biblia latinoamericana - 06 nuevo testamento

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Pero ¿por qué hay un Nuevo testamento después del Antiguo? Sencillamente porque son dos partes de una misma historia, y las divide la cruz de Jesús En el Antiguo Testamento un pueblo se va formando, madura a través de sus experiencias y, después de haber esperado las mil y una cosas que buscan los hombres, entiende q ue solamente importa esperar y buscar el Reino de Justicia en que los hombres serán hechos nuevos. Cuando leemos la Historia Sagrada, le vemos un sentido y discernimos las etapas v los hombres claves. Israel descubre los grandes valores de la existencia y de la vida social Entendemos por qué debieron pasar tantos siglos antes de que supieran del más allá de la muerte. Comprendemos por qué la prosperidad del antiguo reino de Israel no podía durar y era necesario que el pueblo de Dios ganara en lucidez e interioridad lo que perdía en poderío y glorias terrenales. Vemos por qué, después de tantos salvadores, les llegó el único Salvador en el momento en que atravesaban una última crisis con la opresión romana y la radicalizaron de las corrientes políticas. Entonces el mensaje de Jesús fue para ellos un llamado a superar todo lo estrecho de su nacionalismo y fanatismo para encontrar el conocimiento verdadero y el Reino de Dios. La historia de Israel debía desembocar en un pueblo universal de Dios, rico con la presencia del Padre y una práctica de la no-violencia, capaz de superar divisiones y opresiones. Y sabemos que, por no haber acogido el mensaje de Jesús, la nación judía se quebró en pocos años: fi n de un mundo y ruptura de un destino. El pueblo judío, que no creyó en Jesús, no por eso perdió su vocación divina. Siguió siendo un pueblo diferente a todos los demás, consciente de ser el Servidor del Dios Único para salvación de todas las razas. La Biblia Antigua, que guardaba fielmente, se prolongó en una tradición viva que le permitió jugar un papel histórico, sin medida con su pequenez, como portador de la Verdad divina y de sus exigencias de justicia. Pero también estaban aquellos que habían creído. El fracaso de la evangelización de los judíos en Palestina era una razón más para que se anunciara el Evangelio a los otros pueblos y, en pocos años, la Iglesia empezó a difundirse por todo el mundo entonces conocido, es decir, las naciones del Imperio greco-romano. Si bien en los primeros años fue sentimiento común de los cristianos que, dentro de muy poco tiempo, el mensaje alcanzaría los extremos de la tierra y Jesús volvería glorioso para juzgar, esta ilusión se desvaneció desde los años 70: la historia, a lo mejor, se alargaría más de lo previsible y la Iglesia empezaba un largo caminar. Fue entonces cuando las comunidades cristianas se preocuparon por reunir los escritos que contenían la predicación de los apóstoles y recordaban las experiencias fundamentales de los primeros creyentes. La Iglesia fue la que reconoció aquellos libros que expresaban su fe, tal como la había recibido de los apóstoles, y descartó a otros, muy recomendables, pero que no le parecieron portadores del mensaje más fundamental y más universal de la fe. i introducción El Nuevo Testamento no reemplaza al Antiguo. La predicación de Jesús no suprime las ¡ulvciiciu-i de los profetas. El amor no viene a reemplazar la justicia. La salvación prometida al pueblo ¡uilln " S es sustituida por una «salvación de las almas», sino que el Evangelio se da como verdad liberadora m!" reorienta la historia y empuja todas las civilizaciones hacia una meta que es la reunión y reconcilí'ació'i de todas las fuerzas del mundo en torno a Cristo. ' ' Una sola es la Biblia, con sus dos Testamentos, y también una sola es la Salvación, espiritual y ma terial, de las personas, de la humanidad y del universo. ALGUNAS FECHAS DEL NUEVO TESTAMENTO 35 Herodes, nombrado rey por los romanos, elimina a los asmoneos y asesina al Sumo Sacer a. de C. dote Aristóbulo, su cuñado: en adelante los Sumos Sacerdotes son creaturas del poder" 19 Herodes inicia la reconstrucción del Templo. 8 Censo romano (Le 2,1) que origina la rebelión de Judas el Galileo (He 5.37) y de los zelotes 6 • Año probable del nacimiento de Jesús, pues al calcular el comienzo de la era cristiana hubo un error de seis años. 4 Muerte de Herodes (Mt 2,19). Su hijo Arquelao parte a Roma para ser nombrado rey, p er o recibe solamente Judea. Las otras provincias se encargan a tetrarcas (Le 3,2 y 23 7\ El emperador Augusto reemplaza Arquelao por un procurador romano. En Galilea, terro- rismo zelota y represión. En Roma, Tiberio emperador. Poncio Pilato llega a Judea como procurador. Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande, se casa con Herodías, esposa de su herniano. Al otoño, predicación de Juan Bautista y comienzos del ministerio de Jesús (Le 3,2). En la Pascua, Jesús está en Jerusalén (Jn 2,13 y 2,25). • Ejecución de Juan en la fortaleza de Maqueronte. En vísperas de la Pascua, el viernes 7 de abril. Jesús es crucificado y resu- cita el día que sigue al sábado: ver al respecto con: Jn 12,1. • Muerte de Esteban y conversión de Pablo (He 7 y 9). Herodes Agripa, rey de toda Palestina menos Judea. • Herodes hace matar a Santiago; Pedro, liberado (He 12). El concilio de Jerusalén libera a los cristianos de la observación de la Lev (He 15). y • Segunda misión de Pablo. Con Galión en 52 (He 18,12). Félix, procurador de Judea. • Tercera misión de Pablo. En Roma, Nerón emperador. i Santiago, hermano del Señor, al frente de la Iglesia de Jerusalén; Pablo es detenido en el Templo (He 22,18 y 27). Festus, procurador de Judea (He 24.27), • Pablo en Roma (He 28,17-31). • Santiago, apedreado por orden del Sumo Sacerdote Anán. Incendio de Roma y persecución contra los cristianos. • Martirio de Pedro en Roma (¿o 67?). Las primeras sublevaciones judías deciden a la comunidad de Jerusalén a refugiarse en Pela (Le 21,20-21). • Martirio de Pablo en Roma (¿o 64?). Empieza la guerra judía, que durará cuatro años (Le 21-22-24). Titus toma Jerusalén: incendio del Templo (Le 21,6). COMO NACIERON LOS EVANGELIOS Los cuatro evangelios especial, de los evangelios, ya sean en castellano, en inglés, en quetchuá o cualquier otro idioma, son Tan lejos como se remonte en la historia de la traducciones de un primer texto escrito en griego. Iglesia, es un hecho indiscutible que ésta se refería Este texto nos ha sido transmitido por los manus- a cuatro Evangelios, atribuidos a Mateo, a Marcos, critos antiguos que se copiaron cierto número de ve- a Lucas y a Juan, y que son los nuestros. Todas las ees a través de los siglos, hasta que, con la inven- actuales publicaciones del Nuevo Testamento y, en ción de la imprenta, se pudo fijar el texto. 6 1. de 14 26 27 27 28 29 30 36 37 44 49 50 52 53-58 58 58 60 61-63 62 64 64 66 67 67 70 C. ¡ 1 1 •• 1

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  • Pero por qu hay un Nuevo testamento despus del Antiguo? Sencillamente porque son dos partes de una misma historia, y las divide la cruz de Jess En el Antiguo Testamento un pueblo se va formando, madura a travs de sus experiencias

    y, despus de haber esperado las mil y una cosas que buscan los hombres, entiende q u e solamente importa esperar y buscar el Reino de Justicia en que los hombres sern hechos nuevos. Cuando leemos la Historia Sagrada, le vemos un sentido y discernimos las etapas v los hombres claves. Israel descubre los grandes valores de la existencia y de la vida social Entendemos por qu debieron pasar tantos siglos antes de que supieran del ms all de la muerte. Comprendemos por qu la prosperidad del antiguo reino de Israel no poda durar y era necesario que el pueblo de Dios ganara en lucidez e interioridad lo que perda en podero y glorias terrenales. Vemos por qu, despus de tantos salvadores, les lleg el nico Salvador en el momento en que atravesaban una ltima crisis con la opresin romana y la radicalizaron de las corrientes polticas.

    Entonces el mensaje de Jess fue para ellos un llamado a superar todo lo estrecho de su nacionalismo y fanatismo para encontrar el conocimiento verdadero y el Reino de Dios. La historia de Israel deba desembocar en un pueblo universal de Dios, rico con la presencia del Padre y una prctica de la no-violencia, capaz de superar divisiones y opresiones. Y sabemos que, por no haber acogido el mensaje de Jess, la nacin juda se quebr en pocos aos: fin de un mundo y ruptura de un destino.

    El pueblo judo, que no crey en Jess, no por eso perdi su vocacin divina. Sigui siendo un pueblo diferente a todos los dems, consciente de ser el Servidor del Dios nico para salvacin de todas las razas. La Biblia Antigua, que guardaba fielmente, se prolong en una tradicin viva que le permiti jugar un papel histrico, sin medida con su pequenez, como portador de la Verdad divina y de sus exigencias de justicia.

    Pero tambin estaban aquellos que haban credo. El fracaso de la evangelizacin de los judos en Palestina era una razn ms para que se anunciara el Evangelio a los otros pueblos y, en pocos aos, la Iglesia empez a difundirse por todo el mundo entonces conocido, es decir, las naciones del Imperio greco-romano. Si bien en los primeros aos fue sentimiento comn de los cristianos que, dentro de muy poco tiempo, el mensaje alcanzara los extremos de la tierra y Jess volvera glorioso para juzgar, esta ilusin se desvaneci desde los aos 70: la historia, a lo mejor, se alargara ms de lo previsible y la Iglesia empezaba un largo caminar.

    Fue entonces cuando las comunidades cristianas se preocuparon por reunir los escritos que contenan la predicacin de los apstoles y recordaban las experiencias fundamentales de los primeros creyentes. La Iglesia fue la que reconoci aquellos libros que expresaban su fe, tal como la haba recibido de los apstoles, y descart a otros, muy recomendables, pero que no le parecieron portadores del mensaje ms fundamental y ms universal de la fe.

    i introduccin El Nuevo Testamento no reemplaza al Antiguo. La predicacin de Jess no suprime las ulvciiciu-i

    de los profetas. El amor no viene a reemplazar la justicia. La salvacin prometida al pueblo uilln "S es sustituida por una salvacin de las almas, sino que el Evangelio se da como verdad liberadora m!" reorienta la historia y empuja todas las civilizaciones hacia una meta que es la reunin y reconcil'aci'i de todas las fuerzas del mundo en torno a Cristo. ' '

    Una sola es la Biblia, con sus dos Testamentos, y tambin una sola es la Salvacin, espiritual y ma terial, de las personas, de la humanidad y del universo.

    ALGUNAS FECHAS DEL NUEVO TESTAMENTO 35 Herodes, nombrado rey por los romanos, elimina a los asmoneos y asesina al Sumo Sacer

    a. de C. dote Aristbulo, su cuado: en adelante los Sumos Sacerdotes son creaturas del poder" 19 Herodes inicia la reconstruccin del Templo. 8 Censo romano (Le 2,1) que origina la rebelin de Judas el Galileo (He 5.37) y de los zelotes 6 Ao probable del nacimiento de Jess, pues al calcular el comienzo de la

    era cristiana hubo un error de seis aos. 4 Muerte de Herodes (Mt 2,19). Su hijo Arquelao parte a Roma para ser nombrado rey, pe ro

    recibe solamente Judea. Las otras provincias se encargan a tetrarcas (Le 3,2 y 23 7\ El emperador Augusto reemplaza Arquelao por un procurador romano. En Galilea, terro-rismo zelota y represin.

    En Roma, Tiberio emperador. Poncio Pilato llega a Judea como procurador. Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande, se casa con Herodas, esposa de su herniano.

    Al otoo, predicacin de Juan Bautista y comienzos del ministerio de Jess (Le 3,2).

    En la Pascua, Jess est en Jerusaln (Jn 2,13 y 2,25). Ejecucin de Juan en la fortaleza de Maqueronte. En vsperas de la Pascua, el viernes 7 de abril. Jess es crucificado y resu-

    cita el da que sigue al sbado: ver al respecto con: Jn 12,1. Muerte de Esteban y conversin de Pablo (He 7 y 9).

    Herodes Agripa, rey de toda Palestina menos Judea. Herodes hace matar a Santiago; Pedro, liberado (He 12). El concilio de Jerusaln libera a los cristianos de la observacin de la Lev

    (He 15). y Segunda misin de Pablo. Con Galin en 52 (He 18,12).

    Flix, procurador de Judea. Tercera misin de Pablo.

    En Roma, Nern emperador. i Santiago, hermano del Seor, al frente de la Iglesia de Jerusaln; Pablo es

    detenido en el Templo (He 22,18 y 27). Festus, procurador de Judea (He 24.27),

    Pablo en Roma (He 28,17-31). Santiago, apedreado por orden del Sumo Sacerdote Ann.

