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Abajo. Los pilares afectados en el plano de Bidaurreta, AMB.

El proyecto de sustitución de los pilares 4Cy 5C de la Catedral de SevillaAlfonso Jiménez MartínArquitecto, Director del Proyecto

El 23 de noviembre de 2006 el Ministerio de Cultura inició, a través del IPCE, una obra enla Catedral de Sevilla destinada a reforzar dos de sus treinta y dos pilares.

El presente artículo constituye no sólo el resumen de la referida intervención, sino unaapretada crónica de los más de 20 años de trabajos vinculados a ambos pilares del ConjuntoCatedralicio.

En 1433 empezó la “obra nueva” hispalense cuyoprimer maestro fue un francés llamado Isembertus,que trabajó para la catedral como Ysamber eYsanbarte, entre 1433 y 1434; la planta acotada ylas alturas del proyecto quedaron reflejadas en unplano, del tercer cuarto del siglo XV, conservadoen Oñate (Guipúzcoa) en el que el pilar 4C, quedescarga la nave central y una lateral, mide 15pies, mientras el 5C, que sólo recoge las laterales,tiene 12. Por un documento de 1513 sabemos quedicha medida era la de su diagonal, que en el pri-mero mide hoy 13 pies, reducción que ya estáacreditada en 1449. Este cambio y otros delmismo tenor se deben al maestre Carlín, naturalde Ruán, que dirigió la obra entre 1435 y 1447.

Cada pilar comenzó con la apertura de un “hoyo”ovalado que excavaron dos cuadrillas de peonesayudados por sendas bestias, con una latitudmáxima de 7 m y 5,70 de profundidad. Lo relle-naron por tongadas con un enripiado de morterode cal y grava, cargado con trozos de ladrillo ypiedra; acabado el cimiento replantearon los pila-res, como se deduce de lo descentrados que estánrespecto a los respectivos hoyos, pues la presenciade restos de edificios anteriores impidieron suregularidad. Cuando fraguó la tongada superiorabrieron en ella cuatro pocetes de un metro dediámetro, cerca de donde se situarían las esquinasdel pilar, en los cuatro puntos cardinales, paraempotrar otros tantos “pinos”, capaces de sostenerlos andamios, las cimbras y los puntales necesarios

para el progreso de la obra, además de una grúa,pues adquirieron “una rrueda con su exe e aparejopa guindar cantos […]” el 12 de enero de 1437.

Para empezar el pilar propiamente dicho labraronsobre el cimiento una solería perdida de ladrillos,

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Abajo. Constitución de un pilar segun un dibujo de 1889, ACS.

THE PROJECT OF THE SUBSTITUTION OF PILARS 4C AND 5C OF THE CATHEDRAL OF SEVILLE

Alfonso Jiménez MartínArchitect. Director of the project

On November 23, 2003, the Ministry of Culture began, through the SCHI, a work in the Cathedral of Sevilleaimed at reinforcing two of its thirty two pillars. This article constitutes not just a summary of said interven-tion but also a chronicle of the more than twenty years of work linked to both pilars in the Cathedral complex.

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en la que se marcaron los ejes de la zapata, sobrela que debió ir el pavimento, hoy desaparecido. Lospilares se dibujaron en el suelo como octógonosirregulares, con una primera hilada lisa y sobreellas una serie de molduras horizontales y basasbulbosas, hasta alcanzar una altura uniforme de1,60 m. Sorprende que el número de sillares quecomponen estas hiladas inferiores sea muy varia-ble, pues oscila entre 12 y 20 piezas, mientras lonormal es que cada una de las 47 hiladas norma-les del fuste contenga de 12 a 14 sillares acuñadosque, contrapeados, le dieron 15 m de altura.

En los 16,60 m de altura de cada pilar colocaronalrededor de 800 sillares de calcoarenita de las

canteras de El Puerto de Santa María (Cádiz), quefueron todos los que se cuentan a simple vista,pues constituyen el potente encofrado de una masainterna de enripiado, estratificada, similar a la delos cimientos; el espesor de esta corona es varia-ble, como lo fue el tizón de sillares, pues el propioaparejo y la búsqueda de trabazón dieron pocaregularidad al espacio interno que el enripiadomacizó.

Dos accidentes ayudan a explicar la responsabilidadestructural de estos soportes. El día 28 de diciembrede 1511, a las 8 de la noche, se cayó el pilar 3F, unode los que sostenían el cimborrio. Las causas estánclaras, pues si bien en el plano de Oñate aparece

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Arriba. Plano coloreado a cera.

