bautismo y cena del señor

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Bautismo y Cena del Señor 2006-2020 Iglesia Evangélica El Olivo Ordenanzas “haced esto en memoria de mí” (Lucas 22:19)

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Page 1: Bautismo y Cena del Señor

Bautismo y

Cena del Señor

2006-2020

Iglesia Evangélica El Olivo

Ordenanzas

“haced esto en memoria de mí” (Lucas 22:19)

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ÍNDICE Página

Introducción

1. ¿Ordenanzas o sacramentos? .................................... 3

2. Definición ..................................................................... 3

3. Número ........................................................................ 3

4. Importancia ................................................................... 4

Bautismo

1. Origen .......................................................................... 5

2. Definición ..................................................................... 5

3. Significados ................................................................. 5

4. Fórmula ........................................................................ 7

5. Candidatos ................................................................... 8

6. Controversias ............................................................... 8

Cena del Señor

1. Institución ..................................................................... 10

2. Nombres ...................................................................... 10

3. Frecuencia ................................................................... 11

4. Contenido y controversia ............................................. 11

5. Significados ................................................................. 12

6. ¿Quiénes deben participar? ........................................ 14

7. Advertencia: Auto examen .......................................... 14

8. Segunda Venida de Cristo ........................................... 15

___________ La versión de la Biblia utilizada es la BTX4.

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1. ¿Ordenanzas o sacramentos? La palabra “sacramento” significaba, en su origen, el juramento por el que los soldados romanos se comprometían a obedecer a sus jefes hasta la muerte. En este sentido, podemos decir que el bautismo y la cena del Señor son sacramentos porque, al celebrarlos, estamos prometiendo sumisión, fidelidad, obediencia y amor a nuestro Señor y Jefe Jesucristo.

A pesar del hermoso origen de la palabra “sacramento”, preferimos usar el término “ordenanzas”, 1) porque indica que dichos ritos simbólicos fueron ordenados e instituidos directamente por Jesucristo; y, además, 2) para evitar el sentido equívoco que la palabra sacramento ha adquirido en la Iglesia Católico-Romana.

2. Definición Las ordenanzas son representaciones teatrales simbólicas, ordenadas por el Señor a su Iglesia, a través de las cuales:

1) recordamos las verdades centrales de la fe cristiana, 2) renovamos el pacto adquirido con el Señor en la conversión, y 3) proclamamos el evangelio.

Son ceremonias o ritos simbólicos que representan verdades espirituales.

Pero son más que símbolos estáticos: ¡Son representaciones teatrales!

La Iglesia Católica, erróneamente, afirma que el signo del sacramento no solo significa la gracia conferida, sino que confiere la gracia significada, en virtud del mismo rito (“ex ópere operato”), de la misma manera que en una medicina se encuentra la virtud de curar. Sin embargo, las ordenanzas no tienen otra eficacia objetiva que la de actuar como recordatorios de las grandes verdades del evangelio, animando así nuestra fe subjetiva.

3. Número La mayor parte de las iglesias protestantes reconocen solamente dos ordenanzas: el bautismo y la cena del Señor. Algunas incluyen el lavamiento de los pies (Jn.13). Tanto la Iglesia Católico-Romana, como la Iglesia Ortodoxa y el sector anglo-católico de la Iglesia Anglicana, sostienen que hay siete sacramentos (bautismo, confirmación, eucaristía, penitencia, extrema unción, orden sacerdotal

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y matrimonio). Por el contrario, el Ejército de Salvación y la Sociedad de Amigos (Cuáqueros) niegan su obligatoriedad. Nosotros creemos que el Señor nos mandó solo dos ritos: uno iniciático, el bautismo; y otro continuado, la cena.

