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38 BOLETÍN DE INFORMACIÓN TÉCNICA Nº 231 artesanía Palos, bastones Palos, bastones Palos, bastones Palos, bastones Palos, bastones y makilas y makilas y makilas y makilas y makilas ANTXON AGUIRRE SORONDO Introducción A los términos euskéricos MAKIL, MAKILA, y hasta nueve más, que designan el bastón y sus variantes, corresponden en castellano una no menos amplia del mismo elemento: apoyo, arrimo, báculo, bastón, bengala, cachava, cachavona, cayada, cayado, clava, croza, estaca, gancho, garrota, garrote, gayata, macana, palo, roten, tiento, vara... lo que da idea de la gran variedad de aplicaciones y la riqueza léxica acumulada. Se trata seguramente del más primitivo útil que ha conocido el género humano, como instrumento de defensa y ataque hasta su sublimación en los cetros y varas que acompañan a la investidura del poder. El símbolo Desde nuestros orígenes, la manipula- ción de palos y piedras condicionó la evolución del hombre, hasta entonces provisto de limitados recursos de defensa y ataque. Tan trascendente fue el papel jugado por estos útiles en el desarrollo de la especie que terminó por otorgárseles una significación simbólica. Los jefes de tribus y comuni- dades se diferenciaban por el tamaño y belleza de sus palos. Cetros y varas representan valores míticos en la organización social y religiosa desde la prehistoria hasta nuestros días (cetros reales, báculo papal, varas de alcalde y de justicia, cayados obispales, bastón de mando...). La prehistoria nos ha dejado una serie de bastones, decorados o no, llama- dos «bastones de mando» a pesar de que no esté demostrada su función original (para algunos intérpretes son simples broches para atar las pieles al cuerpo, trofeos de caza o instrumentos de hechicería, mientras que para otros su simbología evidencia autoridad). Sí se constata claramente, por contra, que eran elementos de gran importan- cia dentro de las comunidades paleolí- ticas. Se trata de una especie de puños de bastón fabricados con hueso de cuernos de reno o venado, con entre uno y cuatro agujeros, y grabados que representan escenas semejantes a las rupestres. Su datación abarca los periodos solutrense y magdaleniense. Los textos bíblicos están llenos de manifestaciones del poder de Dios mediante varas y bastones. En la memoria de todos está la vara de Moisés, por la que el pueblo judío reconocía el auxilio de Jehová a su causa: convertida en serpiente, devoró las varas de los magos falsarios (falsas varas para falsos poderes); transformó las aguas en sangre e hizo brotar agua fresca de la roca de Horeb; tras tocar el suelo y elevarla al aire, surgieron nubes de mosquitos, un terrible granizo y, finalmente, una plaga de langosta; al blandirla separó las aguas del mar Rojo. Y no sólo eso, pues cuando surgieron diferencias entre los hijos de Israel sobre el sacerdocio en la familia de los levitas, el Señor ordenó a Moisés reuniese trece varas de almendro (material del que se hacían los bastones y cetros en Palestina), una por cada tribu, escribiese el nombre de Aaron en la vara de la tribu de Leví, y las depositase en el Tabernáculo del testimonio. Al día siguiente, se encon- tró que la vara de Aaron había florecido, con lo que la elección divina para el sumo sacerdocio recayó en el hermano mayor de Moisés. De aquí que San José, en tanto que descen- diente de la tribu de Leví, porte siempre una vara o palo florido. No parece caber duda de que el báculo cristiano en sus tres modalida- des (papal, cardenalicio y obispal) hunde sus raíces en las primitivas tradiciones de la Iglesia. La cultura griega clásica heredó y extendió el mismo principio mítico al hacerlo atributo propio de Zeus - creado por el dios del fuego, Hefesto-, Afrodita y del dios de los infiernos, Hades. También los mensajeros y reyes de la época homérica se distinguían por una especie de cetro simbolizador de su misión. En la Roma antigua los sacerdotes augures portaban lituos, que a través de crozas y cayados obispales el cristianismo sincretizaría. En el periodo republicano se entregaba un cetro - aquí atributo de Júpiter- a los generales victoriosos, y más tarde, al hacerlo suyo emperadores y cónsules, recupe- raron su viejo sentido «divino» en detrimento del de realeza. Ya en el Bajo Imperio, por el envío de un cetro se reconocía la legitimidad de un rey bárbaro, hasta que los propios reyes bárbaros lo incorporaron a su boato. La iconografía cristiana, a semejanza de la mitología greco-romana, recurrió desde sus primeras manifestaciones al atributo del cetro (en el arte bizantino es propio de los ángeles, especialmen- te al acompañar al Señor) y del báculo (San Cristóbal porta al Niño en brazos y un árbol tierno de báculo, que por dos veces hizo florecer según cuenta su hagiografía, representándolo así como hombre sabio que empuña el árbol de la ciencia), y en las monarquías medie- vales cristianas los cetros reales se convierten en auténticas joyas de orfebrería, que aún hoy podemos contemplar en algunos museos del mundo. Algunos tratadistas afirman que las varas de justicia, tan arraigadas en la península, constituyen versiones más o menos modernizadas de fasces, virgas o lituos romanos. Incluso los médicos durante largo tiempo fueron investidos de su titularidad mediante la entrega de un bastón con borlas. El útil Cuando se piensa en útiles derivados del palo el primero que se nos ocurre es el bastón, que de hecho es el más común, pero no el único: existen varas para medir, muletas para andar, martillos o mazas para llamar, punteros para señalar, varas para dirigir el ganado, sin hablar de las incontables aplicaciones que el simple bastón ha recibido por mor del ingenio humano.

