bucÓlicas · 7 parael limitado epicureísmo de virgilio, cf. pierre boyancé, la reli-gion de...

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Edición de Antonio Ramajo Virgilio Bucólicas Traducción de Fray Luis de León POESÍA SIGLO I a.C. CLÁSICOS CASTALIA

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Edición deAntonio Ramajo

Las Bucólicas (o Églogas) no constituyen úni-camente una colección de poemas, sino unpoema total en sí mismo, cuidadosamente es-tructurado en un esquema simétrico. En bocade sus pastores, personajes cultos y refinadosque desentonan con lo rústico del fondo, elpoeta aborda temas tan variados como la poe-sía, la música, la belleza, la naturaleza, la viday la muerte, la mitología, el asesinato o laconfiscación de las tierras, el suicidio, con unaperfección formal extraordinaria y sin perderde vista a la sociedad romana y las circunstan-cias históricas en que le tocó vivir.

Asimismo, la versión que presentamos, de lamano de fray Luis, constituye una verdaderaobra de arte. No existen fronteras insalvablesentre originalidad y traducción. El agustinocompite con Virgilio y demuestra, una vez más,que el escribir es “negocio de particular juicio”.

Ahora, gracias a la cuidada edición de AntonioRamajo, podemos adentrarnos en una de lasgrandes obras de la literatura de todos los tiem-pos en sus dos grandes versiones, y disfrutarde nuevo, tantos siglos después, de su sor-prendente lirismo e inocencia.

Virgilio

BucólicasTraducción de

Fray Luis de León

P O E S Í ASIGLO I a.C.

CLÁSICOSCASTALIA310

CLÁSICOSCASTALIA

Bu

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Vir

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iocc310 BUCOLICAS-CUB.qxd 12/4/11 11:28 Página 1

CLÁSICOSCASTALIA

BUCÓLICAS

COLECCIÓN DIRIGIDA PORPABLO JAURALDE POU

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Virgilio entre las musas Clío y Melpómene.Mosaico romano (s. III d. C.) encontrado en Sousse. Museo del Bardo, Túnez.

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PUBLIO VIRGILIO MARÓN

BUCÓLICAS(ÉGLOGAS)

TRADUCCIÓN DEFRAY LUIS DE LEÓN

EDICIÓN, INTRODUCCIÓN Y NOTAS DEANTONIO RAMAJO

CLÁSICOSCASTALIA

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Primera edición impresa: mayo 2011Primera edición en e.book: octubre 2011

© de la edición: Antonio Ramajo Caño, 2011© de la presente edición: Edhasa (Castalia), 2011

www.edhasa.esIlustración de cubierta: Tintoretto: El verano (h. 1546, detalle). Natio-

nal Gallery of Art, Washington D.C.Diseño gráfico: RQ

ISBN 978-17-8160-523-3Producido en España

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de lostitulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes,la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medioo procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento

informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquilero préstamo público.

CREDITOS-EBOOK 19/9/11 17:46 Página 3

S U M A R I O

INTRODUCCIÓN BIOGRÁFICA Y CRÍTICA

I. Virgilio

Vida de Virgilio .......................................................................... 7Las Bucólicas ................................................................................ 14Las Geórgicas .............................................................................. 25La Eneida ........................................................................................ 37

II. Traducciones de las Églogas en la Españarenacentista .......................................................................... 56

III.Fray Luis de León

Semblanza biográfica .............................................................. 65La traducción de las Églogas de Virgilio por

Fray Luis de León .............................................................. 68

NOTICIA BIBLIOGRÁFICA .............................................................. 89BIBLIOGRAFÍA .......................................................................................... 95NOTA PREVIA ............................................................................................ 103

ÉGLOGAS

Ecloca I. Meliboeus, TityrusÉgloga primera. Títiro y Melibeo .......................................... 109

5

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Ecloca IIÉgloga segunda. Alexis .................................................................. 131

Ecloca III. Menalcas, Damoetas, PalaemonÉgloga tercera. Dametas, Menalcas, Palemón .............. 149

Ecloca IVÉgloga cuarta. Sicelides ................................................................ 177

Ecloca V. Menalcas, MopsusÉgloga quinta. Menalcas, Mopso ............................................ 195

Ecloca VIÉgloga sexta. Prima Siracusio .................................................. 217

Ecloca VII. Meliboeus, Corydon, ThyrsisÉgloga séptima. Forte sub .......................................................... 239

Ecloca VIIIÉgloga octava. Damón, Alfesibeo .......................................... 257

Ecloca IX. Lycidas, MoerisÉgloga nona. Lícidas, Meris ...................................................... 279

Ecloca XÉgloga décima. Extremum .......................................................... 295

ÍNDICE DE NOMBRES PROPIOS Y GENTILICIOS ........ 311ÍNDICE DE PRIMEROS VERSOS .................................................. 317EL EDITOR .................................................................................................. 319

6 VIRGILIO: BUCÓLICAS. TRAD. DE FRAY LUIS DE LEÓN

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INTRODUCCIÓN BIOGRÁFICAY CRÍTICA

I. VIRGILIO

...ut uidi, ut perii(VIII, 41)

VIDA DE VIRGILIO

Publio Virgilio (en realidad, Vergilius1) Marón nació en losIdus de octubre (el 15) del 70 a. C. en Andes, aldea no lejanade Mantua2. Cuando el poeta contaba unos doce años (por el

7

1 J. Cf. Pedro Martín Baños, “De Virgilius a Vergilius: Poliziano y labibliografía de Antonio de Nebrija”, Revista de Filología Española,87 (2007), pp. 79-102. La forma correcta es, en efecto, Vergilius,según la tradición antigua; la forma Virgilius se impone a partir delsiglo V como consecuencia de una falsa etimología desde virga,‘vara’, y es que Virgilio adquiere fama de mago y lleva, por tanto,una ‘vara mágica’. Para el conjunto de los problemas virgilianos,vid. todavía Karl Büchner, Virgilio, edición italiana de Mario Bonaria,Brescia, Paideia, 1963.

2 Para las Vitae de Virgilio, base del conocimiento de su biografía, vid.:Die Vitae Vergilianae und ihre antiken quellen, ed. de Ernst Diehl,

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58 a. C.), la familia se trasladó a Cremona, donde el niño pudorealizar estudios. Y allí permaneció el grupo familiar hasta queVirgilio tomó la toga viril, a los quince años, justamente el mismodía (15 de octubre, idus, del 55 a. C.), según algunas Vitae, enque murió el poeta Lucrecio3. Entonces la familia se traslada aMilán, donde se fortalecen los estudios del futuro poeta. No lefaltaron, en su formación, asignaturas como medicina y mate-máticas, en las que se incluían la astronomía y la astrología,materias que dejaron huella en el joven Virgilio.

Por el año 50 a. C. llega el futuro poeta a Roma. Hizo algúnintento de dedicarse a la oratoria, pero no se afianzó en talmester, a pesar de que contaba con una bella voz, que modulabacon correcta pronunciación acompañada de oportuno gesto. Peroal joven le apasiona la poesía y se relaciona con otros poetas,poetae noui, neotéricos, empapados de helenismo: rechazabanlas obras largas, cuidaban exquisitamente la forma, buscabanante todo el arte por el arte y Calímaco era su modelo. Nos inte-resan, en particular, los nombres de L. Vario Rufo (el editor, allado de Tucca, de la Eneida: vid. n. IX, 49-57), Asinio Polión(vid. n. III, 118-120) y Helvio Cinna (n. IX, 49-57), porquetendrán presencia en la poesía de Virgilio (no pudo tratar aCatulo, muerto supuestamente el 55 a. C).

