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CARLES MANERA Economía española y desigualdad social: una visión del impacto de la Gran Recesión, 2007-2015 ABRIL 2017

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CARLES MANERA

Economía española y desigualdad social: una visión del impacto de

la Gran Recesión, 2007-2015

ABRIL 2017

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Economía española y desigualdad social: una visión del impacto de la Gran Recesión, 2007-2015

Spanish economy and social inequality:A view of the impact of the Great Recession, 2007-2015

Carles Manera(Universitat de les Illes Balears)[email protected]

Resumen

El trabajo ofrece una panorámica económica española sobre unos datos concretos que se analizan en su contexto: la evolución de la deuda, del déficit y de las capacidades presu-puestarias del Gobierno a partir de una conclusión clara: la caída de los ingresos fiscales. Esto, junto a una política económica que descansa sobre la idea de que el equilibrio pre-supuestario portará a una nueva fase de crecimiento, tesis que emana de la Comisión Europea y del FMI, alimenta de forma muy rápida procesos de desigualdad económica y social, particularmente en el sur de Europa. El autor defiende la adopción de otra política económica, en la que la participación del BCE sea más activa, con una intervención más decidida del sector público como palanca efectiva de la recuperación.Palabras clave: Economía española, economía europea, desigualdad, deuda pública, déficit público.

AbstRAct

The work offers a Spanish economics panoramic, specific data to be analyzed in context: the evolution of the debt, the budget deficit and government capabilities from a clear conclusion: the fall in tax revenue. This, combined with an economic policy that rests on the idea that a balanced budget will carry a new phase of growth, theses emanating from the European Commission and the IMF, fed in a very quick process of economic and social inequality, particularly in southern Europe. The author advocates the adoption of another economic policy, in which the ECB’s more active, with a strong involvement of the public sector as an effective lever for recovery.

Key words: Spanish economy, european economy, inequality, public debt, public budget.

1. IntroduccIón1

La crisis de la Eurozona es un hecho indiscutible. La política aplicada no está sir-viendo para corregir los desequilibrios que se generan. Un elemento exógeno a Europa permite entender el estallido de la Gran Recesión: los problemas financieros en Esta-dos Unidos, a partir de 2007. Pero existen, igualmente, factores endógenos, relaciona-

1 Este texto se inscribe en el proyecto de investigación competitivo Crisis industrial y recuperación productiva en la historia de España, 1686-2018, HAR2015-64769-P, Ministerio de Economía y Competi-tividad, dirigido por el doctor Jordi Catalan Vidal, de la Universitat de Barcelona. Agradezco los comen-tarios de los evaluadores anónimos. Los errores que subsisten son de mi exclusiva responsabilidad.

Recibido: 15/10/2016Aceptado: 04/03/2017

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dos con una división económica explícita –aunque no protocolizada jurídicamente– de la zona euro: un norte poderoso con Alemania como cabecera y un sur frágil y depen-diente, con Grecia, Portugal y España como exponentes2. Estas diferencias descansan sobre un vector determinante: la reducción de los salarios, tanto en el norte como en el sur, con el objetivo de incrementar la competitividad por la vía de las exportacio-nes. El estancamiento salarial en Alemania ha acuciado, a su vez, la correspondiente congelación y devaluación en la Europa periférica, con un corolario claro: el superávit germánico por cuenta corriente y los déficits de Grecia, Portugal, España, Francia e, incluso, Gran Bretaña3.

A esto deben añadirse los problemas de la deuda soberana en la Europa del sur, que obedecen, esencialmente, a los desequilibrios existentes entre la más desarrollada y la periférica. El motivo parece claro: los países del sur –y también los periféricos europeos– han ido incrementando su deuda a medida que perdían competitividad en relación con el norte. Esta situación ha amenazado la liquidez y la solvencia de todo el sistema bancario europeo, toda vez que los bancos del norte han intervenido de forma extensa en la financiación de bancos y economías del sur. En otras palabras: la crisis de deuda ha cedido paso a un grave problema bancario, por lo que las medidas adoptadas desde 2010 se dirigen, exclusivamente, a estabilizar los mercados financieros y en ayu-dar a la banca. La economía europea padece un colapso multiorgánico. La obstinación de Alemania y el seguidismo de Europa promueven esta austeridad, que debilita el crecimiento económico y contribuye a un incremento del desempleo4. Joseph Stiglitz ha sentenciado que Europa se encamina al suicidio con estas medidas5. En efecto, las cifras macroeconómicas son desalentadoras. Tras varios años (desde mayo de 2010) de aplicación estricta de medidas de ajuste y de consolidación fiscal, el PIB mundial se resiente y el conjunto de la Unión Europea padece los estragos de la sangría.

El marco cronológico escogido abraza el período 2007-2015, si bien estos márgenes son difusos y laxos en función de las fuentes disponibles y de su fiabilidad. En tal aspec-to, las fuentes primarias exploradas han sido, esencialmente, los registros estadísticos, tanto en formato papel como electrónico, del Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial (BM), Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Eurostat, Instituto Nacional de Estadística (INE), Comisión Económica para América Latina (CEPAL), Organización de Naciones Unidas (ONU), McKinsey Global Institute, The Heritage Foundation, aparte de los servicios estadísticos de países escogidos en fun-ción del aspecto abordado. La investigación tiene unos objetivos concretos:

– Aportar una interpretación de la crisis a partir de fuentes estadísticas públicas y de contribuciones de otros colegas, desde una perspectiva crítica y heterodoxa

2 C. Lapavitsas et alter, Crisis en la Eurozona, Capitán Swing, Madrid, 2011.3 C. Manera, The Great Recession. A heterodox view, Sussex-London School of Economics, Lon-

dres, 2013.4 M. Blyth, Austeridad. Historia de una idea peligrosa, Crítica, Barcelona, 2014; W. Easterly, The

Tyranny of Experts, Basic Books, Nueva York, 2014; H. Flassbeck et alter, ¡Actúen ya! Un manifiesto global para recuperar nuestras economías y salir de la crisis, Deusto, Barcelona, 2013; Y. Varoufakis, S. Holland, J. Galbraith, A modest proposal for 14, 15 y 16 resolving the Eurozone crisis, http://varoufakis.files.wordpress.com/2013/07/a-modest-proposal-for-resolving-the-eurozone-crisis-version-4-0-final1.pdf, 2013; F. Schui, Austerity. The Great Failure, Yale University Press, New Haven-Londres, 2014.

5 J. Stiglitz, El precio de la desigualdad, Taurus, Madrid, 2012.

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en un sentido preciso: la búsqueda de explicaciones más convincentes sobre la principal crisis económica que ha asolado el mundo desde 1929, y sin duda la segunda más importante tras la depresión de los años 1930, con un énfasis claro en la evolución estilizada de la economía española.

– Enfatizar la importancia de la Historia Económica como base instrumental que no sólo permite analizar lo ya sucedido, sino entender lo que está aconteciendo y, en cierta medida, marcar líneas de actuación –con suma cautela– en el futuro, a partir de las experiencias recogidas. El análisis detallado de las trayectorias económicas –junto a un mejor conocimiento del pensamiento económico– de-biera ser materia central en la formación de los economistas, y éstos, una vez instalados en sus ocupaciones, tendrían mayor capacidad deductiva e incluso predictiva con tales fundamentos educativos.

Sobre estas bases, el presente trabajo se ordena en los siguientes apartados, refe-ridos en su núcleo central, como se decía, a la economía española. Primeramente, se plantea la caída de ingresos como un factor esencial que contribuye a explicar el déficit público, al tiempo que la incapacidad de las administraciones para atajar envites socia-les derivados de la crisis. Todo en un contexto diseñado por la Comisión Europea. Un segundo apartado, relacionado con el anterior, se focaliza en el problema de la deuda pública. Un tercer epígrafe calcula dónde está resultando más elevado el impacto ne-gativo de la Gran Recesión, a partir de las políticas económicas impulsadas. El cuarto apartado se centra en la evolución de la productividad, como factor esencial que incide en todo el proceso económico. El epílogo del texto son unas conclusiones de carácter general, derivadas de lo expuesto.

