bensaid, d. y después de keynes, qué

Upload: mackarenna-offermann-palma

Post on 06-Apr-2018

214 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 8/2/2019 Bensaid, D. Y despus de Keynes, qu.

    1/20

    VIENTOSURNmero 106/Noviembre 2009 85

    Y despus de Keynes, qu?

    4plural2plural2

    Debates

    Daniel Bensaid

    Tras haber, durante dos decenios, entonado el himno de la escuela liberal deChicago y de sus social killers, los medios celebran hoy el regreso de Keynes.De una crisis a otra, algunas de sus constataciones desengaadas siguen sien-do, en efecto, de una turbadora actualidad:

    El capitalismo internacional, hoy en decadencia, en manos del cual noshemos encontrado tras la guerra, no es un xito. Est desprovisto de inteligen-cia, de belleza, de justicia, de virtud, y no cumple sus promesas. En definitiva,nos disgusta y comenzamos a despreciarlo. Pero cuando nos preguntamos porqu reemplazarlo, nos encontramos extremadamente perplejos /1.

    El viejo mundo se muere

    Hay que decir que, en la Inglaterra declinante del perodo de entreguerras, estapenosa opinin del capitalismo era algo bastante habitual. En 1926, el mismo aode las grandes huelgas en que Trotsky, en Adnde va Inglaterra? analiz la trans-ferencia transatlntica del liderazgo imperialista, G.K. Chersterton, como buencatlico social, nostlgico de la pequea propiedad agraria y comercial, diagnosti-caba: El sistema econmico actual, que llambamos capitalismo o de otra forma,se ha convertido ya en un peligro que se est haciendo mortal. Aada, muchoantes de la edad de oro de los traders y de las subprimas: Lo que falla en el mundo

    financiero, es que es demasiado imaginativo; se alimenta de cosas ficticias /2.

    Esta perplejidad se ha acrecentado hoy por la quiebra de las sociedades buro-crticamente planificadas y de las economas estatizadas. Sin embargo, el capita-lismo internacional sigue estando desprovisto de inteligencia y de belleza y, cier-tamente, es an ms despreciable. Hoy como ayer, el dogma liberal y la filoso-

    fa poltica forjada en los siglos XVII y XVIII para derrocar reyes y prelados, seha transformado en una leche para bebs que ha anegado las guarderas/3. Lapregunta de: con qu reemplazarlo? resulta tanto ms urgente y angustiosa.

    1/Keynes, J.M. (1932) Lautosuffisance nationale. EnLa pauvret dans labondance. Pars: Gallimard, 2002, pg. 203.2/Chesterton, G.K. (1926). Outline of Sanity. Traduccin francesa: Plaidoyer pour une proprit anticapitaliste.

    Pars: Edition de lHomme nouveau, 2009, pgs. 34 y 212.3/ Keynes, J.M. La fin du laisser-faire. Ibid., pg. 69. [Se puede consultar en espaol enhttp://www.eumed.net/cursecon/textos/keynes/final.htm]

  • 8/2/2019 Bensaid, D. Y despus de Keynes, qu.

    2/20

    86 VIENTOSURNmero 106/Noviembre 2009

    Las fuerzas polticas, como la socialdemocracia, que han pretendido, desde la2 Guerra Mundial, cultivarlo y embellecerlo parecen, ellas tambin, agotadas. Loque antao escriba Keynes a propsito del liberalismo histrico se aplica hoy,

    palabra por palabra, a estos socialistas de mercado: Los objetivos polticos quemovilizaban a los partidos en el siglo XIX(reemplacemos por el siglo XX) estntan muertos como el cordero servido la semana pasada, cuando surgen las pre-

    guntas sobre el futuro, las que no han encontrado lugar en los programas de los

    partidos cuyos viejos programas cabalgan (). Las razones positivas de ser libe-

    ral (reemplacemos por socialdemcrata) son bastante ms dbiles hoy. Amenudo es slo el azar de los temperamentos o de los recuerdos histricos, y no

    una divergencia poltica o un ideal propio el que separa hoy a un joven conser-

    vador progresista del liberal (del socialista) medio. Los viejos gritos de guerrahan sido puestos en sordina o reducidos al silencio /4. La prueba: Kouchner,Besson, Jouyet, Rocard, esperando la continuacin.

    La medida miserable de un mundo miserableReduciendo el valor mercantil de toda riqueza, de todo producto, de todo servi-cio, al tiempo de trabajo socialmente necesario para su produccin, la ley delmercado apunta a medir lo inconmensurable, a cuantificar lo incuantificable, aatribuir a toda cosa un valor monetario. En tanto que equivalente general, el dine-ro tiene tambin el poder mgico de metamorfosear todo. Agente de una univer-sal traduccin, confunde y cambia toda cosa, es el mundo al revs, la conver-sin y la confusin de todas las cualidades generales y humanas /5.

    Cuestin de actualidad: a qu corresponde el salario de un enseante-investiga-dor universitario? Transformado en vendedor de prestaciones mercantiles, se lesupone que vende conocimientos cuyos procedimientos de evaluacin (como labibliometra cuantitativa) deberan medir el valor mercantil. No vende sin embar-go un producto (un saber-mercanca), pero recibe por el tiempo de trabajo social-mente necesario a la produccin y a la reproduccin de su fuerza de trabajo (tiem-po de formacin incluido) una remuneracin financiada, hasta nueva orden, por ladistribucin fiscal. Se trata slo del tiempo pasado en su laboratorio o del tiempo

    pasado ante la pantalla de su ordenador (cronometrable por un reloj integrado)?Para de pensar cuando lee en el metro o hacefooting? Entre el dinero y el saber,no hay comn medida (Aristteles): cuestin especialmente peliaguda teniendoen cuenta que la produccin de los conocimientos est hoy altamente socializada,es difcilmente individualizable y comporta una gran cantidad de trabajo muerto.

    La crisis actual es claramente una crisis histricaeconmica, social, ecolgica- dela ley del valor. La medida de todas las cosas por el tiempo de trabajo abstracto seha convertido, como prevea Marx en sus Manuscritos de 1857, en una medida

    4/Keynes, J.M. Suis-je un libral ?.Ibid., pgs.18-20.5/Marx, K. Manuscrits de 1844. Pars: Editions sociales, 1962, pg. 123. [Se puede consultar en espaol enhttp://www.marx.org/espanol/m-e/1840s/manuscritos/index.htm]

  • 8/2/2019 Bensaid, D. Y despus de Keynes, qu.

    3/20

    VIENTOSURNmero 106/Noviembre 2009 87

    miserable de las relaciones sociales. No se puede gestionar lo que no se sabemedir, repite sin embargo Pavan Sukhdev, antiguo director del Deutsche Bank deBombay, a quien la Comisin de la Unin Europea ha encomendado un informe

    para procurar una brjula a los dirigentes de este mundo () atribuyendo muyrpidamente un valor econmico a los servicios rendidos por la naturaleza /6.Medir toda la riqueza material, social, cultural, con el nico patrn del tiempo detrabajo socialmente necesario para su produccin se hace sin embargo cada vezms problemtico debido al aumento de la socializacin del tiempo de trabajo y auna incorporacin masiva de trabajo intelectual a este trabajo socializado.

    El tiempo largo de la ecologa no es el tiempo corto de las cotizaciones enBolsa! Atribuir un valor econmico (monetario) a los servicios de la naturale-za se enfrenta con el arduo problema de determinar un denominador comn a losrecursos naturales, a los servicios a las personas, a los bienes materiales, a la cali-dad del aire, del agua potable, etc. Sera necesario otro patrn que el tiempo detrabajo, y otro instrumento de medida que el mercado, capaz de evaluar la cali-dad y las contrapartidas a largo plazo de las ganancias inmediatas. Slo unademocracia social podra hacer concordar los medios con las necesidades, tomaren consideracin la temporalidad larga y lenta de los ciclos naturales y plantearlos trminos de decisiones sociales que integren su dimensin ecolgica.

