bonilla y vior - mundo de la vida, ciudadanía y migraciones

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    Mundo de la vida, ciudadana y migraciones

    Alcira B. Bonilla(Univ. de Buenos Aires/CONICET, Arg.)

    Eduardo J. Vior

    (Univ. Fed. da Integrao Latino-Americana, Foz do Iguau, PR, Brasil)

    Siguiendo a . Balibar y M. Foucault puede afirmarse que las migraciones contemporneasconstituyen el hecho biopoltico mayor de nuestro tiempo. Cientos de millones de seres humanosse encuentran actualmente en movimiento por el mundo buscando un sitio donde construir una vidadigna, otros tantos lo experimentaron hace una o dos generaciones y otros ms se preparan a

    hacerlo. Sin embargo, la mayor parte de la produccin cientfica y filosfica acerca de esta cuestinexistencial de la vida humana sobre el planeta se realiza desde la posicin del insider en lassociedades de arribo de las migraciones, tratndolas como un fenmeno ajeno y anormal y

    buscando protegerse de ellas mediante las normas y los cdigos simblicos que regulan el acceso ala comunidad de los asentados. Esta toma de posicin enunciativa lleva a las y los investigadores aconstruir una dualidad entre el inmigrante que espera ante las puertas de las sociedades de acogida yel ciudadano que goza de todos los derechos, inclusive del de alterar a gusto los criterios para elingreso a su comunidad.

    La experiencia histrica muestra empero que las fronteras no son tan ntidas, que algunosindividuos y grupos recin llegados a una comunidad pueden ser cooptados por los miembros de

    sta, mientras que a otros largamente asentados en el mismo territorio se los mantiene en susmrgenes por generaciones, que grupos hasta hace poco tiempo migrantes se han transformado enferoces guardianes del ingreso a las comunidades de arribo y viceversa, que quienes ostentabanalguna vez orgullosamente ese rol de repente se ven expulsados y lanzados a la bsqueda de unnuevo hogar. No existe, por consiguiente, un criterio objetivo para delimitar el mundo de lasmigraciones internacionales contemporneas. Son inherentes al mundo cotidiano de la vida delsistema capitalista imperante y se las debe tratar como un fenmeno ubicuo y normal para no recaeren teoras sesgadas y parceladoras de la realidad.

    A partir de la promulgacin de la Ley argentina de Migraciones N 25.871 en enero de 2004,los autores de esta contribucin han explorado en mltiples trabajos desde una aproximacinintercultural a los derechos humanos las consecuencias y efectos del derecho humano a la migracin

    proclamado en el Art. 4 de esa norma1(Bonilla 2006a, 2007b, 2008a, 2008b, 2008d, 2009b, 2010b,2010c; Vior 2004c, 2005b, 2006a, 2007b, 2007c, 2008a, 2008d, 2009, 2010). El ms trascendente

    parece ser su impacto sobre las relaciones de legitimacin en el Estado contemporneo. Resultaobvio inferir que, si la migracin es un derecho humano, todo individuo o grupo tiene el derecho a

    permanecer en su lugar de origen, trasladarse por el mundo y asentarse donde le plazca para llevaruna vida digna gozando de todos sus derechos humanos, incluidos los polticos. Ya no son losestados nacionales quienes pueden seleccionar la composicin tnica y cultural de sus poblaciones,

    1 El derecho a la migracin es esencial e inalienable de la persona y la Repblica Argentina lo garantiza sobrela base de los principios de igualdad y universalidad (Ley N 25.871, art. 4). Esta Ley fue reglamentada por

    el Decreto N 616/2010.

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    sino los seres humanos, individualmente o en grupo, quienes tienen el derecho a decidir en quEstado desean vivir. Esta inferencia tiene consecuencias no slo sobre la relacin entre los recinllegados a una comunidad poltica y el Estado que la gobierna, sino tambin sobre el horizonte de

    posibilidades y expectativas de los migrantes, sobre las condiciones de vida de las poblaciones de

    acogida y sobre el carcter de la ciudadana ejercida dentro de los estados de salida y de llegada.En este trabajo se propone una sntesis de los aspectos arriba enunciados para mostrar de qu

    modo el fenmeno migratorio y el reconocimiento y vigencia del derecho humano a la migracinobliga a modificar las concepciones modernas de ciudadana, todava vigentes en los regmenes

    polticos actuales y en gran parte de la produccin cientfica a pesar de sus sucesivas puestas encrisis tanto por la cada del mundo bipolar, como por el recrudecimiento de nacionalismos de viejadata y las presiones del mercado globalizador. Para el cumplimiento de tales objetivos, pocoelaborados por los estudios migratorios contemporneos, los autores sealan tres ejes bsicos de su

    perspectiva discursiva: una posicin terica intercultural, una posicin epistemolgicainterdisciplinaria y una conviccin tico-poltica emancipadora.

    La propuesta terica de los autores ser desarrollada en torno de los tres aspectos enunciadosen el ttulo: la teora y el mundo de la vida; la ampliacin de la nocin de ciudadana y lasrelaciones posibles entre un tratamiento ampliado de la ciudadana y la participacin poltica de lasy los migrantes, que dan por resultado la nocin de ciudadanas interculturales emergentes. Estosdesarrollos tericos y epistemolgicos se aplicarn por ltimo al anlisis de una situacin tpica enla que conflictos caractersticos de fronteras culturales se entrelazan con aqullos originados enlas reacciones de minoras blancas transplantadas ante la irrupcin en la escena pblica decomunidades de origen inmigrante. En este trabajo se caracteriza a tal fin el proceso que se da en laProvincia de Ro Negro (Patagonia argentina). Tal contraposicin entre las lneas de abordaje

    propuestas y un ejemplo que puede considerarse tpico sirve en la presente contribucin parasubrayar la importancia del clivaje entre las culturas y la necesidad de una perspectiva intercultural

    arraigada en el mundo de la vida tanto para poder realizar un anlisis terico riguroso de estadimensin del conflicto como para elaborar propuestas superadoras tendientes a producir cambiosen los imaginarios sociales y en las polticas pblicas que muchas veces los reflejan.

    Teora y mundo de la vida

    Los lamentos habituales de estudiosos que provienen del mbito de las Humanidades y lasCiencias Sociales acerca del lugar menor que la sociedad les reconoce y la funcin poco clara eincidencia escasa que adjudica a sus saberes respecto del bien comn social (con la consecuencia deque tales acadmicos resultan postergados en el otorgamiento de subsidios, premios y cargos)

    reflejan un clima de malestar bastante generalizado que hace surgir un abanico de actitudes entre lasde encierro elitista y otras de sometimiento a los poderes, sean stos polticos, religiosos oeconmicos. En tales debates prospera un clima de nostalgia que se alimenta de rememoraciones

    poco contextualizadas de las pocas presuntamente felices de Platn, Cicern, Sneca, Voltaire oHegel. Tornando la atencin a contextos de mayor responsabilidad terica, en stos se observanigualmente una cierta desazn expresada en polmicas sobre la especializacin de las disciplinas yla compartimentacin de los saberes -hoy puesta en tela de juicio desde diversas orientacionesepistemolgicas-, la necesidad de abordajes complejos como el aqu defendido-, y algunos revivalsde las discusiones sobre el papel de los intelectuales y/o acadmicos en la sociedad que secristalizaron hace unas dcadas en las frmulas del intelectual orgnico o del intelectual libre.Contra estas voces paralizantes de quienes promueven la nostalgia o la desazn, tal vez convenga

    retornar a la figura filosfica de Edmund Husserl quien plante la necesidad de reparar en el olvido

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    manifiesto de laLebenswelt (el mundo de la vida) en las filosofas y las ciencias vigentes, y, conello, en el descuido por parte de numerosos acadmicos y acadmicas de los problemas msacuciantes de la sociedad que son los de la vida cotidiana (lo que no indica un compromiso conintereses inmediatos), as como en el afn rigorista y erudito, cada vez ms especializado, que

    caracteriza el cultivo de las disciplinas cientficas y filosficas. Habida cuenta de los anlisis ya delarga data sobre las crisis de los saberes vigentes, parece entonces oportuno retrotraer lasinvestigaciones de estos mbitos del saber a la pregunta bsica de la sabidura andina por el SumakKawsay (el buen vivir o la vida en plenitud) (Macas 2010: 14), tarea que se despliegafundamentalmente, aunque no slo, en el contexto concreto de la vida cotidiana del da a da. Paraesto se deberan abandonar un tanto las distinciones lgicas y las oscuridades conceptuales, queadems de legtimas muchas veces fascinan y entretienen a los intelectuales, y seguir la exhortacinque haca M. Merleau-Ponty a las y los filsofos coetneos: El primer acto filosfico tendra queser volver al mundo vivido (Merleau-Ponty 1945:69).

