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César Moro

LA TORTUGA ECUESTRE

San José 2017

Poesía

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Corrección de pruebas a cargo de Omar Castillo. Muestra gráfica Alfonso Peña y Amirah Gazel, collage, técnica mixta. Diseño de cubierta Amirah Gazel Imagen de cubierta: Collage colectivo Alfonso Peña/Amirah Gazel “Capi Capi” Imagen gráfica: tortuga maya Diseño gráfico Alejandro Vega Fotografía Gaetano Andreoni

Primera edición 2017 ©Fundación Camaleonart ©Alfonso Peña y Amirah Gazel © De la presentación: Omar Castillo Fundación Camaleonart Teléfono: (506) 89510018 Correo: [email protected] P.O.Box 289-1000, San José, Costa Rica, C.A. www.revistamaterika.com

Impreso en Costa Rica. Reservados todos los derechos. Prohibida la reproducción no autorizada por cualquier medio del contenido total o parcial de esta publicación. Hecho el depósito que dicta la ley.

861. 6 M867t Moro, César La tortuga ecuestre / César Moro -- San José Costa Rica: . Artedition, 2017. 70 p. ISBN 978-9930-9621-0-7

1. RETORICA 2.LITERATURA 3.POESIA I.Peña, Alfonso, edit lit. I.Gazel, Amirah, edit lit. II.Título

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EL FUEGO Y LA POESÍA EN CÉSAR MORO

Omar Castillo

Finalizando el siglo XIX e iniciándose el XX, los poetas afines al movimiento Modernista hispanoamericano impulsado por Rubén Darío tenían a la ciudad de París como el centro de su imaginario, como el abracadabra de sus sueños tanto en el ámbito de lo poético como en el de las demás expresiones del arte. Todos ellos le adjudicaban a esa ciudad un magma de inspiración y creatividad que bordeaba lo extravagante, al punto que si un poeta o artista no pasaba por ella, de seguro sus capacidades creativas eran puestas en duda y corría el riesgo de quedar al margen del mundillo cultural, es decir, en los extramuros de su época. Dado el solapado ambiente social y de cultura de plaza de mercado que se vivía en casi todas las poblaciones hispanoamericanas, las realidades de una ciudad como París resultaban fascinantes, propicias para la existencia mundana y la constatación del carácter propio del ser humano residente en una urbe. Es indudable que en esos años el mundo, en casi todas sus nociones, se recogía en una ciudad como esa, y los artistas nacidos en ella, como quienes se hacían adoptar por ella, contribuían con sus creaciones para el brillo del amplio espectro de sus laberintos y encantos, tanto los intangibles como los tangibles. Uno de los creadores que asumió el reto de develar los significados de vivir los trajines y los efectos de un ambiente como el que propiciaba París, fue Charles Baudelaire, tanto en su obra poética, como en sus ensayos sobre arte y demás artículos periodísticos. Su escritura explora y recoge los síntomas nerviosos, íntimos y sociales de su tiempo, a tal punto que lo convierten a él en un arquetipo literario, símbolo de una época y de una condición humana.

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Otro de los poetas significativos de la cultura y el arte propiciados por el París de esos años, fue Stéphane Mallarmé, quien inició su experiencia poética teniendo como referente a Baudelaire. La quebrazón a la cual Mallarmé somete su yo, y la forma como lleva esta vivencia a la escritura, rebasa los límites conocidos, dando a sus poemas matices irreconocibles, novedosos. Su obra es un paso esencial dado por la poesía escrita en Occidente. Se podría decir que, con ella, Occidente adquiere una identidad nerviosa en su decir y de fragmento en su contenido. Lo hermético de su lenguaje es luz revelando las manchas por donde se moviliza la mente humana, tanto en lo diurno como en lo nocturno de su condición. En las primeras tres décadas del siglo XX París seguía siendo centro migratorio para los poetas y los artistas del mundo. En la ciudad se vivían la bohemia y los anhelos humanos llevados al delirio de lo racional, mientras las nociones y los ideales hasta entonces concebidos eclosionaban, dejando en su lugar la intemperie de otra realidad por descubrir. Empero, la fiesta y el esnobismo producían el ruido suficiente para hacer creer que en los salones de París el mundo era un carnaval interminable. Así hasta 1914 cuando explota la guerra y, con ella, el tejido de sueños y realidades en sus clínicas interpretaciones racionales. Entonces, en medio de tal descomposición surgen las propuestas de la poética Surrealista anunciando una utópica moral del inconsciente. A París llega César Moro (Lima, 1903-1956) en 1925. Llegaba a esa ciudad manteniendo la actitud iniciada en Hispanoamérica por los poetas, escritores y artistas afines al Modernismo que buscaban airear sus ámbitos creativos y

