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BOLETIN DE INFANTERÍA DE MARINA Número 11

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  • BOLETIN DE INFANTERA DE MARINA

    Nmero 11

  • FE DE ERRATAS

    Advertido error en la pgina 4

    Donde dice: HOMENAJE AL BRIGADA DE IM MANUEL JESS LPEZ LEON Col. IM Gil Gundin. Debe decir: HOMENAJE AL BRIGADA DE IM MANUEL JESS LPEZ LEON

    Advertido error en la pgina 81

    Donde dice: personal de equipos ACAF y de la UOE que marcha para Afganistn. Debe decir: personal de equipos ACAF y de la UOE que marcha para Afganistn y Lbano, respectivamente.

    Advertido error en la pgina 97

    Sustituir la fotografa con pie de foto Registro y control de personal por la siguiente:

    Advertido error en la pgina 100

    Sustituir las fotografas publicadas en la VISITA DEL COMANDANTE GENERAL DE INFANTERIA DE MARINA, por las siguientes:

  • 1CONTENIDO

  • Depsito Legal: M-23.204-2005NIPO: 076-07-072-5Imprime: Servicio de Publicaciones del C.G.A., Madrid.

    Edita:

    MINISTERIODE DEFENSA SECRETARAGENERAL

    TCNICA

  • 3CONTENIDO

    CONTENIDO

    EDITORIAL

    _______________OPININ_______________

    EL LIDERARZGO EN LAS UNIDADES DE INFANTERA DE MARINAGral. Div. IM Juan A. Chicharro Ortega

    BOSQUEJO SOBRE LOS ASALTOS ANFIBIOS EN EL SIGLO XX(1. PARTE)

    Cor. Luis Sola Bartina

    LA BRIMAR EN HAIT. EL DA A DATcol. IM Andrs Gacio Painceira

    UN CUERPO JOVENCte. Evaristo Gutirrez del Castillo

    EN FALUYA CON LA COMPAA BCte. IM Fernando del Olmo Ochoa

    PROTECCIN DE LA FUERZA EN LA BRIMARCap. IM Mario Ferreira Anido

    PANORAMAACTUAL DEL CARRO DE COMBATE EN LA INFANTERADE MARINA

    Cap. IM Arturo Esteban Ceballos

    EVOLUCIN DE LAS ARMAS CONTRACARROSgto. AL. Jos ngel Garca Silva

    ZAPADORES PARA QU? (2. PARTE)Cap. IM Antonio J. Palmero Romero

    PERSONAL NO ESPAOL EN LA INFANTERA DE MARINACap. IM Francisco Rodrguez Murillo

    AFRICA PARTNERSHIP STATIONCap. IM Samuel Morales Morales

    _______________HISTORIA_______________

    UN INFANTE DE MARINA. DON JUAN JOS MAVARRO. MARQUSDE LA VICTORIA

    Cor. IM (Ret.) Gil Gundin

    50. ANIVERSARIO DEL TEARCor. IM (Ret.) Gil Gundin

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  • 4CONTENIDO

    LA BATALLA DE ARGELCap. IM Francisco J. Gallego Cruz

    _______________MEMORIA VIVA_______________

    HOMENAJE AL BRIGADA DE IM MANUEL JESS LPEZ LENCol. IM Gil Gundin

    FOTOS PARA EL RECUERDO

    ANECDOTARIO DE OPERACIONES ESPECIALES Y SUBMARINOSCN. Javier Gonzlez-Huix Fernndez

    _______________MISCELNEA_______________

    LA MQUINA ENIGMATte. IM Alfredo Burbano Moreno

    _____________OTRAS SECCIONES____________

    NOTICIAS

    TEARForce Protection alrededor del mundoRelevo de mando de la Fuerza Anfifia Hispano-ItalianaToma de posesin del general de brigada Luis Martn de la Hoz como

    General Jefe del Tercio de ArmadaVisita del Teniente General Comandante del mando de Operacioes del

    Estado Mayor de la DefensaEl Tercio de Armada en los 101 km de RondaV carrera Fan-Pin Tercio de ArmadaEntrega del mando del GascEl Jefe de Estado Mayor de la Armada visita las tropas en Bosnia-

    HerzegovinaReconocimiento de nacionalidad a un componente de la fuerza

    desplegada en Bosnia-HerzegovinaCelebracin del da del Carmen en SarajevoInauguracin del Club de Tropa en Sarajevo

    AGRUMADDa de la familia

    TERNORDa de la familia

    EIMGAFVisita DAEVisita Comandante GeneralJura de bandera 6. ciclo 2007

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  • Un nuevo BIM sale a la luz, una vez ms, cuando nuestros soldados de mar se encuen-tran en plena actividad operativa.

    Bosnia, Lbano, Afganistn o la mar son escenarios donde nuestros infantes de marinadespliegan su fuerza y donde aplican lo aprendido en las diferentes facetas de la instruc-cin y adiestramiento. De la intensidad y calidad de de lo aprendido surgir la eficaciaexigida a la Fuerza de Infantera de Marina. Pero, con todo, es en la vala de los aspectosmorales donde radica la razn principal de la excelencia de una fuerza como la nuestra yentre stos est la capacidad de liderazgo de nuestros cuadros de mando. Se incluyen eneste BIM unos conceptos que deben ser analizados por todo infante de marina. Analizadosy aplicados.

    Tambin encontrar el lector, como es habitual, diferentes artculos, que, siempre respe-tando la libertad de pensamiento de los autores nos adentran en temas puntuales de interspara todos.

    Una vez ms, VALIENTES POR TIERRA Y POR MAR!

    EDITORIAL

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  • OPININ

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    La Armada se siente orgullosa de suInfantera de Marina. Durante siglos, el bienhacer ha sido una constante de sus unidades,en tiempo de paz y en combate, en tierra y enla mar. A ello ha contribuido de forma sobre-saliente la capacidad de liderazgo de susmandos, de general a soldado.

    Fieles a sus tradiciones, los infantes deMarina han sabido aprovechar las ensean-zas del pasado, sin que ello haya sido unobstculo para saber adaptarse a las exigen-cias del presente. De cara al futuro, en unescenario internacional incierto pero lleno deoportunidades para la Armada, en unambiente dominado por la alta tecnologa,que marca el ritmo de la accin, y anteconceptos en permanente evolucin sobre laforma de combatir, se requiere ms quenunca la capacidad de liderazgo y la adapta-cin de los lderes a las nuevas formas enque ste se presenta.

    Como fuerza militar, la razn de ser de laInfantera de Marina es el combate. Todoslos infantes de Marina han de ser conscientesde ello y estar preparados. Si la ms altaresponsabilidad que tiene la Infantera deMarina es la de vencer en el combate, parasus mandos lo es liderar infantes de Marinay, para conseguirlo se requiere carcter ycompetencia, disposicin para la accin yuna permanente actitud proactiva.

    El Cuerpo de Infantera de Marina

    El Cuerpo de Infantera de Marina ha deestar orgulloso de sus tradiciones y suscomponentes han de estarlo de su reputacin.

    La condicin martima del cuerpo deInfantera de Marina le ha marcado carcterdesde 1537. Su articulacin orgnica en elseno de la Armada le proporciona capacida-des nicas, esenciales para el cumplimientode su misin y para la valiosa aportacin enla proteccin de los intereses nacionales.

    La estructura de su Fuerza refleja sucarcter expedicionario, realza sus cualida-

    des de permanente alistamiento y disponibili-dad y le permite afrontar las operaciones enel litoral, operaciones que requieren unaespecial preparacin: la que han de recibirlos infantes de Marina.

    En la vocacin naval del cuerpo, en sucarcter expedicionario y en su permanentealistamiento y disponibilidad ha de forjarseese espritu corporativo que acta como factorde cohesin de todos los infantes de Marina.

    Por ello, el espritu de cuerpo en la Infan-tera de Marina ha de basarse en un senti-miento de confianza y camaradera mutuaentre todos sus componentes, y en una rela-cin de respeto entre superiores y subordina-dos. Ha de entenderse como un estadomental y emocional de la institucin alcompleto que motiva a los infantes de Mari-na para superar obstculos aparentementeinfranqueables.

    Cada infante de Marina ha de sentir lasensacin de que los dems disponen de unaelevada competencia profesional y capacidadde combate y que, por tanto, de que ningunodefraudar a los dems.

    El infante de Marina

    Ser infante de Marina ha de ser muchoms que una profesin, trabajo u ocupacin.Ha de constituir una marca de carcter quese adquiere al ingresar en la Escuela Naval,en la Escuela de Suboficiales o en la Escue-

    EL LIDERAZGO EN LAS UNIDADESDE INFANTERA DE MARINA

    Gral. Div. IM Juan A. CHICHARRO ORTEGA

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    la de Infantera de Marina, y que ya no sepierde nunca.

    Entre los infantes de Marina se ha decrear una slida lealtad al cuerpo, forjada porel sentimiento de pertenencia a ste, que leshaga ser selectivos, selectos y diferentes. Esadiferenciacin se debe basar en la esencia dela filosofa del liderazgo, alimentada a lolargo de los siglos por el hecho diferenciadorde ser soldados de la mar, y manifestada enel porte militar, la disciplina, la lealtad, elespritu de sacrificio, la observancia de lastradiciones y el firme convencimiento de surazn de ser.

    El xito en la batalla muchas veces nodepende del nmero de combatientes, sino desu calidad . Por ello, los infantes de Marina,todos y cada uno de ellos, han de ser unapiezas clave de la Fuerza del cuerpo.

    El infante de Marina deber ser ante todoun fusilero, con independencia del puestoorgnico que ocupe, de su empleo o de suespecialidad. Esta caracterstica es fundamen-tal para la confianza mutua, tendr su conse-cuencia inmediata en la cohesin y ha de ser laesencia del espritu del infante de Marina.

    Las tradiciones de la Infantera de Marinala diferencian de otras fuerzas de combate yconstituye otro factor de cohesin. El infantede Marina, desde el general hasta el soldado,ha de tener siempre presente que es herederode la gloriosa tradicin de su cuerpo.

    Los infantes de Marina han de ser capacesde anteponer el cumplimiento de su misin asu propia seguridad, basndose en su capaci-dad de liderazgo. Ese liderazgo ha de ser elresultado de una adecuada conjuncin de loselementos tangibles de su filosofa de laconduccin de hombres, y de los intangiblesde su cdigo tico.

    Estos elementos tangibles: --la doctrina, losprincipios del liderazgo y el juramento a labandera de Espaa-- conforman junto a los valo-res esenciales --el espritu de cuerpo, la lealtad,el valor, la disciplina y el espritu de sacrificio--un sentimiento de especial confianza.

    Es importante que los infantes de Marinacomprendan no slo los conceptos que haydetrs de cada uno de estos elementos, sinotambin cmo interactan, de forma quepuedan ser empleados eficazmente por los lde-res de las unidades de Infantera de Marina.

    Se espera que los infantes de Marina seanestudiosos del arte y de la ciencia de la

    guerra en todos los niveles, con una slidabase en la teora militar y un conocimientode la historia militar y de las permanentesenseanzas que pueden obtenerse de ella.

    La de las armas es una profesin difcil queimpone severas exigencias a quienes la ejer-cen. El Cuerpo de Infantera de Marina slopodr llevar a cabo su contribucin a lamisin de la Armada si sus lderes cumplencon sus compromisos y obligaciones indivi-duales.

