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PIERRE AUBENQUE EL PROBLEMA DEL SER EN ARISTOTELES Versión castellana de V idal Puna taurus

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  • P I E R R E A U B E N Q U E

    EL PROBLEMA DEL SER EN ARISTOTELES

    Versin castellana de

    V idal Puna

    taurus

  • mLt injusticia que cou mayor frecuencia suele cometerse con et pensamiento especulativo conrnte en tornarle unilateral; es decir, en tomar solamente en consideracin una de las proposiciones de las que se compone.*

    H egel, Ciencia de la Lgica

    Titulo origina]: Le probtme de litre cbez AlistteO 1962, P u a s o U m vhkstahies de Fkance, Pars.

    O 1974, TAURUS EDICIONES, S. A. Principe de Vergara, 81, 1."-Madrid-6

    ISBN: 84-306-1176-2 Depsito legal: M. 4.527-1981

    PRINTED IN SPAIN

  • PROLOGO

    Sirte Tbom mutus es set Aristteles.

    ( P ic o de la M ikandola .)

    Al principio de su leccin de apertura de curso de 1862 acerca de La significacin mltiple del ser en Aristteles l, sealaba Bren- tano lo presuntuosa que poda parecer, tras veinte siglos de comentario casi ininterrumpido y unos cuantos decenios de exgesis Biolgica, la presentacin de decir algo nuevo a propsito de Aristteles, y peda que, en gracia a su juventud, se le perdonase la temeridad del intento. Lo que ya era cierto en 1862, no lo ser todava mis unos den aos despus? El siglo que nos separa de Brentano no ha sido menos rico en estudios aristotlicos que los precedentes. En Francia, si bien un latente cartesianismo apart por mucho tiempo a la filosofa del trato con el aristotelismo, el rebrote de los estudios de filosofa antigua inaugurado por Vctor Cousin2 haba producido ya el brillante Ensayo de Ravaisson sobre la Metafsica de Aristteles \ e iba a confirmarse, por citar slo autores ya clsicos, con los importantes estudios de Hamelin4, de Rodier5, de Robn *, de Rivaud7,

    * Vort der manttigfacben Bedeutung des Seienden nacb Aristteles, Frit a r de Brisgovia, 1862, p. VII.

    * Cfr. De la mtapbjsique dAristote, 1835 (se trata de su ponenda sobre d tema sacado a concurso por la Academia de Geodas mtales y polticas en 1832, en el que Ravaisson obtuvo d premio, y va seguida de una traduccin dd libro A de la Metafsica. La 2.a ed., 1838, contiene adems una traduccin dd libro A ). Se debe a d os discpulos de V. Cousin Pierront y Zvort la primera traduccin francesa ntegra, an hoy utilizable, de la Metafsica de A ristteles (1840).

    J T. I, 1837.4 Le systime d'Aristote, curso impartido en 1904-1903, publicado en 1920.5 Cfr. Etudes de philosopbie grecque, 1923.* La tborie platonicicnne des Ides et des Nombres dapris Aristote,

    1908; Aristote, 1944; cfr. La pense henique des origines i t picure, 1942.

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  • de Brchier V Al mismo tiempo, el remamiento neotomisu se adentraba desde muy pronto en el camino de la investigacin histrica, especialmente en Blgica, dando lugar a los notables trabajos de monseor Mansin y sus discpulos *. En Inglaterra, la gran tradicin filosfica de Cambridge y Oxford iba a aplicar muy pronto al aristote- lismo las cualidades de precisin analtica y elegancia expositiva que haban avalorado sus estudios sobre Platn; sir David Ross iba a ser el principal promotor, en Oxford, de ese renacimiento de Aristteles I0. En Alemania, donde pese a Lutero y gracias a Leibniz nunca se haba quebrantado seriamente la tradicin filosfica del aristotelis- rao", iba a ser con todo de la historia, apoyada en la filologa, dedontJe deban llegar los ms fecundos impulsos para la investigacin aristotlica; desde este punto de visa, Brentano prolongaba la tradicin ya ejemplificada por Trendelenburg y Bonitz, y que en los aos siguientes desembocara en la conclusin de la monumental edicin del Aristteles de la Academia de Berln u, pronto seguida por la edicin an ms monumental de sus comentaristas griegos u; y una vez ms sera la filologa, con las decisivas obras de W. Jaeger acerca de la evolucin de Aristteles M, la que iba a obligar a los filsofos a un radical replanteamiento de sus interpretaciones. Puede decirse que, desde 1923, la casi totalidad de la literatura aristotlica es una respuesta a W. Jaeger u.

    7 Le probltme da devenir et la notion de matire, depuis les origines jusqu Thiopbraste, 1906; Histoire de la pbilosophie, t. I, 1948.

    * B *hter ha escrito poco sobre Aristteles. Pero deben ser citadas, aunque sea tan slo porque el estilo de interpretacin que en ellas se dibuja difiere sensiblemente de las contribuciones anteriores, las pginas tan penetrantes que su Histoire de la philosopbie dedica a Aristteles (t. I, 1938, pp. 168-299).

    * Cfr. A. M ansin , Introdaction i la pbysique aristotaerme, 1913; 2.a cd., 1946; las obras de la coleccin Aristote. Tradnctms et tades, Lovaina, 1912 ss.; Autoar dAristote, Mlanges A. Mansin, Lovaina, 1955; Aristote et saint Tbomas dAquin. colectivo, Lovaina, 1958.

    10 Cfr. de este autor las ediciones y comentarios de la Metafsica (1924), la Fsica (1936), loa Primeros y Segundos Analticos (1949), la direccin de la coleccin Works of Aristotle translated into English, 1908-1952; y la obra Aristotle, Londres, 1923 (trad. feesa. 1926). Cfr. Journal of Hellenic Studies, vol. ao 1957 (homenaje a W. D. Ross).

    11 Sobre este punto, interesantes indicaciones en Y. Bblaval, Pour connal- tre la pense de Leibniz, pp. 17, 31.

    12 5 vols., 1831-1870 (el 5* contiene el ndex aristotlicas de Bonitz).u 23 vols., 1882-1909.M Studien zar Entstebungescbicbte der Metapbysik des Aristteles, 1912;

    Aristteles. Grundlegung einer Gescbicbte seiner Entwicklung, I a ed., 1923.15 Sobre el estado ms reciente de los estudios aristotlicos, cfr. P. W a-

    n iT , Die Lage der Aristotelesfonchung, Zeitscbr. f. pbilos. Forscbang, I, 1946, pp. 123-140; L. Bouigey, Rapport sur ltat des tudes aristotliden- nes, Actes da Congris G. Bud, Lyon, 1958, pp. 41-74; R. Weil, Eut prsent des questioos aristotlidennes, Information Uttrme, 1959, pp. 20-31;

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  • Acerca de la metafsica aristotlica, que ser el objeto esencial de nuestro estudio, los trabajos sobre todo en Francia son sin duda menos abundantes que sobre otras panes de esa filosofa: por ejemplo, la fsica o la lgica u. Con todo, el problema del ser, en concreto, ha dado ya lugar a por lo menos dos estudios cuyo objeto parece confundirse con el nuestro: el ya citado de Brentano, y el ms reciente del P. Owens sobre La doctrina del ser en la metafsica de Aristteles,7; esta ltima obra, aparecida en 1951, y apovada en una bibliografa de 527 ttulos, imposibilitara al parecer cualquier investigacin realmente nueva sobre el tema.

    As pues, resulta necesario justificar la oportunidad de nuestra empresa, y definir la originalidad de nuestras intenciones y mtodo por respecto al conjunto de comentarios e interpretaciones. Nuestro propsito ggnrlln y se resume en pocas palabras: nn prft^fvkmna aportar novedades acerca de Aristteles, sino, al contrario, intenta- caos desaprender todo lo que la tradicin haaadido al aristotelisino primitivo. Acaso tal pretensin baga sonrdrr viendo e ir a m2? que la falsa modestia de todo intrprete, siempre preocupado por declarar que va a dejar hablar a su autor. Pero esta voluntad de depuracin y retorno a las fuentes tiene un sentido preciso, tratndose de Aristteles. No es ste el lugar para recordar en qu condiciones, cada vez mejor aclaradas por la erudicin contempornea ll, se ha transmitido a la posteridad la obra aristotlica. Pero no resulta indiferente, incluso y sobre todo a efectos de la comprensin filosfica, tener siempre presentes^Iyjgyticulares. drcunstaaas de dicha transmisin: d Amttefe'que nosotros conocemos no es el que viva en eT siglo IV a. C.. un filsofo que filosofaba gnfrr~liQmbres. smo un Corpus ms o menos annimo editado en el siglo i a Q No hay otro caso en la historia en que el filsofo haya quedado hasta tal

    F. DmumEft, Zum gegorwrtigen Stand der Aristoteks-Fonchung, Wiener Studien, 76 (1963), pp. 54-67.

    16 Ocurre s que, en el Sjsttme d'Aristote de HameUn, slo 18 paginas de 428 estn consagradas a la metafsica. Sea cual sea la importancia que en tal reparticin tenga el azar, no por ello refleja menos la importancia relativa que, a comienzos del siglo xx, un filsofo e historiador de la filosofa otorgaba a la metafsica, por respecto a la fsica y la lgica, en un cuno acerca del csistema aristotlico.

    17 The Doctrine of Being in tbe Aristotelian Metapbysics, Toronto, 1951.11 Cfr., sobre todo, P. M oraux, Les listes anciennes des ouvrsges dAristo

    te, Lovaina, 1951.19 Dicho Corpus es de tal modo annimo que recientemente ha sido po

    sible mantener (J. ZOxchbs, Aristteles" Werk und Geist, Paderbom. 1952) que era debido casi por completo a la mano de Tcofrasto. Una opinin tan radical, apoyada por otra parte en los mis frgiles indicios, carece, en rigor, de importancia para la interpretadn, dado que no conocemos mis que un Corpus sristoteUcum. el cual, pese a cuanto podamos saber hoy sobre d Aristteles perdido, nunca ha podido ser relacionado de un modo decisivo con la vida dd filsofo llamado Aristteles.

  • punto abstrado de su filosofa. Aquello que nos hemos habituado a considerar bajo el nombre de "Aristteles ri es el filsofo as llama- co, y ni siguiera su andadura filosfica efectiva, sino un filosofema, el_3 duo tardo de una filosofa de la cual se olvid muy pronto que fue la de un hombre existente. Nos imaginamos siempre a Platn y Aristteles deda Pascal vestidos con grandes togas magistrales. Por lo que a Platn concierne, los progresos eruditos han dado buena cuenta hace tiempo de semejantes visiones. Pero cuando se trata de Aristteles, seguimos sorprendindonos un tanto al enteramos de que forma parte de esa buena gente que, como todo el mundo, bromea con sus amigos u, y padeca del estmagos .

