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    CARTAS PASTORALES Y ESCRITOSpor S. E. MONSEOR MARCEL LEFEBVRE

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    CARTAS PASTORALES Y ESCRITOSpor S. E. MONSEOR MARCEL LEFEBVRE

    Carta Pastoral n 1LA IGNORANCIA RELIGIOSA

    Dios de lo alto de los cielos mira los hijos de los hombres para ver si hay algn sabio que busca a DiosTodos estn extraviados, todos son pervertidos.

    Con estas palabras del salmista hacen eco las de San Pablo: Los hombres son inexcusables, puesto quehabiendo conocido a Dios, no lo han glorificado como Dios y no le han dado gracias, pero se han vuelto vanos ensus pensamientos y su corazn sin inteligencia se cubri de tinieblas.

    Estas comprobaciones no son aun de la mayor actualidad? No es verdad que en nuestros das sonnumerosos los que no se preocupan ni de Dios ni de las cosas celestiales, numerosos los que no conocen nada de lareligin cristiana y de los misterios de Cristo?

    Aun ms, no es raro ver a numerosos bautizados ignorar todo o casi todo de la religin, incapaces de recitarlas oraciones ms elementales. Cuntos entre ellos, aun con diplomas universitarios, son incapaces de distinguir la

    verdadera religin en la cual han sido bautizados, de las herejas o cultos inventados por los hombres!Si esta ignorancia se justifica para los que viven en un ambiente pagano y que hacen loables esfuerzos para

    salir de l, es inexcusable para los que viven en un ambiente cristiano y tienen, con una cierta instruccin, todos losmedios a su disposicin para acceder a la sabidura que hace del hombre una criatura verdaderamente hecha a laimagen de Dios.

    Todos aquellos que tienen todava el celo de la gloria divina - dice nuestro Santo Padre, el Papa San Po X- buscan las causas y las razones de la disminucin de las cosas divinas; unos dan una, otros otra, y cada unosegn su opinin propone medios diferentes para defender o restablecer el reino de Dios sobre la tierra. En cuantoa nosotros, sin desaprobar el resto, creemos que hay que adherir al juicio de aquellos quienes atribuyen elrelajamiento actual de las almas y su debilidad, con los males tan graves que resultan, principalmente a laignorancia de las cosas divinas. Es exactamente lo que Dios deca por boca del profeta Oseas: No hay ms

    ciencia de Dios sobre la tierra: la calumnia, la mentira, el homicidio, el robo y el adulterio desbordan y la sangresigue la sangre. He aqu por qu la tierra gemir y todos los que la habitan sern debilitados.

    Cuntos creen poder contentarse con una instruccin religiosa recibida antes de los once aos, edad dondeuno no es capaz de poseer perfectamente una ciencia profana! Si bien es cierto que la religin es natural al hombre yque en la edad donde las pasiones no han oscurecido todava la inteligencia, la elevacin del alma a Dios es fcil yespontnea, sin embargo, la verdadera ciencia que funda la conviccin que permitir resistir a los asaltos interiores yexteriores del demonio y del mundo es imposible adquirirla en esta poca de la vida.

    De qu crimen se harn quizs culpables los padres que estiman intil para los hijos el proseguir suinstruccin religiosa ms all de la profesin de fe1! Se engaan los que creen que la ciencia de la religin es buenapara la infancia, pero que el adolescente y el adulto deben considerarse eximidos de este conocimiento, que unacierta prctica de la religin, como la asistencia a una misa vespertina el domingo, la nica comunin pascual

    bastan para llevar una vida cristiana.Uno no se ha de extraar ms de ver a los cristianos practicar el estricto minimum pedido por la Iglesia y

    viviendo en el mundo como gente sin fe y sin moral.La voluntad extraviada y enceguecida por las malas pasiones - dice San Po X - tiene necesidad de un gua

    que muestre el camino para hacerla entrar en los senderos de la justicia que cometi el error de abandonar. Esegua no tenemos que buscarlo afuera, nos fue dado por la naturaleza: es nuestra inteligencia. Si le falta laverdadera luz, es decir, el conocimiento de las cosas divinas, ser la historia del ciego conduciendo al ciego; losdos caern en la zanja.

    Mucho peor an, muy a menudo ocurrir que el adolescente abandonar toda prctica religiosa y no tardaren dejar toda moral, con gran desolacin de los sacerdotes y religiosos que habrn intentado todo para mantener aestas jvenes almas en la va del deber y la salvacin eterna.

    Desgraciadamente, si es verdad que los adultos son cautivados y fascinados ms que nunca por todas lasinvenciones de la ciencia moderna que arrastran al mundo a una actividad febril, si es verdad que el espritu de losh b t d h i t d l ti l tid i ti l j t

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    de los sentidos desproporcionada con las fuerzas fsicas que Dios nos ha dado. La radio, el cine y, en general, lasinvenciones modernas son en buena medida la causa de ello.

    Pero ellas seran un mal menor si uno supiera usarlas con moderacin. Ahora bien, no vemos, al contrariola precipitacin y la avidez con la cual se persiguen estas sensaciones y estas impresiones violentas? Las consecuen-cias se hacen sentir muy claramente en la inteligencia, que depende en su actividad de nuestro sistema nervioso.

    Es as que los chicos y los jvenes muestran una gran dificultad para mantener una atencin sostenida enclase, que la gente madura muestra repugnancia a un trabajo intelectual sostenido, a un esfuerzo de atencinprolongado.

    Qu ser entonces cuando se trate de cuestiones religiosas, en las que los sentidos no tienen ms que unaparte reducida, donde ser necesario, desde las cosas sensibles, elevarse hacia las realidades espirituales?

    Sin embargo quiennegar, dice el Papa Po XI, ... que los hombres creados por Dios a su imagen ysemejanza, teniendo su destino en l, perfeccin infinita, y encontrndose en el seno de la abundancia, gracias alos progresos materiales actuales, se dan cuenta hoy ms que nunca de la insuficiencia de los bienes terrenalespara procurar la verdadera felicidad de los individuos y de los pueblos! As sienten ms vivamente en ellos estaaspiracin hacia una perfeccin ms elevada, que el Creador ha puesto en el fondo de la naturaleza razonable.

    Para satisfacer esta aspiracin generosa hacia Dios y las realidades eternas, y remediar esta ignorancia deDios y de los misterios divinos, qu debemos hacer?

    Primero tener el deseo de adquirir la verdadera sabidura, la inteligencia de las cosas de Dios.Adems, extraer esta ciencia de su verdadera fuente, que es la Iglesia.Por fin, y sobre todo, entregarnos a la oracin.En efecto, no basta que hable el sacerdote, que escriba, an es necesario escucharlo con un deseo sincero de

    instruirse.Hijo mo - dice el profeta - no te apoyes sobre tu propia inteligencia ... busca la sabidura, mantn la

    instruccin, no la abandones, pues es tu vida ... Hombres, es a ustedes a quienes grito; escuchen, pues tengo quedecir cosas magnficas. Es as que exhorta a los fieles a escuchar su palabra y se coloca como ejemplo:. Hedeseado la sabidura y me ha sido dada; la he requerido y la he buscado desde mi juventud.

    Tengamos cuidado de no ahogar en nosotros, y sobre todo en las almas de los nios, este deseo de conocer yamar a Dios que est dentro de todo ser humano segn estas palabras de San Agustn: Nos has hecho para Ti

    Seor, y nuestro corazn estar inquieto hasta que descanse en Ti.Como el siervo sediento desea alcanzar la fuente donde podr apagar su sed, vayamos nosotros tambin a lafuente de la sabidura.

    Ahora bien: toda sabidura y toda ciencia estn en Nuestro Seor Jesucristo, el esplendor del Padre celestial.De l ya hablaba el Antiguo Testamento en estos trminos: Venid a m, vosotros que me deseis con ardor, yllenaos de los frutos que llevo: aquel que me escucha no ser confundido.

    l mismo dice: Mis ovejas escuchan mi voz, y las conozco, y me siguen y les doy la vida eterna. Aqueque cree en M, cree en Aqul que me ha enviado.

    Y agrega, dirigindose a sus Apstoles: Aqul que a vosotros escucha, a M me escucha; aquel que avosotros desprecia, a M me desprecia.

    El colegio de los Apstoles, que tiene por cabeza a San Pedro, es la Iglesia. Y la Iglesia continua levantando

    su voz por medios de los obispos y de los sacerdotes.Concluiremos, entonces, que aqul que desee adquirir la ciencia de Dios, debe escuchar al sacerdote quedispensa la enseanza de la Iglesia.

    Ahora bien, el sacerdote dispensa esa enseanza de varias maneras: por la predicacin dominical, la de losdas de fiesta, por las instrucciones de cuaresma, por sus conversaciones y sus visitas a domicilio, en las cualesaconseja, refuta los errores, indica el camino de la verdad. Debe combatirse la costumbre que tienen algunos fielesde elegir, sin motivo razonable, para cumplir su obligacin dominical, la misa del domingo en la que no haypredicacin.

    Adems, el sacerdote ensea mediante el catecismo a los chicos y a los adultos.A propsito: que los padres recuerden el grave deber que tienen de enviar a sus hijos al catecismo, an al

    catecismo de perseverancia. La instruccin religiosa no es menos indispensable para el chico que sigue sus estudios

    en una escuela laica que para aqul que es alumno de una escuela catlica.Que los padres hagan todo lo que est a su alcance para suplir aquello que le falta al colegio. Es esta una desus obligaciones ms esenciales.

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    Cristo. Si hay algo que tiene el hombre sabio en esta vida y que lo persuade, en medio de los sufrimientos y de lostormentos de este mundo, de mantener la identidad de su alma, estimo que es en primer lugar la meditacin y laciencia de las Escrituras.

    De todo corazn animamos a nuestros fieles a adquirir esta excelente costumbre, aconsejada por nuestroSanto Padre el Papa, de leer en familia algunos extractos de estos libros inspirados.

    Queridsimos hermanos, no descuiden nada de lo que pueda darles un conocimiento ms profundo denuestra santa religin y del autor de toda gracia, Nuestro Seor Jesucristo. Qu fuerza, qu consolacin! Quesperanza en las tribulaciones y en las pruebas, qu fe cristiana que nos lleva ya a las realidades eternas!

    Al deseo de la ciencia de Dios, a la preocupacin de abrevar de las fuentes de la verdad, es necesario unir laoracin, la del ciego sobre el camino de Jeric, a quien Jess preguntaba lo que deseaba: Seor, que vea!. Conqu acento hubo de pronunciar este pobre enfermo estas palabras: ... que vea!. Y no se trataba, sin embargo, msque de la visin de las cosas pasajeras.

    Podramos repetir estas palabras con una insistencia y un corazn que muevan la misericordia de Dios!En esta Santa Cuaresma, esforcmonos por rezar con ms humildad, con ms contricin -Dios no desdea

    el corazn contrito y humillado- a fin de que la luz de la sabidura y de la ciencia se levante en nuestras almascomo una aurora de paz y de bendicin, esperando que el da del Seor nos encuentre para siempre en posesin dela eternidad bienaventurada.

