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16 La tarea de asegurar la iniciación cristiana exige elaborar pro- yectos diferenciados para que tiernos, niños en edad catequé- tica, adolescentes, jóvenes, adultos reciban el “kerigma”. No un “curso de kerigma” sino la experiencia de saberse amados de Dios, elegidos e invitados a crecer. La tarea de asegurar la iniciación cristiana pide que cada uno de nosotros en proceso de conversión permanente experimen- temos una y otra vez esta forma de kerigma: por gracia soy lo que soy. La tarea de asegurar la iniciación cristiana nos lleva a … Los obispos nos dan ejemplos de propuestas pero no basta con “chepear” y poner lo mismo. En la primera parte de nuestras pro- puestas indicamos, siempre, cuál es la situación concreta que quere- mos responder. El texto de Aparecida nos puede servir de funda- mentación pero hemos de elaborar una propuesta mas nuestra 4. ORACIÓN 1. Uno de nosotros proclama este himno de la Carta a los Efesios. ¡Bendito sea Dios, Padre de Cristo Jesús nuestro Señor, que nos ha bendecido en el cielo, en Cristo, con toda clase de bendiciones espi- rituales! En Cristo Dios nos eligió antes de que creara el mundo, para estar en su presencia santos y sin mancha. En su amor nos destinó de antemano para ser hijos suyos en Jesucristo y por medio de él. Así lo quiso y le pareció bien sacar alabanzas de esta gracia tan grande que nos hacía en el Bien Amado. En Él y por su sangre fuimos rescatados, y se nos dio el perdón de los pecados, fruto de su generosidad inmensa que se derramó sobre nosotros. Efesios 1, 2-9. 2. Hacemos silencio 3. Cada uno se hace eco de una u otra frase. 4. Proclamamos juntos. 5. Nos damos la paz Nadie fue ayer, ni va hoy, ni irá mañana hacia Dios por este camino que yo voy. 1 Cristo, El Misterio de Dios CUADERNILLO SINODAL 3 Iniciarse en la Fe, Caminar en la Esperanza Jesús fue a Galilea y empezó a proclamar la Buena Nueva de Dios” Mc 1, 14. “Para vivir en libertad nos ha liberado Cristo” Gal 5,1 “Su Vocación hermanos, es la libertad” Gal. 5,13

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La tarea de asegurar la iniciación cristiana exige elaborar pro-yectos diferenciados para que tiernos, niños en edad catequé-

tica, adolescentes, jóvenes, adultos reciban el “kerigma”. No

un “curso de kerigma” sino la experiencia de saberse amados

de Dios, elegidos e invitados a crecer.

La tarea de asegurar la iniciación cristiana pide que cada uno

de nosotros en proceso de conversión permanente experimen-

temos una y otra vez esta forma de kerigma: por gracia soy lo que soy.

La tarea de asegurar la iniciación cristiana nos lleva a …

Los obispos nos dan ejemplos de propuestas pero no basta con

“chepear” y poner lo mismo. En la primera parte de nuestras pro-

puestas indicamos, siempre, cuál es la situación concreta que quere-mos responder. El texto de Aparecida nos puede servir de funda-

mentación pero hemos de elaborar una propuesta mas nuestra

4. ORACIÓN

1. Uno de nosotros proclama este himno de la Carta a los Efesios.

¡Bendito sea Dios, Padre de Cristo Jesús nuestro Señor, que nos ha

bendecido en el cielo, en Cristo, con toda clase de bendiciones espi-

rituales! En Cristo Dios nos eligió antes de que creara el mundo,

para estar en su presencia santos y sin mancha. En su amor nos

destinó de antemano para ser hijos suyos en Jesucristo y por medio

de él. Así lo quiso y le pareció bien sacar alabanzas de esta gracia

tan grande que nos hacía en el Bien Amado. En Él y por su sangre

fuimos rescatados, y se nos dio el perdón de los pecados, fruto de su generosidad inmensa que se derramó sobre nosotros. Efesios 1, 2-9.

