asiria y babilonia

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Asiria y Babilonia El origen de Babilonia se ubica hacia el año 3000 a.C., en un asentamiento de edificaciones de barro establecido en las riberas del Éufrates. En el 2200 a.C. los amonitas, agrupación semita, se apoderó del poblado e inició un lento proceso de acomodamiento social destinado a engrandecerlo. Cuatro siglos más tarde, con el advenimiento al trono babilónico de Hammurabi, este imperio empezó a dominar a todos los países que se encontraban a su alrededor. Hecho importante en el reinado de Hammurabi es la aparición de la primera colección completa de leyes que, se talló en una roca negra, la diorita. El pilar que contiene los dogmas del famoso código de Hammurabi tiene cerca de tres metros de altura, y en su encabezamiento aparece una representación del dios Sol otorgando las leyes al rey. Los arqueólogos han logrado rescatar una colección de 35 cartas del emperador babilónico, escritas sobre tablillas de arcilla; con estas esquelas se ha podido desenmarañar en buena parte la vida cotidiana de Babilonia, así como el hecho de que las mujeres trabajaban con bastantes libertades, por jornales, a la par de los hombres. Lo que más se recuerda en torno a Hammurabi y a sus leyes es el principio del “ojo por ojo, diente por diente”, con el cual era castigada la mayoría de los delitos e incluso los accidentes (cuando una pared caía sobre un niño y éste fallecía, el hijo del dueño del inmueble era condenado a muerte). La educación Los niños de Babilonia asistían a la escuela para aprender el manejo de los caracteres cuneiformes, que en total sumaban 350. El maestro citaba constantemente un conocido proverbio del imperio “Quien más se destaque por la escritura brillará como el Sol”. También era importante en la educación el manejo del caballo, que, era importado desde las montañas, a través de la tribu de los kasitas, quienes a su vez lo recibían de Oriente. En Babilonia, el caballo fue introducido a la civilización, convirtiéndose en una decisiva arma a su favor cuando de guerrear se trataba. El imperio babilónico estuvo dividido en cuatro estratos o niveles sociales. En la cabeza de esta jerarquización estaban los sacerdotes o magos, encargados del culto, la agricultura y la enseñanza; seguían los guerreros y militares, responsables de la defensa del país; luego, los agricultores; y, en el último nivel, los artesanos, un poco más arriba de los esclavos. La primera muerte de Babilonia Los territorios gobernados por Hammurabi comprendían toda Sumeria, unida a la parte del norte, donde estaban Akkad y Babilonia, la capital del imperio. Todos los pueblos de estos países se habían fundido bajo el dominio de los amonitas, organizando un complejo y productivo núcleo social. Los kasitas, en sus continuas incursiones comerciales a las ciudades del reino, se dieron cuenta de

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Asiria y Babilonia

El origen de Babilonia se ubica hacia el año 3000 a.C., en un asentamiento de edificaciones de barro establecido en las riberas del Éufrates.En el 2200 a.C. los amonitas, agrupación semita, se apoderó del poblado e inició un lento proceso de acomodamiento social destinado a engrandecerlo. Cuatro siglos más tarde, con el advenimiento al trono babilónico de Hammurabi, este imperio empezó a dominar a todos los países que se encontraban a su alrededor.Hecho importante en el reinado de Hammurabi es la aparición de la primera colección completa de leyes que, se talló en una roca negra, la diorita. El pilar que contiene los dogmas del famoso código de Hammurabi tiene cerca de tres metros de altura, y en su encabezamiento aparece una representación del dios Sol otorgando las leyes al rey.Los arqueólogos han logrado rescatar una colección de 35 cartas del emperador babilónico, escritas sobre tablillas de arcilla; con estas esquelas se ha podido desenmarañar en buena parte la vida cotidiana de Babilonia, así como el hecho de que las mujeres trabajaban con bastantes libertades, por jornales, a la par de los hombres. Lo que más se recuerda en torno a Hammurabi y a sus leyes es el principio del “ojo por ojo, diente por diente”, con el cual era castigada la mayoría de los delitos e incluso los accidentes (cuando una pared caía sobre un niño y éste fallecía, el hijo del dueño del inmueble era condenado a muerte).