    Monseor Marcel Lefebvre(Carta Pastoral -Dakar- 25/enero/ 1948)

    Carta Pastoral n 2QU ACTITUD TENER FRENTE A LA IMPIEDAD?

    Frente a los hechos horribles que acontecen en Hungra, Rumania, Siberia, China; ante la impiedad y el odiodel Santo Nombre de Dios, que son sus causas profundas, cmo no se consternarn profundamente nuestras almascristianas? No pasa un da sin que conozcamos matanzas y deportaciones de gente de bien, de todos aquellos que,por la palabra o por los actos, se consagran a Dios y al prjimo.

    Pero el reciente encarcelamiento del cardenal Mindszenty, Primado de Hungra, su juicio, los abominablestratamientos que le propinaron, su condenacin, ilustran de manera terrorfica lo que millares de seres humanos hansufrido y sufren todava por haberse mostrado como los defensores de la civilizacin.

    Frente a semejantes crmenes contra la humanidad, es posible a toda alma bien nacida permanecerindiferente?

    Dios nos dice por la boca del Profeta Isaas: Encorvar la cabeza como el junco y tenderse sobre saco yceniza, a esto llamis ayuno agradable a Yahv? El ayuno que Yo amo consiste en esto: soltar las atadurasinjustas, desatar las ligaduras de la opresin, dejar libre al oprimido y romper todo yugo, partir tu pan con elhambriento, acoger en tu casa a los pobres sin hogar, cubrir al que veas desnudo, y tratar misericordiosamente alque es de tu carne (Is. LVIII, 5-7).

    No sera, en efecto, faltar a la ms elemental caridad hacia nuestro prjimo desviar los ojos de estos

    sufrimientos y no preocuparse por ellos? Porque estas desgracias parecen todava lejos de nosotros, podramosfingir no conocerlas?

    En cuanto a nosotros, queridsimos hermanos, en nombre de todo el clero y en nombre vuestro, hemosparticipado a Nuestro Santo Padre el Papa, nuestro dolor, nuestro respetuoso y filial afecto en estas circunstanciastan trgicas para la suerte de la iglesia hngara, y tan emotivas para la Iglesia entera y para su Cabeza venerada.

    Frente a este desbordamiento de impiedad, de odio de Dios, de desprecio por todo lo que el ser humanopuede tener de ms sagrado, cul debe ser nuestra actitud?

    1.- Vengar el honor de Dios por medio de una vida cristiana ms intensa.2.- Reparar los pecados de los impos por medio de una vida de penitencia.3.- Trabajar con todas nuestras fuerzas para instaurar el reino de Nuestro Seor Jesucristo en la sociedadcivil y familiar, para evitar que semejantes males caigan sobre nosotros y sobre nuestros hogares.1.- Vengar el honor de Dios por medio de una vida cristiana ms intensa. Que no haya, pues, para

    vosotros - dice Nuestro Santo Padre el Papa - para vuestros sacerdotes y para los fieles confiados a vuestro

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    Esta adoracin interior, ms exactamente llamada devocin, debe poner nuestras almas en una actitud deoracin que, segn Santo Toms, es una actitud de sujecin delante de Dios, para testimoniarle que no somosnada delante de l, autor de todo bien.

    Que vuestra vida cristiana no sea una vida superficial, sino una vida profunda, que tome todo vuestro serpara entregarlo a Dios en toda su actividad, en todas sus ocupaciones.

    Oh, cun benigno y suave es, oh Seor, tu espritu que lo llena todo (Sab. XII, 1).En la prctica, queridos hermanos, os invitamos insistentemente a frecuentar vuestras iglesias, a deteneros

    en ellas algunos momentos cuando la ocasin se presente. El cardenal Mercier pensaba que un alma que se recogecinco minutos en el curso del da para pedir con toda sinceridad y confianza al Espritu Santo el guiarla, fortalecerla,llenarla con sus dones, puede estar casi segura de su salvacin.

    Cunto se ve facilitada la oracin, salida del fondo del alma, por la presencia de la Eucarista en esos oasisde recogimiento y de silencio que son nuestras iglesias!

    2.- A la oracin y a la alabanza, agreguemos la vida de penitencia. Nuestro Santo Padre el Papa nos pide, apartir de este tiempo de Cuaresma, retomar la abstinencia de todos los viernes del ao. Aceptemos esta ligerapenitencia con espritu de fe y agreguemos nuestras limosnas, nuestras privaciones de cosas superfluas.

    Con la paz, por muy relativa que sea, vuelve una cierta prosperidad; esta prosperidad, ms aparente que realfacilita los placeres, las distracciones, y permite, desgraciadamente, satisfacer a las pasiones. De all a olvidar a Diosy a descuidar nuestros deberes para con l, no hay ms que un paso, fcil de franquear.

    La riqueza en las manos virtuosas y caritativas es una fuente de numerosos mritos; la riqueza al servicio deun alma dominada por los sentidos es fuente de libertinaje descarado, de oscurecimiento del espritu. No es, acasoel espectculo que nos presenta el mundo y los que siguen sus mximas perniciosas?

    Mis queridsimos hermanos, en el curso de este tiempo de penitencia, sepamos mostrarnos reservados ydiscretos en las fiestas y reuniones. As lo dice San Pedro: Sed sobrios, y estad en vela; vuestro adversario eldiablo ronda, como un len rugiente, buscando a quien devorar (I Pe. V, 8).

    No olvidemos que la virtud de templanza es la condicin necesaria de las otras virtudes y que descuidar elejercicio de esta templanza equivale a apegarse a los bienes de este mundo y oscurecer el espritu respecto delconocimiento de las cosas de Dios.

    Cumpliendo estas penitencias, prepararemos nuestras almas para gustar las alegras que Dios dispensa en

    gran nmero durante los das que preceden a las fiestas pascuales; estaremos mejor dispuestos para sacar provechode las prdicas que nos sean dirigidas.Finalmente, atraeremos la misericordia de Dios sobre los impos y los blasfemos, que manifiestan un odio

    tan grande a su Santo Nombre.3.- A la oracin y la penitencia, agregaremos un celo infatigable, consumido en el amor de Nuestro Seor,

    por el establecimiento de su reino en la sociedad civil y familiar.Todo hombre sensato y leal, frente a los males que nos abruman y que abundan particularmente en ciertos

    pases, podr rpidamente reconocer la fuente de estas calamidades en el olvido y la negacin oficial de Dios porparte de las sociedades y, muchas veces, de los hogares.

    En efecto, una vez suprimido Dios - deca recientemente Nuestro Santo Padre el Papa -, el menosprecio delas cosas de Dios hace al hombre despojado de su dignidad espiritual, el esclavo de las cosas materiales y suprime

    incluso radicalmente todo lo que representan de belleza la virtud, el amor, la esperanza, la vida interior.Suprimiendo la religin y desterrando a Dios, ninguna sociedad civil podr jams subsistir. Puesto quesolamente, los principios sagrados de la religin pueden equilibrar con justicia los derechos y los deberes de losciudadanos, consolidar los fundamentos del Estado, regular por medio de leyes bienhechoras las costumbres de loshombres y dirigirlos con orden hacia la virtud. Lo que escriba el ms grande orador romano (Vosotrospontfices, defendis la ciudad ms seguramente por la fuerza de la religin que sus murallas por la suya -Cicern,De Nat. Deor., III, 40) es infinitamente ms verdadero y ms cierto cuando se trata de la doctrina y de la fecristiana. Que todos aquellos que tienen las riendas del Estado reconozcan, pues, estas verdades y que en todolugar la libertad que le es debida sea rendida a la Iglesia, de tal manera que, sin estar impedida por ninguna traba,pueda esclarecer con la luz de su doctrina los espritus de los hombres, educar bien a la juventud y formarla en lavirtud, reafirmar el carcter sagrado de la familia y penetrar con su influencia toda la vida humana. De esta accin

    bienhechora la sociedad civil no tendr que temer ningn dao; antes bien, al contrario, ella obtendr grandsimasventajas. Pues entonces, estando reguladas las relaciones sociales con justicia y equidad, la condicin de losindigentes realzada como es necesario y restablecida segn la dignidad humana, las discordias por fin apacigua-

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    atesmo y el odio de Dios constituyen una falta monstruosa que mancha nuestro siglo y le hace temer justamenteespantosos castigos, la Sangre de Cristo contenida en el cliz de la Nueva Alianza es un bao purificador, graciasal cual podemos borrar este crimen execrable y, despus de haber pedido perdn de los culpables, hacer desapare-cer las consecuencias y preparar la Iglesia para un triunfo magnfico.

    Mientras meditbamos estos pensamientos, nos pareci oportuno que, el domingo de Pasin de este aoustedes y todos los sacerdotes fuesen autorizados e incluso exhortados a celebrar una segunda Misa, que ser lamisa votiva para la remisin de los pecados.

    Que los fieles, que, en razn de los vnculos que unen entre s a los miembros del Cuerpo Mstico de Cristodeben siempre participar de las tristezas y de las alegras de la Iglesia, acudan a vuestro llamado en el mayor nmeroposible a los pies de los altares, y que, apreciando como conviene la importancia y la gravedad del motivo que losrene, ofrezcan a Dios con ms ardor sus splicas y sus oraciones.

    No dudamos que todos harn con el mayor fervor lo que les pedimos y que ofrecern tambin a Diossplicas y votos a fin de que, una vez alejados los males, el soplo de la caridad celestial venga a renovar todas lascosas en Cristo para colmar felizmente el deseo de la paz.

    Monseor Marcel LefebvreCarta Pastoral, Dakar, 24 de febrero de 1949

    Carta Pastoral n 3EL MATRIMONIO

    Pronto se cumplirn 20 aos desde que Nuestro Santo Padre, el Papa Po XI, escribiera en su memorableEncclica Casti Connubi, estas palabras: No es ya de un modo solapado ni en la oscuridad, sino que tambin enpblico, depuesto todo sentimiento de pudor, lo mismo de viva voz que por escrito, ya en la escena con representaciones de todo gnero, ya por medio de novelas, de cuentos amatorios y comedias, del cinematgrafo, de discursosradiados, en fin, de todos los inventos de la ciencia moderna, se conculca y se pone en ridculo la santidad delmatrimonio, mientras que los divorcios, los adulterios y los vicios ms torpes son ensalzados o al menos revestidos

    de tales colores que aparecen libres de toda culpa y de toda infamia (...) Estas doctrinas las inculcan a toda clasede hombres, ricos y pobres, obreros y patrones, doctos e ignorantes, solteros y casados, fieles e impos, adultos yjvenes, siendo a stos principalmente, como ms fciles de seducir, a quienes ponen peores asechanzas.

    Y agregaba el Papa Po XI: Nos, pues, a quien el Padre de familia puso por custodia de su campo, a quienurge el oficio sacrosanto de procurar que la buena semilla no sea sofocada por hierbas venenosas, juzgamos comoa Nos dirigidas por el Espritu Santo aquellas gravsimas palabras, con las cuales el Apstol San Pablo exhortabaa su amado Timoteo: T, en cambio, vigila, cumple tu ministerio, predica, insta oportuna e inoportunamentearguye, suplica, increpa con toda paciencia y doctrina.