2. Hacemos silencio

3. Cada uno se hace eco de una u otra frase.

4. Proclamamos juntos.

5. Nos damos la paz

Nadie fue ayer, ni va hoy, ni irá mañana hacia Dios por este camino que yo voy.

1

Cristo,

El Misterio de Dios

CUADERNILLO SINODAL 3

Iniciarse en la Fe,

Caminar en la Esperanza

“Jesús fue a Galilea

y empezó a proclamar la Buena Nueva de Dios”

Mc 1, 14.

“Para vivir en libertad nos ha liberado Cristo”

Gal 5,1

“Su Vocación hermanos, es la libertad”

Gal. 5,13

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PRESENTACIÓN

«La puerta de la fe» (cf. Hch 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está

siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la

Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por

la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone em-prender un camino que dura toda la vida. Éste empieza con el

bautismo (cf. Rm 6, 4), con el que podemos llamar a Dios con

el nombre de Padre, y se concluye con el paso de la muerte a la vida eterna, fruto de la resurrección del Señor Jesús que,

con el don del Espíritu Santo, ha querido unir en su misma

gloria a cuantos creen en él (cf. Jn 17, 22)…

El texto citado es el comienzo del documento con el que el Papa

Benedicto convoca a la celebración del “Año de la fe” que se cele-

brará desde el 11 de octubre, en el 50 aniversario de la inaugura-ción del Concilio Vaticano II, y concluirá en la fiesta de Cristo Rey

del 2013. La celebración de nuestro Sínodo Diocesano coincide

prácticamente con esa convocatoria del Papa y nuestra tarea en los

grupos sinodales será nuestra mejor oportunidad de ahondar en la fe y anunciarla.

Reconociendo a Jesús como la Palabra que nos abre el misterio de Amor que es Dios y el misterio de su gloria que resplandece en la

dignidad de cada uno de sus hijos.

1.- Que Jesús es la Puerta y esto es don del Padre, Jn 10, 7. Esta es

la Buena Noticia que recibimos. Un “kerigma” que no es fruto de nuestra sabiduría o de nuestra bondad sino regalo de Dios. ¿Cómo

celebrar ese don?

2.- Abierta la puerta estamos llamados a la libertad de los hijos. Po-

demos “entrar y salir y encontrar pastos”, Jn 10, 9. Estamos llama-dos a una libertad que nos hace servidores unos de otros por medio

del amor, Gal 5, 1. 13 ¿Cómo vivir ese don?

3 .- Como Iglesia servimos a todos proclamando que Jesús es la

Puerta y que todos estamos llamados a entrar y salir y a hacer ca-

mino. ¿Cómo compartir esa Buena noticia con todos? ¿Cómo hacer que nuestras estructuras, nuestras decisiones, nuestras prioridades

proclamen ese “kerigma”?

15

seguimiento en una comunidad eclesial y a una maduración de fe en la práctica de los sacramentos, el servicio y la mi-

sión. DA 289

Recordamos que el itinerario formativo del cristiano, en la

tradición más antigua de la Iglesia, “tuvo siempre un carác-ter de experiencia, en el cual era determinante el encuentro

vivo y persuasivo con Cristo, anunciado por auténticos testi-

gos … DA 290

Ser discípulo es un don destinado a crecer. La iniciación cris-

tiana da la posibilidad de un aprendizaje gradual en el cono-

cimiento, amor y seguimiento de Jesucristo… Es necesario

asumir la dinámica catequética de la iniciación cristiana. DA 291

La parroquia ha de ser el lugar donde se asegure la inicia-ción cristiana y tendrá como tareas irrenunciables: iniciar

en la vida cristiana a los adultos bautizados y no suficiente-

mente evangelizados; educar en la fe a los niños bautizados

en un proceso que los lleve a completar su iniciación cristia-na; iniciar a los no bautizados que, habiendo escuchado el

kerygma, quieren abrazar la fe. En esta tarea, el estudio y la

asimilación del Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos es una referencia necesaria y un apoyo seguro DA 293

Y al concretar para nosotros las propuestas de Aparecida tengamos en cuenta:

La tarea de asegurar la iniciación cristiana va mucho más allá

de tener una secretaría parroquial donde se instruye sobre fe-

chas de bautismos o el valor de la ofrenda.

