cáñamo; apuntes para historiar una agroindustria chilena
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El cáñamo, materia prima fundamental en la historia de la navegación, llegó para enrraizar en Chile como una importante zona del cultivo en América. Allí se constituyó como una agroindustria exportadora desde inicios del período colonial hasta fines del siglo XX, cuando la "guerra contra las drogas" la erradicó del agro chileno. Ésta es una introducción a la historia de esta industria desaparecida.TRANSCRIPT
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Cáñamo; apuntes para historiar una agroindustria en Chile1.
Índice
Índice ...................................................................................................................... 2
Los motivos para historiar una planta…………………………………………………. 3
Introducción ............................................................................................................ 5
Metodologías ................................................................................................ 7
La Era Colonial .................................................................................................... 10
El escenario botánico y la importación de la planta ....................................11
El devenir de la planta y las zonas de cultivo ............................................. 15
El Aconcagua y su entorno ........................................................................ 17
Las razones para el cáñamo....................................................................... 26
Jarcias de exportación ..................................................................... 27
La decadencia del cultivo cañamero .......................................................... 33
La Era Republicana .............................................................................................. 37
Las iniciativas para revertir la decadencia ................................................. 39
El auge agrícola ......................................................................................... 45
La reformulación del proyecto: del Chile Agrícola al Chile Industrial ......... 48
El estado del cultivo ................................................................................... 51
Políticas de fomento ................................................................................... 56
La “paradoja” del cáñamo industrial ........................................................... 60
Conclusiones ........................................................................................................ 73
Bibliografía .............................................................................................................81 1 Investigación realizada como tesis de grado para optar a la Licenciatura en Historia con mención en Ciencias Políticas en la Universidad Católica de Valparaíso. Diciembre 2005.
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Los motivos para historiar una planta
Cuando nació la inquietud de resolver algunos misterios que rondan el
saber popular que identifica al cultivo de cáñamo con la cuenca del río Aconcagua,
y hoy más comúnmente a la ciudad de Los Andes, es que me introduje en aquella
historia medio olvidada por la historiografía. Caminando en San Felipe, Quillota,
Limache y los miles de recovecos que conforman gran parte de esta quinta región
de Chile, descubrí que en esas calles calurosas, en aquellas plazas y edificios de
otro tiempo, había una pieza que faltaba. Un elemento que había desaparecido del
cuadro aconcaguino hacia este cambio de milenio en que recorría su mermado
cauce. Algo murmuraban esas ciudades y esos campos, sin saber qué.
Tampoco sabía que una tesis académica me ayudaría a encontrar tal
respuesta que aun no era pregunta, sino pieza perdida de un puzzle incompleto,
que nuestra gran “H”istoria nacional guardó en aquel lugar inaccesible del armario
doméstico; aquella repisa que jamás se alcanza, ni menos se limpia del polvo
acumulado, pues siempre aparece en el camino algún tesoro que cautiva nuestra
atención y desvía nuestra búsqueda. Hoy, tras rastrearlo en una multitud de libros,
he dado una breve mirada a ese espacio oculto, y aunque sea sólo un atisbo, me
ha entregado una gran respuesta sobre aquella pieza ausente de estas provincias
y ciudades que alimentaron mi inquietud.
Aquel vestigio borrado del mundo del Aconcagua es su historia vinculada al
cultivo del cáñamo; esa práctica hoy bastarda, maldita por la ley imperante; era
aquel elemento que rezumaban las calurosas calles, reclamando este trazo oculto
de su pasado, que había ayudado a construir la belleza de San Felipe, la
4
apacibilidad de Limache o la antigüedad de Quillota. Es el tramo de una historia
aun viva, de la cual sus obreros, los de la Sociedad Industrial de Los Andes, que
sólo dejó de operar hace treinta años, tienen una memoria de carne y hueso, que
debe ser integrada en los anales de esta gran “H”istoria, que hasta el momento los
ha ignorado. Los ha olvidado de su calidad fabril, de su aporte a la gesta de este
país del fin del mundo, que desde hace también treinta años, asiste al ocaso de su
proyecto de industrialización, tras muchas décadas de esfuerzos de hombres y
mujeres que construyeron una historia con el trabajo de sus manos. Ha sido
nuestro devenir, hoy globalizado y nunca capaz de romper las cadenas de la
dependencia económica, y cultural; pero es nuestro devenir, y antes que
lamentarse o despotricar, debemos recordar la memoria de quienes trabajaron en
esta construcción colectiva llamada Chile, pues hoy, como siempre, debemos
averiguar de dónde venimos, para saber dónde vamos.
La investigación realizada tuvo como única certeza inicial o conocimiento
previo, la vaga noción de que el cáñamo se había cultivado alguna vez en Los
Andes. Durante la búsqueda, cada referencia abrió una puerta, que me permitió
entrar a verdades antes ignoradas. Éste ha sido un trabajo de biblioteca, cuando
hubiera preferido un trabajo más humano; se han consultado libros, cuando
hubiese querido conversar con protagonistas, pero al construir es necesario
primero establecer cimientos, y estos no existían para la historia que busco contar.
Será mi labor futura, o la inquietud de otros la que dialogue con estos sujetos aun
vivos, pero es imperante que alguien adopte la responsabilidad de contar aquellos
relatos de vida, historia de una de las primeras agroindustrias de este proyecto
aun llamado Chile.
5
Introducción Chile es un país agrícola desde tiempos prehispánicos. Las condiciones
climáticas de esta franja continental, que corre entre el océano Pacífico y la
Cordillera de Los Andes, hacen de ella, un lugar idóneo para una gran amplitud de
cultivos. Tal condición fue advertida por el conquistador al iniciar la invasión, y
rápidamente comenzaron a aclimatarse las especies vegetales traídas desde
Europa. Fue sembrada la cebada, se cosechó el trigo, y se trenzaron las fibras del
cáñamo.
El cáñamo es una planta oleaginosa, cultivada con el doble propósito de
obtener fibras y semillas, cuya labranza tuvo una presencia permanente en la
Historia de Chile, particularmente, en el valle del río Aconcagua y su entorno,
aunque se extendió por todo el valle central, e incluso en algunos lugares del sur,
como la isla grande de Chiloé.
Esta investigación versa sobre aquella presencia, empero, atendiendo
principalmente al entorno aconcaguino, como la zona donde con mayor
persistencia se desarrolló el cultivo, en un marco histórico que corre desde los
inicios del período colonial, hasta la primera mitad del siglo veinte. Tan amplio
corte es susceptible de dividirse en dos momentos, cada uno con sus
características y problemas particulares. El primero de ellos, sincroniza
cronológicamente2 con el período colonial, y, se pregunta por: 1. las razones que
indujeron a la importación del cultivo; 2. dónde arraigó principalmente el cultivo; y
3. cuáles fueron las causas de depresión de la actividad cañamera hacia el fin de
2 Las cronologías nunca son absolutas, o plenamente rigurosas; y para el caso del cáñamo, la acción de Manuel de Salas, en cuanto personaje histórico interviene en ambas fases, rompiendo la ilusión del marco cronológico, por lo que más adelante definimos al personaje con una “bisagra” entre los dos períodos.
6
la Era colonial. El segundo momento, corresponde a la fase republicana de la
Historia de Chile, donde la problemática gira en torno a: 1. cuáles fueron los
esfuerzos institucionales para promover una decaída industria cañamera; y, 2. cuál
fue el alcance y los efectos de tales esfuerzos.
El sentido de tales preguntas, nace al ignorar cualquier antecedente, u obra
historiográfica que compendie estas cuestiones, cuales parecen ser interrogantes
adecuadas para acercarnos a la desconocida historia del cultivo del cáñamo.
No obstante, ha quedado fuera del presente estudio el, a mi juicio,
problema histórico fundamental de la historia olvidada del cultivo del cáñamo en
Chile: el de su desaparición. Luego de cuatro siglos de presencia sin
interrupciones en la chacra hacendal, el cáñamo se esfumó del campo chileno el
último cuarto del siglo XX. Su carácter de actividad industrial con importancia para
la economía país continuó, empero mutando hacia el cultivo ilícito, que poco
beneficio trajo a nuestra sociedad, salvo a escasos agricultores, y más a las
mafias que lucran con los elevados precios del mercado negro. La profundidad, y
el orden de las causas de tal proceso es aun desconocido, y nos sugiere la
yuxtaposición de múltiples fuerzas históricas, no sólo vinculadas al ámbito
económico o político, sino también social y cultural, como la “cruzada
prohibicionista”3 de diversas sustancias que se desplegó desde Estados Unidos
hacia el mundo a partir de 1930, hoy conocida como la “guerra contra las drogas”.
Los nuevos elementos, y los posibles entrecruzamientos, convirtieron en
tarea imposible historiar tal proceso en el marco de esta investigación. Sin
3 Antonio Escohotado; Historia General de las Drogas; editorial Espasa Calpe; Madrid, España, 2002. © 1998. p. 603.
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embargo, queda abierta la pregunta sobre la desaparición definitiva, a la espera de
una segunda iniciativa investigadora.
Metodologías
La principal certeza que guió mi estudio, era la inexistencia de una guía.
Sólo contados historiadores han dedicado algunas páginas de sus obras a este
tema, aunque a medida que seguía el rastro de la planta, cada pista me condujo a
esbozar el cuadro histórico de este cultivo. Paulatinamente fui descubriendo que el
vegetal objeto de estudio, constituyó una de las primeras agroindustrias del país,
con una extensa trayectoria en los mercados de exportación, tanto en el “mar del
sur”, como al europeo. Vinculado directamente a la riqueza material de los
habitantes de la cuenca del río Aconcagua, el cultivo del cáñamo fue una actividad
de presencia permanente en estos territorios, y por tanto, esta revestida de una
importancia social y económica, que no ha sido acabadamente estudiada desde
una perspectiva histórica. Es importante destacar que las afirmaciones de este
párrafo sólo son posibles tras el desarrollo del estudio, pues antes de éste, eran
materia ignota.
Sin compendio ni guía maestra, la labor adquirió entonces un carácter
detectivesco. Las fuentes consultadas provienen de una multitud de realidades
dispares: funcionarios, viajeros, estadísticas e historiadores de diversas épocas.
Sólo breves y en casos esquivas, las referencias de la mayoría de las obras
fueron, sin embargo, siempre útiles, aportando una pequeña luz, o pequeño trazo
8
de conocimiento que alumbró una certera solución a los problemas históricos
estudiados, o que simplemente, ayudó a establecer sus coordenadas generales.
La investigación fue en gran parte pesquisa, que progresivamente adquirió una
dinámica propia. Inmerso en búsqueda afanosa, cada referencia me llevó a una
nueva. De un nombre a otro, a veces sólo un término; y me encontraba saltando
de siglo en siglo; de cronistas a próceres de la República y a naturalistas e
historiadores ya entrado el siglo XIX. Debo confesar que la historia misma, en los
vestigios que va dejando, me dictó la metodología. Ciertos conocimientos claves,
sólo fueron comprendidos tras sus respectivos seguimientos, cuales no sólo
ocurrieron al interior de una biblioteca, pues el gran compendio informático a
disposición por las nuevas tecnologías me tuvo frente a un computador, tanto
como en un templo de la literatura.
Desde una sobrepasada perspectiva monográfica, debo explicar que los
diversos problemas que guiaron la investigación, ciertamente se conjugan con la
amplitud en la mirada histórica de un período tan extenso; a la vez que constituyen
las coordenadas directrices para acercarnos a la tan poco estudiada, y más
escasamente compendiada historia del cultivo del cáñamo.
Haber auscultado cuatro siglos de historia, no fue una opción personal y
conciente, sino una demanda del objeto de estudio, que no admitió otro enfoque
inicial, debido a la mencionada inexistencia de guía bibliográfica alguna. Así, más
que realizar una monografía histórica sobre un período de la historia cañamera, y
jamás aspirando a una historia general del cultivo, se han compendiado una serie
de apuntes sobre la materia de una forma exploratoria, a partir de los cuales
podemos identificar algunas fases en la historia del cáñamo chileno, y más aun,
9
nos sugieren nuevas e interesantes problemáticas para abordar su estudio, como
la ya mencionada pregunta sobre la desaparición definitiva.
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La Era Colonial
En las dos últimas décadas del siglo de la conquista, junto con la
desaparición de quienes protagonizaron la empresa de Valdivia, el reino de Chile
se vio embarcado en varios procesos que cambiaron la fisonomía que se venía
delineando desde mediados del siglo XVI. “La pérdida del sur por los españoles, y
la formación del ejército permanente del Biobío con todas las profundas
modificaciones que ello trajo, la caída demográfica de los indios de paz, la
decadencia de los lavaderos de oro y el surgimiento de una economía ganadera
orientada al mercado internacional como nuevo núcleo de poder económico, la
ruina de los pueblos de indios y el incremento de las estancias”4; constituyeron los
principales elementos de esta transformación, cuyo resultado en el plano
económico, llevó a que la historiografía contemporánea identifique al siglo XVII,
como “el siglo del cebo”, a causa de la relevancia de aquel producto para la
economía del territorio.
No obstante, como en toda historia, tal categorización en ningún caso es
absoluta, pues existieron otros productos que también participaron de una
economía de exportación; y si bien lo hicieron en menor volumen, contribuyeron al
desarrollo de importantes sectores de la zona central, como lo fue el cultivo del
cáñamo y las manufacturas que de él se elaboran, en relación a la cuenca del río
Aconcagua y algunas zonas aledañas.
4 Mario Góngora; Encomenderos y estancieros: estudios acerca de la Constitución social aristocrática de Chile después de la Conquista, 1580-1660; Área de Humanidades, departamento de Historia de la Universidad de Chile; Santiago de Chile, 1970. p. VII.
11
Esta primera parte de la investigación busca develar cuáles fueron las
razones que motivaron la importación del cultivo, además de identificar las zonas
en que se desarrolló, para terminar estableciendo las causas de la decadencia que
éste sufrió hacia fines del período colonial.
El escenario botánico y la importación de la planta
El cultivo del cáñamo llegó a Chile con el conquistador español; al menos
es la opinión común de cronistas y naturalistas que refieren al tema: “los
españoles han transportado de Europa al Reyno de Chile las flores, las hortalizas,
las legumbres, los granos, el cáñamo, el lino, las vides y los árboles frutales que
por acá se cultivan, creciendo y multiplicándose todas estas plantas en aquellos
países como si estuvieran en sus tierras nativas”5. El conquistador debía
implementar en su nuevo hábitat, las labranzas del viejo continente en acto de
básica subsistencia. El trigo, se convirtió en uno de los cultivos más importantes,
encontrándose por cierto, con un nuevo mundo de plantas, árboles y frutos que, a
la vez, transformarían también la dieta del español. El intercambio de dietas, o lo
5 Juan Ignacio Molina; Compendio de la Historia Geográfica, Natural y Civil del Reino de Chile; traducción de Domingo Joseph de Arquellada Mendoza; Madrid, 1788. p. 203. Además, Erich Forster; “History of Hemp in Chile”; en: Journal of the International Hemp Association, en: http://mojo.calyx.net/~olsen/HEMP/IHA/iha03213.html “El cáñamo fue cultivado en muchos lugares casi inmediatamente después del arribo del conquistador, con la esperanza que podrían producir su propia fibra, y no depender de las mercancías foráneas para este recurso estratégico. México, Chile, Perú y Colombia tuvieron sus primeras cosechas, pero sólo México (California) y Chile obtuvieron algunos resultados favorables y de larga duración”. La traducción es nuestra.