    Esta recuperacin del Aristteles vivo no tendra ms inters que el anecdtico, si el anonimato bajo el cual han sepultado su obra los azares de su transmisin no hubiera influido decisivamente en las interpretaciones de su filosofa. Imaginemos por un instante que se descubriese hoy, en un stano de Koenigsberg, el conjunto de las obras manuscritas de un filsofo llamado Kant, que hasta el momento slo fuera conocido por sus poemas, sus discursos acadmicos, acaso un tratado o dos de geografa, y el recuerdo semilegendario de su enseanza; la rareza misma de la hiptesis, la cual supondra que no ha habido postkantismo ni neokantismo, nos impide llevarla mis lejos. Sin embargo, nos basta para poner de manifiesto lo que de artificial, y hasta de absurdo en cierto modo, ha podido tener la actividad de los comentaristas que, a partir de la edicin de Andrnico de Rodas, se pusieron a examinar e interpretar los textos de Aristteles sin conocer ni el orden efectivo de su composicin ni d que Aristteles pretenda darles, como tampoco los detalles y pormenores dd proceso, los motivos y ocasiones de la redaccin, las objedo- nes que haba podido suscitar y las respuestas de Aristtdes, etc. Imaginemos una vez ms que de Kant hubieran llegado a nosotros, en revoltijo, la Disertacin de 1770, las dos edidones de la Critica de la razn pura y d Opus postumum; y sobre todo imaginemos que, ignorantes de su cronologa, hubiramos decidido enfocar dichos escritos como si fuesen todos contemporneos entre s e intentsemos extraer de ellos una doctrina comn: ni que dedr tiene que de tal suerte nuestra concepcin del kantismo se habra alterado de un modo singular y probablemente sera ms insulsa. Se impone una primera

    s P ascal, fragmento 331 Bruntchvicg. lbid.a Al menoi a to es lo que A. W. Benn (Tbe Greek Pbilosopbers, I,

    p. 289, citado por J.-M. Le Blono, Logiaue et mitbode ebez Aristote, p. XXIII) cree poder concluir a partir del hecho de que Aristteles tome a menudo como ejemplo el paseo con miras a la salud. Sobre las tradiciones concernientes la biografa de Aristteles, ver hoy I. Dmng, Aristotle in tbe ancieni bio- graphical tradition, Estocolmo, 1957.

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  • conclusin, opuesta a un error de ptica ampliamente difundido: los comentaristas, incluidos los ms antiguos, y aun en el caso de que tuvieran en su poder textos perdidos de entonces ac a , jqo tienen privilegio histrico alguno respecto a nosotros. Al comentar a Aristteles ms de cuatro siglos despus de su muerte, y estando separados de l no por una tradicin continuada, sino por un eclipse total de su influencia propiamente filosfica, no se hallaban mejor situados que nosotros para comprenderlo. Siendo as, comprender a Aristteles de otro modo que los comentaristas, incluidos los griegos, no significa necesariamente modernizarlo, sino quiz acercarse ms al Aristteles histrico.

    Pues bien: resulta que el aristotelismo que nosotros conocemos por ejemplo, el de las grandes oposiciones estereotipadas del acto y la potencia, la materia y la forma, la substancia y el accidente es quiz menos el de Aristteles que el de los comentaristas griegos. Interviene aqu una segunda circunstancia histrica, agravante de la primera: el estado incompleto en que fueron publicados por Andr- nioo de Rodas los escritos de Aristteles, redescubiertos en el siglo i a. C., estado incompleto que se hace perceptible a todo lector sin prevenciones en virtud dd estilo a menudo alusivo de los textos de Aristteles, el carcter deshilvanado de sus desarrollos, el hecho de que sea imposible encontrar en ningn lugar de su obra la realizacin de tal o cual proyecto expresamente anunciado, o la solucin de tal o cual problema solamente formulado. Ese defecto de acabado de los escritos de Aristteles conocidos, unido a su dispersin, dict a los comentaristas una tarea que consideraron doble: unificar, v completar. Tal exigencia poda parecer obvia. No por ello dejaba de encubrir una implcita opcin filosfica, para librarse de la cual harn falta siglos. Querer unificar y completar a Aristteles significa admitir que su pensamiento era susceptible, en efecto, de ser unificado y completado; significaba querer extraer el aristotelismo de derecho del Aristteles de hecho, como si el Aristteles histrico no hubiera llegado a poseer su propia doctrina; vala tanto como suponer que nicamente razones externas, y fundamentalmente una muerte prematura o un progresivo desinters por las especulaciones filosficas, haban impedido que Aristteles diese a su sistema carcter completo y unitario. Tal opcin no era del todo gratuita: si indujo a

    Los comentaristas posean, en efecto, bien obras enteras de autores antiguos, bien colecciones oaxogrficas. que no han llegado hasta nosotros ms que a travs de las citas que de ellas hacen. Pero incluso as no se trataba mis que de textos, y no de una tradicin viva, que los hubiera unido directamente al aristotelismo. La interesante tentativa de M. Barbottn (La tborie ristotilicienne de VinteUect daprs Tbophraste, Lovaina, 1954) conducente a ver en Teofrasto un intermediario entre Aristteles y sus comentaristas, no ha aportado, y no poda aportar, desde este punto de vista, resultados decisivos. Cfr. nuestra recensin de esta obra en Rev. Et. anrennes, 1956, pp. 131-32.

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  • error por tanto tiempo fue porque se hallaba inscrita en la esencia misma del comentario. Colocado frente a un conjunto de textos y slo sos, conociendo tan slo aquellas intenciones del autor que ste ha formulado explcitamente y aquellas realizaciones que han alcanzado efectividad, el comentarista se encuentra mis predispuesto a tomar en cuenta lo que el autor ha dicho que aquello que no ha dicho; esti ms preocupado por lo que se declara que por lo que se silencia, por los xitos mis que por los fracasos. Ignora las contradicciones del autor, o, por lo menos, su papel consiste en explicarlas, o sea en negarlas. Conociendo tan slo del filsofo el residuo de su enseanza, cuida mis de la coherencia que de la verdad, y de la verdad lgica ms que de la verosimilitud histrica. No hallando en Aristteles sino el esbozo de un sistema, no por ello dejar de orientarse segn la idea de la totalidad del sistema. Aparte de lo arbitrario de sus presupuestos, se aprecian entonces los peligros de semejante mtodo; pues si la sntesis no est en los textos, forzosamente tendr que estar la idea de la sntesis en el espritu del comentarista. No hay, de hecho, comentarista de Aristteles que no lo sistematice a partir de una idea preconcebida: los comentaristas griegos a partir del neoplatonismo, los escolsticos a partir de ciea idea del Dios de la Biblia y su relacin con el mundo. Cuanto ms profundo es el silencio de Aristteles, mis prolija se hace la palabra del comentarista; no comenta el silencio: lo llena; no comenta el mal acabado: lo acaba; no comenta el apuro: lo resuelve, o cree resolverlo; y acaso lo resuelva de veras, pero en otra filosofa.

    La influencia difusa del comentarismo fue tal que, hasta el final del siglo xix, nadie puso en duda, pese a las contrarias apariencias del texto, el carcter sistemtico de la filosofa de Aristteles. Con todo, la interpretacin sistematizante, que, segn parece, haba albergado sus primeras dudas con Surez2*, iba hacindose cada vez ms insegura, cada vez menos satisfecha de s misma, y orientaba su descontento contra Aristteles mismo. Tras la admirable sntesis de Ravaisson, en la cual Plotino y Schelling representaban, ciertamente, un papel mayor que el de Aristteles, surgieron dudas, en autores ms preocupados por la verdad histrica, acerca de la coherencia misma de la filosofa aristotlica. Pero en vez de cuestionar el carcter sistemtico de su pensamiento se prefiri proclamar que su sistema era incoherente. Segn Rodier, Aristteles no habra llegado a decidirse entre el piinto vista de la comprensin y el de la extensin B; segn Robin, la inconsecuencia brotara de la oscilacin entre una

    24 Surez observa ya una dualidad en la defin icin d e la m etafsica (Dis- putationes metaphysicae, 1.* parte, disp . I , seccin 2).

    a R odier , Remarques sur la conception aristotlidenne de la substance,Annic philosophique, 1909 (reproducido en sus Eludes de philosopbie grecque,pp. 165 ss.).

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  • concepcin analtica y otra sinttica de la casualidad26; para Bou- troux, habra contradiccin entre una teora del ser para la cual slo el individuo es real y una teora del conocer para la que slo hay ciencia de lo general , Brunschvincg, que haba mostrado en su tesis latina la duda de Aristteles entre una concepcin matemtica y otra biolgica del silogismo *, iba a resumir ms adelante tales oposiciones en la de un naturalismo de la inmanencia (rente a un artii* dalismo de la trascendencia, entre cuyos trminos Aristteles no habra llegado a decidirse*. Por aquel tiempo, Theodor Gompcxz. dcSdiba el conflicto-CO t^tminnt ; Aristteles rffhabitado por dos personajes^ el Platnico y el. Asdpida, el idealista lgico, incluso rnlogista, j el empirista, nutrido de dencia mcfi-, ca y vido de oosexvadones concretas10; mientras que. Taylor crda ver en Aristteles un Platnico que habra perdido su alma, pero sin llevar aJ JmJte su apostflsa.31. Todas estas oposidones no carecan de rasgos comunes, y su convergenda misma era seal de su verdad relativa. De un modo general, se oponan una teora del conocimiento de inspiradn platnica y una teora del ser que, contra Platn, rehabilitaba lo sensible, lo individual, la materia; o, dicho con mayor predsin, una notica de lo universal que reclamaba una cosmologa idealista y una cosmologa de la contingenaa que reclamaba una notica empirista. Emana pada de la sntesis tomista y postomista, que haba ordenado las distintas partes del pretendido sistema aristotlico en tomo a la nodn de analoga, la interpre- taan moderna buscaba en el platonismo, frecuentemente interpretado l mismo a la luz del idealismo crtico, la norma a partir de la cual el aristotelismo apareda como un platonismo debilitado o contenido*. v en cualquier caso inconsecuente, cuando no era el filsofo mismo quien resultaba acusado de doblez B. La interpretadn sistematizante se vengaba en Aristteles de sus propios fracasos.

    Apa red entonces dertamente preparada, en este punto, por

    * Cfr. esDedtmente Sur la conceptkm aristotfiicienne de b causalit, en Arcbiv f. Gescb. d. Philos.. 1909-1910 (reproducido en La pense btllniqve des orifines Epicure, pp. 423 s.).

    77 E. B o utroux art. Aristote de la Grande Encydopdie, 1886, reproducido en Eludes dbistoire de la philosopbie, 1897, pp. 132 ss.

    a Qua ralione Aristteles vim metapbysicam syllopsmo irtesse demonstra- veril. Pars, 1897.

    29 L'exprience bumaine et la causalit pbysique, p. 153.30 Th. Gomperz, Les penseurs de la Grice, t. III (trad. feesa., 1910),

    caps. VI y VII.*' Cfr. A. T aylor , Critkal Notice on Jaeger* Aristteles, Mind, 1924,

    p. 197.12 Esta acusacin aparece aqu y all en L. R o bn , La thorie platonicienne

    des idies..., not. p. 582, y sobre todo en C h e r n iss , Aristotle1s Criticism of Plato and tbe Academy, voL I, Baltimore, 1944.