La tarea de asegurar la iniciación cristiana va más allá de im-

poner normas sobre charlas, años de catequesis, certificados a

aportar, fotocopias de cédulas…

La tarea de asegurar la iniciación cristiana es tarea de toda la

comunidad que testimonia, acoge y acompaña.

La tarea de asegurar la iniciación cristiana exige formar equi-pos de acogida y acompañamiento y repartir responsabilida-

des en las que los responsables se saben testigos de que solo

Jesús es la Puerta.

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La situación en nuestra sociedad ya no es la de cristian-

dad sino discipular.

Podemos ser discípulos por que Dios nos llama en Cristo. Uti-lizamos la palabra kerigma para designar el anuncio, la pro-

clamación de esa llamada gratuita y fiel de Dios en Cristo.

Acoger esa Buena Noticia nos “convierte” y pone en camino.

Recibido el kerigma lo saboreamos en una catequesis perma-

nente que integra todas las dimensiones de la vida.

La catequesis, también nos reenvía permanentemente a la

Buena Noticia recibida.

Y dialogamos:

1. ¿Qué diferencias notamos en una sociedad de “cristiandad” y la hemos

llamado “discipular”?

2. ¿Nos queda claro lo que quiere decir Aparecida cuando habla del ke-

rigma? 3. ¿Hay más palabras que no nos quedan claras?

3. EN CAMINO

(Actuar: Nuestras Propuestas)

El documento de Aparecida nos ha servido para

orientarnos en el camino pero, además, nos ser-virá para elaborar unas propuestas que hagan

operativa, en la Diócesis de San Pedro Sula, la invitación de los

obispos:

Sentimos la urgencia de desarrollar en nuestras comunida-

des un proceso de iniciación en la vida cristiana que co-

mience por el kerygma, guiado por la Palabra de Dios, que

conduzca a un encuentro personal, cada vez mayor, con Je-

sucristo, perfecto Dios y perfecto hombre, experimentado co-mo plenitud de la humanidad, y que lleve a la conversión, al

3

1. ENCRUCIJADA (Mirar la realidad)

1- Carlos nació en una aldea de Santa Bárbara.

Vino a San Pedro a los seis años con su mamá y sus hermanitos y ahora tiene 17 años Con la

abuela aprendió a rezar e iba a la celebración

en la aldea. Aquí la mamá les llevaba a Cate-dral cuando podía y a él le gusta ir a misa a

Catedral con frecuencia. No está bautizado ni

ha ido nunca a catequesis. Le gustaría tomar la hostia pero no se atreve y no sabe qué hacer.

2- Geraldina tiene 18 años y acaba de tener una hija. La mamá de

Geraldina ha preguntado en la parroquia cuando son los bautis-mos y le han dicho en la secretaría que los terceros domingos de

mes y que la semana anterior tienen que venir los papás y los

padrinos a tres charlas. Ni Geraldina ni su compañero tienen muchas ganas y, además, no saben a quién decir que sean los

padrinos.

3- Yornelly quiere hacer la “primera comunión”. Ahora tiene 23

años , tiene novio y prepara su matrimonio. De niña fue a cate-

quesis, ha participado en grupos juveniles y va a misa con fre-

cuencia pero no hizo primera comunión porque el padre llegaba pocas veces a su aldea y nunca tuvo ocasión. Pregunta en la pa-

rroquia y le indican que la primera comunión es un paso en el

proceso de los niños. Que una persona adulta como ella ha de completar su iniciación cristiana ahondando en la fe recibida,

revisando su estilo de vida, profundizando en su oración y en su

vinculación con la comunidad parroquial. Habla con el padre

que le pone en contacto con unos matrimonios que le van a acompañar en este proceso.

