casas de hacienda costa ecuador 2013

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Casas de Haciendas en las Provincias de Los Ríos, Guayas y Bolívar Milton Rojas Mosquera Arquitecto [email protected] 1 Investigación Histórico Arquitectónica de las Casas de Hacienda de las Provincias del Guayas, Los Ríos y Bolívar Arq. Milton Rojas Mosquera Consultor Guayaquil, noviembre de 2013

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Investigación histórica y arquitectónica de casas de hacienda de características patrimoniales en tres provincias de la costa ecuatoriana.Valoración de características físico espaciales y recomendaciones para su conservación.Investigación completa contiene planos, fotografías y esquemas explicativos.

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Casas de Haciendas en las Provincias de Los Ríos, Guayas y Bolívar

Milton Rojas Mosquera Arquitecto

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Investigación Histórico Arquitectónica de las Casas de Hacienda de las Provincias del Guayas, Los Ríos y Bolívar

Arq. Milton Rojas Mosquera Consultor

Guayaquil, noviembre de 2013

Casas de Haciendas en las Provincias de Los Ríos, Guayas y Bolívar

Milton Rojas Mosquera Arquitecto

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CASAS DE HACIENDAS EN LAS PROVINCIAS DE LOS RÍOS, GUAYAS Y BOLÍVAR

1.- INTRODUCCIÓN

2.- DIAGNÓSTICO DE SITUACIÓN Y PROPUESTA DE ACTUACIÓN

2.1. LAS CASAS DE HACIENDA EN EL CONTEXTO LATINOAMERICANO

2.2. LAS CASAS DE HACIENDAS EN EL ECUADOR DE FINES DEL S. XIX A 1950 EN

SU HISTORIA Y ACTUALIDAD

2.2.1. SOBRE LA INVESTIGACIÓN DEL PERÍODO DE ANÁLISIS Y EL OBJETO DE

ESTUDIO.

2.2.2. LA CULTURA DE LA ÉPOCA CACAOTERA Y LAS CASAS DE HACIENDA EN

LAS ÁREAS DE ESTUDIO.

2.2.3. LAS CASAS DE HACIENDAS EXISTENTES.

2.2.3.1. PROVINCIA BOLÍVAR

2.2.3.2. PROVINCIA DE LOS RÍOS

2.2.3.3. PROVINCIA DEL GUAYAS

2.2.4. CASAS DE HACIENDA INCORPORADAS AL ANÁLISIS

2.3. IDENTIFICACIÓN DE TIPOLOGÍAS Y CARACTERÍSTICAS BÁSICAS DE LA

ARQUITECTURA DE LAS CASAS DE HACIENDA POR SECTORES GEOGRÁFICOS

2.3.1. SIERRA

2.3.2. COSTA

2.3.3. LA VALORACIÓN DE ESTA ARQUITECTURA

2.4. LINEAMIENTOS PARA LA DEFINICIÓN DE POLÍTICAS DE INTERVENCIÓN EN

LAS CASAS HACIENDAS PATRIMONIALES DE LA REGIÓN 5 DEL INPC

3. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

BIBLIOGRAFÍA

ANEXOS

EQUIPO CONSULTOR

Arq. Milton Rojas Mosquera Director de Proyecto

Investigadores

Soc. Gaitán Villavicencio Arq. Jorge Bravo Viteri

Asistente de Investigación

David Rojas Criollo

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1.- INTRODUCCIÓN

En el tema que nos ocupa, el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural ha logrado identificar 27

Fichas de Inventario de Bienes Inmuebles Rurales correspondientes a la tipología de casas de

haciendas, repartidos en 16 parroquias en el ámbito geográfico de las Provincias del Guayas,

Los Ríos y Bolívar, siendo éste el universo de estudio de esta investigación.

La consultoría tiene como objetivo principal ampliar el conocimiento sobre estas casas de

hacienda, mediante estudios históricos y de tipología arquitectónica que permitan valorar este

tipo de arquitectura y definir lineamientos emergentes de actuación y, además, previa

priorización, proponer la posibilidad de realizar obras emergentes que permitan aportar en la

salvaguarda de los bienes inmuebles patrimoniales que se encuentren en amenaza de riesgo.

Se ha construido el marco teórico-metodológico a partir del estado del arte sobre las casas de

hacienda en el contexto latinoamericano y ecuatoriano, del levantamiento de fuentes

bibliográficas y documentales existentes en las bibliotecas públicas en las tres provincias como

en los Centros de Educación Superior de las mismas, particularmente tesis, que se registraron

e inventariaron, y de entrevistas dirigidas a informantes calificados, todo lo cual se incluye en

los anexos respectivos.

Así mismo, se han empleado diferentes tesis de maestría, locales y extranjeras, que aportan

una información general para poder contextualizar el desarrollo de las casas de haciendas

existentes en estas economías de plantación, a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y

primeras décadas del XX.

Con este bagaje instrumental y con la revisión en sitio de cada una de las casas de hacienda,

se procedió a un análisis y priorización del listado existente, para determinar la prelación

requerida para su valoración y paralelamente se realizó un estudio histórico del entorno, de

aspectos arquitectónicos, funcionales y técnicos para proponer ejes de actuación relevantes

que orienten la definición de políticas públicas de intervención en este tipo de bien patrimonial.

Paralelamente, los resultados de esta investigación permiten difundir estructuradamente las

características históricas y patrimoniales de las casas de haciendas, con la finalidad de

apreciar y valorar esta arquitectura rural como parte del acervo cultural de nuestros pueblos.

