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BIBLIOTECA DE MÉXICO

NÚMERO NOVENTA YTRES MAYO-JUNIO DE 2006 • $35.00

PLAZA DE lA CIUDADElA 4, CENTRO HISTÓRICO

DE lA CIUDAD DE MÉXICO, CP 06040,

TELÉFONOS 9172 4710Y 9172 47 12

CORREO ELECTRÓNICO [email protected]

CERTIFICADO DE liCITUD DE TíTULO NÚM. 6270

CERTIFICADO DE LICITUD DE CONTENIDO NÚM. 4380

CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES PRESIDENTA SARI BERMÚDEZ

DIRECTOR GENERAL DE BIBLIOTECAS jORGEVON ZIEGLER

REVISTA BIBLIOTECA DE MÉXICO

DIRECTOR FUNDADOR: JAIME GARcfA TERRÉS t DIRECTOR: EDUARDO LlZALDE

EDITOR: JOSÉ ANTONIO MONTERO

EDITOR ASOCIADO: MARIO BOjÓRQUEZ

SECRETARIO DE REDACCiÓN: JOSÉ DE lA COLINA

CONSEJO DE REDACCiÓN: JUAN ALMElA, FERNANDO

ÁLVAREZ DEL CASTILLO. MIGUEL CAPISTRÁN,

ADOLFO ECHEVERRÍA. JAIME MORENO VILlARREAl

VíCTOR TOLlEDO Y RAFAEL VARGAS

PROMOCiÓN EDITORIAL: MIGUEL GARCíA RUIZ

DISEÑO: PEDRO A. GARCrA c. ASISTENCIA EDITORIAL: MARINA GRAF

Y ANDREA DEL RAZO

COMERCIALIZACiÓN Y DISTRIBUCiÓN: RUYSDAEL NAVA

IMPRESiÓN: GRÁFICA, CREAllVIDAD Y DISEÑO, SA DE C.v

PORTADA: SARTRE DISTRIBUYE SU PERiÓDICO LA CAUSA DEL PUEBLO

2A DE FORROS: SARTRE CON SIMONE DE BEAUVOIR EN CUBA

4A DE FORROS: SARTRE ORADOR EN UN MITIN AFUERA DE lA

PlANTA RENAULT

lAS IMÁGENES QUE ILUSTRAN EL TEXTO SOBRE JEAN PAUL SARTRE

PROVIENEN DE LOS LIBROS QUE SE INDICAN RESPECTIVAMENTE

CON UN SIGNO DISTINTO:

,+ FRANCOIS NOUDELMANN,jEAN PAUL SARTRE. ASSOClATION

POUR lA DIFFUSION DE lA PENSÉE FRAN<;:AISE, PARlS, FRANCE.

2005 .

• SARTRE VISITA CUBA (FOTOS DE KORDA Y ERNESTO), LITERATURA,

1960, EDICIONES R., lA HABANA. CUBA. 1960,

• CAMUS, COLLECTION GÉNIES ET RÉALlTÉS, HACHETTE. FRANCE.

1966.

O FRANCIS jEANSON, SARTRE POR ÉL MISMO, COMPAÑíA GENERAL

DE EDICIONES, SA. MÉXICO, 1950.

I BIBLIQTECA DE MEXICO

Traducción: Marta Donís

POEsíA VENEZOLANA

José Antonio Ramos Sucre • Vicente

Gerbasi • Pálmenes Yarza • Ana

Enriqueta Terán • Juan Sánchez Peláez

• Rafael Cadenas • Alfredo Silva Estrada

• Ramón Palomares • Eugenio Montejo

• Gustavo Pereira • Lydda Franco

Farías • William Osuna • Edda Armas

• Santos López • Marissa Arroyal

• Juan Carlos López Quintero

• Ezequiel Borges • Carmen Verde

Arocha • María Ramírez Delgado

• Erika Reginato • Gabriela Rosas

EL OJO ABIERTO MIRA EL LIBRO

El LIBRO ALEMÁN INFANTIL ilUSTRADO

LAs LUCES DE LA LECTURA

CIUDAD IMAGINARIA

FRANC;:OIS NOUDELMANN

JEAN PAUL SARTRE Traducción de Marta Donís

El año pasado se celebró el centenario del nacimiento de jean Paul Sartre, razón suficiente para recordar al autor de una obra tras­

cendente en múltiples sentidos: filosofía, ensayo, crítica literaria, novela, cuento, teatro y gran periodismo en la prensa y en la radio,

Teórico político y mil itante, su legado intelectual es diverso, luminoso y recurrente y simboliza a plenitud el pensamiento crítico de los años más difíciles del siglo xx, siempre dispuesto a manifestarse en contra del colonialismo y el imperialismo y en favor de la libertad. Obra tan relevante quiso ser reconocida con la entrega del premio Nobel en 1964, que Sartre rechazó, consecuente con

las ideas de una inteligencia insumisa. Para rememorar su natalicio Biblioteca de México publica en este número la introducción y un capitulo del ensayo que Fran~ois Noudelmann preparó para el catálogo de la exposición que se montó en 2005 en Francia, así como

imágenes del mismo, ello nos conduce una vez más a expresar nuestra gratitud y aprecio al autor por su texto y a la autorización que nos otorgaron para editar la introducción, un cápitulo y las imágenes del catálogo, las siguientes personas e instituciones: Franc;ois

Neuville, director de la Association pour la diffusion de la pensée franc;aise (Adpt); Anna du Parquet. responsable del Servicio de Promoción y Difusión de la Adpf; y jacqueline André, a cargo de la Mediateca de la Casa de Francia en México.

En 2005 se cumplió el centésimo aniversario del nacimien­

to de Jean-Paul Sartre, muerto en 1980. Filósofo, escritor

y dramaturgo, su figura de intelectual comprometido

marcó perdurablemente el siglo XX y continúa haciéndo­

lo todavía. Para todos los lectores y en particular para

aquellos que frecuentan las bibliotecas de los estableci­

mientos culturales franceses en el extranjero, el Ministerio

de Asuntos Extranjeros y su operador para textos escri­

tos, la Association pour la diffusion de la pensée franc;:aise,

han confiado al señor Franc;:ois Noudelmann la responsa­

bilidad del texto, la exposición sobre Sartre, así como el

catálogo que la acompaña.

Reciba por ello el más profundo agradecimiento,

FRAN(OIS N EUVILLE

Directeur de l'Associotion pour lo diffusion

de lo pensée fron<;oise

• Jean Paul Sartre

JAM.

Introducción

Debemos estor hechos de borro, pero yo estoy hecho de viento

jEAN-PAUL SARTRE

P or mucho tiempo se ha considerado a Sartre como el

pensador y el escritor francés más importante del siglo

XX, y sin embargo su aceptación ha conocido fortunas

opuestas, Es poco usual que un autor haya encarnado

poderosamente una referencia intelectual tan admirada

como odiada, y el centésimo aniversario de su nacimien­

to no puede hacer que se olvide la coexistencia de una

sortrof¡lio y de una sortrofobio recurrentes desde fines de

la Segunda Guerra Mundial. Denunciado por su anti­

humanismo destructor de ídolos y luego por su compro­

miso intelectual radical, deshonrado por iglesias y parti­

dos que lo veían meterse en todo, rechazado por las

corporaciones que no soportaban el nomadismo de es­

te escritor polimorfo, Sartre está a la vez en todos lados

y en ninguna parte, pero continuamente en los puntos

por los que transita la modernidad política y estética. El

que pasa y acompaña, el creador; sin permanecer nunca

en posiciones establecidas, estuvo contra los reconoci­

mientos y los honores.

Desde 1945, se convirtió en la figura dominante del

campo intelectual: lanzó su revista Les Temps Modernes, prosiguió con su obra teatral y novelesca, intervino en la

radio, participó en reuniones políticas, escribió sobre

escritores y artistas contemporáneos. Más allá del cliché

de la vida literaria en Saint-Germain-des-Pres, Sartre

accedió a una notoriedad internacional al convertirse en

un intelectual total. El solitario desengañado de la pre­

guerra que observaba los desfiles del Frente Popular

desde su balcón, encerrado en sus di sertaciones y sus

fantasmagorías literarias, en lo sucesivo estaría en todos

los frentes - culturales, sociales y pol íticos- durante trein­

ta y cinco años. Unos militares exigen su muerte y vue­

lan su apartamento, se le otorgó el premio Nobel, que

rechazó, De Gaulle no se atrevió a encarcelarlo, los revo­

lucionarios del mundo entero reclamaban su voz. Y en

Biblioteca de México

• Albert Camus

1980, cuando sus funerales, decenas de miles de personas fueron a rendirle

homenaje a todas las esperanzas que él supo traer. Sin embargo, este acon­

tecimiento no ocurrió sin repliegues: en los años sesenta surgieron rupturas

teóricas y estéticas -el nuevo teatro, la nueva novela, el estructuralismo- que

relegaron a Sartre al pasado. Eso no impidió que el teórico y escritor prosi­

guiera con sus prodigiosas obras filosóficas y escribiera todavía miles de pági­

nas ni lo disuadió de comprometerse aún mucho más en los conflictos del

mundo y seguir la caída de las dictaduras y los totalitarismos. Pero el fin del

comunismo de Estado significó un periodo de purgatorio para Sartre des­

pués de su muerte, beneficiando a pensadores que había eclipsado: la vigi-

Les Temps Modernas

\- année REVUE MENSUEI..LE no. 1

l et Oclobre 19~

JEAN--'AUl SAl\TRf - PrittJ\ta~C)G RICHARD WI\JGHT - le fati 4¡n1 r. f'1I.k.

MAURICE MERLE~U.pONlY - l.. ItI"'" •• 0 tt.lu. ftV,NCIS PONGt - No,*, ptemlb-ef i.- ,'.am1'\ft.

,:~~~¿-r~~~~ &o~;~~1~~~:'~é~~ 't::i. .vq.d'uMlhnn"". r JtMOHilllA"Olfa .

- l JEo'.N ~~:;s~; ~f'(,J.

f . P"'KHE. 1I:..A,YMONO AA,ON. IEAN.P"Vt,. S .... RTRf LEENHAAT, PHllUP TOYNBEE.

1"AN MGFfAT. JEA.N fOUlllON.

• Portada del número I de Les Temps Modemes. octubre de 1945

Biblioteca de México

JEAN PAUL SARTRE

1905-1980

Al cumplirse el centenario del

nacimiento de Sartre, un alud

de libros, de ensayos, de publi­

caciones periodísticas en varias

lenguas y países se volvió nue­

vamente sobre la emblemática

figura de este grande persona­

je intelectual del siglo xx, autor

de El ser y lo nodo que es sólo

una parte central de su vastísi­

ma y brillante obra filosófica.

Publicamos en este número

de la revista un largo ensayo (la

introducción y un primer capí­

tulo) del texto escrito por Fran­

~ois Nudelman para el catálogo

de la exposición montada en

Francia en 2005, que conme­

moraba el centenario del naci­

miento del filósofo. Como

siempre, debemos agradecer la

desinteresada colaboración que

nos brindaron, para ilustrar

nuestro número, varias perso­

nas e instituciones: Fran~ois

Neuville, director de la Aso­

ciación para la difusión del pen­

samiento francés y Anne du

Parquet, funcionaria de ese or­

ganismo, y la siempre entusiasta

señora Jacqueline André, res­

ponsable de la Mediateca de la

Casa de Francia en México.

El controvertido, venerado,

celebrado y combatido escri­

tor que fue Jean Paul Sartre, al

lado de su brillante compañera

Simone de Beauvoir; fundó en

1954, a sólo un decenio del fi­

nal de la segunda guerra mun­

dial, la revista Les Temps Mo­

dernes, que sirvió en Francia y

• Sartre anuncia a Simone de Beauvolr la publicación de Me/ancho/lo. mas tarde Lo nóusea

lancia de Camus y el realismo de Aron se valoraron entonces contra el ide­

alismo revolucionario de un Sartre que olvidó los derechos del hombre.

Había que echar abajo la estatua de un intelectual tan cari smático, aun cuan­

do él hubiese tenido la fobia de que le levantaran una estatua. Actualmente,

estas revanchas han cedido su lugar al estudio de un escritor inmenso y sin­

gular cuya influencia no ha cesado y los pensadores que vinieron tras él la

recibieron. No es posible dar cuenta cabalmente de la producción de un po­

lígrafo semejante ni distinguirla de la empresa de una vida. Las obras de

Sartre no se reducen a intenciones teóricas, ya que cada una constituye un

proyecto en sí y todas se inscriben en una revolución permanente de los

poderes del lenguaje.

Esta obra se disemina en filosofía, periodismo político, crítica de arte, an­

tropología histórica, novelas, novelas cortas, autobiografía, correspondencia,

teatro, argumentos cinematográficos. Semejante disparidad desafía las clasifi ­

caciones por género, y la empresa sartreana es menos el testimonio de un

eclecticismo razonado que de un estilo de vida y de una ambición formida­

ble. Según él , escribir su vida significa no hablar de sí, sino hacer del lenguaje

la materia y el vector de una experiencia vital que se abre a la vio lencia y a

la energía del mundo. Después de haber vivido la confusión infantil de las

palabras y las cosas trabajó incansable y frenéticamente el lenguaje para des­

cubrir en él la verdad de la conciencia y los resortes de la acción. Jamás se

dejó engañar por lo sublime del arte y el pensamiento, que estudió en otros

grandes autores para conjurarlo mejor; y constantemente puso en juego sus

adquisiciones intelectuales. La palabra compromiso, ligada a su concepción de

la escritura, designa en primer lugar el carácter absoluto de la investigación,

el ponerse en peligro a sí mismo en una prueba de comunicación con los

otros y la extrañeza del mundo.

... • Jean Paul Sartre en la ventana de su apartamento. 42 rue Bonaparte, alrededor de 1950 Bibl ioteca de M éxico

MENTI' E~' en Europa de encendido cam­

po de batalla a todas las ten­

dencias filosóficas y políticas de

las siguientes tres décadas. Al

cumplirse el centenario sar­

treano, Les Temps Modemes pu­

blicó un voluminoso número

de más de 700 páginas en que

la reflexión de esa grande bata­

lla que prosigue librándose con

Jean Paul Sartre, es consumada

por los más importantes críti­

cos, filósofos y estudiosos con­

temporáneos.

Sartre vive, pese a todos los

errores, utopías e ilusiones po­

líticas revolucionarias que le re­

procharon sus opositores más

lúcidos, incluidos el inteligentísi­

mo Raymond Aron y su entra­

ñable amigo Albert Camus.

Creo que ningún importante

escritor del siglo xx, de cual­

quier especialidad o ideología,

pudo ser en alguna medida in­

mune a la influencia de Jean

Paul Sartre, cuyos libros asom­

braron y transformaron en mu­

chos aspectos a mi generación

y a todas las inmediatamente

anteriores, tras 105 años cua­

renta y cincuenta del siglo xx.

La mejor imagen que con­

servo de ese sin duda formida­

ble icono en que se convirtió

Jean Paul Sartre es precisamen­

te una frase de la novela Los

mandarines, en que Simone de

Beauvoir (disfrazando a Sartre

con el nombre de un persona­

je ficticio) dice: "Me acerqué a

su mesa de trabajo y me pare­

ció percibir que de ella salía in­

cesantemente luz."

E.L.

• El 16 de junio de 1944. repetición en casa de Zette y Michel Leiris de la obra que Picasso acababa de escribir: Le déslr ottropé por lo Queue. En primer

plano. Sartre que actuaba como le Bout rondo Camus que dirigia la puesta en escena. Leiri s que decía los monólogos de Gros Pied. De pie. de izquierda a

derecha: Jacques Lacan. Cécile Éluard. Pierre Reverdy. Louise Leiris. Zanie Campan. Pablo Picasso. Valentine Hugo. Simone de Beauvoi~ Brassa:i. Foto de Halasz

Gyula. alias Brassai.

En respuesta a sus detractores, Sartre mismo dio

razón de las revoluciones íntimas y colectivas que movili­

zaron su pensamiento y su escritura. La literatura y la fI­losofía encuentran ahí sólidas articulaciones, la evolución

filosófica se sostiene en ellas con aportaciones coheren­

tes, de la fenomenología al marxismo. No obstante, baJO

esta unificación retrospectiva corre la ilusión de un pro­

yecto intencional y continuo que enmascara las rutas con

obstáculos, perspectivas aleatorias y desplazamientos im­

previstos. La obra de Sartre presenta menos un conti­

nente que un archipiélago cuyos caminos de paso son

múltiples, inestables e inventivos. Supone circulaciones

inesperadas entre un imaginario de alucinaciones, una vo­

luntad teórica encarnizada, la preocupación por lo espec­

tacular; la ambición de decir todo de un hombre, el gusto

por los paseos amorosos, la violencia combativa y mortí­

fera. Sartre es el nombre de un filósofo que no deJÓ

repensar la conciencia, la libertad y la historia, el nombre

de un dramaturgo que quiso crear mitos modernos, el

nombre de un intelectual, ángel guardián de los condena­

dos de la tierra, el nombre de un escritor que nunca optó

por los beneficios inmemoriales de la escritura. Un nom­

bre sobrecargado de nombres, excesivo en el sentido en

que excede todas las denominaciones.

... • Sartre en Cuba Biblioteca de México

• Raymond A ron

Gustave Flaubert

• Albert Camus

Políticas del compromiso

La paradoja que Sartre dilucida a propósito de Flaubert

-un hombre que escribe contra su época y que se con­

vierte en un sujeto emblemático de ella- podría aplicar­

se a él: una y otra vez rechazó los honores y la consa­

gración nacional, y sin embargo llegó a ser el intelectual

francés más reconocido, a cuyo entierro en el cemente­

rio Montparnasse acudieron espontáneamente cincuen­

ta mil personas, un suceso inédito desde el funeral de

Victor Hugo. Es cierto que la tesis sartreana del univer­

sal singular podría aplicarse a su autor y el espíritu del

tiempo pudo encarnarse en un pensador que se puso

deliberadamente al margen de sus instituciones. Sartre

desarrolló su filosofía fuera de la universidad y eligió sis­

temáticamente el lado de los rebeldes, hasta el punto de

inspirar un odio que su muerte no ha extinguido (en

forma de homenaje funerario, ciertos periódicos denun­

ciaron de nuevo al "corruptor de la juventud", compa­

rándolo involuntariamente a Sócrates). No obstante,

supo sobre todo ponerse al acecho de todas las fractu­

ras históricas, a veces ciegamente, es decir. sin la protec­

ción del análisis experto. Fue el barquero no sólo de teo­

rías y escrituras nuevas sino también de los movimientos

políticos que transformaron la segunda mitad del siglo

xx. Antes de ser el fruto de una experiencia colectiva,

esta sensibilidad a la rebelión le vino de su infancia, y la

comparación con Flaubert falla cuando sabemos que

Sartre fue educado en el universo de las palabras y la

programación para la escritura. Si el joven Gustavo tuvo

dificultades en el aprendizaje de la lengua, el pequeño

Jean-Paul. llamado Poulou, confundía las palabras con las

cosas y vivió en una fusión mágica con las palabras de su

madre. Esta proximidad verbal fue hecha posible por la

ausencia de padre, que Sartre eligió simbólicamente co­

mo un estado de gracia y de libertad. "Cuando los pa­

dres tienen proyectos, los hijos tienen destinos", ' ob­

serva a propósito de los chicos Flaubert, de quienes el

mayor reproduJo el modelo paternal mientras que Gus­

tave se definió como el hijo que no pudo responder a

esta conminación familiar. En cambio, la desaparición del

padre, descrita por Sartre en su autobiografla Los polo­bras, se llevó con ella el orden patriarcal. Sin padre, no

hay destino ni ley ni semejanza, sino una t otal libertad de

elección. El hija construye así una pequeña mitología ínti­

ma mediante la que denuncia el principio mismo de la paternidad:

N o existen padres buenos, ésa es la norma; que no se

hagan reproches a los hombres, sino al vínculo de la pater­

nidad que está podrido. N o hay nada mejor que hacer hijos;

pero tenerlos . iqué iniquidadl Si hubiese vivido, mi padre se

habría tendido encima de mí cuan largo era y me habría

aplastado. Por suerte, murió Joven; en medio de los Eneas

que cargan en su espalda a sus Anqu ises, yo paso de una

ori lla a la otra, so lo y detestando a esos progenitores invi­

sibles que montan a sus hiJOS durante toda la vida; he deja­

do at rás a un joven muerto que no tuvo tiempo de ser mi

El ,d,ow de lo fom,IIo . tomo l. Gall,mard. 197 I . p. 107

Biblioteca de México

• Jean Paul Sartre

padre y que podría ser; hoy. mi hijo. ¿Fue algo bueno o algo

malo) No lo sé. pero suscribo de buena gana el veredicto

de un eminente psicoanalista: no tengo superegol

No obstante. hubo sustitutos de padre. especialmente la

figura tutelar del abuelo Schweitzer; o el padrastro a quien

jamás aceptó. pero lo que Sartre quiere hacernos enten­

der es que su anarquía innata y jamás desmentida viene de

ahí: no se le inculcó el gusto del poder; por carecer de

autoridad paternal. La falta de transmisión se transforma

entonces en desafío. ya que el niño debió inventarse a par­

tir de la nada. Al menos se fo~ó esta ficción personal que

hizo de él un ser común y excepcional. a la vez ordinario

y sin comparación. La última frase de Los palabras presen­

ta el duelo de las falsas ambiciones -la salvación por

medio de la literatura- y descubre el inmenso proyecto

1 Les Mots. tomo 1. Gallimard. 1964. p. 1 1

de convertirse en el igual de todos:"¿Qué queda?Todo un

hombre. hecho de todos los hombres y que vale lo que

todos y lo que cualquiera de ellos."]

No obstante. la tabula rasa de las identidades artificia­

les no puede ocultar el condicionamiento social de un

individuo que llegó a posiciones dominantes. aun si ejer­

ció éstas leJOS de los poderes constituidos. Sartre siguió

primero el itinerario balizado de un heredero cuya edu­

cación privilegiada lo llevó a la École Normale Supérieu­

re ya la ogrégotion. Esos años de estudios fueron momen­

tos de aprendizaje teórico y de construcción de redes en

el mundo codificado de la intelligentsio parisina. Basta con

recordar la situación de Camus. un niño pobre de Argelia.

para observar la disparidad de condiciones y la determi­

nación de las carreras de aquellos que "ascienden" o viven

en París. No obstante. Sartre no vivió este espíritu de

Ibldem. p. 2 1 3

Biblioteca de México

• Con Paul Nizan en la terraza del Luxemburgo, 14 de julio de 1925

cooptación como simpatla, y marcó muy pronto su dis­

tancia en relación con una enseñanza envarada, ignorante

de las realidades y del pensamiento contemporáneo, Su

amistad electiva de Paul Nizan es testimonio de tal crltica:

este último se hallaba en total ruptura con el sistema de

reclutamiento de las élites, que no obstante lo habla dis­

tinguido, y prefirió en cambio el compromiso polltico y la

partida a Adén, La felicidad de esta época de estudios

tenia que ver más con la libertad de vida y con las amis­

tades que con el descubrimiento intelectual. Sartre descri­

be aSI con nostalgia -y según un estilo inusual que evoca

a los héroes novelescos del siglo XIX- su afinidad con

Nizan y sus felices paseos en la capital:

Caminábamos por París durante horas, durante días: descu­

bríamos su fauna y su fiora, las piedras, emocionados hasta

las lágrimas cuando se encendían las primeras luces de los

anuncios eléctricos: pensábamos que el mundo era nuevo

porque nosotros éramos nuevos en el mundo; París fue

nuestro vínculo, nos encariñamos uno con el otro en medio

de las muchedumbres de esta ciudad gris, bajo los cielos

ligeros de sus primaveras

Nizan tomarla definitivamente la tangente, pero volverlan

a atraparlo la guerra, para arrastrarlo, y luego la calumnia

'Pau l N,zan". en S,wQ[¡ons IV. op Clt .. p. 144

de sus camaradas comunistas, Sartre permaneció solo en

Parls y, después de un año de cautiverio, se convertirla en

el intelectual adulado de la posguerra, Estos dos itinerarios

se cruzaron a la manera de una novela de educación sen­

timental y social, y fue ciertamente un "personaje" lo que

encarnó el fllósofo-novelista-dramaturgo cuando llegó la

ola del existencialismo, En 1945, Sartre se convirtió en un

autor de moda que participó de la imaginen'a literaria de

Saint-Germain-des-Prés: la de los cafés literarios, Les Deux

Magots y Le Flore, bodegas donde se escuchaba jazz y se

bai laba el be-bop, Las canciones de Juliette Greco propor­

cionaron los clichés de una despreocupación que volvie­

ron a encontrar los Jóvenes que cargaban El ser y lo nodo

como un fetiche de indumentaria y que buscaban una

renovación moral después del derrumbe de todos los va­

lores y de todas las creencias, Respondiendo a este entu­

siasmo, Sartre dio una conferencia en octubre de 1945, "El

existencialismo es un humanismo", destinada a vulgarizar

sus tesis filosóficas, En ella expuso una moral de la acción

y de la libertad que sirvió de breviario a la generación de

la posguerra, BorisVian ha descrito con humor este espec­

táculo mediático y la adulación en el ambiente:

Desde donde comenzaba la calle, la muchedumbre se atro­

pel laba para llegar a la sala donde Jean-Sol Partre daba su

conferenCia. La gente utilizaba astucias de lo más variadas

para burlar la vigilancia del cordón sanitario encargado de

10 Biblioteca de México

examinar la validez de las ta~etas de invitación, ya que se

habían puesto en circulación unas falsas por decenas de

miles. [ ... ] El público que se apretujaba ahí presentaba

aspectos bastante particulares. No había más que rostros

huidizos con gafas, cabellos erizados, colillas amarillentas,

eructos de turrón y, en cuanto a las mujeres, pequeñas tren­

zas lastimosas atadas alrededor del cráneo y canadiense

directamente sobre la piel, que se veían como rebanadas de

senos sobre un fondo de sombra.s

Esta vida parisiense exaltada que consagró la notoriedad

de Sartre no fue posible, paradójicamente, más que des­

pués de los años terribles de la guerra, durante la que el

ídolo del existencialismo no fue sin embargo un héroe

de la Resistencia. Importa pues regresar para compren­

der lo que transformó al filósofo individualista de la pre­

guerra en hombre público con la Liberación.

