arqueología espacial

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 Arqueología Espacial, 28Arqueología de la PoblaciónTeruel (2010): 109-134 Page 2 Belarte, Mª C. / A rqueología Espacial, 28 (2010): 109-134 1101. IntroducciónEl espacio habitad o es uno de los mejores indicadores para acercarnos al estudio delos i ndividuos, y uno de los puntos de partida más frecuentes para el cálculo de poblacioneso el análisis de la estructura familiar, sobre todo cuando la documentación sobre necrópolises escasa, como en el caso de la protohistoria catalana. En efecto, aunque para la PrimeraEdad del Hierro el número de necrópolis excavadas en los últimos años es relativamenteabundante, disponemos de pocos ejemplos en los que éstas se puedan relacionar conasentamient os coetáneos; por otra parte, para el período Ibérico Antiguo la relación entrenecrópolis y núcleos de hábitat es prácticamente inexistente, y para el Ibérico Plenoconocemos sólo dos necrópolis, una de ellas prácticamente inédita. A ello debemos añadirla escasez de edificios públicos en el mundo ibérico septentrional. Como consecuencia,el análisis del espacio doméstico resulta indispensable para todo estudio sobre población,puede ser un indicador válido para interpretar la diferenciación social y una base para inferirla composición de la estructura familiar así como los cambios que ésta sufre a lo largo deltiempo (Fig. 1).2. El espacio doméstico durante el Bronce Final y la Primera Edad del HierroDurante el Bronce Final y la Primera Edad del Hierro, en el área correspondiente ala actual Cataluña se documentan distintos patrones de asentamiento, a los que correspondeuna importante diversidad de formas de habitación, técnicas de construcción y uso delespacio. Aunque sin entrar en exceso en el detalle, ya que este tema ha sido tratado porvarios autores con anterioridad (Rovira y Santacana, 1989; Francès y Pons, 1998; Asensioet alii, 2000; Belarte, 2009), es necesario resumir brevemente las características de losprincipales tipos de asentamiento y de casa.En primer lugar, en las áreas de montaña se documenta la utilización de algunascuevas como forma de habitación, aunque esta forma de hábitat es ya residual en esta época,y continúa una tradición de la Edad del Bronce. Dichas cuevas eran a menudo un refugiotemporal, y eran r eutilizadas repetidamente, por lo que no resulta fácil analizar su uso comoespacios domésticos (Francès y Pons, 1998: 3 3-34). Junto al hábitat en cuevas, en estaszonas es característico el aprovechamiento de refugios naturales que son complementadoscon estructuras simples que les proporcionan una cubierta. Un ejemplo de ello es el hábitatde la Musara, en Vilaplana del Camp (Tarragona) (Rovira y Santacana, 1982a y 1982b).Por otra parte, en la zona litoral y pre-litoral las estructuras de hábitat consistenen casas cuya parte inferior se construye a partir de un recorte en el terreno natural y susuperestructura está formada por materiales perecederos. Normalmente se suele emplearel término cabañas para referirse a este tipo de estructuras, que pueden estar agrupadasformando aldeas, como en el caso de La Fonollera (Torroella de Montgrí, Gerona) (Pons yColomer, 1988: 16 -17) o Can Roqueta (Sabadell, Barcelona) (Carlús et alii, 2007). Juntoa las estructuras de habitación aparecen numerosas fosas con diversas finalidades (silos,verted eros, actividades artesanales). El estudio espacial de este tipo de habitación tampocoresulta fácil, ya que, durante el período de vida de los asentamientos, la construcción denuevas estructuras excavadas puede destruir parcialmente las más antiguas; además, enalgunas áreas, los modernos trabajos agrícolas han erosionado fuertemente el terreno,de modo que sólo se han conservado los fondos de silos o fosas más profundas, y no lasestructuras de hábitat propiamente dichas. En los casos en los que éstas se conservan, lascabañas poseen sup erficies reducidas, entre 10 y 15 m2. Por las mismas razones indicadas

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Arqueología y paisaje

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  • Arqueologa Espacial, 28Arqueologa de la PoblacinTeruel (2010): 109-134

    Page 2

    Belarte, M C. / Arqueologa Espacial, 28 (2010): 109-134 1101. IntroduccinEl espacio habitado es

    uno de los mejores indicadores para acercarnos al estudio delos individuos, y uno de los puntos de

    partida ms frecuentes para el clculo de poblacioneso el anlisis de la estructura familiar, sobre

    todo cuando la documentacin sobre necrpolises escasa, como en el caso de la protohistoria

    catalana. En efecto, aunque para la PrimeraEdad del Hierro el nmero de necrpolis excavadas en

    los ltimos aos es relativamenteabundante, disponemos de pocos ejemplos en los que stas se

    puedan relacionar conasentamientos coetneos; por otra parte, para el perodo Ibrico Antiguo la

    relacin entrenecrpolis y ncleos de hbitat es prcticamente inexistente, y para el Ibrico

    Plenoconocemos slo dos necrpolis, una de ellas prcticamente indita. A ello debemos aadirla

    escasez de edificios pblicos en el mundo ibrico septentrional. Como consecuencia,el anlisis del

    espacio domstico resulta indispensable para todo estudio sobre poblacin,puede ser un

    indicador vlido para interpretar la diferenciacin social y una base para inferirla composicin de

    la estructura familiar as como los cambios que sta sufre a lo largo deltiempo (Fig. 1).2. El espacio

    domstico durante el Bronce Final y la Primera Edad del HierroDurante el Bronce Final y la Primera

    Edad del Hierro, en el rea correspondiente ala actual Catalua se documentan distintos patrones

    de asentamiento, a los que correspondeuna importante diversidad de formas de habitacin,

    tcnicas de construccin y uso delespacio. Aunque sin entrar en exceso en el detalle, ya que este

    tema ha sido tratado porvarios autores con anterioridad (Rovira y Santacana, 1989; Francs y

    Pons, 1998; Asensioet alii, 2000; Belarte, 2009), es necesario resumir brevemente las

    caractersticas de losprincipales tipos de asentamiento y de casa.En primer lugar, en las reas de

    montaa se documenta la utilizacin de algunascuevas como forma de habitacin, aunque esta

    forma de hbitat es ya residual en esta poca,y contina una tradicin de la Edad del Bronce.

    Dichas cuevas eran a menudo un refugiotemporal, y eran reutilizadas repetidamente, por lo que

    no resulta fcil analizar su uso comoespacios domsticos (Francs y Pons, 1998: 33-34). Junto al

    hbitat en cuevas, en estaszonas es caracterstico el aprovechamiento de refugios naturales que

    son complementadoscon estructuras simples que les proporcionan una cubierta. Un ejemplo de

    ello es el hbitatde la Musara, en Vilaplana del Camp (Tarragona) (Rovira y Santacana, 1982a y

    1982b).Por otra parte, en la zona litoral y pre-litoral las estructuras de hbitat consistenen casas

    cuya parte inferior se construye a partir de un recorte en el terreno natural y susuperestructura

    est formada por materiales perecederos. Normalmente se suele emplearel trmino cabaas para

    referirse a este tipo de estructuras, que pueden estar agrupadasformando aldeas, como en el caso

    de La Fonollera (Torroella de Montgr, Gerona) (Pons yColomer, 1988: 16-17) o Can Roqueta

    (Sabadell, Barcelona) (Carls et alii, 2007). Juntoa las estructuras de habitacin aparecen

    numerosas fosas con diversas finalidades (silos,vertederos, actividades artesanales). El estudio

    espacial de este tipo de habitacin tampocoresulta fcil, ya que, durante el perodo de vida de los

    asentamientos, la construccin denuevas estructuras excavadas puede destruir parcialmente las

    ms antiguas; adems, enalgunas reas, los modernos trabajos agrcolas han erosionado

    fuertemente el terreno,de modo que slo se han conservado los fondos de silos o fosas ms

    profundas, y no lasestructuras de hbitat propiamente dichas. En los casos en los que stas se

    conservan, lascabaas poseen superficies reducidas, entre 10 y 15 m2. Por las mismas razones

    indicadas

  • Page 3

    Los individuos en el espacio domstico en la protohistoria de Catalua 111ms arriba, tampoco

    resulta evidente el clculo del nmero de estructuras ocupadas en unmismo momento. Estas

    agrupaciones varan entre una y varias decenas de estructuras enel caso de Can Roqueta, a lo

    largo de las distintas fases de ocupacin entre el Bronce Finaly la Primera Edad del Hierro (Carls

    et alii, 2007: 71). En Barranc de Gfols (Ginestar,Tarragona), cuya primera fase de ocupacin (s.