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38BOLETÍN DE INFORMACIÓN TÉCNICA Nº 231

artesaníaPalos, bastonesPalos, bastonesPalos, bastonesPalos, bastonesPalos, bastonesy makilasy makilasy makilasy makilasy makilasANTXON AGUIRRE SORONDO

IntroducciónA los términos euskéricos MAKIL,MAKILA, y hasta nueve más, quedesignan el bastón y sus variantes,corresponden en castellano una nomenos amplia del mismo elemento:apoyo, arrimo, báculo, bastón, bengala,cachava, cachavona, cayada, cayado,clava, croza, estaca, gancho, garrota,garrote, gayata, macana, palo, roten,tiento, vara... lo que da idea de la granvariedad de aplicaciones y la riquezaléxica acumulada.Se trata seguramente del más primitivoútil que ha conocido el género humano,como instrumento de defensa y ataquehasta su sublimación en los cetros yvaras que acompañan a la investiduradel poder.

El símboloDesde nuestros orígenes, la manipula-ción de palos y piedras condicionó laevolución del hombre, hasta entoncesprovisto de limitados recursos dedefensa y ataque. Tan trascendente fueel papel jugado por estos útiles en eldesarrollo de la especie que terminópor otorgárseles una significaciónsimbólica. Los jefes de tribus y comuni-dades se diferenciaban por el tamañoy belleza de sus palos. Cetros y varasrepresentan valores míticos en laorganización social y religiosa desde laprehistoria hasta nuestros días (cetrosreales, báculo papal, varas de alcalde yde justicia, cayados obispales, bastónde mando...).La prehistoria nos ha dejado una seriede bastones, decorados o no, llama-dos «bastones de mando» a pesar deque no esté demostrada su funciónoriginal (para algunos intérpretes sonsimples broches para atar las pieles alcuerpo, trofeos de caza o instrumentosde hechicería, mientras que para otrossu simbología evidencia autoridad). Síse constata claramente, por contra,que eran elementos de gran importan-cia dentro de las comunidades paleolí-ticas. Se trata de una especie de puños