    Queridsimos hermanos, hemos credo hoy un deber hacer nuestras estas palabras. No pasan semanas, sinodas, que no tengamos que deplorar el espectculo de hogares desunidos, de uniones quebrantadas, cuya separacines ms definitiva por otras uniones adlteras, o que no tengamos que comprobar la ilegitimidad de uniones que se

    podra creer regulares. Cuntos dramas de consciencia, cuntos dolores morales escondidos!Pero lo ms grave, es la comprobacin de una ignorancia inconcebible de las obligaciones del matrimonio,

    como si esta unin no dependiese ms que de la voluntad humana, y que los derechos y deberes que derivan de ellano existiesen sino en la medida que los cnyuges lo deseen. O, si se conocen las leyes que rigen el matrimonio, nose entiende el rigor; y, frente a los numerosos ejemplos de aquellos que las violan, no se entiende que esta libertadno sea aceptada por la Iglesia como ms conforme con el espritu moderno.

    Con cuanta frecuencia, con ocasin del cuestionario que detalla las obligaciones del matrimonio, seescuchan reflexiones que testimonian un increble desconocimiento de todo lo que este contrato tiene de grave y desagrado.

    No es raro encontrar, incluso entre los que todava tienen, gracias a Dios, una idea clara de la importancia yde la santidad del matrimonio, una indulgencia, o ms exactamente una tolerancia benevolente para con lasseparaciones, para con las uniones libres, que no dejan de constituir un verdadero escndalo, sobre todo para lajuventud.

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    lugar de darse a la bebida, si la mujer fuese ms modesta en lugar de entregarse a las vanidades.Frente a estas comprobaciones, queridsimos hermanos, hemos pensado que era urgente recordarles

    brevemente los principios eternos que rigen el matrimonio, indicando particularmente su origen y sus propiedadesesenciales.

    1.- El Matrimonio, es de origen humano o divino?El matrimonio - dice nuestro Santo Padre Po XI - no fue instituido ni restaurado por obra de hombres,

    sino por obra divina. No fue protegido, confirmado, ni elevado con leyes humanas, sino con leyes del mismo Dios,autor de la naturaleza, y de su restaurador, Cristo Seor Nuestro. Por lo tanto, sus leyes no pueden estar sujetas aarbitrio de ningn hombre, ni siquiera al acuerdo contrario con los mismos cnyuges (...) Mas, aunque elmatrimonio sea de institucin divina por su misma naturaleza, con todo, la voluntad humana tiene tambin en l suparte, y por cierto nobilsima, porque todo matrimonio, en cuanto que es unin conyugal entre un determinadohombre y una determinada mujer, no se realiza sin el libre consentimiento de ambos esposos (...) Es cierto que estalibertad no da ms atribuciones a los cnyuges que las de determinarse o no a contraer matrimonio, y a contraerloprecisamente con tal o cual persona; pero la naturaleza del matrimonio est totalmente fuera de los lmites de lalibertad del hombre, de tal suerte que si alguien ha contrado ya matrimonio se halla sujeto a sus leyes y propieda-des esenciales.

    De este modo, la unin santa del matrimonio verdadero est constituida en su conjunto por la voluntaddivina y por la voluntad humana. De Dios vienen la institucin misma del matrimonio, sus fines, sus leyes, susvnculos; los hombres son autores de los matrimonios particulares a los cuales estn ligados los deberes y los bienesestablecidos por Dios.

    Tal es el verdadero origen del matrimonio como Dios lo ha querido desde toda la eternidad. Todo lo que loshombres puedan decir o escribir sobre este tema no cambiar nada a estas verdades enseadas por la Iglesia.

    2.- Cules son las propiedades del matrimonio?El sentido comn, que es la expresin de la verdadera sabidura, y las Sagradas Escrituras con la Tradicin,

    nos ensean que son dos: la unidad y la indisolubilidad.Estas dos propiedades, que descartan por una parte la presencia de una tercera persona en el matrimonio, y

    por otra parte la posibilidad de romper el vnculo establecido por el contrato concluido entre los dos cnyuges,encuentran su raz profunda en la naturaleza humana establecida por Dios. La naturaleza misma del contrato

    matrimonial, la de constituir la sociedad familiar por la presencia de los hijos, exige absolutamente la unidad y laestabilidad perfecta del matrimonio.La fidelidad conyugal y la procreacin de los hijos - dice Santo Toms - estn implicados por el mismo

    consentimiento conyugal, y en consecuencia si, en el consentimiento que constituye el matrimonio, se formulase unacondicin que les fuese contraria, no habra verdadero matrimonio.

    La unin conyugal une todo en un acuerdo ntimo; las almas ms estrechamente que los cuerpos.El matrimonio contrado por dos almas que se dan una a la otra teniendo como perspectiva la eventualidad

    de una separacin, es un ments insolente dado a las ms nobles aspiraciones que el corazn humano aporta en esteacto solemne; es la contradiccin llevada a lo ms ntimo de dos corazones que se unen. Decir contradiccin no esbastante; los pretendidos derechos del corazn a no ser irrevocablemente encadenado, no es otra cosa y no sepueden llamar de otra manera que cobardes necesidades del egosmo.

    Admitir en el contrato matrimonial que se pueda quebrar el vnculo, no es slo contrario a la naturaleza de lasociedad conyugal, contrario a la naturaleza humana, sino tambin y sobre todo, contrario al fin mismo delmatrimonio, de la sociedad humana.

    Qu suceder, en efecto, con los hijos, esos seres divididos, ms tristes que los hurfanos, que sacan delafecto por su madre el odio para con su padre, y que aprenden de su padre a maldecir a su madre? Puede concebir-se un contrato de matrimonio que admita la perspectiva de una semejante disociacin de la familia y que haga pesarsobre los hijos la amenaza de una existencia herida para siempre en sus ms profundos afectos?

    La unin querida, consentida, de dos seres humanos dotados de inteligencia y de voluntad para un fin comoel matrimonio, que consiste en un don mutuo con el deseo de constituir una familia, no puede ser provisorio.

    Iluminados sobre la gravedad del contrato matrimonial por las luces de la razn, cmo extraarse queNuestro Seor haya hecho de ese mismo consentimiento un signo sagrado, fuente abundante de gracias, un

    verdadero sacramento, cuyos ministros son los mismos cnyuges?Por su gracia, por su virtud todopoderosa, Nuestro Seor da a ese acto solemne la nobleza, la elevacin quetuvo al origen.

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    doctrina evanglica y apostlica, no se puede desatar el vnculo del matrimonio por razn del adulterio de uno delos cnyuges; y que ninguno de los dos, ni siquiera el inocente, que no dio causa para el adulterio, puede contraernuevo matrimonio mientras viva el otro cnyuge, y que adultera lo mismo el que despus de repudiar a la adlterase casa con otra, como la que despus de repudiar al adltero se casa con otro, sea anatema.

    Cunto debemos agradecer a la Iglesia por mantener por su doctrina una muralla infranqueable a los asaltosde aquellos que quieren arruinar la familia y la sociedad!

    nica guardiana de la verdad, ha conservado a los hogares una base inquebrantable. Esta es una pruebaevidente de la santidad y la perennidad de la Iglesia.

    A todas estas enseanzas de la razn, de las Sagradas Escrituras y de la Tradicin, podramos agregar laspruebas de la experiencia. Desde que la ley impa votada en 1884 en Francia ofreci la ilusin de una legalidad a lasseparaciones, stas se han multiplicado a un ritmo siempre creciente, y con ellas todas las consecuencias de lainmoralidad, de la cual pueden testimoniar con abundancia los tribunales.

    Pero ms que deplorar los efectos demasiados conocidos del olvido de la santidad del matrimonioconsideremos ahora lo que debemos hacer para restituirle toda su dignidad.

    Primero tenemos que meditar los designios de Dios sobre el matrimonio. Creador y Gobernador delUniverso, Dios no ha hecho nada sin razn, y a toda criatura le ha dado leyes inscritas en la misma naturaleza conque la dot.

    Para que se obtenga la restauracin universal y permanente del matrimonio - dice Nuestro Santo Padre ePapa Po XI -, es de la mayor importancia que se instruya bien sobre el mismo a los fieles; y esto de palabra y porescrito, no rara vez y por encima, sino a menudo y con solidez, con razones profundas y claras (...) Que sepan ymediten con frecuencia cun grande sabidura, santidad y bondad mostr Dios hacia los hombres tanto al instituirel matrimonio como al protegerlo con leyes sagradas; y mucho ms al elevarlo a la admirable dignidad desacramento.

    Pero, de qu servira este conocimiento del matrimonio, si los padres cristianos no preservasen a sus hijosde todo aquello que puede destruir en ellos una alta y santa idea de la unin de su padre y madre?

    Sobre este punto, cuntos errores circulan an en los mbitos cristianos! Se preconizan nuevos mtodos, enel sentido que se juzga bueno familiarizar al nio con la idea del vicio a fin de preservarlo de l con mayorseguridad. Sin embargo, se inoculan vacunas para adultos en organismos jvenes? Esto causa en esas almas muy

    impresionables un grave escndalo, muchas veces irreparable.En cuanto a la preparacin prxima del matrimonio, dice una vez ms Po XI: pertenece de una maneraespecial la eleccin del consorte, porque de aqu depende en gran parte la felicidad del futuro matrimonio (...) Paraque no padezcan las consecuencias de una imprudente eleccin, deliberen seriamente los que desean casarse antesde elegir la persona con la que han de convivir para siempre, y en esta deliberacin tengan presentes las conse-cuencias que se derivan del matrimonio, en orden en primer lugar, a la verdadera religin de Cristo, y adems enorden a s mismo, al otro cnyuge, a la futura prole y a la sociedad humana y civil. Imploren con asiduidad elauxilio divino, para que elijan segn la prudencia cristiana, no llevados por el mpetu ciego y sin freno de lapasin, ni solamente por razones de lucro o por otro motivo menos noble, sino guiados por un amor recto yverdadero y por un afecto leal hacia el futuro cnyuge, buscando adems en el matrimonio aquellos fines por losque Dios lo ha instituido. No dejen, en fin, de pedir para dicha eleccin el prudente y tan estimable consejo de sus

    padres.Pero todas las preparaciones, toda la ciencia del matrimonio y del matrimonio cristiano no tendrn eficaciapara mantener las uniones en su santidad y fidelidad, si los esposos no se alimentan del Pan de los castos, el Pan delos fuertes. La Eucarista, establece el equilibrio en la sensibilidad, templando el fuego devorador de nuestrosdeseos, disminuyendo el absolutismo de su tirana, aumentando el imperio de la razn, de tal manera que, como diceSan Pablo, la vida de Jesucristo se manifieste en nuestros cuerpos.

    En la unin con Nuestro Seor Jesucristo, en la atmsfera de la Sagrada Familia, es donde los espososencontrarn el secreto de una unin estable y feliz, practicarn el sostn y la ayuda mutua cotidiana, ofrecern a sushijos y a la sociedad el ejemplo de una vida en la cual el cuerpo est sumiso a la razn, la razn al alma, y el alma aDios, cumpliendo en ello, por la gracia de Jesucristo, los designios de Dios sobre la humanidad.