    Salidas de crisis?La crisis actual no es pues una crisis cclica como las que el sistema conoce, ms

    o menos, cada diez o doce aos. Es una crisis histrica de la ley del valor. El capi-talismo manifiesta en ella no slo su injusticia, sino tambin su aspecto destruc-tor en tres sentidos: de la sociedad, de la naturaleza, y por consiguiente de lohumano en tanto que ser natural socializado. Es tambin, aunque no guste a losprofetas de la salida de la crisis gracias a los prodigios de una New Deal verde,una crisis de las soluciones imaginadas para superar las crisis pasadas. Se olvidaa menudo que las pociones keynesianas pudieron contribuir a recuperacionestemporales, pero que tras una corta calma en 1934-35, la economa conoci unarecada brutal en 1937-38. Fue precisa nada menos que una guerra mundial para

    crear las condiciones del crecimiento duradero de los treinta gloriosos. Se olvi-dan tambin las condiciones en las que se supona se aplicaban las medidas derelanzamiento preconizadas: una colaboracin de clases asumida por sindicatosrelativamente poderosos en el marco legal del Estado nacin y la existencia dereservas de acumulacin del capital gracias a la dominacin colonial de lasmetrpolis imperialistas. Estas condiciones, sin duda, han cambiado /7.

    6/Libration, 5/1/2009.7/Toni Negri sostiene que se ha hecho imposible hoy volver a utilizar a Keynes. La New Deal keynesiana impli-caba una configuracin institucional que exiga tres condiciones: un estado-nacin capaz de desarrollar polticas

    econmicas nacionales independientes; la posibilidad de medir los salarios y los beneficios en el marco de una

    relacin de redistribucin democrticamente aceptada; relaciones industriales que permitieran una dialcticaentre los intereses de la empresa y los de la clase trabajadora en marco legal. Negri, T. (2009) No New Deal ispossible.Radical Philosophy, 155, mayo-junio.

  • 8/2/2019 Bensaid, D. Y despus de Keynes, qu.

    4/20

    Para la eficacia de sus recomendaciones, Keynes deseaba lgicamente redu-cir al mximo la interdependencia entre las naciones en lugar de llevarla asu mximo. Estimaba que aumentar la autosuficiencia nacional y el aisla-

    miento econmico (le) facilitara la tarea /8. Posteriormente, la desregulacinfinanciera y la apertura de los mercados han impulsado a esta interdependenciaen el marco de la mundializacin, de forma que hoy el Estado nacin est debi-litado y las relaciones contractuales en apuros.

    Aadamos que ignorando soberbiamente la exigencia ecolgica de los umbra-les y los lmites, Keynes pensaba poder apostar por la abundancia y el progresoilimitado. Estimaba en 1928 que el problema econmico podra ser resuelto oen vas de resolucin de aqu a cien aos (es decir, en trminos actuales, de aqua veinte aos). Estaba convencido de que la humanidad alcanzaba el punto en que,desprendida del dominio de las preocupaciones econmicas, iba a poder con-sagrarse plenamente a dar un contenido a su libertad. Con acentos profticos queevocan ciertos textos de Marx, anunciaba que la usura y la previsin deberanciertamente seguir siendo nuestros dioses por un rato an, pero que nos guia-ban ineluctablemente fuera del tnel de la necesidad, hacia la luz del da /9.

    Sin embargo, atemperaba esta visin entusiasta de un futuro luminoso atribu-yendo una hiptesis ms sombra a espritus amargados: Algunos cnicos con-cluirn que slo una guerra puede poner fin a una crisis mayor. Hasta el presen-

    te, en efecto, los gobernantes slo han encontrado a la guerra como algo respe-

    table para financiar a gran escala con emprstitos /10. Estos cnicos, por des-

    gracia, han acabado por tener razn. Afortiori aunque hay que precaverse de la ilu-sin de la repeticin, se puede prever que la salida de la crisis, pueso que se tratade una crisis histrica del software capitalista, no tiene que ver principalmente conpociones econmicas sabias, sino que supondra la redistribucin planetaria de lasrelaciones de fuerzas entre clases a travs de grandes acontecimientos polticos.

    El comunismo en Estados Unidos?En 1935, mientras Keynes cavila, en la Teora General /11, sobre los medios parasalvar el capitalismo del naufragio, el exiliado Len Trotsky se entrega a un sor-

    prendente ejercicio de poltica ficcin sobre lo que podra ser el comunismo enEstados Unidos /12. Imagina que el coste de una revolucin sera allinsig-nificante en relacin con la riqueza nacional y a la poblacin, comparndolo alo que haba costado en Rusia. Contempla una transformacin progresiva, porpersuasin ms bien que por coaccin, de las relaciones sociales: Por supuesto,

    88 VIENTOSURNmero 106/Noviembre 2009

    8/Keynes, J.M. Lautosuffisance nationale. EnLa pauvret dans labondance. Op. cit., pg. 200.9/Keynes, J.M. Perspectives conomiques pour nous petits-enfants.Ibid., pgs.112 y 117.10/Keynes, J.M. Op. cit., pg.184.11/Keynes, J.M. (1936) Thorie gnrale de lemploi, de lintrt et de la monnaie, Pars: Payot, 1969 [Teora

    general de la ocupacin, el inters y el dinero. Fondo de Cultura Econmica de Espaa, 2006. Se pueden consul-tar 3 captulos en www.eumed.net/textos/06/Keynes%20-%20Teoria%20General%20-%20Parte%201.htm]12/Trotski, L. Le communisme aux Etats-Unis, 25 marzo1935. En uvres. Pars: EDI.

  • 8/2/2019 Bensaid, D. Y despus de Keynes, qu.

    5/20

    VIENTOSURNmero 106/Noviembre 2009 89

    los soviets americanos instituiran sus propias empresas agrcolas gigantes, a

    guisa de escuelas de colectivizacin voluntaria. Vuestros agricultores podran

    fcilmente calcular si es de su inters permanecer como eslabones aislados o

    unirse a la cadena pblica. El mismo mtodo sera empleado para llevar alpequeo comercio y a la pequea industria a entrar en la organizacin nacionalde la industria. Gracias al control de las materias primas, del crdito y de los pedi-dos, estas industrias podran ser mantenidas solventes hasta su integracin gra-dual y sin coaccin en el sistema econmico socializado.

    Recusando la idea segn la cual la industrializacin acelerada de la UninSovitica constituira un modelo, Trotsky afirma que no se puede plantear as enEstados Unidos. Seran capaces de elevar considerablemente el nivel de consu-mo popular desde el comienzo de su transformacin econmica:

    Estis preparados como ningn otro pas. En ninguna otra parte, el estudio delmercado interno ha alcanzado un nivel tan elevado como en Estados Unidos.Este estudio ha sido hecho por vuestros bancos, vuestros trusts, vuestros hom-bres de negocios individuales, vuestros negociantes, vuestros representantesde comercio y vuestros agricultores. Vuestro gobierno abolir simplementetodos los secretos comerciales, har la sntesis de todos los descubrimientoshechos para el beneficio privado, los transformar en un sistema cientfico deplanificacin econmica. Vuestro gobierno encontrar para ello un apoyo en laexistencia de amplias capas de consumidores educados, capaces de espritucrtico. Mediante la combinacin de las industrias clave nacionalizadas, de lasempresas privadas, y de la cooperacin democrtica de los consumidores,desarrollaris rpidamente un sistema de una extrema flexibilidad para la satis-faccin de las necesidades de vuestra poblacin. Este sistema no ser regido nipor la burocracia, ni por la polica, sino por el duro pago al contado. Vuestrotodopoderoso dlar jugar un papel esencial en el funcionamiento de vuestrosistema sovitico. Es un gran error confundir economa planificada y mone-da dirigida. Vuestra moneda debe actuar como un regulador que medir elxito o el fracaso de vuestra planificacin.