    Esto significa que los infantes de Marinadeben subordinar su propio inters al comndel cuerpo al que pertencecen y al de laArmada. Esta particular obligacin militarlos sita en un grupo aparte en el seno de lasociedad. Y esta obligacin nica del Cuerpode Infantera de Marina limpone a sus lderesexigencias especiales.

    Desde los primeros desembarcos en losque participaron, los infantes de Marina hancombatido desde la mar, partiendo de unapotencia de combate nula en tierra, y sin otraposibilidad de maniobra que la de avanzar.Los infantes han gozado desde siempre delprivilegio de formar parte de la punta devanguardia en los avances, de ocupar encampaa los puestos de mayor peligro y decustodiar la Bandera durante el combate, locual demanda de los efectivos de nuestrocuerpo capacidad de combate y de liderazgo.Por ello el liderazgo en la Infantera de Mari-na ha de ser ms que una simple capacidad:debe ser una actitud vital y un estndar deexcelencia.

    Mantener esta actitud y este estndar deexcelencia es una responsabilidad que no selimita a los oficiales y suboficiales: es unaresponsabilidad de todos y cada uno de losinfantes de Marina, esencial para el ejercicio

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    del buen liderazgo. Los infantes de Marinahan de llevarla a la prctica y dar ejemplo.

    Ejemplaridad

    El liderazgo depende en buena medida delejemplo que da quien lo ejerce, no slo comocombatiente, sino tambin como ciudadano ycomo persona.

    La pertenencia a la Infantera de Marinano cambia esta simple idea sino que, por elcontrario, dadas las especiales caractersticasde este cuerpo de la Armada, la convierte enalgo de mucha mayor importancia que la quepueda tener en cualquier otra actividad civilo militar. Por ese motivo, el infante de Mari-na debe liderar desde el ejemplo.

    Ser un ejemplo personal requiere altosestndares morales que reflejen virtuosismo,honor, patriotismo y subordinacin en elcomportamiento personal y en la forma deactuar.

    Pero no es suficiente con que los lderesde Infantera de Marina den ejemplo, porquetodo acto de liderazgo lleva consigo una rela-cin interpersonal: sus seguidores debenestar igualmente convencidos de la importan-cia de cumplir los estndares establecidos.Seguir es tan importante como liderar. Losseguidores, los liderados, son la columnavertebral de cualquier organizacin eficaz,porque sin seguidores leales y dedicados nopuede haber lderes eficaces.

    Cada infante de Marina, desde el coman-dante de una unidad hasta el ms moderno desus soldados, es un seguidor. Los buenosseguidores, aquellos de quienes se puededepender para ejecutar las rdenes con preci-sin, sin tener en cuenta la dificultad, peligroo riesgo personal que ello entraa, son laesencia del cuerpo.

    Y en las circunstancias del combate,como a menudo ocurre, de repente un segui-dor toma las responsabilidades de lder,pues aquellos que estn correctamenteadoctrinados aceptan la oportunidad ytienen xito.

    Hacer las cosas bien requiere coraje yvalor.

    Valor

    El valor forma parte del lema del Cuerpode Infantera de Marina, Valientes por tierra

    y por mar. No ha de extraar entonces quepara los infantes de Marina el valor constitu-ya mucho ms que un simple mrito indivi-dual: constituye como reza el himno delTercio de Levante un deber sagrado.

    El infante de Marina ha de temer, no por suvida, sino por la prdida de su honor. En elloha de radicar su fuerza; as pues, su temordebe ser que no se le emplee cuando el servi-cio lo requiera, y no el morir acto de servicio.En ello ha de basarse su tranquilidad.

    Alistamiento

    La aproximacin que ha de hacerse desdeel Cuerpo de Infantera de Marina al lideraz-go ha de ser sencilla y nica. Su diseo debeadecuarse cuidadosamente a las exigencias deuna fuerza alistada en permanencia, que ha deestar en disposicin en cualquier momento,sin apenas tiempo de reaccin, de desplegaren cualquier parte para cumplir su misin.

    En muchas ocasiones, los comandantes deunidad sea cual sea su nivel tendrn quetomar decisiones trascendentes en condicio-nes extremas, sin disponer de toda la infor-macin necesaria, de forma casi instintiva.En tales momentos, no siempre ser posibleidentificar todos los factores que afectan alproblema ni dar tiempo a emplear un proce-so de decisin.

    Por tal motivo, es responsabilidad delCuerpo de Infantera de Marina preparar asus lderes, cualquiera que sea su empleo,para afrontar momentos como estos, queinevitablemente surgirn. Tambin esresponsabilidad de cada infante de Marinasuperar los retos que presenta el liderazgo.

    Cada comandante de unidad se esforzaren conseguir que sus subordinados seandisciplinados. Tratar de mantener su moralalta, fomentar su espritu de combate y losadiestrar para ser eficaces.

    Retos

    La friccin domina la guerra, hace difcillo aparentemente fcil, puede mermar lavoluntad de los infantes de Marina y reducirla cohesin de las unidades. Aparece entodas las facetas del conflicto. A ella contri-buye la incertidumbre, que hace que lascosas no se presenten al lder como steespera. Ambos conceptos son ingredientes

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    habituales en el tipo de guerra que hacen losinfantes de Marina: la guerra anfibia.

    Sin embargo, la forma ms letal de fric-cin es la que se genera en uno mismo, lacual slo se puede superar con un fuerte lide-razgo que permita determinar qu estocurriendo, cmo y por qu.

    Los lderes de las unidades de Infanterade Marina deben asumir que la friccin esinevitable; pero, a pesar de ella, han de tratarde minimizar sus efectos y de aprender acombatir de forma eficaz. La tarea ms dif-cil es superar los retos fsicos y morales queello entraa.

    Reto fsico

    Nadie est inmunizado contra la fatiga.El cansancio puede hacer perder la capaci-dad de decidir con lucidez y agilidad, yllevar a la confusin. El coraje y el amorpropio no son suficientes para suplir unabuena forma fsica. Las exigencias fsicasdel combate que afectan por igual a lde-res y seguidores exceden con mucho delmero estar en forma.

    El adiestramiento y la instruccin diarioshan de estar dirigidos a saber superar lassituaciones penosas a que se puede enfrentarel infante de Marina. As las cosas, los lde-res del cuerpo conocedores de la impor-tancia de la preparacin fsica sernexigentes en esta materia, con sus subordina-dos y consigo mismos.

    Reto moral

    Los principios morales constituyen elfactor determinante en las formas ms eleva-das del liderazgo.

    Cuando los infantes de Marina tienen lamoral alta, esa moral les mantiene unidos yles prepara para la accin. Es preciso incul-carles valores morales que los guen en lavida diaria y en el combate. Ambas facetasno han de ser consideradas por separado.

    En el campo de batalla, la ventaja en elfactor moral es esencial. La ascendenciamoral es un imperativo para doblegar lavoluntad del oponente y vencerle.

    Ganar ascendencia moral entre los subor-dinados requiere que stos adviertan que suslderes se preocupan por ellos, y que se sien-tan en lucha por una causa justa en aras de lacual el sacrificio no ser vano.

    El infante de Marina ha de saber que lamoral es un valor individual, una forma deconciencia que a veces puede suponer unreto ms duro an que el fsico, particular-mente en tiempo de paz.

    Si los infantes de Marina, en tiempos depaz, no tienen la moral suficiente para alcan-zar los altos niveles de exigencia del cuerpo,posiblemente tampoco la tengan para tomaren combate esas difciles decisiones quepueden decidir una batalla.

    La friccin y los retos fsicos y moralesson quiz los obstculos ms difciles paraejercer un liderazgo fecundo. El modo enque los infantes de Marina los superan formaparte de su secular herencia.

    Superacin de los retos. Capacidad deadaptacin

    La capacidad de adaptacin ha sido siem-pre una clave para superar los efectos de lafriccin. La Infantera de Marina ha de serdctil y saber adaptar sus tcnicas, su organi-

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    zacin y sus procedimientos a la mudablesociedad en que est inmersa.

    Saber adaptarse con presteza a la situa-cin es reflejo del tradicional carcter expe-dicionario del cuerpo.

    El lder de Infantera de Marina ha detener una clara percepcin de las caracte-rsticas de la juventud de hoy. Es precisoque se percate de los cambios que experi-menta la sociedad a la que sirve y de lainfluencia que en ella ejercen los mediosde comunicacin. El lder debe procedercon atenta consideracin a todas lascircunstancias y variables que influyen ensu pensamiento y en su forma de actuar ydebe sopesar permanentemente la evolu-cin de la sociedad espaola y los nuevosparadigmas que la rigen.

    Junto con la capacidad de adaptacin entimamente ligada a ella, los lderes deInfantera de Marina han de hacer gala de unagran iniciativa y deben mantener el esprituinnovador que siempre les ha caracterizado.

    Superacin de los retos. Descentralizacin

    Los comandantes de las unidades deInfantera de Marina han de dar margen deiniciativa a sus subordinados, quienes, esos, actuarn guiados por las intenciones delcomandante. Para ello es preciso que loscomandantes de las pequeas unidadespuedan tomar sus propias decisiones yconduzcan su unidad segn lo que les dictesu propiojuicio.

    El lder ser ms lder y ejercer mejorsu liderazgo si es capaz de ejercer de cata-lizador de voluntades, de galvanizador deideas que enriquezcan su accin delmando.

    Superacin de los retos. Voluntad

    La fuerza de voluntad permite a los lde-res enfrentarse a los cometidos ms exigen-tes y obtener lo mejor de sus subordinados.

    Para que dichos lderes puedan mantenerla cohesin de su unidad bajo condicionesadversas, deben primero librar y vencer unabatalla consigo mismos.

    Superacin de los retos. Potencia decombate y victoria

    La potencia de combate es la capacidadde la organizacin para ejecutar operacionesde combate por medio de la superacin delos retos para liderar, competir y sobreviviren el campo de batalla.

    Crear y mantener una potencia de comba-te superior a la del enemigo exige conjugarlas actividades tangibles del combate, comola maniobra, la potencia de fuego, y laproteccin, con los elementos intangibles,como el liderazgo, el espritu de unidad y elcoraje individual.

    La potencia de combate es la suma totalde las cualidades mentales que hacen comba-tir a las unidades de Infantera de Marina.

    Liderar infantes de Marina es mucho msque un ejercicio de responsabilidad: es uncompromiso y una obligacin hacia lossubordinados.

    Niveles del liderazgo

    Los distintos niveles en los que se ejerceel liderazgo en las unidades de Infantera deMarina requieren distintas cualidades en suslderes.

    En un nivel superior se sitan los oficia-les generales y los oficiales, a los cuales seles exige pragmatismo para comprender elmundo actual, el entorno nacional e interna-cional en que se desenvuelven y actan laArmada y la Infantera de Marina, y el cono-cer la realidad social, poltica y econmicade Espaa. Tambin han de conocer la plani-ficacin estratgica institucional. El amor ala responsabilidad, la prudencia en el actuar,la ponderacin a la hora de tomar decisio-nes, el compromiso con el cuerpo y su entre-ga al servicio servirn de ejemplo a sussubordinados y le aureolarn de prestigioante la sociedad. Los oficiales generales de

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    Infantera de Marina con mando han demantener un contacto asiduo con sus solda-dos. El comandante general asume la msalta responsabilidad en la Infantera deMarina: la moral de sta.

