gases de efecto invernadero(por ejemplo, véase el comentario sobre el artículode Pearson y Palmer a cargo del Center for theStudy of Global Change and Carbon Dioxide enhttp://www.co2science.org/journal/2000/v3n23c1.htm),obviando en parte que el estudio analiza cambios alargo plazo. No obstante, podría ser que, en concen-traciones de dióxido de carbono relativamente bajas,el sistema climático se volviera más sensible a otrosfactores de cambio, como podría ser la circulaciónoceánica (Pagani, 2002). En cambio, cuando la Tierraha tenido contenidos de dióxido de carbono en laatmósfera más de 6 veces superiores a los nivelesactuales (super-greenhouse world durante el Paleo-ceno/Eoceno), el clima mundial ha sido extremada-mente cálido y el efecto de otros factores de cambiopodía haberse extinguido.En definitiva, nos queda bastante camino por reco-rrer hasta llegar a entender bien los cambios actua-

les y pasados de nuestro entorno. Sin embargo, amí me parece evidente que los registros paleocli-máticosmuestran que el clima actual está cambiandoy que, con lamodificación de nuestro entorno, se estáhaciendo un experimento de resultados inciertos,ya que las condiciones actuales no se han dado enel planeta por lo menos durante los últimos 420.000años y, posiblemente, durante los últimos 25 millo-nes de años. Cabe debatirse si este experimento cuentacon el visto bueno de la gente, ya que lamayoría conti-núa sus actividades cotidianas con muy poca dife-rencia respecto a cuando no se sabía gran cosa sobreestos temas, independientemente de la posiciónpúblicade los gobiernos. Las posibles consecuencias y ries-gos pueden no ser tan fáciles de entender para todoel mundo, pero, de todos modos, por el momento,éstos tampoco se pueden demostrar de forma conclu-yente. Para hacerlo, hay que seguir investigando deforma estratégica y, en el panorama internacional,ya hay iniciativas para convencer a científicos,gestores científicos, políticos y a la sociedad engeneral de que hay que modificar las prioridadesde la investigación (véanse, por ejemplo documen-tos del International Geosphere-Biosphere Program-me, como la Declaración de Amsterdam enhttp://www.sciconf.igbp.kva.se/fr.html). Parece para-dójico que se dé tan poca importancia a investigarla «salud» del planeta, en relación con otros temas,cuando nuestro bienestar depende totalmente de ello.Además, un reto que se debe superar para compren-der el sistema climático es que los planteamientostradicionales de investigación no permiten captarsu verdadera complejidad, ya que el sistema climá-tico trasciende los límites en los que las ciencias natu-rales todavía se dividen atendiendo a patrones tradi-cionales. Por lo tanto, son necesarios nuevosplanteamientos que fomenten la multidisciplinarie-dad de los científicos y la composición de los equi-pos de investigación. En nuestro país todavía es difí-cil encontrar suficientes instituciones preparadas paraafrontar estos retos y desarrollar espacios de inves-tigación que eventualmente se puedan reflejar encentros de referencia como el Tyndall Centre forClimate Change Research del Reino Unido o el Pots-dam Institute for Climate Impact Research de Alema-nia. En todo caso, debemos ser optimistas, pues laactual promoción de redes de investigación de exce-lencia dentro del espacio catalán y europeo permitenformar equipos de trabajo con suficiente diversidadde conocimientos para ir avanzando en este campo.•

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Los recursos para el estudio delcambio climático en Cataluña:una visión históricaJavier Martín VideCatedrático de Geografía Física, Universidad deBarcelona

El autor repasa la tradición de los estudiossobre el cambio climático que se ha vivido enCataluña. Nos describe la evolución de losinstrumentos de medición y las tradicionesculturales de carácter religioso y civilrelacionadas con el clima. Asimismo, nosrecuerda dos ejemplos históricos: el de lagran sequía de 1566-1567 y el de lo any deldiluvi (el año del diluvio).

1. IntroducciónCualquier análisis de la evolución del clima, inclu-yendo sus tendencias, precisa, como es bien sabido,largos períodos de registrosmeteorológicos que permi-tan construir series climáticas. Con los de hace tres,cinco o diez años no se puede sacar conclusión algunasobre la evolución del clima, porque la variabilidadnatural inherente al sistema climático produce múlti-ples irregularidades y dientes de sierra en los valo-res medios, pudiéndose encadenar varios años parti-cularmente secos o lluviosos, cálidos o fríos, sin quede ello pueda deducirse una tendencia hacia unascondiciones climáticas diferentes de las existentes.Además, a menudo la percepción, siempre subje-tiva y selectiva, realza ciertos episodios recientes comosi fueran excepcionales o inalcanzados en el pasado,cuando el repaso de una serie climática larga rescatadel olvido la existencia de otros sucesos similares,si nomás extremos, o atribuye a los actuales una ciertanormalidad.Las series climáticas han de cumplir varios requisi-tos además de la longitud temporal y el principal esla homogeneidad, puesto que a partir de ellas se esta-blecen los valores normales o característicos del climadel lugar o la región considerados. Sólo así, en elcontexto de un período temporal amplio, si es posi-ble plurisecular, y con datos obtenidos con losmismoscriterios y en las mismas circunstancias, las presun-tas anomalías, fluctuaciones y cambios climáticospueden ser correctamente valorados, confirmadoso desestimados.Con una óptica estrictamente climática, las series climá-ticas instrumentales, es decir, las construidas a partirde registros meteorológicos con aparatos, tienen laineludible limitación temporal de la fecha de inven-ción de los instrumentos meteorológicos correspon-dientes. La mayoría de ellos se inventan en el sigloXVII (termómetro en 1600, barómetro en 1643, etc.).En el mejor de los casos, pues, podría disponerse,en algún lugar privilegiado, de registros meteoroló-gicos que se remontaran al siglo XVII, lo que no garan-tizaría su homogeneidad ni su continuidad tempo-ral. Así ocurre en el caso de París, de donde conocemosya algunos valores dispersos de presión atmosféricay temperatura del siglo XVII.Cabe, sin embargo, considerar también aquellos regis-tros o anotaciones no instrumentales de caráctermete-orológico o afín, potencialmente valiosos para lareconstrucción climática. Con estas nuevas informa-ciones, de carácter documental, a partir de las cualeses posible construir series de índices o de frecuenciasde ciertos fenómenos, se amplía el horizonte tempo-ral de las series climáticas, pudiendo remontarse enalgunos casos a varios siglos antes del uso de los instru-mentos meteorológicos convencionales.

En consecuencia, hay quemirar al pasado para evaluarcon precisión lo que ocurre en la actualidad, y paraproyectar el comportamiento presente a modo deprevisiones climáticas para el futuro. La reconstruc-ción climática del pasado contribuye mucho, curio-samente, al conocimiento del clima futuro. Pero esotopa con la limitación temporal de los registrosmete-orológicos instrumentales disponibles, la mayoríade los cuales tiene apenas algunas decenas de años.Sólo en algunos casos excepcionales se dispone deseries instrumentales con más de 2 siglos de anti-güedad.