de bastón fabricados con hueso decuernos de reno o venado, con entreuno y cuatro agujeros, y grabados querepresentan escenas semejantes a lasrupestres. Su datación abarca losperiodos solutrense y magdaleniense.Los textos bíblicos están llenos demanifestaciones del poder de Diosmediante varas y bastones. En lamemoria de todos está la vara deMoisés, por la que el pueblo judíoreconocía el auxilio de Jehová a sucausa: convertida en serpiente, devorólas varas de los magos falsarios (falsasvaras para falsos poderes); transformólas aguas en sangre e hizo brotar aguafresca de la roca de Horeb; tras tocarel suelo y elevarla al aire, surgieronnubes de mosquitos, un terrible granizoy, finalmente, una plaga de langosta; alblandirla separó las aguas del marRojo. Y no sólo eso, pues cuandosurgieron diferencias entre los hijos deIsrael sobre el sacerdocio en la familiade los levitas, el Señor ordenó aMoisés reuniese trece varas dealmendro (material del que se hacíanlos bastones y cetros en Palestina), unapor cada tribu, escribiese el nombre deAaron en la vara de la tribu de Leví, ylas depositase en el Tabernáculo deltestimonio. Al día siguiente, se encon-tró que la vara de Aaron habíaflorecido, con lo que la elección divinapara el sumo sacerdocio recayó en elhermano mayor de Moisés. De aquíque San José, en tanto que descen-diente de la tribu de Leví, portesiempre una vara o palo florido.No parece caber duda de que elbáculo cristiano en sus tres modalida-des (papal, cardenalicio y obispal)hunde sus raíces en las primitivastradiciones de la Iglesia.La cultura griega clásica heredó yextendió el mismo principio mítico alhacerlo atributo propio de Zeus -creado por el dios del fuego, Hefesto-,Afrodita y del dios de los infiernos,Hades. También los mensajeros y reyesde la época homérica se distinguíanpor una especie de cetro simbolizador

de su misión.En la Roma antigua los sacerdotesaugures portaban lituos, que a travésde crozas y cayados obispales elcristianismo sincretizaría. En el periodorepublicano se entregaba un cetro -aquí atributo de Júpiter- a los generalesvictoriosos, y más tarde, al hacerlosuyo emperadores y cónsules, recupe-raron su viejo sentido «divino» endetrimento del de realeza. Ya en elBajo Imperio, por el envío de un cetrose reconocía la legitimidad de un reybárbaro, hasta que los propios reyesbárbaros lo incorporaron a su boato.La iconografía cristiana, a semejanza dela mitología greco-romana, recurriódesde sus primeras manifestaciones alatributo del cetro (en el arte bizantinoes propio de los ángeles, especialmen-te al acompañar al Señor) y del báculo(San Cristóbal porta al Niño en brazosy un árbol tierno de báculo, que pordos veces hizo florecer según cuenta suhagiografía, representándolo así comohombre sabio que empuña el árbol dela ciencia), y en las monarquías medie-vales cristianas los cetros reales seconvierten en auténticas joyas deorfebrería, que aún hoy podemoscontemplar en algunos museos delmundo.Algunos tratadistas afirman que lasvaras de justicia, tan arraigadas en lapenínsula, constituyen versiones más omenos modernizadas de fasces, virgaso lituos romanos. Incluso los médicosdurante largo tiempo fueron investidosde su titularidad mediante la entregade un bastón con borlas.

El útilCuando se piensa en útiles derivadosdel palo el primero que se nos ocurrees el bastón, que de hecho es el máscomún, pero no el único: existen varaspara medir, muletas para andar,martillos o mazas para llamar, punterospara señalar, varas para dirigir elganado, sin hablar de las incontablesaplicaciones que el simple bastón harecibido por mor del ingenio humano.

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Hace 4.600 años aproximadamente, elrey babilonio Dungi I de Ur, introdujouna medida de longitud, la vara doble,que ya se aproximabasorprendentemente a nuestro metro(995 mm. aproximadamente). Laposterior vara medieval se tomó comounidad de longitud «natural», es decirequivalente a 7 anchos de mano (50-80 cm.).Por lo que respecta los bastones, yalos nobles egipcios llevaban comosigno de distinción largos palos de

madera -entre 120 y 200 cm- rica-mente decorados con flores de loto,ojos, etc. En el Museo del Louvre sepueden contemplar algunos ejemplaresegipcios y hebreos, también muy

largos, rematados con puños degancho o bola.El historiador griego Heródoto relataque en Babilonia los ciudadanos debuena posición nunca salían de suscasas sin sus cañas labradas rematadascon representaciones de flores, frutos oáguilas, entre otros, que los mismosgriegos popularizaron con el nombrede «bastones pérsicos», en oposiciónal popular y rústico cayado. Los

Bastón en la cueva de Puente Viesgo (Cantabria)