2. una polítIca económIca europea que conduce a la desIgualdad

Las recomendaciones de la Comisión Europea han supuesto entrar en un escenario que, a estas alturas, se revela como irreal. En efecto, resulta inviable cumplir con el déficit público estipulado para 2016 e incluso para los años siguientes. En el caso de España, esto va a ser así, también, en las comunidades autónomas. El gasto más rígido e inelástico, que compete a sanidad, educación y servicios sociales, se halla transferido a los Gobiernos regionales, de manera que son éstos los que deben bregar con tales partidas. Al mismo tiempo, no puede sostenerse que la gestión realizada en las regiones ha conducido a quiebras técnicas casi generalizadas: es de una irresponsabilidad abso-luta y de una inexactitud tendenciosa decir eso, tal y como se ha afirmado por parte de algunos gestores autonómicos. Debe entenderse que hemos asistido a un desplome de los ingresos. Los datos son tan tozudos como desapacibles (gráficos 1, 2 y 3). Y ello ha afectado a las capacidades, mucho más exiguas, que tienen las comunidades autóno-mas, en todos los campos, en relación al Gobierno central.

Las políticas de austeridad tienen límites: los que acaban por afectar al bienes-tar de las personas. Si el dominio ideológico es ciego ante la realidad, en el sentido de que deben recortarse de forma significativa las asignaciones presupuestarias en protección social, al tiempo que el sector privado se encuentra anémico por falta de crédito y confianza, el desenlace parece evidente: se van a liquidar las «malas inver-siones» (en terminología de Frederick von Hayek), pero también se laminarán las actividades económicas y, por tanto, la formación de renta (según los preceptos de John Maynard Keynes).

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gráfIco 1Ingresos líquidos y déficit de caja en España, 2000-2012 (millones de €)

Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Banco de España.

gráfIco 2Ingresos por IVA, IRPF y Patrimonio en España, 2000-2012 (millones de €)

Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Banco de España.

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Desde esta perspectiva, unas preguntas son pertinentes para la economía española:

1. ¿Quién crece? Se está creciendo, se va a crecer…pero ¿quién? En tal sentido, las cifras son elocuentes: no lo hacen las rentas del trabajo, que han perdido claramente; según datos de la OCDE, han caído un 3 por ciento entre 2008 y 2013. Los salarios se han depreciado desde la reforma laboral más de un 10 por ciento; y, al mismo tiempo, de los 3,6 millones de empleos destruidos en España entre 2007 y 2013, 2,5 millones han sido en la población de menos de 30 años. Crecen, por otra parte, los resultados de las grandes empresas (firmas que cotizan en el Ibex-35): cerca de 20.000 millones de euros de ganancias en 2013, un 57 por ciento más que en 2012. Los grandes beneficia-rios: los bancos. Banco de Santander, BBVA, CaixaBank, Banco Popular, Banco Saba-dell y Bankinter multiplicaron beneficios por 4 en 2013. Y las perspectivas para 2014 no son menores: beneficios esperados de más de 30.000 millones de euros, un 80 por ciento más sobre 2013. Estos sólidos guarismos casan con una reducción importante de plantillas en esas empresas: una caída cercana al 8 por ciento6.

2. ¿Se puede crecer sin apenas demanda? Difícil. Las reducciones de plantillas, las pérdidas salariales y el mantenimiento de un paro tan elevado están congelando la capacidad del consumo y la confianza de la población (que está en bajos índices, a tenor de las últimas encuestas al respecto). El signo más preocupante: la deflación, proceso que denota la falta de crédito, de inversión (sobre todo de las pymes) y de

6 http://blog.bankinter.com/cfsfile.ashx/__key/CommunityServer.Blogs.Components.WeblogFi-les/bankinter/8688.ratios_2D00_ibex_2D00_16sept_2D00_2013.PNG.

gráfIco 3Variación porcentual de la recaudación, 2000-2012

Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Banco de España.

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poder de compra. Este problema, que algunos venimos subrayando desde hace tiem-po, ha llamado la atención de los dirigentes económicos: en una reunión en Sidney del G-20, se pactó un documento para llegar a un crecimiento económico del 2 por ciento del PIB durante el próximo lustro: 1,5 billones de euros. Se pide estimular el empleo y mejorar el comercio, de lo que se deduce que debe activarse también la producción. Para España, la aplicación de una política de estímulos supondría aumentar el PIB un 0,4 por ciento más por encima del crecimiento ya previsto, dato que ha sido rubricado incluso por el FMI, que llega a especificar una mejoría factible para España del 0,8 por ciento para 2015. Todo, recuérdese, si se activasen esas medidas tendentes a obtener más crecimiento7.

3. ¿Hasta dónde se puede llegar? Hasta el escenario más deseado por ciertos gru-pos empresariales: salarios a la baja, fuerza laboral abundante, disponible y barata, au-mento de beneficios. Es evidente que para esos grupos la crisis ha terminado, y asisten a una posible nueva fase de crecimiento sobre una mayor desigualdad social.

Las estadísticas de gasto público sobre PIB en un período dilatado de tiempo (1970-2010), provenientes de la OCDE, indican que España ha realizado avances no-torios. Entre 1970-1975, en los estertores del franquismo, el gasto público sobre PIB era del 20 por ciento, mientras la media de la OCDE se situaba en poco más del 33 por ciento y en la Unión Europea de los Quince (UE-15) era del 40 por ciento. Los guaris-mos españoles han ido creciendo, particularmente, desde la articulación autonómica: a partir de 1980-1984, el gasto público sobre PIB avanzó desde el 33 por ciento hasta llegar al 47 por ciento en 2010; casi tres puntos por encima de la media de la OCDE y dos por debajo de la correspondiente a la UE-15. En 2010, ese indicador en otros paí-ses de nuestro entorno es como sigue: casi el 49 por ciento en Alemania, 55 por ciento en Francia, 53 por ciento en Gran Bretaña y 51 por ciento en Italia. España, por tanto, todavía se encuentra por debajo de las principales naciones europeas en cuanto al es-fuerzo inversor en gasto público sobre PIB. La desagregación de los datos es, a su vez, ilustrativa. Entre 1970 y 2010, la inversión española en sanidad es el 4,35 por ciento sobre el PIB (Alemania: 5,44; Francia: 5; Gran Bretaña: 5,84; Italia: 5,73; media de la UE-15: 5,32), el 3,31 por ciento en educación (entre el 4 y el 6 por ciento en los países anteriormente citados; la media de la UE-15 es 5,18) y el 12,37 por ciento en protec-ción social (entre el 16 y el 18 por ciento en dichas naciones; la media de la UE-15 es del 17,3). Estos simples cálculos demuestran que los recortes que se exigen a España, sin matiz alguno, redundarán en un mayor retraso en relación a los países centrales de la Unión Europea, habida cuenta de que éstos tienen márgenes de maniobra mucho más amplios, que se derivan de los porcentajes expuestos8.

La estrategia única de la austeridad no va a corregir todos los desequilibrios que ya se están produciendo con esas políticas. Las cuentas públicas deben sanearse, no cabe duda; y urge explorar de forma convincente mayores grados de eficiencia en las admi-nistraciones públicas. Pero todo eso no puede hacerse con un calendario tan rígido, tan poco sometido a la realidad del ciclo económico, como si éste no existiera. Esta

7 Fondo Monetario Internacional, Global Prospects and Policy Challenges. Meetings of G-20 Fi-nance Ministers and Central Bank Governors, febrero de 2014; consúltese el documento en: http://www.imf.org/external/np/g20/pdf/2014/021914.pdf.

8 E. Cereijo y F. Velázquez, El stock de gasto público en los paises de la OCDE, Fundación de las Cajas de Ahorros, Madrid, 2008.

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percepción está calando incluso en palestras significativas del liberalismo económico9. El FMI ha indicado que las políticas económicas tan ortodoxas van a conducir a una ralentización del crecimiento (si bien insiste en su aplicación), de forma que las ex-pectativas del Fondo se han hecho más pesimistas: España, se dice en ese informe, no alcanzará el 3 por ciento de déficit público hasta el año 201810.

Los próceres de la austeridad nos obsequian con nuevas propuestas, centradas en un equilibrio presupuestario que, pregonan, aflorará el crecimiento. Los datos ofrecen otro diagnóstico. En la Europa periférica con problemas, las pérdidas salariales resul-tan enormes (entre el 15 y el 20 por ciento), el aumento del paro es letal (más del 20 por ciento de media, sobre población activa), la emigración de capital humano joven se está convirtiendo en un rasgo característico y la contracción del PIB es profunda11. La gran dificultad de la recuperación económica no va a ser ya la deuda pública o el déficit público. Va a ser la falta de pulsión económica: la ausencia de crecimiento. Toda esa durísima cirugía presupuestaria y crediticia no está solventando absolutamente nada; a no ser que los economistas disfrutemos con el cuadre de unos renglones, al margen de las personas que se esconden tras ellos. Los problemas de crecimiento tienen relación directa con los modelos de desarrollo de las diferentes economías. No todas pueden hacer, exactamente, lo mismo. Esto contradice los recetarios que emanan de Berlín y Bruselas, con sus respectivas instituciones.