    Incendio de Roma y persecucin contra los cristianos. Martirio de Pedro en Roma (o 67?). Las primeras sublevaciones judas deciden a la comunidad de Jerusaln a

    refugiarse en Pela (Le 21,20-21). Martirio de Pablo en Roma (o 64?).

    Empieza la guerra juda, que durar cuatro aos (Le 21-22-24). Titus toma Jerusaln: incendio del Templo (Le 21,6).

    COMO NACIERON LOS EVANGELIOS

    Los cuatro evangelios especial, de los evangelios, ya sean en castellano, en ingls, en quetchu o cualquier otro idioma, son

    Tan lejos como se remonte en la historia de la traducciones de un primer texto escrito en griego. Iglesia, es un hecho indiscutible que sta se refera Este texto nos ha sido transmitido por los manus-a cuatro Evangelios, atribuidos a Mateo, a Marcos, critos antiguos que se copiaron cierto nmero de ve-a Lucas y a Juan, y que son los nuestros. Todas las ees a travs de los siglos, hasta que, con la inven-actuales publicaciones del Nuevo Testamento y, en cin de la imprenta, se pudo fijar el texto.

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  • introduccin 2 I .os copistas de manuscritos no dejaron de come-

    ter algunos errores. Comparando los variados ma-nuscritos, agrupados en familias segn sus divergen-cias y su origen, los crticos pueden remontar a los textos originales que la Iglesia catlica reconoci como expresin de la fe apostlica y como pala-bra de Dios. Pero quin escribi estos primeros evangelios y a partir de qu datos?

    La Tradicin de los Apstoles

    Sabemos que Jess muri siendo todava joven y muri sin haber escrito nada. Pero Jess haba de-dicado la mayor parte de su tiempo a formar estos doce apstoles que haba escogido. Convivan con l. como hacan los discpulos de los maestros ju-dos. Jess les haca memorizar su enseanza. Ms que multiplicar los discursos, haba repetido de mil maneras las verdades esenciales. Los apstoles te-nan grabadas en la memoria una serie de instruc-ciones del Maestro, adems de los hechos que ha-ban presenciado. Y no podemos dudar que desde los das de Pentecosts se preocuparon por dar for-ma a estas instrucciones de Jess que iban a ser la catequesis de la Iglesia primitiva.

    Llamamos tradicin de los apstoles al conjunto de hechos y enseanzas de Jess que los apstoles predicaron y comentaron para dar a conocer la per-sona y la obra de Jess, Mesas de los judos y Sal-vador de toda la humanidad. Hijo de Dios venido de Dios y resucitado. Como dijimos en otros luga-res, todo lo que sabemos de Jess lo recibimos de sus apstoles. Por supuesto que nos gustara cono-cer las mismas palabras de Jess, tales como se pu-dieron escuchar, pero la fe de la Iglesia considera que solamente los apstoles fueron sus testigos au-tnticos y lo entendieron como Dios quera que fue-ra entendido y credo. Es palabra de Dios no sola-mente lo que dijo Jess y lo que ellos escucharon, sino tambin lo que nos dijeron de Jess.

    Del arameo de Jess al griego del Evangelio

    Jess y sus contemporneos hablaban el arameo, idioma que, desde la vuelta del Destierro, haba sustituido al hebreo en Palestina para el uso corrien-te, 111 hebreo, sin embargo, segua enseado y aun hablado. Muchos judos lo entendan y los escritos religiosos se redactaban a menudo en ese idioma. Precisemos que hebreo y arameo son dos idiomas bastante parecidos que pertenecen a la misma fa-milia de las lenguas semticas.

    El griego, en cambio, era el idioma usado en to-dos los pases del Imperio romano para el comercio y la vida urbana. Como el ingls en nuestros das, permita la comunicacin entre los pueblos tan di-versos unificados bajo la autoridad y la ley roma-na. Hasta en Palestina, buen nmero de judos lo entendan. El latn, en cambio, idioma de los roma-nos, no se usaba fuera de la administracin. Los ju-dos, tan numerosos en todas las ciudades grandes del Imperio romano, y los cristianos, que se iban a multiplicar en los mismos lugares, hablaban griego

    y ya usaban la Biblia traducida al griego, llamada Versin de los LXX.

    Cules fueron los intermediarios entre Jess (y los apstoles) que se expresaban habitualmente en arameo, y nuestros evangelios redactados en grie-go? Es imposible contestar esta pregunta sin entrar en un sinnmero de problemas muy complejos so-bre los cuales los biblistas siguen divididos.

    Los Evangelios sinpticos

    Un hecho se impone a primera lectura: los tres primeros evangelios, de Mateo, de Marcos y de Lu-cas, se parecen en muchos pasajes, cuenta los mis-mos hechos, a menudo en el mismo orden. Por eso los llamamos evangelios sinpticos, lo que significa que podramos disponerlos en tres columnas yuxta-puestas para comparar sus tres maneras de contar el mismo hecho con palabras bastante parecidas. Son tantas las semejanzas y tambin tantas las di-vergencias que. hasta el momento, no ha sido po-sible explica/ a la vez las unas y las otras.

    Por otra parte, es fcil ver que Mateo. Marcos y Lucas se ajustan a las necesidades bsicas de la ca-tequesis. Su propsito era dar de Jess un conoci-miento sufiente para apoyar la enseanza oral trans-mitida en la Iglesia por los apstoles, los profetas y los maestros, y para afirmar la fe de los principian-tes. Juan, en cambio, quiere llevarnos a un conoci-miento ms profundo de la persona de Jess y pre-cisar las bases y las formas de la experiencia cristia-na autntica.

    Por estas razones, empezaremos hablando de los sinpticos.

    El origen, los autores y las fechas de los evangelios sinpticos

    Solamente podemos proporcionar algunos datos respecto de esos interrogantes, tomando en cuenta que los estudios modernos han renovado profnda-m e l e lo que se crea seguro hace pocos aos atrs.

    a) Los evangelios sinpticos son traducciones al griego de textos ms antiguos redactados a lo mejor en hebreo.

    Cada da se tienen ms argumentos para pensar que los evangelios de Mateo y Marcos fueron re-dactados primero en un idioma semtico, que po-dra ser el arameo, pero mucho ms probablemen-te el hebreo.

    Estos originales hebreos de los evangelios se re-dactaron en las comunidades cristianas de Palestina y para el uso de stas en los primeros aos de la Iglesia. Posteriormente, fueron traducidos al grie-go, con tanta preocupacin por no traicionar su sen-tido que el traductor conserv hasta los modismos hebreos, con el riesgo de que su estilo fuera ms pe-sado y ms difcil de entender para un lector griego.

    Tambin Lucas tradujo originales hebreos, de los que el ms importante haba sido la base del evan-gelio de Mateo. Pero no se conform con traducir esos originales, sino que tom alguna libertad en la manera de componerlos.

    3 introduccin b) El testimonio de los antiguos autores cristianos

    En el ao 110, Papas de Hierpolis (cerca de Efeso) escriba: Marcos, intrprete de Pedro, es-cribi con exactitud, pero no en forma ordenada, todo lo que recordaba de los dichos y hechos del Se-or. Acompaaba a Pedro que enseaba segn la necesidad del momento, no en forma de composi-cin, y no cometi errores insertando ah algunas cosas segn las recordaba. Mateo junt en hebreo los Dichos del Seor y cada uno en adelante los tra-dujo segn su capacidad.

    En el ao 185. el obispo y mrtir San heneo es-criba: Mateo public un evangelio entre los he-breos v en el idioma de ellos, mientras que Pedro y Pablo salan a evangelizar a Roma y a fundar la Iglesia. Despus de su partida, Marcos, discpulo y traductor de Pedro, puso por escrito la predicacin de Pedro. Tambin Lucas, compaero de Pablo, hizo un libro con el evangelio predicado por ste.

    Estos datos antiguos, a los que deberamos aa-dir muchos otros, posteriores, muy despreciados por gran nmero de biblistas modernos, han vuelto a ser considerados como datos de gran valor his-trico.

    c) Fecha de composicin de los evangelios sinpticos

    En cuanto a las fechas, la mayora de los biblis-tas de aos anteriores, impulsados por considera-ciones a menudo subjetivas, afirmaban que Marcos se haba redactado en el ao 70, Mateo y Lucas en los aos 80-85. Estudios ms recientes han trado la prueba de que estas fechas tan tardas eran difciles de mantener y no se apoyaban en argumentos sli-dos. Al contrario, muchas razones invitan a pensar que los evangelios de Marcos y Mateo se redacta-ron en hebreo en los aos 40-50. Lucas debi de componer su evangelio en griego en los aos 50-60 y, poco despus de l, a lo ms tarde en los aos 60-63, Mateo y Marcos fueron traducidos al griego.

    Dos textos de Pablo, desgraciadamente poco cla-ros, podran confirmar estas fechas: 2 Cor 8,18 y 2 Cor 3,14, refirindose posiblemente el primero al Evangelio de Lucas.

    Marcos, Mateo y Lucas: Las dos Fuentes-

    Se sabe que el evangelio de Marcos es mucho ms corto que el de Mateo o de Lucas, pero es fcil ave-riguar que casi todos los hechos contados en este evangelio estn tambin en Mateo y Lucas.

    Por otra parte, los evangelios de Mateo y de Lu-cas tienen en comn algunos hechos y muchas pa-

    labras de Jess que no estn en Marcos. En I .UCIIH los encontramos principalmente en los captulos 9,52 a 18.14, donde vienen en forma seguida, mien-tras que los mismos prrafos estn dispersos a lo lar-go de Mateo. Por eso muchos hablan de Dos Fuen-tes principales de los tres sinpticos. La primera corresponda ms o menos al Evangelio de Marcos, y los otros habran utilizado y copiado Marcos o su patrn. La otra deba reunir ms que todo palabras de Jess, y la utilizaron tanto Mateo como Lucas, aunque posiblemente contena mucho ms de lo que ellos sacaron de ella. Esta segunda fuente es llama-da habitualmente Fuente Q, o Los Dichos del Se-or, pero no se ha conservado.

    El apstol Mateo, sin lugar a dudas, escribi un Evangelio, pero en hebreo y para los hebreos, o sea, para los judos de Palestina que se haban con-vertido a Cristo. Pero no se sabe si fueron su obra los Dichos del Seor, o la composicin de esos Di-chos con el evangelio de Marcos. Ms tarde esa composicin fue traducida al griego, como en el ao 60.

    Lucas, por su parte, coloc los Dichos del Seor entre las dos partes del Evangelio de Marcos. Este distingua los hechos de Jess en Galilea (Me 1-10) y los hechos de Jess en Jerusaln antes de su Pa-sin (11-16). Lucas puso en medio un viaje de Je-ss a Jerusaln (Le 9.51-18,14) en que ubican esos Dichos. Lucas era griego y escriba para griegos. No reprodujo los prrafos del evangelio que se re-feran a leyes y costumbres judas poco entendibles para sus lectores (Me 7,8; 9,11) o que podan herir su sensibilidad (Me 8,31; 9,43; 11,11). Como buen griego, elimin todas las repeticiones, tan preciadas de los judos, o los episodios que se parecan de-masiado a otros ya narrados (Me 8,22; 14,3). Y dio al Evangelio introduccin y conclusin propias.

    El Evangelio de Juan

    En el Evangelio de Juan se reconocen fragmen-tos de un Evangelio antiguo tan sencillo como es el de Marcos, con ms hechos que palabras de Jess, que se diriga a lo mejor a las comunidades cristia-nas de Samara, y estaba redactado en arameo. Pero sta no fue ms que la base a partir de la cual Juan desarroll esos amplios discursos de Jess que muestran su salvacin transformando al hombre y renovando la creacin. Ah se manifiesta el miste-, rio de Dios Padre, Hijo y Espritu Santo, y la co-municacin ntima de Dios con el hombre median-te la vida comunitaria y los sacramentos de la Igle-sia. Este Evangelio se public solamente despus de la muerte de Juan, como en el ao 95.

    PODEMOS CREER LO QUE DICE EL EVANGELIO? 1. No tomar todo al pie de la letra

    Lo anterior basta para que entendamos lo si-guiente:

    En el Evangelio no se encuentran todos los hechos y palabras de Jess.

    Al relatar las palabras de Jess, los evangelis-tas las expresan cada cual a su manera y las adaptan para mejor comprensin de sus lec-tores.

    Los hechos no estn siempre en el orden en que sucedieron y pueden mezclarse en un mis-

  • Introduccin 4 mo prrafo cosas que Jess dijo en diferentes circunstancias.

    No podemos, pues, encontrar en el Evangelio una fotografa de Jess o una grabacin de sus palabras. Pero esto fio significa de ninguna manera que no podamos creer el testimonio de los evan-gelistas.