2.- DIAGNÓSTICO DE SITUACIÓN Y PROPUESTAS DE ACTUACIÓN

2.1. LAS CASAS DE HACIENDA EN EL CONTEXTO LATINOAMERICANO

En esta parte del análisis es necesario recurrir a los antecedentes generales que para nuestra

América Latina se producen a raíz de la conquista y colonización ibérica, ya que, desde las

primeras décadas de esta irrupción se intentó trasladar la forma de ocupación del territorio

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orientada hacia la metrópoli de ultramar (de ahí la importancia de los puertos) y también los

espacios de dominación local, tanto en lo urbano con esquemas cuadriculares luego

formalizados con la Ley de Indias, como en los sitios de dominación y control en el campo

(originalmente fuertes o sitios defensivos, luego casas “señoriales” y sus variantes). Esta forma

de ocupación del territorio, iniciada en el Caribe y México, fue recorriendo hacia el sur del

continente a medida que avanzaba el proceso conquistador.

En ese contexto, para la generalidad de las tierras americanas se puede encontrar una

“marcada influencia de los modelos andaluces en los edificios privados ...... concretamente,

dentro del ámbito de las construcciones rurales, las haciendas andaluzas sirven de referencia

directa a las que se multiplican en tierras americanas” (es.wikipedia.org, 2013). Fernando

Olmedo define sus grandes rasgos tipológicos que distinguen tres grupos bien definidos de

construcciones: la vivienda señorial realizada con materiales de mayor calidad, el conjunto de

viviendas de los encargados y del personal fijo y un último grupo de construcciones agrícolas y

estancias para jornaleros con ciertas obras complementarias (Olmedo Granados, 2013).

Este esquema organizativo se retoma en muchos ámbitos geográficos de Iberoamérica, sobre

todo en las grandes haciendas de plantación en tierras bajas del Caribe, Brasil, Uruguay y

Argentina, y en las zonas de alta producción agrícola y pecuaria de las tierras altas de los

países andinos y México central, principalmente.

Los usufructuarios de estas haciendas en la Colonia fueron principalmente los encomenderos

(normalmente, no propietarios) y las órdenes religiosas, situación que con sus altibajos, se

mantendría hasta la conformación de las repúblicas latinoamericanas, cuando toman la posta

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los descendientes criollos y próceres aparecidos (pero también el clero) que asumen el

derecho de propiedad de amplias extensiones de las mejores tierras de las nuevas naciones.

Patricia Ruiz manifiesta que “en México de la época colonial, tanto en las construcciones

habitacionales como los templos siguieron el modelo español. La campiña mexicana se dividió

en enormes heredades feudales llamadas haciendas, sin embargo la población indígena vivía

aparte en pueblos” (Ruiz Botello, 2011, pág. 4).

Según la interpretación de José Terán Bonilla, “A partir del siglo XVII, la hacienda constituyó

una unidad productiva con una organización compleja con unas características estructurales

muy concretas:

Dominio sobre los recursos naturales de una zona (tierra y agua)

Dominio sobre la fuerza de trabajo

Dominio sobre los mercados regionales y locales” (Terán Bonilla, 2013)

Por otra parte, sobre la casa cubana José Ramón Soraluce en su artículo manifiesta la

influencia mudéjar o morisca en la definición de las casas ejecutadas entre los siglos XVII y

XIX en Cuba (Soraluce Blond, 2005), en tanto, Ramos de Dios expresa que las arquitecturas

tradicionales y neotradicionales, producto de un largo proceso histórico de prueba y error, se

presentan como una auténtica expresión de la cultura popular, y los portales, verandas,

galerías, porches, pérgolas, aleros, toldos, persianas, celosías, canceles y canalones, se

despliegan estructurando un espacio y tejido ambiental inconfundiblemente americano (Ramos

de Dios, 2011, pág. 1-2).

Las casas de hacienda en los territorios de Nueva Granada (que comprendía las Audiencias de

Santa Fe (Bogotá) y Quito mantiene la influencia andaluza sobre todo en la ordenación de las

construcciones y en los criterios tecnológicos, aunque la extensión y magnitud tanto de las

haciendas como de sus casas era mucho menor que los modelos mexicanos, ya que se

denominaba hacienda a toda explotación mayor a 20 hectáreas y la mayoría de ellas datan de

la mitad del siglo XVIII , adoptando, en buena medida, patrones de la arquitectura popular de

los sectores donde se implantaban (Téllez, 2013).

Cuando Ramón Gutiérrez, en su voluminoso estudio, trata sobre la Arquitectura Rural

Americana afirma: “Sin duda es éste uno de los temas menos estudiados en el contexto de la

arquitectura americana, a pesar de haber constituido uno de los ejes esenciales de su

desarrollo económico durante siglos” (Gutiérrez, 2002, pág. 321), lo cual para nuestro medio

ecuatoriano costeño es sumamente grave, por lo escaso.

Gutiérrez hace una revisión somera de varios ejemplos de la arquitectura rural en un muestreo

de las fincas de la sierra cusqueña, de caseríos de valles colombianos, los fundos chilenos, las

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estancias argentinas, las plantaciones brasileñas y las complejas haciendas mexicanas con la

finalidad de establecer ciertas constantes y diversidades en estas arquitecturas.

Manifiesta que las haciendas en la sierra peruana se forman en el siglo XVI vinculadas al

sistema de encomienda y antes de que se formen los centros urbanos coloniales, y una vez

que el sistema de las encomiendas desaparece (1718), “las haciendas muestran una vitalidad

notable con la consolidación latifundista iniciada en el siglo XVII y el paso de las antiguas

familias encomenderas a la situación de hacendados” (Gutiérrez, 2002, pág. 322).

