arqueologÍa histÓrica argentina: .cuadro de situaciÓn y perspectivas

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Revista de arqueología argentina

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  • ~evi&ta de \rqueologa \ft)erical)a JouruaJof ~e~ue ~",eri,au ~r'baeoJogy d' ~r'boJogie ~",ri,aiue

    u",ero 11 a601001 Instituto Panamericano de Geografia e Historia

  • ARQUEOLOGA HISTRICA EN ARGENTINA: .CUADRO DE SITUACiN Y PERSPECTIVAS

    Resumen

    Rodolfo Adelio RAFFINO* Ana Teresa IGARETA**

    El ensayo presentado a continuacin ofrece una sntesis esquemtica del desarrollo de la arqueologa histrica en la Argentina, mencionando los antecedentes tempranos de la disciplina, relacionados con otros mbitos de la investigacin como la historia y la arquitectura, y avanzando hacia los desarrollos ms recientes. Se detallan algunos de los eventos cientficos que contribuyeron a definir el perfil de esta rama de la investigacin arqueolgica, as como tambin se ofrecen sumariamente algunas de las caractersticas que en la actualidad definen la prctica de la arqueologa histrica en la Repblica Argentina.

    Abstract

    Historical Archaeological in Argentina: Overview and Perspectives. This paper presents a brief overview of the development of historical archaeology in Argentina, reviewing the early history of the discipline, related to other investigation spheres such as history and architecture, and 'moving forward to the latest developments. Some majar events which specifically contributed to define the nature of the discipline, are mentioned here, as well as some facts that characterize the current practice of historical archaeology in Argentina.

    Rsum

    L 'archlogie historique en Argentine : Un survol et des perspectives. Le prsent article prsente un survol du dveloppement de l' archologie

    CONICET. Facultad Ciencias Naturales y Museo. Universidad Nacional de La Plata. Academia Nacional de La Historia. Repblica Argentina.

    CONICET. Facultad de Ciencias Naturales y Museo. Universidad Nacional de La Plata, Argentina.

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    historique en Argentine. On va d'abord dcrire les premiers antcdents de la discipline, qui rejoingnent d'autres domaines scientifiques, principalement, I'histoire et r architecture. Finalement, on va prsenter les recherches les plus rcentes. Pour donner un cadre expressif de la situation actuelle de l ' archologie historique, on va mentionner quelques vnements scientifiques qui ont contribu l dfinir les traits particuliers de la pratique de cette sous-discipline en Argentine.

    Resumo

    Arqueologia Histrica na Argentina: quadro de situa{x5es e perspectivas. O artigo apresentado oferece um quadro esquemtico do desenvolvimento da Arqueologia Histrica na Argentina, revisando os antecedentes da disciplina relacionados a outras esferas da pesquisa, tal como histria e arquitetura e avan~a at os desenvolvimentos mais recentes. Alguns acontecimentos importantes, que contriburam para definir o perfil da disciplina, est o mencionados aqui, assim como algumas das caractersticas que atualmente definem a prtica da arqueologia histrica ba Repblica Argentina.

  • Arqueologa histrica en Argentina: cuadro de situacin y perspectivas 9

    Introduccin

    El presente ensayo no pretende funcionar como una compilacin detallada del desarrollo de las investigaciones de la Arqueologa Histrica desde sus comienzos y hasta el presente, sino servir como introduccin general y resumen esquemtico para aquellos que no se encuentren familiarizados con la temtica de esta disciplina, ya adolescente en la Repblica Argentina.

    En noviembre del ao 2000 se realiz en la ciudad argentina de Mendoza el 10 Congreso Nacional de Arqueologa Histrica, un encuentro que otorg visibilidad institucional y oficializ ante la comunidad cientfica el importante desarrollo de esta rama de la arqueologa que transita ya su tercera dcada de vida.

    Se trat de un evento particularmente significativo para una disciplina que, apenas unos aos antes, pareca no tener cabida en muchas reuniones cientficas. En tal sentido, el XII Congreso Nacional de Arqueologa Argentina, realizado en La Plata en 1997 y las posteriores versiones del encuentro, llevadas a cabo en Crdoba en 1999 y en Rosario en 2001, marcaron un punto de inflexin, al dar cabida a un puado de simposios especficamente dedicados a la presentacin de trabajos de arqueologa histrica.

