cacos de tomás urtusástegui

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CACOS de Tomás Espinoza SEÑORA: SEÑOR: RATERO I: RATEROII: VECINA (DOÑA ISABEL): La acción sucede en un departamento de los edificios de la condesa, decorado heteróclitamente con artesanías mexicanas, porcelanas, muñecos de peluche, objetos orientales y algunos cuadros originales. Son la 7pm ACTO UNICO Escena I SEÑORA.- (En bata de franela y con tubos en la cabeza, maquillada con exageración) Ay, te juro que va a llover. Mi fractura de la clavícula me lo está avisando, me duele hasta el alma… SEÑOR.- Chance, es posible (Lee el periódico) SEÑORA.- Mi cielo, hoy usaremos las servilletas de lino y el mantel de encaje, por favor sácalos del chifonier y ayúdame a poner la mesa. SEÑOR.- Permíteme, luego que termine de leer el periódico te ayudo. SEÑORA.- Son las siete de la noche. Entonces cenaremos el día del Juicio Final... Tú lees todo, todo el cochino periódico, 1

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Obra de teatro breve.

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Page 1: cacos de Tomás Urtusástegui

CACOS

de Tomás Espinoza

SEÑORA:SEÑOR:RATERO I:RATEROII:VECINA (DOÑA ISABEL):

La acción sucede en un departamento de los edificios de la condesa, decorado heteróclitamente con artesanías mexicanas, porcelanas, muñecos de peluche, objetos orientales y algunos cuadros originales. Son la 7pm

ACTO UNICO

Escena I

SEÑORA.- (En bata de franela y con tubos en la cabeza, maquillada con exageración) Ay, te juro que va a llover. Mi fractura de la clavícula me lo está avisando, me duele hasta el alma…

SEÑOR.-Chance, es posible (Lee el periódico)

SEÑORA.-Mi cielo, hoy usaremos las servilletas de lino y el mantel de encaje, por favor sácalos del chifonier y ayúdame a poner la mesa.

SEÑOR.-Permíteme, luego que termine de leer el periódico te ayudo.

SEÑORA.-Son las siete de la noche. Entonces cenaremos el día del Juicio Final... Tú lees todo, todo el cochino periódico, incluso los anuncios de ocasión. Lo lees al revés y al derecho y no por eso vas a ganar el Cielo.

SEÑOR.-EI periódico es fascinante y terrible, querida... mira, otro asalto a mano armada. ¿Adónde vamos a parar? Es el colmo, nuestra ciudad, nuestro mundo son un mar de sangre. Menos mal que mataron a los policías que cuidaban la joyería.

SEÑORA.-No seas pesimista, mi rey. La vida florece por todas partes. ¿Te gustan las flores que compre en el tianguis? Nardos, azucenas, alhelíes y nubes, muchas nubes.

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Page 2: cacos de Tomás Urtusástegui

SEÑOR.-Huelen a velorio.

SEÑORA.-Eres siniestro, un nubarrón en dos patas, pero te amo, te amo con locura. Bésame, méteme la lengua hasta la campañilla…

SEÑOR.-(La besa de mal modo)Al rato. Mi vida, deja leer en paz. Al rato te voy a hacer muchas cosa... te voy a hacer de todo... Todo a su tiempo, como dice Eclesiastés.

SEÑORA.-Desnúdame, haz me el amor sobre la alfombra, ¿sí? Quedito, en silencio para que no nos oiga la nana. Pobre, sigue tan enferma, y a lo mejor hoy sí concibo y me preñas y me embarazas, y me empazonas.

SEÑOR.-Después de cenar... Tengo que estar informado de lo que sucede en mi país y en el mundo... Otro avionzazo y los muertos cayeron en un plantío de marihuana y amapola.

SEÑORA.-Claro, Goris: sólo cuando a ti se te da la gana me montas y me desjarretas como un gallo o un pato, y crees que una es de palo. Ya estoy harta de tus pinches periódicos. ¿Por qué no los lees en la mañana en tu oficina como toda la gente normal? ¡Harta, harta! ¿Lo oyes? De que tengas montañas de periódicos viejos en nuestra alcoba y en nuestra cocina y en el estudio. Nuestra casa parece la Hemeroteca Nacional...