    VIII-VII a. C.) consiste en un hbitat encabaas, se han identificado un total de 9 estructuras de

    habitacin o fragmentos de ellas(Sanmart et alii, 2000: 27), aunque no todas habran funcionado

    al mismo tiempo, sin quesea posible establecer cuntas de ellas eran estrictamente coetneas; por

    otra parte, la zonacentral de este hbitat fue destruida durante la segunda fase constructiva del

    asentamiento,hacia mediados del siglo VII aC. En todo caso, este tipo de estructuras sugiere un

    uso delespacio de forma igualitaria, sin evidencias claras de diferenciacin social.Junto a estas

    formas de hbitat cabe mencionar un cuarto tipo, consistente en laaparicin de los primeros

    asentamientos con planificacin urbanstica (Lpez Cachero1999), formados por agrupaciones de

    casas cuyas paredes se construyen a base de piedra Fig. 1. Situacin de los principales yacimientos

    mencionados en el texto: 1) Mas Castellar de Ponts; 2) LaFonollera (Torroella de Montgr); 3) Puig

    de Sant Andreu (Ullastret); 4) Can Roqueta (Sabadell); 5)Puig Castellar (Santa Coloma de

    Gramenet); 6) Fondo del Roig (Cunit); 7) Alorda Park (Calafell);8) Estinclells (Verd); 9) Gen

    (Aitana); 10) Serra del Calvari (La Granja dEscarp); 11) El Calvari(El Molar); 12) Puig Roig (El

    Masroig); 13) Castellet de Banyoles (Tivissa); 14) Barranc de Gfols(Ginestar); 15) Tur del Calvari

    (Vilalba dels Arcs); 16) Aldovesta (Benifallet); 17) La Ferradura(Ulldecona); 18) Sant Jaume-Mas

    den Serr (Alcanar).

    Page 4

    Belarte, M C. / Arqueologa Espacial, 28 (2010): 109-134 112o de piedra y tierra, y que se

    disponen compartiendo paredes medianeras (Fig. 2). Los msantiguos de estos asentamientos se

    documentan desde el Bronce Final en el valle del Segrey del Cinca, y a partir de la segunda mitad

    del siglo VII a. C. aparecen en el curso inferiordel Ebro. Estos poblados presentan normalmente

    planta oval, con las casas distribuidasde forma radial y dejando un espacio central libre de

    construcciones el ejemplo mejorconocido es el de Gen (Aitona, Lrida) (Maya, Cuesta, Lpez,

    1998) (Fig. 2, 4), aunqueen otras ocasiones las casas se distribuyen formando hileras separadas

    por una o mscalles, por ejemplo en Puig Roig (Masroig, Tarragona) (Genera, 1995) (Fig. 2, 1),

    laFerradura (Ulldecona, Tarragona) (Maluquer de Motes, 1983) (Fig. 2, 2) o Barranc deGfols

    (Ginestar, Ribera dEbre), en su segunda fase (Sanmart et alii 2000) (Fig. 2, 3).Se trata

    mayoritariamente de yacimientos de dimensiones reducidas, normalmente entre400 y 500 m2,

    aunque en algunos casos se alcanzan los 1.000 m2.o incluso se superan:Gen tiene una superficie

    de 1.037 m2 (Maya, Lpez y Cuesta, 1998: 21) y el Calvari delMolar (Tarragona), alcanza los 1.400

    m2 (Rafel et alii 2008: 253). Excepcionalmente,la Serra del Calvari (La Granja dEscarp, Lrida),

    alcanzara una superficie mnima demedia hectrea (Vzaquez et alii, 2006-2007: 86). En cuanto al

    nmero de casas, los quehan sido excavados en extensin muestran un nmero variable entre 10

    y 20.Las casas de este ltimo tipo de asentamientos son de un solo espacio (raramenteaparecen

    compartimentaciones) y tambin presentan superficies modestas, aunque algosuperiores a las de

    las cabaas, normalmente entre 20 y 30 m2 por trmino medio, aunqueen algunos casos las

    dimensiones pueden ser menores, como en Puig Roig, con unos 10m2 por trmino medio (Genera,

  • 1995). Las dimensiones de todas las casas de un mismoasentamiento suelen ser muy similares, y

    no se detectan grandes diferencias en el usodel espacio. Predominan los hogares centrales y la

    reparticin del resto de actividadesa su alrededor, identificadas por la presencia de cermica de

    vajilla y cocina, envasesde almacenaje, molinos y pondera. Dentro de esta aparente uniformidad,

    no todos losobjetos se reparten en la misma proporcin en todas las casas y algunas de ellas

    destacanpor sus acabados o materiales. Es el caso de Barranc de Gfols donde, en una batera

    decinco casas con superficies semejantes y similar distribucin del espacio, dos viviendasposeen

    decoracin mural pintada y contenan objetos de carcter ritual. En algunos deestos

    asentamientos aparecen tambin indicios de actividades especializadas, comosugiere la presencia

    de un solo horno culinario en Barranc de Gfols (Sanmart et alii,2000: 138) o de un taller

    metalrgico en Gen (Maya, Cuesta, Lpez, 1998: 27-29).Dentro de este panorama de

    uniformidad en cuanto a dimensiones y estructurade las casas en el interior del asentamiento, en

    los ltimos aos se han documentadoalgunos indicios de residencias ms complejas dentro de la

    Primera Edad del Hierro(siglos VII-VI a.C.). El primero de ellos, en La Serra del Calvari (La Granja

    dEscarp,Lrida), consiste en una casa compartimentada, con tres habitaciones tal vez se tratede

    dos habitaciones y un patio- y una superficie de ms de 100 m2 (Vzquez et alii,2006-2007: 72 ss.).

    Recordemos que este asentamiento tambin presenta una superficienotablemente superior al

    resto. Un segundo ejemplo proviene del Calvari del Molar(Tarragona), donde se ha documentado

    una posible casa compartimentada, aunque enestado muy fragmentario, en la que se distinguiran

    igualmente tres mbitos, en este casocon 80 m2 de superficie (Rafel et alii, 2008: 255).

    Page 5

    Los individuos en el espacio domstico en la protohistoria de Catalua 113 Fig . 2. Plantas

    esquemticas de asentamientos con planificacin urbanstica de la Primera Edad del Hierro:1: Puig

    Roig (segn Genera, 1995: 16); 2: La Ferradura (segn Rafel et alii, 2008: 258); 3: Barrancde Gfols

    (segn Sanmart et alii, 2000: 24); 4: Gen (segn Maya, Cuesta, Lpez, 1998: 56).