    Progresivamente, el espacio dedicado a tales trabajos en publicaciones especializadas ha ido creciendo y afianzndose, hasta convertirla en una de las ramas de la disciplina con mayor crecimiento en el ltimo fin de siglo. Si se toma como referencia el advenimiento de la arqueologa prehistrica (o en el caso especfico de Argentina la prehispnica) ocurrida en el ltimo tercio del siglo XIX con la actividad pionera de personalidades como Juan B. Ambrosetti, Florentino Ameghino, Adn Quiroga o Samuel Lafone Quevedo, hubo de transcurrir ms de medio siglo para que de ella se desprendiera la rama que ocupa estas pginas.

    Vale destacar que una caracterstica particular del desarrollo de la arqueologa histrica argentina fue su fuerte raigambre en las nuevas corrientes arqueolgicas norteamericanas, desligndose de la influencia terica europea que haba permeado la produccin cientfica nacional de fines del siglo XIX.1

    Antecedentes generales

    El desarrollo de la arqueologa histrica en Argentina se ha dado, a nuestro entender, en funcin de un conjunto de polos bien definidos, en los cuales se

    Los trabajos de investigadores de la talla de Stanley South y Katheleen Deagan, por mencionar solo a dos de los ms influyentes, abrieron el camino a gran parte de los desarrollos de proyectos de arqueologa histrica en Sudamrica.

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    registr el inicio de la actividad de investigacin y la progresiva formacin de equipos de trabajo cientfico. En no pocos casos, dichos equipos se consolidaron acadmicamente gracias a la incorporacin de profesionales formados en mbitos ajenos al arqueolgico: la arquitectura y la historia, entre otras, pueden ser consideradas como dos de las disciplinas que ms aportaron en tal sentido.2

    Por otra parte, cabe reconocer que muchos de los primeros trabajos de arqueologa histrica argentina resultaron de la aplicacin al mbito histrico de modelos analticos e interpretativos empleados desde haca aos en la arqueologa prehispnica. Si bien tal transplante produjo resultados de desigual calibre, a esos primeros estudios y al inters y esfuerzo de esos investigadores se debe el posterior impulso de la disciplina.

    Antecedentes histricos

    Es interesante notar que ya desde comienzos del siglo XX se registra el desarrollo de trabajos arqueohistricos, si bien se trataba en general de respuestas !'mediticas", pequeas intervenciones de lo que puede definir-se como "arqueologa de salvataje" ante la circunstancia de un hallazgo fortuito asociado a los muros de algn edificio histrico. En tal sentido, es imposible dejar de mencionar los trabajos de J. B. Ambrosetti quien en 1905 se ocup de estudiar los restos hall~dos bajo el Patio de Las Palmeras en la sede de gobierno nacional, la "Casa Rosada". Durante las obras de remodelacin que entonces se llevaron a cabo -al remover parte del contrapiso de la estructura- fueron recuperados una serie de objetos "antiguos", identificados luego como de filiacin indgena. Lo significativo del descubrimiento fue que, asociados a stos, Ambrosetti reconoci la presencia de restos del Antiguo Fuerte de Buenos Aires, ya demolido (Schvelzon 1992), sealando la importancia de que estos fueran preservados. Este primer hallazgo, apenas publicado en las pocas lneas de una noticia periodstica (Dirio "La Nacin", domingo 19 de noviembre de 1905) abri las puertas de la arqueologa al estudio sistemtico y cientfico del pasado histrico.

    Tal hecho ha suscitado, en los ltimos aos, no pocos debates en el seno de la arqueologa profesional , discutindose, por ejemplo, la pertinencia de que investigadores provenientes de otros campos dirijan proyectos arqueolgicos. No es intencin ni inters de los autores del presente artculo explayarse sobre tal polmica.