4- Francisco y Yóselin también preparan su matrimonio. Están preo-cupados porque Yóselin no está confirmada pero en la parroquia

les dicen que en nuestra diócesis no se exige la confirmación pa-

ra celebrar el matrimonio en la iglesia.

5- Alejandro y Rut están bien contentos porque su hija va a hacer la

primera comunión pero sobre todo están contentos por cómo su

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hija, los otros niños y ellos mismos van viviendo la preparación. Les gusta ver cómo la niña ha sido acogida en la catequesis de

infancia, cómo ha recibido la Biblia, cómo le han entregado el

Padrenuestro y cómo van orando junto con ella. Recuerdan con cariño su preparación de la “primera comunión” pero ahora les

gusta más.

6- A Luisa y a Felipe les han invitado a unas reuniones de “kerigma”. No saben muy bien qué es eso. Ellos quieren profun-

dizar en su fe y colaboran en la vida de la parroquia pero no les

gusta andar en grupos raros y separados de lo que viven en la parroquia.

7- Ahora es necesario prestar atención a uno de los hechos más desconcertantes y novedosos que vivimos en el presente. Nues-

tras tradiciones culturales ya no se transmiten de una genera-

ción a otra con la misma fluidez que en el pasado. Ello afecta,

incluso, a ese núcleo más profundo de cada cultura, constituido por la experiencia religiosa, que resulta ahora igualmente difícil

de transmitir a través de la educación y de la belleza de las ex-

presiones culturales, alcanzando aun la misma familia que, co-mo lugar del diálogo y de la solidaridad intergeneracional, ha-

bía sido uno de los vehículos más importantes de la transmisión

de la fe DA 39

Dialoguemos

1. ¿Se dan otras situaciones semejantes entre nosotros?

2. Cuando alguien ya en edad escolar o adulto, no está bautizado

¿Cómo le orientamos? ¿Quién se encarga de su acogida y acompañamiento entre nosotros?

3. Comentamos brevemente.

13

Desarrollaremos en otros temas los otros dos pasos que aquí sólo

recordamos:

d) La Comunión: No puede haber vida cristiana sino en co-

munidad

e) La Misión: El discípulo, a medida que conoce y ama a su

Señor, experimenta la necesidad de compartir con otros su alegría de ser enviado… DA 278

10.3- Para un camino largo, que requiere itinerarios

diversificados

Llegar a la estatura de la vida nueva en Cristo, identificándo-

se profundamente con Él y su misión, es un camino largo, que requiere itinerarios diversificados, respetuosos de los proce-

sos personales y de los ritmos comunitarios, continuos y gra-

duales. DA 281

Los desafíos que plantea la situación de la sociedad en Amé-

rica Latina y El Caribe requieren una identidad católica más personal y fundamentada. El fortalecimiento de esta identidad

pasa por una catequesis adecuada que promueva una adhe-

sión personal y comunitaria a Cristo, sobre todo en los más

débiles en la fe. DA 297

La catequesis no debe ser sólo ocasional, reducida a los mo-

mentos previos a los sacramentos o a la iniciación cristiana, sino más bien “un itinerario catequético permanente”.

DA 298

La catequesis no puede limitarse a una formación meramente doctrinal sino que ha de ser una verdadera escuela de forma-

ción integral. DA 299

Para concluir esta reflexión subrayamos:

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tud de la vida. DA 41

10.2- Cinco pasos que se compenetran.

