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LA CRISIS DE LAS IDEOLOGÍAS Y LA TERCERA VÍA Dr. Rocco Buttiglione 1. Introducción Desde hace ya algún tiempo se habla de la crisis de las ideologías y de la consecuente afirmación del "pensamiento único", que debía ser el resultado de esta crisis. El pensamiento único estaría destinado a triunfar después del "fin de la historia", entendido como el sitio del contraste entre visiones diferentes del hombre y de su destino. El "pensamiento único" correspondería al pensamiento neoliberal; o sea, la apología del capitalismo en la fase de la globalización de los mercados. Como consecuencia de este desarrollo, dejarían de existir no sólo la realidad de los partidos y de las concepciones del mundo, sino también la realidad de las culturas y de las naciones. Los hombres se encontrarían unos con otros sólo como agentes del mercado, y la única mediación de las relaciones entre los hombres seria la que ofrece el mercado. Con el muro de Berlín no sólo habría caído el comunismo, sino que también habría desaparecido cualquier posibilidad de pensar en un modelo social distinto al del triunfante capitalismo. Habría desaparecido también cualquier posibilidad de pensar en una tercera vía. De hecho, la tercera vía sólo se podía imaginar como mediación entre una tesis (el capitalismo) y una antítesis (el socialismo). A éstas, les habría debido seguir y les habría podido seguir una síntesis superior (la tercera vía). Ahora, sin embargo, el comunismo se vino abajo, sin ser superado dialécticamente por un modelo nuevo, superior al comunismo como

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LA CRISIS DE LAS IDEOLOGAS Y LA TERCERA VA

LA CRISIS DE LAS IDEOLOGAS Y LA TERCERA VADr. Rocco Buttiglione

1. IntroduccinDesde hace ya algn tiempo se habla de la crisis de las ideologas y de la consecuente afirmacin del "pensamiento nico", que deba ser el resultado de esta crisis. El pensamiento nico estara destinado a triunfar despus del "fin de la historia", entendido como el sitio del contraste entre visiones diferentes del hombre y de su destino. El "pensamiento nico" correspondera al pensamiento neoliberal; o sea, la apologa del capitalismo en la fase de la globalizacin de los mercados. Como consecuencia de este desarrollo, dejaran de existir no slo la realidad de los partidos y de las concepciones del mundo, sino tambin la realidad de las culturas y de las naciones. Los hombres se encontraran unos con otros slo como agentes del mercado, y la nica mediacin de las relaciones entre los hombres seria la que ofrece el mercado. Con el muro de Berln no slo habra cado el comunismo, sino que tambin habra desaparecido cualquier posibilidad de pensar en un modelo social distinto al del triunfante capitalismo. Habra desaparecido tambin cualquier posibilidad de pensar en una tercera va. De hecho, la tercera va slo se poda imaginar como mediacin entre una tesis (el capitalismo) y una anttesis (el socialismo). A stas, les habra debido seguir y les habra podido seguir una sntesis superior (la tercera va). Ahora, sin embargo, el comunismo se vino abajo, sin ser superado dialcticamente por un modelo nuevo, superior al comunismo como al capitalismo, y su disolucin deja el campo abierto a una tesis sin anttesis: el capitalismo triunfante.

A nosotros nos parece que el problema, planteado en estos trminos, no est bien ubicado. Lejos de nacer de una reflexin libre y sin prejuicios sobre el desarrollo efectivo de la historia contempornea, esta manera de pensar queda dentro de una filosofa europea que es precisamente la filosofa hegeliana. Hegel pensaba que la historia se desarrollaba por. contraposicin de una tesis y una anttesis, de las que deba encargarse una nueva sntesis. Sobre la base de esta filosofa hegeliana, el marxismo humanstico haba pensado en una nueva sntesis del comunismo y de la democracia occidental. Esta "tercera va" entra en crisis con el fracaso del marxismo. Se trata de la tercera va del marxismo humanstico y de la democracia social. Sin embargo, tambin se ha hablado de tercera va en otro sentido, refirindose a la doctrina social cristiana y a los modelos de poltica econmica y social que derivaron de la misma. Si es posible demostrar que estos modelos tienen un origen distinto y una estructura diferente, no existe ningn motivo para que se les involucro en la crisis del marxismo. La crisis del marxismo arrastra consigo la del racionalismo, especialmente en su forma hegeliana. Pero esta crisis no toca, ms que si acaso en forma marginal, a las culturas que no participan de la cultura racionalista. En este ensayo, no trataremos de contradecir la tesis del pensamiento nico" y del "fin de la historia". Nos esforzaremos ms bien por realizar una metacrtica de esta postura; es decir, trataremos de demostrar cules son las premisas de las que sta parte y por lo tanto el lmite de la validez de sus afirmaciones.