    2. El lugar nico del Evangelio en la literatura

    El Evangelio es una creacin excepcional y nica dentro de la literatura de todos los tiempos. Cual-quier comparacin con otro escrito de su tiempo, ya sea cristiano o de otra religin, hace resaltar un contraste impresionante. Por una parte, la sencillez y la voluntad de ser sobrio; por otra, lo fabuloso, lo enredado, lo no aterrizado. Un filsofo mo-derno, no creyente, se admiraba de que no hubiera ms milagros en el Evangelio. El Evangelio lleva en s mismo la garanta de su autenticidad. Toman-do en cuenta las precisiones que damos en el prra-fo anterior, la crtica moderna no ha podido encon-trar falsedad en el Evangelio, a pesar de que, des-de ya un siglo, ha sido pasado a la lupa y sometido a un sinnmero de exmenes, como no se ha hecho para ningn otro libro.

    3. Los que dudan

    Son muchos, sin embargo, los que ponen en duda el testimonio de los evangelios. A veces, porque piensan ver en ellos algunas contradicciones. Ms habitualmente, porque les parece imposible acep-tar los milagros. Incluso entre los creyentes que es-tudian los evangelios, no faltan los que se quedan muy reservados respecto de su valor histrico cuan-do nos hablan de las intervenciones de Dios en fa-vor de Jess.

    Esto se debe, tal vez, a que dichos estudiosos per-tenecen habitualmente a ambientes y pases acomo-dados, formados en una cultura cientista que so-lamente cuenta con los recursos humanos para so-lucionar todos los problemas. Ah poco se espera de Dios y tampoco l multiplica sus milagros.

    Entonces hacen el razonamiento siguiente: Si ahora no puedo ver cosas parecidas a las del Evan-gelio, cmo voy a creer que sucedieron entonces? Todo sera diferente si participaran en una Iglesia pobre y fueran testigos de las constantes interven-ciones de Dios en favor de los que solamente espe-ran en l.

    4. Algunas objeciones Por eso se aferran a tres argumentos en especial'. Los evangelios no se escribieron de una vez,

    sino que renen testimonios de varios testi-gos: son una literatura popular en la que se puede encontrar todo, menos la certeza his-trica.

    Los evangelios fueron al comienzo escritos destinados a la catequesis y enseanza del pueblo cristiano: los hechos que cuentan es-tn orientados para apoyar la enseanza que

    se da. No preguntemos si realmente Jess ca-min sobre el mar: el hecho se cuenta para mostrar que Jess tiene poder divino.

    Los evangelios se escribieron muchos aos despus de la muerte de Jess, cuando la ima-ginacin popular ya haba aureolado su per-sona y cuando la Iglesia ya haba adaptado su mensaje para las necesidades de su gente. Por tanto, no nos dan a conocer la realidad de Je-ss, sino la fe de la Iglesia del primer siglo.

    Pero, y los apstoles? Ellos haban sido los tes-tigos de Jess, y su funcin era la de quedar sus tes-tigos oficiales dentro de la Iglesia. Ellos saban lo que haba realmente sucedido, y callaban mientras la gente deformaba la historia de Jess? La garan-ta del Evangelio est en la misma estructura de la Iglesia Catlica, que nunca fue un grupo espont-neo de creyentes, llevado por los entusiasmos y el oportunismo. Desde el comienzo, fue un grupo or-ganizado, con una jerarqua respetada, que tena la ltima palabra en cuestiones de fe y de tradiciones.

    Los 4 evangelios no fueron una creacin popular a partir de leyendas, de palabras escuchadas y de-formadas, de milagros en parte inventados para jus-tificar lo que se deca de Jess. Los evangelios han salido de la tradicin de ios apstoles, y la Iglesia los retuvo porque reconoca en ellos esta tradicin. En esos aos y en el siglo siguiente, se escribieron otros evangelios: Evangelio de Pedro, Evan-gelio de Toms, Evangelio de Nicodemo, Pro-toevangelio de Santiago. Pero la Iglesia no les dio crdito, por ver en ellos hechos fabulosos o con orientaciones teolgicas que no se ajustaban a la en-seanza recibida de los apstoles.

    El hecho de que los evangelios se escribieron para la catequesis no significa que la historia fue adulte-rada para mejor convencer a los oyentes. Como si los hechos no fueran suficientes para hablar a los que saben entender! Y los apstoles de Jess, for-mados por l, no iban a tener la honradez elemen-tal para respetar la verdad?

    Se ha dado mucha importancia a los moldes lite-rarios que se usan para contar los hechos. Como va-rios milagros se cuentan conforme al mismo esque-ma, algunos estudiosos concluyen que todo es ficti-cio. No sera ms sencillo pensar que los hechos y milagros se contaron conforme a ciertos moldes que permitan ensearlos y memorizarlos con ms fa-cilidad?

    Otro caso tpico es el de la Anunciacin a Mara. 'Lucas la relata imitando pginas antiguas referen-tes al nacimiento de Ismael y Sansn. Algunas per-sonas se apresuran a decir: puesto que Lucas imit el estilo de relatos legendarios, es que tambin su relato es leyenda; la virginidad de Mara y el anun-ci del ngel no son ms que ficcin y solamente pretenden celebrar la divinidad de Cristo. Por qu buscar explicaciones tan extraas? Lucas y sus con-temporneos tenan estas pginas antiguas por his-tricas: imit su estilo para recalcar que tambin el nacimiento de Jess se inscriba en la Historia Sa-grada. Lucas cont los hechos que fundaban su pro-pia fe; si estos hechos no hubieran sucedido, tam-poco l habra credo.

  • mateo 1 EVANGELIO SEGN SAN MATEO

    Quin era Mateo, llamado tambin Lev? Lo dice el Evangelio: ver Mt 9,9 y Me 2,13. El propsito del Evangelio de Mateo fue de presentar la enseanza de Jess en forma ordenada.

    Suprimi los detalles cuando relataba los hechos; en cambio, realz las palabras de Jess. Se notan cinco partes: cada una de ellas empieza con hechos de Jess y termina con un discurso.

    Estos cinco discursos son:

    el Sermn en el Monte: cap. 5-7; la instruccin a los Misioneros: cap. 10; las Parbolas del Reino: cap. 13; las palabras sobre la Convivencia en la Iglesia: cap. 18; el Porvenir de la Iglesia: cap. 23-25.

    Mateo introdujo su Evangelio con unos relatos de la infancia de Jess. Ah nos encontramos con un estilo muy particular: es una forma de literatura entonces muy apreciada de los judos, en que es difcil distinguir lo que es historia y lo que es forma figurada de expresarse (los Magos, por ejemplo).

    El Evangelio de Mateo se escribi para el uso de comunidades cristianas en que eran numerosos los creyentes de origen judo. Por eso insiste en que Jess cumple las profecas de la Biblia (Mt 4,14; 8,17; 12,17...). Tambin vuelve a menudo sobre el tema siguiente: el Reino de Dios ha sido predicado a los judos, pero Jess saba que iban a rechazarlo y que, debido a esto, la Iglesia se dirigira a los pueblos paganos.

    El Evangelio de Mateo ve en Jess el Maestro de la humanidad. Sus parbolas y sus discursos nos ensean un camino de perfeccin y dan la pauta para nuestra convivencia en una Iglesia pobre e igualitaria.

    No comentamos aqu muchas pginas que se encuentran casi idnticas en Marcos y tienen all su comentario.

    LC 3,23 Los antepasados de Jess

    1 Crn 1,34 2,4

    Gen 38,29 Rut 4,13

    1 i Estos fueron los antepasados de Jess, hijo de David e hijo de O Abraham.

    2 Abraham fue padre de Isaac, y ste de

    Jacob. Jacob fue padre de Jud y de sus hermanos.

    3 De la unin de Jud y de Tamar nacie-

    ron Fars y Zera. Fars fue padre de Esrn. 4 Luego encontramos a Aram, Amina-

    dab, Naasn y Salmn. 5 Salmn fue padre de Booz y Rahab fue

    la madre. Booz y Rut fueron padres de

    Obed. 6 Obed fue padre de Jes y ste del rey David.

    David y la que haba sido esposa de Uras 2 sa.r 12 fueron los padres de Salomn. 7 Salomn fue padre de Roboam, que fue padre de Abas, y luego vienen los reyes As, 8 Josa-fat, Joram, Ocias, 9 Joatn, Ajaz, Ezequfas, 10

    Manases, Amn y Josas. 11 Josas fue padre de Jeconas y de sus

    hermanos, en tiempo del destierro a Ba- 2R2>A2 bilonia.

    12 Y, despus del destierro a Babilonia,

    Jeconas fue padre de Salatiel y ste de Zorobabel.

    O El Salvador ha brotado de nuestra tierra y de la raza escogida (Is 45,8). Esta lista contiene 42 nombres, ordena-dos en tres series de catorce, cifra simblica: no es una lista completa.

    Jess es hijo de Abraham, padre de los creyentes, a quien Dios prometi que todas las naciones se reuniran en tomo a su raza. La primera serie de nombres estn en Rut 4,18.

    Jess es hijo de David, como deba de ser el Salvador pro-metido a Israel. Los reyes hijos de David ocupan un lugar en la Historia Sagrada. Unos dejaron un buen recuerdo, otjo fueron psimos. Luego, referente a los descendientes de Zo-robabel (Esdras 3 y 4), la Biblia no dice nada.

    Esta lista llega hasta Jos, que solamente fue padre adop-tivo de Jess (v. 17). Pero esto era suficiente para que Je-ss fuera considerado, como Jos, hijo de David.

    Cuatro mujeres se nombran, mencionadas las cuatro en la Biblia. Tamar (Gen 38), que dio todo para no perder las bendiciones divinas. Rahab, una prostituta extranjera que la Biblia elogia (Josu 2). Rut otra extranjera de vida ejemplar.

    La viuda de Uras, la bella Betsab, comparti el pecado de David. Todo esto nos anuncia discretamente al que vino a salvar a los pecadores y para abrir el reino de Israel a las mu-chedumbres venidas de los dems pueblos.

    Esta nmina representa la herencia que Jos transmiti a Jess.

    Jess se arraiga en la humanidad al cabo de siglos de una historia marcada por el pecado y tambin por la espe-ranza. En la venida del Salvador culmina la larga y lenta pro-mocin del pueblo judo. Entendamos que todos somos so-lidarios de Cristo por la sangre, antes de serlo por la fe. La historia de nuestro tiempo, tanto como la vida de cada fa-milia, prepara la segunda venida de Cristo.

    Estos fueron los antepasados... Traducimos libremente el texto que dice: se es el libro de los orgenes de Jess... Esta expresin solemne, inspirada por Gen 2,4 y 5,1, da a entender que Jess abre una nueva poca de la historia: el Muevo Testamento.

    7 13

    A continuacin vienen Abiud, Eliacim, Azor, i^Sadoc, Aquim, Eliud, ^E\eazar, Matan y Jacob.

    16 Jacob fue padre de Jos, esposo de

    Mara, y de Mara naci Jess, llamado tam-bin Cristo.

    17 De modo que las generaciones desde

    Abraham a David son catorce, catorce las de David hasta el destierro de Babilonia y catorce desde este destierro jiasta Cristo. Jess nace de una madre virgen (Le 1,27)

    ^> is El nacimiento de Jesucristo fue as. Su madre Mara estaba comprometida con Jos. Pero, antes de que vivieran juntos, qued esperando por obra del Espritu Santo.

    19 Jos, su esposo, era un hombre exce-

    lente y, no queriendo desacreditarla, pens firmarle en secreto un acta de divorcio.

    20 Estaba pensando en esto, cuando el

    ngel del Seor se le apareci en sueos y le dijo: Jos, descendiente de David, no te-mas llevar a tu casa a Mara, tu esposa, por-que la criatura que espera es obra del Es-pritu Santo.

  • mateo 2 todos los sacerdotes principales y a los maestros de la Ley para preguntarles dn-

    jn 7,42 de deba nacer el Cristo. 5 Ellos le contes-taron que en Beln de Jud, ya que as lo anunci el profeta que escribi:

    6 Beln en la tierra de Jud, t no eres el

    m 5, ms pequeo entre los principales pueblos 2 s 52

  • mateo 5 10 ,

    e 3 bre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que safe de la boca de Dios.

    5 Despus de esto, el diablo lo llev a la is 52,1 Ciudad Santa, y lo puso en la parte ms alta

    del Templo,6 y le dijo: Si eres Hijo de Dios, 27,40 trate de aqu para abajo. Puesto que la Es-

    critura dice: Dios ordenar a sus ngeles sai 91,11 que te lleven en sus manos para que tus

    pies no tropiecen en piedra alguna. 7 Je-1 c io,9 sus replic: Dice tambin la Escritura: No

    tentars al Seor tu Dios. 8 En seguida lo llev el diablo a un cerro

    muy alto, le mostr todas las naciones del on 3,5 mundo con todas sus riquezas 9 y le dijo:

    Mi!,26 *Te dar todo esto si te hincas delante de ' CAM'?O m* v m e ad r a s- 10 Entonces Jess le res-

    28 pondi: Aljate de m, Satans, porque ot

    613 dice la Escritura: Adorars al Seor tu Dios, a l solo servirs.

    i1 Entonces lo dej el diablo y acercn-dose los ngeles se pusieron a servir a Jess.