    El oficial de Infantera de Marina ha deser conductor y educador en el ms ampliosentido de estos conceptos. Adems delconocimiento de la persona, deben distin-guirlo la ecuanimidad, el ascendiente quedan el saber y la experiencia, la sobriedad, eldomino de s mismo y el valor. Ante cual-quier situacin ha de empear sin reservassu personalidad, sin temor a la responsabili-dad, con iniciativa y de forma meditada,resuelta y eficaz. Los oficiales han decompartir con la tropa los peligros y priva-ciones, alegras y sufrimientos de sta, comonica forma de conocer sus necesidades y decalibrar su moral y espritu de combate. Uncapitn de compaa no ha de buscar surecompensa en los informes de su coman-dante de batalln, sino en la mirada aproba-dora de sus soldados.

    En un nivel medio se sitan los coman-dantes de pequea unidad y los suboficia-les, quienes deben caracterizarse por su

    prudencia y decisin en el empleo de losmedios humanos y materiales de que dispo-nen. En este nivel se requiere destrezatcnica y organizativa. El lder de nivelmedio ha de conocer su trabajo,y conocersea s mismo y a sus subordinados. El ejem-plo personal en los lderes de este nivel esde una influencia decisiva en la tropa. Loslderes debern esforzarse en encontrar elcamino que conduce al corazn de sussubordinados, con el f in de ganar suconfianza, comprender sus sentimientos yaliviar sus preocupaciones.

    La Infantera de Marina basa su forma decombatir en el empleo de pequeas unida-des, capaces de dosificar y coordinar loselementos de la accin tctica fuego,movimiento y choque al ms bajo nivel.El papel de estas unidades, que siempre harevestido una gran trascendencia en el cuer-po, ahora, debido a la complejidad de laguerra moderna, ha cobrado una importan-cia mucho mayor. La responsabilidad de loscomandantes de estas pequeas unidades es,por tanto, enorme. Ello les exige un conoci-miento exhaustivo de su unidad y de sushombres, por quienes, en razn de su carc-ter, personalidad, prestigio, ejemplaridad ycualidades de mando, ha de hacerse querery respetar. Este prestigio, unido a su firmedeterminacin, guiar en todo momento alos hombres y mujeres que conforman elengranaje de su unidad.

    En un nivel inferior de la cadena demando se sitan las clases de tropa, cuyoslderes han de llevar a cabo la ejecucinespecializada, segura y motivada. Deben serdisciplinados y capaces, una fuente de inspi-racin para sus subordinados y compaeros,a fin de que den lo mejor de s mismos, indi-vidualmente y en equipo, en cualquiercircunstancia.

    Como militares profesionales encargadosde la defensa de Espaa, los lderes de laInfantera de Marina han de ser expertos enla conduccin de la guerra, resueltos yfirmes cuando toman una decisin.Hombres donde se hermanan la accin y laidea, han de ser enrgicos y eficaces en laejecucin.

    La forma de combatir de los infantes deMarina exige lderes inteligentes, inclina-dos a la accin, audaces y con iniciativa,desde los ms bajos niveles. Todos, desde

    General IM. Albacete y Fuster

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    el general hasta el soldado, tienen la obli-gacin de no escatimar esfuerzo, sea stemoral, sea fsico o intelectual, en elcumplimiento de la misin que el cuerpotiene encomendada.

    El lder de Infantera de Marina ha desaber dominar la situacin en que estinmerso y no permitir que los aconteci-mientos le impidan dar lo mejor de s

    mismo. Su liderazgo se cimentar en lamotivacin y el ejemplo.

    La voluntad, la perseverancia, la flexibili-dad y, sobre todo, el carcter han de sermarcas distintivas del lder de Infantera deMarina.

    Infantera de Marina ha sido siempre sin-nimo de liderazgo, y ha de seguir sindolo,por tierra y por mar.

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    Las operaciones anfibias son tan antiguascomo la guerra naval. Los marinos vence-dores explotaban el dominio del mar cortan-do las lneas de comunicacin martimas deladversario, al tiempo que protegan lassuyas utilizando la mar como va de comu-nicacin propia que, entre otras cosas, lespermita hostigar a su enemigo en tierramediante desembarcos sorpresivos de tropasde cierta entidad. Los ejemplos histricosson abundantes. Numerosas batallas se handesarrollado en el mismo lugar del desem-barco, o poco despus y a consecuencia del: Troya, los desembarcos de los pueblosdel mar en las costas palestinas o egipcias,Maratn, Zama, el de Csar en Inglaterra(55-54 a.C.), el romano en Asturias en lasguerras contra cntabros y astures (en el 19a. C.), la invasin musulmana de la Penn-sula, acaudillada por Tarik y Muza a lapennsula (711),el desembarco de NicforoFocas en Creta (960), la invasin de Ingla-terra por Guillermo el Conquistador (1066),los desembarcos espaoles en Tnez(1536), Argel (1541), Lisboa-Cascaes(1580) y el que sirvi de prembulo a latoma de las Azores (1582-1583), La Mmo-ra (1614), Baha (1625), Toulon (1741), lacampaa contra la Luisiana, en el golfo deMxico (Galveston y Mobile, 1781) oMenorca (1782); o los britnicos de Cdiz(1596 y 1625), Gibraltar (1704), Cartagenade Indias (1741), La Habana (1762), Teneri-fe (1797), Buenos Aires (1810), son slounos pocos ejemplos, aunque no siempre sesaldaran con xito. En el siglo XX, tanprdigo en guerras, las acciones anfibiashan sobreabundando: ms de cien asaltosanfibios de importancia desde la guerraruso-japonesa, en 1904, hasta el planeado yno ejecutado desembarco en las costas deKuwait, en 1991, sin contar el llevado acabo recientemente por los Royal Marinesen 2003, cuando la invasin de Irak.

    Ideas bsicas

    Antes de pasar a describir los numerososasaltos anfibios habidos en el siglo XX, esmenester detenernos un momento en tresideas bsicas de la guerra anfibia: la capaci-dad logstica de una fuerza naval, la diver-sin que produce una fuerza embarcada caraa un potencial oponente en tierra, y la partici-pacin de las operaciones anfibias en unacampaa terrestre mediante una maniobrade ala u otra de diversin, o bien realizandouna penetracin estratgica de largo alcanceen algn lugar del dispositivo defensivoenemigo, o en una naval, en colaboracincon la maniobra estratgica de su Armadatomando y manteniendo determinadospuntos y posiciones estratgicas.

    Histricamente, los movimientos por mar,paralelos a la costa o hacia un objetivo entierra, han tenido siempre una capacidadlogstica y una rapidez de movimiento de laque no han gozado las fuerzas terrestres, quese movan en pos de sus objetivos por rutasmuchas veces escasas y logsticamente insu-ficientes. En la antigedad y en la poca dela marina de vela, una flota poda hacer fcil-mente de 40 a 100 millas marinas al da oms, de modo que un ejrcito, o un fuertedestacamento de caballera que le siguierapor tierra, difcilmente poda imitarla, lastra-do como iba con su impedimenta, artillera y

    BOSQUEJO SOBRE LOS ASALTOSANFIBIOS DEL SIGLO XX

    (I)Cor IM Luis SOLA BARTINA

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    trenes de vveres y bagajes. Hoy en da, unafuerza naval puede hacer no menos de 400millas marinas al da, lo que es difcil deemular por las grandes unidades terrestres, amenos que posean excelentes vas de comu-nicaciones (autopistas y FFCC) y una logsti-ca de movimiento muy bien estudiada en unescenario muy determinado. La gran ventajaadicional es que las unidades embarcadasnecesitan relativamente poco tiempo paraponer pie en tierra con toda su potencia decombate y elementos logsticos.

    Otro punto a considerar es la flexibilidadanfibia y la diversin que produce una fuerzaembarcada al moverse a lo largo de una costahostil o potencialmente hostil, por el simplehecho de amenazar con ser empleada. Losconceptos clave son movilidad y capaci-dad de maniobra, lo que requiere mediosadecuados y adiestramiento. El dominio delmar acta como divisor de las fuerzas terres-tres de un adversario, provocando, ante laposibilidad de invasin, una distraccin de susfuerzas totalmente desproporcionada a la enti-dad de los efectivos anfibios en presencia. Ladefensa terrestre se ve forzada a dispersarsepara proteger los puntos vulnerables a un asal-to anfibio, con lo que el nmero y la calidadde sus fuerzas se devalan por la necesidad deestablecer una defensiva estratgica.

    Muy al contrario, el dominio del marmultiplica los medios propios permitiendoconcentrarlos en los lugares decisivos, maxi-mizando los efectos de la concentracinsobre los dispersos defensores situados enposiciones estticas. Al decir de Liddell Hart,la ventaja principal es que consigue flexibili-dad a un coste moderado, eso s, siempre que

    se disponga del dominio del mar y del aire o,por lo menos, de su control local, indispensa-bles para un asalto anfibio.

    La fuerza embarcada, empero, con posibi-lidades de actuar en un escenario tan amplioy por sorpresa, pierde esas cualidades en elmomento en que se la empea y desvela suobjetivo. A partir de ese momento, el enemi-go empieza a concentrarse para reducir laspenetraciones anfibias, con lo que finaliza elefecto de diversin.

    En tiempos de las guerras napolenicasdecan los ingleses que 50.000 hombresembarcados en buques de la Royal Navytenan en jaque a los 250.000 de la GrandeArme del emperador. Durante la II Guerramundial, de l 1941 a 1944, la simple amena-za de desembarcar en el continente o enGrecia, o en Italia fij en el frente occi-dental a un porcentaje elevado de tropasalemanas que, al decir de Liddell Hart, nobajaron del 40% del total de las divisiones demaniobra de la Wehrchmacht, tropas quehubieran sido muy necesarias en otros esce-narios, como en Rusia por ejemplo, sobretodo al final de la guerra, cuando los soviti-cos empezaron sus grandes ofensivas.

    En 1975, con ocasin de la crisis hispano-marroqu por el contencioso del Sahara Occi-dental, una fuerza naval espaola, con los3.500 hombres del Tercio de Armada embar-cados, movindose a distancia y paralela a lacosta atlntica de aquel pas, produjo efectosde diversin sobre las fuerzas del Ejrcitomarroqu que escoltaban la Marcha Verde,creando inseguridad en su despliegue e indu-ciendo a un regimiento motorizado, de lospocos que Marruecos tena operativos a la

    Amenaza de una fuerza anfibia sobre un frente de costa genrico.

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    sazn, a seguir las evoluciones de la fuerzanaval espaola a lo largo de la costa, a caba-llo de la autopista Rabat-Casablanca. El efec-to de diversin fue importante porqueMarruecos tena pocas fuerzas de este tipocon las que oponerse a las espaolas ante uneventual desembarco. La disuasin produci-da por la fuerza de desembarco del Tercio deArmada desde la mar bast para influir deci-sivamente en la situacin del Sahara, dete-niendo la Marcha Verde mientras duraron losmovimientos del TEAR y haciendo innecesa-ria la ejecucin de las diversas operacionesanfibias planeadas.

