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Conceptualización de Imaginarios Tecnológicos. Capítulo III de la Tesis de Magsiter: Imaginarios Tecnológicos. María Rosa Maurizi, Chile, 2003.

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Universidad Diego Portales - Tesis de Magíster en Comunicación SocialImaginarios Tecnológicos - María Rosa Maurizi

Capítulo III:Una mirada multidimensional a Internet como fenómeno tecnológico

Para comprender Internet no sólo como fenómeno tecnológico, sino también socio-cultural, es necesario abordarlo desde un análisis multidimensional. Hemos sustentado con los antecedentes teóricos de los capítulos anteriores, que se requiere superar la comprensión limitada acerca de la tecnología y de los fenómenos tecnológicos en su dimensión material -objetos o productos acabados, como máquinas y herramientas sofisticadas que manipulamos- y percibir los aspectos culturales y las relaciones sociales que un fenómeno tecnológico conlleva e implica en sí.

Un análisis integral de los fenómenos tecnológicos incluye al menos cuatro dimensiones interrelacionadas1:

La manipulación de los objetos tecnológicos mismos, que son los artefactos, dispositivos, máquinas e instrumentos empleados en la producción de bienes y servicios de consumo y constituyen los aspectos más visibles del fenómeno.

el saber tecnológico (know how, saber hacer, la técnica), está constituido por la comprensión, explicación y transferencia de los saberes en ella implicados en relación a su funcionamiento y manera de operarlos.

el imaginario tecnológico conformado por el entramado simbólico de imágenes e ideas que las personas construyen acerca de la tecnología y su vínculo con ella.

la tecnología como relación social, que se manifiesta en el posicionamiento social entre las personas que producen y manipulan tecnologías referidas a relaciones de poder, agrupación y cooperación.

En el caso que nos ocupa, la incorporación de Internet a la sociedad chilena, la manipulación de los objetos tecnológicos alude al acceso, a la calidad en el tiempo y el espacio de los servicios proporcionados por Internet; lo que está determinado por los equipos computacionales –hardware y software- con conexión a Internet y sus dispositivos asociados como el mouse, teclados, pantallas e impresora. Estos pueden estar disponibles en los laboratorios informáticos de las escuelas, las oficinas, los propios hogares, los cibercafés o los lugares de acceso comunitario como son los infocentros o telecentros.

1 Adaptación resumida de la categorización propuesta por Dan Adaszko en su estudio “Redefinición de las esferas públicas y privadas a partir de la ampliación del uso de Internet. En: http://www.hipersociologia.org.ar/papers/adaszkosp.html

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El saber tecnológico incluye, para la población de nuestro estudio, los conocimientos que las personas tienen del uso de las computadoras en general y de Internet en particular. De sus competencias para utilizar el sistema: buscar información, enviar y recibir mensajes electrónicos, completar formularios en línea o publicar su propia información a través de websites y portales específicos.

Estas dos primeras dimensiones se expresan en aspectos estructurales y funcionales, propios de la visión dominante, como el problema del "acceso a Internet" que estructuralmente constituye la denominada "brecha digital" y los aspectos funcionales que involucran el capital cultural y educativo de las personas para acceder y utilizar estas nuevas tecnologías.

Las otras dimensiones de los fenómenos tecnológicos como son los imaginarios de las personas sobre la tecnología y las relaciones de poder que su dominio y utilización generan, forman parte del espacio social y de los aspectos simbólicos y capital cultural de las personas. Las personas se relacionan con los objetos tecnológicos a través de un entramado de representaciones que se hace de aquellos. Estos elementos subyacentes implican un recorte de la realidad y, en ciertos puntos, puede constituirse en obstáculo para un mejor aprovechamiento de los recursos disponibles por parte de los distintos grupos de la población.

Identificamos el "imaginario tecnológico" como manifestación de la predisposición afectiva de las personas frente a la tecnología, sus percepciones sobre quienes la utilizan y para qué fines, las incidencias de las posturas ideológicas frente a estas nuevas tecnologías (y su vinculación con la globalización), su visión acerca del impacto que tienen estas tecnologías en sus vidas cotidianas y proyectos de vida, entre otros aspectos.

