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  • 7/25/2019 Canon Hegemonia y Experiencia Estetica A

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    Revista Argentina de Musicologa, 5-6, Buenos Aires, 2004-2005, pp. 17-44.

    Canon, hegemona y experiencia esttica: algunas refl exiones1

    Omar Corrado

    Universidad de Buenos Aires

    En las ltimas dos dcadas asistimos a una evidente proliferacin de estudios sobre

    el canon y de debates suscitados por l, especialmente en el campo literario, aunque

    tambin en el musicolgico. Al abordar ese corpus tan localizado temporalmente, la

    primera pregunta que surge es la de las razones por las que las sociedades y las culturas se

    detienen, en un momento de su historia, a reflexionar con mayor intensidad sobre sus

    supuestos compartidos, a sospechar de su legitimidad y de los mecanismos de

    naturalizacin, a debatir su capacidad de modelar los ideales y el futuro. No es casual que

    esto ocurra tiempos de derrumbe de toda certeza, de cada de las narrativas fundantes,

    cuando todo lo slido se desvanece en el aire, segn dice la enigmtica frase de Marx que

    Marshall Berman (1989) rescat como ttulo de su libro ms conocido. Omnipresente y

    silencioso, el canon emerge cada vez que la tensin entre pasado y futuro requiere

    interrogar de nuevo la trama en que transcurre el presente. Como sostiene Jan Gorak, el

    canon puede convertirse en foco del debate en cualquier perodo en el que artistas, crticos,

    filsofos o telogos traten de adaptar un cuerpo heredado de textos, prcticas o ideas a sus

    necesidades culturales percibidas, presentes y futuras (1991: 4).

    Ante la magnitud de la produccin referida al tema, nos queda la impresin de que,

    al menos por el momento, todo ha sido dicho, de que las preguntas se calmaron y se

    agotaron las respuestas. Qu decir entonces sobre esto hoy, aqu? Nuestro propsito ser el

    de recordar algunos de los puntos esenciales que constituyen la nocin de canon, sus

    mecanismos de formacin, sus modos de aparicin y de accin, as como el debate actual

    en torno de algunos aspectos centrales del tema. Nos referiremos a l en tanto problema

    terico general que hace a la disciplina musicolgica, y en particular a las cuestiones que

    1Este artculo, con mnimas modificaciones, reproduce el texto presentado como conferencia inaugural de

    XVIas. Jornadas de la Asociacin Argentina de Musicologa, Mendoza, 12 de agosto de 2004, cuyo tema

    central fue "Cnones musicales y musicolgicos bajo la lupa: historia, debates, perspectivas historiogrficas".

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    plantea su consideracin desde nuestros propios contextos y circunstancias de estudio y de

    produccin. No nos anima ninguna pretensin de producir nueva teora general sobre el

    tema. El propsito es ms modesto: ofrecer un marco para los estudios ms especficos que

    se desarrollarn durante las jornadas, un panorama que los site en el espacio de lo que se

    discute hoy acerca del canon musical y musicolgico. Intentaremos alternar las

    consideraciones ms abstractas y especializadas con otras ms empricas e inmediatas.

    Apuntaremos a que tanto los expertos en este tema como aquellos que llegaron a l ms

    recientemente puedan en algn momento de la exposicin sentir que sta los tiene en

    cuenta. Los ejemplos se referirn con mayor frecuencia a los mbitos de nuestro trabajo

    personal en la musicologa histrica, con algunas incursiones en los estudios de msica

    popular, y en este sentido, las observaciones crticas deben ser entendidas, en primer lugar,

    como autocrticas. Aspiramos sin embargo a que los mismos puedan ser transportados a

    otras reas y sean entonces tambin tiles para ellas.

    1-Revisin de conceptos y estado de la cuestin

    Desde sus orgenes en la norma teolgica la nocin de canon se traslada al mundo

    profano, al mbito jurdico y a las dems actividades sociales reguladas por un cuerpo de

    saberes y creencias, aspiraciones, prohibiciones2. No resulta sencillo desbrozar la idea de

    canon de un conjunto de trminos cercanos y decidir qu grado de relacin o de

    equivalencia tienen con l. Canon es igual a tradiciones? Qu sectores de la doxa se

    intersectan con l? Lo clsicola clasicidad- es lo cannico? Se vinculan las nociones

    de canon, a priori, prejuicio, convencin, dogma? Es una idea que posibilita el

    establecimiento de ideales para la interaccin humana, como sugiere Altieri (1990: 21-47;

    esp. 27)? Es un paradigma? Supone inmutabilidad, triunfo sobre la prueba del tiempo,

    transhistoricidad? Puede aislarse el concepto de la red en la que forma sistema, como

    ncleo opuesto a excepcin, a exclusin, a mrgenes en los que actan el contracanon, el

    canon negativo, el canon latente, como los definiera Renate von Heydebrand (1998: 616)?

    2Williams se refiere a este prstamo que los estudios literarios hicieron de los estudios bblicos en Inglaterra

    como una resistencia de tradicionalistas obstinados que sostenan la presencia de algo de autoridadirrebatibleen los textos. Se exclua as todo modo de lectura que no comenzara con la nocin (...) de textossagrados (nfasis original) Williams, 1997: 224.

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    La mayora de los autores manifiestan su escepticismo sobre la existencia del canon,

    considerado ms bien como objeto perdido o imaginario de la crtica (Cella, 1998: 7) que

    reaparece peridicamente. Ninguna entidad homogeneizadora llamada canon existi

    nunca afirma Gorak (1991: ix). Y prosigue: Los variados sentidos adscriptos a la palabra

    canonunstandard, una verdad sublime, una regla, una obra maestra, un modelo artstico,

    y finalmente, una lista de libros para uso educativo- se extiende a travs de algunos muy

    diferentes diccionarios culturales y ha producido, en consecuencia diversos mtodos de

    transmisin. Otros autores lo caracterizan como una comprensin compartida de lo que la

    literatura merece preservar -Richard Ohmann-; un campo limitado sobre el que

    ejercemos la teora y la crtica -Alastair Fowler-; lo que otras personas, entonces

    poderosas, hicieron y que debe ahora abrirse, demistificarse o eliminarse -Robert von

    Hallberg-3; un rico, complejo y contrastante marco que crea (...) una gramtica de lacultura para interpretar la experiencia (Altieri, cit.: 33)-. Para Kermode, el canon es una

    construccin estratgica por la cual las sociedades preservan sus propios intereses (cit. en

    Lea Meek 2001: 86). George Kennedy presenta la formacin del canon como un instinto

    humano natural, una tentativa para imponer orden en la multiplicidad, para juzgar lo que es

    mejor entre varias opciones, y para preservar el conocimiento tradicional y los valores

    contra la erosin del tiempo y de las influencias provenientes del exterior de la cultura. El

    canon refleja la estructura conservadora y jerrquica de las sociedades tradicionales

    (Kennedy 2001: 105). En una de sus mejores formulaciones, Harold Bloom nos habla del

    canon, en tanto relacin de un lector y escritor individual con lo que se ha conservado de

    entre todo lo que se ha escrito, por lo que sera idntico a un Arte de la Memoria

    literario (Bloom 1995: 27). En la msica, Rose Subotnik se refiere al canon como el

    repertorio standard del arte occidental, que representa el concepto de texto-como-objeto

    en una escala colectiva (1996: 59). William Weber propone tres principios bsicos

    constituyentes del canon musical: la maestra o el oficio, de donde surge la idea de grandes

    compositores; el papel cvico que las obras cannicas cumplen en la celebracin del cuerpo

    poltico; y la autoridad moral, contra las depredaciones de la cultura comercial (2001: 138;

    cf. tambin Weber 1999: 336-355). Kerman distingue canon de repertorio: el primero es

    una idea, determinada por los crticos; el segundo es un programa de accin determinado

    3Todos citados en Gorak 1991: 1

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    por los ejecutantes (1984: 177 y 184), lo cual resulta til para una primera aproximacin, si

    bien el uso corriente y la dinmica de las formaciones culturales son considerablemente

    ms ambiguos que esta polaridad, segn observa Marcia Citron (1993: 17).