    El tercer punto que se ha comentado es laoperacin anfibia como participacin en elconjunto de una maniobra estratgica, tantoen una campaa terrestre como en una naval.En el primer caso puede tratarse de una deesas maniobras de ala o de diversin tal fueel caso del desembarco romano en las costasasturianas (19 a.C.), en cooperacin con elavance de sus legiones hacia el norte, o enAnzio, en 1943, o en Inchon, en 1950 quetanto abundan en la historia de la guerra enlos mbitos estratgico, operativo y tctico; otratarse, simplemente, de un asalto en fuerzams o menos indirecto al principaldispositivo defensivo enemigo: Manchuria,Alhucemas, Normanda, Provenza, etc. sonbuenos ejemplos en estos ltimos aos. En elcaso de una campaa naval, la operacin setraduce en aduearse o alcanzar el dominiode una serie de puntos estratgicos (islas,enclaves, orillas de estrechos, puertos o aero-puertos, etc.) que permitan proteger las lneasde comunicacin martimas propias y dificul-tar las del adversario, o en coadyuvar a laestrategia naval y general propia protegiendo,por ejemplo, el flanco martimo de un ejrcitoen maniobra, o conseguir bases en queapoyarse para proseguir la campaa naval.

    El tratadista militar sir Basil Liddell Hart,autor de Strategy. The Indirect Approach, esun entusiasta de las fuerzas anfibias a lasque no duda en calificar de excepcionalespor su disponibilidad y adiestramiento. Paral, la capacidad anfibia sigue siendo elinstrumento ms importante que un poderbasado en la mar posee, y la flexibilidad delas fuerzas anfibias, el elemento estratgicopor excelencia y la mayor ventaja para unapotencia martima, escribe en un famosoartculo (Marines and Strategy) publicadopoco despus de la ltima guerra mundial. Yno le falta razn. La idea de Liddell Hart fuesiempre la de concentrar la fuerza frente a ladebilidad, es decir, ajustar el fin a los mediosdisponibles, no perder nunca de vista el obje-tivo final, elegir la lnea de accin ms ines-perada, seguir la lnea de menor resistencia,adoptar una lnea de accin que ofrezca obje-tivos alternativos, y asegurarse de que tantoel plan como las disposiciones sean flexibles,esto es, adaptables a las circunstancias. Aeste tipo de guerra, la estrategia anfibia le vacomo anillo al dedo, y en ella la maniobra, atodos los niveles, es fundamental. Y despusde la soberbia demostracin durante la IIGuerra mundial por parte de los Aliados aunque tambin cosecharan algunos sonadosfracasos, e incluso de la maestra anfibiade los japoneses, no es de extraar el entu-siasmo de sir Basil.

    En todas la pocas, la esencia de lamaniobra anfibia, su regla de oro, ha sidodesembarcar a cierta distancia del enemigopara tropezarse con una oposicin dbil ono tener que afrontar oposicin alguna, yhacerlo lo bastante cerca objetivo encomen-dado para aprovecharse de la sorpresa, y a lapar lo bastante lejos para evitar la reaccininicial enemiga hasta no haber acumulado entierra la suficiente potencia de combate. Unavez conseguido este propsito, se trata decerrar cuanto antes sobre el enemigo antes deque sta pueda ser reforzado y se conviertaen una verdadera amenaza. En definitiva, elobjetivo del desembarco anfibio es afianzaruna posicin favorable en tierra antes deentrar en contacto con el grueso enemigo.Esta pauta general, seguida por todo tipo decombatientes a lo largo de la historia, slo hasido vulnerada cuando el terreno prximo alobjetivo no permite la maniobra, o el enemi-go est slidamente instalado en sus posicio-

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    nes y la posesin del objetivo es de impor-tancia capital para el atacante, por lo que esmenester desalojar al enemigo de lasmencionadas posiciones en breve plazo. Ellopor lo comn ha llevado a la ejecucin deataques frontales saldados con elevadasprdidas. La maniobra, empero, era y esla norma siempre que resulta posible. Tan ases que hoy en da es paradigmtica la llama-da guerra de maniobra anfibia.

    Otra idea a tener en cuenta es que las fuer-zas anfibias embarcadas, a menos que se lesproporcione la proteccin adecuada, sonbastante vulnerables, especialmente en lasproximidades de la costa, donde los buques yembarcaciones pueden ser blanco fcil. Yadesde la aparicin del arma nuclear se empeza dudar seriamente de la posibilidad de laoperacin anfibia en una guerra de alta inten-sidad. En 1973, despus de la guerra del YomKippur, debido a la amenaza que representa-ban los misiles contracarro, que podan batirfcilmente las lentas embarcaciones dedesembarco en su aproximacin hacia la costablancos ntidos, sin posibilidad de oculta-cin al aproximarse en formacin cerrada alas playas, surgieron nuevas dudas. Sincontar con la posibilidad de que el defensoraprovechara sus misiles antibuque mviles,con alcances de 20 y hasta de 50 millas mari-nas, para mantener alejada de la costa a lafuerza anfibia y a su escolta. Los modernosmedios de deteccin costera tambin dificul-tan notablemente la explotacin adecuada dela sorpresa tctica. De hecho, el ataque frontalpor superficie empez a cuestionarse seria-mente desde esa fecha, y el papel de las fuer-zas anfibias en los flancos de la Alianza Atln-tica pareci impracticable ante la letalidad delcampo de batalla europeo. Sin embargo, losnuevos procedimientos de desembarco, msflexibles, parecen haber subsanado estosinconvenientes.

    Las tropas de marina tienen tradicional-mente una definida vocacin expedicionaria.Debido a la flexibilidad y disponibilidad deeste tipo de fuerzas se las ha utilizado nume-rosas veces en operaciones en ultramar,incluso como fuerzas de polica y coloniales.El ltimo ejemplo es la operacin de paz enLbano, en septiembre de 2006, en que seescogi inicialmente a la Infantera de Mari-na por su permanente disponibilidad; ningu-na otra fuerza espaola estaba en condicio-nes de ser alistada en menos de tres das paraser enviada a este pas.

    Histricamente, las operaciones anfibiashan mentalizado a sus planificadores; tenansiempre puesta su mirada en ultramar,buscando adquirir glacis defensivos en lascostas opuestas, con la inequvoca idea de

    proteger de las incursiones enemigas tantolas costas propias como las lneas de comuni-cacin, evitando una estrategia defensiva aultranza y los ingentes destrozos en los bien-es y la poblacin del propio pas que acarreahacer la guerra en suelo patrio, aun cuandosta a la postre se gane. La guerra, cuando sepuede, es mejor hacerla en casa del vecinoaunque tal vecino sea aliado, que no enla propia.

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    El da a da en Hait

    La rutina diaria de los componentes delas sucesivas FIMEX en el norte de Haitcomenzaba en muchas ocasiones con unosamaneceres espectaculares y de gran bellezaplstica. El sol brillaba con fuerza desde quedespuntaba en el horizonte, e inundaba deluz la Base Miguel de Cervantes, que seencontraba flanqueada por un puado dechabolas donde vivan los pescadores deFort Libert. Unos pescaban de noche,mientras que otros salan a faenar de madru-gada a bordo de pequeos botes, para luegovender la pesca en el mercado del pueblo.La mayora usaba remos, pero los haba quenavegaban con velas artesanales hechas abase de retales o de cualquier cosa quesirviese como tal. A veces cogan langosti-nos y langostas, y muchas veces se acerca-ban a la puerta de la base para vendrnoslasa un precio que sera irrisorio en Espaa.Tras la correspondiente inspeccin de nues-tro veterinario, todos tuvimos ocasin dedegustar estos frutos del mar en ms de una

    ocasin. Creo que nunca volveremos acomer estos mariscos con tanta asiduidadcomo en Hait, sobre todo las langostas.stos fueron, sin duda, parte de los buenosmomentos que tuvimos ocasin de disfrutar.No slo de trabajo vive el hombre.

    A partir de diana, que se tocaba invaria-blemente a las seis de la maana, el ritmoera frentico para los infantes de Marina.Despus del desayuno vena el izado debandera al son de los acordes del himnonacional, acto sencillo pero que resulta muyentraable cuando se est a ms de 6.000 kmde la patria. Inmediatamente despuscomenzaban los preparativos de las activida-des del da, que acostumbraban depararnosjornadas largas e intensas.

    Al principio, las operaciones ordenadaspor la MINUSTAH se centraron en aumen-tar la visibilidad de las tropas de NacionesUnidas en la zona, para subrayar nuestrapresencia. As pues, se ejecutaron innume-rables patrullas que nos hicieron presentesde modo casi permanente en las principalespoblaciones y rutas de nuestra rea deresponsabilidad (AOR). Tambin se hicie-ron numerosos controles de carretera (1), altiempo que se vigilaban las zonas fronteri-zas con la Repblica Dominicana. Poste-riormente, para enero de 2006, con el proce-so electoral ya en marcha, lleg el turno deocuparse de las escoltas a los convoyes querepartan el material electoral, en cumpli-miento de un plan de seguridad diseadoespecficamente para las elecciones. En esteperiodo preelectoral, principalmente en losmeses de diciembre de 2005 y enero yfebrero de 2006 (2), fueron tambin muyhabituales las demostraciones de fuerza show of forces en ingls, que significaron

    LA BRIMAR EN HAIT.OPERACIN MAR CARIBE

    (III)Tcol. IM. Andrs GACIO PAINCEIRA

    (1) Tambin llamados check points, podan ser fijos o mviles, dependiendo de la necesidad. Resultaron bastante efectivos para controlar eltrfico pesado, pero creemos que no tanto para el control individual de personas, debido al gran nmero de caminos y veredas alternativas quepermitan evitarlos. En todo caso, resultaron ser un medio disuasorio importante para delincuentes y bandas organizadas que operaban en la zona.

    (2) Las elecciones se celebraron finalmente el 7 de Febrero de 2006.

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    un esfuerzo adicional para el personal, puesrequeran el empleo simultneo de casitodos los efectivos del batalln durantevarios das seguidos. Con este aparatosodespliegue a lo largo y ancho del AOR sebuscaba producir un efecto disuasorio ycausar gran impacto psicolgico en lapoblacin. Creemos que se alcanz loperseguido.

    La rutina diaria se pareca bastente a loque se describe a continuacin:

    una seccin de fusiles poda, un dacualquiera por la maana, patrullar la zonaprxima al pueblecito de Ferrier, al este deFort Libert; y por la tarde montar un check-point mvil a lo largo de la ruta 121, en lazona de Morne Cass, para dar proteccin alos tap-tap que circulaban a diario, y muylentamente, por esa infernal carretera (detierra, como ya hemos comentado), sobretodo cuando la enfanga la lluvia.

    Otra seccin poda montar guardiamilitar en la Base Cervantes con alguno de

    sus pelotones, y el resto dedicarse a unapatrulla conjunta con los marroques en Trudu Nord. Al mismo tiempo, un pelotnmarroqu montado en un vehculo Hummer(similar a los nuestros) poda ir a Ouana-minthe para, junto con los espaoles, reco-nocer la zona al sur, cerca de Mont Organi-s, aldea de muy difcil acceso en cualquiertipo de vehculo.