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que llamaremos con más amplitud, una «trans culturización botánica»6, llevó, tanto
al viejo, como al nuevo mundo gran cantidad de especies vegetales como
producto del prodigioso descubrimiento. Una larga, pero detallada lista obtenemos
del padre jesuita Alonso de Ovalle: “Entre otros beneficios que la América
reconoce a España, es haberla fecundado con tantas, y tan notables árboles,
plantas y semillas, de que carecía, porque antes que los españoles la
conquistasen, no había en toda ella viñas. Higueras, Olivos, Melocotones,
Duraznos, Albérchigos, Camuezos, Mebrillos, Peras, Granadas, Guindas,
Albarcoques, Ciruelas, Naranjas, Limas, Limones, Cidros, Almendros: y de las
semillas tampoco había el trigo, la cebada, el Anís, el Culantro, los Cominos, y el
Orégano, ni Lino, ni Cáñamo, ni Garbanzos. Albergas, ni Auas. De las plantas no
se que hubiese Lechugas, Coles, Rábanos, Cardos, Escarolas, Verenjenas,
Sanahorias, Calabazas de las que se llaman de Castilla, Melones, Cohombros y
Sandías, Perejil, ajos, ni ceuollas. Pero en cambio de estos árboles, semillas, y
frutos Proueyó el autor de la naturaleza de otras, que hay de muy buen gusto, y
fabor en toda la América, como son el Maíz, los Frijoles, las Papas, el Madi, los
Capallos, y otras a este modo, son propias del Perú, tierra firme, y costas, que
están dentro de los trópicos, los Camotes, Guayabas, Mameyes, Plantanos,
Zipizapotes, Anones, Nísperos, Aguacates, Piñas, Guanábanas, Papayas,
Pitahayas, y otras muchas frutas, las cuales aunque son muy alabadas; con todo
6 El intercambio botánico incluyó una multitud de especies vegetales. Tal proceso, a la vez que ser un hecho botánico, lo fue cultural, pues contempló la introducción de nuevos alimentos a las dietas, además de usos y costumbres, tanto en Europa como en América. La papa, el maíz o el tabaco, son algunos ejemplos de las especies nativas americanas hoy globalizadas, e integradas como alimento básico de muchas culturas. Tales características del proceso histoórico nos lleva a plantear el concepto antropológico de “transculturización” a este intercambio que sobrepasa las barreras de la ciencia botánica, participando íntegramente en el gran campo de la cultura.
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ello no me parece, que quitada una, o otra, no llegan por lo general a las
europeas, y por lo menos el beneficio del pan, y vino ha sido incomparable, y para
los indios absolutamente el mayor regalo de cuantos tenían, particularmente el
vino, que es el non plus ultra de sus delicias, que del pan no hacen tanta quenta”7.
Esta amplia descripción de los frutos naturales de cada continente no esta
exenta de valoraciones en su aporte a la historia botánica, aventurándose más
aun nuestro autor, pues “aunque toda la América es deudora a la Europa de este
beneficio; el Reyno de Chile lo es más, que todos, por hauer participado de él con
mayor plenitud que todo lo restante de aquel nueuo mundo”8.
Ciertamente, tales apreciaciones antropológicas sobre esta «trans
culturización botánica», se emiten desde la cultura europea –la del conquistador-,
y aunque Alonso de Ovalle sea natural de Chile, sus comentarios están
visiblemente marcados por la posición del vencedor, en este “choque” de la cultura
hispana con la cada vez más disminuida multitud de la América precolombina.
Pues no se imagina otro motivo para que nuestro autor valore más o menos el
aporte botánico de cada continente, sustentado en dietas bastante diferentes. Se
hace difícil sopesar si tendría más valor el trigo, el maíz o la papa como alimento
básico para una cultura, correspondiendo el tema a nutricionistas, o mejor, a una
historia nutricional de la civilización.
Una opinión contemporánea, se oye más reflexiva sobre la «trans
culturización botánica», e historiando los orígenes de Los Andes, en la cuenca
superior del río Aconcagua, refiere que “a los viejos maizales y a los frejoles, a las
7 Alonso de Ovalle; Histórica Relación del Reyno de Chile; en Roma por Francisco Caballo, 1646. p. 55. 8 Alonso de Ovalle; 1646. p. 55.
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siembras de zapallo y de papas; a los frutos de los paltos, chirimoyos y lúcumos,
de los tiempos prehispánicos, se unían los trigales, las viñas y las primeras
plantaciones de lino y cáñamo”9.
Es necesario destacar que para el sector agrícola, el trigo, y en segundo
lugar la cebada se convirtieron en los principales cultivos del “reyno” de Chile,
tanto en su fase colonial como la republicana; “el trigo, que desde fines del siglo
XVII tiene un expendio constante para el Perú, era el artículo cuyo cultivo se
hallaba más jeneralizado y aun, podría decirse, el más uniformemente
productivo”10. Definimos –desde una perspectiva macro económica- que la
importancia de un cultivo, está dada principalmente por los beneficios que éste
trae, cuales son en esencia económicos. El trigo entonces, fundamenta su
importancia en su situación de mercancía de exportación, y no necesariamente se
asocia a la dieta de subsistencia de los habitantes de Chile. De hecho el mismo
Ovalle, refiriéndose a este “Chile deudor” y sus originarios habitantes, reconoce al
vino como el “mayor regalo de cuantos tenían”, y no al pan, del cual “no hacen
tanta quenta”11, pues producían sus propias harinas de los frutos nativos.
Así, y atendiendo al correr de los siglos, veremos que para Chile y su lugar
en la “economía mundo”, estaría destinado un papel de productor agrícola para
subsanar las crisis de las metrópolis o de sus vecinos como el caso peruano, y
alimentar aquellos resaltes históricos como las fiebres del oro; y no sólo para el
caso del trigo, sino también del cáñamo y su relación con la talasocracia hispana.
9 Héctor Miranda Araya; Historia de los Andes; Edición del Bicentenario; Ediciones Junta de Adelanto de los Andes, 1989. © 1987. p. 62. 10 Diego Barros Arana; Historia Jeneral de Chile; tomo VII; Rafael Jover, editor, Santiago de Chile. 1886. p. 365-366. 11 Alonso de Ovalle; 1646. p. 55.
15
El devenir de la planta y las zonas de cultivo
Tenemos entonces que del prolífico intercambio de plantas y árboles entre
los dos mundos, es que llega a Chile el cultivo del cáñamo. A temprana era, pues
luego “del descubrimiento de América, quiso Carlos V animar á los indios en el
trabajo de la agricultura y por una ley del 13 de junio de 1545 dio órden á los
Virreyes y Gobernadores que dichos indios fuesen empleados en el cultivo del
cáñamo”12. Según Gay, la planta acompañó a los conquistadores en todas sus
expediciones, y hacia 1577 se la podía encontrar en los campos de Osorno
“adonde Rodríguez de Quiroga la había introducido. De Osorno pasó á Chiloé y
desde entonces sus habitantes no han discontinuado su uso”13.
No obstante, bien es sabido que el valle central fue donde mejor se adaptó
la planta y mayores rendimientos se obtuvieron de su cultivo, y es allí donde
encontramos la referencia más temprana tanto de la planta, como de la
manufactura que de ella se hacía. Y es que en el valle de Curacaví, a orillas del río
Puangue, junto al cerro conocido antiguamente como de las brujas, habitaban un
grupo de naturales que fueron entregados en encomienda por Pedro de Valdivia a
Don Juan Bautista Pastene en 1550. “Los españoles llamaron al lugar Tambo
Viejo de Puangue. Y don Juan Bautista Pastene instaló allí una fábrica de
frazadas, "frezadas y jarcias" con el cáñamo y lino sembrado en las tierras que
regó con acequias del Puangue.
A la muerte de Pastene los temporales destruyeron estas obras de regadío y en
12 Claudio Gay; ; Historia Física y Política de Chile: Agricultura; Tomo segundo; París en casa del Autor, Chile en el Museo de Historia Natural de Santiago, 1865. p. 132. 13 Claudio Gay; 1865, p. 132. ver Juan Ignacio Molina; 1788; “En el archipiélago de Chiloé texen algunas telas de lino, que por lo general se consumen dentro de aquellas Islas”. p. 205.
16
1583, grandes sequías hicieron emigrar a los indios a Pomaire donde poseían
tierras más abundantes en agua”14.
Seguramente, tal orientación agrícola debía ser eco del mandato de Carlos
V citado anteriormente, aunque corresponden a las únicas referencias
encontradas sobre el cultivo cañamero fechadas en el siglo XVI. Cierto es, no
obstante, que mientras más atrás se retroceda en el tiempo, menores son las
fuentes documentales asequibles para el estudio de este cultivo chacarero que
luego sería tan común en el valle central.
14 Historia de Curacaví; Los orígenes; en: http://www.curacavi.com/historia.htm; citando a Armando de Ramón, en: Revista de Estudios Históricos, números 4 y 5. Sin información de los artículos.
17
El Aconcagua y su entorno
En los albores de la siguiente centuria –1605- y atravesando el ramal de la
cordillera de la costa que corre al norte de Curacaví, es que “el gobernador Alonso
García Ramón establece una fábrica de Jarcias para proveer a la marina real. Es
con seguridad la primera industria de Quillota”15, y desplaza nuestra mirada al
valle transversal que tendrá mayor importancia y resonancia en lo que al cultivo de
cáñamo se refiere: el extenso valle del río Aconcagua.
Nacido desde las mayores alturas del continente, este río alimenta una de
las zonas agrícolas de mayor rendimiento del Chile central, además de ser el lugar
donde mejor se aclimataron algunos cultivos europeos como el cáñamo: “Entre las
nuevas plantas que se aclimataron en las tierras del Aconcagua, figura la vid; pero
mucha mayor importancia tuvieron la cebada, el cáñamo y el lino, que pueden ser
agregadas al trigo”16. Otra opinión refiere que “los valles cercanos a Santiago,
Aconcagua por el norte y Cachapoal por el sur, son de extraordinaria riqueza. Allí
se organizó tempranamente la agricultura y quizá, sobre todo en Aconcagua, una
agricultura más intensiva que en el resto del país. La cercanía a los puertos, las
buenas vías de comunicación, provocaron un desarrollo agrícola particular. La
facilidad con que se producían los frutales, los llevó también a especializarse”17.
Sobre las vías de comunicación, es importante anotar que la zona de Curimón,
antiguamente comuna, ubicada entre San Felipe y los Andes, era en tiempos
15 Roberto Silva Bijit; Apuntes sobre la Historia de Quillota; Colección Pelícano, Diario “El Observador de Quillota”, 1994. Apéndice cronológico de la historia quillotana: “Quillota a través de seis siglos”. El dato es corroborado por Nancy Flores y Juan Rivera; Quillota en su raíz colonial: la villa de San Martín de la Concha: Ilustre Municipalidad de Quillota, Quillota, 1980. p. 222. 16 Héctor Miranda Araya; 1989; p. 55. 17 José Bengoa; Haciendas y Campesinos: Historia Social de la Agricultura Chilena, tomo II; ediciones Sur: colección Estudios Históricos; Santiago de Chile, 1990. p. 71.
18
prehispánicos un importante tambo Incaico, uniendo caminos que venían desde el
Cuzco hacia el valle del Mapocho. “Pedro de Valdivia, tomó para sí una
encomienda en Curimón. El Imperio Español estableció más tarde caminos reales
para unir a Santiago con Mendoza, cruzando el río Aconcagua en el lugar
conocido como Puente del Rey, que es la entrada actual a la ciudad de San
Felipe”18.
Las referencias a las cristalinas aguas del Aconcagua, insuperables para el
riego agrícola por su pureza y aporte mineral19, delinean el mito de la cuenca
aconcaguina, como un elemento más en la construcción del imaginario del “Chile
agrícola”.
Una descripción más especializada sobre las virtudes del Aconcagua hace
el naturalista francés Claudio Gay en relación al cultivo de cáñamo: “los distritos
que se dedicaron con mas empeño á este cultivo fueron los de Aconcagua, cuyos
terrenos friables, silicéosos y fuertemente abonados por las aguas de riego
convenían perfectamente a la naturaleza de la planta”20. Llama la atención el que
refiera al agua como fuente del abono, en un tiempo que la técnica agrícola
desconocía los usos hidropónicos, donde el agua lleva una carga de nutrientes
administrados con precisión; por lo cual inferimos, aduce nuestro letrado autor, a
este carácter prodigioso que poseen la aguas del río nacido en el corazón de los
Andes.
18 En: http://www.rutasdelaconcagua.cl/modules/news/article.php?storyid=10 19 Nancy Flores y Juan Rivera; 1980. “Se decía que «la jarcia para los navíos que se labra en este valle, que es absolutamente la mejor y más blanca de todo Chile, por la cualidad de las buenas aguas con que se beneficia». p. 222. 20 Claudio Gay; 1865, p. 132.
19
En: José Bengoa; Haciendas y Campesinos: Historia Social de la Agricultura Chilena, tomo II; ediciones Sur: colección Estudios Históricos; Santiago de Chile, 1990. p. 70.
Si bien la zona de Limache no es regada directamente por el río
Aconcagua, esta muy cercana a la cuenca de éste, y posee condiciones climáticas
muy parecidas, de no ser por el biombo que elevan las serranías de la cordillera
de la Costa, que atrapan la humedad empujada desde el Océano por los vientos
del contiguo Pacífico. Limache se irriga así de afluentes nacidos en esta sierra de
la cordillera de la costa coronada por su segunda mayor altitud: el cerro La
Campana –1900 m.s.n.m-, cuyos faldeos que descienden hacia el suroeste, llevan
sus aguas primero, al antiguo pueblo de indios de Olmué, y luego a Limache. Si
20
seguimos la sierra de La Campana hacia el sur, llegaremos primero a la zona de
La Dormida, y luego de Quebrada Alvarado, ambos también, nacimientos de las
aguas que riegan la cuenca Limachina.
En: Fernando Venegas E; Limache y su Memoria Histórica: Desde la conquista española hasta la llegada del ferrocarril (1541-1856); sin datos de edición. Limache, 2000.