Las estructuras económicas de los países mencionados arriba tienen factores en común, pero también divergencias notorias. Su disparidad con las economías del norte es relevante. Los tejidos industriales y empresariales tienen trayectorias históricas dife-rentes. La forma de crecer infiere una estructura concreta, que tampoco es homogénea a escala regional: la construcción, el turismo, los servicios, ciertos sectores industriales y el peso de la agroalimentación constituyen actividades que perfilan procesos más o menos intensivos en mano de obra o en un capital humano más cualificado y con vec-tores tecnológicos específicos (más o menos avanzados, según los casos). Y todo ello se concreta en una geografía económica dispar y en diferenciales de renta y desarrollo: baste con consultar las cifras regionales por países para comprobar, por ejemplo, los desequilibrios económicos entre las comunidades autónomas españolas o entre los Go-biernos regionales italianos12.

3. el problema de la deuda

La economía española presenta las variables sobre deuda que se recogen en el grá-fico 4 y en la tabla 1.

9 Ejemplos: el editorial demoledor de The New York Times, del 13 de abril de 2012; el rota-tivo, muy crítico con el posicionamiento alemán, advierte que la austeridad no está funcionando en ningún lugar. The Economist, nada sospechoso de postulados socialdemócratas, se hacía eco, a principios de abril de 2013, de argumentos parecidos, hasta el punto de que advertía que los «duros presupuestos» (sic) marcan objetivos inalcanzables en la resolución del déficit público, si no se acti-van políticas de estímulo del crecimiento económico. El daño será menor –y cito textualmente– «si se aplica una mayor flexibilidad, más inversiones y una obsesión más baja por la aritmética del déficit».

10 Fondo Monetario Internacional, World Economic Outlook. Transitions and Tensions, oc-tubre de 2013.

11 M. Laparra, B. Pérez et alter, Crisis y fractura social en Europa. Causas y efectos en España, Obra Social La Caixa, Barcelona, 2012.

12 http://epp.eurostat.ec.europa.eu/portal/page/portal/region_cities/regional_statistics/data/main_tables.

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tabla 1Evolución de la deuda de España (no financiera), 1995-2012, en millones de euros

gráfIco 4Evolución de la deuda en España, en porcentajes sobre el total

Fuente: Instituto Nacional de Estadística, Banco de España.

Empresas % Empresas Hogares % Hogares Pública% Deuda Pública

Total

200.951 32,25 139.075 22,32 283.076 45,43 623.102

209.353 30,72 152.531 22,38 319.600 46,90 681.484

228.771 31,10 173.724 23,61 333.199 45,29 735.694

260.877 32,10 205.910 25,33 345.968 42,57 812.755

312.648 33,97 245.895 26,72 361.775 39,31 920.318

374.706 36,11 288.850 27,84 374.033 36,05 1.037.589

443.160 38,66 325.034 28,35 378.247 32,99 1.146.441

496.280 39,48 377.300 30,02 383.435 30,50 1.257.015

569.895 40,69 448.724 32,04 382.032 27,28 1.400.651

650.284 41,20 538.881 34,14 389.142 24,66 1.578.307

796.644 43,29 650.997 35,38 392.497 21,33 1.840.138

1.023.807 46,68 778.372 35,49 391.055 17,83 2.193.234

1.213.756 49,13 874.404 35,39 382.307 15,48 2.470.467

1.306.998 49,22 911.283 34,32 436.984 16,46 2.655.265

1.298.607 46,93 903.342 32,65 565.082 20,42 2.767.031

1.301.631 45,76 898.146 31,58 644.692 22,66 2.844.469

1.255.386 43,85 870.960 30,42 736.468 25,73 2.862.814

1.144.339 39,98 834.265 29,14 883.873 30,88 2.862.477

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La deuda pública tuvo una tendencia claramente a la baja desde 1995 hasta 2007, mientras que la privada conoce un proceso inverso: aumenta hasta el punto de pasar del 54 por ciento del total en 1995 al 70 por ciento en 2012, en una evolución ascen-dente. El año 2007 marca el punto de inflexión: la deuda pública avanza, mientras que la privada retrocede: las administraciones incrementan sus débitos acuciadas por las consecuencias de la Gran Recesión, en un escenario de contracción de ingresos. En España, además, las cifras son claras: los ingresos fiscales de las administraciones públicas se encuentran siete puntos por debajo de la media de la Unión Europea de los 27, de forma que al desplome de las entradas en la hacienda pública debe añadirse su ineficiencia recaudatoria. Dicho de otra manera: existe en España un «margen tributa-rio» todavía destacable, en relación a la media comunitaria; falta, empero, una reforma fiscal que corrija bases imponibles y que repiense una cesta de impuestos distinta.

tabla 2Ingresos fiscales en administraciones públicas, 2004-2012, porcentaje sobre PIB

Fuente: http://appsso.eurostat.ec.europa.eu/nui/show.do?dataset=gov_a_tax_ag&lang=en.

La expansión de la deuda pública no obedece a despilfarros generalizados ni a excesos implementados desde el sector público: las administraciones reducían sus pa-sivos mientras que familias y empresas los aumentaban. Pero el golpe letal de la crisis promueve enjuagues de deuda desde la esfera privada –con contracciones notables en el consumo y en la inversión– y la necesidad del sector público de cubrir inversiones –parcas en el ámbito empresarial y doméstico– y gastos sociales. En este contexto, y a partir de una perspectiva más general, la Gran Recesión está sirviendo de pretexto para apuntalar premisas ideológicas ultraconservadoras.

Para 2014, 2015 y 2016 se han estrenado nuevas cifras y previsiones. Para los optimistas, es la coyuntura de la recuperación económica. A esta tesis se han abo-nado muchos de los gobernantes europeos. Se revela que ya hay luz al final del túnel y se conmina a ser positivos ante las –no nos engañemos– frágiles señales económicas

Años UE-27 Alemania Grecia España Francia Italia Portugal Reino Unido

2004 39,9 39,7 33,4 35,6 45,1 40,7 33,8 36,4

2005 40,1 39,7 34,4 36,7 45,6 40,3 34,9 37

2006 40,6 40 33,4 37,6 45,9 42 35,6 37,7

2007 40,5 40 34,3 38 45,2 43 35,9 37,2

2008 40,4 40,2 34,2 33,8 45 43 35,9 38,7

2009 39,6 40,8 32,8 31,6 44,1 43,3 34,5 36,1

2010 39,6 39,3 33,9 33,2 44,5 42,8 34,8 36,8

2011 40 39,9 34,9 32,9 45,7 42,8 36,2 37,5

2012 40,7 40,4 36,6 33,6 47 44,3 34,9 37,1

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disponibles. Para encarar esto, un interrogante se impone, con el caso de España como referente: ¿hemos tocado fondo con la austeridad? Difícil saberlo. Durante esta crisis, hemos leído y oído decir esto en otras ocasiones, siempre con intenciones positivas, pero con un claro error de diagnóstico. Las cifras disponibles indican, vistas en perspectiva, que fregamos el suelo en el verano de 2009 y que las medidas de expansión fiscal y de inversión pública contribuyeron a que se produjera un rebote del PIB, hasta el punto de obtener datos positivos en 2010. Para España, hay informaciones que pueden ser invocadas por los optimistas en el curso de 2014. Las más significativas: crecimiento de las exportaciones, descenso de la prima de riesgo hasta los 120-140 puntos en el cuarto trimestre de 2014 o la contracción ligera del PIB en los últimos trimestres de 2013. Pero esas cifras no sumergen otras altamente preocupantes: la deuda pública se acerca al 100 por ciento del PIB, el crédito ha caído un 13 por ciento y el paro se ha confirmado en el 26 por ciento y, previsiblemente, se instalará, tal vez con un punto menos, en los próximos dos años. La población activa se ha desmoronado y la estacionalidad marca el espejismo de un aparente repunte económico. En paralelo, la reforma de las pensiones va a provocar una pérdida del poder adquisitivo de los pensionistas. Repasemos tres puntos concretos, que contribuyen a evaluar nuestro interrogante (consúltense gráficos 5, 6 y 7).

gráfIco 5Déficit público de España, 2002-2013

Fuente: Para 2002-2011, Martínez Alvarez (2012); para 2012 y 2013, OCDE y Banco de España.