    Estas patrullas al sur del AOR siemprese prolongaban muchas horas, pues laorografa de la zona embarazaba los movi-mientos con vehculos, incluso con losHummer. A veces utilizbamos los helicp-teros chilenos o argentinos de la MINUS-TAH, y de esta forma soltbamos unapatrulla por la maana en una zona monta-osa, y por la tarde, despus de que hubie-ra recorrido a pie las aldeas circundantes,la recogamos. Estos helicpteros, proce-dentes de Puerto Prncipe, eran empleadosa veces por miembros de la Plana Mayor,fundamentalmente por los de las seccionesde inteligencia o de operaciones, parareconocer ciertas zonas. Y as, en ciertaocasin se sobrevol la zona de Caracol, amedio camino entre Fort Libert y CapHaitien, para intentar localizar el lugardonde habamos odo aterrizar durante lanoche una avioneta que no llevaba luces, yque minutos ms tarde despeg de nuevocon rumbo desconocido. Conjeturamos quese trataba de traficantes de droga que reco-gan algn alijo previamente preparado entierra para su envo a Estados Unidos oalgn pas cercano. Sabamos que el uso deHait como base de este tipo de operacio-nes era muy frecuente. El mtodo erasencillo. Consista en llegar con la avione-ta en plena noche, aterrizar en un lugarpreviamente balizado con hogueras, cargary volver a salir, todo en menos de cincominutos. Con lo lento que es el movimien-to por los caminos de tierra para cualquiervehculo, era prcticamente imposible quela polica haitiana (PNH) y la UNPOL, ouna patrulla espaola, llegasen a tiempo deimpedir la operacin. Al llegar, no encon-traran ms que restos de hogueras. Antelas preguntas, la gente del lugar nuncasaba nada, ya fuera por miedo a represa-lias, ya por estar a sueldo de los trafican-tes. Era una forma de conseguir un dinero

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    extra en un lugar donde la lucha por sobre-vivir es la rutina cotidiana.

    La seccin de fusiles restante estabadestacada en Ouanaminthe. Los das demercado en Dajabon, los infantes de Marinaespaoles (que se encontraban en el destaca-mento de Ouanaminthe en rotaciones, comose dijo, de una semana) hacan turnos paraestar en el puente que acota la frontera entrela Repblica Dominicana y Hait desde lasseis de la maana hasta las cinco de la tarde,hora de cierre de la verja. Cruzaban dichopuente unas 35.000 personas al da, yaunque no haba que lidiar con incidentesgraves, los infantes velaban por que el ordenimperase en aquella catica marabunta degente cargada con las compras. La PNH ylos agentes de aduanas haitianos, quetambin estaban presentes, casi siempre seinhiban, y cuando no lo hacan solventabanlos problemas sin contemplaciones, a garro-tazos. No era raro que hubiera que atender aalguna embarazada arrollada por la multitud,o casos similares, impensables en nuestraquerida Espaa.

    Pero a Ouanaminthe le dedicaremos unmonogrfico en un nmero posterior.

    A veces haba que hacer salidas noprogramadas, ya fuera de da o de noche,sobre todo cuando nos llegaba aviso de quese estaban cometiendo hechos violentos, antelos que la PNH y la UNPOL se mostrabanimpotentes. La mayora de las veces eranestas unidades de polica las que nos pedanauxilio, dada su carencia de medios (enmateria de vehculos, armamento y equipos)para enfrentarse a situaciones de ciertoapuro. Esto fue ms frecuente durante lassemanas previas a las elecciones, por lasreiteradas amenazas recibidas en los BEC(3), lugares elegidos como centros de voto.Lo ms normal era que hubiese disparosprevios hechos por desconocidos paraahuyentar a los vigilantes y posteriormenteintentar quemar el lugar. Pero en Hait, lugarde comunicaciones complicadas donde loshaya, y donde los rumores y falsas noticiasestaban a la orden del da, tuvimos que sermuy cuidados y selectivos con este tipo denecesidades de apoyo, para no desgastarestrilmente al personal con salidas intiles.

    La ayuda humanitaria

    Las acciones de ayuda humanitariafueron tambin muy importantes durantenuestra estancia en Hait. El equipo CIMICdel batalln contaba, por parte espaola, conun capitn (que conciliaba estas funcionescon otras adicionales como oficial de comu-nicaciones y oficial PIO (prensa)) y unsuboficial auxiliar, aunque en esto hubopequeas variaciones entre las diversasFIMEX (4). Aqu se describe ms en detallelo que se hizo por parte de la Infantera deMarina Espaola.

    En una zona tan pauprrima es fcilimaginarse que la Base Cervantes era asedia-da a diario con peticiones de ayuda. Lasjornadas de trabajo del equipo CIMIC fueronmuy intensas, agotadoras, a veces muy duras,conviviendo como se estaba con una miseriasin paliativos, aunque de ms est decir quetambin grafiticantes. Sus efectivos debanmultiplicarse para atender las ms variopin-tas peticiones, asistir a mltiples reunionescon organismos civiles, ONGs y representan-tes de todo tipo de organizaciones haitianas ointernacionales. Tambin visitaban lospueblos y aldeas ms necesitadas para selec-cionar cuidadosamente dnde repartir laayuda humanitaria recibida desde Espaa,proveniente de particulares, de la propiaArmada, o de instituciones de todo tipo:colegios, empresas, bancos, equipos deftbol, etc., que nos hicieron llegar zapatos,ropa, material escolar, juguetes... Lo nico

    (3) Bureau Electoral Communale.(4) Los marroques no tenan equipo especialmente dedicado a estos menesteres, pero tambin proporcionaron, en la medida de sus posi-

    bilidades, ayuda humanitaria en su zona de accin.

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    que no usbamos para este tipo de ayuda, porrazones obvias, era la comida.

    El equipo CIMIC tambin se encargaba,apoyado por personal voluntario, de organi-zar sesiones de cine en la plaza de FortLibert. Con el concurso de una sbana amodo de pantalla de emergencia y de unproyector, todos los sbados, al caer noche,se proyectaba una pelcula. Rara fue la vezque dispusimos de pelculas en francs.Pero daba igual: eran cientos las personas,mayormente nios, que sentadas en el sueloy en los bancos que rodean la plaza aplaud-an y disfrutaban con las pelculas. Pareceincreble que algo as suceda en la poca deInternet, de los mviles y de la alta tecnolo-ga. Pero as era. El cine resultaba ser unafascinante diversin para aquella gente, ypona una amena chispa a sus fines desemana. Tambin los marroques ponanpelculas. Las proyectaban los sbados,mientras que nosotros hacamos lo propiolos domingos.

    Este tipo de acciones de ayuda humanita-ria mejoraban nuestra imagen y facilitaban albatalln el cumplimiento de la misin.

    El equipo de sanidad, compuesto por unmdico, dos enfermeros y un veterinario,adems de cuidar de la salud de los miem-bros de la FIMEX, tambin colaboraba,cuando su obligacin principal se lo permi-ta, con el equipo CIMIC. A veces lo hacaa solicitud de la Seccin de DerechosHumanos de MINUSTAH, o de los alcaldesde algunos pueblos. Aprovechando medica-mentos procedentes de particulares espao-les, pasaban consulta a la gente ms necesi-tada. Dada la pobreza extrema del pas, nohay un servicio nacional de salud, ni cosaque se le parezca, de forma que, cuando

    alguien necesita atencin mdica, tiene quepagarlo todo, desde la consulta hasta losmedicamentos. En Fort Libert y Ouana-minthe haba sendos hospitales. El queestas lneas suscribe tuvo ocasin de visi-tarlos en diferentes ocasiones. Los quirfa-nos, los paritorios y dems dependenciashospitalarias presentaban un aspecto delamentable sordidez. En ms de unaocasin, algn paciente se qued en lamesa de operaciones por estropearse elgenerador de luz. Las condiciones en lasque trabajaban los mdicos, el instrumentalnfimo que utilizaban y, en suma, la indi-gencia de medios que padecan ponan lospelos de punta. Muchos de los que trabaja-ban en la zona procedan de Cuba, ya queel gobierno de este pas enva a sus mdi-cos a pases que, como Hait, adolecen degraves carencias en este aspecto. El proble-ma es que no se les dota del material ni delinstrumental necesario, con lo que se lastienen que apaar como malamente puedenpara llevar a cabo su labor.

    Otras cosas

    Algunos espaoles aprovechaban los finesde semana y asistan a la misa de la iglesiade Fort Libert, pero la mayora desista alcabo de algunos intentos. La misa se celebra-ba en creole, el segundo idioma oficial deHait, y duraba ms de hora y media, entrecnticos continuos y largos sermones. Loshaitianos llenaban el templo, ataviados consus mejores trajes. Las seoras, tocadas congrandes sombreros que recordaban a las delas pelculas americanas de los aos cincuen-ta del siglo pasado, y los seores, muy

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    elegantes, de traje impecable y camisa de unblanco reluciente. Era inconcebible cmoconseguan esos colores tan blancos, pues laropa all se lava a mano en el ro, como aquhace ya muchos, muchos aos.

    Los nios, los nios de enormes ojosgrandes, tambin llamaron desde el principiola atencin de los espaoles. Haba miles deellos por todas partes. De da, sobre todo enlas aldeas, iban descalzos y semidesnudos.Pero para ir al colegio se ponan sus unifor-mes, y sus zapatos. Las nias, con el peloacribillado de lazos de color (amarillos,azules, rojos..., todos colores muy vistosos ydistintivos de cada colegio), a juego con eldel uniforme. Y los nios, con pantaln grisy camisa de color. Un espectculo colorista eimpresionante. El uniforme all es obligato-rio, lo que para la mayora de las familiassupone un esfuerzo econmico enorme.

    Si hacer patrullas result tarea dura, no lofueron menos las labores de mantenimiento.Reparar los Hummer, los Nissan o los Piraabajo un sol de fuego supuso un trabajo delocos que siempre realizaban con el mejorde los humores. No haba ms que cmo lereluca la cara de satisfaccin al personal demantenimiento cuando dejaba un vehculolisto para volver a patrullar por aquelloscaminos imposibles. Los componentes delos equipos de recuperacin se metan en elfango casi hasta la cintura, a cualquier horadel da o de la noche, a recuperar un vehcu-lo que se hubiera quedado atascado y averia-do en los sitios ms remotos del AOR. En

    Hait, todo costaba mucho ms esfuerzo.Mucho ms.

    Aunque con el calor y la humedad sesudaba muchsimo, una vez acostumbradosal clima plomizo no hubo problemas paraaprovechar un rato por las tardes y salir ahacer footing por Fort Libert. La poblacincivil enseguida se acostumbr a ver a losespaoles corriendo. Los nios nos palmea-ban en la mano al pasar o nos saludabangritando blanco, blanco!. Muchas vecesnos llamaban por el nombre o por el grado:brigada Palmero,cabo Petete Lasnormas permitan correr hasta el ocaso, cuan-do todo el personal tena que estar dentro dela base, con excepcin de las patrullas. EnOuanaminthe, por la peculiar situacin de lalocalidad y la inseguridad que all acechaba,no se sala a hacer deporte con la alegra conque se haca en Fort Libert.

    (Continuar en el prximo nmero)

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    No se convierte uno en viejo por habervivido un cierto nmero de aos: se vuelveuno viejo cuando ha desistido de su ideal.Los aos arrugan la piel; renunciar alpropio ideal arruga el alma. Las preocupa-ciones, las dudas, los temores y las desespe-ranzas son los enemigos que, lentamente,nos hacen inclinarnos hacia la tierra yconvertirnos en polvo antes de la muerte.

    Samuel Ullman

    Comienzo este artculo con una cita deSamuel Ullman, y no por casualidad. Creoque en su famoso Ser joven, que tanto inspiral general Douglas McArthur, Ullman dio enla clave para expresar lo que diferencia a unalma joven de una vieja. A continuacin lesanimo a contemplar en clave corporativa estedivino tesoro de la juventud.

    La Infantera de Marina es un cuerpoviejo pero en el que anida un alma joven.Orgullosos de nuestra larga tradicin, losinfantes de Marina espaoles presumimos depertenecer al cuerpo de esta clase ms anti-guo del mundo, cuyos orgenes, ah es nada,se remotan a fecha tan lejana como 1537.

