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7 Bilbao a de Emmanuelle Carrè- re, con Houellebecq, Echenoz y Modiano, es una de las voces más interesan- tes y personales de la literatura francesa contemporánea. De los cuatro, todos en Anagrama, quizá Carrère sea el más polifa- cético (periodista, escritor, guionista y cineasta). Traspasa los géneros con envidiable na- turalidad, el suyo es un estilo mestizo, híbrido. Su particular narrativa –desde luego no es fic- ción, ni tampoco periodismo, ni biografía, ahí están Limonov o El adversario– gana cada vez más adeptos, a pesar de las dudas iniciales del propio Carrère. Se- gún él, escribe “un tipo peculiar de libros de no ficción o, mejor, sin ficción”, donde “lo que hay en común es que hablan de si- tuaciones y personajes reales. No ficcionalizo”. El mes pasado recibió en Gua- dalajara (México) el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances y durante su inter- vención volvió a mencionar a Capote y, esta vez, también a otro escritor cuya influencia ja- más hubiéramos sospechado, Dickens. Les invito a googlear el discurso completo. Es estupen- do. Muy revelador: “…Algunos de mis personajes reales, nom- brados con sus nombres verda- deros, eran mis amigos, otros no. A algunos les di a leer el li- bro antes de su publicación, a otros no. Algunos se sintieron muy agradecidos, otros me odiaron. He tenido suerte hasta ahora, nadie me ha demanda- do, pero sé lo que se siente cuando uno se expone a la res- puesta de la realidad… Un es- critor que habla de sí mismo de- tiene la experiencia cuando quiere y aunque sea muy since- ro, muy audaz, muy exhibicio- nista, en el fondo no se arriesga demasiado. Pero cuando invo- lucra a personas reales, se arriesga a lastimarlas… Sé de qué hablo, he escrito al menos un libro en el que me reprocho haber ido demasiado lejos…”. Lo que el lector de Conviene te- ner un sitio adonde ir tiene entre manos es una recopilación de sus textos periodísticos desde 1990. Algunas de las piezas, por tanto, fueron escritas cuan- do Carrère to- davía no era Carrère. Tam- bién en esas está él por en- tero. Un libro misceláneo compuesto de treinta y tres piezas de procedencia muy diversa y de categoría también bas- tante dispar. Encontramos cola- boraciones y reportajes de todo tipo, crónicas de viaje, colum- nas de opinión, semblanzas (le salen especialmente bien los personajes al límite)… Hasta una fallida entrevista a Catheri- ne Deneuve. Su estilo es siempre envidia- ble, pero brilla todavía más en terrenos habitualmente poco lucidos, las crónicas de tribuna- les, de sucesos –parricidios, ase- toria real y asegurarnos que bueno, que tratará de interferir lo menos posible. Perspectiva Hay al menos un par de piezas inolvidables, varias muy bue- nas, algunas que prefiguran obras mayores y también otras más prescindibles, momentos en los que Carrère parece venir- se demasiado arriba, como en la última de sus Nueve crónicas para una revista italiana, que le valió el despido fulminante. Como en su discurso de Guadalajara, también en varios momentos de esta recopilación reflexiona acerca del punto de vista, de la ‘responsabilidad’ del narrador, del lugar exacto que le corres- ponde. A menudo se detiene a explicarnos el mecanismo de sus artefactos literarios, el pro- ceso de construcción de sus tex- tos. Nos descubre escritores, cine- astas, guionistas de novela gráfi- ca. Incluye reseñas, perfiles, re- comendaciones en las que, co- mo de pasada, mientras habla de Defoe o Philip K. Dick siem- pre acaba fijándose en los as- pectos que a él más le preocu- pan (estrategias narrativas que tienen que ver precisamente con la visibilidad del narrador). Resulta interesante observar cómo han ido evolucionando Carrère y su método. Experi- menta, prueba, busca. Alguna vez se equivoca, casi siempre acierta. A medida que su fama y reconocimiento aumentaban, su