La educaciónLos niños de Babilonia asistían a la escuela para aprender el manejo de los caracteres cuneiformes, que en total sumaban 350.El maestro citaba constantemente un conocido proverbio del imperio “Quien más se destaque por la escritura brillará como el Sol”. También era importante en la educación el manejo del caballo, que, era importado desde las montañas, a través de la tribu de los kasitas, quienes a su vez lo recibían de Oriente. En Babilonia, el caballo fue introducido a la civilización, convirtiéndose en una decisiva arma a su favor cuando de guerrear se trataba.El imperio babilónico estuvo dividido en cuatro estratos o niveles sociales. En la cabeza de esta jerarquización estaban los sacerdotes o magos, encargados del culto, la agricultura y la enseñanza; seguían los guerreros y militares, responsables de la defensa del país; luego, los agricultores; y, en el último nivel, los artesanos, un poco más arriba de los esclavos.

La primera muerte de Babilonia

Los territorios gobernados por Hammurabi comprendían toda Sumeria, unida a la parte del norte, donde estaban Akkad y Babilonia, la capital del imperio. Todos los pueblos de estos países se habían fundido bajo el dominio de los amonitas, organizando un complejo y productivo núcleo social. Los kasitas, en sus continuas incursiones comerciales a las ciudades del reino, se dieron cuenta de la prosperidad que reinaba en él y emprendieron su conquista. Poco después que Hammurabi muriera, ellos se instalaron en el gobierno. Con las dinastías kasitas comenzó la decadencia de Babilonia. Ellos no se preocuparon por mantener la irrigación de los canales ni por fortificar y hacer cumplir las leyes; los habitantes del imperio fueron dejando de lado sus ansias de grandeza, y su país pasó a un segundo plano mientras a su lado, al noroeste, junto al Tigris, los asirios continuaban con su proceso de evolución.

De agricultores a guerreros

Hacia el año 2200 antes de la era cristiana, los asirios vivían en el pueblo de Assur, un pequeño poblado sin riquezas ni poder cuya extensión no excedía un kilómetro cuadrado.tanto asirios como babilonios eran semitas y a que empleaban idiomas y escrituras similares y hasta el mismo calendario, no mantenían buenas relaciones. Casi siempre estaban en conflicto y en algunas oportunidades los asirios tuvieron que permanecer sometidos al poder de Babilonia. Los salvajes hititas de

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las montañas mediterráneas atacaban a Assur, invadiendo sus plantíos y subyugando a sus hombres y mujeres hasta cuando los babilonios llegaban para expulsarlos.Empezaron a dictarse cursos militares a los más jóvenes muchachos, y el ejército pasó a ser parte fundamental de la estructura de Assur. Las picas y arados fueron cambiados por catapultas y arcos, y se cambió el sacrificio de ovejas y cabras por seres humanos. Los asirios sufrieron durante siglos el embate de los invasores, pero en el 1300 a.C. los pacíficos labriegos se habían transformado en temibles guerreros. La primera tarea de los guerreros de Assur fue la erradicación de los hititas del valle del Éufrates. En el 910 a.C., Babilonia fue conquistada por sus huestes. Asiria fue entonces el mayor pueblo de la historia humana. Sus generales construían inmensos aparatos que empleaban para derribar las murallas de las ciudades que esperaban someter.

