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BOLETÍN ACADEMIA INTERNACIONAL DE HAGIOGRAFÍA Año II Mayo-Diciembre 2012 Número 3 Directiva Mons. Rafael María Febres-Cordero Presidente P. Dr. Carlos Luis Suárez Codorníu Vicepresidente Dra. María García de Fleury Secretaria

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BOLETÍN

ACADEMIA INTERNACIONAL DE HAGIOGRAFÍA

Año IIMayo-Diciembre 2012Número 3

DirectivaMons. Rafael María Febres-Cordero

PresidenteP. Dr. Carlos Luis Suárez Codorníu

VicepresidenteDra. María García de Fleury

Secretaria

MIEMBROS DE NÚMERO DE LA ACADEMIA

En orden según fueron electos

P. Jean-Pierre Wyssenbach, S.JSillón Beato Charles de Foucauld

Mons. Rafael María Febres-Cordero B.Sillón San Miguel Febres Cordero

Pbro. Manuel Díaz ÁlvarezSillón Beato Marcel Callo

Excmo. Mons. Baltazar Porras CardozoSillón Santa María Faustina Kowalska

Ing. Orlando Valdemar Pérez PérezSillón Santa María Goretti

Dra. María Elena Febres-Cordero BriceñoSillón Beata Teresa de Calcuta

Magister Jesús Hernáez MayoralSillón Santa Edith Stein

CA Frater Santiago Usón RamírezSillón Beato Hermano Salomón

Padre Raúl Biord CastilloSillón Santo Domingo Savio

Mons. Luis Maldonado NadalSillón Santa Maravillas de Jesús

P. Carlos Luis Súarez CodorníuSillón Beata María de San José

Madre Arcángela Mora MoncadaSillón Beata Candelaria de San José

Doña Daniela Bertolini de CoronaSillón Beato Carlos D’Austria

Don Rodolfo Rodríguez MirandaSillón Beato Juan Pablo II

Doctora María García de FleurySillón Venerable José Gregorio Hernández

Rvdo. Hno. José Carlos García MartínezSillón Beato Pier Giorgio Frassati

MIEMBROS CORRESPONDIENTES DE LA ACADEMIA

Venezuela

Doctora Egleé María Isava Enmmanuelli

Rvdo. Padre Jesús-María de Sasía, Benedictino

Rvdo. Presbítero Ramón Vinke Dovale

· Rvdo. Padre Plácido Álvarez, Prior Trapense

· Rvda. Hna. Marelis Parada, S. G. Agustinas Venezolanas

Costa Rica

Don José Gregorio Rodríguez Vásquez

Dubai, Emiratos Arabes

Don Jairo Posada

España

Rvdo. Padre Hernán J. Pereda Bullrich

Estados Unidos

Excmo. Mons. Felipe J. Estévez

India

Excmo. Arzobispo Kuriakose BharanikulangaraR. Hna. Nirmala Joshi, S. G. Hnas. Madre Teresa de Calcuta.

Italia

Rvdo. Hermano Rodolfo Meoli, de La Salle

SUCESIÓN DE ACADÉMICOS

Sillón Beato Pier Giorgio Frassatti

Pbro. José María Félix Saurí

4 ACADEMIA INTERNACIONAL DE HAGIOGRAFÍA / BOLETÍN 3

DOCTOR DE LA IGLESIA

San

Mons. Luis Maldonado Nadal

Académico de Número

Juan de Ávila

El 7 de octubre el Papa Benedicto XVI declaró Doctor de laIglesia a San Juan de Ávila, Apóstol de Andalucía y patronodel clero secular español. Hasta hoy los Doctores de la Iglesiason 33, entre ellos: San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús

y Santa Teresa del Niño Jesús.

Las condiciones que la Iglesia establece para esta declaración son tres:santidad de vida, doctrina eminente e influencia benéfica de esa doctrinaen la vida de la Iglesia. Condiciones que San Juan de Ávila cumplesobradamente.

El Papa Benedicto XVI anunció su designación como Doctor de la Iglesiael 20 de agosto del 2011, al finalizar la misa del encuentro con losseminaristas en la Catedral de la Almudena de Madrid, dentro de laJornada Mundial de la Juventud.

¿Quién era San Juan de Ávila? «Lloro porque pierde la Iglesia de Diosuna gran columna», decía Santa Teresa al enterarse en Toledo, de sumuerte. Santo Tomás de Villanueva afirmaba que: «Desde los Apóstolesacá, no sabía quién hubiere hecho más fruto que él». Predicador ardiente.Padre de la elocuencia castellana, arrancaba en las multitudes clamorososgemidos de arrepentimiento.

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El Apóstol de Andalucía, como fue llamado, nace el 6 de enero de 1499,en Almodóvar del Campo (Ciudad Real), en la jurisdicción de Toledo.Fue hijo de un acaudalado descendiente de cristianos nuevos (deascendencia judía), Alonso de Ávila y de Catalina Xijón, hidalga desangre, quienes eran muy piadosos.

En Almodóvar realiza sus primeros estudios, pasando luego a estudiarleyes en Salamanca. Después de 4 años, abandona sus estudios y regresaa la casa paterna donde se dedica a una intensa vida espiritual, oración ypenitencia. Al tiempo, aconsejado por un franciscano, reanuda susestudios de antes y teología, en Alcalá de Henares, decidido a ordenarsey embarcarse para América como misionero.

Antes de finalizar sus estudios fallecieron sus padres, legándole una granfortuna cuyos beneficios repartió entre los pobres.

Recibe, en 1526, el Sacramento del Orden, y canta su primera misa enmemoria de sus padres. Luego de la celebración del Santo Sacrificio,según relata Fray Luis de Granada: «…por honra de la Missa, en lugarde los banquetes y fiestas que en estos casos se suelen hacer (comopersona que tenía ya más altos pensamientos) dio de comer a doce pobresy les sirvió a la mesa y vistió y hizo con ellos otras obras de piedad».

Juan de Ávila nunca partió para las entonces llamadas Indias. Otra era lavoluntad Divina, el Arzobispo de Sevilla, Alonso Manrique, entoncesinquisidor general, a quien se le atribuye la frase bien conocida: «Ávila,las tierras de Andalucía, serán tus Indias» le impidió embarcarse paraAmérica, le obligó a quedarse en el sur de España, Andalucía occidentaly Extremadura y muy especialmente las Diócesis de Sevilla y Córdova,serán testigos de su caridad pastoral.

Ejerció su ministerio predicando en diversas ciudades, organizandomisiones populares y enseñando catecismo, visitando a los pobres yenfermos, formando con otros sacerdotes un grupo en que se practicabala oración y la pobreza.

SAN JUAN DE ÁVILA

6 ACADEMIA INTERNACIONAL DE HAGIOGRAFÍA / BOLETÍN 3

La radicalidad de su predicación y éxito pastoral, le va acarrear lasenemistades y la persecución de algunos clérigos. El primer incidenteocurrió cuando un sacerdote comisario de «Bulas» impidió que el santopredicara, para él predicar la Bula de que era comisario; Los fielesabandonaron la Iglesia principal y fueron a escuchar a Juan en otra Iglesia.Después del suceso el comisario de Bulas, en plena calle, agredió conuna bofetada a Juan. Este se arrodilló y dijo humildemente «emparéjemeesta otra mejilla que más merezco por mis pecados». Este hecho y lasenvidias de algunos eclesiásticos, llevaron a algunos clérigos a denunciara San Juan de Ávila ante la Inquisición Sevillana en 1531.

Desde 1531 hasta 1533, Juan de Ávila estuvo procesado por laInquisición. Las acusaciones eran muy graves en aquellos tiempos: se leequiparaba a un hereje, seguidor de Erasmo, etc. Todo menos la verdaderaacusación: Juan no les dejaba vivir tranquilos su vida «clerical». Y Juanfue a la cárcel donde pasó un año entero, no quiso defenderse y cuandole comunicaron que su causa estaba en las manos de Dios, para indicarlo difícil de ella, respondió «no puede estar en mejores manos». Y así, aél, que no quiso desenmascarar a sus cinco acusadores, la Providencia ledeparó cincuenta y cinco testigos que declararon a su favor.

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Este tiempo en la cárcel produjo sus frutos interiores, al igual que lohiciera San Juan de la Cruz. En ella escribió un proyecto del «Audi Filia»,pero sobre todo, como él nos cuenta, allí aprendió, más que en sus estudiosteológicos y vida anterior, el Misterio de Cristo. Después de un año Juanfue absuelto. Luego su ministerio continuó en la misma dirección, creandocentros de estudios (unas quince fundaciones, entre las que sobresalenla Universidad de Baesa, varios seminarios y convictorios), explicandola Escritura al pueblo, organizando misiones. Lo llamaron el Maestro.

Convirtió a Juan Ciudad (San Juan de Dios) e influyó en la conversiónde San Francisco de Borja. La influencia de Juan de Ávila, mediante susdiscípulos, se extendió por toda España e incluso por otras naciones.Renunció a dos obispados y al cardenalato. Estuvo en relación con Santa

Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola, San Francisco de Borja, SanJuan de Dios, San Pedro de Alcántara, San Juan de Rivera, Fray Luis deGranada, y otros. Enfermó desde 1531, se retiró a Montilla –Córdoba-,donde permaneció hasta su muerte (1569). Allí pudo escribir numerosascartas, revisar la edición definitiva del «Audi Filia», y escribir el Tratadosobre el Sacerdocio, los Recuerdos del Concilio de Trento, y tambiénnumerosos discursos.