    Page 6

    Belarte, M C. / Arqueologa Espacial, 28 (2010): 109-134 114Finalmente, a lo largo de la primera

    Edad del Hierro aparecen tambin los primerosncleos con funciones especializadas, no

    estrictamente de hbitat, entre los que cabedestacar, con carcter ritual, el yacimiento Tur del

    Calvari en Vilalba dels Arcs (Tarragona)(Bea, Diloli y Vilaseca, 2002) y, con funcin econmica,

    Aldovesta (Benifallet, Tarragona)(Mascort, Sanmart y Santacana, 1991), y tal vez Sant Jaume

    (Alcanar, Tarragona) (Garcia,Gracia y Moreno, 2006).3. El espacio domstico en poca ibricaEl

    perodo ibrico supone una serie de cambios respecto a pocas anteriores en lasformas de

    ocupacin del territorio y los tipos de asentamiento. Dichas transformacionesse detectan sobre

    todo a partir del Ibrico Pleno, pero parecen iniciarse durante el IbricoAntiguo, aunque para este

    momento disponemos de un volumen mucho menor deinformacin (Sanmart et alii, 2006).En

    trminos generales, se produce un aumento en las dimensiones de losasentamientos al tiempo

    que incrementa el nmero de stos. Al mismo tiempo, cabemencionar la existencia de una mayor

    variedad en los modelos de urbanismo y, lo que esms importante, la aparicin de una jerarqua

    de asentamientos con diferentes categoras yfunciones (Asensio et alii, 1998; Sanmart, 2001), que

    abarca desde grandes ciudades devarias hectreas de superficie, el mayor de los cuales es el Puig

    de Sant Andreu de Ullastret(Gerona), que alcanza 9 ha en su momento de mxima expansin1,

  • hasta pequeos ncleosde hbitat rural con tan slo algunos centenares de metros cuadrados de

    superficie, como elFondo del Roig (Cunit, Tarragona) (Garcia, Morer y Rigo, 1996); entre uno y otro

    se sitanotras categoras intermedias, como las ciudades de menor entidad (entre 1 y 2 ha) y

    unamayora de ncleos de tercer orden cuyas dimensiones son normalmente inferiores a 1 ha.Por

    lo que se refiere al espacio domstico, por norma general, cabe hablar de unadiversidad

    importante de superficies (Fig. 3). Las casas ms pequeas se situarn ahoraen torno a los 20 m2

    (es decir, la superficie media para muchos yacimientos en perodosanteriores) con algunos

    ejemplos, poco habituales, de dimensiones menores (entre los 10y los 15 m2)- y la mayor de las

    documentadas hasta el momento, en Puig de Sant Andreude Ullastret (Martn et alii, 2004),

    formada por dos residencias unidas, se sita en tornoa los 1.000 m2 (Fig. 3, 1). Las casas de una

    sola estancia son minoritarias, y el espaciointerno est compartimentado en un nmero variable

    de habitaciones, entre 2 y 15; comoes lgico, el grado de segmentacin es proporcional a la

    superficie de la vivienda. En lamayor parte de asentamientos excavados en extensin coexisten

    casas simples de una, doso tres habitaciones, con superficies entre 20 y 40-50 m2, y residencias

    complejas, que suelensuperar los 50 m2, y a menudo los 100 m2, con mltiples habitaciones,

    aunque las diferenciasentre casas no son igual de acusadas en todos los tipos de asentamientos.La

    documentacin disponible hasta el momento sugiere que las grandes ciudadespresentan una

    mayor diversidad tipolgica de viviendas, con grandes residencias complejasque contrastan con

    otras ms modestas. Ello se basa en las excavaciones recientes enUllastret y Castellet de Banyoles.

    En el primero destaca un gran conjunto formado pordos residencias, mencionadas en el prrafo

    anterior, estructurada en torno a dos patios ycon espacios porticados, y cuya construccin supone

    la privatizacin de una calle y del 1. Informacin que agradecemos a Aurora Martn.

    Page 7

    Los individuos en el espacio domstico en la protohistoria de Catalua 115acceso a una de las

    torres (Fig. 3, 1). El conocimiento global sobre el resto de casas deeste yacimiento es limitado al

    tratarse en gran parte de excavaciones antiguas, por lo quees posible que haya otras residencias

    complejas cuya estructura no fuera correctamenteinterpretada en su da (Martn et alii, 2004). De

    todos modos, parece que la mayora deconstrucciones identificadas sera de dimensiones

    inferiores y estructura ms sencilla (Fig.3, 2) (Martn et alii, 2010). Fig. 3. Plantas esquemticas de

    casas complejas del perodo Ibrico Pleno: 1 y 2: casas de Puig de Sant Andreu (Ullastret)(segn

    Martn et alii 2004: 268, figura 4, modificada, y Malquer de Motes, Picazo, 1992: 28, modificada);

    3-4: casasde Castellet de Banyoles (segn Asensio, Mir, Sanmart, 2005: 625-626, modificada); 5-

    6: casas de Estinclells (segnAsensio et alii 2005b: 477, modificada); 7-8: casas de Puig Castellar

    (segn Ferrer, Rigo, 2002: 73 y 55, modificadas);9-11: casas de Alorda Park (segn Asensio et alii,

    2005: 613, modificada); 12-13: casas de Mas Castellar (segn Pons,2002: 119, modificada). Las

    reas marcadas en gris indican la presencia de patios.

    Page 8

    Belarte, M C. / Arqueologa Espacial, 28 (2010): 109-134 116En cuanto a Castellet de Banyoles

    (Tivissa, Tarragona), existe un claro contrasteentre tres grandes edificios situados en el barrio NO.,

    con superficies entre 250 y 360 m2,estructuradas en funcin de patios frontales que permiten el

    acceso a mltiples estancias(Fig. 3, 3), y casas de planta ms sencilla y superficies en torno a los

    70-75 m2 en el restodel mismo barrio y en el rea central del yacimiento (Asensio, Mir y

  • Sanmart, 2005) (Fig.3, 4).Probablemente, en ciudades de menor entidad tambin existira esta

    diversidad enlos tipos de viviendas, si bien por el momento no disponemos de documentacin

    suficientepara analizarlas ya que, o bien dichas ciudades no han sido excavadas en suficiente

    extensiny slo conocemos un nmero reducido de casas (como sucede en Mas Bosc, en

    Badalona,con unas 2 ha segn Zamora, Guitart y Garcia, 1991: 346), o bien el estado de

    conservacinde stas no permite estudiarlas con suficiente detalle, como es el caso de Tur de ca

    nOliv,en Cerdanyola (Barcelona), muy afectado por la erosin. De todos modos, en este

    ltimoyacimiento se documentan casas con un mnimo de 4 estancias destinadas a

    actividadesdiferenciadas (Francs et alii, 2005: 502), aunque no se detecta el grado de

    complejidaddocumentado en las ciudades principales.En asentamientos con clara funcin

    residencial, como la fortaleza ibrica de AlordaPark, en Calafell (Tarragona), se documenta

    igualmente una gran diversidad de viviendasdesde el punto de vista de sus superficies y estructura

    (Fig. 3, 9-11; Fig. 5). Las casas mscomplejas as como la mayor diversidad de ellas se documentan

    en la fase de ocupacindel siglo III a. C. (Asensio et alii, 2005); en este momento, en el barrio N. del

    asentamientose construyen grandes residencias de planta compleja, la mayor de ellas con un

    mnimo de10 estancias y 280 m2 de superficie total construida (unos 170 m2 de superficie til), a

    losque cabe aadir un piso superior; paralelamente, el barrio S. estaba ocupado por casas

    desuperficie entre 40 y 60 m2.En los asentamientos rurales la diversidad parece haber sido, por

    norma general,menos acusada, aunque tambin existen diferencias entre las casas en un mismo

    asentamiento.La aldea fortificada del siglo III a.C. de Estinclells (Verd, Lrida), recientemente

    excavada,contiene tres tipos de casas: las del tipo 1, de una estancia y superficie entre 10 y 12

    m2;las del tipo 2, compartimentadas en 2 espacios y con superficie media de 33 m2, y las deltipo