SEÑOR.-Algún día los voy a leer con calma... Comprende que es nuestra Historia, es nuestro pasado...

SEÑORA.-Serán los tuyos, porque un mundo que está en guerra desde que fue creado no se parece en nada a mí. Además los periódicos son nido de ratones y cochinillas, incubadora de cucarachas, polilla y esos malditos gusanos blancos que parecen pescados. ¡Te los voy a quemar, a tirar a la basura! ¿Lo oyes?

SEÑOR.- Te escucho perfectamente, pero si tú me rompes un periódico, yo me largo de la casa y nunca jamás me vuelves a ver

SEÑORA.-(Ríe)Eso me gustaría verlo. No puedes vivir sin mí. (Transición) Voy Por el pan... no me tardo. ¿Quieres algo especial? ¿Merengue? ¿Pan de higo?

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Page 3: cacos de Tomás Urtusástegui

SEÑOR.-Lo que tú quieras.

SEÑORA.-Se me ocurre que podríamos cenar quesadillas de huitlacoche, de flor de calabaza, de sesos y pan y café con leche...

SEÑOR.-¡Otra ves quesadillas! Tu imaginación sólo te alcanza para eso...

SEÑORA.-Bueno, pues no y ya. Tomaremos café con leche, sándwiches de jamón, jitomate y tocino y si quieres recaliento el guisado que quedó de la comida...

SEÑOR.-¿Y en esas fachas vas a salir, con esa bata de pordiosera y la cabeza de marciana?

SEÑORA.-Sí, siempre voy al pan así. ¿Qué tiene de malo? Hasta ahora te das cuenta...

SEÑOR.-Pues te prohíbo que salgas así. Eres la esposa de un funcionario y así das lástima, eres la encarnación de la fodonguez…

SEÑORA.-Pues me vale madres. Así soy y así voy. Y soy la esposa de un funcionario de quinta que ni siquiera sale retratado en los periódicos. (Sale y da un portazo)

SEÑOR.-(Le grita) Todo mundo se ha de reír de ti, fodonga, chilapastrosa... estúpida. (Se sienta. Lee, Enciende un cigarrillo. Cierra los ojos) Dios mío, ¿cómo me fui a casar con ese adefesio?

SEÑORA.- (Regresa inmediatamente, seguida por dos tipos que esgrimen sendas pistolas)Goris, gordito, no te espantes, no te alarmes... haz acopio de serenidad y por favor no hagas aspavientos ni tarugadas que pongan en peligro nuestras vidas... Te presento a los señores, ellos vienen a robar nuestra casa. ¿Qué te parece?

SEÑOR.-¡Con una chingada, a mí no me roban ni un alfiler! ¡Primero muerto!

SEÑORA.-

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Calma, amor, nuestra vida pende de un hilo... y mejor cállate si no quieres que pasemos sobre tú cadáver... Señores discúlpenlo, está enfermo del hígado. Tiene cálculos biliares y también cáncer en la próstata…

SEÑOR.-Y tú tienes cáncer en la lengua...

RATERO l.-Pónganse contra la pared, con las manos arriba, por favor. Colaboren con nosotros y les prometemos que no les va a pasar nada... Pero al menor movimiento o si intentan gritar... no respondemos.

RATEROII.-Y aquí puede haber un baño de sangre... una carnicería, como dicen los periódicos...

SEÑORA.-No señor, se lo prometemos. (En secreto y en voz baja) ¿Viste qué bien hablan y qué amables? Ni parecen rateros... Han de ser maestros desempleados…

SEÑOR.-Cállate... A ver en qué termina todo esto... Ustedes ganan, claro; con tamañas pistolotas... pero a mano limpia, otro gallo les cantara: ya estarían escupiendo los dientes...

RATEROI.-Señor acompáñeme a las otras habitaciones…

SEÑORA.-Sí, acompáñalo y enséñale el estudio y la recámara. Colabora, Goris, no te va a pasar nada... se buen anfitrión... dale mis arracadas de oro y mi anillo brillantes y en el bote de la canela tengo unos dólares, también lo pueden tomar...

RATEROI.-Vamos.

SEÑORA.-¿Puedo acompañarlos?