La conversión personal y filosófica de Sartre, de la on­

tología fenomenológica al marxismo crítico, de la novela

al teatro, de la soledad existencial al activismo político, se

llevó a cabo durante la Segunda Guerra Mundial. No sur­

gió de una decisión intelectual sino de la fuerza de la

Historia, cuyo curso se apoderó brutalmente de las vidas

singulares. La "movilización" sacó bruscamente a las exis­

tencias de sus espacios confinados para acarrearlos

colectivamente sin que nadie dominara más el sentido

de su destino. Sartre vivió así el comienzo de la guerra

como simple soldado y como prisionero en Alemania. Su

trilogía novelesca, Los cominos de lo libertad, describe las

etapas de esta conmoción: el primer tomo, Lo edad de lo rozón, sigue el itinerario de un personaje principal que se

parece al Sartre de antes de la guerra, preocupado por

una libertad sin cortapisas. Tiene una relación amorosa y

regular pero se rehúsa a instalarse, lo alteran las agresio­

nes franquistas contra la República española pero aparta

todo compromiso concreto, vive de hábitos, de peque­

ños proyectos, de deseos no asumidos. Su existencia

tranquila se ve bruscamente turbada cuando su compa­

ñera se embaraza, y la intriga de la novela se construye

sobre la búsqueda de una mujer que le ayude a abortar.

El tomo siguiente, Lo prórroga, se desarrolla en el perío­

do de la guerra, y Sartre adopta las técnicas de la nove­

la americana, de Faulkner y de Dos Passos, para aumen­

tar los puntos de vista y fomentar una simultaneidad que

entrecorta y alterna los discursos de los individuos con

los de la historia colectiva. Reina el caos y las vidas se ven

de repente agitadas pasivamente en el flujo de los acon­

tecimientos. Sartre regresa al realismo subjetivo con el

tercer tomo, Lo muerte en el olmo, para intentar construir

existencias a la vez conscientes del peso de la Historia y

deseosas de retomar las riendas de sus acciones. La

construcción dialéctica de su trilogía muestra una con­

cepción ilusoria de la libertad como ausencia de deter­

minaciones, luego, a la inversa, un poder absoluto de la

Historia que transforma las vidas en elementos pasivos.

En fin, descubre las vías de una libertad comprometida

que se construye a partir de sus condicionamientos. No

I Boris Vian. LÉcume des jours.en Romons. Nouvelles. CEuvres diverses. LGF. 1995.

p. ll8.

11 Biblioteca de México

• L'etre et le néant. portada. edición original. 1943

• William Faulkner

• Vietnam. caída de Salgón. 25 de abri l de 1975

obstante, Sartre dejó su proyecto inacabado, pese a la

continuación que quiso darle, menos por el didactismo

un poco pesado sin duda que en virtud de una técnica

novelesca que diera cuenta de esta liberación. Captar el

espíritu objetivo en las singularidades exigía conmocio­

nar radicalmente la narración novelesca y sus implicacio­

nes, y Sartre prefirió en vez de ello el género teatral o el

estudio antropológico. Con todo, Los cominos de lo liber­

tad manifiestan el trabajo teórico, estilístico e íntimo de

Sartre, que integra los choques de la Historia en su ver­

sión apocalíptica; la humanidad es perecedera en ella, y

hasta imposible, pero lo humano resurge para rechazar

esta imposibilidad. L'Espece humoine, de Robert Antelme

ofrece al respecto el testimonio al final de la guerra: la

sola voluntad de vida, ante las humillaciones más Inhu­

manas, es aún una resistencia de lo humano. El paso a la

Historia y a lo colectivo separa, así, la obra y la vida de

Sartre en dos vertientes, antes y después de la Segunda

Guerra Mundial:

La guerra verdaderamente partiÓ mi vida en dos. Comenzó

cuando yo tenía treinta y cuatro años, terminó cuando yo

tenía cuarenta. y éste fue en verdad el paso de la Juventud a

la edad madura. Al mismo tiempo. la guerra me reveló clel'­

tos aspectos de mí mismo y del mundo. Por ejemplo, ahí fue

donde supe de la alienación profunda del cautiverio. ahí co­

nocí también el trato con la gente. con el enemigo. el ene­

migo real, no el adversario. que viven en la misma sociedad

que usted o que lo ataca verbalmente, sino el enemigo que

puede mandarlo arrestar y llevarlo a la cárcel con sólo hacer

una seña a unos hombres armados. Y luego conocí ahí tam­

bién, oprimido. abatido, pero todavía existiendo, el orden

social, la sociedad democrática. en la medida precisamente en

que aquélla estaba opnmida. destruida y donde nosotros

luchábamos por conservar su valor, esperando que después

de la guerra renacen'a. Es ahí. si usted quiere. que pasé del

individualismo puro de antes de la guerra a lo SOCial. al socia­

lismo. Ése fue el verdadero momento crUCial de mi Vida .'

"Autoportralt á sOlxante-dlx ans" con Mlchel Contat. en S,tuouons X

Esta experiencia, por muy radical que haya sido, sigue

estando no obstante lejos de las grandes tragedias vivi­

das durante la guerra, y Sartre describe situaciones mo­

destas que provocaron su conversión, como compartir

letrinas, en el campo de prisioneros, que hizo que de­

saparecieran todos los pudores y las diferencias sociales.

No cabe duda que existe un cierto desfase entre sus

grandes declaraciones de la posguerra, especialmente

sobre la oposición entre los de la Resistencia y los cola­

boradores. y sobre la libertad llevada a su apogeo cuan­

do la eleCCión se limita a la vida y a la muerte. De hecho.

el periodo de la Ocupación en Francia fue de medias tin­

tas para un espíritu como el de Sartre, que deseaba ac­

tuar pero no encontró las vías de una resistencia eficaz y

que finalmente se acomodó, como la gran mayoría de los

franceses y los intelectuales, a la opresión nazi, continuó

dando clases, publicando mientras se excluía a los Judíos

de todas las administraciones y de los catálogos de edi­

ciones, y después se los deportaba hacia los campos de

exterminio. Sartre fue parte de la Resistencia pero sólo

en el alma. pues no se comprometió Jamás con aquélla.

Tal vez la mala conciencia motivó su activismo a partir de

la Liberación y hasta su muerte. Por lo menos Vladimir

Jankélévitch ha sugerido tal interpretación.

La voluntad de llevar a cabo una nueva política del

pensamiento implicaba fundar un espacio de publicación.

Sartre creó para esta finalidad Les Temps modernes. edi­

tados por Gallimard, que se convirtió rápidamente en

una revista de referencia que lo ha sobrevivido hasta el

día de hoy. El comité de redacción incluyó especialmen­

te a Raymond Aron, a Simone de Beauvoir y a Maurice

Merleau-Ponty. A la manera de los manifiestos vanguar­

distas, el primer número presenta un texto de gran fuer­

za programática y ambiciona tratar todos los ámbitos de

la cultura, la política, el arte, la literatura, la filosofía, baJO

la dirección del compromiso. Según un análisis marxista

de la ideología burguesa y un voluntarismo revoluciona­

rio. Sartr-e qu iso hacer de su revista un órgano de eman­

cipaCión intelectual:

Gallimard (coll. «Blanche»). 1976. p. 180 El fin lejano que nos fijamos es una liberaCión. Puesto que el

.... • Sartre con Slmone de Beauvoir en La Coupole. Montparnasse 13 Biblioteca de México

hombre es una totalidad, no basta en realidad acordarle el

derecho al voto, sin tocar otros factores que lo constituyen:

es necesario que el hombre se libere, es decir, que se haga

otro, actuando sobre su constitución biológica tanto como

sobre su condicionamiento económico, sobre sus comple­

jos sexuales así como también sobre los datos políticos de

su situación?

La revista desarrolla ampliamente la noción de literatura

comprometida, lo que da lugar a algunos malentendidos.

Sartre define en ella la responsabilidad de todos los es­

critores respecto de los acontecimientos políticos con el

pretexto de que se benefician de un poder de la palabra

y de que se hacen cómplices de todo aquello que no han

denunciado; pero esta politización del arte se distingue

muy claramente del realismo socialista predicado por los

teóricos comunistas, y Sartre repetirá con frecuencia que

es a partir del arte o de la literatura como se forja una

dimensión política. El compromiso no requisa las obras,

sino que emana de una reflexión y de un trabajo estéti­

cos a partir de los materiales y las técnicas del arte. La

revista de Sartre abordó los grandes asuntos políticos y

sociales de la posguerra que ocuparon el debate intelec­

tual durante medio siglo: la búsqueda de una tercera vía

más allá del comunismo y del capitalismo, la critica del

imperialismo y del colonialismo, los derechos de las mu­

jeres, la situación de los pueblos oprimidos. Y si los tér­

minos y lo que estaba en juego en estas discusiones

sociopolíticas han cambiado hoy en día, muchos artículos

y libros de Sartre siguen siendo obras de referencia. Tal

es el caso de Ré~exions sur lo question juive, que apare­

cieron en 1946: mientras que la toma de conciencia del

exterminio de judíos durante la guerra se llevaba a cabo

lentamente, Sartre dedicó muy pronto un estudio del

.) En el Congreso de Viena. 1952

"Pr-esentatlon des Temps modernes . en Srtuouons 11. Galllmard (coll. «Blan­

che» ). 1948. p. 23

• Guerra de Argelia

antisemitismo europeo. Su libro no ambicionaba ocupar­

se del judaísmo, ni de la identidad judía, ni siquiera de

aquello que se llama la Shoah desde la película de Claude

Lanzmann. Lo que intenta, más bien, es examinar la situa­

ción de los judíos y demostrar todos los prejuicios per­

sistentes sobre su comunidad. Sus reflexiones apuntan a

dos blancos: por un lado, al antisemita francés, del que

hace un retrato psicológico devastador; por otra parte al

demócrata, que pretende arreglar el problema mediante

la asimilación. El odio del primero no es sino la expresión

del miedo del otro, bajo la apariencia de una ideología

del arraigo, como lo había descrito Sartre en "L'Enfance

d'un chef", una de las novelas cortas del Mur. El huma­

nismo del segundo defiende un universalismo nivelador

de las diferencias y oculta la situación y la historia singu­

lares de los judíos. Una de las tesis de la obra, según la

que "el antisemitismo es lo que hoce al judío",B suscitó

muchos debates criticas, ya que se advirtió en ella un

desconocimiento de la especificidad judía. Pero Sartre

jamás pretendió definir una esencia judía, y prefirió las

palabras de situación, de condición o de realidad, y su pro­

pósito tiene que ver ante todo con el antisemita, o con

la actitud de un judío inauténtico que desea borrarse en

una pretendida naturaleza humana universal. No obstan­

te, se preocupó continuamente de la construcción de

Israel, del establecimiento del pueblo judío y de sus rela­

ciones con los palestinos. Sartre manifestó su apoyo a la

causa palestina y aprobó en ocasiones sus actos terroris­

tas, sin jamás cuestionar la existencia del Estado israelí.

. Répexrons sur lo quesuon ¡urve. Galllmard (coll. <ddées» ). 1971. p. 85.

14 Biblioteca de México

Fue incluso el artífice de un diálogo entre intelectuales

de los dos partidos beligerantes, sobre todo gracias a Les Temps modernes. Al final de su vida, se interesó más par­

ticularmente en la historia judía, gracias a los diálogos con

un militante izquierdista, Benny Levy. convertido en el

ocaso de la vida a los estudios judíos, lector de Levinas y

quien llegó a ser su último secretario particular. Agobia­

do por la ceguera, Sartre concibió con él el proyecto de

un libro de entrevistas del que quedan algunos diálogos

controvertidos. Intenta definir ahí un nuevo proyecto filo­

sófico y político a la luz de un mesianismo ateo, liberado de sus utopías revolucionarias.

Sartre jamás renunció a la idea de la emancipación y

sin cesar reformuló las motivaciones y las finalidades de

una esperanza semejante. Su humanismo crítico no podía

satisfacerse con la razón emancipadora de la Ilustración, y

buscó en diversas fuentes las vías de una liberación social,

económica y polftica del ser humano. La fenomenología y

luego el marxismo fueron, así, reinvestidos por este poder

emancipador que surgió de una moral que Sartre jamás

escribió, pero que trabajó constantemente en su intento

de comprender las luchas por la igualdad y la dignidad.

Los propósitos contemporáneos sobre el reconocimien­

to necesario de las singularidades, sean éstas étnicas o

sexuales, le deben mucho. Desde este punto de vista, la

obra de Sartre se escribió también en contigüidad con la

de Si mane de Beauvoir. pues la reivindicación de una

igualdad de los sexos se fundó sobre una filosofía exis­

tencialista común. La aparición de El segundo sexo fue un

acontecimiento considerable porque Beauvoir presenta­

ba en él al mismo tiempo una genealogía de la opresión

femenina y una reflexión sobre la construcción de la iden­

tidad sexual. La famosa fórmula: "No se nace mujer. sino

que una se convierte en mujer" sirvió de breviario a toda

una generación que luchó por los derechos a la contra­

cepción, al aborto y a la autonomía. Al mostrar cómo se

ha dado forma a la identidad femenina por medio de las

representaciones masculinas en beneficio del poder de

los hombres, Beauvoir trazó el camino de una emancipa­

ción social y de un pensamiento de la diferencia sexual

que determinó el debate feminista. Y aun cuando esta

negación de una esencia femenina conoció controversias

internas, vuelve a plantearse todavía hoy en día en las dis­

cusiones del otro lado del Atlántico, con la noción de

género y su posible superación. El compartir esta visión

de la igualdad entre Sartre y Beauvoir no se limitó a una

proximidad filosófica, y la pareja encarnó, públicamente,

otra concepción de las relaciones entre hombres y muje­

res. Conjugó, efectivamente, la igualdad y la libertad, el

respeto y la confianza, relegando las nociones de posesión

y de fidelidad a una definición no igualitaria y alienada de

la relación amorosa. Sartre y Beauvoir se conocieron en

el momento en que pasaban el concurso para la ogrégo­don y conservaron una complicidad intelectual durante

toda su vida, lo que no les impidió establecer muchas

otras relaciones amorosas y sexuales, declaradas e inclu­

so comentadas en su abundante correspondencia. Esta

multiplicidad no fue siempre armoniosa y adoptó formas

diversas, yendo del compartir a la rivalidad. Esto dio lugar

• Sartre en Cuba

a muchos encuentros y a hermosos intercambios episto­

lares, de uno y de otro lado, y tanto más cuanto que

Sartre afirmó siempre que prefería frecuentar a mujeres

cuya psique le fuera cercana. La elección de una vida libre

y siempre disponible descartó el deseo de procrear. pero

el huérfano de padre mostró siempre preferencias por

los niños perdidos o adoptivos a aquellos lastrados por el

peso de sus ascendientes, así que oficializó una paternidad

electiva con Arletle Elka'im, que se convirtió de este

modo en su hija. Sin intentar construir un modelo de rela­

ción a partir de su propia existencia, rechazó las posturas

del padre y del marido y defendió la igualdad de cada uno

15 Biblioteca de México

• Durante su viaje a Cuba en I 960

cualquiera fuese su sexo. A manera de balance de la situa­

ción, confió a Simone de Beauvoir:

Comprendí que había relaciones entre hombre y mujer que

indicaban la igualdad profunda de ambos sexos. Yo no me

consideraba superior a ti , o más inteligente, o más activo; por

eso te puse en el mismo plan. Éramos iguales. Curiosamen­

te, creo que eso, en cierto modo, fortaleció mi machismo

porque me permitió portarme machista con otras mujeres.

Sin embargo, la igualdad que teníamos no me parecía tan

sólo una igualdad de hecho de dos individuos, sino que me

parecía revelar la igualdad profunda de ambos sexos'

El rechazo de la discriminación sexual fue, pues, una línea

teórica firme y, si bien se hizo sensible tardíamente, Sar­

t re defendió también el reconocimiento de la homose­

xualidad en la época de las reivindicaciones de los años

setenta. El compromiso político de Sartre dio siempre un

lugar especial a estos combates, a los que no quiso redu­

cir a epifenómenos como lo hacían los teóricos dogmá­

ticos de la lucha de clases. Es por ello que a menudo rei­

teró esta cuestión teórica y práctica: ¿cómo articular la

emancipación social con la liberación polítical La dificul­

tad de responder a esta pregunta se manifestó dramáti­

camente en sus relaciones con el comunismo real.

La voluntad de actuar concretamente en la vida políti­

ca y social había llevado a Sartre a crear; en 1948, con algu­

nos amigos de izquierda, el Rossemblement démocrotique révolutionnoire,· que deseaba plantear nuevamente la idea

'S,mone de Beauvolr Interroge Jean-Paul Sart,-e ' . en S,tuoUons x. op Cit... P

120 • AgrupaCión democrática revoluclonana

de la emancipación pero sin que intervinieran los partidos,

demasiado osificados, Sin embargo, muy pronto, descubrió

los límites de una agrupación de intelectuales desconecta­

dos de toda base social, por lo que durante cuatro años,

de 1952 a 1956, participó como simpatizante del Partido

Comunista. Si bien la esperanza de llegar a la clase obrera

mediante esta proximidad fue una razón muy importante,

el verdadero motivo de esta decisión fue el anticomunis­

mo virulento de aquellos años: Sartre fue más "anti-anti­

comunista" que comunista. De hecho, reaccionó con furor

al arresto lleno de peripecias de Jacques Duclos, repre­

sentante del PCF, acusado de espionaje en provecho de la

URSS a causa de que transportaba unas palomas en su

auto. Escribió entonces un largo artículo, "Los comunistas

y la paz", que inauguró una serie de textos sobre las luchas

obreras y sobre la contra-violencia que éstas encarnaban.

En el origen de esta participación se hallaban no sola­

mente los conflictos sociales franceses sino también el

clima político de la guerra fria. Sartre apoyó las manifesta­

ciones cont ra la guerra de Corea y comenzó a declarar

una oposición radical a la política imperialista de Estados

Unidos; participó así en el Congreso de Viena, a finales de

1952, que reagrupó a los simpatizantes comunistas de

todos los origenes. Durante este periodo de acercamien­

to al Partido Comunista, participó en numerosas organi­

zaciones favorables a la URSS, que visitó varias veces y

donde se reunió con Jrushchov; al hablar de lo anterior;

informa de los propósitos entusiastas para la construcción

del socialismo, la libertad y la felicidad soviéticas que son

testimonio de su ceguera más o menos voluntaria en rela­

ción ante el comunismo real. Estas declaraciones estaban

destinadas a la burguesía francesa y defendían una opinión

16 Biblioteca de México

• En Cuba

contraria a su prensa, que Sartre combatía, especialmente

con su pieza satírica Nekrossov. Las oposiciones se mani­

festaron entonces sin matices, y la argumentación se tornó

dogmática, lo que condujo a exclusiones definitivas. De

este modo, Sartre se malquista con Camus y con Merleau­

Ponty, prefiriendo el activismo militante a la amistad filosó­

fica. Pero el compromiso con el comunismo institucional

no dura más que un tiempo, y la ruptura estalla brutal­

mente en el momento de la intervención militar soviética

en Hungría. Esta vez, el intelectual crítico retoma sus dere­

chos para denunciar la represión del pueblo húngaro y

escribe "Le fantome de Staline", que sella su separación

definitiva del PCF, que se había convertido en un "mons­

truo prehistórico". Pese a su distanciamiento crítico, Sartre

no abandonó toda esperanza en la edificación del socialis­

mo, que esperaba reencontrar en las luchas anti-imperia­

listas. Pero de nueva cuenta en éstas tras las sorpresas ven­

drían amargas decepciones, sin que por ello lamentara sus

elecciones anteriores, ya que las verdades se manifiestan

siempre en la situación: tienen un devenir que no es un

destino y que no debe impedir la apuesta sobre la

Historia. En 1960, Sartre y Beauvoir van a Cuba por invi­

tación del Che Guevara y de Fidel Castro, con quienes las

discusiones sobre la experiencia revolucionaria son fructí­

feras. La euforia teórica y periodística de Sartre se verá no

obstante atemperada varios años después, cuando la

represión de los opositores comenzó a empañar; y por

mucho tiempo, el éxito de este país que hizo frente a

Estados Unidos. El internacionalismo revolucionario per­

maneció en todo caso como una constante del compro­

miso sartreano y de sus escritos políticos, sean cuales fue­

ren las angustias de la construcción socialista. "Para un

europeo, es en Vietnam, en Cuba y en América Latina

donde se juega su propia suerte", declaró el filósofo, que

acudía a todos aquellos lugares donde se desarrollaba una

alternativa al capitalismo triunfante y al modelo estadouni­

dense. La guerra de Vietnam fue uno de los momentos

clave de la toma de conciencia política propia de toda una

generación, y Sartre encarnó una referencia de ella. Así, en

1967 participó en Estocolmo en el Tribunal Russell, una

organización no institucional sustentada únicamente por

su legitimidad y que aspiraba a juzgar los crímenes de gue­

rra cometidos por Estados Unidos. Aunque criticaba el

derecho formal burgués, Sartre no dejó de sostener esta

exigencia de una jurisdicción universal que está en el ori-

17 Biblioteca de México

gen del derecho internacional actual. No habría pues con­

tradicción en encontrarlo en 1980 al lado de Raymond

Aron para defender a los boat people que huían del régi­

men comunista vietnamita. En los compromisos de Sartre

está subyacente una rebelión moral. No es que defendie­

ra valores trascendentes, sino que mantuvo la esperanza

de un mundo donde los seres humanos se liberarían de la

necesidad y aceptarían la libertad del otro ser humano. Es

en nombre de este proyecto, formulado como desarraigo,

fusión o fraternidad, que denunció el mal radical de la bar­

barie nazi y que continuó, a lo largo de medio siglo, aco­

rralando la posibilidad del "hombre humano" en la rebe­

lión del sub-hombre. Los artículos de Sartre, reunidos en

los diez volúmenes de Situations, dan testimonio de una

atención sin tregua a los pueblos humillados, y uno de sus

combates más caros siguió siendo contra el colonialismo.

Al desmitificar el universalismo republicano, sin necesaria­

mente ceder a la retórica tercermundista, en ocasiones

gritó su indignación ante la opresión colonial y a veces

intentó comprender la cultura contradictoria de los colo­

nizados, en busca de una identidad perdida para siempre

y que éstos debían reconstruir. "Orfeo negro" forma parte

de estos textos que analizan la alienación cultural y las vir­

tudes emancipadoras de la palabra poética; a manera de

introducción a la Anthologíe de lo nouvel/e poésie negre et

malgache de langue franr;aise, publicada por Léopold Sédar

Senghor en 1948, muestra la reapropiación dialéctica y

subversiva de la lengua de los opresores por parte de los

negros para hacer surgir una palabra a la vez hlbrida y

auténtica. En cuanto a la violencia y a la rebelión, la guerra

de Argelia provocaría los escritos más radicales de Sartre.

En 1960, apoyó la red de apoyo al FLN, dirigido clandesti­

namente por Francis Jeanson, firmó el "Manifiesto de los

121 ", que exigía la no sumisión a los soldados franceses, y

redactó un prefacio al libro de Franz Fanon, Los condena­dos de lo tierra, donde justifica el asesinato de los colonos.

El horror de la tortura practicada por el ejército francés

en Argelia motivó la violencia extrema de sus artículos, a

tal punto que establece un lazo consubstancial entre la

colonización y la tortura, que se rehúsa a considerar como

un accidente.