1. Se ha corregido el déficit público: casi tres puntos en cuatro años, desde 2010. Pero a un coste demoledor y con un crecimiento brutal de la deuda pública. No se incluyen aquí 41.300 millones de euros destinados a los rescates bancarios. El déficit se ha reducido recortando gasto social, sobre todo en sanidad, educación y dependencia. Los incrementos impositivos han servido más bien poco: la anemia económica ha para-lizado la recaudación. Resultado: para 2013, se alcanzó un 7 por ciento de déficit sobre PIB, medio punto arriba de lo marcado por la Comisión Europea.

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2. Los salarios han caído, siguiendo la senda de Grecia, Portugal, Irlanda y Eslove-nia, según datos de Eurostat. La pérdida del salario real en España: el 15 por ciento, desde 2011. Y ello a pesar del desmoronamiento del mercado de trabajo. Resultado: se han perdido más de 600.000 empleos desde la implantación de la reforma laboral. No

gráfIco 6Evolución salarial en España, 2001-2012

Fuente: UGT, La devaluación de las rentas del trabajo en España, Secretaría de Acción Sindical-Coordina-ción Area Externa, abril de 2013: http://www.ugt.es/actualidad/2013/septiembre/b14_doc_devaluacion.pdf e Instituto Nacional de Estadística.

gráfIco 7Coeficiente de Gini de la renta disponible equivalente

Fuente: http://epp.eurostat.ec.europa.eu/tgm/table.do?tab=table&language=en&pcode=tessi190.

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hay negociaciones colectivas. La precariedad se afianza. La población juvenil sin ocu-pación alcanza más del 50 por ciento. En Europa, se constatan diferencias importantes tanto en materia de salarios como de productividad a nivel de las regiones. España es el país de las cinco principales economías de la Unión Europea con menor salario medio y con un descenso más acusado en el período 2009-2012. En tal sentido, es importante que se desarrollen políticas tendentes a incrementar la productividad y el salario real en las regiones españolas. La productividad media depende de factores relacionados con el desarrollo industrial, la actividad del turismo, el stock de capital por trabajador y el capital humano, es decir, educación y gasto en investigación. La política económica encaminada a disminuir los salarios en el sur de Europa, impuesta para el período 2009-2013, tiene muchas desventajas y no es eficiente13.

3. La desigualdad crece. Entre 2007 y 2015, el riesgo de pobreza y exclusión social ha aumentado en España, por encima del conjunto de Europa. La causa central: las políticas de recortes sociales sobre, entre otros, unos ejes básicos14. Primero: el gradual desmantelamiento de los servicios sociales desde 2010. Segundo: la bajada de los sala-rios que, además, tienen un peso más reducido en la distribución de la renta, mientras se incrementa la cuota correspondiente a los beneficios empresariales (los salarios han perdido 3,8 puntos porcentuales y han pasado de una participación del 57 por ciento del PIB al 53 por ciento). Tercero: descenso del umbral de la pobreza en 7.355 euros anuales, poco más de 150 euros ente 2011 y 2012. Cuarto: endurecimiento para ac-ceder a prestaciones sociales y alargamiento en el tiempo de situación de desempleo.

Esta visión más crítica no se distancia de algunas de las observaciones llevadas a cabo por economistas con un perfil de carácter más «técnico». Este es el caso del último traba-jo de David Taguas, un libro póstumo15 que propone cuatro fases de la Gran Recesión en España, a la vez que se inscribe una serie de datos que ilustran la evolución de la econo-mía española: desde superávits hasta déficits relevantes, en un escenario de caída brutal de los ingresos tributarios, y con la aplicación de dos procesos de consolidación fiscal que se corresponden con dos Gobiernos distintos, uno socialista y el otro conservador. Taguas también señala que las políticas expansivas fomentaron la recuperación econó-mica, si bien a partir de ésta la atención se centró sobre todo en la sostenibilidad de esas políticas fiscales que había desempeñado un papel crucial en el avance de la economía. Ahora bien, la reducción del gasto público, la reforma de las administraciones y las baja-das de impuestos conforman tres piezas del recetario de Taguas, que le alejan de la óptica más heterodoxa en el enfoque de la Gran Recesión, a pesar de que se muestra escéptico en que sea factible cumplir con los objetivos del déficit público, lo cual, por consiguiente, podría inferir nuevas medidas de recortes y más austeridad.

4. los Impactos desIguales de la gran recesIón

En la línea de la disparidad de las respuestas macroeconómicas, se presenta una cuestión: ¿qué países están sufragando, de alguna manera, el coste de la Gran Rece-

13 E. Vázquez Rozas, Salarios y productividad en las regiones españolas y europeas, http://www.reunionesdeestudiosregionales.org/Oviedo2013/htdocs/pdf/p733.pdf, 2013.

14 J. Cruces et alter, Más pobres y con menos derechos: un diagnóstico de la pobreza en España, Fundación Primero de Mayo, Madrid, 2013.

15 D. Taguas, Cuatro bodas y un funeral, Deusto, Barcelona, 2014.

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sión en el marco de la Unión Europea? Se trata de dar una contestación en la tabla 3 y los gráficos 8 y 9. Se han calculado las pérdidas de riqueza de países seleccionados, a partir de dos cortes cronológicos: 2007, como año que cabalga entre el estallido voraz de la crisis y los últimos espasmos de tranquilidad económica, y 2013, con datos de cierre ya aceptados por Eurostat. Los números, que difieren de otras apor-taciones recientes,16 se corresponden a crecimientos del PIB a precios corrientes de mercado. Las cifras delatan las sangrías helena e irlandesa, con pérdidas de riqueza del orden del -18 por ciento en seis años, mientras las caídas no son nada desdeñables en el Reino Unido, Portugal y España. Un ejercicio elemental de agregar como países periféricos a España, Grecia, Italia, Portugal e Irlanda, y centrales a Reino Unido, Alemania y Francia, arroja los resultados del gráfico 8: los países más ricos de Europa no sólo han soportado mejor la Gran Recesión en este último sexenio –el ejemplo británico es la excepción a la regla–, sino que, además, han experimentado un tangi-ble avance de su PIB. A la par, la periferia se desmorona con más de un -3 por ciento de pérdida: siete puntos porcentuales separan el norte del sur de Europa, en este esquema elemental que se ha propuesto. Pero suficientemente indicativo de quién está, de verdad, en crisis, quién la está superando y, lo que parece más pertinente, qué bases de futuro se están poniendo para acarar nuevas fases de esta inconclusa Gran Recesión. En tal sentido, el gráfico 9 ilumina sobre esta idea de proyección. El desempleo se ceba, igualmente, en el sur, con crecimientos estridentes en Grecia y España. Francia ve aumentar la desocupación, igual que el Reino Unido, pero a cotas más livianas. Mientras tanto, el paro se ha contraído en Alemania: del 8,7 por ciento en 2007 al 5,4 por ciento en 2013, una situación estadística de plena ocupación, si bien debe anotarse el efecto que tienen los minijobs en este proceso de ajuste positivo en el mercado laboral germánico.

Una explicación de estos resultados se centra en que el potente crecimiento de la deuda a partir de 2008 (véase tabla 4) se justifica para cubrir los déficits, que superaron el cien por cien desde escenarios, en algún caso como el de España, de superávits (años 2005, 2006 y 2007). Los déficits por cuenta corriente suponen la suma de los corres-pondientes a los sectores público y privado, con una puntualización: su incremento no proviene del aumento de los déficits primarios en los sectores públicos. Los equilibrios presupuestarios en Grecia, Portugal y España se tradujeron en déficits esencialmente por el sector privado; el público no ha promovido desequilibrios financieros sistemá-ticos, si bien el mensaje que se ha acabo trasladando se centra en la ineficiencia y en el gasto perverso de la economía pública17.

16 http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/web/rielcano_en/contenido?WCM_GLO-BAL_CONTEXT=/elcano/elcano_in/zonas_in/europe/tsoukalis-unhappy-state-of-the-europea-union-elcano2014#.U00fhOZ_tss. También, L. Tsoukalis, «Necesitamos un nuevo pacto en Europa», http://economia.elpais.com/economia/2014/04/05/actualidad/1396728657_021480.html, 2014.

17 Cf. P. De Grauwe, «Governance of a Fragile Eurozone», Economic Policy, CEPS working documents, http://www.ceps.eu/book/governance-fragile-eurozone, 2011; D. Foley, «The Po-litical economy of post-crisis global capitalism», Universidad de Chicago, https://sites.google.com/a/newschool.edu/duncan-foley-homepage/home/downloads, 2010; Avdjiev-Upper-Von Kleist, «Highlights of international banking and financial market activity», BIS Quarterly Review, setiembre, 2010.