2. Los registros instrumentales más antiguosde Cataluña

La institucionalización de lameteorología en España,con la creación de un primer organismo centraliza-dor de las observaciones realizadas en el Estado, nose produce hasta la segunda mitad del siglo XIX, en1860. Ello no significa que anteriormente no se reali-zaran observaciones meteorológicas en diferenteslugares, especialmente universidades e institutos deenseñanzamedia, además del observatorio de laMarinade San Fernando (Cádiz), en este caso con un carác-ter oficial, desde 1805. Pero aún cabe remontarsemásatrás en el tiempo, a las últimas dos décadas delsiglo XVIII cuando en tres ciudades españolas, Cádiz,Madrid y Barcelona, algunos ilustrados, médicos ofarmacéuticos, tomaron la iniciativa particular de obser-var sistemáticamente desde sus propios domiciliosy varias veces al día (en general 3) la presión atmos-férica, la temperatura, el estado del cielo y otros fenó-menos.En efecto, en Barcelona, el 1 de enero de 1780, unmédico, Francisco Salvá Campillo, comienza a regis-trar en su domicilio de la calle Petritxol, en el barrioGótico, la presión atmosférica y la temperatura, asícomo otros elementos, tres veces al día. El caso es queél, junto con otros médicos y algunos farmacéuticosdel contexto ilustrado de la época, son conscientesde que ciertos estados meteorológicos favorecen lapropagación de los vectores que causan enferme-dades o su agravamiento y deciden tomar la iniciativafilantrópica de observar sistemáticamente y con instru-mentos precisos ciertas variables meteorológicas(en la segundamitad del siglo XVIII había ya excelentesbarómetros y termómetros).En el caso de Barcelona, la iniciativa de FranciscoSalvà tuvo continuidad a su muerte con las de otroscolegas cuyos registros enlazaban sin solución decontinuidad con los oficiales, que comenzaron a regis-trarse en la universidad de Barcelona en la segundamitad del siglo XIX y hasta la actualidad (tabla 1). Barce-lona es, así, la ciudad con las series de presión atmos-férica y temperatura más largas de España. En elcontexto europeo se sitúa, por su antigüedad, en elnoveno lugar del ranking de las ciudades que dispo-nen de series mensuales continuas (fruto del prome-dio de los registros diarios) de presión atmosférica(gráfico 1). Entre las que arrancan en el siglo XVIIIy en consecuencia hoy tienenmás de 2 siglos de anti-güedad están: Basilea (desde 1755),Milán (1763), París(1764), Ginebra (1768), Trondheim (1768), Edimburgo(1770), Londres (1774), Viena (1775), Barcelona (1780),Lund (1780), Madrid (1786) y Praga (1789).

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3. Los observadores meteorológicos sin ins-trumentos más antiguos de Cataluña

Los fondos históricos de algunos archivos y univer-sidades deparan agradables sorpresas al climató-logo interesado en remontarse lo más lejos posibleen el pasado en busca de información de caráctermeteorológico. Así, en la biblioteca de la Universidadde Barcelona se conservan dos libros de memoriasde Josep Montfar i Sorts, de familia noble, que vivióen Barcelona en el siglo XVII. Sin explicar losmotivos,JosepMontfar observó y anotó, día a día y durante los5 años comprendidos entre 1683 y 1687, la intensi-dad de la lluvia de un modo cualitativo y su dura-ción con resolución horaria. Se trata de una infor-

mación no instrumental y limitada en el tiempo sobrela intensidad de la precipitación. Sin embargo, al deri-varse de unas observaciones sistemáticas tiene utili-dad, pues a partir de ella puede generarse una seriebreve de ocurrencias de lluvia en la ciudad de Barce-lona en un momento climático de interés, insertoen el llamado último mínimo Maunder, y admitecomparación con períodos actuales. La labor de JosepMontfar tiene en Españamuypocos precedentes cono-cidos (sólo Diego de Palominos en Jódar,Jaén, seadelanta al noble barcelonés con observacionesmete-orológicas entre 1556 y 1595).Con las anotaciones de Josep Montfar se ha podidocomprobar, por ejemplo, que la persistencia de losdías de precipitación en el mencionado quinquenio

del siglo XVII era bastante parecida a la actual. Y porsi eso fuera poco, la distribución de las secuenciaslluviosas según su duración es ajustablemediante unacadena de Markov de primer orden, tal como ocurreen la actualidad.Rafael de Amat y de Cortada (1746-1818), el barón deMaldá, es otro de los personajes cuyo legado perso-nal tiene interés para el estudio del clima por sus anota-ciones sobre ciertos estados de la atmósfera referidosa Barcelona. Este noble barcelonés, aparte de actuarmovido por una gran curiosidad científica, era muysensible a los cambiosmeteorológicos. En losmás de50 volúmenes de su Calaix de Sastre pueden encon-trarse anotaciones tan curiosas y adelantadas a suépoca como la siguiente, a propósito de una tormentainvernal en la capital catalana:Lo dels trons ha vingut molt de nou per cosa extra-hordinaria, pues que no acostuman a comensar lestronades que a mediats de Abril fins al Octubre. Esprova de haver fet mutació los Climas, y variat se lotemps per lo que mira a les estacions alguns anysha.El noble barcelonés estaba detectando con sumaagudeza una anomalía climática ocurrida en Cataluñaa finales del siglo XVIII, entre 1760 y 1800, que se carac-terizó por unas pautas pluviométricas muy irregula-res y un aumento del tiempo de sequías e inunda-ciones. El campo acusó la anomalía con bajasproducciones, carestía y las correspondientes crisissociales (Motín de Esquilache, 1766; Rebomboris delPa, 1789). El lector ha de ver que las expresionespopulares de que el clima ha cambiado—nonos refe-rimos aquí a la realidad del cambio climático actual—o que el tiempo está loco no son nuevas, sino quetienen precedentes bastante más antiguos de lo quepudiera creerse.

4. El potencial de los proxy-data documenta-les

Para la reconstrucción climática de períodos ante-riores a la existencia de datos meteorológicos instru-mentales y de las épocas de las que tampoco exis-ten informacionesmeteorológicas cualitativas, el únicorecurso es el empleo de los proxy-data, o datos e infor-maciones afines o indicadores, relacionados con lascondiciones atmosféricas, de tipos y procedenciasmuy diversos. Los proxy-data tienen en común quede ellos pueden derivarse informaciones meteoro-lógicas o climáticas que, convenientemente elabo-radas, llegan a expresarse como índices y, mediantecalibración, hasta como valores climáticos comu-nes. Así, por ejemplo, la dendroclimatología o dendro-cronología, que es una de las ramas de la paleocli-matología, considera proxy-data los anillos decrecimiento anual de los árboles, cuyo grosor y densi-dad dependen de la temperatura y la precipitación decada temporada.Sin alejarnos de los archivos históricos, para el casode Cataluña un proxy-data con un gran potencial estáconstituido por la información documental sobrelos daños ocasionados por las inundaciones y, enespecial, las noticias sobre rogativas pro pluviam,es decir, plegarias para que llueva. Su recopilación,valoración y explotación es, entre otros, uno de losobjetivos de la llamada climatología histórica, una

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de las ramas de la paleolimatología más alejada, enun principio, de los métodos estadísticos que carac-terizan a los análisis climáticos convencionales. Losarchivos y legados históricos, sean civiles, eclesiás-ticos o privados, constituyen la fuente primaria a laque acudir para buscar este tipo de información. Aveces se dispone de ciertos libros o memorias reco-pilatorias que resumen la documentación original,lo que simplifica la ardua tarea de consultar la docu-mentación histórica. Las recopilaciones realizadas enel siglo XX por José María Fontana Tarrats, inéditas,sobre diferentes regiones españolas constituyen, igual-mente, un banco de información aún por explotar.El volumen dedicado a Cataluña se titulaHistoria delclima en Cataluña. Noticias antiguas, medievales yen especial de los siglos XV, XVI y XVII.Una de las informaciones afines o proxy-data docu-mentales más curiosas y, a su vez, más valiosas, quepueden extraerse de la documentación histórica enCataluña y de la del resto de España es la relativa ala celebración de rogativas pro pluviam para pedirla lluvia en tiempos de sequía. En efecto, desde almenos el siglo XVI hasta el XIX abundan tales noti-cias tanto en las actas capitulares, de origen religioso,como en lasmunicipales. De hecho, esas ceremonias

religiosas llegan hasta nuestros días, aunque su cele-bración actual no está normada ni es regular comoocurría entre los siglos indicados. Entonces sí querespondían a unmecanismo perfectamente pautado,en el que intervenían diferentes instituciones y, lo quees más importante, que se mantuvo inalterado a lolargo del tiempo. De estamanera, a las series de roga-tivas, pluriseculares, se les puede atribuir tambiénhomogeneidad, requisito fundamental para su poste-rior análisis cronológico.La génesis de las rogativas pro pluviam comienzacuando los campesinos detectan una falta aprecia-ble de lluvia que podía comprometer las cosechas.En esos casos transmitían a las instituciones gremia-les correspondientes su preocupación —angustiaen la época, porque con unos mecanismos comer-ciales rudimentarios, la escasez de la cosechas seconvertía en hambrunas y enfermedades. Los gremios,valorando la gravedad de la situación, enviaban a susprohombres ante las autoridades civiles, a quienesplanteaban el problema. Habitualmente, las autori-dades civiles o municipales verificaban la magnituddel problema de la escasez de agua. Para ello, compro-baban el nivel de agua de los pozos, el caudal delas acequias, etc. Cuando realmente la situación amena-