    (Me 1,14; Le 4,14) !2 Oy Jess que haban encarcelado a

    ' Juan, por lo que se alej, volviendo a Gali-lea. 13 All, dejando la ciudad de Nazaret, fue a vivir a Cafaman, cerca del lago, en los l-mites de Zabuln y Neftal.

    14 As se cumpli lo que dijo el Profeta Isaas:

    J5 Oigan, territorios de Zabuln y Nefta-ts 6,23 // y los de las orillas del Mar y de ms all

    del Jordn; escchame, Galilea, tierra de Paganos.

    GEI pueblo postrado en tinieblas acaba

    cursos buenos y malos de la poltica, es decir, pactar con el Malo.

    Jess sale vencedor. Pero, tambin la Iglesia, despus de l, encontrar estas tentaciones. Podr estar tentada de dar a los hombres lo que ellos desean y no la salvacin verda-dera. Jess nos ensea cmo hacemos fuertes contra los engaos del Malo, usando la Palabra de Dios.

    Estas tres tentaciones recuerdan las tres tentaciones del pueblo de Israel en el desierto (ver Ex 15,22 Ex 17,1 Ex 32). Empezaron a quejarse porque Dios los llevaba por un ca-mino difcil: qu he hecho yo para que Dios me trate as? Luego dudan: Dios puede algo para nosotros? Y al final se apartaron de l para entregarse a un dios ms humano.

    Ayun cuarenta das y cuarenta noches: Ex 24,18 y 1 Re 19,8.

    Acercndose os ngeles, ... Despus de rechazar la ten-tacin, Jess encuentra una plenitud. Su corazn limpio le da acceso a un mundo espiritual que existe realmente, tal como los seres y las cosas que nos rodean, pero que esca-pa a la mirada del hombre. Ah, siendo el Hijo de Dios, es rey, entre los espritus servidores de su Padre (Heb 1).

    Cambien su vida y su corazn. Pusimos estas pala-bras ah donde suele traducirse-. Convirtanse. Porque la pa-labra convertirse significa: Tomar otro camino (comentario

    de ver una luz grande; sobre los habitantes LC 1. de a mortal oscuridad la luz amaneci.

    O 17 Entonces fue cuando Jess empe-z a predicar. Y les deca: Cambien su vida y su corazn, porque el Reino de los Cielos se ha acercado.

    18 Caminaba Jess a orillas del lago de

    Lc5f Galilea y vio a dos hermanos: Simn, lla-mado despus Pedro, y a Andrs, que echa-ban las redes al agua porque eran pesca-dores. 19 Jess les dijo: Sganme y los har pescadores de hombres.

    20 Los dos dejaron inmediatamente las

    redes y empezaron a seguirlo. 21

    Ms all vio a otros dos hermanos: Santiago y Juan, que con Zebedeo, su pa- 13-47 dre, estaban en su barca, zurciendo las re-des. Jess los llam, 22 y ellos tambin de-jaron la barca y al padre y empezaron a seguirlo.

    2 3 Jess recorra toda la Galilea ensean-

    9 do en las sinagogas. Predicaba la Buena Mc 1 Nueva del Reino y sanaba todas las dolen-cias y enfermedades de la gente. 24 Por eso se extendi su fama por toda Siria. MC 6,

    Le traan todos los enfermos, los aqueja-dos por males y dolencias diversas, los en-demoniados, lunticos y paralticos, y a to-dos los sanaba. 2 5 Lo segua un gento in-menso de Galilea, Decpolis, Jerusaln, Ju-dea y del otro lado del Jordn.

    Las bienaventuranzas (Le 6)

    C i Jess, al ver a toda esa muche-^ ** dumbre, subi al monte. All se

    de Mc 1,14), pero puede entenderse de mil maneras. En boca de Juan Bautista significaba: aprtense de sus vicios. En boca de Jess significaba una renovacin de toda la vida a partir de un cambio interior. El Evangelio mostrar que este cambio se debe a un descubrimiento de la misericor-dia de Dios y es obra de su Espritu en nosotros.

    O Dios, siglos antes, haba dado su Ley por medio de Moiss en el monte Sina. Ahora, en otro monte, el Hijo de Dios da la nueva Ley (Ex 20).

    Las Bienaventuranzas estn en el evangelio de Mateo y en el de Lucas, pero cada uno de ellos las trae en una forma diferente (ver Lc 6,20-26). La diferencia ms grande no es que Lucas ponga cuatro bienaventuranzas los pobres, los hambrientos, los que lloran y los perseguidos ah donde Ma-teo trae ocho. Pues todas ellas no hacen ms que desarro-llar un solo tema: Jess trae la felicidad a los que el mundo tiene por desdichados. Ms debemos fijamos en que las bie-naventuranzas no se dirigen a las mismas personas en Ma-teo y en Lucas.

    Lucas nos da las bienaventuranzas tales como Jess las proclam. El se dirige al pueblo sufrido, siendo uno de ellos, y les habla como hacan los profetas, sin entrar en distin-cin de personas: ustedes, los pobres, son los primeros be-neficiarios de las promesas de Dios; ustedes son felices por-

    11 mateo 5 sent y sus discpulos se le acercaron.2 Co-menz a hablar, y les enseaba as:

    3 Felices los que tienen espritu de po-

    bre, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

    4 Felices los que lloran, porque recibirn

    consuelo. 37

    5 Felices los pacientes, porque recibirn

    la tierra en herencia. s 511

    6 Felices los que tienen hambre y sed de

    24.21 justicia, porque sern saciados.

    7 Felices los compasivos, porque obten-

    drn misericordia. 8 Felices los de corazn limpio, porque

    ellos vern a Dios. 9 Felices los que trabajan por la paz, por-

    que sern reconocidos como hijos de Dios. 10

    Felices los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

    n Dichosos ustedes cuando por causa ma los maldigan, los persigan y les levan-

    iiu:t StuoMIl Sal 24,4 Ex 33.20

    Heb 2,14 Stgo 3,18 1 P 3,14

    Stgo 1,2

    que ahora Dios les encarga.su mensaje y son ustedes los . que pueden transmitir al mundo los secretos de la miseri-cordia de Dios. Ustedes, que viven continuamente depen-dientes de otros y de las circunstancias, son los que pueden experimentar mejor las atenciones de Dios.

    Mateo, en cambio, adapta las palabras de Jess para sus oyentes. En su tiempo, la Iglesia se haba difundido ya y, en sus comunidades, haba de todo: esclavos, gente sencilla y acomodada. Y les muestra que para todos ellos el Evange-lio tiene un significado. No es el solo hecho de sufrir o de ser pobres que nos hace agradables a Dios, sino una acti-tud espiritual y una forma de vida. Por eso dice: Felices los que tienen espritu de pobre. Y aade entre los felicitados a los de puro corazn, los que siembran la paz, los que son pacientes.

    En resumen, Lucas dice a quines la evangelizacin se di-rige en prioridad, y es al pueblo de los pobres, de los traba-jadores y de los postergados. Las bienaventuranzas de Lu-cas son un llamado a quienes todava no entraron al Evan-gelio y la Iglesia. Mateo, por su parte, expresa cmo deben ser los que estn en la Iglesia, para hacerse dignos de Dios, que los llam. Y sus bienaventuranzas son como una nueva Ley, que pide disposiciones interiores antes que actos exteriores.

    Felices... porque de ellos es el Reino de los Cielos. Aqu encontramos un modo de hablar de los judos del tiempo de Jess. Por respeto a Dios, no queran nombrarlo y pre-feran designarlo con otras palabras: el Cielo, el Poder, la Gloria. El Reino de los Cielos significa exactamente: el Rei-no de Dios, lo mismo como el Padre que est en los Cielos significa: el Padre-Dios. No se trata de la recompensa que tendremos despus de la muerte, en el Cielo, sino del Rei-no de Dios que llega a nosotros en esta tierra con la pro-clamacin de Jess.

    Felices... porque poseern la tierra. Ser que Jess pro-mete a los pobres una recompensa material, o bien debe-mos entenderlo en forma figurada, espiritual? En ningn lugar del Evangelio se distingue lo material y lo espiritual; ni siquiera se nombra lo espiritual en todo el Evangelio. Cuando Dios hablaba, por boca de los profetas, prometa a su pueblo un mundo feliz en que veran colmadas todas sus aspiraciones: buenos banquetes con jugosos asados, larga vida, tiempo clemente en que nunca faltara la lluvia sobre las tierras ridas, liberacin de yugo de los ricos y opreso-res, reino de ia justicia. Pero, ms que todo esto, Dios se ha-ra presente y comunicara su Espritu a los hombres: Ellos sern mi pueblo y yo ser su Dios.

    Por eso Jess proclama las bienaventuranzas como una letana en que las figuras ms diversas cubren una misma realidad; ei Reino de los Cielos es, al mismo tiempo, la tierra, o sea, la tierra de Palestina prometida a los hijos de Abra-ham. Los que tienen hambre de justicia recibirn a la vez el pan y la santidad de Dios, puesto que justicia significa tam-bin, en la Biblia estar en gracia de Dios.

    Felices... porque recibirn consuelo. Mientras estamos en la tierra es consuelo nuestro ver que Dios nos quiere y nos atiende. Tambin es consuelo nuestro, cuando l no atien-de nuestras peticiones, saber que nuestra cruz tiene un sen-tido y un valor. Es consuelo nuestro ver los pasos que se

    dan en el mundo para ms justicia y para que se reconozca la dignidad de todos aquellos que antes fueron desprecia-dos. Tambin nos consuela saber claramente que Dios dar a la humanidad, en la otra vida, ms de todo lo que pudi-mos esperar y merecer.

    Felices... os que lloran. Jess no se dirige a personas fra-casadas en espera de su propio consuelo. En el idioma b-blico, ios que lloran (Is61,l), los pacientes (Sal 37,11), son personas que esperan una ciudad de justicia para todos. Por-que Dios no se propone satisfacer un sinnmero de peticio-nes egostas, sino que, desde el principio de (a Biblia, pro-meti a Abraham una bendicin y salvacin para toda la humanidad.

    Felices... os que son perseguidos a causa del bien (o d"e la justicia), dice Mateo, y tanto l como Lucas traen una l-tima bienaventuranza: Felices ustedes cuando por causa ma los maldigan, los persigan y les levanten calumnias. Pues Lucas y Mateo saben por experiencia que es imposible anun-ciar el Evangelio sin sufrir persecucin. Bien es cierto que, en muchos lugares la sociedad acepta oficialmente las pa-labras que Dios dirigi en el pasado a los profetas y las del Evangelio. Estas palabras estn en los libros, y hay una ma-nera de entenderlas que no inquieta demasiado a la gente. Pero, en cuanto uno hace obra de profeta, con palabras ac-tuales y con gestos concretos, revolucionarios, para trans-formar las relaciones humanas conforme al Espritu de Je-ss, inmediatamente se presenta, solapada o abierta, la per-secucin. Y esto pasa no solamente en el campo de la ac-tuacin poltica, sino en todos los sectores de la vida, y has-ta en los conventos.

    Felices! dice Jess. El no viene como los dems maes-tros en religin para recordar los mandamientos antiguos o para aadir nuevos. Su primera misin es de proclamar que se termina una etapa de la historia e iniciar la nueva era del Reino de Dios.

    Se terminaba esa Historia Sagrada en que los hombres siempre estaban esperando y Dios no poda hacer otra cosa que darles nimo, prometiendo un mundo mejor, invitndo-los a trabajar por la justicia, o a esforzarse por una conduc-ta ms sincera. Este era el tiempo de los Profetas.

    Pero, con Jess, empiezan los tiempos del Reino de Dios, y somos felices porque Dios se hizo presente entre noso-tros. No por esto se han terminado nuestras inquietudes o nos olvidamos del mundo presente. Y la Iglesia dejara de ser la Iglesia si en ella no se escuchara la palabra justicia. Nuestra experiencia, sin embargo, no es la misma de los profetas, porque Dios ha llegado a los hombres y nosotros fuimos reconciliados. Y de mil maneras se verifica para no-sotros lo que dice el Seor en esta pgina: recibirn con-suelo; obtendrn misericordia; vern a Dios. Ahora entende-mos la paciencia de Dios, porque experimentamos una re-novacin y una seguridad que no se pueden decir. Ahora si que podemos sembrar la paz, porque ya la tenemos, y no nos angustia nuestra pequenez frente a las fuerzas del mal, porque todo lo que podemos hacer no es nada en compa-racin de lo que Dios va obrando en nosotros: Felices... por-que sern reconocidos como hijos de Dios. Y lo grande es que no solamente nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos.