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tabla 3Dos cortes del PIB en países escogidos (miles de millones de €)*

Países 2007 2013 % 2013/2007

Grecia 223 183 -18,1

España 1.053 1.020 -3,1

Francia 1.887 2.067 9,5

Italia 1.554 1.559 0,3

Portugal 169 165 -2,4

Reino Unido 2.087 1.887 -9,6

Estados Unidos 10.566 12.607 19,3

Japón 3.181 3.760 18,2

Alemania 2.429 2.737 12,7

UE-28 12.474 13.068 4,8

Irlanda 146 120 -18,1

Fuente: elaboración personal a partir de los datos del Statistical Annex of European Economy, otoño de 2013. http://ec.europa.eu/economy_finance/publications/european_economy/2013/pdf/2013_11_05_stat_annex_en.pdf.

* De los estadillos que se presentan en la publicación de la fuente se ha optado por recoger los datos que homogenizan las cifras monetarias en euros, de forma que existen cambios en relación al Reino Unido, Estados Unidos, Japón e Irlanda, toda vez que el mismo documento presenta el PIB con moneda nacional. El caso que llama más la atención es el del Reino Unido, que en moneda nacional ofrece un PIB de 1.428 millardos de libras esterlinas en 2007, para pasar a 1.605 millardos en 2013; un crecimiento que no se corresponde con las cifras presentadas cuando se reducen a euros por parte de la propia fuente, tal como puede verse en nuestro cuadro; véase Statistical Annex of European Economy, otoño de 2013, págs. 36-41.

gráfIco 8 Crecimiento y decrecimiento de la riqueza en Europa, 2007-2013, % sobre PIB

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En tal sentido, la secuencia puede sintetizarse así18:

– Los países periféricos pierden competitividad, ante el mantenimiento salarial alemán.

– Incurren en déficit por cuenta corriente, toda vez que necesitan importantes recursos ajenos.

– Este déficit es básicamente privado y se financia externamente.

18 O. Blanchard, Adjustment within the euro. The difficult case of Portugal, http://economics.mit.edu/files/740, 2006; O. Blanchard et alter, In the Wake of the Crisis, The MIT Press, Cam-bridge-Londres, 2012; M. Bordo y A. Redish, «Is Deflation depressing? Evidence from the Classical Gold Standard», The National Bureau of Economic Research, http://www.nber.org/papers/w9520, 2004; B. DeLong y L. Summers, «Fiscal Policy in a Depressed Economy», Brookings Papers on Economics Activity, 2012; C. Lapavitsas, Profiting without Producing, Verso, Londres-Nueva York, 2013; J. Madrick, Seven Bad Ideas, Alfred Knopf, Nueva York, 2014. Resulta esencial, igualmente, H. Minsky, Stabilinz an unstable economy, MacGraw Hill, Yale University Press, 2008.

gráfIco 9 Evolución del paro, 2007 (gris)-2013 (negro), % sobre población activa

Fuente: elaboración personal a partir de los datos del Statistical Annex of European Economy, otoño de 2013. http://ec.europa.eu/economy_finance/publications/european_economy/2013/pdf/2013_11_05_stat_annex_en.pdf.

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– El sector privado tiene dificultades para competir en la unión monetaria, por lo que canaliza inversiones, con el apoyo de la banca europea, hacia sectores de rentabilidad inmediata.

– España: inversión enorme en una burbuja inmobiliaria que acrecienta el déficit financiero.

– Grecia y Portugal: derrumbe del ahorro e incremento del consumo, con finan-ciación exterior.

– Los puntos precedentes conducen a una acumulación de la deuda externa, que es relevante con la adopción del euro como moneda común y con unos acree-dores concretos: los bancos alemanes y franceses.

Este último factor es crucial, ya que supone la alta exposición de los sistemas fi-nancieros germánico y galo en operaciones en Grecia, Irlanda, Portugal y España: el cierre de 2009 arrojó cifras relevantes, del orden de 958 mil millones de dólares (493 mil millones corresponden a Francia y 465 mil millones a Alemania) sobre un total de

tabla 4 Deuda pública sobre PIB (en porcentaje), 1995-2012

Años UE-27 Grecia España Portugal Alemania

1995 97 63,3 59,2 55,6

1996 69,9 99,4 67,4 58,2 58,5

1997 68,1 96,6 66,1 55,5 59,8

1998 66,2 94,5 64,1 51,8 60,5

1999 65,6 94 62,4 51,4 61,3

2000 61,8 103,4 59,4 50,7 60,2

2001 60,9 103,7 55,6 53,8 59,1

2002 60,3 101,7 52,6 56,8 60,7

2003 61,9 97,4 48,8 59,4 64,4

2004 62,2 98,6 46,3 61,9 66,2

2005 62,7 100 43,2 67,7 68,6

2006 61,5 106,1 39,7 69,4 68

2007 58,9 107,4 36,3 68,4 65,2

2008 62,2 112,9 40,2 71,7 66,8

2009 74,6 129,7 54 83,7 74,5

2010 80 148,3 61,7 94 82,5

2011 82,5 170,3 70,5 108,2 80

2012 85,2 156,9 86 124,1 81

Fuente: Eurostat.

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1.579 millones de dólares, lo que supone casi el 61 por ciento de los préstamos librados por los bancos que operaban en la zona euro: un dato de vértigo19. Ahora bien, junto a estas dificultades financieras, que todavía persisten, otro elemento se invoca por parte del mainstream económico: las disparidades existentes en las evoluciones de la produc-tividad, un terreno en el que la lucha ideológica también es determinante.

5. la productIvIdad como medIda básIca

La productividad proporciona un indicador simple pero potente de la capacidad de un país, sector o empresa para utilizar de manera óptima sus recursos e impulsar el crecimiento. La medida de la productividad total de los factores (PTF) representa la salida de todos los inputs en el proceso de producción, no sólo laboral. El crecimiento de la productividad total de los factores es el resultado de una combinación de mejoras en la eficiencia (se necesitan menos inputs para un output determinado), así como la tecnología y la innovación (más producción se logra a partir de una entrada dada). To-das las tasas de crecimiento de la productividad se miden en términos reales, es decir, después del ajuste por inflación. Los niveles comparativos se basan en dólares esta-dounidenses, que se obtienen mediante la conversión de la producción en las monedas nacionales por paridad del poder adquisitivo (PPA) de 2014. La organización Confe-rence Board ofrece las últimas estimaciones de la mano de obra y la productividad total de los factores para 122 naciones de todo el mundo entre 1999 y 2014, así como una proyección para 2015. El conjunto de datos completo, The Conference Board Total Eco-nomy DatabaseTM, se puede consultar a través de la página web del Conference Board: https://www.conference-board.org/data/economydatabase/, con información adicional acerca de la base de datos en [email protected].

Se ha utilizado este importante material para efectuar una selección de variables que inciden en una hipótesis general: la economía mundial se encuentra, todavía, sacu-dida por los efectos de la Gran Recesión. Lejos de haberse producido una recuperación plausible, las cifras de productividad, relacionadas con otras variables relevantes –PIB, datos derivados del mercado de trabajo–, plantean un estancamiento económico que está afectando no sólo a las economías maduras, sino también a las emergentes. Los liderazgos no acaban de cuajar y los datos pueden estar sugiriendo –de ahí la cautela en las conclusiones– que mientras no se desbloqueen los procesos de inversión produc-tiva, va a resultar muy difícil salir con solvencia de esta crisis sistémica. Pero, además, puede inferirse una segunda hipótesis estrechamente relacionada con la anterior: las caídas en las tasas de crecimiento de la productividad laboral, los retrocesos en las tasas del PIB, la contracción en las horas trabajadas y, en paralelo, la mayor concentración de la renta en la parte del capital en detrimento de los salarios sugieren un hecho que debiera ser explorado con otros indicadores e informaciones cualitativas: el aumento de la explotación laboral y, en una relación intrínseca, la mayor precariedad contractual y el incremento de la desigualdad.

La productividad laboral global, medida como producción por persona empleada, aumentó un 2,1 por ciento en 2014, al mismo ritmo que en 2013. El estancamiento en el crecimiento global de la productividad no se explica por cambios en las tasas de

19 Bank for International Settlements (BIS), Highlights of International Banking and Financial Market Activity, http://www.bis.org/publ/qtrpdf/r_qt1006b.pdf. Datos también citados en Lapa-vitsas et alter, op. cit., 2011.