zaba las actividades productivas primarias, las auto-ridades civiles tramitaban la orden de convocar unaceremonia de rogativa a las autoridades eclesiásticas.Éstas decidían finalmente el día en el que, depen-diendo del calendario litúrgico, comenzaría a reali-zarse la plegaria.Nótese, en conclusión, que intervenían diversas insti-tuciones, en especial las autoridades civiles y ecle-siásticas, que contrapesaban sus intereses: las auto-ridades civiles eran muy cautas a la hora de tramitarla orden de convocatoria de la rogativa, dado quedebían costearlas (ornamentación de las calles, cera,pago a los músicos y a los peregrinos profesionales,etc.), mientras que a las religiosas les interesaba reali-zarlas, por el servicio y la ascendencia sobre las gentesque implicaban. Eso garantiza en España la regula-ridad del procedimiento, es decir, en términos clima-tológicos, la homogeneidad de los registros docu-mentales que se handerivadode estos acontecimientos.Es a partir de mediados del siglo XIX cuando, en elcontexto liberal de la época, las rogativas pro pluviampierden crédito y dejan de obedecer las normas estric-tas reseñadas. No servirán ya, por tanto, como proxy-data, pero en ese momento existen observatoriosmeteorológicos que suplirán la información derivadade las rogativas. En todo caso, una ventaja de las infor-maciones sobre rogativas pro pluviam es la duplici-dad de su registro documental, que aparece en lasactas municipales, al tramitarse la orden de su convo-catoria, y en las capitulares o eclesiásticas, donde seanotan, además, las fechas durante las que se reali-zaron. Así, el climatólogo histórico tiene la seguri-dad de su datación y una fuente complementaria parael caso de que una de las actas haya desaparecido.Uno de los hechos más interesantes y más valiososclimáticamente de las rogativas pro pluviam es que,dependiendo de la gravedad de la sequía, la cere-monia religiosa era de distinto tipo. Es decir, puedenestablecerse diferentes grados de intensidad de lasequía a partir del tipo de ceremonia: tanto mássolemne cuanto mayor era la necesidad de agua.Así, en la mayoría de las ciudades estudiadas, talescomo las sedes obispales catalanas, Toledo, Sevilla,Murcia y otras ciudades, ante una cierta necesidad deagua, consecuencia de un período seco, la rogativaconvocada era una simple oración, normalmenteen el transcurso de la misa, a un santo intercesor. Sila sequía persistía, se buscaba la solución ante un santodemayor «rango»,mediante la exposición de su imageno sus reliquias en el altar mayor de la catedral o dela parroquia de la población. Cuando el problemase hacía más agudo, la ceremonia consistía en unaprocesión solemne por las principales calles de lapoblación con la imagen de un santo más venerado.En casos muy graves se sumergían en las aguas delpuerto, del río de la población o de alguna fuentelas reliquias o la imagen de un santo, virgen o cruzmuy queridos, ceremonia que fue prohibida por elVaticano, a partir de ciertomomento, por el deterioroque suponía para las imágenes, aunque se mantuvo,en forma de simulacro, este tipo de rogativa. Final-mente, en situaciones extremas, apenas dos o trescasos hay registrados tanto enCataluña como enAnda-lucía occidental entre finales del siglo XVI y media-dos del XIX, se acudía en masiva peregrinación auna ermita de un santo o virgenmuy importante, como

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la de Montserrat o del Rocío. La regularidad de esteprocedimiento, con la misma secuencia y jerarquíade santos intercesores en cada ciudad, aunque dife-rentes de unas a otras, dota al climatólogo históricode un índice de la gravedad de la sequía. De esta formase tiene datado cada fenómeno, por lo que es fácilestablecer su frecuencia y persistencia a lo largo deltiempo y, además, la intensidad de las sequíasmedianteuna escala de 4 ó 5 grados.Otra información de gran interés climático es la rela-tiva a los daños ocasionados por las inundacionesfluviales, fueran pérdidas de vidas humanas o de cabe-zas de ganado, daños en infraestructuras, comopuen-

tes, etc., que eran consignadas regularmente por elnotario de la ciudad en las actas municipales. Exis-ten en España numerosas noticias de este tipo desdetiempos muy remotos, en especial en las principa-les ciudades atravesadas por ríos importantes o situa-das a orillas de ellos. Al combinar las rogativas propluviam con las noticias sobre inundaciones puedenreconstruirse las pautas extremas de la precipita-ción a lo largo de varios siglos. En el gráfico 2 semues-tra mediante índices la frecuencia de las sequías ylas inundaciones enCataluña durante la Pequeña EdadGlaciar, período relativamente frío en Europa desdelos siglos XIV-XV hasta mediados del XIX.

5. Dos ejemplos de reconstrucción climáticaen Cataluña: la gran sequía de 1566-1567 y loany del diluviA partir de los registros documentales sobre rogati-vas pro pluviam y de otras informaciones en variasciudades catalanas ha podido reconstruirse el episo-dio de la gran sequía de los años 1566 y 1567. Parala ciudad de Barcelona, que sufrió la sequía contoda su gravedad, la tabla 2 resume las informacionesque contiene al respecto elManual deNovells Ardits,dietario oficial de la ciudad.Aunque de las informaciones precedentes no puedereconstruirse con total precisión la longitud de lassecuencias de días secos habidas durante el episodio,parece que desde el 22 de febrero hasta el 6 demayode 1566, período coincidente en gran parte con laprimavera, hubo dos secuencias secas con una dura-ción de algo más de un mes. Con datos recientes,de los últimos treintenios internacionales, puede seña-larse que rachas secas de la duración indicada no sondesconocidas en la primavera barcelonesa, aunquela ocurrencia de dos en esa estación en unmismo añoresulta excepcional.En todo Cataluña los principales efectos de la sequíafueron las pérdidas de las cosechas de los dos años,con la consiguiente escasez general de alimentos,en especial en las poblaciones interiores, a las quellegaban con dificultad los aprovisionamientos ultra-marinos. Los testimonios sobre la pérdida de la cose-cha son abundantes. Así, en el Ceremonial antic deLleida se dice en relación con los años 1566 y 1567:De tot aquell any ni del altre apres fins en lo Agostno plogue aixi que nos culliren ninguns blats perlos secans y per les hortes mol pochs de hont valentse lo blat al sementer a sis y a set sous faneca vinguea la era a valer a vint sous y a mes la faneca de hontla gent resta spantada [...].En Flix, J. Vilanova, un diputado a Cortes, escribe:Not q en lo any 1566 feu gran seca q de un any noplogue fins a 7 de maig q plogue una bona pluja yno sembrarendeçaUrgell y enUrgell encaraq sembra-ren no si colli [...].Del mismo modo, los molinos harineros de algunasciudades, como los de Tarragona y Tortosa, tuvie-ronmuchas dificultades en su funcionamiento a causadel bajo caudal de los ríos respectivos. En las pobla-ciones más importantes, como Barcelona, Girona,Lleida, Tortosa, la Seu d'Urgell, Igualada o Cerverase realizaron las rogativas de máximo nivel.El año 1617 ha pasado ya a la historia del clima deCataluña como lo any del diluvi, por el episodio deprecipitaciones torrenciales que tuvo lugar entre losúltimos días de octubre y la primera decena de noviem-bre en buena parte del país, así como en Valencia yotras regiones. El episodio ha dejado una abundantey detallada información documental sobre los dañoscausados especialmente en las infraestructuras urba-nas. Sin duda, por la destrucción producida cabe cali-ficar al episodio de catastrófico en el conjunto de Cata-luña, aunque desde un punto de vista climático y afalta de registros pluviométricos, pudiera no habersido excepcional en algunas de las ciudades afecta-das. Una reconstrucción de sus efectos, realizada porM. Barriendos aparece recogida en el gráfico 3.•

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Entrevista a Richard LindzenCatedrático de Meteorología y Física de laAtmósfera del Massachusetts Institute ofTechnology (MIT) de Boston

«El cambioclimáticodeorigenantropogéniconosuponeuna seria amenaza»

Richard Lindzen forma parte de unasubespecie de científicos, minoritaria peroreal, a los que les gusta ir en contra delpensamiento dominante. Bajito y regordete,con una barba frondosa de color carbón yfumador empedernido æahora que enEstados Unidos ser fumador equivale casi aser un delincuenteæ el doctor Lindzen esbrillante e irónico en la defensa de susargumentos. Desde el púlpito de la cienciaverdadera, afirma que el cambio climáticode origen antropogénico no supone unagrave amenaza para el futuro. En definitiva,responde a los intereses de un gran númerode científicos que viajan por el mundo parahablar sobre el cambio climático y querespaldan argumentos que están másrelacionados con la religión que con laciencia. Sin embargo, el profesor Lindzenparticipó la primavera pasada en unseminario organizado con motivo del VIaniversario de la Facultad de CienciasAmbientales de la Universidad Autónoma deBarcelona.