estilo iba volviéndose cada vez más auto consciente. Aun- que se ocupe de temas políticos, de actualidad o culturales, el te- ma es él mismo. Y cuánto lo agradecemos, porque proba- blemente sea ese puntito ego- céntrico lo que le convierte en un escritor verdaderamente único. Miguel Artaza L Anagrama reúne por primera vez en castellano las crónicas y reportajes del último, más celebrado y mejor apologista de la no ficción ‘The César Aira Experience’ Yo, yo mismo y Carrère en esa clase de periodismo. Sabe que lo que tiene que contar está fuera de su alcance, aunque sin duda forme parte de eso que lla- mamos condición humana, y necesita inventar una cercanía desde la que le resulta más fácil abordar la escritura. Cualquiera que se viera en la obligación de sinatos especialmente horri- bles–. Historias espeluznantes abordadas desde un realismo emocional considerable. No es que Carrère comprenda o am- pare a estos asesinos, ni que se ponga en sus zapatos ni que tru- fe sus historias de ese espumi- llón sentimental tan frecuente contar estas tristes y sórdidas his- torias por escrito debería tener presente a Carrère. Escribe desde una subjetivi- dad muy marcada y una irre- nunciable primera persona, un tono a medio camino entre lo confesional y lo irónico. Cons- truye un narrador que no evita involucrarse ni interferir cuan- do lo considera conveniente, se- ría absurdo fingirse imparcial. Sabe que es imposible evadirse por completo y utiliza con maes- tría un recurso poco habitual: meterse a sí mismo en la narra- ción, convertirse en un persona- je (ficticio) en medio de una his- medida que aumenta su relevancia y su obra se multiplica sin tasa, la fi- gura de César Aira va camino de convertirse en algo así como inabarcable, imposible de cla- sificar. No solo porque lleva ca- si cuatro décadas escribiendo, de media, un par de libros al año, también porque es un no- velista raro. Hace gala de un enorme vanguardismo, un marcado gusto por la experi- mentación. A menudo crea sus historias a partir de cambios bruscos de dirección en los que abandona las reglas de verosi- militud para inten- tar avanzar a partir de un hecho absur- do que pone a prueba la posibili- dad de continuar el relato. Lleva años trabajándose la eti- queta de ‘raro’, que de algún mo- do lo convierte en imprescindible. Asegura que im- provisa el argu- mento de sus nove- las a medida que las escribe, y que apenas corrige. Además de cho- cante, divertido o imprevisible, Ai- ra sigue siendo un escritor exi- gente. Su voz es más reconocible en los ensayos y metaficciones. Aunque de un modo diferente al de Carrère, tam- bién el argentino ha acabado ‘tema- tizando’ su propia experiencia per- sonal, haciendo un género de sí mismo. En la última recopilación de sus ensayos –Evasión y otros ensa- yos (Mondadori)– insiste en al- gunas de sus pasiones, sobre to- do la literatura y el arte contem- poráneo, y de alguna manera continúa trazando su propio canon personal, que incluye, entre otros, a Borges, Kafka, Stevenson, Picasso, Duchamp, Dalí… Se detiene a analizar la propia naturaleza del ensayo, el más aristocrático de los géne- ros, y el único, según él, inmu- ne a los destrozos de la postmo- dernidad. En otro momento lle- ga a la conclusión de que litera- tura de evasión clásica ya no existe, ahogada por esa literatu- ra del Yo que a menudo él mis- mo practica. Aira se nos muestra tan incisivo e inteligente como siempre. Y auto paródico: “Hay mucho escritor joven que consi- dera que sus opiniones, sus gus- tos, sus amores, son lo suficien- temente interesantes como pa- ra ponerlos por escrito”, se que- ja. Justamente lo que él hace en este libro. M. A. A Carrère escribe desde una subjetividad muy marcada y una irrenunciable primera persona, entre lo confesional y lo irónico “Un tipo peculiar de libros de no ficción o, mejor, sin ficción” Pérgola Enero 2018