RATERO II.- No, usted se queda aquí conmigo... siga volteada contra la pared... y no baje las manos... (Se oyen voces: Este es un cuadro muy valioso: es un Chucho Reyes Ferreyra y está pintado sobre papel de china... éste es un Soriano y éste Toledo / no cuadros no... nomás estorban... este reloj si/ Es un cucú suizo/ Y estas figuritas también/. Son de Jadró/ Por favor pase por acá... Después de usted)

SEÑORA.-

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(Con voz melosa) Oiga, señor, no me va a violar, ¿verdad?

RATERO II.-No, señora, cómo cree y menos con el Sida que anda suelto. No se preocupe. No le va a pasara nada…

SEÑORA.-¿No apetece un refresco? ¡Un cafecito? ¿Una copa? Tenemos un mescal oaxaqueño delicioso...

RATEROII.-No, gracias... ando mal de la vejiga... y luego me paso miando todo el tiempo.

SEÑORA.-Qué tanto harán… ya no escucho sus voces... ¿No le estará pasando algo malo a mi marido...?

RATERO II.-No, señora, nada malo...

SEÑORA.-¿Por qué no vamos a ayudarles a elegir y cargar las cosas? Otras cuatro manos sirven de algo.

RATERO II.-No, nosotros nos quedamos aquÍ.

SEÑOR.-Oiga, señor, le puedo preguntar algo...

RATERO II.-Sí...

SEÑORA.-¿Por qué roban? No han pensado que es mejor trabajar. Mi marido podría conseguirles un buen trabajo...

RATERO II.-No haga preguntas tontas, señora

SEÑORA.-Disculpe, pero es que ustedes corren peligro, se juegan el pellejo, como se dice vulgarmente... Luego los agarran y los torturan y los matan a sangre fría...

RATERO II.-Mejor nos quedamos callados, silenciosos para que no nos entren las moscas en la boca.

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SEÑORA.-Yo sólo quería conversar mientras regresa mi marido y su amigo... iAy, señor, le suplicó por lo que más quiera que no nos vayan a hacer daño!

RATERO II.-Ya le di mi palabra.

SEÑORA.-Oiga, señor. ¿Es usted casado y tiene hijos?

RATERO II.-Sí, tengo cinco hijos: dos niñas y tres machitos.

SEÑORA.-¿Y quiere mucho a su mujer?

RATERO II.-Mucho, un chingo...

SEÑORA.-Señor, ¿le puedo pedir algo...?

RATEROII.-Sí.

SEÑORA.-Por favor, quite su vista de mis caderas. Me pone nerviosa. Siento que sus miradas suben y bajan y me acarician y me rasguñan...

RATEROII.-Le juro que no le estoy mirando eso... y con la bata ni se le notan...

SEÑORA.-Es que de todas maneras somos una hembra y un macho solos y siento cómo me llega su respiración, una nube de aire caliente y húmedo que se me embarra en la nuca. Y yo no soy de palo. Y adivino que su pecho sube y baja y sé que sus ojos están húmedos y brillantes y ensaliva sus labios y se los muerde... y se soba el sexo... quizás después... no ahora... sería bochornoso que mi marido nos encontrara fornicando... pero después... yo iré con usted a cualquier hotel o a los baños públicos o a Cuernavaca...

RATERO II.-No se haga ilusiones, señora... calma... no se altere.

SEÑORA.-

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Perdón. Ay, ya se me entumieron las piernas y los brazos. Recuerdo cuando las monjas me castigaban en la escuela y tenia yo que hincarme sobre garbanzos y sostener un tabique. En cada mano. ¡Ay, ya me empezó a doler la clavícula! Seguro está lloviendo.

RATERO II.Sí está lloviendo.

SEÑORA.-No sea malo, deje que me siente en el sofá... un ratito... Le juro que no haré ninguna tontería...

RATERO II.-No, señora, lo siento, siga contra la pared...

SEÑORA.-Necesito poner me una cruz de saliva en cada pierna para que se me quite el calambre.

RATERO II.-No

SEÑORA.-Tengo miedo. Júreme por el sagrado nombre de sus hijos que no nos van a matar ni a la nana ni a mi marido ni a mí.

RATERO II.-No les tocaremos ni un cabello, esté tranquila.

