biografía del autor

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Biografía del autor Nacido en Arequipa en 1931, Oswaldo Reynoso es uno de los más destacados novelistas del Perú contemporáneo. Hizo sus estudios en la Universidad de San Agustín de su ciudad natal y los concluyó en la Universidad Enrique Guzmán y Valle, La Cantuta, en Lima, donde se graduó como profesor. Ahí mismo ejerció el magisterio durante varias décadas al mismo tiempo que desarrollaba una intensa labor literaria. Aunque el hecho es poco conocido, Reynoso se inició como poeta con el libro Luzbel (1955). Sin embargo, Reynoso conoció el éxito gracias a la prosa de ficción. Su libro de cuentos Los inocentes (1961) tuvo y tiene un éxito fulgurante, pues incorpora, por primera vez en el siglo XX, el lenguaje de los jóvenes de las grandes urbes. Algunos pensaron que puesto que el lenguaje juvenil cambia a velocidad acelerada, este libro iba a ser pronto olvidado. Ocurrió exactamente lo contrario. La razón hay que buscarla en la actitud del novelista, que es distinta a la del lexicógrafo que registra palabras. Reynoso consigue penetrar en el modo de pensar de los adolescentes, mira los hechos desde ese plano y por eso tiene un público que se renueva constantemente. En su novela En octubre no hay milagros de 1965, Reynoso describe las penurias de la clase media limeña en un proceso de decadencia en medio de las convicciones que pese a estar profundamente arraigadas en el alma colectiva se van desdibujando lentamente. Dueño de una técnica literaria depurada, Reynoso da muestras de su gran dominio verbal en la novela El escarabajo y el hombre de 1970. Posteriormente, durante doce años, el novelista vive en China. Durante esos años escribe En busca de Aladino (1993), relato breve de tema arabesco y Los eunucos inmortales (1995) novela que recupera sus vivencias en extremo oriente. La prosa de ficción de Oswaldo Reynoso se caracteriza por presentar una gran cantidad de personajes con una coloreada prosa de profundo aliento lírico. Datos de la obra En 1961 apareció en Lima el libro Los inocentes, pero con otro título, Lima en rock, puesto (e impuesto) por su editor. Su autor era un escritor arequipeño hasta entonces poco conocido, Oswaldo Reynoso, que previamente solo había publicado un poemario, Luzbel. José María Arguedas fue uno de los primeros lectores que comprendió lo que ese libro significaba para la literatura peruana. Escribió un artículo para el principal suplemento dominical limeño. Lo tituló «Un narrador para un mundo nuevo». Cinco décadas después, casi no hay peruano (aficionado o no a la literatura) que no haya leído Los inocentes. Las historias de sus personajes adolescentes Cara de Ángel, El Príncipe, Carambola, Colorete y El Rosquita, han sido lectura de iniciación de miles de estudiantes de secundaria. Su estructura en forma de cuentos entrelazados, que permite que se pueda leer también como una novela coral, es estudiada hoy en escuelas y talleres de narrativa. Su lenguaje vigoroso, de frases cortas y afiladas, y con dosis equivalentes de jerga popular y poesía callejera, ha servido de inspiración para decenas, quizá centenares, de escritores contemporáneos.

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Page 1: Biografía del autor

Biografía del autor

Nacido en Arequipa en 1931, Oswaldo Reynoso es uno de los más destacados novelistas del Perú contemporáneo. Hizo sus estudios en la Universidad de San Agustín de su ciudad natal y los concluyó en la Universidad Enrique Guzmán y Valle, La Cantuta, en Lima, donde se graduó como profesor. Ahí mismo ejerció el magisterio durante varias décadas al mismo tiempo que desarrollaba una intensa labor literaria. Aunque el hecho es poco conocido, Reynoso se inició como poeta con el libro Luzbel (1955). Sin embargo, Reynoso conoció el éxito gracias a la prosa de ficción. Su libro de cuentos Los inocentes (1961) tuvo y tiene un éxito fulgurante, pues incorpora, por primera vez en el siglo XX, el lenguaje de los jóvenes de las grandes urbes. Algunos pensaron que puesto que el lenguaje juvenil cambia a velocidad acelerada, este libro iba a ser pronto olvidado. Ocurrió exactamente lo contrario. La razón hay que buscarla en la actitud del novelista, que es distinta a la del lexicógrafo que registra palabras. Reynoso consigue penetrar en el modo de pensar de los adolescentes, mira los hechos desde ese plano y por eso tiene un público que se renueva constantemente.

En su novela En octubre no hay milagros de 1965, Reynoso describe las penurias de la clase media limeña en un proceso de decadencia en medio de las convicciones que pese a estar profundamente arraigadas en el alma colectiva se van desdibujando lentamente. Dueño de una técnica literaria depurada, Reynoso da muestras de su gran dominio verbal en la novela El escarabajo y el hombre de 1970. Posteriormente, durante doce años, el novelista vive en China. Durante esos años escribe En busca de Aladino (1993), relato breve de tema arabesco y Los eunucos inmortales (1995) novela que recupera sus vivencias en extremo oriente. La prosa de ficción de Oswaldo Reynoso se caracteriza por presentar una gran cantidad de personajes con una coloreada prosa de profundo aliento lírico.

Datos de la obra

En 1961 apareció en Lima el libro Los inocentes, pero con otro título, Lima en rock, puesto (e impuesto) por su editor. Su autor era un escritor arequipeño hasta entonces poco conocido, Oswaldo Reynoso, que previamente solo había publicado un poemario, Luzbel. José María Arguedas fue uno de los primeros lectores que comprendió lo que ese libro significaba para la literatura peruana. Escribió un artículo para el principal suplemento dominical limeño. Lo tituló «Un narrador para un mundo nuevo».

Cinco décadas después, casi no hay peruano (aficionado o no a la literatura) que no haya leído Los inocentes. Las historias de sus personajes adolescentes Cara de Ángel, El Príncipe, Carambola, Colorete y El Rosquita, han sido lectura de iniciación de miles de estudiantes de secundaria. Su estructura en forma de cuentos entrelazados, que permite que se pueda leer también como una novela coral, es estudiada hoy en escuelas y talleres de narrativa. Su lenguaje vigoroso, de frases cortas y afiladas, y con dosis equivalentes de jerga popular y poesía callejera, ha servido de inspiración para decenas, quizá centenares, de escritores contemporáneos.

Cincuenta años después, también, uno de esos autores que se declaran herederos de Reynoso y de sus inocentes, Enrique Planas, ha comisariado una exposición en homenaje al maestro. La exposición lleva por título «El tesoro de la juventud. La ficción y el deseo en Los inocentes de Oswaldo Reynoso», y fue inaugurada el pasado viernes 1 de abril en el Centro Cultural de España en Lima (Jr. Natalio Sánchez 181, frente a la Plaza Washington, a la altura de la cuadra 6 de la Av. Arequipa

Critica

(Col. Me hago la vaca. Lima: Ed. San Marcos, 2007. Impreso.) Esta colección consta de cinco relatos titulados cada uno con el nombre del

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personaje que lo protagoniza. Se trata de la cotidianidad de cinco adolescentes miembros de una collera, en puertorriqueño “corillo”, y que viven en un barrio de Lima.

La lectura no es fácil. No por el tema o su tratamiento, sino por el vocabulario. Reynoso refleja la forma de hablar de la juventud de los 60 (el texto se publicó originalmente en 1961). Tan ajeno me resultó el léxico que no sólo utilicé el glosario que sirve de apéndice al libro,