Usted no está de acuerdo con aquellos æy sonmuchosæqueafirmanqueelcalentamientoglobalestá mayoritariamente causado por la actividadhumana ¿Por qué?

Simplemente porque no es cierto. En lo que respectaal cambio de temperatura en el planeta Tierra, los cien-tíficos estamos de acuerdo en que, a lo largo del últimosiglo, la temperatura global se ha visto incremen-tada en 0,5 ºC ¿Qué más sabemos y en qué estamosde acuerdo los científicos? La temperatura de la Tierracambia continuamente. Se trata de un proceso diná-mico: el calentamiento se concentró durante los perí-odos comprendidos entre 1919 y 1940 y entre 1976y 1986, y, en cambio, entre estos dos períodos tuvolugar un enfriamiento. Actualmente nos encontramosen una etapa de temperaturas altas y las fluctuacionessupondrán años récord, aunque esto no constituyeningún indicador de futuras tendencias.

Si el incremento del dióxido de carbono en laatmósfera no se debe principalmente a la acti-vidad humana, ¿cómo podemos explicar estefenómeno?

Los gases de efecto invernadero de origen antropo-génico tienenmuchamenos importancia en el procesoque otras sustancias naturales como el vapor de aguay las nubes. Lo importante es la variabilidad natural,un fenómeno que la ciencia todavía no conoce bien.Realmente no conocemos la relación que existe entrelas actividades humanas y el cambio climático. Lo quesí puedo afirmar es que el hechode erradicar las emisio-nes a la atmósfera no modificaría inmediatamentelos niveles de CO2 y que la reducción de las mismastampoco frenaría el incremento de dicho gas en laatmósfera.

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Por tanto, usted consideraundisparate el Proto-colo de Kyoto...

La adhesión de todos los países al Protocolo y sucumplimiento no tendría æni tendráæ ningún impactosignificativo sobre el clima. Si nos preocupamos pornuestros nietos y bisnietos, me parece que se mere-cen un legadomuchomejor que el Protocolo deKyoto.

Jefes de Estado y de gobierno, muchos científi-cos y los ciudadanos ven las cosasde formamuydistinta...

La percepción entre los verdaderos científicos y losno científicos es muy diferente. Ya estamos acos-tumbrados y muchos científicos han reaccionado:en Estados Unidos, el 90% de la comunidad científicaha decidido que no quiere aparecer en losmedios decomunicación.

Posiblemente loscientíficosquehan tomadoestadecisión de desaparecer de la escena públicatendrán problemas para conseguir fondos yrecursos para la investigación.

Eso es parte del problema. Hoy en día, ser alarmistase ha convertido en un factor crucial para conseguirrecursos y reconocimiento científico. Si, como cien-tífico, tienes la costumbre de argumentar que el futurodel planeta y de las próximas generaciones huma-nas corre peligro, tienes muchas más posibilidadesde conseguir dinero que si apuestas por la razón cien-tífica.

¿Usted tieneproblemaspara conseguir recursospara investigar?

Una parte muy importante de mi trabajo es teórica.Observo y analizo las tormentas y las nubes y cómoresponden estos fenómenos al cambio climático.Por fortuna, se trata de una investigación no excesi-vamente cara a pesar de que trabajo con algunoscompañeros de la NASA y utilizamos datos de preci-sión que nos llegan de los satélites.

¿Quéaporta su investigaciónal estudiodel clima?

No estoy de acuerdo en que debamos reducir lasteorías al desarrollo de grandes modelos. Creo quetenemos que volver al estudio de la física básica yde los procesos y utilizar tales trabajos para deter-minar con más precisión los requisitos espaciales ytemporales para llevar a cabo las observaciones. Lasmetodologías actuales de investigación son inade-cuadas en ese sentido. Por ejemplo, un investigadorno puede decidir simplemente que efectuará medi-ciones de las nubes, ya que éstas varían de acuerdocon las escalas de tiempo horarias y sus propieda-des dependen del ángulo cenital. Todo esto nos puedeexplicar muchas cosas sobre el clima.

¿Dónde radican losproblemasdel actualmodelode investigación?

Tenemos varios. En primer lugar, los políticos y losgestores de la ciencia deberían dejar de lado su inge-nuidad: en lugar de promover el alarmismo, deberíandiseñar sistemas de apoyo a la ciencia que fomen-taran la resolución de problemas.

¿Deberíanrepartirse los recursos segúnuncrite-rio diferente?

En cualquier caso no se debería hacer con los crite-rios actuales. Actualmente, si observamos la estruc-tura de recursos en el ámbito de la ciencia, sucedencosas sorprendentes. Por ejemplo, si se argumenta deforma apocalíptica que el mundo avanza hacia su fin,o si se trabaja para el grupo llamado Panel Interna-cional sobre el Cambio Climático (IPCC) æinclusosi no se tiene ninguna reputación ni credibilidad comocientíficoæ se tienenmuchas posibilidades de conse-guir recursos para investigar. Juegas en el equipode los investigadores que quieren salvar el mundo.No hay lugar a dudas de que, hoy en día, el pensa-miento ecológico vende, hace de ti una buena personaque sigue el camino correcto. Incluso muchos cien-tíficos apoyan el movimiento ecologista. Ahora estáde moda in en contra de la tecnología.

¿Por qué?

Es una dinámica histórica. Hay períodos históricos enlos que domina el pesimismo tecnológico y otrosen los que tiene más peso el optimismo en cuantoal desarrollo tecnológico. Actualmente nos encon-tramos claramente en un período de pesimismo. Hayperíodos históricos que guardan paralelismos conla situación actual. Por ejemplo, el debate que tuvolugar en Gran Bretaña cuando se pretendía introdu-cir la electricidad en las casas. El Gobierno solicitó uninforme a la Royal Society. Esta institución científicaafirmó que el gas era suficiente para la mayoría dela gente y que no era necesario desplegar la electri-cidad porque no se iba a utilizar. Afortunadamente,entonces los políticos que debían tomar la decisiónno se dejaron llevar por el pesimismo tecnológico yla desconfianza en el progreso.

Esta crítica que hace al sistema de distribuciónde los recursos para la ciencia, ¿es válida tantopara Europa como para Estados Unidos?

A pesar de que mi crítica es general, existen algu-nas diferencias entre Europa y EstadosUnidos. Mi paístiene una estructuramás descentralizada; hay univer-sidades privadas que tienen mucho peso, como enel caso delMassachusetts Institute of Technology (MIT)de Boston. En cambio, en Europa, quizás debido ala centralización, cuesta diferenciar entre la cienciay la política. Hay una gran burocracia que contribuyea construir el sistema que he descrito.

¿Quépapel tiene la industria en todo este debatesobre el cambio climático?

La industria no pretende, en ningún caso, actuar deuna forma políticamente incorrecta. Su objetivo eshacer negocios, ganar dinero. Por tanto, evita losenfrentamientos sobre cuestiones que no se conocenlo suficiente.