En el proceso de formación de discípulos misioneros, destacamos

cinco aspectos fundamentales, que aparecen de diversa manera en cada etapa del camino, pero que se compenetran íntimamente y se

alimentan entre sí:

a) El Encuentro con Jesucristo. Quienes serán sus discípulos ya lo buscan (cf. Jn 1, 38), pero es el Señor quien los llama:

“Sígueme” (Mc 1, 14; Mt 9, 9). Se ha de descubrir el sentido

más hondo de la búsqueda, y se ha de propiciar el encuentro con Cristo que da origen a la iniciación cristiana. Este en-

cuentro debe renovarse constantemente por el testimonio per-

sonal, el anuncio del kerygma y la acción misionera de la comunidad. El kerygma no sólo es una etapa, sino el hilo con-

ductor de un proceso que culmina en la madurez del discípulo

de Jesucristo. Sin el kerygma, los demás aspectos de este pro-

ceso están condenados a la esterilidad, sin corazones verda-deramente convertidos al Señor. Sólo desde el kerygma se da

la posibilidad de una iniciación cristiana verdadera. Por eso,

la Iglesia ha de tenerlo presente en todas sus acciones.

b) La Conversión: Es la respuesta inicial de quien ha escu-chado al Señor con admiración, cree en Él por la acción del

Espíritu, se decide a ser su amigo e ir tras de Él, cambiando

su forma de pensar y de vivir, aceptando la cruz de Cristo,

consciente de que morir al pecado es alcanzar la vida. En el Bautismo y en el sacramento de la Reconciliación, se actuali-

za para nosotros la redención de Cristo.

c) El Discipulado: La persona madura constantemente en el

conocimiento, amor y seguimiento de Jesús maestro, profun-diza en el misterio de su persona, de su ejemplo y de su doc-

trina. Para este paso, es de fundamental importancia la cate-

quesis permanente y la vida sacramental, que fortalecen la

conversión inicial y permiten que los discípu-los misioneros puedan perseverar en la vida

cristiana y en la misión en medio del mundo

que los desafía.

5

2. BRÚJULA Y MAPA

(Juzgar: Conocer la enseñanza

de la Iglesia)

1- “Jesús fue a Galilea y empezó a proclamar la Buena

Nueva de Dios” Mc 1, 14.

En el griego de este texto encontramos el verbo “kerissein” para

describir lo que Jesús empezó a hacer y en la traducción leemos

“proclamar”. Esa palabra tiene un significado semejante a enseñar, a explicar, a decir y, sobre todo a anunciar pero añade algo más: re-

suena en ella la fuerza, la alegría, la solemnidad de lo anunciado y

la bondad de la noticia. Una noticia proclamada de forma breve y que después va a ser explicada. Para referirse a esa proclamación a

veces se utiliza la palabra “kerigma” que encontramos con frecuen-

cia en Aparecida.

2- Elegidos por pura gracia

Recordamos, en unas breves pinceladas, algo fundamental: esa pro-clamación, el “ kerigma”, es iniciativa de Dios y lo proclamado es el

amor fiel y gratuito de Dios:

La afirmación de Jesús en el Evangelio de Juan: ustedes no me eli-gieron a mí; he sido yo quién los eligió a ustedes. 15,16 la encon-

tramos hecha narración en los relatos de vocación de los Evangelios

sinópticos donde con claridad vemos cómo Jesús es el que llama. El Libro de los Hechos de los Apóstoles insistirá, igualmente, al

mostrar cómo el anuncio del evangelio a los no judíos es decisión de

Dios. Lo resumimos con estas palabras de Pedro ante la comunidad de Jerusalén explicando lo sucedido en casa de Cornelio:

“…Si ellos creían en el Señor Jesucristo y Dios les comunica-

ba el mismo don que a nosotros, ¿quién era yo para oponer-

me a Dios?” Hechos 11, 15-17.

En la Carta a los Romanos, Pablo presenta “su evangelio” a una comunidad cristiana que él no ha fundado. En ella continuamente

resuena la proclamación de la Buena Noticia:

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6

…en todo eso saldremos triunfadores gracias a Aquel que nos amó. Yo sé que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni las

fuerzas del universo, ni el presente ni el futuro, ni las fuerzas

espirituales, ya sean del cielo o de los abismos, ni ninguna

otra criatura podrán apartarnos del amor de Dios, manifesta-do en Cristo Jesús, nuestro Señor. Rm 8, 37-39.