    Que gusten repetir esta frase de San Pablo: que el Seor me revista del hombre nuevo, creado segn Dios

    en la justicia y santidad de la verdad, esperando el da en que su unin, que habr crecido con los aos, encuentreen Dios su pleno desarrollo por la eternidad.Monseor Marcel Lefebvre

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    Ese Decreto no es ni de orden poltico ni de orden social, es de orden religioso; enfoca el comunismo encuanto basado en una doctrina materialista y anticristiana.

    Se pueden distinguir en ese Decreto dos medidas bien precisas: la primera, de excomunin contra aquellosque defienden y propagan la doctrina materialista y anticristiana del comunismo; la segunda, consiste en laprivacin de los Sacramentos para aquellos que, a pesar de que se defiendan de profesar esta doctrina, directa oindirectamente colaboran con una doctrina o una actividad antirreligiosa y con la condicin de que conozcan elefecto pernicioso de su colaboracin y la presten libremente.

    Es un deber de la Iglesia abrir los ojos de sus hijos sobre aquello que constituye un peligro para la fe y lascostumbres y en consecuencia, los privara de la vida eterna. Nuestro Seor maldijo a los fariseos y a los escribasque, bajo pretexto de religin, hacan faltar a los fieles al precepto de la caridad respecto de Dios y del prjimo.

    En el curso de los siglos, la Iglesia, siempre que previ un peligro de condenacin para sus hijos, les advirtimaternalmente de cuidarse; y si es necesario, amenaza a uno o a otro con apartarlo del rebao, si es ocasin deescndalo para sus hermanos.

    Hoy, ante el peligro de una doctrina perversa, que se expande por el mundo bajo diversas formas y que sellama Comunismo, el Jefe de la Iglesia, siempre vigilante, nos llama la atencin para que tengamos cuidado. Nosdescubre, oculta debajo de la defensa de los dbiles y oprimidos y de la apariencia de ideas generosas de igualdad yde libertad, el odio de Dios, la esclavitud del hombre, la ausencia de toda piedad y de toda caridad.

    Despus de haber contemporizado durante muchos aos, despus de haber esperado largamente que loshechos confirmasen las palabras, el Santo Padre, a pesar de la tristeza que experimenta por verse incomprendido poralgunos de sus hijos, condena el comunismo como una doctrina que debemos considerar detestable, porque ella escontraria a todo lo que hay de divino.

    Nosotros, queridos hermanos, siempre atentos a la palabra del Sucesor de Pedro, de aquel a quien NuestroSeor ha dicho apacienta a mis corderos, apacienta a mis ovejas, os hemos comunicado fielmente el decreto deSanto Oficio que indica la condenacin del comunismo y sanciona las penas previstas por la legislacin de la Iglesiacontra aquellos que no se sometan.

    Preocupados por manteneros en la verdadera fe y de cuidaros de todo aquello que puede alejarnos de vuestraadhesin a Cristo y a la Iglesia, contra todo aquello que puede llevaros fuera del camino que conduce a la vidaeterna, conscientes de nuestra grave responsabilidad, nos ha parecido que debamos advertiros nuevamente, con

    reiteradas instancias, del peligro que hace correr a vuestra fe la expansin del comunismo en Africa.Aqu, como en Europa, la tctica es la misma. Los partidarios del comunismo proclaman que no quierenatacar la religin. Pero conocemos bien lo que valen esas afirmaciones. Es por una razn de propaganda, como lodice explcitamente Lenin, que los jefes comunistas proclaman no ser adversarios de la religin. Pero los hechos soninnegables: en todas partes donde se ha instalado el comunismo, la religin ha sido privada de sus derechos, luegoviolentamente perseguida. Guardaos de los falsos profetas - dice Nuestro Seor -, ellos vienen a vosotrosdisfrazados de ovejas, mas por dentro son lobos rapaces.

    Desde hace algunos aos, con un xito ms o menos grande, el comunismo, trado por elementos extranje-ros, se ha implantado en Africa. Por la prensa, por una ayuda insidiosa ofrecida a ciertos movimientos o grupospropaga su doctrina y sus mtodos nefastos; por una ayuda financiera y material a ciertas personalidades, que puedeser de buena fe, adquiere una influencia que su prensa, llena de mentiras y de promesas engaosas, acredita ante

    numerosos africanos poco advertidos.Acaso no leemos en tal diario de Africa Occidental Francesa: Nuestros maestros son Marx, Engels, LeninStalin?

    Esta prensa no puede ser la vuestra, esos maestros no pueden ser los vuestros.Ciertas consignas dadas a tal seccin en su territorio demuestran claramente cuales son las disposiciones de

    aquellos que las dieron: La accin de los Padres y de los Marabes en ese dominio no podr silenciarse:portadores del mensaje de Cristo o de Mahoma, son los cmplices ms peligrosos de los Trusts y de la Administracin en los pases colonizados. vuestro primer objetivo ser, pues, destruir esta monstruosa mentira religiosa.Combatir en la opinin todas las falsas ideas religiosas en general, tanto en las masas cristianas, como en lasislmicas.

    Un catlico no puede seguir a tales jefes.

    Lejos de nosotros condenar todos los esfuerzos realizados en vistas de aplicar una justicia mayor, de hacerprogresar el medio social, de una evolucin intelectual y moral ms perfecta. Los esfuerzos sern tanto msfructuosos cuanto ms correspondan a las leyes naturales de todo progreso humano, regido por la cuatro virtudes

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    todo bien, de toda gracia, de todo don que sea dado a los hombres sobre la tierra.Persuadido de que seris dciles a la voz de vuestro Pastor, y en prenda de esta docilidad, pedimos a Nuestro

    Seor y a su Santsima Madre derramar sobre vosotros y sobre todos aquellos que os son queridos, sus abundantesbendiciones.

    Monseor Marcel LefebvreCarta a los catlicos de Senegal,1950

    Carta Pastoral n 5LOS PROBLEMAS ECONMICOS Y SOCIALES

    Africa, despus de cuatro aos, es testigo de un progreso poltico y econmico incontestable, gracias a laconstitucin de las Asambleas locales y a la inversin enorme de capitales. Vemos surgir nuevas industrias,instalaciones modernas de todo tipo...

    Sin embargo, este estupendo progreso no deja de plantear problemas importantes, econmicos y socialesque tienen una repercusin sobre las familias y sobre los miembros de la sociedad.

    Nos parece necesario examinar estos problemas a la luz de los principios del Evangelio y de la Tradicin, talcomo la Iglesia nos lo ensea. No es acaso la Iglesia quien form en su origen nuestras sociedades europeas,sociedades que, a pesar de los errores de los tiempos modernos, han conservado la impronta profunda de losprincipios de justicia y de vida inspirados en el Evangelio?

    Gozando las Asambleas locales de una competencia de ms en ms extendida, y no poseyendo los sujetosque dependen de la jurisdiccin de su administracin todo este conjunto de agrupaciones y asociaciones que existenen los pases ms organizados, en muchas ocasiones puede parecerles necesario cumplir la funcin de las asociacio-nes privadas, porque tanto una como otra son deficientes.

    Ms an, en el espritu de los miembros de la sociedad africana, no existe una tendencia a recibir todo delos Servicios Pblicos, que son como la Providencia de los sbditos? Solucin fcil, pero que daa mucho eltrabajo, el progreso, la iniciativa, el esfuerzo, que es la fuente de la riqueza.

    Por eso creemos til recordar a gobernantes y gobernados las palabras de Nuestro Santo Padre el Papa PoXII: La soberana civil ha sido querida por el Creador a fin de regular la vida social segn las prescripciones deun orden inmutable en el orden temporal, la obtencin de la perfeccin fsica, intelectual y moral, y de ayudarla aalcanzar su fin sobrenatural. Por lo tanto, la noble prerrogativa y la misin del Estado es la de controlar, ayudar,regular las actividades privadas e individuales de la vida nacional para hacerlas converger armoniosamente haciael bien comn (...) Si el Estado se atribuye y ordena hacia s las iniciativas privadas, stas pueden ser perjudicadasen detrimento del bien pblico (...); pero la primera y esencial clula de la sociedad es la familia (...), el hombre yla familia son por naturaleza, anteriores al Estado.

    De este modo, los derechos del Estado, no son ilimitados. Dios ha creado el poder pblico para la familia yla familia para la perfeccin del hombre, y no a la inversa.

    El papel de la Administracin pblica es, por consiguiente, ayudar y animar las iniciativas privadas,

    promover su creacin y su desarrollo, y por sobre todo vigilar celosamente el progreso de la familia, que es laverdadera fuente de la riqueza y de la prosperidad de las sociedades. Pero este progreso debe ser total: fsico,intelectual y moral. Suplir las deficiencias de las iniciativas privadas y de la familia, pero no substituirlas, tal es lamisin del Estado; y en las familias: los padres son, de derecho, los primeros educadores de sus hijos.

    Si la Administracin substituye a la familia y a las sociedades particulares, no slo sobrepasa sus derechossino que se impondra tales cargas que se vera obligada a aumentar sin cesar las tasas y los impuestos hastadesorganizar la economa del pas.

    Queremos recordar la grave responsabilidad de aquellos que administran los fondos fiscales. Este dinero esel dinero de los miembros de la sociedad que han contribuido a su produccin; debe ser escrupulosamente usadopara el bien comn. Aquel que desva hacia provecho propio los fondos del Estado, comete una grave injusticiarespecto de todos los miembros de la sociedad.

    No ser esta facilidad de desviar los fondos pblicos lo que atrae tanto hacia estas funciones que prometenun bienestar asegurado, cuando en realidad habra que asumirlas con temor, persuadidos de que Dios exigir una

    i ll h id bilid d?

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    de los europeos cultivando la tierra, la formacin de las asociaciones agrcolas para una cultura ms racional, msvariada; hacer esto, es ayudar a la prosperidad moral y material del pas.

    La constitucin de la familia, tal como Dios la concibi, tal como Nuestro Seor la santific, es an una denuestras principales preocupaciones y nada debe ser descuidado para realizarla. Es en la familia monogmica quesus miembros se armonizan verdaderamente, que ellos encuentran la expansin de todas las virtudes, del espritu ydel corazn, el sentido de la responsabilidad, que es lo propio del hombre.

    Favorecer las condiciones del desarrollo de la familia por el ahorro, la propiedad, la vivienda, el artesanado,es hacer obra social. Favorecer las asociaciones profesionales que defienden los intereses de la familia y de laprofesin, segn la doctrina de la Iglesia y adherir a ella, es construir la sociedad sobre bases slidas.

    Luchar contra los abusos del alcohol, contra la ociosidad, es proteger la familia. Pero es necesario, paraencontrar el verdadero remedio, ir ms lejos en la bsqueda de los males que invaden la sociedad.