    3, con superficies entre 50 y 60 m2, compartimentadas en tres habitaciones (Asensio etalii, 2009)

    (Fig. 3, 5-6; Fig. 6). Otros yacimientos de caractersticas similares, como PuigCastellar de Santa

    Coloma de Gramenet (Ferrer y Rigo, 2002) tambin muestran, entremediados del siglo V y el siglo

    III a.C., la existencia de al menos dos tipos de casas (Fig. 3,7-8), que pueden distinguirse a partir de

    la presencia o no de compartimentaciones internas,con una asociacin entre mayor superficie y

    mayor grado de compartimentacin.Tambin en contexto rural, el asentamiento de Mas Castellar

    de Ponts, que durantelos siglos III-II a.C. controla un importante espacio de almacenamiento en

    silos, posee casascomplejas con superficie en torno a los 400 m2 y 8 espacios diferenciados como

    la llamadacasa n 1 que, adems, ha proporcionado elementos singulares como un fragmento de

    altarde mrmol, as como indicios de actividades rituales-, que coexisten con viviendas de una

    odos estancias y superficie entre 40 y 45 m2 (Pons, 2002) (Fig. 3, 12-13).

    Page 9

    Los individuos en el espacio domstico en la protohistoria de Catalua 117 Fig. 4. Planta del barrio

    norte del Castellet de Banyoles de Tivissa (segn Asensio, Mir y Sanmart, 2005, modificada)

    yreconstruccin de los edificios 1, 2 y 3 segn Ramn lvarez. Finalmente, los pequeos

    asentamientos rurales dispersos son un tipo de ocupacinan poco conocido; el mejor explorado

    es el Fondo del Roig en Cunit, que se muestracomo una granja de una cierta complejidad, formada

    por un edificio de 360 m2 organizadoalrededor de dos patios (Garcia, Morer y Rigo, 1996), aunque

    por el momento desconocemossi corresponde a un modelo tpico o a una excepcin.

    Page 10

  • Belarte, M C. / Arqueologa Espacial, 28 (2010): 109-134 118 Fig. 5. 1) Planta de la fortaleza

    ibrica de AlordaPark, Calafell, durante la fase del sigloIII a.C., con indicacin de las casas

    endiferentes tonos de gris (segn Asensioet alii, 2005, modificada); 2) Planta de lacasa 201 del

    mismo yacimiento.

    Page 11

    Los individuos en el espacio domstico en la protohistoria de Catalua 119 Fig. 6. Planta general

    del yacimiento de Estinclells (segn Asensio et alii, 2009, modificada).

    Page 12

    Belarte, M C. / Arqueologa Espacial, 28 (2010): 109-134 1204. El espacio domstico y los estudios

    de poblacinLos estudios de poblacin utilizan distintos tipos de documentacin

    arqueolgica:restos humanos, asociaciones de artefactos relacionados con la preparacin,

    consumoy almacenaje de alimentos, restos de comida, densidad de restos cermicos,

    espacioconstruido, clculo de la composicin del grupo familiar (Berrocal-Rangel, 2001;

    Curet,1998: 360). Entre las mltiples posibilidades, aqu nos interesan las aproximacionesque

    intentan calcular la poblacin a partir de los datos aportados por los

    asentamientos,concretamente por las viviendas.En este sentido, la mayora de los mtodos

    utilizados entre los que se incluyenalgunos estudios aplicados a la arqueologa ibrica- se basan

    en el cmputo del espaciotil dedicado a habitacin, del que se deduce el nmero mximo de

    habitantes que dichasuperficie podra alojar, lo que implica establecer previamente cul era el

    espacio mnimonecesario por persona, normalmente a partir del estudio de sociedades

    documentadasetnogrficamente. Dicho espacio mnimo vara segn los autores, y oscila entre los

    5 m2-por ejemplo, en el caso de Sumner (1979)- y los 10 m2 en el caso de Naroll (1962) oLeblanc

    (1971).En otras ocasiones se parte del principio que cada casa era ocupada por una familianuclear,

    compuesta por un nmero de habitantes entre 4 y 5, y se calcula la poblacin delasentamiento a

    partir del cmputo de casas. Dicha aproximacin ha tenido un cierto xitoen la arqueologa ibrica

    y fue aplicada, por ejemplo, por Maluquer de Motes para estimarel nmero de habitantes en el

    yacimiento de la Ferradura (Maluquer de Motes, 1983), yes uno de los mtodos ms frecuentes de

    clculo de poblacin (Gracia, 1995: 106, nota30). En estos clculos no se suele tener en cuenta la

    posibilidad de la coexistencia, en unmismo asentamiento, de distintos tipos de estructura familiar

    (familias nucleares-familiasextensas) con algunas excepciones, por ejemplo en la arqueologa

    latinoamericana (Curet,1998).La aplicacin de uno u otro mtodo no est exenta de dificultades.

    En primer lugar,y como es lgico, los mejores resultados se obtienen presumiblemente en

    asentamientosexcavados en extensin, cuya planta completa sea conocida, o al menos que se

    hayanexplorado en un porcentaje suficiente que permita calcular de forma aproximada

    lasuperficie ocupada por casas o bien el nmero total de stas. En este sentido, si bien

    losasentamientos del Primer Hierro son de dimensiones reducidas y algunos de ellos hansido

    excavados por completo, para el perodo Ibrico Pleno slo han sido estudiados deforma total o

    casi total algunos ncleos de tercer orden, mientras que los asentamientosprincipales son an

    conocidos en una proporcin reducida. Algunos autores resuelvenel problema calculando que el

    60% de la superficie media del asentamiento se dedicaa habitacin, y a partir de aqu se asigna

    una superficie mnima a cada persona (Gracia,1995, 106, nota 30); este sistema no nos parece

    satisfactorio, ya que la superficie ocupadapor estructuras de habitacin as como la densidad de

  • ocupacin del espacio varanconsiderablemente de un asentamiento a otro y el espacio ocupado

    por vas de circulacin,estructuras artesanales, de transformacin de alimentos, almacenaje,

    cisternas, estructurasdefensivas y otras construcciones de carcter no domstico, as como los

    propios murosde las casas, supone una superficie en algunos casos bastante superior al 50%.