    En efecto, el mundo de la vida cotidiano resulta paradjicamente mucho ms complejo que

    la red de datos, conocimientos, experimentos, leyes, modelos y teoras en la que se muevencientficos y filsofos. Los seres humanos estamos situados en un mundo natural determinado (noinmutable) que se nos impone como dado y nos encuadra espacial y temporalmente junto con losdems vivientes, e integrados en un mundo socio-cultural y, por ende, histrico; ambosinextricablemente fusionados en el mundo de la vida: No solamente tengo un mundo fsico, novivo solamente en medio de la tierra, del aire y del agua, tengo a mi alrededor caminos,

    plantaciones, pueblos, calles, iglesias, utensilios, una campanilla, una cuchara, una pipa (Merleau-Ponty 1945:399). En este mundo de la vida los seres humanos conocen y actan intersubjetivamentey en comunidad con los otros seres humanos y vivientes; con ellas y ellos comparten, conocen,nombran, actan y recuerdan el mundo de la naturaleza y el socio-cultural e histrico. Es decir, eneste mundo de la vida, adems, la experiencia de cada ser humano y de cada grupo humano se

    articula, muchas veces conflictivamente, con la experiencia de los dems individuos y grupos.Tambin es el contexto donde se instauran y determinan las biografas personales y las historiasgrupales. Siguiendo la inspiracin husserliana, el dato ms bsico para el pensador es la experienciade que los seres humanos viven en un mundo intersubjetivo, interactuando y comunicndoseconstantemente con los otros, en la conciencia de las semejanzas y de las diferencias. Para decirlocon palabras de P. Berger y de L. Luckmann: S que mi actitud natural para con este mundocorresponde a la actitud natural de otros, [] que tambin ellos organizan este mundo en torno delaqu y ahora de suestar en l y se proponen actuar en l. Tambin s, por supuesto, que los otrostienen de este mundo comn una perspectiva que no es idntica a la ma. Mi aqu es su all. Miahora no se superpone del todo con el de ellos. A pesar de esto, s que vivo con ellos en un mundoque nos es comn. Y, lo que es de suma importancia, s que hay una correspondencia continua entre

    mis significados y sus significados en este mundo (Berger y Luckmann 1972:40-41). De modoconsciente o inconsciente el mundo de la vida cotidiana constituye un modo de ver y vivir larealidad; en lenguaje cortazariano, una instalacin que se vertebra en el aqu y ahora de la sociedada la que cada ser humano y grupo pertenece que, por su parte, se da en una red de relaciones con losotros miembros de la sociedad y con los de sociedades diferentes.

    Acentuando la dimensin cognoscitiva del mundo de la vida, en tanto ella es la queposibilita toda experiencia de conocimiento y la construccin misma del saber, una de lasacepciones tericamente ms poderosas de laLebensweltbrindada por Husserles la definicin queaporta en Erfahrung und Urteil: mundo en el que siempre hemos vivido y que ofrece el terreno

    para toda funcin cognoscitiva y para toda determinacin cientfica (Husserl, 1954: 38; Husserl,

    1980: 43). La mencin de la definicin husserliana en este trabajo no ocupa meramente un lugar

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    erudito, sino que tiene una doble significacin. Por un lado, volviendo nuevamente la atencin alfenmeno migratorio (olvidado insistentemente en mbitos como la filosofa y la ciencia poltica) sesostiene que este fenmeno ha integrado siempre, aunque con manifestaciones diversas, el mundode la vida cotidiano, pero que ahora lo hace de maneras especficas y potentes provocando cambios

    sustantivos en los modos de entender y practicar la ciudadana. Sin embargo, frente a este fenmenocontemporneo que es parte de los cambios operados por el proceso de globalizacin en cursoestamos en un estado de desvalimiento y crisis terica tales que, sin pretender transparenciaabsoluta, se impone la mediacin de una interrogacin de corte gentico, tal como se deriva deltexto husserliano citado. Siguiendo a Suzanne Bachelard en su interpretacin de este pasaje deHusserl (Bachelard, 1957: 215), parece imponerse al filsofo y al cientfico social que intentenabordar el fenmeno migratorio una reduccin de tipo gentico que contribuya a suprimirsedimentaciones y mediaciones cientficas que han llegado al lmite de sus posibilidades y permitaacceder a una experiencia deslastrada, ms originaria y ms rica, del fenmeno migratorio, paraavanzar nuevamente en la investigacin a partir de all. Sin embargo, en este trabajo se pretende unretorno gentico al mundo de la vida cotidiano y a los efectos de las migraciones contemporneas

    en el mismo, entre otros, el de una modificacin de las ideas ms compartidas sobre la ciudadana,como se dijo anteriormente, en una lnea universalista que se aparta del Husserl ms explcito.Aunque sta no sea una exposicin metodolgica que se aboque al tratamiento de estas diferencias

    parece oportuno retomar aqu los tres ejes bsicos del locus enutiationis o perspectiva discursiva dela misma (posicin terica intercultural, posicin epistemolgica interdisciplinaria y conviccintico-poltica emancipadora) y explicitar el punto de vista de los autores sobre los dos primeros, entanto el tercero resulta el supuesto de los pargrafos que siguen.

    Respecto de la posicin epistemolgica y terica intercultural, se seala brevemente que sibien existen diversas lneas y enfoques contemporneos del pensamiento intercultural, y cantidad deestudios de diversos autores que toman buen cuidado en distinguir esta perspectiva de las diversas

    manifestaciones del multiculturalismo liberal (Bonilla, 2008c: 27-34), en este artculo se hacereferencia al enfoque bsico sostenido por los integrantes de la Escuela de Aachen (Bonilla 2005) ydel Programa de Dilogo Intercultural Norte-Sur formado a partir de los aos 90 por considerarque se trata de una propuesta amplia, en estado de elaboracin avanzado, que sirve, adems, decatalizador de otras vertientes del pensamiento intercultural y de la Filosofa y la Teologa de laLiberacin. Entre otros valores intrnsecos, hay que destacar que desde lo epistemolgico, perotambin desde lo tico-poltico, esta forma de pensamiento intercultural se hace cargo de laviolencia ejercida por el colonialismo de los lenguajes y las teoras, habilitando as un tratamientoms amplio de temticas como la del presente trabajo. Con seriedad se asume la existencia y

    persistencia de modos de colonialismo europestas (castellano-espaol, portugus. francs, ingls,norteamericano, globalizado) que generaron una condicin colonial que contina hasta la fecha.

