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DEL GENERAL PÁEZ. 451 CAPITULO XXXVIII. DESOONTENTO GENERAL CON LA ADMINISTRACION 1Il0NÁ.GAS.-ATEN- TADO DEL 24 DE ENERO. - ACTITUD QUE NECESARIAMENTE TU- VE QUE TOMAR.-RESÚMEN DE LAS OPERACIONES CONTRA MO- NÁ.GAS.-TÉRlI1INO DE LA LUCHA.-MI PRISION.-MI LIBERTAD. DE 1847 Á. 1850. Con pesar y disgusto entro en la narracion de sucesos que habrán de recordarme la debilidad é infidencia de los amigos en los momentos de prueba, la saña y encono de ad- versarios poco generosos, y mas que nada, porque no podré en modo alguno disculpar la conducta seguida entonces por el hombre que recientemente, y en sus últimos dias de exis- tenoia, ha redimido las faltas ó errores cometidos, con un gran servicio prestado á la patria en época de ruinosa si- tuaoion, Sin embargo, el derecho de defensa propia y el respeto á la verdad histórica me obligan á continuar mi nar- racion, refiriendo hechos que fueron presenciados por mu- chos individuos que aun existen, y que tuvieron en aquellos parte activa. A poco de haber ocupado la silla presidencial el general José Tadeo Monágas se mostró algo inclinado á los aplausos del partido que había conmovido la República, y un tanto prevenido contra los hombres que ayudaron al gobierno á combatirlo hasta vencerlo. Discordóse con su Ministerio, tanto que sus miembros se ereyeron obligados á presentarle BUS renuncias; removió todos los oficiales de Ia milicia y los reemplazó con sus propias criaturas, careciendo muchos de ellos de los requisitos legales; rehusó nombrar gobernado- res de provincia á las personas designadas por la ley, y con- firió estos empleos á oficiales que con él habían tomado parte en las revoluciones de 1831 y 1835. Recojió y se apoderó de las armas y pertrechos de guerra pertenecientes al Esta-

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DEL GENERAL PÁEZ. 451

CAPITULO XXXVIII.

DESOONTENTO GENERAL CON LA ADMINISTRACION 1Il0NÁ.GAS.-ATEN-

TADO DEL 24 DE ENERO. - ACTITUD QUE NECESARIAMENTE TU-

VE QUE TOMAR.-RESÚMEN DE LAS OPERACIONES CONTRA MO-

NÁ.GAS.-TÉRlI1INO DE LA LUCHA.-MI PRISION.-MI LIBERTAD.

DE 1847 Á. 1850.

Con pesar y disgusto entro en la narracion de sucesosque habrán de recordarme la debilidad é infidencia de losamigos en los momentos de prueba, la saña y encono de ad-versarios poco generosos, y mas que nada, porque no podréen modo alguno disculpar la conducta seguida entonces porel hombre que recientemente, y en sus últimos dias de exis-tenoia, ha redimido las faltas ó errores cometidos, con ungran servicio prestado á la patria en época de ruinosa si-tuaoion, Sin embargo, el derecho de defensa propia y elrespeto á la verdad histórica me obligan á continuar mi nar-racion, refiriendo hechos que fueron presenciados por mu-chos individuos que aun existen, y que tuvieron en aquellosparte activa.A poco de haber ocupado la silla presidencial el general

José Tadeo Monágas se mostró algo inclinado á los aplausosdel partido que había conmovido la República, y un tantoprevenido contra los hombres que ayudaron al gobierno ácombatirlo hasta vencerlo. Discordóse con su Ministerio,tanto que sus miembros se ereyeron obligados á presentarleBUS renuncias; removió todos los oficiales de Ia milicia y losreemplazó con sus propias criaturas, careciendo muchos deellos de los requisitos legales; rehusó nombrar gobernado-res de provincia á las personas designadas por la ley, y con-firió estos empleos á oficiales que con él habían tomado parteen las revoluciones de 1831 y 1835. Recojió y se apoderóde las armas y pertrechos de guerra pertenecientes al Esta-

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do y las puso en manos de sus partidarios; desarmó la miliciaactiva, y llamó al servicio la de reserva sin la prévia autori-zacion que exijia la ley, y con detrimento de la Hacienda pú-blíca que debía dar pré y paga á aquellos cuerpos cuandoeran llamados al servicio.

Alarmados los buenos ciudadanos comenzaron por la pren-Ka :\ denunciar las medidas del gobierno, y la exasperacionllegó nl punto de atacar con denuestos personales y aun conterribles amenazas al que se arrogaba mas facultades de lasconcedidas por las leyes. Creyóse que se trataba de entro-nizar de nuevo el mílitarismo, entregando la República á losrevoltosos demagogos que la habían tantas veces conmovido;decíase quc la rehabilitacion de las malas doctrinas amena-zaba :L la patria con mas violencia que nunca, y que se enca-minaba al oäos atravesando todos los grados de la anarquía.A mi retiro llegaban estos rumorea, comunicados por perso-nas Je acendrado patriotismo y sano juicio, y á nombre dealgunas corporaciones se me suplicó que no abandonara laa1lijida patria cuando creyeron que yo pensaba alejarme deella en busca de sosiego y de descanso.

Llegó á la sazon á Venezuela el general Juan José Floresdespues de 26 años de ausencia, é interesado en la suerte desu patria, apoyó la reiterada excitación que se me habiahecho por varios ciudadanos de pasar á la capital á fin deconvenir en algo útil á la República, y tener una entrevistacon el Presidente para conjurar los males que la amenaza-ban. Parecióme que esta última medida podía producirbuenos resultados, y el 29 de Diciembre de 1847 salí de Ma-racay para ir á esperar al general Monágas en las Cocuizas,punto señalado para la entrevista. Estando en Ia hacien-da de Tovar en el Consejo, recibí una carta suya, en la cualme decia que por hallarse enfermo no podia verse conmigo,segun me había prometido en su carta del 27. Quedó puesfrustrada una entrevista, de Ia cual tal vez hubiera reportadoalguna ventaja la República. Regresé yo á mi casa con muytristes presentimientos, que aumentaban diariamente las no-ticias que recibía de la capital, trasmitidas por ciudadanosamigos de la paz y el órden. Concentrábase un ejército en

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Carácas, sin cuidarse siquiera de pretextos, y al frente de to-das las fuerzas se coloc6 á los facciosos de los años anterio-res. Fieras amenazas se vertían: ostentábanse providenciaspara infundir terror, y la capital se veia en la misma situa-cion de una ciudad que tuviese el enemigo á sus puertas.La prensa daba el grito de alarma sin temor ninguno á. lasconsecuencias que consigo trae la falta de templanza en mo-mentos de gran excitacion, y comenzaron á correr rumoreade que el Presidente se preparaba á romper sangrientashostilidades con el Poder Legislative. Poca fé dieron al-gunos á estas amenazas, y el Sr. Santos Michelena, :í quiense advertia del peligro que iba á correr el Congreso en suspróximas sesiones, contestaba: "iré á Carácas para ver ese18 Brumario. "La Diputacion Provincial de Carácas, de conformidad con

el articulo 161 de la Constitucion, formuló en l°de Diciem-bre de 1846 una acusacion contra las arbitrariedades del Pre-sidente, para presentarla á la Cámara de Representantesinmediatamente despues de la reunion del Congreso. Yapara entónces me preparaba á ausentarme del país y seguirá la Nueva Granada con licencia obtenida préviamente de laadministracion anterior, y en efecto el 3 de Enero de 1848ealí de Maracay, lugar de mi residencia, en viaje para aquellaRepública, dominado de un sentimiento mixto de pena y es-peranzas burladas, mas fácil de concebir que de explicar.