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Page 1: Bilbao 7 Yo, yo mismo y Carrère PN 963...El adversario– gana cada vez más adeptos, a pesar de las dudas iniciales del propio Carrère. Se-gún él, escribe “un tipo peculiar

7B i lbao

a de Emmanuelle Carrè-re, con Houellebecq,Echenoz y Modiano, es

una de las voces más interesan-tes y personales de la literaturafrancesa contemporánea. Delos cuatro, todos en Anagrama,quizá Carrère sea el más polifa-cético (periodista, escritor,guionista y cineasta). Traspasalos géneros con envidiable na-turalidad, el suyo es un estilomestizo, híbrido. Su particularnarrativa –desde luego no es fic-ción, ni tampoco periodismo,ni biografía, ahí están Limonov oEl adversario– gana cada vez másadeptos, a pesar de las dudasiniciales del propio Carrère. Se-gún él, escribe “un tipo peculiarde libros de no ficción o, mejor,sin ficción”, donde “lo que hayen común es que hablan de si-tuaciones y personajes reales.No ficcionalizo”.

El mes pasado recibió en Gua-dalajara (México) el PremioFIL de Literatura en LenguasRomances y durante su inter-vención volvió a mencionar aCapote y, esta vez, también aotro escritor cuya influencia ja-más hubiéramos sospechado,Dickens. Les invito a googlear eldiscurso completo. Es estupen-do. Muy revelador: “…Algunosde mis personajes reales, nom-brados con sus nombres verda-deros, eran mis amigos, otrosno. A algunos les di a leer el li-bro antes de su publicación, aotros no. Algunos se sintieronmuy agradecidos, otros meodiaron. He tenido suerte hastaahora, nadie me ha demanda-do, pero sé lo que se sientecuando uno se expone a la res-puesta de la realidad… Un es-critor que habla de sí mismo de-tiene la experiencia cuandoquiere y aunque sea muy since-ro, muy audaz, muy exhibicio-nista, en el fondo no se arriesgademasiado. Pero cuando invo-lucra a personas reales, searriesga a lastimarlas… Sé de

qué hablo, he escrito al menosun libro en el que me reprochohaber ido demasiado lejos…”.

Lo que el lector de Conviene te-ner un sitio adonde ir tiene entremanos es una recopilación desus textos periodísticos desde1990. Algunas de las piezas, portanto, fueronescritas cuan-do Carrère to-davía no eraCarrère. Tam-bién en esasestá él por en-tero. Un libromi sce láneoc o m p u e s t ode treinta ytres piezas deprocedenciamuy diversa yde categoríatambién bas-tante dispar. Encontramos cola-boraciones y reportajes de todotipo, crónicas de viaje, colum-nas de opinión, semblanzas (lesalen especialmente bien lospersonajes al límite)… Hastauna fallida entrevista a Catheri-ne Deneuve.

Su estilo es siempre envidia-ble, pero brilla todavía más enterrenos habitualmente pocolucidos, las crónicas de tribuna-les, de sucesos –parricidios, ase-

toria real y asegurarnos quebueno, que tratará de interferirlo menos posible.

PerspectivaHay al menos un par de piezas

inolvidables, varias muy bue-nas, algunas que prefiguranobras mayores y también otrasmás prescindibles, momentosen los que Carrère parece venir-se demasiado arriba, como en laúltima de sus Nueve crónicas parauna revista italiana, que le valióel despido fulminante. Comoen su discurso de Guadalajara,también en varios momentosde esta recopilación reflexionaacerca del punto de vista, de la‘responsabilidad’ del narrador,del lugar exacto que le corres-ponde. A menudo se detiene aexplicarnos el mecanismo desus artefactos literarios, el pro-ceso de construcción de sus tex-tos.

Nos descubre escritores, cine-astas, guionistas de novela gráfi-ca. Incluye reseñas, perfiles, re-comendaciones en las que, co-mo de pasada, mientras hablade Defoe o Philip K. Dick siem-pre acaba fijándose en los as-pectos que a él más le preocu-pan (estrategias narrativas quetienen que ver precisamentecon la visibilidad del narrador).Resulta interesante observarcómo han ido evolucionandoCarrère y su método. Experi-menta, prueba, busca. Algunavez se equivoca, casi siempreacierta. A medida que su fama yreconocimiento aumentaban,su estilo iba volviéndose cadavez más auto consciente. Aun-que se ocupe de temas políticos,de actualidad o culturales, el te-ma es él mismo. Y cuánto loagradecemos, porque proba-blemente sea ese puntito ego-céntrico lo que le convierte enun escritor verdaderamenteúnico.