    La gravedad y el estilo de la condicin colonial que afect los pases de Amrica conquistados ycolonizados por la Corona de Castilla se entienden mejor si a la consideracin de los factores

    polticos, sociales y econmicos que conformaron las diversas formas de dominacin en estosquinientos largos aos se suma la de los culturales y educativos que estn en la raz de lainferiorizacin, racializacin y marginacin de los pobladores originarios, de los esclavosimportados de frica y sus descendientes y tambin de los mestizos, criollos e inmigrantes, con elagravante de que esta Amrica -a diferencia de Asia- fue imaginada por aadidura como lugarvaco por los conquistadores, siendo denominada posteriormente el desierto (logrado gracias algenocidio), el lugar de la barbarie. Aqu se habla de condicin y no de situacin colonial paradar cuenta del fenmeno de la persistencia y aparicin constante de nuevas formas e instrumentosde colonizacin y sobre todo de la identificacin con los mismos que se produjo en las naciones

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    luego independizadas de la metrpoli hispana durante todo su transcurso posterior. A partir de losealado puede reflexionarse sobre la necesaria condicin colonial de la lengua, el pensamiento, lasciencias y las prcticas acadmicas en este lugar de Amrica (la ciudad letrada investigada porngel Rama).

    Tomando en cuenta la historia del colonialismo occidental este enfoque intercultural sepresenta como opuesto a las prcticas del saber colonial y se propone poner de manifiesto la riquezadel pensamiento de aquellas culturas cuya dignidad cognitiva ha sido sustrada. Para ello cuestina el

    prejuicio que excluye de la filosofa y de las ciencias modos de pensamiento que no condicen conlos consagrados en las academias porque se los supone irracionales, mitolgicos o religiosos o

    porque carecen de literatura cannica identificable como filosfica o cientfica, y se procura unareformulacin del sentido y la tarea del pensar intentando un intercambio con saberes anlogos a losoccidentales presentes en las diversas tradiciones culturales del mundo. Respecto de AmricaLatina, la perspectiva intercultural alienta la reconstruccin de esta historia tomando en cuenta laviolencia epistemolgica trgica sufrida por las ricas tradiciones de pensamiento prehispnicas o

    las que se fueron desarrollando luego, en general al margen de la academia (Fornet-Betancourt,2008: 150-152).

    Partiendo de la idea-fuerza de que toda teora intercultural es un pollogo de razones pluralesy contextuadas (Esterman 2006:46ss.) que se construye como un intercambio hermenuticomutuamente interpelador, oyente e interpretativo (Fornet-Betancourt 2004c:256-257), se esbozaaqu una posicin polilgica, superadora tanto de universalismos apriorsticos o dialcticamenteteleolgicos as como de los relativismos e instauradora de una universalidad de horizonte(Bonilla 2007a). Este modelo fuerte de pensamiento intercultural, en acuerdo con la Escuela deAachen, puede concebirse segn la metfora de la traduccin (Fornet-Betancourt 2003a:14).Siendo la traduccin la operacin humana que ha generado los mayores intercambios y produccinde saber entre los seres humanos, con toda la ambigedad y conflictos que siempre subyacen a los

    mismos, esta metfora resulta de enorme inters, dado el carcter universal de la traduccin (msall de las discusiones ontolgicas y ticas acerca de si la traduccin es posible, como sealaUmberto Eco, y con l varios autores ms, la gente traduce) (Eco 2008)2. Con esta metfora

    pregnante se representan las teoras o formaciones discursivas anlogas- histricas y actuales queprovienen de diversas matrices culturales como integrantes de pollogos de razones posibles entrediscursos situados y contextuales de diversa ndole. Desde esta perspectiva, los criterios de verdadno estn dados a prioridesde un lgosetno- y androcntrico, como ha ocurrido con la filosofa y lasciencias europeas en el continente primero y luego en los pases coloniales. Por esta razn, sesostiene la necesaria inclusin en el pollogo filosfico de las variables del poder y la dominacinque en los pases de Amrica, Asia y frica se determinaron como condicin colonial. Ellasdeben impregnar hoy la filosofa y las ciencias sociales, includa toda investigacin sobre laciudadana, para evitar que las teoras sean nuevamente vctimas de la violencia epistemolgicaejercida por el saber pretendidamente hegemnico que trata de imponer su paradigma. La

    pretensin de universalidad de cada uno de estos discursos, no convertida hegemnicamente ni enun a priori que preside toda produccin terica ni en un tlos al que se deba tender unvocamente,

    por obra del dilogo (pollogo) se manifiesta en el desidertum de la comunicacin de una

    2 Esta metfora de la traduccin remite al trauma del Descubrimiento y de acontecimientos coetneos a steporque recuerda la esplndida actividad traductora de las escuelas de traductores (trasladadores, trujamanes,intermediarios) que generaron.una situacin de dilogo lingstico y cultural embrionaria antes delDescubrimiento de Amrica frustrada por el totalitarismo lingstico, cultural y religioso, tambin racismo,

    impuesto por la Corona de Castilla (Torre 1994: 29).

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    universalidad abierta, que bien podra denominarse universalidad de horizonte (Bonilla, 2010e),para no recaer en las dificultades de la gadameriana fusin de horizontes.

    Este objetivo de ir instaurando un pollogo entre razones contextuales e histricamentesituadas ha levantado contra el pensamiento intercultural diversas crticas de esencialismo y fixismoculturales, sealando alguna de las ms extremas e injustas que las definiciones de interculturalidadaludidas por los investigadores se sustentan en [] una concepcin ahistrica, esttica,homognea y etnocentrista de la cultura (Schmidt-Welle 2006:34). Frente a crticas de este tenor

    baste aclarar que, lejos de defender la idea de culturas como entelequias fijas y la de tradicionesculturales como dadas de una vez para siempre, esta perspectiva se basa, por el contrario en laconstatacin de la movilidad constante de las mismas y por ello realiza un esfuerzo dedesontologizacin o desculturizacin (Fornet-Betancourt 2009:41). En la misma lnea se realiza unacrtica de la categora de historicidad, tal como fuera defendida por la tradicin europesta de lasteologas y filosofas de la historia (Fornet-Betancourt 2009:97). Ms importante aun que estasrefutaciones tericas de tales visiones, al reconocer que no slo hay una pluralidad de historias, sino

    que la historicidad humana es temporalmente pluralista y que las historias mltiples no coinciden enun proceso de desarrollo simultneo (Fornet-Betancourt 2009:99) el pensamiento interculturalotorga un lugar epistmico preferencial a la pluralidad de memorias de los pueblos de la humanidad,sobre todo las memorias del sufrimiento y de la liberacin. En consecuencia, esta perspectivaepistemolgica habilita crticas y estrategias tericas que acompaen las prcticas de resistencia a laviolencia con la que la pretendida globalizacin busca imponer sus imperativos uniformizantes. Lainterculturalidad como alternativa a la violencia, en definitiva, plantea esta traduccin o pollogosde razones tericas y prcticas como enriquecimiento exponencial del pensamiento en tanto dacabida a la autntica posibilidad de contribuir a la generacin de parafraseando al filsofo AdolfoAchinte-, filosofas de la re-existencia (Achinte 2008: 14).