Murió el 10 de mayo de 1569. El 4 de abril de 1894 fue beatificado porLeón XIII; Pío XII, el 2 de junio de 1946, lo proclamó patrono del clerodiocesano español; el 31 de mayo de 1970, fue canonizado por Pablo VI.

SAN JUAN DE ÁVILA

8 ACADEMIA INTERNACIONAL DE HAGIOGRAFÍA / BOLETÍN 3

ESCRITOS

Audi Filia

Esbozado en la cárcel, alterado por los amanuenses, fue publicado,contra su voluntad, en 1556 (con la consiguiente reacción de laInquisición). La edición preparada y corregida, por el Santo, espóstuma (1574). Es uno de los primeros tratados de ascética ymística, escritos para el pueblo.

Epistolario

Se conservan cerca de trescientas cartas de dirección espiritual yreforma de vida.

Sermones y pláticas:

Llegan a ser verdaderos tratados sobre temas fundamentales: laEucaristía, Espíritu Santo, Virgen María y Tiempos Litúrgicos.

Tratado sobre el Amor de Dios:

Escrito breve sobre el Misterio de Cristo.

Tratado sobre el Sacerdocio:

Esquema para conferencias a los sacerdotes.

Recuerdos del Concilio de Trento:

Tratados sobre la reforma conciliar y post-conciliar; mucho materialrelativo a los candidatos al sacerdocio y reforma de vida del clero,etc.

OTROS ESCRITOS

Reglas espirituales (colección de avisos o conceptos de perfección),Introducción a la Imitacion de Cristo, Oraciones, Composiciones poéticas,Lecciones sobre la Primera Carta de San Juan,… Algunos más que sehan perdido.

El Obispo de Córdoba ha anunciado un Año Jubilar en Montilla conmotivo de la declaración de San Juan de Ávila como Doctor de la IglesiaUniversal. El 7 de octubre de este año el Papa proclamó en Roma laDeclaración solemne del Doctorado del Santo Maestro de Ávila y el 12,en Montilla , la celebración solemne de comienzo del Año Jubilar.

BIBLIOGRAFÍA

L. Muños, Fray Luis de Granada, Vida del Padre Maestro Juan deÁvila, , Biografías.

AA.VV. Santo Maestro Ávila, Obras Completas, Vol. I, (BAC).

http://juandeavila.net/, 9 de septiembre del 2012, 12:00 horas.

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CONTENIDO

Preámbulo

1. De la respuesta de San Bernardo a Santa Hildegarda acerca de susvisiones

2. Vida de Hildegarda de Bingen

3. Hildegarda y la formación monástica

4. Las visiones de Hildegarda: ¿Fue Hildegarda una mística?

5. Breve excursus sobre la mística

6. Las visiones «místicas» de Hildegarda en algunos de sus escritos

Scivias: La Trinidad

Liber Meritorum: diferencia ontológica entre Dios y el ser humano

Liber Divinorum Operum: El ser humano como microcosmos y surelación con el macrocosmos

7. Las fundaciones de Rupertsberg y Einbingen

8. La obra literaria de Hildegarda

9. Los viajes de santa Hildegarda

10. La última prueba y su Dies Natalis

Conclusión

Hno. Leandro Posadas, o.s.b.

Abadía Benedictina San José, octubre 2012

Santa Hildegarda de Bingen CONSIDERACIONES SOBRE ALGUNOS ASPECTOS DE LA VIDA

Y OBRA DE LA «SIBILA DEL RIN»

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PREÁMBULO

Santa Hildegarda, abadesa de Rupertsberg y Bingen, llamada ensu tiempo la «Sibila del Rin»1, fue una de las más grandes figurasdel siglo XII y una de las mujeres más notables de la historia dela Iglesia en el medioevo europeo. Gran parte de los datos que

recibimos en relación con la vida y hechos de Hildegarda proviene de supropia correspondencia y de sus escritos, pero también hay dos o tresbiografías acordes con el concepto que se tenía sobre las biografías en laEdad Media. La más notable es la que escribieron los monjes Godofredoy Teodorico; existe además una tercera escrita por Guiberto deGlemploux, a quien citaremos a lo largo del presente escrito sobreHildegarda de Bingen.

En el año 2010 el Papa Benedicto XVI dedicó dos de sus acostumbradasaudiencias de los miércoles a la figura de Santa Hildegarda de Bingen,de la cual dice que se distinguió por su sabiduría espiritual y por susantidad de vida. Dicha sabiduría fue ratificada por la Iglesia, Mater etMagistra, el día 7 de octubre del presente año, cuando el mismo Papa laproclamó Doctora de la Iglesia.

Ante dicho evento, de gran importancia para nuestra santa Iglesia, y muyespecialmente para todos los monjes y monjas que seguimos la Regla deSan Benito, y en consecuencia la Tradición Benedictina, deseamoscontribuir con este humilde escrito a la difusión de la vida, obra y doctrinade esta excepcional monja cristiana del siglo XII.

11 SANTA HILDEGARDA DE BINGEN

El presente escrito tratará no sólo de referirse a la vida y obra de SantaHildegarda, sino que intentará, dentro de nuestras posibilidades, deacercarse a algunos aspectos que consideramos de suma importancia enel pensamiento de la santa, como el aspecto de la mística, que como biensabemos, si no se comprende en su justo ámbito puede ser fuente detergiversaciones y errores. Para ello hemos dispuesto después de cadamomento biográfico algunas consideraciones al respecto, lo que ayudaráal atento lector o lectora a situarse no sólo en el aspecto histórico, sinoque podrá comprender con mayor profundidad la actualidad y alcanceque el pensamiento de Santa Hildegarda tiene hoy para nosotros comocristianos y cristianas comprometidos seriamente en la profundización ycrecimiento de nuestro camino de fe.

1. DE LA RESPUESTA DE SAN BERNARDO A SANTA HILDEGARDA

ACERCA DE SUS VISIONES

Antes de presentar la vida de Santa Hildegarda, es oportuno relatar elbreve episodio epistolar entre el abad de Claraval y la abadesa de Bingen,pues a partir de dicha correspondencia Hildegarda se siente segura deescribir sus visiones y «conocimientos espirituales» en función delcrecimiento espiritual de sus hermanas y de los fieles asiduos a lacomunidad monástica por ella presidida.

Jean Leclercq, monje benedictino y experto en teología medieval, en eltercer capítulo de su libro La femme et les femmes dans l’oeuvre de SaintBernard2, (La mujer y las mujeres en San Bernardo), sucintamente nosrelata la respuesta de San Bernardo a nuestra santa ante las dudas de éstaacerca de sus visiones. Hildegarda teme que sus visiones no seanauténticas y decide escribir a la gran autoridad espiritual de la época, alhombre más influyente del siglo XII: al abad cisterciense Bernardo deClaraval.

En el año 1147 Hildegarda era ya considerada en la diócesis de Maguncia(Mainz) como una «profetisa»; en ese mismo año Bernardo, por mandatodel Papa Eugenio III, viaja continuamente exhortando y predicando lallamada a la Segunda Cruzada. Entre el 1146 o el 1147 Hildegarda decideescribirle una carta en la que le describe recatadamente su admiraciónpor él: …Tú estás continuamente en marcha, pero sostienes a los otros,Tú eres el águila que mira el sol. Pon mis palabras en tu corazón y noceses de mirar a Dios por mí, le relata brevemente sus visiones y la dudaque la inquieta acerca de las mismas y le suplica con plena confianzaque la aconseje sobre lo que debe hacer. La breve repuesta de Bernardo,doce líneas, contrasta con la prodigalidad de la carta de la abadesa, aunquela brevedad no le resta profundidad. Bernardo comienza con unaafirmación amorosa: A la hija amada (dilectae) en Cristo, Hildegarda,el hermano Bernardo, llamado abad de Claraval, le ofrece lo que puedela oración de un pecador3. Desde el inicio, en dicho escrito, hay porparte de Bernardo palabras de aliento y afecto hacia Hildegarda, la cualseguramente intuyó que no había por parte del Abad de Claraval ningún

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signo de desconfianza en relación con ella, por el contrario, Bernardo lallama hija amada por Cristo. Tal como afirma Jean Leclercq, dicha cartaes un torneo de humildad entre ambos4. San Bernardo, el doctor melifluo,no sólo le confirma su afecto en Cristo, sino que además, citando alApóstol en sus cartas a Timoteo (1 Tim 4, 14; 2 Tim 1, 6) se alegra conella por el don que ha recibido: Nos congratulamos de la gracia de Diosque hay en usted (congratulamur gratiae…). Bernardo exhorta aHildegarda a considerar sus visiones como un don recibido de Dios y acorresponder a dicho don con toda la humildad y devoción posibles. Labreve carta de Bernardo insiste continuamente en la humildad y en eldon recibido: ¡Todo en la abadesa de Bingen es gracia! Seguidamente,San Bernardo da su punto de vista (Quod in nobis est) desde una profundadeclaración de sencillez: Cuando está presente la erudición interior y launción que instruye en todas las cosas ¿qué puedo enseñar o aconsejaryo? La especialísima gracia en Hildegarda es confirmada por el santo,ella posee el conocimiento interior y la unción que enseña todas las cosas,es decir, el Espíritu Santo mismo, ella sondea los secretos celestiales yconoce con la instrucción de dicho Espíritu las cosas que están por encimade los hombres. Para concluir su carta, Bernardo le ruega a Hildegardaque interceda por él ante Dios: Le ruego y suplico insistentemente que seacuerde de mí delante de Dios.