La colonización se lleva a cabo por medio de la anulación de

los colonizados. Ya no poseían nada, yo no eran nadie; noso­

tros hemos liquidado su civilización rehusándonos a darles

la nuestra. [ ... ] Cuando la desesperación los empujó a la

rebelión, fue necesario que estos sub-hombres estallaran, o

que afirmaran su humanidad contra nosotros: han rechaza­

do todos nuestros valores. nuestra cultura, nuestras supues­

tas superioridades, y para ellos fue una sola cosa reivindicar

el título de hombre y rechazar la nacionalidad francesa,w

El radicalismo de Sartre se ejerció, así, en la indignación y

el asco de su propia clase, de su propia cultura. La figura

del traidor que atraviesa su teatro y su filosofía, marcan­

do la libertad de aquel que no responde a lo que se

espera de él, que pervierte la programación familiar y

social, se convierte en una línea de conducta para la

" "Une victoire". en Situations V. Gallimard (coll. «Blanche»). 1964. p. 85.

Manifestación feminista en París. 1968. (Lo primavera de París. Anaya & Mario

Muchnik. Madrid. 1995.)

acción política de Sartre . Lucha sin tregua contra lo esta­

blecido y los establecidos, contra el academismo, contra

las posiciones adquiridas, contra el espíritu de seriedad.

Más rebelde que revolucionario, más anarquista que

comunista, Sartre experimentó naturalmente una gran

simpatía por los movimientos estudiantiles de mayo del

68. La oposición del filósofo independiente a los manda­

rines universitarios se manifestó abiertamente en tales

movimientos y marcó cuán diferentes eran los itinerarios

de los antiguos camaradas de la escuela: Aron figuraba

entonces como pensador institucional. Sartre conoció a

Daniel Cohn-Bendit e hizo una aparición en la Sorbona

ocupada, pero sobre todo participó en el activismo polí­

tico de la esfera de influencia izquierdista de los años

setenta. Si eligió apoyar a los maos de la izquierda prole­

taria, fue principalmente a causa de su antiautoritarismo

y de las motivaciones morales de su violencia. Lejos del

modelo de la vanguardia revolucionaria, prefirió una mo­

dalidad de militancia que se pone al servicio de las masas

y que no habla en lugar de ellas. En el momento en que

su periódico, Lo Cause du peuple, fue prohibido, toma la

dirección del mismo y lo distribuye en las calles, antes de

dirigir el diario Libération: su papel de intelectual consiste

en ponerse al servicio más que en dar lecciones. Sartre

no se afilió jamás a un partido, acompañó los mo­

vimientos; no fue misionero y dio su voz a la palabra de

otros. Cuando dio unas conferencias en Japón, formuló

su definición del intelectual y recompuso esta figura naci­

da del affaire Dreyfus: el intelectual no pertenece a una

casta profesional de la inteligencia. ni a una esfera moral

guardiana de los valores racionales; cualquiera puede lle­

gar a ser un intelectual, no como estado sino en la

acción; "El intelectual es alguien que se mete en lo que

no le importa."Y propuso el ejemplo de los científicos:

19 Biblioteca de México

• Primera venta del periódico maoista La Cause du peuple. París. 1972. Atrás de Sartre. Simone de Beauvoi r

N o llamaremos " intelectuales" a los científicos que traba­

jan en la fi sión del átomo para perfeccionar las máquinas de

la guerra atómica: son científi cos, nada más. Pero si estos

mismos científicos, espantados por el poder destructivo de

las máquinas que gracias a ellos se fabrican, se reúnen y fi r­

man un manifiesto para poner a la opinión pública en guar­

dia contra el uso de la bomba atómica se vuelven intelec­

tuales. Esto es así porque, lOse salen de su competencia:

fabricar una bomba es una cosa, Juzgar de su empleo es

otra; 2° abusan de su celebridad o de la competencia que

se les reconoce para vio lentar a la opinión pública, enmas­

carando con esto el abismo infranqueable que separa sus

conocimientos científicos de la apreciación política que tie­

nen en virt ud de otros principios respecto de la máquina

que perfeccionan; 3° en real idad no condenan el uso de la

bomba por haber verificado defectos técnicos, sino en

nombre de un sistema de valores eminent ement e discuti­

ble que t iene como norma suprema la vida humana. '

Como técnico del saber. el intelectual descubre en él la

contradicción entre su prácti ca y sus finalidades, entre la

pretensión a lo universal y la servidumbre a intereses

ideológicos. Rehusándose a la posición tanto de perro

guardián como de sabio, Sartre encarnó al intelectual en

rebelión contra sí mismo, cont ra su clase y su cultura, y

esperó abolir la distancia entre el pueblo y sus élites. A

menudo se recuerda con simpat ía o con bur la la foto­

grafía que lo muestra encaramado sobre un tonel en Bi­

Ilancourt. en 1970, dirigiéndose a los obreros, especie de

D iógenes convertido en arengador. esperando una fra­

tern idad de adopción, soñando en una libertad revolu­

Cionaria. N os equivocaríamos si clasificáramos rápida­

mente esta imagen en el álbum de las utopías caducas,

pues más allá de las viejas chifiaduras obreristas, tal ima-

Pla'doye' pour les 'ntellecwe/s. Galllmard (coll ,<Idees») . 1972. pp. I 3- 14

gen manifiesta la actitud de un pensador que rehuyó has­

ta el final toda complacencia consigo mismo. Sartre puso

en duda, infatigablemente, todas sus certezas, y su diálo­

go con los demás, con los más ajenos a él, lo llevó siem­

pre a nuevos planteamientos. Si bien los años que siguie­

ron a su muerte vieron el regreso del realismo político y

de la resignación cínica, los trastornos relacionados con

la globalización contemporánea hacen que vuelva la figu­

ra de aquel que conjugó la rebelión y la esperanza. Pero

no retorna tal cual, y se nos aparece, veinticinco años

después de su muerte, con una complejidad formidable.

La energía y la trayectoria de Sartre atravesaron pensa­

mientos, libros, seres, lugares e historias para inquietarlos

y sobrepasar los. Siempre a la delantera de su propia

obra, el autor dejó sin terminar muchos de sus libros. La

imposibilidad de acabarlos, debida a la profusión de ideas

y de escritura, lo caracterizaba al punto de producir

objetos monstruosos, a la vez macizos y desbordantes,

t rastocando todas las normas. Nadie vio nunca que deja­

ra ni de escribir. ni de aprender. ni de amar. ni de com­

prometerse, ni de viajar. Él mismo intentaba asir su vérti­

go, menos para afianzar su trayecto que con el fin de

proyectar aún más las revoluciones que lo hacían avan­

zar. Expresó este movimiento con la figura de la espiral.

la reanudación del pasado que gira y se nutre de las vuel­

tas infinitas y recupera sus antiguas vueltas. Sin embargo,

esta t otalización retrospectiva construye la ficción de una

unidad que desmiente la multiplicidad de Sartre, que

escribía simultáneamente los textos más diversos. Más

que ceder al fantasma de la unidad o a la periodización

escolar de su pensamiento, preferimos hablar de conste­

laciones, de trayectorias y de destellos. En el siglo que

irradian se ha pensado cur iosamente en Sartre, en su

conciencia libre y rebelde. Sus resplandores, excesos y

luces nos impiden creer que la suerte esté echada.

20 Biblioteca de México

• Funerales de Sartre en 1980. al que asistieron 50 mil personas ~

, PROSA Y POESIA

Biblioteca de México agradece la colaboración de instituc iones y amigos para la conformación de esta pequeña muestra de literatura venezolana. especialmente a la Casa Andrés Bello y a su director el poeta Luis Alberto Crespo, a Miroslava Cardiel, al poeta Santos López. dil-ector de la Casa de la Poesla Pérez Bonalde, a Carmen Verde, directora de la editorial Eclepsidra, a Nelci Mann. Korinna Bustamante y Pablo Villamizar de Monte Ávila Editores Latinoamericana, a Bernardo Infante Daboín, direc­tor de bid & co. editores, así como a los propiOS autores que consintieron en la reproducción de sus obras.

ANDRÉS BELLO

A la nave* ODA IMITADA DE LA DE HORACIO O NAVIS. REFERENT

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v. I 6 En el manuscnto onglnal apal'ece tachado ondas. y sustituido por olas

\. 26 En el manuscnto onglnal aparece tachado esws olas. y sustituido por los ondns

¿Qué nuevas esperanzas

al mar te ll evan? Torna,

torna, atrevida nave,

a la nativa costa.

Aún ves de la pasada

tormenta mi l memorias,

¿y ya a correr fortuna

segunda vez te arrojas!

Sembrada está de sirtes

aleves tu derrota,

do tarde los peligros

avisará la sonda.

¡Ahl Vuelve, que aún es tiempo,

mientras el mar las conchas

de la ribera halaga

con apacibles olas.

Presto erizando cerros

vendrá a batir las rocas,

y náufragas reliquias

hará a Neptuno alfombra.

De flámulas de seda

la presumida pompa

no arredra los insu ltos

de tempestad sonora.

¿Qué valen contra el Euro,

tirano de las ondas,

las barras y leones

de tu dorada popa?

• Publicada por pnmera vez en JUICIO Cn·~co. 186/ . De ahí denvan las ediciones posteriores. que han Sido numerosíslmas. La reproducimos del manuscrito on.

glnal . con las vanantes de redaCClun La fecha de composICión es Insegura. Se da habitualmente el año de 1808. (COMISIOH EDITORA. CARACAS). Los textos. manus.

cntos. Ilustraciones y conrespondenCla de Andrés Bello fueron tomados de Obros Complews de Andrés Bello. tomos l. V. XXIV Y XXV. La Casa de Bello, 1981. Caracas Venezuela

22 Biblioteca de México

Nycticorax Europaeus, dibujo de A. Bello Scoppus Umbretto, dibujo de A. Bello

¿Qué tu nombre, famoso

en reinos de la aurora,

y donde al sol recibe

su cristalina alcoba?

Ayer por estas aguas,

segura de sí propia,

desafiaba al viento

otra arrogante proa;

y ya, padrón infausto

que al navegante asombra,

en un desnudo escollo

está cubierta de ovas.

¡Qué! ¿No me oyes? ¿El rumbo

no tuerces? ¿Orgullosa

descoges nuevas velas,

y sin pavor te engolfas?

¿No ves, ¡oh malhadada!

que ya el cielo se entolda,

y las nubes bramando

relámpagos abortan?

¿No ves la espuma cana,

que hinchada se alborota,

ni el vendaval te asusta,

que silba en las maromas?

¡Vuelve, objeto querido

de mi inquietud ansiosa;

vuelve a la amiga playa,

antes que el sol se escondal

23 Biblioteca de México

DE SERVANDO TERESA DE MIER

Cuenta los sucesos que le acontecieron durante los últimos años en la lucha por la independencia de México. Opina acerca de la situación de las nuevas naciones americanas. Recuerda a los amigos de sus días en Londres:

Mi querido Bello ':

Esta carta va a la aventura pues no sé su paradero. V. me creerá muerto como al infeliz Mina2 y a mi criado Antonio con casi todos cuantos fueron en la temeraria expedición de aquel valiente joven que con 290 hom­bres hizo prodigios, destruyó 5 a 6 regimientos europe­os y derrotó el ejército virreinal. Pero tuvo la desgracia de desembarcar a una época en que la insurrección esta­ba casi concluida y desembarcó a 200 leguas del teatro de la guerra.Yo caí prisionero en el fuerte de Soto-la-ma­rina pero no se atrevieron a fusilarme, querían que pere­ciera trayéndome con grillos 300 leguas por la cima de los andes, donde sólo me quebré el brazo derecho que me ha quedado estropeadísimo, y me sepultaron en la Inquisición donde estuve 3 años. Salí porque se extinguió y me mandaban a España. La culpa de todo era mi Historio de lo revolución de Nuevo Espoñ03

• Me escapé en mayo del morro de La Habana y cátame aquí.

Pero ya sabrá V. la nueva insurrección que resultó en México el 24 de febrero de este año, en que el coronel realista Iturbide4 alzó bandera por la independencia ab­soluta de España bajo un emperador llamado para serlo a Fernando VII o a los infantes' . Este ha sido un golpe eléctrico que se extendió de un extremo al otro del Anáhuac reuniéndose a Iturbide casi todos los jefes rea­listas y patriotas con sus tropas, las ciudades y villas abrie­ron sus puertas y no les ha quedado a los realistas es­pañoles sino Veracruz y la ciudad de México sitiadas es­trechamente. El resto del reino entero está libre. Los godos en México depusieron a Apodaca6 como antes a Iturrigarai: pero llegó de virrey sin este nombre Don Juan O'Donojú' . Pidió en una proclama permiso a los in­dependientes para pasar a México suplicándoles suspen­diesen las armas hasta recibir el correo de 24 de junio.

• Del onglnal manuscrito

Mier debiÓ haber conocido a Bello hacia 1812 cuando Blanco Whrte publica

en su periódico (a partir del número nueve, del 13 de septiembre de 1812) el

texto Carta de un Amencano en Español que Mler firmó con el seudónimo

Doctor José Guerra

F,'anclSco Javier Mina, liberal navarro que a los 28 años Invade México junto

con Mler y los otros 22 ofiCiales y que muere fusilado el I I de noviembre de

I 8 I 7 en el Cerro del Vellaco

H'stono de la RevolUCión de Nuevo Españo. Antlguame'/re A.1óhuac. o verdadero

origen, causa de ella y lo RevoluCión de sus Progresos hosco el presente año de

181 3. Londres, Imprenta de Guillermo Gl/ndon. 18 I 3, 2 volúmenes

Agusiín de Iturb,de (1783-1824)

Mler alude al Plan de Iguala (conOCido con el nombre de LasTres Garantías) "en

el que se establece la conservac,ón de la IgleSia CatóliCa. la absoluta Independen­

cia de MéliCO como monarquía. con una ostensible adheSión a Femando '/11, y la

unión de españoles y mel/canos en términos de amistad". En: EnCiClopedia Unlve-so!

l/u\I!odo Europeo-orncnCCJno. tomo " Madnd. Espasa Calpe. 1966. p 317 Juan RlJlZ de .Apodaca y Ellza qUien en 1816 susti tuyó a Calleja del Rey en el

gobierno de la colonld. Tuvo que dimitir' ante el levantamiento del pueblo mexI­

cano,! el Ejé .·(,[Q de lOS Tres Gnrc'1r.Ós

José de Itumga,-ay gobernó el VIITelllato de MéXICO desde el 4 de enero de

i 803 hasta el 16 de septiembre de : 808 ti Cap,lan General Juan ODonojú qUien Iba posteriormente a encontral-se

con Iturblde en Cór-doba para firmar en nomb'-e de su goblemo un tratado que

er-J Id confifmdclón del Pian de Iguala

FIlPDELFIA, 7 DE OCTUBRE DE 1821

Servando Teresa de Mler

En el caso que a pedimento de los diputados de Mé­xico se trató con calor de conceder 3 secciones de Cor­tes, Consejos de Estado y Supremos Tribunales de Justicia de América. Pedían Infantes, pero sólo se concedían dele­gados regios. Se convenía en esto en la comisión ultra­marina, con asistencia de muchos diputados de las cor­tes y los ministros. Pero sabida la libertad entera de Co­lombia, es decir. de toda Venezuela y virreinato de Santa Fe con Guayaquil. de Chile y el Perú excepto Lima sitia­da, el día 24 de junio, la comisión redujo su dictamen a que el gobierno propusiera a las cortes los medios que juzgase convenientes para la pacificación de las Américas. Los americanos protestaron y leyeron el día 25 sus pro­posiciones presentadas a la comisión desde mayo, pero no se discutieron y las cortes se cerraron el día 30.

Sin embargo, el Indicador de lo Habano que es como el papel oficial del gobierno, ha publicado como aproba­das enteramente las bases de los diputados. ¿Para qué? Para engañar a los mexicanos. Con ellas negoció 0'00-nojú un armisticio con Iturbide, y luego adoptó su plan de absoluta independencia, con un emperador. enviándo­se a España comisionados a ofrecer la corona a Fernan­do, poniéndose luego una junta provisional de 7 perso­nas; una será O'DonoJú. Este gobierno nombrará una regencia de 3 y la regencia inmediatamente convocará a cortes, iQué desatinos! ¡qué podía producir un asesino decenal de sus compatriotas l ¿Se verificará todo esto? Sí,

24 Biblioteca de México

Óleo de Andrés Bello en la Universidad de Chile

porque era plan de Apodaca combinado con Iturbide, con Inglaterra y la Santa Alianza. ¡Maldito sea Pradt' con su obra de las colonias y radical autor de todos estos desaciertos! Yo he escrito una obrita impugnando con mi acostumbrado calor el plan de Iturbide y la tengo impre­sa; pero no hay un caraja de barco que la lleve a Nueva España. Estos cochinos de angloamericanos nos han esta­do mirando fríamente degollarnos y han contratado so­bre nuestra sangre para obtener las Floridas prometien­do no ayudarnos. ¡Ah canalla! Vosotros la pagaréis con un emperador en México y tendréis que largar la Luisiana y las Floridas.

Sólo Colombia marcha con paso firme. Está operan­do su congreso, y la Constitución que rige e hizo el difun­to Roscio es buena. No restan sino Cumaná que está pereciendo, Puerto Cabello, digo, su castillo porque lo demás está tomado, donde el hambre compite con la epidemia que se lleva a 20 por día y ya huyeron los gene­rales, porque en la batalla de Carabobo dada el 24 de junio, de 7 mil españoles apenas quedaron 400. El otro punto en Cartagena, pero tenemos la bahía y Bocachica con su dos castillos. Ya habrá caído porque no puede recibir víveres y estaba en el extremo.

¿Por qué no se viene V. a servir su patria falta de hom­bres sabios? Sí, cuando yo he visto a Revenga de Ministro de Estado, veo que V. debe ser presidente. Dé V. más expresiones a García 'o Ni Real ni Mendez" las merecen. Supe que murió el infeliz de Palacio " . N o esté V. ocioso,

" Dominique de Fourt. Abate de Pradt

'o Juan García del Río

" Luis López Méndez.

'. Manuel Palacio Fajardo.

copie del Museo los dos tomos que hay de Casas '] y hará mucho dinero. Yo he reimpreso aquí su Breve rela­ción '" con un largo prólogo mío. He escrito a Madame Moore desde la Habana y luego desde que llegué aquí y estoy sorprendido de no tener respuesta suya cuando la he tenido de Carlota. ¿Habrá muerto? Si no, déle V. mil expresiones de mi parte, lo mismo a nuestro Blanco y que se sirva darlas a Lady Holland.

¿Ha vuelto por ahí Don Manuel Pinto que llevó 600 ejemplares de mi Historio, o Capdevila que llevo 17m No he recibido un penny de todo. Si acaso estuvieren por ahí, dígales V. que se acuerden de mí.Yo le doy a V. el afec­to todos mis poderes y si algo cae , envíemelo V. con car­ta a Don Manuel Torres, ministro de Colombia, con quien vivo. Sepa V. que hay paquete mensual de Liverpool a los Estados Unidos. Sobre: to Dr Mier --care of Manuel To­rres. Philadelphia.

Y adiós, mi caro Bello. Mande V. con con fi anza a su sin­cero e invariable amigo.

Po. Escribo aho ra también a Mrs. Moore.

S~IWANOO 1)[ M I[R

(En el dOl'so): Europa

Andrés Be llo . Esq .

L.ondon

(En tinta sepia): 13 Cldre ndon Square

(Hay tres ma tase ll os]: 8 de octubre, 2 de novie mbre de 182 1, Y 13

de noviembre de 182 1.

kly Banolorné de l.as Casas

, Se re fiere a Id 8reviSllno relOClón de la de\ /1 uccuin de I(J I Ind,os

25 Biblioteca de México

A SERVANDO TERESA DE MIER

Opina sobre la monarquía en América y le recomienda poner al día la Historia de la Revolución de México.* Londres, 15 de noviembre de 1821

Amigo Mler:

Dos noches ha que recibí la de V. de 7 del mes pasado, que me ha causado el gusto que V. fácilmente puede con­siderar; a mí tampoco me han faltado desgracias y de las más terribles que pueden afligir a un corazón sensible, como lo es por desgracia el mío; pero en fin , ha habido siquiera el consuelo de no carecer de lo preciso para la subsistencia. Un habanero que ha estado algún tiempo en Londres y acaba de salir con destino a Tampico en un buque inglés que lleva una máquina de vapor para apli­carla al desagüe de ciertas minas de Nueva España, me ha dado muchas noticias de v., aunque a decir verdad, no he dejado de oírlas con bastante desconfianza, porque el tal sUjeto no tiene el vicio de ser demasiado adicto a la veracidad. Llámase D. Mariano Medina, y me dijo haber navegado con V. de Veracruz a la Habana.

Acá como V. puede considerar han hecho muchísimo ruido las últimas novedades de Nueva España. Todo el mundo tiene la más alta Idea de las ventajas y recursos de esa parte de América. y éste es el momento en que tiene V. a todo el comercio especulando. Del gobierno no sé qué deCI r. porque sigue con su acostumbrada reserva; aunque siempre he sido y soy de dictamen no t ienen por­qué quejarse de él nuestros compatriotas. y que su con­ducta ha Sido di ferentísimo de la que observa esa repú­bltca maquiavél ica. que es de todas las naciones antiguas y modernas la más odiosa a mis oJos. Es verdad que la

Inglaterra, como las otras grandes potencias de Europa, se alegrarían de ver prevalecer en nuestros países las ideas monárquicas; yo no digo que este sentimiento es dictado por miras filantrópicas; sé muy bien cuál es el espíritu de los gabinetes de esta parte del mar, y nunca he creído que la justicia y la humanidad pesen gran cosa en la balanza de los estadistas, pero si diré que en este punto el interés de los gabinetes de Europa coincide con el de los pueblos de América; que la monarquía (limitada por supuesto) es el gobierno único que nos conviene y que miro como par­ticularmente desgraciados aquellos países que por sus cir­cunstancias no permiten pensar en esta especie de go­bierno. ¡Qué desgracia que Venezuela después de una lucha tan gloriosa, de una lucha que en virtudes y heroís­mo puede competir con cualquiera de las más célebres que recuerda la historia, y deja a gran distancia detrás de sí la de los afortunados americanos del norte, qué des­gracia, digo, que por falta de un gobierno regular (porque el republicano jamás lo será entre nosotros) siga siendo el teatro de la guerra civil, aun después que no tengamos nada que temer de los españoles!

Pero dejemos ese asunto, y tratemos de los persona­les de V. La señora Moore vive; la fortuna o por mejor decir la Providencia ha recompensado la beneficencia, dando a su marido una herencia brillante de ciento cin­cuenta mil libras esterlinas. Ha recibido cartas de v., y supongo habrá contestado a ellas, pues me consta que ha hecho muchísimo aprecio de este testimonio que V. le ha dado de su gratitud. Blanco siempre enfermo; tan bueno y amable como siempre; pero rara vez tenemos la fortuna de verle en Londres.

fOSJlOGRilfIA

DI~If, ' R' .·t:.o~ DEL ".:\1..-8 •••

I /.1/.'. I I TI VfJ.~ m :,w'/'BflIVII: \ J IJ .~.

26 Biblioteca de México

De los libros de V ni noticias. El diablo sólo pudo haberle metido a V en la cabeza la idea de enviar 750 ejemplares de una obra (cualquiera que fuese) a Buenos Aires, que de todos los países de América es sin duda el más ignorante, y donde menos se lee. 50 ejemplares hu­biera sido un exceso, y estoy seguro de que no se habrán vendido 20. Es muy sensible no hubiesen quedado en Londres algunos, pues actualmente ha habido demanda de ellos, y en estas circunstancias se hubieran despacha­do muy bien. Escribiré a Capdevila y Manuel Pinto para que me remitan 100, Y si logro venderlos aquí, remitiré a V el dinero a donde me indique; pero juzgo necesario que V escriba a dichos sujetos autorizando esta petición que trato de hacerles.

Acá tenemos a Irisarri, Diputado de Chile, que estima a V mucho, y va a escribirle. Dénos V noticias de las cosas de Nueva España, y de las cortes de Madrid, pues acá estamos a oscuras sobre las ideas e intrigas de la corte y la legislatura peninsular.

Fuera muy bueno que V se dedicase a escribir una his­toria completa de la revolución de México, refundiendo en ella la primera que V dio a luz en Londres; pero en tal caso convendría dejar ciertas declamaciones que no di­cen bien a la imparcialidad de la historia, como V sabe mejor que nadie. Se trata simplemente de conservar la memoria de los sucesos; ella basta para llenar de infamia a los enemigos de nuestra causa; y tanto más segura­mente, cuanto más justo e imparcial el historiador.Acuér­dese V que habla con la posteridad, no con los Cance­ladas, y con otros periodistas del mismo jaez, cuyas pro­ducciones efímeras volverán a los mostradores, en que se educaron sus autores, a envolver allí

. .. "tus et adores, Et piper. et quidquid chortis omicitur ineptis".

Pero me temo que es predicar en desierto, y que la san­gre de V es demasiado ardiente para seguir estos conse-

jos, En tal caso no hay que pensar en escribir la historia. Mande V a quién es y será siempre su verdadero amigo.

