berkeley

39
La crítica del innatismo Con Descartes el innatismo se convierte en una teoría sobre la forma o estructura de la actividad del espíritu, que abrirá las puertas a la consideración del a priori kantiano. La crítica de Locke al innatismo, de todos modos, es lo suficientemente general como para poder incluir en ella a todos los defensores del innatismo. La crítica de Locke al innatismo se centrará en demostrar la falsedad de la afirmación de que existe un consenso universal según el cual todos los seres humanos están de acuerdo el existencia de determinados principios especulativos y morales, de donde se seguiría que tales principios, (la idea de Dios, el principio de no contradicción, los principios morales), sería innatos. En su crítica Locke apelará a la experiencia para ir mostrando cómo no existe tal consenso universal, en absoluto, y que lo que se considera principios comunes no tienen nada de tales, si atendemos a lo que unos y otros dicen entender por los mismos. Tomemos la idea de Dios, dice Locke. Hay pueblos en los que tal idea no existe, y en aquellos en los que existe hay concepciones totalmente distintas, y muchas de ellas disparatadas y ridículas, con respecto a la divinidad, lo que no podría ocurrir si la idea de Dios fuera innata. Pero ocurre: luego la idea de Dios no puede ser innata. Lo mismo sucede si analizamos los principios especulativos, supuestamente innatos: los niños, los idiotas, y quienes no hayan tenido la oportunidad de aprenderlos, carecen por completo de tales principios. Son muchas las personas iletradas, en la sociedad europea, que llegan a la edad adulta sin tener la menor

Upload: ferdinandogranillo

Post on 13-Jul-2016

214 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Empirismo

TRANSCRIPT

La crtica del innatismo

Con Descartes el innatismo se convierte en una teora sobre la forma o estructura de la actividad del espritu, que abrir las puertas a la consideracin del a priori kantiano. La crtica de Locke al innatismo, de todos modos, es lo suficientemente general como para poder incluir en ella a todos los defensores del innatismo.

La crtica de Locke al innatismo se centrar en demostrar la falsedad de la afirmacin de que existe un consenso universal segn el cual todos los seres humanos estn de acuerdo el existencia de determinados principios especulativos y morales, de donde se seguira que tales principios, (la idea de Dios, el principio de no contradiccin, los principios morales), sera innatos. En su crtica Locke apelar a la experiencia para ir mostrando cmo no existe tal consenso universal, en absoluto, y que lo que se considera principios comunes no tienen nada de tales, si atendemos a lo que unos y otros dicen entender por los mismos. Tomemos la idea de Dios, dice Locke. Hay pueblos en los que tal idea no existe, y en aquellos en los que existe hay concepciones totalmente distintas, y muchas de ellas disparatadas y ridculas, con respecto a la divinidad, lo que no podra ocurrir si la idea de Dios fuera innata. Pero ocurre: luego la idea de Dios no puede ser innata.

Lo mismo sucede si analizamos los principios especulativos, supuestamente innatos: los nios, los idiotas, y quienes no hayan tenido la oportunidad de aprenderlos, carecen por completo de tales principios. Son muchas las personas iletradas, en la sociedad europea, que llegan a la edad adulta sin tener la menor nocin de tales principios; y en las tribus de Amrica rara vez se pueden encontrar tales principios especulativos entre sus habitantes. Por ello, tales principios especulativos, (identidad, no contradiccin), no pueden ser innatos.

Si analizamos el mbito de la moralidad encontramos un panorama similar respecto a los principios morales innatos. Lo ms que podemos observar son tendencias naturales hacia ciertas formas de comportamiento, pero eso no son ideas innatas de los principios morales. Por lo dems, aade Locke:

Las reglas morales requieren prueba, ergo, no son innatas. Otro motivo que me hace dudar de la existencia de principios prcticos innatos es que no creo que pueda proponerse una sola regla moral sin que alguien tenga el derecho de exigir su razn. (Ensayo, I, c.3).

Lo que observamos es una total disparidad de conductas, dentro de la misma sociedad, disparidad que aumenta si la comparamos con la de otras sociedades y otras pocas histricas, lo que basta para probar que no existen tales principios morales innatos, ya que si stos existieran no podramos encontrar tal disparidad en las acciones humanas. Pero no slo observamos disparidad, sino, con frecuencia, la ms absoluta falta de moralidad:

Basta observar a un ejrcito entrando a saco a una ciudad para ver qu observancia, qu sentido de principios morales, o qu conciencia se muestra por todos los desmanes que se cometen. (Ensayo, I, c.3).

Podran tales ideas innatas encontrarse en nosotros no de forma actual, sino virtual? Tal afirmacin carecera de sentido: por supuesto que estamos en condiciones de aprender en el futuro un principio matemtico, por ejemplo, pero es absurdo decir que tal principio est en nosotros de una forma virtualmente innata: no tiene sentido alguno afirmar que la mente posee una idea o principio mientras no est realmente en nuestro pensamiento.La idea de sustancia

Las ideas de cualidades se presentan a nuestra mente formando grupos en los que suelen aparecer cualidades primarias y secundarias asociadas a la misma experiencia, con pequeas variaciones, segn los momentos, lugares y circunstancias en que tales experiencias se produzcan. Cmo no podemos concebir el modo en que tales ideas puedan subsistir por s mismas, suponemos existencia de algo, de un sustrato que les sirva de soporte, al que llamamos "sustancia".

...al no imaginarnos de qu manera puedan subsistir por s mismas esas ideas simples, nos acostumbramos a suponer algn substratum donde subsistan y de donde resultan; el cual, por lo tanto, llamamos substancia.(Ensayo, II, 23)

Ello no quiere decir, sin embargo, que Locke considere que la idea general de sustancia es un simple producto de la imaginacin y no tenga existencia real. La idea general de sustancia es el resultado de una inferencia, realizada a partir de la existencia de cualidades que "necesitan" un soporte en el que existir, soporte que permanece desconocido para nosotros, pero cuya existencia y realidad queda suficientemente probada, segn Locke, con dicha inferencia, aunque tal idea de "sustancia" no sea ni clara ni distinta.

Junto a la idea general de sustancia encontramos las ideas de sustancias particulares, que resultan de la combinacin de ideas simples, mediante las que nos referimos a las cosas particulares como siendo sustancias. As, por ejemplo, la combinacin de ideas simples (forma, tamao, color, etc) que hallamos en la experiencia la designamos con nombre ("rbol", "mesa", "cosa"...) con el que nos referimos a tal combinacin como a una "sustancia".

Dado que las ideas simples proceden de la experiencia (de sensacin o de reflexin) la idea de sustancia remite a un sustrato material, por lo que resultara difcil poder hablar de "sustancias espirituales", a menos que aadisemos la idea de "pensante" a la idea de sustancia, convirtindose as la sustancia en una "sustancial espiritual", modo en el que obtenemos tambin a la idea de Dios, "a partir de ideas simples que obtenemos por reflexin" (Ensayo, 2, 23).

La sensacin nos convence de que hay unas substancias slidas extensas, y la reflexin de que hay unas substancias pensantes. La experiencia nos asegura de la existencia de tales seres, y de que el uno tiene la potencia de mover al cuerpo por impulso, y el otro, por pensamiento. (Ensayo, II, 23)

Las ideas de relaciones

Adems de las ideas de modos y de sustancias, tenemos ideas de relaciones, que resultan de referir una cosa a otra, o de comparar dos cosas entre s, bien dndole un nombre a una de las cosas, o a ambas, (distinto al que tiene fuera de dicha comparacin), o a la idea misma de la comparacin establecida entre ellas. La relacin, no obstante, no forma parte del existencia "real" de las cosas, sino que es algo sobreinducido, aunque no pueda ser contraria a la naturaleza de las cosas entre las que se da dicha relacin, de lo que parece seguirse que las ideas de relaciones son puramente mentales.