SEÑORA.-Oiga, ¿y por qué se les ocurrió robar aquí y no en otro departamento?

RATERO II.-El azar señora, el azar. Ustedes nos gustaron. Durante una semana estudiamos sus movimientos: a qué hora salía su esposo para el trabajo, a qué hora regresaba y que hacía usted. Usted vende joyería de casa en casa, con sus amigas y en el Seguro Social de Reforma. Carga las joyas en una pañalera color de rosa con muñequitos de Walt Disney. ¿No es así?

SEÑORA.-Sí, para despistar, para que nadie piense que llevo cosas de valor... ¿Y cómo lo supo usted?

RATERO II.-Ya ve... soy adivino. Y todos los días a las siete de la noche va usted por el pan. Así en bata y tubos. La gente se ríe, pero usted no se da cuenta.

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(Regresan el Señor y el Ratero l. Traen cosas en costales, bolsas y descubiertas)

RATERO l.-Amontone las cosas allí, cerca de la puerta.

SEÑOR.-Ya regresamos mi vida. Los señores se llevan tu televisión a colores, tu video casetera y otras cositas.

SEÑORA.-Yo encantada de que se lleven esos aparatos. Sabes, el señor tiene cinco hijos y se pueden divertir mucho con la televisión. Oigan, señores, ya puedo dejar de mirar la pared. Ya me la sé de memoria, su color, sus manchas y textura y sus cacas de mosca y el grabadito de Fanny Rabell ya me mareó.

RATERO l.-Sí, por supuesto, ya puede descansar. No creo que se les ocurra denunciarnos, verdad.

SEÑOR Y SEÑORA.-Claro que no. Palabra de honor.

SEÑORA.-Gracias, son muy amables. Ay, mis piernas, las tengo llenas de hormigas. Con el permiso de ustedes me voy a poner una cruz de saliva en cada rodilla, es el mejor remedio, me lo enseñó la nana, desde que yo era niña, ¿y la nana?

SEÑOR.-Dormida. Se queja mucho de sus dolencias.

RATERO l.-Sí, pobre señora, parecía una niña... y suspiraba en sueños

RATERO II.-Señora una última molestia. Nos puede decir dónde tiene la pañalera con las joyas que vende.

SEÑORA.-Ay no, por favor, con esas joyas ayudo al gasto de la casa. No, esas joyas no. Ay qué voy a hacer... Dios mío, ilumíname... Si ustedes se las llevan, cómo las voy a pagar, son muchos miles de pesos.

RATERO II.-Es mejor que nos diga donde guarda la pañalera...

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SEÑOR.-Mi cielo, colabora... diles dónde está tu pañalera... los señores tienen prisa.

SEÑORA.-Miren les voy a dar esta medalla de oro que es recuerdo de mi madre.

RATERO II.-No, si es recuerdo de su jefecita, no la querremos mejor denos la pañalera.

SEÑORA.- Hagamos un trato... de las joyas escojan una para sus mujeres y una para cada uno de sus hijos y también una para usted y una para usted.

RATERO I.-Uy, no, no le conviene, este cabrón pica por todos lados y tiene más de veinte hijos.

SEÑORA.-¿Veinte hijos?

RATERO II.-Sí, humildemente, yo los he hecho…

SEÑORA.-Está bien... me hunden, me destruyen... la pañalera está en el horno de la estufa... si quieren voy por ella.

RATERO I.-Acompáñala. (Salen ratero II y Señora)

SEÑOR.-Por más que le digo a mi mujercita que no guarde ni dinero ni joyas en el horno, no entiende, un amigo le pagó una cosa horrible, guardó las joyas en el horno, vino su mamá, ella no sabía nada y horneó varios pasteles y las joyas se hicieron melaza, chicle (Ríe), atole

RATERO l.-Sí, a veces pasan cosas así.

SEÑOR.-¿Puedo fumar?

RATERO l.-Claro, está usted en su casa.

SEÑOR.-¿No gusta un cigarrillo...?

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RATERO l.-No, no fumo.

SEÑOR.-Qué bueno. Yo he querido dejar el pinche vicio, pero no he podido. Ni masticando tabaco en ayunas, ni viendo audiovisuales con pulmones negros, retintos como árboles llenos de zopilote.

