casas y tiendas en la murcia andalusÍ. excavaciÓn en …
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CASAS Y TIENDAS EN LA MURCIA
ANDALUSÍ. EXCAVACIÓN EN EL SOLAR
MUNICIPAL DE PLAZA DE BELLUGA
Pedro J iménez Cast i l l o
Ju l io Navarro Pa lazón
El proyecto de construcción de un edificio con sótano en
la Plaza de Belluga para ampliación de las dependencias
concejiles, conocido actualmente como “edificio Moneo”,
hizo necesario que se llevaran a cabo excavaciones arqueo-
lógicas conforme a la normativa vigente. El solar está limi-
tado por las calles Frenería al Norte, San Patricio al Sur y
plaza Belluga al Este, mientras que al Oeste linda con otra
propiedad (fig. 2). Se trata de una parcela resultado de la
progresiva unión de varias fincas a partir de una primera
ocupada por el edificio noble que se abría a la Plaza de
Belluga, tradicionalmente conocido como la Casa del Docto-
ral la Riva (fig. 3).
La excavación se desarrolló en dos fases: la primera,
entre el 24 de noviembre de 1993 y el 31 de julio de 1994; la
segunda, desde el 1 de diciembre del mismo año al 20 de
enero de 1995. Los trabajos de campo fueron costeados ínte-
gramente por el Ayuntamiento de Murcia.
El área excavada alcanzó los límites del solar por las
calles públicas Norte y Sur. En el lado occidental fue necesa-
rio respetar un testigo de seguridad de 2’5 m. ya que la
medianería del edificio colindante presentaba mal estado; en
dicho testigo sólo hicimos algunos bataches estrechos y poco
profundos. Por el contrario, en el frente oriental rebasamos
los límites del solar y pudimos excavar parte de la plaza de
Belluga, dado que ese espacio público se incorporó al nuevo
edificio municipal como “patio inglés” frente a la fachada.
La superficie de excavación se subdividió en 12 cuadrícu-
las de 5 x 5 m, separadas por testigos estratigráficos de 1 m.
de anchura. Esta red se mantuvo hasta que consideramos
conveniente demolerlos con el fin de documentar al com-
pleto los edificios hallados. A partir de ese momento utiliza-
mos el sistema de excavación en área abierta, planteando las
secciones estratigráficas según las estrategias seguidas en
cada momento.
Los primeros sondeos pusieron al descubierto, en la
mitad oriental del solar, los sólidos muros del sótano del edi-
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ENTREGADO : 2001
CASAS Y TIENDAS EN LA MURCIA
ANDALUSÍ. EXCAVACIÓN EN EL SOLAR
MUNICIPAL DE PLAZA DE BELLUGA
PEDRO JIMÉNEZ CASTILLO, JULIO NAVARRO PALAZÓN*
Palabras clave: casas, tiendas, zoco, calle, urbanismo, parcelario.
Resumen: Intervención arqueológica en el solar del “edificio Moneo”,que estaba situado en el centro de la madina, abierto a la calle mayorde la Murcia andalusí. Se han podido documentar cuatro tiendas quedaban a dicha arteria y cuatro casas situadas en el interior de la man-zana. También se pudo excavar un tramo de la calle mencionada, lo
que nos permitió estudiar sus dimensiones e infraestructuras. El estudiode las viviendas proporcionó información de interés acerca de la evolu-ción de este tipo de arquitectura a lo largo del período islámico y surelación con las transformaciones urbanas.
ficio noble abierto a Belluga, cuya presencia ocasionó en su
día la destrucción del depósito arqueológico hasta una cota
de -2 m., aproximadamente. Por esta razón se decidió con-
centrar en una primera fase los trabajos de excavación en la
mitad occidental de la finca, que no estuvo ocupada por
dichos sótanos, reservando el resto del solar como terrera,
para ser excavado en una segunda fase que también incluyó
la parte adyacente de la Plaza de Belluga. La excavación en
este sector occidental del solar, descubrió parte de una man-
zana islámica compuesta por cuatro casas y cuatro tiendas.
De los mencionados edificios medievales, pudimos
documentar diferentes momentos o fases constructivas que
expondremos en detalle más adelante. Queremos, no obs-
tante, aclarar que el término “fase constructiva” lo emplea-
mos en sentido amplio, pues con él designamos tanto a
obras menores (reparaciones de muros hechas mediante
bataches y repavimentaciones de las habitaciones) como a
las auténticas reconstrucciones que implicaron la demolición
y reconstrucción de muros de carga. El problema es que la
información que proporcionan estos edificios, muy alterados
por las infraestructuras posteriores, es demasiado parcial
para poder valorar en su justa medida el alcance de las men-
cionadas “fases constructivas”.
Aún no se ha llevado a cabo el estudio de los materiales
muebles ni su inventario por falta de financiación, por lo que
las cronologías aportadas son aproximativas y están basadas
solamente en el análisis de las técnicas constructivas y en las
anotaciones de campo que hicimos al examinar in situ las
cerámicas que proporcionaron los diferentes estratos.
I. ASPECTOS URBANÍSTICOS
Por su ubicación, el interés arqueológico del solar era
notable pues se sitúa en el centro de lo que fue la ciudad
musulmana (madîna), en las inmediaciones de la mezquita
mayor (aljama) y del alcázar (al-qasr al-kabîr) (fig. 2). Al otro
lado de la calle San Patricio, bajo la actual casa consistorial,
existió al parecer un notable edificio musulmán, conocido
por las fuentes cristianas del siglo XIII como Daraxarife (Dâr
as-Sarif o "casa del gobernador"), que por privilegio de
Alfonso X (18-V-1267) pasó a Casa de la Corte conservando
su estructura original hasta el siglo XV o XVI 1.
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Fig. 1. Vista aérea desde el Sur del sector occidental del solar, en donde se distinguen las casas 1, 2, 3 y 4 y las tiendas A, B, C y D.
Pero lo que condicionó de manera más importante la
urbanización de este espacio es su ubicación junto al princi-
pal eje vial de la Murcia islámica, que cruzaba la ciudad de
Este a Oeste, enlazando la puerta de Orihuela, en el extremo
oriental, con la de Vidrieros, en el occidental; con un ramal
hacia el Noroeste, en dirección a la Puerta de Molina. Cru-
zaba el corazón de la madîna, pasando frente a la puerta del
Alcázar y junto al muro de la qibla de la mezquita aljama, y
estaba constituido por las actuales calles Mariano Vergara, S.
Antonio, Frenería y S. Pedro. A la altura de la iglesia parro-
quial de este último santo, se bifurcaba en dos ramales: uno
hacia el Oeste y otro hacia el Norte. El primero se prolon-
gaba por la calle del Pilar y atravesaba la puerta de Vidrieros,
para continuar por el arrabal del Arrixaca, en dirección Sudo-
este, siguiendo la calle de S. Antolín, abandonando dicho
arrabal a través de la Bâb al-Yadid, o puerta de Belchit en los
documentos cristianos2. El segundo estaba conformado por
la calle S. Nicolás, al final de la cual abandonaba la madîna a
través de la puerta del Zoco y atravesaba el arrabal por
Mariano Girada, antigua calle Cadenas, hasta desembocar en
la llamada Puerta de Molina, desde la que arrancaba la ruta
hacia el interior, pasando por Molina, Cieza, Minateda, Toba-
rra y Chinchilla, según el itinerario de al-‘Udrî (m. 1085).
Durante la Baja Edad Media se le llamaba calle Real, lo que
prueba que aún seguía siendo la arteria más importante3.
Dicho eje limitaba el solar en cuestión por el Norte, el tramo
de calle Frenería, y por el Este, dado que la actual plaza de
Belluga es una apertura de época barroca.
Precisamente al Este del solar, el eje vial antes comen-
tado describía un doble quiebro muy llamativo, mientras que
la calle San Patricio aparece mejor alineada, como prolonga-
ción natural. Es probable que ello se deba a que en algún
momento muy temprano dicho eje corría por la calle San
Patricio y no por Frenería, aunque esto debió de suceder
antes de los siglos X-XI, pues ya veremos que en esa época
se abren tiendas y casa a la segunda mientras que a la pri-
mera lo hacen sólo viviendas, lo que demuestra que enton-
ces Frenería era zoco y calle principal. Una corrección en el
primitivo trazado del eje vial como la descrita podría ser la
explicación de la anormal forma de la manzana a la que per-
tenece el solar en cuestión, demasiado estrecha y regular en
comparación con otras que se sitúan más al Norte.
Junto a las dos “anomalías” urbanísticas observadas en
esta zona (forma de la manzana y quiebro o discontinuidad
del diseño del zoco) existe otro elemento en la trama urbana
que merece ser comentado, aunque no sepamos su exacto
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Fig. 2. Situación del solar con respecto a la antigua mezquita y alcázar en el siglo XIII.
significado: nos referimos a que en el lugar donde se pro-
duce el quiebro y junto a la esquina nororiental de la man-
zana, se inicia una de las arterias más importantes que cru-
zaba la antigua madîna de Sur a Norte. Su trazado tiene un
primer tramo curvo recorrido por la calle Zarandona y por la
cola meridional de la calle Sociedad; el segundo, más largo,
mantiene un desarrollo rectilíneo hasta que llega a la plaza
José Esteve, a la altura de Platería; en este punto sufre un
leve giro hacia el Este, individualizándose así este último
tramo que viene a coincidir con la antigua calle Jabonerías.
Fuera ya de las murallas, mantiene su trazado sin interrup-
ción hasta llegar a la calle Sta. Clara para, tras hacer un
recodo, continuar hacia el Norte por la de la Aurora. Prueba
de la importancia de este eje viario es la presencia de la igle-
sia parroquial de San Bartolomé (antigua mezquita) y la del
baño del Trinquete, puesto que ambas instalaciones suelen
estar siempre emplazadas en las calles más frecuentadas de
la ciudad andalusí. Una hipótesis que podría explicar lo
comentado es que las calles Zarandona y Sociedad hubieran
sido, durante una fase muy temprana, el límite occidental del
caserío, y tal vez la Platería sería el septentrional. En este
caso, la manzana objeto de estudio no formaría parte del
núcleo primigenio, sino que se trataría más bien de uno de
los muchos huertos que la ciudad fundacional debió tener
en su interior.
Como ya hemos adelantado, los trabajos arqueológicos
permitieron documentar la organización de este espacio en
época andalusí, en el que se reservó una estrecha banda del
frente del solar, abierta a la calle principal, para edificios de
carácter comercial o/y artesanal, mientras que el resto de la
superficie estaba ocupada por casas de patio central. El
hallazgo de estas cuatro tiendas de planta rectangular es, sin
duda, la aportación más relevante de la excavación, pues
pone de relieve una vez más la habitual manera de organizar
las manzanas que se abren al zoco de las ciudades islámicas
tradicionales, en cuyas planimetrías podemos observar que
en los barrios residenciales las tiendas ocupan el perímetro
de las manzanas, lo que da lugar a unos perfiles dentados
mientras que en su interior aparecen los núcleos domésticos.
Esta es la disposición que presentaba nuestro solar y otro
recientemente excavado por nosotros en la misma arteria,
muy próximo a la actual iglesia parroquial de S. Pedro4. A
pesar de la exigua y, a veces, confusa información publicada
sobre otras intervenciones arqueológicas realizadas en fincas
cercanas, abiertas de igual modo a la arteria principal, pode-
mos concluir que la organización vista en el solar de Belluga
también se dio en ellos, concretamente en la inmediata man-
zana situada al Oeste5.
Los documentos escritos cristianos más antiguos conser-
van referencias a tiendas y mercados en Murcia, la mayor
parte de los cuales debieron de ser originariamente islámi-
cos. Alfonso X mandó erigir 100 tiendas en el mercado que
entregó a censo y autorizó a los ciudadanos a establecer las
que quisieran en sus casas “contra las calles mayores”6. Se
mencionan tiendas situadas en las colaciones más céntricas:
S. Pedro, Sta. Catalina y Sta. María7. Igualmente conocemos
la existencia de una mezquita, cedida a censo en 1266, que
se llamaba Çoch Alçahuff y se hallaba "in medio de açocho
sarracenico"8. También sabemos que la puerta de Santa Flo-
rentina, que comunicaba la madîna y el arrabal en el ángulo
Noroeste de la ciudad, antes de recibir ese nombre era deno-
minada en la documentación bajomedieval como Puerta del
Azoque, lo que responde indudablemente a la existencia de
un zoco en sus inmediaciones9. Las excavaciones arqueoló-
gicas llevadas a cabo en un solar de la calle La Manga han
confirmado la existencia de establecimientos comerciales en
este sector del Arrixaca10. Por otra parte, la relación de tien-
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Fig. 3. La flecha señala la casa del Doctoral la Riva. Imagen de principios delsiglo XX.
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Fig. 4. Planta general de los restos hallados.
das y talleres propiedad del Cabildo catedralicio a comienzos
del siglo XVI parece reforzar la información arqueológica
pues demuestra que durante la Baja Edad Media la actividad
comercial todavía se concentraba en las colaciones de Santa
María y San Pedro, flanqueando la calle principal de época
islámica: 148 tiendas en la primera y 136 en la segunda mien-
tras que en San Bartolomé, por ejemplo, sólo consta la exis-
tencia de una tienda11.