    Si bien el tema adquiri visibilidad pblica, en un plano amplio de discusin, con la

    publicacin en 1994 del provocativo libro de Harold Bloom, The Western Canoneditado en

    castellano al ao siguiente, podra considerarse que el influyente Forms of Attention, de

    Frank Kermode constituy, en 1985, un impulso innegable para la renovacin de los

    estudios sobre el tema, a partir del campo de la literatura, precedido por los artculos

    reunidos por Robert von Hallberg en Canons (1984). Es en la dcada del 90, como

    decamos al comienzo, cuando se produce la eclosin ms evidente de trabajos dedicados al

    tema, algunos de cuyos ttulos recorreremos, no con el propsito de ofrecer una bibliografa

    escolar sobre el tema, sino porque ellos constituyen la base sobre la que estas pginas

    fueron elaboradas. En una lista rpida y necesariamente restringida de aquellos que nos

    parecen ms significativos, incluiramos Canons and Consequences: Reflections on the

    Ethical Force of Imaginative Ideals, de Charles Altieri (1990) una potente defensa de los

    valores cannicos frente al historicismo crtico-, el artculo de John GuilloryCanon- en

    Critical Terms of Literary Study (1990), editado por Franck Lentricchia y Thomas

    McLaughlin, as como el aporte fundamental de Jan Gorak, The Making of Modern Canon:

    genesis and crisis of a literary idea (1991), y la edicin que estuvo a su cargo de un

    conjunto de ensayos reunidos bajo el ttulo de Canon vs Culture: reflections on a current

    debate(2001) Antes, Renate von Heydebrand haba editadoKanon Macht Kultur(1998)

    ttulo cuyo juego de palabras se revela productivo en su propio escrito-, actas de un

    simposio en el que ms de treinta especialistas reflexionaron en torno de este problema

    desde diversos ngulos. En otra de las contribuciones recientes, Critical Theory and the

    Literary Canon(2001), Kolbas enfoca el tema desde la perspectiva sociolgia y esttica de

    Adorno. Marco ineludible a la hora de considerar los cnones musicales y musicolgicos,

    toda esta literatura, producida casi siempre en el mbito de los estudios literarios, requiere

    sin embargo un abordaje cuidadoso, que no pierda de vista la especificidad del lenguaje

    considerado, para evitar o restringir el riesgo de las transposiciones apresuradas. Una de

    ellas es la sobrestimacin de las similitudes que aparecen en la problemtica de las

    diferentes manifestaciones artsticas, y en consecuencia la minimizacin de las diferencias

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    en las reglas de formacin, dinmicas y potencialidades en su capacidad cannica y en su

    funcionamiento social.

    En el mbito musicolgico al temprano artculo de Joseph Kerman, A few canonic

    variations, publicado en Critical Inquiryen 1983, le siguen ttulos que constituyen hasta

    hoy referencias ineludibles: Femenine Endings, Music, Gender and Sexuality (1991) de

    Susan McClary, un clsico de la crtica feminista al canon musical occidental; la reunin de

    artculos realizada por Katherine Bergeron y Philip Bohlman, Disciplining Music:

    Musicology and Its Canons, (1992), y desde el rea de los estudios de gnero, Gender and

    the Musical Canon (1993), de Marcia Citron. A partir de perspectivas tericas muy

    diferentes, y sin mencionar explcitamente el trmino canon, un libro como el de Lydia

    Goehr, The Imaginary Museum of Musical Works: an Essay in the Philosophy of Music,

    (1992) aborda asimismo el problema. En contribuciones posteriores se encuentran ecos y

    reconsideraciones de este debate, como en ponencias del 16 congreso de la International

    Musicological Society realizado en Londres (Greer, 1997), en algunas de las editadas por

    Nicholas Cook y Mark Everist en Rethinking Music (1999), en la evaluacin de la nueva

    musicologa desde las tradiciones marxistas en algunas intervenciones en las jornadas

    realizadas en Oldenburg, Musikwissenschaftlicher Paradigmenwechsel? Zum Stellenwert

    marxistischer Anstze in der Musikforschung, editadas por Gnther Mayer y Wolfgang

    Strah (2000), o en las incluidas por Martin Clayton, Trevor Herbert y Richard Middleton en

    The Cultural Study of Music (2003). Desde esos aos, es relativamente frecuente la

    consideracin, explcita u oblicua de este tema en los estudios musicolgicos, en particular,

    en aquellos cuyos marcos provienen de los estudios culturales, referidos a la otredad

    genrica, tnica, social, nacional-, de los poscoloniales, de las culturas populares, o cada

    vez que el discurso roza los problemas del valor -esttico, gnoseolgico- la tradicin, el

    ejercicio del poder por medio de la produccin simblica, los mecanismos de constitucin

    de la clasicidad, tanto en lo referido a la produccin musical como al discurso

    musicolgico, y desde posiciones crticas del canon hasta otras que relativizan o se oponen,

    precisamente, a esa misma crtica. Esto puede observarse en trabajos de Philip Bohlman,

    Marcia Citron, Suzanne Cusik, Mark Everist, Annegret Fauser, Christopher Hailey, Kevin

    Korsyn, Ellen Koskoff, Lawrence Kramer, Susan McClary, John Shepherd, Ruth Solie,

    Rose Rosengard Subotnik, Richard Taruskin, Robert Walser, William Weber, entre tantos

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    otros. En sntesis, aun a riesgo de simplificar excesivamente, podra decirse que la mayor

    masa de escritos sobre el canon, en el mbito de la musicologa histrica y en el de los

    estudios de msica popular proviene de los Estados Unidos, fue producida en los tempranos

    90s, y motorizada desde el campo de laNew Musicology.

    2-Espacios y modalidades en los que puede detectarse la conformacin del canon musical

    El canon se manifiesta en la vida musical: programaciones de concierto, libros de

    divulgacin, audiciones radiales, antologas, listas de grabaciones ms vendidas: se trata de

    distintas apariciones, dispersas, contradictorias, de jirones del canon, sujetos a las

    condiciones de produccin, difusin y consumo as como a las variables de las subculturas

    actuantes y su grado de poder en un conjunto social determinado.

    Los espacios institucionales son decisivos en la conformacin y perpetuacin de las

    normas y los valores que presiden el canon. En primer lugar, el espacio acadmico lo

    establece y lo preserva a travs de los repertorios de obras analizadas, de las selecciones,

    cortes y filtros en los programas de historia y/o de anlisis, de los modelos compositivos

    que instaura -con sus reglas y exclusiones-, de los programas recurrentes en las ctedras de

    instrumento. En estas ltimas se consagran no solo repertorios, sino tradiciones

    interpretativas tambin cannicas.

    Los espacios fsicos contribuyen igualmente a este proceso: compositores y obras

    que migran, por ejemplo, del offal Coln, o incluso en el interior mismo de los circuitos

    alternativos, tambin ellos organizados valorativamente, conquistan lugares de prestigio en

    si mismo legitimantes. Lo son igualmente los sistemas de premios, becas, recompensas: en

    ellos, a travs de la seleccin de jurados, de los gneros, a travs de la historia de lo

    anteriormente premiado cristaliza una idea de excelencia que acta sobre la produccin

    subsiguiente.