    Estas afirmaciones estn indudablemente marcadas por un irreductible entusias-mo productivista y por las ilusiones del progreso. No deja por ello de ser notable

    que subraye que el socialismo, en un pas desarrollado, podra muy bien adaptar-se a una combinacin de formas diversas de propiedad y reducir considerable-mente la dimensin del aparato administrativo y burocrtico. Lejos de las robin-sonadas sobre la supresin por decreto de toda medida monetaria, insiste en elpapel esencial de la moneda como regulador para un largo perodo de transicin:

    Ser solo cuando el capitalismo logre reemplazar el dinero por el control admi-nistrativo cuando se podr abandonar una moneda oro estable. El dinero no con-sistir entonces ms que en un trozo de papel ordinario, como billetes de tran-va o de teatro. Con el desarrollo del socialismo, esos trozos de papel desapare-

    cern a su vez, y el control del consumo individual sea monetario o adminis-trativo dejar de ser necesario, cuando haya abundancia de todo para todos.

  • 8/2/2019 Bensaid, D. Y despus de Keynes, qu.

    6/20

    Este ltimo recurso a la hiptesis (o al comodn) de la abundancia (que compar-ten entonces Trotsky y Keynes en su despreocupacin ecolgica) remite a la abo-licin de toda medida monetaria de la riqueza intercambiada en un futuro inde-

    terminado. Trotsky se apresura a precisar que este tiempo no ha llegado an,aunque Amrica debe ciertamente alcanzarlo antes que cualquier otro pas;hasta entonces, el nico medio de llegar a ese estadio de desarrollo ser conser-

    var un regulador y un patrn eficaces para el funcionamiento de vuestro siste-

    ma. De hecho, precisa, durante los primeros aos de su existencia, una econo-ma planificada, an ms que el antiguo capitalismo, tiene necesidad de una

    moneda sana. Haciendo precisamente alusin a Keynes, rechaza tambin laidea de que la manipulacin monetaria pueda ser la solucin milagro a las con-tradicciones y a la crisis del capitalismo: El profesor que pretende regir todo elsistema econmico actuando sobre la unidad monetaria es como un hombre que

    quiere estar suspendido por encima de la tierra con los dos pies a la vez.

    En este breve artculo, Trotsky repite en varias ocasiones que Amrica no ten-dr que imitar nuestros mtodos burocrticos. En Rusia, la carencia de obje-tos de primera necesidad ha engendrado una lucha encarnizada por la posesin

    de un trozo de pan o de un vestido suplementario. La burocracia emergi deesta lucha como un conciliador, una todopoderosa corte de arbitraje. Por elcontrario, Estados Unidos podra proporcionar fcilmente al pueblo todo lo quees necesario para vivir, tanto ms cuanto que vuestras necesidades, vuestrosgustos y vuestras costumbres no tendran que soportar jams que la renta nacio-

    nal fuera repartido por vuestra burocracia. Cuando la sociedad estuviera orga-nizada en funcin de producir para la satisfaccin de las necesidades y no para elbeneficio privado, la poblacin entera se distribuira as en nuevas formacio-nes que lucharan entre ellas e impediran a una burocracia impertinente impo-

    nerles su dominacin. Este pluralismo sera una garanta contra el crecimien-to del burocratismo gracias a una prctica de la democracia, de la forma ms

    flexible de gobierno que haya jams existido. Esta organizacin no puede cier-tamente hacer milagros, pero debe permitir resistir al monopolio poltico deun nico partido que en Rusia se ha transformado l mismo en burocracia y ha

    engendrado la burocratizacin de los soviets.A la planificacin burocrtica y los ukases de colectivizacin dictados de arri-

    ba a abajo, Trotsky opone pues la vitalidad del debate contradictorio en un espa-cio pblico en el que se ejercen las libertades democrticas de organizacin, dereunin, de expresin. Reencuentra as los acentos de Rosa Luxemburgo, defen-diendo en su famosa crtica de la Revolucin Rusa, la ardiente efervescenciarevolucionaria que crea esa atmsfera poltica vibrante, receptiva, que permitea las olas de la opinin pblica, al pulso de la vida popular, actuar instantnea-

    mente sobre las instituciones representativas /13. Trotsky es incluso ms preci-

    so: Un plan de desarrollo econmico de un ao, de cinco aos o de diez aos;

    90 VIENTOSURNmero 106/Noviembre 2009

    13/Luxemburg, R. La rvolution russe, uvres. Pars: Maspero, 1971, tomo 2.

  • 8/2/2019 Bensaid, D. Y despus de Keynes, qu.

    7/20

    VIENTOSURNmero 106/Noviembre 2009 91

    un proyecto para la educacin nacional; la construccin de una nueva red de

    transportes; la transformacin de la agricultura, un programa para la mejora

    del equipamiento tcnico y cultural de Amrica Latina; un programa para las

    comunicaciones estratosfricas; Estos son otros tantos sujetos para las con-troversias, para vigorosas luchas electorales, y debates apasionados en la pren-

    sa y en las reuniones pblicas. Pues la Amrica socialista no imitara el mono-polio de la prensa tal como lo ejercen los jefes de la burocracia de la URSS. Lanacionalizacin de las imprentas, fbricas de papel y medios de distribucin sig-nificara simplemente que ya no permitira al capital decidir qu publicacionesdeben aparecer, si deben ser progresistas o reaccionarias, secas o hmedas,

    puritanas o pornogrficas.

    Esta visin comporta ciertamente muchas ilusiones, debido particularmente asu despreocupacin ecolgica, en cuanto a las perspectivas de un socialismo deabundancia en un pas desarrollado. No deja por ello de proporcionar indicacio-nes interesantes a la luz de la primera experiencia de revolucin social y de con-trarrevolucin burocrtica.

    Capitalismo utpico...Ya en 1926, Chesterton afirmaba que, para salvar la propiedad, sera precisodistribuirla casi tan rigurosa y completamente como lo hizo la revolucin fran-

    cesa. Su distribuismo que defiende el restablecimiento de la pequea propie-dad contra el monopolio y la resurreccin de los gremios contra los trusts, ilustra

    muy precisamente el socialismo pequeo burgus, a la vez reaccionario y ut-pico (Para la manufactura, el rgimen corporativo, para la agricultura, el

    rgimen patriarcal, sa es la ltima palabra) evocado por el ManifiestoComunista. En 1935, confrontados a la gran crisis, John Maynard Keynes buscaan el mejor medio de salvar cientficamente al capitalismo, mientras que el exi-liado Len Trotsky intenta imaginar un socialismo democrtico ms all del capi-talismo. Frente a la gran crisis de los aos 1930, ambos, incluso si no le prestanlos mismos rasgos, tienen en comn una confianza en el progreso y en su hori-zonte de abundancia, y una fe compartida en la ciencia de la economa y de lo

    social. El primero se esfuerza ya entonces por refundar el capitalismo regu-lndolo y moralizndolo, pero anuncia lcidamente que en caso de fracaso nohabra ya otra salida que la guerra civil y la guerra sin ms. El segundo ve en susuperacin comunista la nica salida a la descomposicin de la sociedad burgue-sa, pero, de revolucin traicionada en revolucin fracasada, presiente cada vezms claramente la catstrofe anunciada, hasta contemplar explcitamente la even-tualidad deljudeocidio.

    En la Teora General, Keynes considera ya entonces que es urgente morali-

    zar al capitalismo: Mientras guste a los millonarios construir amplias mansio-nes para alojarse durante su vida y pirmides para abrigar sus despojos tras su

  • 8/2/2019 Bensaid, D. Y despus de Keynes, qu.