Usteddefiendeque seexagera la contribucióndelasemisionesdeorigenantropogénicoal cambioclimático, que realmente no conocemos la rela-ción que puede existir entre éste y las activida-des humanas. Pero, ¿y el principio de precau-ción?

Amímeparece que la ciencia demuestra que el cambioclimático de origen antropogénico no constituye unaseria amenaza. Dicho esto, yo he reflexionado sobreel principio de precaución. Sin embargo, he llegadoa la misma conclusión que hace cinco años en rela-ción con el café. Un estudio, que no tenía suficientebase científica, decía que esta bebida, que a mí meencanta, producía cáncer. Yo no dejé de tomarlo, esdecir, no apliqué el principio de precaución. No estabaconvencido y el café me gusta demasiado. En elcaso del cambio climático, no veo que sea diferente.

Más allá de la investigación científica, que, porlo menos, no plantea serios interrogantes, ¿quésería partidario de hacer desde el punto de vistaeconómico y social?

Soy partidario de los procesos de adaptación, de cons-truir sociedades más adaptables ¿Qué quiero decircon esto? Cuando hay un terremoto en la zona de Cali-fornia, en Estados Unidos, mueren como máximocuatro o cinco personas. No importa que el grado seamuy elevado: las infraestructuras y las casas estánpreparadas. En cambio, si el mismo terremoto tuvieralugar en otro lugar del planeta, causaríamiles demuer-tos. Construir sociedades más adaptables implicaayudar e invertir en las sociedades en desarrollo. Desdemi punto de vista, éste es el auténtico principio deprecaución.

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El protocolo de Kioto: uninstrumento de futuroIgnasi DoñateAbogado experto en cuestiones medioambientales

1.- Introducción

1.1.- El reto del cambio climático

El cambio climático ha centrado las intervenciones enel Día Mundial del Medio Ambiente de 2002, ya queha servido como captador de la atención y oportu-nidad para el llamamiento por parte de las NacionesUnidas a intensificar los esfuerzos para frenar la tenden-cia progresiva del calentamiento del planeta. Tresmeses después de hacerse públicas las fotografías deldesprendimiento de la plataforma glacial Larsen Ben la Antártida, una expedición financiada por elPrograma de las Naciones Unidas para el MedioAmbiente (PNUMA) ha presentado informes sobrela desaparición de glaciares en el Himalaya y los gravesriesgos que conllevaría.Coincidiendo con el décimo aniversario de la Cumbrede Río y de la firma del Conveniomarco de las Nacio-nes Unidas sobre el cambio climático, la Organizaciónde las Naciones Unidas ha pedido nuevas medidaspara incrementar el desarrollo sostenible y fomentaruna nueva ética de administración global en el marcode la desesperación manifestada por el Director dela FAO en lo que se ha bautizado como el «fracasode la lucha contra la pobreza» —Cumbre de Roma—ante el éxito de la «lucha por la libertad» que encabeza,dirige y realiza la administración Bush. En estemarco,las Naciones Unidas pretenden recuperar el espíritugenerado en Río 1992, que en la actualidad ha perdidotoda su vigencia a causa de las trabas existentes a laentrada en vigor del Protocolo de Kioto.

1.2.- El proceso hacia la firma del Conveniomarco de las Naciones Unidas sobre el cam-bio climático

La preocupación por el progresivo calentamientodel planeta semanifestó con la firma, el 16 de septiem-bre de 1987, delProtocolodeMontreal, que se refierea las políticas necesarias para prohibir el uso de sustan-cias que reducen la capa de ozono. Se aprobó el 16de septiembre de 1987 enMontreal y, posteriormente,sufrió modificaciones y enmiendas.Al año siguiente se constituyó el grupo llamado Panelntergubernamental sobre el cambio climático(IPCC) junto con la Organización MeteorológicaMundial y el Programa de las Naciones Unidas parael Medio Ambiente (PNUMA).

2.- El Convenio marco de las Naciones Unidassobre el cambio climático

El Convenio marco de las Naciones Unidas sobre elCambio Climático —en adelante, el «Convenio»— seaprobó enNuevaYork el 9 demayo de 1992 y lo firma-ron 186 países, incluidos EE.UU. y la Comunidad Euro-pea, en la Conferencia de las Naciones UnidassobreMedioAmbiente yDesarrollo, celebrada enRío de Janeiro entre los días 3 y 14 de junio de 1992.De acuerdo con este Convenio, en el año 2000 lasPartes firmantes debían reducir a los niveles de 1990y estabilizar las emisiones de gases invernadero delConvenio para la Protección de la Capa de Ozono

no controlados por el Protocolo deMontreal. El Conve-nio está dirigido básicamente a los países desarro-llados y a los que se encuentran en transición haciauna economía demercado y que son responsables dela mayoría de las emisiones de gases que provocanel efecto invernadero.El Convenio acordó instituir unaConferencia de lasPartes comoórgano supremodelmismo, con el objetode examinar con regularidad la aplicación de dichoConvenio y la puesta en marcha de sus instrumen-tos jurídicos.El Convenio estableció un mecanismo de finan-ciación dirigido al suministro de recursos financierosa título de subvención o en condiciones favorablespara incentivar, entre otras iniciativas, la transferenciade tecnología a los países en desarrollo. En este sentido,el Convenio estableció la obligación de los países desa-rrollados de proporcionar recursos nuevos y adicio-nales para cubrir la totalidad de los gastos conveni-dos que efectúen los países en desarrollo para transmitirla información relacionada con la aplicación del Conve-nio.Sin embargo, este Convenio resultaba insuficiente paraconseguir sus propios objetivos, tal y como lohademos-trado claramente el hecho de que los niveles de gasesde efecto invernadero de 2000 no sólo no se hayanlimitado a los de 1990, sino que se han visto incre-mentados. Por estemotivo, la Conferencia de las Partesdel Convenio acordó iniciar un proceso destinado aadoptar medidas más concretas y eficaces que deter-minaran las obligaciones de los países desarrolladospara el período posterior a 2000.

3.- El Protocolo de Kioto del Convenio marcode las Naciones Unidas sobre el cambio cli-mático

Este proceso supuso la aprobación del «Protocolode Kioto del Convenio marco de las Naciones Unidassobre el cambio climático» —en adelante, el «Proto-colo»— el 11 de diciembre de 1997. En consecuen-cia, la lectura del Protocolo se debe llevar a cabojuntocon ladelConvenio, teniendoencuenta lasconstantes referencias que hacen el uno al otro.De todos modos, hay que decir que la verdaderacomprensión de sus artículos se escapa a la mayorparte de los mortales, y que para evaluar sus efectosno sólo será necesario que un día u otro entre en vigor,sino que las sucesivas conferencias de las partes vayanconcretando el lento proceso hacia la limitación delas emisiones.En el ámbitomundial, elProtocoloexigea lospaísesindustrializados reducir sus emisiones de gasesinvernadero correspondientes a 1990 enun5%,como promedio, en el período 2008-2012.

3.1.- Los gases, los sectores emisores y lasfuentes

El objetivo de Kioto es limitar las emisiones de gasesinvernadero no incluidos en el Protocolo deMontreal(gases que afectan a la capa de ozono). En este sentido,en el Anexo A se concretan los seis gases específi-cos de efecto invernadero incluidos en el Proto-

colo: dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxidonitroso (N2O), hidrofluorocarbonos (HFC), perfluo-rocarbonos (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6).Comosectores y categorías de fuentesde emisio-nes se cuentan:a) El sector de la energía. Categorías de fuentes: laquema de combustible (industrias de energía, indus-triamanufacturera y de la construcción, del transportey otros sectores) y las emisiones fugitivas de combus-tibles (sólidos, petróleo, gas natural y otros).b) El sector de procesos industriales. Categorías defuentes: los productosminerales, la industria química,la producción de metales, la producción y el comer-cio tanto de halocarbonos como de hexafluoruro deazufre.c) Utilización de disolventesd) Agricultura. Categorías de fuentes: la fermentaciónentérica, el aprovechamiento de excrementos, el cultivode arroz, los suelos agrícolas, la quema prescrita desabanas, la quema en el campo de residuos agríco-las y otros.e) Residuos. Categorías de fuentes: la eliminaciónde residuos sólidos del suelo, el tratamiento de aguasresiduales, la incineración de residuos y otros.