    Buena parte de estos aspectos figuran tambin como operadores significativos para

    la conformacin del canon musicolgico. Aqu, adems de la originalidad, rigor y

    relevancia cientfica de los aportes, inciden naturalmente la ubicacin en el campo: acceso a

    las publicaciones y editoriales ms prestigiosas, ocupacin de los cargos ms codiciados en

    las universidades, con el consiguiente afianzamiento y refuerzo de las posiciones tericas

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    sustentadas por los acadmicos. El acceso a las mismas indica o al menos puede ser un

    indicador- de la consagracin de tendencias hasta entonces latentes o marginales, de su

    colocacin en el centro de la escena, con toda la capacidad de incidencia, decisiones, de

    canonicidad que esto conlleva. El ascenso de la periferia al centro de representantes

    fundantes de la New Musicology, ms all de la calidad profesional de sus obras, es un

    signo claro de la trayectoria de ese paradigma musicolgico desde el margen hasta su

    instalacin en el corazn de la academia.

    Para ilustrar algunos resortes constitutivos del canon, consideraremos dos ejemplos

    clsicos: por un lado, las variables en juego en la edicin de un diccionario, verdadera

    maquinaria productora de canon, y por otro, las que presiden el establecimiento de listas de

    obras cannicas votadas por un universo determinado de encuestados. En ambos casos, se

    trata de la incidencia de la musicologa o del discurso crtico en la constitucin del canon.

    Esto no significa que ste sea un producto exclusivo de aquella: afirmar esto implicara

    acordar a estas prcticas altamente especializadas una representatividad y un poder que,

    para bien o para mal, no poseen, o poseen de manera sumamente restringida.

    Para el primer caso, consideremos el probable proceso de publicacin de un

    diccionario imaginario. Cules son las decisiones fundamentales que debe tomar un

    editor?. Y antes de l, en realidad, qu otras decisiones ya condicionaron la empresa: quin

    producir el diccionario, quin aportar los recursos, con qu propsito, para qu pblico,

    en qu circunstancias, con qu recorte geogrfico, cultural, ideolgico, poltico. Habra

    bsicamente cinco mbitos en los cuales las decisiones interesan a nuestra indagacin. El

    primero es el grado de apertura del universo msica que se est dispuesto a considerar: lo

    clsico, lo popular, lo tnico. En el mbito culto, se establecern probablemente

    jerarquas entre dos series ideales: lo conocido, popularizado, perteneciente a una franja del

    pasado situada entre los siglos XVII y XIX, y lo perifrico, que incluye la msica reciente,

    o aquella que qued fuera del proceso consagratorio e ingresa, progresiva o sbitamente, al

    centro, como ocurre en los fenmenos de revival, por ejemplo4. En el campo de lo popular,

    la relevancia estar marcada, entre otras variables, por criterios de valor -con frecuencia

    derivados de la msica culta-, por lo cuantitativo -en lo que interviene el mercado y la

    4Kermode (1985, cap. I: 1-31) estudia estos mecanismos en relacin con la resurreccin de Boticelli en el

    siglo XIX.

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    industria cultural-, y por los discursos acadmicos: la musicologa, la sociologa, la

    antropologa, los estudios culturales, la crtica. Ante la incertidumbre de un campo

    relativamente reciente, y frente a la vigilancia acadmica sobre posibles discriminaciones

    basadas en criterios obsoletos, es probable que las listas de entradas reflejen aqu una

    tendencia inclusiva. Las voces relativas al universo llamado etnomusical sern decididas

    de manera ms autnoma por los especialistas. Estrechamente ligado a este aspecto se

    encuentra el paso siguiente: establecer los nombres. Los del pasado tienen ya un cierto

    prestigio per se que los del presente deben conquistar, aunque su permanencia en los

    diccionarios est tambin sujeta a las vicisitudes de la historiografa o la crtica. Jugar en

    la seleccin histrica el mayor consenso obtenido en el paso del tiempo, la evaluacin entre

    peso histrico y eficacia esttica categoras dahlhausianas-, las operaciones de prestigio

    nacional que se encarnen en la empresa del diccionario5, el nfasis en reparar las omisiones

    pasadas. Las listas del presente, en cambio, estarn atravesadas por la vacilacin axiolgica.

    Para redactarlas, se tendrn en cuenta criterios ms externos: mayor obra, mayor

    difusin, mayor consenso entre pares, centralidad geogrfica o cultural, y tambin factores

    aleatorios: preexistencia de catlogos o de estudios, prestigio de los maestros, ser o no

    nombrados por una voz autorizada en el momento preciso.

    Resumiremos los dos aspectos siguientes, que inciden en esta edificacin: la

    adjudicacin de las voces a diferentes autores, y la extensin acordada a cada vocablo. En

    el primer caso, lo ms frecuente es la correlacin directa entre grandes entradas y

    musiclogos ms prestigiosos o especialistas reconocidos. Se trata de una comprensible

    estrategia editorial: los diccionarios suelen evaluarse, en primer trmino, a travs de esas

    voces. La extensin ser decidida poniendo en relacin las variables descriptas en los

    puntos anteriores, y en este punto la incidencia del mbito de origen del diccionario, con

    todas sus determinaciones, ser definitoria. Por ltimo, las normas de redaccin, en tanto

    lugar que reproduce la legalidad genrica el diccionario en cuanto tal-, indicarn, de

    forma parcial e indirecta, un cierto estado del canon musicolgico: vida y obra, estilo claro

    y conciso, lenguaje, clasificaciones. Muchas otras instancias intervienen en este proceso,

    sin duda. Creemos sin embargo que las mencionadas bastan para dar una idea de la

    5La fuerte impronta nacional en los diccionarios universales no requiere demasiados comentarios. Cf., porejemplo, Dibble 2001.

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    compleja trama de mediaciones, variables, circunstancias y estrategias sociopolticas,

    convicciones personales, consensos culturales, pactos y albures que organizan la estructura

    consagratoria que un diccionario instala en la conciencia de una poca. Y modela las

    sucesivas: en efecto, los grandes diccionarios modifican slo de manera extremadamente

    selectiva y lenta lo publicado en ediciones anteriores.

    Vayamos a nuestro segundo ejemplo. En diciembre de 1999, la revista Clsica,

    editada en Buenos Aires public los resultados de una consulta a compositores y

    musiclogos argentinos y a su plantel de colaboradores, en la que se les solicit

    informalmente, sin directivas especficas- la elaboracin de una lista de las obras que cada

    uno consideraba fundamentales del siglo que terminaba. En la confeccin de esas listas se

    pusieron en marcha algunos interrogantes susceptibles de revelar mecanismos de

    funcionamiento del canon, y que son, en sntesis, los siguientes6:

    1- Los encuestados se vieron en la alternativa de establecer la trascendencia de los

    compositores y obras seleccionadas ya sea desde algn punto de vista o criterio

    supraindividual, objetivo, compartido, o bien desde una perspectiva ms individual,

    seleccionando aquellas con las cuales entablaron un vnculo o dilogo personal, en acuerdo

    o no con un consenso preexistente. En trminos simples, el dilema se presentara as:

    incluyo una obra por la que no profeso una particular admiracin, pero que sesabe que es

    insoslayable en la historia de la msica del siglo7, o incluyo una obra que no parece tal,

    pero que forma parte de mis preferencias ms profundas. Se juegan aqu varias cuestiones:

    la racionalidad establecida versus lo arbitrario individual; una supuesta direccinde la

    historia versus el placer personal; la obra individual y su pertenencia o no a un canon

    cambiante8.

