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Balma Guilanyà (Prepirineo de Lleida) y el Aziliense en el Noreste de la Península Ibérica Balma Guilanyà (Prepyrenees of Lleida) and the Azilian at the North-East of Iberia Jorge Martínez-Moreno (*) Rafael Mora Torcal (*) RESUMEN Guilanyà es un asentamiento localizado en las prime- ras estribaciones del Prepirineo de Lleida, a 1.150 metros de altitud. En este artículo se exponen las observacio- nes preliminares derivadas de un sondeo realizado en el verano del 2008, que ha permitido definir los niveles ar- queológicos K y EJ. Paralelamente, se presentan nuevas dataciones por 14 C AMS que contextualizan cronométri- camente la secuencia Tardiglaciar de este yacimiento. Estos resultados permiten identificar la gestión recurrente de los ecosistemas de montaña durante la mejora Bo- lling/Allerod. Las características tecno-tipológicas que se reconocen en estos niveles nos permiten asignarlos al Aziliense, tradición cultural escasamente visualizada en la vertiente sur de los Pirineos. ABSTRACT Balma Guilanyà is a rock-shelter located more than 1,150 metres asl, in the South-Eastern Pre-Pyrenees of Lleida. The test pit carried out during the summer of 2008 yielded the archaeological levels K and EJ, which can be correlated with the Bolling/Allerod climatic ame- lioration. In this paper, new 14C AMS dates are pre- sented and contextualised within the sequence of the Late Glacial in the South-Eastern Pyrenees. Preliminary re- sults also permit the identification of techno-typological characteristics of the Azilian, a chrono-cultural tradition poorly known in the North-East of the Iberian Peninsula. Palabras clave: Balma Guilanyà; Prepirineos Surorien- tales; 14 C; niveles K y EJ; Bolling/Allerod; Aziliense. Key words: Balma Guilanyà; South-Eastern Pre-Pyre- nees; 14C; K and EJ levels; Bolling/Alllerod; Azilian. EL TARDIGLACIAR DE LA VERTIENTE SUR DE LOS PIRINEOS ORIENTALES Desde el Centre d’Estudis del Patrimoni Ar- queològic de la Prehistòria de la Universitat Autò- noma de Barcelona venimos desarrollando una lí- nea de investigación dirigida a analizar las pautas relacionadas con la instalación humana, a lo largo del Pleistoceno superior y Holoceno inicial, en la vertiente suroriental del Pirineo. En los últimos años han aumentado las secuencias arqueológicas que registran la presencia humana en el contacto entre el arco pirenaico y el valle del Ebro al final del Pleistoceno, tal y como indican Chaves, Forcas 1, Alonsé, y Fuente del Trucho en Huesca (Utrilla y Montes 2007); o Cova del Parco (Mangado et al. 2007) y Cova Gran de Santa Linya (Martínez-Mo- reno et al. 2008a) en Lleida. Dentro de este cre- ciente número de asentamientos, merece mencio- narse Montlleó que señala el tránsito de grupos humanos por el altiplano de la Cerdanya durante el Pleniglaciar (Mangado et al. 2006), y los enclaves de montaña como Balma Margineda (Andorra) en el Pirineo Axial (Guilaine y Martlzuff 1995, 2007) y Balma Guilanyà en el Prepirineo de Lleida (Fig. 1) (Casanova et al. 2007). Se ha indicado que los asentamientos de mon- taña permiten examinar las transformaciones que afectan a la organización de los cazadores-re- colectores del final del Pleistoceno (Straus 1987). La fragmentación de los paisajes de montaña pro- picia medios con una alta biodiversidad que proveen de una amplia gama de plantas y anima- les, susceptibles de ser explotados durante breves ventanas estacionales. En consecuencia, la pre- sencia humana en estos medios requiere una importante planificación de las actividades que TRABAJOS DE PREHISTORIA 66, N.º 2, julio-diciembre 2009, pp. 35-50, ISSN: 0082-5638 doi: 10.3989/tp.2009.09021 (*) Centre d’Estudis del Patrimoni Arqueològic de la Pre- historia. Facultat de Lletres. Universitat Autònoma de Barcelo- na. 08193 Bellaterra. Correo electrónico: [email protected]. Recibido: 13-II-2009; aceptado: 8-VII-2009.

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Balma Guilanyà (Prepirineo de Lleida) y el Azilienseen el Noreste de la Península Ibérica

Balma Guilanyà (Prepyrenees of Lleida) and the Azilian at the North-East of Iberia

Jorge Martínez-Moreno (*)Rafael Mora Torcal (*)

RESUMEN

Guilanyà es un asentamiento localizado en las prime-ras estribaciones del Prepirineo de Lleida, a 1.150 metrosde altitud. En este artículo se exponen las observacio-nes preliminares derivadas de un sondeo realizado en elverano del 2008, que ha permitido definir los niveles ar-queológicos K y EJ. Paralelamente, se presentan nuevasdataciones por 14C AMS que contextualizan cronométri-camente la secuencia Tardiglaciar de este yacimiento.Estos resultados permiten identificar la gestión recurrentede los ecosistemas de montaña durante la mejora Bo-lling/Allerod. Las características tecno-tipológicas que sereconocen en estos niveles nos permiten asignarlos alAziliense, tradición cultural escasamente visualizada enla vertiente sur de los Pirineos.

ABSTRACT

Balma Guilanyà is a rock-shelter located more than1,150 metres asl, in the South-Eastern Pre-Pyrenees ofLleida. The test pit carried out during the summer of2008 yielded the archaeological levels K and EJ, whichcan be correlated with the Bolling/Allerod climatic ame-lioration. In this paper, new 14C AMS dates are pre-sented and contextualised within the sequence of the LateGlacial in the South-Eastern Pyrenees. Preliminary re-sults also permit the identification of techno-typologicalcharacteristics of the Azilian, a chrono-cultural traditionpoorly known in the North-East of the Iberian Peninsula.

Palabras clave: Balma Guilanyà; Prepirineos Surorien-tales; 14C; niveles K y EJ; Bolling/Allerod; Aziliense.

Key words: Balma Guilanyà; South-Eastern Pre-Pyre-nees; 14C; K and EJ levels; Bolling/Alllerod; Azilian.

EL TARDIGLACIAR DE LA VERTIENTESUR DE LOS PIRINEOS ORIENTALES

Desde el Centre d’Estudis del Patrimoni Ar-queològic de la Prehistòria de la Universitat Autò-noma de Barcelona venimos desarrollando una lí-nea de investigación dirigida a analizar las pautasrelacionadas con la instalación humana, a lo largodel Pleistoceno superior y Holoceno inicial, en lavertiente suroriental del Pirineo. En los últimosaños han aumentado las secuencias arqueológicasque registran la presencia humana en el contactoentre el arco pirenaico y el valle del Ebro al finaldel Pleistoceno, tal y como indican Chaves, Forcas1, Alonsé, y Fuente del Trucho en Huesca (Utrillay Montes 2007); o Cova del Parco (Mangado et al.2007) y Cova Gran de Santa Linya (Martínez-Mo-reno et al. 2008a) en Lleida. Dentro de este cre-ciente número de asentamientos, merece mencio-narse Montlleó que señala el tránsito de gruposhumanos por el altiplano de la Cerdanya durante elPleniglaciar (Mangado et al. 2006), y los enclavesde montaña como Balma Margineda (Andorra) enel Pirineo Axial (Guilaine y Martlzuff 1995, 2007)y Balma Guilanyà en el Prepirineo de Lleida (Fig.1) (Casanova et al. 2007).