El esplendor y la decadencia de AsiriaUn par de siglos transcurrieron antes que Asiria dominara la totalidad de los vastos territorios constitutivos del imperio. Pero, cuando en el 733 a.C. Damasco cayó en su poder, no hubo ningún obstáculo que pudiera detener el impulso de los guerreros de la vieja Assur.hacia el año 819 antes de Cristo, reinó Asurnasirpal III, quien se encargó de elevar el nivel arquitectónico de las ciudades y contribuyó al encumbramiento de la nación. Asurnasirpal III fue sucedido por Salmanasar II, reconocido por las victorias de Damasco, Sidón e Israel; siguió a éste Teglatfalasar III, conquistador de Siria y Armenia; luego fue rey Salmanasar IV, separado del trono por el usurpador Sargón II, quien tomó el nombre del antiguo soberano de Akkad. Sargón II derrotó a Sabacón, faraón de Egipto, y conquistó a Fenicia, Tiro y Chipre; además, recobró a Babilonia, que había caído en manos de los caldeos.Senaquerib, hijo del usurpador, tomó el poder y ante un intento de rebelión en Babilonia destruyó la ciudad y acabó con la totalidad de sus habitantes.En 681 a.C., este monarca fue asesinado por dos de sus hijos, uno de los cuales, Asaradón, asumió el comando del país. Asaradón guerreó triunfalmente contra Arabia y Egipto, adelantando también la reconstrucción de las espléndidas edificaciones de Nínive, capital del imperio, y de Babilonia. En el 669 a.C., Asurbanipal sustituye a su padre en la cúpula monárquica de Asiria, comenzando de inmediato su campaña dominadora, que alcanzó a Tebas, Elam y Susa; además, mostró un gran interés por las artes y las ciencias. Nabopolasar, gobernador de los babilonios y aclamado por ellos como rey, se encargó de dar el golpe final que se había venido fraguando durante dos períodos monárquicos, luego de la muerte de Asurbanipal. Nínive fue destruida, y en el 612 antes de nuestra era los asirios vieron su fin.

El último imperio babilónico

Caldea, ciudad a orillas del golfo Pérsico y sin fronteras definidas, fue avanzando a partir de sus gentes y mezclándolas con los pueblos que la limitaban. Al parecer este pueblo no estaba conformado por una raza pura, pues en el comienzo de su formación habitaban en Caldea grupos semitas, tamitas, arios y turáneos, que se disputaban el dominio de la región. Esta fusión de etnias fue infiltrándose en las civilizaciones asiria y babilónica, aprovechando sus habilidades artísticas y conocimientos científicos, al punto de llegar a formar parte de los entes gubernamentales de los dos imperios citados. Su manejo de las cuestiones adivinatorias y de los horóscopos los llevaron rápidamente a la clase sacerdotal, y así a la dirigencia de las ciudades. Durante mucho tiempo permanecieron callados y sin mayores aspiraciones, asimilaron el lenguaje y la cultura de sus anfitriones, pero sin olvidar los suyos, que sólo eran empleados en privado.Cuando en el 625 a.C. Nabopolasar llegó al poder de Babilonia, llegó también el momento de los caldeos, quienes, unidos con los medas, destruyeron a Asiria y fundaron el imperio neobabilónico, que duró desde el 612 hasta el 537 antes de la era cristiana, dominando parcialmente a Fenicia, Siria y Palestina.

La nueva Babilonia contempla el pasado

Los caldeos admiraban la grandeza de la extinta Babilonia. Cuando se constituyeron como gobernantes de Mesopotamia la eligieron de nuevo como capital. La mayoría de las construcciones de la ciudad fueron ideadas por Nabucodonosor, quien estuvo en el trono de Caldea desde el 604 hasta el 561 a.C.,