RATERO l.-Sería tan amable de darme las llaves de su camioneta.

SEÑOR.-Aquí las tiene, pero voy a aconsejar le algo, ustedes se han portado bien y es justo que les advierta que esa camioneta es un vehículo oficial, me la dieron en el trabajo, sabe usted, yo trabajo en la Secretaría de Programación y Presupuesto, entonces es muy riesgoso que ustedes se queden con ella o la vendan en los deshuesaderos, si fuera mía, encantado de que ustedes la disfrutaran... pero no.

RATERO l.-No se preocupe, sólo la necesitamos para cargar las cosas y mañana tempranito se la regresamos, palabra de honor.

SEÑOR.-Me parece bien. (Regresan el Ratero I y la señora)

SEÑORA.-A ver aquí están estas latas de atún, arroz, fríjol, azúcar, leche condensada, salsa de soya, un frasco de mayonesa y salsa catsup. ¿En verdad señor no quiere que le traiga otros alimentos?

RATERO II.-No, con eso es suficiente.

RATERO I.-(AI II) Te ves preciosa con tu pañalera... hasta pareces mi vieja.

RATERO II.-Chinga tu madre.

SEÑORA.-Está Lloviendo a cántaros, esperen a que se pase la lluvia, se van a empapar.

RATERO l.-Nos tenemos que ir ya.

SEÑORA.-

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Por qué no se quedan otro rato, podemos cenar algo. Tomar una copa para el frío, jugar dominó.

RATERO II.-No, gracias.

SEÑORA.-Les prestamos unos paraguas e impermeables.

RATERO l.Estamos acostumbrados a la lluvia y a los rigores del tiempo.

SEÑORA.-En verdad, y no es necesario que me los regresen. Mire aquí están los paraguas.

RATERO l.Gracias. Pues ahora sí ya nos vamos. Ustedes nos acompañan a la camioneta.

(Cargan las cosas, abren los paraguas, salen)

SEÑOR.-Vamos.

SEÑORA.-Sí vamos... y en verdad fue un placer.

RATERO l.-Ustedes por delante... y cuidadito con gritar.

Escena III

(Entran el señor y la señora, empapados)

SEÑORA.-Qué amables tipos. Si todos los rateros fueran así, te imaginas cuántas vidas se salvarían... Ay... quítate la ropa mojada, te va a hacer daño... No, mejor no te la quites. Así te ves muy bien, muy cachondo... Ay qué bonito se te señalan el sexo y los músculos... Y tus tanates... hazme el amor ahora que sabemos el valor de la vida. iQué bueno que no nos asesinaron! iQué maravilla es estar vivos! Cógeme, sí, cógeme.

SEÑOR.-Hijos de la chingada. Se llevaron todo en un ratito (Transición) Tráeme mi bata y tú cámbiate, pareces monstruo de la Laguna verde.

SEÑORA.-Te ves muy bonito así, todo mojado.

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SEÑOR.-Pero tú no

SEÑORA.-Bueno voy por la bata (Sale)

SEÑOR.-Hijos de la gran puta.

SEÑORA.-(Off) No les digas así. Eran encantadores. No te fijaste en sus ojos. Los dos los tenían grandes, negros con unas pestañotas enormes. Eran guapos. No lo niegues. El que estuvo vigilándome tenía unos labios grandes y jugosos... no te quise decir nada pero... me faltó al respeto... se estuvo sobando el sexo... luego se me acercó y se me pegó y se puso a frotarse...y luego se sacó su miembro y lo restregó contra mi bata... No te lo dije, para que no fueras a golpearlo y se armara la mortandad.

SEÑOR.-No digas pendejadas. Eran dos nacos muertos de hambre y no creo que un espantapájaros como tú se le antoje a alguien.

SEÑORA.-(Regresa. Trae un negligé rosa. Le da la bata a su marido) Toma. Ay sus cuerpos bien formados… yo tenia miedo de que nos violaran.

SEÑOR.-¿Nos violaran?

SEÑORA.-Sí, qué tendría de malo... uno de ellos a ti y el otro a mí. (Ríe) Así sabrías lo que se siente.

SEÑOR.-(Se desnuda completamente y se pone lo bata) Estúpida. Mejor vete a dormir. Yo voy a seguir leyendo.