3.2.- El desarrollo sostenible como objetivo

La finalidad del Protocolo es promover de formaconcreta el desarrollo sostenible, lo cual implica refor-mar los parámetros actuales de los países industria-les desde un sector estratégico y transversal como elde la energía, entendida en todo su ciclo de genera-ción-distribución-consumo-reciclaje y haciendo espe-cial referencia a la necesidad de optar por las fuen-tes renovables. Así, cuestionar el actual modeloenergético no sólo implica reformar el sector ener-gético como tal, sino que exige reformar todos lossectores de producción de acuerdo con un procesoacelerado de innovación tecnológica que permita alte-rar —que no reducir— las pautas de consumo.El Protocolo constituye uno de los ejes estraté-gicos más importantes que conducen a nuevosmodelosdesostenibilidadenergética. Sin embargo,al mismo tiempo, las dificultades con que se encuen-tra para poder entrar en vigor indican que los paísesricos no quieren perder su hegemonía desde el puntode vista de la sostenibilidad a la que están expues-tos—por otro lado—para diversificar los riesgos deri-vados del progresivo descenso de los recursos no reno-vables, tales como el petróleo, el gas o el carbón, y delas dependencias estratégicas que el control de dichosrecursos genera en el contexto mundial.Por lo tanto, la primera exigencia de sostenibili-dad del Protocolo está dirigida al sector energé-tico y promueve unamayor eficiencia así como la utili-zación de fuentes de energía nuevas y renovables.El segundo sector más afectado es la industria, espe-cialmente lamás relacionada con los productos quími-cos. El tercero sería el sector del transporte y el cuarto,en orden de mayor a menor generación de gases deefecto invernadero, sería el agrícola, con una refe-rencia específica a la limitación de las emisiones demetano.A la reforma de estos sectores de producción, queafectan en gran medida a los países ricos, se añade

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también la necesidad de proteger y mejorar lossumideros y los depósitos de los gases de efectoinvernadero, lo que lleva a cuestionar las prácti-cas de deforestación en los países pobres y la nece-sidad de reformular las prácticas de gestión forestal,la forestación y la reforestación.

3.3.- La responsabilidad individual de cadauna de las Partes

Para alcanzar estos objetivos, el Protocolo deja enmanos de cada país la responsabilidad de aplicarmedi-das fiscales y mercantiles que limiten o reduzcanlas emisiones no controladas por el Protocolo deMontreal. En cambio, en el ámbito internacional nose impone ningún tipo de responsabilidad común yse exhorta a cada uno de los países que son Parteen el Protocolo a cooperar para unamejor aplicaciónde las políticas derivadas del Protocolo y, en especial,se recomienda intercambiar experiencias e informa-ción sobre las políticas que se adopten.En el caso de que esta responsabilidad común fueraexigible por el Protocolo, marcaría una tendenciade cambio cualitativo en el orden mundial hacia lasostenibilidad. Sin embargo, la coherencia de estenuevo orden mundial está todavía lejos de la volun-tad de los países más implicados en la generaciónde gases invernadero, los cuales están en procesode aceptar comomáximo compromisos en el ámbitode cada país —a excepción de la Comunidad Euro-pea— de manera que la instauración de un nuevoorden mundial queda en la mera recomendaciónde cooperación y en la investigación de cuáles seríanlas formas más adecuadas de cooperación.

3.4.- La limitación en referencia a las emisio-nes de 1990

La reducción o limitación de gases de efecto inver-nadero que conllevará la aplicación del ProtocolodeKioto se concreta en que, para el período compren-dido entre 2008 y 2012, las Partes no generen porcen-tajes superiores a las emisiones recogidas en el AnexoB del Protocolo en relación con las emisiones de 1990de cada una de las Partes.En cualquier caso, se estipula que la reducción delas emisionesmundiales tiene que estar, comomínimo,un 5% por debajo de los niveles de 1990 y que cadauna de las Partes tiene que poder demostrar en 2005un avance concreto en el cumplimiento de los compro-misos adquiridos en virtud del Protocolo.

3.5.- La peculiaridad de los países en transi-ción hacia una economía de mercado

Sin embargo, las Partes en transición hacia unaeconomía de mercado tendrán libertad para deter-minar si tienen la intención de utilizar un año o perí-odo que no sea 1990 como referencia para cumplirlos compromisos de reducción o limitación. En cual-quier caso, el Protocolo recoge que la Conferencia delas Partes concederá cierto grado de flexibilidad alos países en transición hacia una economía demercado.

3.6.- La difícil y compleja evaluación delcumplimiento de los compromisos

Para el cumplimiento de los compromisos de reduccióno limitación, el Protocolo establece que se tendrán encuenta las variaciones netas en las fuentes de emisio-nes y la variación de la absorción por los sumiderosde los gases invernadero que resulten de los cambiosen la explotación del suelo causados por el ser humano,así como las actividades forestales—desde 1990 restrin-gidas a la repoblación forestal, la reforestación y ladeforestación— medidas como cambios verifica-bles en las acumulaciones de carbono en cada unode los períodos de cumplimiento obligatorio.La dificultad para medir la absorción de gases porlos sumideros y las cantidades de carbono acumu-ladas hace que se prevea un procedimiento a fin deque, una vez entre en vigor el Protocolo, un Órganosubsidiario de Asesoramiento Científico examinelos datos facilitados por cada Parte, determine el nivelde carbono almacenado para 1990 y emita una esti-mación de las variaciones para los años sucesivos.

De hecho, cada una de las Partes se compromete,antes de que acabe el año del primer período decompromiso, a aprobar un sistema nacional que

permita la estimación de las emisiones antropogé-nicas y de la absorción por los sumideros. Este «sistemanacional» se elaborará de acuerdo con las directri-ces que elabore la Conferencia de las Partes en suprimera reunión y que incluirán lasmetodologías paracalcular las emisiones y la absorción por los sumi-deros.

3.7.- La transferencia de unidades de re-ducción entre las Partes

El Protocolo prevé en su artículo 6 que cualquierParte incluida en el Anexo I podrá transferir acualquierade lasotrasPartes, o adquirirdeéstas,las unidades de reducción de emisiones deriva-das de proyectos encaminados a reducir las emisio-nes antropogénicas o incrementar la absorción porlos sumideros. Estos acuerdos de transferencia o deadquisición deberán ser aprobados por las Partes yestarán condicionados a que el proyecto comporteuna variación adicional en cualquier otra reduccióno incremento y que sólo se pueda aprobar si cadaParte aprueba el sistema nacional de estimación delas emisiones y aporta la información suplementa-ria que permita asegurar que la Parte está cumpliendo

ANEXO B DEL PROTOCOLO

Compromiso cantificado de limitación o reducción de las emisiones

(% del nivel del año o período de base)Alemania 92 Islandia 110Australia 108 Italia 92Austria 92 Japón 94Bélgica 92 Letonia 92Bulgaria 92 Liechtenstein 92Canadá 94 Lituania *92Comunidad Europea 92 Luxemburgo 92Croacia* 95 Mónaco 92Dinamarca 92 Noruega 102Eslovaquia* 92 Nueva Zelanda 100Eslovenia* 92 Países Bajos 92España 92 Polonia* 94Estados Unidos de América 93 Portugal 92Estonia* 92 R.U.de Gran Bretaña e Irlanda del Norte 92Federación Rusa* 100 República Checa* 92Finlandia 92 Rumania* 92Francia 92 Suecia 92Hungría* 94 Suiza 92Irlanda 92 Ucrania* 100

* Países en proceso de transición hacia una economía de mercado

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los compromisos adquiridos con la ratificación delProtocolo.

