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LECCIÓN 6. LA MONARQUÍA HISPÁNICA DE LOS AUSTRIAS MAYORES: CARLOS V Y FELIPE II 1. INTRODUCCIÓN: LOS AUSTRIAS MAYORES 2. EL REINADO DE CARLOS V 3. EL REINADO DE FELIPE II 4. EL MODELO POLÍTICO DE LOS AUSTRIAS 5. ECONOMÍA, SOCIEDAD Y CULTURA EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XVI 6. LA INQUISICIÓN 1.- INTRODUCCIÓN: LOS AUSTRIAS MAYORES Conocemos con el nombre de “Austrias Mayores” a una serie de reyes que se sentaron en el trono de la Monarquía Hispánica durante los siglos XVI y que pertenecían a la dinastía centroeuropea de los Habsburgo, que tiene su origen en Austria. A España llegaron como consecuencia de la política matrimonial de los Reyes Católicos contra Francia. LECCIÓN 6.- El Siglo XVI, la Monarquía Hispánica de los Austrias Mayores: Carlos V y Felipe II Página 1

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LECCIÓN 6. LA MONARQUÍA HISPÁNICA

DE LOS AUSTRIAS MAYORES: CARLOS V Y FELIPE II

1. INTRODUCCIÓN: LOS AUS-

TRIAS MAYORES

2. EL REINADO DE CARLOS V

3. EL REINADO DE FELIPE II

4. EL MODELO POLÍTICO DE

LOS AUSTRIAS

5. ECONOMÍA, SOCIEDAD Y

CULTURA EN LA ESPAÑA

DEL SIGLO XVI

6. LA INQUISICIÓN

1.- INTRODUCCIÓN: LOS AUSTRIAS MAYORESConocemos con el nombre de “Austrias Mayores” a una serie de reyes que se sentaron en el trono de la Mo -

narquía Hispánica durante los siglos XVI y que pertenecían a la dinastía centroeuropea de los Habsburgo, que tiene su origen en Austria. A España llegaron como consecuencia de la política matrimonial de los Reyes Católicos contra Francia.

Pasaron los años y algunos acontecimientos en los que no vamos a entrar porque exceden el objeto de este

tema, y nos situamos en el año 1504. En ese año murió Isabel la Católica, y su hija Juana, a quien ha-bían casado con Felipe de Habsburgo, fue llamada para ocuparse del trono de Castilla, a don-de llegó con su marido en junio de 1506. De esta manera accedieron los Habsburgo, conocidos aquí como “los Austrias” al trono de España, a través de Felipe, apodado el Hermoso, quien murió tres meses después.

A raíz de la muerte de su esposo, la inestabilidad emocional de la reina Juana alentaba las esperanzas de la noble-za de recuperar el poder que se les había quitado. Para evitar mayores problemas, al comenzar el año 1509, Fernando el Católico inhabilitó a su propia hija, la recluyó en un palacio en Tordesillas y se volvió a hacer cargo de la regencia de Casti-lla. Pero a Fernando nunca lo aceptaron de buen grado los castellanos, así que en 1515 promovió que el primer hijo va-

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rón de la que ahora apodaban la Loca, Carlos, un joven de tan sólo 15 años, ocupara el trono de Castilla. Con Carlos continuaron los Habsburgo su presencia en España.

2.- EL REINADO DE CARLOS V El hijo de Juana de Castilla y Felipe el Hermoso había nacido en Gante (actual Bélgica) en el año 1500, y había sido

educado con muchísimo esmero y rigidez por los mejores maestros. En el año 1515, su abuelo materno, Fernando el Ca-tólico, ya viejo, cansado y harto de problemas, lo reclamaba para que se ocupara del trono de Castilla. Carlos sólo tenía 15

años, y sus preceptores aceptaron en su nombre el reto. Pero al año siguiente, en 1516, moría el propio rey Católico, de

forma que ahora Carlos, incapacitada su madre, debía hacerse cargo de las coronas de Castilla y de Aragón, con sus territorios extrapeninsulares.