  • mateo 5 10,22 ten toda clase de calumnias. , 2 Algrense y

    1P4,14 mustrense contentos, porque ser grande la recompensa que recibirn en el cielo. Pues bien saben que as trataron a los pro-

    HSHOIAI fetas que hubo antes que ustedes.

    Sal y luz de la tierra (Me 4,21; Le 14,34; 8,16; 11,33)

    Lev 2,13 13 Ustedes son la sal de la tierra. Y si Mc 9,5

    la sal se vuelve desabrida, con Qu^ s e *e puede devolver el sabor? Ya no sirve para nada sino para echarla a la basura o para que la pise la gente.

    jn 8,12 O 14 ustedes son luz para el mundo. No RI 29i! se puede esconder una ciudad edificada so-J^-gf bre un cerro. i5No se enciende una lm-

    para para esconderla en un tiesto, sino para ponerla en un candelero a fin de que alum-bre a todos los de la casa. ^ As, pues, debe

    jn 3,21, brillar su luz ante los hombres, para que

    Jess nos llama a cambiar el mundo. Esto no signifi-ca que toda la humanidad va a ser catlica. Pero la Iglesia debe ser sal y luz, para todo el mundo.

    Los judos no se fijaban tanto en que la sal da sabor, sino en que conserva los alimentos. Alianza de sal era la Alianza de Dios con Israel, por cuanto era duradera y aseguraba la permanencia del pueblo elegido por Dios (Nm 18,19). Y las ofrendas se sazonaban para recordar dicha alianza per-petua. Por eso ios discpulos de Jess son llamados sal de a tierra: porque ellos hacen entrar al mundo en la Alianza de Dios. Son ellos los que mantienen en el mundo las in-quietudes por la Justicia verdadera y, con esto, impiden que la historia o la sociedad humana se estanquen en la medio-cridad o a medio camino.

    La Iglesia en su conjunto tiene que ser esta ciudad cons-truida sobre un cerro, que todos pueden notar: un lugar fra-ternal y una casa donde se hospeda la verdad.

    O Hijos de la luz. Ef 5,8; 1 Pe 2,12; 2 Tes 5,4. + Les aseguro que primero cambiarn el Cielo y la

    tierra... todo se cumplir. La Ley es una expresin que, en el tiempo de Jess, tena varias significaciones:

    1. Designaba el conjunto de mandamientos y prcticas ordenados por la religin juda. En este sentido, Pablo afir-ma que los cristianos procedentes de otro pueblo y otra cul-tura que el pueblo judo no tienen por qu observarlos (Gal 2,14-16).

    2. Tambin la Ley, o la Ley y los Profetas era una ma-nera de designar el Libro Sagrado.

    3. En varios lugares, la Ley pasa a designar toda la re-ligin juda basada en la Biblia, y es el sentido que Jess le da en este lugar.

    Pero luego (19) viene otra palabra de Jess: el que deje que cumplir..., y tambin est: si su vida no es ms perfecta. (20). La primera se refiere a los mandamientos de la Ley, y la otra a su espritu.

    Las leyes de Israel se deban, en parte, a los fundadores de este pueblo: Moiss, Josu, Samuel. Luego los profetas haban propiciado una legislacin social. Ms tarde los sa-cerdotes presentaron en otra forma las leyes de Israel, insis-tiendo en las prcticas religiosas. Todas estas leyes estn en la Biblia; a veces nos cuesta establecer un orden entre tan-tas prescripciones, que no siempre se compaginan.

    Por eso, antes que viniera Jess, los maestros de la Ley

    12 vean sus buenas obras y glorifiquen al Pa-

    1 Co K, dre de ustedes que est en los Cielos.

    Una ley ms perfecta + 17 No crean que yo vine a suprimir la

    Ley o los Profetas: o vine a suprimirla, sino Rom 3 3 para darle su forma definitiva. i3Les ase-guro que primero cambiarn el cielo y la Lc 21*35 tierra antes que una coma de la Ley: todo se cumplir. 19Por tanto, el que deje de cumplir uno de los mandamientos de la Ley, por insignificante que parezca, y ense- stgo 2,11 e a los hombres a desobedecerlo, ser el ms pequeo en el Reino de los Cielos; al contrario, el que los cumpla y los ensee ser grande en el Reino de los Cielos.

    20 Y les digo que si su vida no es ms per- Rom 10,

    fecta que la de los maestros de la Ley y de F"3 los fariseos, no entrarn en el Reino de los Cielos.

    O 21 ustedes han escuchado que se dijo empezaron a multiplicar los cementerios para precisar todo lo que se entenda difcilmente y para adaptar las leyes de la Biblia para gente que viva en un mundo diferente.

    Era til este trabajo de los maestros de la Ley, pero haba algo mejor que hacer. Cuando Jess propone una ley ms perfecta, no se trata de renovar las leyes religiosas o de dar ms mandamientos; nos invita ms bien a interiorizar el es-. pfrtu de la Ley.

    Imitar a Dios (5,48), ste es el espritu de la ley, y ms im-porta fijarse en la misericordia del Padre que recorrer sus mandamientos. El que piensa de Dios como hijo suyo, lleva vida mucho ms perfecta que la de los fariseos, que sola-mente se preocupan por cumplir bien sus deberes. Este ya ha entrado en el Reino de los Cielos (20).

    Jess nos ensea al Padre, y con esto le da su forma de-finitiva a la Ley o Enseanza de Dios.

    En realidad, muchas personas podran aprovecharse de las palabras de Jess y decir: Menos mal! Ya no hay tanto que cumplir; la religin va a ser ms fcil! Por eso Jess precisa; El que no cumpla hasta lo ms mnimo de la Ley no entrar al Reino. No entrarn aquellos que siempre tie-nen pretextos para disculpar su dejacin: Estos manda-mientos no son muy importantes. Hay otros, en cambio, que fueron cumplidores de la Ley hasta el da en que Jess les mostr que lo ms importante no era la Ley, sino su es-pritu. Estos, al seguir a Cristo, no pensarn haber encon-trado un camino ms fcil, sino el llamado a una vida ms perfecta. SER RESPONSABLES.EL PURGATORIO

    La palabra responsable viene de responder. Es perso-na responsable ta que puede responder de sus actos en cada momento.

    Vamos a responder de nuestra vida ante Dios que es la Verdad. Dejemos, pues, de llamar solamente pecado a aque-llo que los hombres notan y condenan. Mi pecado es el odio que tengo a mi hermano o el rencor que guardo vivo den-tro de m y que me lleva a desearle el mal: el que le trate de tonto... (22).

    La comparacin de los dos adversarios que caminan jun-tos nos ensea que no debemos aplazar constantemente el momento en que nos pondremos a arreglar las cuentas y a enderezar nuestra vida. Mejor vale hoy que maana. La cues-tin no es solamente de arrepentimos, sino tambin de re-parar el mal que hemos hecho. Reparar el mal no es sola-

    13 & 20,13 a sus antepasados: No matars, y el que

    '" mate deber responder ante la justicia. 22

    Yo les digo ms: cualquiera que se eno-je contra su hermano comete un delito, y

    Bom 13,9 el que lo trate de tonto merecera respon-so4i29 der ante el Tribunal Supremo, y el que lo

    trate de renegado de la fe es digno del in-fierno. 23 p o r e s 0 j cuando presentes una ofrenda al altar, si recuerdas all que tu her-mano tiene alguna queja en contra tuya, 24

    deja ah tu ofrenda ante el altar, anda pri-mero a hacer las paces con tu hermano y entonces vuelve a presentarla.25 Llega a un

    MC 11,25 acuerdo con tu enemigo mientras van de camino, no sea que tu enemigo te entre-gue al juez y el juez al carcelero y te echen al calabozo. 2 6 Te aseguro que no saldrs de ah sino cuando hayas pagado hasta el ltimo centavo.

    27

    Se dijo a los antepasados: No co-E 20,14 meters adulterio. 2B Ahora yo les digo que

    quien mira con malos deseos a una mujer, ya cometi adulterio en su interior. 29por eso, si tu ojo derecho es ocasin de peca-do para ti, scatelo y tralo lejos; porque es ms provechoso para ti perder una parte de tu cuerpo y que no seas arrojado entero al infierno. 30 Y si tu mano es para ti ocasin

    MC 9,43 de pecado, crtatela; porque es mejor per-

    mente devolver a mi prjimo su martillo que me haba lle-vado. Tambin es ver por qu tengo una personalidad tan poco firme que me dejo llevar por cualquier deseo. Tam-bin es fortalecer mi conciencia dbil con la oracin y la me-ditacin de la palabra de Dios.

    A menudo reconocemos que somos fros para amar a Dios, poco perseverantes en el camino del bien. La razn de esto se debe a que desde aos hemos cometido mu-chos pecados y maldades: logramos olvidarlos, pero no he-mos reparado los daos que hicieron a nuestra conciencia. Y mientras andamos sonrientes e irresponsables, arrastra-mos estas torpezas y tonteras como otras tantas cuentas no arregladas.

    No saldrs de ah hasta que hayas pagado el ltimo cen-tavo. Todo el mal enterrado en nuestra conciencia deber ser sacado a la luz antes de que entremos a la Verdad que es Dios. Si no nos purificamos en la presente vida, seremos purificados despus de la muerte, y la Iglesia usa la palabra Purgatorio para designar esta purificacin dolorosa.

    S tu ojo derecho... El cristiano no ha de vivir aparte de los dems: debe imponerse de la cultura moderna, par-ticipar en lo gremial, buscar una superacin... Sin embargo, si sabe que tal amistad, tal costumbre, tal ambicin lo lleva-r poco a poco a una traicin, entonces no ha de presumir de sus fuerzas: corta tu mano.

    + El que despide a su mujer Ver Mc ]0,1; Mt 19,2. Fuera del caso de infdelidad. En este caso, el esposo trai-

    cionado, puede casarse con otra, o solamente debe sepa-rarse? Uno de los escritos cristianos ms antiguos, e) Pas-tor, de Hermas (ao 140), parece dar la respuesta precisa cuando dice en forma de dilogo:

    Seor, si uno tiene esposa creyente y descubre que es

    mateo 5 der una parte de tu cuerpo y no que vayas entero a parar al infierno.

    + 31 Se dijo tambin: El que despida a

  • mateo 6 les digo: 3 9 No resistan a los malvados. Pre-sntale la mejilla izquierda al que te abofe-tea la derecha, 40 y al que te arma pleito por la ropa, entrgale tambin el manto. 4i Si

    i"co ,7 alguien te obliga a llevarle la carga, llvase-la el doble ms lejos. 42 Dale al que te pida algo y no le vuelvas la espalda al que te so-licite algo prestado.

    43 Ustedes saben que se dijo: Ama a Le 19,18 tu prjimo y guarda rencor a tu enemigo.

    44 Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores. 45 As sern

    pro 25,21 hijos de su Padre que est en los cielos. El '4 hace brillar el sol sobre malos y buenos, y caer la lluvia sobre justos y pecadores.

    46 Porque si ustedes aman a los que los aman, qu premio merecen?, no obran as tambin los pecadores? 47 Qu hay de nuevo si saludan a sus amigos?, no lo ha-cen tambin los que no conocen a Dios?

    Lev 19 2

    Dt 183 48 por lo tanto, sean perfectos como es per-sigo1!/ fecto su Padre que est en el Cielo.

    reaccin de ellos es, habitualmente, la sumisin callada que disimula el rencor y prepara la venganza.

    No resistan a los malvados... en todos los casos en que somos el nico perjudicado, sera mucho mejor perdonar y poner nuestra causa en manos de Dios en vez de entrar en una lucha, aun legal y legtima, que nos har cada da ms apegados a nuestros intereses y nuestros derechos.

    Pero, muchas veces, resistir al agresor es el primer paso para educarlo y obligarlo a actuar en forma ms justa y res-ponsable. Y, habitualmente, aceptar que el de arriba me atre-pelle es darle nimo para que acte igual con mis hermanos.

    No resistan a los malvados. Este consejo vale para los fuertes, que han demostrado su capacidad para defenderse. Estos, al conceder ms de lo que pide el adversario, lo ayu-darn a convertirse. Si, en cambio, se trata de personas re-signadas que callan bajo la opresin y odian secretamente, lo primero que debemos ensearles es a que se unan para reclamar sus derechos.

    Presenta la mejilla izquierda. Con este consejo tan cho-cante, Jess nos ayuda a entender el mecanismo de la vio-lencia y nos ensea el secreto de la accin no violenta. La violencia nunca es el hecho de uno solo. La violencia, igual que la codicia, se despierta al ver la violencia y la codicia de los otros. Podemos estar aos sin desear cierta comodidad; a partir del momento en que otros la aprecian, casi nos mo-rimos si no la tenemos. Asimismo, al ver que otros usan pro-vechosamente la fuerza, queremos hacer igual. Y Jess nos pregunta: Quieren realmente la justicia, o solamente los lle-va el espritu de rivalidad? El engranaje de la violencia no construye la justicia, y sabemos que la victoria sobre el opre-sor hace de la vctima de ayer el aprovechador del maana.

