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El Barranquero Periódico Escolar del Soleira - Octubre 2020 Ernesto Por César Meneses J - docente Palabra y Filosofía

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ElBarranquero

Periódico Escolar del Soleira - Octubre 2020

ErnestoPor César Meneses J - docente Palabra y Filosofía

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Ernesto se había ido a la flota antes de las seis de la mañana. Siempre pensó que el trajín dela terminal podía evitarse si se madrugaba, y él se preciaba de ser un buen madrugador; coneso de que le molestaban los turistas, buscaba la manera de evadirlos, para no terminardiciéndoles que se fueran a la mierda, a gastarse sus euros en sus países y no aquí, en estaciudad dejada en el trópico que ya había sido saqueada antes. Si uno lo piensa, Medellínparece tener cierto atractivo para este tipo de gente, vaya uno a saber por qué, pero enalgunas épocas del año, sobre todo a principios de julio, cuando el calor comienza aincrementarse, el tren se ve concurrido por ellos y sus atuendos ridículos: pantalonetas,sandalias, lentes oscuros, como si fueran caminando a una playa que queda a 630 kilómetros,pero a la que llegarían antes del mediodía. En fin, Ernesto los odiaba y por eso los evadía.

Volver a Concepción siempre le costaba. Era un recorrido largo, pero para él se trataba de unviaje en el tiempo, hacia atrás, y se sentía montado en una de esas máquinas de los circos alos que iba con sus hermanas cuando los tres eran niños, esas que eran unos carritos quedaban vueltas y que siempre llegaban al mismo lugar. Siempre le dio un poco de miedo volveral mismo lugar. Así que, cuando iba a ver la casa y a su hermana, atravesaba por un procesoviolento de rabia, depresión y aceptación, a lo que su hermana Alicia decía: “Pará con eso,Ernesto. Venite y aquí se te quita”. Esa era para él una sentencia, pues, a fin de cuentas, erala casa de su infancia, en la que vivió con sus viejos y sus hermanas, donde conoció aPatricia, su amor, una noche de fiestas patronales, donde creció, y de la que, en principio, losecharon, y después pudieron volver a reconstruir lo que unos fantasmas sin nombre habíandestruido. Sin embargo, era esa maquinita de circo que volvía al mismo lugar: allí, por másque quisiera encontrarla, su hermana menor ya no estaba. - ¿Por qué? - Seguíapreguntándose 35 años después, pero sólo escuchaba la voz de Alicia diciendo: “porque asíes la vida, Ernesto. Se fue y nada más; no pasa nada”. Entonces él llegaba al mismo lugar.

En la maleta había metido una bolsa de aluminio con una arepa con huevo y pan, para elcamino, y además de una muda de ropa para el fin de semana, llevaba también el libro queAlicia le pidió, ansiosa. Jamás pudo comprender por qué su hermana le pedía librosprestados, para qué, si Alicia jamás pudo aprender a leer. Aún así él se los llevaba,escogiéndolos con mucho cuidado para luego sentarse con ella en el corredor, y en el silenciode la noche, ese que le suena sin eco a uno en la cabeza, hablarle de la historia y contarleanécdotas de los autores. Así lo hizo con los amores contrariados de García Márquez; con laira del pobre Benjamín y las tardes en el rio en Faulkner; el frío y el miedo de Tolstoi; elcorazón dolorido de Virginia…-¿Por qué no pude aprender?- se lamentaba ella, mientras élmiraba el bosque buscando las chicharras y acariciando al perro: - porque así es la vida,Alicia- le decía.

Sacó el libro de la maleta y lo ojeó. La portada estaba desgastada, mas se leía bien el nombreencima de una imagen de los templos ortodoxos de San Petersburgo. La palabra“Dostoyevski” estaba borrosa, pero adentro todos los párrafos se leían bien. Volvió a guardarloen el bolso y sacó la bolsa con la arepa, se la comió. Durmió un poco, habló con una señoraque viajaba a su lado y que recordaba a su mamá, de la iglesia, y admiraba la fuerza de supapá, que podía arrear mulas desde Concepción hasta un municipio de Caldas llamadoSalamina, y volvía después de la misma forma.

-¡Qué pesar la muerte de su hermanita”- dijo -Una persona tan joven no debería morirse”-.

El último comentario le pareció molesto. Uno se muere cuando tiene que morirse, pensó, ocuando las circunstancias simplemente se dan. Después, actúa la fragilidad de la condiciónhumana. Pero no siguió pensando, pues le daba vergüenza encontrarse a sí mismo en sufaceta de profesor de filosofía. Con lo frustrante que le parecía ya no haber pasado nunca deser un profesor de secundaria y, ahora, a puertas de la jubilación, había perdido la esperanza.Entonces, prefirió fingir que se dormía.