Halläbase la capital ocupada por una fuerza armada, cuandoel 23 de Enero, reunido el Congreso, aprobó la Cámara eleRepresentantes una mocion para que aquel se trasladara äPuerto Cabello, donde esperaba tener mayor libertad y cal-ma para deliberar. El día siguiente se dió lectura á Ia acu-sacien de la Diputacion provincial centra el Presidente, y sepasó á la Comision encargada de abrir concepto sobre las in-fracciones de la Constitucion y de las leyes. Conviene hacerpresente que aquella en su artículo 59 disponía que cuandola Cámara declarara que había lugar á formación de causa,el acusado quedaba de hecho suspenso de su empleo. En elmismo día, y ántes que se hubiese podido tomar ninguna otramedida, una soldadesca compuesta de la milicia de reserva

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armada, con la violencia de un plan preconcebido y contandocon la impunidad, invadió la Cámara como si fuera ciudadelasorprendida por asalto, é hizo fuego sobre los Representan-tes del pueble. Allí cayó herido para luego morir el vir-tuoso Sántos Michelena, que tantos y tan grandes servicioshabía prestado á la Hacienda de Venezuela: la bayoneta deun malvado atravesó el noble pecho del valiente GuillermoSmith, modelo de patriotas, cuyos talentos habian sido tanútiles á su patria adoptiva; los honrados ciudadanos J ulian yJuan García, Argote, de Carácas, y Salas, de Maracaibo, fue-ron otras víctimas del furor de aquella turba desalmada. LOB

demas Representantes se salvaron como pudieron y busca-ron asilo en casa de los ministros extranjeros.

El mismo dia 24 de Enero de 1848, el general José TadeoMonágas me escribió atribuyendo aquel hecho horroroso alpueblo, ypidiéndome consejo. En Calabozo, de marcha para laNueva Granada, recibí el 26 la primera noticia del atentado.¿ Qué partido debia yo tomar al saber aquel crimen cometido.centra la soberanía del pueblo y las libertades de la patria?El patriota, á quien la Naoion había regalado una espada paradefmckr la OOn&tf~ucion ylaa leyes, el jefe militar que tantas ve-ces había combatido las facciones salvando la República dela tiranía del desorden, el ciudadano en quien todos los bue-nos dijeron muchas y repetidas veces que descansaba la con-fianza pública, ¿ había de permanecer impasible cuando veiaconculcados los derechos del pueblo y puestas en peligro lasinstituciones que siempre fueron objeto de su veneracion yrespeto? Quien había contribuido á que Monágas fueseelevado á la Presidencia tenia cierta responsabilidad en susactos, y Ia indiferencia en aquellas circunstancias hubierasido, mas que la aprobacion del crímen, indisculpable conni-vencia.El atentado me llenó de horror, y no vacilé un momento

en adoptar Ia conducta que imperiosamente me señalaba eldeber. Seguido de un puñado de hombres, me trasladé alRastro el 2i de Enero por la mañana, y allí recibí la cartadel general Monágas, á la cual contesté con la siguiente;

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DEL GENEBAL PÁEZ. 455

" EL RASTRO,31 de Enero de 1848.

" Mi fJ8timado gmwal, compañero 11amigo:" Acuso recibo de la carta de V. E. de 24 del presente

mes, en que tiene á bien imponerme del horroroso crimen co-metido por hombres armados contra el Oongreso Nacional,y me convida á salvar la Patria, y á que le auxilie con misconsejos."El 26 recibí la primera noticia del nefario suceso, y con

posterioridad he sido informado de todos los pormenores.Por primera vez he lamentado haber nacido en una tierradonde á nombre de la libertad se cometen tan abominablesatrocidades. Estoy profundamente conmovido. Siento des-trozada mi alma, y oprimido el corazon por un fortísimo do-lor. ¿ Qué ha sucedido en mi patria? me pregunto á mí mis-mo, y no atino con la contestacion. Tan grave y tan extraer-dinario, tan bárbaro y tan inmoral ha sido el hecho del 24 enesa capital, asiento del Gobierno i y hecho ejecutado por unafuerza organizada por el mismo Gobierno. ¿ No tiemblanlos autores de tamaña maldad al divisar los días de amargu-ra que han preparado á la Patria? ¿ Hay quién imagine queun pueblo que ha hecho tantos sacrificios por la libertad, elheróico pueblo de Venezuela, deje pasar sin contradioeion,sin traer á un severo juicio, el degüello de varios de sus dig-nos Representantes en el mismo salon de sus sesiones, y deotros estimables ciudadanos ? Yo pienso todo lo con-trario.

" Agrava mi dolor el convencimiento que me asiste de lagran responsabilidad moral que pesa sobre mí, por háber si-do el mas empeñado en la exaltacion de V. E. á la Presi-dencia. Yo no he tenido ninguna parte en la Administra-cion de V. E., como no la he tenido en las anteriores á queno he pertenecido. No me quejo de esto i pero aí debo asegu-rar á V. E. que si hubiera podido influir algo en su política,nunca le habria aconsejado que dejase de respetar á la so-beranía de la N acion, ni que evadiese el juicio á que le apla-zaba la opinion pública: habria expuesto mi vida al lado deV. E. conteniendo el cuerpo de milicias que atacó al Oongre-

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80, ántes de inclinarle :", que se mostrase indiferente á unatroz crímcn, á un crimen tan inaudito. El pueblo de Cará-cas, ese virtuoso pueble, no obstante las excitaciones conque se procuró alarmarle, <lió ejemplos de moralidad. Elpueble <leCarácas comprendió bien cuánto arriesgaba en elcamino <le la libertad, ayudando á los que concibieron el ne-gro proyecto de asesinar el Congreso.

" En ln situación en que V. E. se ha colocado ¿qué consejospodré darle ~ N o hay quien crea esto posible. V. E. apa-rece á los ojos de Venezuela como el mas grande, el mas in-grato y vengativo <le todos mis enemigos j pero háseme vis-to siempre interesado en destruir tan perjudicial concepto, ytrabajando sin reserva para persuadir á todos, de que estába-mos en la mejor armonía, penetrado de las ventajas que estoproporcionaba á la República,

" Ya V, E. no inspira confiänza á la parte mas sana, masconcienzuda, y mas fuerte de la sociedad, por la inteligencia.y otras virtudes que I:L recomiendan, por el honor que la dis-tingue : y el hallar nunca ha sido cobarde, Si V, E. se in-digna centra esta parte de la sociedad, nunca, nunca la des-truirá : jamas podrá matar á millares de hombres que se danla mano, y con los ojos encendidos se miran y protestan mo-rir pOl' la libertad, por la libertad tan garantida en la Cons-titucion de 1830.

" Yo he sido calificado por los mas allegados á V. E., Ypor V. E. mismo, segun se me ha informado, como favorece-dor de la oposicion. Celebrarla que los periodistas publicaranlas contestaciones á las cartas que me han diríjido excitán-dome á hablar. Yo les autorizo para ello, y doy el mismopermiso á todos mis conciudadanos á quienes he escrito deocho meses á esta parte, Entónces tendria V. E. que re-conocer la eooperacion moral que he prestado á su Adrninis-tracion, y lo leal que he sido á h\ amistad que nos ofrecimos,amistad que ha debido producir graudes bienes al país j pero110 ha sucedido así. iOscuridad de la razon ! He sido des-graciado en esta empresa j tengo que confesarlo, aunque nome arrepiento de iui manera de proceder.

" Hijo de esta patria, y con un nombre que ella.me ha da-

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do, yo debo hacerlo valer en todos sus conflictos. Yo nopuedo ser indiferente al alto crimen perpetrado contra IaN acion, en el asesinato de algunos de sus Representantes, yen el envilecimiento y humillacion, á que se aspira, de losdemas. ¿ Qué se pretende? ¿ Que calle Venezuela sobre lopasado, que disimule lo presente, y que ayude al porvenirque le prepara el entronizamiento de la anarquía? Corrien-do un velo al execrable crimen del 24, ¿ habrá esperanzas deque se reuna otro Congreso independiente en Venezuela?¿ Y sin esta reunion periódica de los Representantes de laN acion, so conservará el sistema representativo? Creo queno debemos esperar esto: yo no lo espero.

" Quiérese persuadir que en realidad el Congreso está de-sempeñando sus augustas funciones. ¿ Tiene libertad unCongreso que acaba de pasar por los horrores del día 24,que está cercado de oayonetas y amenazado, si no se reune,con el asesinato de las familias de la capital? Yo no puedohablar de estos hechos sin expresar toda la indignacion queme causan, toda la detestacion con que los miro: la historiano presenta ejemplo de maldades tan fríamente ejecutadas.Venezuela tiene que llorar la muerte de algunos de sus muydignos Representantes, y pasa ademas por la injuria de verá los que se salvaron el 24, reunirlos despues en Congresobajo Ia salvaguardia de los mismos que habían conspiradocentra la vida de todos. Esta es una irritante burla de lainteligencia de los venezolanos, del valer que han acreditadoen mil ocasiones difíciles. La República no sancionará estasiniquidades.