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extendiendo las murallas babilónicas por cerca de 80 kilómetros.Algunos de los edificios tenían cuatro y cinco pisos, y la mayor puerta de la ciudad, la de la diosa Ishtar, sobresalía sobre las demás gracias a su descomunal tamaño, así como a las esculturas en bajorrelieve que adornaban las paredes. No obstante, los monumentos más imponentes de la ciudad eran el templo de Marduk —dios de la guerra— y el palacio de Nabucodonosor en cuyas cumbres se podían apreciar los famosos Jardines Colgantes de Babilonia, una de las Siete Maravillas del mundo antiguo. Los caldeos buscaban sin cesar el pasado brillante de la vieja Babilonia y sus costumbres, que eran imitadas por sus nuevos pobladores; los sacerdotes y escribas se ataviaban a la usanza de muchos siglos atrás. Era constante la excavación de viejas estructuras cubiertas por el tiempo, todo ello con el fin de encontrar esas tablillas de arcilla cuyas enseñanzas se adaptaban ahora a su momento histórico. Nabucodonosor batalló reciamente con los fenicios y los judíos, saqueando dos veces a Jerusalén, cerrando la salida a los pobladores de Tiro y venciendo al faraón egipcio Amasis II.

Caída de los caldeos

Siguieron a Nabucodonosor en el reinado de la nueva Babilonia su hijo Evilmerodac; Neriglisar, quien asesinó al anterior y murió en los comienzos de la guerra contra los persas; el tirano Labashi-Marduk y, por último, Nabónido. Los caldeos se abastecieron comercialmente de muchos pueblos como la India, Ceilán, Arabia y las islas costeras del golfo Pérsico. Trabajaron las telas, obteniendo varios tipos de tejidos y alfombras, al tiempo que se volvían hábiles en la talla de piedras preciosas.Nada pudo hacer Nabónido cuando los comandados por Ciro marcharon sobre la capital de su imperio en el 538 a.C. y los sacerdotes traicionaron a la ciudad abriendo sus puertas y entregándola a los invasores.Es importante anotar que los caldeos eran bastante más cultos que los babilonios antiguos, estudiaban los cuerpos celestes, sabían las fechas en las que se presentarían los eclipses y conocían los cinco planetas más cercanos a la Tierra; además, dividieron al círculo en los 360 grados que aún se manejan. Todas estas enseñanzas pasaron con el tiempo a manos de los griegos, y así a las de Occidente.

Anatolia y sus habitantes

Los hititas

La península de Anatolia es conocida como Asia Menor los pobladores de este territorio eran armenoides, pero las continuas incursiones de invasores extranjeros los mezclaron con los del Mediterráneo.Los primeros habitantes de Anatolia fueron los hititas, quienes recibieron este nombre de la ciudad que les servía como núcleo, Hattu; hablaban un idioma indoeuropeo denominado nesio, por proceder de Nesa, y eran gobernados en conjunto por un solo personaje del mismo origen de su lengua, el que operaba como sacerdote y legislador. Su religión tuvo como deidades a Arina, o diosa solar, y a Tarjunt, o dios del trueno.en la segunda mitad del siglo XVIII a.C., Anitta de Kushahara consigue la primera unificación del imperio por un período corto. Cien años después, Labarnas I, quien se autoproclamaba como reencarnación de Anitta, domina toda la Anatolia central y funda un reino con capital en Khattusha, por lo que se hace llamar desde entonces Khattushili. Su sucesor, Mursil I, azotó a Siria y a Babilonia en el 1550 antes de nuestra era pero, al regresar a su patria fue asesinado, poniendo fin a la I dinastía. Desde entonces los hititas fueron gobernados por una serie de pequeños monarcas sin mayor importancia Jantilis, Zidantas, Ammunas y Juzzías. Luego llegó al trono Telenino, quien se encargó de levantar nuevamente el imperio, impidiendo la invasión de los hurritas; también fue este rey el encargado de promulgar las primeras leyes hititas, entre las que se contaba la de sucesión monárquica, con lo que estabilizó el gobierno de esa nación.

