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1 EL AÑO DE LOS TIROS A TRAVÉS DE LA PRENSA Juan Manuel Gemio del Rio Lic. Historia [email protected] Resultará, como siempre en estos casos, que los que se murieron no tuvieron motivo fundado para tal cosa 1 ”. En la hora que tomo la pluma estoy horrorizado, y siento que al leer ésta se horrorizar tanto como 18000 o 2000 criaturas que existen alrededor de las minas de Riotinto. El caso es que con las lluvias pasadas la corriente se llevó cuatro leguas de la vía de la mina y un puente de hierro de dicha vía; en seguida mandaron operarios, ofreciéndoles mayor jornal, y como esta vía va por la orilla del río Agrio, tuvieron que trabajar metidos en agua para construir uno nuevo, teniendo que ir los trabajadores en las bateas a las cuatro de la mañana, y los traían a las doce y una de la noche helados; pero al pagarles lo han hecho al precio de los de aquí. Con este engaño, y con bajar los jornales en otros departamentos, el día 2 se negaron a trabajar unos 500; el día 3 se hizo general la huelga, solicitando del director la abolición de los contratos, que concluya el descuento forzoso de cuatro reales para médico y botica y se les aumenten dos reales de jornal a los que están bajos; el director contestó que no accedía a nada, y ayer se reunieron con una bandera, en que pedían lo antes indicado, en número de 12 a 13000 personas, en actitud pacífica, sin provocación de ninguna especie, como se acredita con noventa y tantos guardias que, con los capotes puestos, conversaban con los manifestantes como si estuviesen en sus casas, y su digno comandante y demás jefes, que alaban a todos por la conducta que observaron. A las dos de la tarde se presentó otra manifestación del pueblo de Zalamea la Real, en número de 1.500 personas, con el Ayuntamiento y su banda de música. Como media hora antes, habían llegado 200 soldados de Pavía, mandados por un coronel graduado; al `pasar la tropa fue vitoreada; formó en la plaza en dos filas, y en medio tocó la música piezas escogidas. A las cuatro se presentó el gobernador, salió al balcón y dirigió la palabra al pueblo, preguntando a los trabajadores si estaban conformes con el jornal; contestaron que no; volvió a salir, y dijo que vería al director, y que hoy o mañana se sabría el resultado. Los trabajadores dijeron que estaban parados hacia tres días, por lo cual deseaban saber el resultado cuanto antes. En este tiempo ya se habían ido muchos, pues de 20000 personas que eran antes quedaron 5 o 6000 pegadas a los soldados. Volvió a salir por tercera vez al balcón el gobernador con el teniente coronel, y el pueblo, creyendo que iba a decir algo, se quedó como si estuviese en misa. De pronto los soldados de Pavía, como obedeciendo a una seña, formaron cuadro y rompieron un fuego graneado a boca de jarro, tan terrible, que se sabe han muerto más de 50, entre ellos una mujer con niño de pecho en los brazos y dos o tres niños de 1 La Ilustración Ibérica. 18-2-1888. 4 de febrero de 1888: “El Año de los Tiros” (VII)

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1888. "El Año de los Tiros". Los sucesos del 4 de febrero de 1888 en la plaza de la Constitución del pueblo de Rio-Tinto (Huelva) fue de tal intensidad que tuvo repercusión nacional, con análisis opuestos en función de la Cabecera que tratase el asunto.

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EL AÑO DE LOS TIROS A TRAVÉS DE LA PRENSA

Juan Manuel Gemio del Rio

Lic. Historia

[email protected]

“Resultará, como siempre en estos casos, que los que se murieron no tuvieron motivo fundado para tal cosa1”.

“En la hora que tomo la pluma estoy horrorizado, y siento que al leer ésta se horrorizar tanto como 18000 o 2000 criaturas que existen alrededor de las minas de Riotinto. El caso es que con las lluvias pasadas la corriente se llevó cuatro leguas de la vía de la mina y un puente de hierro de dicha vía; en seguida mandaron operarios, ofreciéndoles mayor jornal, y como esta vía va por la orilla del río Agrio, tuvieron que trabajar metidos en agua para construir uno nuevo, teniendo que ir los trabajadores en las bateas a las cuatro de la mañana, y los traían a las doce y una de la noche helados; pero al pagarles lo han hecho al precio de los de aquí. Con este engaño, y con bajar los jornales en otros departamentos, el día 2 se negaron a trabajar unos 500; el día 3 se hizo general la huelga, solicitando del director la abolición de los contratos, que concluya el descuento forzoso de cuatro reales para médico y botica y se les aumenten dos reales de jornal a los que están bajos; el director contestó que no accedía a nada, y ayer se reunieron con una bandera, en que pedían lo antes indicado, en número de 12 a 13000 personas, en actitud pacífica, sin provocación de ninguna especie, como se acredita con noventa y tantos guardias que, con los capotes puestos, conversaban con los manifestantes como si estuviesen en sus casas, y su digno comandante y demás jefes, que alaban a todos por la conducta que observaron.