BELLO

United States

Dr.Mier

Care of Manuel Torres Esq

Philadelphia

[En un borde se lee]: Recibida el 6 de febrero de 1822

En fecha I 5 de marzo envío copia

del artículo marcado + al gobierno

de Colombia en oficio reservado '.

, Los o ficios que se transcriben a continuación se conservan en el Archivo de

San Carlos. Bogotá y se refieren a la carta en cuestión.

Ministerio de

Relaciones Exteriores

Palacio de Gobiemo en Bogotá a 17 de Julio de 1822

RESERVADO

A l Sr. José Rafael Revenga

Paso a manos de V copia de un fragmento de carta, esenta por

Andrés Bello residente en la corte de Londres; y como por ella se ve clara­

mente, que sus opiniones son contrarias del todo a nuestro actual sistema de

gobiemo. lo participo a Vd. para que en sus comunicaciones con este individuo

guarde la debida reserva.

Dios guarde a V

PGual

Lo que sigue es copiado de una carta de A Bello, escrita en Londres el I 5 de

noviembre de 182 1. al Dr. D ' Servando de Mier - Acá como V puede conside­

rar. han hecho muchísimo ruido las últimas novedades de Nueva España; todo

el mundo tiene la más alta idea de las ventajas y recursos de esa parte de

Amér ica. y este es el momento en que tiene V a todo el comercio especulan­

do. del gobiemo no sé que decir. porque sigue con su acostumbrada reserva,

aunque siempre he sido y soy de opinión no tienen porqué quejarse de él nues­

tros compatriotas. y que su conducta ha sido diferente de la que observa esa

República (Los Estados Unidos) maquiavélica. que es de todas las naciones anti­

guas y modemas la más odiosa a mis ojos. (.,,),

27 Biblioteca de México

ANDRÉS BELLO

ORTOGRAFíA CASTELLANA*

Hasta muy pocos días ha, no llegó a nuestras manos un artículo del Sol de Méjico (15 de julio de 1824), dirigido a los autores del discurso sobre la conveniencia de simpli­{lcar la ortografía, que se dio a luz en la Biblioteca Ame­ricana, y ha sido reimpreso con algunas adiciones en el tomo primero del Repertorio.

Agradecemos al señor N. N . la comunicación que nos hace; pero hubiéramos deseado una noticia más por menor de la traducción castellana que cita del tratado sobre los sacramentos de la iglesia por el arzobispo de Florencia Martini, impreso con una ortografía que bajo muchos respectos se asemeja a la nuestra. La misma indi­vidualidad sentimos echar menos en lo tocante a El mori­bundo socorrido; pero de todos modos nos lisonjea mu­cho la atención que algunos literatos de Méjico han pres­tado a nuestro discurso, sea modificando las opiniones

Grus Clnerea. Shaw. dibUJO de A. Bello

expresadas en él, sea rebatiéndolas. La discusión es el mejor medio de fijar el Juicio; y si mediante ella llegamos a convencernos de que la práctica recomendada por no­sotros produciría más inconvenientes que utilidades, se­remos los primeros en abandonarla, y nos abstendremos de turbar a la etimología y el uso en el goce pacífico de su jurisdicción sobre materias ortográficas, que a noso­tros ha parecido siempre usurpada.

"La ortografía (dice con razón el ilustrado traductor

• Se publiCÓ en El ReperlofloAmenclJno. Londnes. abnl de 1827. pp. 50-56 (Co­MI90N EDiTORA. C'IV\C',)

del arzobispo florentino) se reduze al uso de las letras, o de los signos con qe se espresan los sonidos; a la pun­tuazion para denotar el sentido qe se ha de dar a las ora­ziones; y a la azentuazion, para distinguir o marcar la can­tidad de las silabas, esto es, para qe se conozcan las qe son largas, o en qe se á de cargar la pronunziazion en los casos dudosos,

"En cuanto a la puntuazion, en nada nos apartamos de las mejores reglas rezibidas, Por lo qe aze a los azentos no creemos necesario mas qe uno, qe le usamos sola­mente en la silaba larga, qe lo reqiere, para evitar eqivo­caziones i para uniformar en esto la pronunziazion, qe suele variar en algunas provinzias,

"Yen lo respectivo al uso de las letras, qe es la piedra del escándalo, toda nuestra variación se reduze a supri­mir la b, y la u vocal. cuando no suenan, ni azen falta para

Ardea minuta, dibujo de A Bello

qe se pronunzie el sonido qe se quiere espresar; a escluir la k por estraña y superflua, y la x por qe, a mas de ser eterojénea, y no necesaria, tiene diversas pronunziazio­nes, y es mui espuesta a equivocar su sonido en la lectu­ra, como de facto suzede,

También escluiríamos a la z por sobrante y estraña de nuestro alfabeto, y de uso inzierto, si estuviese en nues­tra mano azer qe, escribiendo con c, ca, ce, ci, ca, cu, pro­nunciasen todos za, ze, zi, zo, zu, por qe entonces pon­dríamos qa, qe,qi,qo,qu, con q, en lugar de ca, con c, qe, qi, con q, y ca, cu, con c: y con esto seria perfecto nuestro alfabeto: cada signo espresaria un sonido, y no mas, y nin-

28 Biblioteca de México

gun sonido tendría mas qe un signo, qe le espresase, y todos escribirian con uniformidad. Pero como la c en las silabas ca, co, cu, la pronunzian todos como q, y para qe tenga el sonido de ce, o cedo, es menester usar de la z, se conserva esta letra, estendiendo su uso a las silabas ze, zi, qe es en lo qe está la diferenzia, por qe así nadie eqi­vacará el sonido con qe á de pronunciar; pues nos aco­modamos al qe todos dan a la z, y usamos de la c solo para las silabas ca, co, cu, qe nadie errará, por ser confor­me a la pronunziazion jeneral de este signo en dichas silabas.

"Por la misma raza n , escribimos, ga, gue, gui. go, gu, con g: y jo, je, ji, jo, ju, con j, qe todos pronunzian sin tro­piezo ni eqivocazion; y solo diferimos en usar de la j, y no de la g antes de la e y de la i, en que su sonido es de J, y asi nadie se eqivocará en lo que nosotros escribimos, fijando a cada uno de los dos signos el uso qe le corres­ponde, conforme a la pronunziazion comúnmente rezi­bida y no suprimimos la u en gue, gui, por qe pronunzia­rian je,ji.

"Finalmente, no introduzimos ninguna letra, o signo nuevo, y nos valemos de los nezesarios del alfabeto cas­tellano para los sonidos que todos les dan.

"De esta materia se an escrito de un siglo a esta parte varias obras, y buenos discursos en los diarios de esta ciudad y en los de Méjico, y en las recomendables gaze-

TridactyJa hirsuto. dibUJO de A. Bello

tas de Guatemala, que permanezen victoriosos. aunqe varian en aczidentes: y creemos que si no los siguen todos lo qe los an leido, es por lo que diJO el poeta, que imberbes disdicere, senes perdenda fateri erubescunt. El tra­ductor de ambas obras es vieJO, y á escrito, e impreso otras varias en el metodo comun; pero la corruptela. el uso, y la costumbre misma deben zeder a la razono

"Estamos bien persuadidos de qe la real academia española lo conoze asi, y de qe por pura prudenzia no á echo de una vez la reforma, qe cree justa y nezesaria, a fin de no chocar con la preocupazión y la ignoranzia de los nezios, cuyo número es infinito".

0115 tordo. dibujo de A. Bello

Así dice este literato, y hemos copiado con exactitud su ortografía, para que nuestros lectores menos instrui­dos vean que ni somos singulares en nuestro modo de pensar; ni han faltado hombres juiciosos que llevasen las reformas de materia de escritura algo más allá que los editores del Repertorio. Nuestro sistema no es nuevo, ni, cuando dimos el artículo citado de la Biblioteca, tuvimos la menor pretensión de originalidad. Si se examinan nues­tras reglas ortográficas, se verá que apenas hay una que no haya sido puesta en práctica antes de ahora. Tenemos a la vista la primera edición del Terencio traducido por Pedro Simón de Abril (Alcalá de Henares, 1583), yen ella

29 Biblioteca de México

observamos que se escribe el verbo haber sin h; los ver­bos hacer, deCIr, traducir, inducir, los nombres jueces, veces, vecinos, vecindad, haciendo, y otros semejantes con z': la preposición o y la conjunción o sin acento. En el Sabio ins­truido de la gracia del padre Francisco Garau (Barcelona, 171 1), tenemos excluida la h de todas las voces en que

no suena; los plurales veces, cruces, luces, los derivados lucimiento, lucero, voracidad, y otros que se hallan en igual

caso, con z; i por y cuando hace de conjunción, y en los diptongos como rei, voi; o, i, o, sin acento. Iguales observa­

ciones pueden hacerse en multitud de otros libros, y no

dejaremos de citar particularmente el ejemplo del erudi­to Mayáns. Nuestras reformas por otra parte son conse­

cuencia inmediata de los principios que ha seguido en las

suyas la Real Academia Española. ¿No se desentendió ésta de la etimología y el uso escribiendo elocuencia, cual, cuan­to? ¿Es más repugnante a la vista el sustituir la j a la g en

ónjel, inJenio, que la g a la x en exemplo, exercicio? Se pudo

poner i por y, en bayle y peyne, ¿y no se podrá hacer otro tanto en taray, convoy? Si los que reprueban nuestro sis­

tema condenasen también el de la Academia, serían a lo

menos consecuentes, y mostrarían conducirse en sus jui­

cios por algún principio racional, y no por el hábito enve­

jecido de preferir autoridades a razones.Y si condenan las

reformas de la Academia quisiéramos preguntarles: ¿Qué sistema es el suyol ¿ En qué época de la lengua suponen

fijada invariablemente la ortografía? O ¿en qué consiste la

perfección de la escritura? O ¿con qué argumentos prue­

ban que la suya ha llegado a este dichoso término de que ya no puede pasar?

El señor N. N. nos dice que conserva en su poder una carta en que se oponen las objeciones más fuertes con­

tra el nuevo sistema por un sujeto de la más recomen­

dable opinión. Mucho celebraríamos que nuestro respe­

tado corresponsal se hubiese tomado el trabajo de indi­

cárnoslas, y que, en obsequio de la ilustración americana,

continuase y diese a luz el discurso que comenzó a escri­bir sobre la materia.

"El uniformar la escritura (añade el señor N . N., cuya

ortografía copiamos), fijando el alfabeto con los signos

nezesarios para espresar los sonidos de nuestro idioma,

y escluyendo los superfluos, o equívocos, se debe azer

por un cuerpo literario, como la academia de la lengua

castellana. por qe si no, serian interminables las disputas i

costaria mucho llegar al fin. Aora se acaba de instalar el instituto o academia de zienzias i bellas letras, i en esta

debe esperarse qe se tome en considerazion el asunto,

reuniendo a mas de las obras zitadas por ustedes la qe

escribió e imprimió en esta ziudad don José Ybargoyen

otra de un anonimo publicada en Madrid el año de I 803,

la de don Gregorio Garcia del Pozo, impresa en la misma

corte en el año de. i los opúsculos dados a la luz en

821 y 823 en Veracruz i Jalapa por el profesor de prime­ras letras don Félix Mendarte."

Mucho debe esperarse de la ilustración y celo de los

individuos que componen el nuevo instituto mejicano: pero no esperamos que la uniformidad en materia de

(en 1583 era general escnb,r hoze( dez'( troduZ/( Induz', juezes, vezes. vezlnos,

lez/rrdud. hrwecJo. etc. En esa época (hdsta pnnc'p'os del Siglo XVI) la z repre­

senta un sonido distinto del de la ce. Véase Ru~no José Cuervo. DisqUiSICiones

sobre onrlguú orrografi,¡ y pronunCOOClón cmtellonos (en Obras méd/tos. Bogotá.

1944. pp. 353-492). y Amado Alonso. Cronologio ae la IgualoClón CoZ en espo

00'. en HsrúnlC Re\'le", XIX, 195 l. 37-58. 143- 164 .t.,. R)

escritura, que no pudo lograrse durante el reinado de la

Real Academia, sea posible de obtener después de la desmembración de la América castellana en tantos esta­

dos independientes entre sí y de España. Tampoco cree­

mos que a ningún cuerpo, por sabio que sea, correspon­

da arrogarse en materia de lenguaje autoridad alguna. Un instituto filológico debe ceñirse a exponer sencillamente

cuál es el uso establecido en la lengua, y a sugerir las me­

joras de que le juzgue susceptible, quedando al público,

es decir, cada individuo, en plena libertad para discutir las

opiniones del instituto y para acomodar su práctica a las

reglas que más acertadas le parecieren. La utilidad de

estos cuerpos consiste principalmente en la facilidad que proporcionan de repartir entre muchas personas los tra­

bajos, a veces vastos y prolijos, que demanda el estudio

y cultivo de una lengua. La libertad es en lo literario, no

menos que en lo político, la promovedora de todos los

adelantamientos, Como ella sola puede difundir la con­

vicción, a ella sola es dado conducir, no decimos a una

absoluta uniformidad de práctica, que es inasequible, sino

a la decidida preponderancia de lo mejor entre los hom­bres que piensan.

Pero ¿no es de temer, se dirá, que esta libertad oca­

sione confusión, y que, tomándose cada cual la licencia

de alterar a su arbitrio los valores de los signos alfabéti­

cos, se formen tantos sistemas diferentes como escrito­

res? Nosotros no lo tememos, Entre las varias tentativas

que se hagan para perfeccionar la ortografía, prevalece­

rán aquéllas que la experiencia acredite ser las más ade­

cuadas al fin; el interés propio hará que cada escritor

someta su opinión a la del público literario; las academias

mismas se verán precisadas a respetarla; y las extrava­

gancias no tendrán séquito ni sobrevivirán a sus autores.

Bucco Lothoml, dibUJO de A Bello

30 Biblioteca de México

Caribb¡ean S ea

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POESIA VENEZOLANA

JOSÉ ANTONIO RAMOS SUCRE*

La merced de la bruma

Y o vivo a los pies de la dama cortés, atisbando su benigna

sonrisa de numen.

El cierzo invade la sala friolenta y cautiva en su torbellino las

quimeras y los fantasmas del hastío. Repite el monólogo del

pino desventurado y humedece ioh lágrimas invisiblesl la faz de

los espejos y de las consolas de un dorado t r iste.

Yo diviso a través de la ventana el desmán de un oso y el

sobresalto de unas aves lentas, de sueño precoz. La tarde enga­

lana el bosque de luces taciturnas.

El discurso de la mujer insinuante no consigue mitigar la

* Nacido en la ciudad de Cumaná en 1890. Ramos Sucre fue educado en la más

férrea tradición clásica. Nunca se afilió a ninguno de los movimientos literarios

vanguardistas de nuestro país y emigró a Europa, donde ejerció labores diplo­

máticas. Su vida. signada por el drama de una enfermedad psicológica, finalizó

con su suicidio en la ciudad de Ginebra en 1930. Su obra, tal como él mismo

predijo. comenzó a ser reconocida sólo varias décadas después de su muerte.

José A ntonio Ramos Sucre. Antología poético. Monte Ávila Editores

Latinoamericana. Caracas. Venezuela. 2004. pp. 133-139

31 Biblioteca de México

BIBLIOTECA BAslCA DE AUTORES VENEZOLANOS

pesadumbre del exilio. Yo padezco el sortilegio de su voluntad

repentina y declaro en frases indirectas el pensamiento del re­

tomo al mediodía jovial. Mis palabras vuelan ateridas, enfermas

de la congoja del cielo.

La dama cortés adivina en lontananza un mensaje benévo­

lo. Recibe de manos de un jinete menudo y suspicaz el secre­

to de la belleza inmortal. el iris de los polos, una flor ignorada.

La zarza de los médanos

y se siente dormido

en el ataúd.

El insomne abre

los ojos

y ve de nuevo el espectro

atravesando la pared

con su cabeza cortada.

El insomne se coloca la cabeza cortada

en el lugar de su cabeza

y empieza a gritar.

pero no grita

El país de mi infancia adolecía de una aridez penitencial. porque nadie lo oye.

Yo sufna el ascendiente de un cielo desvaído y divisaba el El insomne grita, grita,

perfil de una torre mística. pero nadie lo oye.

Los montes sobrios y de cima recóndita prefenan el capuz El insomne flota

de noviembre. Las almas de los difuntos, según eJ pensamien- en el silencio del Universo.

to de una criatura pusilánime, se recataban en su esquivez,

seguían las vicisitudes de un no perplejo y volaban en la brisa

del océano.

Vencíamos el susto de las noches visionarias a través del

páramo, en la carroza veloz. Unos juncos lacios interrumpían

la fuga de las ruedas y la luna indolente vertía a la redonda el

embeleso de sus matices de plata.

La criatura infantil. objeto de mis cuitas, amaba de modo

férvido unas flores balsámicas, de origen sideral, imbuidas en el

aire salobre. Vivía suspensa del anuncio de la muerte y las

demandaba para su tumba. Yo he defendido las hojas monta­

races del asalto de las arenas.

El mar salió de sus límites a cubrir el litoral desventurado.

Una sombra muda y transparente dirigió el esquife de mi salud

al reino de la aurora, a la felicidad inequívoca.Yo despertaba de

unos sueños encantados y percibía en el aire del aposento los

efluvios de la maleza fragante .

VICENTE GERBASI*

El insomne

El insomne no descansa.

Cierra los ojos

y sigue viendo un espectro

que traspasa la pared

y regresa con la lámpara

encendida, opaca,

de los muertos.

El insomne toca la madera

de la cama, fna,

A Francisco Pérez Perdomo

• Vicente Gemasl (Canoabo, 191 3·Caracas. 1992), Fue fundador del grupo

Viernes Premio Municipal de Poesla (1943), Premio N aCional de Li teratura

( 1969). Algunos libros Vigilia del nóufrago (1937), Bosque doliente ( 1940), Poe·

mas de la noche y de la uerra (1943), Mi padre el inmigrante (1945), Los espa·

ClOS cólldos (1952). Tirano de sombra y fuego (1955), Por arte del sol (1958).

011\05 de eternidad (196 1), Rememorando la Batalla de Carabobo (1971), Re·

rumba como un sótano del CielO (1977), Un dJ'a muy distante (1988), El solltano

>lento de las hOjas ( 1989), D,amante fúnebre (1991 ), Los onundos del Paral'so

Vicente Gemasl, Antolog,'a poética, Monte Ávda Edrtones Latlnoamencana.

Caracas, Venezuela. 2004, pp 234,235 y 255

Hojas

Qué silencio

tan profundo

se oye en tu muerte.

Se abre el arcoiris

en la soledad

de la tarde.

Sólo oraciones

se oyen en el curso

del no.

El agua habla

con las piedras.

Tú y yo

permanecemos

callados

bajo un cielo

de hojas que vuelan.

32 Biblioteca de México

PÁLMENESYARZA*

Después

Nosotros no podremos romper con el recuerdo

porque la trabazón del mundo nos aprieta.

- Mañanas afligidas con niños moribundos

palpitan en el pecho de la aurora del tiempo-

Árboles deshojados, aspiraciones yertas

de imprevistos veranos surgirán inminentes.

Fondos de secos cauces que la luna interpreta

tenderán la nostalgia larga de su belleza.

Seremos viejos templos de fallidas creencias.

Nos buscarán los cantos de nuestros hondos ritos

por cielos displicentes.

Veremos la corona que unió nuestras cabezas

fragmentada en los astros: en el rocío, cayendo!

Siempre habrá calles so las que digan nuestra historia.

Cipreses que acompasen la voz de los silencios.

Ríos que sigan llorando de distantes ausencias,

• Pálmenes Yana publicó su primer poemario en 1936, bajo e l emblemático y sor­prendente titulo de Pálmenes YafZa. es decir, su propio nombre. La entonces joven poeta exhibía su nombre con audacia, en una época en la que todavía muchas mujeres se sentían obligadas a ocultarse detrás de un seudónimo. Su libro más reciente. titulado Expresiones. se editó en 2002 La escritora lleva, pues. sesenta y seis años entregándonos sus textos. de una manera sostenida y consecuente.

Pálmenes Yana nació en Nirgua, estado Yaracuy. en 1916. Premio Municipal de Poesía en 1974 con su poemario Contraseñas del ~empo.

Pálmenes Yana. Antología poética. Monte Ávila Editores Latinoamericana.

Caracas. Venezuela, 2004. pp. I 1-12 Y 99-100.

blancas ermitas pálidas, encrucijadas cómplices

y aldeas en secreto.

Al envés de mi luz tu sombra hallaré en reto:

En mi luz la contienda de tu mirar inmensol

Nuestra voz no caerá, el cielo no bosteza,

seguirá, grito erguido. cabalgando en el éter.

No podremos perdernos: las almas lo comprenden,

y al huir nos buscamos. Nuestro amor es esférico.

Podremos no estar solos, podremos no estar cerca.

Pero nunca podremos romper con el recuerdo.

Recomienzo

Es un rumor continuo cuanto fluye

la vida entre la muerte hora por hora:

cada segundo su reciente entrega,

su interminable huirse y encontrarse.

Escúchase ahuyentar un hilo de agua

permanente, a la taza donde espera

esa boca abismal que lo consume

en su febril rescoldo de latido.

A ninguno esa voz podrás oír;

resuelta así la vida en sorda escucha.

N adie comparte el tono ni la huella

por donde escurre su ola nuestra sombra.

Todo va de reflejo en pos de un término,

de un nuevo ser; de un descubrimiento.

Toda criatura, de su modo último.

Este buey de nostalgia rumia la indiferente

lumbre de un astro 5010 , hito en la noche vana

y la cencida ruta deshijada en la fuente .

Cualquier niño harapiento me lo erige en el alma.

La soledad le vierte sus filtros en creciente.

La taciturna cima, su estatismo le estampa.

Desciende por manoJos de limbo hasta la frente.

Este buey de nostalgia rumia una voz lejana.

Si extrañó 105 erales, no le inquieta el invierno.

Si se mudó sus oros, no lo apremian 105 días.

Su horizonte es un alto tenebrario de heleros.

Tal vez busque la veta de algún camino eterno.

Este buey de nostalgia - pastor sin pastorías­

sólo brama y rotura para su propio yermo.

33 Biblioteca de México

ANA ENRIQUETA TERÁN*

Junio

Se podía llegar si se pensaba en algo

hasta las ondas puras del trigal y la noche;

la niebla recostaba sus amorosos gajos

sobre la quieta casa sumida en tiernas voces.

Crecía la frescura lentamente en el musgo

y rezumaba verdes para el pecho sediento;

rosaledas profundas mecía el mes de Junio.

Junio sobre las niñas cercadas de si lencio.

La madre sobre el tiempo y sobre todo apenas

débil fuerza terrestre sus labios agobiaba,

nos decia de un árbol. un poco de violetas

que en morados ardientes recordaban su casa.

La madre atardecía con un claror inmenso

de poniente y de niñas signadas por la bruma,

la madre con lentísimas aguas por el recuerdo

fluye en tierra labrada entreabierta y fecunda.

El río rumoroso partía en dos la noche

y se elevaba fino por vertical aroma

de lirios y las sombras que los perros recogen

las dejaban al borde de la sala espaciosa.

• Ana Ennqueta Terán (Valera edo.TnuJlllo. 1918). Ha publicado numerosos títu­

los como: Al norre de la sangre ( 1 946). PresenCia terrena (con prólogo de Juvenal

OrtlZ Saralegul. 1949). Verdor secreto (editado por Cuadernos Julio HelTera y

Relsslg y pmlogado por Juana de Ibanbourou. 1949) y De bosque a bosque

( 1971). Monte ÁVlla Editores ha publicado de ella Libro de los O(JClOS (1975).

MÚSIco con pie de salmo (1985). Casa de hablas (1 991 ). Albatros (1992) Y Anto­

logia min,ma (2003). Se le con~ere el Premio NaCional de Literatura en 1989

Ana Ennqueta Terán Anta/ogia poéuca. Monte Ávila Editores Latlnoame­

ncana. Caracas. Venezuela. 2005. pp. 45. 46 Y 129.

Que los trigos mecían blandamente la casa

y la niebla cercaba sus serenas fronteras

nos lo decía Junio con sus voces de agua;

Junio sobre los hombros del padre y de la ausencia.

El huracán nocturno nos llevaba tan lejos

que acariciar pudimos los potros de la bruma,

y los amaneceres nos traían de nuevo

a la suave colina naciente en luz fecunda.

Crecíamos en fuegos de profundos metales

en floraciones hondas, en lejanos impulsos,

donde el árbol tremía dulcemente en la sangre

y copiaba en el fruto la redondez del mundo.

Lenta humedad seguía los pasos de la hierba

hasta un verde tiernísimo de jardín por el este;

la niebla nos dejaba sus extrañas doncellas

sobre los torsos ávidos de los adolescentes.

Ir y venir

D ejad que aparezca apoye su frente en borde sagrado.

Indague del árbol vuelo suelto y osadías de tonos;

penachos de jadeos, cabezadas de copa en alto

para encender respiros y casi lluvia por llegar

por asumir destino yendo a brumas, a colgajos de humo.