"Aunque no tengo motivos para esperar que mis indica.ciones sean atendidas por V. E., resuelvo presentarle lasúnicas que pueden calmar la excitacion de los puebles yevitar desastres. Propongo á V. E. que se someta dócil-mente al juicio á que la opinion pública le llama por muchosde sus actos calificados de abiertamente contrarios á la Cons-titucion: le propongo que retire todas las fuerzas de la capital,y que auxilie á las Cámaras en su traslacion á otro punto, comolo habia resuelto ya una de ellas, para que puedan deliberar enla calma de las pasiones y con independencia sobre la suerte

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de la República. Es el único partido que hallo capaz de inspi-rar alguna confianza, y el único que puede colocar á V. E. enbuen terreno. Si V. E. lo rechaza, ¿ quién podrá evitar lagucl'ra que ha principiado ya asesinando á los Representantesdel pueblo?

" V. E. que recibió en paz la República responderá anteDios de las consecuencias de la guerra. A mí, solo me tocaasegurar que tengo solemnes compromisos con la Naeion,sagrados deberes háoia ella, y estoy resuelto á llenarlos conla mas grande decisión. N o puede ser de otro modo, cuan-do acaban los Representantes del Pueblo de darnos una lec-cion, práctica de singular heroísmo. . . . Indefensos, sentadosen sus curules, despreciando las frecuentes amenazas contrasus vidas, aguardaron tranquilos sus muertes para salvar lasinstituciones patrias. ¿Puedo yo, honrado con el empleo deGeneral en Jefe, rodeado de valientes que de distintos pun-tos vuelan cerca de mí á ofrecer en defensa de la Nacion suspersonas y sus fortunas, desatender todos estos elementos ycontribuir con mi iudiferencia á que se afirme el imperio delterrorismo? No, mil veces no j debo perecer ántes que pre-senciar con aparente serenidad la muerte ignominiosa de laRepública.

"Me suscribo de V. E. muy afectísimo amigo y com-pañero.--J osÉ ANTONIO P ÁEZ."

Mi honor y mi conciencia política me aconsejaron tomar laactitud que se advierte en la siguiente proclama á los ve-nezolanos:

JosÉ ANTONIO PÁEZ,

GeMral en Jefe de lo. Ejército8 de la República 11 ikl de operacúJ-nes encargado de ,.establccw la (Jonatitucion de 1830.

VENEZOLANOS!

" Oíd con horror la exposicion que voy á haceros sobre unsuceso que mancha el nombre glorioso de la República, yque amenaza su completa destruccion: oid, para que acabeisde conocer á los encargados del Poder público, á los que

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aceptaron el honroso encargo de garantir vuestros dere-chos: oid, y con la indignacion de republicanos, alzad lavoz centra la tiranía, y preparaos á combatirla, con todasvuestras fuerzas.

" La presente Administracion ha buscado un fin, sin dete-nerse en los medios. Hollando escandalosamente la Cons-titucion y las leyes, invadió el poder judicial y el municipal.Todo se propuso someterlo á su altanera voluntad. Los jue-ces no debian ser los sacerdotes de la ley; convenia que fue-sen instrumentos de un partido, ciego de cólera y ansiosode venganzas. N o eran dignos para Gobernadores de pro-vincia los ciudadanos presentados por las Diputaciones pro-vinciales i el Gobierno necesitaba de agentes que segundasensus planes: los encontró adecuados i y he aquí el fundamen-to de la destitucion de los Gobernadores de Caräcas y Cara-bobo. Desarmó el Gobierno á la milicia activa, encargada porla ley de la defensa de sus respectivas poblaciones i armó átoda prisa la de reserva, deponiendo á los jefes y oficialesque acababan de defender bizarramente la sociedad, colocandoen su lugar á facciosos vencidos 6 indultados j y llamó al ser-vicio un número considerable de esta milicia, sin prévia au-torizaoion del Consejo de Gobierno. Fué todavía mas ade-lante la Administracion: interesada en salvarse de la graveresponsabilidad á que la sujetan SIlS violentos excesos, atro-pellando las leyes y las fórmulas, se hizo de un jurado aiJ hoo,resuelto á imponer por este medio silencio á la prensa peri6-diea, para ocultar á los pueblos el verdadero estado social.

ce La Nacion, por el órgano de la imprenta, reclamó conenergía centra los atentados de la Administracron, protes-tando siempre buscar el desagravio por el carril constitucio-nal. Esta conducta honra el patriotismo y la civilizacion denuestros pueblos. Sufrían ellos, veian fabricar una cadenapara atarlos ¡pero habia una esperanza que les consolaba, ydecidieron padecer y esperar.

" El Congreso debía reunirse, y el Congreso era la esperan,za de los buenos. Reunióse en efecto, y sus primeros actosrevelan que había penetrado bien la verdadera situacion delpaís, y que venia resuelto á dominarla. El 23 de Enero se

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instalaron las Cámaras, y el mismo día acordó la de Repre-sentantes su traslaclon á Puerto Cabello, por una mayorla do32 centra 12 votos, El ~·lse ocupó la misma Cámara en laacusacion centra el Presidente: hubiérase resuelto en aqueolla propia sesiou i pero no fué posible, La Administracionestaba decidida á salvarse, aunque debiese esto ä un crimenque ennegreciera los fastos de la República y la sumiese enhondas desgracias. Esa. milicia de reserva, tan acariciadapOl' el Gobierno, y que nnticipadamente llamó ä la capital,ha sido la ejecutora del sanguinario proyecto. A una horaconveuida, salió de sus cuarteles, desfiló por enfrente del pa·lacio del Gobierno, recibió del Presidente de la Repúblicaun saludo y órdenes crueles, ä que obedeció sin exámen.Fué la milicia de reserva la que atropelló la pequeña guardiaque el Congreso, en uso de sus atribuciones, había oonfiadocl \':1101'OSO coronel Smith: fué la milicia la que disparó 108

primeros tiros eontra el expresado gefe de la guardia, quedesurmndo salió nl encuentro de la fuerza invasora, en solí-eitud de la örden que llevara: fué Jamilicia de reserva la quedlsporsö las Cámaras, la que degolló á esforzados Represen.tantes y á excelentes ciudadanos particulares; fué, en fin, lamilicia de reserva, acuartelada por el Gobierno y pagada porla Nacion, la que asesinó á la Nacion misma en las personasde sus escojidos." I Compatriotas! So ha perpetrado un crimen inaudito

en la historia de las naciones: un crímen que debe espantará la sociedad, yarmarla para vengarlo. La sangre de los Re-presentantes del pueblo ha corrillo. en el santuario mismode las leyes: la espada homicida separó las cabezas del ouer-po de las ilustres víctimas, y á la ferocidad se añadió el es-carnio. Los asesinos se gozaron en su obra, y el generalJosé Tadeo l\lonágas se presentó en el teatro de la carnicería,cuando ya estaba consumada. Los miembros del Congresoexpusieron sus vidas por salvar las instituciones de la Repä-bliea : toca :í Ia República en masa volver por el honor quele han arrebatado sus enemigos, y castigarlos de úna maneraejemplar."El Gobierno atribuye al pueblo de Caráoas, y no á la míll-

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DEL GENERAL PÁEZ. 461cia, el crimen del 24 de Enero j y finje que no pudo conté-nerlo. En posesiou de las imprentas, y aterrados todos loshabitantes de la capital, se atreve el Gobierno á creer que elhecho pasará á la historia con los colores que él le ha dado.-Cuando la capital rompa el yugo que la oprime, el mundoentero se escandalizará á vista de pormenores que no puedoconsignar en este documento. ¿ Quién reunió en la capitalpara el 24 de Enero mas de dos mil hombres de la milicia dereserva? ¿ Por órden de quién aparecieron formados en laplaza principal mas de quinientos de estos milicianos en aquelmismo dia? ¿ Quién mandó apestar en el sitio de Quebra-dahonda, una de las entradas á la ciudad, trescientos de es-tos milicianos, que volaron al ruido del primer tiro al centrode la poblacion? ¿ Quién mandó cercar toda la manzanaque comprende el edificio señalado para las sesiones del Con-greso? ¿ Con qué permiso fueron arrastrados violentamen-te los cañones por las calles públicas? El general Monágaslo dispuso todo yencontró ciegos ejecutores. El gen. Moná-gas vió pasar por el palacio del Gobierno las compañías de mili-cias acuarteladas en el parque, con sus oficiales á la cabeza, enactitud hostil. Hubo, es verdad, empeño en complicar al pue-blo j pero este es disculpable hasta cierto punto, cuando sele vé seguir la voz y los impulsos del primer magistrado. Elque corrompe al pueblo, debe responder de los estravíos delpueblo .