2. La idea de ciencia social total y los modelos de las vasEl concepto de va o modelo social queda dentro de la mentalidad idealista y positivista; pertenece al mbito de la filosofa hegeliana por lo que se refiere a los pases de lengua alemana y la filosofa comtiana para los pases latinos. Tanto Hegel, como Comte pensaron que la historia de la humanidad se desarrollaba en forma lineal, pasando a travs de diferentes etapas que en cierta forma eran obligatorias. En el pasado, el progreso de la humanidad se habla dado de manera inconsciente, casual, por tanteo y error. Hegel estaba convencido de que lo mismo habra sucedido en el futuro. Slo a los ojos del historiador y del filsofo, que reconstruyen el desarrollo de la humanidad a posterior, es posible encontrarle una lgica y un sentido en este desarrollo. Los que hacen la historia lo hacen "con los ojos vendados", ignorantes del plano racional que se despliega, usando sus pasiones y sus intenciones subjetivas slo como un medio. Comte, en cambio, al igual que el ms grande discpulo de Hegel, Karl Marx, estaba convencido de que era posible construir una ciencia social total que nos permitiera no slo captar la racionalidad intrnseca de la historia pasada, sino tambin programar en forma consciente la historia futura, anticipando sus lneas de desarrollo y colaborando conscientemente en la aceleracin de su curso. Un conocimiento semejante cambia la naturaleza de la poltica. De ser un arte que regula las pasiones humanas, moderndolas y tratando de dirigirlas hacia el bien comn, la poltica pasara a ser ciencia del movimiento de la historia. Nace la figura del "revolucionario": aquel que posee la ciencia de la historia y por lo tanto tiene el derecho de guiar a las masas, que no poseen esta ciencia, hacia un porvenir que las masas desean en forma oscura, pero cuyo camino no logran ver. El revolucionario tiene el derecho de guiar a las masas y de hablar en nombre de ellas, no por el hecho de poseer alguna investidura democrtica real, sino porque es portador del saber cientfico sobre la historia.

La nueva ciencia social concibe al mundo a travs de modelos universales que se suceden a lo largo del tiempo. Claro est que la filosofa social siempre us modelos. Recordemos, por ejemplo, la tipologa de las formas polticas contenida en "La Poltica" de Aristteles. Esos modelos, sin embargo, se conciben como posibles formas de organizacin de una ciudad, que conviven con ciudades distintas al mismo tiempo, y no como modelos que marcan cada uno una etapa de la historia universal.

Si entendemos la forma de su gnesis, entonces entenderemos que el capitalismo y el socialismo no son modelos o vas en este mismo sentido. Marx define en forma rigurosa tanto el concepto de socialismo como, en oposicin al mismo, el concepto de capitalismo. El capitalismo es la forma anrquica, no programada, de la produccin humana que precede al socialismo, y est destinada a ceder ante el mismo.

3. Ciencia econmica y capitalismoMarx aclara y define el concepto de capitalismo, pero obviamente sobre la base de las reflexiones del socialismo premarxista y de la economa poltica clsica.

La economa poltica clsica elabora una teora general sobre el comportamiento o proceder econmico, no una teora integral de la sociedad y del proceder social. Por lo tanto, visto desde esta perspectiva, puede suceder que lo que sea conveniente desde el punto de vista econmico resulte en cambio injusto desde el punto de vista moral o impracticable desde el punto de vista poltico. Adam Smith es autor de una investigacin sobre las causas de la riqueza de las naciones. Pero tambin es autor de una teora de los sentimientos morales. El comportamiento econmico es una modalidad del comportamiento humano, pero no la nica. La bsqueda de las legalidades intrnsecas de la accin econmica constituye el objeto formal especfico de la ciencia econmica.