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artesaníahelenos siempre fueron muy bastone-ros, con tendencia además hacia los delargo tamaño -hasta la cabeza, hom-bros o aún más- para permanecer depie apoyados de la axila, adornadoscon espiral o terminados en palmeta oflor estilizada, y muy especialmentetortuosos, angulosos y retorcidos.En el teatro helénico las formas ytamaños de los cayados indicaban lacondición de los personajes: el largorepresentaba al pedagogo, al ancianoo al campesino, y el bastón recto muyadornado a la gente rica o elegante dela polis.Los pueblos dóricos llevaban la syctala,y los filósofos cínicos (vagabundoscosmopolitas y plenos de ingenio,históricamente conocidos por la figurade Diógenes el Perro) la maza deHércules.De Grecia se transmitió a Etruria,hecho plasmado en bajo relieves ypinturas murales de ese período. EnRoma, al margen de los ya menciona-dos símbolos de dignidad o mando,tan sólo persistió la rudimentaria vara,una rama cortada de un árbol ydespojada de tallos y hojas.La virga romana cumplía otras funcio-nes: fusta de jinetes y aurigas, insignia yherramienta de los jefes de equipo delas escuelas de gladiatura. Los lictoresque precedían a los magistradosromanos portaban siempre fasces parallamar a las puertas donde aquéllosintervenían.Como adorno o elemento de lujo, elbastón no vuelve hasta el último terciode la Edad Media. Entre los siglos XIII-XV alcanza su máximo esplendor enpotencias o bastones de San Antonio;muletas en «T» o bastones abaciales;bastones blancos de los apestados;bastones de chantre; bastones deiglesia; bastones de escucha, caracterís-ticos de los escuderos escuchadores(así llamados por su misión de escu-char y transmitir las impresiones de loscaballeros durante el combate);bastones de oficios, que los servidoresde Francia llevaban como signo defidelidad a su monarca y a cuya muertese arrojaban a la tumba.Útil y el símbolo con frecuencia seconfunden o yuxtaponen, y lo que enprincipio fue punto de apoyo paracuerpos cansados o decoro de losmás presumidos, adquiere naturalezaritual. Es el caso, por ejemplo, delavisador de los teatros que todavíahoy en muchos países da tres golpesde puntero antes de inciarse la función,lo que constituye (en la Era de lastelecomunicaciones) un residuo ritualde orígenes mucho más prosaicos. O

el de los silenciarios, personajes que enlos templos vigilaban, bastón en ristre,la compostura y el recogimiento de losfeligreses durante los oficios; y tambiénpodemos incluir en este grupo a losresponsables de la custodia de losbastones de cofradía y de llevarlossolemnemente en las procesiones,llamados bastoneros.En toda Euskalerria los ganaderos sesirven de aguijadas, generalmente deavellano, para estimular a los bueyes.Miden entre metro y medio y dosmetros, con una punta de hierro en elextremo para picar a la pareja (pin-chando al buey de la derecha la parejase desvía hacia la izquierda, y vicever-sa). Cuando el amo marcha pordelante con la vara al hombro, losbueyes le siguen por detrás, y hacién-doles frente con el palo en posiciónhorizontal marchan hacia atrás; apoya-da en tierra verticalmente indica quedeben detenerse. La aguijada eneuskera se llama AKULLU y en otroslugares -como Lezáun- pértiga.A los bastones empleados por losganaderos por lo común se les dabamayor peso en el extremo, para que allanzarlos contra los cuernos del animalcausara el efecto deseado (seadetenerlo o desviarlo), habida cuentaque las vacas, por ejemplo, son muysensibles en esa zona. Así como losdandys de principios de siglo adopta-ban un aire de distinción con elbastoncillo de caña, igualmente lostratantes y ganaderos al ir a las feriasgustaban llevar palos largos deavellano, bien de color plateado (comoen la localidad navarra de Lezáun) obien marrón oscuro. No en vano seconsideran más elegantes a losprimeros, sobre todo teniendo encuenta que el avellano de color marróncrece en zona frondosa, alto y recto,mientras que el plateado lo hace entrepeñas, en zona de poca tierra y porende escasamente arbórea, por lo quesurge de forma sinuosa; de modo quees difícil encontrar una vara larga yrecta de esta clase de avellano paraconfeccionar una makila.El investigador Isidro Sáenz de UrturiRodríguez nos aporta una serie dedatos muy interesantes recogidos entierras alavesas, concretamente enApodaca y su comarca. Por ejemplo,llamaban cachabas a las armasarrojadizas de los pastores de ganadomayor; cachabas y cachabicas medíanentre 80 y 100 cm y por lo común seconfeccionaban con avellano o boj.Pocas son las diferencias entre lascachabas alavesas y las cachiporrastradicionales de los criadores de

ganado masais, en Kenya que se cifranen unos 50 cm tan sólo y el materialde confección.Pero además de todas estas sencillasaplicaciones del elemental palo, existenotras mucho más sofisticadas, que noha lugar describir aquí.