••Un crÍmen precipita á otro. Despues de la trajedia del24, se empeña el Gobierno en hacer creer á la República queestá reunido constitucionalmente el Congreso, y que trabajapor la felicidad comun. El Congreso es tratado con mas se-veridad que un prisionero de guerra. Con la amenaza de acu-chillar á todas las familias de In capital, si no se congregabande nuevo, cedieron aquellos venerables patriotas, persuadi-dos de la inutilidad de una resistencia. Juzga el Gobiernopoder legalizar, por virtud de este posterior atentado, lasatrocidades del 24; pero su poder no alcanza hasta allá : éldominará á los hombres miéntras los tenga circundados debayonetas ; pero lo que firmen nuestros delegados hajo In in-fluencia de nquellas bayonetas, nunca.jamas ligará á la socie-

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dad venezolana. Considérese en hora buena la traidora Ad-ministracion autorizada para formar un ejército de diez milhombres, y para aumentar Ia deuda de esta exánime Repú-blica con un millon mas de pesos: pasarán pronto los díasdel terror, volverán los de la ley, y solo comprometerá á losvenezolanos el mandato de la ley, dada y firmada por la li-bre voluntad de sus Representantes. La República no tienehoy Poder Lejislativo: sus miembros, observados desde labarra de las Cámaras por el general Monágas, tienen queaplacar el furor de aquel tirano, haciendo lo que él lesordena.

" j Compatriotas I Está roto el pacto fundamental, y lospuebles han reasumido sus derechos. En ejercicio de ellos,me han investido algunos cantones con suficiente autoridadpara organizar un ejército, vengar los ultrajes hechos á laRepública, restablecer el imperio de la Constitucion y pro-curar el castigo del pérfido magistrado. Yo he aceptadoesta tan noble cuanto delicada misión, y tengo el gusto deanunciaros que estoy en armas. He tomado mi lanza parano soltarla mientras no vea humillados á los enemigos de lapatria, y triunfante la CO'll8titucion rk 1830. Cuento con todoslos verdaderos patriotas, con todos los que estimen la nacio-nalidad de Venezuela y recuerden sus hechos portentosos;con los que aman de buena fé la libertad y detestan la tira-nía. Venezuela hizo cru entos sacrificios por esta preciosalibertad, y no debe dejársela arrebatar por unos pocos, quepor haber pertenecido un dia al ejército libertador, sueñancon la dominacion de la patria. Enemigos implacables dela Constitucion, la invocan para destrozarla y para asesinar álos que la firmaron y la han sostenido. En 31 yen 35 se sal-vó Venezuela, ¿ por qué no ha de salvarse hoy que ha prin-cipiado á ejecutarse en el local del Congreso el horrorosoprograma? Todos los elementos me sobran para esta jorna-da, gloriosa para la patria. Dernos al mundo un testimoniomas de que Venezuela es incapaz de admitir el hecho del 24de Enero: probemos que del crimen perpetrado en aqueldia, solo son responsables el general José Tadeo Monágas ylos que le acompañan.

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" ¡Compatriotas! Confiado en la proteccion con que siem-pre nos ha favorecido la Divina Providencia, he resuelto sal-var á mi patria. Libre ella, aunque yo muera en la lucha,descenderé con tranquilidad al sepulcro.

" Cuartel General en Calabozo, á 4 de Febrero de 1848, afio19 de la ley y 38 de la independencia.

JosÉ A. PÁEz."

El 25 de Enero el general Monágas public6 una proclama6 circular, en la cual calific6 el suceso del 24 de crimen eacan-daloBO 11lammtab18; Y un año despues, en 1849, un Congreso,bajo el influjo de la bayonetas, di6 una ley declarando el 24cluJ gWrWBO, de featiIJidacl 11regoCl}oB públicoB, y Monágas puso elEJecúkBl á esta ley!

El 25 de Enero de 1848 forz6 á los miembros del Congre-so á que se reunieran otra vez, y en aquel mismo día por mo-cion de uno de sus partidarios, aquel cuerpo expidi6 un de-creto indultando todos los delitos políticos cometidos desde1830. Los Representantes A. M. Soteldo,R. Lozada, PedroJ. Arellano, Fermin Garcia, P. J. R6jas é H. Nadal, que es-caparon de la matanza, protestaron centra la coacoion y vio-lencia ejercida con el Congreso.

Las obligaciones que me ligaban con la patria, mis jura-mentos de sostener sus libertades, mis deberes todos justifi-caban el partido que tomé de restablecer el imperio de lasleyes y el respeto á las instituciones.

A medida que la noticia del horrible crimen llegaba á lospueblos, estos se levantaban en armas. Los cantones de Ca-labozo, Chaguaramas, Orituco, y San Fernando de Apure i lasprovincias de Mérida, Maracaibo, Trujillo y Coro me autori-zaron para defender las instituciones patrias, miéntras elCongreso cercado de bayonetas daba un decreto declarándo-me faccioso.

Quince días permanecí en el Rastro, acompañado solo de50 hombres. Las continuas invitaciones que recibí de los pa-triotas apureños para que me acercara á protejer el paso quequerian dar en favor de la causa del 6rden, y mi convenci-

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miento de que nuestras fuerzas debían posesionarse de aquepunto, me decidieron á moverme sobre él el 15 <le Febrero,seguido de doscientos hombres, que para aquella fecha se mehablan reunido. El 20 entré en San Fernando, donde fuírecibido con públicas y solemnes muestras del patriotismoque siempre ha recomendado á aquellos habitantes. De toodas partos corrieron los apureños á ofrecer su cooperación ti.Ia defensa de Ia causa nacional, y me dediqué con empeño áorganizar un principio de ejército. Dejando á Soublette enSan Fernando con el objeto de reunir gente armada, me di-rijí con 400 hombres contra el genoral Muñoz, quien, frwocan·do la Constitucion, allegaba tropas y se disponía á disputarmela posesion del Apure. En los Araguatos empeñé batallacon aquel jefe de mi antigua Guardia, compañero de misglorins en la gnerra de Independencia, mi amigo y compa·(1I-e,de quien por espacio de tantos años habia recibido con-tlnuas pruebas de adhesión y aun de respeto á mi persona.Valientes eran los soldados que formaban nuestras filas, y elencuentro, segun confesó el mismo general Muñoz, "fué delo mas horroroso que vieran sus ojos en la guerra de Inde-pendencia .... que él habia quedado solo en el sitio de la baotalla .... que su gente de á pié fué cercada por la mia, y quea(1'1('1 fué el acto mas aflictivo que pudo presentársele .. , , queacompañado solo de su ayudante Márquez avanzó sobre losmios y pudo romperlos. , . , ., que cuando eran las dos de latarde no había podido reunir doscientos hombres,"

Filé en realidad completamente batido el general l\Iuñoz ipero no pudimos recoger el triunfo, privándonos de élla de-bilidad de uno de los jefes de mis escuadrones que ocupabami costado izquierdo. Volvió cara á los primeros tiros: susSOJa:l<lOS envolvieron á los del cuerpo que le seguía i los deesto al inmediato, y las nubes de polvo que formaron las car-rerns de los caballos completaron la confusion. Empeñé toodas mis fuerzas para contenerla, pero inútilmente: faltáron-me jefes que me auxiliaran, pues ni jefe de-Estado .:\Iayor tu-ve aquel dia, Mientras yo luchaba con mi gente para reu-nirla, el brnvo coronel Castejon, que por mi derecha habíapenetrado con sesenta hombres de mi Guardia hasta el co-