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Concepción es un pueblo muy bonito. Sus calles son de piedra y aún guarda ese encanto desiglos pasados. Lo mejor, decía Ernesto, era que al parecer la plaga de turistas no lo habíadescubierto o preferían no visitarlo, porque el viaje por carretera destapada les resultaagotador.Alicia siempre lo esperaba en el parque, junto al atrio de la iglesia, tomando café. Él preferíabajarse unas cuadras antes, evadiendo la máquina del circo, para no pasar por la calle en queun caballo desbocado le dio una patada en la frente a su hermana y la apagó para siempre.Llegaba al atrio de la iglesia y tomaba café y buñuelos, acompañado de su hermana. Luegotomaban un chivero que los llevaba a la casa, que quedaba en una vereda por la salida a SanVicente.

Le era inevitable pensar en la vez en que pudieron volver a la casa; ver de lejos los dosguayacanes florecidos, el comino, todo cubriendo la aterradora escena de una casa destruidapor un cilindro, la vaca muerta, los grafitis en las paredes que permanecían en pie: “Viva lalucha de Simón Bolívar”, “Muerte a colaboradores del ejército”. -Pura mierda- pensó. -Sifueran los otros también habría estado destruida, pero los grafitis dirían otra cosa-.Ahora, sin embargo, después de mucho trabajo, la casa parecía sacada de una postal o de unlibro de láminas del recuerdo. Plantas con flores colgaban de las vigas, otras adornaban elpiso en materas; árboles de mísperos y aguacates en el jardín, un árbol de ramas secas através de las cuales se podía ver el cielo azul y las nubes, naranjos, una huerta repleta demaíz, en fin, como si la guerra no hubiera pasado un día por ahí.

-Compré un pan dulce en el pueblo- dijo Alicia metiéndose un monedero entre el brasier. – Avos que te gusta-. Ernesto se sentó en un butaco a fumarse un cigarrillo. Ella le dio café.-¿Lo trajiste?- Preguntó ella.-Sí. Está en la maleta-. Alicia sonrió y se sentó a su lado.-Es un ruso- dijo Ernesto. Ahora te cuento bien.-¿Pero está en español?-Como si importara- respondió él y se rieron.En la tarde se fueron juntos a la huerta que estaba detrás de la casa y recogieron mazorcas yfríjol. El resto de la tarde desgranaron el maíz y rompieron las vainas, pusieron a secarsemillas y molieron las mazorcas para hacer arepas. Ella le contó que quería vender una delas vacas porque se estaba poniendo agresiva, y que mejor pensaba mandar a construir uncorral para gallinas ponedoras. Él, por su parte, le dijo que sus hijas decidieron no hablarle yhacerse del lado de Patricia en la discusión por la casa. Que el asunto se resolvería entreabogados.En la noche, sentados en el corredor, comieron pan dulce relleno de guayaba y café negro.Hablaron de julieta como si la hubieran visto la noche anterior, una noche que duró 35 añosque se fueron volando. Se rieron de los novios que dejó plantados, de su voz llorona, de losdías que fingía bañarse pero que luego avisaban de la escuela que estaba llena de piojos.Después guardaron silencio.-El tipo era un jugador- dijo Ernesto -Vivía endeudado-.-¿Quién?-Dostoyevski, el ruso- Respondió.-Mañana me cuentas- dijo ella -Estoy cansada.Se acostaron casi a la media noche. Ella en la vieja habitación que había sido de sus padres yél en la que siempre vivió. Ernesto le entregó el libro antes de despedirse y ella lo miró,sacudiéndolo, como esperando que algo saliera de entre las hojas. Él sonrió.-Ojalá sea mejor que navegar el Misisipi. Me mareo mucho- dijo, pero él no le prestó atención.En la noche, el silencio estuvo acompañado de grillos y ranas. -El silencio tal vez no exista-pensó Ernesto. Recordó que la palabra “Silencio” lo remitía a Patricia. -¡Qué lástima!- dijosusurrando y se quedó dormido.

En la madrugada el ruido de una puerta que se abría lo despertó. Creyó que su hermanahabía salido al baño, pero estaba tardando mucho en regresar. Esperó. Cuando se puso de

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pie, otro golpe en la puerta de la habitación de sus padres lo puso en alerta; unos pasosacelerados en la casa y, por último, el grito aterrado de su hermana. Salió corriendo, perocuando atravesó la sala vio que un hombre alto y delgado, de figura chocante, escondía unhacha debajo de su gabardina. Se le veía asustado y, al verse descubierto, balbuceó algunaspalabras en un lenguaje incomprensible, muy irritado, y escapó corriendo dando un portazo.