Así concluye este breve escrito cuyo argumento –las visiones de unamística y su función en la Iglesia– podría haber dado lugar a un mensajemás extenso y detallado por parte del gran monje cisterciense. SanBernardo, en otras cartas a hombres de iglesia y a personas conresponsabilidades civiles, habla como un maestro, como un padre, comoun abad, como consejero autorizado; en este caso se dice y se sientedébil, él respeta lo que la gracia de Dios cumple en ella.

La relación de Bernardo con la abadesa de Bingen no culmina aquí.Después del intercambio epistolar citado, hacia finales del 1147, el papaEugenio III nombró una comisión encargada de indagar acerca de ladoctrina de Hildegarda. Se dirigieron a la santa para interrogarla yconstataron su humildad. En el Concilio de Tréveris, en presencia delabad de Claraval, el papa Eugenio III mandó leer algunos fragmentosdel Scivias. Bernardo quedó profundamente admirado y al parecer, graciasa su apoyo decisivo, Eugenio III no sólo dio la aprobación a Hildegarda,sino que además la instó a escribir todo aquello que el Espíritu Santo lerevelaba. A partir de dicho momento la correspondencia epistolar deHildegarda con los grandes del mundo se intensificó.

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2. VIDA DE HILDEGARDA DE BINGEN

Después de referirnos, brevemente, al episodio epistolar entre Hildegarda,abadesa de Bingen y Bernardo, abad de Claraval, pasamos ahora a trataralgunos sucesos importantes en la vida de Santa Hildegarda.

Hildegarda de Bingen nació en la ciudad de Bermersheim (Renania-Alemania) en el año 1098 y murió en 1179, en el por entonces SacroImperio Romano Germánico; su vida transcurrió, por tanto, a lo largo decasi todo el siglo XII, un siglo de gran vitalidad, colorido, bullicioso,místico y guerrero, estudioso y poético5. Su padre se llamaba Hildebertvon Bermersheim y su madre Mechtild. Fue la última hija de una noblefamilia que contaba ya con otros nueves hijos. Desde pequeña sufriódiferentes tipos de enfermedades, lo que la obligó a pasar largos períodosde reposo postrada en cama, situación que sin duda marcó su personalidadmadura. A la edad de seis años la pequeña Hildegarda fue confiada porsus padres a las monjas benedictinas de Disibodenberg, de las cuales lacondesa Jutta von Spanheim -futura maestra del monasterio- famosa porsu vida espiritual y ascética, tomó el encargo de atender e instruir a lapequeña niña en la ermita que el padre de ésta había mandado construir.A los quince años tomó el velo monástico. Junto a Jutta aprendió a leery a escribir, se ejercitó además en el canto y en los trabajos femeninospropios de aquella época. Se esmeró mucho en el estudio de los textoslitúrgicos y de la Regla de San Benito. En este ambiente monástico, bajolas reglas férreas de las monjas benedictinas creció Hildegarda,convirtiéndose con el tiempo en una monja ejemplar.

SANTA HILDEGARDA DE BINGEN

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3. HILDEGARDA Y LA FORMACIÓN MONÁSTICA

A la edad de seis años Hildegarda comienza su formación monástica, lacual consistió en instruirse en la Regla de san Benito y en la tradiciónbenedictina. Según Candida Cymbalista6, si deseamos comprender suexperiencia de Dios, sus escritos, la espiritualidad contenida en ellos yla música de esta abadesa medieval, debemos conocer la tradición y lavida monástica en la que Hildegarda creció y se cultivó.

La Regla de san Benito y toda la tradición benedictina tienen comoobjetivo primordial preparar a la persona para la vida interior7; cadacapítulo de la Regla es observancia y aplicación concreta de alguno ovarios pasajes de la Sagrada Escritura. Hildegarda estuvo dedicada desdepequeña a la lectura orante y sapiencial de la Palabra de Dios, la célebrelectio divina, hoy por hoy renovada en la espiritualidad de toda la Iglesia,pero que constituye una tradición monástica dos veces milenaria.

En la Regla de san Benito, el Oficio Divino, oración oficial de la Iglesia,ocupa un lugar primordial. Si analizamos la obra poética y musical deHildegarda, nos encontramos con que toda ella gira alrededor del OficioDivino, del sacrificio de alabanza. Se compone de antífonas, himnos,responsorios, salmos, textos bíblicos y otros escritos variados. Tienepartes dedicadas a la Virgen y a oros muchos santos. En el capítulo 43de su Regla, san Benito dice: Nada se anteponga a la Obra de Dios. Enesta Regla fueron formadas Hildegarda y sus hermanas mientrasestuvieron en Disibodemberg; en el caso de Hildegarda desde los 6 años.Al respecto, Hildegarda escribe: …también compuse cantos y melodíasen alabanza de Dios y a los Santos, sin enseñanza de ningún hombre, ylos cantaba, sin haber estudiado nunca neumas ni canto8. Hildegarda,

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en su Liber Vitae Meritorum, dice que entre 1150 y 1160 ha reunidocomposiciones musicales bajo el título Symphonia armoniae caelestiumrevelationem. Son 77 piezas y una cantata titulada Ordo Virtutum. Lascomposiciones de Hildegarda son originales tanto en la letra como en lamúsica, aunque ella siempre depende de la liturgia y su inspiración sefunda en la milenaria tradición de la Iglesia y en la tradición benedictina.

Otro aspecto esencial en la formación monástica que Hildegarda recibióes el amor al prójimo. En el capítulo 72 de su Regla, Benito da pautasconcretas sobre cómo amarse unos a otros. El capítulo 4 está dedicado alos instrumentos de las buenas obras, sobre cuya base Hildegarda escribirásu Ordo Virtutum; dicho capítulo 4 enumera setenta y cuatro preceptosatinentes a la relación con los demás: Honrar a todos los hombres, noaborrecer a nadie, no tener celos, no obrar por envidia, no amar lasdiscusiones, venerar a los hermanos, amar a los jóvenes, etc. SegúnCandida Cymbalista, abadesa benedictina, la razón de este sentidoprofundamente humano es la visión cristocéntrica que debe caracterizaral monje o a la monja que sigue la RB: el Abad hace las veces de Cristo,al huésped hay que recibirlo como al mismo Cristo, al hermano enfermose lo sirve como a Cristo en persona. Esta antropología monástica, unidaa la visión del mundo del siglo XII, motivan fuertemente la visión delmundo y del ser humano en Santa Hildegarda. La divisa de Hildegarda,en la mayoría de sus escritos, fue reconocer a Dios en la creación. En ellibro Scivias, en El libro de los notables, el Libro sobre las obras divinas(visiones del cosmos), Physica (tratado sobre las plantas), Causae etcurae (tratados médicos) todos los elementos del cosmos están en íntimarelación con el hombre e ingresan en la Trinidad a través de Jesucristo,quien al ser el Verbo encarnado, tomó sobre sí al hombre entero.

Para culminar el espacio dedicado a la formación monástica deHildegarda, nos referiremos al trabajo monástico comentando brevementeun relato sobre la vida cotidiana en el monasterio en el cual Hildegardaera abadesa. El relato es de uno de los biógrafos de la santa, Guiberto deGembloux:

Realizan con celo las lecturas y los cantos y siguiendo el lema apostólico «Quienno trabaje que no coma»: se las puede ver durante la semana dedicadas altrabajo, transcribiendo libros, tejiendo vestimentas eclesiásticas o ejecutandootras tareas manuales… piensen en lo maravilloso que es que este conventono haya sido fundado por ningún emperador u Obispo, poderoso y señor, sinopor una pobre mujer forastera y enferma9.

San Benito, en el capítulo 48 de su Regla, sienta los dos ejes del trabajomonástico que estarán presentes en sus otras normas sobre el asunto.Dice así: La ociosidad es enemiga del alma, por eso han de ocuparselos hermanos a unas horas en el trabajo manual, y a otras, en la lecturadivina. Y en otro pasaje del mismo capítulo dice: Son verdaderamentemonjes cuando viven del trabajo de sus propias manos, como nuestrosPadres y los Apóstoles.

SANTA HILDEGARDA DE BINGEN

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En el monasterio de Hildegarda, a diferencia de lo que podía ser unacomunidad de mujeres nobles que vivían de los grandes patrimoniosfeudales, se trabajaba en la huerta medicinal y otras áreas dentro delámbito conventual como bien nos lo ha relatado Guiberto de Gembloux.

Después de haber presentado escuetamente la formación de Hildegardaen la tradición monástica, retomamos el orden cronológico de la vida deSanta Hildegarda.