SEÑORA.-Oye, Goris, tú nunca... con otro hombre... ni cuando joven, digo en una borrachera... por encimita... o nomás la cabecita.

SEÑOR.-No digas idioteces. Te voy a matar si sigues diciendo pendejadas. Yo soy macho y él ti te consta. (Tocan el timbre) Ve a abrir. Deben ser las dos ratas que vienen a violarte.

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SEÑORA.-¡A ti te hace falta que te cojan los soldados!

SEÑOR.-¡Chinga tu madre! I

SEÑORA.-(Off) ¿Sí... quién...? Ah, Doña Isabel... No, no estábamos dormidos... horita le abro.

DOÑA ISABEL.- Ay, vecina... ¿cómo están...? ¿Están heridos...? ¿Qué les hicieron...? ¿Su marido está bien?

SEÑORA.-No se preocupe, todo, o casi todo, está bien.

DOÑA ISABEL.-Lo oí y lo vi. Todo. Los vi cuando entraban con usted y cuando ustedes los acompañaron cargando las cosas hasta la camioneta. Jesús bendito.

SEÑORA.-Pásele, siéntese por favor.

DOÑA ISABEL.-Buenas noches, vecino... Ay qué susto, gracias a Dios que están con vida... ¿Ya comieron pan... o una cucharada de azúcar para que no se les derrame la bilis?

SENORA.-No, Doña Isabel. No hemos comido nada. Hasta se nos olvidó cenar.

DOÑA ISABEL.-Cuénteme por favor. No me dejen en ascuas. Esto no se puede quedar así. Deben poner una demanda... levantar un acta, llamar a la policía, mandar cartas a los periódicos... los ciudadanos decentes estamos en peligro, en las garras del hampa. Usted, Estelita, puede dar los retratos hablados... ¿recuerda cómo eran esos monstruos? '

SEÑORA.-Sí, muy bien.

DOÑA ISABEL.-Todo el peso de la ley contra ellos.

SEÑOR.-No, doña Isabel. Ellos se portaron muy bien y nosotros prometimos no hacer nada.

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DOÑA ISABEL.-Pero eso es falto de valor civil, cobardía. En fin, pobres de ustedes, cómo les fue a pasar.

SEÑOR.-Todo fue tranquilo... en tono amable... incluso mi mujer se enamoró de ellos, ¿verdad, mi amor?

DOÑA ISABEL.-No puede ser, Estelita, todavía hay jerarquías y clases sociales en este país ¿Cuándo se a visto una perra fina se meta con un perro callejero?

SEÑORA.-Eran dos tipos muy amables, hablaban correctamente. De buenos sentimientos. Usted cree que les dije que si querían mi medalla de oro, recuerdo de mi madre y dijeron que no, que si era recuerdo de mi jefecita... yo debería conservarla ¿qué le parece?

DOÑA ISABEL.-Pues Dios que es grande los ayudó. ¿No supieron lo que les pagó a Carmen la cantante de ranchero que vive en la entrada G? Pues llegaron cinco jóvenes, dos muchachas y tres muchachos. Tocaron a su puerta, ella abrió, como estaba cruda y desvelada no preguntó ¿quién era? Ellos se abalanzaron en su departamento. La amarraron con los cables del teléfono y luego los siniestros jóvenes, sacaron toda su ropa, se bañaron con su perfume Chanel y se pusieron hacer el amor entre todos en su cama... y ella viendo todo. ¡Sodoma y Gomorra! Luego se Ilevaron sus joyas y muchos de sus vestidos, y le dejaron pintado un letrerote en su sala... con pintura de aerosol. Carroñas Punk! ¿Qué les parece?

SEÑORA.-Pero a ella no le hicieron nada.

DOÑA ISABEL.-Nada... respetaron su honor... Sólo el susto y su ropa y sus joyas, y su cama y alfombra que se las dejaron empapadas de sus cochinadas.

SEÑORA.-¡Ay, qué lindos jóvenes!

DOÑA ISABEL.-Salvajes. Corruptos... debería existir la pena de muerte. La silla eléctrica como en Estados Unidos... ellos sí son civilizados.