La lectura que le da Marx a la economa clsica, altera radicalmente su significado, porque cambia el englobalizador filosfico a partir del cual se lee la obra de Smith. La filosofa de Smith es de tipo humano. El saber humano no es infalible y es fragmentario. La inspiracin fundamental es emprica y constituye una especie de protesta contra el racionalismo de la filosofa continental. En cambio, la ciencia econmica es leda por Marx precisamente sobre la base de la expansin mxima del racionalismo continental; es decir, de la filosofa hegeliana. Adems, Marx invirti la dialctica hegeliana, transformndola de dialctica idealista a dialctica materialista. El defecto principal de los materialismos anteriores era su incapacidad de entender y explicar el mundo humano, de fundar una teora de la convivencia social y una tica. Ahora, la economa ofrece una base para construir una teora materialista de la accin social, ya no anclada al ciclo de los valores y por lo tanto a la tica, sino al sistema de los intereses y las necesidades y, por lo tanto, a la economa. Pero la exigencia de esta nueva lectura no nace dentro de la ciencia econmica. Nace ms bien de la dialctica materialista que reforma y reordena el sistema de las ciencias, y especialmente de las ciencias sociales, utilizando su propia ptica particular. Es precisamente por ello que Marx no se considera a s mismo un economista, sino un crtico de la economa, y trata su obra como una crtica de la economa poltica.

El concepto de capitalismo nace de la intencin de volver absoluta a la economa poltica clsica, a la que se atribuye una ambicin que ella misma no saba que posea: la de ser una teora general de la sociedad. Por consiguiente, el mercado y el sistema del intercambio de mercancas se vuelve el nico sistema fundamental que media las relaciones entre los humanos. Toda la vida se reduce al intercambio de mercancas, mientras que las otras esferas de la existencia representan slo una simulacin y una supraestructura. El mundo descrito por la economa poltica clsica entendida en este sentido, se convierte en el mundo de la alienacin total, donde el hombre ya no existe como hombre, sino slo como productor y consumidor de mercancas.

Este mundo alienado, finalmente, no puede ser criticado y cambiado desde un punto de vista tico, porque las presuposiciones de sistema anulan la posibilidad de una perspectiva tica. La posibilidad de un cambio emerge nicamente en el dinamismo interno de sistema mismo, que progresivamente se vuelve incapaz de funcionar por razones puramente inminentes. La imposibilidad de funcionamiento del sistema encuentra una expresin en la teora de la cada del capitalismo, que debe abrirle el camino al comunismo.

4. La sociedad del siglo XIX y la idea de la sociologa cristianaEn cierta medida, las lneas de desarrollo de la sociedad europea en el siglo MX dan razn a las teoras de K. Marx. Caen por todos lados las antiguas estructuras sociales corporativas y son sustituidas por estructuras de mercado. La esfera regulada por leyes de mercado puras se ampla y se desarrolla un liberalismo doctrinal que desea constituirse en sistema. El paso del liberalismo emprico al liberalismo doctrinal est contenido en el paso del estudio del funcionamiento de los mecanismos de mercado a la tesis de que los mecanismos de mercado son (o deberan ser) los nicos mecanismos reguladores de la convivencia social. En otras palabras, se trata del predominio absoluto del momento econmico sobre el momento tico/poltico en la vida social. El liberalismo doctrinario, en el fondo, se parece mucho a un marxismo al que se le haya quitado el momento de la revolucin y del pasaje del capitalismo al socialismo. Este liberalismo doctrinario posee un aspecto prctico y otro terico. El aspecto prctico coincide con la afirmacin brutal de los intereses de las nuevas clases empresariales, acompaada por la reduccin del trabajo del hombre a una mera mercanca que se puede comprar o vender como todas las dems. El aspecto terico contempla la afirmacin de una serie de posturas polticas que sustentan sin reserva alguna la primaca del momento econmico. Con frecuencia, estas posturas no defienden simplemente al mercado, sino que afirman al mismo tiempo el principio del control del estado sobre la economa, la concentracin del poder econmico en las manos de algunos grandes monopolios y el uso de la fuerza militar para afirmar los intereses de la nacin. El mercado parece generar por si solo su misma negacin, y esta negacin es el monopolio. Nacen formas de capitalismo monopolstico del Estado.