  • Arqueologa histrica en Argentina: cuadro de situacin y perspectivas 11

    Figura 1. Facsmil de la noticia publicada en el Diario La Nacin en el ao 1905, firmada por J.B. Ambrosetti , en la cual se menciona el hallazgo arqueolgico realizado en un patio de Casa de Gobiemo.

    Hemos mencionado ya la existencia de numerosos antecedentes de prcticas arqueolgicas en sitios histricos llevados a cabo por investigadores procedentes de otros mbitos profesionales. Si bien caracterizados por una escasa intervencin sobre el terreno en cuanto a excavaciones sistemticas y por la realizacin de anlisis de corte preliminar, tales estudios supusieron un aporte significativo a los inicios de la disciplina. Entre ellos vale mencionar los trabajos de Milcades A. Vignati en el asiento de la misin jesutica de Nahuel Huap (1936 y 1944), los de Julin Cceres Freyre en el Fuerte del Pantano en La Rioja (1937) y de Carlos Rusconi en las ruinas de San Agustn y otros sitios "post-hispnicos" situados en Mendoza (1955 y 1962). En el area chaquea pueden mencionarse las tareas realizadas en el Kilmetro 75 y Concepcin del Bermejo por Juan Martinet y Jos Alumni (1956-58), y por Eldo Morresi (1971).

    Desde otra perspectiva, y con marcado nfasis en el anlisis arquitectnico de edificios coloniales, aparecen en escena los trabajos de Mario Buschiazzo (1961) y Vicente Nadal Mora (1955), este ltimo dedicado al estudio de mosaicos histricos y al de la ruinas jesuticas de San Ignacio Min de Misiones.

    Con el correr del tiempo, la actividad fue adquiriendo un perfil ms formal y acadmico, por ejemplo con las intensivas investigaciones desarrolladas

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    por Agustn Zapata Golln en el rea fundacional de Cayast (Santa F la Vieja), a partir de la dcada de 1940 ; o los estudios realizados por Victor N. Regueiro y Beatriz De Lorenzi en Itat, situada en el norte de la Provincia de Corrientes (1973).

    Para 1973, y al momento de realizar una sntesis del desarrollo de la arqueologa nacional, Jorge Fernndez sealaba:

    ( .. . ) la arqueologa argentina deber muy pronto dedicar esfuerzos importantes a la excavacin de ruinas histricas. La informacin obtenible de las fuentes histricas escritas no es suficiente en muchos casos, y la arqueologa deber suplir esa deficiencia. En la arqueologa histrica no solo incluimos las ruinas de fundaciones espaolas -las nicas que tal vez hasta ahora han merecido alguna atencin- sino tambin a sitios de asiento hispano-indgena, o exclusivamente indgenas ( ... ) (Fernndez 1973:168).

    Una mayor profundidad en el manejo del dato arqueolgico y una mejor diseada estrategia de trabajo sobre el terreno se observa ya en los aportes de Amalia Gramajo en el interfluvio santiagueo de los ros Salado y Dulce (1983a) y en el asiento de Ibatn, la primitiva San Miguel de Tucumn (1976 y 1983b), as como las minuciosas investigaciones de Humberto Lagiglia en el Fuerte histrico de San Rafael en Mendoza (1983).

    En conjunto, las investigaciones e investigadores antes mencionados contribuyeron al afianzamiento de la arqueologa histrica, comenzando por interesarse en la temtica de los llamados "sitios de contacto", o "reas de frontera". El anlisis de ciertos mbitos "histricos", como fueron las reducciones, fortines, misiones, puestos carcelarios y militares -sitios con fuerte presencia de elementos indgenas derivados de su ocupacin previa, y conjugados con restos eminentemente espaoles- llev al reconocimiento en el terreno de un registro mixto (en cierto sentido "criollo"), obligando a los investigadores a plantearse la necesidad de explorar los hechos desde una nueva perspectiva.

    Ya en las ltimas dos dcadas del siglo XX, al revisar el desarrollo de los estudios arqueohistricos, deseamos mencionar los dos tomos publicados por la Universidad Nacional del Nordeste y el Museo de Antropologa "Juan Martinet" bajo la direccin del historiador ya desaparecido Eldo Morresi, junto al arquitecto Ramn Gutirrez. En esta publicacin de 1982/83 -en la que abundan an trabajos de historia sustentados en un anlisis clsico de las fuentes habituales de la disciplina, los papeles ditos e inditos exhumados de archivos- se hicieron notar los aportes realizados por diversos autores a la arqueologa histrica.