4. Importancia Tanto el bautismo como la cena son dos mandamientos directos del Señor, de obligado cumplimiento para toda la iglesia; y, de hecho, han sido parte integral del cristianismo desde el principio: los que se convertían eran bautizados y participaban de la cena del Señor. Ambas ordenanzas son ceremonias teatrales simbólicas que apuntan hacia verdades espirituales reales, las cuales hemos de recordar para profundizar en ellas y vivir consecuentemente. Es decir, el símbolo busca producir un efecto. El efecto pretendido es “recordar”1 a tres niveles: mental, emocional y práctico (fortaleza y acción). Así, el recuerdo mental nos emociona, nos fortalece y nos hace actuar. Todo el ser humano debe intervenir y ser afectado en el siguiente orden: 1) el cuerpo representa, 2) la mente entiende y recuerda, 3) el corazón se emociona y transforma y 4) las manos actúan. Como todo símbolo, las ordenanzas tienen dos partes: el símbolo en sí y lo que simboliza. Ambas son importantes; pero, comparativamente, ¿cuál es más importante? Indudablemente, lo que se simboliza es mucho más importante que el propio símbolo. La tendencia humana, sin embargo, es darle importancia al símbolo exterior y olvidarse de lo que representa. Así hacían los escribas y fariseos: cumplían exquisitamente con el mandamiento externo, pero su corazón no correspondía; interpretaban mal la ley, creyendo que era suficiente con ser hijos de Abraham y cumplir el mandamiento externamente. El Señor tiene que decirles a sus discípulos en el Sermón de Monte: “Si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, de ningún modo entraréis en el reino de los cielos” (Mt.5:20). Y, a continuación, les va explicando la correcta interpretación de la ley, diciendo repetidamente: “Oísteis que fue dicho…; pero yo os digo…”. Esta es la tendencia humana; por eso Dios no quiere que hagamos imagen; no porque la imagen en sí sea mala, sino porque tendemos a olvidarnos de lo que representa y adoramos idolátricamente a la propia imagen. Enfatizar el símbolo, pues, es peligroso, porque tendemos a santificarlo. Bautizamos por inmersión, partimos un bollo de pan con nuestras manos, de una jarra derramamos el vino tinto en una copa o en varias… porque todo ello representa mejor la verdad que recordamos; pero, si afirmamos que el pan no puede estar previamente cortado en trocitos, que el vino no puede estar ya distribuido en copitas y que, además, tiene que ser tinto y no blanco ni mosto ni agua… podemos estar “pecando”, porque damos al símbolo una importancia que no tiene ni el Señor quiso nunca que tuviera. ¡Ya no digamos si la disensión sobre el símbolo es causa de otros pecados mayores, como enfrentamientos, contiendas y divisiones!

1 Decía Ortega y Gasset que “recordar” es una palabra muy hermosa porque proviene de otra latina compuesta de “re”, que significa volver, y “cor”, que significa corazón. De manera que recordar es volver a pasar por el corazón, no solo por la mente.

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1. Origen Se han hecho diversas sugerencias en cuanto a los orígenes del bautismo cristiano: los lavados ceremoniales judíos, los ritos de purificación de Qumrán, el bautismo de prosélitos judíos, el bautismo de Juan... Este último, que dio a Juan el sobrenombre de “El Bautista”, es el candidato más probable. Como Juan es el precursor de Jesús, así su bautismo es el precursor del bautismo cristiano. Jesús fue bautizado por Juan, algunos de los primeros discípulos de Jesús casi seguro también lo habían sido (Jn.1:35-42). El bautismo de Juan era un bautismo de arrepentimiento. Por sí solo no era suficiente para salvar. Simplemente preparaba el camino para el Mesías.

2. Definición Ver definición de ordenanza en la introducción.

3. Significados Nosotros creemos que el bautismo es un mero ritual, que no confiere ningún tipo de gracia, pero que expresa una riqueza simbólica extraordinaria:

1. Representa la conversión y manifiesta arrepentimiento y fe; porque conversión es nuestra respuesta a la llamada del evangelio, en la que 1) nos arrepentimos del pecado y 2) confiamos (fe) en Cristo para salvación. Tal como la circuncisión física solo tiene validez si ha habido una “circuncisión del corazón” (Jr.4:4; Ro.2:28-29; Cl.2:11-13), así el bautismo en agua solo es válido si ha habido una conversión genuina a Cristo.