Todo visto, real al tacto, rasgado y nítido al oído.

Todo empalmado a bestias de antiguo, marcado modo.

Firma lujosa siguiendo alambre y fríos de libertad.

Firma para rodear el árbol con una esfera de sonido,

con una pajarada azul-negro y muchos hilos

[desmenuzados en el ir y venir.

JUAN SÁNCHEZ PELÁEZ*

XVII

No quiero hincharme con palabras.

Pienso en los indios y en los barcos de vela

y miro el ramo de magnolias

Que cae en el agua de la cascada.

Una balada tan nostálgica que ya no tiene significado

Se escucha en la otra orilla.

Veo, danzando entre las hojas verdes y la hoguera.

Al antiguo guerrero,

Libre de riesgo, como en colina de recreo.

Cuando el Océano es infranqueable,

• Sus libros: Elena y los elementos ( 1951 ). Animal de coswmbre (1959), F¡ltaClón

oscura (1 966). Lo hUIdiZO y permanente (1969), Rasgos comunes (1975), Por cuál

causa o nostalgia ( 198 1) Y Aire sobre el a,re (1989). La editorial Lumen publicó.

en 2004, poco después de su muerte, una antología con toda su obra en la que

Incorpora nueve poemas Inéditos.

Juan Sánchez Peláez naCió en Altagracia de Orituco (estado Guárico) en

1922. PremiO NaCional de Literatura (1 975).

Juan Sánchez Peláez. Anto/ogio paéuca, Monte Áv,la Editores Latinoa­

mencana. Caracas,Venezuela. 2004, pp. 20 Y 25

34 Biblioteca de México

Cuando la limitación humana es grande. y

corremos en busca de perdices. maíz y el

somnoliento fósforo como la lluvia.

Vuelvo a hablarle al antiguo guerrero.

El huésped invisible. adornado con bellas plumas.

Me detiene en el umbral de su casa.

Con un gesto

Ciego

De amor.

XII

Yo me identifico. a menudo. con otra persona que no me

revela su nombre ni sus facciones. Entre dicha persona

y yo. ambos extrañamente rencorosos. reina la beatitud y

la crueldad. Nos amamos y nos degollamos. Somos

dolientes y pequeños. En nuestros lechos hay una iguana.

una rosa mustia (para los días de lluvia) y gatos

sonámbulos que antaño pasaron sobre los tejados.

Nosotros. que no rebasamos las fronteras. nos quedamos

en el umbral. en nuestras alcobas. siempre esperando un

tiempo meJor.

El ojo perspicaz descubre en este semejante mi propia

ignorancia. mi ausencia de rasgos frente a cualquier

espejo.

Ahora camino. desnudo en el desierto. Camino en el

desierto con las manos.

RAFAEL CADENAS*

Ra&eI Cadenas

VemIlS selecto.

You

T ú apareces.

tú te desnudas.

tú entras en la luz.

tú despiertas 105 colores

tú coronas las aguas.

&

tú comienzas a recorrer el tiempo como un licor;

tú rematas la más cegadora de las ori llas.

tú predices si el mundo seguirá o va a caer;

tú conjuras la tierra para que acompase su ritmo a tu

lentitud de lava.

tú reinas en el centro de esta conflagración

y del primero

al séptimo día

tu cuerpo es un arrogante

palacio

donde vive

el

temblor.

(De Una isla)

• Rafael Cadenas. nació en Barqulslmeto en 1930. ha publicado 105 poemanos

Los cuadelnos del desuerro (1960). Falsas manIobras (1966). Imempene (1977).

Memonal ( 1977). Amante (1983) Y Gesuones ( 1992) así como 105 textos

RealIdad y LIteratura (1979). En tomo al lengUaje ( 1985). AnotaCIones ( 1983).

DIchos ( 1992). Apuntes sobre San Juan de la (ruz y la misuca y Enffev/s(Qs (2000) Rafael Cadenas. Poemas selectos. bid & ca. editor. Caracas. Venezuela. 2005.

pp. 1 1. 45.78. 129 Y 138

35 Biblioteca de México

Rutina

Me fustigo.

Me abro la carne.

Me exhibo sobre un escenario.

Allí no ofrezco el número decisivo.

Devorarme ¡mi gran milicia!, pero soy también un armador

tenaz.

Sé reunirme pacientemente, usando rudos métodos de

ensamblaje.

Conozco mil fórmulas de reparación. Reajustes,

atornillamientos, tirones, las manejo todas.

A golpes junto las piezas.

Siempre regreso a mi tamaño natural.

Me deshago, me suprimo, displicente, me borro de un

plumazo y vuelvo a montar, montar al carafresca.

(No se trata de rearmar un monstruo, eso es fácil, sino de

devolverle a alguien las proporciones.)

Planto mi casa en medio de la locuacidad.

Me reconstruyo con un plano inefable.

Calma. Ya está. Entro a la horma

Angst

No es nada, nada

algo sin trascendencia,

nada.

Una dificultad leve

en la respiración.

Problema de angostura

parece.

¿Acaso no sabías

que la puerta es estrecha?

Disyuntiva

(De Falsos maniobras)

(De Memoria0

lo naturaleza de lo poesía

La poesía moderna también tiene reglas; sus guardianes for­

man una especie de academia rígida. Como árbitros deciden

qué es poesía y qué no lo es. Poesía, por supuesto, es la que a

ellos les gusta. El espectro de la poesía es muy ancho; pero

ellos eligen una franja y decretan que las otras no existen. Son

monoteístas.

Según los cánones del Intemational Style de la poesía actual, a

que se refiere Michael Hamburger, yo no he escrito ningún

poema. La impersonalidad, el correlato, la máscara, el objeto, la

incoherencia me resultan casi imposibles. Siento algo ficticio,

forzado, en todo eso.

Lo moderno que me atrae sería solamente la proximidad del

lenguaje que uso respecto al habla natural, el verso libre que

evita hasta las menores asonancias, la sequedad insobornable,

la ausencia de figuras literarias, la profisicación del texto, la anti­

poesía, la alusión, la ironía. Pero, ¿qué es lo moderno? Los que

viven hoy creen saberlo muy bien, cosa que no deja de sor­

prenderme. No sé cómo pueden sentirse tan seguros. En rea­

lidad, eso lo pueden decidir solamente los que todavía no han

nacido. Además, ¿es tan importante eso de lo moderno?

¿Y lo intemporal?

El poeta moderno está condenado a ser un "experto", lo cual

se me antoja un poco triste. El anti-especialista por excelencia

se encuentra obligado a jugar el mismo juego que considera

peligroso. Debe estar al tanto de las últimas publicaciones en

su campo, conocer los "secretos" técnicos, saber qué es lo mo­

derno (como si esto fuera posible) , sumergirse en teorías, es­

tudiar semiótica, etc y después, si sale ileso, escribir amol­

dándose a un estilo que los otros "especialistas", los poetas,

aprueben. ¡Cuántos espejismos engendra el pequeño ourobo­

ros de los poetas condenados a escribir para poetas!

(De Addenda)

ALFREDO SILVA ESTRADA*

es inintencionada. Movimiento

Yo quería escribir

un poema,

luego tuve la intención

de no tener intención

y el poema se quedó allí

detenido,

atrapado,

carbonizado entre la chispa

de las dos intenciones

y aquí

lo dejo.

G ORAN PALM

(Inédito)

De adelante hacia atrás

como para tomar impulso

o tal vez

como para ocupar en un fragmento de instante el espacio

[hipotético

donde se anudan

donde se separan los cinco sentidos

- cinco sentidos sobre el imposible sentido de la muerte­

Hacia atrás: esfuerzo de habitar por un fragmento de instante

entre dos espacios hipotéticos

• Alfredo Silva Estrada nace en Caracas.Venezuela el 14 de mayo de 1933. Es autor de más de veinte poemarios entre los que destacan: De la casa arraigada, (1953); Las morodores, (1975); Cenrro el espacio hostil, (1979). En el año de 1997 obtiene el Premio Nacional de Literatura.

Alfredo Silva Estrada. Acercamientos, Monte Ávila Editores, Attazo~ Caracas, Venezuela, 1992. pp. I 3 I y 205.

36 Biblioteca de México

el espacio donde comienza el nacer - invadido a cada instante­

y el espacio puramente conjetural de la muerte.

En vertical dos espacios se confrontan

entre dos concavidades opuestas en horizontal: percepción del

[suelo y percepción del cielo

-suelo y cielo que a través de mi cuerpo

intercambian ecos en un espacio hipotético.

En ese instante

(envuelto yo en una atmósfera magnética

cuando todas las sensaciones se confunden hacia el blanco

hacia un silencio agudo

hacia un punto de aroma y de sabor que aprieto con la punta

[de la lengua)

sólo una sensación parece venir del exterior:

un rayo que atraviesa en diagonal el espacio formado por las

dos concavidades y los dos espacios hipotéticos.

Antes de partir

A ntes de partir

No te detengas a mirar

Esas sábanas en desorden

y ese vaso

Donde tantas veces uno ha bebido

Busca más bien

Los horizontes que puedas tejer como estambres

Los pájaros que comen sobre los hombros de los ciegos

y esa ruta que te lleve

Como una escritura

RAMÓN PALOMARES*

.. aLlOTECA aASICA DE AUTORU VENEZOLANOS

la comida

No me comas Francisco

que soy tu muerte

Yo, la carne espesa de tomates y orégano

yo, la sal

soy tu cuchillo

No me comas Francisco

que soy tu filo, tu punta de flecha,

Yo, el venado

el puerco de monte,

el aguacate y la papa

Soy tu vela de entierro,

tu inCienso, tu urna

N o me comas Francisco que soy tu agua bendita,

las legumbres, yo

tu pala, tu pico

el sitio donde caven tu fosa

No me comas, hijo, no me comas,

que después no podrás vomitarme

• Ramón Palomares nació en Escuque. estado Trujillo. en 19 35. Es fundador del

grupo literario SardiO (1958-6 1). años en los que se publica El reinO, su primer

libro. PertenecIó a El Techo de la Ballena. Maestro. Fue profesor titular de L, ­

teratura de la Universidad de Los Andes

A lgunos libros: POIsano ( 1964). El ahogado ( 1964), Honras (unebres ( 1965).

Santiago de León de Caracas ( 1967), El vlenteClCO suave del amanecer con los po­meros aromas ( 1969). AdiÓS Escuque (Premio NaCional de Literatura 1974).

Elegia 1830 ( 1980). El vlenco y lo p,edra ( 1984). Alegres prOVinCIaS ( 1988).

Méoda. elogIO de sus n'os ( 1985). Lobos y halcones ( 1997)

Ramón Palomares, Antologia poética. Monte ÁVlla Edrtores Latinoamericana.

Caracas. Venezuela. 2004, pp. 103-104. 177- 178

37 Biblioteca de México

y comió Francisco su noche, su filo, su punta de flecha

y comió su pala y su pico

y la urna

y las velas que no le pusieron.

El jugador

Yo soy como aquel hombre que estaba sentado en una

[mesa de juego

y al promediar la tarde ya estaba bien basado

y dio y dio hasta que estuvo rodeado de montones de plata

y ya en la tardecita era puro de oro

y le llegaban mujeres y le ponían los brazos al cuello

y él se reía

y estaba lleno de joyas, lleno de prendas

y los ojos y las orejas eran de fina joyería

y los bigotes y la barba eran de verdad piedrasl Y muy

Muy preciosas!

y a las nueve ya estaba en su apogeo

y la mesa y los jugadores y los que estaban en lo alrededor

brillaban

y aquello eran nomás soles Y un gran sol que era él

y esa casa era un solo resplandecer y resplandecer

y mientras más entraba la noche

más y más claro se hacía

y el tiempo iba y venía y así

hasta que todo era una gran montaña

y el hombre estaba en el centro y en lo más alto del monte

y se veía como una enorme piedra roja y en lo alrededor

todos eran de oro y todos de monedas

riéndose con aquellos dientes que chispeaban

y hablando con sus lenguas de porcelana y rubíes.

Entonces eran como las doce Y el reloj

dijo a dar las doce

y al ratico nomás quedaba la casa

y al ratico

nomás quedaba la sala con la gente brillando y brillando

y ya no quedaba sino la mesa y los montoncitos de oro

y el hombre miraba a todos lados

y abría la boca y miraba

y desaparecieron las mujeres Y vio los montoncitos de

ceniza

y se quedó desnudo

y se puso a llorar

Ai se dio cuenta Que todo se le había vuelto noche

y resplandores Nadal

Todo de luto y hosco

Yesos ojos de él vieron una luz

y volvieron en sí

y volvieron a mirarse como era él

y tendió la mano sobre los montoncitos de ceniza

sonriendo

Ya me voy -dijo

Me voy como me vine - dijo

"Adiós"

Y se fue por :0 oscuro.

EUGENIO MONTEJO*

Eugenio Montejo

Poemas selectos

&

La estatua de Pessoa

La estatua de Pessoa nos pesa mucho,

hay que llevarla despacio.

Descansemos un poco aquí a la vuelta

mientras vienen más gentes en ayuda.

Tenemos tiempo de tomar un trago.

Son tantas sombras en un mismo cuerpo

y debemos subirlas a la cumbre del Chiado.

A cada paso se intercambian idiomas,

anteoJos, sombreros, soledades.

Démosle vino ahora. Pessoa siempre bebía

en estos bares de borrosos espejos

que el Tajo cruza en un tranvía sonámbulo.

¿Por qué no va a beber su estatua)

Con todo el siglo dentro de sus huesos

vueltos ya piedras llenas de saudades,

casi nos dobla los hombros

bajo el silencio de su risa pagana.

A Rafael Cadenas

• EugeniO Montejo (Cal'acas. Venezuela. 1938). ha publIcado los Siguientes

libros de poesía: Élegos ( 1967). Muerte y memorra ( 1972). Algunos Palabras ( 1976). Terredad (1978). TrópICO absoluto ( 1982). Alfabeto del mundo (1986).

AdIÓS 01 Siglo xx ( 1992). Partitura de lo cigarra (2999) y Papiros amorosos (2002) .

Ha publicado asimIsmo dos colecciones de ensayos Lo ventano obliCUO ( 1974)

y El taller blanco ( 1983). así como vanos cuadernos de escritura heteronímica

entre los que figuran El cuaderno de Bias ColI ( 1981 ). GUItarra de horrzonte por

SergIo Sandoval ( 1992). El hacho de sedo por Tomás Linden (1996) Y Chamarra

por Eduardo Polo (2004). Antologías de su obra poética han sido publIcadas

en Brasil. España. México. Bogotá. Londres. Caracas y Valencia. En 1998 le fue concedido el Premio Nacional de Literatura.

EugeniO Monte/o. Poemas selectos. bid & ce. editor, Caracas. Venezuela. 2005. pp. 77-78. 86-88

.... Paisaje de Venezuela 39 Bibl ioteca de México

No hay que apurarse. Llegaremos.

Lo que más cuesta no es la altura de su cuerpo

ni el largo abrigo que lo envuelve

sino las horas del misterio

que se repliegan pétreas en el mármol.

Cuanto a diario soñó por estas calles

y desoñó y volvió a soñar y desoñar;

el tiempo refractado en voces y antivoces

y los horóscopos oscuros

que lo han cubierto como una gruesa pátina.

Alzar sólo su cuerpo sería fácil.

Aunque se embriague no pesa más que un pájaro.

Adiós al siglo xx

Cruzo la calle Marx, la calle Freud;

ando por una orilla de este siglo,

despacio, insomne, caviloso,

A Á/varo Mutis

espía od honorem de algún reino gótico,

recogiendo vocales caídas, pequeños guijarros

tatuados de rumor infinito.

La línea de Mondrian frente a mis ojos

va cortando la noche en sombras rectas

ahora que ya no cabe más soledad

en las paredes de vidrio.

Cruzo la calle Mao, la calle Stalin;

miro el instante donde muere un milenio

y otro despunta su terrestre dominio.

Mi siglo vertical y lleno de teorías ...

Mi siglo con sus guerras, sus posguerras

y su tambor de Hitler allá lejos,

entre sangre y abismo.

Prosigo entre las piedras de los viejos suburbios

por un trago, por un poco de jazz,

contemplando los dioses que duermen disueltos

en el serrín de los bares,

mientras descifro sus nombres al paso

y sigo mi camino.

La poesía

La poesía cruza la tierra sola,

apoya su voz en el dolor del mundo

y nada pide

- ni siquiera palabras.

Llega de lejos y sin hora, nunca avisa;

tiene la llave de la puerta.

Al entrar siempre se detiene a miramos.

Después abre su mano y nos entrega

una flor o un guijarro, algo secreto,

pero tan intenso que el corazón palpita

demasiado veloz. Y despertamos.

El naufragio

El naufragio de un cuerpo en otro cuerpo

cuando en su noche, de pronto, se va a pique ...

Las burbujas que suben desde el fondo

hasta el bordado pliegue de las sábanas.

Negros abrazos y gritos en la sombra

para morir uno en el otro,

hasta borrarse dentro de lo oscuro

sin que el rencor se adueñe de esta muerte.

Los enlazados cuerpos que zozobran

bajo una misma tormenta solitaria,

la lucha contra el tiempo ya sin tiempo,

palpando lo infinito aquí tan cerca,

el deseo que devora con sus fauces,

la luna que consuela y ya no basta.

El naufragio final contra la noche,

sin más allá del agua, sino el agua,

sin otro paraíso ni otro infierno

que el fugaz epitafio de la espuma

y la carne que muere en otra carne.

GUSTAVO PEREIRA*

• Gustavo Pereira. poeta y ensayista venezolano nacido en Margarita (1940). doctorado en la Universidad de Paris y fundador del Departamento de Huma­nidades y Ciencias Sociales de la Universidad de Oriente. Ha obtenido numero­sos premios. como el Nacional de Literatura (2000). el Ramos Sucre (1997) Y el de Fundarte ( 1993). Director de la Revista Nacional de Cultura (1 999-2002) Y autor de una treintena de libros; su más reciente titulo. Sentimentario (2004). pertenece a la colección Altazor de Monte Avila Editores Latinoamericana.

Gustavo Pereira. Poesía Selecta. Monte Ávila Editores Latinoamericana, Ca­racas Venezuela. 2004. p.1 04. 134 Y 135.

40 Biblioteca de México

Canción del otro con ceniza

Como plato vacío sobre la mesa donde una tropa

hambrienta espera

Como poste pelado por la lluvia y las tormentas

en medio de un

interminable desierto

Como animal óseo y con lágrimas

que lame con su hocico húmedo y largo los basurales

de la gran ciudad

Como tren abandonado a un extremo de la vía en la que

nadie repara

porque es la vía hacia el desamparo y la desolación

Como un poeta tonto entre miles de técnicos geniales

en las suntuosas oficinas donde se deciden los destinos

las forn icaciones

y el hastío

Como un envoltorio arrugado en el cesto de donde nadie

lo rescata

porque su pobre papel sobre el mundo ya fue

desempeñado

Así tal vez seré algún día

cuando de mi cabeza no salgan pájaros sino pardas

o locas cenizas.

Carta de (des )identidad

Vengo de tres sombras

pero sólo conozco

el desprecio que marcó la calzada que me conducía a

las otras dos

Por muchos años sentí maíz amargo en mis huesos

aunque era dulce la arepa de mi infancia

y soleadas las hamacas que arrebujaban mis espejismos

Por mucho tiempo sentí el escozor del esclavo

y la rodilla rota de los shamanes

pero ¿quién iba a decirme que bajo esta piel blanca había

lejanos pómulos y plumas y escombros

y latigazos y perros

fosforeciendo en los rincones

sacando sus lenguas descuartizadas

bajo los restos de su derrota?

Yo había huido sin saberlo de los tejados adonde los

murciélagos

acuden por las noches a traer de la gran oscuridad el

mediodía

Yo tropezaba en el desierto de mi madriguera

sin saber que más allá las vasijas de barro despuntaban

sobre los tambores

y las flechas escupían su corteza secreta

en nuestra carne

Yo desconocía el rumbo de la madera y el balbucir de las

totumas

y el triste diapasón de las flautas

Yo era un búho más sobre la t ierra

Un condenado de la historia

Hasta el día en que vinie ron hacia mí los viejos coágulos

de aquellas

Sombras

y me persuadí de estas cosas.

lYDDA FRANCO FARíAS*

lisa y llanamente abre los ojos

se coloca la mascara del día

las zapati llas de rondar sobre el abismo

las pestañas de ir a los oficios

las alas de vo lar hasta la fábrica

a marcar la ta~eta que computa

la no vida

he aquí esta mujer lívida como un fantasma

real como una espina o una piedra

que menstrúa

que copula

y se vale de ciertos artificios

como teñirse los cabellos

ponerse sombras en los párpados

sacarle brillo al piso

• Nació en la Sierra de San Luis (estado Falcón) en 1943. Y se radicó en Ma­racaibo en 1963.

Publicó, ent re otros: Poemas circunstanciales (1 965), Primer premio en el

Concurso Literario del Ateneo de Coro, Edad de los grandes ataúdes (1977);

Summarius, prosa poética ( 1985); Recordar o los dormidos (1994); Descalabros en oberturo mientras ejercito mi coartado ( 1994) con el cual gana el Premio

Regional de Literatura Jesús Enrique Losada, Mención Poesía, otorgado por la

Gobernación del estado Zulia; Bolero o medio luz (1994); Uno (1 998); Antología poético (2002). Falleció en 2004, dejando cinco de sus obras inéditas.

Lydda Franco Fanas, Antología poético. Monte Ávila Editores Latinoameri­

canos, Caracas, Venezuela, 2005, pp. 41 Y 84.

41 Biblioteca de México

brillo a la soledad

brillo a la parcela de aliento

que guarda en los cartnagos

en la marejada del corazón

en la penumbra de los sueños

donde a veces relampaguea

la dormida tenaza

guijarro contra espejo

preñez a contracielo

me encontrarán tendida a ras de luna

o flotando lluvia abajo

en la resaca del último cigarro

en el silencio que vibra emparamado

desde donde pronuncio mi postrer discurso

exhortando a los curiosos a que desvíen la atención

hacia otra parte

por ejemplo a ciertas virtudes

que no tuve tiempo de probar

quizás porque no logré lo que quise

un cómodo sofá

un mundo que no cambió

que apenas si empieza a pestañear

ahora que purgo mi orfandad

que los párpados pesan asidos al desamparo

ya voy tierra

ya voy cenizas

ya voy olvido

circulen buenas gentes

aquí no ha pasado nada

regresen a sus oficios

a la sobrecogedora normalidad

SharonTate

Sangre

Sangre

y más sangre

WILLIAM OSUNA*

un flujo de sangre por toda la casa

las luces apagadas

y el cinematógrafo encendido

por última vez

en la última escena

la palabra pig escrita en las

paredes del baño

• William Osuna ( 1948) es poeta. docente. editor. Ha publicado Estos 81 : Mas

si yo fuera poeta. un buen poeta: Antología de lo molo calle: Son José Blues + Epopeya del Gua/re y otros poemas. Dirigió el Taller de poesía del Centro de

Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos. Ha obtenido los siguientes pre­

mios: IV Bienal José Antonio Ramos Sucre; Premio Municipal de Poesía Manuel

Díaz Rodríguez; Premio Ciudad de Caracas; primera mención en el Concurso

Internacional de la revista Poesía. Su obra poética ha sido traducida al inglés.

chino y serviocroata. Es editor de las revistas En el cominO y A pleno voz.

William Osuna. Miré los muros de lo patrio mío. Monte Ávila editores

Latinoamericana. Caracas. Venezuela, 2004. pp. 225. 238 Y 245.

no hay ticket de vuelta

ni función continuada.

Por la noche

en los oscuros estudios de Hollywood

un sueño de dólares y gatos perfumados

se une a éste

que finaliza

en un estacionamiento

y hace

que yo despierte

con humo en la boca.

Casi arte poética

Un poema no sale de esta campana sorda.

ni mucho menos

de este bostezo angelical

que teme pudrirse con las palabras.

Un poema - por ejemplo- es capaz

de reventar hasta caminando por las calles

donde quebramos los vidrios hace quince años

cuando entonces llevábamos pantalones mofletudos

y los zapatos gastados en los tacones.

En el mejor de los casos un poema es cuestión

de principios

y en este asunto sabemos que cada quien lleva los

suyos

Un (¡1m imposible de olvidar.

Poetalandia

L os poetas quieren escribir como niñas del San José

de Tarbes, cosa que no estana nada mal, si

fuesen las niñas del San José en persona.

Parecen princesas desanilladas. Toman caña

mala, comen cuca andina, hablan de ambrosía,

y de una miel que no vino del estado Aragua.

42 Biblioteca de México

Antes monan en una barricada. devorados por el

hambre, paraíso de las drogas, arrastrados en el

estiércol de las oficinas, o de amor.

Hoy aparecen como sombras parloteando en un

matorral. Son límpidos e inmaculados. Si fuesen

gusanos vivinan dentro de manzanas de oro.