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  • las observaciones de Bonitz * y las demostraciones ya incisivas de Natorp M la tesis de W. Jaeger, que a muchos les pareci revolucionaria simplemente porque restauraba, contra los rodeos de la tradicin, el punto de vista del puro buen sentido. Los textos de Aristteles, tal y como nos han llegado, incluyen contradicciones, pero como un filsofo digno de este nombre no~pued sostener opiniones contradictorias en un mismo momento, slo era posible interpretar as proposiciones contradictorias comoldmentos distintos oe una evolucin. Siendo asi que el buen sentido, confirmado adems por el contenido de las obras llamadas de juventud cuyos fragmentos hemos conservado, sugera que Aristteles haba tenido que alejarse progresivamente del platonismo, quedaba as descubierto el principio general que permita reconstruir su evolucin: entre dos proposiciones contradictorias, la ms platonizante deba ser considerada como la ms antigua, y junto con ella todo el tratado, o al menos el captulo, o slo el pasaje, en el que se hallaba inserta. La aplicacin de tal mtodo permiti a Jaeger proponer una cronologa de las obras de Aristteles, que a partir de entonces ha sido objeto de crticas y revisiones que la han alterado casi por entero, pero sin que haya sido puesto radicalmente en cuestin el principio sobre el que se fundaba.

    No nos compete aqu intervenir en esa discusin (aunque puede ocurrir que, en ocasiones, expongamos hiptesis cronolgicas, y, eventualmente, propongamos nuevos criterios de evolucin3S). Pero s nos importa tomar posicin respectojdj^todojgentico en general, tal como fue inaugurado por w . Jaego^Nuestras objeciones sern de dos rdenes^ el histrico y el filosfico. La objecin nistrica consiste esencialmente en l a naturaleza misma de los escritos de Aristteles, de los que se admite hoy que no son, en general, notas tomadas por sus oyentes, sino las notas mismas de que Aristteles se vala para preparar sus clases. La primera consecuencia es que Aristteles, pues tena que dar esas clases varias veces, poda en cada ocasin alternarlas, aadiendo o modificando, no ya captulos enteros, sino algunas frases. De hecho, el anlisis de Jaeger ha puesto a veces de relieve aadiduras ules que pueden ser a un tiempo cuantitativamente despreciables y filosficamente decisivas. Pero se conceder que la empresa consistente en reconstruir una cronologa no de las obras, sino de las mltiples estratificaciones de una misma obra, slo puede proponer orientaciones generales, o bien, si desciende a detalles, recaer en lo arbitrario *. Ms an: la tesis de la evolucin, al fragmen

    D Observationes critieae in Aristotets Libros Metapbysicos, Berln, 1842.34 Thema und Disposition der aristotdchen Metaphysik, Pbilos. Mo-

    natshefte, 1888, pp. 37-65, 540-574.w Ver infra, especialmente pp. 196-198; 200, n. 361; 297, n. 7; 312, n. 62.36 Es el reproche que podra dirigrsele a F. N u y en s (Lvolution de la

    ptyebologie d'Aristote, 1939, trad. fr.p 1948), cuando intenta aplicar su recons-

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  • tarse de ese modo hasta el infinito, acaba por destruirse a s misma. Conduce a la banalidad de que Aristteles no escribi toda su obra de un tirn y que, adems, a causa de su finalidad didctica, esa obra tuvo que avanzar de un modo ms concntrico que lineal, mediante revisiones sucesivas de una totalidad inicialmente bosquejada, ms que por la adicin de obras enteramente nuevas. La tesis de la evolucin no significa, por consiguiente, que tal obra no deba ser considerada como un todo; ninguna interpretacin filosfica, sea del autor que sea, resulta posible si no se establece como principio aue ese autor sigue siendo en cada instante responsable de la totalidad de su obra, mientras no reniegue expresamente de tal o cual parte de ella. Y dicho principio se aplica en especial a Aristteles, por cuanto que los escritos que de l conocemos no son obras destinadas a la publicacin, y por ello mismo independizadas de su autor, sino un material didctico permanente (lo que no quiere decir intangible), al que Aristteles y sus discpulos deban referirse en cada momento como a una carta de unidad doctrinal del Liceo.

    La objecin filosfica apunta al estatuto de la contradiccin en la obra de unTQsofo en general y de Aristteles en particular. Las que llamamos contradicciones de un autor pueden situarse en tres planos: en nosotros los intrpretes, en el autor mismo, o, por ltimo, en su objeto. En el primer caso, la contradiccin obedece a un fallo del intrprete y es, entonces, filosficamente despreciable; en los casos segundo y tercero, reclama en cambio una elucidacin y una decisin de orden filosfico. Hay que estar seguros primero de que es real (y Aristteles nos ensea precisamente, mediante las distinciones de sentido, a desbaratar las falsas contradicciones): si es real, no nos quedan ms que tres hiptesis: o es reductible en trminos de evolucin (lo que es otra manera de considerarla como meramente aparente), o se debe a una inconsecuencia del filsofo, o refleja la naturaleza contradictoria de su objeto. Jaeger rechaz con justicia, al ogeaps en unto, que_presupuesto metodolgico posible^ la segunda de dichas uptesis: es preciso haber agotado todas las posiEwdades de comprensin antes de acusar a un autor de inconsecuencia; pero si se atuvo a la primera hiptesisTue por haber ignorado'deliberadamente

    traccin de la psicologa aristotlica a la cronologa de otros escritos: efectivamente, ello le lleva a datar todo un captulo o un tratado conforme a talo cual alusin psicolgica que haya en l, sin darse cuenta lo bastante de que puede tratarae meramente de un ejemplo, una reminiscencia, incluso una anticipacin, sin que de ello pueda concluirse nada al no tratar Aristteles ex profetio del tema (as, nos parece imposible datar todo el libro A segn la nica alusin de 1075 b 34). Por igual razn, nada puede inferirse, segn creemos, de la pretendida evolucin del sentido de ciertas palabras como ffdvrjatc: en realidad, Aristteles las emplea en su sentido tradicional (en este caso, platnico) cuando no habla de ellas ex professo, y en su sentido propiamente aristotlico cuando las utiliza en un contexto tcnico.

  • la tercera. Podra decirse, ciertamente, que para el mismo Aristteles el principio de contradiccin excluye la posibilidad de un ser contradictorio, y que, supuesto eso, si el pensamiento acerca del ser es contradictorio, se revela 1 mismo ocmo un no-pensamiento, no habiendo podido entonces Aristteles, en ningn caso, asumir sus propias contradicciones. Responderemos que sa es una interpretacin filosfica del principio aristotlico de contradiccin y de su aplicacin por Aristteles al caso de su propia filosofa, pero no de un hecho que pudiera servir de base a un mtodo de determinacin cronolgica. Por cualquier lado que se aborde el problema, ya se trate de la distincin entre contradicciones o de la definicin misma de contradiccin, vemos que el mtodo gentico presupone un anlisis y unas opciones que son de esencia filosfica. Lejos de ayudar la cronologa a la interpretacin de los textos, es ms bien la interpretacin de los textos, y slo ella, la que fundamenta en el caso de Aristteles las hiptesis cronolgicas.

    Ser preciso entonces retornar a la interpretacin unitaria y sistemtica de la nico que no es dado: los textos? Pese a los esfuerzos que, despus de Jaeger, hayan podido intentarse de nuevo en ese sentido, por ejemplo, los del P. Owens, no creemos que una interpretacin de los textos tenga por qu volver necesariamente a la lgica sistematizadora del comentario. Hay dos maneras de enfocar los textos: puede considerrselos como situados todos en el mismo plano, y remitiendo todos ellos a la unidad de una doctrina de la cual seran partes, como si su diversidad no fuese ms que la inevitable fragmentacin, en el lenguaje, de una supuesta unidad inicial; y, por el contrario, puede suponerse que la unidad no es en ellos originaria, sino slo pretendida, que tienden hada el sistema en vez de partir de l, y que su coherencia, por ello, no es presupuesta, sino problemtica. Desde esta segunda perspectiva, la diversidad de la obra no representa ya las partes del sistema, sino los momentos de una bsqueda que no es seguro llegue a su trmino. En el caso de Aristteles, no es siempre posible ni filosficamente necesario convertir esos momentos en los de una historia psicolgica; basta y es p red so que aparezcan como momentos de orden que, con independencia de toda hiptesis cronolgica, puede ser ledo en la estructura misma de los textos, o sea en su organizadn inmanente, segn la cual no estn todos en el mismo plano ni su sentido se pone de manifiesto ms que en trminos de cierta progresin, que puede no corresponderse ni con la sucesin cronolgica de los textos, ni con el orden parcialmente arbitrario17 en el que han llegado hasta nosotros, ni si

    17 Se sabe hace tiempo que este orden no es debido al mismo Aristteles, sino a sus editores. Cfr. Jaece*, Stvdien zar Entstebtmgftescbicbte...; P. Mo- raux. Les listes tnciennes...

    16

  • quiera con el orden que Aristteles mismo pudo darles. Conservaremos, pues, de la hiptesis unitaria, el postulado de la responsabilidad permanente del autor por respecto a la totalidad de su obra: no . hay un Aristteles platonizante seguido de un Aristteles antiplatnico, como si el segundo no fuera ya responsable de las afirmaciones del primero, sino un Aristteles acaso doble, acaso desgarrado, a quien podemos pedir razn de las tensiones, e incluso de las contradicciones, de su obra. .De la interpretacin gentica, conservaremos la hiptesis de una gnesis inevitable y una probable inestabilidad del pensamiento de Aristteles; pero esta evolucin no ser el tema explcito de nuestra investigacin porque, en ausencia de criterios externos, un mtodo cronolgico fundado en la incompatibilidad de los textos, y cuya fecundidad se apoya de esta suerte en los fracasos de la comprensin, corre en cada momento el riesgo de preferir los pretextos para no comprender ms bien que las razones para comprender.

    Las consecuencias de tales opciones metodolgicas es que atenderemos ms a los problemas que a las doctrinas, ms a la problemtica que a la sistemtica. Si la unidad se halla al final y no al principio, si el punto de partida de la filosofa es el asombro disolvente de pseudoevidencias, entonces debemos partir de ese asombro inicial, de esa dispersin que hay que domear. Puede afirmarse que, en este punto, la interpretacin tradicional no slo ha invertido el orden psicolgico probable, sino, ms an, el orden estructural de la investigacin. Aristteles no parti, como hara creer el orden adoptado por Bren tao, de la decisin de distinguir los mltiples sentido del ser, sino que se vio progresivamente obligado a reconocer que el ser no era unvoca Aristteles no parti de la oposicin entre acto y potencia, materia y forma, para servirse a continuacin de tales pares de conceptos en la solucin de ciertos problemas. Al revs: fue la reflexin acerca de tal o cual problema la que dio nacimiento, progresivamente, al principio que lo resolva o a una formulacin ms elaborada del problema , aun cuando Aristteles sea de una notable discrecin acerca de sus pasos efectivos. La dificultad procede aqu de que el orden en el cual se expresa Aristteles no es, propiamente hablando, ni un orden de exposicin ni un orden de investigacin. Podra decirse que es el orden de exposicin de una investigacin, es decir, una reconstruccin, hecha despus y con intencin didctica, de la investigacin efectiva. Esa reconstruccin tiene el inconveniente de no ser necesariamente fiel: a veces, tenemos la impresin de que Aristteles problematiza a efectos pedaggicos una dificultad aue ya tiene resuelta, pero sa no es razn para caer en el error de los comentaristas e intrpretes sistematizantes que, al generalizar dicha observacin, acaban por considerar como puros artificios los pasajes aporticos de Aristteles. Y, en efecto, conviene corregir esa primera observacin con esa otra: que Aristteles, al revs, presenta a