Ernesto no podía moverse. Creyó estar en un sueño y, con cierta ingenuidad, esperó elmomento en que despertaría, ya en la mañana. Sin embargo, eso no pasó. El extraño jovende la gabardina y el hacha era real, lo había visto, y el grito estridente de su hermana aúnretumbaba en su memoria. Divagó. Ese hombre era extraño; nunca antes lo había visto ynunca había escuchado palabras tan exóticas. -Pero ¿Qué hago aquí parado? - pensó. Asíque corrió hacia el cuarto en que dormía su hermana, y lo que vio lo puso en un estado desopor. No podía moverse, ni gritar ni hablar. Las ideas comenzaron a enrollársele en lacabeza, mientras se sentía profundamente débil. Alicia estaba tendida en el suelo, muertasobre un charco de sangre espesa y con una herida de hacha en la cabeza. A su lado,también sobre el charco, el libro estaba deshilachado, como si algo enorme hubiera salido desus páginas.

Pensamientos en una mañana confusaPor Laura Sofía Vásquez , estudiante grado séptimo

Comparto el texto que elaboré sobre la reflexión que nos trajo la cuarentena, publicadoen Facebook Historias de cuarentena, 22 de mayo 2020Otra mañana fresca en la que abro los ojos, me estiro y me muevo para por fin despertarmepor completo. Entonces llegan todos los recuerdos y desgracias a mi mente: todo lo que pasaafuera de mi casa que ahora es un refugio. Mi ánimo ya no es el mismo, me siento másagotada y triste.Me levanto y camino por toda la habitación intentando encontrar el control de misdesbordadas emociones.El encierro despierta todo mi desespero. Llevo días sin respirar aire fresco y sin ver a otraspersonas. De repente, a mi mente llega la gente a la que no puedo ver, mis amigas yfamiliares. Aunque estoy con mi mamá, también quiero ver a todos mis seres queridos lo máspronto posible.Siento que estoy perdiendo momentos maravillosos por culpa de esto. Estoy en esa época dela vida en la que deberías reír, bailar y hablar por horas con tus amigas por el celular,relatando tus grandes aventuras -la mitad son batallas contra el mundo, tus papás, osimplemente contigo misma-. O tan sólo me gustaría tener la tranquilidad para realizar miactividad favorita: escuchar música.¿Por qué en un momento bonito de mi vida, tengo que cambiar toda mi rutina y encerrarme aver al mundo por una pantalla? ¿Por qué tengo que ver a tanta gente morir y a sus familiassufriendo? Me quedaré el tiempo que sea necesario, espero que no sea mucho.…Ya pasaron varios días después de escribir esto y sigo encerrada en mi casa. Supongo que yame he acostumbrado a esta situación. Incluso tengo nuevas rutinas y he encontrado formasde pasar el tiempo con mis amigas y con mi familia - ahora le veo más sentido al uso de lasredes-. Las clases virtuales me tienen bastante ocupada pero contenta, porque puedo ver amis profesores favoritos de nuevo y puedo continuar nutriendo mi conocimiento. A veces mesiento un poco triste, pero hago esto por el bien de todos, de hecho, me siento un tantohalagada de poder vivir esta experiencia tan diferente y poder aprender a valorar todo lo quehay en mi vida.Quizás esto es sólo una aventura más de las que me esperan, pues apenastengo 12 años de edad.

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FOTOS MARTÍN BOTERO, GRADO 1RO

Cuentos cortosPor: Camila Leiva, Mamá de 1°

Después de untar brevemente su dedo con saliva, lo sostuvo por encima de cabeza.- El viento está perfecto – dijo para sí mismaLa mañana era fría y seca, estupenda para un vuelo. Mientras se preparaba repasaba en sucabeza su lista de chequeo personal: ropa cómoda y cálida, check; gafas de aviadora, check;guantes de cuero antideslizante, check; zapatos cómodos, check; casco de aviadora, check.Todo estaba listo.- Oh, ahora, ¿Dónde está mi copito? – haciendo un reconocimiento de la plataforma de 360°detecto la peluda cola que se asomaba por debajo de uno de los Piper aparcado junto a suCessna 170 clásico.- ¡Hey! Snowball ven aquí, prepárate, nuestro plan de vuelo dice que estaremos en cabeceraa las y 40.Ajustando su cinturón, el cual sujetaba todos los implementos de aventura: los binóculos, lacámara instantánea y los snack para su valiente copiloto; comenzó la inspección pre-vuelo desu aeronave. Terminando esta indispensable parte de su aventura, subió a la cabina yprocedió a sacar la vieja lista de chequeo que heredó de la abuela. Sintió, entonces, elhabitual sonido de click del cinturón de Snowball al ajustarse, de inmediato él inicio laacostumbrada rutina de revisar controles e instrumentos.- Torre de control, este es el HK-778-G listos para proceder cabecera 11- anuncio a través delviejo radio.- Proceda cabecera 11 HK-778-G, notificar turno 3 para despegue- le contesto el viejocontrolador de pequeño aeropuerto de su pueblo.Dando estárter al viejo motor sintió la adrenalina limpiar sus venas, vio con deleite como lavieja hélice cobraba vida y pronto se escuchó poco por encima del ensordecedor yreconfortante sonido.