Las particulares condiciones que otorga este biombo climático, encerrando
en una olla rodeada por serranías a Limache, y su vecino menor Olmué,
determinaron que fueran estos territorios aptos también para el cultivo del cáñamo,
sus manufacturas, y otras actividades, pues “hasta el tercer cuarto del siglo XVII el
valle parece haber presentado una fisonomía común: ganadería, obrajes de jarcia,
búsqueda de metales preciosos en vetas y lavaderos. Estas actividades
21
económicas tuvieron diferentes mercados. Aparte del consumo local, parecen
haberse conducido volúmenes importantes a la frontera del sur, en donde el
establecimiento del ejército permanente se transformó en un impulso a la
producción interna y al Perú, donde eran llevados por intermediarios”21.
Consumo local y exportación, eran desde comienzos del siglo XVII, el
destino de la producción de la Estancia de la Santa Cruz de Limache, de la cual
conocemos un inventario realizado a la muerte de su propietario Juan de
Malvenda, acaecida el 23 de diciembre de 1630, y de la que destacamos junto a
una sementera de trigo “de nueve anegas de sembradura, tres sementeras de
cáñamo”, que en la estimación de Bartolomé Guerra, mayordomo de la estancia,
“habrá de sembradura de sesenta a setenta anegas”22. “Estas cantidades, son
ilustrativas de la orientación económica que se impulsó en la estancia, en donde
los obrajes de jarcia tenían un papel protagónico”23. Para Juan de Malvenda, el
“precio común que conviene al quintal” de jarcia labrada es de ocho reales”24.
Sumado a las especias, el inventario nos revela la existencia de una romana, diez
siqueñuelas de fierro de olijar cables, una telera de fierro con su goma, un carrete
de olijar cordeles, cuatro ruedas con sus siqueñuelas de fierro25.
Como apunta el prolijo trabajo de Fernando Venegas, es necesario destacar
que los obrajes de jarcias, y por tanto el cultivo del cáñamo eran de las actividades
21 Fernando Venegas E; Limache y su Memoria Histórica: Desde la conquista española hasta la llegada del ferrocarril (1541-1856); sin datos de edición. Limache, 2000. p. 44. 22 Inventario de los bienes quedados por la muerte del Maestre de Campo Juan de Malvenda el 23/12/1630. R.A. 906 (R.A. Real Audiencia) citado en: Fernando Venegas E; 2000. p. 55. 23 Fernando Venegas E; 2000. p. 55. 24 Testamento del Maestre de campo Juan de Malvenda. R.A. , vol. 906. citado en: Fernando Venegas E; 2000. p. 55. 25 Inventario de los bienes quedados por la muerte del Maestre de Campo Juan de Malvenda el 23/12/1630. R.A. 906 (R.A. Real Audiencia) citado en: Fernando Venegas E; 2000. p. 55.
22
principales de la estancia de La Santa Cruz de Limache, lo que se deja entrever al
cosecharse volúmenes similares de cáñamo y trigo, siendo este último, el principal
y más apreciado cultivo del Chile central.
Tras la primera década del siglo XVIII, volvemos a tener noticia de los
bienes de la estancia, ahora por la muerte de Nicolás de Malvenda, hijo del
mencionado anteriormente; que nos permite inventariar “nueve hierros de obraje
de jarcia, tres grandes, el maestre y dos pequeños; una rueda grande y otra
pequeña de hilar jarcia, y un rastrillo de rastrillar cáñamo”26.
Hacia 1729 la estancia de La Santa Cruz de Limache es vendida a José
Ortiz de Zárate, aunque ahora tenía dos poseedores, el ya nombrado con un
tercio, y la Orden de la Merced de Quillota, con dos tercios.
Atravesando la serranía que se levanta al norte de Limache, y situados en
la cuenca del río Aconcagua, encontramos la estancia de San Pedro de Putupur,
que también presenta obrajes de jarcias, además de una estructura económica
basada en la producción de trigo, vino y frutas. No obstante, a mediados del siglo
XVIII, las herramientas de los obrajes del cáñamo presentaban un grado no menor
de deterioro, e incluso ausencia, pues por inventario del 24 de mayo de 1738,
sabemos que faltaban “las manos” de las rascaderas, una rueda pequeña de
jarcia, y la armazón del carreto. Además había cinco ruedas de hilar, de las cuales
cuatro estaban falladas” 27.
26 Según testamento de Nicolás de Malvenda Calatayud otorgado el 14 de abril de 1714. R.A., vol. 29. citado en Fernando Venegas E; 2000. p. 57. 27 Inventario de los bienes de Maestre de Campo Manuel Carvajal, 24 de Mayo de 1738. R.A., vol. 2103. en Fernando Venegas E; 2000. p. 65.
23
Hacia mediados del siglo XVIII el colegio máximo de San Miguel,
perteneciente a los jesuitas adquiere las estancias de San Pedro de Putupur y de
la Santa Cruz de Limache, dando paso a la formación de un latifundio en manos
de los religiosos.
La estructura material descrita, nos indica que la orientación económica del
nuevo latifundio “era diversificada: ganadería, vid, frutas, cultivo cerealero, trabajo
en cuero, molinería, pan, queso, cecinas, etc. Una verdadera empresa. ¿Cuáles
fueron los mercados de los jesuitas? Trigo y jarcias fueron rubros de exportación,
lo demás estaba destinado a los espacios intraregionales, ya sea la campestre
villa de Quillota, el puerto de Valparaíso y Santiago”28. Por esto, las plantaciones
de cáñamo y los obrajes de jarcias siguieron teniendo un papel importante en esta
propiedad, a diferencia de otros lugares de la región donde la actividad parece
haber decaído en el siglo XVIII29.
Desplazándonos al norte de la cuenca del río Aconcagua, pero sin
abandonar la franja climática, nos encontramos con otra zona de economía
fundamentalmente agrícola, que también presenta producción cañamera y obrajes
de jarcia durante el período colonial: la Ligua.
De sus más grandes propiedades, destaca la estancia del “Ingenio”,
constituida en las mercedes otorgadas a Gonzalo de los Ríos por el Gobernador
Pedro de Valdivia en 1552, cuya explotación en los años posteriores, “bajo su
dirección o la de sus sucesores, entre quienes se cuenta a la famosa Catalina de
28 Fernando Venegas E; 2000. p. 78. 29 Fernando Venegas E; 2000. p. 79.
24
los Ríos, popularmente conocida como la “Quintrala”, la transformaron en una de
las estancias más ricas del Reino. A fines del siglo XVI, se estimaba en 20.000
fanegas la producción cerealera, en 350 arrobas de vino el rendimiento de sus
viñas y en más de 6.000 arrobas de azúcar la producción del cañaveral existente
en ella, único, por lo demás, en todo Chile. La renta total de la estancia se calculó
en $ 30.000 anuales”30. Se estima que a mediados del siglo XVII, podían
obtenerse de la hacienda unos trescientos quintales de jarcias31.
Otra gran propiedad del entorno liguano fue la hacienda Pullally, tierras
otorgadas por “merced” del Gobernador del Reino en 1599, a doña Isabel
Osorio32, quien las legó a su hijo Jerónimo Bravo de Saravia. La hacienda estaba
ubicada en terrenos ya ocupados y explotados por contingentes de población
prehispánica y comprendía las ricas tierras vecinas a la costa y desembocadura
de Longotoma, llegando al sur hasta la cuesta del Melón. Ya en el siglo XVI se
aprovechan sus terrenos en cultivos cerealeros, plantaciones de cáñamo,
ganadería y viñas. “En 1644 el propietario de Pullally fue clasificado entre los
principales posibles productores de jarcias, con una cantidad de 300 quintales
anuales, lo que demuestra la importancia que había adquirido esta actividad que,
junto a la ganadería, fueron las principales del período colonial”33. Nos dice
30 R.A. 2285 fs.. citado en Rolando Mellafe Rojas y René Salinas Meza; “Sociedad y Población Rural en la Formación de Chile Actual: La Ligua 1700-1850”. Santiago de Chile : Ediciones de la Universidad de Chile, 1987 en: http://www.historia.uchile.cl/CDA/fh_sub_article/0,1395,SCID%253D11920%2526ISID%253D489%2526GRPR%253D11912%2526PRT%253D11919%2526JNID%253D12,00.html Véase también Mario Góngora; 1970. p. 17 31 Rolando Mellafe Rojas y René Salinas Meza; 1987. 32 “Título de merced de tierras del Gobernador Vizcarra en la Ligua, a Isabel Osorio de Cáceres”, 12.01.1599. R.A. 565. Un nuevo título será otorgado el 22.09.1599. citado en Rolando Mellafe Rojas y René Salinas Meza; 1987. 33 Mario Góngora, 1970. Apéndice v, p. 216. Las cifras corresponden al inventario de la hacienda realizado en cumplimiento de la disposición testamental de su propietaria. Benjamín Vicuña Mackenna, Los Lisperguer y
25
Rolando Mellafe que la elaboración de jarcias en la hacienda de Pullally fue
importante durante todo el período colonial. Las siembras de cáñamo llegaban a
130 fanegas (unos 900 kilos), en los siglos XVII y XVIII, y las exportaciones
solamente de jarcias se mantuvieron alrededor de los 120 a 150 quintales anuales
en los mismos siglos34.
La otra hacienda de importancia, aunque de menor envergadura que las
anteriores, fue la de Valle Hermoso. Formada en 1620, por la compra de terrenos
pertenecientes a la hacienda del Ingenio, que junto a los de Quilimarí y Talanquén
–al extremo norte de la Ligua- conformaron la propiedad de Juan Roco de
Carvajal, que como otros hacendados de la Ligua, fue estimado como presunto
productor de 300 quintales de jarcia por año, a mediados del siglo XVII, aunque
sólo una mínima parte la obtenía en su propiedad de Valle Hermoso. El cultivo del
cáñamo en este lugar se puede constatar en numerosos sitios, pero sus siembras
se reducían a superficies pequeñas35.
Si bien, el cultivo del cáñamo se desarrolló desde el tiempo de la conquista,
fue durante el siglo XVII en que se expandió definitivamente, localizándose en
torno al río Aconcagua, además de la Ligua, Limache y diversas chacras del valle
del Mapocho.
la Quintrala..., p. 199. Con respecto a la producción cerealística, RA., 1544; fs. 1. citado en Rolando Mellafe Rojas y René Salinas Meza; 1987. 34 Domingo Amunátegui Solar, Mayorazgos y Títulos..., p. XI; RA., 1777, fs. 1. citado en Rolando Mellafe Rojas y René Salinas Meza; 1987. 35 Rolando Mellafe Rojas y René Salinas Meza; 1987.
26
Las razones para el cáñamo
La importación del cultivo cañamero tenía como motor la obtención de
fibras, y la elaboración de jarcias para la navegación. Estas eran fundamentales
para un imperio ultramarino, para la talasocracia hispana, cuyas naves se
aparejaban con cordeles de cáñamo, su “recuso estratégico”. El padre Ovalle
refiere que de las jarcias chilenas “se abastecen todos los navíos del mar del sur,
y la cuerda para las armas de fuego, que se lleva de chile a todos los ejércitos, y
presidios de la costa del Perú, y tierra firme, porque el cáñamo de que se labra en
esta prouision, no se da en otra tierra que en la de chile”36. Ciertamente no todas
las naves del mar del sur se aparejaban con jarcias chilenas, sobre todo
destacando lo reducido de una industria netamente artesanal: “la industria
manufacturera i fabril existia en el reino de Chile en un estado rudimentario, i aun
podría decirse, casi exclusivamente como una derivación de los trabajos agrícolas,
cuyos productos elaboraba aquella por los medios más sencillos”37. Es necesario
agregar, sin embargo, que la referencia del Padre Ovalle, corresponde a un
período, en que las naves que comerciaban entre las costas chilenas y peruanas –
“el mar del sur”-, eran construidas en Chile, y por tanto, aparejadas con las jarcias
del Aconcagua.
Tales razones económicas concomitan con otras de índole botánica y por
qué no climática. Los comentarios del padre Ovalle nos entregan datos muy
valiosos, pues además de mencionar un temprano comercio de exportación al
Perú de mechas de cáñamo para armas de fuego; refiere al determinismo
36 Alonso de Ovalle; 1646. pp. 10-11. 37 Diego Barros Arana; 1886. p. 374.
27
geográfico que muchas de las obras consultadas han puesto en relieve, y es que
el cáñamo traído por los españoles se aclimató en mejor forma a las condiciones
de Chile, que a las del resto de América, salvo California. El clima y la geografía
hicieron del angosto país, el lugar más idóneo para la planta traída por los
españoles desde el mundo mediterráneo, cual encontró amenas tierras en el fin
del mundo. Con la rápida aclimatación, y favorables condiciones para la agricultura
que poseían estos territorios, es que se va perfilando su destino agrícola,
amparado por un imaginario muy especial sobre las virtudes de esta tierra, y
principalmente la aconcagüina, que conformarán desde este tiempo, las bases de
lo que llamaremos luego el imaginario del “Chile agrícola”.
Jarcias de exportación
Una razón fundamental para la importación del cultivo de cáñamo en
América, ciertamente ligada al uso descrito para la navegación, era la necesidad
que tenía la corona de suplir las carencias imperiales, que en ciertos momentos
veían mermadas sus reservas o cosechas, por lo cual solicitaban al nuevo mundo
incrementar su producción de la fibra38. “El gobierno español provocó de todo
modo su cultivo, favoreciéndolo por leyes liberales y comprometiéndose a tomar
todo cuanto produciria el pais. Eran tan grandes las necesidades de esta materia
en el Reino que el mismo encargo era renovado á cada instante y á un precio tan
subido que el cultivo tomó la mayor extensión. En toda parte los agricultores se
dedicaron á él, y á tal punto que luego después, es decir en 1645, los documentos
38 Claudio Gay; 1865. “Así es que cuando en 1626 el Gobierno español pidió al Gobernador de Chile si el país producía esta planta cuya hebra faltaba á las fábricas del Reino, le fue contestado que sus cosechas eran dignas de toda admiración y que en la infancia de sus necesidades y de su comercio los solos valles de Quillota y de la Ligua daban 8,000 qq. al año al precio de 12 p. en hebra y 17 p. en jarcia” p. 132.
28
señalan partidas de 27,300 qq. embarcadas para España y con beneficios muy
halagüeños”39.
Tal motivación externa para el cultivo se encontraba, no obstante, sujeta a
la situación política de España, ergo a su escenario bélico, de constantes y no
poco dilatados bloqueos de escuadras enemigas, que dejaban a los labradores y
fabricantes del fin del mundo con una abundancia inservible de sus productos.
Según Gay, esta situación duró, sin muchas interrupciones, hasta 1777, cuando
las fábricas de España se vieron nuevamente detenidas por falta de materia. Una
nueva promoción imperial destinó a Chile diversas ordenanzas para promover el
cultivo “con el privilegio de libertarlo de todo derecho de salida y de entrada en
España. Diez y nueve años mas tarde, es decir en 1976, se les concedió un favor
mayor que fué de autorizar los intendentes á entregar de balde todos los terrenos
realengos á los pobres que quisieran dedicarse a este cultivo ó al del lino”40.