    No obstante estos remotos orgenes, losinfantes de Marina vemos cmo a menudo senos cuestiona o, lo que es peor, se nos infrava-lora. Esta espada de Damocles que pende sobrenuestra existencia slo se puede contrarrestarcon un alto grado de autoestima, tanto indivi-dual como colectiva. Ahora bien, de nada sirvehacer gala de nuestra larga historia corporativasi hemos renunciado al propio ideal (1).

    Tenemos que incrementar nuestra exce-lencia profesional, como nica forma de

    persuadir a los que todava no estn conven-cidos de que nos corresponde un puestoprivilegiado entre los mejores. Y en estalucha por la excelencia, no nos engaemos,nuestro mayor enemigo somos nosotrosmismos. Nuestra larga y honrosa tradicin nogarantiza por s misma la continuidad orgni-ca del cuerpo.

    Desde el punto de vista de nuestras capaci-dades operativas, no hemos de conformarnoscon dar lo que ya otros proporcionan, pues ental caso estaramos obligados moralmente adisolvernos. Seamos ese valor aadido quenecesitan las Fuerzas Armadas espaolas.

    No se trata de entrar en competicin conninguno de nuestros ejrcitos hermanos, sinoms bien de poner a su disposicin la exce-lencia que nos caracteriza en nuestro mbitonatural y prioritario de actuacin: el litoral,bajo la austeridad tpica del ambiente expedi-cionario. Pero que esto no sea excusa para,llegado el caso, no asumir el puesto demayor riesgo y fatiga en el mbito que sea.

    Creo fundamental que comprendamosque, para un cuerpo tan pequeo como elnuestro, la interdependencia es crtica. Insis-to: la clave de nuestro xito radica en ser unvalor aadido a lo que otros proporcionan.La accin conjunta de nuestras FuerzasArmadas no es entendible sin la Infantera deMarina, y por supuesto lo contrario tambines cierto. No nos creamos imprescindibles;seamos una herramienta til y, eso s, irreem-plazable para la Defensa y Seguridad Nacio-nal de Espaa.

    UN CUERPO JOVENCte. IM Evaristo Jaime GUTIRREZ DEL CASTILLO

    (1) Ser joven.

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    En clave interna, creo muy importanteque, de una u otra forma, toda la fuerza deInfantera de Marina contribuya a la capaci-dad anfibio-expedicionaria de la Armada.Adems del Tercio de Armada, la Fuerza deProteccin de la Armada est llamada a serun importante activo en este tipo de guerra.Como primera aproximacin se me ocurreque los Tercios, la AGRUMAD y la USCANdeberan estar en condiciones de participar,en funcin de sus respectivas capacidadesoperativas, en el ciclo operacional de laFuerza Expedicionaria.

    Y es que, como he dicho antes, debemosaspirar a ocupar el primer puesto en combatecuando en la situacin pintan bastos. Lacapacidad expedicionaria de la Fuerza deInfantera de Marina basada en nuestramentalidad, en nuestra preparacin para elcombate de alta intensidad y en los mediosde combate especiales de los que dispone-mos debe marcar una diferencia.

    Hay algunas razones para dotar a todas lasunidades de la Fuerza de Proteccin del carc-ter expedicionario que vengo comentando:

    Se potencia la excelencia de la quedebe gozar el Cuerpo de Infantera de Mari-na: no hay infantes de Marina de primera yde segunda; todo miembro del cuerpo es antetodo un fusilero, con independencia de dndeest destinado.

    Se fomenta la estabilidad familiar delpersonal, sin descuidar su competenciaprofesional en el mbito anfibio-expedicio-nario. Se trata de evitar que solamente elpersonal destinado en el Tercio de Armada,esto es, en San Fernando, se sienta realizadoprofesionalmente en la que es la misin prin-cipal del cuerpo.

    Se incentiva el mando de tercio o agru-pacin. Quiero pensar que, la mayora de lasveces, que a un coronel le sea asignada laSegunda Jefatura de la BRIMAR es unacuestin de que le cuadre bien su perodo demando. Y slo unos pocos tienen esa suerte.En consecuencia, creo fundamental que ejer-cer el mando de un tercio o agrupacin lleveaparejado estar en disposicin de ejercerlotambin en una agrupacin expedicionaria deInfantera de Marina. Asimismo, el tercio oagrupacin y la USCAN deberan estar encondiciones de contribuir a la capacidad

    expedicionaria y de operaciones especialesde la Fuerza de Infantera de Marina median-te el alistamiento de una FIMEX de entidadsubgrupo tctico y de un equipo operativoespecial (capacidad limitada de OEs).

    No s qu lema define mejor lo que intentodecir, si el del USMC, The few the proud oel del US Army, Second to none. Lo que stengo claro es que para lograr todo eso debe-mos ser profesionales muy motivados y alta-mente cualificados; de ah la necesidad priori-taria de facilitar que la honrada ambicinprofesional y las demandas del servicio seancompatibles en la mayor medida posible.

    Termino este artculo con una reflexin dendole moral. Vivimos en una sociedad querespeta muy poco los valores con mayscu-las; una sociedad poco receptiva a losmensajes de la naturaleza, del hombre y delinfinito (2). Creo que merece la pena esfor-zarnos en no desatender dichos mensajes,que son los que realmente nos darn fuerzapara mantenernos jvenes.

    (2) Op. cit.

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    El asunto de que se ocupan las siguienteslneas tiene su base en un artculo publicadoen el New York Times. Solicito de lector quededique unos minutos a meditar sobre lasobservaciones que l se vierten acerca delcombate.

    Hemos resaltado en negrita aquellasfrases que creemos contienen ideas en lasque pudiera ser interesante detenersebrevemente, s i bien el ar t culo en suconjunto es de indudable valor y nospermite extraer algunas interesantesconclusiones.

    El hecho de que este artculo est escritopor un corresponsal de guerra no le resta unpice de calidad. Por el contrario, aportauna importante dosis de sinergia por laexperiencia del relator en acciones decombate. Dexter Filkina nos describe aslos das que pas bajo el fuego con laCompaa Bravo.

    Crnica de una batalla

    Ocho das despus de que las tropas delos Estados Unidos entraran en la ciudada pie, dos marines suban por las oscurasentraas de un minarete agujereado porlos disparos de un carro de combate.Mientras los marines suban lentamente,lleg una rfaga disparada desde arribapor un insurgente oculto en lo alto de latorre. El primer hombre fue alcanzado enla cara salpicando su sangre al que lleva-ba detrs que se tambale y cay por lasescaleras mientras que el marine de

    primera William Miller, de 22 aos, quedtendido, mortalmente herido, en mitad dela escalera.

    Miller!, gritaron los marines que esta-ban ms abajo. Miller!. En ese momento, elmandamiento casi mstico de los marines(I) de no dejar nunca a un compaerodetrs se apoder del grupo. Uno tras otro,los jvenes soldados irrumpieron en elminarete hacia la oscuridad y los disparos,y subieron por las escaleras. Despus decuatro intentos el cuerpo sin vida del marineMiller sali de la torre en brazos de suscamaradas, casi asfixiados y cubiertos depolvo. Se aproximaban ms rebeldes y losmarines tuvieron que correr entre rfagasde ametralladora para volver a subase.Intent tener cuidado, pero tena quesacarlo, lo entiende?, deca despus elmarine de primera Michael Gogin, de 19aos.

    As transcurrieron ocho das de combateen esa ciudad iraqu, el periodo ms largo eintenso de lucha callejera que han vividolos estadounidenses desde la Guerra deVietnam. La proximidad, a veces los solda-dos estaban tan cerca que podan mirar alos ojos al enemigo, daba a la lucha unaintensidad infernal. Para un corresponsalque ha cubierto media docena de conflictosarmados, incluida la guerra de Irak desdesu comienzo en marzo de 2003, los comba-tes a los que asist cuando acompaaba auna unidad de primera lnea en Faluyafueron una experiencia distinta, un saltohacia otro tipo de lucha.

    La intensidad del combate, la inmersinen la guerrilla urbana (II), era un fenme-no nuevo para esta generacin de soldadosestadounidenses, pero es un tipo de luchaque probablemente volveremos a vivir; elesfuerzo agotador para derrotar a losguerrilleros atrincherados en una ciudad, enunas calles llenas de seales en una lenguaque pocos de nuestros soldados podancomprender. Hasta ahora, el precio queEstados Unidos ha pagado en esta batallasupera las bajas de cualquier batalla de laguerra iraqu.

    EN FALUYA CON LA COMPAA BCte. IM Fernando DEL OLMO OCHOA

    Soldados de la I Divisin de marines toman posiciones en una casasituada en la zona oeste de Faluya.

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    En una situacin peligrosa

    Los 150 marines a los que acompa, laCompaa Bravo del I Batalln, del 8. deMarines, fue una de las unidades que mssufri en combate. Recorrieron la ciudadcasi por completo a pie hasta llegar al cora-zn de la resistencia, normalmente sin laproteccin de carros ni vehculos de trans-porte, mientras se abran paso por las estre-chas calles de Faluya con mochilas de 35kilos a la espalda.

    En ocho das de de combates, la compa-a Bravo sufri 36 bajas (III), seis de ellasmortales, lo que significa que cada compo-nente de la compaa tuvo una posibilidadentre cuatro de resultar herido o muerto. Lossonidos, las imgenes y la atmsfera de labatalla desprendan la misma sensacin deantigedad que la guerra en s, y por otrolado, la novedad del armamento ms moder-no del Pentgono: el ruido inquietante delAC-130 que sobrevolaba la ciudad por lanoche y disparaba contra unos guerrillerosque, muchas veces, estaban slo a unospasos de los soldados estadounidenses; elextrao zumbido del avin no pilotado Ojodel Dragn (IV), cuyas cmaras enviabanimgenes en directo del campo de batalla.

    La luz de las bengalas de los insurgentesque iluminaban el campo de batalla parapoder localizar sus objetivos: nosotros. Elempujn nervioso de un marine que buscabasitio junto a un muro de ladrillo mientrasrebotaban balas trazadoras por encima del. El silencio entre el ruido del proyectil queabandonaba el mortero y la explosin cuan-do impactaba sobre su objetivo. Los gritosde los marines cuando uno de sus camara-das, el cabo Knospler, perdi parte de lamandbula por una granada de mano. No,

    no, no!, gritaban mientras arrastraban alsoldado para sacarle de la oscura casa en laque se haba producido la explosin. Eranlas dos de la madrugada de una nochenegra, sin luna.

    Nada de lo que vi en los combates separeca ni remotamente a las escenas que seven normalmente en la pantalla; sin embar-go, muchas veces pareca que era la nicarealidad. De repente, las granadas demortero y los cohetes de los lanzadores delos guerrilleros empezaron a caer sobre losmarines de la compaa Bravo nada msdescender de sus blindados a la salida deFaluya. Edificios enteros, minaretes, perso-nas, desaparecan en cada descarga debombas. Un hombre se arrastraba por unterreno devastado e intentaba escondersedetrs de un rbol cuando fue abatido porla rfaga de uno de nuestros carros decombate.

    A veces las bajas se producan en olea-das, como rfagas de ametralladora. Laprimera maana de combate, durante unaferoz lucha para hacerse con una mezquitade Muhammadia, unos 45 marines de la 3seccin corran por la calle 40 cuando sevieron de repente en mitad de un intercambiode disparos. Cuando finalmente llegaron alotro lado de la calle, haban dejado atrscinco hombres ensangrentados.