El armaComo quedó dicho, palos, ramas ypiedras fueron las primeras herramien-tas que conocieron nuestros anteceso-res para defenderse, cazar o atraparlas frutas de los árboles. Sumultifuncionalidad era completa.Entre las armas de defensa se cuentael bastón ya que un simple palo puedeincluirse entre las armas de esgrima, decontundencia, arrojadizas, de impulsióny hasta de propulsión, amén deelemento de defensa.El ataque con bastones normalmenteproducía roturas de huesos.Con el tiempo tallaron las piedras enlascas afiladas, y de la unión de palos ylascas surgieron las primeras hachas.Con el descubrimiento de los metalesse sustituyeron las piedras por puntasde metal.Un proverbio bíblico (XIII, 24) senten-cia que «El que ahorra bastón no amaa su hijo», que acaso constituye laprimera muestra de la concepciónpedagógica del palo, tan antigua comoactual (muy recientemente en Inglaterrase ha derogado el castigo corporal enlas escuelas, con el consiguientearrinconamiento de la extensa galeríade palos al servicio de tan edificanteobjetivo).En el Antiguo Testamento Diospromete castigar al rey con una «varade hombre» (Libro II. Reyes, VII, 14), yen el Nuevo Jesucristo anuncia a losApóstoles que serían castigados en lassinagogas a varazos. Pablo y Silascomprobaron en sus carnes la exacti-tud de la prédica, el primero de ellospor tres veces, a pesar de que la LeyPorcia del siglo 195 a. JC. prohibió quelos ciudadanos de Roma fuerandenigrados con la pena de varas o jusvirgatum (sólo una vez el fundador dela Iglesia fue eximido). Más tarde loscristianos, romanos o no, padecieronesta penalidad por contumacia.En efecto, los lictores romanos acom-pañaban a los magistrados consímbolos de justicia llamados fasces;pero cuando procedían a una condenaa muerte, en su lugar portaban varas yhachas, instrumentos de suplicio capital:con las primeras flagelaban al reo antesde darle muerte con las segundas.Para que no quede duda de loconsuetudinario de varas, férulas y

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artesaníalátigos en la vida de la Roma clásica,hay que añadir que todos ellos eranparte del mobiliario escolar y domésti-co para el apaleo de estudiantes yesclavos respectivamente.Sólo tras la caída del Ancienne Régime,la Francia revolucionaria de 1789eliminó la pena de varas.Nuestros archivos están repletos dequerellas por agresiones a golpe depalo. Dado un pleito entre labradores,si la justicia no podía probar de quélado estaba la verdad se entablabauna «batalla de bastones», desarrollodel principio medieval de la ordalía oJuicio de Dios, que consideraba que elAltísimo no permitiría la derrota deljusto.

El palo, el juego y eldeporteMenos problemática es la esgrima debastón, entendida como juego, yasimismo muy practicada en otrascalendas, los juegos infantiles y las mássofisticadas modalidades de deportescomo el hockey, el golf, el salto conpértiga, el lanzamiento de jabalina, etc.El Juego del Palo Canario es unenfrentamiento lúdico con palos entredos jugadores que se marcan (señalan)y se atajan (defienden) golpes reteni-dos, evitando hacerse daño. Tiene suorigen en los combates y juegos conpalos de los aborígenes canarios , y seha mantenido su uso hasta estostiempos, pasando de maestro adiscípulo.