    Con buen criterio, el director de la obra segment el universo de la informacin presentada en seis regiones geogrficas: Chaco, Litoral, Cuyo, Noroeste, Patagonia y Central -procedirniento hasta entonces empleado por los investigadores argentinos dedicados a la arqueologa prehispnica. Se trat de una divisin racional, habida cuenta las ostensibles diferencias

  • Arqueologa histrica en Argentina : cuadro de situacin y perspectivas 13

    de poca y caractersticas de los sucesos histricos ocurridos en cada una de ellas a posteriori del "descubrimiento" europeo.

    Luego de reconocer que faltan brazos que excaven, hieran la tierra para con rigor cientfico levantar el velo que permita ajustar el conocimiento de Arqueologa Histrica, Morresi propuso un esquema tentativo de periodificacin para el registro arqueohistrico, considerando tres perodos en base a una cronologa relativa : Histrico Temprano Hispano-Indgena (del descubrimiento europeo hasta mediados del siglo XVII); Histrico Colonial (hasta la revolucin de 1810) e Histrico Reciente o Nacional (desde la gesta de mayo hasta la actualidad) (op. cit. , 16).

    Singular coincidencia ocurri en ese mismo evento, al exponerse otro intento de periodificacin, a cargo de H. Lagiglia, y construido en base a evidencias arqueolgicas que, segn su criterio, ayudan a comprender la evolucin de la cultura material del territorio Argentino (1983, 1, 196). Los perodos por l propuestos son: Temprano Histrico -con un inicio cronolgico que, influenciado seguramente por los primeros cronistas indianos, sita casi medio siglo antes del viaje de Cristbal Coln (1450-1658)-; Medio Histrico o Colonial, (1658-1810); e Histrico Institucional, poca Independiente o Republicano (desde 1816 en adelante).

    Estos y otros tantos intentos de periodificaciones que permitieran definir hitos en la arqueologa histrica, dejaron como corolario un hecho muy evidente: el lmite inferior de ' la temporalidad del registro arqueolgico americano no refiere a fechas absolutas, sino que depende de cronologas macrorregionales que, inevitablemente, reflejan los diferentes momentos en que se produjo el impacto de la intrusin europea sobre las sociedades indgenas del Nuevo Mundo. Un verdadero apocalipsis histrico y antropolgico sigui al desembarco de Coln en las Antillas (1492), al de Corts en Mesoamrica (1519), a la llegada de Pizarro y Almagro a Per (1532), a la entrada de Pedro de Mendoza al Ro de la Plata (1536), y la de Valdivia a Chile (1540). En Argentina, el lmite del avance europeo contina, por ejemplo, en el siglo XVIII con las incursiones al Gran Chaco, llegando a su punto culminante en las postrimeras del XIX, con las expediciones republicanas a la Pampa y la Patagonia, durante la llamada "conquista del desierto".

    En Africa, las antpodas de Oceana y gran parte de Polinesia, este proceso comenzara con los "descubrimientos" de David Livingstone, Alejandro Malaspina y James Cook, encadenados desde finales del siglo XVIII.

    No es nuestro propsito sealar las discrepancias que pueden plantearse entre estos intentos periodificadores en cuanto a los eventos seleccionados como hitos para la separacin de perodos, o sobre la extensin temporal de cada uno de los mismos formuladas por Morresi y Lagiglia (R. Raffino 1983: 817). En cambio, vale la pena analizar entre los trabajos presentados en esa publicacin, la dicotoma entre los objetivos de estudio de los arquelogos prehispanistas frente a los de historiadores clsicos. Los rimeros

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    privilegiando la cuestin indgena como foco de inters, tratando de hallar su supervivencia en tiempos histricos, los segundos empeados en resaltar el protagonismo de la cultura hispnica, relegando al indio y sus obras a un segundo plano. Ms all de toda posible crtica, no debe minimizarse la importancia que revisti la publicacin, a principio de los aos 80', de los cuarenta trabajos contenidos en los volmenes de la universidad chaquea. En un acto cuasi fundacional , por primera vez en Argentina, se concretaba un intento orgnico de presentacin de trabajos cientficos con la arqueologa histrica como protagonista. Sin lugar a dudas, un punto de inflexin en el desarrollo de un campo de trabajo que -como todo en arqueologa- recorri un buen trecho antes de salir a la superficie y hacerse visible.