En 1136 pierde Hildegarda a su directora espiritual y confidente, Juttavon Spanheim maestra y guía de la pequeña comunidad femenina delmonasterio de Disibodenberg. Disibodenberg era un monasterio dúplice,es decir, una comunidad mixta en la cual vivían conventualmente monjesy monjas en edificios separados. La comunidad masculina era más antiguae importante en número que la femenina, y el abad el jefe de ambas; poreso la superiora de las monjas no se llamaba abadesa, sino maestra(magistra). En realidad, como nos relata García Colombás10, cuando laniña Hildegarda llegó al monasterio de Disibodenberg, la comunidadfemenina se estaba formando bajo la dirección de Jutta, una reclusa deveintidós años que vivía en una casita pegada a la iglesia de los monjes.Jutta fue magistra de Hildegarda durante treinta años; magistra en eldoble sentido de superiora y maestra en la vida espiritual. Hildegardareconoció lo mucho que le debía. Jutta fue también su confidente, puesdesde niña Hildegarda era vidente por naturaleza.

4. LAS VISIONES DE HILDEGARDA: ¿FUE HILDEGARDA UNA

MÍSTICA?

Hildegarda nos relata que a la edad de tres años veía tantas luces que sualma temblaba, pero debido a su corta edad no comprendía lo que lesucedía. En el prólogo de su obra Scivias, nos relata que a la edad decinco años sentía la fuerza de los misterios. Hildegarda, a la edad dequince años, hablaba con toda simplicidad de las cosas que «veía»,creyendo que a todo el mundo le sucedía lo mismo, pero al darse cuentade la extrañeza que sus palabras causaban en las demás hermanas, tuvomiedo. Desde entonces escondió cuidadosamente su «visión» y sóloconfiaba sus secretos a su maestra Jutta y a un monje virtuoso llamadoVolmar.

Uno de los especialistas en la obra de Hildegarda, Peter Dronke, piensaque Hildegarda «presenta una segura disposición mística». Otros autoresconsideran a Hildegarda principalmente como una profetisa o quizás,una «reformadora apocalíptica», por ejemplo, Carolyne Bynum sostieneque: «Hildegarda no fue, técnicamente hablando, una mística»11. BernardMcGinn considera que Hildegarda fue una profetisa y seguramente sufrióexperiencias místicas, no obstante aquello, no se le puede considerar enun sentido total como una autora mística.

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5. BREVE EXCURSUS SOBRE LA MÍSTICA

Evidentemente, para comprender en este espacio lo que la Iglesia a lolargo de su historia ha entendido y entiende por mística, es necesariopresentar, escuetamente, algunas ideas que nos aclaren lo que es la místicacristiana, pues de ese modo comprenderemos la experiencia de Hildegardade Bingen, como mujer «tocada» por la gracia de Dios.

En nuestros tiempos pensamos que la (palabra) mística está totalmentefuera de nuestro alcance, velada por el «estrés moderno» y por nuestrascontinuas ansias de «tener», «poder» y «ser». En la Iglesia han existido alo largo de los siglos, como es el caso de Hildegarda, hombres y mujeresque han sido «tocados», «pinchados» por una fuerza que los trasciende,Dios, y los hace ser quienes estaban realmente llamados a ser desde quefueron creados: Hijos de Dios, imagen y semejanza del Creador. SanJuan de la Cruz, en una de sus obras más importantes, decía: «¡Oh almas,creadas para estas grandezas y para ellas llamadas, ¿qué hacéis, enque os entretenéis?» Estamos llamados a ser seres humanos en suplenitud, invitados por el Absoluto, usando el lenguaje de algunosmísticos, a ser deificados, a ser capaces de Dios (capax Dei), sin embargo,la mayoría de las veces estamos distraídos buscando el «sentido de nuestravida» en el lugar y tiempo equivocados, ansiando dinero, «amor»,«poder», y «ser», pensamos que sentarnos en los primeros puestos nosdará la felicidad, cuando en realidad nos aleja, casi siempre, del fin parael que hemos sido creados.

Lingüísticamente la palabra «mística» deriva del griego mys, verbo quedesigna el proceso de cerrar los ojos y mirar hacia adentro, y del adjetivogriego mystikós, que sustantivado tiene dos significados, mystika (loque se refiere a los misterios) y oi mystikoi (los iniciados en esosmisterios). Dicho término comportaba siempre el significado de unsecreto reservado a algunos, o sea, una especie de iniciación cultual.

SANTA HILDEGARDA DE BINGEN

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Lingüística y etimológicamente hablando, la palabra «mística» no se hallaen la Sagrada Escritura, lo que en esencia no le restringe sentido ysignificado en la vida de todo cristiano comprometido seriamente con suproceso de conversión y su adhesión al Misterio Pascual de Cristo; seintroduce en la literatura cristiana por el platonismo de la Escuela deAlejandría. Según los especialistas, el conocimiento místico,específicamente cristiano, es efecto de una acción libre, gratuita y especialde Dios, que hace sentir su presencia. En un principio, teología y místicaestaban íntimamente vinculadas, gracias a la pequeña obra Teología

mística de Dionisio Areopagita (siglo IV). En Santo Tomás se da laseparación de la mística y la teología, pues él la ubica en el tratado De

prophetia (Summa Thelogica II-II, 171-178). A partir del siglo XVII laexpresión «teología mística» pasó a ser específicamente un tratado oreflexión doctrinal con un lenguaje técnico determinado y perdió elsentido original carismático al que todos los cristianos estamos llamados.

En el Nuevo Testamento Cristo es el «místico» por excelencia: Jn 1,1;1,4ss; 7, 29; 8,55; 10,30; 10,15; 5,20; 14,21.23; todos han recibido elEspíritu: Rom 8,9-11; 1Cor 13-16; 3,1-3; Ef1,16-20; 3,16; 3,17-19;penetrar en el misterio de Dios: Col 2,2-3… Cristo quien vive en mí:Gal 2,20.

La experiencia mística, en la Iglesia Católica,  es una experiencia deDios a través del Misterio que nos lo revela o de los signos que nos lomanifiestan y tiene su fundamento en la vida, obras y revelación delHijo de Dios. En la mística cristiana, tender a la unión mística con Dios(deificatio), tiene su origen en la Encarnación del Verbo, Jesucristo: Diosse hace hombre, para que el hombre participe de Dios (Jn 1,14; Fi 2,6-11). Según el teólogo y especialista en mística cristiana E. Salmann, lamística no es mera experiencia o teoría abstracta, sino un modo específicode experimentar la realidad de(l) sí mismo, del mundo y del Absoluto.

En el cristianismo la mística tiene su punto de partida en la mismaExperiencia Pascual como evento tocante que transforma a personasdesesperadas (discípulos, enfermos, pecadores, endemoniados, etc.) entestigos y testimonios de una vida transfigurada y salvada (ver al respecto:Lc 24,36-53; 24,13-35; Jn 20,11-18; 21; Hch 9,1-18). La persona seencuentra alcanzada por un «evento tocante» que interrumpe las lógicasde su ver y de su vivir; dicho evento no llega a su plenitud en un momento,sino que requiere una respuesta reflexiva, una interpretación y unabandonarse a Aquel extraño (Dios Padre) que la ha «tumbado». Lascosas se comienzan a ver entrecomilladas, se valoran con una luz distinta,inédita. La experiencia mística resulta, según Elmar Salmann, un debery poder definir y comprenderse a sí mismo como intimidad tocada eiluminada por Dios.

Según el filósofo y teólogo francés Jacques Maritain, siguiendo a SantoTomás de Aquino, en su libro Distinguer pour unir ou les degrés dusavoir la mística es «la fruición experimental de Dios», la mística es el

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gozar el camino del conocimiento de Dios, camino que no nos dirigefuera de nosotros mismos, sino que es camino interior hacia el origen,que es Dios, pues el ser humano, desde el origen, «es en Dios» sólo quelas oscuras circunstancias de cada existencia ensombrecen aquellaSabiduría. En este sentido, la mística nos habla del hombre viejo quemuere para dejar paso al hombre nuevo, pero este hombre nuevo no esmás que el hombre original, aquel que fue creado a imagen y semejanzade Dios, que ha perdido esa semejanza y hoy se encuentra en estado dedes-gracia.

En el año 1175 Santa Hildegarda habla acerca de la naturaleza de susvisiones en una carta, escrita en su vejez, dirigida a Guiberto deGembloux. Es uno de los testimonios más importantes que nos cuentansobre un período de la infancia de la santa y de cómo comenzaron estasexperiencias:

Desde mi infancia, cuando aún no era fuerte en mis huesos, en mis nervios yen mis venas he visto siempre esta visión en mi alma, del mismo modo ahoracuando tengo más de setenta años. Tal como Dios quiere en esta visión miespíritu se eleva a la altura del firmamento y se dilata en las diferentes naciones,incluso en las regiones que están fuera de mi alcance y en lugares para míremotos y desconocidos. Y porque yo veo estas cosas en tal modo, por dichomotivo yo las vislumbro bajo la forma mutable de nubes y otras realidadescreadas. Pero yo no las siento con mis oídos corpóreos, ni siquiera con lospensamientos de mi corazón, y tampoco las percibo activando uno de miscinco sentidos, sólo en mi alma, con mis ojos corpóreos abiertos, de modoque no sufro jamás de la perdida de mis sentidos, o de mi consciencia (éxtasis);no, yo veo estas cosas despierta, día y noche. Y soy constantemente oprimidapor la enfermedad, y con tantos dolores que amenazan con conducirme a lamuerte; a tal grado Dios se ha establecido en mí12.