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producción y de empleo de crecimiento mundial. El crecimiento del PIB real (PIB ajus-tado por la inflación) a nivel mundial mejoró en sólo 0,1 puntos porcentuales desde el 3,1 por ciento en 2013 al 3,2 por ciento en 2014, mientras que el crecimiento del empleo se desaceleró desde el 1,3 por ciento al 1,1 por ciento. La tasa media de crecimiento de la productividad laboral en las economías maduras se redujo del 0,8 por ciento en 2013 al 0,6 por ciento en 2014, a pesar de observarse un aumento en la tasa de crecimiento promedio de la producción para las economías maduras en casi medio punto porcentual, del 1,4 por ciento en 2013 a 1,8 por ciento en 2014. La razón de la desaceleración de la productividad es que el crecimiento del empleo ha mejorado mucho más rápidamente, impulsado principalmente por Estados Unidos y Europa. Tal desaceleración es un fenó-meno a largo plazo que comenzó mucho antes de la Gran Recesión.

Cabe señalar que las economías maduras vieron una recuperación en el crecimien-to de la productividad en 2010; sin embargo, se volvió rápidamente a la tendencia de desaceleración. En Estados Unidos, comenzó el declive alrededor de 2005, cuando los efectos de la productividad desde el auge de la tecnología de la información –inversio-nes que se remontan a la segunda mitad de la década de 1990– se desvanecieron20. Las economías de Europa y Japón han mostrado un crecimiento más lento que Estados Unidos, tendencia que se inició también en los años 1990, relacionada con un menor ritmo de adopción de la tecnología y la innovación en las economías, especialmente en el sector servicios.

El crecimiento de la productividad en las economías emergentes y en desarrollo alcanzó su punto máximo alrededor de 2007, y desde entonces también se embarcó en una tendencia a la baja. Esta desaceleración parece ser el resultado final de un período de sustancial recuperación del crecimiento, iniciado a fines de 1990. Las economías emergentes, que compilan rezagados países con mayores niveles de productividad y tecnología, tienen más posibilidades de crecer más rápido por las tecnologías de la adopción, los procesos y las estrategias desarrolladas ya desplegados por los países líderes. Estamos ante genuinos late comers. Los años 1990 y 2000 fueron de hecho un período rápido de puesta al día, facilitado por reformas internas en algunas de las economías emergentes como China e India, el aumento de la globalización (la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio) y la inversión decidida en tecno-logías de la información y comunicación. Por tanto, la tendencia a la desaceleración en el crecimiento de la productividad en los mercados emergentes es, al menos en parte, un reflejo de los éxitos del pasado.

Sin embargo, en la transición a una senda de crecimiento más maduro y sostenible, las economías emergentes y en desarrollo tienen que hacer reformas drásticas en mano de obra, capital y los mercados de productos para continuar impulsando el crecimiento y la competitividad. Esto ha impactado significativamente el desarrollo del crecimiento de tales economías en los últimos años: el del producto en las economías emergentes y en desarrollo se redujo de 4,7 por ciento en 2013 a 4,4 por ciento en 2014. Por su parte, la tasa de crecimiento del empleo también se contrajo, de modo que, en promedio, la productividad del trabajo en realidad mejoró ligeramente desde el 3,3 por ciento en 2013 al 3,4 por ciento en 2014, todavía muy por debajo de la tasa media de crecimiento del 4,7 por ciento entre 2007 y 2012.

Dada la moderación en el crecimiento de la productividad en la mayoría de regio-nes del mundo, la contribución relativa de emergentes y economías en desarrollo en

20 R. Brenner, La expansión económica y la burbuja bursátil, Akal, Madrid, 2003.

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relación al crecimiento de la productividad mundial aumentó marginalmente de 1,7 en 2013 a 1,8 puntos porcentuales en 2014, mientras que la contribución de las economías maduras se redujo de 0,4 puntos porcentuales en 2013 a 0,3 puntos porcentuales en 2014. En definitiva, a medida que las economías emergentes y en desarrollo tienen mayor cuota de producción en la economía mundial, su impacto es más positivo en las tasas de crecimiento de la productividad global.

En tal sentido, la tabla 5 y el gráfico 10 recogen sendos cálculos, relativos a la productividad del trabajo y a la productividad total de los factores para el período 1999-2015. Se han escogido los principales países emergentes y las más importantes economías maduras, aparte de las del sur de Europa, como casos de contraste.

La lectura de las variables sugiere que el crecimiento de la productividad del traba-jo se desvanece en todos los países, con la única excepción de India. Estados Unidos pierde casi 2 puntos, la Eurozona 1 punto, Japón 1,5 puntos y Reino Unido 2,1 puntos, entre 1999 y 2015. Un desplome de gran magnitud. La productividad total de los fac-tores (PTF) en las economías maduras, además, también decrece: entre 0,9 y más de 2 puntos hasta 2014, hecho que insinúa que no existen inversiones relevantes que hayan permitido «romper» con la dinámica negativa de la productividad general21. Llama la atención el contraste entre los casos de España, Alemania, Grecia, Francia e Italia. La diferencia de los crecimientos de la productividad del trabajo no ha sido tan destacada entre la locomotora europea y sus otros vagones; de hecho, entre 2007 y 2014 la tasa de crecimiento de la productividad en España ha sido más elevada que en Alemania, al tiempo que el indicador español ha superado los correspondientes a Francia, Italia y Grecia. El caso es diferente si se observa la PTF: aquí el dominio es germánico, frente a las pérdidas notorias de todos los países europeos considerados.

Por otro lado, en las economías emergentes el crecimiento de la productividad del trabajo ha caído desde 1999, tras el importante repunte de 2007-2012 (véase tabla 6). La Gran Recesión pasó factura a esas naciones en su momento álgido, período en el que la productividad retrocedía en toda la Eurozona. En paralelo, el crecimiento del PIB ha perdido 2,6 puntos y el de la creación de empleo 1,3. Es decir, las economías emergentes manifiestan problemas en su pauta de crecimiento: pierden capacidad de renta, reducen la productividad y generan menos ritmo de ocupación. Ahora bien, en tal contexto China, India y Brasil lideran un sólido mantenimiento y avance de la productividad del trabajo. El comportamiento de la productividad total de los factores (PTF) no es igual: aquí, China y Brasil también retroceden, situación que no se observa en India, con un avance de 1,4 puntos.

Un tercer factor a considerar es que el crecimiento de la productividad por hora se retrae en la economía mundial en el sector industrial (cuadro 4). La disparidad es subrayable entre países:

a) España en 2014 ve crecer la productividad al mismo nivel que en la etapa ante-rior a la Gran Recesión.

b) Estados Unidos, Japón, Francia y Alemania comprueban la caída en sus ta-sas de crecimiento. En tal sentido, la importancia de la industria en Francia y Alemania puede explicar tal situación; las contracciones de Estados Unidos y Japón se justifican por su mayor orientación a una economía terciaria en la que el subsector cuaternario tiene cada vez más fuerza y presencia.

21 A. Shaikh, Capitalism, Oxford University Press, Oxford-Nueva York, 2016.

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Al mismo tiempo, la pérdida de horas trabajadas es patente en la Eurozona y, de forma especial, en España (tabla 7). Las cifras no son tan contundentes en los otros casos considerados. En España, el crecimiento tenue pero positivo de la productividad laboral se contrapone a la evidente caída de las horas trabajadas. En otras palabras: con menos contrataciones horarias se sigue desarrollando la productividad del trabajo, en el marco de un retroceso del crecimiento económico.

gráfIco 11Productividad, PIB y empleo. Países emergentes

Fuente: elaboración personal a partir de The Conference Board Total Economy Database, mayo de 2015.

tabla 6 Economías emergentes: variables clave. Emergentes considerados:

Brasil, Rusia, India, China, Suráfrica, México, Indonesia, Turquía

Años Crec.product. del trabajo

Crec. PIB Crec. empleo

1999-2006 4,9 6,8 1,9

2007-2012 5,8 6,8 0,8

2012 4,1 5,5 1,2

2013 4,4 5,3 1

2014 4,4 5,1 0,7

2015 3,7 4,2 0,6

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En el caso de España, y desde una perspectiva más general, se subrayan dos ele-mentos centrales:

1. Las cifras sobre remuneración a asalariados y excedente bruto de explotación, reco-gidas en la tabla 9, datos que provienen de la Contabilidad Nacional por trimestres22.