2. Muerte y resurrección.- Al bautizarse el creyente declara su identificación con Cristo en su muerte y resurrección. Colosenses 2:12 dice: “…habiendo sido sepultados juntamente con él en el bautismo…”. Aquí Pablo utiliza la figura del bautismo para describir la muerte del creyente, su co-sepultura y su co-resurrección con Cristo. El creyente verdadero no solo ha muerto y ha sido sepultado, sino que también ha sido resucitado con Cristo para andar en vida nueva. El creyente, participando

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en los beneficios de la muerte y resurrección de Cristo, ha sido separado de lo que era “sin Cristo” para ser lo que es “en Cristo”.

3. Nuevo nacimiento. La inmersión simboliza la muerte del creyente a su vida pasada y al levantarse del agua representa el nuevo nacimiento a una nueva vida, la vida eterna, en la familia de Dios. El viejo hombre es enterrado y nace el nuevo. Todavía hoy podemos ver en algunas iglesias prerrománicas y románicas los baptisterios en los que los creyentes entraban por la escalera de un lado, sumergiéndose en el agua, expresando que allí sepultaban al “viejo hombre”, y salían por el lado opuesto, indicando que resurgían con Jesucristo, del que habían sido revestidos, a la vida del “nuevo hombre”, muerto y resucitado con el Señor. Ver: Ro.6:3:3-11; Ga.2:19-20; 3:27; Cl.2:12; 3:1-4.

4. Salvación. 1P.3:21 dice: “la cual también es figura [la salvación del Diluvio por medio del arca (tipo o figura), de la cual el bautismo es antitipo (la realidad figurada en el tipo)] de como el bautismo ahora os salva (no como eliminación de la suciedad de la carne, sino como respuesta de una buena conciencia a Dios) mediante la resurrección de Jesucristo”.

a. El paréntesis que el mismo Pedro introduce es una advertencia para poner en claro que el bautismo de agua no tiene en sí otra eficacia que la que comporta la fe en el Cristo resucitado, siendo dicho bautismo el símbolo que expresa la fe exteriormente.

b. Pedro, usando una metonimia, atribuye la salvación al bautismo, tomando el signo por la cosa significada.

c. Aunque el bautismo en agua es importante en la vida del creyente, es indudable que lo que la Biblia destaca es el bautismo del Espíritu Santo, por el cual el creyente es unido vitalmente a Cristo.

d. Salvación. El significado de salvación en la Biblia es amplio. Así, podemos hablar de una salvación pasada, de una presente y de otra futura: La salvación pasada es la justificación, por la cual Dios nos declaró justificados cuando creímos, esto es, salvados de la pena del pecado. La salvación presente es la santificación, por la que estamos siendo salvados del poder del pecado y asemejándonos cada vez más a Cristo. Y, finalmente, la salvación futura será la glorificación, por la cual seremos salvados completamente de todo contacto con el pecado y de sus consecuencias y, por fin, estaremos totalmente asemejados -no iguales- a Cristo).

5. Lavamiento. El elemento empleado en el bautismo, el agua, representa lavamiento, purificación. Ananías le dijo a Pablo, en Damasco, tras su fulgurante conversión: “Levántate, sé bautizado y lava tus pecados invocando su nombre” (Hc.22:16). Este es uno de los significados del

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bautismo: simboliza que el creyente ha sido lavado de sus pecados por la sangre de Cristo. La negra mancha del pecado solo se puede lavar con la roja sangre de Cristo. El hombre tiene que pasar por la sangre (de la salvación) antes de pasar por el agua (del bautismo).

6. Rito de ingreso. El bautismo en el nombre de Jesús a. Era un rito de ingreso o iniciación a la nueva “secta de los

cristianos”, de aquellos que invocaban el nombre de Jesús. b. Expresaba en forma gráfica la aceptación por parte de la

comunidad cristiana de aquellos que creían en Jesús. Ver: Hc.2:41,47. Algunas veces se realizaba con el agregado de la imposición de manos.

c. Implicaba el compromiso del que se bautizaba con la propia iglesia local a la que se añadía.

