capitvlvm ix - el perro en la antigüedad

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Germán González Muñoz

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Germán González Muñoz

Según Homero, Vulcano fabricó un perro forjado en bronce para regalárselo a Zeus, y éste se lo regaló a Europa para obtener sus favores.

También Homero nos cuenta que el perro de Ulises ‘Argos’ esperó su llegada después de 20 años y murió de alegría al verlo de nuevo.

Ciertos perros en Atenas podían alcanzar precios muy elevados como en el caso de Alcibíades que compró un cachorro por 7000 dracmas, más o menos 2500 euros.

Jantipa, la mujer de Sócrates, hizo inhumar a su perro en un promontorio junto al mar.

La ciudad de Corinto fue atacada y defendida por 50 perros guardianes, sólo uno de ellos sobrevivió, ‘Sóter’ que consiguió alertar a la población. Los ciudadanos en agradecimiento a sus salvadores erigieron un monumento en memoria de los 49 perros. El perro sobreviviente fue honrrado, pensionado y puesto bajo la protección de la ciudad.

Aristóteles distinguía siete razas de perro en Grecia: el Epiro, pastor grande y fuerte, el Meliteo, pequeño y delicado, y antepasado del Maltés, los guardianes perros de Laconia, los molosos, muy apreciados por los cazadores, los de Cirene, Egipto y la India.

En Grecia el perro más importante era el Moloso, que se identifica con el mastín mesopotámico. Su llegada coincide con la segunda Guerra Médica (480 a. C.), ya que Jerjes llevaba con su cortejo poderosos molosos.

También Alejandro Magno los llevó consigo a Épiro y Macedonia, grandes ejemplares capaces de enfrentarse a leones y elefantes, regalo del rey de Albania. Los utilizó en formación en las batallas para sembrar el pánico en las líneas enemigas. Su moloso favorito ‘Periles’ murió combatiendo durante la conquista de la India.

Los Romanos son amantes como los griegos de la caza y no tenían muy claro las diferencias entre las razas caninas.

El sabio Varrón en su obra De rustica aconseja a la hora de adquirir perros para el pastoreo, no educarlos con carniceros ni con cazadores, sino con un pastor, ya que el perro educado con un carnicero atacaría al ganado, y el perro de un cazador saldría detrás de una liebre y abandonaría al ganado.

Por las aptitudes feroces de estos animales se puso de moda entre las clases acomodadas tener perros para proteger la casa. Estos ‘perros de familia’ tenían como antepasado común al moloso mesopotámico.

Se trata de animales de gran estructura, orejas cortas y erguidas, piernas de características felinas y fuertes colmillos. Estos animales eran atados con cadenas cortas lo que aumentaba sin darse cuenta su ferocidad.

Se trata de animales de gran estructura, orejas cortas y erguidas, piernas de características felinas y fuertes colmillos. Estos animales eran atados con cadenas cortas lo que aumentaba sin darse cuenta su ferocidad.

También eran utilizados en actividades bélicas. Estos molosos eran descendientes de los dogos asirios y cumplían funciones de ataque, defensa y enlace.

En la mitología también aparecen estos perros: Acteón sorprende a Artemisa bañándose desnuda y es castigado convirtiéndolo en ciervo que será devorado por sus propios perros de caza. O el dios Ares que con sus perros voraces y carniceros siembra la muerte y la destrucción.

El moloso fue utilizado en el circo romano equipado con un collar de puntas afiladas. En la conquista de Europa por César, sus legiones iban acompañadas por este perro ‘canis pugnacis’. Es un perro de combate con fuerte musculatura, mandíbula de acero que una vez cerrada no desprendía a la presa. Este moloso fue fiel compañero de los gladiadores.

Posteriormente se observa su presencia en el Mediterráneo y después en Inglaterra, donde se popularizó creando una nueva raza. Del cruce de estos antiguos dogos romanos nació en Inglaterra el Bulldog, llamado así porque era utilizado en los combates con toros. En Francia da origen al Dogo de Burdeos y en Alemania al Dogo o Alano alemán o Gran danés.