Virgilio comenzó a escribir las Bucólicas hacia el 42 a. C.Antes debió de ejercer también su musa, pero sobre la cuestiónno tenemos sino polémicas. No se sabe si la llamada Appendix

Bonn, A. Marcus und E. Weber´s Verlag, 1911. Vid. también Herma-nnus Hagen, ed., Scholia Bernensia ad Vergilii Bucolica atqueGeorgica, Leipzig, 1867. Una descripción de las Vitae puede verse enJ. Vidal, en Bucólicas. Geórgicas. Apéndice virgiliano, introduccióngeneral de J. L. Vidal, traducciones, introducciones y notas por Tomásde la Ascensión Recio García y Arturo Soler Ruiz (Biblioteca ClásicaGredos, 141), Madrid, Gredos, 1990, pp. 13-23. En estas páginassomos deudores de las que J. Vidal escribe en la ed. citada, pp. 7-92, aunque, como se verá, no hemos prescindido de las Vitae.

3 Vid., por ejemplo, “Donatus auctus”, 7, ed. cit., p. 27.

8 VIRGILIO: BUCÓLICAS. TRAD. DE FRAY LUIS DE LEÓN

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Virgiliana4, de naturaleza neotérica, le pertenece en su totalidad,en parte, o si de ninguna manera se le puede aplicar la firma delgran vate.

La Appendix debió de ser escrita en la década de los cincuen-ta a. C. Eran años turbulentos. Cicerón sufrió destierro, aunqueluego regreso a la Urbe. Y el clima de acoso a las institucionesrepublicanas se intensificaba día a día. En el 53 a. C. muere Craso,derrotado por los partos, y quedan Pompeyo y César frente afrente. Enseguida vendrá la guerra (49-48 a. C.), el triunfo delsegundo y una dictadura que acabará en el 44 a. C., con añosturbulentos que remitirán lentamente, gracias a Octavio, elsobrino adoptivo de Julio César, quien poco a poco obtendrátodo el poder.

Por el 50 a. C. (año en que acaso nace Tibulo) Virgilio seencamina a Nápoles5. Allí vivirá años dichosos y se entregará,bajo la dirección de un tal Sirón, al estudio del epicureísmo. Sudoctrina ejercerá influjo en nuestro poeta. El gusto placenterode la naturaleza (destacamos la invención de la Arcadia comoespacio espiritual6), el afán por adivinar las causas secretas quemueven el orbe, pueden explicarse por estos años de familiari-dad epicúrea. Pero Virgilio no tendrá cabida completa en estemarco. Según veremos, rompe la frialdad de los dioses propiade los epicúreos para ofrecer una religiosidad en que los hom-bres no son ajenos a las divinidades7. En todo caso, Virgilioguardará siempre en la memoria estos años napolitanos (vid.

INTRODUCCIÓN: I. VIRGILIO 9

4 Vid. la edición de Armandus Salvatore, Arcturus de Vivo, LucianusNicastri, Ioannes Polara, Roma Istituto Poligrafico e Zecca delloStato, 1997. Puede verse una traducción del Apéndice en la obracitada de T. de la Ascensión Recio y Arturo Soler, pp. 397-588.

5 Hacia el año 47 a. C. nace Propercio.6 Vid. Bruno Snell, “Arcadia: el descubrimiento de un nuevo paisaje

espiritual”, en Las fuentes del pensamiento europeo, 1963. Trad.del alemán de José Vives, Madrid, Razón y Fe, 1965, pp. 395-426.

7 Para el limitado epicureísmo de Virgilio, cf. Pierre Boyancé, La reli-gion de Virgile, París, Presses Universitaires de France, 1963, pp. 6-7.

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Geórgicas, IV, 563-564), en los que, por ejemplo, se reencontrócon el citado L. Vario Rufo y conoció al gran Horacio, amigoya para el resto de su vida8.

Pero los acontecimientos en Roma alcanzan una extraordi-naria gravedad. Tras la muerte de Julio César en el 44 a. C., lospartidarios de la República, encabezados por Bruto y Casio, seenfrentarán a dos personajes que empiezan a brillar: Marco Anto-nio y el citado Octavio (Lépido también desempeña su papel alformar con los otros dos el llamado segundo triunvirato en el43 a. C.; pero abandonará su oficio en el 35 a. C.9). Los cesari-cidas, es decir, los republicanos, serán derrotados en la batallade Filipos en octubre del 42. A partir de este momento, surgenlas temidas proscripciones. Las tropas de los vencedores hande recibir soldadas a base de tierras. Los campesinos de varioslugares quedan despojados de ella. Cremona, vecina a Mantua,sufrió intensamente tal desgracia –partidaria de los republica-nos, las tierras de Cremona no bastaron y Mantua, la patria deVirgilio, también se vio afectada–; por otra parte, Cremona erapartidaria de Marco Antonio en el enfrentamiento que este tuvoen el 40 a. C. con Octavio10. Las proscripciones debieron deocurrir precisamente en ese año. Virgilio abandonó su queridatierra napolitana para acudir al norte, a la patria natal, decididoa velar por su patrimonio. El gran poeta ha plasmado, de manerapoética, en su primera y novena bucólicas, que tuvo él tambiéndificultades en tales momentos para conservar sus fincas. Virgilio

8 Virgilio aparecerá en diversos lugares de la obra horaciana: vid.Carmina, I, 3; I, 13; I, 24; y Sátiras, I, 5; I, 6; I, 10.

9 En ese 43 a. C. Cicerón es asesinado por los sicarios de Marco Anto-nio, contra quien el gran orador había proferido sus famosas Filípicas.

10 Vid. la Vita de “Focas”, vv. 69-79, ed. cit., p. 39, para las proscripcio-nes en Cremona por apoyar a los cesaricidas. En la Vita de “Servius”,dichas proscripciones, que luego afectan a Mantua, se producenpor la guerra entre Marco Antonio y Octavio. Este considera queCremona se ha inclinado por su rival, y la castiga (cf. 10, ed. cit.,p. 41). De este parecer son “Probus”, ed. cit., p. 43, y la “Vita Ber-nensis”, ed. cit., p. 44.

10 VIRGILIO: BUCÓLICAS. TRAD. DE FRAY LUIS DE LEÓN

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era dueño, en efecto, de un peculio familiar que tentaba a losmilitares, pero no sabemos los detalles de tales angustias. Desco-nocemos la cronología de las dos églogas: ¿cuál es la primera?Remitimos al lector a los comentarios que al pie de los oportu-nos textos se hacen. Ciertamente, ansiedad hubo. Pero tambiénes verdad que el posterior decurso biográfico de Virgilio mues-tra que, a la postre, se convertiría en amigo de Octavio y su vidaya no iba a sufrir quebrantos económicos. En esos momentosalgunos personajes como Asinio Polión, partidario de MarcoAntonio, Alfeno Varo, legado de Octavio, y Cornelio Galo (vid.n. VI, 113-120), gran poeta, cobran particular relieve, y deja-rán huella en las Bucólicas. Probablemente intentaron ayudar alpoeta, pues con todos ellos trabará amistad, sobre todo conPolión (que lo impulsó, parece, a la escritura de las églogas) yGalo. Pero, insistimos, se nos desvanecen los matices.