    Unejemplo es el ncleo de Estinclells (Fig. 6), donde la superficie til ocupada por espacios

    Page 13

    Los individuos en el espacio domstico en la protohistoria de Catalua 121domsticos se limita al

    31% aproximadamente (de los 2.200 m2 de superficie total delyacimiento, slo unos 700 m2

    corresponde a superficie til total ocupada por espaciosdomsticos)2. Finalmente, otra posibilidad

    para subsanar la parcialidad de documentacinen algunos yacimientos es calcular la densidad de

    poblacin en asentamientos cuya plantacompleta es conocida (a partir, por ejemplo, del nmero

    de habitantes por casa) y utilizarel coeficiente obtenido al clculo de poblacin de yacimientos

    mayores (Almagro, 2001:54; Sanmart y Belarte, 2001: 167).Otra dificultad deriva de la existencia

    de diversas fases constructivas y refeccionesen algunos asentamientos, por lo que los mejores

    resultados se obtienen para yacimientoscon slo una fase, o bien si se aplican al ltimo momento

    de ocupacin. Finalmente,aunque en muchos casos no cabe duda de que al menos una parte de

    las casas posea unpiso superior, la superficie habitada por ste no es tenida en cuenta en los

    clculos depoblacin, ya que se considera que estaba destinada a un uso secundario. No

    obstante,la recuperacin de fragmentos de pavimento de signinum y de revestimiento mural enlos

    niveles de derrumbe del piso superior de una gran casa en Alorda Park (Calafell,Tarragona)

    (Asensio et alii, 2005), o bien de fragmentos de hogares procedentes delderrumbe de pisos en

    Penya del Moro (Sant Just Desvern, Barcelona) (Ballb et alii,1986) o Estinclells (Verd, Lrida)

    (Asensio et alii, 2009) indican que la parte alta delas casas poda ser utilizado como zona de

    habitacin, con pavimentos slidos e inclusoestructuras domsticas, como los hogares.Intentemos

    valorar ahora los resultados obtenidos por algunos de los mtodosmencionados. No es el objetivo

    de este trabajo la exposicin de clculos de poblacin endiferentes yacimientos, sino slo

    plantear, a partir de varios ejemplos, las dificultades quesupone la aplicacin de los distintos

    mtodos as como las limitaciones de los mismos.Para la Primera Edad del Hierro (Fig. 2), algunos

    yacimientos de la Cataluameridional como la Ferradura, Barranc de Gfols o Puig Roig, se

    presentan comoespecialmente adecuados ya que conocemos su planta completa. La superficie

    tilocupada por casas en ellos es similar, en torno a los 200 m2, el nmero de casas oscilaentre 10

    y 20 y la superficie de las mismas entre 10 y 20 m2. En la Catalua occidental,Gen, excavado por

    completo, presenta una superficie ocupada por viviendas en tornoa los 500 m2 y 16 casas con

    superficies entre los 30 y 40 m2. De la aplicacin de variasfrmulas a estos datos se obtienen cifras

    entre los 20 y 100 habitantes por asentamiento(lgicamente, las cifras varan segn el mtodo

    empleado y la superficie ocupada porcasas). El nmero de habitantes por casa oscila entre 2 y 8,

    dependiendo del mtodo yde la superficie habitable, y en el interior de cada ncleo de hbitat se

    obtiene una cifraconstante de habitantes por casa, ya que las superficies de todas ellas dentro de

    un mismoasentamiento de los analizados (La Ferradura, Barranc de Gfols, Puig Roig y Gen)

    sonsimilares (Belarte, 1997: 205 ss.). Recordemos que, al lado de los ejemplos

    mencionados,disponemos de informacin sobre dos yacimientos, la Serra del Calvari y El Molar,

    dondeal menos un edificio tal vez una vivienda- destaca del resto por sus dimensiones.

    Noobstante, no conocemos la planta completa de ninguno de los dos, por lo que de momentono

  • sera posible un clculo demogrfico a partir del espacio habitado que permitieracomparar los

    resultados obtenidos para ellos con el resto de asentamientos mencionados. 2. Informacin

    proporcionada por el Equipo Estinclells.

    Page 14

    Belarte, M C. / Arqueologa Espacial, 28 (2010): 109-134 122Volviendo a los resultados, la media

    obtenida en los casos analizados se aproximaa la propuesta de Sumner, quien atribuye un espacio

    de 5 m2 por persona; estos resultadossugieren que las dimensiones de las casas eran adecuadas

    para acoger a una familianuclear, integrada por una media de 4-5 personas. Con la frmula de

    Casselberry (6 m2por persona) (Casselberry, 1974: 118 ss.) se obtienen cifras un tanto inferiores.

    En cambio,segn mtodos como el de Naroll o Leblanc, en cada casa slo cabran dos personas,

    oincluso una en el caso de Puig Roig, donde las casas tienen una superficie media de 10m2.

    Finalmente, con el mtodo de Cook y Heizer (2,325 m2 para las 6 primeras personasy 9,3 m2 para

    los restantes) (Cook y Heizer, 1968), se obtienen cifras que consideramosexcesivamente elevadas,

    como 6 personas en un espacio de 20 m2.Para poca ibrica, la existencia de una gran variedad de

    tipos y tamaos deyacimientos determina que, independientemente del mtodo aplicado, se

    obtengan cifrasmuy distintas entre unas categoras y otras. Por otra parte, si bien hemos visto que,

    en losclculos demogrficos sobre la Primera Edad del Hierro, en un mismo asentamiento

    lasdiferencias entre las estimaciones realizadas a partir de la superficie necesaria por personay las

    realizadas a partir de la atribucin de un nmero constante de ocupantes a cada casano son muy

    dispares, la situacin cambiar radicalmente en el caso de los asentamientosibricos, a causa de la

    existencia de casas de superficie muy desigual en el interior delpropio asentamiento.Como ya

    hemos indicado anteriormente, la documentacin es escasa y fragmentariapara los momentos

    iniciales del perodo ibrico. A partir del Ibrico Pleno, el nmerode yacimientos conocidos es

    mucho mayor, pero pocos de ellos han sido excavados enextensin suficiente que nos permita

    conocer su planta completa, y con ella el nmero deviviendas; por otra parte, la mayora de los

    yacimientos excavados totalmente en extensinson de dimensiones reducidas, inferiores a 1

    ha.Un ejemplo de yacimiento excavado en extensin y que nos permite ilustrar laproblemtica del

    clculo demogrfico en el perodo ibrico es la fortaleza ibrica de AlordaPark, en Calafell (Fig. 5,

    1), de unos 3.000 m2 de superficie total donde, para la fase definales del siglo III a. C. (la mejor

    conservada) se han idenficado unas 10 casas de diferentesdimensiones y tipos. La superficie til

    dedicada a habitacin que ha podido ser excavadapara esta fase es ligeramente superior a los 500

    m2, lo que probablemente correspondaa las tres cuartas partes del asentamiento (cabe tener en

    cuenta que la construccin deuna urbanizacin al O. y de la va del tren al S. han afectado a una

    parte del yacimientodifcil de evaluar y que, al SE. del mismo, un edificio del siglo I a. C. se

    superpone alas construcciones del siglo III a. C.). Podemos estimar, pues, que este ncleo de

    hbitatposeera al menos unas 15 casas sobre una superficie til de hbitat en torno a los 750m2.

    La poblacin total del asentamiento podra oscilar entre 75 y 150 habitantes segnlas diferentes

    frmulas de clculo demogrfico a partir del uso del espacio habitable porpersona. Las casas

    identificadas en este yacimiento tienen superficies tiles muy variables,inferior a 20 m2 en las

    viviendas ms simples y hasta 170 m2 en el caso de una gran residencia(casa 201) compuesta por

    mltiples estancias y a las que cabe aadir un piso superior, queprobablemente slo ocupaba una

    parte de la casa (Fig. 5, 2). El nmero de ocupantes porvivienda vara entre 2 y 17 segn Naroll o

  • Leblanc o entre 4 y 34 segn Sumner. Al mismotiempo, el nmero de habitantes por casa vara en

    funcin de su superficie. Por otra parte,

    Page 15

    Los individuos en el espacio domstico en la protohistoria de Catalua 123si calculamos la

    poblacin del asentamiento a partir de un nmero fijo de habitantes porcasa (entre 4 y 5)

    resultara una poblacin entre 40 y 50 habitantes, con una reparticin delespacio enormemente

    desigual, ya que los habitantes de la residencia 201 disfrutaran de34 m2 por persona.Otros

    yacimientos excavados en extensin importante y, por lo tanto, adecuadospara clculos

    aproximados de poblacin, son Moleta del Remei, Estinclells o Anseresa. Enel caso de Moleta del

    Remei, el yacimiento est excavado aproximademente en la mitad desu superficie, y el rea til

    ocupada por habitaciones es de unos 500 m2, lo que corresponde,en su primera fase de

    ocupacin, de poca ibrica a unas 16 casas de superficie similar, conuna media de 33,80 m2. Si

    calculamos que el total de superficie til de hbitat sera de unos1.000 m2, con unas 30 casas,

    podemos evaluar su poblacin entre 100 y 200 habitantes,mientras que cada casa sera habitada

    por un nmero variable entre 2 y 9 personas (Belarte,1997: 207). En este caso, la ausencia de

    grandes diferencias entre las casas no plantea lasdisparidades indicadas en el caso de Alorda Park.

