caminábamos tomados de la mano por el bosque

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Caminábamos tomados de la mano por el bosque, tranquilos, riendo, despreocupados. De lejos vi a un señor que pasaba con una carreola y nos miraba con curiosidad, no alcancé a ver su rostro pero era pelirrojo. Nos detuvimos en un lugar hermoso donde había unos cuatro árboles iguales, bajitos, nunca había visto ese tipo de árboles, pero el contorno de sus hojas resplandecía, brillaba. Yo me sentía feliz, tú también, pero andabas más reflexivo y menos sonriente. Yo iba tan contenta que a veces soltaba tu mano y bailaba, giraba o saltaba. Te llamo la atención un cuarto que estaba a medio construir, tenía una cortina o algo parecido amarillo, me llevaste ahí y me preguntaste: - ¿Qué harías si dentro hubiera un jacuzzi? - Yo sólo te respondí con un beso, que iba a ser apasionado pero tú lo frenaste, me miraste con muchísimo amor y me apretaste la mano, yo me sentí amada y te pregunté: -¿qué harías tú? Cuando abriste la cortina no había nada. Salimos de ahí y vimos que detrás había una casa grande, de una sola planta, parecía vieja y abandonada, había polvo en sus ventanas y era gris, nos asomamos hacia dentro, había una gran sala y se veía un pasillo con varios cuartos, a mí no me gustaba ni me interesaba, se me hacía triste y fea. Tú me decías emocionado que estaba muy bien esa casa para lo que queríamos hacer, pero yo no escuchaba tus planes, yo me encontraba jugando por ahí cerca, con un perro que era Max, tú me tomabas de la cintura y me volvías a hablar de lo adecuada que era esa casa para… ya no lo escuchaba porque había corrido hacia el lado derecho de la casa, emocionada porque no habíamos notado antes que en ese lado había un salón de danza muy amplio. Me asomaba por la ventana empolvada y veía del otro lado el salón, había duela y un espejo al fondo muy sucio, tú llegabas a donde estaba y también te emocionabas, me decías: - vez? aquí puedes bailar y ya viste que tiene dos niveles?- Observaba que en efecto, cerca del espejo había un desnivel, pero a mí no me gustó, y tampoco me gustaron las dos columnas que estaban en medio del salón. En realidad, ya viéndolo bien, no era un salón de danza tan adecuado, era un cuarto con duela, pero había un sofá y una televisión. Mientras observaba los detalles, como una mochila colgada en un perchero, la cual yo sabía que dentro tenía unos zapatos de danza, empecé a asustarme, esa mochila, más otras prendas en el perchero me hicieron presentir que ese salón lo usaban, también vi un aparato de sonido conectado. Algo me hizo voltear, y vi a lo lejos a una mujer que venía caminando rápido, directo a la casa.

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psicoanálisis del sueño

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Page 1: Caminábamos Tomados de La Mano Por El Bosque

Caminábamos tomados de la mano por el bosque, tranquilos, riendo, despreocupados. De lejos vi a un señor que pasaba con una carreola y nos miraba con curiosidad, no alcancé a ver su rostro pero era pelirrojo. Nos detuvimos en un lugar hermoso donde había unos cuatro árboles iguales, bajitos, nunca había visto ese tipo de árboles, pero el contorno de sus hojas resplandecía, brillaba. Yo me sentía feliz, tú también, pero andabas más reflexivo y menos sonriente. Yo iba tan contenta que a veces soltaba tu mano y bailaba, giraba o saltaba. Te llamo la atención un cuarto que estaba a medio construir, tenía una cortina o algo parecido amarillo, me llevaste ahí y me preguntaste: - ¿Qué harías si dentro hubiera un jacuzzi? - Yo sólo te respondí con un beso, que iba a ser apasionado pero tú lo frenaste, me miraste con muchísimo amor y me apretaste la mano, yo me sentí amada y te pregunté: -¿qué harías tú?