Bailes de paloteadosEl palo o la makila ha servido demotivo central de una amplia colecciónde bailes autóctonos en el Pais Vascoy Navarra, desde las guipuzcoanaspordon dantza y brokel dantza, latrokel dantza vizcaína o los paloteadosde tierras navarras, como los deTudela y Fustiñana.Otro tanto ocurre con los danzantesde los volantes de Valcarlos (N) y losmakilari, como su propio nombreindica, del carnaval pirenaico. Por ciertoque en Gipuzkoa, como en otroslugares ajenos al área pirenaica, seejecutan paloteados coincidiendo confestividades señaladas: es el caso delos txantxos de los carnavales deAmezketa y Abaltzisketa; de la makildantza durante el Corpus de Oñatiante el Santísimo; y de las bordondantza y brokel dantza de Tolosa yBerastegi, respectivamente, en el día deSan Juan.

La makila vasca

La makila es el bastón típico de losvascos, dotado de la doble función deapoyo y arma defensiva gracias alestoque escondido en su empuñadura.Es posible que en su origen fueransimples aguijadas para bueyes, evolu-cionando hasta adquirir la forma yutilidades aquí descritas. Se emplea unagran variedad de maderas para suconfección, pero haya, aliaga o argoma,enebro, níspero y acebo han sidotradicionalmente las preferentes paraeste menester. Especialmente a losvascos orientales, de Zuberoa y BajaNavarra, se debe el desarrollo de esteelemento, acaso porque es en la faldade los Pirineos donde se encuentranlos mejores materiales para su confec-ción.La etimología del término makilaparece provenir del latino bacillum,fonéticamente bakillu en tiempos deCésar, que significaría bastón.Las características habituales -yopcionales- de la makila vasca son (1):Pomo de metal o hueso (porra) conrefuerzo metálico grabado, madera conincisiones, correa de empuñadura,abrazadera metálica y punta estriadade hierro y estoque escondido (agui-jón).Es costumbre vasca regalar makilascomo signo de amistad.Se mantiene en la Comunidad Autóno-ma Vasca esta tradición, y las persona-lidades que la visitan reciben unamakila como expresión de amistad yreconocimiento.

La artesanía makileraBastir bastones (construir bastones), esun juego de palabras que ademásindica la etimología del sustantivobastón: el verbo latino bastire, construiro, en el castellano antiguo, bastir.Se pueden clasificar en dos tipos:Los de madera, tallada o sin tallar.Pueden llevar correa para su mejorsujeción y puntera de hierro. Aquíllamamos bastones a éstos, paradiferenciarlos de las makilas tradiciona-les.De diversas maderas (haya, aliaga,árgoma, níspero, enebro o acebo) conextremo metálico y mango desmonta-ble que oculta un estoque de afiladapunta metálica en la parte superior vaprovista de correa.

Fabricación del bastónLas ya citadas churra y porra, típicas delos pastores, se las fabrican ellosmismos con retoños de roble cuyasraíces forman protuberancias esféricasmuy duras y de gran tamaño.

Cortaban con hacha una rama deacebo, avellano o boj, y con una navajaajustaban la base a su gusto. La partealta se doblaba para darle forma y seataba fuertemente; dejada así porespacio de unos cuantos meses,acababa perfectamente domada. Elsobrante lo recortaban con un serru-cho y otra vez con navaja terminabanel trabajo, lo decoraban, etc.

Fabricación del bastónclásicoLos bastones más clásicos, que nopodemos englobar entre las makilas (sístrictu sensu, pues makila quiere decirbastón) son de diverso tipo.La materia base son las ramas de losárboles1, de cualquier clase a excepciónde la higuera, el pino y el chopo, yaque sus ramas carecen de la consisten-cia y la calidad necesaria.Cada zona geográfica cuenta, portradición, con una determinada maderapara la fabricación de sus bastones: elarañón, el avellano, el castaño, el boj(es muy bonito aunque pesado), elníspero, el acebo, el almendro.Recomendable es la madera del sauce,siempre que se tenga en cuenta lapreferencia de la hembra sobre elmacho, aquélla más estilizada y conestrías de gran vistosidad.Se considera importantísima la fechaelegida para el corte de la madera -cada madera tiene su momentoóptimo de corte en relación a las faseslunares-, pues de ello dependerá quesalga una buena pieza.Tampoco pasa por alto al artesanoque en los caminos abandonadoscrecen matorrales de los que puedenhacerse buenas varas de madera.Entrados ya en faena, en primer lugarse corta el palo del árbol a unos 110cm., y ya en el taller vuelve a recortarsehasta unos 90 cm., eliminando losextremos menos consistentes (hay querecordar que a cada persona corres-ponde un determinado tamaño debastón según su altura).Si el palo está torcido, cosa bastantenormal, se procede a enderezarlo: paraello se pela y coloca en un ánguloperforado, de los que se usan para lafabricación de estanterías, donde seata fuertemente protegido con untrapo. Así se tiene entre 8 y 15 días,tiempo suficiente para su endereza-miento definitivo. Es lo que él llama encastellano «el encallado de la vara» yen euskera goortuta.Una vez recto, el bastonero aplica enla parte inferior una puntera de aceroinoxidable.