Termina en Roma la convulsa década de los cuarenta antesde Cristo. La hegemonía de Octavio se va afianzando aunquetodavía le hace sombra Marco Antonio11. Y un nuevo persona-je aparece en el marco vital de Virgilio: Mecenas, secretario deAugusto. Mecenas procurará rodear al emperador de una presti-giosa corte de poetas e intelectuales. Es seguro que en el 38 a. C.Virgilio ya tiene amistad con el ínclito cortesano y se atreve apresentar ante tan poderoso personaje a Horacio, que, enseguida,ingresa en la importante elite. Y nuestro poeta comienza a gozarde una situación económica ventajosa que le otorgará libertadcompleta para la creación literaria. Poseerá no sólo una casa enel Esquilino romano, sino, además, retiros en la Campania, juntoa su querida Nápoles, y en Sicilia. El éxito extraordinario de lasBucólicas le granjeará una buena situación social. Y en esos añostreinta escribe las Geórgicas (parece que Mecenas fue quien leinstó a ello). En el verano del 29 a. C. ya están terminadas, pues

INTRODUCCIÓN: I. VIRGILIO 11

11 Y no faltan episodios bélicos, como la guerra que Sexto Pompeyolevanta contra los triunviros, con acciones de piratería, entre el 39y el 36 a. C. Vid. n. X, 81-88.

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el poeta y Mecenas leen la obra a Octavio, cuando el dux12

regresa de Oriente, tras la batalla de Actium en el 31 a. C., enla que destruye a Marco Antonio y se convierte en el amo defi-nitivo de los avatares romanos13.

Y ya Virgilio se encaminaba hacia su obra cumbre, la Eneida,que empieza a elaborar en el 26 o 25 a. C. Augusto quería cono-cer parte de ella y se la reclamaba desde Hispania14. Segura-mente, el poeta había comenzado la empresa años antes, acasoen el 29 a. C. Poco después del 23 a. C. ya tenía una parte escrita,tal vez los libros segundo, cuarto y sexto. En ese 23 a. C. habíamuerto Marcelo, el hijo de Octavia, la hermana de Augusto. YMarcelo caminará por el libro VI de la Eneida (vv. 860-887),como figura destinada a una mors inmatura. Cuando el poetarecite el pasaje en que negros presagios se ciernen sobre la figuraamada, Octavia, presente en el selecto auditorio, se desmayaráempapada de emoción (Vita de Donato, 3215).

En estos años parece como si Virgilio sólo se dedicara a sumagna tarea, tal es el desconocimiento que de su vivir se nos hatransmitido. Y cuando llega el 19 a. C., y ya la obra está cercanaa su conclusión, el poeta quiere viajar a Grecia para observar lospaisajes que ha retratado, para captar una impresión más vivaque acaso le sirva para pulir los versos. Y se irá, en efecto. Llegaráa Atenas, donde encuentra a Augusto, que regresa a Roma, y de-cide el poeta volver con él. No va a cumplir su propósito inicialde tornar a ver las tierras helénicas. Y no sabemos por qué toma taldecisión. Acaso preveía su fin. Se anima todavía a visitar Mégara,

12 Vid. el final de Horacio, I, ii: “te duce, Caesar” (v. 52).13 Las Geórgicas se habían comenzado a escribir en el 37 a. C., según las

Vitae. En el 27 a. C. el Senado confiere a Octavio el título de Augustus.14 Por entonces, Propercio (II, 34, 64-65), exclamaba: “Cedite Romani

scriptores, cedite Grai! / Necio quid maius nascitur Iliade” (‘Apar-taos, escritores romanos, apartaos, griegos: no sé qué obra mayorque la Ilíada está naciendo’). Propercio publica ese segundo librode sus Elegías, junto con el tercero, el 23 a. C.

15 Cf. ed. de Hagen, cit., p. 68.

12 VIRGILIO: BUCÓLICAS. TRAD. DE FRAY LUIS DE LEÓN

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la patria de Teognis, y allí lo aplana un sol terrible. Vuelve aItalia. Desembarca en Brindis. La muerte lo acecha, y él lo sabe.Quiere que arrojen a las llamas el manuscrito de la Eneida. Porfortuna, ni Vario ni Tucca, sus albaceas, con la admonición deOctavio, le obedecen. Se salva la obra. ¿Por qué Virgilio querríaquemarla? Acaso por un escrúpulo de perfección16 –la Eneidatiene, incluso, algunos versos inacabados–; acaso porque el poemase había convertido en un objeto artístico que sólo era bello yno posibilitaba un acceso al Logos inefable, al Logos que es laVerdad, sustancia que explica el cosmos y la vida de los hom-bres, según una complicada hipótesis, metafísica y religiosa, queno se conforma con la primera explicación17; acaso porque elmagno creador se sentía decepcionado con su papel de poetapropagandista de un gran príncipe18. Pero la Eneida se salvó.

Virgilio muere el 22 de septiembre del 19 a. C19. Llevaron sucuerpo a Nápoles y lo enterraron en la vía de Pozzuoli. La tradi-ción cuenta que sobre su tumba se grabó un dístico tan famosoque requiere su copia:

Mantua me genuit, Calabri rapuere, tenet nuncParthenope; cecini pascua, rura, duces

(‘Mantua me engendró; Calabria me arrebató; ahora me guardaParténope20: yo canté pastos, campos y caudillos’).

INTRODUCCIÓN: I. VIRGILIO 13

16 Es la hipótesis más difundida. Cf. José Oroz, Virgilio, Salamanca,Universidad Pontificia, 1990, pp. 52-54.

17 Vid. el resumen de esta hipótesis de Hugo Francisco Bauzá, Virgilioy su tiempo, Madrid, Akal, 2008, pp. 93-95.

18 Para la supuesta enemistad secreta entre Virgilio y Octavio, cf. Jean-Yves. Maleuvre, La mort de Virgile d`après Horace et Ovide, París,Jean Touzot, 1992.

19 Es el año en que Ovidio publica sus Amores. Ovidio tenía 24 años, ymelancólicamente dirá mucho tiempo después –pasado el 8 d. C.–: “Ver-gilium uidi tantum...” (Tristia, IV, 10: ‘A Virgilio sólo lo conocí de vista’).

20 Es decir, Nápoles, pues según la leyenda Parténope era una sirenacuya tumba se encontraba en tal ciudad.

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LAS BUCÓLICAS21

Virgilio introduce en Roma el género bucólico, género en elque tiene como gran precedente al poeta de lengua griega Teócrito(IV-III a. C.), nacido en Sicilia22. No obstante, las diferencias entreambos son importantes, pero el latino se complace en resaltarla deuda con su maestro.