II. CASA 1
Ocupa el extremo occidental del solar y linda con la calle
San Patricio por el Sur, con la tienda que hemos llamado D
por el Norte y con la casa 2 por el Este (figs. 1, 4 y 24). Como
ya dijimos, por motivos de seguridad no pudimos excavar el
límite occidental del solar, por lo que su crujía Oeste no fue
excavada en extensión y la escasa información que de ella
disponemos procede de dos sondeos practicados en los
extremos Norte y Sur de la misma12. Parece lógico pensar, no
obstante, que el ancho de dicha crujía coincidiría con el tes-
tigo dejado y, por tanto, suponemos que la medianería anda-
lusí vendría a coincidir con el actual límite de la parcela, lo
que no es de extrañar si tenemos en cuenta la acusada pervi-
vencia que han tenido ciertas medianeras medievales en el
parcelario tradicional.
La vivienda sufrió diferentes reformas o fases constructi-
vas, algunas de las cuales supusieron importantes cambios
con respecto al plan previo, aunque siempre respondiendo
al tipo más común en las ciudades andalusíes: la casa de
patio interior o central, en torno al cual se disponen las dife-
rentes dependencias.
II.1. Fase 1
Probablemente no se trata de la obra fundacional, pues
ya veremos más adelante que existen restos anteriores; sin
embargo, los más antiguos son demasiado fragmentarios
para permitirnos afirmar que se trata de una fase de esta
misma vivienda y no de otro edificio completamente dife-
rente, por lo que hemos preferido estudiarlos aparte.
En esta primera fase constructiva bien identificada, la
casa presenta patio central con tres crujías alrededor (fig. 5).
La Norte acogía el salón principal mientras que en la Sur se
hallaban la letrina, el salón secundario y el zaguán. Es de
suponer que la occidental acogía a otras dependencias siem-
pre presentes en la planta baja, como la cocina, puesto que
la vivienda carecía de crujía oriental.
El patio contaba con unos andenes o paseadores perime-
trales de aproximadamente 70 cm. de ancho que circunda-
ban un espacio central más deprimido (figs. 5, 6 y 16). Aun-
que debían extenderse por los cuatro lados del patio, sólo se
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Fig. 5. Casa 1, plantas de las fases 1, 2 y 3.
conservó casi completo el septentrional (fig. 16); del occi-
dental y del meridional pudimos documentar tramos incom-
pletos (figs. 6 y 7), mientras que nada llegó del oriental. Esta-
ban conformados por una estructura de contención
fabricada, como suele ser habitual, mediante argamasa
pobre en cal, encofrada sólo por la cara externa. El muro de
contención del andén Norte se construyó antes que los late-
rales y por ello se adosa a la pared oriental (figs. 5 y 16), que
de esta manera se aprovechaba como tope para el enco-
frado; los tramos oriental y occidental, sin embargo, debie-
ron entestar contra el andén Norte. No se ha conservado
resto alguno del pavimento del andén, aunque sí la capa de
argamasa preparada para recibirlo, gracias a lo cual sabemos
que tenía una altura mínima de 24 cm. Tampoco ha llegado
nada del pavimento del espacio central, en caso de que estu-
viera solado, seguramente porque el material empleado en
ambos casos -lajas o sillares de piedra- fue recuperado una
vez se decidió modificar la casa.
A pesar del mal estado en que se conservó la crujía
Norte podemos afirmar que acogía el salón principal (fig. 5).
Su ingreso estaba conformado por un vano geminado, como
es habitual en la arquitectura doméstica andalusí hasta el
siglo XIII.
En la crujía sur existía otra pieza oblonga, separada del
patio mediante un muro de tapial de tierra (de 43 cm. de
ancho) en el que estaba practicado un acceso doble (90 cm.
de luz cada vano), cuyas jambas y pilar central de planta en
forma de T, estaban fabricados con ladrillos (figs. 5 y 9). En
el extremo occidental del salón sur pudimos apreciar la exis-
tencia de una pared de adobes tomados con argamasa que,
seguramente, constituye el muro divisorio que separaba la
hipotética letrina del resto de la crujía (fig. 8)13. El muro que
cerraba por el Sur y que presumiblemente lindaba en época
islámica con una calle pública, coincidía con la actual línea
de fachada (fig. 18).
El tercio oriental de la crujía Sur se hallaba bastante alte-
rado por la presencia de una arqueta de alcantarillado
moderna; no obstante, pudimos documentar la existencia
de una atarjea que corría proxima a la medianería Este. Se
trata de un canalillo fabricado con argamasa y mampostería
que seguramente arrancaba del ángulo SE de la zona depri-
mida del patio y vertía en dirección Sur (fig. 18). La presen-
cia de dicha infraestructura parece indicar que aquí se
emplazaba el zaguán, que permitiría el ingreso desde la
calle medieval que se corresponde con la que hoy llamamos
S. Patricio.
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Fig. 6. Casa 1, fase 1. Vista cenital del ángulo NO del andén.
Fig. 7. Casa 1, fase 1. Vista del ángulo NO del patio.
Fig. 8. Casa 1. Interior de la crujía sur visto desde el Este. Al fondo se aprecian lasdiversas obras superpuestas del tabique que cierra dicho espacio por el Oeste.
De la crujía occidental sólo sabemos, gracias a una trin-
chera hecha en el testigo de seguridad, que contaba con un
vano, con sus correspondientes jambas y mochetas de ladri-
llo, situado en el extremo meridional (figs. 5 y 7). No parece
arriesgado suponer que estaría compartimentada en dos o
tres dependencias secundarias (tales como son la cocina, la
escalera y la entrada a la letrina).
Como hemos dicho, en esta fase el edificio carecía de
crujía oriental según lo prueban la ausencia de restos cons-
tructivos y el desarrollo del andén septentrional, que al estar
encofrado contra la medianería excluye toda posibilidad de
que existiera dependencia alguna en este frente (figs. 5 y
16). Aunque no se conservaron restos del andén de levante,
suponemos que tendría el mismo ancho, unos 70 cm., que
presenta en los otros tres lados.
Desde el punto de vista de la técnica y los materiales
constructivos hay que señalar que los muros son de tapial
de tierra. No parecen haber contado con una cimentación
diferenciada, lo que indudablemente hacía de ellos estruc-
turas más frágiles de lo habitual. Ello obligaba a reforzar
las partes más vulnerables, las jambas de los vanos, con
ladrillo, material empleado también para levantar el pilar
central del vano geminado (fig. 9). La cimentación de jam-
bas y pilar estaba compuesta, asimismo, por ladrillos. El
muro de fachada que daba a la calle Sur presentaba la téc-
nica descrita y dado que se trataba de una estructura espe-
cialmente expuesta y que no podía ser derribada total-
mente sin interrumpir la habitabilidad de la casa, fue
reparada mediante bataches de ladrillo y mampostería que
alternan con otras zonas en las que el tapial de tierra origi-
nal aparece intacto (fig. 18)14.
Del muro que cierra esta propiedad por el Este, sepa-
rándola de la casa 2, no nos ocuparemos ahora pues se
trata de una obra que nada tiene que ver técnicamente con
el resto de las fábricas de la fase que nos ocupa y que, sin
embargo, es análoga a las estructuras de dicha vivienda
(fig. 10). Creemos que se trata de una construcción anterior a
la fase que venimos analizando y que en origen sólo debió
pertenecer a la casa 2 o, en todo caso, estaría relacionada
con unos restos más antiguos documentados bajo las estruc-
turas de la fase que acabamos de describir y de los que trata-
remos más adelante.
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Fig. 9. Casa 1, fase1. Pilar central y jambas de ladrillo del vano geminado de la crujía Sur, una vez desmontados los tramos de tierra del muro.
II.2. Fase 2En este momento tiene lugar la construcción en el frente
oriental de una serie de estructuras que podrían identificarse
con un pórtico tripartito, siempre que se acepte la presencia
de una galería volada anexa al frente sur de la casa. Así
mismo se produce una sensible reducción de la superficie de
la zona deprimida del antiguo patio, debido a que se
aumenta el ancho de los andenes o paseadores (figs. 5 y
16)15. Finalmente, se lleva a cabo una repavimentación que
supone una sobreelevación del suelo de 0’5 m de media.
Como hemos dicho, la reforma principal es la construc-
ción de un pórtico de estructura tripartita sostenida por pila-
res rectangulares de ladrillo, cuyo vano central tenía 3 m de
luz mientras que los laterales medían 60 cm, el septentrio-
nal, 70 cm, el meridional (figs. 5 y 16) y 130 cm de profundi-
dad todos ellos. El espacio sur estaba delimitado por tabi-
ques de ladrillo, uno de ellos lo separaba del zaguán y el
otro del espacio central del pórtico (figs. 5 y 11). Es proba-
ble que también el espacio septentrional estuviera indivi-
dualizado mediante un tabique aunque nada se ha conser-
vado. Es lógico suponer que dicho pórtico debió sostener
una galería y que no era una estructura simplemente deco-
rativa, pues en ese caso se habría emplazado frente al salón
norte, tal y como sucede en edificios de más entidad. Más
complicado es explicar la función que pudo desempeñar la
mencionada galería. Es muy probable que uno de los vanos
laterales del pórtico acogiera a la escalera y que la galería
permitiera el acceso a una algorfa situada sobre la crujía sur
pero, aparte de estas hipótesis que parecen lógicas, queda
por explicar su emplazamiento en el frente oriental del patio
donde no existe crujía alguna sobre la que pudiera haber
planta alta. Es evidente que no serviría para dar acceso a
una algorfa sobre el salón norte pues, como es sabido, en
esta arquitectura los salones principales alcanzaban la altura
que sumaban las dos plantas existentes en las otras crujías y,
en consecuencia, sobre ellos no solía construirse dependen-
cia alguna. Podría servir para comunicar con una galería
volada en el frente norte que diera acceso a la planta alta
sobre la crujía occidental, pero este recorrido parece excesi-
vamente largo: hubiera sido mucho más sencillo construir
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Fig. 10. Muro medianero entre las casas 1 y 2 visto desde el este. Obsérvese el cimiento de mampostería de la obra original (A) y la reparación de casi todo el antiguo alzadode tierra (B) mediante bataches de mampuestos (C).
dicha galería en el frente Sur. Sólo se nos ocurren, en conse-
cuencia, dos explicaciones: que existiera una algorfa sobre
la alhanía este del salón Norte, o bien que la planta alta se
extendiera sobre la crujía occidental de la casa 2. Esta solu-
ción no debe de extrañarnos pues era habitual en las satura-
das ciudades andalusíes de época tardía, según demuestran
la arqueología y la documentación escrita. Existen muchos
ejemplos en las casas nazaríes inventariadas entre los bienes
habices de las iglesias granadinas, en donde incluso se
especificaba si el derecho a construir sobre cada dependen-
cia (el “ayre”), pertenecía a la casa en cuestión o a alguna de
las colindantes16.
En la zona Sur del patio se amplió el andén o paseador
en detrimento de la superficie del antiguo arriate, alcan-
zando un ancho total de 2’20 m., 1’5 m más que el antiguo
(figs. 12 y 14). La nueva estructura se construyó como la pre-
cedente, a base de argamasa encofrada sólo por la cara
externa, y estaba pavimentada con un mortero de cal. Su
altura era de 40 cm., por lo que no cabe duda de que en esta
fase la parte central del patio estaba ocupada por un jardín
en hondo y que no se trata de un espacio de paso. El ancho
del andén frente al pórtico oriental es de 65 cm.
Los umbrales del vano doble que comunicaba sala Sur y
patio fueron sobreelevados mediante una obra de ladrillo de
0’5 m. de altura, aproximadamente, sobre la cual se dispusie-
ron dos nuevos umbrales fabricados con lajas de arenisca
verdosa (fig. 5). La habitación, pavimentada con mortero de
cal, presentaba en su extremo occidental un tabique de ladri-
llo enlucido sobre el anterior muro de adobe (figs. 12 y 13).
II.3. Fase 3En el contexto de destrucción generalizada que presen-
tan los restos de la casa que nos ocupa, los de esta fase son,
quizás, los que llegaron hasta nosotros en mejor estado de
conservación, al menos los situados en la mitad Sur de la
parcela (figs. 1, 5 y 24). En este momento se produce una
repavimentación de diferentes espacios, entre ellos el patio,
para lo cual se emplea de manera generalizada el ladrillo;
finalmente, se reconstruyen ciertos muros y varía la disposi-
ción de algunos vanos.
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Fig. 11. Casa 1, fase 2. Espacio meridional del pórtico visto desde su interior (ángulo SE).
El patio se pavimenta con ladrillos a sardinel en forma de
espiga (fig. 15); sólo en el sector oriental se disponen a rafe,
lo que probablemente se debe a una reparación. La solería
está articulada por unas bandas de ladrillos a sardinel que
seguramente configuraban un rectángulo. Se conserva un
buen tramo de la banda Sur, el arranque de la occidental y
unos pocos ladrillos de la septentrional; nada llegó hasta
nosotros de la banda oriental. Es muy probable que la mejor
conservada, situada en paralelo a la crujía Sur y a 1’35 m. de
distancia, esté indicando en el pavimento la existencia en
alto de una galería volada de madera; de esta manera, la
banda dejaría bien diferenciada la parte del patio que había a
cubierto, del resto. En un momento posterior se construyó
una pilastra de ladrillo adosada al muro de la crujía occiden-
tal, que se encuentra alineada con la banda descrita, segura-
mente para reforzar la viga de madera de la galería (fig. 19)17.