Entre estas ideas estn las ideas de causalidad e identidad. Respecto a la idea de causalidad, Locke entiende por causa aquello que produce una idea (simple o compleja) y por efecto, lo producido. ("Aquello que produce cualquier idea simple o compleja lo denotamos por el nombre general de causa; y aquello que es producido por el nombre de efecto", Ensayo, II, 26). Tanto la nocin de causa como la de efecto proceden de la experiencia, es decir, de ideas recibidas por sensacin o por reflexin; aunque la idea de causalidad, al ser una relacin, es un producto de la mente, tienen, no obstante, un fundamento real en la capacidad que tienen la sustancias de afectar a otras, produciendo ideas en nuestra mente. La mejor prueba de tal capacidad no la encuentra Locke, sin embargo, en la experiencia externa, sino en la interna, donde podemos experimentar la capacidad de nuestra volicin para comenzar, reprimir, continuar o finalizar actos de nuestra mente y/o de nuestro cuerpo.

No queda claro en la explicacin de Locke, sin embargo, cmo la mente es capaz de captar la conexin necesaria entre la causa y el efecto, a no ser mediante el recurso a una certeza de la intuicin, ms cercana al racionalismo cartesiano que a los postulados empiristas de su propia filosofa, con los que resulta difcilmente conciliable tal explicacin. No obstante, est convencido de la necesidad de ese nexo entre la causa y el efecto mantenindose, en este punto, de acuerdo con uno de los postulados bsicos de la metafsica tradicional.

En cuanto a la idea de identidad, remite a la existencia de algo en el mismo espacio y tiempo, existencia que debe ser continuada en el caso de los seres orgnicos, como el ser humano, en los que distintas clulas nacen y mueren constantemente, pudiendo entonces hablar del "mismos" ser cuando se produce una continuidad corporal, por lo que la idea de identidad procede totalmente del experiencia. Qu ocurre entonces con los seres orgnicos pensantes? La identidad personal queda entonces identificada con la identidad de la conciencia, ("...en el tener conciencia reside la identidad personal", Ensayo, II, 27), que es inseparable del pensamiento. Si en dos momentos distintos tuvisemos dos conciencias distintas e inconmensurables entre s, tendramos que hablar de dos identidades, como ocurre cuando una persona cuerda pierde la razn, y como prueba la experiencia, ya que no atribuimos las acciones del cuerdo al loco y viceversa, sino que las consideramos realizadas por dos personas distintas.Origen y clasificacin de las ideas

Locke entiende por idea, al igual que Descartes, todo contenido mental. Si no puede haber ideas innatas, y parece innegable que poseemos contenidos mentales a los que llamamos ideas de dnde proceden tales ideas? Slo pueden proceder de la experiencia nos dice Locke. La mente es como una hoja en blanco sobre la que la experiencia va grabando sus propios caracteres: todos nuestros conocimientos proceden de la experiencia o derivan, en ltima instancia, de ella.

Podemos distinguir dos tipos de experiencia. Una experiencia "externa", que nos afecta por va de la sensacin, y una experiencia "interna", que lo hace mediante la reflexin. La sensacin y la reflexin son, pues, las dos formas de experiencia de las que derivan todas nuestras ideas.

Supongamos, entonces, que la mente sea, como se dice, un papel en blanco, limpio de toda inscripcin, sin ninguna idea. Cmo llega a tenerlas? De dnde se hace la mente con ese prodigioso cmulo, que la activa e ilimitada imaginacin del hombre ha pintado en ella, en una variedad casi infinita? De dnde saca todo ese material de la razn y del conocimiento? A esto contesto con una sola palabra: de la experiencia; he all el fundamento de todo nuestro conocimiento, y de all es de donde en ltima instancia se deriva. Las observaciones que hacemos acerca de los objetos sensibles externos o acerca de las operaciones internas de nuestra mente, que percibimos, y sobre las cuales reflexionamos nosotros mismos, es lo que provee a nuestro entendimiento de todos los materiales del pensar. Esta son las dos fuentes del conocimiento de donde dimanan todas las ideas que tenemos o que podamos naturalmente tener. (Ensayo, II, C.1)

La sensacin es la principal fuente de las ideas. Los sentidos "transmiten a la mente", dice Locke, distintas percepciones, segn el modo en que los objetos les afectan (colores, olores, movimiento, figura, etc) produciendo en ella las ideas correspondientes. La reflexin, aunque no tan desarrollada y generalizada como la sensacin, nos permite tener experiencia de nuestras actividades mentales (percepcin, pensamiento, memoria, voluntad, etc) lo que da lugar tambin a la creacin de las ideas correspondientes. Pero adems, la combinacin de la sensacin y la reflexin pueden dar lugar a la creacin de nuevas ideas, como las de existencia, placer y dolor, por ejemplo.

Las ideas pueden ser simples y complejas. Las ideas simples son recibidas por la mente directamente de la experiencia (sensacin o reflexin) de forma enteramente pasiva, y pueden ser consideradas los "tomos de la percepcin", a partir de los cuales se constituyen todos los dems elementos del conocimiento. Las ideas complejas, aunque derivan de la experiencia, son formadas por la mente al combinar ideas simples, por lo que sta adquiere un papel activo en la produccin de tales ideas complejas (como las ideas de belleza, gratitud, universo, etc). Las ideas complejas puede ser de tres clases: de modos, de sustancias y de relaciones. Pero todas ellas, por alejadas que puedan parecer de los datos de la experiencia, son elaboradas por la mente a partir de la comparacin y la combinacin de ideas simples.

Estas ideas simples, los materiales de todo nuestro conocimiento, le son sugeridas y proporcionadas a la mente por slo esas dos vas arriba mencionadas, a saber: sensacin y reflexin. Una vez que el entendimiento est provisto de esas ideas simples tiene el poder de repetirlas, compararlas y unirlas en una variedad casi infinita, de tal manera que puede formar a su gusto nuevas ideas complejas. (Ensayo, II, C.1)

Las ideas de los modos de ser ("llamo modos a esas ideas complejas que, cualquiera que sea su combinacin, no contengan en s el supuesto de que subsisten por s mismas, sino que se las considera como dependencias o afecciones de las substancias. Tales son las ideas significadas por las palabras tringulo, gratitud, asesinato, etc.") se clasifican, a su vez, en simples y compuestas (o mixtas). Si combinamos una idea consigo misma tenemos una idea compleja de modo simple como, por ejemplo, la idea de tres, que resulta de combinar la idea de 1 tres veces consigo misma. Pero si combinamos ideas distintas obtenemos una idea compleja de modo mixto (o compuesta), como ocurre con las ideas de belleza, deber, hipocresa... Las ideas complejas pueden corresponderse con la realidad o no, ya que la mente puede combinar las ideas arbitrariamente, dando lugar a combinaciones que no necesariamente tiene que corresponderse con algo real.

Cualidades primarias y secundarias

En el captulo titulado "Algunas otras consideraciones sobre nuestras ideas simples", antes de hablar ms ampliamente de las ideas complejas, nos propone Locke la distincin entre las ideas y las cualidades, primero, y posteriormente la distincin entre las cualidades primarias y las secundarias.