    El peligro ms grave que comprobamos, peligro que amenaza corromperla completamente, es la bsquedadesenfrenada solamente del bienestar temporal, podramos decir corporal. Y en esta materia es grande la responsabi-lidad de los poderes pblicos que han importado a estos pases el laicismo, la susodicha neutralidad. Estamosntimamente persuadidos que no hay un slo africano que no sufra al pensar que con esta doctrina se quita delcorazn de sus hijos la ms bella riqueza y el mayor capital que hay en el mundo: el temor de Dios y el respeto de suLey.

    A grandes males, grandes remedios; es necesario volver a poner en el corazn de la juventud la bsquedadel bienestar que no es slo corporal, sino intelectual y moral. De qu sirve al hombre ganar el universo enterosi pierde su alma?. Ya desde ahora, el hombre que no tiene ms en su inteligencia y en su corazn los dos grandesamores, de Dios y de su prjimo, ha perdido su dignidad humana.

    Cul es el padre de familia que negar que le es ms dulce vivir con poca fortuna pero rodeado de unaesposa y de hijos que le aman, antes que tener bienes y vivir en un hogar desunido, en medio de hijos a los cuales leshan arrebatado los afectos?

    Ms an, un hombre no es verdaderamente digno de ese nombre sino cuando tiene en su corazn un amorque no puede desaparecer; que ni el tiempo, ni el espacio, ni la enfermedad, ni la muerte pueden arrebatrselo; unamor que crece y se desarrolla a medida que se une a su objeto; el amor puesto en Dios, su Padre, su Creador, enJesucristo, su Salvador, en Mara, su Madre.

    Llegan las pruebas, la separacin, la guerra, el exilio; ms all del amor de los suyos, hay una familia que nole abandona jams. el sabe, cree, que hay alguien que ilumina a todo hombre que viene a este mundo, y est tantoms aferrado a los suyos en la medida que los encuentra en Dios, creador y salvador de su hogar. Los vnculos deun amor carnal son tan frgiles, tan precarios, tan efmeros! En Dios y en Nuestro Seor Jesucristo estos vnculosson humanizados, divinizados, santificados.

    El gran mal de nuestro mundo moderno es haber atizado en el corazn de los hombres la sed de placer y dehaber desviado los corazones y las inteligencias de la verdadera bienaventuranza.

    Con ello han suprimido aquello que regula el alma, han quebrado su equilibrio, han quitado al hombre el solde su vida. Solamente el pensamiento de Dios, la sumisin a la ley de la caridad, slo la sangre de Nuestro SeorJesucristo en la Eucarista pueden poner un freno y una medida en el corazn de los hombres.

    Quiera Dios que los hombres responsables de sus hermanos comprendan esto! Y en seguida, qu

    veramos? Los poderosos y los jefes de este mundo mostraran el ejemplo de la moderacin, se esforzaran ensostener a las familias, por animar las iniciativas privadas concernientes al ahorro y la seguridad social, el acceso ala propiedad y a una vivienda digna, y por sobre todas las cosas, ayudaran a la Iglesia a procurar a todos un coraznrecto y justo, no un corazn de piedra, sino un corazn palpitante bajo el aliento de la verdadera caridad.

    Si este santo espritu animase los corazones humanos, las riquezas, en lugar de estar retenidas con avaricia ocon egosmo por algunos pocos, seran largamente repartidas en las bolsas modestas de muchos que viven en lainquietud y en la miseria. Y stos no las gastaran para saciar sus pasiones. Cunto dinero invertido intilmente enbebidas embriagantes! Si fuese invertido en construir habitaciones, dispensarios, iglesias, el pas gozara de mayorhumanismo y de verdadera civilizacin.

    Que aquellos que tienen el deseo de hacer de los pueblos africanos sociedades felices y prsperas, busquenprocurarles el bienestar completo, corporal, intelectual y moral.

    Las riquezas de este mundo son tan efmeras y tan mal repartidas, que a todo precio habra que esforzarsepor procurar al menos la riqueza inagotable que Dios distribuye abundantemente a todas las almas de buenavoluntad; y, por aadidura, sera el nico medio de hacer gustar a los hombres los bienes de este mundo, porque no

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    Carta Pastoral N 6:LA ORACIN

    No podemos empezar mejor nuestra carta pastoral en este saludable tiempo de penitencia que con laspalabras de Nuestro Santo Padre el papa Po XII, pronunciadas el 10 de febrero pasado ante los fieles de Roma:

    Frente a la persistencia de una situacin que, no dudamos en decirlo, puede a cada momento provocar

    una explosin y de la cual tenemos que buscar el origen en la tibieza religiosa de un tan gran nmero, en edescenso del nivel moral de la vida pblica y privada, en la empresa sistemtica de intoxicacin de las almassimples... los buenos no pueden inmovilizarse en los senderos, acostumbrados espectadores de un futuro aterra-dor.

    Elevamos entonces nuestra voz con la del Pastor Supremo para pedirles que reflexionen seriamente, en etranscurso de estos das de gracias que preceden al da aniversario de la Resurreccin de Nuestro Seor, sobre unode los medios ms poderosos de renovacin, de resurreccin espiritual y temporal del mundo: queremos hablarlesde la oracin.

    No ignoramos que la verdadera solucin de las relaciones entre los pueblos, de la vida interior de lasnaciones, se encuentra en la filosofa y la teologa cristianas. Todo el dinero del mundo, todas las astucias de unadiplomacia egosta, todas las encuestas, todos los congresos no sirven para nada, si no se tienen en cuenta los datos

    de la verdadera sabidura y de la razn. Y sabemos tambin que solamente la Iglesia, mandada por Dios en lapersona de Nuestro Seor Jesucristo, posee en su plenitud todos los tesoros de verdad necesarios para la paz y laconcordia entre los pueblos.

    Y sin embargo, a pesar de las apremiantes exhortaciones del Vicario de Cristo, se codifica, se legisla, seredactan constituciones nacionales o internacionales rechazando las enseanzas de Aqul que ha dicho: Sin Mnada podis hacer.

    Nos parece escuchar la voz de Dios por la boca del profeta Jeremas: Por qu este pueblo se aleja con unalejamiento continuo? Por qu persisten en la mala fe? Por qu rechazan volver? Tuve cuidado, y no hablancomo conviene. Ninguno se arrepiente de sus maldades diciendo: Qu he hecho! Todos reanudan su carrera comoun caballo que se lanza a la batalla. La paloma y la golondrina observan el tiempo de su regreso, pero mi pueblono conoce la ley de Dios. El estilo mentiroso de los escribas la ha cambiado en mentira... Por eso har de Jerusaln

    un montn de piedras, una guarida de chacales; de las ciudades de Jud una soledad sin habitantes.Frente a la ceguera de los espritus, frente al endurecimiento de los corazones, se impone a nosotros,

    queridsimos hermanos, un deber grave, muy grave: el de rezar, de juntar nuestras manos para implorar de Dios lasalvacin del mundo. Las circunstancias nos invitan ms que nunca a elevar nuestras almas a Dios, a resucitar ennosotros las virtudes de piedad y de devocin que la sangre de Cristo ha depositado en nosotros por el bautismo.

    Se dice hoy da que Dios tiene necesidad de los hombres, pero, si esta necesidad existe en Dios por un actoenteramente libre de amor y de bondad, es mucho ms exacto decir que el hombre tiene necesidad de Diosnecesidad innata que tiene su raz en todo su ser, que San Pablo expresaba tan vigorosamente diciendo: En Diosvivimos, nos movemos, somos.

    Si ocurriera que ni nuestro corazn ni nuestra razn aspiraran a Dios, estaramos desnaturalizados. Es en elmomento en que todo se abandona: riquezas, amigos, familia, salud; es en ese momento demasiado rpido - que

    todos experimentaremos - cuando el moribundo encuentra una sabidura insospechada, el sentido de la realidad deDios y de la vanidad del mundo: su alma siente entonces una inmensa necesidad de Dios.

    Por qu seramos insensatos en el curso de nuestra existencia y sabios en su ltimo instante, si complace aDios darnos conciencia de eso?

    La oracin no es otra cosa que la ascensin de nuestra alma hacia su Creador y Redentor, es natural al almasencilla y recta. Se necesita la costumbre del pecado, opuesto a esa elevacin del alma hacia Dios, para reducir laoracin a una pura formalidad; se necesita el orgullo del espritu, entretenido por fbulas y sofismas, para llevar alhombre a tener vergenza de rezar.

    Amemos la oracin privada, la oracin en familia, la oracin litrgica. El catecismo nos ensea lo queconviene hacer sobre este tema, y cuando hay que hacerlo. Recordemos sin embargo que nuestra oracin debetraducir una actitud interior de nuestra alma, actitud de devocin y de adoracin que har la obligacin de laoracin fcil, dulce y amable. Por eso Nuestro Seor nos invita a rezar siempre: Oportet semper orare.

    En estos sentimientos de hijo hacia Dios, gustaremos rezar como nos lo aconseja Nuestro Seor y nos da e

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    pedirle usarlo con medida y sin agradecerlo! Que cada jefe de familia restablezca esta virtuosa costumbre, tanedificante para los hijos, tan agradable a Dios, tan llena de bendiciones para el hogar! Cmo no extraarse queDios no nos persiga con sus vindictas y su justa ira cuando busca en vano sentimientos de reconocimiento por losbeneficios que nos otorga?

    La Iglesia, fiel a la tradicin bblica y al ejemplo de Nuestro Seor, nos pide cesar el trabajo el domingo ytomar parte en la oracin litrgica, en la oblacin ritual de la asamblea cristiana, hecha no solamente de una manerasimblica sino real, por la ofrenda del Cuerpo y de la Sangre de Jesucristo, de quien somos miembros. Cuntoscumplen este deber con una conviccin profunda, con una fe viva? No nos atreveramos a hablar de proporcinentre los bautizados y los participantes en la misa dominical. Si se comprueba con alegra que, desde estos ltimosaos hay una mejor comprensin de ese deber en un cierto nmero, sin embargo uno est todava estupefactopensando que ms de la mitad de los bautizados descuidan deliberadamente esta grave obligacin.

    A ustedes, queridsimos hermanos, que estiman todo el beneficio de este requisito pblico semanal, de estedon renovado de ustedes mismos como partes integrantes del Cuerpo Mstico de Cristo, a ustedes que son otrosCristos, les pido rezar con ardor, suplicar al Dios todopoderoso, al misericordioso Corazn de Jess, esclarecer losespritus extraviados por el orgullo, abrir los corazones endurecidos por las pasiones. Redoblen el fervor en susoraciones privadas o pblicas, a fin de que el brazo vengador del Dios justo no se abata sobre las nacionescristianas, olvidadas de sus deberes.

    Recurramos a la Virgen Mara, Reina del cielo, Mediadora de todas las gracias, refugio de los pecadoresElla nos ensear a rezar, como les ense a los apstoles en el cenculo.

    Monseor Marcel LefebvreCarta Pastoral, Dakar, 17 de febrero de 1952

    Carta Pastoral n 7PARA UN APOSTOLADO SIEMPRE MS FRUCTIFERO

    ...Quisiera, en algunas lneas, recordar las advertencias hechas y que me han parecido necesarias para unapostolado siempre ms fructfero.