    8/20

    muerte, o que, lamentando sus pecados, edifiquen catedrales y doten a monaste-

    rios o misiones extranjeras, la poca en la que la abundancia del capital se opone

    a la abundancia de la produccin puede ser retrasada. Pero no es razonable

    que una comunidad sensata acepte ser tributaria de tales operaciones /14.Para l, la desaparicin del rentista o del capitalista sin profesin parasita-rio tendra la ventaja de no exigir ninguna revolucin /15. Sera preciso paraello progresar en las dos direcciones a la vez: estimular la inversin, y aplicaral mismo tiempo todo tipo de medidas adecuadas para aumentar la propensina consumir. Pues nada impide aumentar la inversin y, al mismo tiempo, lle-var el consumo no slo al nivel que en el estado actual de la propensin a con-

    sumir corresponde al aumento del flujo de la inversin, sino a un nivel ms ele-

    vado an /16. Sera preciso, para lograrlo, atribuir a rganos centrales ciertospoderes de direccin hoy confiados en su mayor parte a la iniciativa privada,

    respetando un amplio dominio de actividad econmica. Ciertamente, laampliacin de las funciones del Estado, necesaria para el ajuste recproco de la

    propensin a consumir y de la incitacin a invertir, parecera a un publicista del

    siglo XIX, o a un financiero americano contemporneo, una horrible infraccin

    a los principios individualistas. Sera ste sin embargo el nico medio de evi-tar una completa destruccin de las instituciones econmicas actuales /17.

    Para quienes se remiten a los veredictos provisionales del dudoso tribunal de lahistoria, Keynes parece haber ganado el pleito. Sin embargo, los compromisos

    o pactos sociales de los treinta gloriosos fueron posibles al precio de una gue-rra mundial, gracias a un crecimiento excepcional debido en parte a la reconstruc-cin y a nuevas correlaciones de fuerzas (sociales y geopolticas) /18. Pero acaba-ron erosionanado las tasas de ganancia; la contrarreforma liberal iniciada a finalesde los aos 1970 no tena otro objetivo que restaurar la rentabilidad del capital yliberar su acumulacin de las exigencias keynesianas. Restablecer estos imperati-vos sera pues volver al punto de partida y reencontrar las contradicciones a las quelas polticas liberales del ltimo cuarto de siglo han intentado escapar.

    Suponer realizable la armona entre incitar la propensin a consumir (y los

    medios para satisfacerla) y la incitacin a invertir, a la vez que se garantiza unatasa de ganancia o una eficacia marginal del capital atractivos, es imaginar unmundo tan improbable como un arco iris incoloro. Es, propiamente hablando, eldiscurso ideolgico del capitalismo utpico. Keynes parece querer creer que elcapital especulativo financiero es un tumor a erradicar del cuerpo sano del capi-tal productivo: As, algunas categoras de inversiones estn gobernadas menos

    92 VIENTOSURNmero 106/Noviembre 2009

    14/Thorie gnrale. Op. cit., pg. 236.15/Ibid., pg. 391.16/Ibid., pg. 338.

    17/Ibid., pg. 394.18/O, para Keynes, la eficacia marginal del capital de la que hace el determinante esencial de las crisis cclicas.Ver Thorie gnrale, op. cit., pgs. 326 y 398.

  • 8/2/2019 Bensaid, D. Y despus de Keynes, qu.

    9/20

    VIENTOSURNmero 106/Noviembre 2009 93

    por las previsiones verdaderas de los empresarios de profesin que por la pre-

    visin media de las personas que operan en Bolsa, tal como es expresada por el

    curso de las acciones.

    Es, se indigna, como si un granjero, tras haber dado unos golpecitos a subarmetro en la comida de la maana, pudiera decidir entre las diez y las onceretirar su capital de la explotacin agrcola, y luego plantearse a lo largo de la

    semana, volver a invertirlo de nuevo /19. En efecto, la mayor parte de losespeculadores profesionales se preocupan mucho menos de hacer a largo plazo

    previsiones ajustadas del rendimiento descontado de una inversin en el curso de

    su existencia entera que de adivinar poco tiempo antes que el gran pblico los

    cambios futuros de la base convencional de evaluacin. Estas fluctuacionesdel da a da ejercen sobre el mercado una influencia completamente exagera-da e incluso absurda /20.

    Pero ese absurdo no es un desajuste del capitalismo realmente existente, sino suesencia misma: la autonomizacin de la esfera financiera y el fetichismo deldinero que hace dinero por partenognesis no son excrecencias patolgicas, sinofenmenos inherentes a la lgica ntima de la acumulacin del capital. Igualmente,el principio hereditario del capitalismo patrimonial, en el que Keynes cree dis-cernir los grmenes de la decadencia, no es otra cosa que la forma jurdicanecesaria de la acumulacin y de la transmisin privadas del capital/21. La abo-licin de la herencia (de los grandes medios de produccin, de comunicacin y

    de cambio), tercero de los diez puntos programticos del Manifiesto Comunista,es indisociable de un cambio radical de las relaciones de propiedad.

    socialismo utpicoPlantear la cuestin de saber si hay una vida ms all del capitalismo y a qu separecera un modelo alternativo de sociedad, es correr el riesgo de empezar a des-lizarse por la pendiente de especulaciones utpicas, con abstraccin de las incer-tidumbres de la lucha de clases y de las correlaciones de fuerzas polticas.

    Preocupado por encontrar las alternativas ms concretas posibles a la lgica del

    mercado, Thomas Coutrot propone la afirmacin por la sociedad civil de con-trapoderes que hagan presin sobre el Estado y el Capital, y la construccin

    directa de fuerzas econmicas alternativas, dicho de otra forma, el control ciu-

    dadano sobre la economa solidaria /22. El cerco del poder del capital en unaguerra de posicin en la que la economa solidaria y el control ciudadano com-

    binan sus conquistas para constituirse progresivamente en alternativa a la hege-

    mona capitalista en el terreno econmico. Se dibuja si se pone entre parn-

    tesis la cuestin de los derechos de propiedad un modelo no capitalista de orga-

    19/Thorie gnrale. Op. cit., pg. 166.

    20/Ibid., pgs. 171, 172.21/Keynes, J.M. Suis-je un libral?. Op. cit., pg. 21.22/Y-a-t-il une vie aprs le capitalisme? (bajo la direccin de S. Kouvelakis). Pars: Le temps des cerises, 2008, pg. 89.

  • 8/2/2019 Bensaid, D. Y despus de Keynes, qu.

    10/20

    nizacin econmica, el modelo de autogestin no salarial con socializacin de

    los mercados /23.Este modelo, establecido al precio de una extraa puesta entre parntesis

    de los derechos de propiedad, y fundado en la apuesta por un cerco progresivodel poder capitalista que permita afirmar una alternativa en el campo poltico, seune a la tradicin de los socialismos utpicos. En la medida en que pone tambinentre parntesis la cuestin poltica y la del poder (supuestamente neutralizadopor el cerco), apuesta por la superioridad de la razn respecto a las sinrazonesmercantiles. Pero la lucha de clases realmente existente, no es un concurso deracionalidad. No se pasa progresivamente, por transicin pacfica de un dere-cho (el derecho de propiedad) a otro (el derecho a la existencia). Entre dos dere-chos que se enfrentan, recuerda sobriamente Marx, es la fuerza la que decide.Por ello la superacin de los socialismos utpicos no reside, como ha podidodejar creer una lamentable traduccin, en un socialismo cientfico, sino en unaestrategia revolucionaria capaz de articular el fin y los medios, el objetivo y elmovimiento, la historia y el acontecimiento. No se trata pues de poner a hervir lasmarmitas del futuro, sino de trabajar en las miserias del presente para explorar laspistas de los mundos posibles ms all del capital. La lucha poltica concretadetermina las vas e impone a veces respuestas imprevistas.

    Para esbozar los contornos de otro mundo necesario, que se trata precisamentede hacer posible, disponemos slo de indicaciones que no son invenciones doc-trinarias, sino enseanzas sacadas de la experiencia pasada de los movimientos

    sociales y de los acontecimientos revolucionarios.

    y alternativa revolucionariaEs posible otro mundo, un mundo diferente? Decir que la salud, los saberes, lovivo no estn en venta, o que la universidad y el hospital no son empresas, esplantear la cuestin de la superacin/debilitamiento de las relaciones y de lascategoras mercantiles:

    Hay que coger con tenazas la lgica salarial mercantil, desde el interior por latransformacin del trabajo, desde el exterior por la extensin de una rentagarantizada servida en especies bajo la forma de la extensin de la gratuidadcoherente con la reduccin drstica del tiempo de trabajo: la recuperacin deltiempo para s, libremente organizado, es la forma ms eficaz de restringir laesfera mercantil al mnimo estricto /24.