7. Unión de los creyentes en Cristo, pues el bautismo es uno de los siete vínculos de la unidad cristiana de Ef.4:3-6. “…esforzándoos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo y un Espíritu, como también fuisteis llamados en una esperanza de vuestro llamamiento: un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, quien es sobre todos, a través de todos y en todos”.

8. Renovación del pacto. ¿Cómo se hacía en el Antiguo Testamento? Cuando dos personas formalizaban un pacto importante, delante de Dios, partían un animal en dos mitades y las ponían en el suelo dejando un pasillo por el medio. Entonces pasaban por el medio de las dos mitades, diciendo: “Así me haga Dios, como a este animal, si no cumplo con el pacto que hoy juro”.

4. Fórmula ■ “en el nombre de Jesús” (Hc.2:38). A diferencia del bautismo de Juan, el

bautismo cristiano se administró desde el principio “en el nombre de Jesús” (Hc.2:38). Esta frase indicaba:

a) que el que bautizaba se veía como representante de Jesús, y b) que el que se bautizaba lo hacía como un acto de entrega al discipulado de Jesús.

■ “en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt.28:18-19). Los que han sido hechos discípulos de Cristo deben ser bautizados “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. El discípulo se bautiza manifestando públicamente que ha sido salvado y que esta salvación fue efectuada por el Dios Trino en perfecta unidad: el Padre planeó la salvación y envió al Hijo, el Hijo la efectuó en la cruz y el Espíritu Santo la aplica en la vida de los creyentes. Tres personas distintas e iguales, obrando con diferentes funciones, pero siendo uno en sustancia.

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En el bautismo la profesión de nuestra fe adquiere públicamente un valor trinitario:

a) En el nombre del Padre, le confesamos como nuestro Padre (Mt.6:9). b) En el nombre del Hijo, le confesamos como el Hijo de Dios (Mt.16:16)

y nuestro Salvador (Tt.2:13). c) En el nombre del Espíritu Santo, nos entregamos a él como nuestro

Paráclito: santificador, maestro, guía y consolador (Jn.3:5; 14:16,26; 15:26; 16:7,13-15).

Además, como dijimos antes, el que esta ceremonia se realice “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”, hace del bautismo una especie de pacto, juramento de lealtad o voto de devoción a Dios como nuestro Salvador y nuestro Señor. Por eso fue una fantasía agradable para los cristianos latinos llamar al bautismo “sacramentum”, que era el juramento del soldado romano de lealtad y obediencia absoluta a su general.

5. Candidatos 1. Solo los que dan una profesión creíble de fe, una evidencia razonable

de creer en Cristo, deben ser bautizados. El bautismo es un símbolo de empezar la vida cristiana; por eso ha de administrarse solo a los que en efecto han empezado la vida cristiana. Este es el patrón y la enseñanza que encontramos en todo el Nuevo Testamento:

a. Patrón: Hc.2:41; 8:12; 10:44-48. b. Enseñanza: Ga.3:26-27; Ro.6:3-4; Cl.2:12.

2. Al bautizar la iglesia está reconociendo la fe del profesante; pero si esa persona aún no es creyente, se le está confirmando una falsa y trágica ilusión de salvación; y, además, se añade a la iglesia a no creyentes, provocando su disfunción. Por eso, no debería otorgarse inmediatamente a cada persona que se presenta como candidato al bautismo y a la membresía de la iglesia todos los derechos y privilegios que pertenecen a los miembros.

6. Controversias La ordenanza del bautismo con agua ha estado envuelta en diversas

controversias durante la historia de la iglesia, trayendo como resultado importantes divisiones. En general, las discusiones han versado sobre los siguientes temas:

a. Eficacia. ¿El bautismo con agua es solamente un ritual o realmente otorga algún beneficio espiritual al receptor?

b. Sujeto. ¿Se pueden bautizar bebés o se deben bautizar solo personas con uso de razón?

c. Objeto. ¿Cómo se ha de bautizar? ¿El bautismo es por inmersión o puede administrarse válidamente por efusión, refiriéndose al bautismo por rociamiento o por aspersión de agua sobre el bautizado? Los puntos 1 y 2, eficacia y sujeto, tienen más importancia que la forma del bautismo.