Las haciendas cusqueñas, en general, eran bastante grandes y se emplazaban a partir de una

idea rectora adaptada a sus condicionantes físicas y geográficas, pero siempre el patio

constituye el elemento ordenador de la casa del patrón, teniendo una significación equivalente

a la plaza en el núcleo urbano, aunque en ocasiones el patio se fragmenta espacial y

funcionalmente para remarcar la zona residencial. Se incorporan jardines, huertos, accesos

arbolados, aceras, fuentes, vertientes y ya en el siglo XIX estas haciendas pasaron a ser

residencias permanentes de los hacendados cusqueños (Gutiérrez, 2002, pág. 324).

Las casas de hacienda tenían habitaciones, comedor, sala de recibo y estar, galerías y

dependencias de servicio, y alrededor se organizaban el oratorio privado y una capilla pública,

despensas, alacenas, trojes y depósitos de herramientas, señalándose que en algunos casos,

se complejizaban con otras estructuras administrativas o productivas, pero siempre son

reconocibles valores de la arquitectura popular en cuanto a la utilización de la tecnología básica

y también de elementos suntuarios urbanos en la decoración de los espacios internos

(Gutiérrez, 2002, pág. 325).

Al tratar la casa de hacienda colombiana, Gutiérrez ratifica el parentesco formal con la

arquitectura andaluza y la utilización abundante de madera. En general el partido arquitectónico

adoptado es compacto en torno al patio que organiza el espacio circundante. Se presenta aquí

la idea de prolongación de la arquitectura hacia el entorno circundante a través de las galerías

perimetrales a modo de claustros. La vigencia de lo indígena es pobre pero es una arquitectura

con hondas raíces populares que le da una continuidad formal y tecnológica hasta bien entrado

el siglo XIX. En las tierras cálidas, predominan las grandes galerías de madera de 2 plantas,

amplias habitaciones y la búsqueda de ventilación cruzada con grandes vanos, con juegos

volumétricos variados. (Gutiérrez, 2002, pág. 326).

Citando a Téllez, afirma que en las tierras calientes las haciendas alargan las fachadas de cara

al norte y sur con la finalidad de obtener un máximo de sombra durante el día. Además, plantea

que el sistema constructivo en madera introduce la modulación de sus elementos creando en

estas casas de haciendas, un criterio compositivo que le otorga alta capacidad expresiva que

define nítidamente su fisonomía o expresión arquitectónica final (Gutiérrez, 2002, pág. 327).

En la región argentina el sistema de encomiendas se prolongó hasta bien avanzado el siglo

XVIII y por ello, el desarrollo de las haciendas es más tardío que en otras geografías del

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continente. Estas haciendas se ubicaron en dos áreas generales: zonas de montaña y zonas

de valles, pero, según Gutiérrez, mantienen las características básicas de las matrices de la

sierra andina.

Se presentan así diferentes características constructivas y formales en las soluciones de tales

haciendas y estancias, dentro de la tipología de hacienda ganadera (Gutiérrez, 2002, pág.

330): en los valles más bajos donde abundaba la madera se aprecia la apertura de galerías

hacia los cerros que rodean estas tierras de pastoreo; en otras áreas, por necesidades

defensivas y disponibilidad de materiales constructivos se adoptan esquemas o trazados

compactos sin patios y con 2 plantas que permitan dominar visualmente el entorno; en otros

sitios, se parte de un núcleo inicial en “L” para desarrollar diseños que crecen a través del

tiempo manteniendo galerías de madera hacia el exterior, derivando también en esquemas en

“U”.

En definitiva, los planteamientos arquitectónicos de estos conjuntos son variados pero existían

elementos comunes: patios, claustros, iglesia, residencia, talleres, bodegas, depósitos,

rancherías, cementerios, predominando la idea del núcleo compacto con dominio visual hacia

el inmenso horizonte de las pampas argentinas.

Se debe señalar que esta imagen física de las tradicionales estancias argentinas se verá

afectada hacia fines del siglo XIX en función de los eclecticismos importados y la elevada

inmigración europea hacia este país (Gutiérrez, 2002, pág. 333).

Brasil en su extenso territorio presenta una variedad de soluciones arquitectónicas en

coherencia con el medio geográfico donde se implantan.

Gutiérrez señala que en las haciendas de órdenes religiosas se tiene a la capilla (iglesia) como

articuladora del conjunto, en cambio, en las plantaciones, la casa de estancia es el punto de

referencia esencial.

Los conjuntos de los ingenios de caña de azúcar constituyen el ejemplo más emblemático de

este período, y en el siglo XIX, Vauthier (ingeniero francés citado por Gutiérrez) describía

aquellos conjuntos como una gran plataforma ubicada junto al río, donde el lado más alto del

recinto está ocupado por la casa grande a la cual se accede por una escalinata externa. En el

centro de ese conjunto integrada a la casa, se localiza la capilla, recalcando que se comprueba

la inexistencia de un diseño previo del conjunto, cuando se ven las disimilitudes de los vanos

en las diferentes adiciones de bloques que se han ido integrando al conjunto (Gutiérrez, 2002,

pág. 335). Tal descripción resaltaba el carácter dominante de la casa grande que desde sus

galerías superiores permitía controlar el camino de acceso y los cañaverales. La planta baja

tenía área de personal de servicio, depósitos y alacenas, y la planta alta era el área residencial

a la que se accedía directamente por la escalinata.

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Tecnológicamente la casa grande y el ingenio estaban realizados en ladrillo y tenían cubiertas

de madera y teja, que en el siglo XIX incorporan estructuras metálicas. Estos asentamientos

eran comunes en las zonas rurales del nordeste brasileño desde el siglo XVII, y, citando un

grabado de Franz Post de 1647 “muestra la existencia de la trilogía: casa grande (recinto

patronal), ingenio (área productiva), senzala (ranchería de esclavos), donde la precariedad

tecnológica evidencia el uso de la madera, el bahareque y la teja, siendo el ingenio un gran

galpón abierto” (Gutiérrez, 2002, pág. 336).