Se ha indicado que los asentamientos de mon-taña permiten examinar las transformaciones queafectan a la organización de los cazadores-re-colectores del final del Pleistoceno (Straus 1987).La fragmentación de los paisajes de montaña pro-picia medios con una alta biodiversidad queproveen de una amplia gama de plantas y anima-les, susceptibles de ser explotados durante brevesventanas estacionales. En consecuencia, la pre-sencia humana en estos medios requiere unaimportante planificación de las actividades que

TRABAJOS DE PREHISTORIA66, N.º 2, julio-diciembre 2009, pp. 35-50, ISSN: 0082-5638

doi: 10.3989/tp.2009.09021

(*) Centre d’Estudis del Patrimoni Arqueològic de la Pre-historia. Facultat de Lletres. Universitat Autònoma de Barcelo-na. 08193 Bellaterra.Correo electrónico: [email protected].

Recibido: 13-II-2009; aceptado: 8-VII-2009.

finalmente determinan el cuándo y el cómo acce-der a esos entornos en los que se obtienen abun-dantes recursos, aunque sólo disponibles en res-tringidos intervalos temporales (Gamble 1993).

En este artículo se exponen las implicacio-nes iniciales que se derivan del sondeo realizadoen Balma Guilanyà durante el verano del 2008.Estas inferencias permiten proponer varias hipó-tesis sobre las estrategias que desarrollan los ca-zadores-recolectores del noreste de la PenínsulaIbérica, y que en paralelo trazan la expansión hu-mana por unos entornos constrictivos como losque debían representar los ecosistemas de monta-ña de los Pirineos al final del Pleistoceno.

Estas observaciones se comparan y comple-mentan con las informaciones que aporta la recien-te publicación de los niveles tardiglaciares de Mar-gineda (Guilaine y Martlzuff 2007). Consideramosque las tendencias detectadas en estos dos asenta-mientos promueven argumentos con los que anali-zar la organización de la subsistencia en la vertien-te surpirenaica durante la mejora Bolling/Allerod.Al mismo tiempo, las características generales delos conjuntos líticos de estos yacimientos del Piri-neo suroriental permiten su adscripción al Azilien-se, tradición crono-cultural escasamente señaladaen el noreste de la Península Ibérica.

GUILANYÀ: UN PEQUEÑO ABRIGO“PERDIDO” EN EL PREPIRINEOSURORIENTAL

Balma Guilanyà es un asentamiento a 1.157 mde altitud (X=385087 Y=4660546, UTM H31N

ED50) que se localiza en la Serra de Busa, el pri-mer contrafuerte del Prepirineo del Solsonès(Navès, Lleida). Este abrigo se localiza bajo unavisera de conglomerados adyacente a un pequeñovalle construido por el Torrent de Ventolrà, unarroyo que conecta el Plà de Busa –un altiplanoen el techo de la Serra de Busa, a 1.500 m de alti-tud– con la Depresión Central Catalana y Valledel Ebro, planicies que se extienden al pie de lavertiente surpirenaica (Fig. 1).

El yacimiento fue descubierto en 1992, debidoa la construcción de una pista forestal que dejó aldescubierto una secuencia arqueológica en la quese determinan dos momentos crono-culturalesdistintos: la unidad superior adscrita al Mesolíti-co y la unidad inferior atribuida al Paleolítico su-perior final (Parcerisas et al. 2003). Los actualestrabajos identifican 5 unidades arqueológicas: enla unidad superior dos niveles del Holoceno –C yC1–, y en la unidad inferior tres ocupaciones tar-diglaciares –E, EJ y K– (Fig. 2). La dispersiónvertical del material coordenado define palimp-sestos arqueológicos generados por la ocupaciónreiterada del abrigo durante una amplia escalatemporal, que puede acotarse radiométricamente.

En este artículo nos centraremos en el registroarqueológico recuperado en las unidades EJ y K,para las que se disponía de un limitado conoci-miento. Esta descripción complementa los resul-tados referidos a la secuencia mesolítica (C y C1)y el primer nivel tardiglaciar (E), objeto de re-cientes aportaciones (Casanova et al. 2007). Almismo tiempo, se presentan 4 nuevas fechas 14CAMS para la secuencia tardiglaciar. De esta nue-va serie, dos se obtuvieron a partir de la datacióndirecta de restos humanos recuperados en el nivelE. Estos resultados permiten realizar varias preci-siones sobre el significado de la presencia de res-tos humanos en contextos fini-pleistocenos, cues-tión polémica que afecta a algunos yacimientosdel noreste de la Península Ibérica.

LOS RESTOS HUMANOSDE GUILANYÀ E

Una singularidad señalada al referir el nivel Ede Balma Guilanyà es el hallazgo de restos atri-buidos a Homo sapiens (Parcerisas et al. 2003;Martínez-Moreno et al. 2006a). Este conjunto re-cientemente estudiado (Ruiz et al. 2006) se com-pone de 14 dientes aislados, varios fragmentos de

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Fig. 1. Localización de Balma Guilanyà (Navès, Prepiri-neo de Lleida).

cráneo mal conservado y 5 restos post-craneales(3 falanges, 1 escafoides y una diáfisis de radioizquierdo). En base a la duplicación, estadio on-togénico y abrasión dentaria, se ha identificado lapresencia de un infantil de 5 años y dos adultos.El conjunto post-craneal puede atribuirse a unmismo individuo, posiblemente una mujer joven.

Estos restos aparecen dentro de la unidad ar-queológica no detectándose ninguna estructurafuneraria. Estratigráficamente se localizan pordebajo de un gran bloque desprendido de la vise-ra abrigo que sella la secuencia tardiglaciar, sien-do improbable que sean intrusivos. Esta cuestiónno es secundaria. Los restos humanos adscritos alPaleolítico superior son escasos, y no siempre es-tán exentos de problemas contextuales (Fullo-la-Pericot y Soler 2004). Así el presunto enterra-miento de Roc del Migdia fue originariamenteatribuido al Tardiglaciar (Estévez et al. 1983), sinembargo la datación de una falange del inhumadoproporcionó la fecha 1560 � 85 BP (Ua-2550)(Yll et al. 1993).

En tres restos, que no puede asegurarse quepertenezcan al mismo individuo, se obtuvo elcontenido de isótopos estables 13C y 15N, concre-tamente en la diáfisis de radio, en un fragmentocraneal y en un molar superior. La extracción deisótopos del radio (E-1204) se realizó en el De-partamento de Ciencias Arqueológicas de la Uni-versidad de Bradford (Reino Unido), mientras el

diente (E-3998) y el fragmento craneal (E-NC)fueron tratados en el Laboratorio de Investigacio-nes Arqueológicas de la Universidad de Estocol-mo (Suecia). Sobre las implicaciones que derivaeste estudio nos remitimos a García-Guixé et al.(2009). El colágeno óseo recuperado en las mues-tras E-1204 y E-NC pudo datarse por 14C AMS enel laboratorio de Uppsala.

MARCO RADIOMÉTRICO Y CONTEXTOCRONO-CLIMÁTICO

Para realizar atribuciones de orden cronológi-co hemos defendido la necesidad de transformarlas fechas BP en años calendáricos BP (cal BP)tratando la desviación estándar con 2� (Martí-nez-Moreno et al. 2007). Para la serie de Gui-lanyà hemos aplicado el modelo de calibraciónHulu (Weninger y Jöris 2008). Aunque para eltramo temporal en el que se ubica Guilanyà, estemodelo proporciona intervalos cronométricosmenos precisos que IntCal04 (Reimer et al.2004), sin embargo advierte de los bruscos cam-bios en la concentración de CO2 atmosférico du-rante el final del Pleistoceno (Hughen et al.2000). En una línea similar, se ha señalado que noes extraño apreciar significativas asincronías enlas tendencias centrales de fechas adscritas al lí-mite Pleistoceno/Holoceno, obtenidas a partir de

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Fig. 2. Dispersión vertical de los diferentes componentes arqueológicos de Guilanyà (compárese con Martí-nez-Moreno et al., 2006a: 447).

diferentes tipos de muestras que proceden de unmismo contexto sedimentario (Bondevik et al.2006).

Estas observaciones advierten que las osci-laciones de CO2 atmosférico durante el tramoTardiglaciar/Holoceno antiguo condicionan la ca-lidad del registro radiométrico. Esta reflexióntendría que llamarnos a la prudencia al analizar lacronometría de este período, máxime cuando noson muchas las fechas disponibles y un númerosignificativo de ellas son imprecisas, sin olvi-dar que en muchos casos no se explicita la rela-ción entre contexto/fecha (Martínez-Moreno etal. 2007).

En este estudio excluimos las dataciones conreferencia UBAR-367 y UBAR-368, que aunqueno discrepan con el resto de fechas de la serie, susaltas desviaciones estándar las convierten en muyimprecisas. Los intervalos calibrados se correla-cionan con los rangos de las cronozonas climáticasdefinidas a partir de la variación del oxígeno (�18O)que proporciona el modelo GICC05 (Andersen etal. 2006), y que incorpora CalPal 2007 (Weningeret al. 2007) (Tab. 1). Empleamos los límites cro-nométricos entre cronozonas expuestos en Martí-nez-Moreno et al. (2007) y para su denominaciónseguimos indistintamente la propuesta del grupoINTIMATE (Walker et al. 1999) o la seriación pa-linológica clásica; excepto para el estadio Bolling,al no estar resuelta su correlación con el eventoGI-1e o GI-1c3 (ver Weninger et al. 2007).

Ante la ausencia de hogares u otros indicado-res que denoten eventos temporales discretos, seseleccionaron muestras que se ajustan a las con-centraciones verticales de los materiales arqueo-lógicos, asumiendo que existe una estrecha re-lación espacial entre muestra y contexto a datar.No descartábamos que estas asociaciones pudie-ran verse afectadas por procesos post-deposicio-nales (migraciones verticales o remociones), sinembargo, estas posibles alteraciones no parecenafectar a la coherencia radiométrica de la serie(Fig. 3).

Las fechas atribuidas a la unidad superior (C1y C) se adscriben al Holoceno, y confirman laocupación del abrigo durante el PreBoreal (C1 yC) y Boreal (nivel C). La disrupción cronométri-ca del nivel C puede explicarse por el colapso dela visera, que provoca la compresión de esta uni-dad arqueológica (Casanova et al. 2007). Para laserie holocena se dispone de 2 dataciones sobremuestras de vida corta (cáscara de Corylus), quesugieren unas condiciones climáticas no riguro-sas, en paralelo a la expansión del bosque caduci-folio en este entorno de montaña.

La totalidad de dataciones de la unidad infe-rior se asignan a la mejora Bolling/Allerod. El ni-vel E se adscribe a la cronozona GI-1a o Allerod,atribución inferida a partir de muestras sobre car-bón, fragmento de Corylus y sobre un diente hu-mano (Ua-34297). Las fechas de EJ y K se inte-gran en la cronozona G1-1e. Al calibrar estas

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Nivel Referencia BP � Método # �13Ccal BP(95 %)

CRONO-ZONA

CRONO-CULTURA

K Beta-247708 12310 40 AMS C –23,9 14850-14090 GS-2a/GI-1e

AZILIENSE

EJ Beta-185066 12180 50 AMS C –24,5 14650-13850 GI-1e/GI-1dE UBAR-367 11460 230 CONV C –25,7 13810-12890 GI-1c1/GI-1aE Beta-247706 11110 40 AMS C –23,6 13110-12910 GI-1a

E-HB Ua-34297 11095 195 AMS CHB –19,6 13380-12660 GI-1c1/GI-1aE Beta-210729 10940 50 AMS Cor –26,4 12990-12710 GI-1a

E-HB Ua-34298 10195 255 AMS CHB –19,9 12830-10990 GI-1a/GS-1/PB

C1 Beta-210728 9840 50 AMS Cor –25,5 11360-11160 PB

MESOLÍTICOC Beta-186168 9410 60 AMS C –21,4 10810-10490 PBC UBAR-368 8970 430 CONV C –24,8 11250-9050 BC Beta-185064 8680 50 AMS C –26,2 9790-9510 BC Beta-210730 8640 50 AMS Cor –24,3 9740-9500 B

Tab. 1. Cronometría y adscripción a las cronozonas del Tardiglaciar/Holoceno de la serie 14C AMS de Balma Guilanyà apartir del modelo climático GICC05 (Andersen et al., 2006). Los intervalos cronométricos se han obtenido a partir delmodelo de calibración Hulu (Weninger y Joris, 2008). En cursiva se indican las fechas inéditas presentadas en esteartículo, mientras las consignadas como E-HB corresponden a las dataciones directas sobre restos humanos (ver Gar-cia-Guixé et al., 2009). Las muestras (#) datadas son carbón (C), Corylus (Cor) y colágeno de hueso humano (CHB).

fechas con desviaciones estándar bajas se gene-ran amplios intervalos cronométricos, que ejem-plifican la incidencia de los cambios de concen-tración de CO2 durante el final del Pleistoceno.Paralelamente, advierten que el inicio de la ocu-pación de Guilanyà podría retrotraerse al límitePleniglaciar/Tardiglaciar, posibilidad que enun-ciamos pero que no retenemos, debido a la posi-ción de sus tendencias centrales.

Los extremos de la distribución de C1 y Edelimitan un hiato temporal que prácticamentecoincide con la duración de la crisis climática delYounger Dryas. En otras ocasiones hemos indica-do que la ausencia de ocupación humana duranteel GS-1 podría implicar que las fluctuaciones cli-máticas modulen el ascenso humano a los ecosis-temas pirenaicos (Martínez-Moreno et al. 2006a).Sin embargo, esta limitación no queda reflejadaen Margineda (Guilaine y Martzluff 2007), asen-tamiento no muy alejado de Guilanyà. Esta ano-malía puede obedecer al escaso conocimiento quedisponemos sobre la incidencia de esta crisis cli-mática en los ecosistemas de la vertiente surpire-naica, así como a los pocos asentamientos actual-mente conocidos.

Dentro de esta discusión, las dataciones ra-diométricas Ua-34297 y Ua-34298 se suman alos escasos restos humanos tardiglaciares direc-tamente datados de Europa Occidental (Gar-

cía-Guixé et al. 2009). Aunque sus tenden-cias centrales señalan una diferencia de cerca de1.000 años solares (Fig. 3), esos eventos se ubi-can en el límite Pleistoceno/Holoceno. La mues-tra Ua-34297 posiciona este resto humano enel Allerod, adscripción coherente con las fechasBeta-247706, Beta-210729 y UBAR-367. Sinembargo, la tendencia central de Ua-34298 seasocia al GS-1 aunque su amplio recorrido crono-métrico se interpola entre el GI-1a/GS-1/PB. Pa-ralelamente, la morfología de la curva gaussianade esta fecha presenta una baja distribución deprobabilidades a lo largo de su recorrido. Estascaracterísticas nos llevan a considerar que esteevento se posiciona en cualquier punto dentro delamplio intervalo temporal señalado por su cali-bración. La significativa divergencia entre estastendencias centrales advierte que podrían corres-ponder a individuos que mueren en momentosdistintos, y este desfase temporal quedaría regis-trado por el radiocarbono. Sin embargo, no des-cartamos que procesos diagenéticos puedan haberafectado a la calidad del colágeno óseo (Gar-cía-Guixé et al. 2009).

Si bien estos indicadores señalan tendenciastemporales bastante precisas, será necesario obte-ner nuevas fechas, ya que el marco cronométricoderiva informaciones esenciales para entender elfuncionamiento de este yacimiento.

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Fig. 3. Modelo cronométrico de Guilanyà. Se indica con flechas la tendencia central de las fechas obtenidas sobrerestos humanos.

LOS NIVELES K Y EJ: OBSERVACIONESINICIALES

Aunque los niveles K y EJ habían sido detec-tados en campañas anteriores (Martínez-Morenoet al. 2006a), el sondeo practicado en el 2008 so-bre una superficie de 9 m2 y con un desarrollo de2 m de potencia, permitió acceder a estos nivelesbasales. Sugerimos que estos conjuntos no son elresultado de eventos discretos, sino que al contra-rio, parecen conformar palimpsestos generadospor la visita recurrente al abrigo.

Pese al volumen excavado, el registro líticorecuperado en estas unidades es discreto: entrenúcleos, lascas, subproductos de talla y retoca-dos, ascienden a poco más de 220 artefactos encada conjunto; a los que cabe añadir 20 cantoscon indicadores de uso o de talla. Es sintomáticoel empleo del sílex para confeccionar el instru-mental retocado y de los 121 artefactos identifi-cados entre los dos niveles, sólo hay 1 sobre cris-tal de roca y 2 en caliza. Se aprecia la talla derocas de aptitud mediocre que aparecen en la vi-sera del abrigo (calizas, rocas metamórficas ycuarzo) representando un no despreciable 15 %del total. La incorporación de rocas locales paracomplementar el conjunto de soportes, fenómenodetectado en el nivel E (Casanova et al. 2007),denota una incipiente diversificación en la ges-tión de materias primas en el Tardiglaciar.

No realizaremos una descripción pormeno-rizada de los atributos morfotécnicos de estosconjuntos, cuestión que será objeto de futurasaportaciones. Sin embargo, algunas tenden-cias observadas en el componente retocado (el25-30 % del total), señalan tendencias sugerentes.Los tecno-complejos K y EJ se elaboran esencial-mente sobre lasca, siendo raros los indicadores detalla laminar. Son comunes los raspadores sobrelascas pequeñas y cortas, inferiores a 3 cm de lon-gitud. Igualmente, las armaduras se conforman apartir de segmentos de lasca, configurando mono-puntas uni y bilaterales (microgravettes), dorsoscurvos (puntas azilienses), dorsos triedros espe-sos y puntas fusiformes (Fig. 4). Algunas presen-tan fracturas que señalan su posible uso comoproyectiles (Philibert 2002).

Excepto los raspadores, el componente adscri-to al “fondo común” es escaso, pudiéndose reco-nocer piezas con borde continuo y retoque simple(raederas) o abrupto (raclettes y truncaturas), pie-zas esquilladas, denticulados y muescas, que se

elaboran sobre lasca. En toda la secuencia tardi-glaciar se ha recuperado sólo un buril, morfotipo

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Fig. 4. Artefactos del nivel K representativos de los tec-no-complejos de la secuencia inferior de Guilanyà: 1-nú-cleo de caliza con cúpulas que denotan su uso como percu-tor y su posterior talla siguiendo una gestión unipolar (verMartínez-Moreno et al., 2006b); 2-8 raspadores pequeñosy microlíticos sobre lasca; 9, 11, 12-raederas y 10-denticu-lado sobre lasca; 13, 14, 16-piezas con retoque abruptocontinuo; 15-punta bilateral con retoque abrupto; 17 a26-dorsos y monopuntas microlíticas elaboradas sobre seg-mentos o fragmentos de lasca, algunos con fracturas quepodrían denotar su uso como proyectiles. Obsérvese la di-ferencia de escala entre elementos de dorso (1 cm) y el res-to de artefactos (3 cm). (Dibujos Mónica López.)

característico del Magdaleniense (Fullola-Pericoty Soler 2004; Utrilla y Montes 2007).

Aunque entre los 3 conjuntos tardiglaciares seobservan elementos comunes como son las mo-nopuntas y raspadores microlíticos, en K y EJ seaprecia una cierta discontinuidad con lo señaladoen el nivel E. Para analizar esta tendencia hemosasociado los retocados en grandes grupos tipoló-gicos para compararlos con los recuperados enlos niveles E y C (Casanova et al. 2007) (Tab. 2).Pese a que no son conjuntos numéricamente ele-vados, y esta tabla tiene sólo un valor orientativo(ya que existen diferencias importantes en las su-perficies excavadas en los distintos niveles), seintuyen indicadores interesantes.

Desde un punto vista tipológico, se apreciaque la norma que aparece en la cronozona GI-1ay define al nivel E-raspadores y puntas microlíti-cas (Martínez-Moreno et al. 2006a; Casanova etal. 2007) está presente como mínimo 1.200 añossolares antes, en los niveles EJ y K. Paralelamen-te, se advierten cambios en la composición de losgrupos tipológicos, y a medida que avanzamos enel tiempo se aprecia el incremento del instru-mental adscrito al “fondo común” en detrimentode los artefactos considerados “especializados”.Raederas, muescas y denticulados son cada vezmás habituales, mientras que los elementos dedorso se rarifican; siendo especialmente llamati-va la ruptura que se registra en el nivel C, en elBoreal. Esta trayectoria, que se ha indicado en lostecno-complejos del Postglaciar del noreste de laPenínsula Ibérica (Martínez-Moreno et al. 2006b,2007), se inicia en el nivel E, durante el Tardigla-ciar. Aunque no disponemos de indicadores defi-nitivos para interpretar su significado, podría de-

notar cambios en las actividades realizadas en elasentamiento.

El abundante conjunto óseo también propor-ciona indicaciones interesantes. En general, losrestos de fauna están bien conservados, y entrelos dos niveles ascienden a más de 800 restos de-terminables a nivel anatómico y específico. Aun-que todavía no se ha cuantificado la composicióny diversidad del espectro de fauna en términos deNISP, NME y NMI, sospechamos que estos con-juntos serán relevantes para analizar las estrate-gias de subsistencia del Tardiglaciar, poco cono-cidas en el noreste peninsular.

La biodiversidad reconocida es escasa, recono-ciéndose algunos restos atribuidos a pequeños car-nívoros –un cánido pequeño (Vulpes vulpes), esca-sos restos de félidos (Lynx sp. o Felis silvestris) yun mustélido no determinado–. Entre los ungula-dos, en K y EJ se detectan escasos restos de Cer-vus elaphus, y Sus scropha en EJ; especies identi-ficadas en Guilanyà E (Casanova et al. 2007).

Sin embargo, durante el Tardiglaciar la espe-cie más abundante es Capra pyrenaica. Estosconjuntos de fauna pueden calificarse de monoes-pecíficos, en los que la cabra montesa es la presaprincipal, y conllevan una serie de implicacionesque hemos mencionado en la introducción de esteartículo. Aunque no disponemos de indicadorescuantitativos, pueden señalarse algunos atributosque describen estos conjuntos. El primero es laestructura de la población representada reconoci-da a partir de la dentición. Los premolares y mo-lares presentan una elevada atrición, mientras quelos dientes que pueden atribuirse a inmaduros noson muy comunes. El hallazgo de varios núcleosóseos identifica la aportación de machos adultos.

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Balma Guilanyà (Prepirineo de Lleida) y el Aziliense en el Noreste de la Península Ibérica 41

Grupos tipológicos C E EJ K

Bordes continuos 19 34 9 9Muescas y Denticulados 35 18 3 5Truncaduras transversas – 2 4 4Buriles – 1 – –Piezas esquilladas 9 4 3 2Raspadores 10 27 21 26

Láminas de dorso 1 23 2 10Puntas de dorso 1 13 12 11

75 122 54 67

Tab. 2. Evolución de los grupos tipológicos de Balma Guilanyà.

El conjunto se compone esencialmente de diá-fisis atribuibles a huesos largos con indicadoresde actividad antrópica (marcas de corte y de per-cusión), aunque las termoalteraciones son esca-sas. La repetición de zonas diagnósticas y otrosdetalles anatómicos señala la aportación de variosindividuos, aunque la ausencia de epífisis dificul-ta realizar estimaciones sobre el NMI. Otras par-tes anatómicas abundantes son los carpos, tarsosy falanges, mientras que el esqueleto axial estámal representado. Estas observaciones sugierenuna introducción selectiva de extremidades a finde recuperar carne y tuétano. Deberá examinarsesi la escasez de esqueleto axial podría indicar unprocesado dirigido a su almacenaje y/o transpor-te, en vistas a un consumo diferido.

Los lagomorfos (Oryctolagus cuniculus), es-pecie identificada en los niveles más recientes, eneste sondeo son más abundantes de lo que previa-mente se había señalado. Será necesario un estu-dio detallado para determinar si fueron deposita-dos por rapaces o carnívoros terrestres que seinstalan en el abrigo, o son el resultado de laaportación humana. Este dato será crítico paraanalizar la subsistencia humana en el Tardiglaciar(Aura et.al. 2002).

GUILANYÀ Y MARGINEDA:LA ASCENSIÓN A LA MONTAÑADURANTE EL TARDIGLACIAR

Pese a que la información que disponemos delos conjuntos óseos y líticos recuperados en elsondeo del 2008 es bastante limitada, permite ge-nerar varias hipótesis en relación con la organiza-ción de la subsistencia durante el Tardiglaciar enel Pirineo suroriental. Paralelamente, la publi-cación de la secuencia inferior de Margineda(Guilaine y Martzluff 2007) señala tendenciasque podrán evaluarse en Guilanyà; posibilidadque hemos explorado al referir las ocupacionesholocenas de estos yacimientos (Martínez-More-no et al. 2006c, 2007).

A nuestro entender, la motivación que lleva aque durante el Tardiglaciar se reocupen de formarecurrente entornos de montaña como Guilanyà yMargineda, se relaciona con la adquisición de un-gulados rupícolas tal y como concluye el estudiode la fauna de Margineda. Los datos sobre ce-mentocronología dentaria determina que la épocade muerte de las cabras se centra al final de vera-

no/inicio de otoño, rango estacional que coincidecon el que proporcionan las vértebras de trucha(ver aportaciones de Gardeisen, Martín y LeGallen Guilaine y Martzluff 2007). El hallazgo enGuilanyà K y EJ de varios bucráneos de cabramontesa sugiere el ataque a grupos de machos,antes de que se reúnan con los rebaños de hem-bras con crías (generalmente a inicios del otoño).

Para obtener estos recursos, estas gentes seaprovisionan y transportan materias primas conlas que confeccionan el instrumental cinegético(piezas de dorso). A este respecto, la norma tec-no-tipológica de las unidades inferiores de Mar-gineda no desentona con lo que referimos enlos niveles tardiglaciares de Guilanyà. En estosconjuntos calificados como tipológicamente “po-bres” de c10, c8 y c7 (Guilaine y Martzluff 2007)abundan monopuntas y raspadores microlíticosestilísticamente muy similares a los de Guilanyà.Por otro lado, estos indicadores tecno-tipológicosno coinciden con lo referido para el filum Magda-leniense del sur de los Pirineos (Fullola-Pericot ySoler 2004; Utrilla y Montes 2007).

Posiblemente, una diferencia significativa de-riva de la posición cronométrica en la que estosasentamientos comienzan a ser frecuentados. Enotras aportaciones hemos señalado que Margine-da c10 se adscribe al GI-1c3, c8 a GI-1c1/GI-1a yc7 al GS-1 (Martínez-Moreno et al. 2007), mien-tras Guilanyà K y EJ se ubican en el GI-1e y elnivel E en el GI-1a (Fig. 5). Aunque la publica-ción de la serie completa de dataciones tardigla-ciares de Margineda (Guilaine y Martzluff 2007)hace necesario revisar estas asignaciones, las fe-chas disponibles para las ocupaciones inferioresde Guilanyà (K y EJ) son más antiguas que Mar-gineda c10. Pese a esa diferencia temporal, seña-lamos que en estos asentamientos del Pirineo sur-oriental, la norma tecno-tipológica compuesta pormonopuntas y raspadores microlíticos se visuali-za antes del GI-1a.

Un elemento relevante deriva del estudio so-bre el origen de las materias primas de los nivelestardiglaciares de Margineda. Lacombe (en Gui-laine y Martzluff 2007) determina sílex de dife-rentes procedencias entre las que cita litologíasdel entorno del valle del Ebro, como las forma-ciones silíferas de la Conca de Barberà (Tarrago-na) y de la Noguera (Lleida), que respectivamen-te representan distancias de transporte de 120 y80 km. En Guilanyà reconocemos el tipo “SerraLlarga” procedente de la Noguera (Mangado et

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Balma Guilanyà (Prepirineo de Lleida) y el Aziliense en el Noreste de la Península Ibérica 43

Fig. 5. Cuadro cronométrico de los conjuntos del Bajo Ebro y el sureste del Pirineo. En gris claro se posiciona elintervalo temporal del estadio GI-1a (Allerod) sobre la distribución cronométrica de las fechas. En gris oscuro seseñalan discontinuidades radiométricas en el mismo contexto arqueológico de Parco Ic y Molí del Salt B1, y se in-dica la inversión estratigráfica señalada por la fecha más antigua de Gai.

al. 2007), y a partir de los atributos morfoscópi-cos señalados por Lacombe no descartamos quealgunas piezas correspondan con lo que él de-nomina “sílex de Tarragona”. Paralelamente, enGuilanyà se reconocen otras variedades localiza-das en las calizas bioclásticas y laminadas delPrepirineo Oriental (Terradas, 1995; Parcerisas etal. 2003) que podrían corresponder a algunos ti-pos de sílex presentes en Margineda (observa-ciones propias). Estas asignaciones, que debe-rán contrastarse analíticamente, son sugerentes yaque señalan un vector que conecta el valle delEbro con el macizo pirenaico.

Otro indicador que señala el transporte de ma-teriales exógenos son los escasos –aunque sig-nificativos– ornamentos marinos detectados enestos conjuntos. En Margineda c8 aparecen 2“perlas” tubulares de Dentalium sp.; mientras enc7 se determinan 2 Dentalium enteros, uno roto yotro perforado, 2 Cyclope sp. perforados y un bi-valvo con perforación apical. En Guilanyà E sehan recuperado 6 “perlas” y 2 Dentalium com-pletos, una Columbella rustica y un Nassarius re-ticulatus perforados; mientras que en EJ y K con-tabilizamos dos fragmentos de bivalvo nodeterminado y 6 Cyclope sp. Aunque establecersu distancia de transporte no es fácil, ya que laevolución batimétrica del Mediterráneo occiden-tal en el Tardiglaciar no está bien precisada, supe-ran los 100 km de distancia a la costa. En estecontexto geográfico, Álvarez-Fernández (2007)menciona Cyclope sp. en Parco, Cativera y Bal-ma del Gai.

Es interesante el cambio en la selección de or-namentos marinos entre Tardiglaciar/Holoceno,especialmente a partir del Boreal, momento en elque se constata la dispersión de Columbella rusti-ca por todo el valle del Ebro (Álvarez-Fernández2007; Martínez-Moreno et al. 2008b). Este gaste-rópodo igualmente aparece en los niveles mesolí-ticos de Guilanyà y Margineda.

VISUALIZANDO UN “PAISAJE SOCIAL”TARDIGLACIAR EN EL NORDESTEDE LA PENÍNSULA IBÉRICA

En aportaciones anteriores hemos señaladoque Guilanyà y Margineda ejemplifican la ascen-sión recurrente a los ecosistemas de montaña delPirineo suroriental durante el Bolling/Allerod(Martínez-Moreno et al. 2006a, 2007). Las fechas

que presentamos en este artículo confirman estaposibilidad y muestran que Guilanyà comienza aser frecuentado en el GI-1e. Sin embargo, las“pobres” ocupaciones infrayacentes a c10 deMargineda adscritas al Dryas antiguo, en el Pleni-glaciar (Guilaine y Martzluff 1995, 2007), a nues-tro entender corresponden con la pulsación GI-1ddel ciclo Bolling/Allerod.

Igualmente, sugeríamos que esa ascensión ha-cia los ecosistemas de montaña debía implicar laarticulación de una red de asentamientos duranteel final del Pleniglaciar que se localizaría en elcontacto entre la periferia del arco surpirenaico yel valle del Ebro, y que estarían representados porParco, Forcas I o Chaves. Esta red sostendría elascenso hacia estadios altitudinales superiores,durante el Bolling/Allerod (Martínez-Moreno etal. 2006a). Los niveles inferiores de Guilanyà (Ky EJ) y Margineda (c10 y c8) permiten evaluareste escenario.

Proponemos que estos conjuntos son el resul-tado de desplazamientos recurrentes a los vallespirenaicos dirigidos a cazar ungulados rupícolas–especialmente la cabra montesa–; aunque los es-tudios sobre la ictiofauna y macro-restos vegeta-les de c8 informan que durante el Allerod esta ac-tividad se complementa con la pesca de Salmotrutta y la recolección de frutos silvestres (veraportaciones de LeGall y Marinval en Guilaine yMartzluff 2007). En Guilanyà, no descartamosque la recolección de frutos carnosos y secosigualmente comience en esta cronozona (Casano-va et al. 2007). Distintos bio-indicadores señala-dos en Margineda y que posiblemente están pre-sentes en Guilanyà (inferencia que deberá serdemostrada) determinan una ventana estacionalprecisa –verano/inicio otoño–. El carácter esta-cional de estos asentamientos identifica un ascen-so recurrente a esos entornos de montaña que seprolonga a lo largo del Bolling/Allerod, pero queen Guilanyà parece truncarse durante la pulsaciónfría del Younger Dryas, mientras que continúa enMargineda (c7 y c6 base) (Guilaine y Martzluff1995, 2007; Martínez-Moreno et al. 2007).

Un segundo rasgo común son los atributos dela norma tecno-tipológica “empobrecida” –ocomo preferimos denominar, simplificada– com-puesta por monopuntas y raspadores microlíticosde Guilanyà K y EJ y de Margineda c10 y c8.Estos conjuntos líticos muestran una marcadatendencia que puede relacionarse con una redu-cida o –si se prefiere– una especializada gama

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de actividades, relacionadas con la adquisición yprocesado de ungulados de montaña. Sin embar-go, el incremento del “fondo común” que se in-tuye en Guilanyà E permite inferir una mayordiversidad tecno-tipológica que interpretamoscomo un indicador de la ampliación de las activi-dades realizadas en el asentamiento (Casanova etal. 2007). Este cambio en el uso del asentamien-to, de ocupaciones especializadas hacia otras decarácter residencial, es un escenario no muy dis-tinto al propuesto para Margineda por Phillibert(2002).

Sintomáticamente, en otras zonas del norestepeninsular se reconocen conjuntos con indicado-res tipológicos similares a los señalados en elárea surpirenaica. Varios estudios recientes se-ñalan la existencia de cambios en los conjun-tos líticos post-magdalenienses, generalmenteatribuidos al Epipapeolítico microlaminar (Gar-cía-Argüelles et al. 2005), aunque igualmente sesugiere su adscripción al Magdaleniense su-perior final (García Catalán 2007). Para esta-blecer su posición crono-cultural es central elregistro radiométrico que proporcionan los yaci-mientos de Molí del Salt, Balma del Gai, Cative-ra, Parco, Filador, Font Voltada, Vidre, Picamoi-xons (entre otros), entre el XIII-XI milenio BPno calibrado.

Aunque no es nuestro interés entablar una dis-cusión de orden crono-cultural, al referir estos ya-cimientos del nordeste peninsular, varios detallesnos llaman la atención. Para su discusión, Gar-cía-Argüelles et al. (2005) compartimenta artifi-cialmente las fechas de Balma del Gai II, Molídel Salt B1 y Asup, Font Voltada, Filador 8/9, Pi-camoixons, Cativera c3 y c2 o Parco-cueva IB, enfunción de si su tendencia central se posiciona enel XII o en el XI milenio BP. Igualmente, la com-paración directa de fechas BP en los términos quepropone García Catalá (2007) tampoco clarificaesta situación. Como alternativa proponemos ca-librar estas fechas, incorporando las que propor-cionan los yacimientos surpirenaicos discutidosen este artículo, aplicando la misma sistemáticaantes expuesta al referir la serie radiométrica deGuilanyà (Tab. 3).

Este proceder permite visualizar que los in-tervalos cronométricos calibrados señalan unaimportante recurrencia temporal en torno a la cro-nozona Allerod (Fig. 5). Los conjuntos líticos re-cuperados en estos contextos se caracterizan porla presencia de monopuntas, raspadores microlíti-

cos y escasos buriles, tendencia que según GarcíaCatalán (2007) se reconoce en Asup de Molí delSalt, Filador 8/9, Font Voltada, Picamoixons, Ca-tivera c3 y c2, Parco Ib y Ic, Balma del Gai-base.Consideramos que estos indicadores tipológicosno difieren de lo que hemos referido para los con-juntos tardiglaciares de Guilanyà y Margineda, yque asignamos al Aziliense.

Aunque sus rangos cronométricos se centranen el GI-1a, hemos indicado que en los yacimien-tos pirenaicos esta norma tipológica se inicia conanterioridad, en el GI-1e, pudiendo retrotraerse allímite GS-2a/GI-1e. En la figura 5 se indican va-rias fechas “anómalas” dentro de esa tendenciacentralizada en torno al Allerod, como, por ejem-plo, la datación de Parco-cueva Ic 12605 � 60 BPpara la que no se dispone de más precisiones(García Argüelles et al. 2005), o GifA-101038del nivel B1 de Molí del Salt. Estos contextos, enlos que asumimos que presentan característicastipológicas similares, disponen de fechas con sig-nificativas diferencias en sus tendencias centra-les. Igualmente, debería precisarse el significadode la inversión cronométrica entre Gif-95630 delnivel II de Balma del Gai atribuida al GI-1e, enconsecuencia más antigua que Gif-10029l ads-crita al GI-1a y que corresponde con la base dela secuencia arqueológica (Allué et al. 2007).Sería interesante determinar las causas de esasdiscontinuidades radiométricas, ya que podríansugerir que esta tradición se inicia al final delPleniglaciar, tal y como parece intuirse en Gui-lanyà K.

Otro detalle es que los yacimientos adscritos ala cronozona Allerod –como Font Voltada (Mir yFreixas 1993), Filador (García-Argüelles et al.2005), Cativera, Picamoixons y Molí del Salt[Vaquero (ed.) 2004; García Catalán 2007]– estánestrechamente vinculados con los afloramientosde sílex de la Conca de Barberá, mientras Parco(Mangado et al. 2007) y Cova Gran de Santa Lin-ya (Martínez-Moreno et al. 2008) se relacionancon los depósitos de materia prima detectados enla Noguera. Hemos indicado que según Lacom-be algunos de estos tipos de sílex aparecen enMargineda, y en Guilanyà registramos materia-les de la Noguera. De confirmarse estas atribucio-nes, sea cual sea su importancia dentro de estosconjuntos, son identificadores físicos que defi-nen una conexión geográfica de alcance regional.Igualmente, los ornamentos marinos (Cyclope,Columbella y Dentalium) recuperados en los en-

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claves de montaña señalan un nexo preciso con ellitoral mediterráneo.

La convergencia de atributos como son eltransporte/circulación de materias primas y gaste-rópodos marinos alóctonos, así como la formaliza-ción de una norma tecno-tipológica común (aun-que puede presentar cierta polimorfía interna) enun rango cronométrico similar, podría señalizar laconstrucción de una incipiente red social. Estas re-currencias, que se visualizan especialmente duran-te el Allerod, conectan un significativo número deasentamientos del Bajo Ebro y el arco externo sur-pirenaico con estos enclaves de montaña (Fig. 6).

No descartamos que este ámbito de relación tengauna extensión geográfica más amplia, pudiendo re-seguirse por la Depresión central catalana –nivel IIde Balma del Gai (Allué et al. 2007)–, el Prepiri-neo de Huesca –nivel 1c de Chaves, niveles 11 y10 de Forcas I– (Utrilla y Montes 2007) o en el ex-tremo septentrional del Sistema Ibérico –el nivel Ide Cova Matutano– (Olaria 1999). Igualmente,será necesario analizar su posible articulación conla vertiente norpirenaica (Barbaza y Lacombe2005) o la cornisa cantábrica (Fernández-Tresgue-rres 2006), regiones en las que el Aziliense se con-sidera una tradición cultural clásica.

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Yacimiento Nivel Referencia BP � Método # cal BP (95 %)

Guilanyà

K Beta-247708 12310 40 AMS C 14850-14090EJ Beta-185066 12180 50 AMS C 14650-13850E Beta-247706 11110 40 AMS C 13110-12910

E-HB Ua-34297 11095 195 AMS CHB 13380-12660E Beta-210729 10940 50 AMS Cor 12990-12710

Margineda

c10 Ly-4898 11870 110 CONV C 14030-13510c10 Ly-4896 11690 90 CONV C 13820-13340

c8 sup Ly-4407 11320 120 CONV C 13460-12980c8 Ly-5418 11230 170 CONV C 13470-12790c7 Ly-4403 10340 130 CONV C 12760-11640

Parco

cueva-Ic ? 12605 60 AMS C 15320-14840cueva-Ic OxA-8657 11270 90 AMS C 13350-12990cueva-Ib OxA-8656 11430 60 AMS C 13470-13190exterior-I Gak-14102 11510 170 CONV C 13720-13080

Molí del Salt

B1 GifA-101038 12510 100 AMS C 15300-14540B1 GifA-101037 11940 100 AMS C 14070-13590

Asup Beta-17598 10990 50 AMS C 13050-12730Asup Beta-17599 10840 50 AMS C 12890-12690

Picamoixons IIB AA 5810 11055 90 AMS C 13150-12750

Font Voltada UBAR 72 10920 240 CONV C 13290-12450

CativeraCb3 AA 23372 11135 80 AMS C 13260-12820C3 AA 23371 11230 100 AMS C 13330-12930C2 AA 23370 10660 120 AMS C 12880-12280

Filador8/9 OxA-8660 11000 55 AMS C 13080-127208/9 OxA-8659 10864 60 AMS C 12930-12690

GaiII Gif-95630 12240 110 CONV C 14900-13820

base Gif-10029 11170 160 CONV C 13380-12740

Tab. 3. Calibración de las fechas atribuidas al Epipaleolítico microlaminar mediterráneo (sg. García-Argüelles et al,2005). La serie de Margineda procede de Martínez et al. (2006c, 2007). Para la adscripción a cronozonas se siguen losintervalos cronométricos establecidos por el modelo climático GICC05 (Andersen et al., 2006).

PERSPECTIVAS DE FUTURO:EL SIGNIFICADO DE LA NORMA“AZILIENSE”

Los conjuntos K y EJ de Guilanyà derivanvarias cuestiones que afectan a la caracteriza-ción de los cazadores-recolectores del Tardigla-ciar del nordeste de la Península Ibérica. Estasobservaciones iniciales diseñan varias líneas deinvestigación entre las que subrayamos: a) lasimplicaciones relatadas con la gestión recurrentede los entornos de montaña a partir de la mejoraBolling/Allerod; b) el significado de la normatecno-tipológica detectada en las secuencias in-feriores de Guilanyà y Margineda; c) su posibleextensión espacio-temporal por la periferia su-perinaica; d) la articulación de un “paisaje so-cial” en el nordeste peninsular durante el Tardi-glaciar.

En función que avance el estudio del registroarqueológico de Guilanyà, esperamos responder alas cuestiones que hemos enunciado de forma es-quemática en este artículo.

Consideramos que la norma compuesta pormonopuntas y raspadores microlíticos definenuna tradición clásica en los Pirineos: el Aziliense(Martínez-Moreno et al. 2006a, 2007). Las con-comitancias de Guilanyà K y EJ con Marginedac10 y c8 justifican que a esta adscripción, a tenorde su posición cronométrica, deba añadírsele elcalificativo “antiguo”. Como tradición cultural seiniciaría con anterioridad al GI-1a, durante lascronozonas GI-1e y GI-1c3. Durante el Allerod se

resigue por un amplio rango geográfico que abar-ca el nordeste de la península Ibérica, y quehabitualmente se ha denominado Epipaleolíticomicrolaminar. Esta tradición crono-cultural, defi-nida por Fortea (1973), designa los conjuntos líti-cos post-magdalenienses. Sin embargo, coincidi-mos con Cava (2004) cuando afirma que losatributos que señalan esta adscripción culturalmerecen ser revisados.

Igualmente, para esta tendencia tecno-tipoló-gica de la cronozona GI-1a no nos parece apro-piada la atribución Magdaleniense superior final.Los conjuntos líticos del Tardiglaciar de Guilanyày Margineda no tienen un encaje directo con losindicadores tecno-tipológicos que caracterizan latradición Magdaleniense. Esta posición fue ad-vertida al referir la “transición” Magdalenien-se/Aziliense en los yacimientos clásicos de lavertiente norpirenaica (la Vache, Rhodes II, laTourrasse o Rive Gauche de Mas d’Azil) en losque se señala una significativa ruptura tipológica(Simonnet 1976).

Esta perspectiva nos sugiere la necesidad derealizar estudios detallados dirigidos a analizarlos sistemas técnicos del Pleniglaciar y del Bo-lling/Allerod. Más que representar dos tradicio-nes filéticas interconectadas, sospechamos quepodrían esconder una significativa discontinuidadtecno-tipológica, subsistencial –y posiblemente–social, en la trayectoria de los cazadores-recolec-tores del límite Pleistoceno/Holoceno. En rela-ción a esta cuestión, la nueva secuencia arqueoló-gica detectada en Cova Gran de Santa Linya(Martínez-Moreno et al. 2008a) podría aportar in-dicadores con los que caracterizar las transfor-maciones tecno-tipológicas que se suceden entreMagdaleniense y post-Magdaleniense.

Los incipientes indicadores reconocidos enGuilanyà podrían confirmar que la construcciónde un “paisaje social” en el nordeste peninsularse consolida durante el Tardiglaciar, posibilidadseñalada tentativamente en aportaciones previas(Martínez-Moreno et al. 2006b, 2007). Será nece-sario examinar si esta red de interacción social ar-ticulada en torno al valle del Ebro puede re-trotraerse al Pleniglaciar (Utrilla y Mazo 1996;Utrilla y Montés 2007).

En resumen, las observaciones preliminaresderivadas del sondeo realizado en Guilanyà noshacen sospechar que estos pequeños asentamien-tos “perdidos” en la montaña, esconden informa-ciones esenciales para reconstruir las estrategias

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Balma Guilanyà (Prepirineo de Lleida) y el Aziliense en el Noreste de la Península Ibérica 47

Fig. 6. Localización de los yacimientos del Epipaleolíti-co microlaminar mediterráneo del bajo Ebro y del surestede los Pirineos. Se posicionan los afloramientos silíferosde la Noguera (a) y de la Conca de Barbera (b).

de subsistencia y la organización social de los ca-zadores-recolectores del noreste de la PenínsulaIbérica entre el final del Pleistoceno y el Holoce-no antiguo.

AGRADECIMIENTOS

Los comentarios realizados por dos revisoresanónimos han mejorado la comprensión de esteartículo. Michel Martzluff ha compartido con no-sotros sus amplios conocimientos sobre el Azi-liense pirenaico. Obvia señalar que somos losúnicos responsables de cualquier error u omisiónque se aprecie en este artículo.

Desde 1992, la familia Guilanyà nos permiterealizar trabajos de excavación, que son financia-dos por el Servei d’Arqueología i Paleontología-Generalitat de Catalunya y el Institut d’EstudisIlerdencs-Diputació de Lleida. Estos resultadosse integran dentro del proyecto Asentamiento hu-mano en el Pirineo Oriental durante el Pleisto-ceno Superior y el Holoceno, reconocido por elMinisterio de Educación y Ciencia (HUM2007-60317/HIST). Ésta es una publicación del gru-po Cultura material i comportament humà, reco-nocido por el Vice-rectorat d’Investigació de laUniversitat Autònoma de Barcelona y AGAUR(2005SGR-00057). Por imperativo administrati-vo se menciona el apoyo marginal de esta agenciaen el programa EXCAVA2006.

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