Frente a estas grandes transformaciones, no poda faltar tambin una respuesta por parte de las iglesias cristianas y de la iglesia catlica. En 1891, Len XIII public la encclica Rerum Novarum. Ya desde antes de la publicacin de la encclica, y despus en mayor medida, se desarrolla un gran fervor de estudios con el fin de producir una "sociologa cristiana". Los liberales y los socialistas tienen una propia lectura doctrinaria de la sociedad, una teora social omnicomprensiva que explica (o pretende explicar) toda la articulacin de la sociedad y todo el desarrollo de la historia. Por qu no iban a tener tambin los cristianos una teora anloga, capaz adems de evitar los errores y aliviar las miserias, que padece la sociedad? Empieza as junto a la primera va del capitalismo y a la segunda va del socialismo, la bsqueda de una tercera va de la sociologa cristiana, que naturalmente debera ser una va intermedia entre las dos primeras, para combinar sus ventajas y evitar sus errores. Por ms mrito que tenga la buena voluntad de los estudiosos que emprendieron este camino, si hoy volvemos a leer sus obras podremos darnos cuenta sin mayor dificultad de sus limitaciones. Los sistemas de pensamiento y los sistemas sociales son realidades vivas difciles de seccionar. Es por dems ilusorio tratar de tomar una parte de un organismo de pensamiento para que funcione en forma aislada, fuera de su conexin viva con las otras partes de ese mismo pensamiento. Es an ms ilusoria la pretensin de ordenar a la sociedad desde arriba, sobre la base de una idea abstracta o un principio a prior. Sin saberlo ni quererlo, los cultivadores de la "sociologa cristiana" con frecuencia terminan siendo subordinados en la oposicin a sus adversarios socialistas y liberales. Ellos tambin se engaan creyendo que pueden construir una ciencia social omnicomprensiva, un saber absoluto sobre la sociedad y la historia. Ms bien deberan haberse preguntado si precisamente la idea de las vas o modelos universales no fuera incompatible con su cultura y con los valores que ellos pretendan defender.

5. La tercera va socialdemcrata y keynesianaLos catlicos no fueron los nicos que buscaron una tercera va. Tambin en el campo socialista, especialmente en Inglaterra y, en parte, en Alemania, muchos buscaron una va para enfrentar los problemas provocados por el cambio social, basndose en la intervencin del estado. Un defecto fundamental de los sistemas de libre mercado es que en ellos se encuentra activo un impulso continuo a la innovacin de los productos y de los procesos. La innovacin del producto es la invencin de productos nuevos, antes desconocidos. La innovacin del proceso es la invencin de mtodos nuevos para producir mercancas que ya se conocan. El que encuentra un mtodo ms econmico para producir una mercanca, podr inundar el mercado con sus productos, vendindolos a un precio ms bajo, y sacar del negocio a todos sus competidores, pues stos no habrn sido lo suficientemente rpidos como para adoptar el nuevo mtodo u otro mtodo igualmente eficaz. Un mtodo ms econmico para producir, generalmente significa que el mismo bien se va a fabricar con un menor nmero de horas de trabajo. La riqueza social aumenta en su conjunto, porque los factores de produccin se emplean en forma ms eficaz y, por lo tanto, crece la capacidad de produccin de riqueza del sistema en su conjunto. Sin embargo, una consecuencia desagradable es que algunos trabajadores se quedarn sin empleo y tendrn que cambiar de oficio, permaneciendo desempleados durante un periodo de tiempo ms o menos largo. El impulso a la innovacin y a la racionalizacin que caracteriza a los sistemas de libre mercado, les proporciona esa inestabilidad caracterstica que se expresa en el fenmeno del desempleo, y que a menudo alcanza niveles preocupantes. Keynes sugiri que en las fases de crisis el Estado puede crear el empleo, contratando a los desempleados y ponindolos a trabajar en la construccin de infraestructuras o en algn otro tipo de tareas tiles. Las inversiones pblicas facilitan la produccin y, con el tiempo, esto produce un crecimiento econmico integral. Las inversiones pblicas se financian con gasto en dficit, es decir, con dinero que el Estado toma prestado del mercado de los capitales. A la larga, el crecimiento econmico integral har que aumente tambin el ingreso fiscal y cubrir los costos de las inversiones pblicas.

De esta manera, el Estado se vuelve en ltima instancia el creador de empleos y el gasto en dficit se vuelve la clave para asegurar el pleno empleo y tambin altos niveles de gasto social. Estas ideas fueron la base de las polticas econmicas de los pases desarrollados hasta finales de los aos setenta.

6. La crisis del modelo keynesianoEn los aos setenta, el modelo keynesiano entra en crisis y es abandonado casi en todas partes. El crecimiento econmico activado por las inversiones pblicas se muestra demasiado pequeo como para permitir un regreso al equilibrio en la cuentas del estado dentro de un tiempo razonable. Aumentan por consiguiente los dficits pblicos y con ellos la inflacin. Adquiere fuerza la posicin terica de los que dicen (como, por ejemplo, von Hayek) que no le corresponde al Estado asignar recursos para la produccin y que la economa debe ser estimulada ms bien reduciendo los impuestos, dejndole ms dinero al pblico para que sea el pblico el que determine, a travs de sus propias elecciones de consumo, tambin las elecciones de inversin. Todos invocan una "desregulacin" y que el Estado se retire del campo de la economa.