    172

  • a sa b a a u o ju o o a s j im p s a o a o a e r a n ^ i b vas s s p o a p sb j a p b j ju i - u d * w[ X vi[B sy tn t [ purej] s a p i p i s u y a n b B [pnbB a n b oojppBJvd B ip isa j bops}3o[ts U 9 Q im a p ap a ao a d B p u a p B[ is :p ju a p p o B a n b s f tu o c p n ra o p is jo is ip n m a p o p p o a s p jb jo o S i BOijdun o j p o w j jv ru D s p B jvd p e p ijm b tre ji o o d m a p o a iu o u s a p j p j s u y u p p e u

    -apuo b j o a r a u p i b JBAajj o o B ju a o io o p p o id a id jsb B jias .opBqeDe a p B ip j n s a p 3 iu a 8 a p u o 3 j a i s p r o p p sy tu B qarud B an B jjas 0 | p o sn sjtf -0[ X O A psnpap u a p io o n o a e iu a s a jd so u as o a v o u i f p i i f l is O D isjp iau i o jo a ra ip o u a p a p n n sy tn o o iu c u d s fm p j o d o p ro |[d o

    ja s B jqap p a p i o a p io o qorp a n b o p m p u o o et( as s o id p u u d s o id o id sn s a p u p isaw x l o a v [p q as a n b j a q t s p p vas o o o i jp u a p ja c p s p p o a p jo p p s o o i i i j v u y s o p u n ta ^ X s o j u t u u so n a s a p i p i s u y asv i| a n o U9p d ix > sap b8j b j bj a p :o ijb jiu o d o p u u a s u a ooad o p B ju a iu r op ;s s q o z ja n js a [b j , o ju a ra ip o o o s p p o a p jo o ja p e p ja A p p bdjsob s a p io i - s u y a p SB3ppinB i8ojd sauopB jBjD ap sbj so)adino3UT a so u B ju a u iS u jj so jx a j v jBDr[dB o o a sa a n o ju a BjjBjsBq tBsisjjBjaco n a u p p B 8nsaAU| a p o a p jo p p B3J33B sauopBDTjdxa o p s p B ja iqnq o m sn u s a p i p i s u y is B ip n s a j b j j b j pB ijnoijrp B 'j j a s ap B tn a jq o jd p o ja q o o i is a n u b u p p B S p sa A o i a p o a p jo p s o ix o j so j a p u r u o n j i s a b | a p j a e j i xa o p o ip tu o n s a n u jbdijb so m v su a d 01093 je o ip o i n s a j so^ p p o a s a o o is p j u a p p w sa o a a n b o ia |d u io o u i j a i3u *3 o n a p o p u u a s , p a p is a i jq a n b X B ojaisre p p p B op p u ia [q o jd b | a p o ip n s a fa p B3u n u v svd o u B 3 ip io isu B B s is jp ia tn a i ib JB q o id B ja in frsu o o is s o is ? a p ocosrai o ra S n o p p 09a sano u a j a o o d s p a s BpBq a n b o j p v p r p a j ir:j 'OBzaannoD sa a jf tQ X o o B io a jg a p so a p u o p j in p u o o a m r d o jq i j a i i sa n a o ja q o oortrn o n s a n u o u b iu o o p i o d u a n jp su c o s o a h o u i X ca a o p e A p o c a s a p i a n b o a ep ip o o i e j t n j s is i^ o b a p o i p j |d x eo ia i o o io a s o p n o o ) o p is o B ir q p j o d so p m S a s so u to ib s so[ X o iu a io re su a d a sa a p saa o p B A p o o i se a n b u k B o tp io jsu B bj8o jo ju o b a p p u u i *3o p a 9p 3n j) s u o 3a i a p oX ssua o n o ja u iu d p u a a n b o p u n S a s p uo B3pj> s^ iu a ju a u iB u a p BUU03 s o n oBq pjB[]Eq as a p u o p suaA vo a p X o o B io a jg a p SBpBjp bX SBaqo sb[ a p p p o j i s p d o jd o j isa n u a in S n p s ip BjBd bjjbisbc o j s g *B oiaqoid asa souiBaiuB^d ? n b jo d jaq u s c m a jq o a d o n eX sa a n b a p p u a o u ts * o ja)u a j o d o j p n s a j p js s spuiu OSB3B a n b a p o p p o a s p u a o jp s o rS B m a|qo id so a p o o p y u ia jq o jJ sym p sa ja s p p B tn a jq o jd p n ojUBno o a B p s jp ju B jd b opB8a | | uii a n b sa 00193 X BiAqo BpBO 0 9 p s a n 3 Bsa BajoBjd s a p ^ j s u y ^ n b jo d o o jB ^o n S a jd aiO B saja io i o p p a r e d s i | so o o sa j o ja s j9 sa f n b ? n o n S a id b o a o so jq u io sB a iu a m m r a ia a p y zm b X o so jq ta o sB a p v jq n q a n b o j j j o bX socoaqvs o o afonSoaf o n s a n a so a n iq B if X sotuits a a d s^abx i 0X113 b 'B a rp jo jsu B o 9p B Jid so i a p K>ppuiBj3 o a B b y o j as a n tu o d vas 0^91 an x m ja s p p o a ip io js u B o to a ra re so a d p p o j i -o a p fo m p u A 00103 'Op*20^ F o p B ia n u v q o v q sy are s a p n a a p p s o ou s a o o p ^ B J i sb j a n b p p n o io s n a o a u o x e a ia ^ d a s jo u a i s o d a io a u i

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    61

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    su a p e p ja A sa o o pn jos X saaopBSpsaAaT ap a^ iq an n o ja d sa a o p n jo s oaioo SBp p j jjO sau o oBg p saAor a p 'saao p tfto saA u r om oo sv p o a ijo saao p n {o s ap bsbid BitfiqaiB B isa a a jo o n p a o o o[tu p sao ao io a JBasnq ap0 9 Q ? sap*) -[ro ijip sns ap 0 9 p zp B aw sre ajdm re X B jn d Ban u9pn|O s ooioo saoaA

  • canon. Por no haberse preguntado el porqu de esa distorsin v , la tradicin, en lneas generales, ha ignorado toda una serie de observaciones, las ms de las veces incidentales o implcitas, a travs de las cuales proyecta Aristteles algn rayo de luz sobre el orden real del proceso de su metafsica. Semejante proceso, reconoce l mismo, se parece al de la dialctica. Es anunciado como tal por la progresin, en absoluto deductiva, de la historia de la filosofa. Es vivido como perplejidad, o, segn su propia expresin, como apora, y la pregunta qu es el ser? es una de las que siguen siendo eternamente aporticas. Siendo ello as, se concibe que el orden de la investigacin para nosotros sea inverso del orden del saber en s, y que la humana filosofa no llegue nunca a identificarse con el orden que pertenecera a un saber ms que humano. Todos los textos de este gnero, aun cuando muestren reticencia o confesin, habrn de ser metdicamente confrontados y analizados, pues exhiben el privilegiado carcter de informarnos, no de lo que el filsofo ha querido hacer, sino de sus reflexiones, aunque sean fugaces, sobre lo que de hecho ha realizado. La imagen as revelada ser la de un Aristteles aportico, justamente aquel que los trabajos ms recientes han redescubierto progresivamente >. Pero an quedar por comprender, en el interior de la filosofa misma de Aristteles, y no a partir de hiptesis psicolgicas o histricas, por qu la estructura de la Metafsica no es ni poda ser deductiva, sino solamente aportica, es decir en el sentido aristotlico del trmino dialctica; y, en fin, por qu el discurso humano acerca del ser se presenta no al modo de un saber completo, sino de una investigacin, y por aadidura de conclusin imposible. Conviene sustituir las aporas de la interpretacin sistematizante por una interpretacin filosfica de la apora, y el fracaso de la sistematizacin por una eluci-

    j dacin metdica del fracaso.Basta, segn pensamos, con dejar hablar a los textos y a sus si

    39 Esta distorsin entre la lgica de Aristteles y su especulacin metafsica ha sido subrayada por vez primera, segn parece, por Hegcl (Vorlesun- gen ber Gescbichte der Philos., Werke, t. XIV, 1833, pp. 408 ss.). En su obra Logique et mthode chez Aristote, el P. Le B lo nd opone igualmente la lgica de Aristteles a su mtodo, es decir, al camino que efectivamente recorre. Pero este autor hace constar la oposicin ms bien que la explica, si no es por medio de componentes psicolgicamente contradictorios del filsofo. En cuanto a Hegel, justifica dicha oposicin mostrando que la lgica de Aristteles es una lgica del pensamiento finito, del entendimiento, y que la verdad no puede ser captada en su unidad por medio de formas tales. Pero esta explicacin slo tiene sentido dentro del sistema hegeliano y es ajena al aristotelismo.

    40 Tal redescubrimiento est en la base, como hemos visto, de la interpretacin gentica de Aristteles (Natorp, Jaeger, Nuyens, etc.). En la tradicin psicolgica, cfr., adems de G o m pe r z (op. cit.), A. B rem o n d , Le dilemme aristotilicien, 1933, y derivada de la anterior, pero con muchas ms justificaciones textuales, la obra citada de J.-M. l e B lo n d .

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  • lencios, para que ese Aristteles se nos descubra. Pero si hiciese falta una caucin histrica contra la autoridad histrica* de los comentaristas, la hallaramos en la herencia inmediata de Aristteles. No hemos meditado lo bastante sobre el hecho de que la Metafsica de Aristteles no haya tenido influencia inmediata, como si su mismo autor no hubiera podido convencer a sus discpulos de que siguiesen por esa va; ni sobre este otro hecho: que el Liceo, heredero del pensamiento del Maestro, no crey serle infiel al inclinarse hacia el proba- hilismo y el escepticismo que eran los suyos en la poca de Cicern. No pretendemos en absoluto que el Liceo haya comprendido a Aristteles mejor que los comentaristas (sus representantes nunca tuvieron el sentido filosfico de un Alejandro de Afrodisia o incluso de un Simplicio), pero es al menos verosmil que haya sido ms sensible al aspecto aportico del proceso de investigacin aristotlico que aquellos que haban perdido toda memoria de ste, y ello aunque no comprendiese su sentido. Entre unos herederos fieles, si bien poco dotados para la especulacin, y una posteridad inteligente pero demasiado alejada, por quin inclinarse? La oposicin del Aristteles del Liceo y el Aristteles del comentario deja al intrprete, y slo a l, la responsabilidad de redescubrir al Aristteles efectivo.

    All donde la historia es muda, no queda sino escuchar la voz sin rostro de los textos, esa voz que nos parece hoy tan lejana precisamente porque nos es tan familiar, esa voz que parece anunciamos lo que de siempre sabamos ya41 y que, con todo, no acabaremos nunca de aprender, o sea, de buscar. El anlisis de los textos no alcanza nunca a evocar espritus; si pese a ello ocurriera que la imaginacin del lector se aventurase a hacerlo, caera quiz en la cuenta de que esa voz que habla en medio del desamparo de los textos no es tanto la palabra ejemplar del maestro de los que saben a como aquella otra, menos segura pero ms fraterna, que sigue en nosotros buscando lo que es el ser, y callndose a veces.