Además del mercado ultramarino, el cultivo de la planta tuvo como objetivo
diversos mercados internos, como fue el bastimento del ejército permanente en la
frontera del sur, y fundamentalmente el aparejo de “los navíos del mar del sur”41.
Pues, hasta mediados del siglo XVIII, la mayoría de los barcos que hacían el
comercio entre las costas de Chile y el Perú se construían en Chiloé, en el puerto
de San Vicente Concepción y en la desembocadura del Maule, todas zonas
abundantes en madera para tales fines. “Eran en jeneral, embarcaciones de poco
porte, de construccion tosca y descuidada, que era preciso despues de cada viaje,
i que se hacian inservibles al cabo de algunos años. Las fábricas de jarcia
39 Claudio Gay; 1865, p. 133. 40 Claudio Gay; 1865. p. 133. 41 Ver nota 34.
29
establecidas en el valle de Quillota, surtían abundantemente a estas
embarcaciones”42.
Es también, el caso del cáñamo y las manufacturas producidas en territorio
liguano, que permitió desarrollar una actividad de muy alta incidencia en el
comercio de exportación chileno a lo largo de todo el período colonial. En la
hacienda del Ingenio la elaboración de "jarcias" para los mercados externos era
una de las principales actividades en que se había especializado, como lo
testimonian los datos de un decenio de producción. Según éstos, entre 1656 y
1665 las propiedades del dueño del Ingenio produjeron $ 77.588 de los cuales, el
29% ($ 22.725) procedían de los cordobanes y jarcias fabricados en la hacienda43.
La producción de la hacienda Pullally, al igual que la del Ingenio, se
orientaba tanto al mercado exterior como a la satisfacción de las nuevas
necesidades que se crean en el mismo Reino de Chile. Así tenemos que cereales
y jarcias son exportados al Perú, mientras que carnes y harinas lo son al presidio
de Valdivia, a mediados del siglo XVII44. Las exportaciones al Perú se realizaban a
través de comerciantes intermediarios o representantes radicados en el puerto
exportador de Valparaíso, pues los principales productores se ubicaban como
hemos visto, en la cuenca del Aconcagua, o sus aledaños como La Ligua o
Limache, por lo que su cercanía al puerto era fundamental, para una Era movida
por la fuerza equina arrastrando carretas y carretelas que trasladaban las fibrosas
42 Diego Barros Arana, 1886. p. 381. 43 Benjamín Vicuña Mackenna; Los Lisperguer y la Quintrala, p. 161. Las cifras corresponden al período en que las haciendas del Ingenio y Tobalaba -en las cercanías de Santiago---, fueron administrada por el "albacea" de los bienes de Catalina de los Ríos, su legítima propietaria. Un testimonio de 1646 destaca la producción y calidad de sebos y cordobanes del valle de La Ligua. Alonso de Ovalle, Histórica relación del Reino de Chile, Santiago, 1969, p. 58. citado en Rolando Mellafe Rojas y René Salinas Meza; 1987. 44 Mario Góngora, 1970; Apéndice V-2 "Provedores de Bastimentos a los presidios de Valdivia" y "Exportadores de jarcia, hilo de carreto y cáñamo', pp. 218-224.
30
manufacturas hacia sus puntos de distribución y comercio –principalmente
Valparaíso-, para el aparejo de las naves.
Los obrajes de Limache tenían también los mismos destinos. Además de
las cuerdas de distintos gruesos destinadas al aparejo de los barcos que
recalaban en Valparaíso, se producían también mechas para las armas usadas en
la guerra de Arauco. “Había entonces un mercado interno, en la frontera del Bio
Bío y otro externo, poco estudiado todavía y del que los cronistas dejaron algunas
impresiones”45.
En la estancia de la Santa Cruz de Limache, hemos visto que los obrajes de
jarcia tenían un papel importante en la estructura productiva, y como en el caso de
las manufacturas liguanas, su destino eran los mercados externos. “En Escribanos
de Santiago, Nicolás de Malvenda figura exportando el producto textil al Perú,
remitiéndolo a Nicolás Lisperguer para que lo vendiese en Lima46. En una carta
que envió a su consuegro Martín de Espinoza y Santander, en 1644, en la que
proponía un proyecto para que los estancieros de La Ligua a Colchagua “cultiven y
fabriquen Jarcia para ser directamente exportada a España”47, y en donde
presentaba una tabla estimando la riqueza de los principales estancieros, Nicolás
aparece con 200 quintales (qq.), en un contexto en donde el mayor productor no
pasaba de los 350 qq. En una nómina en que Mario Góngora se concentra en los
hacendados, excluyendo a mercaderes, Nicolás de Malvenda figura exportando
400 libras de hilo de acarreto en 1651 y 40 quintales de jarcia en 165348.
45 Fernando Venegas E; 2000. p. 66. 46 Mario Góngora; 1970. p. 162; 47 Mario Góngora; 1970. pp. 214-216. 48 Mario Góngora; 1970. p. 223;
31
Es importante destacar que “la exportación de estos cultivos textiles no
estaba comprendida en la exención de almojarifazgos de que disfrutaron hasta
1640 los productos ganaderos”49. No obstante las intenciones de diversificar la
economía existían, como el proyecto de Martín de Espinosa y Santander, donde
proponía que los estancieros desde la Ligua a Colchagua cultiven cáñamo y
fabriquen jarcia para exportar directamente a España. “Santander confecciona una
nómina de estancieros con mano de obra suficiente para exportar jarcia cada año
(...). La prorrata que él presenta –en 1644- es pues una tabla estimativa de la
riqueza de los principales estancieros”50, que podían producir entre 200 y 350 qq
de jarcia como máxima. Una larga lista estima 116 posibles productores. “En total,
pues, el aporte de los propietarios de Santiago era avaluado en 10.200 qq., el de
Quillota en 7.450, el de Colchagua en 5.750, el de Melipilla en 2.200, el e
Aconcagua en 1.700, el de Aculeo en 2.900 qq.”51.
Las razones para la importación del cultivo del cáñamo, son entonces
evidentes; primero, el comercio ultramarino destinado a paliar las carencias
imperiales de fibra, luego el bastimento del ejército y los presidios tanto en Chile
como en el Perú, y finalmente el aparejo de las embarcaciones que realizaban el
comercio en las costas del mar del sur.
Así, concluimos que los requerimientos tanto de mercados externos como
internos, motivaron durante los siglos XVI, XVII y parte del XVIII, un importante
49 Mario Góngora; 1970. p. 222. 50 Mario Góngora; 1970. pp. 214-215. 51 Mario Góngora; 1970. p. 215.
32
sector agro industrial, como fue el cultivo del cáñamo y la elaboración de diversas
manufacturas, en su carácter de “recurso estratégico”, que contribuyeron al
crecimiento y desarrollo económico y social de los territorios regados por las
aguas del río Aconcagua, y algunas zonas aledañas del valle central. Además de
su aporte a la riqueza material de los habitantes de los valles mencionados, y de
los núcleos urbanos que hoy encontramos: La Ligua, Los Andes, San Felipe,
Quillota y Limache, como los ejemplos más importantes
33
La decadencia del cultivo cañamero
Hacia el siglo de los Borbones, coincide la historiografía y sus fuentes en
declarar la decadencia del cultivo y las manufacturas que de nuestra planta en
estudio se hacían. Y, así como las razones para el cáñamo fueron determinadas
tanto por mercados foráneos, como por necesidades internas, también los motivos
para la depresión del cultivo tuvieron su raigambre en causas tanto internas como
externas, desde la perspectiva del angosto reino del fin del mundo.
Brevemente mencionamos que las exportaciones ultramarinas de las jarcias
chilenas estaban a merced de la inestable situación bélica del Imperio español.
Esto provocó, que muchas cosechas no pudieran ser remitidas a destino por el
bloqueo de las rutas marinas, con el resultado de bodegas llenas de materia prima
inservible, y la consiguiente ruina de sus productores, que los llevó a abandonar
tan incierta práctica agrícola. Esta causa corresponde evidentemente a un ámbito
externo.
También en el ámbito externo de las causas es que situamos la razón que
tan elocuentemente describe Diego Barros Arana: “La esplicacion de la
decadencia de esta industria, de que los contemporáneos no podían darse cuenta
cabal, es sin embargo, mui sencilla. Hasta principios del siglo XVIII todo el
comercio marítimo entre Chile i el Perú era hecho casi esclusivamente en
pequeñas embarcaciones construidas en estos países, que era menester aperar
aquí de todo su cordaje. Las mayores franquicias dadas al comercio colonial
desde antes de mediados de este siglo, y su subsiguiente desarrollo, trajeron al
Pacífico muchas naves españolas que venían bien aparejadas i con cables mejor
34
elaborados; i produjeron, como consecuencia, una gran disminución en la venta de
la jarcia elaborada en Chile”52. Es así como las naves españolas, de mejor
construcción y aparejo, terminaron por monopolizar al comercio del mar del sur,
que antes correspondía a embarcaciones de construcción local, y ciertamente no
sólo provocaron en parte la decadencia de la industria local de jarcias, sino
también trajeron la ruina de los astilleros chilenos, que conformaban también una
industria de interesantes proyecciones.
Ahora, de entre las causas internas, pero con una estrecha relación con los
nuevos principios del libre comercio que esgrimían las políticas borbónicas,
encontramos que la calidad de las manufacturas chilenas, constituyeron también
un elemento que llevó a la depresión de la industria. Esto se debe a los
elementales procedimientos de una “industria artesanal”. Por paradojal que
parezca, llamamos industria a una actividad de talleres, con equipamiento
productivo muy básico, cual era la regla para toda actividad económica de aquella
época, y como veremos, también de todas las épocas. “Los procedimientos
industriales usados en estos trabajos agrícolas eran los más sencillos i
económicos que fuera posible adoptar. (...) Porque bajo aquel sistema de
esplotacion agrícola, era desconocido todo lo que pudiera parecerse a una
máquina”53. Es así, que la abundante fabricación de jarcias “correspondía a un
estado sumamente rudimentario y no podia resistir a la más pequeña competencia
52 Diego Barros Arana; 1886. p. 374. 53 Diego Barros Arana; 1886. p. 366.
35
que introdujese en el comercio un régimen menos restrictivo que el que entónces
imperaba”54.
Finalmente, una razón vinculada a motivaciones internas, corresponde a la
independencia de Chile, que coadyuvaría también a la depresión del cultivo. Y es
que, según la épica relación de Claudio Gay, “este acontecimiento de tan capital
importancia arrojó al pais en la más grande perturbación. Al grito de la patria, de la
justicia y de la razón se conmovieron todos, los hacendados abandonaron sus
campos, sus útiles los cultivadores, y reunidos todos á la sombra de un mismo
estandarte y bajo la influencia de un sentimiento común de derecho y patriotismo,
corrieron a tomar parte de esta lucha gloriosa. De este abandono resultó que los
campos quedaron casi sin cultivo y entregados solamente á las incompletas
fuerzas de la naturaleza”55. Si bien este último fundamento corresponde a una
característica generalizable a las labores agrícolas para el tiempo de la
independencia, la referencia de Gay apunta específicamente al cultivo del
cáñamo, por lo que nos parece aceptable en esta búsqueda de las causas en la
depresión del cultivo de planta investigada.
Así, concluimos que la apertura de las restricciones coloniales en que
devinieron las reformas borbónicas, significaron el inicio de la competencia para
las jarcias chilenas, que de tosca manufactura por los rudimentarios medios de
una “industria artesanal”, no pudieron disputar el mercado a las más finamente
elaboradas jarcias del viejo mundo. Así, junto a la ruina de los astilleros de Chiloé
y Concepción, el cultivo de cáñamo y sus manufacturas en el valle central,
54 Diego Barros Arana; 1886. p. 367. 55 Claudio Gay; ; Historia Física y Política de Chile: Agricultura; Tomo primero; París en casa del Autor, Chile en el Museo de Historia Natural de Santiago, 1865. pp. 27-28.
36
asistieron al declinar de su época de oro, que jamás pudo recuperarse ante las
subsiguientes transformaciones de las tecnologías navieras, que tras la revolución
industrial cambió la madera, los velámenes y las jarcias, por el metal, el vapor y
luego los motores a combustión.
37
La Era Republicana
El clamor de la liberación nacional, resonó en medio de un mundo –una
Europa- que se transformaba vertiginosamente al ritmo de las nuevas ideas
políticas y económicas propugnadas por una «doble revolución»56, la explosiva
revolución demográfica y la industrial, concomitando con fin del antiguo régimen
en algunos países europeos.
Como gran parte de América, el lineal territorio del sur del mundo, se
encausó también en aquella discontinuidad; en aquel sobresalto de la Historia que
lo llevó a emanciparse del dominio colonial. Tras la independencia, la fundación de
la nación exigía una nueva forma de organizar la sociedad, requería instituciones
con otro perfil y nuevos objetivos; pero sobre todo, demandaba la formulación de
un proyecto histórico moderno, diferente del que venía estableciendo las
directrices en estos territorios meridionales, durante los largos y lentos siglos
coloniales.
No obstante, tal proyecto estuvo sujeto a diversas redefiniciones durante el
ajetreado siglo XIX. Primero las prerrogativas del libre comercio, luego, rondando
la mitad del siglo, el impulso agrícola motivado por las fiebres del oro en California
y Australia, y finalmente, el blanco fulgor de las pampas calcinadas por el sol del
desierto, convirtieron al salitre en motor de la economía chilena en las postrimerías
de la centuria. El improvisado proyecto empero, se llenó de espejismos, de
fortunas rutilantes, aunque efímeras para el país, y los desengaños y fracasos
evidenciaron la peligrosa silueta de la dependencia económica.
56 Eric Hosbawn; La Era de la Revolución (1789-1848); editorial Crítica, Grijalbo Mondadori S.A.; traducción de Felipe Ximénez de Sandoval; Buenos Aires, Argentina . 1999 © 1962. p.7.
38
El nuevo siglo y la decepción de la riqueza salitrera, motivaron una nueva
redefinición del proyecto, que recurrió a su más intestino y antiguo argumento: la
vocación de un país esencialmente agrícola, esgrimiendo tal destino como única
salida para una economía dependiente y deprimida. Por cierto que la redefinición
del proyecto involucró otros sectores de la economía, y proyectará luego la
industrialización de los mismos.
Si bien, tras el bajón de la actividad cañamera a fines de la colonia, se
ensayaron y establecieron diversos estímulos para su recuperación, no será hasta
entrado el siglo XX cuando el impulso promotor tendrá algunos efectos visibles
sobre el rubro.
El presente capítulo, pretende rastrear los vestigios de tal promoción, y más
aun descubrir sus efectos.