    La desmercantilizacin de las relaciones sociales no se reduce a una oposicinentre lo pagado y lo gratuito. Inmersa en una economa de mercado competiti-va, una gratuidad engaosa (financiada por la publicidad) puede tambin servirde mquina de guerra contra una produccin de pago de calidad. Es lo que ilus-

    94 VIENTOSURNmero 106/Noviembre 2009

    23/Ibid., pg. 99.24/Husson, M. (2008) Lhypothse socialiste. En Y-a-t-il une vie aprs lecapitalisme?, op. cit., pg. 49. Ver tambinViv(r)re la gratuit. Une issue au capitalisme vert, bajo la direccin de P. Aris. Villeurbanne: ditions Golias, 2009.

  • 8/2/2019 Bensaid, D. Y despus de Keynes, qu.

    11/20

    tra la multiplicacin de peridicos gratuitos en detrimento de un trabajo deinformacin y de investigacin costoso.

    Se pueden imaginar terrenos de intercambio directo no monetario de bie-

    nes de uso o de servicios personalizados. Pero este paradigma de la donacinno podra ser generalizado, salvo si se concibe una vuelta a una economa autr-quica de trueque. Sin embargo, toda sociedad de intercambio ampliado y dedivisin social compleja del trabajo requiere una contabilidad y un modo deredistribucin de las riquezas producidas. La cuestin de la desmercantilizacines por consiguiente indisociable de las formas de apropiacin y de las relacio-nes de propiedad. Es la privatizacin generalizada del mundo es decir, no slode los productos y de los servicios, sino de los saberes, de la vida, del espacio,de la violencia lo que hace de todo, incluso de la fuerza humana de trabajo,una mercanca vendible. Se asiste as, a gran escala, a un fenmeno compara-ble a lo que se produjo al comienzo del siglo XIX con una ofensiva en reglacontra los derechos consuetudinarios de los pobres: privatizacin y mercantili-zacin de bienes comunes y destruccin metdica de las solidaridades tradicio-nales (familiares y de vecindario ayer, sistemas de proteccin social hoy) /25.

    Las controversias sobre la propiedad intelectual dicen mucho al respecto:

    Se pone precio a la menor idea susceptible de generar una actividad, como en elmundo del espectculo en el que no hay una intuicin ni un proyecto que no sean

    inmediatamente cubiertos por el copyright. Carrera con vistas a la apropiacin,con vistas a ganancias. No se comparte: se captura, se apropia, se trafica. Vendrquiz un tiempo en que ser imposible plantear cualquier enunciado sin descu-brir que ha sido debidamente protegido y sometido a derecho de propiedad /26.

    Con la adopcin en 1994 del acuerdo Trips (Trade Related Aspects of IntellectualProperty Rights) en el marco de los acuerdos de la Ronda Uruguay (de dondesali la Organizacin Mundial del Comercio), los gobiernos de los grandes pa-ses industrializados lograron imponer el respeto mundial a las patentes.Anteriormente, no slo su validez no era mundialmente reconocida, sino que cin-

    cuenta pases excluan decididamente patentar una sustancia y no reconocan msque las patentes sobre los procedimientos de fabricacin.

    Desde los aos 1970, se asiste as a una absolutizacin de los derechos de plenapropiedad, a una formidable apropiacin privada por las multinacionales delconocimiento y de las producciones intelectuales y artsticas en general.Convirtindose la informacin en una nueva forma de capital, el nmero depatentes presentadas cada ao se ha disparado (156.000 en 2007). SloMonsanto, Bayer y BASF han presentado 532 patentes sobre los genes de resis-

    VIENTOSURNmero 106/Noviembre 2009 95

    25/Ver Bensad, D. (2006)Les Dpossds: Karl Marx, les voleurs de bois et le droit des pauvres. Pars: La Fabrique.26/Hnaff, M. (2002) Comment interprter le don.Esprit, 2, febrero.

  • 8/2/2019 Bensaid, D. Y despus de Keynes, qu.

    12/20

    tencia a la sequa. Sociedades apodadas trolls compran expedientes de patentes afin de llevar ante los tribunales por falsificacin a productores cuya actividad uti-lice un conjunto de conocimientos inextricablemente combinados.

    Nueva forma de enclosure /NT contra el libre acceso al saber, esta carrera porlas patentes genera as una verdadera burbuja de patentes. Autoriza la patentede variedades de plantas cultivadas o de animales de crianza, luego de sustanciasde un ser vivo, desdibujando con ello la distincin entre invencin y descubri-miento, y abriendo el camino al pillaje neoimperialista mediante la apropiacinde saberes zoolgicos o botnicos tradicionales. El problema no es tanto que lapatente de secuencias de ADN constituira una afrenta a la muy divina Creacin,es que la elucidacin de un fenmeno natural pueda ser en delante objeto de underecho de propiedad. La descripcin de una secuencia gnica es un saber y noun hacer. Sin embargo, patentes y derechos de autor tenan inicialmente por con-trapartida una obligacin de divulgacin pblica del saber concernido. Esta reglaha sido soslayada muchas veces (en nombre, particularmente, del secreto militar).Pero Lavoisier no patent el oxgeno, ni Einstein, la teora de la relatividad, niWatson y Crick, la doble hlice de ADN. Desde el siglo XVII, la entera divulga-cin favoreca las revoluciones cientficas y tcnicas; en adelante, la parte de losresultados puestos en dominio pblico disminuye, mientras que aumenta la parteconfiscada por patente para ser vendida o procurar una renta.

    En 2008, Microsoft anunciaba la puesta en libre acceso en internet de datos sobre

    sus programas de referencia, autorizando su utilizacin gratuita para desarrollosno comerciales. No se trataba, precisaba inmediatamente en una entrevista en

    Mediapartsu director de asuntos jurdicos, Marc Moss, de una puesta en cues-tin de la propiedad intelectual, sino slo de una demostracin de que la pro-

    piedad intelectual puede ser dinmica. Frente a la competencia de los progra-mas libres, los programas mercantiles como Microsoft estaban forzados a adap-tarse parcialmente a esta lgica de gratuidad, cuyo fundamento es la contradic-cin creciente entre la apropiacin privativa de los bienes comunes y la sociali-zacin del trabajo intelectual que comienza con la prctica del lenguaje.

    El acaparamiento privativo de las tierras fue en otra poca defendido en nom-bre de la productividad agraria a cuyo aumento se le supona erradicar la escasezy el hambre. Hoy, la nueva ola de enclosures toma pretexto, a su vez, en la carre-ra por la innovacin y en la urgencia alimentaria mundial. Pero, mientras el usode la tierra es mutuamente exclusivo (lo que uno se apropia, otro no puedeusar), el de los conocimientos y saberes no tiene rival: el bien no se extingue enel uso que se hace de l, se trate de una secuencia gentica o de una imagen digi-talizada. Del monje copista al correo electrnico, pasando por la impresin o lafotocopia, el coste de la reproduccin no ha dejado de bajar. Es la razn por la

    96 VIENTOSURNmero 106/Noviembre 2009

    NT [Con el trmino cercamiento (enclosures en ingls) se refiere al cierre de los terrenos comunales a favor delos terratenientes ocurrida en Inglaterra entre los siglos XVIII y XIX].

  • 8/2/2019 Bensaid, D. Y despus de Keynes, qu.

    13/20

    cual, para justificar la apropiacin privada, se invoca hoy el estmulo de la inves-tigacin ms que el uso del producto.

    Frenando la difusin de la innovacin y su enriquecimiento, la privatizacin con-tradice las pretensiones del discurso liberal sobre los beneficios de la competen-cia. Por el contrario, el principio del programa libre registra a su manera el carc-ter fuertemente cooperativo del trabajo social que en l se encuentra cristalizado.El monopolio del propietario es contestado no ya, como en el caso de los libera-les, en nombre de la virtud innovadora de la competencia, sino como traba a lalibre cooperacin. La ambivalencia del trmino inglsfree aplicado al programahace as rimar gratuidad y libertad.