3.8.- La financiación de los compromisos delos países en desarrollo

El Protocolo reitera la obligación ya indicada en elConvenio de que los países desarrollados y los que seencuentran en transición hacia una economía demercado proporcionen recursos financieros nuevosy adicionales para satisfacer las necesidades que elProtocolo comporta para los países en desarrollo.Asimismo, deben facilitar recursos destinados a latransferencia de la tecnología necesaria para el cumpli-miento de las obligaciones derivadas del Protocolo.La carga de la financiación debe distribuirse adecua-damente entre aquellas Partes que sean países desa-rrollados. De todosmodos, cabe destacar que elmeca-nismo financiero tendrá una representaciónequitativayequilibradade todas lasPartes, si bienno cabe duda de que deberá funcionar bajo ladirección de la Conferencia de las Partes, en laque cada Parte tiene un voto.El hecho de que cada Parte tenga un voto no dejade ser un elemento muy significativo en un sistemade Naciones Unidas hipotecado constantemente porel veto. Esta igualdad de voto entre países hace quelamayoría de los votos corresponda a los países pobres(140, aproximadamente) frente a los 40 países desa-rrollados que son los que deben asumir la principalobligación de limitar o reducir las emisiones y, a lavez, aportar fondos económicos y la tecnología afin de que los países pobres puedan disponer de losmedios necesarios para cumplir los compromisosdel Convenio. Actualmente, cuando todavía no haentrado en vigor el Protocolo, la proporción entrelos países que lo han ratificado es de 22 (países desa-rrollados) y 52 (países en desarrollo).

3.9.- El mecanismo de desarrollo limpio

El Anexo I del Protocolo incluye la lista de países desa-rrollados que asumen la responsabilidad individualy global de las emisiones de gases de efecto inver-nadero. El mecanismo del desarrollo limpio está diri-gido a las Partes no incluidas en dicho Anexo I a finde que puedan obtener de los países desarrollados—véase Anexo I— ayudas para alcanzar un desarrollosostenible mediante la realización de proyectos queimpliquen reducciones certificadas de las emisio-nes.A diferencia de las obligaciones derivadas del meca-nismo financiero general del Convenio, en el cuales obligatorio que colaboren los países desarrollados,elmecanismodedesarrollo limpio es de carácter volun-tario para las Partes. Además, para fomentar la implan-tación del mecanismo, se ofrece como incentivo alos países desarrollados que puedan utilizar las reduc-ciones certificadas de los proyectos que financienen países en desarrollo para contribuir al cumplimientode sus compromisos cuantificados de limitación oreducción de emisiones.

3.10.- El incumplimiento de los compromisosdel Protocolo

«En su primer período de sesiones, la Conferenciade las Partes en calidad de reunión de las Partes enel presente Protocolo aprobará unos procedimien-tos y mecanismos apropiados y eficaces para deter-minar y abordar los casos de incumplimiento de lasdisposiciones del presente Protocolo, inclusomediantela preparación de una lista indicativa de consecuen-cias, teniendo en cuenta la causa, el tipo, el grado yla frecuencia del incumplimiento».

Esta es la provisión literal del artículo 18 del Protocolopara casos de incumplimiento, de la cual cabe resal-tar que no se habla de sanciones y que, si las medidasque se aplicaran en caso de incumplimiento estu-vieran vinculadas, éstas deberían aprobarse como sise tratara de una enmienda al Protocolo, lo cual suponeun blindaje del Protocolo frente a posibles enmien-das, sin que éstas lleguen a ser imposibles.

3.11.- Las enmiendas al Protocolo

Las enmiendas al Protocolo, en principio, deben apro-barse por consenso de las Partes. Sólo en el caso deque el consenso sea inalcanzable, y como últimorecurso, la enmienda se puede aprobar mediante elvoto favorable del 75%de las Partes presentes y votan-tes en la reunión convocada a tal efecto. Finalmente,la enmienda aprobada sólo se aplicará a las partes quela hayan aprobado y cuando se hayan recibido losinstrumentos de aceptación de la enmienda de unmínimo del 75% de las Partes del Protocolo. Laenmienda sólo será aplicable al resto de las Partes quela ratifiquen. En este sentido, hay un cierto blindajedel Protocolo y las Partes nunca se verán obligadasa aceptar una enmienda, pues sólo les será aplica-ble cuando la ratifiquen voluntariamente.

4.- La aplicación del Protocolo en la UniónEuropea

La Unión Europea, con la aplicación del Protocolo,está comprometida a reducir, en conjunto y duranteel período 2008-2012, sus emisiones de gases inver-nadero del año 1990 en un 8%.Los objetivos de limitación de la emisión de los gasesinvernadero de la Unión Europea y de sus Estadosmiembros se aprobaron de forma legal y obligatoriael 4 de marzo de 2002 en el Consejo de Ministros deMedio Ambiente de la Unión Europea. Los objetivosde reducción de cada país son los que se acordaronpolíticamente el mes de junio de 1998, compromisoque se ha recogido legalmente como Anexo II de laDecisión 2002/358/CE del Consejo.Los objetivos de limitación y reducción de los gasesde efecto invernadero en los Estados de la Comuni-dad Europea son:

Austria - 13 %Bélgica - 7,5 %Dinamarca - 21 %Finlandia 0 %Francia 0 %

Alemania - 21 %Grecia +25 %Irlanda +13 %Comunidad Europea - 8 %Italia - 6,5 %Luxemburgo - 28 %Holanda - 6 %Portugal + 27 %España + 15 %Suecia + 4 %Reino Unido - 12,5%

De acuerdo con su última decisión, la ComunidadEuropea y sus Estadosmiembros han acordado tambiéndepositar simultáneamente sus instrumentos de rati-ficación en las Naciones Unidas antes del 1 de juniodel presente año (2002).

5.- La ratificación del Protocolo por parte dela Unión Europea

El 25 de abril de 2002, el Consejo de la Unión Euro-pea, en nombre de la Comunidad Europea, adoptóla Decisión 2002/358/CE (DOCE L 130 de 15.5.2002)de aprobar el Protocolo quepreviamente había firmadoen Nueva York el 29 de abril de 1998.Posteriormente, laUniónEuropea ratificóelProto-colo de Kioto el 31 de mayo del presente año(2002). Este acto ha reafirmado el compromiso delaUnión Europea y de sus Estadosmiembros de buscarsoluciones multilaterales para dar salida al problemageneral. Con esta ratificación se pretende hacer reali-dad el propósito de la Unión Europea de que el Proto-colo entre en vigor antes de la Cumbre Mundial deDesarrollo Sostenible que se celebrará en Johannes-burgo durante los próximosmeses de agosto y septiem-bre. En este sentido, la Unión Europea ha invitadoreiteradamente a las demás Partes a ratificar el Proto-colo tan pronto como sea posible y continúa instandoa EE.UU. a participar en el marco global para afron-tar el cambio climático.Al decidir la Comunidad Europea y los Estadosmiem-bros que se cumplan los compromisos de Kioto deforma conjunta, se corresponsabilizan individual ycolectivamente de tomar lasmedidas apropiadas, gene-rales o particulares, para asegurar el cumplimiento delas obligaciones derivadas de las actuaciones de lasinstituciones de la Comunidad, incluido el compro-miso cuantificado de reducción de emisionesCon esta ratificación comunitaria se podrá conside-rar que se cumplen los compromisos de Kioto si, ensu conjunto, la Comunidad Europea reduce sus emisio-nes en un 8%, a pesar de que un estado comunita-rio no haya cumplido su compromiso específico.Por el contrario, si en su conjunto la Comunidad Euro-pea no cumple el objetivo global de reducción, cadauna de las Partes será responsable del nivel de susemisiones y del cumplimiento de sus propios obje-tivos.De este modo, se ha reforzado la voluntad euro-pea de cumplir los compromisos del Protocoloy la propia Comunidad ha asumido un espaciocompetencial de gran importancia que le permitatener un instrumento para hacer que los Estadosmiem-bros cumplan los compromisos en relación con el