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En este pequeño fragmento de la vida de Hildegarda encontramos eltestimonio del comienzo de estas visiones, ella dice que comenzaroncuando tenía sólo tres años y que se han extendido hasta ahora que tienemás de setenta. La santa no pone en jamás en duda que estás visionessean inferidas por Dios. En uno de los fragmentos nos cuenta sobre lasensación física de elevación del espíritu a la altura del firmamento.Vale la pena recordar el capítulo de la Suma Teológica de Tomás deAquino donde habla sobre el rapto de Pablo de Tarso; justamente ahí,con ayuda de la escritura el doctor angélico se detiene a analizar laelevación de Pablo al tercer cielo y dice: «El hombre viene elevado deaquello que es por naturaleza a aquello que está más allá de lanaturaleza»13, lo que en el fondo justifica la capacidad del hombre, enCristo y por Cristo, de elevarse a Dios, porque es capax Dei, es decir,tiene una disposición para conocer a Dios más allá de las posibilidadesque la naturaleza le ofrece. Pero es importante destacar, a su vez, que enel mismo fragmento Hildegarda dice luego que no pierde jamás laconsciencia, que no cae en extasis, es decir, que no sale jamás de símisma. Confirmando aquello que nos dice Santo Tomás: aquel que sufrede experiencias místicas no sale de sí mismo para elevarse fuera de sí,sino que se trata de una activación de una parte o disposición espiritualdel alma, que se activa dejando en suspensión tanto los sentidos como lamemoria, la voluntad y el intelecto, en este caso el intelecto racionaldejando paso a aquel intelecto espiritual, el Anima da paso al Animus.Hildegarda, en este mismo fragmento, relata cómo se daba cuenta deque sus sentidos externos no se anulaban, el pensamiento se nublabadejando al alma gozar(se) en absoluta tranquilidad la experienciatrascendente.

Finalmente, en la última parte de este relato encontramos una escuetadeclaración que vale la pena destacar, es decir, la confesión del dolorterrible que decía sufrir la santa luego de cada experiencia; sobre estosdolores intensos que se padecen luego de una experiencia mística se haescrito mucho en los libros autobiográficos de los místicos, como porejemplo, en los de Teresa de Ávila o de Hadewicj de Anvers.

Igualmente es importante analizar la originalidad en la distinción queHildegarda hace entre los diversos tipos de visiones basados en dos tiposde luz; esta distinción nos lleva a preguntarnos respecto de los diferentesmodos de acercamiento o percepción del esplendor de lo divino.

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El esplendor (lumen) que yo veo no es espacial, sino que es mucho, muchomás luminoso que una nube que envuelve el sol. Yo no puedo contemplar laaltura, la largueza, la profundidad de eso, y lo defino sombra de la luz vivientesombra de la luz vivientesombra de la luz vivientesombra de la luz vivientesombra de la luz viviente.Y como el sol, la luna y las estrellas aparecen reflejadas sobre el agua, así lasescrituras, los discursos, las virtudes y algunas obras de los hombres tomanforma para mí y son reflejadas, resplandecientes en esta luz [...]. Y las cosasque escribo son aquellas que veo y siento en la visión, y no transcribo palabrasfuera de aquellas que he escuchado [...]. Y las palabras que veo y siento en lavisión no son como palabras que vienen de labios humanos, sino como unallama refulgente y una nube flotando en el aire puro.

Y en ese mismo esplendor, a veces, mas no siempre, veo otra luz, que llamo lalalalalaluz vivienteluz vivienteluz vivienteluz vivienteluz viviente (lux vivens); cuándo y cómo la veo, no alcanzo a explicarlo, peropor todo el tiempo en el cual la veo me siento elevada de toda tristeza y detoda angustia como si tuviera el aire de una jovencita inocente y no de unapequeña anciana14.

Analizando las visiones de la santa alemana podemos entender que ellarecibe un mensaje de Dios en las imágenes que ve en el reflejo de estaluz que llama «sombra de la luz viviente», aunque luego hace unadistinción importante, pues relata que sólo unas pocas veces observóotro tipo de luz, que ella llama, a diferencia de la otra, «la luz viviente»,que la satisface más y que pareciera ser una directa experiencia de Diosen modo místico, experiencia de una luz primigenia, muy similar aexperiencias narradas por otros místicos más acreditados. En el Sciviascuenta cómo en el año 1141 ella recibió «una luz intensa de indescriptibleesplendor» del cielo, que había penetrado todo su intelecto y todo sucorazón, además esta luz le concedió el inmediato conocimiento de laBiblia. Entonces, si le damos crédito a esta narración podemos decirque la luz no sólo le dona placer o dolor a Hildegarda sino ademásconocimiento.

Después de estas breves divagaciones sobre la mística cristiana y sobrelas visiones de Hildegarda, podemos preguntarnos nuevamente: ¿FueHildegarda una mística? Pareciera que a partir del análisisprecedentemente hecho focalizado en algunos de sus testimoniospodemos afirmar que ella vivió algunas experiencias de caráctereminentemente místico. Quizás, dándole razón a McGinn, son sus escritoslos que no han alcanzado aquella característica, por lo menos no al modode la mística monástica centrada en la contemplatio o al modo de lamística especulativa que pone el acento en la disolución del ligamen conla creaturalidad. Para dar una respuesta certera necesitamos hacer unexamen un poco más profundo, específicamente analizando las visionesnarradas en algunas de sus obras para así permitirnos establecer un juicioconcluyente.

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6. LAS VISIONES «MÍSTICAS» DE HILDEGARDA EN ALGUNOS DE

SUS ESCRITOS

Scivias: La Trinidad

Después vi una luz muy esplendorosa y, en ella, una forma humana del colordel zafiro, que ardía entera en un suave fuego rutilante. Y esa esplendorosa luzinundaba todo el fuego rutilante, y el fuego rutilante, la esplendorosa luz; y laesplendorosa luz y el rutilante fuego inundaban toda la forma humana, siendouna sola luz en una sola fuerza y potencia15.

He aquí la explicación que la Luz Viviente da a Hildegarda sobre estavisión:

Esto es sentir los misterios del Señor: observar con discernimiento y comprenderqué es la Plenitud sin principioPlenitud sin principioPlenitud sin principioPlenitud sin principioPlenitud sin principio en la que es inagotable la profunda fortalezaque sembró todos los manantiales de los fuertes (Véase: Sal 78 (77), 24-25; Jn7, 38-39). Porque si el Señor estuviera vacío de su propio vigor, ¿qué sería,entonces, su obra? Nada sería. Así ves una luz esplendorosa que sin sombra dequimera, defecto ni engaño, representa al Padre; y, en ella, una forma humanadel color del zafiro, que, sin mancha de ofuscación, envidia o iniquidad designaal Hijo, engendrado por el Padre antes de los siglos según Su divinidad, perodespués encarnado en el mundo, en el tiempo según Su humanidad; y ardíaentera en un suave fuego rutilante, fuego que, sin huella de aridez, mortalidadni calígine, manifiesta al Espíritu Santo: por Él fue concebido, según la carne,el Hijo Único de Dios, nacido de una Virgen en el tiempo, que irradió en elmundo la luz de la claridad verdadera. Y esa esplendorosa luz inundaba todoel fuego rutilante, y el fuego rutilante, la esplendorosa luz; y la esplendorosaluz y el fuego rutilante inundaban toda la forma humana, siendo una sola luzen una sola fuerza y potencia… son inseparables en la Majestad de laDivinidad16.

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Hildegarda, como ella misma dijo, no escribe nada fuera de lo queha visto y oído a través de la Luz Viviente. En la visión anterior la abadesade Bingen percibe, o como le explica la Luz Viviente misma, «siente»,«observa con discernimiento» y «comprende» los Misterios de Dios: LaTrinidad como Plenitud sin principio: Padre, Hijo y Espíritu Santosimbolizados por una forma humana del color del zafiro, una luzesplendorosa y un fuego rutilante, siendo «tres formas» (tres personas)en una sola fuerza y potencia. La Trinidad no es un dogma estático,según la visión de Hildegarda, sino lleno de vida, vigor, fuerza y potenciaen sí mismo, pues si el Señor estuviera vacío de su propio vigor, ¿quésería, entonces, el mundo y el ser humano? Nada sería.

Liber vitae meritorum: Diferencia ontológica entre Dios y elser humano

Dios es eterno y su eternidad es fuego: ¿Quién es Dios? Dios no es fuegoexiguo o fuego mudo, sino fuego operante. La potencia de Dios, en la claridadde todos los misterios, todo dispone y rige.

El hombre en verdad, no es profundidad abismal, sino que es como el tiempo,ahora fulgura en el sol, ahora se cubre de negras nubes17.

En los dos fragmentos presentados arriba deducimos cómo paraHildegarda existe, no obstante la posibilidad de una unio mystica, unadistancia ontológica fundamental entre Dios y su criatura favorita, aquelladotada de intelecto, el ser humano. Mientras Dios es eterno, el ser humanoen cambio es como el tiempo, es decir, deviene. Dios es fuego operante,en cambio el ser humano recibe el don de la gracia que le permite accedera los misterios que sólo son develados por la gracia y el don de la voluntaddivina, porque es sólo Dios quién todo dirige y dispone.