    2- Otra zona de inters para el anlisis es la expresada por la relacin entre canon

    nacional y canon universal9, que se manifiesta en el nmero y las caractersticas de los

    6Como formamos parte de los encuestados, analizamos la experiencia en tanto observadores participantes, locual, a pesar de las precauciones metodolgicas, constituye una variable a tener en cuenta en los resultados

    del anlisis.7Se tratara de un ejemplo de la relacin entre conocimiento y opinin estudiada por Kermode (1985, cap. 3,

    Disentangling Knowledge from Opinion: 67-93). El punto ciego aqu es que los cnones niegan la distincinentre conocimiento y opinin, (...) son instrumentos de supervivencia construidos para ser pruebas de tiempo,

    no pruebas de razn (78)8Este aspecto es desarrollado en Goehr 2002.9Esta oposicin enmascara, recordemos, el fuerte componente nacionalaustrogermano- que integra laformacin y vigencia del canon universal, como ha sido frecuentemente sealado.

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    compositores argentinos y latinoamericanos que ingresaron a la lista10

    . Cmo juega la

    produccin local en la conformacin de un canon general? Canon para quin? El canon

    general est basado en la excelencia tcnica, el valor esttico y la incidencia histrica de

    las obras, con indiferencia hacia las situaciones concretas, contingentes, de su recepcin? Si

    la respuesta es positiva, lo que prevalece en la lista, aunque exprese la potencia de las

    grandes obras universales inscriptas en nuestra subjetividad, puede leerse como la

    reproduccin del aspecto ms hegemnico del canon vigente. La inclusin de obras

    argentinas o latinoamericanas, en cambio, puede suscitar desconfianza y ser vista como un

    esfuerzo voluntarista provocativo o defensivo, ms all de la interrogacin racional y crtica

    que ejercitemos de los mecanismos histrico-culturales responsables de este hecho. Intil

    subrayar que esta interrogacin sobre la produccin propia es impensable en los pases

    centrales, en los cuales por lo general hay pocos prejuicios para inscribir naturalmente lasobras locales en el canon universal.

    3- Cul es la distancia temporal que habilita la canonizacin? Se puede incluir en el

    canon a obras muy recientes, que apenas inician su circulacin social? Para quin/es es

    vlido un canon del siglo XX? Qu recorte especializado del pblico supone, cmo

    interacta -o no- con los cnones ms antiguos y cuantitativamente ms significativos en la

    cultura? El eje aqu es la relevancia del tiempo en el proceso.

    4- Cunto y de qu manera influye en el canon personal la tradicin heredada o rechazada

    de las instituciones o los maestros con quienes cada uno se form? En las respuestas

    recogidas, es posible componer clusters de autores y obras organizados por tendencias de

    maestros, escuelas, tradiciones, tendencias estticas, influencias: se trata entonces de la

    importancia de las vas de comunicacin de los saberes como instauradora de valores.

    5- Aparece el conflicto en la dinmica de los cnones: se jerarquiza el canon conservador

    o el canon vanguardstico? La regla o la excepcin? Y si el supuesto contracanon ya

    fuera la regla?

    10 Con respecto a la proveniencia de las obras, cinco encuestados mencionaron piezas de compositores

    argentinos y latinoamericanos; varios votaron por Kagel, y uno lo hizo por otros dos compositores argentinos

    residentes desde dcadas en el exteriorDavidovsky y Roqu Alsina-. Interesa sealar que no aparecieron losnombres de Ginastera ni de Piazzolla, los compositores argentinos de mayor repercusin internacional. El

    primero, quizs porque su imagen, como consecuencia del conocimiento insuficiente que se tiene de su obra,

    sigue adherida al desacreditado en este contexto- canon nacionalista. El segundo, tal vez por cuestionesgenricas: su obra culta rea jerarquizada aqu- no tiene el peso de su produccin popular.

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    6- Cunto? La consigna eran 10 ttulos: un solo encuestado la respet y hay dos respuestas

    de 24 ttulos. La acumulacin es una respuesta a la proliferacin aun no sintetizada por la

    historia? Una precaucin frente a la posteridad, en la ilusin de no dejar pasar la obra

    maestra?

    7- La eleccin del universo de los encuestados por parte de los editores es otro punto

    decisivo. Aqu, se trat en todos los casos de personas actuantes y/o comprometidas en el

    mbito de la msica culta contempornea, es decir, de un universo ya previamente

    unificado, que restringe la representatividad de la muestra a la rbita especializada. El

    resultado es indicativo, en todo caso, de las corrientes internas de esa regin musical.

    8- La ocasin: ante la inminencia del final del siglo, prima el sentimiento de balance, de

    evaluacin, que incide en la emisin de respuestas ms intelectualizadas y racionales, all

    donde podra esperarse, por el contrario, la mirada nostlgica, el sentimiento de prdida.

    9- El lector implcito: entregar una lista de estas caractersticas significa, para el

    encuestado, develar algo a la vez personal y profesional; es entrar en una arena en la que se

    confrontan y se evalan los propios saberes y convicciones. Ms que a los lectores

    habituales de la revista, las respuestas miran de reojo a los colegas.

    10- Aunque no hubo tampoco precisiones relativas al corte genrico, todos respondieron,

    sin embargo, con listas de msica cultacondicionados por el nombre de la revista?-, con

    dos excepciones de significados diferentes: Un da en la vida, de Los Beatles, y las

    grabaciones de Horacio Salgn con el Quinteto Real. En el conjunto, aparecen como

    opciones desobedientes, excntricas.

    El resultado presenta un canon moderno, universal, culto, sumamente

    articulado por la idea de progreso -del lenguaje, de lo esttico-conceptual en las corrientes

    experimentales lideradas por Cage-. Si los clsicos de la primera mitad del siglo aparecen

    como zonas enfticas de consenso, ingresan tambin figuras consideradas de culto en la

    recepcin de los 80: Scelsi, Feldman, Nono11

    . Los compositores ms transitados en la vida

    musical y en distintas formas de consumo no figuran12: Mahler, Strauss, Sibelius, el Grupo

    de los Seis. Hay un solo voto para Prokoffiev, Shostakovich y Gershwin, todos emitidos

    11En este sentido, interesa sealar la sincrona de estas elecciones con la instalacin de estos compositores en

    el panorama internacional de los 80, magistralmente estudiada por Peter N. Wilson (1992)12Se votaron las obras cannicas, no las del repertorio, para retomar la distincin de Kerman. Se trata de una

    situacin frecuente que el mismo autor analiza (1985: 186 y 189), as como el papel del mercado y la

    tecnologa en el proceso (188-192)

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    por la misma persona; slo una obra electroacstica fue mencionada, y la nica que obtuvo

    apoyo unnime fueLa consagracin de la primavera (1913...).

    Si tenemos en cuenta que prcticamente todos los participantes son docentes, y que

    el conjunto incluye crticos de los tres principales diarios del pas, el resultado de este

    ejercicio trasciende la ocasin y permite inferir la extensin de este estado del canon a

    territorios de mayor alcance.