Son estas dimensiones subjetivas las que nos interesan fundamentalmente en esta investigación acerca de Internet en el contexto actual de Chile, ya que pensamos que la dimensión simbólica es un factor crucial en el proceso de adopción masiva y apropiación de esta innovación tecnológica en grupos particulares de ciudadanos y ciudadanas.

3.2. Los imaginarios: antecedentes teóricos

En la configuración del objeto de estudio de esta investigación, nos situaremos en la dimensión cultural-simbólica de los fenómenos tecnológicos, focalizando la atención en los imaginarios vinculados con la tecnología e Internet en particular. Es necesario por tanto conceptualizar inicialmente a los imaginarios de manera genérica.

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“Imaginario” es un concepto que proviene del estudio de la relación Sociedad y significaciones sociales. A diferencia de la idea de representación y de universo simbólico, imaginario subraya su pertenencia a una facultad, la de imaginar, y a un soporte de las significaciones, las imágenes.

Más allá de su utilización común, hablar de “imaginario” es invocar un nombre de moda con un uso similar, generalmente al de “representación”; y en otras ocasiones al de “ideología”. Sin embargo, señala el semiólogo argentino Daniel Cabrera, sus múltiples usos en investigaciones y contextos teóricos más variados es una muestra de su polisemia y de su uso indiscriminado. Puesto de moda desde la filosofía por J. P. Sartre y G. Bachelard, y en psicoanálisis por J. Lacan, ha llegado a ocupar lugares de privilegio en la interpretación de las conductas de los individuos, de su formación y conocimiento.2

Los imaginarios se ubican, desde la perspectiva del psicoanálisis, bajo la égida del principio del placer y participan del sistema inconsciente. Según el autor Eugene Enríquez3, la otra faz de lo imaginario es su aspecto movilizador, "motor" dinámico. Sin imaginario no existe "proyecto" de sueño por realizar, utopía, mundo por construir.

Siguiendo la perspectiva psicológica en la definición, lo imaginario es siempre desreal, "es también lo que fecunda lo real", al tratar de hacer de lo real la expresión de su propio sueño. El deseo necesita de vías indirectas para aparecer y hacerse oír, ya que, sólo puede existir el "deseo imaginante". El deseo sin imaginario se transforma en necesidad vulgar.

Es gracias a que el inconsciente permanece inconsciente, y que el imaginario vela, dice Enriquez, que podrán desarrollarse proyectos sociales, utopías, voluntad de transformación del mundo. Sin lo imaginario, el deseo se detiene "prohibido" o no puede reconocerse como deseo ni encontrar el camino que le permitiría intentar realizarse.

Lo imaginario preserva así la posibilidad de cambio, mutación, utopía. De cierto modo permite realizar en ello una realidad psíquica, un depósito siempre renovado de deseos, de realización, un "ir-hacia", una corriente. Así lo imaginario cree posible lo imposible, el surgimiento continuo, la reconciliación total.

El principal antecedente teórico en el ámbito de las ciencias sociales, corresponde a la teorización de Cornelius Castoriadis (1922–1997) en referencia al llamado “imaginario radical”. La propuesta de Castoriadis, la “teoría de la institución

2 Cabrera, Daniel H. Las nuevas tecnologías de la información y el tiempo como imaginario. Exploraciones del imaginario tecnológico contemporáneo. Tesis de Maestría en Sociosemiótica. Centro de Estudios Avanzados (CEA). Universidad Nacional de Córdoba. Argentina. 2000. Pág. 57 3 Enríquez, Eugene. Imaginario social, represión inconsciente y represión consciente en las organizaciones. Connexions - Tomo I, n°3, 1972.

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imaginaria de la sociedad”4 nace como una propuesta de teoría alternativa en el contexto de su crítica al marxismo y destaca por su originalidad, según algunos comparable en importancia teórica con la obra de Habermas o Giddens, pero aún relativamente desconocida y de dispar aceptación.