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artesaníaTenemos ahora que trabajar laempuñadura, cuya forma habrá sidoelegida antes: si ha de ser en forma de«T», al efectuar el corte lo hubiéramostenido en cuenta; y si preferimos unaempuñadura de bola, ello nos obligarábien a partir de una rama gruesa y trashacer la bola rebajar el resto, bien aaprovechar un nudo o cruce de variasramas. Para evitarse se confeccionaésta previamente sobre la que abreuna hembra a la que aplica directa-mente una espiga de unos 15 mm dediámetro y 20 a 30 mm de largoinsertada en el palo. Se asegura superfecto ajuste encolando ambaspiezas.Finalmente se colorea el bastón: unbaño de nogalina y dos o tres capasde barniz incoloro, pasándole entrecada capa una lija fina para uniformarla textura.Los precios dependen del material, larareza, etc. : entre 3.000 pesetas y8.000 las más caras.

Fabricación de makilastradicionalesCada persona necesita una makilaacorde a su tamaño, y que por tantotodas las piezas deben realizarse amedida.La clase de madera varía: níspero,

castaño u otros. El níspero es tradicio-nal de las makilas del País Vascofrancés. Esta madera exige que enprimavera se le practiquen unasincisiones a punta de navaja, al objetode que la savia de la rama forme enesas hendiduras ciertos relieves que leaportarán mayor esplendor.La vara se corta en invierno, coincidien-do con luna en cuarto menguante, y seprocederá a pelarla una vez caliente alfuego, cuando aún está verde, parafacilitar la tarea.Como en el caso anterior, si fueranecesario enderezar el palo se utilizaráel calor del soplete y la horma.Ya seca, se mete en una mezcla de caly agua durante un par de horas paraque adquiera ese tono marrón oscurotan característico, y tras la limpieza sedeja secar al sol. No conviene usareste palo antes de un año, comomínimo, hasta que «la madera seasiente». Pasado este tiempo, si se hacombado ligeramente precisaráintroducirlo nuevamente en la hormacalentando la pieza dentro de la hormacon un soplete de butano.

Empuñadura y estoqueinterior de una makilatradicionalEn el extremo inferior se pone un

casquillo de latón en cuyo interior se vierteuna colada de plomo para darle mayorpeso de forma que, una vez terminada, lamakila esté perfectamente equilibrada.Del casquillo asoma una cruceta de aceroque será la que esté en contacto con latierra, y por el extremo opuesto una espigadel mismo material que sirve de ajuste conla madera. Entre el casquillo y la maderapermanece la vieja tradición de colocar unamoneda, ya que su forma circular es óptimapara hacer tope al palo que también tieneesa forma. Para ello, siempre se escogenmonedas del mismo diámetro que lospalos.En el extremo superior se inserta una puntaacerada enroscada a la empuñadura. Laparte de la empuñadura es un tubo largoen el que va la rosca que sujeta el bastón.Una vez terminada la makila, se encera.Periódicamente se debe pasar un traposeco y frotarla con pulpas de nuez, paraque absorba su aceite y la madera brille.Sus precios varían desde 14.500 pta a58.000 pta

RESUMEN DEL ARTÍCULO FUE PUBLICADO EN

CUADERNOS DE ETNOLOGÍA Y ETNOGRAFÍA DE

NAVARRA. AÑO XXIV. Nº 6O. PP. 2O3-235.19921 Según explicaciones del artesano José María UrkízarUrrozola, nacido en Tolosa en 1938. Tiene su taller en elnúmero 6 de la calle Bizkai de la villa papelera (Tlf. 671431).