39
Las iniciativas para revertir la decadencia
Como sabemos, al tiempo de la emancipación, Chile poseía una economía
atrasada, constreñida a estrechos y limitados mercados durante largos siglos. No
obstante, en lo que respecta al rubro cañamero, el fomento de la actividad no
estuvo ausente de las políticas borbónicas, y es que en las “reales órdenes de 12
enero de 1777, 24 de marzo de 1796 y 24 de febrero de 1799, se encargan
eficazmente el cultivo del lino y del cáñamo”57.
El siglo de la Ilustración, constituyó el crisol de nuevas ideas económicas
que los espíritus más cultivados importaron y buscaron implementar en esta
meridional comarca. Dentro de este grupo de “ilustrados” destaca en relación a
nuestro objeto de estudio el nombre de Manuel de Salas, aquel incansable ilustre,
que tantas, y tan variadas actividades promovió. Educación, prensa, instituciones,
independencias e industria; y de entre ésta última, el cultivo del lino y del cáñamo.
Manuel de Salas fue una bisagra en el cambio de régimen. Sirvió a la
corona como síndico en el Real Tribunal del Consulado, institución imperial
destinada entre otras cosas al fomento de las actividades productivas y,
principalmente del comercio. Sin embargo, como liberal guiado por los principios
Ilustrados, se plegó al proceso de liberación nacional desarrollando una activa
labor, que le significó un período de reclusión en la isla Juan Fernández durante la
reconquista española.
57 Manuel de Salas; Solicitud dirigida al Presidente Don Francisco Antonio Carrasco, para que se exoneren del pago de derechos las materias primas empleadas en las fábricas y telares del hospicio y los tejidos que en él se labraren; en: Escritos de Don Manuel de Salas Relativos a él y a su familia; Obra publicada por la Universidad de Chile, tomo II; Imprenta, Litografía y Encuadernación «Barcelona», Santiago de Chile. 1914. p. 335.
40
Fue bisagra, pues trabajó tanto para la administración colonial, como para
la republicana, empero dedicándose en ambos, a la búsqueda de soluciones para
los problemas sociales de Chile y sus gentes, donde buscaba constituir una
sociedad y una nación modernas.
Nombrado por el rey Carlos IV, síndico del consulado en 1795, fue un
incansable promotor del cultivo del lino y del cáñamo, actividades que según su
visión, ocuparían los brazos inútiles de un sector de la sociedad que vivía en la
apatía. “La ociosidad de la clase menesterosa, dispersa y que perece en los vicios
por no tener en que emplear sus brazos, es horrible”58. Su enfoque, recogido
durante la tarea del fomento al cultivo en el campo chileno, lo llevaron a sostener
siembras de estos productos durante varios años, pero también le hicieron ver “la
miseria a que estaba reducida la población de Chile y la posibilidad de sacarla de
esa postración”59. En sus propias letras: “Tan cierto es que el ocio e indigencia son
las raíces de la miseria de los pueblos y el origen de los vicios y delitos, como el
que en Chile existen en toda su extensión estas funestas causas de la
despoblación y decadencia de un reino, que contiene todas las proporciones de
ser feliz. Es igualmente cierto que nada hay más fácil que ponerlo en la situación
que le señaló la naturaleza, si se quiere de veras. Labores vastas, continuas y
fáciles de materias propias, es el medio que ha llenado de gentes dichosas las
provincias que se han hallado en el caso de Chile”60.
58 Manuel de Salas; COMUNICACIÓN: Al Consulado de la Coruña sobre fomentar la Industria del lino y del cáñamo; en: Escritos de Don Manuel de Salas Relativos a él y a su familia; Obra publicada por la Universidad de Chile, tomo I; Imprenta Cervantes, Santiago de Chile, 1910. p. 373. 59 Diego Barros Arana; 1886, p. 213, nota al pie nº 14. 60 Manuel de Salas; Solicitud dirigida al Presidente Don Francisco Antonio Carrasco, para que se exoneren del pago de derechos las materias primas empleadas en las fábricas y telares del hospicio y los tejidos que en él se labraren; en: Escritos de Don Manuel de Salas Relativos a él y a su familia; 1914. p. 335.
41
Ciertamente, la mirada de Salas no contempla sólo la decadencia del cultivo
cañamero, y del casi ausente lino, sino que considera a su sociedad sumida en la
desidia. De allí, que su quehacer tildado de “filantrópico” por Claudio Gay o Diego
Barros Arana61, contempló no sólo fomentar el cultivo, sino también promover que
“la clase menesterosa”, ocupase sus manos en útil labor. Para tal fin, orientó, por
ejemplo, desde su escaño de director del Hospicio de Pobres de Santiago de
Chile, hacia el tiempo de la independencia, los trabajos que en éste se realizaban,
hacia la industria textil del lino y del cáñamo.
Desde 1804 se ensayó una fábrica de tejidos de vastas proporciones, de la
mano de un inmigrante suizo: Santiago Heytz; “sus relaciones con Don Manuel de
Salas lo estimularon a plantear un establecimiento de esta clase. Salas, director
del hospicio de pobres de Santiago, queriendo utilizar el trabajo de éstos, puso a
disposición de Heytz un vasto local en la parte norte del terreno de la quinta de la
Ollería, que había sido dada a aquella casa de caridad, i le proporcionó algunos
recursos para fundar los talleres”62. Combinaba así el ilustre, el desarrollo social y
la industria, para una iniciativa que terminó produciendo el “brin i lonas de cáñamo
para velamen de buques (...). La fábrica de tejidos de Heytz tomó mayor
importancia en los primeros años de la revolución. Trabajáronse allí grandes
cantidades de sacos de lona de cáñamo para hacerlos servir, rellenos de tierra, en
las trincheras, gorras, capotes i unas mantas cubiertas de resina o barniz para que
61 Diego Barros Arana; 1886; “En todos estos documentos respira un patriotismo tan puro como elevado y un notable espíritu filantrópico”. p. 213. Claudio Gay; 1865; “En esta circunstancia un gran patriota, el generoso y filántropo Manuel de Salas, se empeñó con el mayor celo al adelantamiento de esta industria”, refiriéndose al cultivo del lino. p. 133. 62 Diego Barros Arana; 1886. p. 377.
42
los soldados soportasen la intemperie”63. Se sumaba así, a la solidaria labor, la
gesta independentista, que se pertrechó del cáñamo hilado y tejido bajo el impulso
de nuestro patriótico personaje.
Su aporte a nuestro rubro industrial, fue como hemos visto, prolífico.
Enviando muestras de lino y cáñamo para promover el comercio con el Consulado
de la Coruña64, en España; solicitando exenciones tributarias para estos
productos65, o elaborando proyectos de ley66 que los beneficien, su obra lo sitúa
como el más incansable patrocinador de nuestra industria en estudio, como una
pequeña parte de su vasta labor cívica en el momento de la liberación nacional.
Con Manuel de Salas tenemos entonces, un importante capítulo para el
desarrollo del cultivo del cáñamo, que tendrá su eco en las políticas que adoptará
el recién formado gobierno de Chile.
Tras el período conocido como de “anarquía”, o “ensayos constitucionales”,
será el orden portaliano, la respuesta a la inestabilidad gubernativa que reinó
durante la década de 1820. Y será el gobierno de José Joaquín Prieto, el que
continuará la obra del ilustre Manuel de Salas en el ámbito de nuestro interés, cual
es el cultivo del cáñamo. Y es que, publicado en el número 110 del diario
“Araucano” del año 1832, se expone la ley promulgada por Joaquín Prieto y
Manuel Rengifo el día 15 de Octubre, que exime a los cáñamos y linos
cosechados en el país y sus semillas, del pago de diezmo durante diez años (Art.
1º); “las semillas y los aceites que de ellas se extraigan a su exportación para
63 Diego Barros Arana; 1886. pp. 377-378. 64 Ver nota 57. 65 Ver nota 59. 66 Manuel de Salas; Moción para que los buques nacionales usen velas fabricadas en el país: Proyecto de Ley; en: Escritos de Don Manuel de Salas...; 1914. p. 457.
43
puertos extranjeros serán libres de derecho de salida” (Art. 2º); y finalmente se
ofrece un premio de dos mil pesos “al que invente, y mil pesos al que introduzca o
construya en Chile, imitando modelos extranjeros, la primera máquina que
simplifique y perfeccione el beneficio de ambas plantas” (Art. 3º)67.
Aporte importante para una actividad deprimida, es liberarla de pagos
arancelarios, sobre todo en un momento en que el Estado sustenta su erario en
los cobros aduaneros. También, interesante propuesta la de aquel premio que a
no pocos debe haber entusiasmado, como fue el caso de Francisco Solano López,
quién además de presentar varios diseños de máquinas para procesar cáñamo,
escribió un ilustrativo texto sobre el cultivo del cáñamo, ofreciendo valiosos
consejos para su práctica. Aquel premio ofrecido, hizo de este agricultor todo un
literato, a la vez que, forzado o no, todo un admirador de la gestión de Prieto:
“Nada hace conocer más el espíritu del gobierno que el interés que toma por el
adelantamiento del país, arreglando, protejiendo y fomentando todos aquellos
ramos que constituyen la prosperidad nacional. Desde que se gozan los beneficios
que necesariamente debían acompañar al reestablecimiento del orden, parece
que los varios departamentos que componen la administración, se han puesto en
una especie de competencia para tomar providencias acertadas y benéficas; las
ciencias, las artes, el comercio, la industria y la agricultura han recibido, cuando no
un gran incremento, al ménos mejoras importantes, y estímulos que honrarán
67 Francisco Solano López; Memoria sobre el cultivo y beneficio del lino y el cáñamo en Chile; Imprenta Nacional, Santiago de Chile, 1833. pp. 3-4.
44
siempre á sus autores, y que realmente son la base de los adelantos que se
hagan en lo sucesivo”68.
Sus palabras, si bien, están destinadas a ganar aquel premio, integran
nociones importantes sobre el gobierno de Prieto, como sería “el restablecimiento
del orden” y su labor promotora de los más variados ámbitos. “La agricultura hasta
aquí tan descuidada ha llamado últimamente la atención del gobierno”69. Más allá
de la pompa y los premios, la realidad agrícola del país sólo cambiará dos
décadas más tarde, para entrar en una nueva fase, y dejando atrás un extenso
período de decadencia.
68 Francisco Solano López; 1833. pp. 1-2. 69 Francisco Solano López; 1833. p. 2.
45
El auge Agrícola
Si bien el siglo XIX fue para Chile el inicio de su explosión demográfica, los
mercados internos aun no tenían la fuerza para dinamizar la agricultura, al menos
hasta las anexiones que trajo la Guerra del Pacífico. El auge que vivió ésta
actividad, fue motivado, como a lo largo de su historia, por los mercados externos.
“El auge agrícola iniciado en la década del cincuenta del siglo pasado como
consecuencia de la apertura de los mercados de California y el Pacífico, se
mantuvo prácticamente toda la segunda mitad del siglo. Durante muchos años se
envió trigo a Inglaterra y a numerosos países. En el año 1871 se produjo la crisis
del mercado mundial del trigo y en 1876 hubo una mala cosecha y se desató una
fuerte crisis agrícola en Chile, que se resolvería con el desarrollo y fomento de las
empresas de chilenos en el norte boliviano y peruano”70.
El auge agrícola, fue entonces, en gran parte, motivado por el mercado
cerealero, principalmente del trigo, mientras el del cáñamo se mantuvo en su
segundo plano característico, y sólo vendrá a conocer alzas en la segunda mitad
de la centuria. Un hecho interesante de aquella reaparición de la planta en los
cuadros estadísticos, es la mención a la semilla de cáñamo, pues para todo el
período colonial su producción fue muy escasa. Hacia 1870, se menciona entre
otros productos que han manifestado aumentos en su producción una cifra de
583.164 litros de semilla de cáñamo, mientras que la otra parte de la planta, el
cáñamo en rama suma 224.788 kilogramos. El lino, a pesar de la intensa
70 José Bengoa; Historia social de la agricultura chilena: Haciendas y campesinos; tomo II, ediciones Sur, colección de Estudios Históricos; Santiago de Chile, 1990. p. 7.
46
promoción del tiempo de la independencia, no anota siquiera la mitad del cultivo
textil histórico, con 104.052 kilogramos71.
Los usos para la fibra de cáñamo no eran ya los de la colonia, sino que se
orientaban esencialmente a los nuevos requerimientos del auge triguero, como fue
la producción de sacos a partir de la fibra. El auge agrícola, desde mediados del
siglo XIX, y a pesar de la crisis de la década de 1870, se estabilizó en el período
que corre entre la Guerra del Pacífico y la Gran Depresión de 1929. En opinión de
José Bengoa, estos cincuenta años “son cruciales para comprender la historia
rural reciente. En ellos se consolidó el espacio rural de la zona central, y la
frontera agrícola se vió presionada y finalmente desplazada hacia el sur, hasta
copar todo el territorio. La estructura hacendal republicana alcanzó su mayor
desarrollo, y se produjeron también la grandes diferenciaciones económicas y
sociales, según tipos de empresas y zonas productivas”72.
Estas “grandes diferenciaciones” no se ajustan necesariamente con la agro
industria del cáñamo, pues su larga tradición que lo vincula a la zona del
Aconcagua, no se vio transformada, ni antes, ni después del proceso mencionado.
Según el Anuario Estadístico de 1870, las principales zonas productoras de
cáñamo en rama son Quillota –47.748 kgs.-, San Felipe –98.854 kgs.-, y Los
Andes –154.468 kgs.-73. Estas zonas, que también fueron las principales
productoras durante la colonia, lo serán también en la primera mitad del siglo XX,
por lo cual su especialización agrícola es de antigua data.
71 Anuario Estadístico de la República de Chile correspondiente a los años de 1870-1871; Imprenta Nacional, calle de la Moneda num.46, Santiago de Chile, 1871. p. 479. 72 José Bengoa; 1990. p. 7. 73 Anuario Estadístico de la República de Chile correspondiente a los años de 1870-1871; 1871. p. 496.
47
Corresponde entonces el siglo XIX, a un momento de variadas iniciativas
promotoras del cáñamo, cuyo cultivo sin embargo, resurgió sólo lentamente, de la
profunda, aunque no tan dilatada fase de latencia, que asociamos al cambio de
régimen, pero que tiene sus raíces en los distintos procesos descritos con
anterioridad. La decadencia se extendió durante gran parte del siglo XIX, y sólo se
recuperó la industria cañamera como respuesta a estímulos externos, y tras la
guerra del Pacífico, por las necesidades de los crecientes mercados de la pampa
salitrera.
48
La reformulación del proyecto: del Chile Agrícola al Chile
Industrial
Idea fuerza del nacionalismo chileno de la primera mitad del siglo XX es la
del «Chile agrícola», este terruño donde la naturaleza es pródiga y no mezquina al
hombre sus frutos.
“Somos un país agrícola, eminentemente agrícola.