La bucólica I de Virgilio nos introduce ya en temas capitalesque vertebrarán el poemario. En ella late la idea de que la Tierraes sagrada. No todo el mundo puede dedicarse a su cuidado. Undios (deus, I, 6-7) propicia su cultivo. El soldado ocupador esun impius (I, 70), un barbarus (I, 71) ‘extranjero’. Y si el deus(que no es otro que Octavio) estimulaba el cultivo de la agricul-tura, a la vez concedía un tiempo oportuno para la música, paratocar el caramillo (“... ludere... calamo permisit agresti”, I, 10).Así que el exilio que Melibeo sufre de los novalia (1, 70), ‘cam-pos de labor’, supone el final de la música. Dirá el pastor expul-sado: “Carmina nulla canam” (I, 77). Melibeo no podrá cantarfuera del espacio adecuado. Porque las Bucólicas se desarrollanen el locus amoenus. Conviene precisar que el locus amoenusno es un simple “escenario de la poesía bucólica”, o un objetode pintura retorizante, como dice Curtius al tratar del “parajeameno”23; es sencillamente el cosmos, con el que el hombre,

21 Bucólicas viene de la palabra griega bucolós, ‘pastor de bueyes’. 22 Para poder tener a mano el conjunto de la producción bucólica de

la antigüedad, vid. Títiro y Melibeo. La poesía pastoril grecolatina,ed. de Manuel Fernández Galiano, Madrid, Fundación Pastor deEstudios Clásicos, 1984; Bucólicos griegos, trad. de Manuel GarcíaTeijeiro y Mª. Teresa Molinos Tejada, Biblioteca Clásica Gredos, 95,Madrid, Gredos, 1986; y Poesía bucólica latina, ed. bilingüe latín-gallego de Fernando González Muñoz, Santiago de Compostela,Xunta de Galicia, 1993.

23 Cf. Ernst Robert Curtius, Literatura europea y Edad Media latina(1948), trad. de Margit Frenk y Antonio Alatorre, 2ª reimpr. México:Fondo de Cultura Económica, 1976, 2 vols., I, p. 280.

14 VIRGILIO: BUCÓLICAS. TRAD. DE FRAY LUIS DE LEÓN

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microcosmos, puede relacionarse24; cosmos purificado, en loque cabe, de los avatares históricos, que en cada texto puedeconcretarse en un espacio geográfico diferente: en la égloga IXlos alrededores de Mantua construyen el locus; en la X es Arcadiael soporte de la pasión, Arcadia convertida ya, desde su raíz geo-gráfica, en camino de sueño y de poesía25. El marco virgilianoes el espacio de la música, pero no es un lugar ocioso (bien severá en las Geórgicas), sino que en él, al menos en ocasiones, go-bierna el trabajo. Y fuera de ese hortus no es posible la música.

La música es el símbolo de la unidad cósmica. La músicabrota habitualmente del canto o del tañido de los instrumentos,pero no se queda confinada al hombre sino que embarga a todala naturaleza26. Ante el canto de Sileno, en la égloga VI, “pulsaereferunt ad sidera ualles” (84), ‘los valles, golpeados [por elcanto] resuenan hasta el cielo’27. El cielo está contento de escu-char la música mágica del sátiro. Y, cuando la caída de la tarde

INTRODUCCIÓN: I. VIRGILIO 15

24 Para la idea del hombre como microcosmos, cf. Francisco Rico, Elpequeño mundo del hombre. Varia fortuna de una idea en las letrasespañolas (1970), 2ª. ed., reimpr., Madrid: Alianza, 1988. Es impor-tante la concepción del locus amoenus como “alma del mundo”,según afirma Francisco Garrote Pérez “El alma del mundo o elespacio de la mediación”, en Javier San José Lera, ed., Praestanslabore Victor. Homenaje al profesor Víctor García de la Concha,Salamanca: Universidad, 2005, pp. 163-180, es decir, como puenteentre “lo inteligible y lo sensible”, como camino entre lo eterno ylo temporal.

25 Pero de un sueño y de una poesía que no son completamente ama-bles: Galo sueña con estar en la Arcadia, pero no está, y, aun cuan-do estuviera, su pasión ardiente hacia Licoris no se calmaría en lanaturaleza. Vid. Bruno Snell, “Arcadia: el descubrimiento de unnuevo paisaje espiritual”, en su vol. Las fuentes del pensamientoeuropeo, 1963. Trad. del alemán de José Vives, Madrid, Razón y Fe,1965, pp. 395-426.

26 Vid. entre otros ejemplos, I, 53-55: “hinc tibi, quae semper, uicinoab limite saepes / (...) / saepe leui somnum suadebit inire susurro”,‘y aquí, el cercado de la linde vecina, como siempre, te invitará, confrecuencia, al sueño con suave susurro’’.

27 Vid. X, 8: “... respondent omnia siluae”, ‘a todo responden las selvas’.

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apaga la voz del contador de historias maravillosas, sentirá eldesconsuelo de perder tal armonía: el Olimpo, el cielo, se resig-nará con disgusto, inuito... Olimpo, 86.

El canto surca una y otra vez los poemas28. Los pastores seresponden musicalmente en los llamados versos amebeos. Muysignificativa es, en este sentido, la bucólica VII, por cuantoCoridón y Tirsis reflejan dos temas capitales en sus melodías: laveneración por las diversas divinidades (Ninfas, Diana, Príapo):la savia religiosa vertebra el poemario29; y la exaltación de la fuer-za del amor: es pasión tan poderosa que la presencia de la per-sona amada hace brotar fecunda la naturaleza y su ausencia laagosta por completo. Esos versos amebeos se constituyen en elcorazón del poema. Melibeo dirá: “Alternis igitur contendereuersibus ambo / coepere, alternos Musae meminisse uolebant”(VII, 18-19: ‘ambos empezaron a competir con versos alternos,pues las Musas querían que alternos los ejercitaran’). Y es quela alternancia es ritmo, es decir, conciencia del movimiento delcosmos, con el que se alía el microcosmos.

Las Bucólicas, ansiosas de armonía, buscan captar los ele-mentos acordes con el Universo. Por ello, el amor se yerguecomo personaje esencial de la semántica de los versos. El amores buena parte de la música omnipresente. En las Bucólicas lospersonajes ansían construir su máscara teatral más seductora.La soledad es la muerte; la vida es amor y comunicación.

La bucólica II, elegíaca, se enlaza con la X, dedicada a can-tar la pena amorosa de Galo, el poeta amigo de Virgilio. Peroen las Bucólicas los poemas elegíacos se presentan en distancia.No es el poeta el que canta su propia pasión, sino el pastor o

28 Bauzá señala que en las Bucólicas se plasma “la idea órfica delcanto como existencia” (Hugo Francisco Bauzá, ob. cit., p. 129).

29 Las fuentes, consagradas a las ninfas, alcanzan carácter sagrado:“fontes sacros” (Bucólica I, 52); también adquieren tal dimensiónlos árboles: “... sacra pinu” (Bucólica VII, 24). No falta, con todo,alguna huella de epicureísmo, de negación de la intervención de loshombres en los asuntos humanos: vid. VIII, 19-20, y 35.

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los pastores, en forma parateatral, en monológo o en diálogo30.El marco natural hace que el sustrato elegíaco de estos poemasdifiera, con todo, de las propiamente llamadas elegías, como lasque desarrolla Ovidio en sus Amores. La elegía ovidiana, y la deTibulo o la de Propercio (con el antecedente de los poemas catu-lianos), es urbana31. Entran en juego unas relaciones humanasmás complejas, los amantes necesitan del disimulo, del lenguajeno verbal. Aparecen tópicos urbanos como el exclusus amator32.El erotismo es más explícito (vid. Amores, I, 5: “Aestus eratmediamque dies exegerat horam”), mientras que en las Bucólicasse pretende guardar una especie de decoro campesino, sin queello quiera decir que la pasión erótica no sea profunda33. Pero,como decimos, el amor en las Bucólicas es un elemento que espreciso situar en el cuadro general de armonía cósmica34.