A los poetas les obsede una dulzura inimaginable.

No se les conoce pares, la mejor especie.

Invocan los caminos de la fama; en esos caminos

trepan alto, andan en zancos por toda la ciudad,

se hacen perseguir por vendedores de alfombras

y artefactos eléctricos.

En los hoteles cuentan historietas de hombres

con gabán, lentes oscuros, noches de apremio en

supermercados y cines.

No revelan, no liberan, se unen a un hilo telefónico,

a una suma bancaria, a una placa de bronce.

en cualquier esquina o salón. Al pasar de los

años devienen en la butaca 1800 en el gallinero

del Parnaso.

Los poetas viven dentro de los poetas. es decir

que allí no vive nadie, sino su pequeña ambición.

Suceden.

EDDAARMAS*

• (Caracas. 1955) Ha publicado los libros de poesía: Roto todo silencio (1975). Contro el aire (1977). Cuerdas de serpiente (1985). Rojo circular (1992). Sable (1994. Premio Municipal de Poesía 1995). La otro orilla (1999). La mujer que nos miro (2000). En bicicleta recibió en 2002 el Premio de Poesía de la X IV

Bienal J. A Ramos 5ucre. Edda Armas. Armaduro de piedro. Ed. Pequeña Venecia. No. 97. Caracas.

Venezuela. 2005. pp. 45 Y 67.

Cuando regresen los guerreros

con la vida metida en una misma maleta

ahorcadas las ideas y los ruegos

quemados ya los libros y los manifiestos

escritos con celo de carcelero

con el coraje de los silenciados

de los que ya se han ido

de la fogata sacarás los ojos

para interrogarlo todo

C astigar los amuletos. Trenzar

la suerte con la cinta alrededor del tobillo

no basta. Daga que se enfunda

Cascabel que amarra la luz al encenderla

El lodo en el rostro son las nubes huesas

de todo holocausto

paso de piedra en piedra. Auschwitz

H iroshima. Bosnia. Irak, Bagdad

como piedra honda

La ciudad rota. las ciudades

desde donde esto escribo. Cae. duelen

como cuerpo

como país.

El ojo sangra. El amuleto sangra

Luna que nos sigue. No hay caverna

Saliva amarga lo que tragas

SANTOS LÓPEZ*

Decimos oro

Decimos oro.

y el apetito de lo extraño limpia su camino de saña;

y de lo propio, la roca de los muertos rueda hacia su volcán.

El hombre destinado al péndulo continúa su vaivén de trueque.

A un lado prueba el amor y en el otro, la repugnancia y sus

lenguas.

Al pensar su permanencia, abre un suspenso.

No sigue ningún cauce ni leyenda.

Los anhelos no pasan cuando oímos quietud.

• ( 1955) Poeta Director fundador de la Casa de la Poesía Pérez Bonalde. Li­bros de poesía publicados: Otras costumbres. Universidad Central de Vene­zuela. 1980; Alguna luz Alguna ausencia. Fundarte. 1981 . Mas doliendo ya. la Calle Empedrada 1984; Soy el animal que creo. Fundarte. 1987. E/libro de la tri­bu. Monte Ávila Editores, 1993. Los buscadores de agua. Ediciones de la Casa de la Poesía. 2000. E/ cielo entre cenizas. Monte Ávila Editores, 2004. Poemas suyos han sido traducidos al inglés, alemán, francés, chino e italiano. Fue mere­cedor del Premio Municipal de Poesía en dos ocasiones: 1986 y 200 l .

Santos López, Soy el animal que creo. Antología; Colección Vitral es de Ale­jandría. Grupo Editorial Eclepsidra. Caracas, Venezuela, 2004, pp. 141 Y 160.

4l Biblioteca de México

Decimos verdad.

y de qué manera gozosa el caos agrada a nuestros sentidos

y los disuelve en su hora.

El cielo en la balanza es apenas un huésped del día

La luz hace luz en las palabras.

y la noche tiene un préstamo pálido de la imaginación;

y es prenda de la blasfemia bajo un sol celoso.

Decimos adorno.

y venimos al mundo en dos tiempos inseparables:

Un milenio de mentiras recalentado en su sed

y otro de fantasía, donde las aguas se beben estancadas.

Contemplación

Esta noche he sacado mi estera a la luz de la luna

y sobre una piedra me acuesto a ver el cielo.

Ahora puedo reír y volar a mis anchas.

Aquí todo es resplandeciente .

Después del redondo espejo en el cruce de la entrada,

Aparecen las grandes terrazas de los astros,

El plumaje de las estrellas que se queman,

El torrente de aguas que no se encoge,

Las ondas celestes que navegan sin sombras,

El torbellino transparente de nubes,

El paso tembloroso del arcoiris,

El árbol de rocío que nunca cesa

y las murallas de vapores y lluvias.

Vi todo esto en el cielo acostado en una estera

Sobre una piedra negra a la luz de la luna.

MARISSA ARROYAl*

Vertiente norte

Hay un puente

Qué nos han dejado

la transparencia de la mañana

el cuarzo rosado

de una rama de apamate

las crines de los caballos

relucientes de rocío

la niña bajo las bungavillas

y un perfume en la mirada

que a sí misma se mira

Vida en el desierto

Tras las dunas

Marissa Arroya/

los vientos se agitan y ululan y bruñen

las torres ojivales de obsidiana

en el tumulto de arena y sal

a tientas hilo con hebras luminosas

la frescura del pozo

que guardan el león y el unicornio

.Venezolana nacida en San José de Mayo. Uruguay. en 1959. Ha colaborado con

la producción de la Semana Internacional de la Poesía. organizada por la Casa

de la Poesía J. A Pérez Bonalde. Obtuvo mención de honor en la V bienal de li­teratura Mariano Picón Salas de la Universidad de los Andes. Premio Caupolicán

Ovalles, con el poemario Vertiente norte. Su poemario infantil Guoroiro Repono fue finalista en la Bienal latinoamericana y del Caribe de Literatura para Niños

"Canta Pirulero". del Ateneo de Valencia Marissa Arroyal. Vertiente Norte. Ediciones Actual-Universidad de los

Andes. Mérida. Venezuela. 2004. pp. 61 Y 93.

... Caracas vista desde La Rinconada 45 Biblioteca de México

JUAN CARLOS LÓPEZ QUINTERO*

de no a no

JUJIl Carl", Lóp"] QUIIllcrn

al pie de la página

l, IU I'o r llllnlll\1 I III!"\IIII{

(, 11)-1\11'" \'IIR.\I'\ 01 \ 111' ..... ORlo\ P'll ,l"

no me conformo con tener cabeza de chacal

barbilla perfilada que no deja apoyar mano alguna

la casa grande y eterna del faraón

no

hay un deseo de saber que no teme pena

y enmudece las palabras

tengo que aceptar en la oscuridad

los jeroglíficos de la angustia

de un aquí y un allá

entre un no y no

agua de fuego fuego de agua

han tendido el odio y todos somos presas

triunfo de aquel que vive de su pr isionero

agua sal agua dulce

las manos no encuentran los caminos

esperamos sentados

el agua del aliento el aliento del fuego

nuestro pasado su futuro su futuro nuestro pasado

el presente unísono reflejo

nubes y vientos vientos y nubes

• Caracas. 1963. Es poeta. critico y filósofo del arte. LicenCiado en Arte (Aca·

demla P,etro VannuCCl di Perugla. Italia. 1989) y en Filosofía (Universitá degli

Studl di Perugla. Italia. 1992). Tiene postgrado en Estét ica y Artes Visuales

(Essex Unlverslty. Inglaterra. 1995). Una selección de poesías de su manuscri­

to "A" fue publicado en la Antologio de la poesia launoamencana del siglo xx. El

turno y la tranSICión. compilada por Julio Ortega para Siglo XXI Editores

Juan Carlos López Quintero. Al pie de la página. Colección Vitrales de Ale­

Jandría. Grupo Editorial Eclepsidra. Caracas. Venezuela. 2005. pp. 36 Y 40

han tendido la red donde caemos con muecas y sonrisas

laurel de puños

vino de salivas

pan de hambre

han tendido el agua y el fuego

EZEQUIEL BORGES*

Ezra

Nunca daría un ojo por ti Ezra Pound

Sólo quisiera que nos sentáramos a remar un poco

en la vieja barca de los días

y esta vez me gustaría que dijeras lo que amas

No tendría yo piedras acumuladas

para distraer el tiempo del agua

Tu sabrías escucharme, a golpe de remo

Yo sé que dirías la palabra justa.

N o daría un ojo por ti Ezra Pound

El oro no está lejos

El oro pesa igual en nuestras manos

• Ezequiel Borges (1964). poeta venezolano. periodista y traductor; es una de

las voces más particulares de la joven poesía venezolana actual. De su palabra

emanan múltiples universos expresados sorprendentemente, encuentros insó­

litos con épicas y fábulas milenarias. mitos subyacentes en la memoria y el alma

colectivas que afloran como enigmáticas experiencias personales.

Ezequiel Borges. Treinta poemas. Comala.com. Caracas,Venazuela, 2005. pp.

13 Y 32·33.

46 Biblioteca de México

También el miedo es nuestro

Nosotros que soñamos lo infinito,

sabemos que nuestros árboles

-como la lIuvia-

sucedieron ayer

Mañana las lunas perderán el sentido.

N i un ojo por ti Ezra Pound

Un día, cuando estés loco,

iré a llevarles pedazos de pan a tus palomas

Mientras tanto, ojalá olvides, entre otras cosas,

la voz de Radio Italia.

Aunque podría decirte que el amanecer nos muere

Que este es el crepúsculo de levantarse

Hoy muchas estrellas brillan de pronto

Rojos oscuros, franjas azules, gris bellísimo

Todo dentro de nosotros.

Ya no hay ojos para ti Ezra

Te perdonamos, perdón ate tú ahora

La vida es un animal en presente

Si estás ciego, si estás enfermo, si estás cansado

Descúbrete, vuelve a nadar el río

Cuéntanos el último tonko de los pájaros

Ahora que estás verdaderamente solo

Cuéntanos la risa de la luciérnaga

Con esa tos tuya

Amigo

Cuéntanos el amor que no tiene tiempo.

Cuadrilátero

Se llamaba Jack Johnson,

se llamaba Jack

Y cuando cruzaba la gran puerta de Harlem

se quebraban los espejos

y los niños negros jugaban a cantar

el humo de sus bocas

Esa luna que brillaba era una cama

para los niños en el frío

Y él era un hombre de arcilla vestido de ghetto

Jack era un hombre de arcilla

Un hombre terrible

Decidido a quebrar el mar con las manos

Pero aquel umbral que cruzaba no era para él

Era para los que cruzaban día a día

la soledad y el hambre

Él peleaba por ellos largos asaltos

En las noches rojas

Jack

CARMEN VERDE AROCHA*

VI

El hombre estaba guardado en mi bolso.

Iba conmigo al colegio.

Era gallardo.

Llevaba el cielo en los huesos,

entraba en remolino.

No podía oír las clases

porque me molestaba con su amor.

Una noche quise vengarme.

Sus manos eran largas como un río.

Traté de dormir,

los ojos se fueron cerrando.

El hombre roncaba

en su intento de enseñarme a multiplicar

los murmullos.

Así quedó todo, en murmullos.

Finalizó el año escolar.

Al hombre se le llenó el cuerpo de uvas.

Se trataba de un ánima.

Por él decido volver al Convento.

(De Amentio)

• Carmen Verde A rocha (Caracas. 1967). poeta y ensayista. es licenciada en

Letras de la Universidad Católica Andrés Bello. Ha publicado cuatro libros de

poesía: Magdalena en Ginebra (1994). Cuira ( 1997). Amencia (1 999) Premio de

poesía del II Concurso Literario A nual Aristides Rojas. y Mieles (2003).También

publicó el libro de ensayo El quejido trágico en Herrera Luque ( 1992)

Carmen Verde Arocha. Mieles. Poesía reunida. Monte Ávila Editores Lati­

noamericana. Caracas Venezuela. 2005. pp. 63 y 99-10 l.

47 Biblioteca de México

La concubina

La concubina vive cerca del Monasterio,

en un pedazo de t ierra,

escogido para guardar los secretos de la tarde,

y doblar la tarde como si se tratara

de un vestido largo con grandes pliegues.

Se levanta temprano,

va descalza a la montaña para ocultar el odio

debajo del racimo de una palmera.

N unca ha olido el perfume de las flores secas.

Siempre lo mismo,

el pecado retenido entre el cielo y los labios,

esperando un cambio de luna para acercarse a Dios,

ofrendar un té de hierbabuena,

ovejas y leones.

Quitarse un poco de ojos, de oído, de palabras,

todo aqu~lIo que estorbe en la oración.

Por eso nunca está de cumpleaños.

De pie con la espalda hacia la puerta

espera la edad de los días.

La casa de la concubina, grande y espaciosa,

no t iene nada que envidiarle al Monasterio.

Es una casa que se ha caído varias veces,

luego vuelve a edificarse.

¿Qué es lo impuro?

preguntó la última vez,

que venía de pedir perdón

t raía consigo un mandato:

Hay que silbar a los perros

para que nuestra sombra esté lista a la hora de amar

La concubina disimula cuando su cabello

comienza a volverse ceniciento.

Siempre hay un hombre que vive en la casa con ella,

saca el hierro de su cint ura

cava hondo con una pala,

y le recorre el destino.

El humo se sostiene en el aire,

la canela en las manos,

y milímetro a milímetro la serpiente va debajo

de la tierra,

mientras ella de regreso,

lejos de todo reproche

canta:

El amor

siempre lo sueño

con un pájaro en los dientes

y el aire eleva

una a una las plumas de colores.

Esto ocurre en el alma

y ve en el espejo blanco,

alzados sus brazos,

el pulgar cerrando sus enormes ojos negros.

Afuera se oía:

"Vida después de la muerte"

era el amolador cruzando la calle.

Hay muchas maneras de amar

Piensa.

y cierra la puerta de los cuartos.

(De Mieles)

MARíA RAMíREZ DELGADO*

• Nació en Los Teques (Venezuela). 1974. Autora de los libros Éramos malos y otros textos agnos (Narrativa. Ediciones Funsagu. 2002) y de haikus En el barro

de Lesbos (Ediciones Funsagu. 2002). Algunos de sus cuentos están en la anto­

logía Voces nuevas 1995-1997 del Centro de Estudios Latinoamericanos Casa Rómulo Gallegos (CElARG). donde también participó en los Talleres de Ex­presión Literaria de Narrativa y Dramaturgia. Ganadora del concurso "¿Qué

es un fetiche)" de clubculturacom en 2002 y en 2004 finalista del concurso

"Cartas de Amor" de Mont Blanc.

María Ramírez Delgado. Quemaduras. Colección VitraJes de Alejandría.

Grupo Editorial Eclepsidra. Caracas. Venezuela,. 2004, pp. 8 Y 25.

48 Biblioteca de México

Tengo esta absurda forma de buscarte

insistente representación

de arrebatar tu mano en una plaza

donde te instituyo cada mañana.

Encontrarte perdida entre carpetas

entre hojas

entre cajones olorosos a polillas

que debieron morir y siguen vivas.

Combino tus olores

sonrío al pensar que me sonríes

que, tal vez, por error

te t ropezaste con mi pensamiento,

me creo así el invento del apego

y juego a que me juegas,

a que también, de pronto,

sin excusas,

eres cálidamente ilógica.

Va comiendo tus piernas un río

desciende raíz

asciende salpicando vino tinto

fluye abriendo piedras

tu franja delicada amputa

arena creciendo detrás de mí.

y entra la mar

como una garrafa rajada en un puerto

te visto de macizo y monte

permaneces

dentro de una esmeralda

ni la canela oscura

cortada por los sacn1egos detiene

tu humedad durmiente.

ERIKA REGINATO*

La vida se desprende

de mi lado derecho

Escucho las promesas

las plegarias del retorno

la voz de la vigilia

del hambre

Me pierdo

entre los muros grises

de esta habitación

• (Caracas, 1977) Cursa estudios de Letras en la Universidad Central de Venezuela Obtuvo la Mención Hononñca en el Concurso Nacional de Poesía para liceístas del año 1995. organizado por la Casa de la Poesía Pérez Bonalde. Ha realizado labores como asistente a la producción y relaciones públicas de la Semana Internacional de la Poesía; a la vez. ha participado en recitales de poe­sra en programas como "El país en el espejo de la literatura" (1 997), en la Semana Internacional de la Poesía ( 1997). Primer Encuentro de Jóvenes Poetas organizado por el Ateneo de Valencia ( 1998), entre otros. Participó en el Taller

de Poesra dictado por Santos López. Erika Reginato, Día de San José, Colección Vitral es de Alejandría. Grupo

Editorial Ec!epsidra. Caracas. Venezuela. 1999, pp. 17 Y 37.

Con cautela observo

las formas oscuras

que se detienen

en el marco de la puerta

Comienzo a tocarme

el inicio de la errancia

los fragmentos de mi espesor

C amino sobre los cimientos

de tu pueblo

en pena

recuerdo tu vejez

Busco tus manos arrugadas

en el Monte Grappa

Escucho

el ruido de las piedras

los golpes de las ventanas

que penetran

Toda la noche espero

los restos que recorren

estas pesadas telas

estas camas que sostienen

el olor de lo encerrado

fA DE SAN JOSÉ EI(II,>\ RI( , IN ¡, 'I! )

49 Biblioteca de México

GABRIELA ROSAS*

Las costillas

T oca a la puerta

el cordero duerme en las costillas

no he podido ser la mujer

diaria y fría

ni el amor

acostúmbrate a los huesos de María

a su cama

al malestar de vivir un mismo día durante años

dentro de mí

todo está hecho de tierra

es t u culpa el odio que sostienen mis piernas

la voz que me hace falta

aunque nos pese.

¿Cómo salir de tu lengua

sin ser atropellada por tu aliento?

descalza

sin ropajes que puedan lastimarte

dame paso

quiero ser duende que habite tus pupi las

una amante celosa de cualquier ojo

que te pretenda

una criatura valiente

a cambio

una concha marina que te evoque

un mago que me arroje un sueño

donde tú me persigas.

MUDANZA GABRIELA Ro AS

VITRA LE DE A LE.JANORfA

RVI'O EDITORIAL E LEP'i IORA

• (Caracas, 19T1). Ganadora del Primer Premio Nacional de Poesía para Jóvenes

Liceístas (1995), organizado por la Casa de la Poesía Pérez Bonalde. Colabora

en la producción de la Semana Intemacional de la Poesía. Ha participado en

diversos recitales y encuentros de poesía nacionales entre los que se encuen­

tran el Primer Encuentro de Poetas y Narradores Noveles organizado por el

Ateneo de Valencia en octubre de 1998, en el ciclo "El país en el espejo de su

literatura", en Caracas, evento organizado por la Fundación Herrera Luque en

1997; el 111 Salón Pirelli de Jóvenes Artistas, evento organizado por el Museo de

Arte Contemporáneo de Caracas Sofia Imber, 1997, entre otros.

Gabriela Rosas, La Mudanza, Colección Vitral es de Alejandría, Grupo Edi­

torial Eclepsidra, Caracas Venezuela, 1999, pp. 22 Y 29.

..... Monumento en Caracas 5 1 Biblioteca de México

RE NA TE RAECKE

EL OJO ABIERTO

MIRA EL LIBRO Traducción de Claudia Cabrera

Agradecemos profundamente a las doctoras Barbara Honrath, directora del Goethe-Institut y Maria Linsmann, directora del Bilderbuchmuseum Troisdorf. su generosa autorización para reproducir el texto de Renate Raecke y las imágenes de la expo­sición Ilustración Contemporánea de Libros Infantiles en Alemania. No menor es el reconocimiento para Eva Maria Hackenberg, directora del Centro de Información del Goethe Institut, Mexiko, AC.

52 Biblioteca de México

El libro alemán infantil ilustrado y la visión del mundo del niño'"

Karl Philipp Moritz, autor de la fa­mosa novela educativa Anton Reiser, I publicó en 1790 su Neues ABC-Buch (El nuevo libro del abecedario), en el que él, apasionado pedagogo y pen­sador ilustrado, transmitió "con fra­ses sencillas, además de la técnica básica de la lectura -apoyada en imágenes y una prosa rítmica [ ... ]- los fundamentos del pensamiento".2

"Este libro contiene imágenes y letras. La primera imagen [para la letra A] muestra alojo (Auge, en ale­mán) con el que veo las imágenes. El ojo abierto mira el libro."Y continúa en la segunda página [para la letra B] diciendo: "Quien no sabe leer, sólo ve las imágenes (Bilder, en alemán). El libro (Buch, en alemán) hace más lis­tos a los niños pequeños." Estas fra­ses iniciales ponen de manifiesto que Moritz va más allá de los abeceda­rios comunes. Ni largas enumeracio­nes de palabras que empiezan con la letra A (águila, anguila, animal, etc.) ni rimas fáciles de memorizar acompa­ñan al joven lector a través del abe­cedario. Por el contrario, desde la primera página la desafiante exigen­cia del autor y el carácter imperativo de sus intenciones quedan más que claro~: ¡Mira bien! ¡Piensa! ¡Establece relaciones! iMira más allá de lo que te muestra la imagen!

Poco más de dos siglos después (en el año 2000) Wolf Erlbruch, uno de los ilustradores alemanes con­temporáneos más reconocidos, ilus­tró la nueva edición de El nuevo libro del abecedario de Karl Philipp Moritz. Las imágenes igualmente geniales que utilizó en este histórico abece­dario, ponen de manifiesto las inten­ciones educativas del autor. Prácti­camente no existe un mejor ejemplo para mostrar la fuerza autónoma de una ilustración. Los dibujos y col/ages

· Texto para el catálogo de la exposición montada

en la Biblioteca de México (Sala de exposiciones 1)

del 2 al 26 de marzo de 2006. I La novela Anton Reiser apareció en cuatro partes

entre 1785 y 1790. Se le consideró como un docu­

mento autobiográfico único del siglo XVIII. El autor.

nacido en Hameln en 1756. murió en Berlín en 1793.

1 Karl Philipp Moritz. Neues ABC-Buch. ilustración y

tipografia de Wolf Erlbruch. prólogo de Heide

Hollmer. Münich. Kunstmann. 2000. 64 páginas sin

numerar.

de Erlbruch trasladan un antiguo texto a la época actual. La manera en la que convierte en imágenes "los fundamentos del pensamiento" pro­puestos por el autor es tan sorpresi­va como "simple".

Miremos de nuevo la primera pá­gina: "La primera imagen muestra al ojo con el que veo las imágenes." Erlbruch hace un escueto col/age con una figura elíptica, en forma de ojo, sobre una superficie verde. Frente a ella se encuentra, dándole la espalda al lector, un niño. Está parado de tal forma que mira exactamente dentro de la clara forma del ojo a la vez que su redonda cabeza de cabello negro conforma la oscura pupila del ojo que nos mira. ¡Percibir y ser percibi­do en el mismo instante! Las manos cruzadas a la espalda del niño indican una tranquila y concentrada refle­xión. En la parte de atrás de su cabe­za una mano infantil escribió un "¡ajá!", una exclamación de sorpresa, de comprensión. "El ojo abierto mira el libro": ¡el ojo como la clave para conectar el lenguaje, la imagen y la conciencia!

El nuevo libro del abecedario de Moritz data de un tiempo en que un libro era todavía algo precioso para un niño y en el que la ilustración de tal libro debía darle al niño una pri­mera idea del "mundo visible":] el ni­ño había de hacerse una imagen de los objetos existentes y apropiarse de una imagen del mundo en tres pasos: mirar, nombrar y explicar.

Desde tiempos de Moritz han cambiado no sólo las ambiciones y los valores pedagógicos: la marea de imágenes, que se inició ya en el siglo XIX gracias a las mejores técnicas de impresión, es imposible de contener ahora, en el año 2005, debido al de­sarrol lo de los medios. Imágenes de revistas y publicidad, de fotos, del ci ­ne y la televisión, de mongos, juegos de computadora y de internet bom­bardean a los niños sin que nada las

) El concepto del "mundo visible" se refiere al fa­

moso libro de Johann Amos Comenius. Olbis sen­

suolium piáUS. Die sichtbore We/t. de 1658 (Olbis sensuo/ium piáUS. El mundo visible). Este libro se

considera hoy como el iniciador de la literatura

infantil y juvenil europea La base del libro de texto de Comenius la constituye la visión. es decir. la ilus­

tración y explicación del mundo visible. Este libro

dio origen a todo un género de obras parecidas

que se desarrolló a lo largo de varias generaciones.

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filtre ni las frene. ¿Qué imagen del mundo ha de hacerse un niño a par­tir de la sobreoferta visual en la ac­tua�idad? ¿El libro de ilustraciones ar­tísticas tiene todavía siquiera una oportunidad de ser percibido en medio de esta diversidad mediática?