    Un segundo supuesto de este trabajo es que su objeto complejo debe ser abordado de modo

    pluri- e interdisciplinario superando dos ideas todava habituales: la idea de que el tratamiento deeste tipo de objetos puede realizarse como sumatoria de saberes disciplinarios y la idea de que lafilosofa y la teora poltica pueden constituir sus objetos de investigacin y llevar a cabo la laborinvestigativa de forma autosuficiente o, al menos, manteniendo un dilogo externo y con finesmeramente informativos con otras disciplinas. En lugar de contribuir a afinar la perspectiva deanlisis, esta visin epistemolgica ms usual se rehsa a tomar en cuenta los resultados de lainvestigacin de otras ciencias humanas y sociales, reduce la complejidad de lo real a lo que cabe enmoldes tericos establecidos y se autolimita las posibilidades crticas. As como ha sucedido en elcampo de los estudios ambientales, cuya complejidad impuls la bsqueda de modelosinterdisciplinarios y dialgicos complejos de investigacin (Funtowicz, Ravetz 1991), lo mismo seha pensado en el campo de los estudios migratorios donde ya ha quedado probada la caducidad delos puntos de vista exclusivamente disciplinarios, como lo son el histrico, el demogrfico, eleconmico, o la simple pluridisciplina, dada la multiplicidad y complejidad de variables ainvestigar, entre las cuales no resulta de menor importancia su vinculacin con la cuestin de laciudadana. En consecuencia, en diversas publicaciones y congresos, particularmente el Congreso

    Argentino de Estudios sobre Migraciones Internacionales, Polticas Migratorias y de Asilo,celebrado en Buenos Aires a fines de abril de 2006, se asumieron y profundizaron las crticas a losenfoques exclusivamente disciplinarios y se subray la necesidad de encontrar marcosinterdisciplinarios, en los que la filosofa ocupe un lugar no menor, que permitan realmente laconstruccin de una caja de herramientas adecuada para abordar la complejidad del fenmenomigratorio actual. Ha sido Stephen Castles en 2001 quien con mayor agudeza hizo presentes crticas

    fundadas tanto a pensadores que, formados en disciplinas que jams se haban ocupado del

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    fenmeno migratorio, comenzaban a tratarlo como terra nullius, como a los estudiosos habitualesde las migraciones Entre las ms severas pueden sintetizarse: 1) la imposibilidad de comprender lacomplejidad del proceso migratorio partiendo slo de reas de conocimiento concebidas comoautnomas (migracin, etnicidad, racismo, multiculturalismo, comunidades trasnacionales,

    construccin identitaria, ciudadana); 2) la compartamentalizacin entre los discursos cientficosociales y los correspondientes a polticas migratorias; 3) la adhesin inconsciente de losinvestigadores a modelos ideolgicos de nacin; 4) la adhesin a tpicos, opciones metodolgicas ymarcos tericos estrictamente disciplinarios; 5) el enclaustramiento en los lmites de un paradigmaque no se revisa a partir de las situaciones histricas cambiantes (Castles, 2001). En suma, se tratade construir una nueva sntesis que acabe con los compartimentos metodolgicos, regionales eideolgicos, pero una sntesis no forzosamente eclctica y, por esto, no meramente

    pluridisciplinaria. De all el esfuerzo de los autores de este trabajo por elaborar una propuesta queretome la iniciativa husserliana desde las perspectivas abiertas por el pensamiento intercultural(Bonilla 2007c).

    Ciudadana, derechos humanos y migraciones

    La filosofa y la teora polticas han tratado mayormente el problema de la ciudadana de unmodo sistmico que da cuenta de las condiciones y formas de su ejercicio, pero que en general nodiscute los criterios que rigen el acceso a la misma. De este modo, si bien hay actualmente en lasciencias sociales y la filosofa un consenso generalizado sobre la existencia de grandes sectores ygrupos poblacionales que no disfrutan de la ciudadana, falta una matriz conceptual que permitaexplicar al mismo tiempo las reglas de acceso y las de funcionamiento de la misma. Para construirla

    puede partirse de la caracterizacin provisoria de que la ciudadana es un status que permite lapresentacin de demandas ante el Estado y la comunidad poltica por la falta de vigencia de

    derechos humanos. Como primer paso para aclarar esta idea conviene empero definir previamentequ se entiende en este texto por derechos humanos.

    Existe mundialmente un consenso amplio de que los derechos humanos son universales,inseparables, innatos, inalienables, sistmicos y recprocos (Fritzsche, 2004:16-19). Sin embargo lasdiferencias aparecen al definir su universalidad. Para las corrientes predominantes se entiende portal la extensin progresiva por el mundo de los cdigos y convenciones desarrollados en la tradicinliberal contractualista desde fines del siglo XVII. Para muchos autores derechos humanos sonsimplemente los codificados en los documentos internacionales vigentes. Desde la perspectivaintercultural aqu sostenida (Bonilla 2005a, 2006a, 2006b; Estermann 2006; Fornet-Betancourt, R.2003a, 2003b, 2004a, 2004b, 2004c, 2005; Pannikar 2003; Sidekum 2003a, 2004; entre otros)3secritica esta concepcin por su etnocentrismo. Entendiendo por derechos humanos slo loscodificados en dicha tradicin y bajo esa forma en especial, se niega que el resto de la humanidadtenga nociones de derechos inherentes al ser humano y/o que stos existieran antes de laModernidad europea (Schissler, 2005).

    Por el contrario se sabe que todas las culturas del mundo se han organizado desde su iniciosobre por lo menos dos premisas: el respeto a la dignidad de la persona y el derecho de resistencia a

    3 Desde una visin histrica de la Ciencia Poltica el coautor de este trabajo ha hecho varias contribuciones en elcampo de los derechos humanos como fundamento del orden poltico (Vior 2005a, 2006d, 2008a, 2008b,2008c, 2008d), en los estudios sobre la Nacin (Vior 1991, 2005b, 2005c, 2006b) y en las investigacionessobre la participacin poltica de las comunidades de origen inmigrante (Vior/Manolcheva/Manjuk 2004a; ebd.

    2004b; Vior 2004, 2006a, 2007b).

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    la opresin. Ambas constituyen bajo diversas formas y diferentes combinaciones ncleosirreductibles omnipresentes (Fornet-Betancourt 2000a:11-22; Fornet, Sandkhler 2001: 28-36). Noobstante, todas las culturas estn tambin animadas por tendencias opresivas. La tensin entreambos atractores es la fuerza motriz de la Historia. Constatar esta universalidad del conflicto entre

    emancipacin y opresin implica reconocer la igualdad entre las culturas, suponiendo al mismotiempo que los derechos humanos slo son universales como articulaciones culturales especficasque se repiten en todas las culturas. Por lo tanto, si cada cultura est animada por una tendenciaemancipadora y una opresiva, debe ser terica y prcticamente posible descifrar sus cdigosculturales y establecer equivalencias con otras culturas, haciendo universales dichas tendencias.Estas equivalencias slo pueden establecerse mediante la traduccin intercultural, pero teniendo

    presente que se realiza entre culturas dominantes poseedoras del discurso competente (Chaui 1981)y otras a las que se niega la competencia para emitir juicios. Adems de establecer equivalencias, latraduccin permite comparar entre los diversos desarrollos culturales, sistematizando repeticiones ydiferencias entre las culturas, para sacar conclusiones generales sobre continuidades y variacionesas como sobre el sentido de los desarrollos en la historia de los derechos humanos. Por

    consiguiente no existe universalidad de los derechos humanos sino en su contextualidad. Estaconstatacin vale para las relaciones interculturales como para las intraculturales, ya que lasculturas son construcciones hegemnicas con discursos dominantes y otros subordinados (Fornet-Betancourt 2000; Fornet-Betancourt, Sandkhler 2001).