A partir del siglo XIX con el desarrollo del ciclo del café, la arquitectura de las haciendas

cafetaleras va haciéndose “mestiza” ya que en ella convergen las experiencias de los cañeros y

otras producciones (mandioca, cereales o frijoles), con lo cual la organización del espacio

integra experiencias aisladas y una nueva respuesta “el terreiro” o plazoleta de labor.

Es un mecanismo funcional que diferencia claramente las distintas áreas de trabajo y ordena

las actividades en función de la secuencia productiva. “El patio de secado de café juega pues

un papel ordenador condicionante que define en síntesis un nuevo modelo arquitectónico”

(Gutiérrez, 2002, pág. 337).

Un elemento importante, tanto en el aspecto formal, como funcional y ambiental, que se

manifiesta extensamente a lo largo del continente es la galería, conocida como varanda en el

Caribe y Brasil, y cuyo origen, al decir de Vieira, no es de herencia española, sino de ingleses,

franceses y holandeses que desembarcaron luego de españoles y portugueses en el Caribe

(Vieira Maragno, 2010, pág. 76). Según este autor, los españoles nos heredaron casas con

patios y portales, además de celosías y venecianas, en cambio, los europeos del norte

(franceses, holandeses e ingleses) imponían techos empinados, buhardillas y, principalmente,

varandas que rodeaban toda la casa, esta es la “casa – varanda” que también fue llevada a los

Estados Unidos.

Este elemento se adecuaba de buena forma a las condiciones del trópico, y en muchos casos

estas casas – varandas se ubicaban sobre pilotes para protegerlas de la humedad y permitir la

circulación de aire fresco por la planta baja libre.

Las galerías han logrado adaptarse grandemente en las zonas cálidas y lluviosas del trópico

latinoamericano, consiguiendo constituirse en un elemento arquitectónico significativo cuya

función esencial es de protección (sol, lluvia, exceso de luz), convivencia familiar y social, de

filtro visual y sonoro, de transición espacial y ampliar el espacio perceptivo (Vieira Maragno,

2010. págs. 85 y 86).

En ese contexto investigativo, las casas de haciendas en el Ecuador se han tratado con mayor

profundidad en la zona de la sierra, donde esta se desarrolló desde el siglo XVII, subsistiendo

hasta hoy muchas de esas construcciones, sin variaciones significativas que hayan alterado su

original concepción vinculada al control de un territorio y la imposición de determinada

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producción agrícola o pecuaria, así como ser un centro de acopio y comercialización hacia la

ciudad principal.

Es muy decidor que un libro dedicado a la “Casa Ecuatoriana”, en el capítulo orientado a las

casas de Haciendas (Calderón Cevallos, 2003), a lo largo de 100 páginas trate de 8 casas de

hacienda en la sierra (cercanas a Quito) y sólo una, en seis páginas, en la costa1, la que

originalmente, desde fines del siglo XIX, se encontraba en la Provincia de Los Ríos2.

Debe recalcarse que de las 8 casas de haciendas serranas, 4 se encuentran en los valles

orientales de Quito (entre 10 a 20 Km de Quito), una en Cayambe y 2 en Imbabura (máximo a

120 Km de Quito), al norte; y una en Cotopaxi, unos 80 Km. al sur de la capital, es decir, se

concentran en la sierra norte y muy relacionadas a la capital.

Un elemento importante a considerarse en el estudio del espacio interandino es que los

pueblos rurales serranos que surgían lentamente, en la mayoría de los casos, a lo largo de la

región, imitaban el patrón general de las casas de haciendas (Calderón Cevallos, 2003, pág.

88), es decir, la plaza central (patio en la casa de hacienda) como elemento articulador y

repartidor de flujos de diversa índole en el funcionamiento del asentamiento, alrededor de la

cual se instalaban los elementos públicos de control (delegado del gamonal, iglesia, tiendas y

bodegas, y más atrás las viviendas de los pobladores llanos.

Entre los pocos estudios documentados y con amplia investigación directa referida a la vivienda

rural en la Costa del Ecuador, se encuentra la Tesis de Grado de Arquitecto realizada por

David Nurnberg en el año 1973 y cuyos resultados fueron ampliados y publicados por el

Archivo Histórico del Guayas en 1982, donde destaca cuatro zonas de Arquitectura Vernácula

en el Litoral Ecuatoriano3 y para nuestro caso, corresponde la denominada Zona de la Cuenca

del Guayas que ”abarca la misma área de la cultura Milagro - Quevedo del Período de

Integración” (Nurnberg, David; Julio Estrada y Olaf Holm, 1982, pág. 52) y es coincidente, en

gran medida, con el universo territorial de esta investigación (ver Gráfico adjunto).

1 Las haciendas tratadas son:

1. Chillo Jijón en Valle de los Chillos 2. La Herrería Valle de los Chillos 3. La Ciénega Lasso Cotopaxi 80 Km al sur 4. Zuleta en Imbabura a 120 Km al norte 5. La Magdalena en Imbabura a 110 Km al norte 6. La Compañía en Cayambe 7. San Antonio de Cununcyacu o villa Juárez en Tumbaco 8. El Molino en Valle de los Chillos 9. San Juan en Puebloviejo, Los Ríos

2Se trata de la Hacienda San Juan, que en la década de 1990, para evitar su pérdida total por destrucción, fue

desarmada por el Banco Central del Ecuador y vuelta a armar en el Parque Histórico Guayaquil, ubicado en el cantón Samborondón. 3Las zonas determinadas son: Esmeraldas, Manabí, Santa Elena y Cuenca del Guayas.

