UN VIAJE SEGURO Lic. Juan Francisco Torres Landa R. Ceremonia del Lanzamiento del Libro por el 60 Aniversario de Barrera, Siqueiros y Torres Landa, S.C. Auditorio de la Universidad Panamericana 19 de agosto de 2009 Muy distinguidos miembros del presídium y amigos aquí presentes. Dicen que a estos eventos hay que venir a hablar con el corazón y espontaneidad. En mi caso sí hablaré con la emoción, pero me traiciona la vocación de marino y tuve que venir preparado para la ocasión. Hace cosa más de 60 años en el viejo Puerto de Dolores inició sus travesías un equipo que se hizo a la mar bajo circunstancias muy especiales en 1948. El entonces Capitán Hidalgo, un joven pero ya experimentado marino que incluso peleó en la Gran Guerra en el frente del Pacífico, decidió regresar a la tierra de sus orígenes y lanzar esta empresa. Este personaje a la postre demostró tal talento que incluso llegó a ocupar la Secretaría de Marina de la nación más poderosa de la Tierra. Junto con dos jóvenes egresados de la academia de apellidos Barrera y Siqueiros (quienes mostraron ser experimentados marinos, escritores de manuales de vanguardia, precursores de nuevas áreas de exploración y connotados expertos en distintas materias), decidieron destacar en la atención a sus pasajeros. Ese fue el tamaño de los fundadores de la institución. La apuesta fue la de prestar servicios de calidad, con estricto apego a los más altos cánones de seguridad marítima y legal, pero eso sí, no en un convencionalismo estéril, sino con estrategia, innovación, eficiencia y consistencia. A pesar del vaticinio de pocos logros por otros que los vieron nacer, el éxito fue inmediato. El círculo virtuoso de entrega, confianza, resultados, recurrencia y recomendaciones marcó la diferencia en la atención de quienes solicitaban los servicios de esta empresa marina de asesoría. Pronto fue patente que la sede original de operaciones era ya insuficiente para mantener la creciente demanda de servicios, razón por la cual se decidió hacer un cambio de altura. La elección en los albores de la década de los 60´s fue hacia el Puerto Latinoamericano, un nuevo inmueble que

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ofrecía las condiciones necesarias para poder montarse en la ola de modernidad nacional y tener la perspectiva que permitiera ver el horizonte y anticipar cualquier tormenta o cambio de clima. Las necesidades de la clientela ya no eran solamente locales, sino que los testigos de la calidad habían hecho que pasajeros internacionales que fueron de hecho de los primeros en haber tenido la experiencia, generaran muchos más que venían allende fronteras a probar suerte en territorio nacional y requerían de una experimentada capitanía. El equipo fue creciendo con consistencia, pero siempre la apuesta fue desde entonces a que la calidad y no la cantidad fueran la divisa que distinguiera a la tripulación de esta embarcación. Se fueron escogiendo jóvenes talentos que permitieran una continuidad de mando y una tradición (en la más pura acepción legal del término) en la cual la sangre no fuera un obstáculo sino una de las formas de transmitir los estándares de servicio y calidad que caracterizó a la empresa desde su origen. Fue en esa época en que se incorporó un joven marino de apellido Torres Landa, persona de innata capacidad y sagacidad, además de guapo y distinguido (ustedes saben, cosa de sangre), quien le vino a imprimir un sello de desarrollo empresarial con clientes cada vez más demandantes. Con la salida del ya Almirante Hidalgo a ultramar para asumir responsabilidades de altura, y la consolidación de operaciones, el buque insignia recibe su matrícula definitiva para sus travesías: BSTL. Se realiza un nuevo cambio de instalaciones, ahora en búsqueda de la independencia y de incursionar en territorio poco conocido. Con un profundo sentido de mexicanidad se establecen ya en 1973 las instalaciones portuarias en la zona de Sinaloa, lugar que ofrecía una nueva perspectiva para surcar aguas distintas. Fue una época de grandes experiencias, caracterizadas por tiempos muy cambiantes. De una temporada de gran crecimiento económico que propició muchas nuevas operaciones a nivel nacional e internacional, se generaron nuevas adversidades para muchos de los pasajeros actuales y futuros. Ante esas nuevas condiciones el impulso hacia horizontes hasta entonces desconocidos fue el catalizador de una nueva generación de marinos. Se sumaron destacados cadetes de apellidos, entre otros, Ascencio, Barrera, Rodríguez y otros más. Posteriormente llegaron otros más jóvenes de apellidos Ledesma y Siqueiros, quienes mostraron desde su origen ser aguerridos marinos con la capacidad de enfrentar las adversidades y el mal tiempo con gallardía y entereza.