Daniel Cabrera, en su revisión teórica y bibliográfica sobre los imaginarios, señala que el pensamiento de Castoriadis es complejo y está inspirado en el marxismo, la economía, la filosofía clásica, el psicoanálisis y la semiótica. En él se destaca una teoría de la sociedad como proceso de institucionalización en lo imaginario donde la autonomía –individual y social- se presenta como proyecto de esclarecimiento de la sociedad. Su teoría permite pensar la creación de la sociedad por la acción libre de hombres libres.5

El “imaginario social” para Castoriadis es el fundamento ilimitado e insondable en el cual descansa toda sociedad dada y es la condición de posibilidad que jamás se da directamente. El imaginario social es el conjunto de significaciones que no tiene por objeto representar “otras cosas”, sino que es la articulación última de la sociedad, de su mundo y de sus necesidades. Es el conjunto de esquemas organizadores que son condición de representabilidad de todo lo que una sociedad puede darse.

3.3. Los “imaginarios” desde la perspectiva social

El sociólogo español Juan Luis Pintos, referente en las investigaciones para establecer las líneas básicas de una teoría de los Imaginarios Sociales6, señala que aún está en proceso de elaboración conceptual la expresión “imaginarios sociales” más allá que desde el último lustro se está dando un uso bastante frecuente de la expresión sobre todo en el discurso mediático, pero también dentro del ámbito académico.

Aunque la concepción más habitual del término suele moverse en el espacio de las nociones vagas y difusas del tipo: "lo que la gente se imagina", "los deseos ocultos", los tópicos del sentido común, etc. , José Luis Pintos precisa conceptualmente que,

“ ...los imaginarios sociales son aquellos esquemas, construidos socialmente, que nos permiten percibir algo como real, explicarlo e intervenir operativamente en lo que en cada sistema social se considere como realidad.

Si hay alguna analogía que nos pueda ayudar a entender el concepto expresado sería la de los lentes o anteojos. Los imaginarios tendrían una función semejante, ya que

4 La Teoría de la Institución Imaginaria de la Sociedad está expuesta fundamentalmente en “La Institución Imaginaria de la Sociedad” Tusquets, 1993 (1975) 2 Tomos. Bibliografía citada en el trabajo de Daniel Cabrera. Ob. Cit.5 Cabrera, Daniel. Ob. Cit. Pág. 64.6 Pintos, Juan Luis. Construyendo Realidad(es): Los Imaginarios Sociales. Santiago de Compostela, Noviembre 2000. http://web.usc.es/~jlpintos/articulos/construyendo.htm

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nos permiten percibir a condición de que ellos -como los lentes- no sean percibidos en la realización del acto de visión. Generan por tanto, a diferencia de otros conceptos una distinción entre relevancia y opacidad que va a ser la que nos conduzca a través de los procesos que hacen funcional este mecanismo.

El sociólogo chileno Manuel Antonio Baeza,7 ubica a los imaginarios sociales como formas creativas de vivenciar lo desconocido y una de las propuestas conceptuales más significativas de los últimos años en el ámbito de las ciencias sociales. Conceptualmente reconoce a los imaginarios sociales en dos niveles de profundización:

- El primero, desde una comprensión más simple, un imaginario –entendido en términos sobre todo sociales- es una manera compartida por grupos de personas de representarse mentalmente el espacio y el tiempo. Señala Baeza, algo así como imaginar o idear socializadamente, en donde se comparten, en una modalidad simbólica, formas y contenidos, es decir significantes y significados, en los cuales dichos grupos se reconocen, aún cuando –en nuestra individualidad moderna- las intensidades en dichos reconocimientos sean variables.

- En un nivel de mayor abstracción, continúa Baeza, los imaginarios sociales son verdaderos esquemas de inteligibilidad de lo que es, en definitiva, una realidad invisible. Como tales dichos imaginarios se levantan como auténticas matrices de sentido existencial, en este caso colectivo. (Baeza, M. 2000; 9)

En el plano aún conceptual, Baeza sostiene que los imaginarios actúan como singulares matrices de sentido, o al menos como elementos coadyudantes en la elaboración de sentidos subjetivos atribuidos al discurso, al pensamiento y muy importante, a la acción social: ellos, continúa el sociólogo, parecen acompañar a la razón, enriqueciéndola y modificándola creativamente, pero también demuestran ser capaces de oponerse fuertemente a la racionalidad, debilitándola desde esta fuerte ambivalencia inicial, complejizan la conciencia, haciéndola deambular entre la realidad y la fantasía. (Baeza, M. 2000; 14).