Se aprecian sendos puntos de inflexión: uno en el tercer trimestre de 2008 referido a la remuneración a asalariados, que empieza a delinear un claro declive; y otro que afecta al excedente bruto de explotación, que inicia una caída en el segundo trimestre de 2008 para recuperarse con nitidez también desde el segundo trimestre de 2012. Los datos absolutos muestran que a lo largo de 2012 se apuntaló la reducción de la remune-ración de los asalariados, mientras al mismo tiempo se incrementa el excedente bruto. La disminución de masa salarial en 2012 responde a la destrucción de empleo, a la ex-tensión de su desplome a segmentos y sectores mejor remunerados y, de forma especial, a la reducción de los salarios, tanto en la mayor parte de las ramas de actividad del sec-tor privado como en el conjunto del sector público. Esto se relaciona con el patrón de crecimiento de la economía española durante la etapa de expansión de la actividad y el empleo, centrado en sectores de baja productividad, escaso valor añadido e intensivos en mano de obra poco cualificada, como la construcción y algunos servicios (comercio y hostelería, particularmente). Aquí se concentra la creación de empleo temporal con salarios inferiores al promedio, ocupados por inmigrantes, mujeres y jóvenes escasa-mente formados. En tal aspecto, cuando el empleo creado es, en promedio, de bajo valor añadido, se produce poco avance en la participación de los salarios en la renta23.

2. Los costes laborales unitarios (CLU) expresan el porcentaje del producto por ocupado –es decir, la productividad aparente– que se dedica a retribuir el trabajo –la remuneración media por asalariado– (tabla 10). Se observa que esta cifra en España se reduce hasta 2006, deviene en tasas positivas hasta 2009 y vuelve a caer entre 2010 y 2013. Esta evolución es dispar si se compara con la Eurozona: aquí –y según el Con-sejo Económico y Social– desde 2010 el indicador se estabiliza en niveles parecidos a los registrados en torno a 2004-2005, mientras que en España el CLU se precipita de manera notable.

22 La remuneración de asalariados comprende, además de los sueldos y salarios en efectivo y en especie, las cotizaciones sociales efectivas a cargo de los empleadores y las prestaciones sociales di-rectas que los mismos realizan (cotizaciones sociales imputadas). El excedente bruto de explotación engloba todas las rentas no salariales generadas en el proceso productivo (dividendos, beneficios no distribuidos, intereses efectivos e imputados, alquileres y otras rentas inmobiliarias), así como el consumo de capital fijo. Las rentas mixtas se denominan así por ser imposible deslindar lo que cor-responde a la aportación de trabajo, de capital o propiamente empresarial del preceptor, e incluye las rentas de los agricultores, de los empresarios y trabajadores autónomos y de los profesionales liberales. Sobre esto, véase Consejo Económico y Social, Memoria sobre la situación socioeconómica y laboral, España 2012. http://www.ces.es/documents/10180/786745/MEMORIA_CES_2012.pdf.

23 Sobre todo esto, Consejo Económico y Social, Memoria sobre la situación socioeconómica y laboral, España 2012. http://www.ces.es/documents/10180/786745/MEMORIA_CES_2012.pdf.

ECONOMIA ESPAÑOLA Y DESIGUALDAD SOCIAL

29

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tabla 9Remuneración asalariados y Excedente Bruto de Explotación en España,

2007-2013. Datos trimestrales, en millones de €

Período Rem.Asalariados Exc.Explotación

2007T1 118.204 103.631

2007T2 127.620 114.194

2007T3 121.036 108.754

2007T4 137.288 114.592

2008T1 128.580 107.826

2008T2 137.683 121.412

2008T3 128.882 113.461

2008T4 142.498 115.433

2009T1 125.525 107.576

2009T2 134.390 116.114

2009T3 124.950 109.680

2009T4 139.793 111.778

2010T1 122.188 104.904

2010T2 132.457 110.758

2010T3 122.881 103.285

2010T4 137.298 117.955

2011T1 121.421 106.494

2011T2 131.858 113.788

2011T3 122.016 105.497

2011T4 135.673 119.325

2012T1 117.483 105.595

2012T2 125.297 116.485

2012T3 115.551 107.081

2012T4 124.276 123.256

2013T1 110.142 109.221

2013T2 118.409 118.294

2013T3 111.782 109.489

2013T4 125.445 121.085

Fuente: elaboración personal a partir de los datos del INE, Contabilidad Trimestral de España.

CARLES MANERA

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30

tabla 10 España y Eurozona. Costes Laborales Unitarios y Excedentes de Explotación, 2000-2011

Costes Laborales Unit.

Excedente Explotación

Eurozona España Eurozona España

65,7 65,4 28,7 30,8

65,3 64,6 28,9 31,3

65,2 63,8 28,9 31,5

65,1 63,1 28,8 31,3

64,5 62,5 29,3 31,2

64,2 62,3 29,4 30,7

63,6 61,8 29,8 30,6

62,9 61,6 30,4 30,6

63,7 62,4 29,4 29,8

65,5 62,4 27 29,2

64,6 62 27,8 28,6

64,6 60,2 27,7 29,8

Fuente: elaboración personal a partir de los datos del INE, Contabilidad Trimestral de España.

La comparación con la Eurozona para el período 2000-2011, que puede consul-tarse en la tabla 10 y en los gráficos 12 y 13, sostiene la distribución de la renta más desfavorable para los asalariados en el caso de España, a favor de los beneficios empre-sariales. En efecto, la participación salarial en el PIB decayó entre 2000 y 2007 tanto en la Eurozona como en España, pero se aprecia una recuperación del total europeo a partir de 2008, mientras que el caso español constata las caídas de 2010 y 2011. Las curvas de los excedentes de explotación patentizan trayectorias divergentes tras el hundimiento de 2009: vemos la mayor contención, en 2010 y 2011, de las cifras de la Eurozona, frente al claro crecimiento en España. Aquí, la caída de los CLU se explica por la mayor pérdida salarial y precariedad laboral, en relación a la Eurozona, hecho que determina, a tenor de las tendencias dibujadas, la recuperación de los beneficios empresariales como cuota del PIB. Estos datos señalan que la contracción de la tasa de beneficio, junto a la pérdida de productividad del capital, se ha compensado por el aumento de la cuota de excedente, un hecho que palia la falta de progreso técnico adecuado con actuaciones expeditivas –y severas– en el mercado de trabajo, en forma de despidos, contratos de peor calidad y salarios más bajos.

Estas situaciones infieren procesos de mayor desigualdad social prácticamente en todo el mundo. En efecto, los resultados del crecimiento económico son acaparados por una franja social cada vez más pequeña. Esta afirmación, que podría ser ideoló-gica o intuitiva en algún tiempo, se ha revelado veraz a raíz de las investigaciones de Anthony Atkinson, Thomas Piketty y Emmanuel Saez, con estudios de largo plazo

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gráfIco 12España. Evolución de CLU

Fuente: Fernández (2012); INE, Contabilidad Trimestral de España.

gráfIco 13Costes Laborales Unitarios, % s/PIB

Fuente: Fernández (2012); INE, Contabilidad Trimestral de España.

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de Historia Económica, anteriores a las investigaciones más comentadas –tanto crí-tica como elogiosamente– por Piketty24. El indicador que utilizan estos economistas es simple y, a la vez, de gran potencia explicativa: la parte del 1 por ciento de los más ricos que accede al conjunto de los ingresos. Las conclusiones son ilustrativas y se exponen de forma telegráfica. A principios del siglo XX, el dato de los más pudientes representaba un nivel muy elevado, en torno al 20 por ciento de la renta nacional. La reducción de desigualdades se afianza tras la Segunda Guerra Mundial, de forma que a principios de la década de 1950 el porcentaje de los más ricos resumía el 10 por ciento, en una tendencia claramente a la baja. Pero esta trayectoria cambia desde los procesos de desregulación económica y financiera de principios de los años 1980, lo cual atisba una profundización de las desigualdades. La evolución es diferente, si bien se confirma una conclusión de carácter general: la desigualdad ha aumentado entre 1982 y 2005, con cotas relevantes en Estados Unidos y en Reino Unido. Los contrastes son, en tal sentido, claros25: casi diez puntos se incrementa el acceso de los más ricos al pastel de la renta nacional en Estados Unidos y más de siete en el caso británico, con una media de todas las áreas consideradas que no llega a los cuatro puntos. Es decir, las naciones que promueven el cambio de paradigma social y económico e inauguran la etapa neoliberal –con una clara noción hayekiana de la importancia del individuo y el mercado sobre el conjunto social y la participación del Estado en economía– son los que marcan la pauta

24 A. Atkinson, T. Piketty y E. Saez, «Top Incomes in the Long Run of History», NBER work-ing paper, nº. 15408, 2009; T. Piketty, «On the Long-Run Evolution of Inheritance: France 1820-2050», working paper, Paris School of Economics, http://piketty.pse.ens.fr/files/Piketty2010WP.pdf, 2010; T. Piketty, Le capital au XXIème siècle, Seuil, París, 2013.