Dado que nada se conserva de la parte central del patio, no
tenemos elementos para afirmar si existió o no alcorque o
zona ajardinada.
En el ala meridional se sigue situando el salón secunda-
rio abierto al patio. El vano geminado de fases precedentes
es ahora sustituido por uno sencillo dispuesto en el mismo
eje que el antiguo (fig. 15). Del nuevo se conservaban las
mochetas y dos quicialeras, lo que prueba que contaba con
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Fig. 12. Casa 1, fase 2. La crujía y andén sur vistos desde el ángulo SE.
Fig. 13. Casa 1. Vista de la crujía Sur desde el Oeste. En la parte inferior de laimagen se puede apreciar el tabique que delimita esta dependencia por el Sur y elpavimento de ladrillos a rafe del espacio situado al Oeste.
dos hojas que se abrían hacia adentro; alcanzando una luz
de 0’93 m., 0’84 m. descontando ambas mochetas. El salón,
solado con ladrillos a rafe, presentaba una banda perimetral
diferenciada del resto, en donde las piezas componían cua-
drados en cuyo centro se situaba medio ladrillo a modo de
olambrilla18. El tabique que limita la pieza por occidente se
recrece en esta fase y está compuesto por dos hiladas de
ladrillo, la exterior a rafe y la interior a sardinel, con un espe-
sor total de 20 cm., aunque esta última parece un forro o
reparación del tabique original (fig. 13). En el espacio
situado al Oeste de dicho tabique aparece un pavimento de
ladrillos a rafe situado a una cota 4 ó 5 cm. más alta que la
del suelo del salón.
Se conservan unos restos del muro de ladrillo de direc-
ción N-S que dividía la crujía meridional separando en el
extremo oriental el zaguán del salón secundario. El primero,
que ocupaba la misma posición que en las fases anteriores,
presentaba planta acodada y se abría a la calle medieval que
se corresponde con la actual San Patricio (fig. 17). Estaba
recorrido por una atarjea fabricada mediante sendos tabi-
ques de ladrillo, solada y cubierta con lajas de arenisca ver-
dosa, que arrancando del ángulo SE del patio corría por el
zaguán en recodo adyacente al tabique que lo separa del
pórtico oriental y luego pegado a la medianera de la casa 2.
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501
Fig. 14. Casa 1, fase 2. Alzado del frente meridional del andén. Al fondo, el vano geminado que da paso al salón sur.
Fig. 15. Casa 1, fase 3. En primer término, el pavimento del patio; al fondo, elsalón sur.
Dicha infraestructura recogería las aguas residuales desde el
patio para evacuarlas a la alcantarilla pública que, sin duda,
corría bajo el suelo de la calle mencionada.
La crujía Norte estaba ocupada por el salón principal del
que tampoco en esta fase tenemos prácticamente informa-
ción debido a la destrucción ocasionada por infraestructuras
modernas (fig. 5). Sólo nos ha quedado parte de la cimenta-
ción del muro que lo separaba del patio, así como restos del
atajo que conformaba una alhanía en su extremo oriental.
Por las razones que expusimos al principio, tampoco en
esta fase conocemos la distribución de la crujía Oeste, aunque
podemos afirmar que permanece en uso el vano documentado
en el extremo meridional del muro que la separa del patio (fig.
5). Sabemos que tenía una luz mínima de 88 cm., a juzgar por
lo que se conserva de su umbral de ladrillos en sardinel, pero
no sabemos su ancho completo porque el límite Sur, que segu-
ramente era el muro del salón secundario, fue destruido por
una obra de ladrillo de época bajomedieval (fig. 19).
El pórtico oriental se mantiene en servicio una vez que se
recrecen los pavimentos y se corrige la posición del pilar
septentrional, desplazándolo ligeramente hacia el Sur y
ganando así en amplitud el vano Norte. En este momento,
dicho espacio está claramente diferenciado del central
mediante un tabique de ladrillo. Suponemos que en esta fase
la escalera sigue estando situada en el espacio meridional,
que ahora cuenta con un umbral de ladrillos en sardinel (fig.
11), aunque carecemos de pruebas sobre la existencia de
escalón alguno.
La organización de la planta alta debió de ser la misma, en
términos generales, que en el momento constructivo previo.
A juzgar por los materiales exhumados en los niveles de
abandono y las características técnicas de la obra, creemos
que esta fase se puede fechar en la primera mitad del siglo
XIII. Los pavimentos comentados son los que estaban en uso
cuando la población andalusí se vio obligada a abandonar
definitivamente la madîna en 1266.
II.4. Las evidencias de ocupación más antiguas en el solarde la casa 1
Por debajo de los niveles de suelo de la fase 1 se aprecia-
M E M O R I A S D E A R Q U E O L O G Í A
502
Fig. 16. Casa 1. Vista del pórtico de las fases 2 y 3 en el frente oriental; a la izquierda el tramo norte del andén de la fase 1.
ron restos constructivos de los que casi nada podemos decir,
puesto que llegaron hasta nosotros en un estado de conser-
vación excesivamente fragmentario debido, seguramente, al
expolio de materiales. En el espacio correspondiente a lo
que luego fue sala Sur, pudimos documentar un nivel de
habitación compuesto por un suelo de lajas de piedra sobre
lecho de mortero de cal, delimitado por un muro de conten-
ción de dirección N-S, fabricado con mampostería, asociado
a un suelo terrizo 10 cm. más alto que el primero. Todo ello
estaba situado a una cota de -2’50-2’60 m. (medio metro por
encima del nivel más antiguo de la casa 2). Aunque los restos
son muy fragmentarios, nos parecen suficientes para propo-
ner la posibilidad de que estemos ante un patio compuesto
por un paseador y un espacio central algo más deprimido.
A juzgar por la profundidad a que se encuentran y por la
técnica constructiva, estos restos deben ser contemporáneos
del muro que separaba la casa 1 de la 2. Estaban fabricados
mediante tapial de tierra y adobe sobre zócalo de mamposte-
ría dispuesta en hiladas regulares formando un spicatum bas-
tante grosero, entre las que alternan tongadas de un mortero
de cal que alcanzaba gran consistencia (fig. 10). El alzado de
dicho muro presentaba abundantes reparaciones consisten-
tes en bataches de mampostería y ladrillo alternando con la
obra original de tierra, todo ello sobre el cimiento de mam-
puestos y cal en tongadas.
En el sector de lo que luego fue el patio aparecieron tres
hornos circulares: dos en el ángulo NE y uno frente al andén
sur (figs. 7 y 16). Los tres se hallan a una cota entre –2’73 m. y
–2’78 m., por lo que no es posible asociarlos a la fase 1, en la
que los suelos se encuentran aproximadamente a –2’50 m.;
de hecho, los dos más septentrionales estarían cubiertos por
el tramo Norte del andén de la casa posterior (fig. 16). El del
frente Sur es el de mayores dimensiones: mide 68-74 cm. de
diámetro y en él se distingue perfectamente el contorno de
arcilla, ligeramente cocida, y el relleno de ceniza (fig. 7).
Sobre esta fosa se dispondría el atanor (tannûr) o el tâbûn,
dos variantes de hornos destinados a diferentes usos en la
cocina aunque, preferentemente, para cocer las tortas de pan
ácimo19. En Murcia son relativamente abundantes20, aunque
no siempre es fácil asociarlos con las estructuras de habita-
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503
Fig. 17. Casa1, fase 3. Vista aérea desde el Sur del zaguán con el canalillo dedesagüe.
Fig. 18. Casa 1. Superposición de los canales de desagüe; detrás del jalón se apre-cian los bataches de mampostería del muro que cierra la casa por el Sur.
ción, creemos, no obstante, que solían estar situados en
espacios al aire libre.
III. CASA 2
Lindaba con la anterior por el Este y, al igual que ella, se
abría a una calle medieval correspondiente a la actual de S.
Patricio; por el Este limitaba con la casa que hemos denomi-
nado 3 y por el Norte con las tiendas A, B y C (figs. 1, 4 y 24).
Se trata de una vivienda de planta bastante regular, con una
superficie de parcela en torno a 120 m2, de la que pudimos
distinguir con cierta precisión tres fases constructivas (fig.
20). En este caso estamos ante reconstrucciones importantes
que fueron más allá de meras reparaciones de muros y repa-
vimentaciones. En la segunda fase pudimos comprobar que
las crujías Sur y Este se reconstruyeron completamente,
levantándose de nuevo incluso los muros perimetrales, eso
sí, sobre el emplazamiento de los antiguos, que sirvieron
como cimentación. En la tercera se produjo un cambio aún
más radical pues, si estamos en lo cierto, la casa se dividió en
dos propiedades, lo que supondría una reorganización total
de los espacios.
Todas las fases constructivas mencionadas se vieron afecta-
das por una gran fosa, seguramente excavada para la extrac-
ción de arcilla destinada a la construcción. De planta más o
menos circular, destruyó la mayor parte de las estructuras de la
parte central y occidental. Su cronología está bien atestiguada
tanto por la cerámica recuperada en su interior como por
alguna moneda, todo ello de la primera mitad del siglo XVII.
III.1. Fase 1En el momento de su construcción la vivienda se articu-
laba mediante un patio central en torno al cual se disponían
las cuatro crujías (figs. 4, 20, 21 y 24). La Norte estaba ocu-
pada enteramente por una sola dependencia rectangular que
debemos identificar como el salón principal. Contaba con
una alhanía en su extremo Este, separada del resto por un
muro de adobes, cuyo suelo, del que nada ha llegado, estaría
seguramente más elevado que el del resto del salón, que se
ha conservado parcialmente; era de mortero de cal y estaba
M E M O R I A S D E A R Q U E O L O G Í A
504
Fig. 19. Casa 1, fase 3. Ángulo SO del patio; detalle de la pilastra adosada para sostener la viga de la galería volada.
situado a una cota de –2’80 con respecto al actual nivel de la
calle. Como es normal en este tipo de arquitectura, la crujía
Norte es la dominante, lo que excluye la posibilidad de com-
partirla con cualquier otra dependencia; es decir, el salón con
su alhanía o alhanías ocupaba la totalidad de la crujía.
Aparentemente el ingreso desde el patio se efectuaba a
través de un vano único descentrado hacia el Oeste, del que
sólo se conservó la jamba oriental, compuesta por sillares de
calcoarenita (fig. 20). Sin embargo, un estudio detenido de
los restos permite suponer que la disposición descrita es pro-
ducto de una reforma; es decir, no parece que sea la original
teniendo en cuenta que la jamba conservada parece ser un
pilar central de sección en T reaprovechado. Otras dos razo-
nes por las que creemos que en origen el ingreso se efec-
tuaba a través de un vano geminado es que el mencionado
pilar está situado justo en el eje longitudinal de la casa y que
este tipo de vano doble era, con diferencia, el más habitual
en los salones de la arquitectura de esta época. Esta reforma,
sin embargo, no corresponde a la fase que hemos denomi-
nado 2, caracterizada por el empleo de la técnica del tapial
de argamasa en cimientos, puesto que el muro que entesta
contra dicho pilar por el este es de la misma técnica que los
de la fase que ahora nos ocupa, mampostería alternando con
tongadas de mortero. Por tanto, nos inclinamos por suponer
que estamos ante una reforma efectuada en algún momento
intermedio entre ambas fases constructivas.
La crujía Sur cuenta con tres dependencias que de Este a
Oeste podemos identificar como: zaguán, sala secundaria y
letrina, comunicada esta última con el patio mediante una
solución acodada (figs. 20 y 21).
El zaguán era una pieza rectangular de 1’50 x 2’60 m.,
abierto a la calle a través de un vano -muy afectado por la
construcción del acceso de la fase siguiente, cuya luz era de
1’10 m., y al patio por otro de 1’00 m. de anchura. Estaba
recorrido por una atarjea longitudinal, fabricada con mortero
de cal y mampostería, que vertía al exterior tras franquear la
puerta bajo el umbral; su extremo Norte doblaba hacia el
Este antes de desaparecer arrasada por intrusiones posterio-
res. No se conservó resto alguno del pavimento, por lo que
no podemos asegurar que careciera de poyo, un elemento
muy frecuente en estas dependencias. Los dos vanos con
que contaba estaban afrontados, sin embargo el trazado aco-
dado característico de estos zaguanes se generaba por la pre-
sencia del muro que cerraba por el Sur la crujía; de esta
manera, cuando se abría la puerta para entrar o salir de la
casa era imposible ver el interior del patio desde la calle.
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505
Fig. 20. Casa 2, plantas de las fases 1, 2 y 3.
La pieza central de la crujía Sur era una habitación rec-
tangular, de 4’30 x 2’00 m. aproximadamente (fig. 20). Se
comunicaba con el patio a través de un vano del que nada se
conservó.
La letrina estaba situada en el ángulo sudoriental de la
casa y, al igual que el zaguán, presentaba planta acodada.
Sorprendentemente dado el mal estado de conservación
general, la plataforma y la infraestructura sanitaria aparecie-
ron casi intactas (figs. 23 y 25). Estaban situadas al fondo de
una angosta habitación de 1’20 m. de anchura, a la que se
accedía desde el patio a través de un pasillo en recodo. La
plataforma se elevaba sobre el suelo 25 cm. y tenía 70 cm. de
fondo. Sobre ella aparecía una abertura rectangular, de 50 x
20 cm., que comunicaba con una atarjea que atravesaba el
muro de fachada para evacuar a la alcantarilla que sin duda
recorría la calle. La atarjea en cuestión procedía del patio, en
donde recogería los aportes pluviales y otras aguas residua-
les que, de esta manera, eran utilizadas para el arrastre y lim-
pieza de la infraestructura de la letrina.