    Las culturas son comunidades de significacin con valor en tanto den sentido a la vida desus miembros (Abu-Laban 2002; Alfaro, Ansin, Tubino 2008). Como bajo la hegemona de laideologa globalizadora ninguna comunidad puede satisfacer todas las bsquedas de sentido de susintegrantes, las culturas ofrecen hoy slo limitados horizontes de sentido. Esta crisis aumenta por la

    prdida de legitimidad de los estados nacionales, las comunidades de sentido ms importantes de laModernidad. Las formas culturales mixtas, negociadas, hbridas estn a la orden del da (Benhabib

    2006; Bhabha 2002). En el sistema mundial capitalista vigente desde hace medio milenio lasrelaciones entre las culturas estn signadas por el predominio de una hegemnica con base en elAtlntico Norte. La hegemona de la cultura occidental implica que los discursos de lassubordinadas pierdan competencia. Esta relacin de hegemona dentro del sistema mundo sereproduce dentro de cada periferia silenciando y desautorizando los discursos de los grupossubalternos que se fragmentan, perdiendo coherencia y complicando an ms la traduccinintercultural.

    Con esta perspectiva se establece un continuo argumentativo entre la experiencia que lascomunidades de origen inmigrante hacen de su vulnerabilidad y la forma en que presentan susdemandas por derechos humanos insatisfechos. El estado nacional es la forma general de lasoberana y la legitimacin desde el siglo XVIII, pero al mismo tiempo esta forma tiene vigencia

    bajo articulaciones especficas, o sea que el estado nacional es a la vez la forma ms general y msespecfica de la dominacin y la legitimacin. En su articulacin4con los aparatos y las prcticas

    principales de la dominacin y la legitimacin esta forma nacional condiciona a la administracin yla esfera poltica para que tiendan a desor los reclamos de las comunidades de origen inmigrante

    por no ajustarse a las normas de los discursos reconocidos.

    En los estudios sobre la ciudadana se clasifican habitualmente tres etapas en su desarrollo:1) La formativa, entre principios del siglo XIX y mediados del XX, caracterizada por el

    4 Gracias a los efectos que la referencia a la imagen nacional tiene sobre la configuracin de los sujetos polticos

    y jurdicos deseables y aceptables (Vior 1991:Cap. 4).

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    reconocimiento poltico-jurdico de los derechos civiles y polticos y el acceso cada vez msdifundido a los derechos ciudadanos. 2) Con T.S. Marshall (1950) se aade a los derechosmencionados el concepto de ciudadana social. Este proceso coincide con la expansin del Estadode Bienestar en los pases centrales. En el final de esta etapa se incorporan diversas minoras, se

    abren las discusiones sobre multiculturalismo y se debate sobre la democracia deliberativa yparticipativa (Habermas 1989, 1996). 3) A partir de 1990 la Ciencia Poltica desplaza su intershacia el tratamiento de la gobernabilidad, priorizando el funcionamiento de las instituciones sobre elestudio de la representatividad y legitimidad de los Estados. Particularmente la irrupcin de los

    pueblos amerindios en la escena poltica continental y las migraciones internacionales masivascuestionan actualmente los fundamentos de la forma predominante de ciudadana monoculturalvigente. En la medida en que estas minoras irrumpen en la escena pblica, puede constatarse laimposibilidad de incorporar estos grupos a la ciudadana monocultural. Es necesario entoncesdesarrollar complejos procesos de comunicacin intercultural para multiplicar las formas de laciudadana, adaptndolas a sus nuevos miembros y hacindolas mutuamente compatibles.

    Si bien la migracin es un fenmeno constante en la historia de la humanidad, los flujosmigratorios actuales presentan rasgos particulares. Al hablar de migrantes en esta exposicin, losautores se refieren particularmente a los migrantes pobres; el pobre extranjero, como losdenomina Fornet-Betancourt (Fornet-Betancourt 2003, 2004c). Con esta acepcin, por un lado sedejan fuera de consideracin aquellas categoras de migrantes que no estn denotados por lacaracterstica de la pobreza extrema; por otro, excediendo los lmites jurdicos y tcnicos de laclasificacin, bajo ese rtulo aqu se incluyen tambin a refugiados y exiliados5. En sntesis, seintentar volver visibles algunos aspectos problemticos de la condicin migrante (y de los estudiosreferidos a ella) focalizando en un universo de millones de personas y miles de grupos que handebido abandonar su lugar de origen porque la existencia en ste se les torn inviable. La constanciay visibilizacin de nuevos migrantes, sobre todo en las grandes ciudades, conduce a la ruptura del

    mito del crisol de razas y a la reconsideracin crtica de las prcticas polticas fundadas en l,principalmente en los mbitos de la justicia, la salud, la educacin y el trabajo. En la situacinactual de pluralidad real por la copresencia en casi todas las sociedades del mundo de grupos deorigen diverso, se torna indispensable la deconstruccin de este mito y la propuesta de nuevasformas de entender esta pluralidad con el objeto de posibilitar formas ms plenas de realizacinindividual y modelos de convivencia ms justos, como ha sido sealado antes. En razn de lo dicho,la coexistencia de individuos y de grupos migrantes de gran heterogeneidad, mayoritariamente

    pobres, en nuestras megalpolis y en vastas regiones de las naciones actuales, interactuando enmltiples relaciones dinmicas con las sociedades denominadas de acogida y entre s, impone porsu propio peso una revisin ms completa de la nocin de ciudadana, en la que se incluyafuertemente la categora de ciudadana cultural, pero a la vez el carcter inestable, dinmico y

    abierto de las relaciones referidas.Dependiendo de su capital material y simblico y de las contingencias de su insercin en la

    sociedad de acogida estos grupos migrantes pueden prosperar, ascender socialmente y hacerse o nopresentes en la esfera pblica. Las investigaciones de campo realizadas por los autores6 han

    5 En la jerga tcnica, los refugiados tienen un estatuto diferente, regulado por normativas especficas, y eltrmino exiliado no es jurdico sino poltico-cultural.

    6 Entre 2002 y 2003 en la Universidad de Magdeburg (Alemania), entre 2004 y 2006 en la Universidad Nacionalde La Matanza, en 2009 en la Universidad Nacional de Ro Negro y desde 2004 y continan, en la Universidad

    de Buenos Aires.

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    demostrado que la condicin sine qua nonpara que las comunidades de origen inmigrante logrenirrumpir en la escena pblica y presentar all sus demandas es la existencia de mediadoresinterculturales en condiciones de traducir las necesidades y demandas de estos grupos en materia dederechos humanos insatisfechos a los cdigos de la cultura dominante, de modo que los mismos

    puedan ser comprendidos y se hagan negociables. Generalmente estos mediadores/traductores sonmiembros de los grupos subalternos que renen un capital cultural variado con aptitudescomunicativas especiales y se encuentran en el lugar y momento que les permita asumircreblemente dicha representacin. Una vez alcanzado el estadio de la comunicacin intercultural, la

    politizacin de las demandas del grupo subalterno depende de la habilidad de susmediadores/traductores para presentarlas de modo creble, como si fueran las de un grupo amplio dela poblacin, as como para incorporarlas a la agenda poltica7. Sin embargo, para que esta

    presentacin de demandas ante el Estado y la comunidad poltica adquiera status de ciudadana,todava deben cumplirse otras condiciones (segn se observ en el prrafo dedicado a las etapas deldesarrollo de la misma).