    Como en la poca de las enclosures, los expropiadores de hoy pretenden prote-ger los recursos naturales y favorecer la innovacin. La respuesta que haca en1525 la Carta de los campesinos alemanes insurrectos sigue estando, pues, deactualidad:

    Nuestros seores se han apropiado de los bosques, y si el hombre pobre tienenecesidad de algo, es preciso que lo compre por un precio doble. Nuestra opi-nin es que todos los bosques deben volver a la propiedad de la comuna ente-ra y que debe ser poco ms o menos libre a cualquiera de la comuna coger enellos madera sin pagarla. Debe solamente informar a una comisin elegida coneste fin por la comuna. As se impedir la explotacin /27.

    Siete hiptesis estratgicas1. La primera condicin de la emancipacin social, que determina tanto unatransformacin de la nocin de trabajo como las condiciones de una prctica con-creta de la democracia, es la desmercantilizacin de la fuerza de trabajo. Implicael reparto del tiempo de trabajo y la garanta del derecho al empleo para todos ytodas, comenzando por una reduccin drstica del tiempo de trabajo. En 1919,apenas terminada la guerra, Lenin recomendaba a los comunistas alemanes laadopcin de una jornada de seis horas. Keynes llev la audacia hasta a contem-plar, para una sociedad capaz de domar su desmesura, puestos de tres horas por

    da o de quince horas por semana, pues tres horas por da bastarn amplia-mente para satisfacer al viejo Adn en la mayor parte de nosotros /28. En laTeora General, reconoce ciertamente que en el momento actual, la gran mayo-ra de individuos prefieren el aumento de su renta al aumento de su tiempo libre,y que no se puede obligar a quienes prefieren un suplemento de renta a gozar deun suplemento de tiempo libre. Pero, hoy como ayer, la cuestin (que Keynes noplantea) es saber por qu tantos individuos pueden preferir trabajar ms paraganar ms en un trabajo alienado, que apretarse el cinturn en un tiempo consi-derado libre pero igualmente alienado y vaco. La experiencia de las 35 horas con

    VIENTOSURNmero 106/Noviembre 2009 97

    27/Citado por K. Kautsky,La question agraire. Pars, 1900, pg. 25.28/Keynes, J.M. La pauvret dans labondance. Op. cit., pg. 114.

  • 8/2/2019 Bensaid, D. Y despus de Keynes, qu.

    14/20

    flexibilidad y compensacin salarial aportara edificantes elementos de respues-ta. El reparto del tiempo de trabajo garantizando el derecho al empleo y, si falta,a una renta decente garantizada, significara la extensin del salario socializado

    ms all de los sistemas actuales de proteccin social, y, por consiguiente, la pro-gresiva disminucin del trabajo forzado y asalariado explotado.

    2. El multiplicador de Keynes, al que se le supone asegurar una dinmica ten-dente al pleno empleo, asocia la incitacin a invertir con promover la propen-sin a consumir. Pero consumir qu, y cmo? Ms de un siglo antes, Marxhaba descifrado la lgica intrnseca de la sociedad de consumo:

    Todo hombre se aplica a crear para el otro una necesidad nueva para exigirle unnuevo sacrificio, colocarle en una nueva dependencia y llevarle a un nuevo modo

    de placer. Con la masa de los objetos aumenta el dominio de los seres ajenos alos que el hombre est sometido y todo producto nuevo refuerza an ms el enga-o recproco y el robo mutuo. La cantidad de dinero se hace cada vez ms lanica y poderosa propiedad del hombre; igual que reduce todo ser a su abstrac-cin, l se reduce a s mismo, en su propio movimiento, a un ser cuantitativo. Laausencia de medida y la desmesura se convierten en su verdadera medida /29.

    La respuesta a esta desmesura consiste en reencontrar una medida humana queoponga la satisfaccin razonada de las necesidades sociales a la carrera ilimitadapor el placer.

    Esto es probablemente en lo que suean algunas corrientes que se reivindican

    del decrecimiento. Pero si existe, como constataba Henri Lefebvre, un creci-miento sin desarrollo, debe poder existir un desarrollo elegido de las fuerzasproductivas y de la riqueza social, cualitativamente diferente del crecimiento pro-ductivista indexado con la indiferencia ecolgica de la carrera por el mximobeneficio inmediato. Es por lo que Jean Marie Harribey prefiere hablar de desa-celeracin que de decrecimiento /30. Se trata en efecto de cambiar radical-mente mediante la discusin democrtica los criterios del desarrollo social, y node imponer mediante una ecologa o una valoracin autoritarios el ascetismo y lafrugalidad para todos. Lo importante es que la idea misma de un desarrollo dura-

    dero, preocupado por las condiciones naturales de reproduccin de la especieque somos, exige (cualesquiera que sean las interpretaciones problemticas a lasque se puede prestar la nocin de durabilidad) una temporalidad larga, incompa-tible con los arbitrajes instantneos a corto plazo de los mercados. La gestin delos recursos no renovables (en particular las decisiones en materia de producciny de consumo de energa), as como las modificaciones climticas, las consecuen-cias de la polucin de los ocanos, del almacenamiento de los residuos nucleares,de la deforestacin, demandan decisiones y opciones de planificacin a largoplazo cuyo alcance supera de lejos la duracin de un mandato electivo.

    98 VIENTOSURNmero 106/Noviembre 2009

    29/ Marx, K. Manuscrits de 1844. Op. cit., pg.100. [En espaol, en http://www.marx.org/espanol/m-e/1840s/manuscritos/man3.htm]30/Harribey, J.M. Sept propositions pour une conomie conome. En Y-a-t-il une vie, op. cit.

  • 8/2/2019 Bensaid, D. Y despus de Keynes, qu.

    15/20

    3. Keynes sostena la necesidad de reforzar la intervencin pblica para conte-ner los excesos y los desbordes mortferos del dejar-hacer. Pero perpetuaba unaestricta divisin entre lo poltico y lo econmico, entre el Estado y el mercado:

    Fuera de la necesidad de una direccin central para mantener la correspon-dencia entre la propensin a consumir y la incitacin a invertir, no hay ms

    razn hoy que antes para socializar la vida econmica. Para subordinar (y nosuprimir) el mercado a las necesidades sociales y a los imperativos ecolgicos,es al contrario necesario reencajar la economa en el conjunto complejo delas relaciones sociales, dicho de otra forma, hacer la economa verdaderamen-te poltica. Es el sentido de una planificacin autogestionaria y democrtica: nouna tcnica racional de gestin, sino una concepcin diferente de las relacionessociales que oponga la solidaridad social al clculo egosta, el bien comn, elservicio pblico y la apropiacin social a la privatizacin del mundo y a la com-petencia despiadada de todos contra todos.

    4. Una suficientemente amplia socializacin de la inversin se mostrar,reconoca Keynes, como el nico medio de asegurar aproximadamente el plenoempleo, lo que no quiere decir que sea preciso excluir los compromisos y las

    frmulas de todo tipo que permitan al Estado cooperar con la iniciativa priva-

    da /31. A la hora de los escndalos financieros y del reflote sin contrapartidasde los bancos por los poderes pblicos, la afirmacin parece casi subversiva. Essin embargo de sentido comn. Un servicio pblico de crdito y de seguros

    sera el medio de pilotar la inversin, de organizar la reconversin progresivade ramas industriales siniestradas y ecolgicamente problemticas como elautomvil, de emprender una gran transicin energtica, y, ms en general, desometer la economa a las prioridades sociales democrticamente determina-das. La socializacin de la inversin a travs de un monopolio bancario pbli-co es una de las condiciones necesarias (y no suficientes) de un desarrollo dura-dero planificado basado en una pluralidad de las formas de propiedad social(servicios pblicos, bienes comunes, sector cooperativo de economa solidaria)que no implicara la supresin del mercado, sino su subordinacin a la demo-

    cracia poltica y social. En esta perspectiva, la moneda, como contemplabaTrotsky en su artculo sobre Estados Unidos, continuara jugando un papel con-table pues, salvo que se postule la abundancia, los precios seguiran siendoirremplazables para evaluar la fraccin de trabajo social cristalizado en los bie-nes y los servicios. Pero el pilotaje poltico de la economa no puede reposarslo en la propiedad social de los grandes medios de produccin, de comunica-cin y de cambio. Requiere tambin el control pblico de la herramienta mone-taria por el Banco Central y una poltica fiscal fuertemente redistributiva /32.