En la crujía oriental se situaba el primer tramo de la
letrina y una dependencia rectangular anexa al salón Norte,
que medía 2’10 x 3’30 m. aproximadamente.
Casi nada podemos decir de la crujía occidental, pues se
hallaba totalmente arrasada por una gran fosa de época
moderna (s. XVII) que afectó a gran parte de la casa. Existen,
no obstante, indicios que confirman su existencia:
- 1º el muro que la debía cerrar por el sur ha desapare-
cido, pero el tramo de la medianería occidental en el que
debía entestar es el único lugar en donde se conservó el
alzado original de tierra, ya que el resto fue reparado
mediante bataches; lógicamente, la presencia del supuesto
muro impidió que se reparara el tramo de alzado contra el
que acometía.
- 2º el quiebro hacia el Este que inicia la atarjea que pro-
cede del zaguán parece indicar la existencia de un muro
cerrando por el Norte.
- 3º la lógica de este tipo de arquitectura demanda la pre-
sencia de una crujía al Oeste y de un zaguán acodado, espe-
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506
Fig. 21. Casa 2. Vista de su mitad sur desde el norte. En el frente meridional del solar, la excavación puso al descubierto la superposición de estructuras correspondientes a lasfachadas meridionales de los diferentes edificios que allí se han ido sucediendo desde el siglo X (A), pasando por una sólida obra de tapial de hormigón (B) que puede fecharseen el XII, hasta llegar a las construcciones más recientes (C).
cialmente si tenemos en cuenta que esta casa no tuvo pro-
blemas de espacio, al menos en la fase que nos ocupa.
Nada sabemos acerca del patio, con independencia de
sus límites Sur, Este y Norte. Hemos visto que contaba con
dos atarjeas de desagüe que debían de arrancar de los ángu-
los SE y SO, disposición similar a la de una casa califal exca-
vada muy cerca, en la calle Zarandona. Lo normal, si nos ate-
nemos a otros ejemplos de la misma cronología, es que
contara con un andén perimetral solado con sillares o con
mortero de cal y un espacio central más o menos deprimido
que, según la profundidad o presencia de pavimento, podría
ser área de circulación o un auténtico jardín en hondo, pero
en este caso no tenemos datos concluyentes.
Los materiales y técnicas constructivas empleados en esta
fase son los típicos de la arquitectura de época omeya y taifa.
En efecto, las paredes maestras fueron levantadas sobre un
cimiento-zócalo de unos 80 cm. de potencia, conformado por
hiladas de mampostería que alternan con capas de mortero
de cal (fig. 10). Dicho basamento sobresale unos 10 cm. por
encima del suelo fundacional, de manera que la parte supe-
rior constituye el zócalo del muro. El resto del alzado parece
haberse fabricado, en algunos casos, con tapial de tierra y, en
otros, con adobes tomados con barro. La anchura de estos
muros es de unos 50 cm. En la medianera oriental, junto a la
letrina, se conserva un pequeño tramo de alzado en el que se
aprecia la reparación de los tapiales originales de tierra
mediante sillares de calcoarenita a soga y tizón dispuestos en
bataches (fig. 25). Los muros que separan el salón secundario
del patio y de la letrina eran tapiales de barro sin cimentación
de ningún tipo, a excepción de una fosa de 3 ó 4 cm. de pro-
fundidad en la que se preparaba una base de mortero de cal
sobre la que se alzaba la obra de tierra (fig. 22).
No tenemos evidencias que permitan fechar de manera
absoluta esta fase constructiva; sin embargo, gracias a la técnica
constructiva antes descrita creemos estar en condiciones de afir-
mar que data de los siglos X-XI21. Seguramente, la información
que se extraiga en un futuro del estudio de las cerámicas aso-
ciadas permitirá establecer mayores precisiones cronológicas.
Sabemos que un momento posterior al fundacional, pero
que encuadramos genéricamente dentro de esta fase porque
perviven los característicos muros interiores de tierra, la
letrina se abandonó y su espacio se repartió entre la pieza de
la crujía Este y la habitación central de la crujía sur (figs. 21 y
22). Esta organización es la que pervivirá en la fase siguiente,
caracterizada por el uso del tapial de hormigón, de la que
nos ocuparemos a continuación.
III.2. Fase 2La casa que nos ocupa fue objeto de una importante
reforma que afectó, principalmente, a las crujías Sur y Este
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507
Fig. 22. Casa 2, fase 1. Muros de tierra. Vista desde el interior de la sala oriental.
(fig. 24); de la Oeste nada podemos decir por los motivos
antes expuestos. En los sectores mencionados, la remodela-
ción consistió básicamente en la reconstrucción de varios
muros de carga y el consiguiente abandono o destrucción de
los antiguos, sin que al parecer variara significativamente la
organización espacial de la fase antes comentada.
El acceso a la vivienda desde la calle se mantuvo en su
ángulo SO: se trata de un vano de 1’05 m. de luz, cuya jamba
occidental estaba embutida en la medianera, mientras que la
oriental consistía en un pilar de sillares de calcoarenita y
ladrillos adosado a la obra de tapial (fig. 26). Sin embargo,
en esta fase el zaguán se hizo mucho más ancho, 2’30 m.,
que en la anterior (1’50 m.). Este espacio está muy deterio-
rado y los restos que estudiamos eran muy fragmentarios, no
M E M O R I A S D E A R Q U E O L O G Í A
508
Fig. 23. Casa 2, fase 1. Vista cenital de la letrina desde el Sur. Obsérvese el canal que recogía las aguas procedentes del patio. Apréciense también los muros de tierra (A) dela fase 1 y el tapial de hormigón (B) de la fase 2.
obstante, existen algunos indicios que permiten explicar
dicha ampliación. En primer lugar, la nueva atarjea no circu-
laba exactamente por el mismo lugar que la anterior, pues
mientras que la antigua lo hacía junto a la medianera Oeste,
la nueva se desplazó 1’60 m. hacia el Este (figs. 20 y 26). Por
otra parte, la habitación en cuestión estaba, al parecer, com-
partimentada por un estrecho muro del que se conserva el
arranque meridional, cuya cimentación era de tapial de arga-
masa. Aunque no tenemos elementos de juicio suficientes
para explicar estas particularidades nos inclinamos por supo-
ner, teniendo en cuenta que, como vimos, la letrina ya ha
desaparecido del ángulo SE, que estas modificaciones se
deben al traslado de ese servicio a esta parte de la casa. A
mantener dicha suposición nos induce la angostura de los
dos espacios que aquí encontramos, que no puede convenir
a otras dependencias pero sí a una letrina y a un zaguán, así
como la tendencia, que ya hemos observado en muchas
otras casas murcianas, a situarlas juntas con el fin de aprove-
char el agua de lluvia procedente del patio para el arrastre y
limpieza de la letrina. Dado que la puerta principal se man-
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509
Fig. 24. Vista aérea del sector occidental del solar, en donde se distinguen las casas 1, 2, 3 y 4 y las tiendas A, B, C y D.
Fig. 25. Casa 2, fase 1. Letrina vista desde el norte. Obsérvese la obra original delmuro que la cierra por el este, en el que se distinguen unos sillares de calcoarenita(A). No obstante, es probable que se trate de una reparación y no de la obra original.Sobre los muros de la fase 1 se asienta la obra de tapial de hormigón (B) de la fase 2.
tuvo pegada a la medianera oeste, hay que pensar que el
espacio más oriental, el que atraviesa la atarjea, es el lugar en
donde se hallaba la letrina.
Como ya hemos adelantado, el espacio de la antigua
letrina situado en la crujía Sur fue absorbido por la depen-
dencia anexa, que ahora alcanza los 5’30 m. de largo por
2’40 m. de ancho, y que tal vez pueda identificarse con un
salón secundario (fig. 20). Se comunicaba con el patio a tra-
vés de un vano que se hallaba sensiblemente desplazado
hacia el Oeste en relación al eje transversal de la habitación.
No conocemos la luz del ingreso pues sólo se ha conservado
la jamba oriental.
El ala oriental siguió estando ocupada por una depen-
dencia secundaria cuya disposición era análoga a la de la
fase anterior. Presenta una longitud, 4’40 m., sensiblemente
mayor que la precedente pues incorporaba el primer tramo
de la letrina de la fase anterior que, como ya hemos dicho,
desapareció del ángulo SE (figs. 1, 20 y 24). El vano que la
comunicaba con el patio tenía una luz de 82 cm. y, al menos
en cimentación, no presentaba tratamiento alguno en las
jambas, sino que estaban conformadas sencillamente por el
remate de las tapias de hormigón. Idéntica factura parece
presentar la jamba de la puerta de la sala Sur, aunque en este
caso, al no conservarse el vano completo no podemos ase-
gurar que no contara con algún elemento desaparecido. Es
de suponer que el alzado de tierra estaría reforzado en las
jambas mediante argamasa, técnica bien documentada en
Siyâsa y que se denomina “tapial con brencas”22. Aparecie-
ron restos del pavimento de mortero de cal con que estaba
solada esta pieza oriental; presentaba algunos manchones de
ceniza y estaba situado a una cota de –2’30 m. en relación al
nivel actual de la calle.
Los muros que corresponden a este momento presentan
un basamento -a la vez cimiento y zócalo- fabricado en tapial
de mortero de cal, mientras que los alzados parecen haber
sido levantados mediante la misma técnica pero con tierra en
lugar de argamasa (figs. 21 y 25). Tienen una anchura de
aproximadamente 50 cm., a excepción del que supuesta-
mente separa zaguán y letrina que sólo mide 28 cm. A falta
del estudio de las cerámicas recuperadas y atendiendo
M E M O R I A S D E A R Q U E O L O G Í A
510
Fig. 26. Casa 2, fase 2. Puerta de ingreso desde la calle. A la izquierda, restos del tabique que seguramente individualizaba la letrina y el zaguán.
exclusivamente a criterios constructivos, nos inclinamos por
fechar esta fase en el siglo XII.
III.3. Fase 3Al parecer, en una fase ya tardía esta vivienda fue divi-
dida por su eje longitudinal (N-S) en dos núcleos diferentes
(fig. 20). Esta interpretación es hipotética teniendo en cuenta
que los datos disponibles son muy escasos debido a las
numerosas alteraciones producidas en épocas posteriores;
no obstante, expondremos a continuación las razones que
nos permiten defender dicha partición. En primer lugar,
sabemos sin lugar a dudas que el salón Norte fue divido en
dos habitaciones iguales mediante un muro cuya hipotética
prolongación hacia el Sur está completamente destruida por
la fosa moderna ya comentada. El muro conservado es una
obra de ladrillo que tiene una anchura de 20 cm. Esta parti-
ción supuso la reorganización completa de las dos piezas
resultantes de las cuales sabemos, sin duda, que la oriental
continúo funcionando como salón. De hecho, de los dos
núcleos en que quedó dividida la casa sólo tenemos alguna
información del situado al Este, pues el Oeste estaba casi
totalmente arrasado por el desfonde del siglo XVII a que ya
nos hemos referido.
Del núcleo occidental sólo sabemos que el muro que
separaba su patio del salón fue reconstruido, desplazándolo
ligeramente hacia el Norte, con la misma fábrica de ladrillo
que el de partición (fig. 20). La habitación resultante se pavi-
mentó con mortero de cal.
De la casa oriental pudimos documentar su patio solado
con ladrillos a rafe, bordeados por una banda perimetral
también de ladrillos (fig. 28). En el lado Norte se conserva
también una banda de ladrillos a sardinel que creemos
podría ser simplemente decorativa o, tal vez, reflejar la exis-
tencia de una galería volada. No parece, a juzgar por lo con-
servado, que existiera en dicho frente un pórtico, elemento
habitual en esta arquitectura doméstica tardía.
Si el límite oriental de la casa coincide con el de fases
anteriores y el occidental estaba situado en el eje de simetría
del antiguo patio, tal y como sucede en el salón Norte, pode-
mos afirmar, gracias a lo que se ha conservado del pavi-
mento del patio, que la casa no contaba con crujías en los
flancos Este y Oeste. Sin duda esta circunstancia dificultaba
su habitabilidad pero no la hacía imposible, puesto que
conocemos numerosos ejemplos de viviendas andalusíes,
tanto de Siyâsa como de Murcia, que disponían de sólo dos
crujías. Parece lógico pensar, no obstante, que la superficie
doméstica se completaría con algunas dependencias situadas
en la planta alta.
El salón Norte ocupaba la misma posición que en la fase
fundacional aunque, lógicamente, su longitud se vio redu-
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511
Fig. 27. Casa 2, fase 3. Alhanía del núcleo oriental.
cida a la mitad. También se estrechó, dado que el muro que
lo separaba del patio era una obra nueva, de ladrillo, que
estaba desplazada 60 cm. hacia el Norte con respecto al ori-
ginal. Presentaba un pavimento de mortero de cal, situado a
una cota de –1’75 con respecto al nivel actual de la calle. En
el extremo oriental aparece un tabique de ladrillo, enlucido
sólo al exterior, que quizás servía de apoyo para una tarima
de madera de las que se utilizaban como lecho (fig. 27). Gra-
cias a la presencia de este murete sabemos que la alhanía
tenía una profundidad de 1’30 m.