    Same permitido dar aqu las gracias a todos cuantos han alentado este trabajo o han permitido su realizacin y cumplimiento, y ante todos ellos mis maestros de la Sorbona, M. M. de Gandillac, que lo ha dirigido a todo lo largo de su elaboracin, y M. P.-M. Schuhl, quelo hr. sustentado con sus consejos y hospitalidad en su Seminario de investigaciones sobre el Pensamiento antiguo, as como M. A. Forest,

    41 Cfr. G a l i e n o , De Sophism., II: Aristteles expone como por sefias lit mayor parte de las cosas que dice, porque escriba para gente que lo haba nido ya (xat xaOcfctp tal ar^ut'tuv incppitv t xoXXd xai ta t itpo; -col* haporf-cac IJUrj TpctyeaOai).

    D a n te , Infierno, IV, 131.

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  • profesor de la Universidad de Montpellier, quien, en el ltimo estadio de mi investigacin, la ha estimulado a menudo con sus objeciones. Mi agradecimiento se dirige tambin a las dos instituciones que han facilitado ms mi tarea: el Centro Nacional de la Investigacin Cientfica y la Fundacin Thiers, en donde tuve el privilegio de beneficiarme de los consejos, doblemente preciosos para un filsofo, de aquel maestro de los estudios griegos que fue Paul Mazon.

    Besaftfon, marzo de 1961.

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  • I N T R O D U C C I O N

    LA CIENCIA SIN NOMBRE

  • CAPITULO PRIMERO

    M E T A TA 0 T I K A

    So bleibt Metapbysik der Titcl fr die Vcrlegcnheit der Fhilosophie schlcchthin.

    (M. H fjdegger , Kant und das Problem der Metapbysik, p. 21.)

    Hay una ciencia que estudia el ser en cuanto ser y sus atributos esenciales *. Esta afirmacin de Aristteles al comienzo del libro T de la Metafsica puede parecer banal, tras ms de veinte siglos de especulacin metafsica. No lo era, sin duda, para sus contemporneos. Quiz incluso la seguridad de Aristteles al afirmar resueltamente la existencia de una ciencia semejante era menos la expresin de la constancia de un hecho que el reflejo de un anhelo an incumplido: su insistencia, en las lneas siguientes, por justificar una ciencia del ser en cuanto ser siendo as que tal preocupacin no aparece cuando se trata de las ciencias particulares muestra, en cualquier caso, que la legitimidad y el sentido de esa ciencia nueva no eran cosas obvias para sus oyentes, y acaso ni siquiera para l mismo.

    Dicha ciencia careca de antepasados y de tradicin. Basta remitirse a las clasificaciones del saber que circulaban antes de Aristteles para darse cuenta de que en ellas no haba ningn lugar reservado a lo que hoy llamaramos ontologia. Los Platnicos dividan generalmente el saber especulativo en tres ramas: dialctica, fsica y moral2. Je- ncrates, segn Sexto Emprico3, habra sustituido el nombre de dialctica por el de lgica, y el propio Aristteles, en un escrito los Tpicos an de influencia platnica, conservar esa divisin, que

    1 Met. I \ 1, 1003 a 21. N.B. 1) Segn el uso ms corriente, designamos los libros de la Metafsica mediante las letras griegas correspondientes, y los libros de las dems obras de Aristteles mediante cifras romanas. Cuando una referencia empieza por una letra griega, sin ms indicacin, se trata de la Metafsica. Ej.: A, 9, 992 b 2 = Met., A, 9, 992 b 2. 2) Las referencias, en las citas de los comentaristas, reenvan sin otra indicacin a la edicin de la Academia de Berln.

    2 C ic e r n , Acad. Post., I, 5, 19. Adv. Matbemat., VII, 16.

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  • llegara a ser tradicional en la Escuela: Limitndonos a un sencillo esquema, distinguimos tres clases de proposiciones y de problemas: entre las proposiciones, unas son ticas, otras fsicas y otras lgicas 4; divisin que Aristteles presenta, ciertamente, a ttulo aproxima ti vo, reservndose para ms adelante su sustitucin por una clasificacin ms cientfica.

    Lo extrao es que tal divisin tripartita, que no deja lugar alguno para las especulaciones metafsicas3, sobrevivir al aristotelismo, como si el esfuerzo de Aristteles encaminado a crear una ciencia nueva hubiera sido desdeado o ignorado por sus sucesores. Es bien conocida la frmula mediante la cual delimitarn y dividirn los Estoicos el dominio entero de la filosofa: un campo cuyo suelo es la fsica, el cercado la lgica y el fruto la moral4. Digenes Laerrio, intrprete poco perspicaz, pero fiel, de la tradicin filosfica media, recoger como cosa obvia la divisin platnica y estoica: La filoso- fa se divide en tres paites: fsica, tica y dialctica. La fsica trata del mundo y de su contenido, la tica de la vida y las costumbres, la dialctica da a las otras dos disciplinas los medios de expresin1. Mis an: el propio Digenes Laerrio, al resumir la filosofa de Aristteles, encontrar muy natural incluirla en los marcos tradicionales: si bien admite la distincin aristotlica entre filosofa practica y filosofa teortica, subdivide la primera en tica y poltica, y la segunda en fsica y lgica", reproduciendo as, salvo una sola diferencia la disociacin de tica y poltica la divisin clsica.

    Tal persistencia de una tradicin que Aristteles deseaba sin duda modificar expresa al menos su fracaso en este punto. La ciencia del ser en cuanto ser no tena antepasados: tampoco tendr posteridad inmediata. Tan slo Teofrasto recoger, por lo dems en forma aportica, los problemas metafsicos abordados por su maestro. A partir de Es trabn, la escuda aristotlica se consagrar a las especulaciones fsicas, morales y en menor grado lgicas, como si con eso se

    * Top.. I, 14, 105 b 20.3 Alguno* intrpretes alemanes dd siglo xrz, sin dada por infhimria de

    Hegel, no dudaron en clasificar la metafsica entre las especulaciones lgicas. Cfr. Ritte*, Histoire de U pbiosopbie, trad. fr., t. III, p. 54; Prantl, Gescbicbte der Logik, I, p. 89. Pero nada hay en Aristteles que autorice semejante interpretacin: el adjetivo Xojuc no designa nunca en l la lgica en el moderno senado del trmino (que l designa como andlica), m que es prcticamente sinnimo de liaXmuc y excluye por tanto de su campo de aplicacin las especulaciones apropiadas a su objeto, es decir, enltficds, comopretenden serlo las metafsicas. En cuanto a la analtica, no es una ciencia, sino una propedutica por la que es preciso pasar antes de abordar r-Wira alguna (Met., r , 3, 1005 b 2).

    * D io o . L a b iig , VII, 39-40. Los epicreos d istinguirn asim ism o tres partes en la filosofa: cannica, fsica y tica (D io g . Laerc ., X, 29-30).

    7 Vie des pbilosopbes, Introd., trad. G enaille , pp. 37-38.* Ibid., V, 1, p. 214.

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  • agotase para ella la totalidad de la filosofa: no slo la legitimidad o el sentido, sino la existencia misma de problemas que no sean ni fsicos, ni morales, ni ticos, se perdern a partir de entonces incluso dentro de un medio que pretenda nutrirse dd pensamiento de Aristteles. La ciencia del ser en cuanto ser, apenas nadda, caer durante siglos en el olvido.

    Si consideramos la singular boga en que estar la Metafsica, primero con el rebrote neoplatnico, y despus, tras un nuevo eclipse, con d renacimiento escolstico de los siglos x i i i y xrv, no podemos dejar de ver, en este vaivn de olvidos y resurrecciones, de marchas subterrneas y resurgimientos, d signo de una extraa aventura intelectual. Si nos atenemos, por otra parte, al relato ms o menos legendario acreditado desde la Antigedad, dichas expresiones casi no seran metafricas. Es bien conocida la versin novdesca que nos han transmitido Es trabn y Plutarco9. Los manuscritos de Aristteles y de Teofrasto habran sido legados por este ltimo a su condiscpulo Ndeo; loa herederos de Neleo, gente ignorante, los habran enterrado en una cueva de Skepsis para sustraerlos a la avidez bibli- fila de los reyes de Prgamo; mucho tiempo despus, en d siglo i a. C., sus descendientes los habran vendido a precio de oro al peripattico Apelicn de Teos, quien los transcribi. Por ltimo, durante la guerra contra Mi trida tes, Sila se apoder de la biblioteca de Apelicn, transportndola a Rana, donde fue comprada por d gramtico Tyranin: y a l fue a quien el ltimo escolarca d d Liceo, Andrnico de Rodas, compr las copias que le permitieron publicar, hada d 60 a. C., la primera edicin de los escritos esotricos de Aristteles y Teofrasto (mientras que las obras exotricas, publicadas por d propio Aristtdes, y perdidas hoy, nunca haban dejado de ser conocidas). As pues, d Corpus aristotlico debera a una serie de afortunados azares el haber escapado a la humedad y los gusanos antes de ser exhumados definitivamente por Andrnico de Rodas.

    Hoy se tiende a ver en dicho relato, segn la expresin de Robn *, un prospecto publitario, inspirado por d mismo Andrnico para hacer creer en d carcter completamente indito de los textos que publicaba. En efecto: no es verosmil que los escritos den tficos de Aristtdes fueran ignorados por la escuela aristotlica desde Es trabn, como tampoco por los adversarios (megricos, epicreos, estoicos), que a veces parecen referirse a dios en sus polmicas11. Pero

    * Estrabn, XIII, 54; Plutarco, Vida de Sila, 26.10 Aristote, p. 11; cfr. J.-M. L e B lond , Aristote et Thlophraste. Un re-

    nouveUement radical de la question aristotlienne ( propot du livre de J. Z r c h e r , Aristteles' WerJc und Geist), en Critique, 1952, p. 858.

    11 A*1 lo han mostrado diversos trabajos recientes. Vase un buen enfoque de la cuestin en J. T ricot , trad. de la Metafsica de A ristteles , nueva ed., 1953, Introduccin, pp. VII-VIII.

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  • quiz no se ha subrayado lo bastante que el relato de Estrabn tiene el mrito al menos de explicar muy naturalmente la decadencia filosfica de la escuela peripattica a partir de Estrabn y, en particular, su silencio total respecto a las especulaciones metafsicas: ocurri entonces que los antiguos peripatticos, los sucesores de Teofrasto, al carecer de estos libros, con excepcin de un pequeo nmero de ellos que, adems, eran exotricos en su mayor parte, no pudieron filosofar cientficamente (xpa*nia-ctx>
  • tos textos epicreos u, y acaso incluso ciceronianos M, no se explican ms que a travs del conocimiento de obras esotricas de Aristteles, con anterioridad a la edicin de Andrnico. Pero hay un conjunto de tratados cuya huella, despus de Teofrasto, se pierde antes del siglo i d. C. (es decir, cerca de un siglo despus de la edicin de Andrnico), y respecto a ellos el problema sigue en pie: es el grupo de escritos llamados metafsicos.