El fracaso del modelo keynesiano es en parte consecuencia de la forma insensata en la que se aplic durante los aos sesenta y setenta. En nombre de Keynes, se justific una poltica irresponsable del gasto, que financi con dficit no slo inversiones reales sino tambin meras donaciones de dinero pblico a distintos tipos de clientelas de partido, a burocracias de funcionarios pblicos a cargo de tareas de dudosa utilidad y, en general, hizo que se perdiera de vista el hecho de que cada beneficio atribuido por el Estado debe ser finalmente pagado por alguien, sobre la base de un necesario equilibrio entre el gasto y el ingreso. Al final, cuando los dficits se volvieron demasiado onerosos, fue necesario aumentar los impuestos y esto gener la revolucin fiscal y el descrdito de las polticas keynesianas en su conjunto.

La crisis de las polticas keynesianas fue provocada, en parte, por su mismo xito. Sus primeros xitos tuvieron lugar en sistemas econmicos donde los salarios eran bajos y el costo del dinero tambin era bajo. Haba capitales, haba abundancia de fuerza de trabajo, pero existan carencias estructurales que les impedan a los empresarios crear nuevas iniciativas y nuevos puestos de trabajo. En ese contexto, la intervencin del Estado generaba una fuerza de consumo agregada (los salarios de los trabajadores empleados) e infraestructuras tiles a costos contenidos. Las mismas polticas, aplicadas en los aos setenta sobre mercados donde los costos del trabajo eran altos y el costo del dinero tambin era alto, no podan funcionar; de hecho, no funcionaron. El costo de estas polticas creci hasta superar los beneficios que podan generar.

Finalmente, las polticas keynesianas, ideadas dentro de sistemas relativamente cerrados, se vuelven vctimas de la mundializacin. Cuando un estado financia en dficit la construccin de infraestructuras (ya ni qu decir del gasto para la asistencia), crea una fuerza de consumo agregada. Los trabajadores empleados por el Estado gastan sus salarios para comprar mercancas y por lo tanto refuerzan la produccin de dichas mercancas, creando nuevos puestos de trabajo adicionales. Sin embargo, en un mercado mundial, en el que los pases pobres empiezan a producir entrando en sectores que antes eran monopolio de pases ms ricos, sucede que la fuerza adicional de consumo creada por las inversiones pblicas financiadas en dficit, se dirige no a la compra de mercancas producidas en el pas mismo, sino a productos importados de pases que tienen costos del trabajo ms bajos y condiciones ms favorables. El gasto en dficit sigue produciendo ms puestos de trabajo, pero stos no se localizan en el territorio del pas que activa el gasto, sino en el territorio de otros pases. As pues, un pas que sigue polticas de tipo keynesiano puede acabar financiando una expansin mundial de la que el pas no se beneficia o se beneficia slo en forma limitada. Por consiguiente, los electores de dicho pas, que pagan las cuentas de la poltica expansiva sin gozar de sus beneficios, acaban por despedir a su gobierno.

7. La crisis de la idea de modelo o "va"En los ltimos aos, ha habido una crisis general de la idea del modelo o "va". En el campo de los estudios de antropologa cultural, Claude Levi Strauss protest contra el evolucionismo ingenuo que piensa que las sociedades humanas evolucionan en recorridos preestablecidos que son ms o menos los mismos en todos los rincones de la tierra. Al contrario, cada civilizacin vive una simbiosis propia con su ambiente y existe un sistema de variantes del desarrollo social, ms que un nico camino evolutivo.