Llamo idea a todo lo que la mente percibe en en s misma o es objeto inmediato de percepcin, pensamiento o conocimiento; y llamo cualidad del sujeto en que radica una tal capacidad a la capacidad de producir alguna idea en nuestra mente. (Ensayo, 2, 8, 8; p. 169)

Las ideas son, pues, sensaciones o percepciones; mientras que las cualidades son "capacidades del objeto" para producir en nosotros alguna idea. Veamos el ejemplo que utiliza Locke para introducirnos en dicha distincin: "As, una bola de nieve tiene el poder de producir en nosotros las ideas de blanco, fro y redondo; a esos poderes de producir en nosotros esas ideas, en cuanto que estn en la bola de nieve, los llamo cualidades; y en cuanto son sensaciones o percepciones en nuestro entendimiento, los llamo ideas; de las cuales ideas, si algunas veces hablo como estando en las cosas mismas, quiero que se entienda que me refiero a esas cualidades en los objetos que producen esas ideas en nosotros". (Ensayo, II, C.8)

Pero podemos distinguir an dos tipos de cualidades: las primarias y la secundarias. Las primarias "estn" en los objetos, mientras que las secundarias "no estn" en los objetos, y actan por medio de las cualidades primarias. En un objeto podemos encontrar determinadas "cualidades", como la solidez, la extensin, la forma, y otras distintas de stas, como los colores, el gusto, el sonido y el olor. Ahora bien, mientras las ideas de solidez, extensin y forma son "imgenes" de los objetos y guardan una semejanza con ellos, las ideas de color, Augusto, sonido, olor, no se puede decir que sean "imgenes" de los cuerpos y carecen de toda semejanza con ellos; la idea de "solidez" imita al objeto que produce tal idea, pero la idea de color no "copia " el color del objeto mismo.

Locke considera, pues, que las cualidades primarias reproducen algo que est en el objeto, mientras que las secundarias no, por lo que las primarias seran "objetivas" y las secundarias "subjetivas". Las ideas de cualidades primarias, al representar algo que est en el objeto, son vlidas para progresar en reconocimiento objetivo, mientras que las cualidades secundarias, al "no estar" en los objetos, no lo son, por lo que las inferencias o deducciones que podamos extraer de ellas no tienen valor cognoscitivo, valor objetivo.La idea de sustancia

Las ideas de cualidades se presentan a nuestra mente formando grupos en los que suelen aparecer cualidades primarias y secundarias asociadas a la misma experiencia, con pequeas variaciones, segn los momentos, lugares y circunstancias en que tales experiencias se produzcan. Cmo no podemos concebir el modo en que tales ideas puedan subsistir por s mismas, suponemos existencia de algo, de un sustrato que les sirva de soporte, al que llamamos "sustancia".

...al no imaginarnos de qu manera puedan subsistir por s mismas esas ideas simples, nos acostumbramos a suponer algn substratum donde subsistan y de donde resultan; el cual, por lo tanto, llamamos substancia.(Ensayo, II, 23)

Ello no quiere decir, sin embargo, que Locke considere que la idea general de sustancia es un simple producto de la imaginacin y no tenga existencia real. La idea general de sustancia es el resultado de una inferencia, realizada a partir de la existencia de cualidades que "necesitan" un soporte en el que existir, soporte que permanece desconocido para nosotros, pero cuya existencia y realidad queda suficientemente probada, segn Locke, con dicha inferencia, aunque tal idea de "sustancia" no sea ni clara ni distinta.

Junto a la idea general de sustancia encontramos las ideas de sustancias particulares, que resultan de la combinacin de ideas simples, mediante las que nos referimos a las cosas particulares como siendo sustancias. As, por ejemplo, la combinacin de ideas simples (forma, tamao, color, etc) que hallamos en la experiencia la designamos con nombre ("rbol", "mesa", "cosa"...) con el que nos referimos a tal combinacin como a una "sustancia".

Dado que las ideas simples proceden de la experiencia (de sensacin o de reflexin) la idea de sustancia remite a un sustrato material, por lo que resultara difcil poder hablar de "sustancias espirituales", a menos que aadisemos la idea de "pensante" a la idea de sustancia, convirtindose as la sustancia en una "sustancial espiritual", modo en el que obtenemos tambin a la idea de Dios, "a partir de ideas simples que obtenemos por reflexin" (Ensayo, 2, 23).

La sensacin nos convence de que hay unas substancias slidas extensas, y la reflexin de que hay unas substancias pensantes. La experiencia nos asegura de la existencia de tales seres, y de que el uno tiene la potencia de mover al cuerpo por impulso, y el otro, por pensamiento. (Ensayo, II, 23)

Las ideas de relaciones

Adems de las ideas de modos y de sustancias, tenemos ideas de relaciones, que resultan de referir una cosa a otra, o de comparar dos cosas entre s, bien dndole un nombre a una de las cosas, o a ambas, (distinto al que tiene fuera de dicha comparacin), o a la idea misma de la comparacin establecida entre ellas. La relacin, no obstante, no forma parte del existencia "real" de las cosas, sino que es algo sobreinducido, aunque no pueda ser contraria a la naturaleza de las cosas entre las que se da dicha relacin, de lo que parece seguirse que las ideas de relaciones son puramente mentales.

Entre estas ideas estn las ideas de causalidad e identidad. Respecto a la idea de causalidad, Locke entiende por causa aquello que produce una idea (simple o compleja) y por efecto, lo producido. ("Aquello que produce cualquier idea simple o compleja lo denotamos por el nombre general de causa; y aquello que es producido por el nombre de efecto", Ensayo, II, 26). Tanto la nocin de causa como la de efecto proceden de la experiencia, es decir, de ideas recibidas por sensacin o por reflexin; aunque la idea de causalidad, al ser una relacin, es un producto de la mente, tienen, no obstante, un fundamento real en la capacidad que tienen la sustancias de afectar a otras, produciendo ideas en nuestra mente. La mejor prueba de tal capacidad no la encuentra Locke, sin embargo, en la experiencia externa, sino en la interna, donde podemos experimentar la capacidad de nuestra volicin para comenzar, reprimir, continuar o finalizar actos de nuestra mente y/o de nuestro cuerpo.

No queda claro en la explicacin de Locke, sin embargo, cmo la mente es capaz de captar la conexin necesaria entre la causa y el efecto, a no ser mediante el recurso a una certeza de la intuicin, ms cercana al racionalismo cartesiano que a los postulados empiristas de su propia filosofa, con los que resulta difcilmente conciliable tal explicacin. No obstante, est convencido de la necesidad de ese nexo entre la causa y el efecto mantenindose, en este punto, de acuerdo con uno de los postulados bsicos de la metafsica tradicional.

En cuanto a la idea de identidad, remite a la existencia de algo en el mismo espacio y tiempo, existencia que debe ser continuada en el caso de los seres orgnicos, como el ser humano, en los que distintas clulas nacen y mueren constantemente, pudiendo entonces hablar del "mismos" ser cuando se produce una continuidad corporal, por lo que la idea de identidad procede totalmente del experiencia. Qu ocurre entonces con los seres orgnicos pensantes? La identidad personal queda entonces identificada con la identidad de la conciencia, ("...en el tener conciencia reside la identidad personal", Ensayo, II, 27), que es inseparable del pensamiento. Si en dos momentos distintos tuvisemos dos conciencias distintas e inconmensurables entre s, tendramos que hablar de dos identidades, como ocurre cuando una persona cuerda pierde la razn, y como prueba la experiencia, ya que no atribuimos las acciones del cuerdo al loco y viceversa, sino que las consideramos realizadas por dos personas distintas.El anlisis del conocimiento

Hemos visto, al hablar del origen y clasificacin de las ideas, que las ideas son contenidos mentales, aunque procedan o deriven de la experiencia. Siendo el conocimiento una operacin del entendimiento, los objetos inmediatos sobre los que ha de versar sern las ideas (contenidos mentales) y no las cosas. As, el conocimiento consistir en ciertas operaciones que realizamos con las ideas, operaciones que se refieren a la capacidad que tenemos de percibir la conexin y el acuerdo o desacuerdo entre ellas. ("El conocimiento es la percepcin del acuerdo o desacuerdo de dos ideas", Ensayo, IV, C.I). El entendimiento no puede acceder a las cosas, sino slo a sus propios contenidos mentales, las ideas El conocimiento, pues, no podr consistir en el acuerdo o desacuerdo entre las ideas y las cosas, como mantena la interpretacin aristotlica, sino en el acuerdo o desacuerdo de las ideas, es decir, entre los contenidos mentales a los que tiene acceso. Esta posicin plantear serios problemas en relacin con nuestro conocimiento de la existencia de las cosas, los objetos externos a nuestra mente, especialmente en lo referido a la existencia de Dios. Locke tratar de superar esta dificultad distinguiendo las diversas maneras en que podemos interpretar la nocin de acuerdo o desacuerdo entre las ideas. As, podemos hablar de "acuerdo" en cuatro sentidos.