La entrada a la casa primigenia quedó en la propiedad
occidental, por lo que sería necesario habilitar otra para la
oriental. En el ángulo SE apareció una atarjea de ladrillo que
seguramente hay que identificar con el nuevo ingreso, tam-
bién abierto a la calle pública que hoy denominamos San
Patricio.
La partición de la casa 2 y la fase constructiva que hemos
descrito creemos que deben fecharse en la primera mitad del
siglo XIII, poco antes de la conquista castellana. Basamos
dicha cronología en razones constructivas e históricas: por
un lado, los pavimentos de ladrillos como el que solaba el
patio se generalizan en la arquitectura doméstica andalusí a
partir del siglo XIII; por otro, el fenómeno de partición de la
propiedad es propio de la ciudad saturada anterior a la con-
quista. Menos probable nos parece la hipótesis de asociar la
partición al repartimiento de las casas andalusíes entre la
población cristiana a partir de la definitiva conquista de la
ciudad en 1266. La escasez de repobladores y el tamaño
medio de la vivienda hace poco probable que la casa fuera
dividida para entregarla a los recién llegados. Somos de la
opinión de que el fenómeno más frecuente de modificación
del parcelario islámico fue al contrario, mediante la conce-
sión a un solo repoblador de varias casas andalusíes de
pequeño tamaño. La fragmentación de viviendas en vísperas
de la conquista está bien atestiguada en Siyâsa, concreta-
mente en las casas 9 y 18, y no parece posible asociarla con
la crisis demográfica que se produjo tras la conquista caste-
llana. Además, sabemos que los repobladores encontraban
las casas de los musulmanes, por regla general, excesiva-
mente angostas, por lo que no parece posible atribuirles la
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512
Fig. 28. Casa 2, fase 3. Pavimento de ladrillo del patio del núcleo oriental.
creación de viviendas tan pequeñas como las resultantes de
la subdivisión estudiada23.
IV. CASA 3
Linda por el Oeste con la vivienda 2 y se abre igualmente
a la calle medieval correspondiente a la que hoy llamamos S.
Patricio (figs. 1 y 4). La casa sólo fue documentada de forma
parcial, pues su mitad oriental se encuentra destruida por las
cimentaciones y sótanos del palacete del Doctoral la Riva.
La crujía Norte estaba ocupada por una pieza oblonga
(2’46 m. de ancho) que casi con total seguridad podemos
identificar con el salón principal de la casa; sabemos que
contaba con un zócalo pintado con motivos indeterminados
en rojo y negro, a juzgar por los abundantes fragmentos de
estuco así decorado que recogimos durante la excavación.
En la crujía occidental se hallaba una habitación estrecha y
alargada que medía 1’70 x 3’60 m. Del ala Sur sólo conoce-
mos el ángulo Sudoeste, en donde se documentó un vestí-
bulo e indicios de la letrina. Nada podemos decir de la mitad
oriental de la casa, incluida la crujía que pudo existir en ese
lado, puesto que toda ella fue destruida completamente por
la cimentación del edificio moderno.
La excavación de los diferentes espacios, por otra parte
muy alterados por intrusiones de diferentes épocas, muestra
la existencia de, al menos tres niveles de suelo, el más anti-
guo situado a unos –2’20 m. bajo la cota actual y el más
reciente a –1’80 aproximadamente. Las dependencias Norte
y oeste siempre estuvieron pavimentadas con mortero de
cal, mientras que en el patio distinguimos dos niveles de
suelo: el más moderno era de lajas de piedra pero había sido
saqueado y de ellas sólo hallamos sus huellas en el mortero
de argamasa; del más antiguo únicamente pudimos docu-
mentar unos cuantos ladrillo a rafe, dispuestos irregular-
mente, que seguramente eran parte de una reparación de un
pavimento del que nada nos ha llegado. Al menos la última
fase se puede fechar en la primera mitad del siglo XIII, a juz-
gar por la cerámica recuperada en el nivel de construcción.
En cuanto a las anteriores sólo podemos decir que la más
antigua conviene por cota a la fase 2 de la casa 2, por lo que
no parece descabellado suponer que también pudiera datar
del siglo XII. No hallamos en la casa 3 restos constructivos
paleoandalusíes equiparables a la fase 1 de la casa 2.
Bajo el suelo de mortero de cal de la crujía occidental y el
del ángulo NO del patio aparecieron sendos estratos idénti-
cos de tierra ocre con abundantes materiales de la primera
mitad del siglo XIII entre los que destacaban las cerámicas
esgrafiadas sobre manganeso y numerosos fragmentos de cri-
soles, barras y escoria de vidrio. Creemos, en consecuencia,
que se trata de un nivel aportado procedente de alguna de las
instalaciones artesanales cercanas, tal vez de uno de los talle-
res de vidrio, que sabemos existían en esta zona de la ciu-
dad24. Entre estos materiales se halló una ampolla de vidrio
soplado completa (fig. 29). Es de cuerpo piriforme, borde
hemiesférico y base cóncava por la acción del pontil. Aunque
la superficie está muy irisada parece que en origen la pasta
era incolora, con el ligero tono verde que en los vidrios
medievales proporcionan las impurezas de óxido de hierro.
V. CASA 4
Se trata de una pequeña vivienda andalusí, unos 60 m2
de parcela, que linda con la casa 3 por el Sur y con la tienda
A por el Oeste; al Norte limitaba con la actual calle Frenería,
que como ya dijimos es parte de la principal arteria en época
islámica (figs. 1, 4 y 24). Desde su fundación hasta su aban-
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513
Fig. 29. Ampolla de vidrio soplado. Primera mitad del siglo XIII.
dono, experimentó varias reconstrucciones alguna de las
cuales fue bastante importante pues supuso la renovación
completa de los muros de carga internos. Llaman la atención
en esta casa su ubicación junto a la calle principal, lugar que
parece más apropiado para establecimientos comerciales
como los situados al Oeste, y sus dimensiones, excesiva-
mente reducidas, especialmente para el momento fundacio-
nal que no creemos sea posterior al siglo XI. En efecto, aun-
que no es exhaustiva la información disponible, podemos
afirmar que las viviendas de esta cronología se suelen carac-
terizar por un tamaño mayor, propio de una ciudad poco
poblada y en la que existen aún bastantes espacios libres de
toda construcción. Esta casa, sin embargo, parece más bien
propia de la ciudad saturada y, de hecho, los mejores parale-
los de la misma los hallamos en viviendas de cronología tar-
día. Lo habitual en época paleoandalusí es la existencia de
grandes casas compuestas por varios patios comunicados
entre sí25. En ocasiones esta arquitectura está fuertemente
jerarquizada y uno de los patios, normalmente el central, es
bastante mayor que los otros. Cabe la posibilidad de que en
este caso estemos ante uno de esos pequeños núcleos subor-
dinados, como el ámbito sudoccidental del palacio de Fuen-
santa26, vinculado a una gran vivienda que se extendiera por
el extremo oriental del solar excavado. Dado que en esa
zona apenas pudimos documentar restos de época paleoan-
dalusí, debido a la construcción de un gran edificio en el
siglo XII, debemos concluir afirmando que lo expuesto no
son más que conjeturas, imposibles de demostrar, pero que
es preciso tener en cuenta antes de afirmar categóricamente
la excepcionalidad de la casa objeto de estudio.
V.1. Fase 1La vivienda se vio condicionada por una superficie de
parcela muy reducida, a pesar de lo cual no renunció al patio
central, en torno al cual se dispusieron las dos crujías bien
identificadas, con que contaba (figs. 30 y 31).
La septentrional estaba ocupada por una pieza rectangu-
lar (4’70 x 2’40 m.). Su acceso era geminado y se hallaba sen-
siblemente descentrado hacia el Este. El parteluz reposaba
en un sillar de arenisca y la anchura del único vano conser-
vado, el occidental, era de 56 cm. contando desde la
mocheta. Nos inclinamos por suponer que esta habitación
era el salón principal de la casa por varias razones: primero
por su orientación, propia de estas dependencias; segundo,
porque en una fase posterior sabemos con seguridad que
desempeñaba esta función dado que pudimos documentar
una alhanía en su extremo occidental y, tercero, porque en
esta arquitectura casi siempre los ingresos geminados dan
paso a los salones.
En la crujía occidental se encontraba una habitación de
menores dimensiones que la anterior (3’30 x 1’50 m.), de
cuyo tercio meridional nada se ha conservado. A ella se
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514
Fig. 30. Casa 4. Plantas de las fases 1, 4 y 5.
accedía a través de un ingreso de 80 cm. de luz. No tenemos
datos que nos permitan conocer la función a que estaba des-
tinada, a pesar de lo cual creemos que aquí estaría situada la
cocina, pues hemos podido comprobar en el yacimiento de
Siyâsa (Cieza) que ésta es la única pieza que permanece
siempre en planta baja, seguramente para evitar el riesgo de
incendio que supondría hacer fuego sobre un forjado de
madera.
Del patio tenemos una visión incompleta, limitada al sec-
tor NO del mismo, pues los dos tercios restantes estaban des-
truidos por cimentaciones modernas. Contaba con un andén
perimetral fabricado con mampostería y solado con mortero
de cal, que circundaba un espacio central algo más depri-
mido, 15 cm., pavimentado de la misma manera (fig. 31). Por
tanto, en este caso no existía un arriate o jardín central, sino
que todo el patio constituía una zona de paso; los andenes
tendrían más bien función de poyo que de paseador; salvo
en los días de lluvia, cuando la circulación sería preferente-
mente perimetral pues el andén estaba a cubierto gracias a la
cornisa o alero.
A pesar de que su mitad oriental se hallaba en parte des-
truida por los cimientos de la casa del Doctoral la Riva, pudi-
mos comprobar que el ingreso a la vivienda se efectuaba
desde la calle que la delimitaba por el Norte (figs. 30 y 32).
Estaba emplazado en el ángulo nordeste y daba a un zaguán
largo y estrecho cuyo subsuelo estaba recorrido por una
atarjea que iba a verter hacia la alcantarilla que debió de
recorrer la vía pública. Esta infraestructura se bifurcaba en
dos ramales, uno hacia el oeste y el otro continuaba en
dirección Norte. Es evidente que el primero seguía el trazado
acodado habitual en estas dependencias, por lo que parece
lógico suponer que existiría una pared de dirección este-
Oeste que generara ese recodo. Más difícil de explicar es la
presencia del ramal de la atarjea que continúa en dirección
Norte, pues ya dijimos que en las casas andalusíes se suele
conducir las aguas pluviales hacia la letrina con el fin de que
arrastren la suciedad. En cualquier caso, la lógica indica que
si el primer ramal es el que, por su dirección, debió drenar el
patio, el segundo tuvo que dar servicio a la letrina. Aunque
no se trate de la solución más habitual, hemos podido com-
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515
Fig. 31. Casa 4, fase 1. Vista del patio desde el Este.
probar que al menos en otra vivienda murciana igualmente
condicionada por la escasez de espacio, la excavada junto a
San Bartolomé, se optó por una solución idéntica a la que
suponemos27.
Las condiciones de habitabilidad serían muy escasas si
no contara con alguna pieza más en planta alta situada en la
crujía occidental e incluso en la Norte. En efecto, aunque en
esta última parece haber estado el salón, a juzgar por las
razones arriba expuestas, no creemos que contara con doble
altura, como suele ser habitual en estas dependencias, dado
que es demasiado reducida. Es también posible que la habi-
tación de la crujía Norte no fuera el salón principal; éste
supuesto obligaría a emplazarlo en alto, extendiéndose
incluso sobre el zaguán, tal y como aparece en varias de las
casas de Siyâsa. Si hay planta alta resulta imprescindible una
escalera, que suele ubicarse en el patio o en el vano lateral
de un pórtico; en este caso lo más lógico es que arrancara
desde el ángulo SO del patio o bien que estuviera incorpo-
rada a un pórtico tripartito situado en el frente Sur. A pesar
de la fuerte destrucción que ha experimentado todo este sec-
tor de la casa, se aprecian algunos indicios que podrían ava-
lar esta última posibilidad. Se trata de dos estructuras de
ladrillo, ambas incompletas y sólo parcialmente conservadas
que, a nuestro juicio, podrían interpretarse como los restos
de sendos pilares pertenecientes a un pórtico situado en el
frente Sur del patio. Si dicha hipótesis es correcta, habría que
pensar que los ladrillos adosados a la estructura oriental
podrían corresponder al arranque de una escalera.
Los escasos restos de muros conservados están fabricado
con mampostería alternando con tongadas de mortero de
cal. Los alzados eran de tierra, seguramente tapial, tal y
como se aprecia en el que cierra por el Norte el salón y, en
menor medida, en el de la medianera Oeste. Las jambas apa-
recen reforzadas con sillares de calcoarenita. Estos materiales
y técnica constructiva suelen darse en Murcia en casas de los
siglos X y XI, por lo que suponemos que dicha cronología es
válida, a falta de un estudio de detalle de los hallazgos cerá-
micos.
V.2. Fases 2 y 3Entre el momento de construcción de la casa y la fase
que hemos denominado 3, hubo una repavimentación de las
salas y del patio que corresponde con la fase 2 (fig. 33). En
las habitaciones los nuevos suelos eran, como los anteriores,
de mortero de cal, mientras que el del patio era de lajas de
arenisca.