    Para estudiar mejor la problemtica escurridiza de los procesos migratorios se los sueledividir en etapas, cada una de las cuales ofrece conflictos particulares tanto desde el punto de vistaobjetivo como subjetivo (vale decir, en referencia a la/las subjetividad/es migrante/s) A las tres quereconoce la literatura especializada: emigracin, inmigracin y reconstruccin de los lazos con ellugar de origen (que puede suceder o superponerse con la etapa anterior), cabra aadir la etapa deltrnsito, por dems difcil y riesgosa tal como lo muestran numerosos ejemplos cotidianos. En cadauna de ellas, tanto la construccin como las modificaciones de la subjetividad migrante, como losdiversos procesos y momentos que jalonan sus relaciones con la sociedad de acogida, includos la

    presentacin de demandas por derechos y el reconocimiento de los mismos, ponen en relieve latensin existente entre vulnerabilidad y autonoma, a punto tal que estas categoras, en principio

    procedentes de la tica, merecen un tratamiento preferencial y complejo, vale decir,

    interdisciplinario, con intervencin de la sociologa, la ciencia poltica, la historia, la antropologa,etc. Para mostrar la pertinencia del empleo de las nociones referidas en esta investigacin cabesealar que tanto la categora de autonoma como la de vulnerabilidad han ocupado granespacio en los desarrollos tericos sobre la subjetividad, la moralidad y la ciudadana, si bien es a

    partir de textos de la segunda mitad del siglo XX donde el tratamiento de la vulnerabilidad asumeun lugar central (Levinas 1978; Jonas 1995; 2000). En una publicacin reciente la coautora de estetrabajo ha subrayado el mantenimiento de esta tensin a lo largo de la historia del pensamientooccidental, sobre todo en su uso tico-poltico (Bonilla 2010 d). Por esta razn, y de manerailustrativa, slo se hace referencia aqu a la relectura de los textos kantianos realizada por P.Ricoeur en tanto ste logra vincular autonoma y vulnerabilidad en un marco de tensionesmltiples de enormes consecuencias para la tica y para el tratamiento de los cuestionamientos que

    plantean las sociedades actuales (Ricoeur 2001: 85-105). Sin renunciar a la consideracin kantianadel ser humano como autnomo, puesto que slo la capacidad de darse a s mismo racionalmente laley lo habilita para obrar de modo verdaderamente moral, la reconstruccin ricoeuriana del discursokantiano a partir de las dos vertientes que se manifiestan respectivamente en la Crtica de la RaznPrctica(la autonoma como nudo a priori de la libertad y la ley) y en Qu es la Ilustracin?(la

    7 Para un anlisis preciso del modo en que la amplia coalicin de organizaciones de derechos humanos, deinmigrantes y algunos parlamentarios logr entre 1999 y 2003 que la promulgacin de la nueva ley migratoriaargentina (que llevara el N 25.871) fuera incorporada a la agenda poltica, v. Bosse (2007:69-87). Este fue uncaso paradigmtico de intervencin de estas minoras en la escena pblica construyendo ciudadana en un

    momento de crisis del sistema poltico.

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    autonoma como tarea de sujetos polticos que deben salir del estado de sujecin), seala que laautonoma se presenta de modo paradojal y como idea-proyecto: Porque el ser humano es porhiptesis autnomo, debe llegar a serlo (Ricoeur 2001: 86)8. De este modo queda manifiesta unaampliacin de sentido de la autonoma, que permite considerarla a la vez como la prerrogativa y el

    desideratumde un ser vulnerable. Ambos trminos, vulnerabilidad y autonoma, lejos de oponerse,se componen entre s: [] la autonoma es la de un ser frgil, vulnerable. Y la fragilidad no serams que una patologa, si no fuera la fragilidad de un ser llamado a ser autnomo, dado que siemprelo es de alguna manera (Ricoeur 2001: 87). De esta forma la autonoma, (poder o capacidad) esconcebida bajo la metfora de un triple haz que se despliega en el poder de decir, en el poder deobrar sobre el curso de las cosas y de ejercer influencia sobre los otros protagonistas de la accin yen el poder de hacer una narracin inteligible y aceptable de la propia vida (puesto que la dimensintemporal nos es intrnseca), a los que debe agregarse el poder de considerarse a s mismo comoautor de los propios actos. Ahora bien, la reelaboracin del concepto de autonoma planteadaintegra niveles de vulnerabilidad (no potencia, o potencia menor o disminuida) que se correspondenigualmente con aqulla: el no poder decir (fuente de desigualdad bsica, dado que lo distintivo del

    ser humano es el lenguaje), las fragilidades en el mbito del obrar, que provienen del curso delmundo (enfermedades, envejecimiento, accidentes) o son infligidas por otros seres humanos, habidacuenta de la disimetra entre el agente y el receptor de la accin, y por ltimo la incapacidad deconducir la vida de acuerdo con la idea de coherencia o identidad narrativa desde la perspectivainsustituible de la singularidad, vale decir, de ser autnomo en sentido pleno.

    Dado este marco terico, resulta posible el abordaje interdisciplinario del tema central.Como se seala en la publicacin reciente a la que se hizo referencia un poco ms arriba, losestudios migratorios dan amplia cabida a la consideracin de diversos aspectos de la vulnerabilidady de la autonoma de las personas y grupos migrantes. Respecto del tratamiento de la vulnerabilidadde las y los migrantes, cabe decir que en cada una de las etapas o estadios de la migracin dicha

    vulnerabilidad puede ser considerada desde dos puntos de vista: un punto de vista subjetivo y otroobjetivo. Segn el primero (el subjetivo) podra intentarse una fenomenologa de la subjetividadmigrante que muestra la vulnerabilidad manifestndose como malestar o sufrimiento.Consecuentemente ello redunda en dificultades para el ejercicio consciente de la autonoma(empowerment), en la internalizacin de estilos de minorizacin, en problemas para la identificacincultural y social, etc., con elevados riesgos de anomia y, por consiguiente, de una cada cada vezmayor en la vulnerabilidad extrema. Partiendo en cambio de una perspectiva objetiva, que atiende alas normas y prcticas de la sociedad de acogida referidas a los y las inmigrantes, la vulnerabilidad(efecto de las mismas) puede ser tipificada como exclusin, la cual comprende un abanico deformas de trato discriminatorio por parte de las sociedades de acogida que pueden sintetizarse comoconculcacin en diversos grados de derechos fundamentales para el ejercicio de capacidades y

    funcionamientos de la existencia humana ((Nussbaum; Sen 1993:3), entre otras, la participacinciudadana plena, es decir el ejercicio de todos y cada uno de los derechos humanos en su conjunto.

    En esta lnea el aporte del socilogo J. Bustamante facilita la diferenciacin entre unavulnerabilidad estructural y otra, derivada de la anterior, la vulnerabilidad cultural. En losEstados nacionales modernos la vulnerabilidad estructural se genera en la diferencia existente en lasrelaciones con el Estado entre un nacional y un migrante. De esta diferencia surgen lasdesigualdades en el acceso a los recursos, tales como prestaciones sociales, educacin, trabajo, etc.,y se van convirtiendo en el criterio normativo de las relaciones sociales entre nacionales e

    8

    Trad. de A. B..

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    inmigrantes. Tales diferencias de poder se incrementan por la presencia de la vulnerabilidad culturalderivada de elementos culturales con significados despectivos tales como estereotipos, prejuicios,racismo, xenofobia, ignorancia y discrimintacin institucional con los que se tiende a justificar lasdiferencias de poder entre los nacionales y los extranjeros (Bustamante 2007: 55). Considerada a

    la Weber como tipo ideal, la vulnerabilidad estructural sera la construccin terica que representael extremo de la desigualdad que caracteriza a los inmigrantes internacionales como sujetos dederechos humanos y puede definrsela como carencia extrema de poder, en tanto lavulnerabilidad cultural, se define como la justificacin ideolgica de la existencia y de la prcticade la condicin de vulnerabilidad de los migrantes de la cual se deriva la impunidad para quienesviolen los derechos humanos de aqullos.