Cuando abriste la cortina no había nada. Salimos de ahí y vimos que detrás había una casa grande, de una sola planta, parecía vieja y abandonada, había polvo en sus ventanas y era gris, nos asomamos hacia dentro, había una gran sala y se veía un pasillo con varios cuartos, a mí no me gustaba ni me interesaba, se me hacía triste y fea. Tú me decías emocionado que estaba muy bien esa casa para lo que queríamos hacer, pero yo no escuchaba tus planes, yo me encontraba jugando por ahí cerca, con un perro que era Max, tú me tomabas de la cintura y me volvías a hablar de lo adecuada que era esa casa para… ya no lo escuchaba porque había corrido hacia el lado derecho de la casa, emocionada porque no habíamos notado antes que en ese lado había un salón de danza muy amplio. Me asomaba por la ventana empolvada y veía del otro lado el salón, había duela y un espejo al fondo muy sucio, tú llegabas a donde estaba y también te emocionabas, me decías: -vez? aquí puedes bailar y ya viste que tiene dos niveles?- Observaba que en efecto, cerca del espejo había un desnivel, pero a mí no me gustó, y tampoco me gustaron las dos columnas que estaban en medio del salón. En realidad, ya viéndolo bien, no era un salón de danza tan adecuado, era un cuarto con duela, pero había un sofá y una televisión. Mientras observaba los detalles, como una mochila colgada en un perchero, la cual yo sabía que dentro tenía unos zapatos de danza, empecé a asustarme, esa mochila, más otras prendas en el perchero me hicieron presentir que ese salón lo usaban, también vi un aparato de sonido conectado. Algo me hizo voltear, y vi a lo lejos a una mujer que venía caminando rápido, directo a la casa. Me dio miedo. Tú estabas curioseando por ahí y te llamé. Cuando llegaste conmigo, la chica ya había entrado a la casa, había colgado su mochila en el perchero y se veía muy enfadada. Yo casi temblaba de miedo. Ella dijo: ¿qué hacen aquí? Lo dijo a ambos pero se dirigió a mí, me miraba a los ojos, con coraje y sabiendo que yo le temía. Yo te apreté la mano y dije: -quería saber de las clases de danza, no sé…quien las da?

-Yo las doy, obviamente.

-¿Danza folclórica verdad? Dije intentando parecer amable aunque me moría de miedo

- Pues si- sus respuestas sonaban sarcásticas

- Y…cuando son las clases?

- Pues los domingos, obvio. Sus gestos me molestaron, su actitud y entonces se me quitó el miedo y con molestia dije

- Pues podría ser cualquier día. Dije algo así como que en la vida normal, la gente toma clases otros días y ella dijo:

-Pues aquí la gente puede los domingos-

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-a qué hora?

- Pues a todas!

- bueno, entonces vengo el domingo pero ya tarde…

- Claro, ya que hayas llegado de cancelar el vuelo en el que van a morir tus padres.

- Tú estabas cerca, despreocupado, te amarrabas las agujetas mientras reías. Te reías de ella y ella te miraba furiosa.

-Ella me decía ¿ya vieron cómo cambian de color las palomas?

Tú le respondías: - Cálmate, no eres tan poderosa, cuando se logra correr más que el destino… No recuerdo como terminaba la frase, pero ella se enojó aún más. Tú me tomaste de la mano y nos alejamos, ella e gritó y recuerda que tienes una cita importante a las 5…Y tú reíste aunque ambos sabíamos que era cierto. Volteé a verla y se quedó parada mirándonos con frustración y preocupación. Cuando nos íbamos vimos de nuevo al señor de la carreola, no logré ver su rostro, pero era pelirrojo y llevaba dos bebés en la carreola, cuando pasé muy de cerca vi que eran unos bebés con cara de ancianos, hasta llevaban lentes. Me dio miedo, tú venías enojado, me dijiste: ¡Ay esa mujer, se siente que lo puede todo pero mira como tiene a sus papás! y me señalabas algo, sus padres eran dos pies enormes (derecho e izquierdo) dentro de una maceta hecha de pet, sin agua.

Me sentía triste. De pronto entrábamos a una casa que era la nuestra aunque igual estaba en ruinas, era pequeña y blanca. Entrábamos, tú me llevabas cargada de caballito y al entrar me decías: Ésta es nuestra verdadera casa-. Había muchas palomas en la casa, para mí cobraba sentido lo que dijo la chica acerca de las palomas y tú no habías escuchado. Mirábamos tranquilos lo que hacían. Y lo que hacían era lo siguiente:

En donde se posaban se construía un pedazo de pared, perfecto, era como si antes estuviera estrellado, todo en pedazos y las palomas con su toque hacían que se reconstruyera, luego, sus picos se teñían de rojo y entonces los pedazos de mármol se teñían de rojo, luego un par de palomas negras daban otro toque negro a la decoración… yo observaba fascinada ésta mágica construcción. Y sin dejar de observar te dije: - Ella sabía lo de las palomas… - Y seguramente también sabe que estás embarazada.

FIN

Desperté asustada, temblando, a las 4:15 de la mañana. En mi mente persistían aún las figuras que construían las palomas en las paredes de la casa blanca y la palabra “desfragmentar”. Busqué el significado y encontré esto:

Es el proceso conveniente mediante el cual se acomodan los archivos en un disco para que no se aprecien fragmentos de cada uno de ellos, de tal manera que quede contigüo el archivo y sin espacios dentro del mismo. Al irse escribiendo y borrando archivos continuamente en el disco duro, los fragmentos tienden a no quedar en áreas contiguas, así, un archivo puede quedar "partido" en muchos pedazos a lo largo del disco, se dice entonces que el archivo está "fragmentado". Al tener fragmentos de incluso un archivo

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esparcidos por el disco, se vuelve ineficiente el acceso a los archivos. Los fragmentos de uno o varios archivos es lo que hace factible la desfragmentación.