Alucinados frente al espejismo de las pampas del norte, hemos vivido
largos, obscuros y difíciles períodos de existencia republicana, agarrotados a una
fórmula suprema: el salitre (…). Las naciones extranjeras han jugado con nuestro
porvenir y han puesto sobre el tapete del ridículo a los pequeños comerciantes, a
los menudos oligarcas y a los especuladores sin entrañas, que nos han conducido,
sin oir la obscura voz del pueblo, el sagrado, el augusto mandato nacional,
escuchando sólo el tintineo del oro en sus bolsillos.
Somos un país agrícola, eminentemente agrícola”74.
Tan dilatado pasaje contornea claramente el perfil ideológico del «Chile
Agrícola», que durante la primera mitad del siglo XX se reconstituye sobre las
sombras del salitre, y los efectos de la apertura mercantil para el desarrollo de la
economía nacional, estancada por su entrega incondicional a los intereses
foráneos y la desatención a la pródiga naturaleza y nuestra tradición agrícola.
74 Anabalón y Urzúa; Chile Agrícola; Tomo preliminar; Imprenta, litografía y encuadernación Moderna; Arturo Prat 127, Santiago de Chile, 1922. “Consideraciones del autor acerca de la trascendencia internacional, comercial y sociológica de Chile agrícola. (…) La agricultura es la madre de Chile; si ella dejara de proveer cuotidianamente nuestros hogares; nosotros sucumbiríamos. (...) Esclavos del salitre, nuestra estabilidad económica ha sido un sueño; dando saltos intermitentes nos hemos venido desarrollando enfermizos y enclenques, miserables y tristes, mientras una naturaleza prodigiosa iba haciendo eclosión y desparramando riquezas en cada Otoño y cada Primavera”. p. XI
49
Ciertamente un nacionalismo agrario, este que condena el salitrazo, como causa
de las penurias económicas; además de un antecedente a las teorías de la
dependencia económica que se comienzan a esbozar desde temprana era en el
siglo XX, cristalizadas en los autores más críticos del período respecto al nitrato:
Anibal Pinto en “Chile, un caso de desarrollo frustado” y Francisco Antonio Encina
con “Nuestra inferioridad económica”.
La ideología del progreso ha sufrido así, ciertas transformaciones, pues si
bien pervive la ideología del «Chile agrícola; tras el candil comercial de explotación
de los minerales nortinos, se cayó en cuenta que el comercio no es la clave del
progreso, sino que en gran medida había profundizado los vínculos de
dependencia económica hacia las metrópolis coloniales, principalmente Inglaterra,
por lo cual apremiaba la necesidad de crear una industria manufacturera nacional,
no obstante, sin perder de vista el patrón de desarrollo de los países europeos.
Empieza así la búsqueda de desarrollar una industria nacional dedicada a
las manufacturas, y no sólo a la extracción de minerales, considerando por cierto
que este último rubro estuvo en gran parte controlado por capitales ingleses. Es el
comienzo del proceso de industrialización o, del Nacionalismo desarrollista75, en
que tanto instituciones públicas como privadas se dedican al fomento de la
producción nacional en busca de sustituir las importaciones, poniendo fin al
paradigma del “crecimiento hacia afuera” que imperó para todo el siglo XIX, en
busca del nuevo ideal: el “crecimiento hacia adentro”
75 Gabriel Salazar y Julio Pinto; Historia de Chile Contemporáneo; tomo I, LOM ediciones. Santiago de Chile. ©1999. p. 156
50
Tal cambio en la matriz teórica del concepto «progreso», que en algún
punto del siglo se trasmutó finalmente para nosotros como desarrollo, es legible en
las políticas públicas y privadas de fomento de la producción industrial que
veremos a continuación. No obstante daremos antes una mirada al estado de la
industria cañamera, para luego estudiar las políticas de fomento que alimentaron
una de las primeras actividades agro industriales del país.
51
El estado del cultivo
Si bien, en la primera mitad del siglo XX el cáñamo se cultivó en todo el
Chile central, incluyendo las provincias de Coquimbo, Valparaíso, Santiago,
O`Higgins, Colchagua y Linares, es la cuenca del Aconcagua el lugar que
concentra la mayor parte de las áreas cultivadas, y también de los
establecimientos industriales para manufacturas de cáñamo.
Plantación del valle del Aconcagua; en: www.gotosouthamerica.com
De los cinco departamentos que componen la provincia de Aconcagua para
1923, cuatro presentan estadísticas sobre la producción de cáñamo. El
52
departamento de Petorca sería la excepción al cultivo, mientras que la producción
agrícola anual de la Ligua equivale a 50 quintales métricos –qq.m.- de fibra de
cáñamo; Putaendo produce 141 qq. m. de fibra y 260 qq. m. de cáñamo; San
Felipe eleva sus cifras a 5.504 qq. m. de fibra y 4.119 qq. m. de semillas de
cáñamo; y, los Andes suma 9.047 qq. m. de semilla y 10.923 qq. m. de fibra de
cáñamo76. Llama la atención que estos datos recogidos en 1920-21, señalan una
producción para San Felipe muy inferior a la de una década atrás: “según la
estadística comercial de 1909, se cultivaban en le departamento de San Felipe
160 hectáreas con una cosecha de 15.697 quintales métricos de fibra”77.
Concentrando nuestra atención en los departamentos de San Felipe y Los
Andes nos acercamos a los dos sectores en que mayor desarrollo presentó la
actividad industrial derivada del cáñamo durante el siglo XX. Si atendemos a la
cantidad de haciendas y fundos que cultivaban la planta, enumeramos en el caso
de San Felipe, al menos 20 propiedades que figuran produciendo fibra o semilla
de cáñamo hacia 1923; y que para los Andes suman veintiuno78.
Número no menor de productores, da cuenta de uno de los fenómenos
sociales que permitió el desarrollo de la actividad agro industrial. Especialmente
en la zona de San Felipe, se produjo una temprana subdivisión de las propiedades
rústicas, que según Bengoa tuvo su origen en la calidad de las tierras, que
permitían gran variedad de cultivos, además de la presión ejercida por los
inmigrantes españoles (Quillota- la Cruz) e italianos (Los Andes). Tal
76 Juvenal Valenzuela O; Álbum Zona Central de Chile: informaciones agrícolas; Imprenta Universidad, Santiago de Chile. 1923. La fuente de Valenzuela es la Oficina de Estadística correspondiente a 1920-1921. 77 José Bengoa; 1990, p. 73. 78 Juvenal Valenzuela; 1923, p. 17-21.
53
transformación social fue acompañada de la parcial abolición del inquilinaje, pues
“la mayor parte de las faenas se realizaba con peones libres, jornaleros que vivían
fuera del predio”79. Así la estructura agrícola de la región, sufre una apertura
positiva hacia una gran variedad de cultivos, y un no tan pequeño número de
productores.
Los obreros de las jarcias de la Sociedad Industrial de los Andes en día de pago; en: .Anabalón y Urzúa; Chile Agrícola; Tomo preliminar; Imprenta, litografía y encuadernación Moderna; Arturo Prat 127, Santiago de Chile, 1922.
La Hacienda Quilpue de Don Arturo Lyon Peña y con una superficie de
1.800 cuadras -720 regadas- “cosecha anualmente como 400 quintales métricos
79 José Bengoa; 1990, p. 72.
54
de semilla y unos seiscientos quintales españoles de fibra”80, lo que corresponde a
una propiedad mediana. La gran industria del cáñamo es por antonomasia la
Sociedad Industrial de los Andes, cuya propiedad –pequeña por cierto- explota
directamente 62 hectáreas -con 157 más en arrendamiento para el año 1922-,
donde cultiva un rendimiento de 5000 quintales métricos anuales, pero procesa –la
fábrica- un total de 15.000 q.q.m. anuales81. Es habitual que las industrias
manufactureras compren fibra no elaborada a productores locales. El caso, por
ejemplo de la histórica Fábrica de jarcias de Parry Hnos. de San Felipe, que para
1923 figura con una propiedad de 62 hectáreas planas regadas –la chacra “El
Carmen”-, de las cuáles “40 hectáreas están empastadas con alfalfa, y 15 con
otros pastos”82. ¿Dónde cultivaba el cáñamo entonces la “señorita Sara Parry” que
figura como propietaria para el cifrado año?... Lo compraba. Nos cuentan que
tanto la Fábrica Parry, como la Sociedad Industrial de los Andes “eran en la
segunda mitad del siglo XIX las más importantes compradoras de este rubro”83.
Estos datos corresponden a las primeras décadas del siglo, es decir sólo al
comienzo de las políticas públicas de fomento a la producción, por lo que es muy
temprano para percibir sus efectos. Sabemos por el contrario que “aunque las
ganancias con el cáñamo eran mucho mayores que en otros productos, los
técnicos de la época se quejaban de la forma primitiva en que éste era producido.
Señalaban que tanto la enriadura del cáñamo como la tascadura se realizaban en
80 Juvenal Valenzuela; 1923, p. 13. 81 Anabalón y Urzúa; 1990. p. 173. 82 Juvenal Valenzuela; 1923, p. 13. 83 José Bengoa; 1990. p. 73. Agrega- “También existían pequeñas hilanderías que hacían un trabajo más fino, como cuerdas hechas a mano y otro tipo de productos derivados del cáñamo”.
55
forma muy primitiva y entregando un producto de poca calidad”84. Para las
primeras décadas del siglo, la diferencia entre una hacienda con y sin
instalaciones para elaborar cáñamo, radicaba esencialmente en la tascaduría, y no
tanto en el enriadero, pues este último se instalaba en cualquier recodo del río, no
obstante lo precario de la infraestructura. Bengoa plantea sinuosamente que el
“proceso de modernización y tecnificación de la industria del cáñamo al parecer no
se dio más que parcialmente como consecuencia de las importaciones que se
hacían tanto de fibra como de otros productos elaborados con este materia
prima”85; y a mediados de siglo, las importaciones siguen siendo una amenaza o,
al menos competencia para la producción nacional86.
84 José Bengoa; 1990. p. 75. 85 José Bengoa; 1990. p. 75 86 Edgardo Peters Guzmán; La Industria del Cáñamo y su importancia en la Economía Nacional; Memoria de prueba para optar al grado de licenciado en la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Chile; Santiago de Chile , 1952. “…mientras la importación de arpillera ha disminuido en cierta proporción, ha aumentado en proporción mayor la importación de sacos, (…), podemos llegar a la conclusión de que día a día la industria nacional de estos elementos es más insuficiente para satisfacer las necesidades nacionales, dependiendo, cada vez en mayor proporción del comercio exterior”. p. 24.
56
Políticas de fomento
El siglo XX, como tiempo de profundos cambios, de modernizaciones y
desarrollos, sólo pudieron materializarse esto por políticas públicas que se
adecuasen a las necesidades del momento. De allí la institución de diversos
organismos dedicados a ello. El Ministerio de Fomento para una etapa inicial, y
después del terremoto de 1939 la Corporación de Fomento –CORFO-, fueron dos
instituciones claves del ámbito público que buscaron motivar la producción
industrial del cáñamo en proyección de las teorías de desarrollo mencionadas.
Para el caso del Ministerio, fundado y durante un tiempo administrado por Carlos
Ibáñez del Campo87, identificamos en su promulgación del decreto de ley nº 288
del año 1923, una medida de protección de las manufacturas nacionales, cuyo
título nos dice mucho: “Alza derecho de internación de los sacos. Considerando
que la ley nº 5092 del 18 de marzo de 1932 en su artículo 2º exige el empleo de
envases elaborados con materia prima nacional…”88 Es decir que, en Chile, país
agrícola donde parte importante de la producción es de grano, para la época
principalmente trigo, y por ende se almacena en sacos, preferentemente de
elaboración nacional para motivar la agro industria cañamera, y gravando de
impuesto a los sacos importados para favorecer la manufactura chilena en la dura
competencia del mercado internacional.
87 Luis Ortega; CORFO: 50 años de realizaciones: p. 35. 88 Caja de Crédito Agrario: El Cultivo de Cáñamo en Chile; Imprenta Universo, 1932. DECRETO LEY NUM. 288. Art. 1º. A partir del 1 de abril de 1933, los sacos y arpilleras que se importen, según partidas Nos. 419 y 300 del Arancel Aduanero. p.17 Luego dice: Exceptuándose de las disposiciones del inciso anterior los sacos que se importen para el transporte del salitre al extranjero.
57
El Ministerio de Agricultura jugó también un rol, y no menor por cierto, para
fomentar la producción de cáñamo. Este correspondió a una inversión de
$3.000.000 destinados “al fomento de la producción de cáñamo y otras fibras
adecuadas para las industrias textiles”89, distribuidas a través de la Caja de crédito
agrario. A su vez, procedente también del Ministerio de Agricultura, el Decreto de
Ley n° 300, fechado el 2 de agosto de 1932, dicta el nombramiento de “una
Comisión ad-honorem compuesta por un representante designado por la Caja de
Crédito Agrario, por el Agrónomo del Ministerio de Agricultura Sr. Benjamín Acuña
Acuña y por el Sr. Manuel Guilisasti Rodríguez, para que oriente a los agricultores
en las siembras de cáñamo y demás plantas textiles, de acuerdo con las
necesidades del consumo y para que tenga a su cargo la propaganda de estos
cultivos, e insinúe todas las medidas que son necesario adoptar a fin de llevar a la
práctica los propósitos del Gobierno tendientes a aumentar las siembras de dichos
productos en el país”90.
Avanzando el siglo, y producto de la crisis del 29, es que se aceleran las
transformaciones en la mentalidad económica, a partir de los nuevos grupos que
aparecían al interior del Estado, con un perfil más tecnocrático; nos referimos aquí
al nuevo actor estatal conocido como “los ingenieros”. Tras del terremoto del año
39, se da paso a la creación de la CORFO, organismo que rápidamente desarrolla
89 DECRETO LEY NUM. 127, “…se autoriza a la Caja de Crédito Agrario para destinar la suma de $3.000.000 al fomento de la producción de cáñamo”. En: Caja de Crédito Agrario: El Cultivo de Cáñamo en Chile; 1932. p. 20. 90 DECRETO LEY NUM. 300, del Ministerio de Agricultura, el 2 de agosto de 1932; en: Caja de Crédito Agrario: El Cultivo de Cáñamo en Chile; 1932. p. 20.
58
su “Plan de acción inmediata” para la agricultura91. Este ambicioso programa
contemplaba una inversión total de 90 millones de pesos, de los cuales 4.5
millones iban destinados a la industria cañamera con el objeto de establecer tres
centrales para el procesamiento de la fibra con una capacidad de mil cuadras de
siembra cada una, con un costo individual de 1.5 millones92. Tal inversión nos lleva
a inferir que la modernización de este sector agro industrial, fue realmente
“parcial”, como proponía Bengoa, pues para el tiempo de la CORFO, era la
Sociedad Industrial de los Andes, la única fábrica de cáñamo con instalaciones
adecuadas, cual es una enriadera de hormigón con suficiente capacidad para
tratar importantes volúmenes de fibra. “Desgraciadamente, la CORFO no estuvo
en condiciones de realizar el plan de acción inmediata en la agricultura en la parte
que se refiere especialmente al aspecto industrial de la explotación del cáñamo.