    Diversos estudios sobre las demandas de derechos y la participacin y representacinpoltica de las y los migrantes, hacen hincapi en su capacidad de ir adquiriendo poder(empowerment) justamente por la mayor asuncin de autonoma (Benhabib 2005; Bonilla 2006a;Kymlicka, 2003). El filsofo S. Mezzadra, en particular, pone el acento en la autonoma de las y los

    migrantes, a partir de sus investigaciones crticas sobre las relaciones contemporneas entreglobalizacin, trabajo y ciudadana. Sin subestimar las causas objetivas de la migracin ni suscondiciones materiales y sociales, con la categora bsica de derecho de fuga este autor pretendesubrayar una dimensin subjetiva de los procesos migratorios fuertemente ligada al ejercicio deelecciones personales. As aplicada, la categora de derecho de fuga concentra en la figura delmigrante las contradicciones inherentes al ejercicio del derecho a la libertad de circulacin,

    poniendo en evidencia la naturaleza poltica de las disputas sobre las migraciones. En vez de reducirlas migraciones contemporneas a las leyes de oferta y demanda, su tesis de la autonoma de lasmigraciones, que saca al migrante de su papel subordinado de vctima, toma en cuenta el excedentede prcticas subjetivas que se expresan en los movimientos migratorios en relacin con las causasobjetivas que los determinan (Mezzadra 2005: 143-157), y, en consecuencia, es apta para dar

    cuenta de fenmenos econmicos y sociales vinculados con la migracin, tales como la constitucinde redes trasnacionales, y para plantear desafos a las polticas migratorias centradas en el conceptode integracin. Coincidiendo con Mezzadra respecto del potencial creador y hasta revolucionario delas y los migrantes, en tanto que su presencia cuestiona las creencias y prcticas habituales de laciudadana, est lejos de la perspectiva aqu expuesta obviar la existencia de fortalezas ycapacidades individuales y grupales de resistencia de quienes han debido migrar. Pero, a juicio delos autores de este trabajo, si bien el aporte de Mezzadra resulta valioso, en tanto pone el fenmenomigratorio en el corazn del capitalismo y seala las contradicciones y alternativas posibles a ste, ala vez minimiza las heridas en el cuerpo y en la subjetividad migrantes, as como las dificultadesque estas personas y grupos padecen para ser visualizadas y reconocidas como sujetos de derechosen los lugares de acogida y para el ejercicio de tales derechos (Bonilla 2009a).

    Ejemplo: la politizacin de comunidades de origen inmigrante en la Provincia de RoNegro (Patagonia argentina)

    En este punto se propone retomar las preguntas realizadas al inicio de esta contribucinindagando cmo funcionan estas relaciones interculturales en el mundo de la vida y en larepresentacin poltica mediante la presentacin de un ejemplo que puede considerarse tpico. En lse procura mostrar de qu modo las relaciones interculturales e intercomunitarias construidas en elmundo de la vida cotidiana pueden continuarse y expresarse en la comunidad poltica.

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    Por ser una provincia relativamente joven9, con un territorio sumamente extendido y unaconcentracin muy desigual de la poblacin10, la Provincia de Ro Negro plantea especiales desafosa la representatividad y gobernabilidad del Estado. Las caractersticas histricas, econmicas,sociodemogrficas y culturales de las diferentes regiones condicionan diferentes relaciones de

    hegemona, modos de construccin de ciudadana, de relacin entre el Estado y la sociedad engeneral, de construccin de estatuidad, de articulacin y representacin de intereses, etc. Al mismotiempo las oleadas de inmigracin extranjera contemporneas (chilenos y bolivianos sobre todo)registran patrones de asentamiento, insercin productiva, sociabilidad y capacidad asociativa muydiferentes entre s y con los contingentes inmigrados en dcadas anteriores. Si se considera lacombinacin entre la colonizacin blanca desde fines del siglo XIX con las sucesivas oleadasinmigratorias europeas e internas y el ms reciente poblamiento por inmigrantes sudamericanos,

    pueden caracterizarse las poblaciones blancas de la Provincia de Ro Negro como pueblostrasplantados (Ribeiro/Rodrguez Ozn/Pereira Gomes 1992) que conviven con los pueblosindgenas y los descendientes de los inmigrantes sudamericanos prcticamente sin mezclarse.

    Numerosas regiones sudamericanas y de otros continentes comparten caractersticas similares. Estas

    configuraciones peculiares, en las que comunidades de origen europeo conviven en el mismoterritorio con otras subalternizadas sin mezclarse, se denominan fronteras culturales (Caggiano,2003; Gil Araujo, 2003; Grimson, 2000). A pesar de los imaginarios de los grupos involucrados,stos tambin interactan en las fronteras culturales, slo que bajo el signo de la negacin mutua.La construccin del Otro cultural como una categora residual permite a los colonos proyectar en las

    poblaciones indgenas la violencia que dio origen y sostiene la relacin de dominacin. Lalegitimacin del Estado se da ms por desplazamiento y condensacin en la figura negativa delindgena que por representacin. La violencia que signa este tipo de relaciones puede manifestarse

    pblicamente en cualquier momento por su bajo nivel de simbolizacin. Ambas partes involucradasen esta relacin quedan fijadas en la imagen inmvil del Otro. El racismo reduce al mnimo lacapacidad adaptativa de una comunidad.

    Cuando en estos contextos irrumpen colectividades de origen inmigrante que, como laboliviana en la Provincia de Ro Negro, demuestran un gran dinamismo, la capacidad de adaptar sustcnicas de produccin y reproduccin a las condiciones ambientales de la Patagonia, tienen xitoeconmico y social y comienzan a manifestarse en la escena pblica, colapsa la cosmovisinracista. Gracias al violento sometimiento de los indgenas los blancos se haban convencidomayoritariamente de su superioridad y de la perfeccin de sus instituciones y costumbres. En tantola comunidad de origen boliviano, con inocultables rasgos fenotpicos amerindios, demuestra susuperior capacidad adaptativa, la cultura trasplantada sufre una profunda herida narcisista que la

    9 Como todos los territorios indgenas del Chaco y la Patagonia, conquistados por el Estado argentino a fines delsiglo XIX, Ro Negro fue durante muchas dcadas un territorio nacional gobernado directamente por el PoderEjecutivo Nacional. Recin en 1957 adquiri el status de provincia y pudo comenzar a elegir a sus autoridadesy representantes. Esta provincializacin reciente dej fuertes huellas en el Estado, en el rgimen de grandeslatifundios originados en la usurpacin de la tierra indgena y en los hbitos culturales.

    10 De acuerdo a datos de la delegacin Viedma de la Direccin Nacional de Migraciones, en Ro Negro vivenactualmente 75.000 chilenos, 50.000 bolivianos, 5.000 paraguayos y pequeos grupos de otras colectividadesextranjeras. A esta cifra deben aadirse las personas originarias de esos mismos pases que han tomado laciudadana argentina y, por consiguiente, ya no figuran como extranjeros en las estadsticas, as como los hijosde los inmigrantes que, de acuerdo a la ley argentina, son argentinos por nacimiento. Se trata por lo tanto deuna porcin muy alta de la poblacin provincial total, estimada para 2008 en unos 600.000 habitantes (DGEyC

    2009).

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    desarticula. En esta situacin se encuentra hoy la cultura dominante en la Provincia de Ro Negro(Bandieri, 2001; Fabregat, 2004).

    En Argentina hay pocos antecedentes de estudios sobre la construccin de ciudadana desdelos grupos provenientes de la inmigracin latinoamericana. Existen s numerosas investigacionessobre los modos de articulacin poltica de las inmigraciones europeas llegadas al pas entre 1860 y1930 que pueden servir de referencia comparativa para indagar bajo qu condiciones necesidadesinsatisfechas de grupos poblacionales excluidos se convierten en demandas y stas en demandas

    polticas que puedan conducir a la ampliacin de la comunidad ciudadana de derechos(Devoto/Otero, 2003).