Veamos el desarrollo de estos temas en los siguientes puntos.

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7. Ritual (eficacia) Los que sostienen que el bautismo con agua es un ritual simbólico, creen que representa una verdad espiritual, pero que en sí mismo no otorga ninguna gracia sobrenatural a la persona bautizada. Esta es la interpretación correcta. Por el contrario, están quienes afirman que el bautismo con agua confiere alguna gracia especial, divergiendo ampliamente en cuanto al beneficio alcanzado. Algunos llegan a creer en la “regeneración bautismal”, esto es, que el bautismo salva; es decir, que afecta, real e inseparablemente, al nuevo nacimiento del creyente y al bautismo del Espíritu. Otros, opinan que solamente provee una gracia o inclinación hacia la fe y obediencia del evangelio.

8. Bautismo de niños (sujeto) El segundo problema es la cuestión del bautismo infantil en oposición al bautismo de creyentes. Hay relativamente poca evidencia bíblica para el bautismo infantil. Sus adherentes normalmente consideran el bautismo infantil como la expresión contemporánea de la separación de un hijo para Dios, acto que en Israel era representado por la circuncisión. Aun cuando hubo bautismo de familias completas, como en Hechos 16, que incluían presumiblemente algunos niños, no hay un caso claro de bautismo infantil en la Biblia. Consecuentemente, la mayoría de los evangélicos prefieren un acto de presentación o dedicación de los niños cuando nacen, dejando el bautismo con agua para el momento en que haya un reconocimiento de una fe verdadera en Cristo de parte de personas que tienen edad suficiente para hacer esa decisión con discernimiento. Aunque el modo del bautismo no está necesariamente unido a la cuestión del bautismo infantil, generalmente los niños son bautizados por efusión y no por inmersión; y quienes aceptan la inmersión como el único modo de bautismo, generalmente aceptan solo el bautismo de personas que han creído en Cristo. Sobre la base de 1Co.7:14 y Mr.10:13-16, pareciera que los hijos pequeños de los creyentes constituyen parte de la familia de la fe. Pero, por otro lado, en Gálatas 3 Pablo afirma específicamente que la unión con Cristo no deriva de ninguna descendencia física, ni depende tampoco de ningún acto ritual, como la circuncisión, sino que se realiza por medio de la fe, y que no depende de ninguna otra cosa que no sea la fe y el don del Espíritu que se recibe por fe. En resumen, cuanto más se entienda al bautismo como la expresión de la fe del que se bautiza, tanto menos se puede aceptar el bautismo de niños; mientras que cuanto más se entienda al bautismo como la expresión de la gracia divina, tanto más fácil resulta sostener la procedencia del bautismo de niños.

9. ¿Inmersión o efusión? (objeto) El tercer problema surge en conexión con el modo del bautismo. Sin duda, se ha dado excesiva importancia al modo de bautismo, ya que la cuestión más importante es si el individuo ha nacido de nuevo y ha sido bautizado por el Espíritu Santo en el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. En los libros de texto se pueden encontrar argumentos en pro y en contra de las diversas definiciones del modo y el significado del bautismo.

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1. Institución Pasajes: Mt.26:26-29; Mr.14:22-26; Lc.22:14-20; 1Co.11:23-26. La ordenanza de la cena del Señor fue instituida la noche antes de la crucifixión de Cristo como una representación simbólica de la participación del creyente en los beneficios de su muerte. Como tal, ha sucedido a la Pascua que los judíos celebran desde su salida de Egipto. Según 1 Corintios 11:23-29, al ordenar a sus discípulos que realizaran esta representación, Jesús les dijo que el pan simbolizaba su cuerpo que sería sacrificado por ellos. Debían observar este ritual durante su ausencia en memoria de él. Asimismo declaró que la copa de vino era el nuevo pacto en su sangre; al beber de la copa recordarían a Cristo especialmente en su muerte. Debían observar esta celebración hasta su regreso.