    Entre los aportes ms cercanos en el tiempo y de mayor "peso especfico", se destacan los proyectos de intervencin realizados en el corazn del casco urbano de la vieja ciudad de Mendoza "rea Fundacional -Ruinas de San Francisco" (R. Brcena y D. Schavelzon, 1990); el nuevo proyecto de investigacin de Santa F La Vieja (J . M. Calvo 1990. Mara T. Carrara y Nelly de Grandis, 1992); el "Programa por la Memoria de la Ciudad de Buenos Aires" (D. Schvelzon 1985); Y el "Proyecto Reduccin de la Exaltacin de la Santa Cruz de los Quilmes" (Z. Quatrin 1994), entre otros.

    Este puado de emprendimientos implementados a partir de la dcada de 1980, terminaron por impulsar el desarrollo de la arqueologa histrica argentina, presentando a profesionales formados y dedicados especficamente a una actividad cientfica y sistemtica, preocupados por la construccin de un corpus terico-metodolgico que fuera propio de la disciplina.

    Rol de la arqueologa urbana en el desarrollo de la disciplina

    Vale la pena destacar el papel jugado por los proyectos de arqueologa urbana en el afianzamiento de la arqueologa histrica como rama sig-nificativa de la disciplina. La creciente cantidad de proyectos desarrollados en el marco de reas urbanas de enorme importancia pOblacional -una arqueologa que podramos bautizar como "de pavimento", contrapuesta a la "de desierto" practicada en regiones alejadas de los centros urbanos-pusieron el pasado arqueolgico al alcance de la mano. El gran pblico se mostr -y an se muestra- fascinado por una investigacin desarrollada en espacios domsticos, que no requiere de grandes distancias, paisajes exticos o elementos de enorme antigedad para ser significativa. Las excavaciones se trasladaron entonces a los patios traseros de residencias familiares, como el de la decimonnica casa Ezcurra en San Telmo; a comercios, plazas o edificios pblicos como el de la antigua imprenta CONI de la calle Per (D. Schvelzon 2000), o la plaza Roberto Arlt (sitios todos ubicados en plena Capital Federal).

  • Arqueologa histrica en Argentina: cuadro de situacin y perspectivas 15

    Algo semejante ocurri fuera del ejido federal, en diversas capitales provinciales, por ejemplo con el antes mencionado rescate del rea fundacional mendocina, donde se descubri la notoria superposicin de edificios de diferentes usos Y funciones (matadero, cabildo y plaza fundados a fines del siglo XVI), que haban quedado sepultados durante el terremoto de 1861 (R. Brcena y D. Schavelson; op. cit., 1990).

    Esta arqueologa de las ciudades modernas con relictos fundacionales permiti -de modo inmediato y masivo- el acceso y la transferencia del conocimiento al pblico ajeno al mbito cientfico, quien demostr interesarse de forma activa por el estudio del pasado de su pueblo o ciudad. Ello produjo la multiplicacin de proyectos de arqueologa histrica sustentados y promocionados por los gobiernos municipales, los cuales popularizaron la idea de que el pasado es de todos y no solo el ms remoto, sino aquel que alcanza a mezclarse con la memoria de los abuelos.

    La actualidad de la Arqueologa Histrica

    Considerado globalmente, el ms reciente producto corporativo de la disciplina -las actas del 10. Congreso Nacional de Arqueologa Histrica-ofrece una visin simplificada pero efectiva de las problemticas y temas que concitan el inters de los investigadores en la actualidad. Emergen entonces trabajos de anlisis de materiales especficos -loza, vidrio, madera, cuero, restos seos humanos y faunsticos-; estudios de las problemtica de los sitios de contacto hispano-indgena -reas de frontera, fortines, campamentos, reducciones- y de la localizacin de las primigenias ciudades coloniales -como Cayast (fundada en 1573), Ibatin (en 1565), Mendoza (en 1561) o Londres de la Nueva Inglaterra (1558).