    3-Ncleos centrales y/o conflictivos

    En la literatura existente, se insiste en la estructura general tanto del canon como de

    su crtica, as como en la dinmica que los moviliza y la dialctica que los mantiene

    ligados13. El canon est generalmente apoyado en el status quo, que hace eje en la tradicin

    naturalizada, en la experiencia, en la virtual intemporalidad de los valores estticos

    compartidos, en su papel fundante en la cultura y con valor prospectivo, ya que seala o

    sugiere las direcciones que debe seguir la produccin posterior. La crtica del canon, por el

    contrario, proviene generalmente de quienes reclaman por las minoras que no slo no se

    sienten representadas por el canon dominante, sino excluidas del mismo por distintas

    razones que no tienen que ver (o no necesariamente) con cuestiones de valor intrnseco

    instancia que, por otra parte, el intenso relativismo de estas corrientes desestima-. Es

    sostenida por quienes luchan por la imposicin de un canon diferenciado, o contra la clase o

    grupo que impone el canon, utilizando a ste como uno de sus blancos. El canon es uno de

    los objetivos a los que apunta la crtica de la ideologa o las diferentes versiones de la

    teora de la sospecha: desconfianza de la experiencia esttica como enmascaradora de los

    mecanismos de poder en todas sus formas. Se trata de la crtica del canon como hegemona,

    como herramienta de opresin, como expresin de una ideologa de clase, o de sectores que

    detentan el poder en sus diferentes formas.

    13Los prrafos que siguen son parcialmente deudores de las citadas obras de Gorak y de Kolbas, algunas de

    las ms inteligentes a la hora de evaluar los impulsos cannicos y anticannicos de las ltimas dos dcadas.

    Kolbas introduce adems reflexiones significativas sobre lo que tienen en comn ambas posiciones, sobre lo

    cual no podemos extendernos aqu. Una de ellasanticipada en realidad por Altieri (1990: 23 y ssgg)- es lacreencia en la capacidad del canon para representar segmentos sociales. Cf. Cap. 2, The ContemporaryCanon Debate: 25-58.

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    El canon indica la manera en que a travs de la historia se cristalizaron valores que

    identifican a la cultura del grupo que representa, y que la maquinaria interpretativa se ocupa

    de actualizar, de mantener su modernidad (Kermode 1985: 75)14. Construye un

    imaginario de cohesin e identidad, un lugar donde se articulan individualidad y consenso

    colectivo. En la heterogeneidad cultural actual, y el relativismo correspondiente, conserva

    el canon el mismo poder? Si es cierto que, hoy, es imposible concebir la sociedad como

    entidad unificada, estaramos entonces en presencia de un espacio de lucha simblica en el

    que los diferentes grupos, intereses, subculturas actan para negociar sus presencias en la

    constitucin misma de ese canon siempre provisorio, frgil, mvil. Si posee estas

    caractersticas, sigue sto siendo un canon? La recrudescencia de los estudios y debates

    sobre el canon coinciden con su debilitamiento frente a los embates de la multiculturalidad,

    la democracia, el escepticismo (Subotnik en Greer 1997: 221-225), la fractura social.

    Posiciones como la de Bloom representan el polo defensivo de un ncleo de valores

    polticamente incorrecto, jaqueado por los nuevos actores sociales que reclaman su parte en

    la representatividad simblica que una sociedad da de si misma. Cuando las formaciones de

    poder que sostienen los cnones hegemnicos deciden, por distintas presiones, abrir

    efectivamente el juego a las nuevas identidades sociales o culturales, estamos en presencia

    de un intento liberal de democratizacin del canon, o bien ste desaparece de la superficie

    de los discursos para irrigar y difuminarse capilarmente como medio de aumentar su

    eficacia, segn la concepcin foucaultiana del poder?15

    .

    El canon acta como valor positivo si se entiende como herramienta latente de

    preservacin de valores estimados fundamentales e irrenunciables para la continuidad

    identitaria o para un proyecto comunitario. Condensa lo esencial de la vivencia artstica de

    un grupo, y pone en el centro, fuera de cualquier consideracin sociolgica, el valor de la

    experiencia esttica: en la defensa del canon, dice Mara Teresa Gramuglio al comentar a

    14Esta observacin importa porque por un lado, sin negar la robustez y persistencia del canon, lo integra a lahistoria de las lecturas, y por otro, porque es en la msica donde la interpretacin, como puesta en acto

    efectivo de las obras, opera ms concretamente en el sostn de su modernidad perpetua, (...) intemporal(90), a la que suma la propia historia de los cnones interpretativos. Si llevamos esto ms lejos, sera nuestra

    inventiva en la relectura y recreacin de los textos lo que constituira su perennidad, segn la perspectiva

    antifundacionalista de Annette Kolodny, cit. en Altieri, 1990: 53.15Desde otras perspectivas tericas, iek(1997) realiza una lcida crtica a las falacias delmulticulturalismo, honestamente sostenido por sectores opuestos a los poderes hegemnicos, pero que, a su

    juicio, opera una homogeneizacin ficticia que esquiva el ncleo traumtico del Otro real y al mismo tiempo

    deja intacta la lgica cultural del capitalismo multinacional.

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    Bloom, podra verse una defensa de la poesa, incluso de la poesa que triunfa sobre el

    olvido y la muerte (Gramuglio 1998: 56) Interviene adems para proteger esos mismos

    valores ante el cambio y la amenaza consiguiente de destruccin, ante el acoso de los

    profanos, de los que disputan su preeminencia. El canon entonces es una de las zonas en

    que se libra el combate de fuerzas antagnicas responsables de la dinmica de las

    sociedades y las culturas.

    Inciden los cambios tecnolgicos en la economa cannica? Antes de la expansin

    de Internet, el dificultoso acceso a la edicin musical y literaria operaba como una primera

    seleccin, eficaz en el imaginario colectivo: llegaba a la distribucin social aquello que algo

    o alguien autorizado haba ya evaluado y elegido, con lo que se legitimaba, siempre desde

    este punto de vista, la instalacin de nombres y valores en el conocimiento pblico. En la

    web hay una hiperdemocratizacin gigantesca que tritura y banaliza los nombres hasta

    volverlos annimos, indiferentes. Difcil construir all, por ahora al menos, alguna trama

    valorativamente jerarquizada. La web opera como una vertiginosa mquina virtual de

    descanonizacin, o ms bien de aplanamiento y por consiguiente de a-canonizacin -valga

    el oxmoron-.

    En ltima instancia, es difcil pensar en la posibilidad de la inexistencia del (los)

    cnon(es), si lo entendemos como el conjunto de a priori, de pre-juicios en el sentido

    hermenutico- y tradiciones en los que se teje la trama de la cultura. Este ncleo tiene no

    slo una cierta identidad terica, sino, lo que es ms importante, una eficacia experiencial,

    latente en la subjetividad y en la vida de todos. En este sentido, el canon debe continuar

    resistiendo a la retrica de la resistencia (Altieri1990: 50)

    4)Acerca de los cnones musicolgicos

    El tema del canon en la literatura, frecuente en los 80, fue puesto en el ojo de la

    tormenta pblica, ms all del plano acadmico, por un conservador como Harold Bloom,

    con su defensa de los aspectos ms eurocntricos (anglocntricos, para ser ms precisos) y

    tradicionales del canon literario. En la musicologa apareci ms ligado a los crticos del

    canon musical occidental, quienes intentaron, apoyados en las herramientas provenientes

    del post-estructuralismo, como se sabe, analizar las condiciones sociales, ideolgicas y

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    15

    polticas que presidieron su formacin, reproduccin y supervivencia, en vistas a

    desenmascarar el poder opresivo o la violencia simblica que ejerce sobre los excluidos16

    .

    Los estudios culturales, de gnero, post-coloniales, o los referidos a la cultura popular, son

    los mbitos privilegiados de los trabajos que adhieren a estas lneas. Como afirma Gorak,

    con frecuencia ellos producen del canon una imagen grafocntrica, nacionalista, faloflica

    y ginofbica (1991: 235), o bien, segn Kolbas, elitista, patriarcal, racista o etnocntrica

    (cit.: 1): no pocos de los males de este mundo, en suma.