1. Cuando nos referimos a la identidad de una idea, de la que de un modo inmediato estamos seguros y no confundimos con otra, como ocurre cuando estamos seguros de que la idea de "blanco" no es la de "rojo".

2. Podemos hablar tambin del acuerdo o desacuerdo que hay entre dos ideas, como ocurre en matemticas, donde podemos determinar la relacin o ausencia de relacin entre las ideas.

3. Tambin podemos interpretar el "acuerdo" como coexistencia de una idea con otras, como ocurre cuando nos referimos a una sustancia particular, y estamos seguros de que una caracterstica de esa sustancia (que es una idea compleja) acompaa siempre a los dems caractersticas con las que forma la idea compleja de tal sustancia.

4. Por ltimo se refiere Locke al acuerdo o desacuerdo de la idea de algo con la existencia real de ese algo, con lo que parece aceptar la posibilidad de conocer la relacin no slo entre ideas, sino tambin entre las ideas y las cosas (lo que exigira del entendimiento poder ir ms all de los contenidos mentales suministrados por la experiencia, proposicin que contradice sus propios principios empiristas).

Niveles o grados de conocimiento

Descartes haba propuesto la existencia de dos tipos de conocimiento: el conocimiento intuitivo y el conocimiento deductivo. Inspirado en el modelo del conocimiento matemtico, a partir de la intuicin de ideas claras indistintas (es decir, de las que no podemos dudar) se abre un proceso deductivo que nos puede llevar al conocimiento de todo cuanto es posible conocer. Pese a sus principios empiristas, Locke aceptara esta clasificacin cartesiana, a la que aadir, no obstante, una tercera forma de conocimiento sensible de la existencia individual.

Locke distinguir, pues, tres niveles o tipos de conocimiento: el conocimiento intuitivo, el conocimiento demostrativo y el conocimiento sensible.

El conocimiento intuitivo se da cuando percibimos el acuerdo o desacuerdo de las ideas de modo inmediato, a partir de la consideracin de tales ideas y sin ningn proceso mediador. ("... a veces la mente percibe de un modo inmediato el acuerdo o desacuerdo de dos ideas por s solas, sin intervencin de ninguna otra; y a esto, creo, puede llamarse conocimiento intuitivo", Ensayo, IV, C.2). Lo que percibimos por intuicin no est sometido a ningn gnero de duda y Locke considera que este tipo de conocimiento es el ms claro y seguro que puede alcanzar la mente humana. Como ejemplo ms claro de conocimiento intuitivo nos propone Locke el conocimiento de nuestra propia existencia, que no necesita de prueba alguna ni puede ser objeto de demostracin, siguiendo claramente la posicin cartesiana sobre el carcter intuitivo del conocimiento del "yo". ("Por lo que toca a nuestra propia existencia, la percibimos tan llanamente y con tanta certidumbre, que ni requiere, ni es capaz de prueba alguna, porque nada puede ser para nosotros ms evidente que nuestra propia existencia", Ensayo, IV, C.9). Es cierto que Locke no explica con demasiada amplitud las caractersticas de ese "yo", pero en todo caso no se est refiriendo al conocimiento de un alma inmortal, sino slo a una existencia pensante.

El conocimiento demostrativo es el que obtenemos al establecer el acuerdo o desacuerdo entre dos ideas recurriendo a otras que sirven de mediadoras a lo largo de un proceso discursivo en el que cada uno de sus pasos es asimilado a la intuicin. El conocimiento demostrativo sera, pues, una serie continua de intuiciones (como lo es el conocimiento deductivo en Descartes) al final de la cual estaramos en condiciones de demostrar el acuerdo o desacuerdo entre las ideas en cuestin, y se correspondera con el modelo de conocimiento matemtico. ("En cada paso que da la razn cuando se trata del conocimiento demostrativo, hay un conocimiento intuitivo acerca del acuerdo o del desacuerdo que busca respecto a la prxima idea intermedia que usa como prueba", Ensayo, IV, C.2). Un conocimiento de este tipo es el que tenemos de la existencia de Dios nos dice Locke. Cualquier demostracin ha de partir de algunas certeza intuitiva; en el caso de la demostracin del existencia de Dios Locke partir del conocimiento intuitivo de nuestra propia existencia, recurriendo a otras ideas intermedias, que proceden tambin de la intuicin, que nos permiten demostrar la necesidad de tal existencia. Pero el ejemplo ms claro de conocimiento demostrativo es, sin lugar a dudas, el conocimiento matemtico, en el que podemos observar el progreso deductivo a partir de un pequeo nmero de principios que se consideraban, por aquel entonces, evidentes e indemostrables: los postulados o axiomas.

El conocimiento sensible es el conocimiento de las existencias individuales, y es el que tenemos del Sol y dems cosas, por ejemplo, cuando estn presentes a la sensacin. No deja de resultar sorprendente que Locke aada esta forma de conocimiento a las dos anteriores, a las que considera las dos nicas formas vlidas de conocimiento ("al margen de las cuales slo es posible tener fe u opinin"). Ms an si consideramos que el conocimiento ha de versar sobre ideas, como se ha dicho anteriormente. El conocimiento sensible, sin embargo, nos ofrece el conocimiento de cosas, de existencias individuales, que estn ms all de nuestras ideas.

Cmo es posible verificar el acuerdo o desacuerdo entre una idea (un contenido mental) y la existencia de lo que suponemos que causa esa idea (algo extramental)? Siguiendo los principios empiristas de Locke resultara imposible verificar tal acuerdo o desacuerdo, ya que deberamos ir ms all de las ideas, de la experiencia. Locke se muestra convencido, no obstante, de que las ideas simples estn causadas por cosas que actan sobre la mente para crear tales ideas, por lo que han de poseer similitud o conformidad entre ambas. Y no es posible encontrar otro argumento como justificacin de que poseemos un conocimiento sensible sobre las cosas, sobre las existencias particulares.

El problema se agrava si consideramos las ideas complejas, pues en ese caso hay una clara elaboracin mental de cuya concordancia con la existencia real "extramental" no podemos tener ni siquiera tal convencimiento, como ocurre en el caso de la sustancias particulares, de las que Locke ya nos haba dicho que no podamos conocer su esencia real. No obstante, Locke considera que s cabe un conocimiento de su esencia nominal, como hemos visto anteriormente, ya que la idea compleja de sustancia es un haz o agregado de ideas simples que tienen, cada una de ellas, un correlato sensible en la realidad extramental, volviendo as a la argumentacin utilizada con las ideas simples y reencontrando la misma dificultad. En todo caso, a pesar de las dificultades, Locke se muestra convencido del existencia real del mundo, de las cosas...