A su vez, nos damos cuenta en la breve descripción del hombre de que laprofetisa no deja lugar a una simple visión optimista de su verdaderanaturaleza y destino, en sus palabras se deja ver un punto de vista untanto oscuro sobre la moral de la humanidad, porque ésta «es como eltiempo, una vez esplende en el sol, y luego se cubre de negras nubes».Se salva o se pierde, en alterna vecindad de bien y mal. Ella, no obstante,siente que hay una esperanza sólo en el retorno del hombre a la esferadivina donde todo es bondad, y no hay espacio para el mal.

Liber divinorum operum: El ser humano como microcosmos ysu relación con el macrocosmos

También en el medio de esta rueda aparecía una imagen de hombre cuyacoronilla, más arriba, y las plantas de los pies, más abajo, se alargaban hasta elmencionado círculo de aire fuerte y blanco y brillante. Y, por el lado derecho,habían sido desplegadas las puntas de los dedos de su mano derecha, y por ellado izquierdo, las puntas de la mano izquierda, hasta el mismo círculo marcadoen cada lado de la circunferencia, puesto que la misma imagen había asíextendido sus brazos18.

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E Hildegarda después de relatar la visión escuchó una voz del cielo que ledecía:

Dios que para gloria de su nombre dispuso el mundo con los elementos, loconsolidó con los vientos, lo iluminó entrelazándolo con las estrellas, locompletó con las restantes creaturas, y puso en él al hombre rodeándolo detodas estas cosas y fortificándolo allí con la mayor fortaleza, para que loasistieran en todas las cosas y lo ayudaran en sus obras, de manera que obrasecon ellas; porque el hombre sin ellas no puede vivir ni tampoco subsistir, comose te manifiesta en la presente visión19.

Y más adelante considera a Dios como la ciencia de la verdadera caridad,quien ha creado todo de modo tan perfecto como el símbolo del círculo,que no tiene ni principio ni final. Dios en su infinita sabiduría abarca ysobrepasa infinitamente todas las cosas.

La imagen de hombre en el centro representa el poder del ser humano enla creación, poder que no le viene de sus fuerzas corporales, sino de susfuerzas espirituales (en virtud de su alma). Su grandeza reside en dirigirsea Dios para reconocerse necesitado, reconocimiento que Hildegarda llamaestar en la ciencia de Dios, de modo que el ser humano pueda comprenderpor medio de la creación misma que Dios es el autor de su vida.

Sin dejar espacio a la duda sobre la importancia de Hildegarda en latradición del pensamiento cristiano medieval, debemos responder a lapregunta hecha en el principio de este apartado sobre las visiones deHildegarda, es decir, establecer si la «sibila del Rin» debe ser consideradadentro del grupo de aquellos que sufrieron experiencias místicas, y aconsecuencia de ellas donaron un legado mistagógico a la tradición, oen cambio, aquí nos confrontamos con una mujer que experimentóvisiones, que más allá de donarle un conocimiento profético no pudojamás arribar a la unio mystica plena, a gozar de una experiencia completade disolución en Dios, de la cual sí gozaron otros como Juan de la Cruz,Margarita Porete o el Maestro Eckhart.

Siguiendo los criterios de algunos especialistas consideramos queHildegarda de Bingen sí llegó a experimentar un tipo de unión plena conDios (unio mystica), pero tan sólo en pocos momentos de su vida.

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Basándonos en la trascendental distinción que ella misma hace de losdos tipos de luz que contempla (Sombra de la Luz Viviente y Luz Viviente),la frecuencia de la experiencia con cada una de ellas, y la diferenteintensidad de sensaciones espirituales que provocaban en ella, creemos,son la justificación a su vez de una distinción neta entre dos niveles deexperiencia, tal vez el primero, la contemplación de la sombra de la luzviviente no es la unio mystica plena, sino el paso precedente a ella, pueses muy frecuente en la descripción de sus visiones, y es a la vez proyecciónde algo más profundo que no se deja alcanzar, y provoca sensacionesmás o menos intensas. Entonces, la experiencia menos frecuente, la quele provoca inmenso placer y luego profundo dolor, que se caracterizapor ser una luz que no proyecta nada porque es luz originante, es decir,la Luz Viviente, es quizás el grado más alto de contemplación, la uniomystica plena, el ser uno con Dios. En este sentido nos atrevemos aafirmar que sólo sus experiencias de la Luz Viviente pueden ser llamadasexperiencias de índole indudablemente mística.

En fin, Hildegarda sí fue una mística, además de una profetisa, y si nopuede ser alineada a pleno derecho en la tradición místico-literariacristiana es debido, exclusivamente, a su originalidad y a la ausencia deuna tradición bien desarrollada en la mística precedente.

7. LAS FUNDACIONES DE RUPERTSBERG Y EINBINGEN

Después de la muerte de su tutora y guía, Jutta, en 1136, Hildegarda eselegida para sucederla en el cargo como magistra. El año 1147 marca uncambio decisivo en la vida de Hildegarda, como ya hemos mencionado,

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pues además de ser autorizada y exhortada por el Papa Eugenio III paraescribir sus «visiones», decidió fundar su propio monasterio enRupertsberg, frente al puerto fluvial de Bingen en el Rin. Ni el abad deDisibodenberg, ni los monjes estaban conformes con esta pérdida y lalucha que se entabló entre ambas comunidades da testimonio fehacientedel aprecio que los monjes sentían por Hildegarda y las hermanas, perotambién de la energía hasta entonces desconocida de la abadesa20. A pesarde las dificultades que le suscitan los monjes de la comunidad deDisibodenberg, al que estaba sujeta su comunidad, se traslada a la nuevafundación con todas sus hermanas. Logrado el traslado Hildegarda tuvoque enfrentar además la murmuración de algunas de sus hermanas, queañoraban los tiempos de abundancia bajo la protección de los monjes enDisibodenberg.

Tal es el temple de Hildegarda que no sólo consigue el lugar de sumonasterio, sino que también dirige la construcción de éste y de su iglesia.En 1150 las monjas toman posesión de su nuevo monasterio y en 1152 elarzobispo Enrique de Maguncia consagra la iglesia.

Hildegarda, además de lograr autonomía en relación con la abadía de losmonjes, consideró, muy sabiamente, que se debía establecer unareglamentación de derecho entre ambas comunidades. El documentopertinente fue firmado en Maguncia (Mainz) en el año 1158. En dichodocumento se aseguraba que las monjas tendrían libertad perpetua paraelegir a su propia abadesa, al mismo tiempo el abad se comprometía aconfirmar esta elección y a designar un monje sacerdote como capellánde las monjas. Como indica García Colombás, que en aquella época unaabadesa fundara su propio monasterio era inaudito21; Hildegarda no sólocertificó la legitimidad de su fundación a través de documentos oficiales,sino que además aseguró la manutención de la comunidad adquiriendotierras y garantizándolas mediante contratos.

Bajo la maternal y firme dirección de Hildegarda el nuevo monasteriode Rupertsberg se desarrolló espiritual y materialmente. Uno de susbiógrafos, quien visitó la abadía en 1177, diría:

El monasterio ha crecido en el espíritu de San Benito y en sus edificios, pues secompone de hermosas construcciones, todos los talleres tienen cañerías deagua y la sala en que las monjas trabajan copiando manuscritos tiene muchaluz. Las hermanas se distinguen por su espíritu de oración y su diligencia entodo22.

El padre García Colombás nos relata que Hildegarda, en laformación de sus hermanas, armonizaba las exigencias de la disciplinacon la comprensión de las necesidades corporales y espirituales de cadauna de las monjas a ella confiadas23. Trataba de que sus hermanas tuvieranuna excelente formación espiritual y humana, y en sus conferencias leshablaba en su lengua materna. Consideraba que las hermanas debíanservir a Dios con alegría y vivir comunitariamente practicando la virtudde la discreción, virtud muy amada por San Benito. Era para todas las

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monjas maestra de vida centrada en Cristo, y madre y guía en los caminosdel espíritu.

En el año 1165 la afluencia de vocaciones a Rupertsberg exigió aHildegarda emprender una nueva fundación. Para ello compró a los frailesagustinos un monasterio que tenían desocupado en el lugar llamadoEibingen, cerca de Rüdesheim, en la orilla derecha del Rin (Rupertsbergse encontraba más al sur, en la orilla izquierda). Una vez refaccionada yacondicionada la casa para ser un monasterio benedictino femenino,Hildegarda envió a la casa a algunas de sus hermanas. Dos días de lasemana Hildegarda los dedicaba a cruzar el Rin y visitar el nuevomonasterio, resolver diversos asuntos y atender espiritualmente a susmonjas.