La Buena Noticia que Pablo proclama es la fidelidad de Dios y que “por eso la fe es el camino y todo es don”. Rm 4, 16. No todos en-

tendían ni aceptaban este anuncio. Hay en él una encrucijada impor-

tante, la más importante. De ahí que las cartas de Pablo están llenas de advertencias para no confiar “en cosas humanas sino en Cristo

Jesús; para no hacerse enemigos de la cruz de Cristo; para no glo-

riarse en uno mismo sino solo en el Señor. Flp. 3,3; 3,18; 1 Cor 1,

30-31; 2 Cor 10,17. Porque lo que importa es ser una criatura nue-va. Gal 6,15.

Como ustedes saben, todos nosotros, al ser bautizados en Cristo Jesús, hemos sido sumergidos en su muerte. Por este

bautismo en su muerte fuimos sepultados con Cristo, y así

como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la Gloria del Padre, así también nosotros empezamos una vida nueva.

Rm 6, 3-4.

Subrayemos la forma pasiva en la que se expresa el texto: hemos sido bautizados, hemos sido sumergidos, hemos sido sepultados,

somos resucitados, somos nueva creación: Todo es don. Todo es

gracia.

3- Estamos salvados, pero todo es esperanza.

Rm 8, 24

En todas las cartas, Pablo, exhorta, discierne, corrige, anima el ca-

mino de las comunidades y lo hace con el testimonio de su propia vida que “por gracia es lo que es” 1 Cor 15,10 y que, por gracia,

se sabe en camino, salvado en esperanza.

11

llamó catecumenado al tiempo anterior al bautismo en el que, quien ha recibido el anuncio de la fe, realiza un proceso, un camino, acom-

pañado por la comunidad y en el que, a través de diversas etapas,

reconoce a Jesús como Señor y es incorporado a Él.

Iniciación: El catecúmeno experimenta al Señor que vive y

que le da vida. Goza viviendo al modo de Jesús, invocando al Padre

en libertad y ejercitándose en vivir esa libertad en el amor. Por eso hablamos de “iniciación”. No es una instrucción dirigida a la cabe-

za. Es toda la persona la que comienza una vida nueva. La que inicia

ya la vida eterna.

Sacramentos de la iniciación cristiana: Mediante los sa-

cramentos de la iniciación cristiana, el Bautismo, la Confirmación y

la Eucaristía, se ponen los fundamentos de toda vida cristiana…CIC

1212

10- Llegar a ser cristiano

Hace 40 años, se publicó el Ritual de Iniciación Cristiana de Adul-

tos (RICA). Hace 30 años vio la luz el Catecismo de la Iglesia Cató-

lica y hace 25 la renovada redacción del Directorio General de Cate-quesis. Los criterios y orientaciones del Concilio y del RICA siguen

urgiendo hoy a toda la Iglesia aunque todavía nos cuesta asumir su

importancia. El Directorio Diocesano de Catequesis, aprobado hace 4 años, aplica esos criterios y va dando sus frutos. Pero todavía nos

queda tarea para asumir, con todas sus consecuencias, que no nace-

mos cristianos como nacemos hondureños sino que la llamada del

Señor es a llegar a ser cristianos en una Iglesia misionera. Lo recor-damos con palabras del Documento de Aparecida:

10.1- Necesitamos hacernos discípulos dóciles

Por ello, los cristianos necesitamos recomenzar desde Cris-

to, desde la contemplación de quien nos ha revelado en su misterio la plenitud del cumplimiento de la vocación humana

y de su sentido. Necesitamos hacernos discípulos dóciles,

para aprender de Él, en su seguimiento, la dignidad y pleni-

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Restáurese el catecumenado de adultos dividido en distintas

etapas, cuya práctica dependerá del juicio del ordinario del lugar; de esa manera, el tiempo del catecumenado, estableci-

do para la conveniente instrucción, podrá ser santificado con

los sagrados ritos, que se celebrarán en tiempos sucesivos.