    Pueden ensayarse razones de tal olvido: la dificultad del asunto, el carcter abstracto de especulaciones sobre el ser en cuanto ser, la aplicacin de espritu necesaria para pensar un ser que no sea un ente particular, explicaran que inteligencias peor dotadas, o simplemente ms positivas, que la del maestro, hayan renunciado en seguida a leer textos que los repelan por su aridez y abstraccin, y que, de rechazo, la investigacin metafsica, privada del impulso o apoyo que habra encontrado en los textos aristotlicos, se haya agotado rpidamente. Pero esta explicacin sigue siendo insuficiente: una cosa es, por ejemplo, no comprender las matemticas, y otra cosa estimar que las matemticas no existen; los discpulos de Aristteles habran podido apartarse de la metafsica, reservndole con todo un lugar en el edificio del saber. Lo que se perdi en realidad durante siglos no fue slo la comprensin de los problemas metafsicos, sino el sentido mismo de su existencia ls. La persistencia de la divisin de Jencrates en lgica, fsica y moral parece ser indisolublemente consecuencia y causa de ese olvido fundamental: consecuencia, evidentemente, porque si la metafsica se hubiera impuesto como ciencia nueva tal divisin habra sido revisada; pero causa tambin, en el sentido de que esa divisin, que pretenda ser exhaustiva, haba acabado por impregnar los espritus hasta el punto de hacer psicolgicamente imposible toda nueva organizacin del campo filosfico. Se produjo, segn parece, un fenmeno de bloqueo mental, anlogo al que ha podido ser descrito en otro terreno del pensamiento griego 16. Esa es quiz la razn profunda en cuya virtud los escritos metafsicos fueron ignorados o mal conocidos hasta Andrnico de Rodas: ms bien que proceder a una revisin radical de los conceptos filosficos para dejar sitio a tales intrusos, pareci mejor

    13 E. B ig n o n e , L'Aristotele perduto e la formaxione filosfica dEpicuro.14 R. W eil, resea de P. Moraux, Les listes anciennes des ouvrages

    dAristote*, en Revue historique, 1953, p. 466.13 Ello no quiere decir que no puedan hallarse, p. ej., en el estoicismo

    antiguo, momentos metafsicos. Aqu nos referimos slo a la metafsica como ciencia autnoma, consciente de su autonoma y en posesin de su campo propio: es evidente que los estoicos no tienen idea alguna de semejante ciencia y no plantean jams el ser en cuanto ser como objeto o tema de su investigacin.

    16 Cfr. P.-M. S c h u ll, Blocage mental et macbinisme, comunicacin al Institut francais de Sociologie, abril de 1937, y Macbinisme et philosopbie, 2: ed., pp. XII-XIII.

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  • atenerse a la divisin tradicional, a riesgo de excluir, primero como demasiado oscuro, y luego, con ayuda del olvido, como inexistente, aquello que no poda adaptarse a ella.

    Sigue en pie el problema de cmo, aun durante su vida, Aristteles pudo fracasar en su intento de reestructuracin del campo filosfico, implcito en la aparicin de una ciencia que por vez primera adoptaba como objeto propio no tal o cual ente particular, sino el ser en cuanto ser. Sera an comprensible que Aristtdes no hubiera podido imponer su punto de vista a las escuelas rivales, las cuales, a pesar de todo, en un terreno en que d Estagirita tuvo ms xito, se vieron obligadas a reconocer en l al fundador de la lgica. Pero que Aristteles no haya podido convencer a sus propios discpulos de la especificidad de una ciencia d d ser en cuanto ser y dd inters por consagrarse a ella, indica una situacin tan extraa que podemos preguntamos si d propio Aristtdes no la provoc. Resulta tentador invocar aqu las opiniones de W. Jaeger acerca de la evolucin dd pensamiento de Aristtdes n; segn l, los escritos metafsicos no dataran de la ltima parte de la vida dd autor (hiptesis que se le ocurre espontneamente a quien intenta explicar d porqu de su estado incompleto), sino que se hallaran ya constituidos al principio de la segunda estancia de Aristteles en Atenas. En otras palabras: Aristteles, antes de haberles dado trmino, se habra apartado l mismo de las especulaciones de la metafsica, para consagrarse a trabajos de orden, sobre todo, histrico y biolgico: recopilacin de constituciones, confeccin de una lista de vencedores en los juegos pdeos, problemas de fsica prctica, observaciones sobre los animales. W. Jaeger nos presenta a un Aristteles, al final de su vida, que organiza d Liceo como un centro de investigacin cientfica. Esta evolucin parece ser atestiguada por un texto dd libro I dd tratado Sobre las partes de los animales: el conocimiento de las cosas terrestres, sujetas a devenir y corrupcin, no posee menos dignidad, y en todo caso tiene mayor extensin y certeza, que d de los seres eternos y divinos; y Aristteles menciona en apoyo de tal juicio la respuesta de Herdito a unos visitantes extranjeros que, habindolo encontrado calentndose al fuego de su cocina, no saban si entrar: Entrad, tambin aqu abajo hay dioses, xai vxafa feoc Sin duda existe, en este pasaje de carcter introductorio, d deliberado designio de revalorizar d conocimiento del cuerpo humano, por d cual d joven Aristteles no ocultaba en otro tiempo su repugnancia .

    n Aristteles, Grundlegung einer Gescbicbte seiner Enhvicktung. u Part. Animal., I, 5, 645 * 17 ss.9 Si los hombres poseyeran los ojos de Linceo, de tal modo que su

    vista penetrase todos los obstculos, ocaso no hallaran muy vil, si su mirada se hundiese en las visceras, el cuerpo de Aldbades, tan hermoso en la superficie? (fr. 59, Rose, citado por B oecio , Sobre el consuelo de U filosofa, III, 8). Los dos textos han sido cotejados por P.-M. Sc h u h l ,

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  • Pero si sigue siendo cierto que la filosofa, la oo
  • una designacin expresamente indicada por el propio Es tagita. De hecho, como veremos, esa designacin existe: es la de filosofa primera o teologa. As pues, nos hallamos en presencia de tres trminos: ciencia del ser en cuanto ser, filosofa primera (o teologa) y metafsica. Son sinnimos? Si lo son, por qu la tradicin no se ha contentado con los dos primeros, establecidos por el mismo Aristteles? Si no lo son, cules son las relaciones entre ellos? La filosofa primera, es la ciencia del ser en cuanto ser? Y si es que no se confunden ambas, cul de ellas es la metafsica?

    La primera mencin que conocemos del ttulo juid td ^uoixd se encuentra en Nicols de Damasco (primera mitad del siglo i d. C.). El hecho de que no figure en el catlogo de Digenes Laero, cuya fuente sera una lista que se remonta a Hennipo o incluso quiz a Aristn de Ceos a , y por tanto muy anterior a Nicols de Damasco, ha llevado a atribuir a ste la paternidad de tal designacin (que vuelve a aparecer en los catlogos posteriores: los del Annimo de Mnage y de Tolomeo). El origen tardo de dicho ttulo ha parecido por mucho tiempo prueba suficiente de su carcter no aristotlico: pura denominacin extrnseca, se ha dicho, que expresaba el orden de los escritos en la edicin de Andrnico de Rodas.

    Esta interpretacin tradicional21 descansa sobre el postulado, a primera vista discutible, de que una consideracin que afecta al orden es necesariamente extrnseca y no podra tener significacin filosfica. Ahora bien: recientemente ha podido mostrarse que las tres listas antiguas de las obras de Aristteles se apoyaban en una clasificacin sistemtica, inspirada en parte en indicaciones del propio Estagirita a . Es verosmil que la edicin de Andrnico de Rodas respondiera a preocupaciones anlogas; un testimonio de.Filopn manifiesta por lo dems que la preocupacin por el orden intrnseco de la enseanza y la lectura, que llegar a ser entre los comentaristas tema clsico de discusin, estaba ya presente en Andrnico: Boeto de Si- dn dice que hay que empezar por la fsica, porque nos es ms familiar y conocida; ya que debe empezarse por lo ms cierto y mcjo: conocido. Pero su maestro Andrnico de Rodas deca, apoyndose en una investigacin ms profunda, que habra que empezar por la lgica, pues sta trata de la demostracin* *. El orden del Corpus de

    a La atribucin a Aristn de Ceos, coarto esoolarca del Liceo, ha sido mantenida recientemente por P. Moraux, Les listes and en oes..., pp. 233 n.

    14 La encontramos en Zcller (pp. 80 es.), Hamelin, Ross, Jaeger. Es admitida por M. H eideggex (Kant et le problime de la mitapbysique, trad. francesa, p. 66).

    23 Cfr. P. M oraux, op. cit., especialmente pp. 173, 239, 304.* ln Categ., 5, 16 ss. Busse.Discusiones semejantes se produjeron a

    propsito del orden en aue deban ser ledos y editados los dilogos de Platn. Una huella de tales polmicas se halla en el Prlogo de Alunus, que, por sa parte, se inclina hada una clasificacin sistemtica: lo que de-

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  • Andrnico era considerado en la antigedad tan poco arbitrario que Porfirio, en el captulo 24 de su Vida de Plotino, propondr tomarlo como modelo en la clasificacin de los escritos de su maestro

    Si el ttulo metafsica hubiera nacido del azar, nunca nos admiraramos bastante de que diese lugar, desde tan pronto, a una interpretacin filosfica. Kant se asombrar de esa coincidencia, la cual habra convertido una designacin arbitraria en una indicacin positiva para el contenido misma de la obra: En lo que concierne al nombre de la metafsica, no puede creerse que hayj nacido del azar, pues se ajusta tan bien a la ciencia misma: si se llama foic a la naturaleza y si slo podemos llegar a los conceptos acerca de la naturaleza mediante la experiencia, entonces la ciencia que viene a continuacin de sta se llama metafsica (de |uxd, trans, y pbysica). Es una deuda que de algn modo se halla fuera, es decir, ms all, del campo de la fsica *.

    De hecho, la interprctadn intrnseca de la rbrica Metafsica es la nica que encontramos en los comentaristas griegos, los cuales, si bien se equivocaban al atribuir el ttulo al mismo Aristteles, no por

    seamos buscar es e l com ienzo y el orden d e la f w f a n a segtbi la sabidura (trad. Le C oree , en Rene pbosopbi^ue, 1956, p. 35).

    27 De creer a P. M oraux (op. cit), no podra extraerse ninguna conclusin de las preocupaciones de Andrnico; sin embargo, a efeoos de la interpretacin de la rbrica Metafsica. Segn l, el titulo prtd tal foaud a la edicin androniquea (y, a fortiori, a la de Nicols de Damasco), puesto que habra figurado, desde finales del s. m a. C., en la lista confeccionada por Aristn de Ceos, de la que derivan los catlogos de Digenes y del Annimo: sin duda, dicha rbrica no se encuentra en Digenes, pao esa ausencia sera accidental (p. 188). El Annimo, en contrapartida, menciona una Meta- fsica en 10 libros, que representara el estado peeandrooiqueo de ese datado. El nico papel de Andrnico habra sido d de aadir a esa Metafsica primitiva los libros actualmente designados como a. A, K y A, multando as nuestra Metafsica en 14 libros, atestiguada por el catlogo de Tokaneo (p. 279). Sobre el papel de Andrnico, Moraux sigue por otra parte la opinin de W . Jaeger, Studien zur Entstebungsgescbichte der Metaphysik oes Airstoteles, pp. 177-180. M. H. Reiner (Die Entstehung und ursprnglkhe Bedeutung dea Namens Metaphysik, en Zeitscbrift fr pbilosopbiscbe Forscb- ung, 1954, pp. 210-37) se ha basado en el trabajo de Moraux para concluir aue d titulo Metafsica habra sido directamente inspirado por indicaciones dd mismo Aristteles, til izndose desde la primera generacin dd liceo: su paternidad podra atribursele a Eudemo, dd que par otra parte I*"* (A sclepius, in Metapb., 4, 4-16; Ps.-AlfX., ia Metapb., 515, 3-11) que te habra ocupado de la puesta a punto de los escritos metafsicos de Aristtdes. A la luz de estos trabajo*, una cosa nos parece bien establecida de ahora en adelante: el ttulo H-rra td ftxnxcf no designa un orden de sucesin en un catlogo (Moraux observa al respecto que, en la lista primitiva, reconstruida por l, la Metafsica no va despus de las obras fsicas, sino de las obras matemticas), y responde, aun cuando haya nacido y obre todo si lo ha hecho dentro del crculo de los sucesores inmediatos de Aristteles, a una in tendn doctrinal.