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Si bien aporta datos e interpretaciones interesantes sobre la vivienda rural, no trata

directamente la tipología de la casa de hacienda, sin embargo, son válidos sus aportes con

relación a utilización de materiales y sistemas constructivos tradicionales, matizados en función

de los nuevos materiales que se van incorporando al paso de los años, y, principalmente, a lo

largo del siglo XX.

A más de ello, a partir de la década de 1990, se han producido varias tesis de grado de

arquitectura, en las cuales se han tratado temas relacionados a la construcción tradicional en

madera en la costa, y más concretamente, en la zona de Guayas y Los Ríos, como las que

analizan casas municipales (Vinces y Samborondón), casas de haciendas en la zona de Los

Ríos, las mismas que aportan elementos básicos sobre el conocimiento de dichas

arquitecturas.

2.2. LAS CASAS DE HACIENDAS EN EL ECUADOR DE FINES DEL S. XIX A 1950 EN

SU HISTORIA Y ACTUALIDAD

2.2.1. SOBRE LA INVESTIGACIÓN DEL PERÍODO DE ANÁLISIS Y EL OBJETO

DE ESTUDIO.

Encontramos tres momentos en el tratamiento y desarrollo investigativo del objeto de

investigación vinculado a la relación formas de producción para el mercado mundial (cacao),

ampliación del mercado interno (Cuenca del río Guayas) y conformación de la red de centros

poblados y de casas de haciendas en las unidades productivas.

Tenemos al respecto un antecedente que no se puede dejar de mencionar, que son los

cronistas, informes burocráticos y los diarios de los viajeros que describen el desarrollo de

Guayaquil, puerto de intermediación y de sus actividades económicas como la implementación

Fuente: Nurnberg, David; Julio Estrada y

Olaf Holm, 1982, pág. 52

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de su "hinterland" productivo primario, como su importancia como principal astillero del Pacífico

Sur. Aquí se deben mencionar los trabajos de Dionisio de Alsedo y Herrera, Pedro Cieza de

León, Girolamo Benzoni, Jorge Juan y Antonio de Ulloa, Andrés Baleato, Alejandro de Humbolt,

Federico González Suárez, entre otros.

El primer momento se produjeron investigaciones-publicaciones aisladas y que correspondían

más a esfuerzos individuales de los primeros analistas de nuestra realidad nacional, que

estaban más interesados en estudiar problemas muy puntuales del momento histórico, como

Leopoldo Benítez Vinueza, Ángel Felicísimo Rojas, Benjamín Carrión, Luciano Marín, Luis

Alberto Carbo, Emilio Estrada S., Luis Napoleón Dillon, Pedro Robles Ch.,entre otros.

El segundo momento correspondió a investigaciones de la formación social ecuatoriana en su

primera vinculación con la economía mundial, más académicas, donde se destacan los trabajos

de Agustín Cueva, Gonzalo Abad, Alejandro Moreano, José Moncada, Enrique Ayala, Lois

Crawford y los de Manuel Chiriboga y Andrés Guerrero; también resaltan las investigaciones de

Michel Hamerly, Julio Estrada y Jean-Paul Deler, de manera destacada.

Solamente en el tercer momento, que corresponde a estas tres últimas décadas se va a dar un

tratamiento más vinculado a la arquitectura y urbanismo desarrollados en este momento

histórico como expresión de las formas culturales y técnicas alcanzadas por el boom cacaotero.

Aquí meritan citarse tesis de grado realizadas en las Facultades de Arquitectura de nuestras

universidades, como los trabajos de la ORSTOM-Francia; tesis de maestrías y de doctorado,

como la de Sophié Bock-Godard y los trabajos investigativos desarrollados por el INPC con un

criterio patrimonialista y de preservación de estos bienes inmobiliarios históricos como también

las publicaciones y conferencias del Archivo Histórico del Guayas encabezado por José

Antonio Gómez.

En términos generales podemos sostener que es muy difícil la reconstrucción de las historias

locales costeñas, ya que la mayoría de los documentos han ido desapareciendo o

destruyéndose como consecuencia de los incendios, las polillas o la humedad, o por la desidia

institucional y de sus funcionarios. No hemos encontrado documentos históricos directamente

vinculados con el objeto de esta consultoría y peor sobre los casos de estudio, sino que la

reconstitución de los entornos sociales y culturales los hemos hecho desde datos provinciales y

cantonales.

En Ecuador existe una arquitectura determinada por épocas, ubicación geográfica y utilización

social, que se puede distinguir y que en algunos casos se mantiene a través de los años, desde

hace mucho tiempo, pero que sin embargo se ha ido transformando por los aportes hechos por

diversos estilos, maneras y formas de construir un hábitat; lo cual hace que no podamos hablar

de una "arquitectura ancestral", que sí se puede encontrar en los páramos de los anejos

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indígenas, pero no en la costa como región geográfica-cultural, o en la sociedad étnicamente

mestiza y que nos llevaría a hablar de una “arquitectura tradicional en evolución”, en la

perspectiva sostenida por Florencio Compte (Compte, 2010).