8. LA OBRA LITERARIA DE HILDEGARDA

Después de la muerte de su maestra Jutta, dato mencionadoanteriormente, Hildegarda siente con más fuerza la voz interior que lainstaba a escribir sus visiones y revelaciones; ella. por su parte, se sentíacohibida por lo que pudieran decir las gentes, por las posibles burlas ypor su propia incapacidad para expresarse por escrito. Sin embargo, lavoz de Dios insistía señalándole: «Yo soy la vida y la luz inaccesible conla que iluminaré a quien sea mi voluntad. Según mi voluntad yo puedomostrar, a través de cualquiera de los seres humanos, mayores maravillasde las que se han visto en los tiempos pasados». Así, Hildegarda se decidióa escribir y con la ayuda de su secretario, el monje Volmar, comenzó aredactar una de sus principales obras: un libro que tituló Scivias, vocabloresultante del apócope de las palabras latinas scío (sé, conozco) y vías

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(caminos). Tardó diez años en completar el libro Scivias, en el cual seenlazan la teología con la cosmología y la antropología. La primera partede dicha obra contiene seis visiones sobre el Creador, la creación y elhombre. La segunda parte trata en siete visiones de la obra de la redención:Cristo, su pasión, la Iglesia. La tercera parte recoge trece visiones, ytrata sobre el edificio de las virtudes, esas fuerzas de Dios en el hombrey el juicio final. Sobre la repercusión del Scivias hemos tratado en elapartado dedicado a la relación epistolar entre San Bernardo e Hildegarda.

Después del éxito del Scivias, Hildegarda no dejó de escribir. Susmúltiples y ricas experiencias con los seres humanos la llevaron a redactarentre 1158 y 1162 su segunda obra, el Liber vitae meritorum, es decir el«Libro de las retribuciones de cada cual por su vida», o como la llama sueditor alemán: «el ser humano como ser responsable ante Dios». En éltrata de treinta y cinco virtudes y sus vicios opuestos. Marianna Schadrerlo resume así:

El gran drama cósmico de la justicia y del pecado se desarrolla ante nuestramirada. Está dominado por el personaje simbólico del Hombre (Cristo) que selevanta en medio del universo y hace estallar todas las dimensiones. Es lapersonificación de Dios, el excelentísimo… Dios sostiene el cosmos y dirige lahistoria del universo y de la salvación eterna… La lucha se traba entre lasvirtudes y los vicios, representados por personajes grotescos… Aquí se decidela lucha inmemorial y gigantesca entre Dios y Satán, entre el Bien y el Mal: lavictoria es para las virtudes, la pena y el castigo para las iniquidades24.

Su tercera obra, el Liber divinorum operum o Liber de operationeDei (Libro de las obras divinas), fue redactada entre 1163 y 1173, e indicalas relaciones entre macrocosmos y microcosmos, que se derivan delhecho de la Encarnación de Dios.

Las tres obras antes mencionadas constituyen el núcleo central delos escritos de la santa y son llamadas Tríptico visionario o Trilogíavisionaria.

Además de sus obras visionarias, la abadesa de Bingen nos hadejado otras obras en los que prevalece la observación y la experiencia.Entre ellas destaca el Liber subtilitatum diversarum naturarumcreaturarum, que fue muy estimado en su época y que ha valido a suautora el honor de ocupar un puesto destacado en la larga lista de sabiosnaturalistas y médicos de Alemania. Los biógrafos de Hildegarda solíandividirla en dos partes: la Physica o Liber simplicis medicinae, es decir,Libro de la medicina simple, centrado en el mundo animal, vegetal ymineral y Causae et curae diversorum morborum o Liber compositaemedicinae, sobre las causas y los remedios de las enfermedades. LaPhysica observa el conjunto de los reinos de la naturaleza y descubresus virtudes curativas. El Causae et curae diversorum morborum o Loscasos y las curas de las diversas enfermedades explora las dolencias eindica los medios naturales de curarlas.

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Una tercera vertiente de la sensibilidad hildergardiana la constituyensus obras musicales reunidas en el tomo Symphonia armoniae celestiumrevelationum, es decir, Sinfonía de la armonía de las revelacionescelestes. Según los especialistas, Hildegarda forma parte del pequeñonúmero de mujeres dotadas de un talento extraordinario para la música.Sus composiciones son consideradas entre las más importantes de laEdad Media. La «Trompeta del Cordero», como también se solía llamara la santa, percibe sonidos melodiosos en todos los dominios del ser.Para Hildegarda, según los conocedores de su obra musical, toda lacreación es una sinfonía del Espíritu Santo, que es alegría y júbilo. AfirmaHildegarda que el alma del hombre tiene en sí una sinfonía y es ellamisma sinfónica, por lo cual compone antífonas, responsorios e himnosque adoran a Dios, a la Trinidad, y alaban a María, los ángeles y lossantos.

A estas obras musicales se agrega una especie de oratorio o autosacramental cantado, titulado Ordo virtutum (Orden de las virtudes), decontenido eclesiológico, que corona de algún modo su obra musical.

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Se conserva además un epistolario con 300 cartas, la mayoría de lascuales son posteriores al Sínodo de Tréveris de 1148 en que el Papa ySan Bernardo habían avalado la doctrina de la «prophetissa teutonica».El epistolario, ya mencionado anteriormente, contiene un extensointercambio epistolar con casi todas las personas más famosas de lasegunda mitad del siglo XII. Notable al respecto es su relación con elemperador Federico I Barbarroja (+1190), quien protegió mucho elmonasterio de Rupertsberg.

9. LOS VIAJES DE SANTA HILDEGARDA

Los especialistas en el siglo XII cristiano afirman unánimes lo insólitodel hecho de que una abadesa emprendiera varios y extensos viajes conel fin de predicar. Hildegarda de Bingen, como consecuencia de laautoridad moral de la que gozaba entre el clero y la nobleza y de lasnumerosas consultas de todo orden de las cuales era objeto, realizó variosviajes. Varias veces dejó el claustro para realizar sus misiones; los viajesde mayor envergadura fueron los siguientes: un primer viaje (1158-1159): por el río Main con visitas en Maguncia, la abadía de Kitzingen,la ciudad de Bamberga; un segundo viaje (1160): por el río Moselahasta Lorena. En Pentecostés de ese año predicó al clero reunido en elmonasterio de San Matías de Tréveris. En Metz predicó al clero, invitadapor el Duque Mateo, tío de la emperatriz; tercer viaje (entre 1161-1163):por el Rin hasta Colonia, donde predicó en el monasterio de las monjasbenedictinas de Santa María in Capitolio. El motivo principal de sussermones era el surgimiento de la herejía de los cátaros, contra los cualesaconseja las mismas medidas que sesenta años más tarde practicará Sto.Domingo de Guzmán y su Orden de Predicadores: el estudio y la prédicade la Palabra de Dios y una vida austera y ejemplar, ambas cosas alparecer ausentes en el clero de la época; un cuarto viaje (1170-1171):por Suabia y solamente por asuntos de reformas de monasterios. Laabadesa estuvo primero en Maulbronn, monasterio de los monjescistercienses edificado en aquellos años y conservado íntegro hasta laactualidad. Después visitó las grandes abadías benedictinas de Hirsau yZwiefalten, con las cuales tenía también trato epistolar.

Los viajes los realizaba en barco y a caballo, lo cual, dada su frágil salud,era fatigoso para ella y las monjas que la acompañaban. En el decurso desus viajes anudó Hildegarda gran número de relaciones: se nota en elaumento de su epistolario a partir de 1152. García Colombás, historiadory especialista en historia monástica, afirma que a excepción de la de SanBernardo, no hay correspondencia más importante en todo el siglo XII25.Hildegarda, a diferencia de Bernardo de Claraval, no es un factor activoen los acontecimientos, pero, como refleja su correspondencia, influyóen quienes los provocaban o los padecían. Entre sus destinatariosencontramos a los papas Eugenio III, Anastasio IV, Adriano IV, AlejandroIII; los emperadores Conrado y Federico I; reyes y reinas, como Felipe

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de Francia, Leonor de Inglaterra, Enrique Beauclerc, Berta de Grecia, ylos santos Bernardo de Claraval, Eberardo de Salzburgo, Isabel deSchönau, además de cardenales romanos, arzobispos alemanes, obisposde Francia y Bélgica, abades y abadesas, comunidades de eclesiásticos,maestros universitarios de París. En sus cartas abundan las profecíasconcernientes sea a la suerte de los destinatarios, sea a la Iglesia engeneral. Muchas de sus cartas tienen un carácter didáctico, tratan untema bien determinado, como la obediencia, el discernimiento, lapurificación del alma y del cuerpo, entre otros.

10. LA ÚLTIMA PRUEBA DE HILDEGARDA Y SU DIES NATALIS

En medio de sus viajes y comunicación epistolar se conocen al menostres períodos en que estuvo enferma con peligro de muerte, conrecuperaciones lentas de muchos meses: 1155, 1158 y 1168. Ella agradecíaestos sufrimientos como dones que Dios le enviaba para que «no seinflara». Débil como se sentía, era, sin embargo, firmísima y perseverantecuando se trataba de las cosas de Dios y de la Iglesia.