A las dos de la tarde se presentó otra manifestación del pueblo de Zalamea la Real, en número de 1.500 personas, con el Ayuntamiento y su banda de música. Como media hora antes, habían llegado 200 soldados de Pavía, mandados por un coronel graduado; al `pasar la tropa fue vitoreada; formó en la plaza en dos filas, y en medio tocó la música piezas escogidas. A las cuatro se presentó el gobernador, salió al balcón y dirigió la palabra al pueblo, preguntando a los trabajadores si estaban conformes con el jornal; contestaron que no; volvió a salir, y dijo que vería al director, y que hoy o mañana se sabría el resultado. Los trabajadores dijeron que estaban parados hacia tres días, por lo cual deseaban saber el resultado cuanto antes. En este tiempo ya se habían ido muchos, pues de 20000 personas que eran antes quedaron 5 o 6000 pegadas a los soldados. Volvió a salir por tercera vez al balcón el gobernador con el teniente coronel, y el pueblo, creyendo que iba a decir algo, se quedó como si estuviese en misa.

De pronto los soldados de Pavía, como obedeciendo a una seña, formaron cuadro y rompieron un fuego graneado a boca de jarro, tan terrible, que se sabe han muerto más de 50, entre ellos una mujer con niño de pecho en los brazos y dos o tres niños de

1 La Ilustración Ibérica. 18-2-1888.

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cuatro a cinco años. En la mina no caben los heridos; de aquí han muerto 3 y hay 17 heridos graves; en Naya dicen que hay 21; de otros puntos no sé2”.

El 4 de febrero de 1888, en la Comarca Minera de Riotinto (Huelva) se pondrá, de manera trágica, el punto final a la huelga obrera iniciada el primer día del mes y que provocará que, desde un primer momento, 1888 sea conocido en la zona como el “Año de los Tiros”.

Ese suceso tendrá, como no podía ser de otro modo, una gran repercusión mediática a través de los numerosos periódicos que se publicaban en España en ese momento.

La mayoría de las publicaciones coinciden en mostrar un carácter pacífico y festivo de la manifestación. Aunque también se encuentran editoriales en el lado opuesto, entre las que destaca el diario “La Provincia”, portavoz de los mensajes de la Riotinto Company Ltd.

Este periódico, el 8 de febrero, indica que “la huelga ha sido promovida por alguno o algunos titulados agentes de la Internacional, y es aprovechada y explotada por los antihumistas o reformistas. Al frente de los grupos se ha visto constantemente a un tal Maximiliano, deportado cubano que viene ya de antiguo atribuyéndose cierta representación de la Internacional. Desde hace días salen de Huelva diariamente dos o tres cartas que, por la procedencia y el destino, sospechamos sean instrucciones y consejos (…) Aseguran que se ha visto convidarlos a frecuentes libaciones de aguardiente.

La actitud de los huelguistas no era tan pacífica y tranquilizadora como dicen los reformistas; los obreros de los talleres (…) fueron apedreados; a los de San Dionisio, les obligaron violentamente a abandonarlo”.

En este sentido, el día 7 “La Regencia” incluso afirma que “las heridas debieron ser ocasionadas por los mismos paisanos. En los registros practicados se han recogido gran número de armas y 60 cartuchos de dinamita”. Y “El Día” llegó a publicar que “ los huelguistas, colocados en lo alto de una pendiente, insultaban y tiraban piedras a los soldados, que estaban colocados en la parte baja”. Es conocido que los manifestantes estaban agrupados en la plaza y que no había allí desniveles.

Sin embargo, como decíamos, es mayoritaria la defensa del tono festivo y la ausencia de armas. “El Reformista” el día 10 de febrero publica una entrevista con el alcalde de Zalamea, en la que muestra que “uno sólo de los manifestantes se atrevió a interrumpir al gobernador con estas o parecidas palabras: Si vosotros tenéis fuerzas, nosotros también tenemos armas”, pero (…) le juró que no existió provocación alguna; que todo es falso. El alcalde prosigue su relato de los hechos indicando que “apenas concluyó de hablar el individuo que interrumpió al gobernador, se oyó una terrible detonación, que sembró de cadáveres y heridos la Plaza del pueblo”. Además, informa que no se

2 Corresponsal de “La República” en “El Socialista”. 17-02-1888.

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hicieron las intimidaciones que prescrible la ley de Orden Público y que entre “los muertos se encuentran cuatro mujeres y dos niños de corta edad3” .

