beato pedro donders

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14 de ener o

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Hijo de Arnoldo Denis Donders y Petronila Van den Brekel, quien muere cuando él tiene 6 años.

Nació el 27 de

octubre de 1809 en la aldea de Heikant,

en Tilburg, Holanda

Era el mayor de

dos hermanos,

él muy débil

desde su nacimiento

, y Martirio, el menor, era inválido.

Dado que eran

pobres, fue muy poco lo que los

dos hijos pudieron estudiar

ya que se vieron

obligados a trabajar

para ayudar a

la familia.

Desde niño, deseaba hacerse sacerdote, pero su

precaria salud fue su gran obstáculo.

A los 29 años inicia estudios superiores en el Seminario Nieuw

Herlaar (próximo a Beekvliet).

Este sentir, lo motiva a entrar a

los Jesuitas,

Franciscanos y

Redentoristas, es

rechazado por todos

por su poca

capacidad o

demasiada edad.

SU ATRACCIÓN

POR LAS MISIONES

Después, con la ayuda del clero de la parroquia pudo

iniciar sus estudios a los 22 años en el pequeño

seminario.

Ahora, estudiante de teología, los superiores

del seminario lo orientan hacia las misiones de la colonia holandesa del

Surinam.

Arribó a Paramaribo,

la ciudad más importante, el 16 de septiembre

de 1842

El viaje duró mes y medio, al llegar expresó: “finalmente he llegado a mi destino, a donde me llamó el Señor y su diestra

me llevó”.

Allí se dedicó inmediatamente al trabajo pastoral

al que permanecería fiel hasta su muerte. 

Sus principales deberes fueron visitar las plantaciones a lo largo

de los ríos de la colonia donde predicaba y administrar los

sacramentos, especialmente a los esclavos.

Sus cartas rebosan

indignación contra los duros maltratos a los

que eran sometidos los

pueblos africanos condenados a

trabajos forzados en las

plantaciones.  

 En 1856

fue enviado al lugar

donde se encontraban apartados los leprosos de Batavia.

Este será el escenario,

salvo algunas

excepciones, de su

dedicación de por vida.

Su caridad lo impulsaba no sólo a socorrer espiritualmente a los

enfermos, sino también a curarles personalmente aún

cuando no logró convencer a las autoridades de que les

suministraran los medicamentos apropiados.

No obstante, de muchas

otras maneras,

logró mejorar las

condiciones de vida de los

leprosos enfermos.

Debido a sus esfuerzos por llamar la atención

de las autoridades coloniales sobre las necesidades de los pobres enfermos.

En 1866 los redentoristas, son enviados desde Roma, para

hacerse cargo de la misión del Surinam.

Luego que Guillermo III de Holanda, había declarado en 1863 “el fin de la esclavitud,

incluyendo la libertad religiosa en sus territorios”.

Donders junto con Romme, uno de sus compañeros sacerdotes, pidieron

entrar en la Congregación. 

Pedro tenía 57 años, y hacía ya 30 años desde que intentara entrar en la

Congregación en Bélgica.

  Los dos candidatos hicieron el

noviciado con el Vicario Apostólico, Mons. Juan Bautista Winkels.

  El 24 de junio de 1867 emitieron

sus votos. El Padre Donders regresó a Batavia.

En vista de que obtuvo ayuda para los leprosos, pudo dedicarse a una

actividad que hacía tiempo deseaba emprender.

Como  redentorista, prestó su atención a los indios del Surinam.

Continuó en este trabajo, descuidado debido a la falta de

operarios, hasta su muerte.

Aprendió la lengua de los indios y los instruyó en la doctrina

cristiana hasta que decayeron sus fuerzas y se vio obligado a dejar a

otros este trabajo. 

 En 1883, el Vicario Apostólico, queriendo relevarle de obligaciones demasiado pesadas, lo trasladó a Paramaribo.

Escribió: “Cada día me doy más cuenta de cuán grande es la felicidad de la vocación en esta Congregación y en convivencia con los hermanos”.

A los 8 meses es

trasladado a Coronie, donde es

operado del riñón varias veces en los 2 años que está allí.

Regresa a Batavia al

enfermar el Padre

Bekkers, capellán del

lugar

En noviembr

e de 1885, a sus 77 años

Se reintegró a sus ocupaciones anteriores hasta que su frágil salud le obligó a guardar cama

en 1887.

-Visita por última vez a los enfermos. - Celebra la eucaristía el día de Navidad, y predica el día 31.

A final de

1886

Se agrava la nefritis que padece, y el médico no le suministra medicamento.

El día 12 de enero de 1887 dice al P. Bekkers: “Ten aún un poco de

paciencia. Moriré el viernes a las tres”.

El viernes 14 de enero de 1887, a las tres de la

tarde, muere en Batavia, rodeado de los abandonados a los que se

entregó toda su vida.

Su fama de santidad se difundió por Surinam y Holanda de donde era

oriundo y se introdujo su causa de canonización. 

En el año de 1900 son traslado sus restos de la

leprosería, a la Fundación san Gerardo en Gravestraat en

Paramaribo.

Su cuerpo

permaneció en

Batavia 13 años

Sus restos reposan en la catedral de Paramaribo desde 1921.

El 23 de mayo de 1982, el Papa Juan

Pablo II lo proclamó:

Sigue presente en todos los redentoristas que trabajan en

América y que son continuadores de la obra evangelizadora de San

Alfonso.