    VIENTOSURNmero 106/Noviembre 2009 99

    31/Thorie gnrale, op. cit., pg. 391.32/Cuando la poltica fiscal es deliberadamente utilizada como un medio de obtener un reparto ms igual de

    las rentas, contribuye mucho a aumentar la propensin a consumir (Keynes, Thorie gnrale, op. cit., pg. 111).

  • 8/2/2019 Bensaid, D. Y despus de Keynes, qu.

    16/20

    5. EnEl Estado y la Revolucin, Lenin afirmaba que la democracia poltica, yno la simple gestin administrativa y burocrtica, era la nica que poda mos-trarse superior a los clculos a corto plazo de los mercados para utilizar y repar-

    tir de la mejor forma posible las riquezas, segn una determinacin colectiva delas necesidades sociales y de su jerarqua. A ciertos marxistas, para los que elderecho a la autodeterminacin de las naciones oprimidas era irrealizable bajoel capitalismo y se hara superfluo bajo el socialismo, replicaba de antemano:

    Este razonamiento, que se cree ingenioso pero de hecho es errneo, podraaplicarse a toda institucin democrtica, pues un democratismo rigurosamen-te consecuente es irrealizable en rgimen capitalista, y en rgimen socialista,toda democracia acabar por extinguirse (). Desarrollar la democracia hastael final, buscar las formas de este desarrollo, ponerlas a la prueba de la prcti-ca, y en todas partes es una de las tareas esenciales de la lucha por la revolu-cin social. Tomado aparte, ningn democratismo, cualquiera que sea, dar elsocialismo: pero en la vida, el democratismo no ser jams tomado aparte.Ser tomado en el conjunto. Ejercer tambin una influencia sobre la econo-ma cuya transformacin estimular. /33

    La nueva sociedad debe, en efecto, inventarse sin manual de instrucciones, en laexperiencia prctica de millones de hombres y de mujeres. Un programa de par-tido no ofrece a este propsito, deca Rosa Luxemburgo, ms que grandes car-teles indicando la direccin, y adems estas indicaciones no tienen sino uncarcter indicativo, de balizaje y de puesta en guardia, ms que un carcter pres-

    criptivo. El socialismo no podra ser concebido desde arriba. Ciertamente, pre-supone una serie de medidas coercitivas contra la propiedad, etc., pero si se

    puede decretar el aspecto negativo, la destruccin, no ocurre lo mismo con elaspecto positivo, la construccin: tierra nueva, mil problemas. Para resolverestos problemas, es necesaria la libertad ms amplia, la actividad ms amplia dela poblacin. Sin embargo, la libertad, es siempre al menos la libertad de quien

    piensa de otra forma. No es ella sino el terror quien desmoraliza: Sin eleccio-nes generales, sin una libertad de prensa y de reunin ilimitada, sin una lucha

    de opinin libre, la vida se apaga en todas las instituciones pblicas, vegeta, y

    la burocracia permanece como el nico elemento activo.Estas advertencias de Rosa Luxemburgo adquieren retrospectivamente todo su

    sentido. Desde 1918, tema que medidas de excepcin, temporalmente justifica-bles, se convirtieran en la regla, en nombre de una concepcin puramente instru-mental del Estado como aparato de dominacin de una clase sobre otra. La revo-lucin se contentara entonces con hacerlo cambiar de manos:

    Lenin dice que el Estado burgus es un instrumento de opresin de la clase obre-ra, el Estado socialista un instrumento de opresin de la burguesa, que slo es,en cierto modo, un Estado capitalista invertido. Esta concepcin simplista omite

    lo esencial: para que la clase burguesa pueda ejercer su dominacin, no hay nece-

    100 VIENTOSURNmero 106/Noviembre 2009

    33/Lnine, LEtat et la Rvolution. uvres. ditions de Moscou. Tomo 25, pg. 489.

  • 8/2/2019 Bensaid, D. Y despus de Keynes, qu.

    17/20

    sidad en absoluto de ensear y de educar polticamente al conjunto de la masapopular, al menos no ms all de ciertos lmites estrechamente trazados. Para ladictadura proletaria, es el elemento vital, el aliento sin el que no podra existir /34.

    Habrn sido precisas las speras lecciones de la contrarrevolucin burocrticapara que, en La Revolucin Traicionada, Trotsky sacara sus consecuencias deprincipio sobre la necesidad de la independencia rigurosa de los partidos y de lossindicatos en relacin al Estado y el pluralismo poltico:

    Ciertamente, las clases son heterogneas, estn desgarradas por antagonismosinternos, y no llegan a sus fines ms que por la lucha de las tendencias, de losagrupamientos y de los partidos. Como una clase est hecha de numerosasfracciones, la misma clase puede formar numerosos partidos. Igualmente, unpartido puede apoyarse sobre fracciones de varias clases. No se encontrar, entoda la historia poltica, un solo partido representando a una clase nica si, porsupuesto, no se consiente en tomar una ficcin policial por la realidad /35.

    Estas palabras decisivas reconocen y fundan en principio (mucho antes deBourdieu) una autonoma del campo poltico irreductible a un simple reflejo delas clases sociales.

    6. Contrariamente a la leyenda reaccionaria que presenta el proyecto comunistacomo la negacin o el sacrificio del individuo a la colectividad annima, sus pio-neros lo concibieron como una asociacin en la que el libre desarrollo de cadauno es la condicin del libre desarrollo de todos. Pero si la emancipacin colec-

    tiva es inconcebible sin el desarrollo individual, no es un placer solitario. Cuandoel liberalismo pretende desarrollar al individuo, alienta en realidad el clculoegosta en la competencia de todos contra todos, dicho de otra forma, un indivi-dualismo sin individualidad ni personalidad, modelado por el conformismopublicitario. La libertad propuesta a cada cual no es la del ciudadano, es primerola de consumir con la ilusin de poder elegir productos formateados. La apologadel riesgo y la cultura del mrito sirven de coartada a polticas de individualiza-cin y de demolicin de las solidaridades, por la individualizacin de los salarios,del tiempo de trabajo, de los riesgos (ante la salud, la vejez o el paro); a la indi-

    vidualizacin de las relaciones contractuales contra los convenios colectivos y laley comn; a la demolicin de las normas colectivas con el pretexto de un mejorreconocimiento de las trayectorias individuales.

    Cuando el Partido Socialista sita la cuestin del individuo entre las priorida-des de su reflexin sobre su proyecto, no hace ms que correr tras la mixtifica-cin liberal. Pretendiendo llenar un vaco ideolgico y que los individuos reem-placen a las clases sociales, el tema irriga cada vez ms la neolengua socialistay participa en una emulacin retrica con sus usos sarkozystas: propiedad indi-

    VIENTOSURNmero 106/Noviembre 2009 101

    34/Ibid.35/Trotski, L. La rvolution trahie. Pars: Minuit, 1963, pg. 177. [ La revolucin traicionada, Fundacin deEstudios Socialistas Federico Engels. Tambin en www.marxists.org/espanol/trotsky/1930s/rt/index.htm]

  • 8/2/2019 Bensaid, D. Y despus de Keynes, qu.