La fuerza del amor no carece de dramatismo en las églogas.En la bucólica VIII Damón canta la historia de un pastor abando-nado por su amada. En su desesperación, llega a suicidarse. En

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30 Para las voces narrativas de las Bucólicas, vid. Brian W. Breed, Pas-toral Inscriptions. Reading and Writing Virgil’s “Eclogues”, Londres,Gerald Duckword, 2006. La poesía bucólica presupone la presen-cia de una comunidad, que escucha las voces de los pastores. Perotambién presupone un lector, ausente, que garantiza la pervivenciade tal poesía; que la eleva de la inmediatez circunstancial a la eter-nidad de las almas de la posteridad.

31 Para la oposición entre égloga y elegía, cf. G. B. Conte en “An Inter-pretation of the Tenth Eclogue”, en Virgil. Critical Assessments ofClassical Authors. Edit. By Philip Hardie, Londres y Nueva York, Rout-ledge, vol. I: General Articles and the ‘Eclogues’, 1999, pp. 418-443.

32 En Teócrito sí figura tal tópico. Así, en el Idilio, III, 6-7, y en elIdilio, VII, 122-123.

33 También es más explícito el erotismo en el modelo de Virgilio,Teócrito (vid., por ejemplo, Idilio I, 87-88, y 152).

34 Y en ese cuadro, como ya hemos señalado, la sustancia religiosa escapital. Virgilio se nos presenta como un Musarum sacerdos (enexpresión de Horacio, III, 1, 3). La simplicidad moral de las Bucóli-cas casa bien con el clima austero de los nuevos tiempos regidospor Augusto: es el momento de exaltación de la agricultura (lasGeórgicas) y de exaltación de las virtudes castrenses.

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el mismo poema, Alfesibeo refiere la pasión de una hechicera, pri-vada de su Dafnis. Para hacerlo volver, emplea todos los recursosmágicos35. Y parece que lo consigue. La historia de Damón con-cluye mal; y bien la de Alfesibeo. La utilización de la magia casabien con el marco natural de las bucólicas, pues la magia buscala unidad entre elementos diversos, en la creencia de un secretoorden cósmico.

Si en las Bucólicas se pretende resaltar la unidad cósmica,es comprensible que Virgilio busque marcar, por medio de com-paraciones, la relación entre el hombre, microcosmos, y el granuniverso, macrocosmos. Los seres naturales alientan pasionescomparables a las de los hombres: los establos de ovejas noquieren saber nada de los lobos; los maduros frutos aborrecenlas lluvias; los árboles se quejan de los vientos: a Dametas ledañan los accesos de ira de Amarilis (III, 80-81). La naturalezay los seres humanos bullen en movimiento, sin descanso, arras-trados por vendavales de pasión. Los animales persiguen susapetitos, como los hombres, porque “trahit sua quemque volup-tas”, ‘a cada uno lo arrastra su placer’ (II, 65). Los seres inertesno lo son, en realidad, sino que guardan un alma capaz de sufriro gozar los afanes de las personas. El Ménalo no es un simplemonte, sino que escucha atento los amores de los pastores (VIII,23). La naturaleza está impregnada de una fuerza órfica, prestaa seguir la música tañida por un eficaz Orfeo. Y esa naturaleza,como los hombres y como los animales, no siempre es risueña:depende del afán del día presente. Y cuando Galo muere deamor, llora desconsolada (X, 13-15). La semántica de las Bucó-licas nos ofrece no un paraíso estático, de afanes sedados, porconseguidos, sino un marco de trabajo y esfuerzo (el gran temade las Geórgicas); es un paraíso imperfecto, por cuanto el dolory la muerte no le son ajenos; es un paraíso humano, es decir,necesitado de una construcción incesante. Es un paraíso que

35 Virgilio se inspira en el Idilio II de Teócrito. Pero no se sabe si enel poema del siciliano la hechicera consigue su propósito.

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tendrá su correlato en otro mundo, diáfano y alegre, perfecto:el que Dafnis contemplará en la bucólica V.

Ciertamente, a los hombres –y a otros seres– acechan, en sudecurso vital, no sólo la muerte, sino pasiones que los desaso-siegan sin cesar. Precisamente, el poemario se cierra con labellísima décima dedicada a Galo. Es una bucólica elegíaca, enla que Virgilio ofrece una idea que tendrá fortuna en las letraseuropeas, la del amor como enfermedad36, y la de la difícil oimposible curación de tal dolencia37. El poeta ofrecerá terapiaspaliativas de la pasión38: todo en vano. Acaso el consuelo residaen que el amor, en su fuerza, engendra poemas que lo cantan,poemas que lo eternizan.

En efecto –conviene insistir–, en las Bucólicas no se hurta lapresencia del dolor y de la muerte. Con todo, notas consolatoriaspueden hallarse. Es muy significativa la bucólica V, donde Mopsoy Menalcas cantan la desaparición de Dafnis. Pero lo importantedel poema, en nuestro entender, es la expresión de la armoníacósmica, tanto en el dolor por la muerte del héroe cuanto en laalegría de todos los seres al contemplarlo como dios, en su apo-teosis. La muerte se sublima en eternidad. Y no olvidemos queesta bucólica se halla fijada en el corazón del poemario.

Las Bucólicas pintan una realidad quintaesenciada pero nodesprovista de hondos desgarros. Ya hemos deslindado, rápida-mente, fronteras con respecto a las elegías. Los hombres protago-nistas de sus versos se han desnudado o, lo que es lo mismo, sehan vestido de pastores. Esa desnudez sirve para que el poeta y ellector entrevean al ser humano en una sencillez que la historiale escatima. Y en esa sencillez se pueden estudiar mejor los afanes

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36 Vid. términos como peribat, 10, ‘perecía’ [Galo de amor]; quidinsanis?, 22, ‘¿por qué te muestras como un loco?’, o nostri medi-cina furoris, 60, ‘medicina de nuestra locura’. Vid. BartoloméSegura Ramos, “Virgilio. El amor del poeta”, Epos. Revista de Filo-logía, 18 (2002), pp. 43-56.

37 Vid. X, 60, y 64-69.38 Terapias como la dedicación a la agricultura, a la ganadería (v. 36)

o a la caza (52-60).

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existenciales. Por ello, los acontecimientos históricos quedansiempre alejados, aunque sus efectos pueden herir las vidas de lospersonajes.

La realidad histórica no está ausente de las Bucólicas, insis-timos, pero Virgilio la refleja en cuanto que es la superficie deuna profundidad que es preciso traer ante la mirada del lector.En la bucólica IX se repara en que Menalcas, pastor-poeta, hasido despojado de sus tierras, y apenas si ha podido salvar la vida.Para el pastor Lícidas el crimen, scelus (19), contra el gran poeta,si se hubiera llegado a perpetrar, sería un golpe mortal contrael Universo, pues “Quis caneret Nymphas? Quis humum floren-tibus herbis / spargeret aut uiridi fontis induceret umbra?” (19-20): ‘¿Quién cantaría a las Ninfas? ¿Quién cubriría el suelo conhierbas en flor y quién cobijaría las fuentes con verde sombra?’. Elcrimen contra el poeta destruiría la unidad del Universo, que nopuede existir si alguien no la canta. Lo importante no son los meroshechos históricos, en su apariencia, sino la fuerza moral y poé-tica que en ellos se encierra. La posible realidad biográfica ehistórica queda así sublimada por la profundidad metafísica.