De la fase 3 hemos podido documentar una repavimen-
tación que sobreelevó 30 cm. las cotas de suelo. El patio fue
solado con lajas de arenisca muy bien trabajadas que ocupa-
ban tanto el andén perimetral como el espacio central, unos
15 cm. más bajo (fig. 34). Desgraciadamente sólo se ha con-
servado la parte central del patio pues los muros que lo deli-
mitaban se hallaban destruidos por la fosa de cimentación de
los que los sustituyeron en la fase siguiente. Los materiales
extraídos en el nivel de construcción de este momento han
permitido fecharlo en la segunda mitad del siglo XII.
V.3. Fase 4Consistió en una importante reconstrucción de todas las
paredes, especialmente de las internas que, tal y como antes
decíamos, variaron ligeramente la orientación con respecto a
la de época fundacional. Sorprendentemente, los nuevos
muros, que tenían una anchura homogénea de 48 cm. fueron
rehechos mediante un tapial de tierra asentado sobre una
sola hilada de sillarejos, seguramente reutilizados (figs. 30, 35,
36 y 37). La tierra empleada para su fabricación presenta la
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516
Fig. 32. Casa 4, fase 1. Vista del zaguán desde el Norte. El muro de la izquierdaes original, pero el de la derecha es un cimiento de la casa del Doctoral la Riva.
particularidad de que no es una arcilla limpia, sino que pre-
senta abundantes fragmentos de escombro machacado que
probablemente le otorgó una especial consistencia. No
hemos identificado niveles de suelo claramente relacionados
con esta fase, con la excepción de algunos restos a base de
mortero de cal en la sala Oeste y un par de lajas de arenisca
en el patio, ni encontramos el más mínimo resto de enlucido
en los muros de tierra. Tampoco presentaban vano alguno, lo
que resulta especialmente anormal en el caso del que sepa-
raba el salón del patio pues resulta imposible pensar que la
puerta estuviera desplazada más hacia el Este, a no ser que
supongamos que la casa se expandió considerablemente en
esa dirección, hipótesis de la que no existe indicio alguno.
Por todo ello, creemos que es necesario contemplar la posibi-
lidad de que en realidad estemos ante cimentaciones corri-
das. La presencia de una potente capa de escombro de unos
70 cm., asociada en todos los espacios de la vivienda a los
muros de tierra, podría corresponder a un nivel de aportación
de esta fase: primero se encofraron los cimientos de tierra y
después se rellenaron hasta alcanzar la cota del nuevo suelo.
El escombro procede sin duda de los muros de la fase ante-
rior, que fueron arrasados completamente.
En los estratos asociados a estos muros aparecen frag-
mentos de esgrafiado sobre manganeso por lo que, a falta de
un estudio más preciso, creemos que se puede fechar la obra
de esta fase ya en el siglo XIII.
V.5. Fase 5Los muros presentan la misma disposición que los de la
fase previa aunque ahora están fabricados con ladrillos dis-
puestos de manera poco cuidada, recubiertos de enlucido
(figs. 30 y 38). El salón, el patio y la sala occidental contaban
con pavimentos de mortero de cal. Se conservó el umbral del
acceso a la crujía oriental, compuesto por una laja de are-
nisca rectangular.
El salón presenta, en su extremo occidental, el atajo Sur
de la alhanía, gracias a lo cual sabemos que este espacio
tenía una profundidad de 1’10 m. Aunque no se conservó al
completo su ingreso, lo que llegó hasta nosotros es sufi-
ciente para afirmar que el vano doble había sido ya susti-
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Fig. 33. Casa 4, fase 2. Vista general desde el ángulo NE.
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518
Fig. 34. Casa 4, fase 3. Vista del patio desde el ángulo NE.
Fig. 35. Casa 4. Vista desde el Este del patio de la fase 3 y los muros de tierra de la fase 4.
tuido por un acceso único. La elección del vano único o
doble no es arbitraria sino que, por lo general, tiene un valor
cronológico. En efecto, el ingreso geminado era el más
común hasta fines del siglo XII, cuando empieza a ser susti-
tuido por el único, que ya en el siglo XIII es el predomi-
nante. En algunas casas de Siyâsa (Cieza) y en otras de la ciu-
dad de Murcia, en las que hemos podido documentar su
evolución a lo largo de varios siglos, se ha podido compro-
bar que es frecuente la sustitución de un tipo de vano por el
otro en las reformas emprendidas durante la primera mitad
del siglo XIII28.
VI. LAS TIENDAS
La excavación permitió documentar un tipo de instalacio-
nes, muy habituales en las ciudades hispanomusulmanas, de
las que, sin embargo, hasta ahora apenas contábamos con
información arqueológica: las tiendas. Admitamos esta deno-
minación, propia además de la documentación cristiana
bajomedieval, teniendo en cuenta que tales instalaciones no
sólo tenían un carácter comercial sino también, en muchos
casos, artesanal.
En concreto, excavamos cuatro que se abrían a la actual
calle Frenería que, como ya dijimos, era un tramo de la princi-
pal arteria de la ciudad islámica (figs. 1, 2, 4 y 24). En este
caso, no formaban parte de las crujías de las casas sino que
estructuralmente eran independientes de cualquier otro edifi-
cio, aunque estaban adosadas a los núcleos residenciales ya
analizados. Su emancipación era tal que ni siquiera compar-
tían medianería con la casa 2, sino que cada inmueble contaba
con la suya, adyacente a la del vecino. Esto es bastante inusual
pues conviene recordar que, a diferencia de lo que sucede en
el mundo romano donde sólo se comparten las paredes si hay
acuerdo entre los dos vecinos, la jurisprudencia islámica pres-
cribe que, si no hay peligro de ruina, la nueva construcción
puede apoyar sus vigas en la pared del vecino, lo que de
hecho da lugar en este urbanismo a la máxima adyacencia
entre las propiedades por la servidumbres de muros comunes.
De hecho, casi todas las medianerías documentadas en las
excavaciones arqueológicas están conformadas por paredes
compartidas, aunque también se ha podido comprobar la
existencia de excepciones; aparte del caso que nos ocupa
podemos citar otros en las excavaciones de calle S. Pedro,
calle Trapería y casón de Puxmarina, todas ellas inéditas.
Tres de las tiendas (A, B y C) lindan por el Sur con la casa
2 y presentan idéntica planta rectangular. La comunicación
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Fig. 36. Casa 4, crujía Oeste vista desde su interior. El pavimento y los muros ape-nas emergentes corresponden a la fase 3 (A). Sobre ellos se alzan los muros detapial de tierra de la fase 4 (B).
Fig. 37. Casa 4, fase 4. Detalle del muro de tapial de tierra que separa el salón delpatio visto desde el Norte. Obsérvese el asiento de sillarejos sobre el que selevanta.
Fig. 38. Casa 4, fase 5. Vista general desde el Norte.
con la vía pública se efectúa a través de amplios vanos que
ocupan el frente exterior casi por completo. Sólo un pilar,
emplazado indistintamente a derecha o izquierda, delimita el
vano de ingreso.
La tienda A, con unas dimensiones de 5’60 x 2’14 m. era
la más estrecha (fig. 42). Estaba subdividida en dos espa-
cios, uno al Norte y otro al Sur, por un muro de adobes de
56 cm. de ancho que presentaba un vano de 66 cm. en el
centro. El acceso a la calle se abría en todo el frente Norte,
sólo resaltado por la presencia de una pilastra de sillares
adosada al lado Este. Existía un pozo de anillos cerámicos
en el centro del espacio que creemos era de época islámica,
aunque posterior a la fase fundacional, pues se distinguía
perfectamente su fosa de cimentación en el suelo de cal; sin
duda, cuando se puso en servicio ya se había amortizado el
muro de partición. Dicho suelo de cal, el más profundo de
los documentados, se hallaba a –2’18 m., aunque es proba-
ble que existieran niveles más antiguos totalmente desapa-
recidos pues la pared divisoria arrancaba a una cota de
–2’60 m. El muro meridional y el oriental, éste último com-
partido con la casa 4, estaban fabricados con cimiento y
zócalo de mampostería alternando con tongadas de cal y
alzado de tierra. El occidental, que la separaba de la B,
estaba totalmente reparado mediante bataches en los que
predominaba la mampostería y la argamasa; sólo el estrecho
tramo en que entesta el muro de partición mostraba la obra
original de tierra. Todas estas estructuras presentaban recre-
cidos que no se pueden fechar antes del siglo XV, por lo
que parece que estuvieron en uso al menos hasta ese
momento29.
La tienda B medía 4’86 x 2’74 m. y su vano a la calle era
similar al anteriormente descrito, incluida la presencia de
una pilastra de sillares adosada al lado oriental (fig. 40). El
muro que la separaba de la tienda C estaba construido ente-
ramente con adobes sin ningún tipo de cimentación más
consistente (fig. 41). Sólo en la parte central aparecía refor-
zado por una estructura cuadrangular de sillares de piedra.
En un sondeo practicado en el fondo de esta tienda pudimos
apreciar que el muro de mampostería que la cierra por el Sur
se asentaba sobre otro de tierra más antiguo. Este último se
asociaba a un nivel de suelo situado a –3’06 m.
La tienda C tenía unas dimensiones similares a la ante-
riormente descrita. Aquí pudimos documentar un suelo, con-
formado esencialmente por manchas de ceniza y un hogar
circular, situado a –2’70 m. En este caso, la pilastra del vano
de entrada era de ladrillo, mayor que las de las otras tiendas,
y estaba situada en el lado opuesto (fig. 41). Contaba con un
pozo de anillos cerámicos.
La tienda D, en el ángulo Noroccidental de la zona exca-
vada, era sensiblemente más corta que las tres anteriores,
condicionada por la mayor longitud de la vivienda nº 1, con
la que limita por el Sur (fig. 39). Contaba con dos espacios
separados por un muro de tierra de 50 cm. de anchura y de
dirección Norte-Sur, en el centro del cual se abría un vano de
84 cm. Su acceso parece haber estado situado en el frente
norte del espacio oriental. Estaba separada de la tienda C por
la prolongación del muro de mampostería y tongadas de cal
que separaba las casas 1 y 2. Éste se construyó sobre otro
más antiguo de tierra, desplazado unos 30 cm. más al Este,
que parece contemporáneo del muro de partición antes
comentado. Esos muros de tierra conservaban parcialmente
el enlucido de yeso y se asociaban a un pavimento de mor-
tero de cal situado a –2’50 m. Como vemos, tanto estos restos
como los hallados en la tienda B corresponden a una fase
constructiva más antigua en la que, al parecer, había una dis-
tribución de espacios similar a la que venimos comentando.
Parece, en consecuencia, que en estas estructuras de tie-
rra confirman la existencia de una fase anterior a la de los
muros con zócalos de mampostería y cal, presente en este
sector pero no en el resto del solar. Por todo ello creemos
adecuado plantear un hipotético proceso de formación de la
manzana, cuya forma estaría determinada por ser inicial-
mente un huerto; posteriormente se construyeron las tiendas
en la franja Norte, junto al camino convertido en calle mayor;
en un tercer momento se produciría la completa edificación
del espacio con casas; por último, se llevaría a cabo la inva-
sión parcial de las tiendas situadas al norte de la casa nº 1 al
ampliarse esta vivienda; tal vez, incluso, en esta fase tendría
lugar la aparición de la casa 4 sobre el solar de dos tiendas.
VII. EL EDIFICIO ORIENTAL
La mitad este del solar se hallaba profundamente alterada
por las cimentaciones y, sobre todo, por los antiguos sótanos
del casón del Doctoral la Riva del que nos ocuparemos más
adelante. Allí fue posible descubrir los restos de un edificio
andalusí del cual sólo se conservaban sus cimentaciones de
tapial de hormigón, puesto que los alzados y hasta los suelos
habían sido destruidos por el desfonde efectuado para la
construcción de dichos sótanos y por las infraestructuras
asociadas al palacete moderno. Además del enorme grado
de destrucción que sufrió, otra dificultad añadida a la hora
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520
de intentar definir su organización interna es que los vanos
no se reflejan en las cimentaciones; es decir, que éstas no
presentan solución de continuidad alguna que pueda identi-
ficarse como puerta.
Las estructuras medievales exhumadas bajo los sótanos,
pertenecen a un edificio de grandes dimensiones, cuya
extensión coincide, aproximadamente, con la del palacete
moderno (figs. 4 y 44). En su parte central hay un amplio
espacio libre de construcciones, de forma casi cuadrada que,
por sus dimensiones (7 x 8’5 m. aproximadamente), debe
interpretarse como un patio (fig. 44). Sus frentes Norte y Sur
aparecen limitados por sendos pares de muros paralelos
muy próximos entre sí: la separación entre los dos primeros
es de 74 cm. (fig. 47) y entre los segundos 36 cm. (fig. 45).
Parece evidente que en ambos casos la estructura más
externa sería la que delimitaría la crujía correspondiente,
ahora bien, ignoramos la finalidad de los muros interiores.
Podría tratarse de correas de cimentación para pórticos-gale-
ría, tal y como hemos visto, por ejemplo, en la casa nº 16 de
Siyâsa, pero esta hipótesis presenta la objeción de que el
espacio de circulación, especialmente el meridional, parece
demasiado angosto. También cabe la posibilidad de que
estemos ante andenes que delimitarían un arriate central,
pero esta propuesta presenta aún más problemas: primero,
en estas estructuras sólo suele encofrarse la cara exterior y
no las dos y, segundo, no hay rastro de los andenes Este y
Oeste, imprescindibles en un patio de jardín central. Es tam-
bién posible que, al menos en el lado Sur, estemos ante dos
momentos constructivos diferentes.