    Resultados similares se obtienen enAnseresa, con unos 750 m2 de superficie til y unas 30 casas

    segn Serra Vilar (1921). Paraeste yacimiento, excavado a principios del siglo XX, no existe un

    estudio detallado de laarquitectura domstica y el uso del espacio que permita caracterizar los

    espacios domsticosy establecer la existencia o no de diferentes tipos de casas.En el asentamiento

    de Estinclells (Fig. 6) se obtienen resultados similares a losejemplos anteriores. Sus 700 m2

    ocupados por casas corresponderan a una poblacinentre 70 y 140 habitantes, repartidos en unas

    15 casas (si descontamos los recintos queno han proporcionado indicios claros de actividad

    domstica). Las dimensiones de lasviviendas van de 5 m2 (aunque las ms pequeas

    probablemente no seran estrictamentecasas sino espacios complementarios de las mismas) a algo

    ms de 40 m2, sin contar quemuchas de ellas han proporcionado indicios de pisos superiores.Por

    lo que respecta a los grandes ncleos de primer orden, clave para evaluar lapoblacin de los

    territorios, presentan el problema de haber sido excavados parcialmente.En este sentido, la

    ciudad del mundo ibrico septentrional excavada en mayor extensinhasta la fecha es Ullastret

    que, a causa de su importante superficie total (unas 9 ha en elmomento de mxima expansin del

    Puig de Sant Andreu, y unas 6 ha para el ncleo de Illaden Reixac) an dista de ser conocido en su

    totalidad. A ello cabe aadir las dificultadesque presenta para la interpretacin de la arquitectura

    domstica el hecho de que una granparte de las estructuras conocidas corresponde a

    excavaciones antiguas. En este caso, enun trabajo anterior (Sanmart y Belarte, 2001: 167)

    propusimos una evaluacin a partirde una densidad de poblacin estimada en 400 habitantes por

    ha (tomando en este caso lasuperficie total del yacimiento, no la superficie til), a partir de los

    clculos de poblacinobtenidos en Alorda Park (media de 120 habitantes para una superficie total

    de 0,3 ha) yconsiderando que el uso del espacio en Ullastret podra haber sido similar. Segn ello,

    y apartir de los datos actuales sobre la superficie de Ullastret, se obtendra una poblacin paraesta

    ciudad de unos 3.600 habitantes si slo contamos el Puig de Sant Andreu (6.000 siaadimos la

    poblacin del ncleo de Illa den Reixac). Para este yacimiento cabe destacarla existencia de

    grandes residencias complejas, en las que se plantea el mismo problemaque hemos visto en

  • Alorda Park: debemos aplicar una frmula de clculo que parta delespacio mnimo necesario por

    persona para calcular el nmero de residentes mximo que

    Page 16

    Belarte, M C. / Arqueologa Espacial, 28 (2010): 109-134 124podra haber habitado en estas casas,

    o bien debemos aplicar una cifra fija por casa? Entodo caso, no parece lgico utilizar la misma ratio

    para las grandes residencias complejasque para las casas ms sencillas.Los resultados y la

    problemtica que plantean los ejemplos examinados nos llevana unas primeras conclusiones.

    Creemos que tanto los mtodos que parten del clculo delespacio til total dedicado a habitacin

    como los que lo hacen a partir del nmero decasas son igualmente viables para evaluar

    globalmente la poblacin del asentamiento,ya que nos permiten obtener una estimacin sobre

    mximos y mnimos. No obstante,ninguno de ellos nos parece totalmente satisfactorio. El primer

    grupo de mtodos implicauna asignacin igualitaria de espacio entre los habitantes, que creemos

    plausible parala Primera Edad del Hierro pero que no nos parece aplicable para el perodo

    ibrico.En cuanto al segundo mtodo mencionado, que atribuye un nmero fijo de habitantespor

    casa, implica el uso de ms espacio por habitante cuanto mayor es la casa; si en unaprimera

    aproximacin este mtodo podra parecer ms adecuado para poca ibrica, partede la base que

    la composicin familiar siempre era constante, con un mismo nmero demiembros, lo que

    tambin ponemos en duda, tal y como expondremos a continuacin.5. De las casas a sus

    ocupantes: demografa y estructura familiarHemos visto como, para la primera Edad del Hierro, los

    asentamientos excavadosen extensin indican el predominio de casas de superficie y planta

    similar. Salvo algunasexcepciones, las dimensiones de las casas sugieren que eran ocupadas por un

    nmeroreducido de personas.Durante el perodo ibrico, tal y como se ha descrito, se detectan

    cambios importantesen relacin a la arquitectura domstica. Para el Ibrico Antiguo, la

    documentacindisponible refleja un panorama similar al del Primer Hierro, con predominio de

    casassimples. A partir del Ibrico Pleno destaca la existencia de una gran diversidad de casas,tanto

    en lo que se refiere al tamao como a la distribucin del espacio, y sobre todoun aumento de

    casas complejas, con predominio de las compartimentadas. Podramosatribuir esta situacin a una

    evolucin cronolgica ya que, en el rea estudiada, la mayorade casas complejas pertenecen al

    siglo III a. C., con algun ejemplo anterior, como la grancasa de la zona 14 de Ullastret, cuya primera

    fase data del siglo IV a. C. Asimismo,algunos yacimientos con larga continuidad de ocupacin,

    como Alorda Park o Tur deCa nOliv, mustran una mayor complejidad en su arquitectura

    domstica en el IbricoPleno. De todos modos, la ausencia de casas complejas durante el Ibrico

    Antiguo puedeser, al menos en parte, consecuencia de la escasez de documentacin disponible

    paraeste perodo as como de la parcialidad de la misma (a menudo se trata de fragmentos

    decasas arrasadas en parte por fases posteriores de ocupacin); en este sentido, recordemosque

    las residencias complejas se documentan en el S. y SE. peninsular al menos desde elsiglo V a.C.,

    por ejemplo en El Oral (Abad y Sala, 2001: 151 y sig.; Belarte, Bonet y Sala,2009; Sala y Abad,

    2006).En el caso del rea ibrica septentrional, prcticamente todas las casas

    complejasdocumentadas se sitan en las reas costeras. Esta mayor complejidad tambin se

    hadetectado a otros niveles, en particular desde el punto de vista de la economa y de la

    Page 17

  • Los individuos en el espacio domstico en la protohistoria de Catalua 125gestin de los

    productos alimentarios (Bux et alii, 2010), por lo que tambin se podrapensar que la aparicin

    de este tipo de residencias corresponde a una mayor complejidaden esta zona. En este sentido,

    cabe destacar que el volumen de documentacin parapoca ibrica es mucho mayor en el rea

    litoral y pre-litoral, en las que la investigacinarqueolgica ha sido ms intensa, que en las zonas

    interiores, por lo que las diferenciasentre costa e interior podran haber sido en realidad menos

    acusadas de lo que se presentanen el registro disponible.En cuanto a los ocupantes de las casas

    protohistricas, creemos que,independientemente del tamao o del nmero de estancias, y a lo

    largo de todo elperodo cronolgico aqu considerado, cada edificio interpretado como una

    residenciaera ocupada por una familia o grupo domstico3. Aunque no existe un acuerdo entre

    losinvestigadores, normalmente el grupo domstico o household se define como una unidadde

    produccin, consumo y reproduccin (Wilk y Rathje 1982, 621; Netting, Wilk yArnould 1984, XXII;