Miguel Artaza

L

Anagrama reúne por primera vez en castellano las crónicas y reportajes del último,más celebrado y mejor apologista de la no ficción

‘The César Aira Experience’

Yo, yo mismo y Carrère

en esa clase de periodismo. Sabeque lo que tiene que contar estáfuera de su alcance, aunque sinduda forme parte de eso que lla-mamos condición humana, ynecesita inventar una cercaníadesde la que le resulta más fácilabordar la escritura. Cualquieraque se viera en la obligación de

sinatos especialmente horri-bles–. Historias espeluznantesabordadas desde un realismoemocional considerable. No esque Carrère comprenda o am-pare a estos asesinos, ni que seponga en sus zapatos ni que tru-fe sus historias de ese espumi-llón sentimental tan frecuente

contar estas tristes y sórdidas his-torias por escrito debería tenerpresente a Carrère.

Escribe desde una subjetivi-dad muy marcada y una irre-nunciable primera persona, untono a medio camino entre loconfesional y lo irónico. Cons-truye un narrador que no evitainvolucrarse ni interferir cuan-do lo considera conveniente, se-ría absurdo fingirse imparcial.Sabe que es imposible evadirsepor completo y utiliza con maes-tría un recurso poco habitual:meterse a sí mismo en la narra-ción, convertirse en un persona-je (ficticio) en medio de una his-

medida que aumenta surelevancia y su obra semultiplica sin tasa, la fi-

gura de César Aira va caminode convertirse en algo así comoinabarcable, imposible de cla-sificar. No solo porque lleva ca-si cuatro décadas escribiendo,de media, un par de libros alaño, también porque es un no-velista raro. Hace gala de unenorme vanguardismo, unmarcado gusto por la experi-mentación. A menudo crea sushistorias a partir de cambiosbruscos de dirección en los queabandona las reglas de verosi-

militud para inten-tar avanzar a partirde un hecho absur-do que pone aprueba la posibili-dad de continuar elrelato. Lleva añostrabajándose la eti-queta de ‘raro’,que de algún mo-do lo convierte enimprescindible.

Asegura que im-provisa el argu-mento de sus nove-las a medida quelas escribe, y que

apenas corrige.Además de cho-cante, divertido oimprevisible, Ai-ra sigue siendoun escritor exi-gente. Su voz esmás reconocibleen los ensayos ymetaf icciones.Aunque de unmodo diferente alde Carrère, tam-bién el argentinoha acabado ‘tema-tizando’ su propiaexperiencia per-

sonal, haciendo un género de símismo.

En la última recopilación desus ensayos –Evasión y otros ensa-yos (Mondadori)– insiste en al-gunas de sus pasiones, sobre to-do la literatura y el arte contem-poráneo, y de alguna maneracontinúa trazando su propiocanon personal, que incluye,entre otros, a Borges, Kafka,Stevenson, Picasso, Duchamp,Dalí… Se detiene a analizar lapropia naturaleza del ensayo, elmás aristocrático de los géne-ros, y el único, según él, inmu-ne a los destrozos de la postmo-

dernidad. En otro momento lle-ga a la conclusión de que litera-tura de evasión clásica ya noexiste, ahogada por esa literatu-ra del Yo que a menudo él mis-mo practica. Aira se nos muestratan incisivo e inteligente comosiempre. Y auto paródico: “Haymucho escritor joven que consi-dera que sus opiniones, sus gus-tos, sus amores, son lo suficien-temente interesantes como pa-ra ponerlos por escrito”, se que-ja. Justamente lo que él hace eneste libro.

M. A.

A

Carrère escribe desde unasubjetividad muy marcada y unairrenunciable primera persona,entre lo confesional y lo irónico“

“Un tipo peculiar de libros de no ficción o, mejor, sin ficción”

Pérgola Enero 2018