En torno al espacio central se disponen al menos tres
crujías. La septentrional está conformada por una gran
dependencia oblonga de 2’60 m. de anchura (fig. 47). De la
meridional no conocemos su anchura pero sí su longitud
(8’70 m.); hallamos en su interior fragmentos de estructuras
de adobe dispuestas perpendicularmente y que se podrían
interpretar como compartimentaciones, aunque ninguna de
ellas pudo ser relacionada con las de hormigón, por lo que
también podrían ser más antiguas. La crujía Este sí está clara-
mente compartimentada, al menos en cuatro espacios,
mediante muros igualmente de tapial de hormigón; las dos
estancias más meridionales parecen haber presentado planta
en forma de L, posiblemente acogieran letrinas (fig. 46),
mientras que las septentrionales son piezas pequeñas de
planta rectangular (fig. 43).
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521
Fig. 39. Tienda D vista desde el ángulo NO.
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522
Fig. 40. Tienda B. Detalle del vano de la entrada con la pilastra de sillares que lo flanqueaba.
Fig. 41. Tiendas vistas desde el ángulo SO.
El ángulo NE del edificio presenta planta achaflanada, sin
duda condicionado por la disposición de la vía pública (fig.
4). No tenemos datos acerca de la organización del edificio
en el sector del chaflán, aunque parece lógico pensar que
existía una crujía muy compartimentada, al igual que la
oriental, pues en el muro que da a la calle excavada halla-
mos los restos de hasta cinco desagües consecutivos que
deben de corresponder, lógicamente, a otras tantas depen-
dencias que, por otra parte, sólo podrían ser letrinas.
De la crujía occidental nada sabemos, aunque nos incli-
namos por suponer que no existía, pues teniendo en cuenta
lo que conocemos de la planta de la casa nº 3 parece lógico
pensar que ésta se extendía hasta los muros 16 y 18 (fig. 4).
Finalmente, nada sabemos del espacio situado al Norte de
la crujía septentrional y alineado con la calle Frenería, aunque
nos inclinamos por suponer que estaría ocupado por tiendas
cuya profundidad sería similar a la que denominamos D. Sor-
prende comprobar que tras los dos edificios más modernos
(casa 1 y edificio oriental) aparecen las tiendas menos pro-
fundas, lo que podría deberse a la presión de las construccio-
nes del siglo XII sobre unas tiendas vetustas que seguramente
vieron compensada su reducción creciendo en altura.
En conclusión, creemos que estamos ante un edificio de
patio central, dotado probablemente con un pórtico en su
frente Norte. Contaba con tres crujías, la Norte y la Sur de
planta oblonga y la oriental compartimentada en diversas
dependencias menores. Es posible que se trate de una gran
casa y también que estemos ante un edificio público como
por ejemplo una alhóndiga. La existencia de un área de letri-
nas, si se confirmara tal extremo, avalaría esta hipótesis pues
estarían destinadas al servicio de los usuarios del estableci-
miento. No obstante, tampoco hemos de descartar otras
posibles interpretaciones, incluida la de "casa de ablucio-
nes", que también estaban dotadas de estos servicios.
VIII. LA CALLE
Como se ha mencionado ya, pudimos excavar una mínima
parte de la superficie de la plaza de Belluga, lo que permitió
documentar arqueológicamente, por vez primera en Murcia,
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Fig. 42. Tienda A. Vista desde el Sur. Al fondo se aprecia el vano de la entrada y lapilastra de sillares que lo flanqueaba.
Fig. 43. Edificio oriental, habitación de la crujía Este invadida por el muro defachada de la casa del Doctoral la Riva.
una calle importante de la ciudad islámica, que se ha mante-
nido en uso hasta nuestros días. Así, dimos con el empedrado
de la plaza abierta en el siglo XVIII, cubriendo una sucesión
de pavimentos anteriores, y pudimos delimitar la calle corres-
pondiente al trazado urbano anterior a las reformas barrocas.
La vía pública excavada medía entre 2’20 y 2’50 m. de
anchura y había sido ampliada en diferentes ocasiones en
detrimento de la finca ocupada por el que edificio que hemos
analizado en el apartado anterior (figs. 49 y 50 C). Una de las
ampliaciones tuvo lugar durante la construcción del palacio
moderno y afectó al sector de la fachada en forma de chaflán.
La arteria medieval contaba con bancos adosados y, como es
usual, estaba recorrida por una atarjea central que apareció a
más de 4 m. de profundidad respecto al nivel actual de la
plaza, sin duda debido a la proximidad del punto de emisión
de las aguas residuales que, tras cruzar la muralla, aproxima-
damente por la calle del Arenal, vertían en el río. Para alcanzar
la atarjea principal, los desagües de las propiedades vecinas
aparecen canalizados mediante tubos cerámicos o anillos dis-
puestos verticalmente (fig. 48). Dichas bajantes arrancan de
alcadafes cerámicos situados en las salidas de las atarjeas
domésticas, que servían como pocetas de decantación. De
esta manera se evitaban más obturaciones de las estrictamente
necesarias en la red de alcantarillado, dado que su manteni-
miento y reparación era costeado a prorrata por los vecinos
que se servían del tramo en cuestión. En las secciones estrati-
gráficas se aprecia bajo el suelo de la calle del siglo XIII la pro-
funda fosa (de hasta 2’5 m.) ocasionada por las aperturas des-
tinadas a sanear la alcantarilla central (figs. 49 y 50 B).
En el muro que cierra la calle por oriente se documentó
una sólida esquina de sillería, al pie de la cual aparecía el
final de otra atarjea que venía a entroncar con la principal
(fig. 50 D). Se trata, con toda probabilidad, de la prolonga-
ción de la calle principal en dirección este, mientras que el
tramo por nosotros excavado, que se dirige al Sur, hacia la
muralla, sería la prolongación de la actual calle Alejandro
Salazar antes del Arenal (fig. 2).
En época moderna, probablemente en la primera mitad
del siglo XVIII, se construyó una nueva atarjea, mucho más
alta que la islámica, que pudimos documentar en gran parte
de su recorrido (figs. 44 y 50 A, C y D).
IX. LA CASA DEL DOCTORAL LA RIVA
Como hemos venido comentando, la mitad oriental del
solar estaba ocupada por un palacete demolido a fines de los
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Fig. 44. Vista general del sector oriental del solar desde el Sur. Entre los cimientos de la casa del Doctoral la Riva se distinguen los muros de tapial del edificio andalusí. A laderecha, se aprecia el comienzo de la excavación de la calle pública
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Fig. 45. Edificio oriental, crujía Sur.
Fig. 46. Edificio oriental, dependencias en L del ángulo SE.
años 70 (fig. 3), que tradicionalmente era conocido por el
nombre del ilustre canónigo la Riva, que ejerció en Murcia
desde 1783 hasta 183430. Pudimos documentar los sótanos y
cimentaciones de este edificio así como numerosas infraes-
tructuras sanitarias e hidráulicas (fig. 44). Una de éstas era un
aljibe rectangular, al que se accedía desde un vano situado
en el lado occidental del gran sótano que ocupaba todo el
frente Sur de la finca; contaba con un canal de alimentación
en el lado Oeste cuya procedencia desconocemos. El desa-
güe arrancaba del ángulo NW, a ras de suelo, y estaba con-
formado por una atarjea de ladrillo que inmediatamente
doblaba hacia el Este y penetraba bajo el suelo del sótano
para verter en un pozo de ladrillo cuya boca estaba situada a
– 3’00 m. con respecto al nivel actual de la calle. También
disponía de un surtidor de piedra situado a media altura en
el lado Sur, abierto a la calle San Patricio. La estructura
estaba construida con ladrillos tomados con mortero de cal y
el suelo reutilizaba una inscripción conmemorativa de már-
mol partida en dos y recubierta, al igual que las paredes, con
un mortero hidráulico (fig. 51). A pesar de ciertas mutilacio-
nes se ha podido leer el siguiente texto:
Esta fuente (la mando ha)
cer y traer D. Antº de Quiño
nes Pimêtel Cauallero de la orden de
Calatraua fiêdo Corregidor dela
muy noble y muy leal ciudad de
Murcia, Lorca, y Carthag. Reynân
do la Mag.d del rey D. Felipe III
nueftro feñor Año MDCXV
La inscripción proporciona una fecha post quem para la
construcción del palacete, 1615, mientras que la planta
revela que su construcción se llevó a cabo antes de 1759,
fecha en que se abrió la actual plaza de Belluga. En efecto, la
disposición achaflanada de su ángulo NE, que reproduce la
del edificio andalusí antes descrito, demuestra que se cons-
truyó adaptándose al trazado de la calle que en su día fue
absorbida por la apertura de la nueva plaza de Belluga. En
efecto, si la plaza ya hubiera estado abierta, la antigua aline-
ación de fachada no hubiera sido quebrada pues ya no exis-
tiría la necesidad de adaptarse al trazado de la calle pública;
tampoco estaría justificado el retranqueo de la mencionada
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Fig. 47. Edificio oriental, crujía norte.
alineación, como así se hizo, aproximadamente 1 m con res-
pecto a la de época medieval, con el fin de dotar a la vía
pública de mayor holgura (figs. 3 y 50).
X. LA ARRACADA DE ORO
Entre los numerosos hallazgos muebles efectuados des-
taca una arracada de oro (fig. 52). Fue hallada en el extremo
occidental de la crujía Sur del edificio andalusí que hemos
descrito en el apartado VI. Apareció justo por debajo de un
pavimento de ladrillos abandonado en la primera mitad del
XIII, por lo que, a falta de la precisión que proporcione el
estudio de las cerámicas, podemos adelantar una cronología
amplia en torno a fines del siglo XII o comienzos del XIII.
Se trata de una pieza fabricada en lámina de oro calada
compuesta por una vareta curva para colgar, con cierre de
gancho y una parte inferior semicircular, fabricada en lámina
de oro calada en la que destacan dos elementos: en la parte
superior una banda horizontal, decorada con siete cabujones
gallonados, rematada por una cornisa de triángulos y en la
inferior dos pavones afrontados, separados por un árbol de
la vida invertido situado en el eje. Toda la pieza aparece rica-
mente decorada con globulillos aplicados y filigrana.
Los paralelos más próximos en espacio y tiempo a la
pieza murciana son dos arracadas halladas en Palma de
Mallorca, cuya ocultación se ha fechado en 122931. Están
igualmente decoradas con sendas aves, en este caso contra-
puestas, separadas por el árbol de la vida. A diferencia de la
murciana, presentan en su parte inferior una banda en forma
de segmento de corona circular decorada con la “basmala”
en caligrafía cursiva.
Más antiguas son dos piezas procedentes de tesoro de
“Ermita Nueva”, en Alcalá la Real (Jaén), que fueron escondi-
das junto con numerosas monedas en 1010 d.C, durante la
rebelión bereber de Sulayman32. Al igual que la murciana, las
arracadas jienenses están rematadas por la banda con siete
hemiesferas coronada por triángulos, aunque en éstas no
aparecen los pavones sino unos motivos geométricos.
Este tipo de joyas de colgante semicircular cuenta con
paralelos en Egipto, Túnez y Siria, fechados en época fatimí33.
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Fig. 48. Calle pública. Detalle de la bajante nº 2, fabricada con tubos cerámicos,adosada al muro andalusí (6) y junto a los cimientos de un banco (5).
Fig. 49. Calle pública. Perfil Sur. Apréciese el muro andalusí (6) situado bajo lacimentación de la casa del Doctoral la Riva (10).
Entre los ejemplares orientales destacaremos dos que cuentan
como motivo central con los pavones afrontados: se trata de
sendos colgantes del siglo XI, uno procedente de Egipto y el
otro de la Gran Siria. Recordemos, finalmente, que este
motivo era muy común en el repertorio iconográfico de la
cerámica esgrafiada sobre manganeso del área murciana
desde fines del siglo XII hasta mediados del XIII34.
XI. CONCLUSIONES
La excavación de este solar, muy próximo a la mezquita
aljama y al alcázar, nos ha permitido documentar arqueoló-
gicamente un sector del centro de la madîna islámica de
Murcia y establecer algunas hipótesis acerca de su formación
y evolución urbana.
Se ha estudiado la organización espacial de una manzana
con fachada a la calle principal, que estaba ocupada mayori-
tariamente por tiendas, mientras que en el interior se situa-
ban cuatro casas, tres de ellas abiertas a una calle secundaria
que se corresponde con la actual de S. Patricio. De estas
casas hemos podido examinar distintas fases constructivas
que abarcaban desde su fundación (siglos X-XI), hasta las
últimas reformas en el siglo XIII.
Las cuatro tiendas rectangulares constituyen una de las
aportaciones más notables de esta excavación, pues permi-
tieron comprobar por vez primera la disposición del zoco
principal de la Murcia medieval, que se corresponde, en tér-
minos generales, con el que es habitual en las ciudades islá-
micas tradicionales.