    Segn ya anticipramos, la musicologa posmodernapara utilizar, al solo efecto de

    abreviar, una denominacin que, como toda generalizacin, no hace justicia a la pluralidad

    que encierra- parece haber ganado la batalla y conquistado posiciones que la colocaron

    como el nuevo canon musicolgico para grandes sectores de la vida acadmica y

    profesional en los Estados Unidos, desde donde se irradia e impone, por estrategias

    histrica, poltica y culturalmente conocidas, hacia contextos permeables al impacto de las

    novedades all producidas. Es sta la principal razn por la nos ocupamos de ella aqu. Esta

    tendencia que produjo algunos de los textos intelectualmente ms estimulantes de los

    ltimos aos- disea su perfil contraponindolo a configuraciones tericas enemigas. Una

    de las preferidas es aquella que sostiene la idea de la autonoma de la obra. En ella,

    estudiosos como Rose Subotnik (1996: xxvii) ven la encarnacin del ideal occidental de

    razn abstracta y su secuela de exclusiones, central en la musicologa positivista, en

    particular, en el anlisis y en la escucha estructural. No entraremos en los detalles de un

    debate que ya ocup demasiadas pginas. Quisiramos solamente precisar lo siguiente: la

    autonoma de la obra se forj histricamente en el cruce de diversos discursos y prcticas

    sobre los que Dahlhaus ya dijo quizs todo lo que puede decirse por ahora. Sobre ella se

    montaron los dispositivos analticos ms rigurosos17

    , y tambin algunos de los ms

    arbitrarios y tautolgicos en sus recortes, los ms insensibles a lo que la msica significa en

    la vida de cada uno y a las inscripciones sociales y polticas en las estructuras musicales. Su

    especializacin extrema no nos dice con frecuencia casi nada de nuestra relacin con la

    msica. Lo mismo ocurre en el extremo opuesto: la suprema indiferencia frente a lo sonoro,

    16Un punto poco explorado de este problema es el de la manera en que los excluidos utilizan, interactan,

    resignifican los cnones establecidos, ms decisivo que la mera sustitucin de un canon por otro, segn

    sugiere Kennedy, 1997: 61. Sobre este tema, la referencia ineludible es la obra de Michel de Certeau (por

    ejemplo, de Certeau 1990)17Algunos poderosamente canonizadores, como la teora de Schenker.

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    la hipertrofia del contexto nos priva de un momento sustancial en el anlisis del hecho

    musical. Esto que parece una observacin banal para cualquier msico no lo es en absoluto

    para amplias franjas de los estudios musicolgicos: en reuniones cientficas, cuando alguien

    se refiere a lo musical, con plena conciencia de la problematicidad del concepto,y con el

    propsito de aislarlo slo provisoriamente para reponerlo luego en la densidad de los

    fenmenos estudiados, lo que es habitual en cualquier proceso de investigacin, es

    observado como un sobreviviente de otras eras. En consecuencia, los saberes y las destrezas

    tcnicas especficas aparecen devaluadas ante el prestigio y los capitales de otras

    disciplinas, cuyos desarrollos se intenta seguir al borde de las fuerzas. En tanto, se

    minimiza el valor de los aportes referidos a dimensiones particulares de los hechos

    musicales que slo las competencias de msicos y musiclogos permiten analizar18

    . Esto no

    significa, en modo alguno, eximirnos de la obligacin de permanecer atentos y crticos al

    desarrollo general de las ideas, ni una mezquina defensa corporativa, ni un rechazo obtuso

    de la multidisciplinariedad o de una hermenutica dela heteronoma (Hailey1997:171).

    Se trata, por el contrario, de contribuir a ellas tambin desde la comprensin ntima del

    pensamiento musical, de la especificidad del hacer musical como forma particular de

    conocimiento y de expresin. Al encuentro multi/inter/trans-disciplinario es necesario

    llegar con la mxima plenitud de los conocimientos particulares, y ponerlos en discusin en

    pie de igualdad en el trabajo de equipo, modalidad prcticamente insoslayable, hoy, para

    los estudios de esa naturaleza.

    La musicologa posmoderna intent quebrar lo que identific como insularidad del

    saber especializado19

    y colocarlo en el plano de la discusin actual de las humanidades y las

    ciencias sociales20

    . Sin embargo, en muchos casos el nfasis en la construccin social de

    sentido, en la msica como mero soporte del imaginario de la cultura dominante provoc

    un distanciamiento y desprecio cada vez mayores del objeto musical, de su economa

    sonora y estructural -aun considerado ste en sus modos de existencia y acepciones ms

    18Se juegan aqu, desde luego, mltiples cuestiones, como el estatuto epistemolgico de la disciplina, sus

    criterios de cientificidad y el lugar de las llamadas ciencias auxiliares, ante cuya jerarquizacin acadmica yprestigio intelectual la musicologa parece por momentos padecer un complejo de inferioridad.19Cf. la enrgica respuesta, desde el campo del anlisis, de Pieter van den Toorn a esta crtica (1995, esp.

    Cap. 2, In Defense of Music Theory and Anlisis: 44-64)20Esta relacin estuvo, sin embargo, siempre presente en la mejor musicologa de cada poca, como seala

    acertadamente Jrg Stenzl (en Greer 1997)

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    amplios21

    - y de la consideracin del valor esttico. Si es probable que se ganaran de esta

    manera interlocutores en el mbito de los otros saberes, los del mismo campo -los

    compositores, los msicos, los pblicos comprometidos con la msica- quedan relegados.

    Los actores del campo musical observan el debate musicolgico, ms que nunca22

    , con una

    mezcla de irona y perplejidad: perciben que la musicologa no les habla a ellos, ni de ellos,

    ni de sus prcticas y saberes, ni de la materia con la que trabajan, ni de sus experiencias

    ms conmovedoras con la msica. En ltima instancia, ms all de los marcos

    conceptuales, hay que reconocer que lo que est centralmente en juego es el estatuto del

    discurso terico en su relacin con la msica. Benjamin Boretz (2003) lleva sus preguntas

    sobre este tema a un punto de inusual lucidez crtica, desde el ttulo mismo de su artculo:

    Is Music Necessary?

    Estos modelos rescataron valores descuidados en la consideracin del lugar de la

    msica en la vida de las personas, como el disfrute sensorial de las superficies sonoras, la

    sensualidad, la afectividad, el cuerpo, por sobre lo que identifica como imperialismo

    masculino de la estructura, la racionalidad, la forma, la ideologa del progreso. El placer, la

    relacin personal, intensamente subjetivante, es puesto en el corazn de la experiencia

    musical. Sin embargo, paradjicamente o no, la valorizacin de este placer parece selectiva:

    en las msicas menores, fuera del canon, marginalizadas, el placer tiene signo positivo,

    resiste la hegemona de la razn estructural, favorece la construccin de subjetividades e

    identidades, es eximido de toda confrontacin crtica. El placer que produce el repertorio

    consagrado, en cambio, es sospechado: all hay que develar la cristalizacin del poder, la

    ideologa sonoramente organizada, para parafrasear a Blacking. Es ste un lmite o un

    extremo deliberado en el proyecto pluralista y liberal de la musicologa posmoderna? No

    contradice sus bases rizomticas inspiradas en Deleuze, su rechazo del tercero excluido de

    la lgica tradicional, al reintroducir un negativo simtrico del discurso al que se opone?