    Llamaba la atencin sobre tres factores necesarios a un ministerio fecundo:I - Organizacin racional y metdica de nuestro apostolado. Es de una elemental prudencia.Inventariar los medios de los cuales disponemos, organizarlos y ponerlos en obra con medida, orden, es dar

    nuestro concurso a la obra de la Providencia.Por medios hay que entender todo lo que esta Providencia pone a nuestra disposicin: desde nuestra salud

    nuestro tiempo, nuestras facultades espirituales, todos los dones recibidos de la Iglesia, por su Magisterio, por susacerdocio - del cual somos participantes - todos los medios materiales, cualesquiera que sean: la ayuda de nuestrosauxiliares, las condiciones de lugar, de clima y las personas hacia las cuales somos enviados. Hay que estudiar todoeso, considerndolo con calma, con prudencia. Hemos tomado el cuidado, nosotros tambin, de sentarnos para

    reflexionar? Sedens computavit

    Hemos pedido consejo a aquellos que trabajan con nosotros? Hemos dividido inteligentemente las tareas

    los sectores del ministerio?Frente a la pobreza de los medios, su ineficacia - considerando el bien por hacer, con el gran deseo de

    cumplirlo - podemos fcilmente impacientarnos, criticar a aquellos que tendran que ayudarnos, dejar aparecer entodo momento nuestra amargura y vivir con un corazn siempre trastornado, desamparado o aun desengaadocansado de hacer escuchar llamados intiles, cansado de no ser seguido por sus auxiliares; desanimado por noalcanzar el resultado esperado, uno puede abandonarse a una rutina en donde todo esfuerzo est borrado y todo calorausente.

    No! El misionero de celo esclarecido conoce las dificultades y sus pobres medios: sabe que la Providencialo coloc en ese da y en esa hora en el territorio a l confiado. Reflexiona, toma consejo, examina sus posibilidadesy, con ellas, trabaja sin jams cansarse ni rebelarse.

    Hay una organizacin de la pastoral que se parece a la de un comercio, de una industria, de una empresa

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    retornan poco a poco, por la gracia de Dios, vuelven a veces hacia el sacerdote, con ocasin de Pascua, con un realempeo. Deben hacer un esfuerzo muy meritorio para presentarse ante l. En ese momento, el menor gesto, lamenor acritud, la menor palabra de impaciencia, de falta de consideracin, puede definitivamente alejar a esas almasde la Iglesia. Qu responsabilidad!

    Se nos mira, se nos espa en nuestras actitudes, an por nuestros compaeros para los cuales debemos sermodelos. A nosotros cabe soportarlos a ellos y no a ellos soportarnos. Mostrmonos incansablemente padres ypastores de las almas.

    Con ese propsito, me parece til atraer su atencin sobre algunas actitudes o maneras de obrar hacia lasmujeres o jovencitas, actitudes que son sorprendentes. Algunos misioneros han tomado inconvenientemente lacostumbre de gestos demasiado familiares que hay que abandonar. Preguntmonos lo que piensan de estas actitudespara con el elemento femenino en general, los viejos jefes en los pueblos que visitamos. Se sorprenden. Adopte-mos entonces costumbres ms viriles y, sin considerar la mujer como un ser inferior, a la manera del pas, sepamossin embargo ir primero a los viejos y a los hombres! Es normal.

    En el presbiterio evitemos las conversaciones prolongadas. De todas maneras, que nuestras actitudes seandiscretas. Adems, podemos sin saberlo hacer un dao considerable a las almas que buscan a Dios en el sacerdote yno encuentran ms que al hombre.

    Por otra parte, cuando se organizan paseos con jvenes mujeres o chicas, que estos agrupamientos seanacompaados por religiosas.Si se trata de salidas teniendo por fin un retiro o una formacin espiritual, lo que no podra sin dudas realizarse sinun desplazamiento a distancia, que el sacerdote en el transcurso del viaje, sea en micro, sea en tren, evite elencontrarse en medio de los grupos. En el lugar de permanencia, que sea directo y no est presente ante las mujeresms que para ejercer su ministerio.

    III - Pero an cuando tuviramos toda la bondad, toda la discrecin, toda la afabilidad del verdadero pastoran cuando tuviramos en nuestra misin una organizacin modelo, no haramos ningn bien, si olvidsemos quetodo don y toda gracia, toda conversin viene de Arriba, viene de Nuestro Seor Jesucristo.

    Y en este punto, que es el centro, el corazn de toda pastoral, el sacerdote debe sobre todo elevar su esprituy su corazn, recordando siempre cuando visita esos pueblos, cuando acerca las almas, que Nuestro Seor es elnico pastor y nico dispensador de las gracias, es l quien abre los corazones y los atrae.

    No nos pide el xito; nos pide trabajar con celo, perseverancia, paciencia, guardando nuestras almas en lapaz y en la unin con l. No nos ha dicho que somos servidores intiles? Evitemos impacientarnos frente a losobstculos a la conversin de nuestras ovejas, como tambin abandonarnos al cansancio, a una vida fcil ydesengaada.

    Tengamos cuidado de no dudar de nuestro mensaje y de su virtud infinita. Hay en el Evangelio, en eanuncio del Mesas, de su obra, de su redencin - en el hecho que Jess, el Hijo de Dios ha venido sobre la tierra amorir sobre la cruz para salvarnos - una virtud misteriosa infinitamente poderosa que opera sobre las almas y lasvuelve a Dios. Jess es el gran sacramento.

    Que el amor y el celo de nuestra vocacin nos hagan rigurosos en la organizacin de nuestro apostolado,siempre buen pastor de todos aquellos que se nos acercan y nos son confiados, siempre hombres de Dios y, porencima de todo, confiados en la palabra todopoderosa de Nuestro Seor, que es l mismo el Verbo de Dios.

    Monseor Marcel LefebvreCarta circular n 24 dirigida a los sacerdotes,Dakar, 1 de mayo de 1952

    Carta Pastoral n 8EL COMUNISMO ATEO Y MATERIALISTA

    San Pablo, en su segunda epstola a Timoteo, lo anima a predicar la palabra de Dios: predica la Pala-bra, insta a tiempo y a destiempo, reprende, censura, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendr eltiempo en que no soportarn ms la sana doctrina, antes bien con prurito de or se amontonarn maestros conarreglo a sus concupiscencias. Apartarn de la verdad el odo, pero se volvern a las fbulas (IV, 2-4).

    Si bien se puede decir que, desde que San Pablo pronunci estas palabras, ya varias veces en el curso de

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    Po IX lo caracteriza como un sistema lleno de errores y de sofismas; doctrina subversiva del orden so-cial, puesto que destruye sus fundamentos mismos; sistema que desconoce el verdadero origen, la naturaleza yel fin del Estado, as como los derechos de la persona, su dignidad y su libertad.

    Mis queridos hermanos, hemos pensado que no es intil; ms an, que sera muy oportuno atraer vuestraatencin y la de todos. aquellos que nos escuchan en ese vicariato y ms all, sobre esta plaga que acta nosolamente all donde domina y gobierna, sino en todos los pases del mundo y en estas regiones africanas,sembrando inquietudes all donde reina la paz, aprovechndose de todo lo que puede dividir a los hombres entres para activar y atizar odios y luchas.

    Pensamos que muchos que simpatizan con esa doctrina, y que hasta se afilian a ciertas organizacionesque se inspiran en ella, lo hacen por ignorancia de toda la perversidad que este error lleva en su seno, porcomplacencia con todo lo que es nuevo, y se dejan atrapar por las promesas falaces de aquella serpiente que esexactamente la misma que sedujo a nuestros primeros padres, puesto que el comunismo tambin promete unparaso... sovitico.

    En pocas palabras, describiremos ese error y develaremos la tctica de sus falsos profetas, a fin de ani-mar: a nuestros fieles, a que se fortalezcan; a los que dudan y a los indiferentes, a buscar la verdad; a los quehayan prestado inconscientemente su consenso a esa plaga abominable, a que se recuperen y desven de aquelladoctrina su espritu y su corazn para siempre.

    El comunismo se presenta como un nuevo evangelio diametralmente opuesto al de Nuestro Seor. Se-gn sus autores, hay que formarse una concepcin puramente materialista del mundo, hasta el mismo pensa-miento habra salido de la materia.

    La historia, dice Marx, es el desarrollo perpeto, bajo la influencia de fuerzas internas que se oponen,que luchan. El desarrollo de esta materia consiste en la lucha de los contrarios que, como en una transforma-cin qumica, terminan por producir un nuevo elemento ms perfecto: el pensamiento. ste puede apurar lalucha y la oposicin de los contrarios y provocar una nueva etapa hacia un estado an ms perfecto.

    Ese estado perfecto sera el paraso sovitico, donde no habra ms propiedad, ni familia, ni sociedadsino un mundo donde cada uno trabajara para todos, y donde todos tendran parte en los bienes comunes, dondeno habra ni patria, ni sociedad, privada ni pblica.

    Entonces, hay que activar la lucha contra todo lo que se opone a esta liberacin total del hombre, de to-

    das las contingencias, de todas las servidumbres. Hay que aniquilar lo que en el espritu del hombre moderno nose conforma con ese ltimo umbral que debe franquear la humanidad; hay que formar un hombre nuevo queprepare el comunismo perfecto: religin, propiedad, familia, estado, son obstculos que deben ser erradicados.

    El mundo socialista edificado en la Unin Sovitica -dice Politzer, uno de sus tericos- est destinadotambin l a desaparecer, salta a la vista que se est transformando.

    Las clases subsisten -afirma Lenin- y subsistirn en todo lugar durante aos despus de la conquistadel poder por el proletariado. Aniquilar las clases no consiste solamente en expulsar de ellas a los propietariosde hipotecas y a los capitalistas, lo que nos ha sido relativamente fcil, sino tambin aniquilar a los pequeosproductores.

    La religin en particular, es el gran mal para el comunismo, y especialmente la religin catlica. He aqualgunas declaraciones recientes del Partido Comunista en Yugoslavia.

    El 2 de marzo de 1952, el rgano oficial del Partido Comunista de Skopia escribi: Nuestro Partidonunca ha sido indiferente ante la ideologa religiosa y la Iglesia; pero hoy se trata de organizar la luchaideolgica, sistemtica, diaria, por medio de la prensa, de las organizaciones de masas, de las institucionesculturales, para destruir todas las concepciones religiosas del universo, todos los prejuicios, todas lastradiciones religiosas. El Estatuto de la Unin de los Comunistas de Yugoslavia declara: La pertenencia a laUnin de los Comunistas de Yugoslavia es incompatible con la profesin de la religin y con el cumplimientode los ritos religiosos.

    El 30 de abril de 1952, el mismo Mariscal Tito declaraba: S que en el extranjero se nos critica poralejar a la juventud de Dios y de la Iglesia; pero no podemos permitirnos que estos hombres practiquen lasupersticin, puesto que todo eso es supersticioso. Debemos luchar contra la supersticin.

    El 22 de febrero de 1952, el Vjeinik de Zagreb informaba que numerosos estudiantes haban sido ex-

    pulsados de las escuelas secundarias croatas por delitos religiosos, es decir, por haber estado ausentes de loscursos en el da de Navidad. Han sido expulsados 32 estudiantes de las escuelas normales de Maribor durantelos primeros meses de 1952, porque frecuentaban la Iglesia.