El contacto desnudo del hombre con el cosmos propicia lareflexión sobre su origen y sobre la historia humana. A tal inquie-tud etiológica responde la bucólica VI. En ella un sátiro, Sileno,lleno de sabiduría, en un canto (otra vez la música) refiere a unosjóvenes diversos temas: cosmogónicos (31-42) y mitológicos (43-81). El canto pretende dar un sentido al Universo y trazar histo-rias que han pasado al conocimiento común, es decir, que hancreado una colectividad cultural. La bucólica VI no es ajena altono eglógico, como se suele afirmar39, sino que se sitúa plena-mente en su esencia40.

39 V. Cristóbal habla del “carácter un tanto marginal [de esta égloga]de lo propiamente bucólico”, en su espléndida ed. de Bucólicas, Ma-drid, Cátedra, 1996, p. 169.

40 C. P. Segal afirma que Virgilio pretende en sus églogas desbordar elmarco estrictamente pastoril: vid. “Vergil’s Caelatum Opus: An Inter-pretation of the Third Eclogue”, en Virgil. Critical Assessments of

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Si la música, como elemento unitivo, vertebra el poemario,no tiene nada de extraño que el virtuosismo formal en las Bucó-licas sea extremo. Si los pastores son músicos, músico es Virgilio.La maestría del mantuano ha sido resaltada una y otra vez porlos estudiosos. A manera de ejemplo sólo copiaremos cuatroversos de la bucólica III. Dice Dametas:

Triste lupus stabulis, maturis frugibus imbres,arboribus uenti, nobis Amaryllidis irae (80-81).

Responde Menalcas:

Dulce satis umor, depulsis arbutus haedis,lenta salix feto pecori, mihi solus Amyntas (82-83).

Los pastores, en sus versos amebeos, en sus versos que seresponden, componen líneas rítmicas que saltan ante el oído y lamirada del lector. Es clara, en estos versos, la antítesis de “triste-dulce”. En el primer verso de Dametas (80) brota un quiasmo:lupus stabulis-maturis frugibus imbres, es decir: nominativo,dativo-dativo, nominativo. El quiasmo se repite, pero en el se-gundo verso de Menalcas (83) con nominativo, dativo-dativo,nominativo.

Virgilio cuida pulcramente la dispositio de cada égloga. Losfilólogos se han fijado detenidamente en esta cuestión. En laprimera égloga, los cinco versos iniciales de Melibeo (1-5) secorresponden con los cinco finales de Títiro (79-83). El verso 42en el que se exalta a un iuuenem, que no es otro que Octavio, sesitúa en el centro exacto del poema. En la égloga II, el primerverso se cierra con la palabra Alexin; así sucede con el último(73): Alexis es el principio y fin de la vida de Coridón, aunqueeste al final intente olvidarlo41.

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Classical Authors. Edit. By Philip Hardie, Londres y Nueva York, Rout-ledge, vol. I: General Articles and the ‘Eclogues’, 1999, pp. 231-255.

41 Cf. Vicente Cristóbal, en su ed. cit. de Virgilio, pp. 38-40, que apor-ta bibliografía pertinente.

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Pueden, en efecto, encontrarse relaciones entre los poemasy entre elementos interiores de cada uno de ellos. El primor vir-giliano se ofrece no sólo en cada égloga en particular, sino en loreferente a la trabazón del conjunto. Virgilio traza un verdaderotejido arquitectónico. Así, por ejemplo, un eco dispositivo en eltexto resalta la línea estética que el poeta quiere seguir en su obra.Así, I, 2: “tenui... avena”, ‘con humilde flauta’, se relaciona conVI, 8: “tenui... harundine”, ‘con humilde flauta’. Ambas expre-siones se sitúan al comienzo del poemario y en el inicio de lasegunda parte del mismo, respectivamente. Virgilio quiere expre-sar su voluntad de escribir una poesía humilde y pastoril, frente ala encumbrada poesía épica (acaso haya que matizar que se trata,más bien, de una poesía aparentemente humilde, dado el sus-trato elevado que la rige42). Las palabras de Cristóbal, al respec-to, son muy pertinentes: “... el conjunto de las diez Bucólicasse constituye como un gran poema en el que unas piezas se res-ponden con otras formando anillos en torno a un centro, coro-nado todo ello con una égloga, la X, epifonemática y responsivade la égloga central, la V43”.

El orden de presentación de las Bucólicas no se ajusta, comoes bien sabido, a la cronología de su composición. Se puedeintentar comprender la disposición de los poemas (y algo he-mos avanzado ya, al reproducir las palabras de Cristóbal): esobvio que se ha buscado una alternancia entre bucólicas en diá-logo y bucólicas en monólogo. Establecer iuncturae entre losdistintos poemas no resulta difícil. Si la égloga I se cierra con lallegada de la tarde, lo mismo acontece con la X, la que clausu-ra el poemario (ahora bien, es preciso tener en cuenta que laégloga décima es posterior a las anteriores, pues es del 37 a. C).Visto el poemario en su primera confección como un conjunto

42 Cf. Antonino Grillo, Poetica critica letteraria nelle Buccoliche diVirgilio, Napoli, Librería Científica Editrice, 1971.

43 V. Cristóbal, ed. de Bucólicas, cit., p. 40. Para entender las conco-mitancias entre las bucólicas V y X, véanse las notas con las queacompañamos a los respectivos textos en la presente edición.

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de nueve poemas, la primera y la novena cierran la obra con lapresentación de problemas personales del autor: la suerte variaque sufrieron las tierras de Virgilio ante las confiscaciones delos lugartenientes de Octavio, antes señaladas. Por otra parte, laégloga V, con la muerte y apoteosis de Dafnis, el más bello delos pastores, con la tristeza y alegría consiguientes, con el airefúnebre y la posterior consolatio, se levanta como momento declímax en el tejido del verso. Las églogas segunda y octava rodeanel poemario con un aire elegíaco, de amor desesperado en el la-mento de Coridón, o en los amores que refieren Damón y Alfesi-beo. Las églogas IV y VI ciñen esa quinta nuclear con poemasde tono elevado con respecto a la medida pastoril: se exalta lallegada de una Edad de Oro, en la cuarta; se narra la formacióndel cosmos e importantes historias mitológicas, presentes en laimaginación de la cultura grecolatina, en la sexta. Y los poemastercero y séptimo ofrecen el paralelismo de pastores que en ver-sos amebeos se responden en competencia cantando “los amoresy las vidas” (Garcilaso, soneto XI, 8). Son círculos que van cola-borando a la perfección con la música virgiliana44.

Hemos señalado que el orden de las Bucólicas no se ciñe ala cronología de su composición. La égloga X, según se ha dicho,hay que desgajarla del poemario; es la última, del año 37 a. C.Parece ser que la segunda, tercera y quinta serían las primerasque Virgilio compuso. Son, desde luego, anteriores a la cuarta,pues esta señala que el poeta ya se había ejercitado en el géne-ro pastoril, al desear elevar el tono de su musa. Y la quinta esposterior a la segunda y a la tercera, pues a ellas se refieren ensus versos finales (V, 86-87). La sexta pudo ser compuesta envecindad con la cuarta, pues resulta cercana por tratar temasque, aparentemente, no tocan a lo pastoril y, además, en ella se

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44 Sobre la relación entre las bucólicas, cf. V. Cristóbal, ed. cit., pp.40-43. Para la arquitectura de las Bucólicas y las relaciones numé-ricas entre ellas, cf. Jacques Perret, Virgile, l’ homme et l’ oeuvre,París, Boivin, 1952, pp. 14-29.