    Los marines se apresuraron a rescatarlos,como haran das despus en el minarete,pero era demasiado tarde para el sargentoWells, que se desangr hasta morir. Uno delos hombres que apoyaba disparando elrescate del sargento fue el cabo Anderson.Morira tres das despus en una emboscada.

    La muerte del sargento Wells fue un durogolpe para la 3 Seccin; diriga uno de suspelotones y haba escrito cartas a los padresde los soldados ms jvenes para asegurar-les que iba a cuidar de ellos durante laestancia en Irak. Le encantaba jugar a lascartas, recordaba el marine Marku. Sabatodas las posibilidades.

    En ms de una ocasin la muerte lleg,arrebat la vida a un hombre de la compaaBravo y se march discretamente. El marineZiolkowski, apodado Ski era un francoti-rador de la unidad. Permaneca horas yhoras en un tejado mirando por el visor pti-co de su fusil de cerrojo M-40 y esperandoque algn guerrillero entrara en su campo

    Insurgentes iraques abren fuego contra las posiciones norteamericanas.

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    de visin. El visor era grande y Ziolkowskisola quitarse el casco para ver mejor.

    Alto, atractivo y sociable, Ziolkowski erauno de los marines ms populares de lacompaa. A diferencia de otros muchosfrancotiradores que aprendieron a dispararde pequeos en el campo, Ziolkowski crecicerca de Baltimore, sin ningn contacto conlas armas. Aunque Baltimore no tieneplaya, la pasin de Ziolkowski era el surf;en Camp Lejeune (Carolina del Norte),base de la compaa Bravo, era normal queorganizara todo su da de acuerdo a lasmareas.

    Lo nico que necesito ahora es unaplaya con olas, dijo durante un descansode su guardia como francotirador en laGran Mezquita de Faluya desde dondemat a tres hombres en un solo da. En esemismo descanso, Ziolkowski presagi sumuerte. Los francotiradores, dijo, estabanentre los soldados estadounidenses msperseguidos.

    Segn explic, durante la primera batallade Faluya, en abril, los francotiradores esta-dounidenses haban sido especialmente leta-les, y los servicios de informacin les habanadvertido de que en esta ocasin iban a serblancos preferentes. Estn intentandoeliminarnos, dijo. La bala hizo que Ziol-kowski cayera hacia atrs, sobre el tejado.Estaba sentado, mirando por su amplio visora las afueras del barrio de Shuhada, un reacontrolada por los rebeldes. Se haba quita-do el casco para ver mejor. La bala le alcan-z en la cabeza.

    Hombres jvenes, cargas pesadas

    A pesar de toda la muerte que nos rodea-ba, una impresin inevitable que me dejaronlos marines fue la de su juventud. Todo elmundo sabe que los soldados son jvenes;pero es distinto ver como unos hombresapenas salidos de la adolescencia, que enmuchos casos estaban an en el instituto alcomenzar la guerra, matan a disparos aotras personas. Los marines de la compaaBravo se peleaban por los paquetes deM&M que se incluan en sus raciones. Cuan-do estaban en el cuartel se dedicaban a core-ar la cancin Copenhagen, de Gart Brooks,un himno a la marca de tabaco que prctica-mente todos compraban.

    Uno de los hombres ms jvenes de lacompaa era el cabo Jimnez, de 21 aos,procedente de Bellington (Virginia Occiden-tal). El cabo Jimnez se dedicaba a exhibirsus tatuajes y a hablar de su Ford Mustang.Era muy popular en la 2. seccin, entreotras cosas porque haba hecho que se cono-cieran su hermana y otro marine, Evans, quehaban acabado casndose. Das antes de labatalla Jimnez llam a su hermana parapedirle que arreglara el interior del Mustangantes de que volviera a casa. Que quedebonito, le dijo.

    El mircoles 10 de noviembre, hacia lasdos de la tarde, el cabo Jimnez recibi eldisparo de un francotirador en el cuellocuando atravesaba con su seccin la partenorte de Faluya, junto a la mezquita deMuhammadia y su cpula verde. Muri alinstante.

    A pesar de su juventud, los marines meparecieron superiores a la gente de su edadque no est en el ejrcito, por su madurez ypor su valor (V). Muchos de los mejoressoldados de la compaa Bravo, sus tirado-res ms eficientes, tenan 19 y 20 aos; algu-nos dirigan a sus camaradas en asaltos yejercicios. Los tres tenientes de la compaa,cada uno responsable de unos 50 hombres,slo tenan 23 y 24 aos.

    Son un grupo extraamente desconocido.Los hombres que luchan en las guerras delos Estados Unidos parecen proceder siem-pre de pueblos y ciudades pequeas, muylejos de las grandes arterias del pas en lascostas. Si se pregunta a un grupo de marinesde donde son, la respuesta ser una lista delugares como Pearland (Tejas), Lodi (Ohio),Osawatomie (Kansas).

    Un ejemplo tpico de los marines quelucharon en Faluya es Chad Ritchie, un cabode 22 aos de Keezletown (Virginia). Comomuchos otros jvenes de la compaa,Ritchie deca que se haba alistado en losMarines porque anhelaba ms aventuras delas que su pueblo poda ofrecer. Los que sequedaron viven an con sus padres y ganansiete dlares por hora. Deca Ritchie. Yono voy a ser uno de esos que en la vejezdigan me habra gustado hacer esto o lootro. De vez en cuando hay que hacer algodifcil, algo con lo que uno no se sientacmodo. Una persona necesita comprobarsus instintos.

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    Resistencia bajo el fuego

    Los marines como el cabo Ritchiedemostraron su valor una y otra vez enFaluya pero eso no quiere decir que notuviesen miedo. Una noche, mientras lacompaa Bravo descansaba en el edificiode la Guardia Nacional Iraqu, en plenocorazn de la ciudad, el fuego de morteroempez a caer cada vez ms cerca. Losinsurgentes estaban ahorquillando el tirosobre el edificio. En los pasillos, llenos dehombres descansando, se oan rezos susu-rrados entre las explosiones.

    Tras ms de 20 detonaciones, el bombar-deo ces de forma inexplicable. Otra noche,especialmente sombra, un grupo de marinesde la 1. seccin dio la vuelta a una esquinapara subir por un callejn encontrndosecon un grupo de hombres que venan de fren-te vestidos con uniformes de la GuardiaNacional Iraqu. Los uniformes eran tanperfectos que incluso llevaban trozos decinta roja y blanca, la seal que indicaba alos soldados estadounidenses que el porta-dor era iraqu amigo; a cualquier otro se lepoda matar.

    Los marines, al ver las cintas sobre losuniformes, saludaron, respondiendo estosabriendo fuego contra los marines. El caboAnderson muri al instante. Uno de los heri-dos, el marine de 1. Russell, qued tendidoen la calle gritando del dolor que le produ-ca una pierna casi amputada.

    Un grupo de marines se abalanz sobrelos disparos para sacar a sus compaeros.Pero la emboscada y la refriega posteriorfueron los sucesos que ms afectaron a loshombres de la compaa Bravo. En la oscu-

    ridad, los soldados empezaron a discutir.Otros se quedaron de pie en medio de lacalle. Mientras el jefe de la seccin, elteniente Eckert, intentaba hacerse con elcontrol de la situacin sus hombres parecanal borde del pnico.

    Todo el mundo estaba asustado, contms tarde el teniente Eckert. Si el comandan-te no puede controlar la situacin, la unidadno aguanta. La unidad aguant, pero slodespus de que interviniera el capitn de lacompaa, el capitn Omohundro.

    A lo largo de la semana, el capitnOmohundro consigui en repetidas ocasio-nes que sus hombres no se rindieran graciasa su actitud decidida (VI) y a su calma bajoel fuego. En las primeras 16 horas decombate, cuando la lucha era continua y laamenaza de muerte constante, el capitnOmohundro nunca se inmut ni dej deconducir a sus hombres por los laberintos ycallejones de Faluya con un extraordinariosentido del espacio y del tiempo, con lacapacidad de detectar al enemigo y tenerlocalizados a sus hombres, incluso en laoscuridad, siempre sereno.

    Maldita sea, seguid avanzando!, dijoOmohundro, y sus hombres, aliviados porrecibir rdenes en medio de la anarqua, leobedecieron sin tardanza. Un poco mstarde, el capitn Omohundro, un tejano de34 aos, reconoca que haba notado latensin de la batalla, pero explicaba quehaca mucho tiempo que se entrenaba parano mostrar ni un atisbo de inseguridad. Noes que no sienta dudas explic, pero silas dejara notar, todo se vendra abajo.

    Cuando termin la lucha, un perro empe-z a seguir a la compaa Bravo por lasdestrozadas calles de Faluya. Al principio seechaba ante uno de los edificios que ocupa-ba la compaa, entre los vehculos de trans-porte. Luego, a medida que la unidad avan-zaba, aquel perro sarnoso se escabulladetrs de ellos, tanto en el registro de lascasas como durante las patrullas a pie, siem-pre a distancia, pero sin perder de vista a losmarines. La compaa Bravo, cuyo mismoaspecto era cada vez ms harapiento, aban-don por un momento su fila india a medidaque recorra Faluya.

    Seguid atentos, orden el capitnOmohundro a sus hombres, esta guerra noha terminado todava.

    Un pelotn de marines derriba a mazazos una puerta durante unregistro casa a casa en Faluya.

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    El mandamiento casi mstico de losmarines. Esta expresin pudiera explicar lacapacidad de los componentes de determina-das unidades de ejecutar ciertas acciones sinorden previa. Son acciones realizadas deforma refleja, por lo habitual por componen-tes de unidades con un alto grado de cohe-sin. Pero de dnde surge ese espritu?Quiz de la equilibrada sntesis entre uncorrecto adiestramiento y un acusado espritude unidad especficamente fomentadoque acta como slido vnculo invisible entretodos sus componentes.

    Tal vez pudiramos aadir el hecho deque esos individuos, antes de ser destinadosa una unidad operativa se han incorporado aun equipo que ya posee unos valores delos que el individuo comienza a impregnarsedesde el primer momento, y cuyo anclaje estan firme que pervivirn en l incluso cuandoya haya dejado el servicio activo.

    Los valores morales son incuantifica-bles, pero facilitan el trabajo en equipo yespolean la capacidad de reconocer lo quese debe hacer sin una orden previa. Anudanvnculos entre los componentes de launidad. Los valores morales son, en defini-tiva, valores aadidos a los especficos delos individuos y de la unidad.

    la inmersin en la guerrilla urba-na. Aqu se recogen dos aspectos tcticosmuy interesantes, a los que se hace referen-cia repetidamente a lo largo del artculo. Porun lado, nos encontramos con una coordena-da predominante en el campo de batallaactual: la guerrilla, el enemigo irregular, sinun ORBAT definido o que responda cuandomenos a los patrones clsicos, y del cual,inicialmente, se desconoce casi todo.

    Es un enemigo que actuar en ocasionesmovido por intereses sectarios, no en defensade inters nacional alguno, y cuyo objetivofundamental, tal y como presenciamos ennuestros das, es eliminar al invasor o todoaquel que se oponga a sus ideas.

    Por otro lado, nos encontramos con lourbano y que se presenta como el campo debatalla actual por excelencia, pues es ahdonde el enemigo, la guerrilla, busca contra-pesar sus carencias tcticas apoyndose enun tipo de terreno que le permite sacarprovecho de sus puntos fuertes y, a la vez,explotar los dbiles del contrario. Guerraasimtrica, en definitiva.