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junto a este soporte escrita la palabra “symbor”,nombre genérico del espacio central del edificio,las cotas no sugieren que lo dibujado fuese a des-collar más que lo exigido por la luz de su vano y elrampante de la bóveda, ni sus pilares tenían máspotencia que los dibujados para las naves altasaunque, por la reducción ya citada, fueran final-mente los mayores. Pues bien, sobre esos cuatropilares Simón de Colonia, cincuenta años despuésde que fueron cimentados y construidos, levantóuna estructura mucho más alta y pesada que labóveda de terceletes del plano vasco. El cimborrioconstruido, al igual que el de Burgos que construyósu padre, cayó estrepitosamente en 1511, pero esevidente que su ruina quedó localizada en lasbóvedas apoyadas en el pilar 3F, sin provocar máscaídas. Aunque el pilar se reconstruyó de inme-diato, el cimborrio se debatió mucho, incluso sepensó hacerlo de madera; finalmente, entre 1516 y1518, Juan Gil de Hontañón hizo una bóveda que,salvo en la mayor complejidad de sus nervadurasy la inclusión de unas ventanitas, poco se diferen-ciaba de la del dibujo vasco: en una palabra, elcimborrio mínimo.

Trescientos setenta años después, en pleno procesode restauración, cayó también esta bóveda; porentonces el arquitecto Adolfo Fernández Casanovasustituía por completo el pilar 5F, obra que terminóel 4 de abril de 1888. En ningún momento indicóque el pilar 4F estuviera mal, pero lo cierto es quecuatro meses después, el 1 de agosto, sobre las 3de la tarde, se desmoronó. El arquitecto explicó laruina por la escasa calidad de los materiales y losseísmos, pero su sucesor, en 1893, mencionó ade-más el descenso de 12 cm que acumularon losmorteros empleados en la reconstrucción del pilar5F, asiento que desequilibró al soporte contiguo.Las fotos y los planos coetáneos acreditan que,pese a la asimetría de cargas y formas, el pilar,que se rompió a unos cinco metros de altura, “pordescomposición del tercio medio”, sólo arrastró lasmitades adyacentes de las bóvedas que descansa-ban en él, insinuando que las fisuras naturales delas mismas convertían la estructura del edificio enuna malla de “palmeras” autónomas, bien estribadapor las capillas y las fachadas.

Joaquín Fernández Ayarragaray planteó en 1890 unproyecto para la reconstrucción “del pilar y semi-bóvedas derruidos […]”, cuyas obras concluyeronen 1893. A partir de este momento intervino enotros pilares, reforzándolos mediante inyeccionesde cemento, que Fernández Casanova llamó des-pectivamente “geringamientos”. De ellos aún sepercibe en el pilar 5H una perforación y el sobrantede la lechada, cortada por la última obra que haafectado a los pilares, la de “recalzo de los sesenta

Arriba. El pilar caído en 1888. ACS.

Abajo. Jeringamientos de cemento en el pilar 4C.Fotografía: J.L. Baron.

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Arriba. Los apeos como parte de la visita de la Catedral. Fotografía: A. Jiménez.

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pilares que constituyen el apoyo de la nave centraly laterales”, tarea que dirigió entre 1911 y 1915Joaquín de la Concha Alcalde. Su trabajo consistióen sustituir la mayoría de los sillares del basa-mento y el fuste hasta su tercera hilada, lo queexplica la diferencia de textura y color de la piedray las irregularidades de su aparejo. Hasta aquí elproceso histórico que concierne a los pilares que,aun siendo válido para todos ellos, ha ofrecidomultitud de datos particulares, por lo que no con-viene generalizar.

En 1987 propuse al Cabildo controlar el pilar 5C,cuyo basamento aparecía fisurado y con testigosde yeso, rotos y sin fecha, y también el 4C, conuna amplia grieta a unos metros de altura que,aunque afectaba sólo a un baquetón, era muy apa-ratosa. En realidad no eran éstas dos las únicasdel edificio, pero sí las más visibles, ya que hayotras, formidables y muy antiguas, en arcos ymuros del brazo norte del Trascoro y otras, demenor cuantía y con huellas de reparaciones, enotros muchos lugares, incluidos pilares, y ello sincontar las fisuras de las bóvedas que, de acuerdocon la teoría del comportamiento plástico divulgadapor J. Heyman, son normales y, en principio, ino-cuas. Conviene señalar que no tenemos denunciaalguna de problemas anterior a 1987 sobre elestado de los pilares 4C y 5C aunque, como vere-mos, el primero fue inyectado afines del siglo XIX.