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El desempeño con clientes fue impecable en esta época, la cual generó el sello de una embarcación que ya recibió el reconocimiento pleno entre las instancias locales e internacionales. La pluralidad del equipo, la interacción entre generaciones de capitanes, la capacitación recibida en escuelas navales foráneas, la creatividad en soluciones, y el irrestricto apego a los valores de honestidad, integridad y consistencia profesional hizo realidad el sueño de los fundadores de lograr no solamente un buque sólido, sino una institución que tuviera la capacidad de transitar generacionalmente en el puente de mando sin que se comprometiera la seguridad jurídica de los pasajeros. Con un nuevo sentido de liderazgo, pero siempre con una visión de no ser convencionales y de estar un paso delante de las necesidades, se busca una nueva instalación para operar. En esta ocasión se opta por una apuesta diversa para llegar a la nueva zona denominada Montes Urales, a la cual a través de un sistema de canales periféricos se tiene acceso para llegar a los puntos de navegación. En años se habían venido retirando los capitanes de la primera generación del navío, todos con la consciencia de haber cumplido plenamente sus obligaciones temporales. En esas circunstancias, y ante ciertas turbulencias en que era común la presencia de nubes de las conocidas como “nimbus devaluacionis", hacia 1995 se hicieron a la mar la nueva generación de marinos a quienes se tuvo confianza a pesar de su corta edad en la mayoría, pero con la seguridad de que contaban con la experiencia colectiva que permitiría hacer frente a los nuevos retos y demandas del mercado. Fue en esta época en que el país optó por la apertura en rutas internacionales, por lo cual fue indispensable redoblar esfuerzos para sobrevivir y destacar no obstante la presencia de embarcaciones de última generación. La realidad es que los clientes siguieron favoreciendo la trayectoria de calidad e integridad de BSTL y, por lo tanto, el éxito no mermó, sino de hecho propició un crecimiento numérico en la cadena de mando, siendo consistentes con las mejores técnicas navales que en el mundo existen para embarcaciones de nueva generación. Incluso para lograr la flexibilidad en ataque de las necesidades de pasajeros multi-destinos, se propició en 2004 la apertura de una flota regiomontana, nave muy relevante para los tiempos por venir. Los jóvenes se multiplicaron, y en una decisión para muchos osada, no solamente se dio cabida a esa nueva generación, sino que se eliminaron muchas de las distinciones de rango para dejar que afloraran las mejores condiciones de trabajo y desempeño. El abrir espacios en la toma de decisiones permitió la mayor compenetración en el rumbo de cada viaje,

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generando un compromiso y comunidad en la que se fortaleció el tradicional profundo sentido de pertenencia y camaradería de la tripulación. Esta historia nos lleva a la más reciente sede de operaciones en la zona marítima de los Arcos Bosques, una demarcación que con absoluta modernidad ya del siglo XXI aloja a muchas empresas del ramo. BSTL estrenó hacia 2007 un moderno barco que con criterios de eficiencia, sencillez y vanguardia auspicia las operaciones a estos días. Es en ese lugar desde donde se siguen honrando los principios con los que inició el viaje desde el Puerto de Dolores, la ética, integridad y honradez profesional por sobre todas las cosas. Similar modernidad se logró en la renovación de la nave frente al Puerto del Cerro de la Silla. El equipo naval ha tenido cambios en toda esta historia narrada en los anteriores párrafos. El sucesivo ir y venir de participantes a lo largo de ya más de seis décadas no ha debilitado, sino por el contrario revigorizado su funcionamiento. Ha habido miembros del equipo que han optado por desembarcar y cursar a otros destinos, todos los cuales han permitido que BSTL tenga embajadores en muchos puertos. A todos ellos reconocimiento y fraternidad. Siendo consistentes con una práctica de ser muy activos en el estudio y la academia naval, hoy nos reunimos para presentar a ustedes esta compilación de un manual de navegación de temas selectos en los que nos propusimos abordar áreas de tormenta y adversidad, y proponer soluciones creativas y de profundidad. Esperamos que sea de su agrado este instrumento, el cual persigue generar el debate intelectual y práctico que es el motivo de su lanzamiento. El empeño de ser diversos e innovadores y no conformarse con soluciones simplistas ha sido la premisa que orientó su creación. Es importante agradecer a todos los que nos precedieron y que han hecho posible llegar a este momento en la vida de la institución. Las leguas marinas han sido muchas, pero el viaje inició con un primer impulso que no se puede o debe olvidar. Es el esfuerzo diario el que a partir de entonces nos permite estar hoy aquí en una academia muy distinguida que justamente se dedica a la capacitación de nuevos marinos, muchos de los cuales han encontrado en BSTL el navío de su predilección y desarrollo. Por ello finalizo como empecé, diciéndoles a todos ustedes que sean muy bienvenidos a un viaje seguro en altamar con el equipo BSTL que está ahora y siempre a su disposición para llevarlos a sano puerto. Gracias.