    Este remozado campo de batalla de nues-tros das requiere que remodelemos nuestraforma de pensar y de planear, para adaptarlaa estas coordenadas: dificultad para contro-lar las zonas de accin asignadas laprogresin por los corredores de movilidad,las calles, se dificulta cuando no impide conmayor facilidad y menor necesidad demedios; la observacin de los fuegos de lasarmas de apoyo est muy limitada; difi-cultad para el apoyo mutuo entre unidades ypara la evacuacin de bajas; necesidad deminimizar los daos colaterales, ms ancuando parte de la poblacin pudiera nohaber abandonado el rea. Son stas algunasde las restricciones que este terrenoimpone.

    Si bien los parmetros y la filosofa de laguerra de maniobra mantienen plena vigen-cia en el ambiente descrito, no es menos cier-to que deber hacerse especial hincapi sobredeterminados aspectos de dicha filosofa,entre los que destacaramos la descentraliza-cin hasta el nivel de pelotn y, como necesi-dad aparejada, el desarrollo de la capacidadde liderazgo hasta los niveles ms bajos.

    En ocho das de de combates , lacompaa Bravo sufri 36 bajas. Acep-tado el hecho de que las bajas son inheren-tes al combate, minimizar su nmero es unimperativo.

    Adiestramiento para reducir las exposicio-nes al fuego propio; exhaustivo empleo de lacubierta y ocultacin; observacin y mante-nimiento de la distancia adecuada entrehombres, segn cada momento tctico; cono-cimiento de medidas bsicas de primerosauxilios por parte de todos los componentesde las unidades de combate, adiestramientopara agilizar la evacuacin de bajas; pudie-ran resultar, entre otras, y junto a un planea-miento ajustado al campo de batalla presen-tado, medidas tiles para tratar de reducir elnmero de bajas.

    el ruido inquietante del AC-130 ()el extrao zumbido del avin no pilotadoOjo del Dragn. El hecho de enfrentarse aun enemigo que presumiblemente slodispondr de armamento convencional yligero no debera ser razn suficiente pararehusar el empleo de medios que nos propor-cionen la superioridad tecnolgica.

    En esta ocasin se citan medios queincrementan la capacidad en las funciones

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    de combate del apoyo de fuegos y de lainteligencia, pero la superioridad en elenfrentamiento requerir de manera insos-layable superioridad en todas las funcionesde combate, por ms que esta superioridadsea por s sola insuficiente. La verdaderasuperioridad, adems de tecnolgica,tambin deber serlo en cuanto a adiestra-miento y moral, en capacidad de combate,en definitiva.

    A pesar de su juventud, los marines meparecieron superiores () por su madurezy por su valor. La juventud es tambin unacaracterstica, un valor, de los que se unen anosotros. En la mayora de ocasiones, losjvenes que se incorporan al cuerpo noestn plenamente maduros. Por ello, paraenfrentarse a la accin con el rigor preciso,y no por fuerza slo en el combate, esmenester fomentar en el individuo la capa-cidad de iniciativa y un profundo sentido dela responsabilidad, lo que redundar enprovecho de su proceso de maduracin.

    el capitn Omohundro consigui enrepetidas ocasiones que sus hombres no se

    rindieran gracias a su actitud decidida.Liderazgo, liderazgo y liderazgo. Necesi-dad de que los mandos tengan un cuadroclaro de la situacin aun en los momentosms delicados, que acten como catalizado-res, como espoleadores y, en su caso, comoatemperadores frente a reacciones desmedi-das. Su cabal conocimiento de la unidad yla ejemplaridad de su costumbre de liderardesde primera lnea les pondr en disposi-cin de obrar as.

    El artculo examinado y las conclusionesexpuestas nos han hecho sin duda vislum-brar la esencia de nuestra profesin. Entrelas conclusiones comprobamos que algunasaparecen en todos los casos constituyendouna referencia vlida para el futuro inme-diato y sobre las que pudiera merecer lapena prestar especial atencin: adiestra-miento adecuado en cuanto al ambiente,situacin y adversario; necesidad de contarcon los medios que proporcionen superiori-dad tecnolgica; y fomento de los valoresmorales, grado de iniciativa y capacidad deliderazgo.

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    La guerra tiene reglas, pero esas reglaslas ha establecido Occidente. Si los pasesdbiles usan esas reglas, no tendrn posibili-dad de vencer a los poderosos. Si somos unpas dbil, por qu necesitamos combatirlossegn esas reglas?.

    Wang Xiangsui (1)

    La importancia de la Proteccin de laFuerza es tal que el Cuerpo de Marines deEE.UU. la considera una funcin de combatey, en el marco de la Alianza Atlntica, estcatalogada como una de las siete capacidadesoperacionales bsicas. Esto implica que encada EM/PLM hay elementos dedicados aintegrar la Proteccin de la Fuerza con elresto de las funciones a la hora de analizar elcumplimiento de la misin; es decir, que todalnea de accin es aceptable desde el puntode vista de la proteccin.

    Marco conceptual

    Denominamos proteccin de la fuerza alproceso cuya finalidad es conservar lacapacidad de combate de una fuerzadesplegada y preservar su integridad,contrarrestando las amenazas procedentesdel adversario, la naturaleza, el entorno o elfuego propio.

    La primera caracterstica es su globalidad,por cuanto alcanzar un grado de proteccinde la fuerza adecuado supondr integrar

    mltiples factores que podramos reunir encinco grandes grupos:

    seguridad de unidades, entendida comocapacidad de autodefensa;

    seguridad fsica, medidas especficaspara prevenir y contrarrestar ataques hostiles;

    seguridad de las operaciones (OPSEC),mediante la proteccin y la negacin deinformacin al enemigo sobre las intencio-nes, actividades y puntos vulnerables de lasfuerzas propias;

    seguridad funcional, proteccin antehechos de carcter accidental y que puedansignificar prdidas de personal o equipos;

    seguridad de la salud, proteccin decarcter preventivo y efectiva ante riesgosmedioambientales, infecciosos o de carcterfacultativo.

    El concepto de proteccin de la fuerzaaparece en el cuerpo doctrinal de la Fuerza deInfantera de Marina (FIM) catalogada como laprimera actividad que corresponde desempearal Mando en el cumplimiento de su misin.

    El sistema de proteccin, que debeproporcionar respuesta contra toda amenaza,asume actividades fundamentalmentepreventivas y se basa ante todo en la alertaproporcionada por el sistema de inteligen-cia de la Fuerza.

    Todas las unidades de la Fuerza debencontribuir al sistema de proteccin, aunquelos elementos especficos del sistema en laBRIMAR son la Compaa de Inteligencia,

    PROTECCIN DE LA FUERZAEN LA BRIMAR

    Cap. Mario FERREIRA ANIDO

    (1) Coronel de la Fuerza Area del Ejrcito Popular de Liberacin de China, coautor de La guerra irrestricta: el plan maestro de Chinapara destruir Amrica. Pekn, 1999.

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    la Compaa de Zapadores y la Seccin deGuerra Electrnica. De todo lo anterior sededuce que el ejercicio de esta funcinrequiere el desarrollo de un complejo siste-ma constituido por elementos orgnicospoco relacionados entre s, lo que suponeuna dificultad adicional de coordinacin.

    En el presente ensayo estudiaremos laProteccin de la Fuerza en la BRIMARdesde dos aspectos diferenciados; en elprimero trataremos de integrar la Proteccinde la Fuerza en el proceso de planeamientode las operaciones tcticas, y en el segundoestudiaremos las capacidades necesarias paramejorar la proteccin de nuestras unidades.

    La proteccin de la Fuerza en el planea-miento

    La proteccin de la Fuerza no se efectade forma aislada e independiente, sino quedebe estar integrada completamente en elplaneamiento de cualquier operacin; sinembargo, no hay en nuestra doctrina ningunareferencia o gua para realizarlo. Este trabajodebera ser realizado por una clula espec-fica de proteccin de la Fuerza que seencuadrara en G-2, ya que sta ha sido laseccin de Estado Mayor encargada deproporcionar las estimaciones sobre elambiente y las posibles amenazas.

    Dentro de las fases que componen elmtodo de planeamiento, quiz la msimportante desde el punto de vista de laProteccin de la Fuerza es el anlisis de lamisin, pues entraar valorar todos losriesgos existentes y definir cules podemosasumir. Mediante el anlisis de la misincontenida en la orden de operaciones de launidad superior se identifican peligros espe-cficos y los controles que el mando superiorha establecido para asegurar la proteccin dela Fuerza.

    El G-2, a travs de la Clula de Protec-cin de la Fuerza, deber elaborar un cat-logo de riesgos consolidado para la misin,que ser expuesto en el juicio inicial deinteligencia; para ello deber considerar lasestimaciones relativas a la Proteccin de laFuerza que cada divisin del EM de laBRIMAR haya identificado en la orden deoperaciones recibida.

    A continuacin, el comandante, con laemisin de la gua de planeamiento,deber especificar claramente los nivelesde riesgo que est dispuesto a asumir, ascomo los peligros identificados y suscontroles asignados, no slo en relacincon la orden de operaciones de la unidadsuperior, sino tambin respecto de aquellosrelacionados con los distintos aspectostratados en su gua de planeamiento (lneasde accin que quiera considerar, planes dedecepcin, ensayos, etc).

    Durante el estudio de los factores, elG-2, en su juicio de inteligencia, deberevaluar y priorizar la incidencia de los ries-gos catalogados en la fase anterior. Engeneral, deben considerarse los factoressiguientes:

    capacidad de combate del enemigo yde las fuerzas propias. Consideraciones clavesobre este particular pueden ser el nivel deadiestramiento, la moral de las unidades y susalud fsica y emocional;

    complejidad y nivel de actividad de laoperacin en cada una de sus fases;

    peligros inherentes al equipo usado:estados de mantenimiento, antigedad, etc.;

    condiciones medioambientales decarcter fsico, climtico y humano de nues-tra zona de operaciones;

    tipo de emplazamientos que vayamos autilizar (permanentes, semipermanentes otemporales), y disponibilidad y capacidad deequipos especficos de proteccin;

    tiempo disponible. El peligro se derivade no disponer de tiempo suficiente paraplanear, preparar, y ejecutar las operaciones.Esta circunstancia fuerza a los mandos aaceptar mayores riesgos;

    logstica. Normalmente los peligrosasociados con este aspecto incluyen la faltade disponibilidad de suministros y de servi-cios logsticos bsicos para conservar la capa-cidad de sostenimiento de las operaciones.

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    Durante la consideracin de las lneasde accin se continuar identificando yevaluando peligros que sern expuestos enla actualizacin del juicio de inteligencia,pero tambin se comenzar a concretarmedidas de Proteccin de la Fuerza y accio-nes de control.

    En los pasos siguientes de confronta-cin y comparacin de las lneas deaccin, el G-2 tendr en cuenta en su juiciotodos los aspectos concernientes a la protec-cin de la Fuerza, siendo un factor ms aconsiderar en la eleccin de una lnea deaccin determinada.

    Una vez que el comandante ha elegidouna lnea de accin, debe transformarla enuna decisin en la que, aparte de exponersu propsito, y esquema general de la manio-bra, deber establecer el riesgo asumido queest dispuesto a aceptar para cumplir lamisin y qu medidas concretas de protec-cin de la Fuerza y acciones de control seestablecen para limitarlo.

    Capacidades necesarias

    Es muy probable que en un conflicto dealta intensidad la opinin pblica acepte demejor grado un nmero de bajas determi-nado, ya que en la guerra