En los estudios de epistemologa, K. R. Popper, y despus de l T. Kulin y tambin I. Lakatos, pusieron en guardia contra la supersticin de la ciencia e incluso secularizaron e hicieron histrico el concepto mismo de ciencia. No existe la ciencia, sino ms bien las ciencias, cada una con su propio mtodo y su propio aparato conceptual, irreducibles una a la otra. Entre Levi Strauss y Popper, tanto el historicismo como el positivismo entran en una crisis radical y, con ellos, entra en crisis tambin la idea de una ciencia social integral, capaz de prever el futuro y de articular una comprensin conceptual global de la sociedad. Nosotros somos parte de la sociedad en la que vivimos y la determinamos a travs del ejercicio de nuestra libre iniciativa. La historia no tiene un curso prefijado, ni un sentido autnomo. La historia va hacia donde la conducen los hombres, y tiene el sentido que nosotros seamos capaces de darle. De la nueva epistemologa se deriva tambin cierta revaloracin de las tradiciones y de las formas de vida consolidadas que hemos heredado del pasado. Existe una sabidura ms grande que la individual, que se incorpora en las instituciones y en las tradiciones. Si stas se establecieron y perpetuaron hasta nuestros tiempos, deben existir buenas razones para ello, razones que quizs nosotros no apreciamos enteramente. Un ejemplo de sabidura colectiva podra ser un sendero. El sendero se forma porque muchas personas han recorrido el mismo camino y al hacerlo han creado un itinerario muy frecuentado. Estas personas no lo hicieron por un acuerdo consciente, sino porque era la lnea de acceso ms fcil para llegar a una meta hacia la cual todos se dirigan (por ejemplo, un abrevadero). Nadie nos prohbe desviarnos del itinerario preestablecido, y pueden existir buenas razones para hacerlo. Incluso es posible que logremos descubrir una va de acceso ms fcil y conveniente con respecto a la que se form insensiblemente a lo largo del tiempo por la suma de un nmero infinito de decisiones individuales. Sin embargo, es raro que esto suceda; y aunque las innovaciones especficas siempre son oportunas, los cambios de direccin radicales sobre el terreno de la organizacin social deben meditarse a fondo para evitar que se incurra en errores graves. Por otro lado, con frecuencia sucede que una cultura sea desafiada por circunstancias nuevas y se vea obligada a cambiar para darles respuesta. No es cierto que el cambio del contexto econmico necesariamente determine el cambio de todas las realidades culturales y religiosas, como pensaba Marx. Sin embargo, s es cierto que al variar las circunstancias materiales de su existencia, la cultura se ve desafiada y tiene que renovarse o perecer, sin que nadie pueda predecir a prior si la necesaria renovacin tendr xito o no.

La nueva actitud espiritual desconfa de la idea general de un modelo y por lo tanto tambin de la idea de una "va". Ser cierto que slo hay (o puede haber) dos o tres vas o modelos para organizar a la sociedad? Qu tal si hubiera ms modelos? Y si cada pueblo fuera llamado, en cierta medida, a construir su propio modelo? Y si la cultura de la "ciencia social integral" hubiese subestimado las diferencias reales entre sociedades que nos fueron presentadas con demasiada simpleza, como si fueran homogneas (por ejemplo, la alemana, la japonesa y la americana)?

8. La doctrina social cristiana es una tercera va?Como hemos visto, la sociologa cristiana trat de configurar a la doctrina social cristiana como una verdadera tercera va, como un sistema cerrado y omnicomprensivo, capaz de abarcar y orientar el desarrollo social. La encclica Centesimus Annus de Juan Pablo II nos dice, sin embargo, que la doctrina social cristiana no es una tercera va. Qu quiere decir exactamente el Papa? Probablemente, que la Iglesia no se considera competente en materia de modelos sociales y que incluso duda de la formalidad epistemolgica de los modelos omnicomprensivos a los que se dedicaron apasionadamente las ciencias sociales del siglo XIX de derivacin hegeliana o comtiana. La doctrina social cristiana se ocupa ms bien del hombre, que es portador de una dignidad trascendente que debe ser salvada de cualquier tipo de sistema social o poltico. No existen sistemas perfectos, en los que dicha dignidad no pueda correr el riesgo de perderse, y por eso cualquier tipo de sistema necesita una correccin y una gua de carcter moral.

Dicho en otras palabras: la ciencia que finalmente nos dice lo que es bueno para el hombre como hombre, no es la economa o la sociologa, sino la tica. La economa y la sociologa nos hablan del conjunto de los sistemas de conveniencias dentro de los cuales se ejercita la accin humana, el conjunto de las presiones a las que est sometida la libertad humana. Sin embargo, ni la economa ni la sociologa penetran en el secreto del hombre como sujeto moral. Las distintas ciencias humanas deben ser utilizadas por la doctrina social cristiana con el fin de establecer a travs de qu estrategia concreta se puede realizar y defender mejor el valor de la persona humana en una determinada situacin histrica y social. Pero estas ciencias slo se vuelven tiles para la decisin prctica y slo se ponen al servicio de la persona humana en el momento en que se incluyen dentro de un proyecto moral, de una teora crtica de la sociedad que se constituye a partir de una antropologa adecuada, que se confronta con una situacin sociocultural concreta.