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    marxista; hay que conciliar en la conciencia un fermento de lucha, de disgregacin; provocar la lucha en lafamilia, haciendo que los padres acusen a los hijos y viceversa; avivar la lucha de clases, de los proletarioscontra los propietarios, con riesgo de hacer expulsar a los nuevos ocupantes por los antiguos para evitar quelos primeros se vuelvan demasiado poderosos; suscitar la lucha en la religin, de los fieles contra los sacerdo-tes, y de los sacerdotes contra los obispos. Esto es lo que el comunismo se esfuerza por practicar en todos loslugares en donde detenta el gobierno.

    Misioneros que han vuelto de China, que han asistido a ests maniobras, a los procesos, a los debatespblicos, a todo lo que el rgimen puede hacer sufrir a los humanos, dicen que es inimaginable el desorden delas conciencias y de los espritus a los cuales se imponen. Todos los medios de propaganda y de publicidad enfavor de sus doctrinas son, empleados con tal insistencia que los individuos que la sufren, terminan por perdersu personalidad, por abdicar de todo propsito personal, y por transformarse en nmeros perfectamentealineados.

    Si queremos evitar esta abominacin, la peor que la historia haya conocido jams, evitemos todo lo quepuede ayudar a favorecer al comunismo entre nosotros.

    El Papa Po XI deca ya en 1937: Los promotores del comunismo no dejan de aprovechar los antago-nismos de raza, las divisiones y las oposiciones que provienen de los diferentes sistemas polticos.

    Y luego agregaba unas palabras que tendran que meditar hoy todos aquellos que tienen responsabilida-des polticas o sociales: Para entender cmo el comunismo logr hacerse aceptar por las masas obreras, hayque recordar que los trabajadores ya estaban preparados para esta propaganda por el abandono religioso ymoral en el cual fueron expuestos por la economa liberal.

    El sistema de los equipos de trabajo no les daba el tiempo para cumplir ni los ms importantes debe-res religiosos en los das de fiesta. Nada se hizo por construir iglesias cerca de las fbricas, ni por facilitar latarea del sacerdote. Por el contrario, se favoreci el laicismo y ste ha seguido adelante... Entonces, no hayque extraarse de que, en un mundo ya largamente descristianizado, se propague el error comunista.

    Lo que nuestro Santo Padre deca especialmente de los pases de Europa, no se les puede aplicar hoy anuestras ciudades africanas, y en particular a Dakar? Se preocupan por las masas obreras desde el punto devista religioso y social? Se levantan ciudades sin preocuparse por la construccin de iglesias, y estamos sinembargo en pases profundamente religiosos. Se favorece el laicismo, principio del comunismo. Cuntas

    dificultades para construir escuelas! Pero sin duda se prefiere preparar el camino hacia el comunismo empe-zando su obra: arrancar de los espritus toda idea de religin, como lo pide el Mariscal Tito. Qu responsabili-dad para aquellos que dicen traer a estos queridos pases africanos la verdadera civilizacin, y que les quiten elprimer elemento de civilizacin: la religin.

    Pero nosotros, queridos hermanos, debemos hacer todo lo que est a nuestro alcance para cerrar el pasoal comunismo, instruimos sobre sus errores doctrinales meditando las enseanzas de la Iglesia y especialmentela encclica Divini Redemptoris, del Papa Po XI.

    Que en los grupos de Accin Catlica, en los crculos de estudios, se aprenda a conocer esa plaga de lahumanidad a fin de entender mejor su perversidad.

    Que por la prensa y por la folletera se difunda la refutacin, de estos errores, contrarios al buen sentidoy a la doctrina revelada. Que se muestre todo lo opuesta que es esta doctrina a la enseanza del Evangelio,

    pues con algo de l ella intenta falsamente revestirse.Que todos aquellos que tienen responsabilidades sociales y estn buscando mejorar la situacin de lostrabajadores, colaboren para lograr una sociedad con ms justicia y con ms caridad cristiana. No es funcinde los gobiernos subvencionar todas las necesidades y todas las miserias de las poblaciones, sino ms bienfavorecer y promover las iniciativas privadas, animarlas y buscarlas.

    Que los sindicalistas, y con ellos todos aquellos que tienen el admirable deseo de favorecer la justiciasocial, no por medio de luchas estriles, sino por medios dignos de gente honesta y consciente de sus derechosy deberes, eviten alinear su actitud sobre aquella de los comunistas, que no tienen otro fin ms que la turba-cin y la revolucin.

    Que no busquen para todos los trabajadores una liberacin de toda autoridad, pues todo poder viene delo Alto, sino la liberacin de la miseria, del hambre, del maana incierto, a fin de que, en medio de las

    alegras de un hogar feliz, puedan elevar su alma hacia Dios, liberar su espritu de la ignorancia y del error ysu corazn de las pasiones y de los vicios, que puedan darles a sus familias el alimento y una vivienda digna, yla educacin que eleva el corazn y el alma hacia Aquel que es el autor de todo bien.

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    Carta Pastoral n 9NORMAS MISIONERAS

    Hace casi 7 aos que colaboramos con la obra de evangelizacin del Senegal; me ha parecido oportunoconfiarles por escrito directivas, consejos, estmulos que parecen tan urgentes cuando por todos lados se organizan,tanto contra la Iglesia como lejos de ella, quienes se esfuerzan, si no por amenguar el rebao que nos ha sido

    confiado, por lo menos por impedirle su crecimiento.Entonces la hora ha llegado tambin para nosotros, de unirnos ms en nuestra accin, hacer desaparecer un

    cierto egosmo apostlico que vive envenenado sobre s mismo, siendo negligente por principio, o peor, una ciertapereza en considerar la tarea que nos ha sido confiada con un corazn amplio y un sentido esclarecido acerca de lasrealidades en las cuales vivimos.

    Los invito a hacer un doble esfuerzo:Esfuerzo de comprensin, de inteligencia profunda de su sacerdocio y de su unin. Es necesario recordarse

    sin cesar estas palabras de Nuestro Seor: Ego elegi et posui vos ut eatis, et fructum afferatis: et fructus vestermaneat. Est muy en el pensamiento de Nuestro Seor el que vayamos adelante, que evitemos el acantonarnos encostumbres rutinarias, tener como nica consigna copiar servilmente a nuestros predecesores. Ellos han ido paraadelante en su tiempo; para continuar su obra y parecernos a ellos es que nosotros tenemos que ir tambin para

    adelante.Es necesario, entonces, que nuestro apostolado no sea hecho de a priori. El celo de un San Pablo, de un San

    Agustn, de un San Francisco de Ass, de un San Juan Bosco, han venido de la misma fuente, pero se ejercidiferentemente. Estamos en el Senegal del siglo XX, en un ambiente y una poca determinadas, con los medios denuestra poca, con los errores y los enemigos de la Iglesia de nuestra poca: debemos estar constantementeescuchando, despiertos y en guardia para el crecimiento del rebao a nosotros confiado.

    Tengamos este sentido de Cristo, hecho de un amor paternal y maternal que por instinto entiende lo que esnecesario para hacer avanzar el reino de Nuestro Seor en las almas, que adivina y previene el peligro de la cegueraespiritual, de la corrupcin de los corazones.

    El amor verdadero y psiclogo, no es visible en el corazn de una madre? Debemos tener para connuestras ovejas, y todos los que nos son confiados, el amor materno de la Iglesia. Adivinaremos entonces las

    necesidades de sus almas y trataremos de satisfacerlas con la ingeniosidad del verdadero celo.Si el celo de Dios nos devora, comprenderemos a las almas y este celo nos inspirar inquebrantables

    sentimientos de humildad y confianza.Tendremos entonces la ntima conviccin de que todo hombre est llamado por Dios, que en todo ser

    humano hay una posibilidad religiosa que se ignora muchas veces, que se puede desarrollar de manera inesperada -es el secreto de Dios!- que no debemos nunca a priori ni a posteriori elevar un juicio definitivo sobre el estado deun alma. Mientras haya un soplo de vida, hay esperanza.

    Tendremos igualmente la conviccin de que los medios para hacer brotar la fuente de vida en un alma soninnumerables y que los que hemos tratado en vano, tendrn xito en las manos de otro: Otro aquel que siembraotro aquel que cosecha.

    El verdadero pastor es humilde. Sabe que todo es de Dios, que slo Dios decide. El verdadero pastor

    trabaja sin relajarse, lanza la red sin desanimarse jams. Dios har el restoSe evitar, por una parte, la estrechez de espritu, un tradicionalismo anticuado y esclertico que cierra los

    ojos al materialismo, al atesmo que invade la juventud, se encierra en su iglesia y se satisface con algunas buenasfeligresas y algunos hijos que las rodeen; y por otra parte, un espritu de innovacin que tiene un olor a herejahereja del activismo que descuida la oracin, la predicacin, la Misa dominical de la parroquia, la enseanzareligiosa.

    A fin de tener el verdadero espritu apostlico de la Iglesia, se necesitara leer de nuevo, con amor, losadmirables textos del catecismo del Concilio de Trento, de la encclica Acerbo nimis de San Po X, de la bula deUrbano VIII para el misal, de la bula Divino Afflante de San Po X, de la encclica Menti Nostr de NuestroSanto Padre el Papa Po XII, del primer captulo del ritual.

    No quiero extenderme demasiado largamente sobre estos medios que conocen particularmente y que sonesenciales para el crecimiento de la Iglesia, segn la palabra de los Apstoles: En cuanto a nosotros, nosaplicaremos enteramente a la oracin y dispensacin de la palabra (Act. VI, 4).

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    por los medios empleados por los falsos profetas, se esforzaron por publicar el catecismo para contestar a losataques de los herejes.

    En el captulo IV del primero del libro, se lee esto: y cierto, la impiedad de estos hombres, armados detodos los artificios de Satans ha hecho tantos progresos que parece casi imposible parar el transcurso. Y si noestuviramos apoyados sobre esta brillante promesa de Jesucristo que establecera su Iglesia sobre un fundamentoslido y que las puertas del infierno no prevaleceran sobre ella, temeramos con mucha razn que sucumbiese bajolos asaltos de tantos enemigos que la atacan hoy con toda clase de astucias y de esfuerzos En efecto, los quetenan como el designio de corromper a los fieles, se han apercibido de que sera imposible predicar pblicamentey hacer entender a todo el mundo su lenguaje envenenado. Pero, han tomado otros medios Han difundido unainfinidad de pequeos libros que, bajo apariencia de piedad, han seducido a una multitud de almas sencillas y sindesconfianza He aqu por qu los Padres del Concilio, etc

    Por eso, sus obispos, preocupados por contestar a las necesidades actuales del apostolado han buscado en elcurso de sus reuniones los medios para difundir el Evangelio y profundizar la fe y la caridad de los fieles, aqu en efrica Occidental francesa.