Los primeros testigos que colocamos, en marzo de1988, aparecieron rotos tres meses después por loque volvimos a reponerlos anualmente hasta enerode 1995, concluyendo que los movimientos de lasfisuras eran cíclicos pero no uniformes, pues notodos se rompían ni lo hacían en el mismo orden.Con estos datos, o mejor dicho, con estas incerti-dumbres, se propuso al Cabildo un plan para definir

con exactitud el problema, invirtiendo hasta elaño 2002 la cantidad de 977.444 euros, financia-dos íntegramente por la propiedad del edificio que,desde entonces, sólo ha limitado el tiempo, esdecir, el calendario y los horarios de los trabajos,para acompasarlos a las actividades del templo.Desde 2002 los gastos han sido sufragados por elMinisterio de Cultura y el Cabildo, con 1.606.570y 454.123 euros respectivamente.

En agosto de 1996 realizamos una campaña parareconocer las cimentaciones mediante sondeosgeotécnicos puntuales, cuyos resultados publicamosen Informes de la Construcción unos meses des-pués, concluyendo que, con un factor de seguridadante el hundimiento superior a tres y los datos delterreno y de la cimentación que el estudio aportó, sedescartaba ésta como problema. Así pues, habíaque buscar su origen en la fábrica visible y por ellose analizaron de registros sísmicos provocados pormedio de una serie de geófonos ubicados en elfuste, investigando además la distribución dehumedades y sales, llevados a cabo a finales de1997, estudio que insinuó “la existencia de undesajuste estructural”; continuaron con la instru-mentación las grietas de éstos y otros dos pilaresque se eligieron como referencias, y se estudiaronmuestras inalteradas, cuyos resultados estuvieronen marzo de 1999. Estos resultados demuestran,entre otras cosas, que la resistencia a compresiónoscilaba entre 29 y 118 kp/cm2, para muestras conhumedad natural y módulos de deformación entre5.037 y 41.537 kp/cm2, mientras las desecadas die-ron valores entre 30 y 143 kp/cm2 y 7.292 y42.558 kp/cm2 respectivamente; la resistencia acompresión de la piedra saturada de agua y la

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La intervención de 1911 realzada. Fotografía: A. Jiménez.

La base del pilar 5C. Fotografía: A. Jiménez.

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Arriba. Protección de la excavación de la cubierta. A la derecha. Grieta del pilar 4c. Fotografías: A. Jiménez.

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oscilación de tensiones en el periodo de mediciónapuntaron a valores próximos a la rotura y com-portamiento cercano al estado plástico, que sepodría alcanzar al ofrecer el núcleo interno resis-tencias entre 31 y 72 kp/cm2, con módulos dedeformación que varían entre 1.700 y 2.626 kp/cm2. Según este estudio la causa del problemaestaba en la baja calidad de la piedra, ya acreditadapor los estudios del siglo XIX, pero al menos pudi-mos descartar que, como sugieren los mismos, elrelleno fuese tan incoherente que se pudiera“derramar” al retirar parte de la corona exterior,que es lo que se temía Fernández Casanova cuan-do cambió de criterio en el pilar 5F, ya que enprincipio pensó recalzarlo, como ahora, pero ter-minó sustituyéndolo.

Así pues, en la primavera de 1999 las noticias nopodían ser más preocupantes, por lo que propuseal Cabildo encargar la resolución del problema adon José Luis Manzanares, catedrático de estaespecialidad de la Universidad Hispalense. Se pro-puso verificar la extensión y estado de los cimien-tos, extender los análisis de los fustes de los pilaresa las bóvedas, estudiar la geometría y estabilidadde la estructura de la catedral, reunir informaciónsobre patologías similares, apear los dos pilaresafectados e iniciar la búsqueda de soluciones yfinanciación.

De forma simultánea se realizaron numerosastareas durante los años 1999 y 2000, empezandopor el reconocimiento de la cimentación medianteuna excavación arqueológica, cuya publicaciónresumimos seguidamente. Después de retirar lasolería actual, colocada entre 1786 y 1793 perocon zonas renovadas por última vez en 1955, seexhumaron estructuras y restos de tumbas medie-vales y modernas, el suelo y pilares de la mezquita

y las estructuras, solerías e incluso la decoraciónde varias casas andalusíes derribadas para cons-truir el oratorio almohade. Los cimientos de lospilares 4c y 5c quedaron confirmados en extensióny calidad, salvo los deterioros causados por losenterramientos anteriores a 1786, lo que aconsejó,para garantizar la estabilidad de cualquier estruc-tura que se colocase para trabajar en los pilares,su hormigonado, tras lo cual se volvió a colocar lasolería. A la vez se investigaron las estructurasemergentes, pues los fustes fueron revisados porcompleto, advirtiendo varias circunstancias deinterés, como la irregularidad del material, la exis-tencia de un enjabelgado ligero, la coloraciónnegruzca de la cuarta hilada del fuste del pilar5C, y la escasa calidad de la piedra, que original-mente era de color muy claro. Desde los prime-ros momentos controló la realización de estos tra-bajos el profesor Barón Cano.