    Jess, pues, no habla para los que buscan una solucin inmediata, siempre decepcionante, sino para los que quie-ren aportar su piedra a la construccin laboriosa y larga de! Reino. Y se nos pide inventar algo mejor que la guerra santa.

    Los que practican el deporte del judo aprenden a dese-quilibrar ai adversario. Y se les dice: Si l te empuja, traelo en vez de resistir; si l quiere atraerte, no te eches atrs, sino que trate adelante para que vaya al suelo. Aqu Jess dice lo mismo. Hay una manera de conceder al adversario lo do-

    14

    Hacer el bien sin decirlo

    A ] Tengan cuidado de no hacer el V ** bien delante de los hombres, para 23

    que los vean; de lo contrario, el Padre ce- ^j? lestial, Padre de ustedes, no les dar ningn premio. 2 Por eso, cuando des limosna, no lo publiques al son de trompetas, como ha- Am 4, cen los hipcritas en las sinagogas y en las calles, para que los hombres los alaben. Yo les digo que ya recibieron su premio.

    3 T, en cambio, cuando das limosna, no

    debe saber tu mano izquierda lo que hace tu derecha; 4 cuida que tu limosna quede en secreto, y tu Padre, que ve los secretos, sai w te premiar.

    5 Cuando recen no hagan como los hi-pcritas, que gustan orar de pie en las si- eje nagogas y en las esquinas de las plazas, para que los hombres los vean. Ellos ya re-cibieron su premio. 6 T, cuando reces, en-tra en tu pieza, cierra la puerta y reza a tu 2D* : Padre que comparte tus secretos, y tu Pa-dre, que ve los secretos, te premiar. 7A1

    ble de lo que l pide para desbaratar toda su armadura men-tal y, al final, reconocer que anda errado.

    + Este es el nico lugar del Evangelio en que Jess ha-bla de ser perfecto. En otros lugares nos record los me-dios necesarios para alcanzar una vida espiritual: entren por la puerta estrecha... Pero una sola vez habl de ser perfecto como ei Padre, refirindose al esfuerzo que hacemos para no distinguir entre amigos y enemigos. Ver comentario de Le 6,32.

    No excluir a nadie de nuestra comprensin fraternal: al co-mienzo hacemos un esfuerzo para amar a esta persona como si no fuera contraria nuestra. Pero con el tiempo ad-quirimos una visin de las cosas en que comprendemos cla-ramente que todos estn en su lugar en el presente mundo, y que Dios los gua a todos. Esto ser alcanzar la perfeccin.

    Ama a tu prjimo (Lev 19,18). AI decirio a Biblia, se re-fera al compatriota. Promova la solidaridad dentro del pue-blo de Israel; no se fijaba en la fraternidad universal.

    Guarda rencor a tu enemigo. Esto no est en esta forma en la Biblia, sino que lo equivalente se encuentra en mu-chas partes (Deut 7,2-3). Refirindose a los pueblos enemi-gos, no a los enemigos personales, peda desconfiar de ellos y no convivir con ellos para no compartir sus errores.

    Ei amor a ios enemigos: Me 12,31; Le 10,27; Rom 13,9; Gal 5,14; Stgo 2,8; Rom 12,20; Le 23,34; He 7,60; Rom 12,14; 1 Cor 4,12; Ef 5,1.

    O Dios no puede premiamos mientras buscamos nues-tro propio inters y el aprecio de los dems. Empezar a es-cuchamos y a manifestarse a nosotros cuando lo hayamos hecho el nico testigo de nuestra vida. El creyente es el que ve lo invisible, y se contenta con saber que Dios tambin io ve y sabe.

    Dios est en todas partes, pero no tiene odos para escu-char nuestros rezos. Es intil abrir la boca mientras no nos hayamos retirado de todo lo que no es l para estar slo frente a l. Y por qu rezamos nuestras frmulas con una velocidad tal que ni siquiera nosotros podemos enten-der lo que estamos diciendo?

    15 orar no multipliquen las palabras, como ha-cen los paganos que piensan que por mu-cho hablar sern atendidos. 8 Ustedes no

    ic i S r e c e n de ese modo, porque, antes que pi-dan, el Padre sabe lo que necesitan.

    El Padre nuestro (Le 11,1 Me 11,25)

    9 Ustedes, pues, oren de esta forma: FZ 36,23 Padre nuestro, que ests en el cielo, jn 17.6 santificado sea tu Nombre;

    a v e n g a a nosotros tu reino; Mt 26,39 hgase tu voluntad

    LOS CIELOS.EL PADRE DEL CIELO Jess entreg a sus discpulos el Padre nuestro como

    la oracin perfecta que ha de brotar naturalmente del cora-zn de los hijos de Dios, porque en ella expresan stos to-dos sus deseos en la forma y con el orden que corresponde Jess compuso el Padre nuestro en forma muy estudiada, como hacan los maestros de su tiempo, para que fuera ms fcil de memorizar. En el idioma de Jess las iniciales de los primeros versos formaban la palabra venir, la cual es la palabra clave de esta oracin: venga tu Reino!

    Ya sealamos que los contemporneos de Jess decan el Cielo para designar a Dios mismo, pues, por su gran respeto, no se atrevan a nombrarlo. Por eso, tambin Jess habla del Reino de os Cielos para decir el Reino de Dios, y del Padre de ios Cielos para decir el Padre-Dios.

    En realidad, nosotros mismos seguimos hablando del Cielo para designar otro mundo, otra realidad no material en que Dios comparte su felicidad con aquellos que lo quie-ren. Por eso, cuando hablamos del Padre de los Cielos, esto no significa que est lejos o encima de nosotros. Ms bien tratamos de elevar nuestro espritu hacia El. Reconocemos que nuestras palabras no son dignas de El y que nuestras preocupaciones son muy limitadas y egostas comparadas con la grandiosidad de sus pensamientos y la generosidad de su amor. El que podamos dirigimos a Dios y llamarlo Pa-dre no es cosa comn y comente sino un privilegio muy grande.

    La Biblia habla de Dios y tambin habla del Nombre de Dios. Este trmino es como para expresar que toda la crea-cin es una manifestacin de Dios y l llena su creacin. A pesar de que l no se encuentra en ningn lugar determi-nado, su Nombre, o sea su presencia activa, su irradiacin, su esplendor, est sobre toda criatura.

    Santificado sea tu Nombre, es decir: Manifistate, que t seas reconocido conforme a tu inmensa riqueza, esplendor y generosidad! El Nombre de Dios es santificado cuando re-cibe acogida en alguno de nosotros, segn el Evangelio de Juan: Si alguien me ama, guardar mi palabra, y mi Padre lo amar, y vendremos a l para hacer nuestra morada en l. Nosotros necesitamos que venga a nosotros su Reino, pero a l no le hace falta. Lo nico que quiere es irradiar su santidad y felicidad en los hijos que se ha escogido. Quiere imprimir su Nombre en nosotros para que, de da y de no-che, haya una comunicacin misteriosa entre l y nosotros, lo mismo como la hay entre el Padre y el Hijo y quedan uni-dos por su Espritu Santo.

    Venga tu Reino. El Reino de Dios ya se hizo cerca con la venida de Jess, y Dios reina en todo lugar donde los hom-bres han conocido a Dios por la palabra de Jess. Ya no lo ven como aferrado a sus derechos y soberana, o como sal-vador ms poderoso que los malos, sino que tambin lo re-conocen en las humillaciones de su Hijo y en el amor que los une. Esta verdad primordial, propia del Evangelio, es de la que brotan la misericordia y la reconciliacin. Pero no bas-ta que los creyentes se hayan reconciliado en forma indivi-dual; Dios nos hizo fermento; Dios nos hizo fermento en la

    mateo 6 en la tierra como en el cielo.

    1J Danos hoy nuestro pan de cada da; 12

    perdona nuestras ofensas, como tambin nosotros perdonamos

    a los que nos ofenden; 18-21 !3 no nos dejes caer en la tentacin, y lbranos del mal. 14

    Queda bien claro que si ustedes per-donan las ofensas de los hombres, tambin el Padre celestial los perdonar. 15 En cam- MC 11,25 bio, si no perdonan las ofensas de los hom- r 3$ bres, tampoco el Padre los perdonar a s,r281 ustedes.

    humanidad para que toda la realidad del hombre, con sus proyectos, sus trabajos, sus construcciones econmicas y polticas se encaminara hacia una civilizacin comunitaria. Todo y todos han de volver al Padre.

    Nos corresponde trabajar y sufrir porque llegue el Reino de Justicia y Verdad: hgase tu voluntad. Pero, en todo caso, no est sujeto a nuestra buena o mala voluntad, a nuestra indiferencia o flojera. El Reino de Dios vendr, con o sin no-sotros, porque, en realidad, ya est.

    Hgase tu voluntad. Esta palabra, que Jess pondr en el centro de su oracin en el Huerto, condena muchas oracio-nes en las que queremos emplazar a Dios. Los que creen tener mucha fe porque constantemente esperan de Dios que solucione sus problemas sin preocuparse ellos por el Reino de Dios, podran meditar el ejemplo de Jess (Mt 27,39).

    En la tierra como en el Cielo. Esta precisin vale para las tres peticiones anteriores: santificado sea tu Nombre... h-gase tu voluntad. Nos recuerda que todo lo que sucede en el universo creado, sujeto al tiempo, depende de otro mun-do no creado donde no corre el tiempo: ste es el Misterio del Ser Divino. El Padre, fuente del Ser Divino, goza las ri-quezas de su infinita perfeccin en la entrega mutua de las tres personas divinas. En l no hay tristeza ni enojo. Frente a l estn sus elegidos, a los que ve tales como sern des-pus de la Resurreccin; su Creacin la ve tal como ser al terminarse la historia, unificada en Cristo. Su voluntad la ve realizada y glorificada por todos. Pero somos nosotros, los que vivimos en el tiempo, a los que angustia vivir una rea-lidad imperfecta, un mundo en parto, un triunfo aparente de las fuerzas del ma!.

    Por eso pedimos que todo llegue a ser conforme al pro-yecto inicial de Dios, que se cumplir infaliblemente.

    Pedimos al Padre el pan que se comprometi damos si estamos atentos a su palabra. El hombre moderno cree que toda su prosperidad material depende de su solo esfuerzo. La Biblia, en cambio, afirma que todo depende a la vez de Dios y del hombre. El hombre solo puede conseguir, por un tiempo, milagros econmicos, pero derrochar sin pro-vecho las riquezas acumuladas. Solamente si se fija en la pa-labra de Dios (Deut 8,3) tendr pan y sabr distribuirlo. El que espera de Dios, no su pan, sino nuestro pan, har uso de toda su iniciativa y empeo para conseguir trabp'o, para trabajar en cosas tiles y para promover la justicia en el mundo del trabajo.

    El Padre Nuestro habla de las deudas que debemos per-donar (6,12). Pero, a continuacin, en 6,14, leemos: las ofen-sas. Es claro que, para Jess, deudas y ofensas son cosas parecidas. Cuando perdonamos al que pide perdn (Le 17,4), no le hacemos ningn regalo, ni ganamos algn m-rito: solamente nos liberamos a nosotros mismos de un ren-cor que nos envenenaba por dentro. El apegarse a su de-recho, siempre es una manera de anclarse en este mundo. Dios quiere perdonamos, o sea, acercamos a l, pero, mien-tras nos aferramos a estas cosas, cmo l lo hara?

    Jess habla para los pobres, acostumbrados a vivir con deudas que muchas veces no pueden devolver, y tambin

  • mateo 6 16 O 16 Cuando ayunen, no pongan cara

    triste, como hacen los hipcritas, que se desfiguran la cara para mostrar a todos que

    23,5 ayunan. Les aseguro que ya recibieron su recompensa. 17T, cuando ayunes, perf-mate el cabello y no dejes de lavarte la cara, 18

    porque no son los hombres quienes de-ben darse cuenta de que t ayunas, sino tu Padre que est en el secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te premiar. (Le 11,34; 12,33)

    1 9No se hagan tesoros en la tierra,

    stgo 5,2 donde la polilla y el gusano los echan a per-sir 29,11 der y donde los ladrones rompen el muro

    y roban. 20 Acumulen tesoros en el Cielo, Mt

    1921 donde ni la polilla ni el gusano los echan a coi 3,1 perder, ni hay ladrones para romper el

    muro y robar. 21

    Pues donde estn tus riquezas, ah tambin estar tu corazn.

    la convivencia obligada con un prjimo muchas veces pe-sado, multiplica las ocasiones de herirse mutuamente, por incomprensin ms que por maldad. El estilo de vida inde-pendiente, promovido por la sociedad moderna, considera como un ideal el no deber nada a nadie, manteniendo al pr-jimo a cierta distancia; pero esta suficiencia nos hace muy difcil entender la misericordia de Dios con los pobres que somos ante l.