Los imaginarios (y no las simples imágenes) tanto individuales como sociales, se nos presentan como antecedentes a tomar en consideración en el análisis social. Los imaginarios, sean connotados positiva o negativamente, no nos pueden ser indiferentes por su capacidad de influir en nuestras maneras de pensar y actuar en sociedad.

7 Baeza, Manuel Antonio. Los caminos invisibles de la realidad social. Ensayo de sociología profunda sobre imaginarios sociales. RIL Editores. Santiago de Chile, Julio de 2000.

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Desde esta dimensión sociológica, los imaginarios ocurren en un universo contextualizado, ellos no están exentos de una historicidad caracterizante. Baeza ejemplifica este aspecto al señalar como los imaginarios de la Edad Media no corresponderán sino a su época, de un modo u otro. Cada gran época histórica supone sus propios “paradigmas imaginarios”, a partir de los cuales los contemporáneos deambulan sin horizontes precisos.

Extrapolando el ejemplo, los imaginarios sociales actuales pertenecen a una cultura mediática, con el trasfondo de la globalización, un fortalecimiento del rol de la ciudadanía y otros rasgos propios de la sociedad altamente tecnificada.

3.4. Imaginarios sociales en Chile a inicios del siglo XXI

Chile está viviendo un profundo cambio cultural. En este proceso desempeñan un papel central las dinámicas de globalización de la sociedad e individuación de las personas, la centralidad del mercado y de las nuevas tecnologías. Los cambios culturales crean oportunidades pero también dificultades para la convivencia cotidiana. (PNUD, 2002;18)8

A través del Informe del PNUD “Desarrollo Humano en Chile 2002. Nosotros los chilenos: un desafío cultural” es posible acercarse al emergente mapa de los significados e imaginarios de la sociedad chilena actual.

El informe, el cuarto sobre el desarrollo humano en Chile, está dedicado a los cambios y desafíos de la cultura en el país, adoptando una noción amplia de cultura que incluye las artes, las letras y distintas formas de patrimonio, pero también el conjunto de otras expresiones mediante las cuales la sociedad moldea y reflexiona su convivencia.

La cultura chilena está atravesada por cambios y continuidades, señala la sinopsis del informe. Entre las transformaciones, tiene un impacto especial la redefinición del estado y la preeminencia del mercado. La centralidad del mercado trastoca las maneras en que los chilenos viven juntos. La mercantilización y el auge de una “cultura del consumo”, la preeminencia de una “cultura de la imagen” y la consiguiente estetización de la vida diaria, la masificación de los bienes y símbolos producida por la “industria cultural” y el “consumo cultural”, la creciente informatización mediante las nuevas tecnologías de información y comunicación, son ejemplos -señala el informe PNUD9- de su presencia en el quehacer diario.

Entre las tendencias emergentes que atraviesan la sociedad chilena contemporánea, se destacan en relación directa a nuestro tema de interés, la globalización que constituye 8 PNUD. Desarrollo Humano en Chile 2002. Nosotros los chilenos: un desafío cultural. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Santiago de Chile, mayo 2002. www.desarrollohumano.cl 9 Ob.cit. pág. 18

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la primera y más evidente característica del nuevo contexto, la mediatización de la comunicación social y los crecientes procesos de abstracción o desmaterialización de la realidad social.

En relación a la mediatización de la comunicación social, las nuevas tecnologías de información y la preeminencia del mundo audiovisual han cambiado los “mapas mentales” que usan los chilenos para clasificar y ordenar la realidad social. Gracias a la televisión, señala el informe PNUD, crece la sensación de una realidad virtual en tanto parecen difuminarse los límites espaciales (interno/externo) y se comprimen los horizontes temporales (antes/después). La expansión informática del espacio permite una comunicación sin la presencia física de los participantes y esto cambia no sólo la sociabilidad diaria, sino la noción del espacio público, al ser suplida por otras mediaciones.10

La fragmentación del tiempo social en episodios autosuficientes es otro cambio en las percepciones provocado por la mediatización. La multiplicidad de códigos interpretativos y la velocidad con que circulan informaciones y símbolos aceleran la obsolescencia de las experiencias pasadas e instalan un especie de permanente presente, una secuencia de actos sin relación histórica entre ellos.