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encontrar el reconocimiento artístico en ella. De sus vivencias parisinas se sabe que en 1928 se adhiere al grupo Surrealista comandado por André Breton y colabora en Le surréalisme au service de la révolution. También, que en esos años adopta el idioma francés para la escritura de su poesía. El impacto recibido en su encuentro con el Surrealismo y su compromiso con los principios de vida y creación preconizados por el Manifeste du surréalisme publicado por André Breton en 1924, se hacen fundamentales para su existencia y para su escritura. En 1933 abandona París y regresa al Perú, a Lima, donde, en compañía de Emilio Adolfo Westphalen, intenta inocular el vigor creador del Surrealismo en actividades que chocan con las convenciones de la Lima de entonces. En 1938 se establece en Ciudad de México donde comparte con Wolfgang Paalen, Remedios Varo, Leonora Carrington, Benjamin Péret y poetas mexicanos del grupo Contemporáneos, entre los cuales se distingue su amistad con Xavier Villaurrutia. En México escribe en español, entre 1938 y 1939, los 13 poemas que componen La tortuga ecuestre, libro descomunal, resultado de sus íntimas experiencias amorosas narradas en versos y ritmos insólitos, desbordados en el aprehender de las imágenes con que el poeta intenta expresar la pasión y el desgarramiento producto de esa vivencia. La tortuga ecuestre es un libro inaudito en mitad de las formas estiladas hasta entonces en el tema amatorio, tan caro en la tradición hispana. Libro espléndido y atormentado por la plenitud y el desasosiego cuando el amor transgrede el orden representado en la cicatriz “del pecado original” que escinde y condiciona la realidad humana. Y es que la escritura de La tortuga ecuestre se resuelve en una fábula de vértigo cuando la magnitud de sus palabras impacta las realidades y la otredad del lector atento.

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Entonces el lector se ve adentrado en el atónito de versos entregados por el poeta en una avalancha hasta entonces insospechada en el idioma español. La escritura de estos 13 poemas hace crujir los aparatosos modales del idioma y su rutina impuesta como norma para el afecto cae arrasada por la pasión, permitiendo así la realidad de una escritura no sometida por la familiaridad que canoniza el habla, máxime cuando se trata de asuntos como los del amor que, igual al magma constante de la existencia, se comporta sin límites en sus raíces y en el devenir de sus tramas:

Amo la rabia de perderte Tu ausencia en el caballo de los días Tu sombra y la idea de tu sombra Que se recorta sobre un campo de agua Tus ojos de cernícalo en las manos del tiempo Que me deshace y te recrea El tiempo que amanece dejándome más solo Al salir de mi sueño que un animal antediluviano perdido en la sombra de los días Como una bestia desdentada que persigue su presa En el poema de La tortuga ecuestre “El fuego y la poesía”, en sus seis numerales, el poeta trae a la escena del lenguaje lo aprehendido por él tras el encuentro con un cuerpo, con una piel hecha única realidad que cubre y padece cuanto ha acumulado la historia humana en el escenario del mundo. Cuerpo amado reventando “los días y las horas de desnudez eterna” hasta la rabia de su pérdida. Es una ausencia expuesta en la línea del espanto trazada por “una bestia desdentada que persigue su presa” tras los signos del asombro acumulados en la intimidad “como una piedra sobre una isla que se hunde”, quedando el poeta, y su lector, a

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merced del impacto de las palabras que visten la lentitud de un olvido. Soledad hecha por el fuego del tiempo que termina labrando los labios y su decir en los rescoldos de la ceniza de un “alfabeto enfurecido”. Al cabo de la escena, el agua, con la que el poeta no conseguirá borrar el ardor impreso en su memoria, mantiene sus lentas y mínimas variaciones. Las Cartas escritas por César Moro en 1939, paralelas en su escritura a la de los poemas de La tortuga ecuestre, hoy son inseparables del libro, pues son un nítido correlato de la experiencia vital que hizo posible el ímpetu amoroso y demoledor revelado en tales poemas. Dice en una de ellas: “Sólo pido a la vida que nunca me deje un momento de reposo, que mientras haya un soplo de vida en mí, me torture y me enloquezca tu recuerdo, que cada día se me haga más odiosa tu ausencia y que por una fuerza incontenible me llegue a encerrar en una soledad que no esté habitada sino por tu presencia”. Se hace alucinante el silencio y la noción de olvido que esta escritura participa. No reconocer como poemas en prosa estas Cartas, sería ignorar los aportes logrados para la poesía por quienes han creído en el ritmo exploratorio de las palabras, en su capacidad analógica para penetrar en el magma mismo de la realidad o de la otredad que les permita significar su decir. La obra poética de César Moro se constituye en una muestra de las provocadoras búsquedas practicadas en las vetas del lenguaje y de los hallazgos obtenidos en ellas para la ampliación significante del idioma español. La forma como él realiza la escritura de sus versos y la ausencia en ellos de toda puntuación, les permite a sus poemas un ritmo en construcción constante, tuquio de imágenes produciendo una imantación de dibujo que revela lo impredecible de sus hallazgos, el súbito instante de toda palabra resurgiendo de entre las cenizas para atrapar la atención del lector atento.