    Ashmore y Wilk 1988, 4; Santley y Hirth 1993, 3), funciones a lasque algunos investigadores

    aaden la co-residencia (Hendon, 1996: 47). En todas las casasprotohistricas se identifican dichas

    actividades: la preparacin y consumo de alimentos,algunas actividades productivas y, creemos, la

    residencia en comn de un grupo humano.La composicin de estos grupos domsticos sigue

    siendo un aspecto ampliamentedesconocido. Aunque la documentacin arqueolgica sobre la

    casa ibrica es enormementerica y ha sido objeto de numerosos estudios en los ltimos 20 aos,

    la mayora de ellosse ha centrado en el aspecto material, el edificio, y se ha dedicado poco a la

    dimensinsocial, sus ocupantes. As, por ejemplo, algunos estudios se han centrado en las

    actividadesdomsticas, pero pocos han dedicado atencin a sus ejecutores. Estos ltimos se

    hancentrado en el anlisis de las diferencias sociales detectadas en las casas (Belarte,

    2008;Belarte, Bonet y Sala, 2009), o bien se han abordado desde una perspectiva de

    gnero(Gurin, 1999; Curi, Masvidal y Picazo, 2000; Gonzlez Marcn, Montn y Picazo,2005),

    pero el conjunto de estudios mencionados ha incidido poco en la composicin de laestructura

    familiar. En efecto, en la investigacin actual se afirma o se sobreentiende quela casa

    protohistrica era la residencia de una familia nuclear, aunque tambin se acepta deforma ms o

    menos explcita la posibilidad de familias extensas, pero no se ha intentadoanalizar la composicin

    de estos grupos. La razn es, obviamente, la gran dificultad parareconstruir los sistemas de

    parentesco en el pasado, particularmente para las sociedadesarqueolgicas para las que no

    disponemos de fuentes escritas u otros indicadores queproporcionen pistas sobre estos aspectos

    ya que, por otra parte, los sistemas de parentescono son un principio universal en la organizacin

    de las sociedades (Joyce y Gillespie,2000). En el caso concreto de las sociedades protohistricas

    peninsulares, en especial laibrica, las fuentes escritas describen ciertos hbitos culturales, pero

    no mencionan detallessobre los sistemas de parentesco, la estructura o el tamao de la familia.

    As, Estrabn dejinteresantes observaciones sobre los pueblos del N. peninsular, como por

    ejemplo que secasaban al modo griego (III, 157) o que las mujeres heredaban y se preocupaban de

    casar asus hermanos (III, 167), pero no hizo ningn comentario sobre el matrimonio o la familiade

    los iberos. 3. Utilizamos grupo domstico como traduccin del ingls household, con el mismo

    sentido que lo utilizan Curi y Masvdal (1998: 228).

    Page 18

    Belarte, M C. / Arqueologa Espacial, 28 (2010): 109-134 126Nos queda, pues, como nico

    recurso, la documentacin arqueolgica paraaproximarnos a la composicin del grupo domstico.

  • La documentacin arqueolgicadisponible para la Primera Edad del Hierro sugiere que las casas

    podran corresponder aresidencias de familias nucleares, integradas por una media entre cuatro o

    cinco personas;lo mismo puede decirse para las viviendas ibricas ms simples, pero en otros

    casospodran haber sido ocupadas por un nmero mayor de habitantes, sobre todo en el caso

    delas grandes residencias complejas documentadas en el Ibrico Pleno. Ello podra sugerirla

    existencia de grupos familiares o domsticos ms amplios en este perodo, as comola coexistencia

    de grupos de distinta composicin. Teniendo en cuenta la documentacinarqueolgica as como

    las reflexiones expuestas ms arriba, planteamos tres posibles(aunque no necesariamente

    excluyentes) interpretaciones para la existencia de casas dediversos tamaos de casa en poca

    ibrica.La primera interpretacin, que nos parece lgica, es que los grupos familiares sonvariables

    en cuanto a su tamao y que las residencias de mayor tamao (la zona 14 deUllastret, el edificio 2

    de Castellet de Banyoles, las casas n 1 de Ponts y 201 de AlordaPark) (Fig. 3, 1, 3, 9 y 13) eran

    ocupadas por un nmero mayor de individuos o, lo que eslo mismo, que las residencias ms

    grandes correspondan a grupos domsticos extensos, obien a la co-residencia de ms de un grupo

    domstico. Si aceptamos esta explicacin comonorma general, podramos asumir la existencia de

    un sistema relativamente igualitario dedistribucin del espacio, con una ratio ms o menos

    constante por persona. Asimismo,debemos tener en cuenta que un grupo domstico ms amplio

    puede haber incluidopersonal dependiente (Netting, 1982: 657; Silva, 1997: 21), o incluso que sus

    ocupantespodan haber disfrutado de ciertos privilegios, como la poligamia (Van der Berghe,

    1979:163), aspecto del que, por otra parte, no hay ninguna mencin en las fuentes

    clsicasrelativas a los iberos.Otra posibilidad que podemos considerar es que las casas de mayores

    dimensioneseran las residencias de los ms ricos. En sociedades documentadas

    etnogrficamente,se ha observado una relacin entre el tamao de la casa, el nmero de

    habitacionesy la riqueza de sus ocupantes (Kramer, 1979; Horne, 1991). El tamao de las casas,as

    como algunos elementos arquitectnicos y la calidad de los artefactos en ellasdocumentadas, han

    sido considerados a menudo como un indicador de riqueza y estatus(Netting, 1982; Smith, 1987;

    Hirth 1993b). Finalmente, el espacio requerido por cadapersona es determinado por principios

    culturales as como por su posicin social y lasactividades que desarrolla (Hall, 1996: 164). De

    acuerdo con esto, la mayora de casasde la Primera Edad del Hierro podran reflejar un estatus

    similar para los grupos que lasocupaban. La situacin cambiara drsticamente durante el perodo

    ibrico: algunas delas casas contienen a menudo objetos nicos (un altar de mrmol en Ponts),

    elementosarquitectnicos particulares (columnas, pavimentos de opus signinum y

    revestimientosmurales de mortero de cal en Alorda Park, Ullastret y Ponts), junto a otros

    elementos queindican un mayor estatus y reflejan actividades que no estn documentadas en

    todas lascasas. As, por ejemplo, se registra una importante actividad ritual en Ponts y Ullastret,la

    casa n 1 de Ponts posee una concentracin de herramientas, la casa 201 de AlordaPark contiene

    los nicos enterramientos infantiles de todo el asentamiento, concentra lospesos de telar y

    presenta un patrn de consumo diferente al resto de casas (Valenzuela,

    Page 19

    Los individuos en el espacio domstico en la protohistoria de Catalua 1272008); en Ponts y

    Ullastret se documentan actividades artesanales, etc. En el caso deUllastret, el estatus de los

    habitantes de la residencia de la zona 14 se manifiesta, adems,a travs de su capacidad para

    privatizar una parte de la calle y del sistema defensivo.Finalmente, en todas ellas la habitacin del

  • hogar es de grandes dimensiones y poseaprobablemente una funcin de representacin. Las

    habitaciones dedicadas a actividadessociales podran estar relacionadas con la celebracin de

    reuniones y rituales, tal vez conla finalidad de resolver conflictos que pudieran surgir en los grupos

    extensos, como sedocumenta en las sociedades campesinas (Wolf, 1971: 94). De todos estos

    elementos esposible deducir que estas casas pertenecan a grupos extensos.Debemos considerar

    la posibilidad que las dos interpretaciones anterioressean complementarias. Los grupos

    domsticos compuestos por un mayor nmero depersonas podran ser los poseedores de mayor

    riqueza: vivan en casas complejas eincluan mayor nmero de personas (algunas de las cuales

    podran haber sido personaldependiente). La investigacin etnogrfica muestra que las elites

    poseen gruposdomsticos extensos porque controlan ms recursos y aseguran un mayor nmero

    defunciones -de tipo administrativo, social, econmico o ritual-, que podran implicar lapresencia

    de ms habitantes en la casa (Van den Berghe, 1979: 163; Hirth, 1993b: 123;Flannery, 2002: 425).