    Han organizado servicios especiales para la enseanza, las Obras, la prensa, etc1. LA ENSEANZA mira particularmente a la escuela y a la formacin cristiana de los nios; es tambin

    un medio de atraer al conocimiento de Nuestro Seor a las almas que no haban llegado a ella.Se comprueba que, en demasiadas escuelas, a los hijos les falta el sentido cristiano, el deseo de comulgar.

    Los nios no comulgan suficientemente, y es un dao irreparable causado a su vida cristiana. Algunas de nuestrasescuelas todava no han dado vocaciones -o muy pocas- ya se trate de chicas como de varones; no es normal.

    Hay que agregar a lo que concierne la enseanza, la accin que debemos llevar a todo precio sobre los niosde las escuelas pblicas. Busquemos todos los medios para atraer a los nios al catecismo y a la Misin. Ubiquencatequistas cerca de las escuelas pblicas, mantengan buenas relaciones con los maestros, vistenlos a fin de atraersu benevolencia. Cuntos nios podran ser alcanzados y hacerse cristianos, si llegsemos a atraerlos.

    Dejo de lado deliberadamente las escuelas superiores para las cuales trataremos de realizar algo nosotrosmismos. Pero les toca vigilar a todos estos estudiantes de los colegios secundarios o tcnicos, de las escuelas ocursos normales. Piensen en el bien que pueden hacer y en la responsabilidad que tienen respecto al porvenirespiritual del pas.

    Si no habl explcitamente de la enseanza del catecismo a los nios en general, es que esa ocupacinsacerdotal por excelencia est incluida en los medios tradicionales de los que hemos hablado ms arriba.Deseo y los animo vivamente a la continuacin de las sesiones pedaggicas en el punto de vista de la

    enseanza en general y del catecismo para los sacerdotes o religiosas que enseen, as como para los catequistas ymonitores.

    2. LAS OBRAS: estn particularmente destinadas a proseguir con el trabajo empezado en la escuela y lainfancia, es decir: completar la formacin cristiana, atraer al conocimiento del Evangelio a las almas alejadas,ayudar a la prctica de la vida cristiana en el deber de estado y, en definitiva, atraer a las almas a la unin conJesucristo en el sacrificio de la Misa y en la comunin.

    Sin ninguna duda el mtodo del cual Nuestro Seor nos ha dado ejemplo para la formacin de sus discpuloses un modelo para nosotros. El contacto individual en pequeos grupos, contacto frecuente hecho de confianza

    contacto sacerdotal, tendr una muy fuerte influencia. La formacin de una lite, la formacin de catequistas, demilitantes o responsables, es, en definitiva, la formacin de nuestros prximos auxiliares.Es extremadamente importante. Debe estar basado sobre una muy fuerte instruccin religiosa y una vida

    sacramental muy asidua.Sin embargo, no debe hacernos omitir medios de accin ms extendidos dirigidos a todos los ambientes y

    todas las edadesPero esforcmonos por no olvidarnos nunca del principio fundamental: que todo est orientado hacia una

    vida interior alumbrada por los sacramentos en el cuadro parroquial. Hay que evitar a toda costa el dispersar lasparroquias. Por el contrario, la Misa cantada del domingo tendra que ser la cita de todos alrededor del altar: declero, de los fieles, para la ofrenda dominical As nuestras miras sern ms vivas y apuntarn verdaderamente alacto vital por excelencia de la parroquia.

    3. LA PRENSA: ese medio podra ser estimado como despreciable en aquellos tiempos en donde nuestrosfieles no saban leer. Esto es cada vez menos frecuente, y el progreso rpido de la instruccin nos obliga ainquietarnos muchos por el empleo de ese medio para el apostolado.

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    suscitar en ella iniciativas felices que le muestren que el sindicato no es nicamente un instrumento de combate.Pronto los sindicatos rurales van a multiplicarse. Tengamos cuidado en no boicotearlos, sino, por el

    contrario, interesmonos en ellos, ayudmolos de todas formas. Por ese sindicalismo podemos tener una influenciaconsiderable en el pas y hacer reinar una atmsfera cristiana en los mbitos donde reinaban el materialismo y elmarxismo. No podemos estar ausentes de organismos que influyen sobre la vida social, sobre el ambiente de vidaEstos tienen una relacin estrecha con la vida cristiana. Esforcmonos en inculcar a nuestros catequistas, a nuestroscristianos, el verdadero fin del sindicalismo, sino veremos a todos los sindicatos dirigidos por no cristianos.

    Hay que decir lo mismo de las cooperativas que los institutos laicos se esfuerzan en crear para sus escuelas,sostenidos por el servicio de la enseanza. Sepamos mantener despierta la atencin y no dejarnos sobrepasar en eldominio social ...

    Hay tambin consejos de notables, los consejos municipales que se instauran ms y ms. Estaremosausentes?

    Nuestros cristianos estaran excludos? No debe ser. Hagan campaa para tener lugares reservados a loscristianos. Advirtanles que no dejen que los traten injustamente. Asimismo para los paganos, a menudo engaadospor los musulmanes y una administracin favorable al Islam. Sean vigilantes, sino los lobos harn decaer al rebaoSi no piensan que deben ocuparse de estas cosas, que parece estar fuera del ministerio sacerdotal, es que se hanforjado una idea del pastor demasiado estrecha y falsa. Nada de lo que toque a la prctica de la vida cristiana encualquier lugar o circunstancia, nada que acerque o aleje a las almas de Nuestro Seor, debe serles indiferente.

    Pero, dirn, no estamos al tanto de todas esas nuevas organizaciones! Por el amor de su apostolado, sepaniniciarse invitando al Padre encargado, o an a un especialista en estas cuestiones, designado por aqul, en susreuniones de distrito, a fin de conocer las lneas esenciales de lo que otros organizan a menudo con intenciones queestn lejos de ser cristianas. No se dejen sorprender.

    Estn ntimamente persuadidos que la extensin del Evangelio, que el resplandecimiento de Nuestro Seorse cumplen tambin por estos medios que transforman la vida social. Hay numerosos ejemplos de que all dondehay un sacerdote celoso y esclarecido ha sabido llevar a cabo esta transformacin, guiarla, la Iglesia por la Misingoza de un gran prestigio. En algunos lugares que podra contarles, los jefes polgamos y tirnicos han sidoreemplazados por cristianos ejemplares, quienes, aunque minoritarios, tienen todo a mano para el mayor bien de lapoblacin. Pues, si nosotros debemos obrar, debemos sobre todo hacerlo por intermediarios, por los laicos mismos.

    Lo que acabo de decir para las zonas rurales es verdadero tambin para las ciudades. Los prrocos tendraninters en trabajar ms en concierto, por reunir a sus fieles responsables de obras, de los sindicatos. Que un vicariosea encargado como capelln, para seguir tal o cual movimiento, o est encargado de las obras, est bien, pero no essuficiente. El prroco no debe estimar que ha satisfecho sus obligaciones por esta nominacin. Es l quien debeagrupar todas las fuerzas vivas de la parroquia para animarlas al apostolado. Muchos fieles no desean ms que eso:verse unidos a sus pastores para obrar de una manera apostlica. Los vicarios tienen necesidad de sentirse sosteni-dos efectivamente por el responsable de la parroquia.

    Terminando ese captulo, no puedo hacer nada mejor que recordar las palabras de nuestro Santo Padre elPapa Po XII en su encclica Menti Nostr de 1950: De igual manera se favorecern todas las formas ymtodos de apostolado que, hoy, por el hecho de las necesidades particulares del pueblo cristiano toman tantaimportancia y tanta gravedad. Ser necesario entonces vigilar con el ms grande celo el que la enseanza de

    catecismo sea dada a todos, el que la Accin Catlica y la accin misionera sean largamente propagadas yanimadas; y asimismo, lograr que gracias a la colaboracin de laicos bien instruidos y bien formados, se desarrollencada da las obras que se relacionan con la buena organizacin de los asuntos sociales como lo pide nuestro tiempo

    Despus de haberles dado algunos avisos sobre los medios para realizar nuestro hermoso apostolado,especialmente en el mbito urbano, quisiera agregar algunas consideraciones sobre el ministerio ejercido a travs denuestras comarcas rurales.

    Reconozco que nuestros misioneros de las campias son poco numerosos en relacin con el inmenso trabajopor cumplir, que muchos de ellos se encuentran solos (no digo aislados pues pueden ver a sus compaerosfcilmente) ante una poblacin y un territorio demasiado grandes.

    Conocemos tambin la pobreza real de estas misiones, y ah todava, tenemos que agradecer a Dios porhaber suscitado benefactores admirables por su generosidad, pero ms todava por su espritu de fe y de caridad. Las

    cartas que recibimos nos llenan de confusin al comprobar que un gran nmero de pobre gente, de enfermos, paraayudar a la evangelizacin del severo pas (Senegambia meridional) dan hasta privarse de sus vacaciones y an delo necesario. Se conocen all todas nuestras misiones, los nombres de los Padres, se reza por ellos; enfermos ofrecen

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    un verdadero auxiliar, ya sea un hermano, o un catequista piadoso y dedicado, alojarlo convenientemente, retribuirlode tal manera que las giras puedan realizarse sin demasiadas preocupaciones para la obra central.

    Cmo realizar la obra de formacin, cmo concebir ese programa, ver las giras de visita? En el centro unose esforzar por tener una escuela; si no puede ser reconocida, sea por falta de diploma, sea por falta de instalacin,se har una escuela catequstica que servir para la formacin de futuros catequistas, adems de los enviados a laescuela catequstica central. Para tener una escuela reconocida, hay que estar seguros de tener lo necesario para quepueda funcionar sin nuestra presencia continua, y, en consecuencia, alojar convenientemente a los monitores yretribuirlos tambin. Si no, uno se arriesga a que falte todo: la escuela, ya no sera una escuela y tendra mala famaentre los padres, y sobre el ministerio, tendramos penas para realizarlo con la presencia necesaria en la escuela.

    Esperando poder realizar una verdadera escuela, habra que pensar en atraer a los nios al catecismo, an losde la escuela pblica, si hay una. En algunos vicariatos es de esta manera que la influencia de la misin ha sidodestacada por la accin ejercida sobre la escuela pblica.

    Es evidente que cuando las circunstancias lo permiten, hay que abrir una escuela, y en algunos sectorespuede ser ms importante fundar una escuela, an a riesgo de hacer pocas visitas de inspeccin.

    De todas maneras en la obra de formacin central no hay que perder nunca de vista que el elemento esencialde formacin debe ser el de establecer entre las almas y Nuestro Seor un contacto vivo, personal y que, paraalcanzar ese fin, la frecuentacin de los sacramentos es el medio establecido por Nuestro Seor mismo.

    Qu hacer en nuestras visitas de inspeccin? Lo primero, es necesario preverlas, establecer el programa deantemano, prevenir a nuestros cristianos por nuestros catequistas a fin de que no se alejen de los pueblos, queaprovechen para tener listos la capilla y el alojamiento del Padre y de los que lo acompaen, que hagan algunasprovisiones. El catequista y los catecmenos estarn un poco en estado de alerta, y se puede estar seguro quedurante los das que preceden a la visita, el catecismo habr sido ms seguido, las oraciones ms regulares, laescuel