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razón de las fuerzas enemigas, las arrolló completamente,causando en ellas espantosos estragos. Por mas de tres ho-ras dominó Castejon el campo de batalla, sin que los enemi-gos que hablan escapado á nuestras lanzas, pensaran en mo-lestarle. Resolvió entónces buscarme; pero desgraciadamen-te tomamos distintas direcciones, y no pudimos reunirnos.Así, pues, si fué victoria la del general Muñoz, no puede niaun compararse con las de Pirro en Italia.Enfurecidos conmigo los defensores del 24 de Enero ur-

dieron cuantas calumnias puede inventar el ódio y concebirla maldad para desacreditarme con mis compatriotas. Lle-varon su injusticia hasta tal punto de ceguedad, que preten-dieron negarme el mérito de algunos actos que habian dadocierto renombre á Venezuela. "El bandido Páez, titulo conque tambien bautizaron al culto general Soubiette, jamáshabía tenido las prendas de valor y de nobleza con que hanquerido regalarle: nunca fué patriota y mucho menos valien-te; de bandido que era se convirtió en usurpador y asesino:de cobarde y asesino dió espléndidas pruebas en Payara,etc.". . . .. Estos improperios y la calificacion de facciosoeran oficialmente repetidos por hombres que habían tomadoparte en todas las revueltas, hombres á quienes yo habia per-donado la vida, y cuyo infundado encono me ha perseguidohasta mi retiro en pais extranjero, cuando los ciudadanosmas notables de este me tributaban elogios de que mas que yodebia envanecerse Venezuela. Sepan todos esos encarnizadosenemigos, que generosamente los perdono, y quiera Dios quevean prolongarse su existencia hasta rescatar con algun ser-vicio los malos que han causado á la patria durante el cursode su vida. Si en todos los hombres la conciencia es el me-jor juez, ellos deben oir en el fondo de su alma el eco de latriste verdad que yo les digo.

N o bastando las injurias y las odiosas calificaciones paramalquistarmo los ánimos de mis compatriotas, so acudió áuna calumnia, que hnbria merecido risa y desprecio, si nohubiera sido encaminada (L seducir la ignorancia de las ma-sas. Atribuyósernc el proyecto de revivir á Colombia bajo

Il 30

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la forma monárquica, • y aun se aseguró que mis tropas moMlJian aclamado ,.ey. No me tomaré el trabajo de sincerarmede un cargo en que claramente se advierte el propósito, pocomeditado, de agotar en mi perjuicio los recursos de la ma-ledicencia.

En San Fernando circuló la noticia de que yo habia sidoderrotado y muerto, y el general Soublette con la jente queJa tenia reunida salió de la plaza en direccion al territoriogranadino. Reunióse conmigo en el Paso del Viento, y re-solvimos pasar á la Nueva Granada, y de allí á Maracaibopronunciado por la eausa constitucional. Nuestros caballossolo pudieron resistir la jornada hasta el pueblo Tame deCasanare, y nos fué preciso hacernos de mulas para atrave-sar los Andes y llegar á Cúcuta, donde el jefe político, sa-biendo que venia una órden de su gobierno mandando inter-narnos, me aconsejó que embarcara la gente en bongos enLos Cachos para penetrar en Maracaibo .

.. Despues del año 30 hubo algunos proyectos de establecer la forma monárquica enalgunas de nuestraa repúblicas. En 1841, un distinguido patriota de la Nueva Grena-da, republicano de oorason, pero desencantado con las revueltas que asolaban á su pa-,tria, escribi6 al general Cárlos Soubiette, hablándole de una monarquia constitucionalcon un príncipe Borbon do cualquiera de las ramas dinásticas, como el único sistema oa-pas de asegurar el goce de las libertades públicas y de encaminar cl pais por la via de laprosperidad. El general Soublette contestó: .. Permltame U. que lediga que me pa-rece que U. me escribió su carta bajo el inllujo de algun disgusto, pues de otro modono me imagino que pudiese ocurrir á U. el pensamiento de un cambio tan radical enlas iDStitucio1i88 .••••

"Yo no deseonosco todos loe Inconvenientes y dificultades que ofrecen nuestros gebier-noe democráticos, ni tampoco todo el terreno que ganan diariamente las doctrinas demo-cráticas entre nosotros, y por lo mismo que 10 conozco, estoy plenamente convencido deque no hay otra via de salud para nosotros que la de mantenernos firmes y fieles á esto.principios, y que lo. depositario. de la autoridad suprema en estas repúblicas, y la ela-se ilustrada y deJortuna, si fuesen reconocidos y declarados traidores á los principios de-mocrátioos, provocarian una reaecion que causaría su ruina y la de las repúblicas, y ala-jarillo por muchosaños toda esperanza de 6rden y bienestar. Puede ser que mis oonvíceío-netlsolo sean aplieables á Venezuela, que es la que mas conozco, y la que por este perío-do me haenoargado de su Poder Ejecutivo; pues bien, si en Nueva Granada se empezasená preoonlaer las doctrinas monárquicas y á buscarles favor en la opinion, veriL U. quéalgarabía se levanta en Venezuela. Nos van Uds. á causar muchas inquietudes y cui-dados, no tanto de parte de los que por acá favorezcan tales doctrinas, que no faltarán,sino de los que las combatan, porque lo harán con la pasion odloaa de partido, y preten-dtrán sembrar deseonñansas contra el gobierno existente y contra l,!s candidatos futu-ros, é inclinar las elecciones en Un sentido ultra-democrático •••• SI á pesar de todo, yoconcibiera posible la ejecucion del penaamiento en Nueva Granada, dirla que si Uds. noencuentran otro modo de aalvacion, tendrian razon, y que no serian responsables del malque indirectamente cauaaran. Pero el caso es que yo lo tengo por un delir;o, por una

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DEL GENERAL PÁEZ. 467Sabedor yo de que las tropas de Monágas ocupaban las

orillas del rio, determiné seguir el consejo que se me diö dedirigirme á Salazar de las Palmas, y de allí por una. vere-da salir á la Laguna por el río Oatacumbo. En Salazar en-contramos un español, de nombre Herrera, á quien fui reco-mendado, y él me disuadió de la proyectada expedición, ase-gurándome que el camino al rio era malo, infestado de faci-nerosos, y ademas no era fácil encontrar allí canoas. Dijo-me que haría mejor en ir á Santa Marta., y embarcarme paraCurazao, de donde con toda seguridad podría trasladarme áMaracaibo. Resolví entönoes irme por Oeaña, tomar el Mag-dalena, y bajar á Santa Marta. Llegado que hube á este pun-to, me dijeron que no allí sino en Rio de Hacha. podía encon-trar buques para Curazao i y como tampoco los habia enaquel puerto, tomé pasaje en una barca inglesa con destino áJamaica. En esta isla estuve enfermo diez y ocho días, y apenasrecobré la salud cuando me trasladé á Sant6mas en el vapor

pesadil1&. ,Quién será el prfncipe europeo que cambie 1&posicion mas subalterna enAlemania. 6 Ita.lia 6 en E.paiia por Ia corona de Nueva Granada 1 Ninguno, bien looonoce U., yatenido á qué vendría este pr1ncipe, en qué apoyarla su trono, con qué lolIOBteudria! Claro es que con Uds. y con sus renta.s que no basta.n para el servicio deIUIII modesta. república •••• Nosotros acá creemos que el único modo que hay de Jetener1&rueda de Iss revoluciones es no hacerlas, y que los gobiernos sean fieles y leales, yexijan de todos sus agentes la mimla fidelidad y lealtad. Si en cada período el PoderEjecutivo observa, cumple, y hace cumplir la Constitucion y lOB leyes, a! fin se arrai-gará el 6rdeu, y aunque ocurran motivos de descontento, estos serán parciales, y Ia pasdel Esta.do no será turbada. No hay duda que para los despositarios del Poder Supre-mo, el periodo es de a.ngustiOB y de tormentos; pero si estas angustias '1 tormentos po-nen á la Nacion á cubierto de males, está conseguido el fin de la institucion, que no esciertamente el de proporcionar al Presidente y á sus ministros cuatro años de holganza,sino de revestirlo. del poder y autoridad necesarios para conservar el 6rden público, yproteger la vida, la libertad y Ia propiedad de los asoeíados."