    Asimismo, temas tan diversos como las alternativas de la gestin e implementacin de proyectos de investigacin no acadmicos; el adecuado tratamiento, restauracin y conservacin de materiales recuperados en

    e~cavaciones; la problemtica de la falta de un marco jurdico orientado a la proteccin del patrimonio arqueolgico; las caractersticas de la dieta de las clases populares en el pasado o los mltiples enfoques posibles del anlisis etnohistrico, se encuentran lo suficientemente desarrollados en el seno de la arqueologa histrica como para haber merecido seminarios especficamente enfocados en ellos.

    El entusiasmo demostrado en el mbito cientfico por la exploracin del registro material contrasta notablemente con el dficit de impulso oficial referido a la proteccin y preservacin de aquellos monumentos histricos nacionales que encierran vestigios arqueolgicos susceptibles de ser investigados, pero que por falta de fondos o simplemente de inters institucional no han recibido un tratamiento patrimonial mente adecuado. En Argentina, de un total de 403 monumentos de este tipo declarados entre 1940 y 2001 (M. Faillace, Comisin Nacional de Museos, de Monumentos y

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    Lugares Histricos, 2001) solamente 43 han recibido intervenciones arqueolgicas a la par que trabajos de revalorizacin mediante tcticas cientficas y de restauracin de acuerdo con las normas internacionales como la Carta de Venecia por ejemplo. Al momento de realizar peritajes en varios monumentos histricos, hemos tenido la oportunidad de comprobar la enorme riqueza de registro arqueolgico que encierran tales estructuras; sean estos huertos de iglesias o patios de cabildos, casas natales o santuarios, estancias o pulperas, postas o estaciones ferroviarias, establos, etc. (Monumentos Histricos de la Repblica Argentina, 1998).

    Figura 2. Ejemplar de las Actas del 10. Congreso Nacional de Arqueologa Histrica Argentina, con una extensin total de 973 pginas y trabajos pertenecientes a 160 autores.

    Naturaleza y uso del registro documental

    Hemos mencionado ya como, con el correr de los aos, se ha incrementado progresivamente el espacio dedicado a la arqueologa histrica tanto en publicaciones cientfica como en las difusin popular. Sin embargo -y tal vez pueda observarse en esto un principio de diferenciacin de la otras ramas de la disciplina- el porcentaje de trabajos dedicados especficamente a profundizar en las problemticas tericas de la arqueologa histrica se ha mantenido por debajo de aquellos enfocados en otras temticas. En lneas generales, los investigadores han manifestado un mayor inters por el

  • Arqueologa histrica en Argentina : cuadro de situacin y perspectivas 17

    anlisis e interpretacin directa de los sitios y el registro, antes que por la confrontacin de esquemas tericos. Ello no implica, sin embargo, la ausencia de discusin en los diversos niveles metodolgicos.

    Puede hacerse referencia, por ejemplo, al desarrollo de posturas antitticas en relacin con el rol otorgado a los documentos escritos, en el marco de la que puede ser considerada como una de las "grandes polmicas" de la disciplina.

    Expresado de modo esquemtico, la discusin deriva de dos perspectivas diferentes desde las cuales se encara el estudio e interpretacin del registro documental. La primera de ellas supone que los documentos escritos (cualquiera sea su naturaleza: crnicas, partes oficiales, textos histricos, etc.), son parte integral del total de los materiales que conforman el registro arqueolgico. En consecuencia, pueden y deben ser analizados buscando obtener informacin relevante para la investigacin pertinente.

    La segunda de las visiones sostiene que los documentos escritos no pueden ser entendidos como materiales del registro arqueolgico total, dado que su particular naturaleza (evidencia producida intencionalmente) distorsionara la interpretacin de los datos que proporcionan. Algunos investigadores incluso afirman que el registro material del perodo histrico debe ser analizado en los mismos trminos que el prehispnico, sin tener en cuenta el registro textual.