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Después de la descomunal avalancha de palabras e imá-genes con las que César Moro asume la escritura de La tortuga ecuestre y de las Cartas, pareciera quedar sumido en un instante de sosiego cuando, entre 1939 y 1941, escribe en francés Le château de grisou (El castillo de grisú), libro del cual se puede leer la traduc-ción al español hecha por Ricardo Silva-Santisteban. Los de Le château de grisou son poemas donde la piel, el cuerpo amado y el ardor que despertaron, empiezan a ser guardados en el silencio de la memoria y, siendo evidente que no poseen el fragor de los poemas de La tortuga ecuestre, la manera como el poeta asume su sustancia sensual le permite elaborar una escritura contenida y críptica, como un volcán a punto de reventar en las palabras que lo contienen. En 1942 escribe en francés el poema Lettre d’amour (Carta de amor), del que se puede leer la traducción hecha por Emilio Adolfo Westphalen. Lettre d’amour parece fundarse en el ímpetu y la fuerza que hicieron posible los poemas de La tortuga ecuestre: ¿No era tu sonrisa el bosque resonante de mi infancia no eras tú el manantial la piedra desde siglos escogida para reclinar mi cabeza? Pienso tu rostro inmóvil brasa de donde parten la vía láctea y ese pesar inmenso que me vuelve más loco que una araña encendida agitada sobre el mar

Pero no, el ardor y el vigor de esta Carta de amor yace en lo oscuro de la memoria donde un cuerpo, único, nunca más será posible para el abrazo, la caricia y el furor del amor. Tampoco es renuncia, sus versos parecen escritos para anunciar que el poeta

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no olvidará y que en vano pide la sed al fuego. Mientras en los poemas de La tortuga ecuestre, en medio del caos y del dolor producidos por la separación del cuerpo amado, la existencia palpita como experiencia reveladora, en la Carta de amor toda experiencia ha concluido, dejando exhausta la vivencia. Pareciera como si el poeta se entregara a la desolación donde la ausencia del cuerpo amado lo deja, congelando su existencia. En 1948 regresa al Perú, a su natal Lima, donde per-manecerá hasta 1956, año de su muerte. La personal experiencia poética de César Moro y su directa relación con el movimiento Surrealista le permitieron ser conciente del maremágnum de su mundo, de las ascuas vividas por el ser humano del siglo XX. Por lo mismo, no es de extrañar que su escritura surja del riesgo y en el vértigo de la vida, como si el poeta habitara en un alfabeto impactando hacia una realidad desconocida. En el sentido estricto que ello implica en la vida de un ser humano, César Moro fue un rebelde. En las acciones de su existencia y en las de su escritura no pactó con quienes usurpan la integridad de la que puede disponer una persona. Su actitud marginal nos permite creer en el poder de subversión y revelación que poseen las palabras y su escritura en un mundo organizado y justificado en los esplendores de la miseria y la impotencia humana. Aquí cabe citar un verso de uno de sus últimos poemas, escrito en francés el 8 de agosto de 1955, el cual se puede leer en la traducción de Ricardo Silva-Santisteban: “Uno da todo para no tener nada. Siempre para comenzar de nuevo. Es el costo de la vida maravillosa”.

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CÉSAR MORO

LA TORTUGA ECUESTRE

(1938-1939)

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Les ténèbres vertes dans les soirs humides de la belle saison. Charles Baudelaire

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“Con tus ojos de asalto nocturno” collage, Alfonso Peña, Costa Rica 2017.

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VISIÓN DE PIANOS APOLILLADOS CAYENDO EN RUINAS

El incesto representado por un señor de levita Recibe las felicitaciones del viento caliente del incesto Una rosa fatigada soporta un cadáver de pájaro Pájaro de plomo dónde tienes el cesto del canto Y las provisiones para tu cría de serpientes de reloj Cuando acabes de estar muerto serás una brújula borracha Un cabestro sobre el lecho esperando un caballero moribundo de las islas del Pacífico que navega en una tortuga musical divina y cretina Serás un mausoleo a las víctimas de la peste o un equilibrio pasajero entre dos trenes que chocan Mientras la plaza se llena de humo y de paja y llueve algodón arroz agua cebolla y vestigios de alta arqueología Una sartén dorada con un retrato de mi madre Un banco de césped con tres estatuas de carbón Ocho cuartillas de papel manuscritas en alemán Algunos días de la semana en cartón con la nariz azul Pelos de barba de diferentes presidentes de la república del Perú clavándose como fechas de piedra en la calzada y produciendo un patriotismo violento en los enfermos de la vejiga Serás un volcán minúsculo más bello que tres perros sedientos haciéndose reverencias y recomendaciones sobre la manera de hacer crecer el trigo en pianos fuera de uso

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El olor fino solitario de tus axilas Un hacinamiento de coronas de paja y heno fresco cortado con dedos y asfódelos y piel fresa y galopes lejanos como perlas Tu olor de cabellera bajo el agua azul con peces negros y estrellas de mar y estrellas de cielo bajo la nieve incalculable de tu mirada Tu mirada de holoturia de ballena de pedernal de lluvia de diarios de suicidas húmedos los ojos de tu mirada de pie de madrépora Esponja diurna a medida que el mar escupe ballenas enfermas y cada escalera rechaza a su viandante como la bestia apestada que puebla los sueños del viajero Y golpes centelleantes sobre las sienes y la ola que borra las centellas para dejar sobre el tapiz la eterna cuestión de tu mirada de objeto muerto tu mirada podrida de flor