2. Nombres 1. Cena del Señor. Pablo usa este nombre en 1Co.11:20. La “cena del Señor”

significa la cena instituida por el Señor (anticipación del banquete escatológico de Ap.3:20), distinguiéndose del “ágape” fraternal, al que cada uno aportaba lo que tenía, y que servía de introducción o epílogo a la cena del Señor. Una variante de este nombre es “Mesa del Señor”, que encontramos en 1Co.10:21.

2. Partimiento del pan. Con este nombre se refiere Hc.2:42 y 46 a la cena del Señor. Las palabras de la institución aluden al partimiento que el Señor hizo del pan antes de darlo a sus discípulos (1Co.11:25).

3. Comunión. 1Co.10:16-17: “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Puesto que el pan es uno, los muchos somos un cuerpo; porque todos participamos del único pan”. La palabra griega “koinonía” explica el sentido del término “comunión”: No se trata de comer físicamente el cuerpo de Cristo, sino de una participación, por fe, del Espíritu, carácter, sufrimientos, gloria y salvación de Cristo; es tener comunión con Cristo, en oposición a la comunión con los demonios (v.20-21).

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4. Eucaristía. Este nombre no figura en la Biblia, pero es muy antiguo, pues ya la Didaché llama “Eucharistía” a la cena del Señor. Esta palabra viene del griego “eucharistía”, que significa “acción de gracias”, y tiene su origen en el acto de acción de gracias que el Señor realizó antes del partimiento del pan (Mt.26:27; Mr.14:23; Lc.22:17,19; 1Co.11:24).

3. Frecuencia Aun cuando no se da una indicación clara de la frecuencia con que debe observarse, parece probable que los cristianos primitivos la practicaban con regularidad (Hc.2:42; 46; 20:7; 1Co.10:16s; 11:7s), quizás una vez a la semana cuando se reunían el primer día (domingo) para celebrar la resurrección de Cristo (Hc.20:7). 1Co.16:1-2 nos dice que en este día se hacía la colecta.

4. Contenido y controversia La historia de la iglesia ha visto interminables controversias en torno a la cena del Señor. En general se han destacado cuatro puntos de vista principales:

1. Católicos: transustanciación (transformación de la sustancia). La Iglesia Católica Romana ha sostenido la doctrina de la «transustanciación», esto es, el pan y el vino se transforman en el cuerpo y la sangre de Cristo realmente y la persona que participa en ellos está comiendo literalmente su cuerpo y su sangre, aunque sus sentidos le digan que aquellos elementos siguen siendo pan y vino.

2. Lutero: consustanciación (dos sustancias). El pan sigue siendo pan y el vino sigue siendo vino, pero a la sustancia de ambos elementos se añade la sustancia del cuerpo de Cristo y, de este modo, uno participa de su cuerpo al observar la cena del Señor.

3. Calvino: espiritualización. El cuerpo de Cristo no está presente en los símbolos, pero sí su espíritu de una forma especial; de manera que, cuando participamos de la cena del Señor, recibimos una bendición especial espiritual por el simple hecho de comer el pan y beber el vino. Así opinan los presbiterianos, episcopales y metodistas.

4. Zwinglio: conmemoración. Afirmaba en la cena del Señor no hay transustanciación, ni consustanciación ni una bendición especial por el mero hecho de participar de ella, sino que es una mera «conmemoración» simbólica (un memorial, un recuerdo). Este es nuestro punto de vista y el de los hermanos libres, los bautistas y otros.

Las Escrituras parecen apoyar el punto de vista conmemorativo, y los elementos que contendrían o simbolizarían la presencia de Cristo serían más bien

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un reconocimiento de su ausencia. En armonía con esto, la cena del Señor debe ser celebrada “hasta que él venga” (1Co.11:26).