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- Cami a comer – dijo su mamá desde la puerta que comunicaba la cocina con la sala.Con gran desilusión Cami anuncio a su copiloto que se postergaba el vuelo por falla técnica.- Torre de control, este es el HK-778-G, tenemos una falla técnica, debo hacer una revisiónexhaustiva del motor.Se bajó del sofá y junto con Snowball se dirigieron a la cocina, su vuelo estaba postergado unalmuerzo más.MÓNICA – MARAVILLOSOSCuando las hermanas y la madrastra se fueron, Cenicienta se sintió muy triste y fue asentarse sola en su cuarto. Sus amigos, los pequeños ratones que vivían entre los sacos deharina de la cocina, vinieron a acompañarla y le dijeron- Caperucita, ¿por qué sigues en esta casa sufriendo?- dijo el primero.- Es verdad, tú podrías ser libre y recorrer el mundo- dijo el segundo.Pero caperucita lloraba desconsoladamente. Entones, su hada madrina la escucho y vino asocorrerla.- ¿Qué puedo hacer por ti mi niña? – le preguntó.- No sé qué hacer para librarme de este yugo Hada Madrina… ¿cómo buscar mi propioporvenir?- Niña – le contesto el Hada – para tal empresa debes aprender un quehacer e ir al mundo,buscar grandes aventuras y multiplicar tus saberes.- Entonces, por favor Hada Madrina – rogo Caperucita- concédeme un deseo, quiero aprendermuy rápido cualquier quehacer o conocimiento que me proponga.El Hada Madrina saco su varita mágica y sinsalabinbinbon la batió en el aire y todo la cabezade Caperucita, de ese leve toque salieron mil estrellitas de mil colores.- Ya está concedido tu deseo Caperucita ahora ve a explorar el mundo y lleva a tus pequeñosamigos, un amigo es muy útil en el camino de la vida.- ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! – decía una y otra vez Caperucita emocionada - no tedefraudare Hada Madrina, buscaré mi porvenir y atesorare la amistad que me sea brindada enel camino.Caperucita recogió sus pocas pertenencias y se adentró muy feliz en el Bosque Encantadojunto a sus pequeños amigos. Iban cantando mientras caminaban, pero de repente vio lasombra de un caballo sobre el riachuelo y escucho una conversación entre susurros, unamujer muy bella pedía a un cazador buscar y asesinar a una tal Blancanieves… Caperucita noiba a permitir tal desfachatez y se dijo - mi primer aprendizaje será aprender a cazarcazadores- se arremango las faldas y emprendió su misión.

DANIELA – POLICIACOS1. Sí, narra un crimen y su solución.2. Existe un problema, por medio de la evidencia física se encuentra al asesino.3. Mujer: atractiva, confiada, rutinaria, se creía que era millonaria.Asesino: de sangre fría, creía las habladurías, avaro, malvado.Policía: sagaz, rápido, perceptivo y observador.4. Para robar.5. Porque la joven empezó a gritar cuando se percató del intruso.6. La mujer tenía un diario donde hablada de él y comentaba que la visitaría lla noche delasesinato.

SARA – CIENCIA FICCIONTodo el escuadrón se encontraba en la sala de juntas al interior de la nave, volaban elcuadrante G_67 era un lugar tranquilo y solitario, tendrían alrededor de una hora mientrasatravesaban esta zona de la galaxia. De repente el comandante se levantó muy azarado.- Creo que es momento de mostrarles el proyecto en el que he venido trabajando junto conJamenson- dijo en voz de trueno – este dispositivo está hecho con el fin de facilitar lasmisiones de salvamento y capacitación en los planetas más violentos - hubo un silenciasepulcral mientras todos se observaban nerviosos a través de la gran mesa – este trajecuando detecta cierto tipo de neurotransmisores en su cuerpo que delatan extremo estrés o

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DIBUJO POR ADELAIDA BERNAL MONTOYA- 2DOUNIVERSO

ansiedad se va a camuflar en cuestión de milésimas de segundo con el entorno, con el fin demitigar las acciones hostiles del enemigo.Todos asintieron en aprobación, aliviados ya que en las últimas misiones habían perdidomuchos amigos.

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LA LITERATURA

ESE CUENTO QUE SE VIVE DESDE LA NIÑEZ

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