EL OLOR Y LA MIRADA

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Las ramas de luz atónita poblando innumerables veces el área de tu frente asaltada por olas Asfaltada de lumbre tejida de pelo tierno y de huellas leves de fósiles de plantas delicadas Ignorada del mundo bañando tus ojos y el rostro de lava verde ¡Quién vive! Apenas dormido vuelvo de más lejos a tu encuentro de tinieblas a paso de chacal mostrándote caracolas de espuma de cerveza y probables edificaciones de nácar enfangado Vivir bajo las algas El sueño en la tormenta sirenas como relámpagos el alba incierta un camino de tierra en medio de la tierra y nubes de tierra y tu frente se levanta como un castillode nieve y apaga el alba y el día se enciende y vuelve la noche y fasces de tu pelo se interponen y azotan el rostro helado de la noche Para sembrar el mar de luces moribundas Y que las plantas carnívoras no falten de alimento Y crezcan ojos en las playas Y las selvas despeinadas giman como gaviotas

UN CAMINO DE TIERRA EN MEDIO DE LA TIERRA

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“El humo vuelve y se acumula” collage, Alfonso Peña, Costa Rica 2017.

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No renunciaré jamás al lujo insolente al desenfreno suntuoso de pelos como fasces finísimas colgadas de cuerdas y de sables Los paisajes de la saliva inmensos y con pequeños cañones de plumafuentes El tornasol violento de la saliva La palabra designando el objeto propuesto por su contrario El árbol como una lamparilla mínima La pérdida de las facultades y la adquisición de la demencia. El lenguaje afásico y sus perspectivas embriagadoras La logoclonia el tic la rabia el bostezo interminable La estereotipia el pensamiento prolijo El estupor El estupor de cuentas de cristal El estupor de vaho de cristal de ramas de coral de bronquios y de plumas El estupor submarino y terso resbalando perlas de fuego impermeable a la risa como un plumaje de ánade delante de los ojos El estupor inclinado a la izquierda flameante a la derecha de columnas de trapo y de humo en el centro detrás de una escalera vertical sobre un columpio Bocas de dientes de azúcar y lenguas de petróleo renacientes y moribundas descuelgan coronas sobre senos opulentos bañados de miel y de racimos ácidos y variables de saliva El estupor robo de estrellas gallinas limpias labradas en roca y tierra firme mide la tierra del largo de los ojos El estupor joven paria de altura afortunada El estupor mujeres dormidas sobre colchones de cáscaras

A VISTA PERDIDA

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de fruta coronadas de cadenas finas desnudas El estupor los trenes de la víspera recogiendo los ojos dispersos en las praderas cuando el tren vuela y el silencio no puede seguir al tren que tiembla El estupor como ganzúa derribando puertas mentales desvencijando la mirada de agua y la mirada que se pierde en lo umbrío de la madera seca Tritones velludos resguardan una camisa de mujer que duerme desnuda en el bosque y transita la pradera limitada por procesos mentales no bien definidos sobrellevando interrogatorios y respuestas de las piedras desatadas y feroces teniendo en cuenta el último caballo muerto al nacer el alba de las ropas íntimas de mi abuela y gruñir mi abuelo de cara a la pared El estupor las sillas vuelan al encuentro de un tonel vacío cubierto de yedra pobre vecina del altillo volador pidiendo el encaje y el desagüe para los lirios de manteleta primaria mientras una mujer violenta se remanga las faldas y enseña la imagen de la Virgen acompañada de cerdos coronados con triple corona y moños bicolores La medianoche se afeita el hombro izquierdo sobre el hombro derecho crece el pasto pestilente y rico en aglomeraciones de minúsculos carneros vaticinadores y de vitaminas pintadas de árboles de fresca sombrilla con caireles y rulos Los miosotis y otros pesados geranios escupen su miseria El grandioso crepúsculo boreal del pensamiento esquizofrénico La sublime interpretación delirante de la realidad No renunciaré jamás al lujo primordial de tus caídas vertiginosas oh locura de diamante

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“Sin cerrar los ojos” collage, Amirah Gazel, Costa Rica 2017.

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EL MUNDO ILUSTRADO

Igual que tu ventana que no existe Como una sombra de mano en un instrumento fantasma Igual que las venas y el recorrido intenso de tu sangre Con la misma igualdad con la continuidad preciosa que me asegura idealmente tu existencia A una distancia A la distancia A pesar de la distancia Con tu frente y tu rostro Y toda tu presencia sin cerrar los ojos Y el paisaje que brota de tu presencia cuando la ciudad no era no podía ser sino el reflejo inútil de tu presencia de hecatombe Para mejor mojar las plumas de las aves Cae esta lluvia de muy alto Y me encierra dentro de ti a mí solo Dentro y lejos de ti Como un camino que se pierde en otro continente

