artículo de pablo marentes

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Agosto 22, 2015 EXHORTO Pablo Marentes Hace 87 años, el 1 de septiembre de 1928, Plutarco Elías Calles afirmaba en el Congreso Federal que la plena vigencia de los propósitos fundamentales relativos a la educación, el trabajo y el reparto agrario postulados en los artículos Tercero, 27 y 123, había propiciado a partir de 1924 el advenimiento “del período propiamente gubernamental de la Revolución Mexicana”. Al referirse al asesinato de Álvaro Obregón, advertía que “la desaparición del presidente electo” al mismo tiempo que “intensifica necesidades y problemas políticos y administrativos”, determinó que por primera vez en su historia se enfrentara México “con una situación en la que la nota dominante es la falta de “caudillos”, que debe permitirnos orientar definitivamente la política del país por rumbos de una verdadera vida institucional, procurando que pasemos de una vez por todas de la condición histórica de país de un hombre a la de una nación de instituciones y de leyes.” Calles señala que debía quedar eliminada “la posibilidad inmediata de que México continúe su vida tradicional de país a base de hombres necesarios”. Se refiere al inveterado propósito de ciertos grupos de ostentarse como indispensables, únicos, iluminados sin los cuales la historia del país cesaría. Después de ellos, ¡el diluvio! Poco se menciona el exhorto que hace Calle, en la parte final de sus reflexiones, a los miembros del Congreso, cuya misión “es la de guardián de la soberanía de la patria, de las instituciones y los gobiernos legítimos, unidos los mexicanos “por gobiernos institucionales con el respaldo de los grupos de trabajadores del campo y de la ciudad, de los intelectuales y de los grupos privilegiados de familias, aún de quienes puedan sentirse enemigos de los que crearon la Revolución. El paso de México de la condición de país de hombres únicos a la de pueblo de normas, “significará garantía de paz estable y seguridad cuando todas las

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EXHORTO. Agosto 22, 2015. Artículo de Pablo Marentes.

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Page 1: Artículo de Pablo Marentes

Agosto 22, 2015EXHORTO

Pablo Marentes

Hace 87 años, el 1 de septiembre de 1928, Plutarco Elías Calles afirmaba en el Congreso

Federal que la plena vigencia de los propósitos fundamentales relativos a la educación, el

trabajo y el reparto agrario postulados en los artículos Tercero, 27 y 123, había propiciado a

partir de 1924 el advenimiento “del período propiamente gubernamental de la Revolución

Mexicana”. Al referirse al asesinato de Álvaro Obregón, advertía que “la desaparición del

presidente electo” al mismo tiempo que “intensifica necesidades y problemas políticos y

administrativos”, determinó que por primera vez en su historia se enfrentara México “con

una situación en la que la nota dominante es la falta de “caudillos”, que debe permitirnos

orientar definitivamente la política del país por rumbos de una verdadera vida institucional,

procurando que pasemos de una vez por todas de la condición histórica de país de un

hombre a la de una nación de instituciones y de leyes.”

Calles señala que debía quedar eliminada “la posibilidad inmediata de que México continúe

su vida tradicional de país a base de hombres necesarios”. Se refiere al inveterado

propósito de ciertos grupos de ostentarse como indispensables, únicos, iluminados sin los

cuales la historia del país cesaría. Después de ellos, ¡el diluvio!

Poco se menciona el exhorto que hace Calle, en la parte final de sus reflexiones, a los

miembros del Congreso, cuya misión “es la de guardián de la soberanía de la patria, de las

instituciones y los gobiernos legítimos, unidos los mexicanos “por gobiernos institucionales

con el respaldo de los grupos de trabajadores del campo y de la ciudad, de los intelectuales

y de los grupos privilegiados de familias, aún de quienes puedan sentirse enemigos de los

que crearon la Revolución. El paso de México de la condición de país de hombres únicos a

la de pueblo de normas, “significará garantía de paz estable y seguridad cuando todas las

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fuerzas y las voluntades y los pensamientos de los distintos grupos del país, puedan hallar

no solo el respeto y la garantía de sus derechos y de sus intereses materiales legítimos, sino

que sepan y entiendan y palpen que sobre toda voluntad gubernamental, rigen en México

las instituciones y las leyes.” Estoy convencido que al señalar estos cambios en los

derroteros del país no pongo en peligro, sino que afirmo, los logros y propósitos de la

Revolución. Más peligroso resulta que continúen algunos métodos seguidos hasta hoy, por

la constante apelación a la fuerza y a la violencia, a la a la contienda en campos de lucha

fratricida. Más peligroso resulta ahora la intolerancia política y el dominio de un grupo

que, como conjunto humano, tiene el peligro de convertirse por sus pasiones o intereses, en

facción.” “La necesidad de adoptar estos nuevos derroteros resulta del análisis político y

sociológico del momento en que nos encontramos, análisis el cual es indispensable afirmar.

Y también es producto de la convicción de que la libertad efectiva del sufragio que traiga a

la representación nacional a grupos representativos de la reacción, hasta de la reacción

clerical, no debe alarmar a los revolucionarios genuinos.

Las proposiciones de cambios radicales las formula el llamado “Jefe Máximo”, el

supremo constituyente del “Maximato”. Sus proposiciones de cambio, permiten señalar

que su noción del quehacer político está muy alejado del manejo absoluto del aparato

represivo del estado. De sus palabras se deriva el concepto que tuvo de la política: el

propósito inquebrantable de redistribuir valores para la sociedad entera entendidos como

valores los objetos de las necesidades, actitudes, propósitos y deseos de la población. La

política no tiene como fin que los grupos que se denominan políticos se apoderen del

aparato represivo del estado. El quehacer político conduce a obtener el apoyo de los

ciudadanos para la constante redistribución de oportunidades vitales. Así lo concebía el

fundador PNR, el abuelo del PRI.