  • ello dqaban de estar mejor informados que nosotros acerca de las tradiciones vinculadas con aqul. Dicha interpretacin es, ciertamente, de dos clases, segn el sentido que se le d a la preposicin |irccL

    De acuerdo con el primer tipo de interpretacin, que podramos llamar platonizante, la preposicin (Uta significara un orden jerrquico en el objeto; la metafsica es la ciencia que tiene por objeto k> que est ms all de la naturaleza: thep ^oiv o Ezxsiva ?

  • como una simple relacin de separacin (xapd); pero la idea de primaca est ya claramente indicada en la expresin misma de filosofa primera: si la filosofa del ser separado e inmvil es primera, sin duda ello no se debe slo a su lugar en el orden del conocimiento, tino a la dignidad ontolgica de su objeto. Primada es tambin sinnimo de eminencia: La ciencia ms eminente (tijuooxdnrj) debe referirse al gnero ms eminente *, gnero que es el principio (px) de todo lo dems: de esta suerte, la ciencia primera, denda del principio, conocer a fortiori aquello de lo que el prindpio es prindpio, y ser as universal por ser primera . Nada haba en estas tesis que un espritu de formacin platnica no pudiera asimilar a su propia doctrina: por tanto, una interpretacin platonizante era tan poco arbitraria que hallaba justificacin en ciertos textos del mismo Aristteles; esa interpretaan, adems, suministraba un medio para conciliar el meta de metafsica con la primaca atribuida por Ajistteles a la denda del ser inmvil y separado.

    Sin embargo, no fue sa la interpretadn ms frecuente entre los primeros comentaristas, quienes, atenindose al sentido obvio de meta, vieron en l la indicadn de una reladn cronolgica: la metafsica se llama as porque viene despus de la fsica en el orden del saber. La preposicin meta no significara ya un orden jerrquico en el objeto, sino un orden de sucesin en el conocimiento. Son stos los pasajes que han sido interpretados generalmente como traidores al origen accidental del ttulo Metafsica, al tratar torpemente de justificarlo J7. Pero basta traer a coladn los textos de los comentaristas para darse asenta de que dicha justificadn y el orden mismo al que ella se refiere estn lejos de ser arbitrarios. La primera mendn de esta interpretacin se encuentra en Alejandro de Afrodisia, segn el cual la sabidura o teologa habra sido denominado tras la fsica en virtud de que viene despus de ella en el orden para nosotros xdtt. . . xpc Tjjidc) *. Como observa M. H. Reiner, una r t ' i ; xp; Tjidc es algo distinto, pese a todo, del orden puramente extrnseco de un catlogo *. Igualmente, si Asdepio atribuye el ttulo Metafsica a considcradones de orden (fca *riv *, ofrece una justificadn filosfica de ese orden: Aristteles ha tratado primero ilc las cosas fsicas, pues si stas son posteriores por naturaleza (t{ ?p3et) no es menos derto que son anteriores para nosotros (rjiv) 41. As pues, esta interpretadn de la rbrica Metafsica es

    * Met., E, 1, 1026 21. Met., E, 1, 1026 e 30.17 As Z eller, pp. 80 ss. In Met., B, prindpio, 171, 5-7 Haydudc.39 H. R ein e* , be. rt., p. 215.40 In Met., Ptoem., 3, 28-30 Hayduck. Ibid., 8-13, 19-22.

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  • puesta en relacin sistemticamente por parte de los comentaristas con la distincin autnticamente aristotlica entre la anterioridad en s, o por naturaleza, y la anterioridad para nosotros G: el objeto de la denda considerada es anterior en s al de la fsica, pero le es posterior en cuanto a nosotros, lo que justifica a un tiempo eJ ttulo de filosofa primera y el de metafsica.

    Sea cual fuere el sistema de interpretadn adoptado, parece que los comentaristas pusieron su empeo en justificar, conrilindok, los dos ttulos que haban llegado hasta ellos. No parecen haber puesto en duda que la metafsica designase la filosofa primera41 y tuviese por objeto el ser en cuanto ser, que por lo dems ellos asimilaban al ser divino *. Pero ni los comentaristas ni los modernos exge- tas parecen haberse preguntado por qu razn los primeros editores de la Metafsica tuvieron que inventar esta rbrica, si ya Aristteles les proporcionaba una. Los comentaristas, es derto, resolvan el problema atribuyendo las dos rbricas al propio Aristteles: no pudien- do tildarlo de inconsecuenda, venan forzados a considerar como sinnimas las dos expresiones, metafsica y filosofa primera. Pero si se admite que, de esos dos ttulos, slo d segundo es propiamente aristotlico, entonces hay que plantearse no slo cul es la significacin del primero, sino a qu necesidades pretenda responder su in- vendn.

    Lo que ya no es posible poner en duda es que, en d origen del ttulo Metafsica, hubo una dificultad referida a la comprensin de los escritos catalogados en el Corpus arislotelicum 45. Que los editores se desconcertasen ante el contenido de una denda filosfica que no entraba en los marcos tradidonales de la filosofa; que se inclinasen entonces a designar lo dcsconoddo por respecto a lo conod- do, y la filosofa primera por respecto a la fsica: tales razones pueden explicar la letra misma del ttulo Metafsica, pero no la oportunidad de su uso. Pues la soludn ms fcil habra sido reproducir, en ltimo caso sin entenderla, una denominadn usada como ttulo por el propio Aristtdes: en un pasaje dd De motu animalium *, obra cuya autenticidad no se discute boy, remite a un tratado Sobre la filoso

    41 Cfr. Introduccin, cap. II.o Cfr. Alejandro de A f io d k l a : . . . I* sabidura o teologa, que l

    (se. Aristteles') llama tambin metafsica (in Met., B, principio, 171, 5Hayduck); A s c ie p io : La obra lleva por titulo Metafsica porque Aristteles,despus de haber tratado primero de las cosas fsicas, trata luego en estadisciplina de las cosas divinas (in Met., 1, 19), etc.

  • fa primera (xa tpt TfJ; xprqc
  • en el libro: hay tantas partes de la filosofa como esencias hay ", aadiendo: As pues, es necesaria que haya, entre estas partes (nip7j) de la filosofa, una filosofa primera y una filosofa segunda; sucede en efecto que el ser y lo uno se dividen inmediatamente en gneros, y por d io las ciendas se correspondern a esos diversos gneros; le pasa al filsofo lo mismo que al que llaman matemtico, pues las matemticas tambin conllevan partes: hay una ciencia primera, una denda segunda, y otras ciencias que vienen a continuadn en este campo. As pues, la filosofa primera es a la filosofa en general como la aritmtica es a la matemtica en general31: siendo parte de una denda ms general, se refiere a una parte del objeto de sta, pues, segn un prindpio a menudo afirmado por Aristteles, a un gnero diferente corresponde una ciencia diferente B, y a una parte del gnero corresponde una parte de la dencia.

    Pues bien: qu sucede con la denda del ser en cuanto ser? Al prindpio del libro T, se la opone predsamente a las dendas llamadas particulares (xmv v jiipei Xrp>'jLvv): Pues ninguna de esas dendas considera en general el ser en cuanto ser, sino que, recortando aerta parte (pfoc ti) de ste, estudia sus propiedades *. Algunos autores han credo ver una contradiccin entre este texto y la defindn, ms arriba atada, de la filosofa en general, hasta el punto de que han pensado que debe diminarse este ltimo pasaje como extrao a la doctrina dd libro M. Pero la contradicdn slo existe si pretendemos asimilar la filosofa primera y la denda dd ser en cuanto ser, pues entonces vemos definida una misma denda, respectivamente, como dencia universal y como denda de un gnero particular dd ser. En realidad, si nos atenemos al texto de Aristtdes, la relaan entre los dos trminos est aqu perfectamente clara: lejos de confundirse con ella, la filosofa primera aparece como una parte de la ciencia del ser en cuanto ser.

    Esta relaan de parte a todo se halla confirmada por la clasificacin aristotlica de las dendas teorticas, donde vemos que la filosofa primera, ahora definida como teologa, se yuxtapone, en el seno de la filosofa en general, a una filosofa segunda, que es la fsica, ocupando las matemticas parece no d tercer puesto, sino una posidn intermedia9 . A cada una de esas dendas se le asigna un

    r. 2, 1004 a 2.* Segn A lex . (298, 24-38 HaydudO, la matemtica primera aera la

    n lini/iif i ; la nwiwni rif uyim b, la geometra plana; laa iMfm ftirai posteriores, h geometra de loa atido; la autonoma, etc.

    * Cfr. T, 2, 1003 b 19.a T, 1, 1003 a 22 as. As C o l u , * 1004 e 2-9.* Dicha triparticin ae har clsica, mezclada a morado, por lo dems,

    con el esquema estoioo, slo desde la poca imperial, y por lo tanto despus de la edicin de Andrnico. Cfr. A lbino , Didasc., 3, p. 153, Henn.. quien

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  • gnero particular del ser: a la fsica el de los seres separados *, pero mviles; a la matemtica el de los seres inmviles, pero no separados; v i li teologa, expresamente asimilada aqu a la filosofa primera , el gnero de los seres separados e inmviles: llamamos a esta denda teologa precisa Aristteles poroue no hay duda de que, si lo divino est presente en alguna pane, lo est en esta naturaleza inmvil y separada. *. Y si a la teologa se la llama filosofa primera, es porque la denda ms eminente (Tt|iiTdTTjv) debe tener por objeto el gnero ms eminente (t Tt|it
  • del ser en cuanto ser: al principio del libro E, Aristteles opone de nuevo, a una ciencia que ciertamente sigue innominada, aquellas otras ciencias que, concentrando sus esfuerzos en un objeto determinado, en un gnero determinado, se ocupan de tal objeto, y no del ser tomado en trminos absolutos, ni en cuanto ser*: ciencias que ignoran su propio fundamento, puesto que, al demostrar los atributos de una esencia, pero no esa esencia misma, deben admitirla en el punto de partida como una simple hiptesis. Instalada en la esenda de lo divino, cuya existencia presupone, la teologa o filosofa primera no parece escapar a la condicin de las ciencias particulares41; tambin ella parece sometida a la jurisdiccin de una ciencia ms alta, que sera a la filosofa primera lo que la matemtica en general es a la matemtica primera.