    Para mantener la coherencia democrtica del proyecto, no habra que aceptar que cada uno

    accede a la fruicin esttica con las msicas que quiere o puede, fuera de la correccin o

    incorreccin poltica de las mismas, a condicin de que no interfiera en el modo

    21Como texto-proceso, segn sugiere Subotnik (1996: 59)22La aclaracin es importante: implica por un lado reconocer la especifidad de la produccin terica, y por

    otro, las limitaciones tambin existentes en concepciones y estilos musicolgicos anteriores para conectarse

    con los actores de la vida musical.

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    absolutamente particular en que [el otro] organiza su universo de sentido (iek 2000:

    258)? Esto implica defender el derecho de las minoras conservadoras, aquellas para las

    cuales la ortodoxia del canon sigue en el centro de su relacin con la msica, las que aun

    pueden escuchar la Novena sin la incmoda sospecha de estar participando de una

    reprobable conspiracin sexista en re menor. Sin embargo, est claro que es imprescindible

    relativizar este idealismo esttico al que son proclives las corrientes hermenuticas- y

    considerar, en lnea con las perspectivas tericas marxistas, que en el capitalismo tardo las

    obras cannicas se consumen tambin como cualquier otra mercanca, desactivadas en su

    potencial crtico y utpico, silenciadas para que no perturben el presente de una burguesa

    que funda en ellas su distincin23. Desgastadas por la repeticin, las obras se convierten

    en objetos culturalmente inertes o estticamente estriles, tales que terminan sirviendo a

    los ms triviales propsitos (Kolbas, cit.: 58)24.Una de las categoras ms recurrentemente impugnadas por la musicologa

    posmoderna es el positivismo, su inters por el dato, ya sea estructural o histrico25

    , su

    confianza en la realidad material, externa. En ese mbito, todoes interpretacin26aun en

    sus versiones bloomianas de misreading-, y cualquier desvo de este axioma es considerado

    esencialista, pura ideologa, como si no fueran ideolgicos en el sentido limitado en que

    entiende el trmino en estos contextos- los planteos de/con-structivos. Pero volvamos al

    plano de los hechos en musicologa. El debate nos concierne, a quienes trabajamos en estas

    latitudes, porque hace desde luego a las bases epistemolgicas de la disciplina. Lo que

    habra que evaluar es el lugar que le acordamos, su relevancia, su urgencia para nosotros,

    sin lo cual corremos el riesgo de heredar un conflicto ajeno o secundario, una vez ms. De

    nuevo, tenemos que decir que la crtica que la musicologa posmoderna hizo tanto de la

    vieja musicologa como de la nuevaMusic Theory, atrapadas ambas en el vaciado ciego de

    archivos, el recuento rutinario de notas o estructuras, la confeccin automtica de

    23Bourdieu 1979. En otro sentido, y a propsito especialmente del rock y del pop, Gnther Jacob estudia ladistincin como estrategia del mercado para la formacin del canon: el mercado es una mquina dediferencia, que por un lado profundiza la diversificacin de gneros y escenas, y por otro acorta su vigencia(Jacob 2000: 243)24No podemos extendernos aqu sobre las divergencias entre la teora crtica y la hermenutica acerca del

    estatuto, condiciones y lmites de la experiencia esttica.25Los trabajos ms consistentes provenientes de esta tendencia no excluyen, sin embargo, estos aspectos: en

    muchos casos, es una cuestin de dominancia.26Como lo entiende Hassan en su listado contrapuesto de caractersticas del modernismo y del

    posmodernismo (Hassan 1986: 312)

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    catlogos, fue oportuna e imprescindible. Pero tambin estrechamente ligada a su contexto:

    la saturacin de la recopilacin de fuentes primarias, el xito acadmico de determinadas

    tcnicas analticas duras pitch set class, post-schenkerismo, modelizacones

    informticas- entre otros. Pero observemos algunas pocas situaciones en Argentina

    probablemente extensibles a muchos otros pases de la regin-: no disponemos siquiera de

    un repertorio de las publicaciones musicales que existieron; nadie pudo armar todava un

    listado de los conciertos de colectivos histricos fundamentales como la Agrupacin Nueva

    Msica ni del Centro Latinoamericano de Estudios Musicales del Instituto Di Tella. No hay

    anlisis slidos que demuestren en los hechos la asimilacin de las tcnicas franckianas en

    la msica de Alberto Williams, ni exponga los recursos musicales especficos que

    caracterizan al rock nacional en determinados momentos desu historia, aunque de estos

    temas se habla en escritos, reuniones y cursos. Los catlogos de obras estn en muchos

    casos plagados de incertidumbres; la mayor parte de las obras concretas del repertorio local

    que circul en la vida musical del siglo XIX nos es desconocida. Tal vez no sera

    inadecuado preguntarse si el positivismo no es, aun hoy, en nuestros contextos, un

    proyecto incompleto, como la Modernidad para Habermas. Negar la importancia de los

    esfuerzos tendientes a suministrar herramientas de trabajo rigurosas y confiables o a cubrir

    estas lagunas de conocimiento27

    en nombre de la obsolescencia de la musicologa

    positivista es condenarnos a naufragar en interpretaciones sofisticadas y atractivas, pero que

    soslayan la base emprica28

    . Est claro que ninguna accin en este sentido tiene la

    neutralidad que con frecuencia se le otorg. Se sabe que toda recopilacin est regida por

    una teora, y responde a las preguntas que formulemos: No hay material [fuentes] hasta

    que nuestras preguntas lo hayan revelado, afirma Hobsbawm (2002:209)29. Por otra parte,

    todo modo documental de conocimiento, (LaCapra 1985:18) no puede desconocer el

    modo en que los documentos son ellos mismos textos que procesan o retrabajan la

    realidad y requieren una lectura crtica que vaya ms all de los mtodos tradicionales de la

    27Este argumento puede ser irnicamente calificado como aproximacin lagunstica, segn observa StefanoCastelvecchi (en Greer, cit.: 187).28El papel del momento emprico en la investigacin musicolgica est siendo revalorizado: un ttulo como

    Empirical Musicology(Cook y Clarke 2004) parece en si mismo un manifiesto post-postestructural.29Jean Starobinski haba observado esta dualidad entre recorte del objeto y medios interpretativos, acciones

    cumplidas por el mismo sujeto, pero cuya diferencia debera establecerse con la mayor precisin (Starobinski

    en Le Goff y Nora 1981) Por otra parte, el documento sin insercin contextual y funcional puede resultar

    agua estancada ... evidencia inerte, segn la expresiva formulacin de Rob Wegman (2003: 141)

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    formas filolgicas de las Quellenkritik (Ibid.: 19-20) El problema, en todo caso, es

    explicitar el marco que permite la formulacin de las preguntas. Y detenerse en lo

    heurstico sin integrarlo al proceso interpretativo. Cuestin de equilibrio. Creemos que no

    es incompatible la conciencia del papel del lenguaje en la construccin de los hechos que el

    giro lingstico instal en la escena intelectual de los 80s, con la atencin a los aspectos

    fcticos, fenomnicos o fenomenolgicos de la materia que suscita el trabajo crtico e

    interpretativo. Y estos hechos no tienen porqu obedecer a los recortes del canon

    occidental: pueden ser minsculos, marginales, microhistricos. Pero tambin pueden ser

    los otros, aquellos descartados por estar insertos precisamente en las grandes narrativas

    derrocadas.