Las dems supuestas formas de "conocimiento" no pasarn de ser una mera probabilidad, ("la probabilidad es la apariencia del acuerdo de las ideas, sobre pruebas falibles"), o sern englobadas en el mbito de la fe es decir, en lo que no es conocimiento. ("La fe, en cambio, es el asentimiento que otorgamos a cualquier proposicin que no est fundada en deduccin racional", Ensayo, IV, C.18).BERKELEY

As como Locke iniciaba su discusin de la teora del conocimiento refutando la existencia de ideas innatas, Berkeley va ms all y, en la introduccin de su tratado, rebate la existencia de ideas abstractas, a las que seala como principales culpables de las confusiones de que son vctimas los filsofos. Naturalmente, esto no puede entenderse sin pararse a aclarar qu entiende Berkeley por ideas abstractas:

VII. Acepcin propia de la abstraccin

Todos convienen en afirmar que las cualidades o modos de las cosas no existen realmente aisladas por s mismas, separadas de todas las dems, sino que se interfieren recprocamente y, en cierto modo, se renen en diferentes combinaciones en cada objeto. Y se afirma que nuestra mente, gracias a la aptitud que posee de considerar cada cualidad por separado, con abstraccin de todas las dems a las cuales va unida, elabora para un acervo interno las ideas abstractas.

Berkeley presenta dos presuntas formas de elaborar ideas abstractas: la generalizacin y la composicin. Un ejemplo de presunta idea abstracta generada por composicin sera la de color:

(VIII. De la generalizacin) [...] De igual manera, la mente, si prescinde en los colores percibidos por el sentido de lo que es peculiar de cada color y lo distingue de los dems, y retiene slo lo que es comn a todos ellos, forma entonces una idea de color en abstracto, que no es el rojo, ni el azul, ni el blanco, ni ningn color determinado.

IX. De la composicin Y as como la mente se elabora sus ideas abstractas de las cualidades o modos, con la misma precisin y separacin mental adquiere las ideas abstractas de los seres ms complicados, que implican la coexistencia de diferentes cualidades.

Por ejemplo, observando que Pedro, Jaime y Juan se parecen entre s por ciertos caracteres que les son comunes, como la forma, aspecto, y otros, nuestra mente, en la idea compuesta o compleja que tiene de Pedro, o de Jaime, o de cualquier otro hombre, deja a un lado lo que es peculiar de cada uno y se queda tan slo con lo que es comn a todos, formndose as una idea abstracta y general que conviene a todos los hombres y que prescinde de todas las circunstancias y diferencias que pudieran ligarla a una existencia individual.

As es como se llega a la idea de hombre o, si se prefiere, a la de humanidad o naturaleza humana, en la cual va ciertamente incluido el color, pues no hay hombre que de l carezca, pero no es un color determinado, blanco o negro, ya que no hay color alguno que convenga a todos los seres humanos.

Frente a estos planteamientos, Berkeley presenta la objecin siguiente:

X. Dos objeciones contra la existencia de las ideas abstractas

Si otros tienen esta maravillosa facultad de abstraer sus ideas, ellos podrn decirlo; en cuanto a m, reconozco que puedo imaginar o representarme las ideas de las cosas particulares que he percibido y de combinarlas y separarlas de muy diversas maneras. Puedo imaginar un hombre de dos cabezas, o la parte superior de un cuerpo humano unida a un cuerpo de caballo; y puedo considerar en abstracto, o separados del cuerpo, un ojo, o una nariz, o una mano. Pero sea cual sea el ojo o mano que yo imagine, siempre tendrn determinada forma y color. De igual modo, la idea que yo me forme de hombre ha de ser de un hombre blanco, o negro, o moreno; derecho o encorvado; alto, bajo o de mediana estatura.

Por mucho que se esfuerce mi pensamiento, no puedo concebir la idea abstracta de hombre tal y como antes la he descrito. [...]

Si he de hablar sinceramente, reconozco en m la aptitud de abstraer en cierto sentido, como sucede al considerar determinadas partes o cualidades separadas de otras con las cuales coexisten en algn objeto, y sin las cuales es posible que tengan existencia real.

Pero lo que no admito es que pueda abstraer una de otra, o concebir separadamente aquellas cualidades que es imposible que puedan existir aisladas; ni tampoco que pueda formarme ideas generales por abstraccin de las particulares, en la forma antes expresada. Tales son las acepciones propias de la abstraccin.

Y con fundamento puedo suponer que otros hombres se hallarn en el mismo caso que yo.

A continuacin Berkeley cita un pasaje de Locke donde ste sostiene que la mente humana posee ideas abstractas. Locke relaciona esto con el uso del lenguaje y dice: "Las palabras adquieren sentido general porque se convierten en signos de ideas generales". Berkeley rechaza el argumento:

Ms bien parece, sin embargo, que una palabra adquiere sentido general por convertirse en signo, no de una idea general abstracta, sino de varias ideas particulares, cualquiera de las cuales puede indistintamente sugerir a la mente.

Vemos, pues, que, al negar las ideas abstractas, Berkeley no est negando la posibilidad de poseer conocimientos universales. Explcitamente:

La universalidad no consiste, a mi entender, en una realidad absoluta y positiva, o concepto puro de una cosa, sino en la relacin que sta guarda con las dems cosas particulares, a las cuales representa o significa.

As, Berkeley considera que es posible demostrar propiedades geomtricos sobre tringulos en general, pero que ello no supone operar con una idea abstracta de tringulo, sino que toda figura en que se apoye la demostracin corresponder a un tringulo particular con caractersticas particulares. La universalidad de la demostracin se funda en que no se apoya en ninguna de las caractersticas particulares que pueda tener el tringulo considerado.

De este modo, Berkeley establece una diferencia fundamental para su doctrina entre ideas y palabras. Por ideas entiende contenidos mentales, es decir, los objetos que nuestra mente puede representarse, entre los que no se incluye, por ejemplo, una idea abstracta de "hombre" que no es alto ni bajo, rubio ni moreno, blanco ni negro; mientras que las palabras pueden tener un significado universal en la medida en que puedan aplicarse a ideas distintas. En particular, Berkeley niega que cada palabra se corresponda con una idea. La palabra "hombre" no se corresponde con una idea de "hombre", sino con todas las ideas particulares de hombres concretos que podamos concebir.

sto es un resumen de lo que expone Berkeley en la introduccin de sus Principios, que empiezan propiamente con los fundamentos de su teora del conocimiento:

I. Los objetos del conocimiento humano

Es evidente para quienquiera que haga un examen de los objetos del conocimiento humano que stos son: o ideas impresas realmente en los sentidos, o bien percibidas mediante atencin a las pasiones y las operaciones de la mente o, finalmente, ideas formadas con la ayuda de la imaginacin y de la memoria, por composicin y divisin o, simplemente, mediante la representacin de las ideas percibidas originariamente en las formas antes mencionadas.

La vista me da la idea de luz, del color en sus diferentes grados, variaciones y matices. Mediante el tacto percibo, por ejemplo, lo blando y lo duro, el calor y el fro, el movimiento y la resistencia, y de todo esto el ms y el menos, bien como cantidad o como grado. El olfato me depara olores; el paladar, sabores; y el odo lleva a la mente los sonidos con sus variados tonos y combinaciones.

Hay que destacar que, segn vemos, Berkeley, al identificar "idea" con "contenido mental" incluye entre ellas a las sensaciones. La propia sensacin tctil de dureza es en s misma una idea para Berkeley.

Y cuando se ha observado que varias de estas ideas se presentan simultneamente, se viene a significar su conjunto con un nombre y ese conjunto se considera como una cosa. As, por ejemplo, observamos que van en compaa un color, un gusto y olor determinados junto con cierta consistencia y figura: todo ello lo consideramos como una cosa distinta, significada por el nombre de manzana.

Otros conjuntos de ideas constituyen la piedra, el rbol, el libro y las dems cosas sensibles; conjuntos que, siendo placenteros o desagradables, excitan en nosotros las pasiones de amor, de odio, de alegra, de pesar y otras.