Antes de mirar lo que nos ofre­cen los artistas representados en esta exposición, debemos echar un vistazo a dos "hitos" en el largo cami­no que va de 1790 a 2005, a dos artistas y sus libros infantiles ilustra­dos que, en su época, fueron poco convencionales y atrevidos (hoy di­ríamos "innovadores") y con los que abrieron brecha para la comprensión totalmente nueva que se tiene hoy de los libros infantiles ilustrados: un cambio de dirección de lo instructi­vo a lo entretenido.

Estos dos libros son, por un lado, Der Struwwelpeter (Pedro Melenos, 1845), de Heinrich Hoffmann y, por otro, Mox und Moritz (Mox y Moritz, 1865), de Wilhelm Busch, que narra las travesuras de dos pequeños. Con ambos libros el niño fue liberado del rígido corsé biedermeier de ilustrado­res como Ludwig Richter,4 en cuyos dibujos y grabados los niños actua­ban como pequeños adultos adies­trados y muy bien educados. El mun­do de Richter es un idilio en el que no aparecen niños reales. Por el con­trario, tanto Hoffmann como Busch presentaron al niño como un indivi­duo autónomo y le concedieron, a pesar de todas las aspiraciones peda­gógicas de la época, libertad de ac­ción. Nunca podremos alabar lo sufi­ciente la intuición y el valor de estos dos artistas, quienes, por un lado, se opusieron a la romántica imagen bie­dermeier del niño Yo por otro, le abrie­ron nuevos caminos al lenguaje gráfi­co y de la ilustración. Tuvieron que pasar casi cien años para que otro artista ilustrador de libros se ocupa­ra de manera tan radical de los mie­dos, deseos y caprichos de un niño: el norteamericano Maurice Sendak y su libro, convertido ya en clásico, Where the Wild Things Are, del año 1963 (Donde viven los monstruos). Y

• Ludwig Richter ( 1803-1884) fue uno de los ilus­

tradores más exitosos del siglo XIX. SUS grabados en

cobre y dibujos. que muestran encantadoras esce­

nas idealizadas. se siguieron utilizando en libros in­

fantiles y de música hasta bien entrado el siglo xx.

en la fase álgida de la literatura infan­til antiautoritaria, el genial dibujante alemán F .K. Waechter volvió a poner en un pedestal al niño revoltoso y autónomo con su ANTI-StruW'Nelpeter, si bien con una intención diferente a la del padre del libro infantil ilustrado alemán, Heinrich Hoffmann.

Si buscamos a los herederos de Hoffmann, Busch y Waechter entre los ilustradores que participan en esta exposición, y miramos si Pedro Melenos o Max y Moritz tienen bisnie­tos o incluso tataranietos, notaremos que, por lo menos entre los artistas aquí representados, la cotidianidad del niño parece haber sido expulsada del libro infantil. Pareciera que los niños le han cedido su lugar a ratones y cone­jos, cerditos y marmotas, gigantes y enanos. La única historia que se sale de este pat rón es el Schwi-Schwa­Schweinehund (El haragán interior), de Karoline Kehr: con colores estridentes y grotescas exageraciones, Kehr crea a Florent ine, una niña indómita que se

resiste animosa a las órdenes de sus padres (ino comas dulces!, ilávate los dientes!, iordena tu cuarto!) porque el haragán interior (personificado por un cerdo color rosa) resulta demasia­do seductor. No obstante, la rebeldía de Florentine es de corto aliento y su sensatez se impone sobre el inescru­puloso haragán . . . lo cual no le impi­de confesarle, una vez que están en cama en su ya ordenado cuarto, que le cae tan bien que se lo "comería". Con su muy personal método de construir y fotografiar bastidores tridi­mensionales, que se amplían por numerosos reflejos, Kehr crea escena­rios inconfundibles en los que se hace visible la cotidianidad actual de un niño (por ejemplo, en la basura por suelo de la habitación de Florentine, a resultas del consumo).

El salto que va de Hoffmann a Kehr pasando por Busch es osado y omite muchas cosas, pero nos per­mite aterrizq[ en medio de la ilustra­ción contemporánea de libros infan-

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tiles en Alemania. No podemos asu­mir que la visión del mundo del niño (en el sentido de una visión de la realidad) dependa en la actualidad del libro infantil ilustrado o de texto. Pero para que el libro ilustrado tenga una oportunidad de sobrevivir es necesario ofrecer a los niños imáge­nes no convencionales y, por tanto, se necesitan artistas que encuentren un lenguaje visual adecuado a la época y que le posibiliten alojo tener experiencias que le provoquen una exclamación de asombro: "iajá!"

" Ilustrar. ¿qué es eso?", preguntó una vez Erhart Kastner. quien durante años fue director de la Herzog August Bibliothek (Biblioteca Conde Augusto) en Wolfenbüttel, además de ser un coleccionista apasionado de libros ilustrados por artistas para niños:

¿Acaso podemos permitimos tomar

el concepto de la ilustración de mane­

ra tan superlicial, como si sólo se tra­

tara de sentar a la fantasía en un sofá

y de repetir con el lápiz de dibujo lo que ya se dijo con palabras, lo que ya se puso en escena? Eso sena demasia­do poco, eso no funcionaS

Así pues, la ilustración debe hacer más que tan sólo poner en imágenes exactas lo ya narrado en palabras. Debe buscar el diálogo con el texto, debe fungir como un plano de narra­ción propio, como contrapeso, como interpretación.

En esta exposición están repre­sentados reconocidos artistas, cuyos libros se encuentran en el mercado alemán e internacional del libro. Con sus ilustraciones muestran un amplio espectro de posibilidades de expre­sión artística. Algunos de ellos se diri­gen con sus obras exclusivamente a los niños, mientras que otros perte­necen más bien a la categoría del li­bro que rebasa fronteras y al que hoy gustamos de llamar 01/ oges.

Tratemos de repetir la pregunta de Erhart Kastner, "Ilustrar, ¿qué es eso?", sirviéndonos de dos ejemplos tomados de esta exposición, para mostrar las distintas maneras en las que los artistas encontraron el diálo­go con el texto y el plano narrativo propio de la ilustración.

Klaus Ensikat parece haber tenido un trabajo relativamente fácil al ilus­trar el texto Ponyweihnocht (Lo Na­vidad de los ponis) , de Erwin Stritt­matter. El autor cuenta una historia, rica en episodios que piden a gritos ser ilustrados, sobre una manada de ponis Shetland y la familia con la que viven. Ensikat crea, muy apegado a la tradición del dibujo clásico, a una en­cantadora y vivaz manada de ponis con melenas alborotadas y por la que todos envidian a la familia. Jus­tamente la noche de Navidad los ponis, que pueden pastar en libertad atrás de la casa, se pierden. Stritt­matter es parco al componer su his­toria: "Un potro Shetland puede es­conderse debajo de la mesa de la cocina cuando su madre entra a pe­dir pan duro." En el dibujo de Ensikat surge una cocina con una atmósfera que inmediatamente le confiere al texto una época determinada. El po­tro debajo de la mesa de la cocina y la yegua que asoma su cabeza por la puerta parecen ser menos impor­tantes que el interior de la cocina de la granja, en la que el molino de café,

, Erhart Kastner, "lIustrieren. was ist das". en

Philobiblon, año 3/ 1959. cuademo 3. pp. 186 ss.

el calendario, las tazas, las jarras de leche, el embudo y las ollas permiten reconocer a un dibujante y cronista que trabaja con una precisión extre­ma. O en la siguiente página: "Cuan­do los Shetlands trotan, tirando de su pequeño carro de ruedas rojas, el tráfico se detiene." Lo único que el autor determina en su texto son las ruedas rojas, el resto lo puede "inventar" el ilustrador: la ciudad, la calle, el Volkspolizist (miembro de la Policía Popular de Alemania Ori­ental), el limpiador de chimeneas, los visitantes del balneario termal, los autos.

En el t ranscurso posterior de la na­rración se hace alusión en el texto a que los ponis se comen la decoración navideña en el comedor del VEB

Strossen- und Tiefbou Neubrondenburg (empresa estatal para la construcción de carreteras y obras de ingeniería civil en Neubrandenburg), incluyendo el árbol de Navidad, los manteles de papel y los adornos de las paredes, pero Ensikat le da nombre a aquello y lo "traduce" en sus imágenes: el vigi­lante nocturno que reclama su re­compensa por haber encontrado a los ponis está sentado en un come­dor totalmente caótico, en el que lemas fraternales-socialistas cuelgan en jirones de la pared, y en el que se encuentra en primer plano, de mane­ra que es imposible pasarla por alto, una pala con el excremento de los

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caballos. "Atrás de cada poni había otra vez un montoncito de estiércol." Mientras que el autor cuenta una his­toria de Navidad, Ensikat ilustra, con humor subversivo, la desolada vida interior de la ex República Demo­crática Alemana (ROA).

Jutta Bauer tuvo que ilustrar un texto que, como ella misma escribe, era considerado " imposible de ilus­trar": Worum wir vor der Stodt wohnen (Por qué vivimos o los afueras de lo ciudad). El autor, Peter Stamm, retra­ta la fantástica odisea de una familia de var ios miembros que busca un hogar. De manera sutil, poética y un tanto intrincada, Stamm describe los lugares en los que se establece la fa­milia: de la casa con una lámpara azul se mudan porque ahí la hermana siempre estaba triste; del trolebús, porque el papá ya no quena a la mamá; del bosque, porque la mamá perdió su último libro .. Página por página se busca un nuevo refugio: bajo los puentes, en la luna, en el te­cho de la iglesia, en el bosque ... pe­ro también en el violín de la tía, "en ningún lado", en el cine, en la lluvia, en un sueño.

Jutta Bauer resuelve el problema utilizando una mirada aparentemen­te ingenua, que empieza por consi­derar posible todo lo que el autor propone. Mientras que en las páginas del lado izquierdo, abajo del texto, bosqueja con trazos de lápiz a la fa-

milia durante su peregrinar -cargan­do su equipaje, bailando o con im­permeables para la lluvia (con lo cual la artista adopta sin problemas el rit­mo fluido del texto )-, en las páginas de la derecha se encuentra una ilus­tración cuadrada a colores frente al texto en el que se dibuja el nuevo "domicilio". El truco de Bauer radica en el hecho de que ni siquiera inten­ta representar todos los detalles narrativos del texto de Peter Stamm, quien con sus palabras dice más de lo que la ilustradora podría nunca traducir en imágenes.

Con colores predominantemente cálidos y expresivos, los cuadrados constituyen una especie de espacio habitacional emocional, en el que re­suttan posibles y concebibles los de­talles del texto de Stamm, aunque no estén presentes. Precisamente con las ilustraciones "Cuando vivía yo solita" o "Cuando todas las noches vivíamos bajo un puente distinto", la artista reduce su imagen tan sólo a los senti­mientos provocados por la situación de la protagonista, sin perderse en detalles. Con un trazo ligeramente caricaturesco y utilizando ocasional­mente el collage, las imágenes de Jutta Bauer retoman las palabras del autor como un tema musical que permite variaciones. Bauer juega el juego men­tal, poético y chocarrero de Peter Stamm, omitiendo algunas cosas y enriqueciendo otras. El delicado trazo de su línea, que casi siempre se tras­luce a través de sus colores transpa­rentes, le brinda un carácter ligero a sus ilustraciones: imagen por imagen, el etéreo equivalente de las utópicas residencias de la famil ia.

A diferencia de Wolf Erlbruch, Jvtta

Bauer y. como veremos al final, tam­bién Rotraut Susanne Bemer; quienes con sus ilustraciones apelan tanto a un público infantil como (o quizás par­ticularmente) a uno adutto, varios ar­tistas que participan en esta exposi­ción se dirigen con sus textos e ilus­traciones primordialmente a los niños: Nikolaus Heidelbach, Axel Scheffler; Jacky Gleich, Nadia Budde, Philip Waechter; Sybille Hein y Katja Wehner. Ellos tienen en común, a pesar de sus muy diferentes lenguajes visuales, que se dirigen de manera natural y directa a su principal audiencia: los niños.

Axel Scheffler le apuesta totalmen­te a la calidad narrativa del texto de Julia Donaldson y dibuja con colores brillantes y líneas vigorosas un fantás­tico mundo de juegos en el que la lógica adulta no tiene cabida. Gigantes y ratones diminutos, jirafas y enanos se encuentran y viven en pacífica armonía. La mirada sobre lo que ocu­rre se presenta siempre desde la misma perspectiva, al nivel de los ojos. En algún lugar; un conejo habla por su teléfono móvil y un buggy book cuelga de un cochecito de bebé (como refe­rencia al aquí y ahora), pero algunas páginas más adelante, la princesa camina de la mano del Rey Sapo. Así pues, es éste un mundo ilógico, un mundo al revés, que cuenta con que los niños saben valorar un ambiente sin complicaciones y que disfrutan las pequeñas figuras divertidas. Éste es un patrón que, por cierto, hemos ya in­teriorizado desde que Janosch man­dara en los años setenta a su Pe­queño Oso y a su Pequeño Tigre a la búsqueda de tesoros y desde que con su diminuto Mausesheriff (El she­riff ratón) convirtiera al personaje más

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pequeñito de todos en prototipo del triunfador.

Mientras que los animales de Scheffier tienen un comportamiento antropomórfico (el zorro quiere dormir en un sleeping bag, el conejo habla por teléfono, el perro quiere mantener limpias sus patas, etc.) , el ratón de Janosch le es fiel a su espe­cie: el ratón sigue siendo un ratón y su comida favorita sigue siendo el queso, aunque lleve la placa en for­ma de estrella de sheriff. El artista juega de manera soberana con nues­tra memoria visual, que archiva los motivos y tópicos del Viejo Oeste. Aun cuando el sheriff ratón aparen­temente no tiene ninguna posibilidad de triunfar sobre los dos oscuros personajes que se acuclillan amena­zantes frente a él, el lector sabe (puesto que conoce las correspon­dientes escenas fnmicas) que, al final, el más débil será el más fuerte. Los animales de Janosch (no sólo los ra­tones, sino también el Pequeño Oso y el Pequeño Tigre que quieren viajar a Panamá)6 son los nietos del topo, la rata, el tejón y el sapo de Wind in the Willows (El viento en los sauces), un clásico escrito por Kenneth Graha­me y publicado por primera vez en 1908, en Londres. Tienen anhelos humanos pero disfrutan los gozos animales, se marchan para ampliar sus horizontes y tras el regreso a casa se contentan, sabios y agradeci­dos, con su madriguera. Como ya lo dijo Goethe: "Basta con marcharse al extranjero, para apreciar lo bueno que se tiene en casa."

• Janosch. Oh. wie schiin ist Panama. Weinheim. Beltz & Gelberg. 1978. 48 pp.

También los conejos y gansos, ra­nas y marmotas de Katja Wehner en Hasen pfeifen nicht (Los conejos no sil­ban) miran al mundo con grandes ojos abiertos. Un conejo anhela algo del todo imposible: aprender a silbar. Ludvik Askenazy, el autor; conduce al conejo en la búsqueda de un maes­tro, una marmota. Ésta dirá, con una expresión un tanto taimada: "No to­dos tienen que saber silbar." En la últi­ma página, el conejo está sentado en una banca, un disonante silbido pen­de en el aire, no es perfecto, ¡pero algo es algo! Valió la pena el intento.

Tanto Jacky Gleich como Philip Waechter eligen como tema al miedo infantil, pero ¡cuán diferente resulta el lenguaje visual empleado por cada uno de ellos! Con una línea expresiva y vigorosos colores, Gleich pinta, en perspectivas inclinadas, sueños que explotan con figuras temibles. El negro verdoso, el azul nocturno y el amarillo veneno son los colores pre­dominantes. La ilustradora toma en serio el miedo de la narradora infantil en primera persona y no le resta importancia. Ojos y boca muy abier­tos indican el pánico de la niña, mismo que sólo se esfumará cuando se deci­da a hacerle frente a aquello que la aterroriza. Las figuras que se agitaban

tan horrorosamente se convierten en siluetas reconocibles de árboles, el miedo ha sido desterrado.

Rosi , la protagonista de Rosi in der Geisterbahn (Rosi en lo coso de los sustos / el tren fantasma) también tie­ne miedo, pero siguiendo el lema de que "el peligro previsto es peligro extinto", se enfrenta al problema con seguridad y determinación: ejercicios de yoga, visitas al terapeuta, boxeo de sombras a la luz de una lámpara de pie ... la sagaz conejita sabe dón­de conseguir ayuda y se escabulle por la colorida cotidianidad de la ca­sa, la ciudad y la feria, dibujadas amo­rosamente en todos sus pequeños detalles. ¿Y el miedo? Los dinosaurios de la casa de los sustos resultan ser "besables" criaturas de papel maché. De manera alegre e irónica, se narra cómo Rosi se decide a superar sus miedos, enseñándoles a otros, al mis­mo tiempo, a temer.

Nadia Budde, Sybille Hein y Ni­kolaus Heidelbach han creado textos e imágenes (los tres ilustran sus pro­pios textos) cuya intención es esti­mular el "juego". Así, por ejemplo, Nadia Budde seduce con el lenguaje, en el que la nocturna cuenta de ove­jitas se convierte en un turbulento ritual , para nada soporífero, con co-

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nejas que corren y perros que sal­tan. Animales trazados con vigorosas líneas se ofrecen, en un vertiginoso lenguaje visual con perspectiva trans­versal, como sustitutos para las ya tan trilladas ovejas: salamandras y hienas, ratas y castores, cucarachas, polillas y muchos otros. El texto y las ilustraciones se aventuran en un no­vedoso lenguaje visual, lleno de ca­rácter; al que también se integra la tipografía. El ritmo del lenguaje y el ingenio de las imágenes van a la par y ambos alcanzan su objetivo.

Sybille Hein quiere que el juego se perciba de manera sensorial con páginas cortadas horizontalmente a la mitad, que permiten numerosas combinaciones al darles vuelta de acá para allá. La búsqueda de la feli­cidad de la protagonista Rutti Berg, a quien le gustaría mucho ser reina, se ve interrumpida por un monstruo. No obstante, Rutti emprende el ca­mino para lograr el siguiente sueño (¡ser astronauta!). La artista llenó la narración de estas aventuras con figuras dibujadas y coloreadas que luego recortó y pegó sobre la línea casi continua de un horizonte curva­do muy ligeramente. Collages de le­t ras y números, proporciones altera­das y líneas que se mueven con brío

ponen traviesamente en escena el sueño de Rutti Berg.

Por último, Nikolaus Heidelbach, en su libro Die dreizehnte Fee (Lo decimotercero hado) traduce en imá­genes los deseos subliminales y las fantasías nocturnas de algunos esco­lares. ¿Cuáles son los dones que con­cede un hada? Partiendo del cuento de hadas Lo bello durmiente, que está impreso en la versión de los herma­nos Grimm en las guardas del libro sobre un estampado de rosas, Hei­delbach les confiere a las hadas del cuento apariencias extravagantes, que no coinciden del todo con la idea que nos hemos hecho de las hadas ... y sus "buenos deseos" no se corresponden tampoco con aquello que nosotros o los niños considera­mos como tales.

Quien conozca el humor choca­rrero de Heidelbach, sus extravagan­tes fantasías soñadas y sus diversas "citas textuales" tomadas de la histo­ria del arte en sus obras anteriores no se sorprenderá por la variedad del artista. Así pues, Konrad Becker se encuentra de pronto en un sueño bajo la falda de un hada. Se permiten todas las interpretaciones: desde una madonna medieval con su manto protector hasta Anna Bronski, de El tambor de hojalata, de Günter Grass. Las hadas de Heidelbach irradian feminidad pura y ganas de vivir. El lector reconocerá que una vez más se ha dejado engañar por Heidel­bach: la bello durmiente y hadas, eso suena como un típico libro infantil,

traciones de Rotraut Susanne Bemer aparentemente le toman la palabra ingenuamente al texto de Schubiger. Con sus líneas simples se acercan a los dibujos infantiles (y, por tanto a la perspectiva narrativa de los niños) y, no obstante, cada ilustración de­muestra que la artista sabe más de la vida de lo que sospecha el niño na­rrador. Es este arco de tensión lo que le da vida al libro.

Así, por ejemplo, cuando la abuela muere, en el diario ficticio se lee: "Morir es normal para todas las per­sonas, animales y plantas, pero quizá no lo sea precisamente para quien está muriendo.' 'a Y como contraparte

_ vemos un río azul oscuro en el que una canoa roja se desliza hacia abajo. En el bote se encuentra una figura humana que sostiene una máscara demasiado grande frente al rostro (que recuerda las dimensiones de las

pero el ilustrador lo dotó de una tan placentera ambigüedad, que también el lector adulto podría abandonarse a la pasión de ese juego mental.

Una vez más: ¿cuáles son los do­nes que concede un hada? Las ilus­t raciones de Heidelbach y su juego con la fantasía nos incitan a seguir soñando y a descubrir a la decimo­tercera hada (ibuena!): una maestra más bien insignificante, que le ha leí­do en voz alta a su grupo el cuento de Lo bello durmiente. iQué homena­je más gentil a las mujeres que todos los días cumplen con su "misión en el frente" del salón escolar.

"En el mundo todo va con algo y en ningún lado hay un hueco. La nariz va con los lentes, la boca con la cu-chara . . Los peces van con el agua, los pájaros con el aire, las vacas con la pradera . . . Las palabras van con las cosas ... " El autor. Jürg Schubiger. ha puesto estas palabras en boca de un pequeño narrador en primera perso­na, quien escribe un diario. En Mutter. Vater. ich und sie (Madre, podre, yo y ello), el niño reflexiona sobre la vida con sus padres y su hermanita, a quien sólo menciona en tercera per­sona, ello. "Mamá dice que algunas cosas no van con nada. Hay vacas sin pradera y personas sin ropa ... Mis pies no van con los zapatos de papá, mi hermana no va con los libros, por­que todavía no sabe leer ... " 7 Las ilus-

, Jürg Schubiger. Muner. Valer. ieh und sie. con ilus­

traciones de Rotraut Susanne Bemer. Weinheim. Beltz & Gelberg. 1997. p. 12.

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máscaras africanas). El lector infantil sentirá la tristeza y pesadumbre de la imagen, mientras que el adulto podrá interpretar a la figura humana como Caronte, el barquero encargado de conducir a los muertos por el río Estigia hacia el reino de las sombras.

¿Descubrir al mundo en el libro infantil ilustrado? Como hemos visto, las ilustraciones de los artistas se han transformado, son más diversas y complejas. Actualmente, la cotidiani­dad real del niño aparece relativa­mente poco en el libro ilustrado de artista. Pero muchas imágenes poéti­cas, creativas, surrealistas y cómicas le ofrecen al niño la oportunidad de hacerse de una visión del mundo a partir de lo que ve. Se trata más de estímulos para la reflexión que de reproducciones para reconocer y nombrar. "¿Existen personas que pueden imaginarse lo grande sin empequeñecerlo?", pregunta Schubi­ger.9 En el lomo de un gato, Berner dibuja un "mapa" por el que pasea un hombrecito, por encima de él los astros giran alrededor del sol.

Imaginarse lo grande ... quizá a ve­ces exigimos demasiado a los niños en este sentido, pero peor sería no ofrecerles lo grande, con todas las variedades del juego para agrandar y empequeñecer que sólo el libro in­fantil ilustrado puede ofrecer: res­puestas creativas a preguntas a veces irrelevantes, a veces existenciales.

• J. Schubiger • op. cit. p. 52. • Ibid .. p. 27

JORGE FERNÁNDEZ GRANADOS

LAS LUCES DE

LA LECTURA

Nunca sabremos con certeza lo que despierta en al­guien el interés por la literatura. Cada caso es intrigante­mente distinto. En algunos fue una costumbre familiar : había libros en la casa, el padre o la madre leían o reci­taban algún poema de vez en cuando; esta costumbre pasa así de una generación a otra como una tradición doméstica, junto con la Navidad o las fiestas patrias. En otros, fue el deleite de un tipo de actividad antes desco­nocida, generalmente descubierta en la escuela, que ejer­ce en ellos un efecto perturbador y adictivo, y que los convierte progresivamente en lectores de literatura. En muchos casos, hay que reconocerlo, es un requisito sim­plemente del status social o académico y, más que inte­resarse en la literatura, este pretencioso público la wn­sume. En ciertos casos, asimismo, es sólo la vanidad de sentirse un "intelectual", un "hombre culto" o atraer con ese artificio al sexo opuesto -el medio literario suele estar atiborrado de egos de peso completo-. y. final­mente, para unos pocos, puede ser el deseo de expresar algo que no se aviene a los usos e intercambios de la vida cotidiana y para quienes la realidad inmediata es incom­pleta: para ellos la literatura es algo natural y a la vez ne­cesario como poder respirar el aire fresco. Un oxígeno.

Me interesan sobre todo estos últimos. Creo que es el público más fino y responsable de la literatura. Habrá otro y mayor, seguramente, que la usa, vive de ella o la consume. No lo desdeño. Gracias a él existen en buena medida los editores, los libros de texto, las librerías y vive toda una colectividad en torno a la industria de lo escri­to. Pero me refiero a ese lector secreto y decisivo, para quien la historia de lo escrito es una historia sagrada. Ese lector para quien hallar el libro siguiente de su vida no es hallar el libro inmediato, sino el verdadero. Verdadero en la medida que ofrece la continuación del diálogo genui­no de cada quien con la literatura y al mismo tiempo consigo mismo. Rara, por lo menos algo rara, es esta di­mensión de lo escrito. De hecho, no sé si el simple tér­mino de "público lector" sea el más acertado para lo que intento definir.