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OH FUROR EL ALBA SE DESPRENDE DE TUS LABIOS Vuelves en la nube y en el aliento Sobre la ciudad dormida Golpeas a mi ventana sobre el mar A mi ventana sobre el sol y la luna A mi ventana de nubes A mi ventana de senos sobre frutos ácidos Ventana de espuma y sombra Ventana de oleaje Sobre altas mareas vuelven los peñascos en delirio y la alucinación precisa de tu frente Sobre altas mareas tu frente y más lejos tu frente y la luna es tu frente y un barco sobre el mar y las adorables tortugas como soles poblando el mar y las algas nómadas y las que fijas soportan el oleaje y el galope de nubes persecutorias el ruido de las conchas las lágrimas eternas de los cocodrilos el paso de las ballenas la creciente del Nilo el polvo faraónico la acumulación de datos para calcular la velocidad del crecimiento de las uñas en los tigres jóvenes la preñez de la hembra del tigre el retozo de albor de los aligátores el veneno en copa de plata las primeras huellas humanas sobre el mundo tu rostro tu rostro tu rostro Vuelven como el caparazón divino de la tortuga difunta envuelto en luz de nieve El humo vuelve y se acumula para crear representaciones tangibles de tu presencia sin retorno El pelo azota el pelo vuelve no se mueve el pelo golpea sobre un tambor finísimo de algas sobre un tambor de ráfaga de viento

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Bajo el cielo inerme venciendo su distancia golpeas sin sonido La fatalidad crece y escupe fuego y lava y sombra y humo de panoplias y espadas para impedir tu paso Cierro los ojos y tu imagen y semejanza son el mundo La noche se acuesta al lado mío y empieza el diálogo al que asistes como una lámpara votiva sin un murmullo parpadeando y abrasándome con una luz tristísima de olvido y de casa vacía bajo la tempestad nocturna El día se levanta en vano Yo pertenezco a la sombra y envuelto en sombra yazgo sobre un lecho de lumbre

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“Sobre altas mareas” collage, Alfonso Peña, Costa Rica 2017.

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EL HUMO SE DISIPA

Adonde voraz y ciego Es el Minotauro el fuego Y es el laberinto el humo

Calderón de la Barca

Tu aliento es como la mejor mañana fresca de olor de aves y de mar un velamen cruza veloz la foresta interdicta de tu aliento donde los pájaros se columpian picoteando estrellas mientras un galope tendido de gacelas trastorna las flores y las convierte en piedras de luna y el silencio recorre la escala de tu aliento de fuente y de montaña nevada Frente a frente tu aliento el soplo aterrador de la primavera en los bosques de nieve eterna iniciando el desfile de los témpanos coronados de osos polares flameantes Tu aliento certero en medio del corazón una piedra que cae en el estanque dormido y levanta géiseres de estrellas enloquecidas que buscan su origen en tu boca Tu aliento es un despeñadero en el que caen árboles enteros y el ruido se tapiza y las frutas maduras y todo se volatiza en una caída sin término La mañana perfila los cendales de tu aliento y la tormenta tiene olor de tu saliva y tu saliva es el cráter de donde vuelan los peñascos enfurecidos portadores de mensajes ilegibles Tu aliento de meteorito disparado desde el cielo cayendo en un bosque ardiente chamuscando leopardos y provocando el alarido de los elementos Tu aliento es humareda de ignición de poemas obscenos tu aliento precipitándose a mansalva sobre campos inmensos bajo la luna Tu aliento en la mañana la nostalgia de la noche fulgurante de rayos que bordan en el cielo las cataratas de tu aliento

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VIENES EN LA NOCHE CON EL HUMO FABULOSO DE TU CABELLERA

Apareces La vida es cierta El olor de la lluvia es cierto La lluvia te hace nacer Y golpear a mi puerta Oh árbol Y la ciudad el mar que navegaste Y la noche se abren a tu paso Y el corazón vuelve de lejos a asomarse Hasta llegar a tu frente Y verte como la magia resplandeciente Montaña de oro o de nieve Con el humo fabuloso de tu cabellera Con las bestias nocturnas en los ojos Y tu cuerpo de rescoldo Con la noche que riegas a pedazos Con los bloques de noche que caen de tus manos Con el silencio que prende a tu llegada Con el trastorno y el oleaje Con el vaivén de las casas Y el oscilar de luces y la sombra más dura Y tus palabras de avenida fluvial Tan pronto llegas y te fuiste Y quieres poner a flote mi vida Y sólo preparas mi muerte Y la muerte de esperar Y el morir de verte lejos Y los silencios y el esperar el tiempo

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Para vivir cuando llegas Y me rodeas de sombra Y me haces luminoso Y me sumerges en el mar fosforescente donde acaece tu estar Y donde sólo dialogamos tú y mi noción oscura y pavorosa detu ser Estrella desprendiéndose en el apocalipsis Entre bramidos de tigres y lágrimas De gozo y gemir eterno y eterno Solazase en el aire rarificado En que quiero aprisionarte Y rodar por la pendiente de tu cuerpo Hasta tus pies centelleantes Hasta tus pies de constelaciones gemelas En la noche terrestre Que te sigue encadenada y muda Enredadera de tu sangre Sosteniendo la flor de tu cabeza de cristal moreno Acuario encerrando planetas y caudas Y la potencia que hace que el mundo siga en pie y guarde el equilibrio de los mares Y tu cerebro de materia luminosa Y mi adhesión sin fin y el amor que nace sin cesar Y te envuelve Y que tus pies transitan Abriendo huellas indelebles Donde puede leerse la historia del mundo Y el porvenir del universo Y ese ligarse luminoso de mi vida A tu existencia

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“Fulgor y sombra” collage, Amirah Gazel, Costa Rica 2017.