    18/20

    vidual, xito individual, seguridad individual, etc. Esta explotacin ideolgicade la cuestin individual desva aspiraciones sin embargo muy legtimas ennuestras sociedades. El desarrollo de las capacidades y de las posibilidades de

    cada uno es un criterio de progreso ms concluyente que muchos logros indus-triales ecocidas. Y no hay ninguna obligacin de oponer las clases y los indi-viduos. Reconocer un papel decisivo a la oposicin entre Capital y Trabajo noobliga en absoluto a renunciar a las necesidades personales de desarrollo, dereconocimiento y de creatividad. El capitalismo pretende satisfacerlas, pero lasencierra en realidad en los estrechos lmites del conformismo mercantil y delcondicionamiento comercial, acumulando frustraciones y decepciones.

    Valorar la individualidad o el singular plural es, por el contrario, reforzar lacrtica del capitalismo, no alejarse de ella. Cmo hacer, en efecto, para que el lla-mamiento a la iniciativa y a la responsabilidad individual no ceda ante la sumi-sin a las lgicas de la dominacin, si no se pone en marcha una redistribucin delas riquezas, de los poderes y de los medios culturales? Cmo democratizar lasposibilidades de realizacin de cada uno en esta distribucin, asociada a medidasespecficas de acciones positivas contra las desigualdades naturales o sociales?

    La sociedad capitalista suscita anhelos, necesidades, deseos que es incapaz desatisfacer. Genera aspiraciones sociales y culturales que el reino del capital nopuede satisfacer para la gran mayora. Para desarrollarse, el individuo modernoha tenido necesidad de solidaridades sociales (cdigo del trabajo, seguridadsocial, jubilacin, estatuto salarial, servicios pblicos). Son estas solidaridades

    las que las contrarreformas liberales pretenden destruir en beneficio de una jun-gla competitiva sin piedad.

    7. Ante la brutalidad de la crisis y la explosin del paro, se elevan voces que plan-tean medidas proteccionistas, comenzando por un proteccionismo europeo. Ennombre de una necesaria correspondencia de los espacios econmicos y socia-les, Emmanuel Todd se ha hecho su defensor /36. El objetivo no sera rechazarlas importaciones, como Carlos Martel rechaz en otro tiempo a los rabes enPoitiers, y como Michel Jobert intent en 1982 rechazar los videocasettes japo-

    neses, sino crear las condiciones de una subida de los salarios a fin de que laoferta cree de nuevo aqu su propia demanda. La hiptesis de un encadenamien-to virtuoso, segn la cual el relanzamiento de las rentas bastara para relanzar lademanda interna, que relanzara la produccin, remite sin embargo a una ley delos mercados tan ilusoria como la de Say y Ricardo.

    La cuestin no es de principio o de doctrina. Proteger? Pero proteger qu?,contra quin? y cmo? Si Europa comenzara por adoptar criterios sociales deconvergencia en materia de empleo, de renta, de proteccin social, de derecho deltrabajo, para armonizar la fiscalidad, podra legtimamente adoptar medidas de

    proteccin, no ya de los intereses egostas de sus industriales y de sus financie-

    102 VIENTOSURNmero 106/Noviembre 2009

    36/Todd, E. (2008)Aprs la dmocratie. Pars: Gallimard.

  • 8/2/2019 Bensaid, D. Y despus de Keynes, qu.

    19/20

    ros, sino de los derechos y de las conquistas sociales. Podra hacerlo de formaselectiva y concreta con, en contrapartida, acuerdos de desarrollo solidario conlos pases del Sur en materia de migraciones, de cooperacin tcnica, de comer-

    cio equitativo. Sin lo cual un proteccionismo de rico tendra por principal efectodescargar los estragos de la crisis sobre los pases ms pobres. Inversamente, ima-ginar que una medida de proteccin aduanera bastara para conllevar mecnica-mente una mejora y una homogeneizacin de las condiciones sociales europeas,como si sta fuera tcnicamente neutra en una lucha de clases exacerbada por lacrisis es una enorme ingenuidad. Los trabajadores sufriran los inconvenientes delas trabas burocrticas y fronterizas sin las ventajas sociales.

    Si, segn Todd, es deseado mayoritariamente por los obreros y los jvenes, unproteccionismo as no tardara, o bien en deslizarse hacia la preferencia nacional(o europea) ms ordinaria. Produzcamos europeo! se convertira enTrabajemos europeo!; igual que ayer el Frente Nacional no tuvo sino aadir aleslogan Produzcamos francs! un con franceses!. O bien no resistiramucho tiempo su impopularidad en la opinin pblica. Se ha visto ya, a pesar delas peroratas oficiales contra el proteccionismo, ganar fuerza a la tentacin de lapreferencia nacional, con las manifestaciones en Inglaterra y en Irlanda contra lostrabajadores inmigrantes polacos o de otros lugares: Comprad americano! enNueva York, o Trabajad britnico en Londres. De este proteccionismo chovinis-ta al racismo y a la xenofobia, no hay ms que un paso, tanto ms fcilmente fran-queado cuanto que esos trabajadores (12 millones de sin papeles en Estados

    Unidos, alrededor de 8 millones en la Unin Europea) tienen vocacin en tiemposde crisis de servir de variables de ajuste, bien por medio de expulsiones masivasen aplicacin de la preferencia nacional en la contratacin, bien haciendo presinsobre los salarios gracias a la tolerancia de un amplio mercado negro del trabajo /37.

    Todas estas hiptesis son evidentemente incompatibles con las lgicas competi-tivas y las exigencias institucionales del mercado mundial. Su puesta en prcticaimplica pues asumir su puesta en cuestin.

    Frente a la brutalidad de la crisis y al desconcierto de reformistas sin reformas,

    ciertas medidas de la vieja caja keynesiana pueden parecer a algunos de unaaudacia casi revolucionaria. Hasta tal punto que hay quien entrev la posibilidadde una alianza estratgica entre reformadores keynesianos y comunistas revolu-cionarios. Es perder de vista lo esencial. Cuando los supervivientes de unaizquierda reformadora contemplan una alternativa keynesiana europea al libera-lismo, es posible hacer un trozo de camino juntos si estn verdaderamente dis-puestos a luchar para salir de los tratados europeos en vigor, para establecer nor-

    VIENTOSURNmero 106/Noviembre 2009 103

    37/Abogando por un proteccionismo no autrquico (enLe Monde Diplomatique de marzo de 2009), Jacques Sapirlo define como una condicin necesaria para relanzar la demanda mediante la revalorizacin salarial. Toma sin

    embargo la precaucin de precisar que este proteccionismo selectivo no apuntara a todos los pases de bajo sala-rio, sino slo a aquellos cuya productividad converge con nuestros niveles y que no ponen en pie polticas socia-les y ecolgicas igualmente convergentes.

  • 8/2/2019 Bensaid, D. Y despus de Keynes, qu.

    20/20

    mas sociales europeas en materia de salario, de empleo, de proteccin social, dederecho del trabajo, para promover una armonizacin fiscal fuertemente redis-tributiva, o para socializar los medios de produccin y de cambio necesarios

    para la construccin de servicios pblicos europeos en materia de energa, detransporte, de telecomunicaciones. Pero esto implicara una poltica opuesta 180grados a lo que han hecho desde hace un cuarto de siglo todos los gobiernos deizquierda en Europa en los que la mayora de ellos han participado activamente.

    Suponiendo que haya reformistas suficientemente determinados para tomar esecamino, podramos, pues, combatir codo con codo por objetivos comunes, y podraser que estas movilizaciones desencadenaran una dinmica social que fuera msall de los objetivos iniciales. Pero esto no significara de forma alguna una armo-niosa sntesis entre keynesianismo y marxismo. Como proyecto poltico de conjun-to, y no como suma de medidas parciales, el programa de Keynes, claramente pro-clamado, es salvar el capital de sus propios demonios. El de Marx es derrocarlo.

    Traduccin:Alberto Nadal

    [Nota de la Redaccin : Todas las citas del artculo han sido traducidas del originalfrancs, Por ello, las referencias bibliogrficas, salvo ampliacin expresa, son las esta-blecidas por el autor].

    104 VIENTOSUR Nmero 106/Noviembre 2009

    Daniel Bensaid es filosofo y militante del NPA. Ha publicado recientemente en castellanoElogiode la poltica profana. (Ed. Peninsula).