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advierte que el autor ya ha cultivado la musa eglógica (VI, 1ss).No hay elementos para datar la séptima, aunque el formosusAlexis puede remitir a la segunda, de la que sería posterior. Sobrela octava ya nos pronunciaremos, enseguida, en cuanto a la cro-nología absoluta. Las églogas I y IX, unidas indisolublementepor los malhadados acontecimientos de las confiscaciones detierras, se sitúan probablemente en el año 40 a. C., momento enque Cremona y Mantua sufren un terrible desgarro.

En consecuencia, podría trazarse la siguiente línea cronológica:las églogas II, III y V serían anteriores al año 40, acaso remontenhasta el 42, cuando Virgilio cumplió veintiocho años, momentoen que la tradición marca el inicio de la escritura de las Bucó-licas. La égloga IV se escribió en el 41 o en el 40, según estédedicada a Asinio Galo, hijo de Polión (nacido probablementeen el 41), o a su hermano Salonino (nacido a fines del 40). Porese mismo año 40 habría que fechar la sexta. Y también en el 40debieron de componerse, según se ha apuntado, la I y IX. Quedael misterio de la VII, y la octava sería del 39, por la posible alu-sión a Polión y a su victoria sobre los partines45.

Virgilio escribió una armoniosa obra que superó las barrerasde su tiempo. Su huella en la literatura posterior ha sido intensa,pero no podemos nosotros tratar esta apasionante cuestión enun espacio tan reducido46. En España, con todo, digamos, que

45 Somos deudores de Saint-Denis, ed. cit. de Virgile, Bucoliques, pp.4-7. Pero la cuestión es polémica y no está cerrada: el propio Saint-Denis ofrece un cuadro con los resultados de distintos filólogos apropósito del tema: cf. p. 6, nota 2. Cf. también Sergio Pennac-chietti, en Bucoliche, ed. bilingüe: introd. di Antonio La Penna, trad.e note di Luca Canali, premessa al testo di Sergio Pennacchietti,cit., pp. 16-20.

46 Las Bucólicas virgilianas se constituyen en el modelo de las que seirán escribiendo en latín. Influyen en las de Calpurnio Sículo (I d.C.), en las de Ensiedeln, de autor anónimo (s. I. d. C.) o en las deNemesiano, III d. C. Vid. Vicente Cristóbal, Virgilio y la temáticabucólica en la tradición clásica, Tesis Doctoral, Madrid, Universi-dad Complutense, 1980.

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las Bucólicas y las Geórgicas no aparecen reflejadas literaria-mente hasta Juan del Encina47. Las églogas de Garcilaso, empa-padas del espíritu virgiliano, se constituyen en el modelo de lospoetas que en el Siglo de Oro cultivan tal género48.

LAS GEÓRGICAS

El gran poema de las Geórgicas49, en cuatro libros, se pre-senta en apariencia como una excelsa manifestación de poesíadidáctica. El poeta pretende enseñar el cultivo del campo y elbuen cuidado de los animales50. Sin embargo, en nuestra opi-nión, las Geórgicas se elevan desde la medianía didáctica a laaltura de un himno apasionado que anhela cantar la gloria deltrabajo rural, hasta el punto de que el poeta parece situar en talactividad el sentido de la vida humana: el hombre es un ser quetrabaja, y que trabaja, sobre todo, la tierra, su madre.

INTRODUCCIÓN: I. VIRGILIO 25

47 Cf. Vid. Vicente Cristóbal, “Las Églogas de Virgilio como modelode un género”, en La égloga, VI Encuentro Internacional sobre Poe-sía del Siglo de Oro (20-23 de noviembre de 2000), ed. de BegoñaLópez Bueno, Sevilla, Grupo P.A.S.O., Universidad, 2002, pp. 23-56.

48 Vid. Jesús Gómez, “El desarrollo de la bucólica a partir de Garcilasoy la poesía pastoril (siglo XVI)”, Dicenda. Cuadernos de FilologíaHispánica, 11 (1993), pp.171-195. Vid. Mª. Teresa Ruestes Sisó, Laséglogas de Fernando de Herrera. Fuentes y temas, Barcelona, Promo-ciones y Publicaciones Universitarias, 1989. Vid. también SoledadPérez-Abadín, “De amor y muerte: la Égloga Amarilis de Herrera”,en su libro ‘Resonare silvas’. La tradición bucólica en la poesía delsiglo XVI, Santiago de Compostela, Universidad, 2004, pp. 227-289.

49 El título de esta obra en latín es Georgicon liber. Georgicon es elgenitivo plural del término griego georgica, ‘lo que tiene que ver conel cultivo de la tierra’. Para un repaso sumario de las fuentes de lasGeórgicas, con especial atención a Hesíodo y Lucrecio, cf. JaimeVelázquez, ed. cit. de las Geórgicas, pp. 28-29.

50 En los cuatro primeros versos del libro I se señalan los temas queserán cantados: 1) el cultivo del campo y la observación de lasconstelaciones (libro I); 2) el cultivo de la vid, aunque en realidad,también se ocupa del olivo (libro II); 3) el cuidado de los ganados(libro III); y 4) el cuidado de las abejas (libro IV).

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Pero no es el laboreo una actividad exclusivamente humana,digna en sí misma, sino que, además, se encuentra amparadapor la mirada de las divinidades, que no son indiferentes, comoquerían los epicúreos, a los afanes de los mortales51. De hecho,son ellos, y en particular Júpiter, quienes imponen tal ocupacióna los hombres52. Y en esa imposición ha de mirarse no tanto uncastigo como una oportunidad para los humanos de ejercer supoder creador en el cosmos y su poder, sobre todo, conservadordel mismo53. La naturaleza, en efecto, el espacio del agricultor,destaca en su faceta fecundante, como que los dioses la impelena la creación. Incluso el propio Júpiter la fecunda (II, 325-327).El trabajo del campo se inserta en una labor esencialmente crea-dora y sacerdotal. El campesino es un sacerdote de los dioses,que propicia el nacimiento de los frutos. Y esa naturaleza fecun-dante es bañada por un aire primaveral, según se verá al hablardel himno a Italia. Al poeta le interesa particularmente tal esta-ción por su carácter de momento germinativo, tanto que le dedicaun himno (II, 323-345). Le parece que en esa época del año secifra la esencia de la vida, como si el resto de los meses no fueransino preludio o epílogo. La primavera es imagen de los primerostiempos: “uer illud erat, uer magnus agebat / orbis...” (II, 338-339), ‘aquello era la primavera, la primavera invadía todo el orbe’.

El trabajo rural, ciertamente, no deshumaniza, por cuanto seacompasa al ritmo de la naturaleza y, así, es cíclico de acuerdocon el fluir estacional (II, 401-402). El agricultor, en el devenirdel tiempo, extiende la mano del dios, y, si aquel crea, este con-tinúa el camino divino. Explicable es, pues, que en las Geórgicas

51 Ceres, por ejemplo, mira benévola al labrador activo (Geórgicas, I,96).

52 Vid. Geórgicas, I, 121-124.53 En efecto, la labor del campesino no es sólo creadora, sino mantene-

dora de la armonía cósmica, pues las cosas, por sí mismas, tiendena la destrucción, de forma que el hombre ha de luchar constante-mente contra las fuerzas desintegradoras, cual navegante que ha deremar continuamente contra la adversa corriente (I, 199-200).