    Esta interpretacin de la filosofa primera como teologa parece confirmada por todos aquellos pasajes en que Aristteles emplea la expresin (^Xooo i^a xpcbn). Incluso all donde no es asimilada expresamente a la teologa, se la opone a la fsica entendida como filosofa segunda61 mientras que la dencia del ser en cuanto ser es definida siempre (no por oposidn a la fsica, sino a las dendas particulares en cuanto tales). En las obras de fsica, la filosofa primera es descrita por lo regular como denda de la forma, mientras que la fsica slo estudia formas ligadas a la materia; pero la forma en estado puro, es decir separadas en los dos sentidos de esta palabra, slo existe en el campo de las cosas divinas, y es la existenda de un campo tal la que fundamenta la posibilidad de una filosofa distinta de la filosofa de la naturaleza: si lo divino no existiera, la fsica agotara la filoso- fia a, o, al menos, ella sera la merecedora del nombre de filosofa primera **. La lucha por la primaca45 se entabla, pues, entre la fsica y la teologa, mientras que la denda del ser en cuanto ser no parece

    * E, 1, 1025 * 8.61 La tradidn eclctica, reasumiendo d esquema aristotlico, do se equi

    vocar. As Albino presenta la ciencia teolgica como 0oX7av pipoc (-rije fiXtotaio; (op d t , ibid )

    As, Met., 3, 1005 b 1; FU.. I, 9. 192 a 36; II, 2, 194 b 9 ss.; De anima, I, 1, 403 b 16 (d xpwtoc ftXoo?oc es opuesto a la vez al fsico y al matemtico). La expresin filosofa segunda designa frecuentemente a la fsica: Met., Z, 11, 1037 a 15; Part. animal., II, 7, 653 9; De longitudme et breviUte vil tu, 1, 464 b 33.

    Cfr. Part. animal., I, 1, 641 a 36. Met., E, 1, 1026 a 27. Cfr. T, 3, 1005 a 31 ss.15 Pensamos en la competicin instituida por P latn en el Filebo entre

    las distintas dendas, en orden a la constitucin de la vida buena. En esos pasajes, Plato

  • v r parte directa en el debate: si no existen esencias separadas de lo sensible, no hay teologa posible, y la primaca pasa a la fsica, mas no se ve que por ello deje de existir la ciencia del ser en cuanto ser, nun cuando su contenido tenga que verse afectado. Estudiar el ser en cuanto ser y no en cuanto nmeros, lneas o fuego 44 sigue siendo (wsble, al margen incluso de la existencia de lo divino. Por el contrario, queda claro que la filosofa primera presupone esa existencia. De este modo, la denda del ser en cuanto ser no une su suerte a la filosofa primera. Pues no slo se accede a una y otra por vas diferentes, sino que adems, una vez definido su objeto, sus destinos permanecen independientes.

    La filosofa primera no es, pues, la ciencia del ser en cuanto ser, y as es la teologa. De hecho, en los dos pasajes del Corpus aristotlico en que la expresin filosofa primera es usada a ttulo de re fe- renda, difcilmente puede extenderse que remita a otra cosa que no sea la exposicin, propiamente teolgica, del libro, donde se eludda la esenda del Primer Motor. En el tratado Del dlo, tras haber demostrado Aristteles la uniadad del dlo mediante argumentos fsicos, aade que podra alcanzarse el mismo resultado mediante argumentos sacados de la filosofa primera (dtd Tcbv x r je xp>tT]C

  • das para designar la dencia del ser en cuanto ser. Tambin aqu se trata de oponer la ciencia primordial a esas otras ciencias segundas que son las matemticas y la fsica; pero lo que las distingue no es ya la delimitacin de sus dominios respectivos dentro del campo universal del ser: fsica y matemticas son consideradas, desde luego, como partes de la filosofa (n-pT) t)
  • sin filosofa primera no se encuentra en el primero de esos libros, es aplicada de un modo constante, en los otros dos, a la teologa. Cmo explicar que, en este punto capital, el libro K se halle en absoluto desacuerdo con escritos de los que l no sera ms que un resumen o un esbozo? 76. No ser mejor atribuir la denominacin de la ciencia del ser en cuanto ser como filosofa primera a un discpulo inhbil, que hubiera interpretado apresuradamente ciertos textos sin duda sutiles del libro E, donde las dos ciencias, sin perjuicio de su distincin, son presentadas como coincidentes? 77. Obsrvese por otra parte que el captulo 7 del libro K, al volver sobre la clasificacin de las ciencias teorticas del libro E, no usa ya la expresin filosofa primera para designar a la teologa: tras haber definido, unas lneas ms arriba, la filosofa primera como ciencia del ser en cuanto ser, le resultaba difcil al hipottico autor identificarla con la ciencia de un gnero determinado del ser, aunque dicho ser fuese el divino.Y con todo parece que el autor en cuestin se reserva en cierto modo una posible salida al asimilar subrepticiamente el ser ett cuanto ser al ser separado, es decir divino: Pues existe una ciencia del ser en cuanto ser y en cuanto separado ( to v io ; ov xa i ycoptoTov), debemos examinar si hay que admitir que esa ciencia es la fsica misma, o bien es diferente78. Dicha asimilacin del ser en cuanto

    76 El Ps.-AIej. ve en el libro K un Tesumen de los libros B, T y E. B o n i t z y W. J a e g e r {Aristteles, pp. 216-22) lo ven, al contrario, como un esbozo anterior a dichos libros. La razn que da Jaeger es la resonancia relativamente platnica, segn l, del libro K; nos parece, al contrario, que la identificacin de la filosofa primera con la ciencia del ser en cuanto ser manifiesta una evolucin radical por respecto al platonismo, e incluso por respecto a la definicin teolgica de la filosofa primera: evolucin tan radical que nos resulta difcil atribuirla al propio Aristteles.

    77 La teologa o filosofa primera, aun siendo una parte de la filosofa en general, no deja de aspirar, como sta, a la universalidad: es universa1 porque es primera, y en este sentido si bien slo en l no es falso decir que se refiere tambin al ser en cuanto ser (E, 1, 1026 a 30-32). Sigue en pie el hecho de que, aun cuando la filosofa primera se confunda en el limite con la ciencia del ser en cuanto ser, es definida primero como teologa. Pues bien: en el libro K encontramos un modo de proceder exactamente inverso: en el pasaje paralelo al anterior, el autor se pregunta si la ciencia del ser en cuanto ser debe ser o no considerada como ciencia universal (7, 1064 b 6), cuestin que carece de sentido (o, mejor dicho, reclama una respuesta obviamente positiva) en la perspectiva aristotlica, segn la cual esa ciencia es definida precisamente por oposicin a las ciencias particulares; y el autor del libro K responde curiosamente: s, la ciencia del ser en cuanto ser es universal porque es la teologa, o sea, una dencia anterior a la fsica, y as es universal por su anterioridad misma* (ibid., 1064 b 13).

    78 K, 7, 1064 a 28. Es particularmente en este pasaje donde W. Jaeger ve un vestigio de platonismo. Mas parece poco verosmil que Aristteles haya concebido primero como idnticos el ser en cuanto ser y el ser separado, a reserva de disociarlos luego: d ser en cuanto ser y el ser sagrado son definidos por Aristteles por vas tan independientes entre s que su coincidencia,

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  • ser y el ser separado se har tradicional en los comentaristas, y, al permitir la identificacin de la ciencia del ser en cuanto ser con la filosofa primera, autorizar una interpretadn unitaria de la Meta- fsica, perpetuada hasta nuestros das. La buena fortuna de esta interpretadn no debe hacemos olvidar que se funda en un nico texto del Corpus aristotelicum, el cual, difcilmente conciliable con la mayor parte de los anlisis de Aristteles, pertenece a un pasaje por demis dudoso, y cuyo mismo carcter nico nos parece una prueba suplementaria de la inautentiddad del contexto7*.

    Induso si se admite que el libro K estuviera ya unido a los otros libros cuando a los editores se les ocurri dar un ttulo al conjunto , slo poda confirmar a sus ojos el uso de la expresin filosofa primera en el sentido de teologa: en l no se defina, en efecto, la filosofa primera como dencia del ser en cuanto ser sino slo en la medida en que el ser en cuanto ser se entendera como ser separado, o sea como ser divino. As pues, los editores se hallaban en presencia de un ttulo -el de Filosofa primera al cual los textos mismos de Aristteles (o conoados bajo su nombre) atribuan un sentido unvoco, y de un conjunto de escritos a los que dicho ttulo habra debido ajustarse normalmente. Ahora bien, qu encontraban en stos? Anlisis que, en su mayor parte, no se referan al ser divino, inmvil y separado, sino al ser mvil del mundo sublunar: en el libro A, una exposicin histrica relativa al descubrimiento de las causas del ser sujeto a cambio y ligado a la materia; en el libro a , una demostradn de la imposibilidad de remontarse al infinito en la serie causal; en el libro B, una colecdn de aporas cuya mayor parte ataen a la relaan de los seres y los prinapios corruptibles con los seres y prin- apios incorruptibles; en el libro I \ una justificaan dialctica del prindpio de contradicdn, entendido como prindpio comn a todas las dendas; en el libro A, un diedonario de trminos filosficos, la mayora de ellos relacionados con la fsica; en el libro E, una dasi- fkadn de las dencia y una distindn de los diferentes sentidos del ser; en los libros Z y H, una investigacin sobre la nnidad de la esencia de los seres sensibles; en el libro 0 , una elnadadn de los conceptos de acto y potencia, esencialmente en su conexin con el

    Icio* de mt natural, resalta milagrosa. La identificacin de ambos parece obra, pues, de un discpulo celoso, preocupado por umfhcar coa posterioridad la doctrina del maestro: as, la doctrina de los caps. 1-8 dd libro K es meaos d rastro de un Aristteles an platonizante que d anuncio de los comentarios neoplatnicos.

    19 Ni que decir tiene, sin embargo, que d pasaje K, 1-4, refleja en los dems pantos k doctrina de Aristtdes. Por dio no dejaremos de citarlo, salvo en la referente a la doctrina en litigio.

    * Y ya hemos visto (p. 33, n. 27) que haba motivos para dudar de dio, si es derto que la primitiva Metafsica en 10 libros, testimoniada por d catlogo dd Annimo, no contenta d libro K.

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  • movimiento; en el libro I, un anlisis de la nocin de unidad; en el libro K, un resumen de los libros B, I \ E, y, en su 2.a porte, una compilacin de la Fsica; en la primera parte del libro A (caps. 1-5), una nueva investigacin sobre las diferentes clases de esencias y sobre los principios comunes a todos los seres; por ltimo, en los libros M y N, un examen crtico consagrado especialmente a la teora platnica de los nmeros. Si exceptuamos algunas alusiones a la teologa, ms bien programticas, al principio del A, y la mencin que de ella se hace a propsito de la clasificacin de las ciencias en los libros E y K n, slo la 2* parte del libro A, en toda la Metafsica, est consagrada a las cuestiones teolgicas, bajo la forma de una ex- pliatadn de la esencia del Primer Motor (cuya necesidad se demuestra ms ampliamente en d libro V III de la Fsica). De hecho, las referencias que Aristteles hace a la Filosofa primera remiten a esos desarrollos del libro A. Ahora se comprender por qu los editores, cualesquiera que fuesen, renunaaron a hacer extensivo dicho ttulo al conjunto de los escritos que la tradidn les transmita Si la filosofa primera es la teologa (y tal era, sin duda, d pensamiento de Aristteles) cmo atribuir a la filosofa pri