SC 64

Los que han recibido de Dios, por medio de la Iglesia, la fe en Cristo, sean admitidos con ceremonias religiosas al cate-

cumenado; que no es una mera exposición de dogmas y pre-

ceptos, sino una formación y noviciado convenientemente prolongado de la vida cristiana, en que los discípulos se unen

con Cristo su Maestro…

Pero esta iniciación cristiana durante el catecumenado no

deben procurarla solamente los catequistas y sacerdotes, sino toda la comunidad de los fieles, y en modo especial los padri-

nos, de suerte que sientan los catecúmenos, ya desde el prin-

cipio, que pertenecen al Pueblo de Dios. Y como la vida de la Iglesia es apostólica, los catecúmenos han de aprender tam-

bién a cooperar activamente en la evangelización y edifica-

ción de la Iglesia con el testimonio de la vida y la profesión de la fe. AG 14

9- Catecumenado, catequesis, iniciación, sacramentos

de la iniciación cristiana.

En varios textos hemos encontrado estas palabras y Aparecida las

utiliza con frecuencia. Nos detenemos un poco en ellas.

Catequesis: La palabra tiene su origen en la lengua griega al

igual que “sínodo”, “kerigma”, “bautismo” o “eucaristía. Gustamos y vemos lo bueno que es el Señor. Lo hacemos “escuchando juntos”,

recibiendo juntos la “instrucción” y ese es el significado de

“catequesis”: instrucción escuchada.

Catecumenado: La instrucción que desarrolla el “kerigma”

es una transmisión ordenada del sentido de la fe, de cómo ilumina la

vida, de cómo el pueblo de Dios la vive y celebra. La iglesia antigua

7

Esto no quiere decir que haya alcanzado la meta ni logrado la perfección, pero sigo mi carrera con la esperanza de al-

canzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Je-

sús. Hermanos, yo no pretendo haberlo alcanzado. Digo sola-

mente esto: olvidándome del camino recorrido, me lanzo ha-cia adelante y corro en dirección a la meta, para alcanzar el

premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo

Jesús. Flp 3, 12-15

4- Un poco de historia

La acción de gracias de Pablo por los de Tesalónica puede aplicarse

a todas las comunidades primeras:

Sabemos, hermanos amados por Dios, que ustedes han sido

elegidos… Y ustedes, a su vez, imitaron nuestro ejemplo y el del Señor, recibiendo la Palabra en medio de muchas dificul-

tades, con la alegría que da el Espíritu Santo… y cómo se

convirtieron a Dios, abandonando los ídolos para servir al

Dios vivo y verdadero, y esperar a su Hijo, que vendrá desde el cielo: Jesús, a quien él resucitó y que nos libra de la ira

venidera. 1 Tes. 1,4-10.

Las dificultades y las persecuciones continuaron y crecieron. El tes-

timonio, el martirio, de tantas y tantos elegidos que acogieron la

Buena Noticia y se convirtieron al Dios vivo y verdadero también se hizo más eficaz. Durante tres siglos el testimonio de los cristianos

en su vida diaria, en su entrega y en su amor; el testimonio hasta

derramar su sangre ha ido comunicando la Buena Noticia e incorpo-

rando, mediante el bautismo, a los que se convirtieron a Dios y par-ticiparon de la misma mesa.