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BATALLA AL BORDE DE UNA CATARATA

Tener entre las manos largamente una sombra De cara al sol Tu recuerdo me persiga o me arrastre sin remedio Sin salida sin freno sin refugio sin habla sin aire El tiempo se transforma en casa de abandono En cortes longitudinales de árboles donde tu imagen se disuelve en humo El sabor más amargo que la historia del hombre conozca El mortecino fulgor y la sombra El abrir y cerrarse de puertas que conducen al dominio encantado de tu nombre Donde todo perece Un inmenso campo baldío de hierbas y de pedruscos interpretables Una mano sobre una cabeza decapitada Los pies Tu frente Tu espalda de diluvio Tu vientre de aluvión un muslo de centellas Una piedra que gira otra que se levanta y duerme en pie Un caballo encantado un arbusto de piedra un lecho de piedra Una boca de piedra y ese brillo que a veces me rodea Para explicarme en letra muerta las prolongaciones misteriosas de tus manos que vuelven con el aspecto amenazante de un cuarto modesto con una cortina roja que se abre ante el infierno Las sábanas el cielo de la noche El sol el aire la lluvia el viento Sólo el viento que trae tu nombre

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LA LEVE PISADA DEL DEMONIO NOCTURNO En el gran contacto del olvido A ciencia cierta muerto Tratando de robarte a la realidad Al ensordecedor rumor de lo real Levanto una estatua de fango purísimo De barro de mi sangre De sombra lúcida de hambre intacto De jadear interminable Y te levantas como un astro desconocido Con tu cabellera de centellas negras Con tu cuerpo rabioso e indomable Con tu aliento de piedra húmeda Con tu cabeza de cristal Con tus orejas de adormidera Con tus labios de fanal Con tu lengua de helecho Con tu saliva de fluido magnético Con tus narices de ritmo Con tus pies de lengua de fuego Con tus piernas de millares de lágrimas petrificadas Con tus ojos de asalto nocturno Con tus dientes de tigre Con tus venas de arco de violín Con tus dedos de orquesta Con tus uñas para abrir las entrañas del mundo Y vaticinar la pérdida del mundo En las entrañas del alba Con tus axilas de bosque tibio Bajo la lluvia de tu sangre Con tus labios elásticos de planta carnívora

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Con tu sombra que intercepta el ruido Demonio nocturno Así te levantas para siempre Pisoteando el mundo que te ignora Y que ama sin saber tu nombre Y que gime tras el olor de tu paso De fuego de azufre de aire de tempestad De catástrofe intangible y que merma cada día Esa porción en que se esconden los designios nefastos y la sospecha que tuerce la boca del tigre que en las mañanas escupe para hacer el día

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“Cabellera de centellas negras” collage de Alfonso Peña, Costa Rica 2017.

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EL FUEGO Y LA POESÍA

En el agua dorada el sol quemante refleja la mano del cenit.

I Amo el amor El martes y no el miércoles Amo el amor de los estados desunidos El amor de unos doscientos cincuenta años Bajo la influencia nociva del judaísmo sobre la vida monástica De las aves de azúcar de heno de hielo de alumbre o de bolsillo Amo el amor de faz sangrienta con dos inmensas puertas al vacío El amor como apareció en doscientas cincuenta entregas durante cinco años El amor de economía quebrantada Como el país más expansionista Sobre millares de seres desnudos tratados como bestias Para adoptar esas sencillas armas del amor Donde el crimen pernocta y bebe el agua clara De la sangre más caliente del día II

Amo el amor de ramaje denso Salvaje al igual de una medusa El amor-hecatombe Esfera diurna en que la primavera total Se columpia derramando sangre

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El amor de anillos de lluvia De rocas transparentes De montañas que vuelan y se esfuman Y se convierten en minúsculos guijarros El amor como una puñalada Como un naufragio La pérdida total del habla del aliento El reino de la sombra espesa Con los ojos salientes y asesinos La saliva larguísima La rabia de perderse El frenético despertar en medio de la noche Bajo la tempestad que nos desnuda Y el rayo lejano transformando los árboles En leños de cabellos que pronuncian tu nombre Los días y las horas de desnudez eterna III Amo la rabia de perderte Tu ausencia en el caballo de los días Tu sombra y la idea de tu sombra Que se recorta sobre un campo de agua Tus ojos de cernícalo en las manos del tiempo Que me deshace y te recrea El tiempo que amanece dejándome más solo Al salir de mi sueño que un animal antediluviano perdido en la sombra de los días Como una bestia desdentada que persigue su presa Como el milano sobre el cielo evolucionando con una precisión de relojería Te veo en una selva fragorosa y yo cerniéndome sobre ti