II. Mente-espritu-alma

Adems de esta innumerable variedad de ideas u objetos del conocimiento, existe igualmente algo que las conoce o percibe y ejecuta diversas operaciones sobre ellas, como son el querer, el imaginar, el recordar, etc. Este ser activo que percibe es lo que llamamos mente, alma, espritu, yo. Con tales palabras no denoto ninguna de mis ideas, sino algo que es enteramente distinto de ellas, dentro de lo cual existen; pues la existencia de una idea consiste simplemente en ser percibida.

Berkeley acaba de introducir una afirmacin fundamental en su teora del conocimiento que a continuacin discutir: la existencia de una idea consiste simplemente en ser percibida. Recordando que, para Berkeley, la mesa que estoy viendo ante m es una idea compuesta por varias ideas simples (sensaciones), Berkeley est afirmando que la existencia de la mesa sobre la que escribo consiste simplemente en el hecho de que yo la estoy percibiendo. Ms matizadamente:

As, por ejemplo, esta mesa en que escribo, digo que existe, esto es, que la veo y la siento; y si yo estuviera fuera de mi estudio, dira tambin que ella exista, significando con ello que, si yo estuviera en mi estudio, podra percibirla de nuevo, o que otra mente que estuviera all presente la podra percibir realmente.

Esto no es muy claro: Por una parte, el ejemplo no coincide con la teora. El ejemplo dice que existir no es necesariamente ser percibido, sino poder ser percibido por una mente hipottica, con lo que no podemos sostener que la mesa es un contenido de una mente concreta, sino un contenido hipottico de una mente hipottica. Ms adelante Berkeley resolver este problema arguyendo que Dios lo ve todo, con lo que las ideas existen siempre en la mente de Dios. Por otra parte, tampoco est claro en qu sentido se puede decir que la mesa que ven dos personas distintas al mirar al mismo sitio es la misma mesa, pues en realidad tenemos dos ideas: la idea de mesa del uno y la idea de mesa del otro. Cada una est en una mente distinta (y hay otra ms en la mente de Dios, si lo metemos tambin por medio a l.)

Cuando digo que haba un olor, quiero decir que fue olido; si hablo de un sonido, significo que fue odo; si de un color o de una figura determinada, no quiero decir otra cosa sino que fueron percibidos por la vista o el tacto.

Es lo nico que permiten entender esas o parecidas expresiones. Porque es incomprensible la afirmacin de la existencia absoluta de los seres que no piensan, prescindiendo totalmente de que puedan ser percibidos. Su existir consiste en esto, en que se los perciba; y no se los concibe en modo alguno fuera de la mente o ser pensante que pueda tener percepcin de los mismos.

Pese a esto, Berkeley ha afirmado que tiene sentido decir que una mesa existe cuando nadie la percibe. A continuacin argumenta que la "idea" de un objeto no percibido es una de esas ideas abstractas cuya existencia ha negado en la introduccin, puesto que cuando nos representamos un objeto en la mente nos lo representamos tal y como es o puede ser percibido y es imposible hacer otra cosa:

Por tanto, as como es imposible ver o sentir ninguna cosa sin la actual sensacin de ella, de igual modo es imposible concebir en el pensamiento un ser u objeto distinto de la sensacin o percepcin del mismo.

Ahora Berkeley cae en la cuenta del problema de hablar de mesas que no percibe nadie:

[...] Todos los cuerpos que componen la maravillosa estructura del universo, slo tienen sustancia en una mente. Su ser (esse) consiste en que sean percibidos o conocidos. Y, por consiguiente, en tanto que no lo percibamos actualmente, es decir, mientras no existan en mi mente o en la de otro espritu creado, una de dos, o no existen en absoluto, o bien subsisten slo en la mente de un espritu eterno; siendo cosa del todo ininteligible y que implica el absurdo de la abstraccin el atribuir a uno cualquiera de los seres o una parte de ellos una existencia independiente de todo espritu.

Para convencerse de ello basta con que el lector reflexione y trate de distinguir en su propio pensamiento el ser de una cosa sensible de la percepcin de ella.

Berkeley rebate bastante pobremente la objecin ms obvia a su doctrina:

VIII. Objecin y respuesta

Pero, dir alguno: aunque las ideas mismas no existan sin una mente que piense, con todo puede suceder que las cosas parecidas a tales ideas y de las cuales stas son copias o semejanzas, existan prescindiendo de la mente y en una substancia desprovista de pensamiento.

A lo que respondo: Una idea no puede ser semejante sino a otra idea; un color o figura no puede parecerse sino a otro color o figura. Basta un ligero examen de nuestros propios pensamientos para convencernos de que es imposible concebir la semejanza sino entre nuestras propias ideas.

Y ahora yo pregunto: estas cosas externas, supuestos originales de los que nuestras ideas seran copia o representacin, son perceptibles por s mismas o no? Si lo son, entonces ellas mismas son ideas, lo que confirma mi tesis; y si se me dice que no lo son, desafo a que se me diga si tiene sentido afirmar que un color es semejante a algo invisible, o que una cosa dura o blanda es semejante a algo intangible; y as de lo dems.

La respuesta es pobre porque Berkeley ha introducido capciosamente en la pregunta la nocin de semejanza. La objecin podra plantearse ms en general: no puede haber objetos externos que, aunque no se parezcan en nada a las ideas, sean su causa, y que existan en una sustancia desprovista de pensamiento? Planteado as, la respuesta de Berkeley no aporta nada. Con la misma clase de argumentos concluye:

IX La nocin filosfica de la materia implica contradiccin.

Por ello Berkeley llam inmaterialismo a su doctrina, pues, segn ella, slo existen las almas y las ideas que stas contienen. Berkeley niega la existencia extramental incluso de las nociones matemticas, aunque sus argumentos se vuelven cada vez ms pobres:

XII. Que el nmero es una creacin de la mente, aun cuando se admitiera la existencia extramental de otras cualidades, es cosa que con evidencia se comprender si se tiene en cuenta que una misma cosa puede tener diferente denominacin numrica segn el punto de vista en que se coloque la mente.

As, una misma longitud se puede representar por el nmero uno, por el tres o por el treinta y seis segn que la mente la considere con relacin a la yarda, al pie o a la pulgada.

Ms consistente es la crtica de Berkeley a la nocin de sustancia:

XVI. [...] Suele decirse que la extensin es un modo o accidente de la materia y que sta es el sustrato en que la extensin se apoya. Yo querra que se me explicase lo que significa este apoyarse la extensin en la materia: se me dir que, no teniendo una idea positiva de lo que es la materia, tal explicacin es imposible. A esto replico que, si algn sentido tiene la afirmacin que analizamos, por lo menos se ha de tener una idea relativa de la materia; y aun sin saber lo que ella es, se tiene que conocer su relacin con los accidentes y en qu sentido los soporta o les sirve de base.

Es indudable que no los sostiene en el mismo sentido en que los pilares sostienen el edificio. Pues entonces, en qu sentido los sustenta?

XVII. Doble sentido filosfico de lo que se llama sustancia material

Penetrando ms a fondo en la significacin que los ms eximios filsofos dan a los trminos sustancia material, hallaremos que no vinculan a estos sonidos otro significado que la idea de ser en general, junto con una nocin relativa de los accidentes que soporta.

En lo que se refiere a la idea de ser en general, dir que me parece la ms abstracta e incomprensible de todas, y que sea el soporte o sostn de los accidentes es cosa, como acabamos de ver, que no puede ser entendida dentro del alcance comn de las palabras.