En cambio, sí debe destacarse el hecho de que realizó una política de préstamos
e inversiones93, que contribuyó a la formación de distintas sociedades productoras,
como PRODECA94.
Desde la perspectiva industrial, la producción se incrementó notoriamente
durante el período en estudio, pues si tomamos como referencia la cifra récord de
exportaciones de fibra de cáñamo hacia Europa, que ronda los 30.000 quintales
91 Corporación de Fomento de la Producción; Plan de acción inmediata para la agricultura y explotaciones afines; Imprenta y encuadernaciones Letelier, Santiago de Chile, 1940. 92 Corporación de Fomento de la Producción; 1940. p. 8. 93 Edgardo Peters Guzmán; 1952. p. 52-53. 94 Sociedad Anónima de Productores de Cáñamo –PRODECA-; Estatutos; imprenta “El Imparcial”, Santiago de Chile. 1942. También la Asociación de Productores de Cáñamo de Curicó, a la cual prestó $800.000. ver: Edgardo Peters Guzmán; 1952. p. 53.
59
para algún momento de la colonia95; luego exponemos que en 1909 se
cosechaban 15.697 quintales métricos de fibra96, después en 1938-39 se anotó
una producción de fibra de 70.000 q.q.m.97; y finalmente para el año 1942-1943,
204.904 q.q.m. de fibra de cáñamo, advertimos una progresión, que no obstante
puede ser engañosa, debido al efecto que produjo en la demanda de la materia
prima, la segunda guerra mundial, que triplicó la media productiva, y que engaña a
primera vista. El dato de 1909 corresponde sólo al departamento de San Felipe,
que si lo sumamos al vecino departamento de los Andes que debía producir igual
volumen, o incluso mayor, no se alejaría mucho de la media que distorsionan los
efectos de la gran guerra. Es así que la progresión en los índices de producción es
más bien aparente, no así, el aumento en el rendimiento de los cultivos, que
curiosamente no es el más alto para la mitificada zona del Aconcagua, sino en
Santiago98.
Como hemos visto, los esfuerzos e iniciativas promotoras son diversos,
proviniendo de los distintos organismos que se dedicaron a promover la actividad
agrícola e industrial en Chile, conforme se iban naciendo estas instituciones. No
obstante, y como veremos en el siguiente título, aquellos esfuerzos fueron
totalmente insuficientes para la modernización de la industria cañamera, que aun
mantenía procedimientos productivos del tiempo de la colonia.
95 Teodoro Schneider; La agricultura en Chile en los últimos 50 años; Sociedad Nacional de Agricultura, Imprenta, litografía y encuadernación Barcelona; Santiago de Chile, 1904. p. 31. José Bengoa; ob. cit; nos dice que en “1645 se importaban (exportaban) a España partidas de 27.300 quintales”. p. 73. 96 José Bengoa; 1990.. p. 73 97 Edgardo Peters Guzmán; 1952. p. 40. 98 Edgardo Peters Guzmán; 1952. p. 41.
60
La paradoja del cáñamo “Industrial”
Interior de la Fábrica de la Sociedad Industrial de Los Andes; en: .Anabalón y Urzúa; Chile Agrícola; Tomo preliminar; Imprenta, litografía y encuadernación Moderna; Arturo Prat 127, Santiago de Chile, 1922. p. 175.
61
El cultivo del cáñamo, y luego, la elaboración de sus materias primas
constituyen dos actividades económicas distintas, unidas por el concepto «agro
industrial». La primera corresponde a una dimensión netamente agrícola, que
involucra vasta mano de obra por estar circunscrita a un régimen de producción de
escaso desarrollo técnico como rige para el caso chileno. Mientras que la segunda
dimensión, la “industrial”, conlleva mecanización de las labores y especialización
de los obreros. El aspecto agrícola provee entonces de materia prima, y el
industrial la elabora. “En el caso de nuestro país, no existe una división o
delimitación precisa entre ambas actividades, la agrícola y la industrial, puesto que
algunas fases de la producción industrial se desarrollan por los mismos
productores agrícolas, y en realidad, formando parte de la explotación agrícola”99.
No obstante, a pesar que en la cuenca del Aconcagua algunos productores
desarrollaron distintos grados de especialización industrial con la infraestructura
adecuada, como la Sociedad Industrial de Los Andes, “los establecimientos
elaboradores de la fibra de cáñamo son insuficientes para absorber la producción
agrícola total”100, debiéndose exportar materia prima, o productos semielaborados
a partir de la fibra, lo que supone una infraestructura deficitaria para la industria
cañamera.
99 Edgardo Peters Guzmán; 1952. p. 35. 100 Edgardo Peters Guzmán, 1953. Contrariamente “ocurre que la producción de semilla de cáñamo es insuficiente para las necesidades nacionales de aceites industriales, en relación con la amplia capacidad de los establecimientos elaboradores: Es así como, mientras exportamos nuestra materia prima o artículos semielaborados, en forma de fibras, debemos importar materia prima para la producción de aceites para usos industriales, debido en parte a que el abastecimiento de semilla de cáñamo es insuficiente”. . p. 35.
62
Si bien es importante “resaltar la antigüedad en la especialización agro
industrial”101 de la cuenca del Aconcagua, es necesario visualizar también, que
salvo en el siglo XX, las manufacturas de cáñamo fueron producidas bajo un
régimen artesanal; así, la actividad agro industrial del cáñamo, que para gran
parte de la colonia se circunscribe a un régimen primitivo de producción, asiste en
el siglo XX a su modernización, que no es otra cosa que la mecanización de sus
labores y la especialización de los peones, que se convertirán en obreros. Si bien,
hubo un impulso –público y privado- no menor para el desarrollo productivo del
cáñamo, son discutibles los efectos o el alcance de tales políticas, y es posible
incluso, determinar que tales medidas sólo lograron una modernización “parcial”.
Un claro ejemplo de los primitivos medios de producción de nuestra
industria en estudio, corresponde a la propiedad de Don Ramón Trincado Vilar,
ubicada en las comunas de Curimón y Rinconada, a sólo unos pocos kilómetros
de Los Andes; que para 1922 producían entre 800 y 850 quintales españoles de
fibra de cáñamo purificada, y 600 fanegas de semillas de cáñamo102. Los Fundos
El Laberinto, La Quimera y el Zanjón contaban con notables instalaciones
industriales, que constaban de un amplio galpón abierto, que integraba tanto las
manufacturas del cáñamo, como la elaboración de maderas. Su aspecto es lejano
a una industria, como la visualizamos hoy, y nos da cuenta de la escasa
diferenciación que existía entre la actividad agrícola, y la industrial, para el caso de
las manufacturas de cáñamo.
101 José Bengoa; Historia social de la agricultura chilena: Haciendas y campesinos; tomo II, ediciones Sur, colección de Estudios Históricos; Santiago de Chile, 1990. p. 72. 102 Anabalón y Urzúa; Chile Agrícola;1922, p. 202.
63
La industria del cáñamo en los fundos El Laberinto, La Quimera y el Zanjón; en: Anabalón y Urzúa; Chile Agrícola; Tomo preliminar; Imprenta, litografía y encuadernación Moderna; Arturo Prat 127, Santiago de Chile, 1922. p. 203.
Así, vamos delineando lo que parece la paradoja de la industria del
cáñamo, pues, curiosamente “la industria del cáñamo se realizaba en forma
artesanal”103; ¿una industria artesanal?
El carácter artesanal tiene que ver por un lado, con la ya mentada escasa
separación entre las labores agrícolas y las industriales, y por otro con lo primitivo
de las técnicas empleadas, tanto en la producción de la materia prima, como en su
paso a un producto elaborado.
Las faenas para convertir la materia prima en fibra, susceptible de
comerciar como elaborada, son: siembra, riego y abono hasta que los tallos
103 José Bengoa; 1990. p. 74.
64
maduran; luego, la arranca, amarra y desemilladura, pudiendo durar varios días
este proceso; durante las mañanas los peones amarraban los atados, y los
colocaban al sol.
Arranca del cáñamo a mano; en: Caja de Crédito Agrario: El Cultivo de Cáñamo en Chile; Imprenta Universo, 1932.
Luego de asoleados se procedía a desemillar, proceso que consistía en
golpear las plantas sobre un harnero, con tal de separar la semilla de la planta.
Después corresponde el enriado, cual es separar la fibra de la materia gomosa
mediante putrefacción producida por inmersión, generalmente en el río Aconcagua
los productores pequeños. “Cada productor va al río, y hace su pozo para
depositar el cáñamo; se prefiere este sitio porque abunda allí el agua y se aleja el
65
mal olor de las habitaciones; además, la orilla del río con su lecho arenoso se
presta para la construcción de estanques en que se ensucia menos la fibra que en
los fabricados de tierra común. Pero este sistema tiene el gran inconveniente de
que en sus crecidas otoñales el Aconcagua puede llevarse toda la cosecha, como
sucedió el año 1909, con pérdidas de muchos miles de pesos”104
Con el agua comienza la fermentación y se va ablandando poco a poco la
materia gomosa que une las fibras, hasta que se desprende fácilmente. Luego
sobreviene la fermentación pútrida que ataca la hilaza con desprendimiento de
amoníaco y ácido sulfihídrico, que le da un olor penetrante.
Enrriaje del cáñamo; en: Caja de Crédito Agrario: El Cultivo de Cáñamo en Chile; Imprenta Universo, 1932.
104 Juan Luis Espejo; “Monografía de la chacra Los Nogales”; citado en: José Bengoa; 1990. p. 74.
66
Ahora corresponde desenriar, es decir sacar los tallos del agua, operación
“que como la anterior se da también a hombres esforzados, que tienen que
trabajar durante días enteros sumergidos en el agua, muchas vees descompuesta.
Se sacan los manojos de cáñamo, se lavan y baten para que se desprenda la
goma de sus tallos; enseguida se extienden y cuando ya están oreados por su
parte externa se empabellonan unos con otros con el objeto que se sequen
completamente. Entonces se cargan las carretas y se conduce el cáñamo a la
chacra, en donde se procede a tascarlo”105.
Hilando la fibra; en: www.gotosothasmerica.com
Es de interés aquí mencionar, que durante la investigación fracasaron
algunas de las tantas pesquisas o seguimientos, realizados sobre ciertas
referencias, que para el presente caso corresponden a algunas tesis de
estudiantes de medicina, que para el año 1939 versan sobre distintas
“tecnopatías” y enfermedades respiratorias vinculadas a la elaboración del
105 Juan Luis Espejo; “Monografía de la chacra Los Nogales”; citado en: José Bengoa; 1990. p. 74.
67
cáñamo. Lamentablemente, los textos se han extraviado de la Biblioteca Nacional,
por lo que la referencia es incompleta. Sin embargo, aquellos títulos perdidos nos
dan cuenta que los procesos de elaboración del cáñamo, y quizá particularmente
el enrriado, provocaban algunas enfermedades profesionales, principalmente,
respiratorias, debido a la combinación de agua y putrefacción en algunas fases de
la elaboración de la materia prima106.
Volviendo a la elaboración de la fibra, nos resta la última fase del proceso
para su obtención: la tascaduría. Esta consiste en desprender los últimos restos
leñosos que aun unen la fibra, para lo cual se deposita ésta, en un trozo de
madera acanalado, y se golpea con una varilla cilíndrica, triturándose de esta
forma la parte leñosa, quedando sólo la fibra, que ahora puede ser almacenada y
vendida.
Tal descripción corre para todo el período en cuestión, salvo la excepción
de la Sociedad Industrial de los Andes, que si desarrolló una infraestructura idónea
para las manufacturas elaboradas a partir del cáñamo. Esto nos da cuenta de que
la modernización productiva fue en realidad parcial, pues no logró introducir los
medios técnicos necesarios para un desarrollo masivo de la tradicional industria
cañamera, que disminuyeran los costos de producción y mejoraran la calidad de
las manufacturas; medios técnicos que sí estaban a disposición en el mercado
internacional, al menos desde la década del treinta.
106 Las tesis son: Samuel Claro Ríos; “La bronquitis crónica en la elaboración del cáñamo: una enfermedad profesional”; y Henríquez; “Tecnopatías en la elaboración del cáñamo”; ambas fechadas el año 1939, según el catálogo general de la Biblioteca Nacional de la DIBAM., Chile.
68
Enrriadera de cemento armado de la «Sociedad Industrial de los Andes»; en: Caja de Crédito Agrario: El Cultivo de Cáñamo en Chile; Imprenta Universo, 1932.
Vasta mano de obra demandaba la elaboración de la materia prima, según
el proceso descrito, que como decíamos, se encuentra a medio camino entre la
faena propiamente agrícola, y la industrial.
Otro elemento a considerar, para evidenciar el atraso en las técnicas
productivas del cáñamo, corresponde a que “en Chile los agricultores prefieren por
lo general la producción de fibra y semilla al mismo tiempo, por ser éste el
procedimiento más productivo”107. Como también yerra, el autor citado, no es este
un procedimiento muy productivo, pues desde la mirada de la agricultura
contemporánea, sabemos, que para obtener fibra, o semilla, se deben establecer
107 Edgardo Peters Guzmán; 1952. p. 36.
69
cultivos distintos, debido a la sencilla razón, que la semilla y los tallos poseen
distintos tiempos de maduración. Los tallos, que es de donde se extrae la fibra, se
encuentran maduros, y por tanto idóneos para la elaboración, antes que la semilla,
que sólo esta lista hacia la última etapa de maduración de la planta, para la cual el
tallo se halla muy leñoso, y por tanto menos susceptible de obtener una fibra fina.
Es así, que una cosecha centrada en la madurez de los tallos, obtendrá semillas
que aun no alcanzan su estado ideal, y viceversa. Los agricultores de la primera
mitad del siglo XX, pensado en que el sistema de “doble cosecha” –fibra y semilla-
era más productivo, sacrificaban la calidad de sus fibras, o de sus semillas según
fuera el caso, y obtenían magros resultados en uno de los dos rubros.
Instalaciones destinadas a la elaboración de cáñamo y maderas; en: Anabalón y Urzúa; Chile Agrícola; Tomo preliminar; Imprenta, litografía y encuadernación Moderna; Arturo Prat 127, Santiago de Chile, 1922. p. 202.
70
Es importante referir que la mayor parte de la fuerza productiva de la
industria cañamera se orientaba en el siglo XX a la producción de sacos, artículo
fundamental para la producción cerealera, cual era el cultivo más extendido del
Chile agrícola –trigo y cebada-. Lejanos estaban ya los tiempos de navegación a
vela, en que el aparejo de los navíos era esencialmente de cáñamo, y, en que la
demanda para los productores nacionales, si bien estaba sometida a las
condiciones ultramarinas y a las crisis en la producción europea de la fibra,
presentaban uno de los rubros de exportación de mayor continuidad para el
período colonial.