    Cabe aclarar aqu que es en el marco de la primera de las posiciones definidas que quienes esto escriben desarrollan sus investigaciones desde hace ya varios aos (Raffino 1988:10, Igareta 2002:723), por considerar que -en sentido epistemolgico- contempla mejor sus propios intereses de investigacin. Sin desconocer la naturaleza fragmentaria y parcial de la informacin proporcionada por las fuentes documentales, se entiende que tales caractersticas definen al total del registro arqueolgico; luego, en tanto forma de registro material, los textos escritos son susceptibles de brindar informacin relevante a la investigacin arqueolgica, requiriendo su anlisis de ciertas consideraciones especficas, como aquellas relativas al contexto de produccin de los mismos.

    Los datos obtenidos en cualquier vertiente de las fuentes histricas (editas o inditas, manuscritas o impresas, pblicas o privadas) aportan tanto materia prima a la construccin de supuestos terico-metodolgicos, como datos precisos a la interpretacin integral del registro arqueolgico. No se trata meramente de interpretar los datos histricos de modo lineal, sino de relevar la informacin volcada en los documentos para analizarla e incluirla en el circuito integral de la interpretacin arqueolgica.

    Tal procedimiento de construccin del conocimiento debe enfrentarse a la dicotoma existente entre el corpus de datos histricos y su contraparte material sensu stricto, en un proceso que exhibe las diversas limitaciones de los componentes del registro arqueolgico.

    Un par de ejemplos, surgidos de nuestro propio trabajo, servir para ilustrar tales limitaciones. Si bien un anlisis arqueolgico de las crnicas

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    andinas generadas a partir de la conquista espaola del siglo XVI ha logrado clarificar numerosos aspectos de la historia, el arte y la cultura Inka, sigue siendo imposible develar un frrago de relatos relacionados con actividades y eventos que no han dejado un registro material. En muchos casos, los documentos ni siquiera han aportado datos sobre aspectos socialmente significativos, como cul sera la cantidad y verdadera secuencia de los monarcas, o sobre su posible origen cusqueo o quiteo. Asimismo, existen grandes dificultades para resolver la cronologa puntual en las fases iniciales y medias de la existencia del Imperio.

    En otro caso, como el de las investigaciones realizadas en una de las ms antiguas viviendas de la ciudad de Buenos Aires (Schvelzon, como pers.) el estudio asumido por la arqueologa histrica permiti develar no pocos detalles de la vida cotidiana y las costumbres domsticas de la familia que la habit hacia fines del 1700. Penetrar en la mdula de muchas de las caractersticas definidas para este sitio no hubiera sido posible sin el aporte de detalles habitualmente proporcionados por las fuentes escritas.

    Consideraciones finales

    Uno de los desafos que enfrenta actualmente la arqueologa histrica, tanto en Argentina como en el resto del continente americano, es el definir -si fuera ello posible y pertinente- el lmite temporal superior de su accionar. Entendiendo que la conquista europea fue, sin lugar a dudas, el evento puntual que inici la construccin del registro arqueolgico histrico -a la vez que clausur el perodo netamente indgena que lo precedi-, consideramos lcito cuestionamos sobre el potencial alcance temporal de dicho registro. Surge entonces un interrogante concreto: Qu hecho o evento, ocurrido en qu momento histrico, marca el lmite del campo de interpretacin arqueolgica? Los materiales de qu ao, dcada o perodo del siglo XX -e incluso del XXI- definen el lmite ltimo del registro material susceptible de ser analizado arqueolgicamente?