Ya hemos comentado que Berkeley no es muy convincente cuando trata de refutar la existencia de objetos externos causantes de las ideas, pero no se le puede negar que lo contrario tampoco es evidente:

XVIII. La existencia de los cuerpos externos exige demostracin

Aun cuando fuera posible que las sustancias slidas, dotadas de figura determinada y movibles existieran sin la mente y fuera de ella, correspondiendo a las ideas que tenemos de los cuerpos, cmo llegaramos a conocer todo esto? Habr de ser o por medio de los sentidos o de la razn.

Ahora bien, en lo que hace a los sentidos, por ellos tenemos conocimiento solamente de nuestras sensaciones, ideas, es decir, de aquello que percibimos inmediatamente, llmese como se llame, pero no nos informan de la existencia extramental o no percibida de cosas semejantes a las que percibimos.

Esto lo admiten de buen grado los mismos materialistas. Por consiguiente, el nico medio para conocer las cosas externas ha de ser la razn, infiriendo su existencia de lo percibido inmediatamente por los sentidos.

Mas no se comprende cul pueda ser el fundamento para admitir la existencia extramental de los cuerpos a partir de nuestras percepciones sensitivas sin haber ninguna conexin necesaria entre ellos y nuestras ideas, lo que ni aun los mismos defensores de la materia pretenden establecer. Lo que s es permitido afirmar, y todos lo concedern, es que podemos ser afectados por las ideas que actualmente poseemos aun sin la existencia de cuerpos que se les asemejen: tal ocurre en los ensueos, demencias y casos parecidos.

De aqu resulta evidente que la suposicin de cuerpos externos no es necesaria para producir las ideas, pues se ve que stas, en ocasiones, tal vez siempre, surgen sin la presencia de aqullos, de la misma manera que a veces creemos verlos y tocarlos sin que estn presentes.

En los apartados siguientes, Berkeley matiza y desarrolla lo expuesto hasta aqu. Por ejemplo, aade que suponer la existencia de objetos materiales no ayuda, de todos modos, a explicar la causa de que nuestra mente perciba ideas, pues los materialistas tampoco son capaces de explicar cmo es posible que la materia influya sobre el espritu. Por consiguiente, la existencia de la materia es una hiptesis que ni puede demostrarse ni ayuda a explicar nada.

A continuacin desarrolla su teora sobre los espritus o almas:

XXVI. La causa de las ideas

Percibimos una continua sucesin de ideas. Algunas son provocadas de nuevo y algunas cambian o desaparecen por completo. Luego tiene que haber una causa de la que dependan las ideas, que las produzca y que sea capaz de modificarlas. Que tal causa no es una idea ni una combinacin de ideas es evidente por lo dicho en el prrafo anterior [donde Berkeley razona que las ideas son pasivas, incapaces de causar nada por s mismas]. Resta, pues, que sea una sustancia, ms ya se ha demostrado que no existen sustancias corpreas o materiales; concluiremos en definitiva que la causa de las ideas es una sustancia activa incorprea, o sea, un espritu.

XXVII. No hay idea de espritu

El espritu es un ser simple, indiviso y activo: en cuanto percibe las ideas se llama entendimiento; y en cuanto las produce y opera sobre ellas, se llama voluntad.

De aqu que digamos que no podemos formarnos una idea de l; porque siendo las ideas de suyo inertes y pasivas, no pueden por va de imagen o semejanza representar a un ser dotado de actividad. [...] Es tal la naturaleza del espritu o eso que acta que no puede ser percibido por s mismo, sino solamente por los efectos que produce. Si alguien lo duda, que reflexione y vea si puede formarse la idea de un ser activo o si tiene idea de las dos principales potencias, designadas por las palabras entendimiento y voluntad, distintas entre s y distintas igualmente de una tercera idea, la de sustancia o ser en general, dotada de la propiedad caracterstica de servir de apoyo a las mencionadas facultades, y que llamamos alma o espritu.

Esto es lo que muchos afirman, o sea, que tenemos idea de alma, de inteligencia y de voluntad. Pero, a lo que alcanza mi comprensin, estas palabras, voluntad, alma, espritu, no representan ideas diferentes o, hablando con ms exactitud, no representan ninguna idea, sino algo que es muy diferente de las ideas, y que, siendo activo y operante por esencia, no puede venir representado por ninguna idea.

No es lo mismo la idea de un centauro que la idea de un gato. En los apartados siguientes Berkeley "ordena" sus ideas:

XXVIII. Sabemos por experiencia que podemos despertar a voluntad las ideas en nuestra mente, y variar, siempre que nos acomode, la escena que nos representan. Basta que lo queramos e inmediatamente surge en nosotros esta o aquella idea; la cual, con slo quererlo, tambin se oscurece para dar paso a otra. Este hacer y deshacer las ideas se llama con propiedad inteligencia activa. Esto es indubitable y, como he dicho, se funda en la experiencia. Pero hablar de agentes no pensantes o de excitar ideas exclusivas de volicin es un mero juego de palabras.

XXIX. Las ideas producidas por la sensacin difieren de las producidas por la reflexin o la memoria

Por muy grande que sea el dominio que tenga sobre mis propios pensamientos, observo que las ideas actualmente percibidas por los sentidos no tienen igual dependencia con respecto a nuestra voluntad. Si en un da claro abrimos los ojos, no est en nuestro poder el ver o no ver, ni tampoco el determinar los objetos particulares que han de presentrsenos delante. Y anlogamente en cuanto a los dems sentidos: las ideas en ellos impresas no son criaturas de mi voluntad. Por consiguiente, tiene que haber otra voluntad o espritu que las produzca.

XXX. Leyes de la naturaleza

Las ideas del sentido son ms enrgicas, vvidas y distintas que las de la imaginacin; poseen igualmente mayor fijeza, orden y cohesin, y no son provocadas a la ventura, como sucede frecuentemente con las que produce la voluntad, sino en sucesin ordenada, en una serie regular, demostrando su admirable conexin con la sabidura y bondad de su autor.

Pues bien, estas reglas fijas o mtodos establecidos de los que depende nuestra mente y que despiertan las ideas de nuestros sentidos se llaman leyes de la naturaleza: las aprendemos por la experiencia, que nos da a conocer que tales o cuales ideas van seguidas por tales o cuales otras en el curso ordinario de las cosas.

XXXII. Y, sin embargo, este trabajo uniforme y constante que de modo tan evidente despliega la bondad y sabidura de aqul supremo Espritu cuya voluntad determina las leyes de la naturaleza, lejos de llevar nuestros pensamientos hacia l, ms bien los extrava en pos de las causas segundas. Pues, al ver que ciertas percepciones o ideas de los sentidos van invariablemente seguidas de otras, y que esta constante sucesin en nada se debe a nuestra propia accin, inmediatamente atribuimos potencialidad activa a las mismas ideas, y tomamos a unas como causas de las otras, lo que es el mayor absurdo, del todo incomprensible.

As, por ejemplo, observamos que cuando la vista percibe cierta figura luminosa y redonda, percibimos por le tacto la sensacin o idea de calor, y de ah sacamos que la causa del calor es aquel cuerpo redondo que llamamos Sol.

XXXIII. Las cosas reales y las ideas o quimeras

Las ideas impresas en los sentidos por el autor de la naturaleza se llaman cosas reales; y las despertadas en la imaginacin, por ser menos regulares, de menor viveza y mayor variabilidad, se llaman propiamente ideas o imgenes de las cosas que copian o representan.

Se dice que las ideas de los sentidos tienen mayor contenido de realidad por ser ms enrgicas, ordenadas y coherentes que las que produce la mente; pero esto no significa que puedan tener existencia extramental. Son tambin menos dependientes del espritu o sustancia pensante que las percibe, y en la cual son provocadas por la voluntad de otro Espritu ms poderoso; pero no por eso dejan de ser ideas, ya que ninguna idea enrgica o dbil puede existir si no es en una mente que la perciba.