Además de la producción de sacos trigueros y paperos, las faenas mineras
demandaban también gran cantidad de sacos y cuerdas. Además se utilizaba en
general, “en productos de la agricultura; en las cinchas de los caballos, y de los
aperos de campo y trabajo agrícola; para felpudos, jergones, tejidos, e incluso
mangueras forradas con este tipo de cubierta”108.
A pesar de los variados usos que demandaban la fibra, la industria
cañamera, no logró modernizar sus faenas productivas, salvo las ya mentadas
excepciones, y pervivió en un régimen manufacturero de escaso desarrollo
técnico, y con poca infraestructura para la elaboración de productos de calidad,
que pudieran competir tanto en el mercado interno, como en el internacional.
Ciertamente la tarea de fomento fue insuficiente, y los recursos a disposición
108 José Bengoa; 1990. p. 75.
71
fueron magros, y seguramente, el atraso de esta “industria artesanal”, se debió a
la ausencia de una institución que se preocupara cabalmente del rubro.
Para Edgardo Peters Guzmán, las principales dificultades que se
oponían, a mediados de siglo, a la expansión de la industria del cáñamo se
encontraban en la agricultura, pues “sólo la carencia de equipo mecánico impide el
establecimiento de mayores establecimientos elaboradores”109.
En un breve resumen, nuestro autor enumera las dificultades en el siguiente
orden:
1. El cultivo exige una gran inversión;
2. Demora más que la mayor parte de los cultivos agrícolas para redituar
las inversiones, puesto que el agricultor, antes de vender la producción,
debe someter las plantas a los tratamientos descritos;
3. Las fibras son de mala calidad, lo que crea un gran problema en lo
concerniente al mercado de colocación;
4. La agricultura chilena emplea una cantidad de semillas demasiado
grande, en comparación a las cantidades usadas en el exterior. Se
calcula que en Chile se emplea el doble, lo cual hace disminuir las
utilidades de los empresarios;
5. El cultivo del cáñamo origina una demanda bastante apreciable de mano
de obra, lo cual en muchos casos contribuye a elevar el costo de la
producción;
109 Edgardo Peters Guzmán; 1952. p. 50.
72
6. Las labores agrícolas están poco mecanizadas. El Plan Agrario señala el
hecho de que en Chile ni siquiera se conocen las máquinas cortadoras
que se utilizan en otros países.
7. El enrriado no se realiza por medio de cultivos de bacterias y en muchos
casos se utilizan aguas turbias y enrriaderas de tierra;
8. Las máquinas usadas en las demás fases de preparación de la fibra, es
decir, para el tascado y el espadillado, son sumamente rudimentarias,
con lo cual, además de elevar los costos de la producción, se produce
un porcentaje demasiado elevado de estopa.
En resumen, las principales dificultades para la expansión de la industria
cañamera serían: a) la falta de mecanización en las labores de cultivo, que es
debida principalmente a la escasez de elementos mecánicos de producción; y, b)
la inestabilidad del mercado, puesto que como la industria nacional no es
suficiente para absorber el total de la producción, esta debe ser colocada en el
exterior110.
Desde estas reflexiones que rondan la mitad del siglo XX, es que afirmamos
que la promoción de la industria del cáñamo, fue insuficiente para sacar a esta
actividad del primitivo atraso productivo en que se encontraba su faena agrícola;
situándose tal análisis, más de una década después de desarrolladas las más
amplias labores de fomento que esta industria tuvo en el país.
110 Edgardo Peters Guzmán; 1952. p. 50.
73
Conclusiones
La conquista hispana del Nuevo Mundo significó, desde una perspectiva
etnobotánica, la introducción e intercambio de cientos de especies vegetales entre
América y Europa. Esta «transculturización botánica» se desarrolló en acto de
básica subsistencia, pues el inmigrante requería aclimatar los cultivos esenciales
para su vida; se sembró el trigo, se cosechó la cebada, y se trenzaron las fibras
del cáñamo. Este último se labró de forma permanente hasta el último cuarto del
siglo XX, y la presente investigación buscó dar con las pistas esenciales de
aquella presencia escondida en los arcanos de la historia.
Historiar cuatro centurias, no ha sido tarea fácil; cruzamientos y enredos
entre distintos siglos; problemas yuxtapuestos, que dieron más de una
complicación. No obstante, los resultados, y posibles soluciones a los problemas
planteados inicialmente, se evidencian tras el recorrido y procedo ahora a
explicarlas de forma compendiada.
La primera pregunta que asomó ineluctable; perdida en el lejano período de
la conquista, cuestiona el por qué llegó el cáñamo a Chile; ¿cuáles fueron las
razones para la importación del cultivo?, y en seguida ¿dónde arraigó éste
principalmente?
Si bien, el cultivo cañamero se ensayó en todo el continente sólo tuvo
resultados exitosos en Chile y México; debido a la privilegiada aclimatación de la
planta a estos lugares, cuyos climas semejaban su hábitat original. En Chile, el
lugar más privilegiado para su labranza fue sin duda la zona central, y
74
particularmente el valle del río Aconcagua. A pesar que, se cultivó también en las
cercanías de Osorno, o en la Isla Grande de Chiloé, ningún lugar conservó la
permanencia e importancia de la cuenca aconcaguina, en el extenso período que
corre desde los inicios de la colonia hasta mediados del siglo XX.
Aquella determinante geográfica de la aclimatación, se une con las
necesidades que un Imperio ultramarino tenía de esta fibra; materia prima para el
aparejo de los navíos, que surcaban el océano posibilitando y defendiendo sus
dominios.
La labranza del cáñamo entonces, tenía por objeto la obtención de fibras,
para la elaboración de las jarcias con que se aparejaban carabelas y galeones. Tal
demanda imperial, era sin embargo, muy inestable. La situación política y bélica
del Imperio español, sus guerras y bloqueos, dejaban en ocasiones a los
cultivadores del fin del mundo con sus bodegas repletas de una materia prima que
sobraba en los mercados locales.
Junto a esta exigente, pero inestable demanda, un mercado interno,
conformado por los astilleros de Chiloé o Concepción, donde se construían las
pequeñas embarcaciones que comerciaban entre las costas chilenas y peruanas,
fue estableciendo una demanda permanente a las labranzas y talleres de la
cuenca del Aconcagua. Además, el uso del cáñamo en mechas para armas de
fuego, y en general, avituallamiento del ejército permanente, fueron también
razones para que se haya cultivado la planta durante toda la Era colonial.
El lento discurrir de los siglos coloniales y sus restricciones comerciales, no
fueron empero, un obstáculo para que la fibra y sus manufacturas, se exportaran
tanto al Perú como a España desde los albores coloniales.
75
Fue así, que el cáñamo se constituyó en una de las primeras agro industrias
de Chile, con una presencia permanente, tanto en mercados locales, como en
mercados de exportación, conformando un cultivo chacarero infaltable en toda
mediana propiedad o gran hacienda del valle central, y particularmente en torno a
la cuenca del Aconcagua.
Durante la investigación, alumbró el hecho, de que a fines de la colonia, la
pequeña y rudimentaria, industria del cáñamo estaba en decadencia. De tal
comprobación, nació la otra interrogante sobre el período colonial: ¿cuáles fueron
las razones de tal decadencia?
Un estimado profesor me sugirió espontáneamente, que el declinar se
debía a las transformaciones técnicas de la navegación: al acero, la máquina a
vapor y el motor a combustión, consiguiente desaparición de los velámenes y
aparejos de jarcias.
Sin embargo, algo de aquella hipótesis no concordaba; y una mirada a las
cronologías de la revolución industrial, me reveló que para fines del siglo XVIII,
sólo había estallado la primera revolución: la textil. Si bien la máquina giratoria de
vapor de James Watt –un huso mecánico- data de 1784, la mecanización de la
industria, y más aun de la navegación, son desarrollos materializados bien entrado
el siglo XIX.
Así, las razones de la decadencia del cultivo y manufacturas de cáñamo en
la segunda mitad del siglo XVIII, se debían a otras causas.
Si bien, el mercado ultramarino de exportación había sido una razón original
para traer el cultivo a Chile, a fines de la colonia podemos establecer que la
76
demanda imperial era muy inestable, y no constituía el principal mercado de
colocación de las manufacturas del cáñamo. Más bien, la mayor parte de éstas se
destinaban al aparejo de “todos los navíos del mar del sur”, como refirió Alonso de
Ovalle; estas son las embarcaciones construidas en los astilleros de Chiloé y
Concepción, cuales eran de tosca construcción y reducida durabilidad.
Con las reformas borbónicas, se entregaron diversas franquicias
comerciales para la navegación ultramarina, con lo que llegaron a costas chilenas,
numerosas embarcaciones que provenían de los astilleros de la península ibérica,
de mejor construcción y con aparejos de mayor calidad. Ante la competencia, las
rudimentarias manufacturas chilenas, tanto las embarcaciones, como sus
velámenes y jarcias; sucumbieron.
La decadencia de la industria cañamera, se debió entonces en gran parte al
libre comercio, por una competencia que las manufacturas del fin del mundo no
podían ganar. Así, junto con la reducción de los astilleros del sur de Chile, el
cultivo cañamero, y las manufacturas del Aconcagua disminuyeron ingentemente
sus volúmenes productivos, correspondiendo a una depresión del rubro entre la
segunda mitad del siglo XVIII y gran parte del XIX.
Con la emancipación y formación de la República, el naciente gobierno
tenía numerosas preocupaciones; de entre ellas, debía atender al decaído ámbito
agrícola, tan importante para la subsistencia de sus habitantes; y así, debió
también ocuparse de la deprimida industria del cáñamo.
Y de tal proceso emanó una nueva pregunta para la historia que se
construye en torno a la planta: ¿cuáles fueron los esfuerzos institucionales para
77
promover la alicaída industria; y, consiguiente a esto: ¿cuál fue el alcance y los
efectos de tales esfuerzos?
Los esfuerzos fueron múltiples y variados; pues no sólo correspondieron al
período republicano, sino desde los tiempos del rey Carlos V se buscó impulsar la
industria cañamera con los fines ya descritos. Durante toda la colonia promovieron
las autoridades imperiales el cultivo y las manufacturas de la planta, y lo hicieron
también las políticas borbónicas del siglo XVIII, buscando revertir la mentada
decadencia.
Manuel de Salas, como síndico en el Real Tribunal del Consulado, ya había
promovido el cultivo del lino y el cáñamo, bajo el mando imperial, y lo seguiría
haciendo fundada la república. Su presencia en el cambio de régimen, y su
participación en ambas administraciones, le han tildado el carácter de personaje
“bisagra”, que para el interés de nuestro objeto de estudio, lo identifica como un
gran promotor de la actividad cañamera. Su filantrópica labor, le llevó a destinar la
fuerza de trabajo del Hospicio de Pobres de Santiago, del cual era Director;
estableciendo allí una fábrica de jarcias, para utilizar las manos de los
desposeídos, en un momento en que una parte de la producción cañamera era
destinada a la guerra, tanto para el avituallamiento y los ropajes de los soldados,
como para los sacos utilizados en las trincheras de la independencia.
La labor promotora en los inicios de la República no logró, sin embargo,
más que avivar un poco la producción cañamera, que sólo despertó con el auge
agrícola de mediados del siglo XIX, impulsado por las mentadas fiebres del oro en
California y Australia; y luego mantenido, por las crecientes necesidades de la
78
minería, y particularmente de la actividad salitrera, tras las anexiones de la Guerra
del Pacífico.
La producción de sacos cerealeros, se convirtió entonces en la principal
manufactura de la industria hacia la segunda mitad del siglo XIX, y continuó
siéndolo durante toda su presencia en el veinte.
Al esfumarse el brillo del caliche del erario nacional, las miradas observaron
una vez más el campo chileno como una fuente de riquezas. Consecuente con la
paulatina modernización de las instituciones estatales, la mutación del concepto
progreso hacia desarrollo, y la redefinición del proyecto país, que ahora buscaba
la industrialización, se desplegaron distintas iniciativas promotoras, que para la
industria del cáñamo, tuvieron un efecto limitado, o incluso, sólo presente en el
papel; como el Plan de Acción Inmediata para la Agricultura de la CORFO, en
1940, que no se materializó en los aportes monetarios propuestos.
La promoción devino en la creación de algunas Sociedades productoras de
cáñamo, en base al aporte del Ministerio de Agricultura, canalizado a través de la
Caja de Crédito Agrario.
No obstante, la necesaria modernización de las faenas agrícolas y
tecnificación de las manufacturas, nunca se materializó, y una industria
rudimentaria no está en condiciones de competir con la oferta internacional. Sólo
la Sociedad Industrial de los Andes, contó con una infraestructura relativamente
adecuada, empero continuando con muchas prácticas agrícolas arcaicas, que no
correspondían a los nuevos ritmos productivos del siglo XX.
79
Así, concluimos que la gran paradoja de la industria del cáñamo, es que
nunca se industrializó, salvo el mencionado ejemplo, y pervivió con métodos
agrícolas arcaicos hasta su desaparición.
La industria del cáñamo se extinguió; desapareció de forma definitiva tras
una agonía que terminó con el cierre de la fábrica de la Sociedad Industrial de los
Andes en 1975; y bajo la ley imperante es muy difícil, sino imposible, que
manifieste un resurgimiento. Muchos podrían argüir que para tan tosca fibra no
existe mercado, sin embargo el famoso diseñador textil Giorgio Armani ha
elaborado toda una línea de su producción a partir de la fibra, y distintos países
industriales como Canadá, Francia o China, rotulan anualmente miles de
toneladas de cáñamo destinado tanto para la industria textil, como la de celulosa y
de aceites industriales y comestibles.
Pero en Chile prácticamente se extinguió, quedando sólo contados
productores de fibra, y uno que otro fabricante de aceite.
Las razones de tal problema histórico; el problema definitivo para el cáñamo
chileno, escaparon del alcance de esta investigación, pues un estudio de esa
envergadura constituye la tarea de un esfuerzo colectivo y de largo aliento. De
historiadores locales de la cuenca del Aconcagua y de economistas que
identifiquen los ciclos de los mercados internacionales de la fibra. De historiadores
sociales que estudien detenidamente los regímenes de producción de las
haciendas, la vida cotidiana, y finalmente los imaginarios de aquellas sociedades
agrarias.
80
Esta investigación, con sus problemas y soluciones buscan ser una
pequeña contribución, en la búsqueda de descubrir aquel agudo problema
histórico. Su objeto, ha sido principalmente dejar una puerta abierta, junto con
algunos antecedentes que sean útiles a quien se proponga develar el problema
definitivo de la historia del cáñamo chileno: el de su desaparición.
81
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