En “El Liberal” el día 5, puede leerse que “la actitud de los 4000 obreros en huelga no ha dejado de ser pacífica un solo instante”, mostrando al día siguiente las primeras críticas al gobierno y la cifra de fallecidos, indicando que “el celosísimo gobierno del Sr. Sagasta ha sido “víctima” de una nueva y dolorosa “sorpresa”.

Hace mucho tiempo que se viene diciendo que la cuestión de los humos, en la que tan interesados están pueblos importantísimos de la provincia de Huelva acabaría por provocar algún conflicto de orden público. A juzgar por la indiferencia con que el Gobierno ha oído estos augurios no les ha dado crédito ninguno.

Y en efecto. La opinión pública ha acertado, como siempre, en que sus tristes profecías, y el Gobierno se ha equivocado, como siempre.

No hay más sino que esta equivocación ha costado la vida a 10 hombres. Y que es, por consiguiente, demasiada cara”.

Tanto las críticas como la cifra de muertos y heridos irán en aumento a lo largo de los siguientes días. El día 5, este mismo periódico redacta la declaración de Romero Robledo4 en el Congreso que denuncia, no sólo la actitud del gobierno y la ilegalidad e inmoralidad de lo sucedido en Riotinto, también el caciquismo imperante y el dominio de las empresas mineras en todas las esferas sociales, políticas y económicas. Así, declara que:

- “Primero: Que en ningún país de Europa se calcina al aire libre más que en España, y esto porque las compañías compran todas las grandes influencias de que necesitan para imponerse al país. - Segundo: Que en Riotinto no se hicieron a los manifestantes las tres intimidaciones que el Código Penal determina. - Tercero: Que las víctimas fueron heridas a boca jarro, como lo prueba el hecho de haber más muertos que heridos. - Cuarto: Que los manifestantes no debían ir armados, toda vez que no ha resultado en las tropas del ejército más que un soldado contuso de una pedrada. - Quinto: Que no se explica leyendo los despachos oficiales cómo pudo encontrarse el gobernador tomadas todas las calles de Riotinto por las turbas y ocupar, sin embargo, la Plaza del pueblo. - Y sexto: Que el gobierno está mal servido, toda vez que hay cartas y los diputados de la mayoría tienes algunas, en las que se refiere con todos sus pormenores y detalles la sangrienta colisión del sábado”. En este momento, refleja la cifra de veinte muertos.

3 Esta entrevista fue reproducida por José Nogales en “La Coalición Republicana” por el que tuvo un proceso el 1 de agosto de 1888, aunque la sentencia fue absolutoria. 4 Fundador del Partido Liberal Reformista, desaparecido ese mismo año.

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Continúa afirmando que “el señor ministro ha hablado mucho de la justicia y yo os voy a decir que justicia hay en la provincia de Huelva. ¿Sabéis quién es el juez municipal? Pues un abogado a sueldo de la compañía de la mina de Tharsis. Hay concejales de pueblos subvencionados por la compañía, y yo no sospecho de nadie, pero sigo los movimientos de la opinión, y cuando veo que hay periódicos que escriben defendiendo a los pueblos largos artículos y de pronto se vuelven en contra y defienden a las compañías, saco la consecuencia de que aquí hay un cáncer profundo que curar. Y no sólo es esto sólo, pues hay gentes que ocupan cargos importantes y que dependen de la Compañía”.

En este sentido, “El Socialista” el 17 de febrero refleja un comentario del “El Cronista” denunciando las relaciones de los gobernadores de la provincia de Huelva con las empresas, subvencionadas mediante pagos ordinarios y extraordinarios.

Añade “El Liberal” la declaración del “Sr. Pedregal, minoría republicana”, mostrando que “en Riotinto, se ha faltado a la ley, se ha faltado al Código Penal, se ha asesinado a 20 hombres, y nosotros no podemos votar en defensa de un gobierno que patrocina todo eso cuando no sabe bien lo que ha ocurrido.

En adelante la Plaza del pueblo de Riotinto se llamará la Plaza de la matanza”.

“La Monarquía” el 18 los crítica reflejando que “se han desfigurado en el Congreso los tristes sucesos acaecidos el día 4 del actual en Riotinto. Se ha llamado manifestación pacífica á una manifestación notoriamente tumultuaria y sediciosa; cruel y sanguinaria á la autoridad que no dio la voz de fuego á los soldados” (…) Se ha aumentado el número de muertos, se han pintado con vivos colores escenas desgarradoras” (…)Toda esta gente se junta (caciques y Liga Antihumista), prepara los ánimos de los obreros, hace surgir entre tantos una cuestión de salarios, provoca una huelga, que no tenía nada que ver, por el pretexto ó causa que la determinaba, con la cuestión de los humos, y sin pedir permiso al Gobernador, organiza la manifestación precisamente para gritar contra las calcinaciones al aire libre, y por la violencia recoge hombres. (…) Ya saben todas las comarcas españolas el camino de sus éxitos: todo consiste en exponer á las balas de los soldados apedreados las vidas de unos cuantos obreros”.