Este enfoque reconoce la autonoma de las distintas ciencias humanas en su orden. Cuando la economa reconoce y describe a prior algunas leyes de proceder econmico, y formula a partir de las mismas sus teoremas y sus corolarios, goza de una perfecta autonoma metodolgica. Sin embargo, un hombre encerrado slo en la dimensin econmica, no sera un hombre verdadero, sera un hombre alienado. El hombre concreto est condicionado por los mecanismos econmicos, pero no es determinado por ellos. El hombre escoge de entre los mecanismos econmicos, y realiza as su eleccin moral. Para combatir la alienacin, la doctrina social cristiana no necesita volcar, como el marxismo, los mecanismos conceptuales de la ciencia econmica. Le basta recordar que as como existen leyes a prior de la economa, tambin existen leyes a prior de la tica, de la poltica, del derecho, etc. La vida concreta del hombre y de la sociedad se sita en el cruce de todas estas distintas formas del saber, y es tarea de la poltica el hacer que se construya un recorrido y una lnea de accin capaz de satisfacer al mismo tiempo las leyes de estos distintos mbitos, ordenndolas entre s. La economa parte del sistema de los instintos y de las necesidades, y depende de la tica, en la misma relacin en la que el instinto depende de la razn para el hombre individual. El instinto no es en si malo, y la razn, que desea el bien del hombre, incluye dentro de este bien del hombre tambin la satisfaccin de los instintos. Sin embargo, puede suceder que el instinto, si se deja slo, se satisfaga a travs de modalidades que violan la dignidad del hombre, y por ello el instinto necesita ser regulado por la razn.

De la misma manera, el mercado es el mejor sistema para producir y hacer circular las mercancas, pero las mercancas no lo son todo. El sexo, el amor, la verdad, la justicia, etc., no son mercancas; no se pueden y no se deben vender y comprar; se comunican a travs de una lgica del don o regalo que es distinta a la lgica del intercambio de equivalentes que predomina en el mercado. Una sociedad bien ordenada utilizar los mecanismos del mercado para mediar el intercambio de las mercancas, pero delimitar el mercado por medio de sistemas de valores que no son de mercado, valores ticos, jurdicos, culturales y religiosos.

9. La experiencia rusa y el fracaso del librecambio dogmticoTras la cada del comunismo, muchos pensaron que en el mundo triunfara un modelo puramente librecambista. En este modelo, el mercado se habra convertido en el nico mediador de los intercambios sociales. Por encima del mercado, slo se presupona el sistema de los instintos vitales. Pronto se tuvo que reconocer que este modelo social estaba equivocado y no funcionaba. De hecho, el mercado no nace de la abolicin de todas las reglas, ms bien constituye en s y dentrode las modalidades concretas de su funcionamiento, una regla y una institucin. No existe un mercado sin un sistema legal estable, garantizado por tribunales y jueces imparciales. Cuando las sentencias de los tribunales se venden y se compran libremente, cuando la polica est al servicio del que le paga, no puede desarrollarse una economa libre, sino que rige ms bien una economa de comando y de asalto. Para que el mercado pueda subsistir, para que pueda desarrollarse el clculo econmico y la produccin pueda organizarse en una forma racional, es necesario que exista una categora de personas y de comportamientos "fuera del mercado", gobernada por leyes y sistemas de valores alternativos con respecto a los del mercado. Pero el sistema de los tribunales no basta. Ninguna sociedad vive de pura represin de los comportamientos que no son sociales. Es necesario que por lo menos la gran mayora de los miembros de la sociedad y de los operadores del mercado internalicen un conjunto de reglas de respeto recproco, de correccin de respeto de la palabra dada, etc., sin las cuales el mercado no podra existir o funcionar.