Esta situación nos llevaría, particularmente en el ámbito de la arquitectura y construcción rural

costeña, a hablar de la influencia de un aporte múltiple y complejo en el desarrollo de las casas

de hacienda que se construyeron y que pertenecieron clasistamente a las élites que se

beneficiaron con el "boom" cacaotero4. Entre éstos podemos destacar a los esquemas básicos

de la arquitectura rural andaluza matizados por los aportes realizados en el actual territorio

mexicano, la construcción histórica de la vivienda urbana en Guayaquil a partir del siglo XIX,

los aportes del hábitat montubio con el principio constructivo del “palafito”, las contribuciones de

los carpinteros de riberas o de astilleros y la participación de la aculturación europea,

principalmente francesa, en la clase dominante ; dentro de los aspectos arquitectónicos y

decorativos; también se puede apreciar el cambio de la utilización de materiales de

construcción influenciada directamente por la región donde se construye el bien inmueble.

Con relación a este período, Hoyos manifiesta que “La vida me daría la oportunidad de

profundizar en este tema y de poder deducir la manera en que esta singular arquitectura - de la

que aquella casa (la Casa de las cien ventanas) era un ejemplo- había evolucionado, desde el

"palafito" que los españoles construyeran imitando a la arquitectura vernácula, eminentemente

funcional y utilitaria, de los nativos de la región, hasta las enormes casonas con patios

interiores y galerías frontales con arquerías de medio punto que fueran construidas luego de

que el puerto y sus habitantes adquirieran un importante estatus, gracias a la industria de los

astilleros y a la exportación del cacao realizada desde Guayaquil hacia los más importantes

mercados de América y España, en los siglos XVIII y XIX" (Hoyos, 2013, pág. 8).

Estos aspectos arquitectónicos y constructivos se los puede apreciar en las edificaciones aún

existentes (Peralta, 2010), inclusive en situaciones precarias de conservación5, como en los

pocos archivos gráficos históricos existentes, cuando se revisan costumbres o vivencias de

otras épocas, pero no como datos bibliográficos relacionados directamente con la arquitectura

o métodos de construcción que nos permitan indagar sobre los detalles para un estudio

científico y técnico, y con un sentido patrimonialista, conservacionista y de restauración.

Los datos arquitectónicos de casas de haciendas en las provincias de Guayas, Los Ríos y

Bolívar, no son la excepción en la escasa información existente, tanto gráfica (fotos, pinturas,

carboncillos, etc.), bibliográfica (libros, documentos, archivos, tesis, etc.) y física (planos,

diseños, dibujos técnicos, etc.), particularmente si lo situamos entre los años desde 1870 a

1950.

4 Nos estamos refiriendo principalmente al denominado “Segundo boom cacaotero” de fines del siglo XIX

e inicios del siglo XX. 5 Peralta realiza algunas de las poquísimas investigaciones consistentes sobre la arquitectura del período.

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Este ha sido uno de los principales inconvenientes con los que se tropieza para el

levantamiento de información empírica de las casas de hacienda, la documentación es casi

inexistente, existen pocas monografías y tesis, y una escasa presencia de textos que

mencionen específicamente las casas de hacienda de la época en estas provincias, así como

insuficiente información de la importancia histórica de las mismas como del entorno social,

político, cultural y paisajístico que rodean a estas casas de haciendas. No ha sido un objeto de

investigación prioritario o relevante en las Facultades de Arquitectura, ni para la historiografía,

peor para el Estado, cuya preocupación por el patrimonio material inmobiliario es muy tardía,

de los últimos treinta años y de manera descontinuada, particularmente de la costa6.

Se obtuvo detalles de la construcción en pocas tesis de arquitectura, pero sólo de algunas

casas de haciendas específicas, se pudo recopilar alguna información histórica y cultural de la

relación por fechas con documentos, libros y monografías de una manera generalizada.

En general, las tesis de grado relevadas en este informe son de contenido eminentemente

historiográfico, sin fuentes sólidas de verificación de las hipótesis lo que las hace descriptivas y

la completan con un levantamiento planimétrico de la edificación y de sus espacios anexos,

pero que no pueden explicar ni arquitectónica ni constructivamente, peor en lo relacionado a

los estilos de sus ornamentos y acabados.

La información detallada de la utilización de los espacios, de la influencia cultural de

construcción, del desarrollo social y comercial de la época en relación a las casa de haciendas

se la ha podido nutrir relativa y básicamente de entrevistas a personas que han estado

relacionadas familiarmente con estos aspectos en estas viviendas y que por investigaciones o

vivencias que les han transmitido sus antepasados tienen el conocimiento adquirido necesario

y que con gentileza quisieron compartir.

Las visitas a los lugares donde existían o existen estas casas de haciendas permitió levantar la

información vivencial de los adultos mayores del sector y los motivos por los cuales han

afectado las estructuras de estas casas, en algunos casos, y la conservación hasta la

actualidad con los materiales originales y sin alterar su estructura, en otras.

Como principal problema para la conservación de estos bienes intactos a través del tiempo

está el traspaso de los bienes a herederos, que en algunos casos no se han querido quedar en

esas tierras o en otros han derribado para construir casas modernas para habitarlas.

6El abandono y desidia es mucho más impactante en los Gobiernos Autónomos Descentralizados-GAD, municipales y

parroquiales, ya que en toda la red de centros urbanos de la DR5 encontramos que las edificaciones patrimoniales han

sido derruidas o modificadas totalmente haciendo tabla rasa de la Ley y las Ordenanzas existentes.

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En la costa el comején y otros factores como el climático han deteriorado las estructuras de las

casas de hacienda, sumado también el deterioro por abandono, la partición de los terrenos por

entes estatales han llevado a algunos de sus nuevos propietarios a acortar las casas antiguas

para poder tener más espacio productivo o rentístico.

Estas razones son, entre otros criterios, las características o limitaciones de la información

recopilada por textos, documentos, tesis y entrevistas que se pudieron obtener en las tres

provincias mencionadas sobre las casas de haciendas construidas en los años de 1850 a

1950, existentes todavía y/o de las que ya fueron transformadas o eliminadas.