En esta línea, la defensa del gobierno por parte de Albareda5, justificando la acción del ejército, no deja de ser sorprendentes:

“Figuraos, señores diputados, a dos compañías del ejército español acompañadas en una plaza pública; figuraos a un pueblo entero, herido e indignado; figuraos a 6000 hombres en actitud amenazadora y a veinte pasos de la fuerza armada; figuraos la

5 Ministro de Gobernación, perteneciente al Partido Liberal Fusionista, liderado por Sagasta, que dará nombre al Decreto que insta a suprimir las teleras. Días después de los sucesos, Albareda mostraría la mentalidad de un país “colonizado”: “Yo me asombro al pensar lo que hubiera pasado, el espectáculo que hubiéramos dado a Europa, las reclamaciones que por todas partes hubiera surgido, si ciudadanos extranjeros hubieran sido asesinados, permaneciendo impasibles los soldados”. Evitó comentar la muerte de los nacidos en España. Más tarde si lo hizo.

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irritación, los insultos, las amenazas que esa fuerza sufriría, y después que todo esto os lo hayáis pintado en vuestra imaginación, decidme: ¿Qué había de hacer el ejército? ¿Había de consentir, por su honor y por su vida, que aquellas turbas lo arrollaran, y que arrollado, fuese desarmado?6”

Como también es esclarecedor la actitud de los diputados de Huelva, que según refleja el diario “El señor conde de Gomar declara en nombre de los diputados de Huelva que éstos se abstienen de votar” la denuncia de Romero Robledo7 y el comentario del Gobernador Agustín Bravo y Joven en el Ayuntamiento de Riotinto minutos después de las detonaciones, publicado en “La Regencia” el día 11 de febrero: “Más pierdo yo que ustedes, porque probablemente esto me costará el destino”.

El día 9 de febrero, “El Liberal”, aumenta la cifra a 45 muertos, reflejando que “sería necesario admitir que la mayor parte de los heridos en Riotinto lo fueron por la espalda, lo cual autorizaría para creer que se hizo fuego sobre los amotinados cuando estos huían y no en el momento de intentar agresión alguna contra la tropa.

También los reformistas afirmaban que entre los muertos figuraban cuatro mujeres y entre los heridos graves una niña; añadiendo que la traslación de los cadáveres al lugar en que han sido sepultados se hizo de noche, en carros dispuestos al efecto y sin que se permitiese a nadie aproximarse para reconocer las víctimas. Todos los muertos parecen que fueron enterrados en una fosa común.

“El Cronista” mantiene esa cifra de 45 a 50 muertos, a los que añade más de doscientos heridos. “El Baluarte” indica que “pasan de ciento los muertos y heridos causados por aquellas descargas”, mientras que “La Provincia” no reconoce más de 15 muertos y 40 heridos.

Los últimos estudios de los sucesos defienden una cifra mucho mayor de muertos y heridos, reflejando además el modo en el que fueron trasladados y el lugar donde fueron sepultados8, ocultando todo lo posible los datos reales y la información de lo ocurrido. Con esta idea, “La Regencia” el 7 de febrero muestra que “No permitían a los padres y hermanos acercarse a los cadáveres de su hijo”.

Finalmente, el 29 de febrero de 1888, se publica el Real Decreto de supresión de las calcinaciones al aire libre9, criticado por “La Provincia” en días sucesivos, ejemplificando los esfuerzos y recursos que empleó la Riotinto Company Ltd. para derogar el Decreto y continuar con el sistema de cementación artificial. Definitivamente, conseguiría su objetivo al publicarse el 19 de diciembre de 1890 en la “Gaceta de Madrid”, número 353, el Real Decreto que“(…) suspende los efectos del Real decreto de 29 de febrero de 1888”.

6 El Liberal. 7 El Liberal. 8 Moreno Bolaños, Alfredo; Pérez López, Juan Manuel: “Testimonios fehacientes sobre El tren de la muerte. 4 de febrero de 1888”. Nervae. Nerva. Huelva. 2008. 9 Anexo 1.

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BIBLIOGRAFÍA

.- EL CRONISTA.

.- EL LIBERAL.

.- EL REFORMISTA.

.- EL SOCIALISTA.

.- GACETA DE MADRID.

.- LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA.

.- LA MONARQUÍA.

.- LA REGENCIA.

.- LA REPÚBLICA.

.- LA PROVINCIA.

.- LA UNIÓN CATÓLICA.

.- LA VANGUARDIA.

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