25 C. Manera, La extensión de la desigualdad. Austeridad y estancamiento, La Catarata, Madrid, 2015.

gráfIco 14Excedentes de explotación, % s/PIB

Fuente: Fernández (2012); INE, Contabilidad Trimestral de España.

ECONOMIA ESPAÑOLA Y DESIGUALDAD SOCIAL

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246/2017

para el resto del mundo26. A su vez, las naciones emergentes no se quedan atrás en ese desarrollo inequitativo: India y China ven crecer de manera exponencial sus PIB, pero al mismo tiempo consagran un modelo de crecimiento que impone la desigualdad como sello de identidad, en clara correspondencia con lo que acontece en las zonas más avanzadas del planeta.

6. conclusIones

El nuevo desarrollo pasa por repensar pautas de crecimiento que sean plausibles, que miren plazos medios y largos, pero que no eludan los más inmediatos. Todo esto no puede hacerlo sólo el mercado, de manera que el concurso público es crucial. Pero éste no es factible si las coordenadas están regidas por la austeridad a ultranza, el re-traimiento de las instituciones financieras (con el BCE a la cabeza) y la obsesión por concretar unos ajustes que infringen un padecimiento extremo e innecesario a la po-blación. Los resultados demuestran que esta vía de salida de la crisis no es la adecuada, toda vez que nos lleva de cabeza a una gran depresión en el momento en que todas las redes de protección social se rompan.

La deuda se ha contraído siempre mediante la inflación y la reestructuración. En concreto, a partir de la Historia Económica se pueden identificar formas de pagar la deuda27:

a) Con más inflación, hecho que reduce el valor de la deuda. El tema choca con los planteamientos del BCE, que centra sus actuaciones en alcanzar una infla-ción del 2 por ciento. La exigencia debería ser que, en efecto, el BCE cumpla sus cometidos, toda vez que los precios están ahora mismo por debajo de ese 2 por ciento, pero se sigue exigiendo austeridad, con lo que la deflación no se corregirá y el pago de la deuda será más difícil.

b) Gobiernos europeos y el BCE deberían obligar a bancos y empresas –y consor-cios que negocian fondos de pensiones– a comprar deuda pública por debajo de su valor y, a la vez, regular los movimientos de capitales para evitar su fuga.

c) Mayor crecimiento económico, que debería ser muy superior al alcanzado por la Eurozona en los últimos años (con cifras inferiores al 1 por ciento). La con-secuencia de esto va a ser el aumento de los déficits públicos –si se mantienen políticas de bienestar y los estabilizadores automáticos– y de la deuda.

26 Sin embargo, debe decirse que este planteamiento, siempre invocado por los Gobiernos de Estados Unidos y del Reino Unido, fue más teórico que práctico. De hecho, el gasto público en ambas administraciones creció de forma importante, vinculado de manera esencial al gasto militar. La práctica económica contravino los preceptos teóricos que se defendían.

27 http://www.cepr.org/pubs/dps/DP9750#. DP9750: Financial and Sovereign Debt Crises: Some Lessons Learned and Those Forgotten. En un interesante artículo, Guillermo De la Dehesa (véase bibliografía) plantea soluciones posibles para la deuda de la Eurozona. Una se centra en la mutua-lización de parte de la deuda, la que supere el 60 por ciento del PIB de los países. Toda esa deuda pasaría a un fondo europeo de redención de la deuda, financiado con la emisión de «euroletras» con garantía de los Estados y con contribuciones del Mecanismo de Estabilidad Europea. La segunda se basa en una reestructuración de la deuda, a partir de un programa denominado PADRE, que debería hacerse a partir del BCE y que exigiría compromisos decididos de carácter político por parte de los Estados. Este trabajo que invoca De la Dehesa fue presentado por Pierre Paris y Charles Wyplosz: http://eml.berkeley.edu/users/eichengr/bellagio/padre.pdf.

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34

Una conclusión se desprende de todos estos datos: las instituciones económicas deberían haber aprovechado la crisis para fijar unas normas globales sobre el capital y marcar reglas claras sobre los pasivos que poseen los bancos y las entidades financieras.

La importancia de la actuación del Estado en la economía o la consecuencia de su dejación de funciones. Puede sostenerse que 2009 fue el año que marcó el cénit de la Gran Recesión: el desplome de todos los indicadores es notable, desde los PIB hasta las variables de exportación. El crédito se abatió y, por consiguiente, las políticas de inversión, y se afianzó una etapa de incertidumbre, de desconfianza. Pero un factor se mantuvo constante: el consumo privado. ¿Por qué? Básicamente, por el funcionamien-to de los estabilizadores automáticos. Es decir, el gasto público impidió el declive de la demanda agregada; el hecho sugiere otra derivada: su contracción, los recortes en suma, junto a la presión a la baja de los salarios conducen al agravamiento de la crisis. En el ámbito europeo, la deflación y el aumento del paro son las consecuencias directas de todo esto. La austeridad pretende reducir los déficits fiscales y, a su vez, contraer los costes laborales unitarios. En los dos aspectos, los colectivos más perjudicados son los trabajadores –y su intensa segmentación28–, las personas mayores, la población infantil, los grupos más vulnerables e, incluso, segmentos cada vez más significativos de una clase media que pierde posiciones en el conjunto social29.

28 O. Jones, Chavs. La demonización de la clase obrera, Capitán Swing, Madrid, 2013.29 Contrastes claros entre altos dirigentes europeos: mientras László Andor, Comisario Europeo

de Empleo y Asuntos Sociales, afirma que no podemos hablar del fin de la crisis con niveles tan altos de paro –lo cual es un reconocimiento de los problemas que están comportando las medidas desplegadas por la troika– y que se necesitan estímulos adicionales para impulsar la economía –con una importante incidencia en planes de empleo juvenil–, Hans Werner Sinn, Presidente del IFO (un importante think tank alemán), defiende una mayor devaluación interna de salarios y precios en Es-paña y países periféricos, de manera que subraya que el duro sacrificio que eso supone es totalmente necesario para superar la recesión, si bien reconoce que es un camino muy difícil de gestionar. Sinn acaba por conceder, no obstante, que la austeridad es peligrosa para la sociedad porque la puede romper. Cf. http://economia.elpais.com/economia/2014/02/07/actualidad/1391788402_204837.html; http://economia.elpais.com/economia/2014/04/06/actualidad/1396811384_704713.html.

ECONOMIA ESPAÑOLA Y DESIGUALDAD SOCIAL

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apéndIce 1

Productividad laboral y PIB. Tasas de crecimiento, 1999-2015 (en este último año se trata de previsiones)

Fuente: elaboración personal a partir de los datos de The Conference Board Total Economy Database, mayo de 2015.

Correlación PROD y PIBEspaña -0,96Japón 0,64Alemania 0,30Grecia -0,11Francia 0,80Estados Unidos 0,18Eurozona 0,47

CARLES MANERA

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apéndIce 2

Regresiones entre las tasas de crecimiento del PIB y de la productividad laboral, 1999-2015

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LA CUESTIÓN JUVENIL¿UNA GENERACIÓN

SIN FUTURO?

José Félix Tezanos Verónica Díaz

Basado en una ambiciosa investigación sobre la

juventud realizada por el Grupo de Estudio sobre

Tendencias Sociales (GETS) y en los datos que

aportan varias encuestas sociológicas elaboradas

entre 2009 y 2015, La cuestión juvenil. ¿Una

generación sin futuro? es la mejor radiografía

que actualmente tenemos de la situación de los

jóvenes en España.

Tras este análisis económico y sociológico, José Félix Tezanos y

Verónica Díaz reclaman que se prevengan disfunciones futuras reinsertando a la juventud

en la sociedad, y se plantean si nos encontramos ante el surgimiento de una especie de nuevo

proletariado, un grupo social excluido, con pocas aspiraciones y aún menores posibilidades.

264 páginasISBN: 978-84-16938-17-9COLECCIÓN: ENSAYO

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Separata de la revista SISTEMA - Número 246 - Abril 2017(Páginas 3-42)

Fernando el Católico, 13, Bajo A. - 28015 Madrid - Teléfono 91 448 73 19