Durante los últimos años de su vida Hildegarda sufrió una dura pruebaque bien vale la pena relatar aquí, pues pone de manifiesto la rectitud yentereza de su carácter. Al igual que la abadía de Disibodenberg, la deRupertsberg tenía el privilegio de sepultar en su cementerio a personasemparentadas, amigas y benefactoras. Cierto caballero, que había sidoexcomulgado por causas desconocidas, recibió refugio en el monasteriode Hildegarda, y después de pedir indulgencia y alcanzar el perdón desus culpas había muerto, y por orden de la abadesa había sido sepultadoen el cementerio del monasterio. El cabildo eclesiástico de Maguncia(Mainz) se había enterado de forma incompleta del suceso -pues al parecerno sabía nada de la absolución que había recibido el difunto-, y ordenó aHildegarda que el cadáver fuese desenterrado y echado al basurero. Lasanta, profundamente conmovida, recurrió a la oración y despuéscomunicó a los canónicos que no haría lo ordenado, pues dicha personaya había recibido el perdón de Cristo y no merecía ser tratada de esaforma. Hildegarda, quien ya tenía más de ochenta años, para evitar actosviolentos de parte del cabildo, procedió a disimular el lugar del entierroy la tumba del fallecido. Luego redactó una defensa escrita de la causadel difunto y fue a entregarla personalmente a Maguncia. El arzobispose encontraba fuera ocupado en múltiples asuntos relacionados conFederico Barbarroja y el Papa, de modo que el cabildo, ausente elarzobispo, tomó la responsabilidad sobre sus espaldas sobre el caso deldifunto presuntamente excomulgado sin el perdón de la Iglesia. Se decretóun entredicho (interdictum), medida de suma gravedad, contra lacomunidad de Rupertsberg, pues se prohibió a las monjas recitarpúblicamente el Oficio Divino, el toque de las campanas, el canto, lamúsica y la celebración de la Eucaristía. Hildegarda y su comunidadprefirieron sufrir durante meses esta terrible privación, antes que permitir

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que el perdón de Cristo fuese tratado en forma irrisoria. Ocurrieron variascontrariedades antes de que se levantara el interdictum a la comunidad.El arzobispo Cristian de Maguncia levantó la censura y pidió perdón a lasanta por las molestias que ella y sus hermanas habían tenido que sufrir.Esto sucedió en marzo del año 1179 y ya el 17 de septiembre del mismoaño Hildegarda, a los 82 años de edad, admirable y admirada como mujer,abadesa, fundadora, escritora, vidente, profetisa, y santa, entraría en lavisión eterna que con tanta intensidad como fuerza poética ella habíapregustado en sus experiencias místicas. Su proceso de canonización seabrió en 1227 y no se cerró jamás. Mauro Matthei, monje benedictinochileno, nos relata, brevemente, algunos episodios sobre los vaivenesque tal proceso sufrió a lo largo de la historia26. Uno de los biógrafos deHildegarda, Teodorico de Echternach, debido a los numerosos milagrosocurridos en la tumba de la difunta abadesa, la llama en sus escritos«sancta», y ya a principios del siglo XIII era representada con la aureolade las vírgenes. En enero de 1227 el Papa Gregorio IX ordenó la creaciónde una comisión para examinar la causa de canonización. En 1233 elprotocolo de lo investigado fue enviado a Roma y en 1237 fue devueltoal capítulo de Maguncia, con el encargo de completar varios datos. Alparecer los canónigos no manifestaron interés ni apuro para completarla causa incoada, pues en 1243 el Papa Inocencio tuvo que insistir denuevo. El documento así completado su encuentra actualmente en elarchivo de Coblenza, pero se ignora si en su tiempo fue enviado a Roma.En 1489 y en 1490 se procedió al examen de las reliquias de la santa,abriéndose la tumba en presencia de la abadesa y de la comunidad. Pero,adelantándose al dictamen de la burocracia eclesiástica, el pueblo fielhacía ya tiempo que la veneraba como santa y los martirologios lamencionaban como tal.

El día 7 de octubre del año 2012 el Papa Benedicto XVI la incluyó en elselecto grupo de Doctores –Doctora en su caso- de la Iglesia, títuloconcedido por la Iglesia a los teólogos más sobresalientes del pasado.En los tiempos recientes fue este mismo Papa, antes de ser el sucesor enla Cátedra de Pedro, cuando era el Cardenal Ratzinger, Prefecto de laCongregación para la Doctrina de la Fe, quien estableció los requisitospara que un santo o santa sea proclamado doctor o doctora de la Iglesia,entre los cuales están: deben estar canonizados, (en este caso la tradiciónmisma y la ferviente fe del pueblo han sentado las bases para considerarlasanta desde hace más de nueve siglos), ser renombrados por su doctrinay recibir la proclamación de Doctor o Doctora por algún concilioecuménico o algún papa.

En la Iglesia Católica hay treinta y cuatro doctores, cuatro de ellos mujeres(Teresa de Ávila, Catalina de Siena, Teresita del Niño Jesús e Hildegarda).La doctrina teológica de Hildegarda de Bingen será confirmada, despuésde nueve siglos, como medio para una segura y certera enseñanza en elcrecimiento de nuestra fe.

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CONCLUSIÓN

Después de presentar la Vida y Obra de Santa Hildegarda de Bingen, através de la consideración de algunos aspectos particulares en su pasopor este mundo, podemos finalizar este humilde escrito afirmando, pormedio de la fructífera vida de la «Sibila del Rin», que ser cristiano hoyes tratar de integrar todos los dones que Dios nos concede, por medio desu Hijo, y ser fecundos en cada dimensión de nuestra vida.

Una palabra que define la existencia de Hildegarda es «correspondencia»,coherencia intrínseca entre lo que Hildegarda recibió, como donesgratuitos del Señor en sus visiones, y lo que ella trató de llevar adelanteen su peregrinaje terreno: su vida es testimonio de la acción dinámica yfructificante del Espíritu Santo, acción que se manifiestaindiscutiblemente en sus escritos, en sus fundaciones, en sus viajes depredicación, en sus cartas, en su música y en su profunda vida espiritual.

Realmente la Carta a los Gálatas 2, 20 compendia la enérgica vida deSanta Hildegarda: Vivo yo, pero no soy yo es Cristo quien vive en mí.Hildegarda transcurrió su vida totalmente confiada en la fe en el Hijo deDios, cuya gracia, ha fructificado extraordinariamente en la vida de estacristiana poetisa, escritora, profetisa, compositora, dramaturga,predicadora, botánica, científica y mística del siglo XII.

NOTAS

1 Epíteto que le habría sido aplicado por el eclesiástico Enrique de Langenstein,quien, en una carta (1383) a su amigo Eckardo von Dresh, se refería a Hildegardacomo Sibylla Theutonicorum. Cfr.: Fraboschi, A., «El siglo XII como contexto»,en Cuadernos monásticos,151, (2004), p. 447.

2 Leclercq, J., La donna e le donne in San Bernardo, Milano, 1997

3 San Bernardo, Obras completas. Cartas (vol. II), BAC, Madrid, 1955, p.1197

4 Leclercq, J., La donna e le donne in San Bernardo, p. 58

5 Cfr.: Fraboschi, A., «El siglo XII como contexto», en Cuadernos monásticos,151, (2004) p. 447

6 Cymbalista, C., «Hildegarda», en Cuadernos monásticos, 151, (2004), p. 474

7 Funk, M., Thoughts Matter: The practice of the Spiritual L i f e ,Continuum, New York, 1998, p. 15

8 Cymbalista, C., «Hildegarda», en Cuadernos monásticos, 151, (2004), p. 478

9 Cymbalista, C., «Hildegarda», en Cuadernos monásticos, 151, (2004), p. 483

10 Cfr., Colombás, G., La tradición benedictina. Ensayo histórico (vol. IV), Zamora,1994, pp. 913-914

11 Bynum, C., «Preface»,en Hildegard of Bingen: Scivias, New York, 1990

12 Hildegarda de Bingen, «Lettera XXIX a Guiberto di Gembloux», en Epistulae:C Chr. CM91, 2 vol., Turnhout, 1991

13 Tomás de Aquino, Summa Theologica,IIª, IIae, cap. 175

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14 Hildegarda de Bingen, «Lettera XXIX a Guiberto di Gembloux», en Epistulae:C Chr.CM91, 2 vol., Turnhout, 1991

15 Hildegarda de Bingen, Scivias: Conoce los caminos, Trotta, Madrid,1999, p.111

16 Hildegarda de Bingen, Scivias: Conoce los caminos, Trotta, Madrid,1999, pp.111-112

17 Hildegarda de Bingen, «Liber Meritorum, vis.XXXIV», en Liber vitae meritorum:CChr.CM 92, Turnhout,1996

18 Hildegarda de Bingen, El libro de las obras divinas, Herder, Barcelona, 2009, p.153

19 Ibid., p. 159

20 Matthei, M., «Genealogía espiritual y descendencia de Hildegardis de Bingen(1098-1179): La mujer en la perspectiva benedictina», en Cuadernosmonásticos, 137 (2001), pp.159-172

21 Cfr. Colombás, G., La tradición benedictina. Ensayo histórico, vol. IV,Zamora,1994, p. 918

22 Matthei, M., «Genealogía espiritual de Hildegardis De Bingen (1098-1179): Lamujer en la perspectiva benedictina», en Cuadernos monásticos,137, (2001),pp.159-172

23 Cfr. Colombás, G., La tradición benedictina. Ensayo histórico, vol. IV,Zamora,1994, p. 918

24 Colombás, G., La tradición benedictina. Ensayo histórico,vol. IV, Zamora, 1994,p. 924

25 Cf. Colombás, G., La tradición benedictina. Ensayo histórico, vol. IV, Zamora,1994, p. 920

26 Cf. MATTHEI, M., «Genealogía espiritual de Hildegardis de Bingen (1089-1179):La mujer en la perspectiva benedictina», en Cuadernos monásticos, 137 (2001),

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