También tuvimos la oportunidad de excavar un tramo de
la calle pública más importante de la ciudad islámica, lo que
resulta excepcional debido a las lógicas limitaciones que
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Fig. 50. Calle pública. La excavación permitió documentar el sistema de evacuación de aguas residuales que estaba en funcionamiento a mediados del s. XIII. La foto C, hecha desdeel Norte, refleja el momento más avanzado de los trabajos, una vez eliminadas las bajantes (2 y 3) que permitían que los vertidos, procedentes de los edificios colindantes, fue-ran a parar a la atarjea principal (9) que al ser cola del sistema de drenaje se encuentra a una cota muy profunda respecto al nivel de suelo del siglo XIII (1). Los muros islámicosque delimitan la calle (6 y 7) son divergentes: adosado al occidental se aprecian los cimientos de lo que debió ser un banco (5); el tramo oriental (7) es una esquina, lo que jus-tica la obra de sillería; a su pie se aprecia el final de otra atarjea (8) que viene a entroncar con la principal (9). Es interesante hacer notar que la bajante del edificio occidental se
impone una ciudad viva, pudiendo estudiar en detalle sus
dimensiones y todos los elementos que componían una
desarrollada red de alcantarillado público.
La manzana parece haber sido en origen un huerto, lo que
explicaría la forma regular de su perímetro. Posteriormente,
en una fase temprana que quizás podríamos situar antes del
califato, se llevaría a cabo una primera construcción de las
tiendas de la franja norte con muros de tierra. En un momento
posterior, tal vez en época califal, se produciría la completa
edificación del espacio con casas y la reedificación de las tien-
das con la misma técnica y material constructivo: zócalos de
mampostería en espiga alternando con capas de mortero de
cal y alzados de tierra. Finalmente, tendrían lugar una serie de
fenómenos propios del proceso de saturación urbana, como
la invasión parcial de las tiendas situadas al Norte de la casa nº
1 y la aparición de la casa 4 sobre el solar de dos tiendas.
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inicia con un alcadafe (2) que hace la función de poceta de decantación, antes de que las aguas residuales se precipitaran por los tubos cerámicos que las vertían a la atarjea prin-cipal (9). La fachada oriental de la casa del Doctoral la Riva (10) no se sitúa en la línea de la calle islámica (6) sino que está retranqueada más de 1 m. La atarjea contemporáneadel edificio y calle modernos se pudo documentar en gran parte de su recorrido (11). La atarjea andalusí (9) con su cubierta de lajas de piedra sólo se puede apreciar en la foto A,pues de las cuatro imágenes es la que documenta el momento más reciente de la excavación. La D muestra cómo el alcantarillado moderno (11 y 12) sigue el mismo trazado y sesuperpone al medieval (8 y 9). Los ramales secundarios (8 y 12) de ambos sistemas se sitúan, como es lógico, a una cota más alta que los cauces principales o receptores (9 y 11).
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NOTAS
* Escuela de Estudios Árabes de Granada (C.S.I.C)1. El edificio gótico fue modificado en 1802 y finalmente derribado en1848 para dejar lugar a la actual casa consistorial (ROSSELLÓ y CANO,1975, pp. 71 y 72).2. POCKLINGTON, 1989.3. Acerca de la denominación “calle real” véase TORRES FONTES, 2000,p. 31. En un documento de Jaime I de 1266 se le denomina via maiori(TORRES FONTES, 1987, p. 200). Después de la apertura de la calle Tra-pería (1266 ó 1267), es esta arteria la que se convierte en calle Mayor,pero nunca llegó a ser la principal porque no estaba bien integrada conla red viaria que se comunicaba con las puertas y caminos más importan-
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Fig. 51. Lápida fundacional del s. XVII reutilizada como solería en una cisterna dela casa del Doctoral la Riva, una vez que se ha eliminado la capa de mortero que larecubría.
tes. Aún en 1755 se afirma: “la calle principal de la Frenería, por dondetransitan todas las procesiones generales y se agita el mayor comercio delpueblo” (Acta Cap. 16-XII-1755, en ROSSELLÓ y CANO, 1975, p. 86).4. Excavación efectuada el año 1999 bajo la dirección de uno de noso-tros (P.J.C). En la actualidad permanece inédita.5. En este lugar su pudo estudiar un solar de grandes dimensionesabierto por igual a la calle Frenería como a Glorieta de España. El frentede Frenería no se excavó debido a la presencia de un gran testigo desti-nado a proteger las dos fachadas catalogadas pertenecientes a los edifi-cios demolidos. Este hecho impidió exhumar el frente de tiendas queallí hubo. Si se analiza la escasa documentación gráfica publicada deesta excavación, se podrá observar que los muros que entestan por elNorte con la casa andalusí, se introducen en el testigo y se disponenperpendiculares a Frenería, formando crujías cuyo ancho viene a ser elde las tiendas. Por tanto descartamos que hubiera otra vivienda al Nortede la excavada, lo que obligaría a suponer, como hicieron los mencio-nados autores, que la calle Frenería no existía en época andalusí. VéaseFERNÁNDEZ y LÓPEZ, 1989. 6. TORRES FONTES, 1969, pp. LXIV, LXXXII y LXXXIII; algunas de estastiendas construidas sobre casas andalusíes tardías y abiertas a la Trape-ría, calle de nueva apertura según comentábamos antes, han sidorecientemente excavadas por uno de nosotros (JNP) en una interven-ción que permanece inédita.
7. TORRES FONTES, 1963, p. 64, p. 87; 1969, p. 34; 1977, p. 129.8. Este zoco musulmán es ubicado por Torres Fontes, con reservas, enla actual Plaza de las Flores (1963, p. LIX), lo que parece bastantedudoso.9. Es posible que también corresponda a esta puerta el topónimo Bebi-zueca o Beniçueca, documentado en los textos cristianos, que procededel árabe Bâb al-Suwayqa y se puede traducir como puerta delpequeño zoco. R. Pocklington (1989) es partidario de situarla en laesquina NE del recinto de la madîna pero la única referencia topográ-fica es su proximidad a la acequia de Caravija, que atraviesa el Arrixacade Este a Oeste y por tanto está también muy cerca del lugar dondeestaba ubicada con total seguridad la llamada Puerta del Zoco.10. Dicha intervención puso al descubierto los restos de tres tiendasindependientes de pequeñas dimensiones, anexas a una casa andalusí,que podemos fechar en la primera mitad del siglo XIII (GUILLERMO,1998; NAVARRO y JIMÉNEZ, 1994).11. RODRÍGUEZ y GARCÍA, 1994, p. 109. Hay que tomar ciertas pre-cauciones a la hora de extrapolar estos datos al período islámico puesya vimos (nota 6) que Alfonso X autorizó la construcción de nuevastiendas. La apertura de una nueva calle (1266) plenamente comercialcomo la Trapería supuso cambios importantes respecto a época anda-lusí. No obstante, según Rodríguez Llopis, a quien agradecemos susacertadas sugerencias, este documento del siglo XVI tiene un gran
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Fig. 52. Arracada en lámina de oro, decorada con dos pavones afrontados y separados por el “árbol de la vida” invertido. Época almohade.
valor, pues a pesar de que físicamente habían desaparecido muchas deesas instalaciones, absorbidas por la ampliación de las casas anexas, seseguía pagando por ellas, manteniéndose así en el documento del sigloXVI la realidad del s. XIII.12. El solar limitaba por el Oeste con un edificio de comienzos del sigloXX cuya vetusta pared medianera nos obligó a respetar un amplio tes-tigo de seguridad que impidió excavar la crujía occidental de la casa.13. Acerca de estas estructuras véase JIMÉNEZ y NAVARRO, 1997, pp.24 y 25, nota 16.14. Esta técnica, empleada para reparar o rehacer los alzados de losmuros, permitía efectuar las obras sin necesidad de derribarlos total-mente, con el consiguiente desplome de la techumbre. Consistía enactuar tramo a tramo mediante cortos bataches de 50 ó 60 cm., facili-tando así el apuntalamiento de las vigas afectadas, a la vez que se con-seguía la completa reconstrucción de la pared sin alterar la techumbreo/y la planta alta. La imagen que ofrecen estas estructuras después delas transformaciones comentadas es la de unas fábricas construidas abase de pilares consecutivos de ladrillo, mampostería o adobe, alter-nando ocasionalmente con tramos de tierra que, curiosamente, seríanlos únicos restos pertenecientes a la obra original de tapial. En edificioshistóricos que nos han llegado en pie, es más fácil confundirse y consi-derar todas estas reparaciones como obras originales, pues en algunoscasos se ha perdido todo rastro de los antiguos tapiales en planta baja.15. La reducción progresiva de estos espacios deprimidos en el centrode los patios, e incluso su desaparición en casas que previamente con-taban con ellos, es un fenómeno recurrente. La casa 6 del solar exca-vado en calle Cortés presentaba dos fases: en la primera el patio estabadotado de un gran arriate con andenes perimetrales mientras que en lasegunda está solado con ladrillo, dejando en el centro un alcorque queno podía acoger más que al tronco de un árbol. La casa 4 de este mismosolar contaba con un pequeño arriate que desapareció en su fase mástardía, cuando el patio se pavimentó completamente con ladrillo. Elpatio de la casa 7 de Cortés tenía inicialmente un arriate y andenes demortero de cal y después fue solado por completo con sillares de are-nisca. Todos los ejemplos anteriores están aún inéditos, como tambiénlo está la casa F excavada en el solar del Palacio de Puxmarina y quetambién contaba con arriate en su fase fundacional que termina siendosustituido por un patio completamente solado con ladrillos a sardinelen spicatum. En la Fase III del conjunto residencial de calle Fuensanta,los andenes se amplían en los diferentes patios con la consiguientereducción del espacio destinado a vegetación; en la Fase IV persistedicho fenómeno que da lugar, en algunos casos, a la total desapariciónde los arriates (BERNABÉ y LÓPEZ, 1993, pp. 26-32). La casa excavadaen la calle S. Nicolás, 27 presenta un arriate y andenes perimetrales ensu fase fundacional; en la llamada Fase III el patio es solado completa-mente mediante lajas de pizarra (BERNAL y CALABUIG, 1995, p. 322).La casa 4 del Garaje Villar presenta dos fases: la fundacional fechada enel siglo XII y la segunda en el XIII; en esta última se produce una reduc-ción ostensible de las dimensiones del arriate, lo que permite dar a los
nuevos andenes una anchura mayor (MANZANO, 1995, p. 370). Haciala primera mitad del siglo XIII se produce la supresión de la zona ajar-dinada en la casa 1 de Raimundo de los Reyes (BERNABÉ, 1994, p.139). Aunque nos hemos centrado en los ejemplos de la ciudad de Mur-cia, el fenómeno no es regional sino que es propio de la evolución dela arquitectura residencial andalusí en general y, en consecuencia, sedetecta en otras ciudades como Valencia (LERMA et al., 1986). Resulta,no obstante, difícil de valorar este fenómeno puesto que, de hecho, losarriates no desaparecen; al contrario, son muy frecuentes en las casas ypalacios de época almohade y nazarí.16. NAVARRO y JIMÉNEZ, 1996.17. Idéntica solución de pilastra alineada con la banda de sardinelaparece en el pavimento de ladrillos del patio de una vivienda docu-mentada en el solar de plaza Romea esquina con calle Jabonerías,recientemente excavado. Información facilitada por la directora de laintervención, Dña. Marina Vidal Muñoz, a quien quedamos muy agra-decidos.18. Este tipo de pavimento se ha documentado en otros edificios mur-cianos, concretamente en la casa más septentrional de las excavadasen el solar de plaza de Romea, nº 4; excavación inédita dirigida por F.Muñoz López, a quien agradecemos la información; así como en elsalón Norte de la casa 4, nivel II, del Garaje Villar (MANZANO, 1995,p. 373). 19. Fabricados en arcilla, tienen forma cilíndrica o troncocónica. Estánabiertos por ambos extremos y presentan una boca o cenicero en laparte inferior. Se disponen directamente sobre el suelo o parcialmenteenterrados. A través de la abertura superior se colocan las tortas de pan,directamente contra las paredes, una vez que el fuego interior quedareducido a brasas. Dicha abertura superior se cubre con una tapaderaplana durante el proceso (GUTIÉRREZ, 1990-91).20. JIMÉNEZ y NAVARRO, 1997, p. 32.21. Véase JIMÉNEZ y NAVARRO, 2001, pp. 141-143.22. NAVARRO, 1999, Vol. 1, p. 137.23. Así, en 1494 Münzer refiere lo siguiente acerca de las granadinas:“Las casas de los moros son casi todas pequeñas, con habitacionesreducidísimas... Una casa de cristianos ocupa más lugar que cuatro ocinco de moros, las cuales son tan intrincadas y laberínticas que pare-cen nidos de golondrinas” (TORRES BALBÁS, 1949, p. 148).24. JIMÉNEZ, MUÑOZ y THIRIOT, 2000.25. JIMÉNEZ y NAVARRO, 2001.26. BERNABÉ y LÓPEZ, 1993.27. ANDREU, 1997.28. Véase al respecto NAVARRO, 1991, pp. 24 y 25.29. RODRÍGUEZ y GARCÍA, 1994, p. 109.30. CANO, 1991.31. ROSSELLÓ, 1991, pp. 22 y 23.32. CANTO, 2001.33. MARÇAIS y POINSSOT, 1948, pp. 484-489; JENKINS y KEENE, 1982.34. NAVARRO, 1986, nºs 27, 33, 75, 76, 192, 461, 499-502, 635 y 695.
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