El libro es hoy día un objeto que se exhibe en las es­tanterías del supermercado. De hecho, se le llama " libro" a una variedad incompatible de objetos sólo parecidos unos a otros en su forma. Del mismo modo que sucede con el objeto "pantalla", es inimaginable lo que puede contener o la función para la que se le utiliza. La página es el abuelo ilustre de la pantalla. El libro en realidad es sólo un espacio de almacenamiento de información y un vehículo hasta cierto punto práctico para transportar y difundir esa información. Hoy en día, como todo, también

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ME L le DEL SIGLO XVI -~-

PRIMERA PART¡'

es un objeto de consumo. Cada semana encumbra a " los inmortales del momento" para verlos desaparecer a la siguiente. No obstante, me asombra que un objeto que requiere tanto esfuerzo para interpretarse y utilizarse tenga todavía demanda. Entre las papas y los focos, el jabón y los cereales, hay un paquete de hojas llenas de palabras que a alguien le interesa tener y recorrer. ¿Có­mo se explica esto?

Creo que nadie lee porque sí.Todos buscan algo en la lectura. Pero ese algo es lo que no se deja definir. La con­fusión consiste en que bajo el mismo objeto físico (el libro) encontramos un sinnúmero de especies informati­vas distintas. Del libro de texto al manual de autoayuda y de la novela rosa a la Biblia, lo que se ofrece es, ni más ni menos, la abierta diversidad del mundo y de la activi­dad humana. Algo semejante ocurre con la televisión o el internet. Miles, millones de canales en todo el planeta transmiten día y noche algo parecido a una Torre de Babel electrónica. Paraíso o pesadilla de la simultaneidad, la suma de todos estos canales como la de los libros hace mucho que rebasó las capacidades de asimilación de un cerebro humano.

Pero donde nos equivocamos es en atribuirle valores al objeto en sí. Los libros, como los canales o las páginas electrónicas, sólo son soportes: es deci r, simplemente el lugar o espacio donde se ofrece la información. No hay nada sagrado en un libro como no lo hay en un disco magnético. Además, esta diversidad babélica no tiene por

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qué limitarse. Al contrario, habrá tantos libros como información genere la actividad humana en el futuro. Lo podemos ver aún en los términos del vaticinio de Sté­phane Mallarmé: "Todo lo que existe tarde o temprano termina en un libro". Pues bien, ahora podemos decir que "Todo lo que existe tarde o temprano termina en una pantalla".

2

Advierte T S. Eliot que las civilizaciones pasan por eda­des. La edad en que una civilización es capaz de exami­narse y compararse consigo misma y con otras civiliza­ciones es la edad de la crítica. Para llegar a ella primero hay que pasar por dos etapas por lo menos: una de ges­tación y otra de esplendor. La tercera, cuando ya es fac­tible dicha perspectiva crítica, sobreviene generalmente a la edad de consolidación en la cual la confianza de una cultura ha permitido construir y expresar -incluso deli­rar- en lo que respecta a sus propias potencias creativas. La edad de la crítica no es el momento de la propaga­ción sino la del ordenamiento, cuando pesa más el exa­men que la aventura. Estas tres etapas si bien no son designios unívocos sí suelen coincidir en tanto que ten­dencias regenerativas en la vida lo mismo de un indivi­duo que de una civilización. Así, los grandes intelectos crí­ticos son crepusculares. Eliot mismo y Paul Valéry lo fue­ron, como también, dos siglos antes, Voltaire y De Quincey En el momento en que una civilización está lista para dejar de creer ciegamente en sí misma, y comienza a examinarse ha entrado en la edad de la crítica.

Entre otras peculiaridades, esta edad de la crítica en­traña un perfeccionamiento de la lectura. No podía ser de otra manera, si consideramos que la lectura se desa­rrolla sobre el cuerpo de lo escrito: hasta que existe ese cuerpo puede comenzar a ser interpretado. La lectura, por lo tanto, es el ejercicio de recorrer y ordenar la his­toria de lo escrito. Una civilización que ha alcanzado una literatura no es sino una civilización que ha perfecciona­do el arte de la lectura hasta converti r lo en una herra-

mienta intelectual indispensable para la comunicación del pensamiento.

En términos de esta edad de lo crítico, saber leer quie­re decir ser capaz de comparar un texto con cientos o miles de textos comparables existentes y percibir sus efi­cacias o sus torpezas, su novedad o su reiteración. Un texto no es bueno o malo en sí, sino sólo en relación con el cuerpo entero de una literatura.

Me temo también, llegados a este punto, que cada quien lee los textos que se merece. Se los merece, pri­mero, porque han sido una elección suya (salvo en el caso de la escuela o la docencia), Yo segundo, porque la lectura es hasta cierto punto una proyección. En efecto, el lector proyecta en lo leído un persistente reflejo, un reflejo que recoge sólo cierta fisonomía personal del total posible de contenido de un texto. Se ha compara­do por eso a la obra literaria con un espejo en el que nos miramos no mejor sino más verdaderamente. No es exactamente así, pero mucho tiene de cierto. Depen­diendo de la calidad de nuestra lectura los buenos tex­tos no nos reflejan sino que nos traducen. En la medida en que dan forma a nuestras intuiciones humanas somos más plenamente humanos allí y en la medida en que ilu­minan zonas que estaban en penumbra nos ayudan a conocernos. Pero hay que estar dotados también para aprovecharlos, sin duda, puesto que la sabiduría no es un software que pase de una cabeza a otra. El texto literario es sólo un objeto propiciatorio. La belleza no sucede en la página, evidentemente, sino en la conciencia de quien la lee y estaba preparado para recibirla. Junto a las gran­des obras escritas son las grandes lecturas las que com­pletan las luces de una literatura. Por eso cuando afirmo que cada quien lee los textos que se merece estoy diciendo simplemente que el constituyente primordial de toda lectura proviene del lector.

3

Me he preguntado más de una vez en qué medida es posible afinar el ejercicio de la lectura. Es evidente que el

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texto está ahí, inalterable, y que el fenómeno de su lec­tura ha de suceder en nosotros, casi exclusivamente en la intimidad de nuestra conciencia. Pero ¿cómo ha de dis­ponerse entonces nuestra conciencia a aprehenderlo, cuál es el estado que mejor recogerá la edificación de esas palabras y el orden de esos territorios subjetivos?

Creo que, como en casi todo, la práctica y la expe­riencia nos van dotando de alguna técnica más o menos eficaz. Sin embargo, y en especial cuando se trata de las mejores obras de la literatura, hay cierto nivel de per­cepción que debe ser alcanzado, así como cierto nivel de elaboración imaginaria. Esto último no quiere decir que esta clase de textos digan cualquier cosa y cada quien los interprete como pueda. Quiere decir que una obra lite­raria posee varios niveles de sentido que están implícitos y entretejidos; si bien distintos entre sí, todos ellos ver­daderos. Saber alumbrar estos niveles y aprender a rela­cionarlos es fundamental para una lectura adecuada.

Hay tres niveles esenciales en un buen texto literario, por lo menos, tres niveles que requieren tres luces dife­rentes o tres momentos de la lectura, a saber: la luz del día o la luz de la razón, la luz de la noche o la luz de la intuición y la luz del fuego o la luz de la visión.

La luz del día es la primera luz, hecha de claridad y raciocinio, su sentido es ordenar y relacionar los ele­mentos dispuestos en un texto. Alumbra la forma, la es­tructura que subyace en una obra literaria y los concep­tos que la atraviesan. Alumbra la trama de una narración o las ideas de un ensayo, por ejemplo, lo mismo que la arquitectura de un poema. Puesto que es la luz de Apolo, es el razonable día de los ojos y el equilibrio la regocija. También es la luz que advierte la contradicción, la des­proporción y la paradoja. Detecta los excesos tanto como los desvaríos y es particularmente fina para cali­brar la armonía de las semejanzas o puramente disfrutar de las simetrías.

La luz de la noche es la complementaria de la del día. Mientras que la del día es panorámica, la de la noche es íntima. Lo que la luz del día rehunde en un horizonte amplio o dominante, la de la noche particulariza y deta­lla. Es la luz de la subjetividad, la emoción y la sutileza; la que alumbra los pormenores entrevistos, imperceptibles a la razón o desdeñados por ella: el oído que escucha lo no dicho. Esta es la lectura que mejor puede entender el valor de una metáfora, por ejemplo, en un rincón de un relato o de cierta sonoridad oculta, hipnótica, en la lon­gitud de los enunciados. Es la que distingue la distancia no conceptual pero evidente que separa al "aún" del "todavía" en una frase. Por eso se trata, también, de la luz de Dionisos, una luz sensorial, despierta al deleite, ali­mentada libremente por las sensaciones; aquella, en suma, que permite que la lectura sea una experiencia de todos los sentidos.

La tercera luz es la más extraña pero la definitiva para que una obra pueda ser universal. Son pocos los textos que la alcanzan. Es la luz que vuelve a una obra inquie­tante e inagotable más allá de sus hazañas técnicas o sus contenidos temáticos. La he llamado la luz de la visión o la luz del fuego porque para mí representa la revelación a través de las palabras, tal vez hasta inconscientemente, de un orden simbólico o no articulable más que para el espíritu. Es la luz que toca el fondo del sentido mismo de la literatura, porque sin ella quizá sólo estaríamos ante ingeniosos entretenimientos de la inteligencia. Es una luz

que tiene que ver también con el momento particular de la vida en que se nos presenta esa obra en particular. algo que la torna decisiva e irreversible en el campo de nuestra experiencia. Quizá el momento en que recibi­mos por primera vez, a través de la lengua, un conoci­miento ancestral. Es también la luz del mito y la luz de la poesía; la que permite que súbitamente las palabras di­gan más de lo que saben y se comuniquen de una gene­ración a otra como tesoros o secretos. Es la luz, en fin, que reúne a los hombres alrededor del fuego.

Mircea Eliade, al hablar de la luz mística o sobrenatu­ral de cuya experiencia hay registro en muchas culturas, nos refiere algunas de sus peculiaridades:

Podría decirse que la significación de la luz sobrenatural se

da directamente en el alma de quien la experimenta, y, sin

embargo, esta significación no llega plenamente a la con­

ciencia mientras que no se integra en una ideología pree­

xistente. La paradoja consiste en que la significación de la

luz es, en suma, un descubrimiento personal y que, por otro

lado, cada uno descubre lo que cultural y espiritualmente

estaba preparado para descubrir. '

No puedo asegurar que se trate del mismo fenómeno; pero es notable la suma de semejanzas entre esta luz sobrenatural a la que alude Eliade y la tercera luz de la lectura que aquí intento definir: Tal vez se deba a que ambas son irreversibles saltos del intelecto más allá de sí mismo. Pero en el caso de la tercera luz el salto provie­ne únicamente de la propia conciencia al reconocer su orden verdadero.

De modo que, concluyendo, una obra maestra de la literatura, para serlo, deberá cumplirse ante estas tres luces y ante varias generaciones de lectores. La lectura a tres luces, en individuos avezados, puede darse incluso a un tiempo; pero las más de las veces requieren distintos lugares, momentos y edades, tanto del día como de cada uno de nosotros.

, Mircea Eliade. "Experiencias de la luz mística" en Me(¡stófeles y el andrógino. Kairós. Barcelona. 200 l. p. 75. traducción de Fabián García.

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ISABEL FRAIRE

NUEVAYORK, CIUDAD IMAGINARIA

Hace ya medio año que vivo en Nueva York, esa ciudad que todos imaginamos conocer a fuerza de ver­la tantas veces en las películas. Es, sin duda. una de las ciudades más foto­grafiadas del mundo, y la mejor co­nocida a través del cine para los me­xicanos. Gracias al cine negro de los cincuenta, magníficamente actuado, con sus policías sudorosos, ladrones traicioneros y escenarios sórdidos; las comedias de salón y revistas mu­sicales donde Fred Astaire y Ginger Rogers flotan eternamente entre ri­sas y alardes de exquisito zapateado; las películas cómicofilosóficas de Woody Allen y las orgías amargas y autodestructivas de Scorsese, hemos absorbido a Nueva York como por ósmosis y creado en nuestras men­tes una ciudad graciosa o tenebrosa, pero siempre deslumbrante, con su horizonte de rascacielos brillando como un imán.

Después de vivirla por seis meses en carne propia, agregando los gustos y sustos de la vida real y cotidiana al modelo mental que teníamos, es for­zoso enfrentarnos a un hecho palpa­ble: el Nueva York de los sueños no es el Nueva York de la realidad.

Hay que confesar que después de vivir en Londres y conocer varias ca­pitales europeas y regresar y gozar de México varios años, no vi la mis­ma ciudad que en mi primer encuen­tro con ella. En el viaje en taxi desde el aeropuerto lo que vi esta vez fue una ciudad muy semejante a cual­quier otra gran capital. consistente en vastos trechos de edificios blan­quecinos o grises vistos desde un pe­riférico interminable. Cuando fui por primera vez al centro en esta vuelta (había estado en la ciudad en años anteriores por temporadas largas). ahí estaban otra vez los rascacielos de las películas. pero habían perdido su chiste. Sólo veía centenares de ofi­cinas unas encima de otras y. bajando

la mirada al nivel de la calle, un tráfi­co infernal y banquetas recorridas por turbas alarmantes.

Después de varias semanas y me­ses no se ha modificado esa impre­sión. Al caminar por la banqueta se está en continuo peligro -sobre todo en verano cuando el calor intolerable exacerba los nervios- de ser arrolla­do por patinadores frenéticos que zigzaguean en ambos sentidos entre los transeúntes sobre ruedas silencio­sas. Si se toma un taxi el chofer suele no entender bien ni el inglés ni el es­pañol y desconoce las calles y los re­glamentos de tránsito. La propina reglamentaria debe ser alta o de lo contrario le gritan al pasajero grose­rías y se niegan a irse sin la que de­sean. La mayoría de los choferes inex­pertos son inmigrantes recién veni­dos de Paquistán, Afganistán, Europa oriental o Etiopía que trabajan turnos de doce o más horas diarias para pa­gar el alquiler del automóvil y además comer. Uno me dijo, después de casi chocar en dos ocasiones y estar a punto de arrollar a un niño que atra­vesaba con el semáforo a su favor, que manejaba aprisa y corriendo riesgos

para mantenerse despierto. Con lo cual, por supuesto, me tranquilizó.

Algunos de los transeúntes que encuentra uno en las calles o en el Metro hablan solos, lo cual es bastan­te normal en las grandes ciudades. Lo que no es normal es que muchas ve­ces agreden sin motivo a cualquiera que los vea feo o parezca insultarlos o se acerque demasiado o les niegue una limosna o las arañas. En los ba­rrios residenciales muchos desem­pleados sin hogar caminan como es­pectros arrastrando inmensas bolsas de plástico azul llenas de botellas va­cías y latas vacías de refresco que lle­van a los supermercados para cam­biarlas por cinco centavos cada una De eso viven, y en Greenwich Village -ese barrio romántico de gran abo­lengo literario al cual llegamos en un principio- deambulan todo el día y toda la noche hurgando en los gran­des recipientes para basura de casas y edificios arrastrando sus talegas tinti­neantes. Estos desamparados sin te­cho, entre los cuales hay también mu­jeres, duermen en las banquetas o de­bajo de los puentes ferroviarios, cu­biertos de cartones y con sus escasí-

Fotografías de Mario Bojórquez

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simas posesiones junto a ellos. A veces delatan por la forma de hablar un alto nivel de educación y se dan en todas las variables raciales y grados de truculencia o amabilidad. Algunos muestran una gran cortesía, otros un resentimiento que se antoja justo. Con frecuencia están drogados, cru­dos o a medio emborrachar y no se sabe exactamente cómo reaccionar cuando se cruza uno con ellos.

En cambio en las grandes tiendas de lujo del centro de Manhattan, en donde ríos de turistas dejan sus aho­rros, felices de adquirir la última ele­gancia con la cual sorprender a sus amigos cuando regresen a su patria, es fácil imaginar que en Nueva York todos son ricos, o llevan una vida des­ahogada. Los restaurantes están lle­nos, como también los bares.Todo se consigue y los menús expuestos anuncian platillos franceses, tailande­ses, hindúes, chinos, árabes, italianos, israelitas, chicanos y hasta norteame­ricanos. Las esperanzas de comer bien, sin embargo, no siempre se cumplen, ya que muchas cocinas internacionales han adecuado su producto al paladar medio nortea­mericano, con la consecuencia de que la comida china, aunque barata, no sabe a nada. Ni en los estableci­mientos de lujo se obtiene algo me­jor que una mediocridad servida con aspavientos de banquete a precios desmesurados.

Pero eso sí, todo proclama ser lo mejor del mundo y Nueva York la más estupenda creación del espíritu humano. Nada es, según se colige, comparable a Nueva York. A cada paso se encuentra uno variantes del lema original YO AMO A NUEVA YORK,

con la palabra amo sustituida por el dibujo de una manzana La manzana ha llegado a significar la ciudad y la palabra amo indistintamente.Y la ban­dera norteamericana ondea en cada edificio que pudiera tener pretexto para abanderarse, desde las es­taciones de policía, las escuelas y las oficinas públicas hasta los grandes almacenes y cualquier otro que se pueda imaginar: Nunca he visto tantas banderas. Nunca me ha dicho tanta gente: "¡Ah, sí,Venecia .. . o Roma .. . o Londres o lo que sea ... qué maravi-

. lIa! .. . pero yo amo a Nueva York" Y lo dicen con la sonrisa extática, los ojos húmedos de emoción, de niños en su retrato de primera comunión.

Bien puede uno preguntarse: ¿A qué se debe tanto ondear de bande-

ras, tanto regocijo, en una ciudad que, fuera de sus rascacielos, no tie­ne tanto de qué presumir? ¿Será otro el Nueva York en el cuál imaginan vivir? ¿Cuál es ese Nueva York?

Y ¿Cuál es este real, de cemento y lodo, carne y hueso, en el que viven tantas personas venidas de todas partes del mundo, entre ellas yo?

El Nueva York de los turistas

En cualquier día del año pero sobre todo en los per iodos de vacaciones, y con mayor razón en el largo vera­no, algunas zonas de la ciudad se en­cuentran casi paralizadas por la enorme afluencia de turistas. Los hay de todos tipos, jóvenes de mochila al hombro, en busca de sus congéneres ya amantes de los museos y los cafés y de la libertad que les da estar en una ciudad donde nadie los conoce

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y en donde se puede hacer lo que le dé a uno la gana. Parejas mayores. elegante o discordantemente vesti­das, dándose por fin los lujos que no pudieron darse en sus largos años de trabajo: japoneses en manada o soli­tarios, armados de cámaras de foto fija o video que no cesan de registrar para la posteridad lo que bien po­drían guardar en la memoria. Lati­noamericanos prósperos que salen de las grandes tiendas ataviados or­gullosamente con el último y pasaje­ro grito de la moda internacional. Franceses atentos y discutidores, que se detienen ante los cuadros de los museos o galerías, intercambiando comentarios. Grupos de escolares pastoreados por maestros que inva­den el Museo de Historia Natural o suben al nuevo rascacielos del Cen­tro de Comercio Mundial, después de hacer cola durante horas para poder entrar: Mirar por los telesco­pios es, después de todo, saber lo

que siente Superman cuando vuela sobre la ciudad en busca de villanos o víctimas. En el Central Park la visi­ta obligada de los niños viajeros es al pequeño zoológico, en donde las fo­cas hacen sus gracias y se puede ad­mirar a los osos polares nadando detrás de un muro de cristal.

Otros turistas acuden a las calles en donde florecen, desbocados, los centros de la industria del sexo en todas sus variantes. Allí ceden impu­nemente a los reclamos para los pla­ceres de todo tipo, orgiásticos o soli­tarios, en vivo o en video y para to­dos los bolsillos: la octava avenida, por ejemplo, junto a la zona de los teatros, o bien ciertas calles de Greenwich Village, hoy convertidas en Zona Rosa mezclada de gueto homosexual. en donde el travestis­mo, la prostitución callejera masculi­na y femenina y la drogadicción sal­tan a la vista de cualquiera y a todas horas, pero sobre todo en verano. O el barrio chino, en donde las mer­cancías electrónicas, la ropa y los co­mestibles frescos o enlatados de to­do tipo se consiguen a la cuarta par­te de su precio normal y los burde­les cárcel y las fábricas cárcel prolife­ran en una ilegalidad tolerada.

De hecho, la corrupción de la po­licía neoyorquina es un escándalo na­da secreto que aflora en los periódi­cos y en los tribunales periódica­mente, y la cantidad de reglas que se rompen cotidianamente con la anuencia tácita de las autoridades, sobre todo en los barrios más popu­losos y menos afortunados, va des­truyendo el tejido mismo de la so­ciedad. Pero al turista que pasa unos días feliz en los museos y galerías o en las grandes tiendas del centro de Manhattan, gozando de los restauran­tes lujosos o comiendo sándwiches en la calle, eso no sólo le tiene sin cui­dado sino que ni siquiera se percata.

Porque no cabe duda de que los museos y galerías, la ópera y el ballet, el teatro de revista, el teatro serio, el teatro homosexual o feminista, las orquestas de jazz, los conjuntos de rock y de rap, de música tropical, las lecturas de poesía, las librerías, las bibliotecas. hacen de Nueva York una meca para quienes vienen a pasarse unas vacaciones a gozar del arte, de la cultura, del roce con el gran mun­do y de las diversiones de todo tipo. Claro, hay que tener dinero, y mien­tras más dinero disponible, más satis-

factores se encuentran dentro de un espacio muy reducido. Después de todo, Manhattan, o sea la isla central de la zona urbana mucho más vasta que es Nueva York, es un territorio limitado. Dentro de ese territorio es fácil llegar a cualquier parte. Pasar de allí a las islas vecinas y mucho mayo­res que contienen, junto a grandes zonas de pobreza y criminalidad, otras residenciales provistas de abundantes parques y playas, campos deportivos, universidades y hospita­les, implica hacer un viaje arduo en tren o en automóvil que puede lle­varse una hora o más de ida y otro tanto de regreso. Sin embargo, cuan­to neoyorquino culto y rico o media­namente acomodado que prefiere vivir en relativa paz, rodeado de jar­dines, al horizonte de rascacielos de un penthouse junto a Central Park, se echa el viaje diariamente sin chistar. En cambio los turistas rara vez salen de Manhattan, aunque también en las otras islas que constituyen la zona urbana de Nueva York haya notables atractivos.

Por otra parte Manhattan no es sólo la zona llena de atractivos que conocen los turistas.lnesperadamen­te, al pasar de una calle a otra, se encuentra uno con grupos de droga­dictos, tiendas de barrio donde se venden toda clase de revistas y vi­deos pornográficos, y las pintas ca­racterísticas que denotan la presen­cia de pandillas. Hay que caminar de prisa para salir de allí antes de ser asaltado y acuchillado o violado y jamás ir de noche, al menos que se vea uno obligado a vivir en esa zona por lo caro de las rentas en el resto de la ciudad. En el Central Park hay zonas intimidantes incluso de día, en donde se congregan personas des-

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amparadas, drogadictas, siempre a medio alcoholizar. De noche jamás hay que atravesar el único gran par­que popular de Manhattan.

Si sube uno por las calles que quedan al oeste del Central Park hasta la Universidad de Columbia hay que tener cuidado de no cruzar la raya invisible en donde empieza Harlem, cuyos habitantes no tienen ya nada que ver con los iniciales pobladores holandeses. Hoy la po­blación es predominantemente ne­gra, portorriqueña y latinoamericana, en gran parte desempleada o sub­empleada, o empleada en el tráfico de drogas y la prostitución. Allí se ha permitido que la drogadicción y el pandillismo cundan hasta convertir la zona en una selva humana o más bien infrahumana. Hacia el noreste de Manhattan, y, después de un largo intervalo de barrios prósperos y tranquilos, ya en el sureste, en la zona dividida por las avenidas a, b y c, pasa lo mismo.

Eso no quita que allí también flo­rezca la cultura.varios de mis mejores amigos viven, escriben, pintan, dan cia­ses y dirigen galerías en esas zonas, en donde por otra parte hay todavía edi­ficios elegantes, centros universitarios y bibliotecas y archivos históricos en­vidiables. Muchos de los bares donde se dan lecturas concurridas de poesía en inglés o en español, alternadas con música de jazz, flamenco o tropical se encuentran en esas calles. Curiosa­mente las rentas bajas de las zonas indeseables atraen tanto a los negros y portorriqueños como a los inmi­grantes latinoamericanos que, ham­brientos de cultura y rodeados de congéneres, crean sus propios cen­tros artísticos que florecen con o sin asistencia de las autoridades.

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