5. Significados 1. Recuerdo. Lc.22:19; 1Co.11:23-25. ¿Qué es lo que nos recuerda, no los

elementos mismos de la cena, sino la representación teatral que con ellos se realiza? Nos recuerda que, así como se parte el pan y se nos da para comerlo (para triturarlo entre nuestros dientes), así fue partido el cuerpo del Señor, quebrantado y ofrecido al Padre para nuestra salvación. Y que así como se derrama el vino en las fauces del creyente, así también fue derramada la sangre de Jesús por la salvación del mundo. Por eso, el practicar la cena del Señor es anunciar la muerte de Jesucristo (1Co.11:26). Comparando Lc.22:15 con 1Co.5:7, se advierte claramente la relación de la cena del Señor con la celebración de la Pascua. Así como el banquete pascual rememoraba la liberación del pueblo de Dios de la esclavitud en Egipto, comiendo de prisa el cordero y salpicando con sangre los dinteles de la puerta para que el ángel exterminador no tocase a los fieles, así la cena del Señor rememora nuestra liberación, pactada con la sangre del Cordero que quita el pecado del mundo. El cristiano (ser humano caído) necesita recordar (traer a la mente y reflexionar sobre las verdades de la fe cristiana) para animar su alma (su mente, sus emociones y su voluntad).

2. Sello de un pacto. Mt.26:28 nos muestra cómo el rito de la cena simboliza

el nuevo pacto de Dios con su pueblo, no mediante la sangre de animales, sino con la sangre de su propio Hijo.

a. La cena del Señor es, por tanto, también un símbolo de la garantía que tenemos en la sangre de Cristo de que Dios ha perdonado nuestros pecados y nos ha hecho aceptos en el Amado (Ef.1:6).

b. Si la salvación fuera un contrato establecido por escrito, cada ser humano tendría su contrato de salvación ya firmado por Dios. 2Co.5:18-20. Ahora, solo falta que cada hombre firme su propio contrato para que éste sea válido. No tenemos mérito ninguno en esto, solo firmar; Cristo ya lo ha hecho todo.

c. En el Antiguo Testamento, cuando dos personas formalizaban un pacto importante, delante de Dios, partían un animal en dos mitades y las ponían en el suelo dejando un pasillo por el medio. Entonces pasaban entre las dos mitades, diciendo: “Así me haga Dios, como a este animal, si no cumplo con el pacto que hoy juro”.

Cada vez que participamos del pan y del vino –y también cuando nos bautizamos- estamos renovando el pacto contraído con Dios en nuestra conversión de esclavitud voluntaria y perpetua. Él nos compró con su sangre y nosotros nos hemos entregado a él como esclavos.

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d. En el Imperio Romano existía la esclavitud; y los esclavos se compraban y se vendía como cualquier otra cosa en la plaza del mercado. Había ocasiones cuando un buen amo daba la libertad a su esclavo; pero éste, viéndose libre, horadaba el lóbulo de su oreja en señal de esclavitud voluntaria y perpetua de su buen amo.

Una de las palabras que Jesús utilizó para referirse a la salvación fue “redención”. Esta palabra significa en el original “comprar en el mercado, sacar del mercado y libertar”. Y, efectivamente, cuando nosotros estábamos atados como esclavos en el mercado, él vino y nos compró con su sangre, nos sacó del mercado y nos libertó. Y ahora que somos salvos y libres, se nos llama a renunciar voluntariamente al uso de esa libertad para hacernos esclavos del Señor que nos redimió. Esto es lo que manifiestan los que se bautizan, y lo que renovamos todos cuando participamos del pan y del vino.

3. Banquete. En la cena del Señor no solo miramos hacia atrás para recordar

el drama que supuso nuestra salvación; sino que también miramos hacia el futuro para traer a la memoria las bendiciones de nuestra gloriosa esperanza. Por tanto, esta cena también es un gran banquete, festivo y alegre, porque recordamos las enormes y eternas bendiciones que supuso para nosotros la muerte de Jesucristo en nuestro lugar: De estar muertos, ahora tenemos vida; de no tener ninguna esperanza, ahora esperamos recibir una herencia gloriosa y eterna; de ir, justamente, camino del infierno, ahora vamos camino del cielo por la eternidad. ¿No es motivo de celebración?