Desde los tiempos apostólicos, para llegar a ser cristiano se

sigue un camino y una iniciación que consta de varias eta-

pas. Este camino puede ser recorrido rápida o lentamente. Y comprende siempre algunos elementos esenciales: el anuncio

de la Palabra, la acogida del Evangelio que lleva a la con-

versión, la profesión de fe, el Bautismo, la efusión del Espíri-tu Santo, el acceso a la comunión eucarística. CIC 1229

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8

5- Cambio radical

Un cambio muy importante tuvo lugar cuando bajo Constantino la

fe cristiana dejó de ser perseguida y cuando, con Teodocio, pasó a

ser religión oficial del Imperio. Aumentó el número de los que deseaban recibir el bautismo y se hizo necesario establecer criterios

de discernimiento, procesos y etapas para la incorporación a la Igle-

sia que desarrollaban y actualizaban las prácticas anteriores. Se ins-

titucionalizó el “catecumenado” con sus ritos y fases para la acogida de los que, habiendo recibido la Buena Noticia, se incorporaban a la

fe.

Como ya encontramos en el libro de los Hechos la conversión y la incorporación a Cristo implicaba a “toda la casa”:

Luego los hizo salir y les preguntó: «Señores, ¿qué debo ha-

cer para alcanzar la salvación?». Ellos le respondieron:

«Cree en el Señor Jesús y te salvarás, tú y toda tu familia»... Inmediatamente después, fue bautizado junto con toda su fa-

milia. Luego los hizo subir a su casa y preparó la mesa para

festejar con los suyos la alegría de haber creído en Dios.

Hch 16, 30-34.

La “casa” común, la sociedad imperial de oriente y de occidente y las nuevas sociedades que sucedieron al Imperio Romano se

“cristianizaron”. Cada casa era cristiana y todos los pequeños se

incorporaban a la vida cristiana mediante el bautismo por el hecho de nacer en una casa, en una sociedad cristiana. El catecumenado

dejó de existir. La educación religiosa se centró en los pequeños y

en el ámbito familiar. La “catequesis” se hizo infantil.

“Por su naturaleza misma, el Bautismo de niños exige un

catecumenado pos bautismal. No se trata sólo de la necesi-

dad de una instrucción posterior al Bautismo, sino del desa-rrollo necesario de la gracia bautismal en el crecimiento de

la persona. Es el momento propio de la catequesis”. CIC

1231

9

6- La “cristiandad” que trajo el Evangelio

Traído por testigos de una sociedad de “cristiandad” llegó el Evan-

gelio a nuestra Honduras y a toda Latinoamérica. Recordamos con admiración y gratitud de fe, el heroísmo, la valentía y la santidad de

quienes fueron instrumento de evangelización en el pasado. Con

dolor reconocemos los abusos y maltratos de conquistadores sin es-crúpulos. Con gratitud hacemos memoria de los luchadores por la

justicia que también fueron evangelizadores de la paz. El territorio

de nuestra actual diócesis con sus escasos habitantes fue igualmente incorporado a la Iglesia, a la cristiandad, y, aunque poco evangeliza-

do y catequizado, fue durante siglos asumiendo una cultura cristiana

hecha de ese mestizaje que es la base de los pueblos latinoamerica-

nos y caribeños.

7- Nuevos retos, nuevas tareas.

Los procesos de independencia de los pueblos de América coinciden con los cambios de las revoluciones en Europa, con la Ilustración y

con el racionalismo. El Estado deja de ser el protector y el garante

de la Iglesia. Cada ciudadano no es automáticamente cristiano. La

tarea de la Iglesia ya no puede ser la de conservar un orden estable-cido sino la de anunciar la Buena Noticia en medio de un mundo

que cambia con más rapidez que las estructuras y prácticas pastora-

les de obispos y sacerdotes.

Pese a esa lentitud surge en toda la Iglesia un deseo de renovación

en la catequesis, en la liturgia, en la actividad misionera que en el

Concilio Vaticano II encontrará renovada fuerza y guía.

8- La renovación conciliar

Para una diócesis como la nuestra, que comienza su caminar como

diócesis misionera y al mismo tiempo que el Vaticano II, es impor-tante recordar lo que se establece en la Constitución sobre la Litur-

gia y en el Decreto sobre la Obra Misionera: