AAutoprotección

El pasado viernes, 15 de abril de 2011, la Fundación Fuego moderó una sesión de comunicaciones libres incluida en la tercera jornada del X Congreso de la Asociación Profesional de Técnicos de Bomberos.

El hilo conductor de las comunicaciones eran los Planes Territoriales de Actuación ante Emergencias, en las que se explicó, por un lado, la metodología que se debería seguir para elaborar correctamente un plan territorial y, por otro, se describió la organización de dos simulacros a gran escala, así como la estrategia de comunicaciones que se siguió en uno de ellos.

Desde el punto de vista de la Fundación, las conclusiones a las que llegaron los diferentes participantes, que se pueden

perfectamente extender a los planes de autoprotección, fue-ron muy similares:

• Necesidad de implantación de la documentación del plan, tanto mediante la formación e información de los equipos de emergencia y de los usuarios de la actividad respectivamente, como mediante la realización de diferentes simulacros de emergencia.

• Necesidad de seguir trabajando en la coordinación y la comunicación de los diferentes colectivos que intervienen en el desarrollo de la emergencia, siendo fundamental que estas acciones estén perfectamente detalladas en los procedimien-tos incluidos en la documentación de los planes.

Aunque, a la vista de esto, parece que están perfectamente

El concepto de plan de actuación ante emergencias es único, independientemente de la normativa de autoprotección que se aplique y, por tanto, también lo debieran ser los criterios que se adoptan para su evaluación por parte de las Administraciones compe-tentes. Esta evaluación debería asegurar que el plan cumple con los objetivos marcados por la autoprotección, es decir, asegurar la prevención, la planificación de una posible emergencia y la intervención en caso de que se produzca.

EVALUACIÓN DE LOS PLANES

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identificados dos de los principales problemas (que no los únicos) que pueden presentar los planes de actuación ante emergencias, es relativamente común encontrar planes que no cumplen con los objetivos mínimos que deben cumplir los planes de actuación y, sin embargo, aparentemente, no tienen ningún problema desde el punto de vista administrativo.

Efectivamente, no es difícil encontrar documentos en los que no se contemplan los procedimientos de comunicación y co-ordinación de los diferentes colectivos implicados en la emer-gencia y, si se describen, es de forma eminentemente teórica, utilizando oraciones impersonales del tipo de “se comunicará”, sin especificar ni quiénes son los intervinientes, ni cuándo se realiza la comunicación, ni cuál es el objetivo de la misma.

Un plan de actuación en el que no estén perfectamente claras las comunicaciones y la coordinación entre los partici-pantes en el plan, normalmente tiene como consecuencia que la implantación del plan se complica extraordinariamente y, por tanto, se produce una gran confusión en los equipos de emergencia, llegando a desconcertar totalmente a las perso-nas que tienen que enfrentarse al accidente.

En ningún caso es válida la forma en la que se suele justificar esta elaboración incorrecta de estos planes, que no es otra que la de afirmar que estos procedimientos se deben elaborar en la fase de implantación, siendo suficiente incluir unos proce-dimientos teóricos para cumplir con el contenido exigido por la normativa. De hecho es justo lo contrario, en la fase de implantación se deben enseñar y practicar los procedimientos incluidos en la documentación, nunca improvisarlos porque la información contenida en el plan de actuación sea imposible llevarla a la práctica.

Esto enlaza con la segunda conclusión de la sesión de comu-nicaciones: la necesidad de implantación. No es la primera vez que la Fundación insiste en que aún no se tiene asimilado el concepto de plan de autoprotección, y que la documentación por sí sola en absoluto significa que se pueda considerar que el plan está correctamente elaborado.

De esta forma, parece una contradicción que si se tiene tan clara la importancia de elaborar unos procedimientos de actuación correctos, en los que sea fundamental detallar las comunicaciones y la coordinación entre los diferentes equipos, y de desarrollar la fase de implantación, pueda encontrarse un elevado número de planes, con el visto bueno de las Admi-nistraciones competentes que, entre otras cosas, carecen de unos procedimientos adecuados y de unos certificados que justifiquen que se ha realizado la fase de implantación.

Por tanto, sería interesante analizar los criterios con los que las Administraciones competentes analizan si un plan de autoprotección cumple con los objetivos marcados por la autoprotección y, en caso de que se crea conveniente, revi-sarlos y, sobre todo, unificarlos. Independientemente de que tanto a nivel autonómico como a nivel local existen diferentes normativas, el concepto de plan de autoprotección es único y, por tanto, también lo deben ser los criterios para evaluarlos. Afortunadamente, cada vez son más las Administraciones que revisan los planes en profundidad y solicitan los certificados de implantación, pero esto es algo que, a estas alturas, debiera ser común para todas.

Luis Carmena.Director Técnico Fundación Fuego.

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