Otra consecuencia del nuevo contexto es cierta desmaterialización de la realidad social, que quizás es una tendencia menos visible pero sus efectos sobre la cultura son notorios. El ejemplo más ilustrativo al que refiere el informe PNUD, proviene de una esfera que fue por antonomasia el campo de la producción material como la economía. Esa materialidad pasa a un segundo plano con la preeminencia de un valor intangible como lo es la marca (como Coca-Cola, Microsoft o Disney). Por ello también el marketing es cada vez más una sistemática construcción abstracta de un mensaje cultural.

En la misma dirección apuntan otros cambios del proceso económico, como cierta “virtualización” del dinero a través de las transferencias electrónicas. La expansión del “dinero virtual” afirma el informe PNUD, ilumina el mayor grado de abstracción que comienza a observarse en las relaciones sociales.

En esta misma dimensión puede incluirse a la televisión e internet como otro ejemplo de la evanescencia de las relaciones interpersonales, que las personas podrían tratar de compensar mediante símbolos materiales como son los bienes de consumo. La descorporalización aparece así como una característica inherente a la mediatización de la comunicación social.

Las tendencias a la individualización, diferenciación y desmaterialización son sólo algunas de las nuevas condiciones de la cultura. Hay otras de gran relevancia, tales como la comprensión del espacio y del tiempo y el consiguiente desvanecimiento de

10 PNUD. Ob. Cit. Pág. 88.

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horizontes que trasciendan lo inmediato. Todo ello no hace sino incrementar la contingencia de la realidad social y es bajo estas condiciones de contingencia e incertidumbre que los chilenos han de encontrarle sentido a su experiencia cotidiana.11

3.5. Imaginarios sociales acerca de Internet en Chile: una primera aproximación

Los hombres como seres culturales y por tanto simbólicos, se relacionarán con los objetos tecnológicos a través de ese entramado de representaciones que se hace de aquellos. Va a valorar, o no, determinados ámbitos de su vida a partir de una escala de valores en la cual el imaginario tecnológico va a tener un peso significativo.

El imaginario tecnológico implica un recorte de la realidad y, en ciertos puntos, puede constituirse en obstáculo para un mejor aprovechamiento de los recursos disponibles por parte de los distintos segmentos de la población. Esto es, en una sociedad de consumo, determinados objetos tecnológicos pueden aparecer como "la única tecnología posible y deseable", constituyéndose esta ceguera en una desventaja para aquellos que, por distintos motivos, no puedan acceder a esas mercancías. Un reproductor de CD -por ejemplo- puede ser tan deseado en una población de una villa miseria como en un barrio de clase media alta.

A la formación del imaginario tecnológico ayudan significativamente los medios de difusión, ya que puede hacerse ver a un televisor como un elemento imprescindible para vivir, cuando es dado pensar que determinadas familias podrían hacer un uso del dinero -que normalmente destinan a ese producto- más acorde a sus necesidades reales de subsistencia. En el caso de Chile, además de lo señalado como parte del imaginario social más amplio, donde destacan el trasfondo de la globalización y de una cultura mediática, es posible identificar otros rasgos emergentes más vinculados al fenómeno de Internet y que conformarían rasgos del “imaginario tecnológico” sobre este fenómeno.

En el estudio de Uca Silva reseñado en el primer capítulo, ella cita a Néstor García Canclini12, quien -haciendo referencia a Baudrillard- propone dos formas de valor: el valor signo y el valor símbolo, como categorías superadoras del limitado esquema marxista del valor de uso y valor de cambio. Estos valores signo y símbolo, connotan en los objetos sentidos muy poco relacionados con los usos prácticos de los mismos. El valor signo tiene una connotación que se asocia al objeto: no es lo mismo una computadora de marca que una armada. Sin embargo, el que más nos interesa acá es el valor simbólico, entendiendo por tal un sentido distinto del valor signo con el cual las personas o grupos de una sociedad cargan al objeto. Estas clasificaciones dan 11 PNUD. Ob. Cit. Pág. 91.12 Garcia Canclini, Néstor. Cultura y comunicación: entre lo global y lo local. Universidad Nacional de La Plata. 1997. Citado por Uca Silva en boletín SUR- Temas Sociales N° 38.

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cuenta de las lógicas que organizan la circulación de los objetos en la sociedad. Los dos primeros valores -el valor de uso y el valor de cambio- tienen que ver principalmente con la materialidad de los objetos. Los segundos se refieren a los procesos de significación de éstos.