El profesor de investigación del C.S.I.C. AntonioAlmagro dirigió entre 1999 y 2000 una reiterada ysistemática nivelación de precisión, que demostró lahorizontalidad y estabilidad de la solería del XVIII, yla restitución fotogramétrica de todas las bóvedas ypilares, verificando la ausencia de deformacionessignificativas de la estructura. Una tarea arqueoló-gica más, esta vez en las cubiertas, permitió, ade-más de aligerar de obra muerta los pilares 4C y5C, conocer la composición y peso de las alcatifasy solerías y la antigüedad y carácter cíclico de lasfisuras adyacentes. Estos datos, junto con los resul-tados de la peritación de la estructura, descartaronque hubiese algún desequilibrio estructural, confir-mando, mediante el cálculo por “elementos finitos”,que el material estuviera cerca del agotamiento.

También reunimos información sobre problemassimilares, mediante consultas bibliográficas, visitas

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Arriba. Imagen final del proyecto de apeos. Dibujo R. Angulo.

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a otros monumentos y la presencia de expertosen Sevilla, tales como los arquitectos Peropadre yAguerri, que han resuelto problemas similares enZaragoza y Tarazona. Sin embargo, la experienciaque más nos interesó fue la de la sustitución delos pilares del crucero de la catedral de Milán,cuyas dimensiones y riesgo se asemejaban a losnuestros y de cuyas dificultades aprendimos quelo sensato es intervenir sin restricciones de tiempoo espacio, ensayando las soluciones mediantesimulacros a escala natural.

Con estos datos, entre otros, se redactó un proyectodestinado a auscultar y apear los dos pilares queobtuvo licencia municipal en junio de 1999.Preveía, y así se ha realizado, construir un anillode hormigón armado para llevar las cargas a lasolería, debidamente protegida, y de ésta al hor-migonado del subsuelo y al cimiento. En este ele-mento se anclaron ocho tubos de acero con capa-cidad para apear toda la fábrica que carga cadapilar y que, a la vez, sirviese como andamio. Estaestructura metálica abrazaba el pilar mediantegrandes ruedas de madera con una llanta metáli-ca exterior, seccionada para poder tensar y des-tensar cada rueda, tocando la piedra mediante una“venda” de neopreno y yeso, conformando todoello una compleja férula discontinua, complemen-tada con escaleras, pescantes volados, barandas,protecciones y redes. Una red de sensores (termó-metros, higrómetros, clinómetros, acelerómetros,distanciómetros, bandas extensométricas, célulasde carga y anillos de deformaciones relativas,hasta sobrepasar ampliamente el centenar) efec-tuaba lecturas cada cinco minutos, que se recibíanen un ordenador a pie de obra, en el que un pro-grama llamado Merlín, de “Kinesia, Ingeniería deAuscultación”, monitorizaba los dos pilares y susapeos sin interrupción, incluso permitía auscultar-los por Internet. La duración prevista del procesoaconsejó en 2006 rediseñar todo el conjunto,cambiando los sensores y el programa a los deúltima generación. Este sistema ha permitido quecualquiera de los miembros de la dirección facul-tativa y de la dirección de obra tuviese informa-ción en tiempo real y que, además, pudiera intro-ducir comentarios y observaciones, constituyendoun registro muy ágil. Tal vez el dato que más sor-prendió en su momento fue saber que el movi-miento diario de subida y bajada de las claves delas bóvedas estaba entre 2 y 3 cm, a compás de laevolución cotidiana de la temperatura ambiente.