4. Comunión fraternal. Otro hecho que representa esta ceremonia es la comunión entre los miembros del cuerpo de Cristo, participando todos del mismo pan, habiendo renacido todos en la familia de Dios y siendo partícipes todos del mismo Espíritu. Ver en Ef.4:3-6 los siete vínculos de la unidad cristiana. 1Co.10:16-17. La palabra “koinonía” comporta siempre, en el Nuevo Testamento, un participar con otros, conjuntamente, de los bienes salvíficos, en virtud de la efusión del Espíritu de Dios sobre su Iglesia; lo que supone un conocimiento fiel y cordial del Señor, y nos induce a compartir, incluso, los bienes materiales (Hc.4:32; 1Jn.3:16-18). Hc.2:42 dice: “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, y en la comunión en el partimiento del pan, y en las oraciones”. La “comunión” (o mutua comunicación de los bienes espirituales y materiales), sigue a la ortodoxia (la sana doctrina, la Palabra de Dios rectamente interpretada) y precede a “las oraciones” (la comunión con Dios); para dar a entender que no hay verdadero amor cristiano sin la ortodoxa doctrina apostólica, y que es una vana hipocresía el acercarse en oración al Señor sin una doctrina correcta y sin amar de verdad a los hermanos. Como dice

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San Agustín: “Es como si alguien intentara besar a Jesús en la frente y propinarle, a la vez, un pisotón”. No estima el Cuerpo de Cristo, ni al propio Cristo, quien desprecia a los miembros de su Cuerpo. Mt.18:20 dice: “Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.

a. En la conjunta comunión con Cristo, cada creyente es como un carbón encendido que mantiene su calor en la medida en que forma un solo fuego con los demás carbones.

b. “en mi nombre” significa: i. Que es solo en base a la obra de Cristo que podemos

reunirnos para acercarnos a Dios y servirle. ii. Que somos sus representantes; no para hacer lo que

queramos, sino lo que nuestro representado quiere. iii. Que nos reunimos en torno a Cristo y a su causa para que

él sea nuestro capitán.

5. Proclamación. 1Co.11:26 dice: “Tan a menudo entonces como comáis este pan y bebáis la copa, continuáis proclamando la muerte del Señor hasta que venga”.

6. ¿Quiénes deben participar? 1) Los bautizados, 2) miembros de una iglesia local, 3) en comunión.

7. Advertencia: autoexamen Una observancia adecuada de la cena del Señor debe tener en cuenta las instrucciones y advertencias del apóstol Pablo en 1 Corintios 11:27-34. La cena del Señor debe observarse con la debida reverencia y después de un autoexamen. El que participa de la cena de una manera descuidada o indigna acarrea condenación sobre sí. Pablo dice: “Por tanto, examínese cada uno a sí mismo, y coma así del pan y beba de la copa” (1Co.11:28). La cena, por tanto, implica autoexamen, confesión de pecado y valorar debidamente lo que simboliza, para no practicar indignamente el rito que conmemora la muerte del Señor. El requisito para comulgar no es la ausencia de pecado, sino reconocerlo y confesarlo ante el Señor y, si es pertinente, ante los hermanos a quienes hayamos ofendido. Acordémonos de esta otra advertencia de Jesús en Mateo 5:23-24: “Por lo tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí recuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y luego regresa y presenta tu ofrenda”. Muchos cristianos han considerado, con mucha justicia, que la cena del Señor es un momento sagrado de conmemoración de la muerte de Cristo y de todo lo que ello significa para el cristiano individual. Como Pablo dice, es un tiempo de examen interior, un momento de confesión de pecados y de restauración. Además, es un recordatorio de los maravillosos beneficios que han alcanzado a cada creyente por medio de la muerte de Cristo y que se extienden por la eternidad.

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Escudríñame, oh Elohim, y conoce mi corazón;

Pruébame, y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad,

Y guíame en el camino eterno. (Salmo 139:23-24)

8. Segunda Venida 1Co.11:26 termina con las palabras “hasta que él venga”. La cena del Señor mira al pasado: la encarnación, muerte y resurrección de Cristo; mira al futuro: “hasta que el venga”; y mira también al presente: manifiesta nuestra comunión de amor, refuerza la fe y la esperanza, y proclama el mensaje del evangelio.

Iglesia Evangélica El Olivo, 27.01.2019 www.elolivo.net/iglesia.htm

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