Para los grupos participantes en el estudio de Uca Silva, las nuevas tecnologías no adquieren valor de uso. En su caso, la no disposición de ellas no hace pertinente tal categoría. Pero estos instrumentos son “cargados” de un potente valor simbólico, pues representan una trascendencia hacia un futuro de acceso a oportunidades e igualdad.

“Las TIC adquieren sentido para los adultos objeto de esta investigación sólo en cuanto las relacionan con las posibilidades de estudios de sus hijos. El discurso ciudadano sobre las TIC emerge desde la exclusión actual (la de ellos) pero inclusión futura (de los hijos) a través de la educación. En este sentido, las TIC -específicamente las computadoras- adquieren valor simbólico: se homologan a la educación y se visualizan como medios de desplazamiento e inclusión social. Sirven así como punto de partida para la emergencia de un discurso de la igualdad, en que no se distingue el valor simbólico de las nuevas tecnologías, de su valor real; y tampoco se hace distinciones entre la calidad del acceso que tienen a las nuevas tecnologías, comparado con el que tienen los sectores de mayores recursos. En sus representaciones, el solo hecho de tener acceso a ellas hace desaparecer las diferencias que se expresan en otros ámbitos. Se desemboca así en una lógica perversa: creer que el común acceso a las nuevas tecnologías genera igualdad. (Uca, Silva. 2001;7)13

A partir de las conclusiones de este estudio, podríamos sugerir que es más evidente el valor del “símbolo”, que connota status de modernidad y una promesa de igualdad, aún en grupos que no han tenido experiencias concretas con las TIC.

Otros aspectos, menos evidentes como representación simbólica pero también vinculados con la dimensión cultural y específicamente en relación al consumo cultural, son los aportados por el estudio de Carlos Catalán y el equipo de la Universidad Católica14. Entre las conclusiones esa investigación destaca el hecho que, en oposición al consumo de televisión y radio, la dinámica del consumo de Internet se estructura a partir de mayores niveles de atención, y por lo tanto, de un grado mayor de aislamiento.

En relación al consumo de otros medios, Internet es significativamente menor en su nivel de credibilidad, oferta educativa, entretenimiento y utilidad para la vida diaria. 13 Silva Uca. Un Futuro por Comunicar. El impacto de las nuevas tecnologías de comunicación e información en la vida cotidiana. Boletín Temas Sociales N° 38. Agosto, 2001. www.sitiosur.cl 14 Véase reseña del estudio en el Anexo I.

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Los autores de dicho estudio contextualizan estos valores explicando que es muy reducida la población de usuarios de Internet (alrededor del 13%) en relación a la mayoría que es la población no usuaria (87%) al momento del estudio que fue 1999.

Finalmente, una referencia aún en el plano hipotético sostiene que en relación al capital social, Internet y sus servicios tendrían una incidencia diferenciada según se trate de redes primarias o secundarias. El equipo TI del Instituto de Sociología de la Universidad Católica señala, como hipótesis subyacente a su investigación en proceso, que dentro de las posibilidades que entrega Internet no existe un patrón fijo, sino que el tipo de redes que se establecen son dependientes de las características del medio y de las configuraciones culturales y regionales. Por ejemplo, el email podría tener un mayor potencial de expandir redes hacia aquellos individuos conocidos, pero no cercanos; los chats interactivos reforzarían el conocimiento de desconocidos y personajes públicos; mientras que los servicios electrónicos como MSN Messenger o ICQ, al igual que el celular, reforzarían el contacto con redes primarias.15

Luego de lo señalado, ¿es posible esbozar los elementos sobresalientes del imaginario tecnológico en el Chile de principios del S. XXI?

La postura teórica desde la cual estamos presentando esta investigación, el qué y por qué del fenómeno de Internet, va configurando ya una respuesta que nos dice que toda utilización de la tecnología conlleva una cosmovisión del mundo, y que si bien se comparten ciertos imaginarios sociales, hay una diversidad que da cuenta también de la heterogeneidad en el imaginario colectivo. El siguiente capítulo del trabajo da cuenta del diseño metodológico que guió este intento intelectual por dar cuenta del fenómeno de Internet en un tiempo y lugar concreto.

15 Ibid.

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