    No nos dejes caer en la prueba. As se expresa el que es consciente de su debilidad y de su poca fe. Por ms que se sienta animado en el momento presente, sabe que si el Se-or esconde su rostro, se quedar desamparado. No tiene miedo a emprender cosas difciles si Dios se lo pide, por-que el que manda, tambin da fuerzas para cumplir. Pero de s mismo no presume de sus fuerzas.

    Y ser ms prudente todava al saber que el enemigo no es el mal sino el Malo. Alguien, ms poderoso y ms inteli-gente, lo est acechando para engaarlo, hacerlo desviar de la fe y luego derribarlo, por poco que se sienta seguro y des-cuide los medios que Jess nos indic para perseverar en la fe y en la Iglesia.

    O Aqu Jess no justifica ni condena el ayuno: l mismo ayun (ver 4,2; 9,15; 17,21). Solamente afirma que el ayuno no tiene valor s buscamos el aprecio de otros que de Dios.

    Todas las religiones han practicado el ayuno. Es una ma-nera de llamar la atencin de Dios, sea porque nos caen en-cima desgracias grandes (Joel 2,12), sea porque el hombre se siente culpable y quiere mover a compasin al que lo pue-de perdonar (Jons 3,8). Tambin es un medio para domar nuestros instintos y estimular nuestras energas con el fin de disponemos para las comunicaciones divinas (Ex 24,28).

    La Biblia reconoce al ayuno un lugar bastante limitado; los profetas afirmaban que el ayuno no sirve si no va acom-paado por una actitud ms comprensiva y ms justa con el prjimo (ls 58; Zac 7,4).

    /Yo se hagan tesoros en la tierra. Cules son las co-sas por las que gastamos nuestras energas, con las que so-amos, de que nos sentimos orgullosos o con las que nos sentimos seguros? Cules son las cosas que encerramos en la casa, en el banco o, ms sencillamente, en la memo-ria para recordarlas con gusto?

    Ah estar tu corazn. El corazn significa, en la cultura hebrea, la mente y la conciencia del hombre. No ser yo ei dueo de esas cosas; son ellas las que me tienen y me im-piden ver la vida con ojos limpios. No quiero escuchar, no

    + 22 Tu ojo es tu lmpara. Si tu ojo es limpio, toda tu persona aprovecha la luz. Pero, si es borroso, toda tu persona estar en la confusin. 23 Si lo que haba de luz en ti se volvi confusin, cmo sern tus tinieblas!

    Poner su confianza en Dios y no en el dinero (Le 12,22; 16,13)

  • mateo 8 no los da. ,8E1 rbol bueno no puede dar frutos malos, ni el rbol malo dar frutos buenos. 20 Por lo tanto, reconocern al r-

    310 bol por sus frutos. lcill 19 El rbol que no da frutos se corta y se

    Jn 156 echa al fuego. Mt 12,33 a

    La casa edificada sobre la roca (Le 6,47; 13,26 Me 1,22)

    O 21 No es el que me dice: Seor!, Se-Rom 2,13 or!, el que entrar en el Reino de los Cie-I'J lv los, sino el que hace la voluntad de mi Pa-

    dre del Cielo. 22 En el da del Juicio mu-jer 14.14 chos me dirn: Seor, Seor, profetizamos

    MC29,38 e n t u Nombre, y en tu Nombre arrojamos los demonios, y en tu Nombre hicimos mu-chos milagros. 23Yo les dir entonces: No

    2T?m1'i2 ' o s reconozco. Aljense de m todos los sai ,9 malhechores.

    24 El que escucha mis palabras y las

    Mt 13,41 practica es como un hombre inteligente stg02i',2z que edific su casa sobre la roca. 25Cay

    la lluvia a torrentes, sopl el viento huraca-nado contra la casa, pero la casa no se derrumb, porque tena los cimientos so-bre la roca. 26 En cambio, el que oye estas palabras sin ponerlas en prctica, es como el que no piensa, y construye su casa so-bre la arena. 27 Cay la lluvia a torrentes, so-

    Ei 13.10 piaron los vientos contra la casa, y sta se derrumb con gran estrpito.

    u 7,1 28 Cuando Jess termin estos discur-sos, lo que ms haba impresionado a la gente era su modo de ensear, 29 porque hablaba con autoridad y no como los maes-tros de la Ley que tenan ellos.

    Curacin de un leproso (Me 1,40; Le 5,12)

    MC 1,40 O 1 Cuando Jess baj del monte, lo si-Lc 5

    '12

    " gui mucha gente. 9,30 2 n leproso vino a arrodillarse delante de

    cimos que a estos mandamientos no hay que hacerles de-masiado caso.

    Hombres amargados, mundo obrero dividido por el odio y el egosmo, familias donde no hay verdadero dilogo en-tre los esposos, barrios y fbricas donde cada uno descon-fa del vecino, gente que aparenta tener comodidades cuan-do no tiene qu comer: otros tantos frutos de rboles malos.

    fio se sacan uvas de los espinos. Los planes y las teoras se juzgan en la prctica y Jess nos invita a mirar los he-chos para luego sacar las conclusiones. Pero a nosotros nos cuesta enjuiciar la realidad que vivimos. Ms nos gusta de-fender ideas que analizar las situaciones concretas.

    Jess, educado por el trabajo manual, desconfa de las ideas y las teoras.

    El comn de la gente considera malos a quienes no son de su color poltico, pero justifica los errores y hasta los cr-menes de los suyos. Jess, en cambio, condena al que fo-

    18 l y le dijo: Seor, si quieres, t puedes lim-

    Mc1^

    piarme. 3 Jess alarg la mano, lo toc y Lc17> le dijo: Lo quiero; queda limpio. Su lepra desapareci inmediatamente.

    4 Jess le dijo en seguida: No lo digas

    a nadie, sino que ve a mostrarte al sacer-dote y presenta la ofrenda ordenada por la Lev u:~ Ley de Moiss; as comprobarn lo su-cedido.

    Jess sana al sirviente del capitn (Le 7,1; Jn 4,46)

    5 Jess entr en Cafarnan. Se le presen-

    t un capitn que le suplicaba, 6 diciendo: Seor, mi muchacho est en cama, total-mente paralizado, y sufre terriblemente. 7 Jess le dijo: Yo ir a sanarlo.

    8 Contest el capitn: Seor, no soy dig-no de que entres bajo mi techo. Di una pa-labra solamente y mi sirviente sanar. 9 Yo mismo, aunque soy un subalterno, tengo autoridad sobre mis soldados; le digo a uno: Marcha, y marcha; y a otro: Ven, y vie-ne; y a mi sirviente: Haz esto, y lo hace.

    10 Jess se maravill al orlo y dijo a los

    que le seguan: En verdad no he encon-trado fe tan grande en el pueblo de Israel,

    Lc 13 11 y les aseguro que vendrn muchos del oriente y del occidente y se sentarn a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el Rei-no de los Cielos. 12 En cambio, los que de-ban entrar al Reino sern echados fuera, a

    Lc 13 2( las tinieblas, donde hay llanto y deses-peracin.

    13 En seguida dijo Jess al capitn: Pue-

    des irte, y que te suceda como creste. Y 1?;*. en aquella hora el muchacho qued sano. Jn 4 , 5

    14 Habiendo ido Jess a la casa de Pe-

    dro, encontr a la suegra de ste en cama, con fiebre. 15 Jess la tom de la mano y le pas la fiebre. Ella se levant y comenz MC 9,27

    x . 1 He 3,7 a atenderle.

    menta divisiones, mentiras y favoritismo, aun cuando pre-tenda servir una causa sagrada. Y con esto confirma el prin-cipio fundamental de la moralidad: el n no justifica los medios.

    O En el da del Juicio muchos me dirn. Jess se refie-re a los que participan en su Iglesia y son considerados. Bien enseemos o hagamos milagros, o incluso seamos los ani-madores y responsables de la comunidad, todos estos do-nes o ministerios son para bien de la comunidad y no sig-nifican que vivimos en gracia de Dios. La fe que nos salva obra mediante el amor (Gal 5,6) y nos hace cumplir la Ley (Stgo 2,8).

    El que escucha mis palabras. Jess se refiere a los que acogieron su palabra y se convirtieron: ya se creen salvados. Pero si no aprovechan el tiempo del primer entusiasmo para construir su vida con esos cimientos necesarios que son la

    19 mateo 9 16

    Al llegar la noche le trajeron muchos endemoniados. El ech a los demonios con una sola palabra y san a todos los enfer-mos. 17 As se cumpli la profeca de Isaas:

    is 53,4 Hizo suyas nuestras debilidades y carg con Jn 1,29 nuestras enfermedades.

    (Lc 9,57) MC 4,35 i8 Jess, al verse rodeado de un gran

    gento, mand pasar a la otra orilla del lago. *9 En ese momento un maestro de la Ley se acerc a l y le dijo: Maestro, te seguir a donde vayas. 2 0 Jess le contest: Los zorros tienen sus madrigueras y las aves sus nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene ni

    2co8,9 dnde descansar la cabeza. 21

    Tambin uno de sus discpulos le dijo: i R 19,20 Seor, deja que me vaya y pueda primero

    enterrar a mi padre. 22 Jess le contest: Sigeme y deja que los muertos entierren a sus muertos.

    Jess calma la tempestad (Me 435 Lc 8,22)

    2 3 Despus, Jess subi a la barca y lo

    seguan sus discpulos. 2 4 S e desat una tormenta tan grande en el mar, que las olas cubran la barca, pero l dorma.

    2 5 Los discpulos se le acercan y lo des-

    piertan, dicindole: Socrrenos, Seor, que nos hundimos.. 2 6 Jess les dice:

    6,30 Gente de poca fe, por qu tienen miedo? 8,10

    Despus se pone en pie, da una orden a los vientos y al mar, y todo queda tranquilo.

    27 Aquellos hombres, llenos de admira-

    cin, exclamaron: Quin es ste, a quien hasta los vientos y el mar obedecen?

    Los demonios y los cerdos (Mc 5,1; Le 8,26)

    28 Al llegar a la orilla opuesta, a la tierra de Gadara, dos endemoniados salieron de entre unos sepulcros y vinieron a su en-cuentro. Eran nombres tan salvajes que na-medftacin bblica, el desprendimiento, la lucha contra sus tendencias malas y la vivencia de la comunidad cristiana, todo se vendr abajo en el perodo que siga.

    Con esta pgina finaliza este primer Discurso en que Ma-teo rene palabras de Jess que forman como su Jamado a todos los hombres, n nuevo Discurso empezar con el captulo 10.

    O Ver el comentario de Mc 2,1 y de Lc 5,17. Reconoci la grandeza de Dios que habla dado tanto po-

    der a los hombres, (v.8). A los hombres, es decir, no sola-mente a Jess, sino a los miembros de su Iglesia, pues toda la comunidad cristiana participa en el poder de perdonar.

    die poda pasar por ese camino. 29 Y se pu-sieron a gritar: Hijo de Dios, qu quieres con nosotros? Viniste a atormentarnos an- u 4,34 tes de tiempo?

    30 Haba por all, a alguna distancia, una

    gran cantidad de cerdos que estaban pas-tando. 31 Los demonios suplicaron a Jess: Si nos expulsas, mndanos a esta mana-da de cerdos. Jess les dijo: Vayan. 32

    Salieron, pues, y se metieron en los cer-dos. Y sucedi que de repente toda la ma-nada se lanz al mar desde lo alto del acan-tilado y perecieron en las aguas.

    33 Los cuidadores huyeron y fueron a la

    ciudad. Ah contaron todo lo sucedido y tambin lo referente a los endemoniados. 34

    Entonces todos los habitantes vinieron al encuentro de Jess y le rogaron que se fue-ra de su territorio.

    Jess sana al paraltico (Me 2,1 Lc 5,17)

    Q ! Jess subi a la barca y se fue por * mar a su ciudad. 2 All le llevaron a un

    paraltico, tendido en una camilla. Al ver Je- 8 6

    sus la fe de ellos, dijo al paraltico: Hijo, ten He 9^3 confianza. Tus pecados te quedan per-j Lc 7,48 donados.

    3 Entonces algunos de los maestros de

    la Ley pensaron: Qu manera de burlarse jn 10,33 de Dios! 4 Jess, que vea sus pensamien-tos, dijo: Por qu piensan mal? 5 Qu es ms fcil decir: Te perdono tus pecados, o: Levntate y anda? 6 Sepan entonces que el Hijo del Hombre tiene poder sobre la tierra on 7,10 para perdonar los pecados. Y dijo al para- Jn 527 ltico: Levntate, toma tu camilla y vete a tu casa.

    O 7Y el paraltico se levant y se fue a He9M

    su casa. 8 La gente qued muy impresiona-da y reconoci la grandeza de Dios que ha-ba dado tanto poder a los hombres.