As queda perfilada la teora del conocimiento de Berkeley. Pretende haber demostrado que la materia no existe o que, en su defecto, es intil como concepto hipottico para explicar la realidad. Las leyes de la naturaleza son, segn l, el producto de la inteligencia y la voluntad divina.

Se trata de la primera teora del conocimiento puramente idealista, es decir, que considera que nuestros objetos de conocimiento son exclusivamente contenidos mentales y que nos es imposible trascender nuestra propia mente para juzgar si hay algo ms fuera de ella y que, en cualquier caso, si lo hubiera, sera irrelevante, pues todo sera igual en caso contrario. A decir verdad, Berkeley se considera legitimado para deducir racionalmente la existencia de dos clases de entes trascendentes: las almas, que perciben, y Dios, que causa las ideas que percibimos sin que dependan de nuestra voluntad, y las ordena sabiamente segn las leyes de la naturaleza.

La exposicin de Berkeley se presta fcilmente a la caricatura (como de hecho sucedi), pero ello se debe a que no est suficientemente matizada (no se puede pedir ms, para el primer intento). No obstante, Berkeley capt con sorprendente lucidez el hecho de que, al menos en principio, nuestro conocimiento es inmanente (es el conocimiento de nuestros estados mentales) junto con las consecuencias que esto tiene para la teora del conocimiento. Todo ello lo expone con una claridad impropia de un filsofo en una larga serie de objeciones hacia su doctrina y respuestas que presenta a continuacin:

XXXIV Primera objecin general. Respuesta

[...] Lo primero, pues, que se me objetar es que los principios enunciados barren del escenario del mundo todo lo que es real y sustancial en la naturaleza, y en vez de ello se coloca un informe montn de ideas quimricas. O sea, que todo lo que existe es algo puramente nocional, porque, segn hemos dicho, slo est en la mente. As, pues: qu vienen a ser el Sol, la Luna y las estrellas?, qu hemos de pensar de las casas, de las montaas y ros, de los rboles, de las piedras y hasta de nuestros propios cuerpos? Todo esto no es ms que quimeras e ilusiones de nuestra fantasa?

A estas objeciones y cualesquiera parecidas responder: los principios sentados en manera alguna nos privan de los seres de la naturaleza; todo lo que vemos, sentimos, omos o, de un modo u otro concebimos o entendemos, queda tan a salvo y es tan real como siempre. Existe indudablemente una rerum natura y, por lo tanto, mantiene toda su fuerza la distincin entre realidades y quimeras.

En efecto, los que rechazan el idealismo se llaman realistas, lo cual es poco afortunado, pues el idealismo slo propone una posible interpretacin de la realidad, pero no altera en nada la realidad misma. Nadie niega que el Sol est ah arriba y que emite luz y calor, en el sentido de que vemos su luz y sentimos su calor cuando estamos en su presencia. Es cierto que Berkeley afirma que el calor que sentimos no est causado directamente por la imagen que vemos, sino que ambas ideas, la imagen y el calor son provocados por una misma causa y no de forma casual, sino siguiendo unas reglas que son las que interpretamos como la relacin causa-efecto entre el Sol y el calor. Que esa causa sea Dios ya es secundario. Tambin podra ser Matrix. Ms claramente: nadie afirma que el Sol o su calor sea una mera apariencia, sino que Berkeley est de acuerdo en que es algo absolutamente real y objetivo.

XXXVIII. Pero dir alguno: es cosa dura decir que comemos y bebemos ideas y que con ideas nos vestimos.

As es, ciertamente, porque la palabra idea en el lenguaje corriente no se le hace significar el conjunto de cualidades sensibles que llamamos cosas y, a la verdad, toda expresin que se aparte ms o menos del uso comn nos parece extraa o ridcula.

Pero esto en nada debilita la exactitud de nuestras afirmaciones, que en otros trminos equivalen a decir que nos alimentamos y vestimos con cosas percibidas directamente por los sentidos. [...] Por lo tanto, una vez que se admita que lo que nos proporciona el alimento, la bebida y el vestido es algo que perciben los sentidos y que no puede existir sin una mente que lo perciba, no tendr inconveniente en conceder que es ms propio y conforme al uso corriente el nombre de "cosas" que el de "ideas".

No obstante, Berkeley insiste en que prefiere el uso de "ideas" en sustitucin de "cosas". Volviendo a la realidad del mundo:

XL. No se recusa el testimonio de los sentidos

[...] No puedo dudar de que lo que veo, oigo y toco es percibido por m, o sea, existe, como tampoco dudo de mi propia existencia. Lo que no puedo admitir ni comprender es que el testimonio de los sentidos se aduzca como prueba de la existencia extramental de una cosa no percibida por ellos. No pretendo hacer a nadie escptico desacreditando los sentidos, antes bien, les atribuyo toda la importancia y certeza que imaginarse pueda.

Gran parte del rechazo que causan las distintas doctrinas idealistas se debe a la creencia de que los idealistas no pueden suscribir prrafos como el anterior. El ejemplo siguiente merece destacarse por su ingenio:

XLI. Segunda objecin y su respuesta

Se podr objetar en segundo lugar que hay una gran diferencia entre el fuego real, por ejemplo, y la idea del fuego; entre soar o imaginar que uno se quema y quemarse de hecho: estas o parecidas objeciones se podrn oponer a mi tesis.

La respuesta se desprende con toda claridad de lo ya dicho; slo aadir ahora que si el fuego real es muy diferente de la idea de fuego, lo mismo ocurre con el dolor real que aqul ocasiona y con la idea del mismo; y, sin embargo, nadie pretender que el dolor, por muy real que sea, exista o pueda existir sin un ser pensante que lo perciba, ni ms ni menos que la idea que de l podamos formarnos.

La tercera objecin tiene que ver con la aparente contradiccin entre decir que, por ejemplo, el Sol est a miles de kilmetros de distancia de m y, al mismo tiempo, decir que est en mi mente, dentro de m. Berkeley la rebate con bastante torpeza, remitiendo a su Ensayo sobre una nueva teora de la visin.

La cuarta objecin denuncia el hecho de que, segn Berkeley, la habitacin en la que me encuentro (solo) deja de existir cada vez que cierro los ojos y dejo de percibirla, y vuelve a aparecer en cuanto los vuelvo a abrir. Berkeley se muestra vacilante en este punto. Ms arriba ha dicho que existe igualmente cuando no la veo en el sentido de que si abriera los ojos la vera, pero ahora parece retractarse de ello. Tras una serie de argumentos repetitivos o marginales, concluye:

[...] aunque afirmamos ciertamente que los objetos del sentido no existen si no son percibidos, no hay que deducir de ello que slo existan cuando nosotros los percibamos, ya que puede haber otros espritus que los perciban, y nosotros no. Cuando decimos que los cuerpos slo tienen existencia en la mente, no nos referimos a sta o aqulla en particular, sino a cualquier mente en general.

Naturalmente, esto slo resuelve algo si admitimos una mente divina que lo ve todo en todo momento y, aun sin meter a Dios por medio, no est claro en qu sentido se puede decir que dos personas que vean la misma mesa estn viendo la misma mesa, puesto que cada una es un conjunto de ideas albergadas por una mente distinta, y que adems no son exactamente coincidentes, debido al cambio de punto de vista.

Tras rebatir algunas objeciones ms, Berkeley pasa a hacer lo que todo filsofo debera abstenerse de hacer si no quiere caer en el ridculo ms espantoso: decirle a los fsicos y a los matemticos lo que deben y no deben hacer y lo que deben y no deben pensar. Por ltimo "demuestra" la inmortalidad del alma, la existencia de Dios y cosas de sas. No entramos a detallar estos ltimos argumentos porque carecen de inters, ms all del mero inters histrico, claro.