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Con una fatalidad de bomba de dinamita Repartiéndome tus venas y bebiendo tu sangre Luchando con el día lacerando el alba Zafando el cuerpo de la muerte Y al fin es mío el tiempo Y la noche me alcanza Y el sueño que me anula te devora Y puedo asimilarte como un fruto maduro Como una piedra sobre una isla que se hunde IV

El agua lenta el camino lento los accidentes lentos Una caída suspendida en el aire el viento lento El paso lento del tiempo lento La noche no termina y el amor se hace lento Las piernas se cruzan y se anudan lentas para echar raíces La cabeza cae los brazos se levantan El cielo de la cama la sombra cae lenta Tu cuerpo moreno como una catarata cae lento En el abismo Giramos lentamente por el aire caliente del cuarto caldeado Las mariposas nocturnas parecen grandes carneros Ahora sería fácil destrozarnos lentamente Arrancarnos los miembros beber la sangre lentamente Tu cabeza gira tus piernas me envuelven Tus axilas brillan en la noche con todos sus pelos Tus piernas desnudas En el ángulo preciso El olor de tus piernas La lentitud de percepción El alcohol lentamente me levanta

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El alcohol que brota de tus ojos y que más tarde Hará crecer tu sombra Mesándome el cabello lentamente subo Hasta tus labios de bestia V

Verte los días el agua lenta Una cabellera la arena de oro Un volcán regresa a su origen Verte si cuento las horas La espalda del tiempo divinamente llagada Un ánfora desnuda hiende el agua El rocío guarda tu cuerpo En lo recóndito de una montaña mágica Cubierta de zapatos de muñeca y de tarjetas de visita de los dioses Armodio Nerón Calígula Agripina Luis II de Baviera Antonio Cretina César Tu nombre aparece intermitente Sobre un inmenso ombligo de panadería A veces ocupa el horizonte A veces puebla el cielo en forma de minúsculas abejas Siempre puedo leerlo en todas direcciones Cuando se agranda y se complica de todas las palabras que lo siguen O cuando no es sino un enorme pedazo de lumbre O el paso furtivo de las bestias del bosque O una araña que se descuelga lentamente sobre mi cabeza O el alfabeto enfurecido

VI

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El agua lenta las variaciones mínimas lentas El rostro leve lento El suspiro cortado leve Los guijarros minúsculos Los montes imperceptibles El agua cayendo lenta Sobre el mundo Junto a tu reino calcinante Tras los muros el espacio Y nada más el gran espacio navegable El cuarto sube y baja Las olas no hacen nada El perro ve la casa Los lobos se retiran El alba acecha para asestarnos su gran golpe Ciegos dormidos Un árbol ha crecido En vano cierro las ventanas Miro la luna El viento no ha cesado de llamar a mi puerta La vida oscura empieza

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“Sospecha pavorosa” collage, Amirah Gazel, Costa Rica 2017.

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LA VIDA ESCANDALOSA DE CÉSAR MORO

Dispérsame en la lluvia o en la humareda de los torrentes que pasan Al margen de la noche en que nos vemos tras el correr de nubes Que se muestran a los ojos de los amantes que salen De sus poderosos castillos de torres de sangre y de hielo Teñir el hielo rasgar el salto de tardíos regresos Mi amigo el Rey me acerca al lado de su tumba real y real Donde Wagner hace la guardia a la puerta con la fidelidad Del can royendo el hueso de la gloria Mientras lluvias intermitentes y divinamente funestas Corroen el peinado de tranvía aéreo de los hipocampos relapsos Y homicidas transitando la terraza sublime de las apariciones En el bosque solemne carnívoro y bituminoso Donde los raros pasantes se embriagan los ojos abiertos Debajo de grandes catapultas y cabezas elefantinas de carneros Suspendidos según el gusto de Babilonia o del Transtévere El río que corona tu aparición terrestre saliendo de madre Se precipita furioso como un rayo sobre los vestigios del día Falaz hacinamiento de medallas de esponjas de arcabuces Un toro alado de significativa alegría muerde el seno o cúpula De un templo que emerge en la luz afrentosa del día en medio de las ramas podridas y leves de la hecatombe forestal Dispérsame en el vuelo de los caballos migratorios En el aluvión de escorias coronando el volcán longevo del día En la visión aterradora que persigue al hombre al acercarse

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la hora entre todas pasmosas del mediodía Cuando las bailarinas hirvientes están a punto de ser decapitadas Y el hombre palidece en la sospecha pavorosa de la aparición definitiva trayendo entre los dientes el oráculo legible como sigue: Una navaja sobre un caldero atraviesa un cepillo de cerdas de di-mensión ultrasensible; a la proximidad del día las cerdas se alargan hasta tocar el crepúsculo; cuando la noche se acerca las cerdas se transforman en una lechería de apariencia modesta y campesina. Sobre la navaja vuela un halcón devorando un enigma en forma de condensación de vapor; a veces es un cesto colmado de ojos de animales y de cartas de amor lle-nas con una sola letra; otras veces un perro laborioso devora una cabaña iluminada por dentro. La obscuridad envolvente puede interpretarse como una ausencia de pensamiento provocada por la proximidad invisible de un estanque subterráneo habitado por tortugas de primera magnitud.