SEÑORA.-Pero deje contarle: ellos fueron al cuarto de la nana que está muy enferma y la arrullaron y le musitaron una canción de cuna. Y quedaron de regresar la camioneta que se llevaron. También entraron al cuarto de los niños. De mis hijos y

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uno de los rateros pisó un juguete de hule y uno de mis niños se despertó y el ratero lo arrulló... Duérmete clavel. Que el caballo no quiere beber / duérmete rosal…

DOÑA ISABEL.-Pero si usted no tiene hijos.

SEÑORA.-No. Pero ellos cuidaron el sueño de mis hijos. Yo creo que si me hubieran violado, con ellos sí me embarazaría.

SEÑOR.- (Se levanta y le da una bofetada)Cállate estúpida.

SEÑORA.- (Llora)¡Cobarde! poco hombre! (Le regresa la bofetada) ¡Eunuco!

SEÑOR.-Puta. No tienes por qué andar diciendo cosas frente a Doña Isabel, que es una chismosa de mierda.

DOÑA ISABEL.-Oiga no. no sea majadero. Yo soy una dama.

SEÑORA.-Y tú ciérrate la bata que Doña Isabel te está viendo los huevos. Y sí, con esos rateros sí tendría hijos, por que ellos no son estériles como tú, y si me vuelves a golpear te mato o me mato. Te odio. Te odio.

DOÑA ISABEL.-Yo mejor me voy. No vaya a correr sangre. Ya después me enteraré de lo que pasó. Con permiso. Me voy. (Sale).

SEÑORA.-(Llora y grito. Tomo los lentes de su esposo y los pisotea).Mira tus pinches lentes hechos polvo. Para que leas tus periódicos.

SEÑOR.-(La vuelve a abofetear)Estás enferma. ¿Qué ganas con romper mis lentes?

SEÑORA.-Es como si te hubiera castrado, ya que no te puedo romper los huevos, canalla,hijo de la gran puta.

SEÑOR.-No hay problema, me compro otros.

SEÑORA.-

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¿Te crees con derecho a todo, nada más por tu pedazo de carne que a veces se pone dura?

SEÑOR.-Pero que te encanta y te enloquece.

SEÑORA.-¡No avances! ¡Te juro que me mato! ¡No te acerques! (Le avienta un florero que no da en el blanco. Se derraman las flores y el agua)

SEÑOR.-Estás nerviosa, cálmate.

SEÑORA.-No sé como me casé contigo.

SEÑORA.-Te hubieras casado con alguno de los mecapaleros de la Merced, por que allí naciste, entre botes de basura.

SEÑORA.-¡Mierda! ¡Mierda! Mi papá tenía muchas bodegas de fruta y muchísimo dinero.

SEÑOR.-Ven, perdóname (La alcanza, forcejean)

SEÑORA.-¡No! ¡No! (Lo pateo, le muerde el brazo) ¡No! ¡No me mates! ¡Auxilio! ¡Socorro! ¡Me matan!

SEÑOR.-¡Cállate! ¡Cállate! (La tira sobre la alfombra) Te voy hacer el amor como a ti te gusta... A ver deja secar tus lágrimas con mi lengua... así, ese lunar en el cuello nunca te lo había visto.

SEÑORA.-Ay, Goris, no es lunar es verruga. Oye, darling, te puedo pedir algo.

SEÑOR.-Sí dime.

SEÑORA.-Me da pena, pero tengo que decírtelo. Por favor, papacito, ya no me digas: “¿Ya te echo los mocos, mi amor?”, por que me rompes la inspiración. Dí cualquier palabra, menos mocos.

SEÑOR.-

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Te lo prometo, mi cielo, Te lo prometo, granito de anís. Te voy a decir. ¿Ya te hecho la leche, mi amor?

SEÑORA.-Sí, la leche. La leche.

SEÑOR.-O ya te echo el jocoque.

SEÑORA.-Sí, el jocoque.

SEÑORA.-O ya te echo los ostiones, mi vida.

SEÑORA.-No Ostiones no, bien sabes que me dan asco.

SEÑOR.- Perdóname mi amor.

SEÑORA.- Perdóname tú a mi, mi rey, mi macho mi semental, papacito, Goris lindo, te amo, te amo.

TELON

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