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se exhorte a la veneración de los dioses: “In primis ueneraredeos...” (I, 338: ‘lo primero es venerar a los dioses’)54. Hay querespetar la religiosidad tradicional (I, 338-350). Y los labradoresconservan el culto a los dioses, los sacra deum (II, 473). Sonquienes mejor se acomodan al programa de Augusto, para quienel respeto a los viejos dioses resulta imprescindible si se pretendearmonizar un sociedad herida por tantas disensiones.

No es el agricultor, pues, un ser inferior ni despreciable. Mandacon imperio sobre la tierra, como Roma manda sobre el mundo(los paralelismos entre campos semánticos diferentes en las Geór-gicas son abundantes). Es un ser poderoso, pues “... labor omniauicit / improbus...” (I, 145-146), ‘el trabajo infatigable todo lodominó’. Y en ese poder el agricultor, en expresión moderna, “serealiza”, pues obtiene gloria, como la consigue el pastor músicode las Bucólicas y el guerrero de la Eneida55.

Las Geórgicas exaltan, además, la figura del agricultor desdeun ángulo moral. Cuando la Justicia abandonó la tierra, al finalde la Edad de Oro, dejó huellas, uestigia (II, 474), entre loscampesinos. No es sorprendente que en la casa del labrador,casta... domus, se conserve el pudor, la pudicitiam (II, 524). Bienpuede pensarse, aunque el poeta no lo diga explícitamente, que

INTRODUCCIÓN: I. VIRGILIO 27

54 Vid. también II, 393: “... suum Baccho dicemus honorem”. Aunqueen las Geórgicas hay huellas de epicureísmo, particularmente cuan-do exalta la vida intelectual para poder conocer las causas de losfenómenos cósmicos (II, 477-482) y conservar la calma ante lamuerte, pues esta no ha de verse como el paso para los castigosinfernales (II, 490-492), Virgilio se muestra como un poeta queestablece nexos entre los dioses y los hombres, algo que nieganEpicuro y sus discípulos. Esa religiosidad tradicional es compatiblecon un probable, aunque no seguro, panteísmo, que se manifiestaen Geórgicas, IV, 221-222: “... deum namque ire per omnis /terrasque tractusque maris caelumque profundum”, ‘pues el espí-ritu divino se extiende por todas las tierras, por todos los lugaresdel mar y del cielo profundo’.

55 Vid. Geórgicas, I, 168: “Si te digna manet diuini gloria ruris” (‘Site aguarda la gloria del divino campo’: nótese el epíteto diuini).

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el labrador tiene en su hogar a la perfecta casada56, en un tiem-po de turbulencias matrimoniales, como queda recogido en al-gunos versos de Ovidio (Amores, I, 4).

Pero la naturaleza no es simplemente un lugar de producciónde bienes. Es, sobre todo, bella, si es que no es la Belleza misma.La naturaleza, lo hemos dicho, es sagrada. El poeta se complaceen captar los elementos estéticos que su contemplación le sugiere.El agua sirve, claro, para regar, pero su deslizamiento impele alpoeta a cantar: “... illa [unda] cadens raucum per leuia murmur/ saxa ciet...” (I, 109-110), ‘la onda del agua, al caer por las puli-das piedras, emite un ronco murmullo’. Sensaciones visuales yauditivas se mezclan con maestría, en un adelanto, de las exhi-biciones sinestésicas de parnasianos y simbolistas57.

El labrador vive, en efecto, en un espacio geográfico dotadode vida. La naturaleza, en las descripciones virgilianas, no sepresenta como un conjunto de átomos inertes, sino como un sercon alma sensible, contagiada de los afanes y sentimientos hu-manos. Los montes y los litorales, azotados por vientos indómitos,se lamentan quejumbrosos como personas (I, 334). Seres ani-mados e inanimados lloran la muerte de Eurídice, en un cuadroelegíaco (IV, 460-463). Al tiempo, el poeta gusta de acercarnoscuadros de la naturaleza captados en todo su dinamismo. Las ga-villas se nos ofrecen arrebatadas por las tempestades, verdaderosescuadrones guerreros (“uentorum ... proelia uidi”: ‘vi el comba-te de los vientos’: I, 318: vid. I, 315-335). La naturaleza, en efecto,forma un Cosmos, una unidad, a veces en sosiego, a veces enguerra. Por ello, algunos elementos, como el Sol, la Luna o los

56 En La perfecta casada se busca a la mujer ideal en la figura que losProverbios bíblicos trazan de la esposa laboriosa y casta. Pero no esimposible pensar que Fray Luis también tiene presente, con su apego ala vida labradora, considerada para él como la más excelsa, desde elpunto de vista moral, el cuadro virgiliano de las Geórgicas, sin olvidarque, además, pudo en él influir el “Beatus ille” de Horacio, Epodos, I, 2.

57 Vid. también la descripción de un día cálido. Se secan los ríos y secalienta incluso el limo: IV, 427-428.

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animales pueden emitir signos que anuncian cambios atmosféri-cos (I, 351-497). La naturaleza, sensible, como hemos dicho, alos acaecimientos humanos, se erige en profeta de desastres,como los posteriores a la muerte de Julio César, cuyo trágico finalprovoca la conmoción de diversos seres (I, 466-488).

El objetivo de convertir las Geórgicas en un himno, sinembargo, resultaba arduo, pues el autor partía del peldaño dela poesía didáctica. Era menester una gran capacidad creativaque evitara caer en un prosaísmo desolador para el lector, quecomunicara el hondo mensaje interior de la obra: la glorifica-ción de la tierra y de su sacerdote. Pero Virgilio consigue insu-flar profunda vibración en sus versos. Las Geórgicas, en efecto,huyen continuamente de la acechadora monotonía de un textode aparentes fines modestos. Y el poeta apura recursos variospara animar su escritura. Eficaces, en este sentido, son las com-paraciones, que no son meros recursos retóricos, simples exor-nos. Las comparaciones enlazan los diversos seres del cosmos.La constancia del trabajo rural, así, se compara con el infatigabledecurso de la hormiga (I, 186). El desamparo de Orfeo tras lamuerte de Eurídice recuerda al ruiseñor cuyo nido ha quedadodespojado de los tiernos hijos (IV, 511-51558). El poeta viertesobre el ave un tono elegíaco: “... miserabile carmen / integrat...”(IV, 514-515: ‘[el ruiseñor] renueva su lamentable canto’. Lasaves, como el poeta tracio, como los poetas elegíacos, sientenhondas penas que exhalan en versos impregnados de tristeza.Los lazos más insospechados surgen con este procedimientoliterario. La plantación de la vid, por ejemplo, en su disposiciónsemeja a una legión romana que se extiende presta para entrar

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58 Cf. Mª. Rosa Lida, “Transmisión y recreación de temas grecolatinosen la poesía lírica española”, Revista de Filología Hispánica, I (1959),pp. 20-63, reed. en La tradición clásica en España, Barcelona,Ariel, 1975, pp. 38-99 (cf. pp. 39-52); y de la misma autora, “Elruiseñor de las Geórgicas y su influencia en la lírica española de laEdad de Oro”, Volkstum und Kultur der Romanen, 11 (1939), pp.290-305, reed. en La tradición clásica en España, pp. 100-117.

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