    En el caso de Ro Negro las investigaciones sobre los grupos procedentes de la inmigracinde pases limtrofes a la provincia se concentran en aspectos demogrficos, histricos o de insercinen el mbito productivo (Acua et. al.,1993; Aguilera, 2005; Bendini et al.2005; Gomiz Gomiz2008; Radonich, 2004; Trpin, 2004). En el contexto sociocultural descrito esta falta deconocimientos sistemticos no puede llamar la atencin. Sobre este tringulo de conflictos

    (Estado/mayora blanca-colectividades de origen inmigrante-mapuches) no se encuentraninvestigaciones y, sin embargo, en los pocos meses que estuvieron disponibles para la investigacinde campo que aqu sirve de ejemplo (Vior, 2009) este sistema de relaciones aparece como elordenador omnipresente de las relaciones culturales, polticas, sociales y econmicas en la

    provincia.

    El estudio referido arrib a la conclusin siguiente: la Provincia de Ro Negro(probablemente toda la Patagonia argentina) sigue siendo regida por los colonizadores blancoscomo tierra de frontera en la que en su imaginario deben permanecer constantemente alertas anteeventuales irrupciones de los pueblos indgenas. Esta actitud de defensa armada tiene tresconsecuencias importantes en la configuracin del mundo de la vida cotidiana en la provincia:

    1)

    La tica econmica de los colonizadores se orienta al pillaje, la expoliacin de suelos ypobladores y el permanente reclamo por subsidios del Estado nacional. Prcticamente noexiste cultura del trabajo. Ms bien est mal vista11.

    2) El racismo antiindgena ha tachado a los mapuches como invasores chilenos, negndolespor consiguiente todo derecho de ciudadana. Es ms, con este estigma se les niegantambin los derechos como pueblos originarios consagrados por la Constitucin Nacionalreformada en 199412.

    3) El pujante desarrollo de la comunidad inmigrante de origen boliviano, asentada en diversaszonas del Valle del Ro Negro desde hace unos veinte aos, y su inocultable ascenso social

    ponen en crisis los estereotipos racistas hegemnicos en la provincia13. En efecto, para los

    11 Observacin hecha durante las sucesivas entrevistas, por la lectura de los peridicos provinciales y locales, porlos medios audiovisuales de la regin y mediante el anlisis del papel que los subsidios del Estado nacionalcumplen en la vida de la provincia.

    12 A la consolidacin y difusin social de este estigma ha contribuido poderosamente la obra del antroplogoRodolfo Casamiquela, fallecido en 2008. Sobre la vida y la obra de R. Casamiquela v. Diario de El Bolsn,BW, 12-06-07; Chang Daz, 2009; Nativos del Sur, 2008; Unidad de Investigacin de Arqueologa yAntropologa del Centro Nacional Patagnico (CENPAT-CONICET), 2005.

    13 En una colaboracin reciente, se hizo referencia a los trabajos de campo realizados por el Dr. E. Vior eintegrantes de su equipo de investigaciones que dan cuenta de la incidencia de la participacin poltica de este

    grupo migrante en los municipios locales (Bonilla 2010d).

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    blancos los bolivianos y sus descendientes son indios, resultando en consecuenciainimaginable que tengan xito econmico, se adapten bien a las reglas de funcionamiento deuna economa capitalista semicolonial y sean capaces de desafiar el racismo imperante

    presentando pblicamente sus demandas y negociando de frente con las autoridades. Esta

    irrupcin de un grupo inmigrante exitoso en una zona liminar caracterizada por el clima deenfrentamiento total entre blancos e indgenas ha desarticulado el discurso dominante ypuesto en crisis la gobernabilidad de la provincia. Las principales consecuencias de estecolapso son la crisis permanente de las finanzas pblicas, el cambio peridico de lascoaliciones dentro del gobernante partido radical y la autonoma poltica y operativa que haadquirido la polica provincial, lo que lleva peridicamente a violaciones de los derechoshumanos como el asesinato de los tres jvenes del Barrio Alto de Bariloche a quienesdedicamos este texto.

    Si el fenmeno migratorio es parte constitutiva del mundo de la vida cotidiano en lassociedades actuales y, si es posible reconocer estilos de vulnerabilidad derivados de la conculcacin

    de derechos de las y los migrantes, as como estilos de autonoma que se manifiestan en modosexitosos de presentar demandas para obtener el reconocimiento y la vigencia de estos derechos, enmodos alternativos del ejercicio de la participacin y de la representacin, en formas negociadas ycada vez ms variadas y potentes de ciudadana, hacia el final de esta contribucin, como se hasealado en algunos textos anteriores, puede plantearse una manera ms inclusiva de definir yentender la ciudadana que denominamos ciudadanas interculturales emergentes.

    Esta nueva denominacin, que se enmarca plenamente en las intenciones de la perspectivaintercultural bosquejada pginas antes, es deudora igualmente de los desarrollos tericos deMarilena Chau sobre ciudadana cultural y de los diversos planteos contemporneos deciudadanas interculturales. En efecto, a la atribucin de importancia al derecho a la cultura, quehace Chau, como constituyente del sistema de los derechos humanos y, por consiguiente,

    inescindible de una prctica democrtica de la ciudadana. Ella afirma de modo fuerte que a lacultura de la ciudadana propia de las sociedades democrticas, corresponde necesariamente unaciudadana cultural, quedando as implicada la idea de que la cultura ha de ser entendida comoderecho ciudadano, indivisible de los dems derechos, y de que el Estado debe garantizar y

    promover para todos los habitantes de su territorio el derecho de acceso a las obras ya existentes, elderecho a la creacin (que incluye la produccin de la memoria social) y el derecho a participar enlas decisiones sobre polticas culturales (Chau 2006). En cuanto a la aparicin de la expresinciudadanas interculturales ella hace referencia a la reactivacin necesaria de la participacinciudadana que slo puede realizarse en contextos realmente interculturales y en el plano de laformacin y de la transformacin permanente de las subjetividades polticas y como vnculo conuna comunidad determinada en contextos de globalizacin (Gonzlez 2007:39-85; Alfaro et alii2008: 30). De todas maneras sostenemos firmemente que slo a partir del reconocimiento a la vezinterna cional, estatal y social del derecho a la ciudadana cultural, se podra plantear un ejercicioefectivo y mutuamente enriquecedor de ciudadana intercultural

    Qu se pretende decir con ello? Al hablar de ciudadanas interculturales emergentes seentienden aqu nuevas formas de entender la ciudadana, nuevas formas de entender este ejercicio

    pleno de los derechos y de participar y de ser representado o de representar, por un lado. Por otro, siemergencia significa una situacin de extremo peligro o conflicto. Con el adjetivo emergentesse indica que lo puesto en jaque, lo asediado, lo que peligra es justamente esta ciudadanaintercultural que viene brotando con fuerza en nuestras sociedades complejas y plurales. Unasociedad que no intente hacerse cargo de esta emergencia est destinada a vivir en la injusticia que

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    significa la conculcacin de los derechos humanos de gran parte de su poblacin, con riesgo decrear enclaves o ghetosde poblacin dominada, que, en definitiva pasarn a ser nuevas fuentes deconflicto para un futuro no demasiado remoto y que pueden convertirse en pasto de prcticasgenocidas, a las que la Argentina como otros pases no ha sido inmune ni en el pasado reciente ni

    antes. Ya para terminar, los autores queremos plantear que solamente la consideracin del otrocultural en nuestras ciudades y en nuestros vastos territorios como un bien a incorporar y no unpeligro a conjurar o controlar resulta absolutamente indispensable para que podamos gozar de unaciudadana plena, cada vez ms poderosa y potente, y por lo tanto, cada vez ms emancipada. Laciudadana intercultural emergente propiamente dicha.

    Referencias bibliogrficas

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