    Por el momento, la arqueologa histrica parece no disponer de una respuesta comn a tal pregunta, si bien carecemos de evidencia sufici-ente como para afirmar que dicho interrogante ha sido incluso planteado previamente, o cules son las posibles respuestas. Sin embargo, con-sideramos que es posible identificar un "lmite temporal operativo" en las investigaciones desarrolladas en el pas. Una somera revisin de los trabajos arqueohistricos publicados en los ltimos cinco aos, evidencia qlole la gran mayora de estos se ocupan de eventos ocurridos antes de o prximos a 1930. Excepcin hecha de casos puntuales,3 el estudio del

    3 En este tem deben ser incluidos, por ejemplo, los trabajos de anlisis de basura "moderna". Desarrollados con tcnicas y mtodos estrictamente arqueolgicos, en la mayor parte de los

  • Mapa 1.

    Arqueologia histrica en Argentina: cuadro de situacin y perspectivas 19

    Mapa de la Repblica Argentina donde se indican las provincias en las que se desarrollan algunos de los principales proyectos de investigacin en Arqueologa Histrica.

    casos el objetivo perseguido por los investigadores es obtener informacin referente al consumo de ciertos productos o marcas determinados. Si bien se trata de una arqueologia de mercados y tendencias. que pretende estudiar la cOnducta del hombre en el pasado muy reciente. lo hace cientlfica y sistemticamente en base a los restos materiales generados por este. Nos encontramos entonces frente a una investigacin arqueolgica.

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    registro material generado a partir de entonces pierde inters para los arquelogos; el anlisis del pasado queda luego exclusivamente en el campo de la historia y de los documentos escritos.

    Ser interesante observar a futuro si el lmite temporal aqu sealado para la arqueologa histrica se transforma en un lmite formal para su anlisis, o si por el contrario el umbral superior de su perspectiva temporal continua fluctuando. Esta ltima alternativa aparece como ms probable, mxime si se tiene en cuenta la plasticidad que ha caracterizado desde sus inicios el desarrollo de esta rama de la arqueologa. Mientras exista el hombre y sus obras -su proceso de evolucin social hacia una mejor calidad de vida para todos, los devastadores efectos de su contaminacin sobre planeta- como contraparte, la disciplina tendr campo de aplicacin. Siempre mientras que la conducta humana produzca un registro material que vaya quedando tras de s.

    Cultura material buena o mala, creada por el Homo sapiens para la paz o para la guerra. O acaso no es posible pensar en una arqueologa de las ruinas de las colapsadas Torres Gemelas de New York?

    Agradecimiento

    El material grfico y las secciones bibliogrficas que acompaan este trabajo fueron realizados por el Lic. Juan Diego Gobbo, y los Sres. Pedro Zidek y Sergio Bogan, a quienes los autores testimonian su reconocimiento, as como a Mara Teresa Iglesias, por su colaboracin.

    Bibliografa

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  • Arqueologa Histrica en Argentina: cuadro de situacin y perspectivas Rodolfo Adelio Raffino y Ana Teresa Igareta Arqueologa de la Arquitectura, modelando al individuo disciplinado en la sociedad capitalista Andrs Zarankin Un dilogo con la cermica portuguesa de la Colonia del Sacramento Nelsys Fusco-Zambetogliris Sinagoga Kahal Zur Israel retornando a vida do Recife Marcos Albuquerque y Veleda Lucena Arqueologia do antigo sistema porturio da cidade de Iguape, So Paulo, Brasil Maria Cristina Mineiro Scatamacchia La ltima morada de los incas. Estudio histrico-arqueolgico del Real Hospital de San Andrs Teodoro Hampe Martnez Poltica cultural en la significacin de la casa: contextos de reflexin sobre las cermicas arqueolgicas. Escenario: Santaf, Nuevo Reino de Granada (Colombia) Monika Therrien, Lina Jaramillo Pacheco y Mara Fernanda Salamanca Panam La Vieja: la recuperacin de su traza urbana Juan Martn-Rincn La Habana Vieja, un proyecto de Arqueologa Histrica en el Caribe Lourdes S. Domnguez Nuevas consideraciones en el estudio de la Historia Antigua Americana: el enfoque tridimensional. El caso del Sitio Java, Pacfico Sur de Costa Rica, Amrica Central scar M. Fonseca Zamora El triunfo de las tribus. La organizacin sociopoltica de las comunidades Coyotlatelco de Tula Miguel Guevara Chumacero

    ISSN 0188-3631

    0707b0809101112131415161718192021222324