bourdieu espacio social y genesis de las clases
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Teoria de los camposTRANSCRIPT
BOURDIEU, Pierre: Espacio social y génesis de las clases
Bourdieu presenta una teoría del espacio social que supone una ruptura con la teoría de
mayor influencia en este campo, la teoría marxista. El desarrollo de su elaborada y
compleja teoría, en donde el mundo social se entiende como un espacio de relaciones,
fuerzas, capitales; lo conduce a encontrar en el campo simbólico, el lugar en donde se
llevan a cabo, luchas determinantes de poder. Su teoría, construida en diálogo constante
con la teoría de Marx, revela a ésta última, como el principal obstáculo para la
formación de una adecuada teoría del mundo social.
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La construcción de la teoría del espacio social de Bourdieu, se da a partir de rupturas
con la teoría marxista. Inicialmente distingue tres rupturas importantes: (1) ruptura con
el privilegio de las sustancias sobre las relaciones, que lleva a considerar la clase
teóricamente construida como una clase real; (2) ruptura con el economicismo, que
olvida lo multidimensional del espacio social; y, (3) ruptura con el objetivismo que
ignora las luchas simbólicas.
El espacio social.
Entendiendo la sociología como una topología social; se puede representar al mundo
social en forma de espacio de varias dimensiones, construido sobre la base de principios
de diferenciación o distribución, dados por el conjunto de propiedades que actúan en el
universo social (p.281). Estas propiedades son capaces de conferir poder a aquellos que
las poseen con fuerza, poder. Los agentes se definen por sus posiciones relativas en este
espacio y la clase está dada por las posiciones vecinas. Luego, el conjunto de
propiedades actuantes, puede ser descrito como un campo de fuerzas, esto es, un
conjunto de relaciones de fuerzas objetivas que se imponen a todos los que entran en ese
campo y que son irreductibles a las intenciones de los agentes individuales o incluso a
sus interacciones directas.
Bourdieu continúa su planteamiento, estableciendo que la sociedad se articula en
ámbitos que se entrecruzan. Las propiedades actuantes, retenidas como principios de
construcción del espacio social, son las diferentes especies de poder o de capital,
vigentes en los diferentes campos. La sociedad es un espacio social y sus campos se
organizan en función de los capitales: (1) el capital económico o capital objetivado,
(2) el capital cultural o capital incorporado, y, (3) el capital simbólico. El capital,
entonces, es el conjunto de habilidades que tienen las personas para conducirse en
situaciones determinadas.
La estructura del capital está dada por su volumen y su composición u origen.
Asimismo, la posición de un agente en el espacio social, depende de los tipos de
capitales dados por su volumen o por su origen. Los sujetos concretos nos movemos en
varios campos, visto de modo individual, sin embargo, moverse en las estructuras toma
tiempo, los desplazamientos con frecuencia demandan esfuerzo, trabajo y tiempo.
Las clases en el papel.
Entonces, los campos se entrecruzan y nuestra posición es la intersección de los
campos a los que pertenecemos y del capital que tenemos. El hecho de ocupar
similares posiciones sociales hace que se den grupos con similares relación al poder y
similares cuotas de capital. En efecto, esto es lo que Bourdieu define como la clase en el
papel: “un conjunto de agentes que ocupan posiciones semejantes y que situados en
condiciones semejantes y sometidos a condicionamientos semejantes tienen todas las
probabilidades de tener disposiciones e intereses semejantes y de producir, por tanto,
prácticas y tomas de posición semejantes”.
Al hacer análisis de clase, hay que entender el campo objetivo de acuerdo a las clases
sociales. Se debe de partir de las estructuras de relaciones objetivas, dadas por el tipo de
capital que hay en un campo social.
En el espacio social, se habla de campos de fuerza porque los sujetos aceptan las reglas
del juego de ese campo y porque, en ese campo, hay posiciones con distinto poder, que
siempre están en pugna. Son campos de fuerza, porque existe una competencia por
quién ocupa las mejores posiciones, por quién tiene derecho a nominar en ese campo. El
mundo social que se puede decir y construir de distintas maneras, supone un espacio de
nominación que comprende la posibilidad de; definir las cosas y los valores de las cosas
o quienes tienen derecho a la distribución de las cosas. Es la pugna dada en un espacio
de lucha por nominar lo legítimo, lo correcto o lo incorrecto. A partir de aquí se puede
hablar de categorías de personas, que más expresan la manera de nominar o denominar
las cosas.
La percepción del mundo social y la lucha política.
La percepción del mundo social, es el producto de una doble estructuración social: por
la parte objetiva, esta percepción está socialmente estructurada en combinaciones de
desigual probabilidad; por la parte subjetiva, está estructurada porque los esquemas de
percepción y de apreciación, son el producto de luchas simbólicas anteriores y expresan
el estado de las relaciones de fuerzas simbólicas. La pluralidad de visiones del mundo se
fundamenta en las combinaciones de propiedades, sometidas a variaciones de orden
temporal, cuya significación, suspendida en el futuro, es indeterminada.
El sentido de la posición, ocupada en el espacio social, es el dominio práctico de la
estructura social en su conjunto. Al incorporarse las estructuras objetivas del espacio
social, en las categorías de percepción del mundo social, este último se naturaliza y los
agentes se ven inclinados a tomarlo “tal cual es”. Este grado de naturalización y de
aceptación, aumenta en la medida que las condiciones de existencia sean más rigurosas.