Estas indicaciones reseñadas van a permitir comprender mejor los aportes de estas fuentes

informativas como también señalar las nuevas líneas de investigación a plantear para

profundizar en el objeto de esta consultoría.

Finalmente, a la arquitectura de las casas de haciendas vale mejor calificarla de arquitectura

tradicional antes que de vernácula7 ya que el producto final "está asociado a una adecuación

de la arquitectura (andaluza) al medio, con soluciones eficientes frente a las condiciones

climáticas determinadas y a la necesidad de haber encontrado soluciones prácticas mediante la

constante prueba-error en el uso de los materiales y sistemas constructivos existentes en el

medio (importado, o adaptado) y la trasmisión de estas experiencias y resultados a las

generaciones venideras. La configuración de esta arquitectura resulta, en este caso, de

confluencia de la transferencia directa de la espacialidad hispana, urbana y rural y la búsqueda

de la configuración de una imagen hispana junto con la incorporación de materiales y métodos

locales -caña, bijao (tejas y zinc), quincha- y sistemas adaptados propios de la construcción

naval (española) (Compte, 2010, pág. 22), a lo cual Hoyos acota “La arquitectura guayaquileña

colonial tendría otro elemento digno de anotar , siendo este su técnica constructiva. Ella se

hallaba indivisiblemente unida con la construcción naval, pues generaciones enteras de

carpinteros de ribera habían volcado su atención hacia la arquitectura civil y religiosa, naciendo

con ello la llamada Carpintería de lo blanco, responsable de la fabricación de toda la ciudad

(Hoyos, 2013, pág. 8)”.

2.2.2. LA CULTURA DE LA ÉPOCA CACAOTERA Y LAS CASAS DE HACIENDA

EN LAS ÁREAS DE ESTUDIO.

Al considerar los factores que incidieron para conformar la arquitectura costeña de la época

colonial y en su transición al período republicano, la hacienda cacaotera, hay que tener

presente lo siguiente:

7 Según el DRAE, "Vernáculo", es un adjetivo, que significa, "Doméstico, nativo, de nuestra casa o país. Dícese

especialmente del idioma o lengua". Las casas de haciendas costeñas lo que menos tienen son estas características, por las grandes influencias recibida tanto internas como externamente.]

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El área de la costa en el actual Ecuador estaba casi deshabitada, al punto que a inicios del

siglo XVIII albergaba apenas al 6% de la población total nacional, hacia 1840 era el 15% y

hacia 1962 alcanzó al 47,5% del total nacional (Larrea Maldonado, 2005, pág. 29).

La ciudad de Guayaquil en la época del proceso independentista era poco poblada, siendo

menos habitada que Cuenca en esos momentos. Es recién a partir del denominado “Segundo

boom cacaotero” desde mediados del siglo XIX cuando se produce el despegue económico y

poblacional de la costa.

La arquitectura de la época colonial en Guayaquil no replicó directamente los modelos

españoles implantados en Quito, principalmente por la disposición limitada de materiales, el

tipo de suelo y el clima que no eran propicios para tales obras de construcción pesada. Por lo

tanto, se desarrolló una arquitectura liviana y con los materiales directamente disponibles:

madera, caña, y barro (tejas de cubierta y quincha en paredes), generando ambientes y

espacios muy propios y adaptados a las condiciones del sector. Al respecto, debe precisarse

que de acuerdo a Laviana, la utilización de maderas estaba restringida8 para la construcción de

viviendas particulares, no así para la obra pública y los astilleros de Guayaquil (Laviana, 1999,

pág. 40).

De acuerdo a Hoyos, con el surgimiento de la Ciudad Nueva en 1693, las edificaciones en la

Guayaquil adquirieron dos características relevantes:

“La primera, que se creó como parte de la zona social de la casa una galería frontal,

representada unas veces con una fachada en forma de arquerías secuenciales de medio punto

y otras sin los arcos pero con intercolumnios adintelados.

La segunda, una fachada sin galería frontal, para darle a los espacios de las plantas superiores

otras funciones, tal y como lo anota el padre Mario Cicala en 1765 dentro de su obra

Descripción Histórico Topográfica de la Provincia de Quito de la Compañía de Jesús” (Hoyos,

2013, pág. 8).

Dichas características fueron recurrentes en la arquitectura guayaquileña hasta fines del siglo

XIX9, cuando se seguía construyendo en madera, como se aprecia en las fotografías de la

época reproducidas a continuación.

8 Laviana manifiesta que “El astillero Real de Guayaquil adquirió tal importancia en el Pacífico Sur que se prohibió por

parte de la Real Audiencia la tala de madera para la construcción de viviendas particulares, que produjo un grave enfrentamiento entre el Cabildo y el Gobierno Colonial, ya que Guayaquil también se exportaba maderas para la construcción de Trujillo y Lima, como para las ciudades de Santiago de Chile”. Y señala, "Y sin duda, aquellos que podían pagar bien las maderas eran los que tenían el verdadero poder sobre ellas. En la práctica, la explotación forestal en Guayaquil no fue controlada por ni por el gobierno ni por la ciudad sino por los ciudadanos para ser más exactos: aquellos que tenían el poder económico y que en el siglo XVIII formaban la cada vez más pujante burguesía mercantil guayaquileña". 9 "La arquitectura colonial guayaquileña daría paso, en la segunda mitad del siglo XIX, a un catálogo de formas traídas

por comerciantes y exportadores desde Europa quienes, maravillados por la arquitectura monumental del Viejo

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Fuente de Fotografías: González, Carlos. Guayaquil Ayer y Hoy, 2006. Con base en fotografías del Archivo Histórico del Guayas

Por otra parte, las áreas rurales que se dedicaban a la producción cacaotera desde el siglo

XVIII, habían consolidado los mecanismos de tenencia de la tierra10

y se encontraban en poder

de pocas familias que, en sus inicios mantenían encargados o delegados para controlar la

producción, pero con el importante auge cacaotero del siglo XIX, establecieron casas de

haciendas para tener su propio espacio de control de sus dominios territoriales y productivos.