A 1& carta del general 80ublette en que me comunicaba el proyecto, contesté: ce Tandeecabellado Y fatal me parece el proyecto como justo y acertado cuanto U. dice enrespuesta., y me alegro de que U. haya contestado tan terminantemente, porque de estamauera puede ser que U.le haga a!gun bien á 1&Nueva Granada y tambien á Venezuela.Si lo que han preteudido es buscar opinion, ninguna han encontrado,) j están engalla-dos se desengañarán." Posteriormente en 1845, el eapitan Miguel Acevedo me comuni-caba Ia conversacion que tuvo con cierto coronel acerca de los principios que este profe-sabaen union de otros que constituiau el partido liberal monarquista, y me hablaba de1&necesidad de hacer algunas reformas á la Constitucion. Contestéle desde Maracay eilOctubre 13: ce Si la reforma de que se trata es esencia! en la forma de gobierno, desdeluego debo mauifesta.r á U. que tal innovacion es pelígrosísíma, No hay en este paisningun elemento monárquico. Falta por lo ménos uno sin el cual ninguna monarquiapuede existir, el elemento aristocrAt.ico. La gran mayorfa de 1&Nacion rechazaria talreforma., y la anarquia seria 8U consecuenoía, .

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iuglcs, y luego á Curazao para comenzar nuevas operaciones.Muy escasos estábamos de recursos para hacernos de ele-mcntos de gucrl'a, y habiendo Monágas comprado un vapor,obtuvo favorable posesion de aquellos mares. La escuadrasituada en Bajo Seco fué atacada por la nuestra j pero la suer-te JIU nos fué propicia, á pesar de que, segun confesion de untal Itodrigues, partidario de Monágas, el general Justo Bri-ceño (lile mandaba aquella, se vió en tal aprieto que estuvopróximo á capitular y á entregar los buques que la com-pouian,

Cousecuente en el propósito de no cansar al lector conminuciosos detalles sobre las luchas que por deber y necesi-dad tuve que mantener centra hermanos extraviados, he si-do siempre muy breve en esta parte de la historia de nues-tras desgracias, y lo seré aun mas en la última de que habréde ocuparme en este libro.

Eu 1849, trece provincias de las quince que formaban laRcpúblicá, mo invitaron á desembarcar en Venezuela paradirigir las operaciones del plan de restauración, combinado1)01' los patriotas que se hallaban al frente del movimiento,asegurándome que tan pronto como se diera el grito en cual-quier punto de la República, todos los pueblos lo repetiríancon entusiasmo. La provincia de Caracas, la del Guárico yla de Carabobo ofrecieron por medio de agentes de influen-ciu y de recursos dos mil hombres de caballería y toda la in-fauterín que pudieran levantar, con las armas de los parquesque contaban tomar por sorpresa y á viva fuerza. Se me ofre-ció también que la provincia de Apure presentaría un buencontingente de caballería, y que el dinero necesario para lamantención de las tropas estaría listo tan luego como yo sal-tara en tierra. Los patriotas de Maracaibo dieron igual-mente mil seguridades de que aquella provincia se pronun-ciaría: Barquisimeto ofreció como seguros ochocientos fusi-les, que habia allí en el parque custodiados por 22 hombres,y además sesenta mil pesos en dinero y 400 caballos. Po.níase por condicion {\estas ofertas que Coro comenzase elmovimiento, :í. fin de que por esta parto no hubiese nada quetemer. Efectivamente Coro no tardó en pedirme dos jefes

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para ponerlos á la cabeza de la gente destinada á tomar elparque de aquella capital, exigiéndome al mismo tiempo quepasara á ella á organizar tropas y dirigir las operaciones lue-go que estallara el movimiento, pues se creia que Barquisi-meto y Maracaibo, con las que estaban de acuerdo los jefesprincipales, le darian inmediato apoyo.

Mandé á Coro los dos jefes pedidos, quienes al desembar-car el 24 de Junio no encontraron los recursos que se habianofrecido. Vagaron cuatro días por los montes procurandolos medios necesarios á su intento, y al fin acometieron laciudad con valor y con destreza, ayudados tan solo de un pu-ñado de valientes. El 28 del mismo mes se apoderaron delparque, y así me abrieron una puerta para entrar en la Re-pública. En vista de la opinion que tantos espontáneos y dis-tintos ofrecimientos demostraban, y á vista de los recursosconsiderables con que brindaban para el triunfo de una cansaque debía creerse popular, ¿ cómo no habia yo de acceder álos deseos de quienes con tanto encarecimiento me llamabaná sacudir un yugo que á juicio de ellos era insoportable?

Ademas de los recursos indicados contaba con un buenvapor de guerra y fusiles que debian venir de los EstadosUnidos i pero sin esperarlos, luego que supe que los coman-dantes J oaquin M. Chacin y Wenceslao Briceño se habíanapoderado de la plaza de 001'0, me embarqué en Curazao ell°de Julio y salté el 2 en tierra de la Vela de Coro. El mis-mo día entré en aquella capital, donde fui recibido con acla-maciones i mas sabiendo que el comandante Juan Garcés, quehabía sido hecho prisionero por los jefes que tomaron el par-que, y puesto en libertad por los mismos bajo su palabra, sehabía dirijido al canton Paraguaná con el objeto de reunirseallí con su hermano Facundo, levantar tropas con que venirsobre Coro y atacarnos, principié á organizar una columnade doscientos hombres, como en efecto lo conseguí al cabo detres días,

El 5 salió con ella el coronel Tomás Castejon y en el sitiode Tura atacó y dispersó la fuerza de Garcés, haciéndole al-gunos prisioneros que fueron puestos en libertad.

Cuando yo creí que Castejon tendría en su columna 600

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hombres por lo ménos, y que habria reunido las bestias y ga-nados que tenia 6rden de recojer, se le mandó regresar in-mediatamente á Coro con aquellos elementos indispensablespara emprender marcha sobre Barquisimeto. Hízolo así ipero lejos de traer el número de hombres esperados, vinocon un número menor del que llevara y con diez ó doce ca-ballos. Poco despues las partidas destinadas al efecto traje-ron al Cuartel General cuarenta reses, con cuyo auxilio se em-prendió la marcha. Contábamos con trescientas y pico debayonetas, fuera de otras partidas que se habían destacadopara reunir gente y cubrir algunos puntos i por otra parteteníase noticia de que Puerto Cabello contenía mil hombresde infantería y ciento de caballería, con los buques necesa-rios para trasportarlos á Coro. El dinero para racionar lastropas esoaseaba, pues los fondos que se habian traído deCurazao, y algunas cantidades que había suministrado el pa-triotismo de los corianos, se hallaban casi agotados, no con-tándose en arcas sino OOhoOientOBPelO,. En tal conflicto reuníunajunta de oficiales superiores, y los enteré del estado delas cosas y el peligro evidente en que estábamos. En dichajunta dí_á entender que, aunque no tenia esperanzas de triun-fo, estaba resuelto á marchar sobre Barquisimeto, ya con elobjeto de que esta provincia pudiese corresponder á misofertas, ya con el de tratar de reunirnos á mil hombres decaballería, que segun se aseguraba de Carácas, existian enCalabozo apoyando el movimiento, y concluí excitando á losque no querian correr mi suerte á reembarcarse para Cura-zao. Todos, menos Castejon que se hallaba enfermo, se de-cidieron á seguirme en la propuesta empresa. Salió la ex-pedicion de Coro el 20 de Julio con menos de 400 bayone-tas; pero en la marcha incorporé las varias partidas que an-daban en eomision, de modo que el 23 contaba con600 hombres de tropa, 105 jefes y oficiales, 250 fusiles enoargas,400 cartucheras y 20,000 cartuchos. Acampado enCurari, avisé al general Carmona que obraba con alguna gen-te sobre el canton de Tocuyo, que se incorporara conmigoen J acura, 10 que no se verific6, porque aquel general habiadecidido obrar por separado.