Los años 2000 a 2005 no se desperdiciaron graciasa las tareas menores que se emprendieron y lacontinuidad en las observaciones, pues el proyectode sustitución de los sillares, diseñado por laempresa AYESA, pasó un dificultoso proceso de

visado y aprobación en los Ministerios de Fomento,Vivienda y Cultura. Durante estos años se ensaya-ron la sustitución de sillares muy deteriorados enotros lugares menos comprometidos de la Catedral,se observó el relleno interior mediante endosco-pias, se hicieron ensayos de “gatos planos” y seestudió la eliminación del ruido y el polvo que laobra produciría. Entonces se decidió sacrificar lasillería antigua, ya que ni había un procedimientoviable para extraerla intacta, ni estaba proyectadoreutilizarla, ni se sabía donde almacenarla. Cuandola obra empezó advertimos que había más repara-ciones de las que estaban documentadas y que enalgunos sitios donde la “venda” se había pegado ala piedra, ésta se desgarraba al retirar el apósito.

La obra tardó en conseguir un ritmo de trabajoaceptable, tanto por la obligación de adaptarnos ala agenda litúrgica como por la necesidad de reno-var la auscultación. Empezó por el pilar 5C, trasdesmontar desde abajo sucesivas ruedas demadera, eliminando la piedra antigua, dividiendoel perímetro de cada pilar en 16 secciones y trespisos, sin tocar el núcleo interno que en toda suextensión observada se ha demostrado muy uni-forme y compacto. En cada semana laboral sederribaba y reconstruía una sección, colocandosillares de piedra recién labrada con mortero decal, siguiendo despieces contrapeados muy uni-formes. Las canteras portuenses, inmersas en unlitigio entre el Ejército y el Ayuntamiento, nogarantizaban la uniformidad ni la resistencia exi-gida, unos 300 kp/cm2, por lo que se optó porotras canteras que han suministrado de maneraregular piedra de características organolépticasmuy similares a la original recién labrada. En totalse han colocado casi 600 sillares nuevos. Demanera especial ha interesado controlar las retrac-ciones, de manera que al final la merma ha sidode 5 mm, que se han manifestado en las grietasantiguas de las partes altas con aperturas o cierresde menor amplitud aún. Ha sido un trabajo en elque se han mezclado procedimientos tradicionales,como la colocación manual de sillares de piedranatural, el uso de morteros antiguos y plantillas,con otros modernos, así los transportes y elevacio-nes con maquinaria eléctrica o la Fotogrametría,con novedades recientes, como ha sido la monito-rización y seguimiento por Internet.

Las mayores sorpresas han consistido en detectarque los recalces de los años 1911/1915 fueron elorigen de las irregularidades de aparejo de las par-tes bajas y el empleo de piedra de menor calidad,pero sobre todo el hallazgo de antiguas lechadas decemento en una zona alta del pilar 4C, muy exten-sa, cerrando huecos entre la piedra exterior y elrelleno interno, pero sin huellas de las perforaciones

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dibujadas en 1893 ni rastros como los del pilar5H, de manera que sólo cabe una explicación: conla oposición de su antecesor, Joaquín Fernándezeliminó sillares, rellenó vacíos con lechada y colocósillares nuevos en los huecos producidos. Por nues-tra parte, en aquellos lugares donde las condicionesgeométricas lo aconsejaron se ha cosido la fábricanueva mediante varillas de acero inoxidable.

Uno de los temores expresados en la documenta-ción antigua se refiere a los seísmos como causaindirecta de las ruinas de 1511 y 1888, pues bien,el 12 de febrero de 2007 uno del grado 4 en laescala de Richter (6,1 en su epicentro del Algarbe)sacudió la Catedral. Provocó cierto pánico entre losobreros que trabajaban en los andamios de lafachada, donde advertimos posteriormente algúndaño, pero los pilares, que estaban apeados, enpleno proceso de sustitución de sillares parece

que no se enteraron. Esperemos que esto sea unanuncio de su comportamiento en próximas oca-siones.

Una parte de los datos expuestos proceden deobservaciones efectuadas en el trascurso de lostrabajos, pero también deben mucho a las investi-gaciones de archivo, en las que he contado con laayuda de Isabel González y Valle Gómez de Terreros.La obra no hubiera sido posible sin la ayuda de doscanónigos, ya fallecidos, los capitulares Domínguezy Garrido Mesa. La hemos dirigido un equipo com-puesto por los ingenieros José L. Manzanares yAntonio J. Molina y los arquitectos técnicos Juan L.Barón y doña Rosa M. Domínguez; el contratistaprincipal ha sido “Joaquín Pérez S.L.”, con la pre-sencia en obra de las arquitectas Manuela y ElisaPérez y el encargado don Pedro Ruiz.

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Arriba. Los dos pilares en agosto de 2009.A la derecha. El pilar 4c en agosto de 2009.Fotografías: P. Jiménez.

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