Estas casas de haciendas retomaron los esquemas generales de las construcciones urbanas

de referencia, que eran los de Guayaquil, matizándolas con ciertas características propias de

las zonas donde se implantaron, principalmente con relación a la disponibilidad de materiales y

limitación de mano de obra especializada, y, también, optimizando la ubicación de las mismas

en función, tanto de la incidencia del clima, como con sectores que permitían acceso directo

por vía fluvial, el acopio y secado del cacao y el control del movimiento comercial de su

producto de exportación.

Las siguientes fotografías, publicadas en el volumen “Ecuador en Chicago 1896”, son bastante

elocuentes y documentan lo indicado:

Continente, fueron insertando en la nuestra elementos que irían haciendo desaparecer la galería frontal para ampliar los espacios interiores de la casa, así como los arcos de medio punto, pues éstos serían remplazados por intercolumnios de chazas, elemento este último, desconocido hasta ese entonces en nuestro diseño arquitectónico, según Melvin Hoyos" (Memorias Porteñas, 2013, pág. 9)

10 "Gracias a su actividad, a sus buenas relaciones con las autoridades locales y provinciales y a los servicios

efectuados, Olmedo (Miguel de Olmedo, padre de José Joaquín de Olmedo) consigue participar en el gobierno municipal y las milicias ciudadanas, logrando así figurar entre ‘los vecinos nobles’ o la ‘gente distinguida’ de Guayaquil. Pero todavía le faltaba un requisito fundamental para asegurar su posición social: la posesión de tierras que, como se sabe, constituía el principal soporte del prestigio de toda familia y una de las más seguras de ascenso en la escala social. La gran oportunidad para él, igual que para otros muchos, será la adquisición de las tierras -magnificas tierras casi siempre-que habían pertenecido a la Compañía de Jesús y que la Junta de Temporalidades vende en subasta pública dando, además grandes facilidades de pago, bajo precio, plazos cómodos, etc." (Laviana, 1999, pág. 80).

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Fotografías: Ecuador en Chicago 1894

Fotografías: Ecuador en Chicago 1894

Con base en la revisión de las casas de haciendas tradicionales del siglo XIX en la zona de la

cuenca del Guayas, quedan en claro varios elementos que constituyen y definen el entramado

de su constitución:

El auge de la implantación de las casas de haciendas en la Costa, y más

específicamente, en la cuenca del Guayas, se produce en el último cuarto del siglo XIX

y primeras décadas del siglo XX.

Surgen y se implantan en las principales haciendas productoras de cacao, y siempre su

localización era cercana al río de la zona11

, donde existía un muelle o atracadero para

el embarque de los productos hacia Guayaquil. La fachada principal de las casas se

orientaba por lo general hacia el río, teniendo un área intermedia de acopio y

tratamiento (secado) del producto.

11

Cabe indicar que los caudales de agua que fluían por estos ríos en ese tiempo eran mucho mayores que los actualmente existentes, ya que por ejemplo, donde existe aún la hacienda de la Isla de Bejucal, la Hcda. San Jacinto en Vinces y en la zona de Puebloviejo donde se asentaban algunas haciendas, hoy desaparecidas, están los cauces reducidos donde antaño circulaban los vapores con la preciada carga.

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Los materiales de construcción de estas casas de haciendas eran piedra (en ciertos

refuerzos de cimientos), madera (estructuras, pisos, paredes, tumbados, puertas y

ventanas) y tejas de barro para cubiertas, aunque también se presentan casos en los

que ya se utiliza el zinc.

La implantación de las casas de haciendas involucraba un conjunto estructurado de

elementos y relaciones productivas, de esta manera, a más de la casa principal, se

identifica un área vinculada a la producción (tendales para secado de cacao, áreas de

acopio o bodegas, corrales, etc.) y otra en la que albergaban a trabajadores fijos.

Las casas constituían un volumen prismático de base rectangular (en ocasiones con

variantes o prolongaciones en “L” o en “U”) de dos plantas, notándose que la planta

baja era libre (tipo “palafitos”), con ciertas áreas o módulos de oficina, pesaje y acopio

provisional, y en la planta alta se aprecia un juego de sombras que lo provee la

presencia de “galerías” que en algunos casos rodeaban la casa, o en otros, penetraban

hacia el interior generando ambientes cubiertos pero por los cuales fluían las corrientes

de aire que ayudaban notablemente al confort ambiental de dichas casas. En algunos

casos se aprecian unos miradores (“torres”) como tercer nivel, con fines de observación

de las áreas adyacentes de trabajo.

En varios ejemplos de la época se aprecian tratamientos de fachadas con arcadas de

madera, ventanas de chazas, balaustradas de madera, detalles ornamentales sobre las

ventanas y en aleros (“filigrana de madera”), dependiendo de la disponibilidad de mano

de obra, la cual en sus inicios, debía ser llevada desde Guayaquil.

Las fotografías siguientes dan cuenta de la imagen que presentaban las variadas

tipologías de las casas de haciendas en la zona de Vinces y Puebloviejo en el siglo

XIX, las mismas que fueron presentadas en el tomo “Ecuador en Chicago, 1894”.

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Fotografías: Ecuador en Chicago 1894

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