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DEL GENERAL PÁEZ. 471N o son de contar las penalidades que hubimos de sufrir

atravesando aquellos extensos lodazales bajo tremendosaguaceros, con hambre y frio, y remontando empinadas yresbaladizas serranías hasta que llegamos á un valle nominado" Los Potreritos" donde por primera vez avistamos el gruesodel ejército enemigo. Las fuerzas de este mandadas por losgenerales Silva y Portooarrerose hallaban situadas á mediamilla distante de las sabanas de las Albahacas, punto dondeme detuve, yallí con los jefes determiné escribir á Silva ma-nifestándole que estaba dispuesto á oir las proposiciones quequisiera hacerme. Mientras se extendia la comunicacion,fué atacada la columna que mandaba nuestro gallardo coronelChacin por 500 hombres i pero fueron estos derrotados, síbien por falta de caballos no se pudo con la persecucionobtener todas las ventajas de aquel triunfo.

Despues de este encuentro y de varios movimientos en queesquivaba siempre el enemigo el combate á que yo le provo-caba, llegamos al sitio de Casupo donde él tenia 800 hombresde infantería y la caballería del Pao, El dia siguiente semovió la expedicion en demanda de los llanos de Calabozo,y á distancia de una milla le salió al encuentro una columnade 800 hombres de infantería y 500 ginetes al mando delcomandante Nicolás Silva y de Ezequiel Zamora. Viendoque estos no me atacaban, continué la marcha, dejando al co-ronel Minchin con la columna de su mando cubriendo la re-taguardia. Cuando el enemigo vió que nuestras fuerzas des-cendian de las alturas, atacó á Minehin con 400 hombres almando de Zamora, quien despues de media hora de fuegoquedó completamente derrotado, escapándose en precipitadafuga. Minehin no pudo perseguirlo porque le envié 6rdende incorporarse al resto de la fuerza. Continuamos la mar-cha, y SIlva contramarchando de Onoto hácia Valencia tomóel camino que por medio de la serranía conduce al sitio deVallecito.

Sabiendo yo que Silva, con refuerzos de las caballeríasdel Pao, Tinaco y San Cárlos se hallaba á mi frente en elvalle de Macapo i que el comandante Castro estaba muycerca de mi espalda, lo mismo que la division de Portooar-

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rero, y que marchaban sobre nosotros tres mil hombres almando del genoral Mariño, me pareció culpable temeridadexponer mis fuerzas á un encuentro desigual. Ademas, yano tenia con que racionar el ejército, escaseaban las muni-ciones, las tropas, los jefes y los oficiales estaban descalzos,menudeaban las deserciones, y sobre todo por uno de esoscasos tan frecuentes en la defensa de las buenas causas, lospuebles no daban la coopel'acion que habían prometido. Envista, pues, de tan estrechas circunstancias, y con consultade los jefes, resolví que el general Leoa Fébres Cordero,jefe de E. M., marchara á proponer á Silva una capitulacion.Bajo las seguridades que nos dió de que tendriamos garan-tías personales, mandé entregar las armas, y me puse enmarcha hácia el cuartel general donde fui recibido cortes-mente, Llegamos á Valencia, y el gobernador de Carabobo,Sr, Joaquin Herrera, nos hizo pasar bajo horcas oaudinas, ydespues cargar de pesados grillos en el calabozo en que senos puso hasta recibir órdenes del gobierno, Habiéndosedeterminado que fuese conducido á Carácas, salí de Valen-eia con mi hijo Ramon el 2 de Setiembre, escoltado por la co-lumna de Zamora, compuesta de hombres mal intencionados,En el tránsito se reunia gente de antemano prevenida paragritar" muera Páez," y si eljefe político de alguna poblacionenviaba á la cárcel al ébrio que vociferaba aquellas amena-zas, Zamora lo hacia poner en libertad á nombre del pueblo 80-

krano y mandaba á sus soldados que repitiesen aquel grito,Resignéme á los insultos y al maltrato que se me daba enlas cárceles, á pesar de hallarme enfermo.

Cuentan, y es relacion auténtica que tengo firmada por elgeneral José Maria Sucre, que cuando yo venia preso por elcamino de la Victoria, el general Monágas tuvo una confe-rencia privada con los Sres. Diego B. U rbaneja y Diego Ca-ballero, y les exiji6 sus opiniones acerca de la conducta quedebia observar conmigo á mí llegada á la capital. Caballerole dijo que en su opinion lo que debia hacer el general eramontar á caballo al amanecer, y acompañado de algunosamigos, salirme al encuentro, ponerme personalmente enplena libertad, y llevarme á su casa hasta que yo tornara el

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partido de irme adonde quisiera. "La idea es muy generosa,contestó Monágas i pero temo que si traigo á mi casa al ge·neral Páez, élllevará á cabo la revolucion hasta conmigo mis-mo." Despreció así Monagas un consejo que parecía dictadopor un enemigo decidido á arruinarme para siempre, y alllegará Carácas se me puso en la cárcel. Allí recibí de mis compatrio-tas las mas desinteresadas pruebas de afecto que puede. apete-cer un prisionero, pues acudian en tropel á verme, á pesar deexigirse á cada uno que dejara escrito su nombre en un regis-tro. Sobre todo las mujeres se mostraban ansiosas de ver-me un momento por la ventana de mi calabozo. iLas mu-jeres ! j Cuánto no han hecho las infelices, dignas de mejorfortuna, por contribuir á la paz de Venezuela!

De Carácas me trasladaron al castillo de San Antonio enCumaná y se me encerró en una reducida mazmorra de pisohúmedo y donde el aire era tan sufocante que me veia obli-gado á tenderme en el suelo y aplicar la boca á la rendija dela puerta para poder respirar. A un hombre como yo, acos-tumbrado á la vida de los campos, la clausura era tormentoinsoportable, y la falta de ejercicio le ponia en peligro segurola existencia, y así con objeto de salvarla, al son de la gui-tarra de un soldado de la guarnicion, me entregaba diaria-mente al baile, ejercicio que formaba gran contraste con elestado de mi espíritu, hasta que agoviado de cansancio metendía en aquel suelo terrizo para conciliar el sueño.

Desde mi prision dirijí al Presidente del Congreso y al dela República la protesta que aquí copio:

"AL EXCMO. SE~OR PRESIDENTE DEL CONGRESO DE VENEZUELA.

"Señor" q1M ocupais WBpuestOB ds WB Senaaores '!I RepreBentantuele mi Patria.

"Encerrado en esta fortaleza, y oprimido por los ejecutoresde vuestras severísimas órdenes, soy siempre el mismo Ge-neral en Jefe de los Ejércitos de Colombia y de Venezuela,y el mismo que alcanzó del Congreso de la Patria por re-compensa de sus servicios el titulo de Ciudadano Esclare-cido.

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" Mis deberes para con la Patria, los pronunciamientos delos pueblos, me obligaron ä tomar las armas en Febrero de1848. A mis ojos era entónces, y es hoy, injustificable elasesinato de los Representantes de la Nacion, ejecutado el24 de Enero de aquel año. Mi creencia política estä de-sarrollada en los documentos que he publicado de entóncesacá.

" Persuadido de que habia heoho tanto ouanto mis deberespúblicos demandaban y deseoso de poner término ä la guerraque asolaba el país, aprobé el oonvenio del15 de Agosto úl-timo, convenio ajustado segun mis instrucciones entre mijefe de Estado Mayor General y el general José LaurenoioSilva, jefe de vuestros ejércitos. Lo que ha sucedido des-pues vos lo sabeis. Desaprobásteis aquel oonvenio, que mehizo soltar las armas oon entera oonfianza, os apoderásteis demi persona y de las de mis compañeros, y ouando se nos viódesarmados se ensayaron contra nosotros las mas horriblesvenganzas. Hable por mí eloouentemente nuestra entradaen Valencia la tarde del 18 de Agosto. El gobernador Joa-quin Herrera quedó satisfecho de su obra, y quiso comple-mentarla haciéndonos cargar á mí y algunos de mis compa-ñeros con pesados grillos. Yo recuerdo aquellos dias dehorror con noble orgullo. Las pasiones de la época nopueden despojarme de las consideraciones que han merecidomis servioios á la República. Yo he trillado y continúotrillando el mismo camino que han atravesado hombres emi-nentes ä quienes el mundo imparcial é ilustrado reconocecomo los mas celosos defensores de los derechos de la hu-manidad, como los verdaderos amigos de la justicia y de lamoral que deben presidir ä las Naciones, por cuya dicha debetrabajar incesantemente todo buen Gobierno.

