caballos

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Caballos. Aurelio Salamanca.

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Cortos poemas en prosa.

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Caballos. Aurelio Salamanca.

Caballos de cenizas. Los caballos de cenizas saluda a la

hoguera de soles enamorados,

el tiempo de la luna duerme con tu

canción de galope de llanto, los

pasos de la noche se dibujan en la

montaña distante de matices

grisáceos y corazón de fuego. El

pasto a tu alrededor duerme con la

fuerza de tus patas furtivas que

acechan al canto de la melancolía.

La soledad de tus pasos llama a la

luna para cantar una canción de

silencios y de nubes deshechas en

las madrugadas de sol incendiario.

Tus ojos ven a la madrugada en la

soledad de un triste susurro que le

canta a la tristeza, el cielo se nubla,

las aves cantan, tu galopas.

Caballo del llanto.

El caballo de la triste noche que

llora iracundo los pesares de la

humanidad de fuego y pobreza,

asalta a la espesura con un canto de

amor a los valles extensos donde su

grito de furia alivia su rabia.

La noche le canta al delirio, el

silencio guarda poemas que el

caballo habrá de recoger para

llevarlos a los pueblos, el vestigio

de una luna dibujándose entre

nubes le recuerda al caballo del

llanto como es el amor de los

pétalos de la flor de tristeza.

Corre caballo del llanto entre

poemas de nubes arreboladas,

corre hacia la ira del horizonte para

elevar un susurro de fuego que se

sume al nubarrón de canciones de

hoguera.

Caballo de la muerte.

Llévame contigo caballo del destino

en una canción quizás, en un

poema de fuego o en una noche de

luna incendiaria, viajaremos

entonces por llanuras de esqueletos

guerreros y árboles de ramas de

fuego, las hogueras que se abren

entre las grietas las

sobrepasaremos con saltos

agigantados en un derroche de

cantos oscuros y silencios de

fantasmas apesadumbrados.

Veremos los abismos un día,

caballo de manto de seda negra, a

los gigantes árboles de la tragedia y

a los ricos de la tierra acompañar

nuestro destino amarrados a una

cuerda. Galopemos, caballo

inevitable, que un día me dejarás

para volver por otros.

Caballos de la noche.

Los caballos de la noche, de

silencios e historias contadas por el

viento, saludan a la tristeza del

canto de las nubes púrpuras del

cielo. Sus patas encabritadas

vuelan por el aire besando a las

negras mariposas de la locura, su

mirada de poema de tristeza le

habla al delirio de la inmensidad

ennegrecida del cielo, el llanto de la

luna acaricia sus crines de

lamentos y gesto iracundo para

incendiar sus pensamientos y

llevarlos hacia las hojas de libretas

pequeñas y sucias.

Corran, caballos de la noche, hacia

el horizonte, hacia la canción de la

oscuridad que la melancolía trazó

para ustedes, corran hacia la

oscuridad para darle un beso en la

mejilla y volver a la calma.

Caballo solitario.

El viento eleva tus crines al viento,

los pasos de la noche duermen en

tu silencio, la luna olvida saludar tu

lamento y la oscuridad se deshace

en un poema de tu abismo. Los

escritos de letras fúnebres le cantan

a las noches de olvido y flores de

muerte, llévatelos contigo a saludar

a una flor durmiente, regálaselos a

la doncella del castillo del olvido,

de tapia y madera. La luz de la luna

abrazará un día a tus pesares para

cantarles una canción de hogueras,

el viento no morirá en tu galope.

El delirio de la rosa y de las

estrellas de fuego calmarán tu triste

lamento para que la noche se

arrulle en un poema que le cantarás

al horizonte un día. Vuela entre

lamentos para saludar a la calma de

la luz del fuego.

Rioengro Ant.

2015