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Protocolo. Esta asunción de competencias por partede la Comunidad Europea hará que la Comisión puedaacordar las medidas necesarias para ejecutar la Deci-sión 2002/358/CE. Esta asunción de funciones aparececonfirmada cuando la Decisión deja claro que serálapropiaComisión, antesdel 31dediciembrede2006, la que determinará los niveles de emisiónatribuidos a laComunidadEuropeay a cadaunode los Estados miembros en toneladas equiva-lentes de dióxido de carbono.Dehecho, tal comodeja claro laDecisión 2002/358/CE:«Las emisiones anuales de referencia de la Comuni-dad y sus Estadosmiembros no se determinarán defi-nitivamente hasta que no entre en vigor el Proto-colo. Una vez se hayan fijado tales emisiones anualesde referencia—comomáximo, antes de que comienceel período del compromiso— la Comunidad y susEstadosmiembros determinarán los niveles de emisiónen toneladas equivalentes de dióxido de carbono».Las limitaciones o reducciones de los niveles de emisiónrecogidos en el Anexo II de la Decisión son las quepolíticamente se acordaron en junio de 1998. Con estaDecisión comunitaria y las respectivas ratificacionesdel Protocolo de los Estados miembros, el compro-miso de limitación deja de ser un acuerdo político yse convierte en una obligación legal.La Comisaria Europea de Medio Ambiente, MargotWallström, valoraba esta ratificación europea del Proto-colo comounmomento histórico en la serie de esfuer-zos globales emprendidos para combatir el cambioclimático y afirmaba:«La evidencia científica sobre el cambio climático esmás fuerte que nunca. Sabemos que aunque los obje-tivos de Kioto son sólo un primer paso en el procesopara evitar las graves consecuencias que el cambioclimático puede acarrear, todos los países deben actuary los países industriales deben tomar la iniciativa. Elcambio climático sólo puede ser combatido en elmarcode unprocesomultilateral. El combate contra el cambioclimático es vital para alcanzar el desarrollo sosteni-ble. Yo estoy convencida de que,mejorando el entornomediante el progreso tecnológico, hoy en día puedemejorar nuestra competitividad y el crecimiento econó-mico. Este es el significado del crecimiento sosteni-ble: proteger nuestro ecosistema mientras asegura-mos la prosperidad económica».

6.- La entrada en vigor del Protocolo

6.1.- Las condiciones

El reto de lograr la entrada en vigor del Protocolose encuentra hoymás cerca que nunca. Sin embargo,al entrar en vigor, tal como preceptúa el artículo 25del Protocolo, éste debe ser ratificado por unmínimode 55 Estados firmantes, los cuales deben ser a su vezresponsables, como mínimo, del 55% de las emisio-nes de gases invernadero correspondientes a 1990.Las emisiones totales de dióxido de carbono de 1990que se han de tener en cuenta para la aplicación delartículo 25 son las que figuran en el siguiente cuadro:

6.2.- Las reticencias a ratificar el Protocolo

El objetivo de la Unión Europea —y, en general, delentorno de Naciones Unidas— sería que el Protocolo

pudiera entrar en vigor con motivo de la Cumbrede la Tierra en Johannesburgo, que se celebrará durantelos próximos meses de agosto y septiembre. Sinembargo, la oposición de EE.UU., principalmente, y

las reticencias de Canadá y de Australia —el mayorexportador de carbón—hace difícil que pueda alcan-zarse.

PROTOCOLO DE KIOTO

Emisiones totales de dióxido de carbono de las Partes del Anexo de 1990,

en aplicación del artículo 25 del Protocolo de Kioto ª

Parte Emisiones (Gg) PorcentajeAustria 59.200 0,4Bélgica 113.405 0,8Bulgaria 82.990 0,6Canadá 457.441 3,3República Checa 169.514 1,2Dinamarca 52.100 0,4Australia 288.965 2,1Estonia 37.797 0,3Finlandia 53.900 0,4Francia 366.536 2,7Alemania 1.012.443 7,4Grecia 82.100 0,6Hungría 71.673 0,5Islandia 2.172 0,0Irlanda 30.719 0,2Italia 428.941 3,1Japón 1.173.360 8,5Letonia 22.976 0,2Liechtenstein 208 0,0Luxemburgo 11.343 0,1Mónaco 71 0,0Holanda 167.600 1,2Nueva Zelanda 25.530 0,2Noruega 35.533 0,3Polonia 414.930 3,0Portugal 42.148 0,3Rumania 171.103 1,2Federación Rusa 2.388.720 17,4Eslovaquia 58.278 0,4España 260.654 1,9Suecia 61.256 0,4Suiza 43.600 0,3R. U. de Gran Bretaña e Irlanda del Norte 584.078 4,3Estados Unidos de América 4.957.022 36,1Total 13.728.306 100,0

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EE.UU. es el mayor emisor de gases invernaderocon uno de los nivelesmás elevados de emisiones percápita y, con la firma del Protocolo, se comprome-tió a reducir sus emisiones en un 7% con respecto alas de 1990.De todosmodos, el presidenteBushdeclaróque EE.UU. no ratificaránel Protocolo deKioto al anun-ciar el pasado 14 de febrero una política interna quesuponía un incremento de entre el 30 y el 40% delas emisiones de 1990 en el 2010. La Unión Europeaymuchas otras naciones han reiterado su llamamientopara que EE.UU. vuelva al proceso multilateral paraafrontar el cambio climático.

7.- La lenta tendencia a la ratificación

Aun así, el 4 de junio de 2002, la administración deBush reconoció por primera vez que las emisiones degases invernadero en EE.UU. se verán incrementadassignificativamente durante las próximas dos déca-das debido a las actividades humanas. Sin embargo,ha rechazado de nuevo un tratado internacional pararalentizar el calentamiento global. Un informe publi-cado a principios de junio por la EPA —que pasóbastante desapercibido—ha supuesto una gran ayudapara lo que los científicos vienen afirmando desdehace ya tiempo: que las refinerías de petróleo, lascentrales eléctricas y las emisiones de los automóvi-les son causas importantes del calentamientomundial.El incremento gradual de las temperaturas está proba-blemente amenazando las islas costeras y los pradosalpinos. La Casa Blanca había sostenido previamenteque no había suficientes pruebas para relacionar lasemisiones industriales con el calentamientomundial.El informe de la EPA recoge que los gases invernaderose están acumulando en la atmósfera de la Tierra comoconsecuencia de las actividades humanas, lo que haprovocado un aumento de las temperaturas mediasde la superficie de la Tierra y de la temperatura delas profundidades de los océanos. Esta posición haenfrentado a la administración con sus partidariosde EE.UU.: el sector automovilístico, del petróleo y dela electricidad, todos ellos sectores que defendían lanecesidad de llevar a cabo una investigación másprofunda para poder afirmar si los cambios tienensu origen en causas naturales o si, por el contrario,lo tienen en la industria.La previsión de que las emisiones de gases inverna-dero en EE.UU. aumenten en el 2020 en un 43% haceque nos parezca inalcanzable el reto que plantea laaplicación del Protocolo. Sin embargo, el espíritu deKioto va ganando posiciones lentamente. Pocos díasdespués de la ratificación de la Comunidad Europeael día 4, Japón ratificaba el Protocolo. Con esta últimaincorporación, el termómetro de ratificación del Proto-colo (véase http://unfcc.int/resource/kpthermo.html)nos indicaba que ya lo habían ratificado 22 países desa-rrollados y 52 en desarrollo, un total de 74, cifra sufi-ciente para la entrada en vigor del Protocolo, peroinsuficiente en cuanto al total de emisiones. Los 74países que lo han ratificado sólo responden del 35,8%de las emisiones, porcentaje inferior al 55% exigiblepara la entrada en vigor del Protocolo.Ante la fuerte oposición de los EE.UU., las expecta-tivas están depositadas en una posible ratificaciónde la Federación Rusa, que, con el 17,4% de las emisio-

nes, haría subir el termómetro al 53,2%, lo cual lo situa-ríamuy cerca delmínimoexigible (55%).De estemodo,sería posible que la posterior ratificación de Suiza(0,3%), de Bulgaria (0,6%), de los países de la anti-gua República Checa (1,2%), de Estonia (0,3%), deLetonia (0,2%) o de Nueva Zelanda (0,2%) contribu-yeran a conseguir el 55% sin la ratificación de EE.UU.La Cumbre de la Tierra de Johannesburgomarcará unhito en este proceso tan lento aunque inevitable haciala firma del Protocolo o, dicho de otro modo, eneste proceso lento e inexorable—por el momento—de aumento de las emisiones de gases de efecto inver-nadero.•