    Tambin en este sentido es imprescindible interrogar, desde aqu, la poltica que

    preside el recorte de los objetos y la eleccin de las perspectivas de estudio en el canon

    posmoderno. En nuestro medio, Eduardo Grner public en 2002 un aporte valioso para

    relativizar los embates hegemnicos de la posmodernidad. Desde su ttulo mismo,El fin de

    las pequeas historias. De los estudios culturales al retorno (imposible) de lo trgico, el

    autor aboga por la necesidad de retomar pensamientos prematuramente interrumpidos y

    conectarlos con miradas audaces de los actuales, en vistas a pensar la posibilidad de nuevas

    racionalidades no opresoras, de una retotalizacin ms justa y abarcadora de la

    fragmentacin actual30

    .

    Para volver al desprestigio de los hechos en el paradigma posmoderno, consecuente

    con su relativismo y escepticismo radicales y su insistencia en la realidad como

    construccin discursiva, quisiramos recordar un duro y luminoso texto de Eric

    Hobswawm, a quien nadie podra acusar de positivista. Al reflexionar sobre los principios

    de aquel paradigma, afirma: es esencial que los historiadores defiendan el fundamento de

    su disciplina: la supremaca de los datos. Si sus textos son ficticios, y lo son en cierto

    sentido, pues son composiciones literarias, la materia prima de estas ficciones son hechos

    verificables. La existencia o inexistencia de los hornos de gas de los nazis puede

    determinarse atendiendo a los datos. Porque se ha determinado que existieron, quienes

    30 Por otra parte, Grner (Ibid.: 370-372) reconsidera brevemente, por cierto- algunas de las tradicionesintelectuales ms potentes producidas en Amrica Latinade Echeverra a Sarmiento y Martnez Estrada; deOswald de Andrade y Haroldo de Campos a Maritegui-, que tematizaron, tempranamente, las tensiones entre

    lo Mismo y lo Otro, lo Universal y lo Particular, que atraviesan nuestras culturas, ncleos centrales en la

    agenda actual de los estudios poscoloniales. Tambin en la musicologa, agreguemos.

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    niegan su existencia no escriben historia (...) Si la historia es un arte imaginativo, es un arte

    que no inventa, sino que organiza objets trouvs (2002: 271)31. Como ocurra con el

    anlisis, tambin aqu quien sustente estas posiciones en el campo musicolgico suele ser

    contemplado como una curiosidad histrica.

    En los centros en que se producen los modelos prestigiosos del saber y la accin

    musicolgicos, observamos en realidad el enfrentamiento no solo de diversas concepciones

    epistemolgicas, sino corrientes o individualidades en el seno mismo de los sectores

    aparentemente concordantes, como lo analiz agudamente Kevin Korsyn en Decentering

    Music (2003) La apariencia es la de un campo minado. Los publicitados y recurrentes

    debates entre los representantes ms destacados de las diferentes sub-disciplinas o reas

    ms significativas dan cuenta de ello: slo como ejemplo, mencionemos los argumentos

    opuestos sobre la centralidad de la historia y/o de la teora (anlisis) en el trabajo

    musicolgico, y por consiguiente la importancia, funcin y modos de indagacin de texto y

    contexto, especularmente desplegados por Kofi Agawu y Joseph Kerman. O sobre el

    estatuto acordado a la obra como categora en los enfrentamientos entre Susan McCLary

    y Peter van der Toorn. O, en el interior mismo de la New Musicology, los speros

    intercambios entre Lawrence Kramer y Gary Tomlinson en Current Musicology32

    . El

    campo musicolgico parece all replegado en la reflexin narcicista sobre si mismo,

    atrapado en la hipertrofia de sus propios controles sobre las condiciones de enunciacin de

    su discurso.

    En 1954, Adorno dict una conferencia radial publicada al ao siguiente y recogida

    enDisonancias (Adorno 1966) Su ttulo fue El envejecimiento de la Msica Nueva. En

    l, Adorno manifiesta su desconfianza y sus reparos al serialismo generalizado practicado

    por los jvenes compositores de entonces como recuperacin de la herencia expresionista

    vienesa por una teora de la racionalidad integral del discurso. Vea all, quizs,

    tempranamente, la gestacin de un nuevo dogma. En julio de 2004, en la Humboldt

    Universitt de Berln, el profesor Hermann Danuser concluy un seminario cuyo ttulo fue

    31Incluso un terico formalista de la historia, como Hayden White (1992), subraya la importancia de laevidencia fctica en el relato narrativo -mmesis de la historia vivida en alguna regin de la realidadhistrica, p. 43- como metodologa historiogrfica. Cf. esp. Cap. 2, La cuestin de la narrativa en la teorahistoriogrfica actual.32Una sntesis de estos debates, con las correspondientes indicaciones bibliogrficas, puede consultarse en

    Korsyn, op. cit., esp. Cap. III, Musical research in crisis.

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    El envejecimiento de la New Musicology (Das Altern der New Musicology). En el

    resumen de su seminario33, se apresura a aclarar que de ninguna manera se trata de

    rehabilitar los puntos de vista de una Old Europe (en ingls en el original), de una

    musicologa anticuada de la poca anterior a ella. Se trata ms bien, a travs de lecturas

    crticas de textos actuales, encontrar caminos hacia el futuro, y diferenciar los caminos

    fructferos de los estriles. Aun si se tratase de un hecho aislado (y no lo es), las

    circunstancias de produccin de este discurso un especialista reconocido de uno de los

    centros de mayor prestigio en un pas de incuestionable tradicin musicolgica- aparecen

    como la punta del iceberg que permite divisar al menos tres puntos significativos: 1) se

    identifica a este paradigma como poderoso; 2) se lo considera envejecido y se apunta la

    necesidad de revisarlo, lo que supone una mirada crtica, desde fuera del canon; 3) se

    reconoce la inconveniencia o la imposibilidad de volver a prcticas precedentes, tambin

    reconocidas como insuficientes. Es el trayecto habitual que atraviesa el conocimiento

    cientfico.

    En sntesis, fuera de toda intencin normativa, unilateral o autoritaria, y dadas las

    necesidades de nuestros lugares de trabajo, algunos puntos centrales que entendemos

    mereceran ser tenidos en cuenta en una reflexin actual sobre el canon musicolgico que

    identificamos como vigente, podran individualizarse como una nueva consideracin de los

    hechos en tanto materia prima de nuestro trabajo, que supere el solipsismo epistemolgico

    sin abandonar por ello la vigilancia crtica; una mayor sensibilidad hacia la particularidad

    del pensamiento musical y hacia los aspectos sonoros y expresivos de la msica; la

    historizacin de los mismos ante el riesgo de absolutizacin o de exceso analtico, y una

    recuperacin de la discusin sobre el valor, sobre la dimensin esttica en su sentido ms

    amplio, ante el impulso antiesttico de la teora sociolgica del arte (Kolbas, cit.) y el actual

    exilio de la evaluacin (Herrstein Schmidt 1984)34

    . Suena perogrullesco, demasiado

    prudente, o conservador, quizs?. En la tabula rasa actual, las herejas y las ortodoxias

    suelen confundirse. En todo caso, como afirma Gorak (1991: ix), cuando nuestras herejas

    33Publicado enwww.hu-berlin.de34Ello implica una fluidez entre los campos o especialidades del trabajo musicolgico que se ve facilitada, en

    contextos como los nuestros, por el menor peso que las divisiones de la disciplina tienen en pases centrales,

    donde la preservacin de los compartimentos obedece no solo a sus tradiciones intelectuales y acadmicas, a

    sus instituciones, sino a sus disputas de espacio y poder.

    http://www.hu-berlin.de/http://www.hu-berlin.de/http://www.hu-berlin.de/http://www.hu-berlin.de/
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