El viento se levanta sobre la tumba real Luis II de Baviera despierta entre los escombros del mundo Y sale a visitarme trayendo a través del bosque circundante Un tigre moribundo Los árboles vuelan a ser semillas y el bosque desaparece Y se cubre de niebla rastrera Miríadas de insectos ahora en libertad ensordecen el aire Al paso de los dos más hermosos tigres del mundo

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“Un ojo de avestruz” collage, Amirah Gazel, Costa Rica 2017.

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VARIOS LEONES AL CREPÚSCULO LAMENLA CORTEZA RUGOSA DE LA TORTUGA ECUESTRE

A Alice Rahon y a Valentine Penrose

En la desaparición de los malgaches en la desaparición de los mandarines de tela metálica fresca en la construcción de granjas-modelo para gallinas elefantinas en el renacimiento de la sospecha de una columna abierta al mediodía en el agua telefónica con alambres de naranja y de entrepierna en el alveolo sordo y ciego con canastas de frutas y pirámides encinta gruesas como alfileres de cabeza negra en la sombra rápida de un halcón de antaño perdido en los pliegues fríos bajo un pálido sol de salamandras de alguna tapicería fúnebre en el rincón más hermético de una superficie accidentada como el rostro de la luna en la espuma de la rabia del sol anochecido en el beso negro de la histeria en el lenguaje de albor de los idiotas o en el vuelo impecable de una ostra desplazándose de su palacio de invierno a su palacio de verano entre colchones de algas ninfómanas y corales demente- precoces y peces libres como el viento empecinado golpeando mi cabeza nictálope en el crepúsculo para familias retiradas al estercolero o en gallinas endemoniadas en un ojo de avestruz de trapo sangriento coronada de humo de cabelleras de momias reales evaporantes infanticidas

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en la sonrisa afrentosa de un lagarto destripado al sol a las doce del día bajo un árbol sobre un techo a oscuras en la cama a mil pies bajo el mar sobre la almohada húmeda de lluvia en el bosque desnudo como un espectro de perro de familia dinástica violenta y salitrosa como soplo de elefante sobre un muro de piedra fina en el empobrecimiento progresivo y luminoso de un tigre que se vuelve translúcido sobre el cuerpo de una mujer desnuda una mujer desnuda hasta la cintura un hombre y un niño desnudos varios guijarros desnudos bajo el frío de la noche una azotea a todo sol unos despojos de aves de corral un baño y su bañadera rota por el rayo un caballo acostado sobre un altar de ónix con incrustaciones de piel humana una cabellera desnuda flameante en la noche al mediodía en el sitio en que invariablemente escupo cuando se aproxima el Ángelus

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Omar Castillo, Medellín, Colombia 1958. Poeta, ensayista y narrador. Algunos de sus libros publicados son: Obra poética 2011-1980, Ediciones Pedal Fantasma (2011), Huella estampida, obra poética 2012-1980, el cual se abre con el inédito Imposible poema posible, y se adentra sobre los otros libros publicados por Omar Castillo en sus más de 30 años de creación poética, Ambrosía Editores (2012), el libro de ensayos: En la escritura de otros, ensayos sobre poesía hispanoamericana, Editorial Pi (2014) y el libro de narraciones cortas Relatos instantáneos, Ediciones otras palabras (2010). De 1984 a 1988 dirigió la revista de poesía, cuento y ensayo Otras palabras, de la que se publicaron 12 números. Y de 1991 a 2010, dirigió la revista de poesía Interregno, de la que se publicaron 20 números. En 1985 fundó y dirigió, hasta 2010, Ediciones otras palabras. Ha sido incluido en antologías de poesía colombiana e hispanoamericana. Poemas, ensayos, narraciones y artículos suyos son publicados en revistas y periódicos de Colombia y de otros países.

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ÍNDICE

Pág.

• Omar Castillo, El fuego y la poesía en César Moro 7

• Visión de pianos apolillados cayendo en ruinas 21 • El olor y la mirada 22

• Un camino de tierra en medio de la tierra 23

• A vista perdida 25

• El mundo ilustrado 29

• Oh furor el alba se desprende de tus labios 30

• El humo se disipa 33

• Vienes en la noche con el humo fabuloso de tu cabellera 34

• Batalla al borde de una catarata 37

• La leve pisada del demonio nocturno 38

• El fuego y la poesía 41

• La vida escandalosa de César Moro 47

• Varios leones al crepúsculo lamen la corteza 51rugosa de la tortuga ecuestre

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La tortuga ecuestreSe terminó de imprimir en el mes de noviembre 2017La primera edición fue impresa en los talleres gráficos

de la Editorial Alma MaterLa edición estuvo al cuidado de Amirah Gazel

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