Este tipo de personas capaces de organizar en forma sistemtica su propio trabajo en una relacin de confianza con los dems, capaces de mantener las promesas hechas, de cuidarse a s mismos y tambin de cuidar a los dems, poseen una organizacin psquica especifica que nace dentro de una familia donde hay un padre y una madre que con su presencia educativa favorecen la formacin de una personalidad madura. La familia, a su vez, vive de una lgica alternativa con respecto a la del mercado. La familia vive de la lgica del don o regalo. Hemos tratado de ejemplificar la manera en la que el mercado no slo no absorbe ni puede absorber toda la extensin de la actividad humana, sino que, si lograra hacerlo, esto destruira el presupuesto de su misma existencia. Claro que los sistemas de mercado crean condiciones que con frecuencia favorecen el xito de personajes irresponsables, egostas y antisociales. Sin embargo, si no logran ponerle un lmite a este fenmeno, los sistemas de mercado se dirigen hacia la autodestruccin. Acaso la crisis de las sociedades occidentales no deriva precisamente de la manera en la que el mercado se sali de sus propios lmites, convirtiendo en mercanca toda la actividad social y atacando as los fundamentos de la sociedad libre? Si la crtica materialista del capitalismo fracas, eso no quiere decir que no sea posible efectuar una distinta crtica del capitalismo, inmanente a los sistemas mismos de la economa libre, que no est finalizada a abolir el mercado, sino a mantenerlo dentro de sus lmites. Se trata de una crtica tica del capitalismo, de la que una sociedad libre siempre tiene necesidad. Existen valores ms altos que los del mercado.

10. Hacia un nuevo reformismo

La crisis de la idea del modelo omnicomprensivo no nos obliga a aceptar el modelo nico de la economa capitalista. Estado y mercado, libertad y solidaridad, lgica del intercambio de equivalentes y lgica del regalo y del intercambio gratuito, se encuentran y se integran entre s a travs de modalidades distintas, segn los diferentes sistemas sociales y culturales. Puede haber modalidades distintas de esta integracin, y los experimentos sociales exitosos son, aqullos en los que se pudo establecer un equilibrio entre dichos componentes; un equilibrio capaz de movilizar las energas de un pueblo hacia la meta del bien comn. Los modelos socialdemocrticos entraron en crisis porque compartieron en cierto modo el presupuesto materialista y economicsta del marxismo. Les quitaron la responsabilidad a las personas y a las comunidades y le cargaron al estado todos los costos de la solidaridad. La crisis que los arremeti nos obliga a pensar, actualmente, en modalidades nuevas para el encuentro entre la solidaridad y la libertad, en las que se d un espacio ms grande a las comunidades locales, a las familias, al voluntariado, al asociacionismo y a la Iglesia. Estos nuevos modelos de interaccin, difcilmente podrn pretender una validez absoluta. Tendrn xito si son inmanentes a una determinada realidad local, valorizando las caractersticas de una cultura especfica. Esto es an ms vlido para los pases latinoamericanos. El problema del desarrollo latinoamericano es tambin, y quiz principalmente, un problema cultural. Amrica Latina le tiene miedo a los mecanismos de mercado, porque teme en ellos y a travs de ellos la prdida de su propia alma, del conjunto de valores que hacen que la vida sea digna de ser vivida. La va del desarrollo latinoamericano estar marcada por la elaboracin de arquetipos culturales nuevos, capaces de conjuntar los del sacerdote y los del conquistador, que se encuentran en las races de la identidad latinoamericana. Es el arquetipo del empresario que logra crear fondos de trabajo y de vida para algunos hombres que estn a su alrededor y para una comunidad local. Es el arquetipo del trabajador y del padre de familia, este "aventurero de los tiempos modernos", como dice Ch. Peguy, que asume la responsabilidad de la vida de su esposa y de sus hijos (lo mismo sucede, naturalmente, en el caso de la madre de familia). La formacin de los arquetipos libera energas creativas que hacen a la historia y cambian a la historia. La idea moderna de la empresa naci en un ambiente protestante, y es por ello que siempre se sinti como extraa en Amrica Latina. Ahora, es tiempo de que sta sea vuelta a elaborar por la cultura latinoamericana. Para que se aclimate en un ambiente catlico, esta idea debe asumir caracteres parcialmente nuevos. La empresa debe concebirse no slo como una sociedad de capitales, sino tambin y al mismo tiempo como una comunidad de personas que participan de un bien comn, que juntas forjan un destino comn. El reto que hoy est frente a Amrica Latina es el de asumir el sistema de acondicionamientos que le es propio a una economa moderna, pero sobre la base de su propia cultura, sin perder su alma. El secreto del desarrollo no est en el rechazo de la modernidad, ni tampoco en la homologacin, sino en el descubrimiento de una forma cultural propia dentro de la modernidad. Pero este, quizs, podra ser el tema de otro ensayo.