Es altamente significativo, que el conocimiento del mundo social y de las categorías que
lo posibilitan es lo que está verdaderamente en juego en la lucha política, una lucha
teórica y práctica por el poder de conservar o transformar el mundo social, conservando
o transformando las categorías de percepción de ese mundo. Es comprensible entonces,
que una de las formas elementales del poder político, haya sido en muchas sociedades el
poder de nominar y de hacer existir gracias a la nominación.
El espacio social y las diferencias que en él se trazan, tienden a funcionar
simbólicamente como un espacio de estilos de vida. Aquí la distinción, es la diferencia
inscrita en la propia estructura del espacio social, cuando se le percibe conforme a
categorías acordadas a esta estructura. La distinción, o capital simbólico, es el capital de
cualquier especie, percibido por un agente dotado de categorías de percepción que
provienen de la incorporación de la estructura en su distribución, es decir, cuando es
percibido como natural.
El orden simbólico y el poder de nominación.
En la lucha por el monopolio de la nominación legítima, los agentes comprometen su
capital simbólico y su poder sobre las taxonomías instituidas. Las estrategias que
utilicen pueden situarse entre dos extremos: el insulto, un simple particular trata de
imponer su punto de vista asumiendo el riesgo de la reciprocidad; y la nominación
oficial, acto de imposición simbólica que cuenta con la fuerza de lo colectivo, porque es
operada por un mandatario del Estado –detentador del monopolio de la violencia
simbólica legítima. La cuestión de la legitimidad, surge de la propia posibilidad de este
cuestionamiento, de esta ruptura con la opinión propia, que acepta como una evidencia
el orden habitual.
La delimitación objetiva de clases construidas, permite comprender el principio y la
eficacia de las estrategias clasificatorias con las que los agentes aspiran a conservar o a
modificar en ese espacio, y los puntos de vista sobre ese espacio mismo, la constitución
de grupos organizados, para la defensa de los intereses de sus miembros.
Habiendo deducido que hacer ciencia social, puede realizarse de modo que sea una
forma de proseguir la política con otros medios, Bourdieu describe el rol que debe
ejercer el científico social. Este, debe objetivar incluso la objetivación, es decir,
objetivar el campo de producción de las representaciones objetivadas del mundo social
y, en particular de las taxonomías legislativas –en una palabra, el campo de la
producción cultural o ideológica.
El campo político y el efecto de las homologías.
Dado que, los intereses directamente comprometidos en la lucha por el monopolio de la
expresión legítima de la verdad del mundo social, tienden a ser el equivalente específico
de los intereses de los ocupantes de las posiciones homólogas en el campo social, los
discursos políticos se ven afectados por una suerte de duplicidad estructural. Parecen
directamente destinados a los mandantes, pero en realidad se dirige a los competidores
en el campo. Aquí, la historia del campo social, está presente tanto de forma
materializada, como en forma incorporada. Tanto el status como el habitus son
productos de la historia, susceptibles de ser transformados, con mayor o menor
dificultad por la historia.
La clase como representación y como voluntad.
El misterio del proceso de transubstanciación que hace que el portavoz autorizado, se
convierta en el grupo que él expresa, sólo puede ser penetrado a partir de un análisis
histórico de la génesis y del funcionamiento de la representación, por el cual el
representante hace al grupo que lo hace. El portavoz, que sustituye al grupo, hablando y
actuando en nombre de él; recibe el derecho de tomarse por el grupo, de hablar y actuar,
como si fuera el grupo hecho hombre.
Ahora bien, la política es el lugar por excelencia de la eficacia simbólica, acción que se
ejerce por signos capaces de producir cosas sociales, y en particular grupos. Por este
motivo se debe proceder a una crítica de la razón política; la que está intrínsecamente
inclinada, a abusos de lenguaje, que son abusos de poder. Esto, es necesario si se quiere
plantear el problema por el que debiera comenzar toda sociología: el de la existencia y
el del modo de existencia de los colectivos.
La clase existe en la medida en que los mandatarios dotados de poder puedan estar y
sentirse autorizados a hablar en su nombre. En la medida en que pueden hacerla existir y
exhibirla simbólicamente por medio de la manifestación, esto les permite a los
representantes ofrecer la representación de su representatividad. Esta clase como
“voluntad y representación” no tiene nada de la clase en acto, pero no por eso es menos
real.
Creada con un inmenso trabajo histórico de invención teórica y práctica, la clase, es
recreada sobre la base de la producción y reproducción de la creencia y a la institución
encargada de asegurar la reproducción de la creencia. Asimismo, existe en y a través del
cuerpo de los mandatarios, que le dan un habla y una presencia visible; y que consiguen
imponer la creencia en su existencia a través de sus representaciones, sobre la base de
“las afinidades que unen objetivamente a los miembros de la misma clase en el papel,
como grupo probable” (p.309). El mayor obstáculo para el proceso de una teoría
adecuada del mundo social, lo constituye, entonces, la incapacidad de la teoría social de
integrar el efecto de teoría, ocasionada en gran parte por el éxito histórico de la teoría
marxista.
http://misociologia.blogspot.com.ar/2004/03/espacio-social-y-gnesis-de-las-clases.html