    En los primeros tiempos la comunidad era ms consciente de este don recibido de Jess. Bien es cierto que los minis-tros responsables intervenan en forma ms directa para per-donar o para excluir a los indignos, pero lo hacan como res-ponsables de la comunidad y todos se daban cuenta que de-ban tomar su parte del rescate y de la reconciliacin de sus hermanos (ver 1 Cor 5,3-5 y 2 Cor 2,5-11).

    Sin negar el valor de la absolucin del sacerdote, sabe-mos que la comunidad goza la presencia de Cristo. Con es-tablecer relaciones de misericordia y de confianza, con acep-tar humildemente la correccin fraternal, con el perdn mu-tuo que se dan los esposos, Cristo es el que perdona y lo perdonado en la te/ra nos es perdonado en el cielo (ver Mt 18,18).

  • mateo 9 20 Jess llama al Apstol Mateo 19 Jess se levant y lo sigui en com-(Mc 2,13 u 5,27) paa de sus discpulos.

    + 9 Jess, al irse de ah, vio a un hom-bre llamado Mateo, en su puesto de cobra-dor de impuestos, y le dijo: Sigeme. Ma-teo se levant y lo sigui.

    10 Luego, Jess estuvo en una comida en casa de Mateo. Se presentaron buen nme-ro de cobradores de impuestos y otra gen-te pecadora, y se sentaron a la mesa con Jess y sus discpulos, i5 Los fariseos, al ver

    11,19 esto, decan a los discpulos: Por qu su Lc

    IM Maestro come con publcanos y peca-197

    dores? 1 Tim 1,15 12 pero Jess los oy y dijo: Los sanos

    no necesitan mdico, sino los enfermos. 13

    Aprendan lo que significa esta palabra de 0s

    12? Dios: Yo no les pido ofrendas, sino que ten-gan compasin. Pues no vine a llamar a hombres perfectos sino a pecadores.

    14 En ese momento se le acercaron al-

    gunos discpulos de Juan y le preguntaron: 11,18 Por qu nosotros y los fariseos ayunamos

    12 a menudo y tus discpulos no ayunan?

    15 Jess les contest: Sera bueno que

    los compaeros del novio anden tristes cuando el novio est con ellos? Vendrn das en que el novio les ser quitado; en-tonces ayunarn.

    15 Nadie remienda ropa vieja con un pe-

    dazo de gnero nuevo, porque el pedazo nuevo agrandara la rotura.17 Ni nadie echa vino nuevo en vasijas viejas, porque si lo ha-cen, se rompen las vasijas, el vino se des-parrama y las vasijas se pierden. El vino nuevo se echa en vasijas nuevas, y as se conservan el vino y las vasijas. Jess resucita a la hija de un jefe (Me 5,21 Lc8,40)

    18 Mientras Jess hablaba, lleg un jefe de los judos, se postr delante de Jess y le dijo: Mi hija acaba de morir, pero ven a mi casa, impnle la mano y vivir.

    + Ver el comentario de Me 2,13. Se llamaban pecadores a los que no observaban la Ley de Moiss y a los que coo-peraban con las autoridades extranjeras (como los cobra-dores de impuestos).

    Ver el comentario de Me 5,21. Toc el fleco de su capa. Jess, como buen judo, tena

    flecos en su manto. El fleco, con un hilo morado, color del cielo, era cosa casi sagrada (Nm 15,38 y Mt 23,5).

    O Lo seguan gritando. Cmo, si estaban ciegos? A tro-pezones y hacindose conducir. Cuando pecas, grita a Dios y sigue en busca de Cristo.

    2 Mientras iba, una mujer que pade- jj ca desde haca doce aos de una hemorra- C 8 , ; gia, se acerc por detrs y toc el fleco de Lc ,3,1 su manto. 21 Pues ella pensaba: Con slo Lev 15, tocar su manto sanar 22 Jess se dio He 19, vuelta y, al verla, le dijo: Animo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer qued sana en

    1 ^ He 3,1

    ese mismo momento. 2 3

    Jess, al llegar a la casa del jefe, en-contr a los flautistas que tocaban msica jn 11,1 fnebre y toda la gente alborotada. 24 L e s dijo: Vayanse, porque la nia est dormi-da y no muerta. Ellos se burlaron de Je-ss; 25 sin embargo, cuando los echaron fuera, l entr, tom a la nia por la mano, y la nia se levant. 2 6Esta noticia corri por todo el lugar. Mc'3'

    O 27 Dos ciegos siguieron a Jess cuan- 2029 do se retiraba de ah. Le gritaban: Hijo de David, ten compasin de nosotros! 28

    Cuando Jess estuvo en su casa, los cie-gos lo fueron a buscar y Jess les pregun-t: Creen que yo puedo sanarlos? Con-testaron: S, Seor.

    29 Entonces Jess les toc los ojos, di- 20,34 ciendo: Reciban ustedes lo que han cre- 'j? do. Y vieron. 30 Despus les orden seve-ramente: Que nadie lo sepa. 31 Sin em-bargo, ellos, en cuanto salieron, lo publica- MC 7,36 ron por todas partes.

    32 Cuando se iban los ciegos, le trajeron 12,22

    un endemoniado mudo. 33 Jess ech al Mc7,3

    demonio, y el mudo habl. La gente qued Lc,?;);

    maravillada, y todos decan: Nunca se ha ,' visto algo parecido en nuestro pas. 34 En cambio, los fariseos comentaban: Este ,2 , echa los demonios con la ayuda del rey de "c 3', los demonios. D '

    + 35 Jess recorra todas las ciudades y 4,23 los pueblos. Enseaba en las sinagogas, proclamaba la Buena Nueva del Reino y sa-

    + SANACIONES Se compadeci porque estaban como ovejas sin pastor.

    Ver. Nm. 27,17; Ez 34,5; Zac 10,2. Tambin Jn 4.35; Mc 634; Lc 10,2.

    En Jess, Dios mismo vena a sanar a la humanidad. Y porque dicha obra es larga y lenta, deban darse signos vi-sibles a la gente para que creyera en esta curacin poco per-ceptible. Por eso Jess deba sanar a os enfermos y, por eso tambin hoy, las comunidades cristianas deben dar sig-nos de lo que predican, sanando al mundo actual de sus en-fermedades y promoviendo unin y justicia.

    Los hombres buscan a quien los sane de sus enfermeda-

    21 mateo 10 naba todas las enfermedades y dolencias.

    14,14 36 Viendo el gento, se compadeci porque R %f7 estaban cansados y decados, como ovejas

    sin pastor. 37Dijo entonces a sus discpu-JH 4,35 los: La cosecha es grande, y son pocos los

    obreros. 38 Por eso rueguen al dueo de la cosecha que mande obreros para hacer su cosecha.

    Los doce apstoles (Mc 3,13; Lc 6,12)

    1 A ' Jess, pues, llam a sus doce O * " discpulos y les dio poder para

    expulsar a los demonios y para curar toda clase de enfermedades y dolencias.

    2 Estos son los nombres de los doce

    apstoles: primero, Simn, llamado Pedro, y Andrs, su hermano; Santiago y Juan, hi-jos de Zebedeo; 3 Felipe y Bartolom; To-ms y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo; Tadeo; 4 Simn, el cananeo, y Ju-das Iscariote, que fue el que lo traicion.

    Mc6,7 Lc 9.1

    9,35 Mc 1,34

    Jn 1,40 1,43

    26,25 27,3

    Jn 6,64

    Jess enva a los primeros misioneros (Lc9,l; 10,1; Mc 6,8)

    O 5 Estos son los Doce que Jess en-LC 9,53 vio con las instrucciones siguientes: No va-HS 8,5 yan a tierras extranjeras ni entren en ciuda-

    des de los samaritanos, 6 sino que primero vayan en busca de las ovejas perdidas del pueblo de Israel.

    7 Mientras vayan caminando, proclamen

    que el Reino de Dios se ha acercado. 8 Sa-nen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, echen demonios. Den gratuita-mente, puesto que recibieron gratuitamen-te. 9 No traten de llevar ni oro, ni plata, ni monedas de cobre,10 ni provisiones para el viaje. No tomen ms ropa de la que llevan puesta; ni bastn ni sandalias. Porque el que trabaja tiene derecho a comer.

    11 En todo pueblo o aldea en que entren,

    vean de qu familia hablan en bien y qu-dense ah hasta el momento de partir.

    12 Al entrar en la casa, pidan la bendicin

    de Dios para ella. 13 Si esta familia merece la paz, la recibir; y si no la merece, la ben-dicin volver a ustedes.

    14 Donde no los reciban, ni los escuchen,

    salgan de esa familia o de esa ciudad, sa-cudiendo el polvo de los pies. 15 Yo les ase-guro que esa ciudad, en el da del Juicio, ser tratada con mayor rigor que Sodoma y Gomorra.

    16 Fjense que los envo como ovejas en

    medio de lobos. Por eso tienen que ser as-tutos como serpientes y sencillos como palomas.

    Jgr 50.S MI 15,24

    4,17 Lc 10,9

    Is 55,1 He 8,20

    Lc 10,4 Nm 18,31 1 Co 9,14

    Lc 10,10 He 13,51

    18,6

    Lc 10,12 Gen 18,19

    2 P 2,6

    Jn 10,12 He 20,29

    Hom 16,19

    des, por esto eran numerosos los seguidores de Jess. Para l, sin embargo, nuestras enfermedades, tanto como la ex-plotacin, el hambre, y la guerra, no son sino los frutos y las consecuencias de un mal ms profundo, arraigado en nues-tro corazn, que es el pecado. Trabajando con empeo y es-timulando a todos los hombres de buena voluntad, se pue-de remediar tal o cual de nuestros males; pero, para extir-par la raz del mal, no hay otra solucin que restablecer al hombre en su dignidad de hijo de Dios, y esto requiere que Dios nos transforme interiormente comunicndonos su pro-pio Espritu.

    O Jess pide a cada uno de nosotros que ponga sus ta-lentos al servicio de la humanidad para sanar sus dolencias, pero tambin necesita obreros para la cosecha del Reino de Dios, es decir para reunir en la Iglesia a los que han credo en el amor de Dios y se han preparado para recibir su Es-pritu. Rueguen, dice Jess..., y tal vez comprendern que a ustedes los llama Dios.

    Hasta ese momento, Jess se dio a conocer por sus pre-dicaciones en las sinagogas cercanas a Cafaman. Pero ahora Jess tiene medios, o sea, fama y cooperadores, para reunir muchedumbres.

    Este es el momento en que Jess constituye el grupo de los Doce. Los necesita para organizar sus reuniones, para transmitir sus enseanzas, para multiplicar los signos mila-grosos que realiza sobre los enfermos.

    Tambin Jess est proyectando su Iglesia y quiere darle una cabeza: sta ser el grupo de los apstoles. Ellos van a ser en medio de los hombres los testigos de Jess, para ese fin l les ensea una manera de vivir y de convivir que ser-vir de modelo a la Iglesia.

    Llam a los que l quiso (ver Jn 15,16). Estos a su vez

    llamarn a otros. En la Iglesia, nadie puede hacerse apstol; no es una responsabilidad que se conquiste: hay que ser llamado.

    O En este nuevo Discurso, Mateo rene palabras de Je-ss referentes a la misin. La primera parte (5-16) se dirige a los primeros misioneros de Galilea. Luego, Jess habla para todos aquellos que, posteriormente, sern testigos su-yos en medio de un mundo hostil.

    LA MISIN Ver comentario de Mc 6,7 y Lc 10,1. Esta fue la primera misin. El verdadero sentido de mi-

    sin es envo. El Padre es el que enva al mundo a sus men-sajeros, para reunir en un solo pueblo a los que hayan cre-do en su amor y sus promesas.

    Enva el Padre a los mensajeros de su palabra; pero tam-bin enva su Espritu Santo para que, deslizndose en el es-pritu de los oyentes, les inspire creer en la palabra de estos hombres sin prestigio que son los misioneros de la fe.

    EH Padre enva a su Hijo a la tierra, y luego el Hijo enva a sus apstoles. El Padre confa a Jess la realizacin de su plan, y luego la Iglesia de los apstoles se hace cargo de la obra empezada por l (Jn 17,18; 20,21).

    No vayan a tierras extranjeras. Jess obedece el plan de salvacin de su Padre ya expresado en la Biblia: el Salvador deba reunir a las ovejas dispersas del pueblo de Israel; des-pus llevara la salvacin a todas las naciones (Is 49,6; 60,1-10; Za 14,16; Mt 15,24).

    El que los recibe a ustedes (vers. 40); rechazar a los men-sajeros es desor el llamado del Padre.

  • mateo 10 Los testigos de Jess sern perseguidos (Le 12,11; Me 13,19; 4,22; 8,38)

    + *? Cudense de los hombres : a uste-wci3,9 des los arrastrarn ante las autoridades, y

    los azotarn en las sinagogas. 1 8 Por mi causa, ustedes sern llevados ante los go-

    Jn 6^^ bernantes y los reyes, teniendo as la opor-tunidad de dar testimonio de m ante ellos y los paganos .

    O 19 Cuando los juzguen, no se