    Asimismo, en sociedades rurales actuales del NO. peninsular, losgrupos domsticos ms extensos

    son los que viven en las casas ms ricas: la posesin dems recursos permite una mayor

    estabilidad del grupo (evitando la disgregacin de susmiembros) y, al mismo tiempo, pueden

    absorber a miembros que proceden de casas mspobres (Silva, 1997: 21). Como ya hemos

    sugerido en otra ocasin (Belarte, Bonet ySala, 2009: 117), las casas complejas de los yacimientos

    ibricos podran correspondertambin a grupos domsticos amplios que pertenecan a las elites

    de la sociedad ibrica.En este sentido, es interesante tener en cuenta que la informacin

    proporcionadapor las necrpolis del perodo ibrico pleno donde, al parecer, se enterraba slo

    unaparte de la sociedad, la correspondiente a la elite- sugiere la existencia de agrupacionesde

    tumbas que corresponderan a familias extensas (Sanmart 1992: 100; 1995: 96 y102).Llegados a

    este punto, merece la pena recordar que la organizacin de losdiferentes territorios ibricos,

    segn un sistema jerarquizado de asentamientos, seinterpreta como el resultado de una evolucin

    de los grupos locales del Bronce Final yPrimer Hierro y su transformacin en sociedades complejas

    (Sanmart, 2004; Sanmartet alii, 2006). Por otra parte, en el Ibrico Pleno se documenta una

    intensificacinde la agricultura gracias a la introduccin de nuevas tecnologas, como el

    arado(Alonso, 1999: 39). En este sentido, algunos estudios etnogrficos sobre los sistemasde

    parentesco y la organizacin del grupo domstico concluyen que, a medida que lassociedades

    humanas devienen ms jerarquizadas, ms centralizadas polticamente ytecnolgicamente ms

    complejas, sus sistemas de parentesco sufren transformacionesimportantes (van der Berghe,

    1979: 131): la composicin del grupo domstico no esesttica, sino que cambia como una

    respuesta adaptativa a los cambios del entornosocioeconmico (Hirth, 1993a: 21). En el caso de

    las sociedades campesinas, losgrupos domsticos de mayor tamao pueden permitir una mayor

    divisin del trabajo,as como un aumento en la productividad y en la obtencin de excedentes

    (Wolf, 1971:

    Page 20

    Belarte, M C. / Arqueologa Espacial, 28 (2010): 109-134 12897). Podramos esperar, pues,

    encontrar algn reflejo de los cambios socioeconmicos delas sociedades protohistricas a travs

    del anlisis de sus casas y de la estructura de losgrupos domsticos.La ampliacin del grupo

    domstico como resultado de una evolucin de la familianuclear se documenta en otras

    sociedades complejas, por ejemplo en el Prximo Orienteo en Mesoamrica. En estos casos, los

    hijos continuaran residiendo en la casa paternadespus del matrimonio y no formaran su propia

  • familia en una residencia separada, lo quecomportara la adicin de nuevas habitaciones a la

    antigua casa. Por otra parte, una de lasinterpretaciones propuestas para este cambio en la

    composicin del grupo domstico es quela ampliacin podra haber sido, para las elites, una forma

    de consolidacin y demostracinde estatus (Flannery 2002: 421). Tal vez no sea una coincidencia

    que las residencias mscomplejas (as como la organizacin de los asentamientos segn un patrn

    jerarquizado) sedocumenten en el perodo Ibrico Pleno y no antes; la aparicin de estos grupos

    ms ampliospodra interpretarse como un signo de la consolidacin de las elites ibricas (Belarte,

    Bonety Sala 2009: 119).Ello nos lleva a la tercera interpretacin sobre la existencia de casas de

    diferentetamao y estructura en poca ibrica, y es que podra reflejar diferentes estadios en el

    ciclofamiliar (Tourtellot, 1988; Hirth, 1993b; Goodman, 1999; Gerritsen, 1999: 81-82;

    Normak,2009: 239). Las casas ms simples podran corresponder a grupos en el estadio inicial desu

    formacin, mientras que las ms complejas podran ser el resultado de la construccinde nuevas

    habitaciones que se aaden para integrar a nuevos miembros (por ejemplo, unnuevo matrimonio).

    Una de las dificultades en el anlisis de las sociedades arqueolgicas esprecisamente la

    identificacin de las diferentes fases en la vida de la casa, dado que los restosde los estadios

    anteriores han sido destruidos o enmascarados por los usos posteriores. Eneste punto es

    interesante mencionar que algunas de las casas complejas del perodo IbricoPleno (por ejemplo,

    la casa de la zona 14 de Ullastret, la casa 201 de Alorda Park y la n 1de Ponts) son el resultado

    de la unin de dos viviendas previamente separadas, una accinque podra haber sido

    condicionada por la evolucin del grupo domstico; por ejemplo, unnuevo matrimonio o un

    nacimiento podran haber llevado a unir dos grupos separados y ala creacin de un grupo ms

    amplio. Como hemos visto en el prrafo anterior, esta hiptesisno excluye a las otras dos

    interpretaciones.6. Consideraciones finalesLa coexistencia de casas con diferentes tamaos y

    estructuras sugiere que existandistintos niveles de agrupaciones familiares o grupos domsticos.

    Por una parte, la formacaracterstica de grupo domstico de la Primera Edad del Hierro sera de

    tamao reducido (yque podra corresponder a la familia nuclear), con algunas excepciones. Grupos

    reducidoshabitaran tambin en las casas ibricas de forma y tamao similares a las del

    perodoanterior; por lo que respecta a las casas complejas, de superficie superior a 100 m2,

    estaranocupadas por grupos ms amplios (familias extensas o que incluan personal

    dependiente).Aqu hemos sugerido la posibilidad de una relacin entre el tamao del grupo y el

    estatusdel mismo, o bien entre la aparicin de grupos ms amplios y el aumento de la

    complejidadsocial. Finalmente, la existencia de casas de mayores dimensiones en algunos

    yacimientosde la Primera Edad del Hierro sugiere el inicio de la formacin de grupos extensos ya

    eneste perodo.

    Page 21

    Los individuos en el espacio domstico en la protohistoria de Catalua 129En el estado actual de la

    investigacin, y a falta de otros datos complementarios (enparticular los procedentes de las

    necrpolis) consideramos imprescindible continuar el estudiodel espacio domstico como

    indicador de la composicin y de las transformaciones de laestructura familiar en la protohistoria

    del NE. peninsular. El anlisis del espacio domsticodebera prestar especial atencin a las

    reformas, ampliaciones o separaciones realizadas en lascasas, e interpretar estos cambios con la

    ayuda de paralelos etnogrficos. Esta puede ser unade las vas ms interesantes para

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