"El convenio del 15 de Agosto firmado en Macapo abajo, óMonágas, ha sido desaprobado por vos¡ pero no basta estopsra vuestra tranquilidad: el hecho es del dominio del mundoculto. Yo solo puedo hoy protestar, como protesto de lamanera mas enérgica, contra la violacion del referido con-venio.

" De cárcel en cárcel he sido oonducido hasta esta fortaleza,

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y aquí se pretende apurar la copa de mi sufrimiento. Es-pero que la Providencia no me privará de las fuerzas quehasta ahora me ha concedido para resistir á tanto ultraje.Reducido á una estrechísima habitacion, sin permitirme elmenor ejercicio, con un centinela de vista, con un oficialsiempre á mi lado, en las horas de tomar el alimento, negán-doseme el recurso de comunicarme con mi familia, pues nose me permite escribir ni recibir cartas de ella, privado porültimo hasta del auxilio que me ofrecian las visitas de algu-nos ciudadanos, parece que se procura con interes el términode mi existencia. Los fueros de la humanidad y de la oivili-zacion alzarán su imponente voz oontra este bárbaro trato.Sin ser prisionero de guerra me hallo preso: reoonozco elderecho de la fuerza: sé hasta donde puede oonducirseme jpero no debo guardar silencio sobre actos que degradan yenvilecen á mi patria. Yo debo protestar, como protesto,contra tan extraordinarios y graves ultrajes.

"Despues que por un decreto remitisteis el juicio á que mecreísteis sujeto ¿ con qué derecho se me detiene y se memaltrata de la manera que se hace? Decretada mi expnl-sion y retenido con remarcable injusticia, agrávase esta porlos medios empleados para mantenerme encerrado, conde-nado al horrible suplicio del silencio y la quietud. ¿Esacaso incompatible la seguridad de un hombre con lo que sedebe á la dignidad del hombre? ¿No puede considerársemeseguro sin vejárseme? Registrad, Señor, la historia y vedcomo han sido tratados en casos análogos hombres de misantecedentes."No os pido, Señor, ninguna gracia, no imploro ningun fa-

vor. Mi objeto único, ya lo he dicho, es protestar contra loshorrores por que se me hace pasar. Vos continuaréis obran-do como mejor os parezca j pero yo pienso dar con estaprotesta una. prueba. mas de lo que estimo mi dignidad per-sonal y de lo que debo á la República, cuyos destinos hepresidido.

" Oumaná, en Ia fortaleza de San Antonio, á 5 de Febrerode 1850.

P.{Ez."

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Algunos senadores tomaron la palabra y variaron de opi-niones sobre lo que debería hacerse con estos documentos 6lo que convendria contestar. Por último, á propuesta del11. Yépes, acordó la Cámara declararse en comision generalpara discurrir y resolver. De ella resultó una proposicionque fué aprobada por la Cámara en los términos siguientes:

"El Senado ha oido con desagrado sumo y con patrióticaintlignacion la lectura de la nota que le ha dirijido José An-tonio Päez, fecha 5 del corriente, desde la fortaleza de SanAntonio en Cumaná, acompañándola de dos copias de unacosa qlle titula su protesta, y que pretende sea registradaen los archivos de ámbas Cámaras. Los términos de estospapeles, si por una parte revelan una verdad que la experien-cia de todos los tiempos confirma, de que los ambiciosos quecaen, viven siempre soñando con la dominacion j por otra,son enteramente indignos de ocupar la atencion de los legis-ladores del pueblo libre de Venezuela. En los archivos delCongreso no pueden existir sino documentos que enaltez-can su dignidad y santifiquen la soberanía nacional, especial-mente ahora que los venezolanos acaban de defender con he-roismo su libertad y rescatar los fueros de la patria, ven-ciendo repetidas veces al tiraoo que se levantó desatentada-mente en el Rastro, y á sus torpes y eenaces partidarios.Por tanto se acuerda devolver dichos papeles por conductode la Secretaría del Interior y Justicia, sellándose en elacto."

Fué sellado y mandado en el acto el pliego al Ministrodel Interior.

A pesar de mis esfuerzos, mi salud se resintió de la vidaque llevaba en aquella atmósfera malsana, y me ví acometi-do de una congestion pulmonar y cerebral. Un gran núme-ro de ciudadanos de Cumaná dirijierou una representacional gobernador, pidiéndole que se me trasladara á mejor ha-bitacion y protestando solemnemente ante Dios y los hom-bres contraIas consecuencias .que pudieran resultar, si no seme prodiga ban los socorros que la humanidad exigia. A tancaritativa y enérgica intervencion debí que se me trasladaraá otra pieza mas cómoda, donde me sentí aliviado, gracias ä

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las delicadas atenciones de mis hijas-de mis buenas hijas, áquienes siempre encontré al pié de todos mis calvarios. Des-pues de muchos meses de sufrimientos templados por lasconstantes muestras de ternura del amor fílial, cedió el go-bierno á la fuerza de la opinion pública, y ordenó se me pu-siera en libertad, desterrándome perpétuamente del territo-rio de la República. Mi salida del castillo, donde había es-tado prisionero, fué una ovacion que compensó con creces lashumillaciones sufridas durante el lsrgo cautiverio. Al bajardel castillo, diez y seis señoritas cumanesas vestidas de blan-co, rompieron el cuadro de soldados que me conducía, y ápesar de las observaciones del comandante, se formaron enprocesion á mi derecha é izquierda, y fueron acompañándo-me hasta la playa donde estaba anclado el buque en que de-bía embarcarme para Santómas. Una de ellas me pidió elpañuelo con que enjugaba yo las lágrimas que me hizo derra-mar aquella muestra de afecto de mis generosas compa-triotas.

Embarquéme en el vapor" Libertador," y el 28 de Mayollegué á Santömas, donde fuí cordialmente acogido por migeneroso amigo Vicente Piccioni.

Desde aquella isla envié esta despedida

" A VENEZUELA.:

" Obedezco al destino y me alejo de la patria. Mi corazon estodo de ella: la he consagrado los dias mas preciosos de mivida: treinta y ocho años la he servido con decision y leal-tad. He sido fiel, constantemente fiel á los principios repu-blicanos. A presencia del Todo Poderoso, que nunca puedeser engañado por el hombre, me complazco en renovar estossentimientos que han dominado mi vida pública. Examina-da esta con ojo imparcial, la posteridad me hará justicia sílos contemporáneos me la negaren.

" Dejo de influir en los destinos de la República; pero miinteres por ella es siempre vivo: ante sus grandes intereses,quedan ahogados mis padecimientos. Yo me olvido de ellosy convido á mis compatriotas, á todos los ciudadanos honra-dos, cualesquiera que hayan sido 6 fueren sus opiniones poli-

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ticas, á deponer sus resentimientos ante el altar augusto dela patria. La union de todos los buenos puede salvarla.U nidos los hombres de bien tendrán poder bastante pararestablecer el imperio de la Constitucion, para restituir lamoral y la justicia {t su venerando sólio. Haya un esfuerzodirijido con patriotismo é ilustracion, y la sociedad alcanzaráuna existencia digna de un pueblo libre, una existencia congarantías para el honor, la vida y Ia propiedad.

" Séame permitido hacer un recuerdo excepcional de ungran pueblo, del pueblo cumanez, mi salvador. Sí : despuesde Dios, que es ante y sobre todas las cosas, yo debo mi li-bertad, debo mi existencia á los cumaneces, j Pueblo gene-roso! iheroico pueblo! yo te rindo un homenaje el mas sin-cero de mi profunda gratitud: vivirás eternamente en mimemoria j celebraré tu dicha y lamentaré tus desgracias. Yoos pertenezco, cumaneces, de todo corazon.

" Desde la patria del inmortal Washingtoll, en la cual mehallaré muy pronto, dirijiré constantemente mis votos al cie-lo por la felicidad de mi patria.

" Santömas, 13 de Junio de 1850.'