El poderío de los habitantes de Asia Menor

El verdadero imperio hitita empezó a gestarse cuando Tudjaliyas II fundó en el 1450 a.C. una nueva dinastía

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encaminada a organizar los diferentes aspectos del reino. Pese a ello, en los períodos de mandato de los monarcas que lo siguieron, es decir, Khattushili II, Tudjaliyas III y Arnuwandas I, el Estado tuvo que afrontar los serios peligros causados por los intentos de invasión de los países aledaños.Mitanni por el este, los kashka por el norte y Arzawa por el oeste, arremetieron en varias ocasiones contra los hititas, en un largo período de conflictos que sólo vio su fin a partir de la llegada al trono de un guerrero nato, Shubiluliuma.Este rey reedificó a la capital, Khattusha, fortificando sus extramuros reestructuró el orden regional y se dirigió a Siria. El primer encuentro con Tuishrata de Mitanni resultó desastroso pero, posteriormente, aliándose con algunos enemigos del soberano mitannita pudo vencerlo y apoderarse de su capital, Washukani. Tiempo después la peste atacó a Shubiluliuma y lo llevó a la muerte. Lo mismo sucedería con su hijo Arnuwandas. En el 1346 antes de nuestro tiempo, Mursil II asume el trono hitita.Muwatali, hijo del anterior, asumió el comando de la nación en el 1315 a.C.,poseedor de uno de los más grandes imperios de la época, que se dio el lujo de conservar el dominio sobre la Siria septentrional luego de batallar por ella con el faraón Ramsés II. El heredero real era el hijo de Muwatali pero, ante la debilidad que mostró en los primeros seis años de su gobierno, fue depuesto por el hermano del rey muerto, Khattushili III, en el 1289 a.C.A partir del 1260 a.C. se puede empezar a contar el período de decadencia hitita. Las ciudades alejadas de la capital comenzaron a levantarse en contra de los monarcas, por lo que éstos, Tudjaliyas IV, Arnuwandas III y Shubiluliuma II, se vieron en la obligación de desplazarse a oriente y occidente para tratar se aplacar los ánimos.Algunas ciudades como Kummuk, Gurgum, Unkim, Melid y Alepo siguieron su evolución en la última era hitita, pero en el siglo X a.C. pasaron a ser arameas.

Los frigios y los lidios

Este pueblo llegó a la parte central de Anatolia con las grandes migraciones egeas a comienzos del siglo XII antes de nuestra era. La lengua que manejaban era de origen indoeuropeo y sus casas estaban construidas como pequeños túmulos sobre la tierra, habiendo establecido el mayor agrupamiento de éstas en Gordium, capital de su reino.La religión de los frigios estaba basada en el sexo. Su mayor deidad era Cíbeles, a quien se rendía culto a través de sesiones orgiásticas en las que los sacerdotes eran eunucos. Este dios, así como su método de alabanza, fue introducido varios siglos más tarde a la cultura romana con el nombre de Attis. El reino frigio se organiza como tal un milenio antes del nacimiento de Cristo. Su secuencia monárquica es desconocida, así como sus costumbres sociales. El único soberano del que han quedado datos es Midas, quien gobernó hacia el 715 a.C. Dos décadas después la invasión cimeria acabó con la mayor parte del país, y sólo algunos vestigios de él pudieron permanecer vivos hasta el tiempo de Ciro.Otro pueblo que se estableció en las montañas y praderas de Anatolia fue el lidio, que en el 680 a.C. encuentra en Gides al fundador de la dinastía de los mirmidones, sin duda la más importante, si no la única, de su historia. Gides, unido a Asurbanipal de Asiria, sorteó victorioso el ataque cimerio y, no contento con esto, partió en busca de la conquista de la ciudades griegas de la costa. En esa tarea también se empeñaron sus sucesores, Ardys, Sardyates, Alyates y Creso, logrando apoderarse de todas ellas, menos de Mileto, y de los territorios de Asia Menor, exceptuando a Licia. Tales fueron el empuje lidio y el poder alcanzado por sus monarcas, que de no haber sido por Ciro, quien derrotó a Creso en el 547 a.C., Lidia hubiera continuado su carrera de victoria por toda Asía y el Mediterráneo.

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