2.1.- La política de Carlos V Para entender cómo gobernó Carlos V,

lo primero que tenemos que tener en cuenta es

que lo hizo sobre demasiados territo-rios: aparte de las ya citadas Coronas de Casti-lla y Aragón, con sus territorios extrapeninsula-res, las posesiones de los Habsburgo: Austria, los Países Bajos, Luxemburgo y el Franco Con-dado. Y se hacía cargo también del título impe-rial.

También tenemos que tener en cuenta que Carlos había sido educado en la idea de la

Universitas Christiana, es decir, en la creación de un imperio cristiano mundial. La persecución de esa idea, de ese sueño, hizo que

el reinado de Carlos fuera una lucha continua contra todos, que se manifestó así:

2.2.- La Revuelta de los Comuneros Los comuneros eran los habitantes de las “comunidades de villa y tierra”, el nombre que entonces se

usaba para designar lo que hoy, salvando las distancias, llamamos municipios. Bien, pues los habitantes de algunas comu-nidades de villa y tierra de Castilla se sublevaron contra el nuevo rey, Carlos I. Pero no fueron los únicos: buena parte de la

nobleza castellana estuvo en un principio del lado de los comuneros. Se trataba de, aprovechando la llegada de un nuevo rey, dejar claros los derechos de cada uno. Y, además, Carlos había llegado a Castilla con demasiada altanería: exigió a las Cortes que le jurasen lealtad, en detrimento de su madre, apenas les habló en castellano, lengua que en gran medida desconocía, les pidió una abultada cantidad de dinero para sufragar los gastos de su candida-tura al título imperial y se fue. Pero se fue dejando en Castilla a sus consejeros flamencos para que se hiciesen cargo de las tareas de gobierno, desplazando a la nobleza autóctona. Esas maneras y esas exigencias no gustaron ni a la nobleza caste-llana, que se veía apartada de la política y la Administración con la llegada de los flamencos, ni a las comunidades de villa y tierra, que veían irse los derechos que tanto tiempo y esfuerzo les habían costado conseguir.

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En 1521, estando Carlos en Aquisgrán (Alemania), por asuntos relacionados con el nombramiento imperial, varias comunidades se sublevaron contra los consejeros del rey, los destituyeron y en su lugar co-locaron a sus propios representantes. La respuesta de Carlos fue la de actuar enérgicamente, y en 1521, en Villalar (Valladolid), el ejército de Carlos V derrotó al ejército popular. Después, los cabecillas del movimiento, Padilla, Bravo y Maldonado, fueron ejecutados. La derrota de los comuneros debilitó a las comunidades y villas del reino y fortaleció el poder de la monarquía.

2.3.- Las Guerras contra Francia La tensión entre Francia y Castilla y Aragón ya venía de lejos, y con Carlos V no sólo continuó sino que incluso au-

mentó, puesto que al conflicto de intereses políticos y económicos entre estos Estados hemos de sumar la rivalidad personal entre sus dos monarcas. Carlos V y Francisco I compitieron por

ver quién era el más rico, fuerte y poderoso. Pero, al final, en 1544, cansados ya de enfrentarse entre ellos y con las arcas

de sus respectivas haciendas exhaustas, Carlos y Francisco decidieron firmar la Paz de Crépy, que tranquilizaba las co-sas.

2.4.- La ruptura de la unidad religiosa: el Protestantismo El origen de esta vertiente del Cristianismo, que el Catolicismo condenó como herejía, lo encontramos en el año

1517, cuando el monje agustino alemán Martín Lutero, expuso en las puertas de la Catedral de Witten-berg las bases de su pensamiento, las conocidas como Tesis de Wittenberg. Estas ideas de Lutero representaban una interpretación más de lo que debía ser el Cristianismo en aquellos tiempos de cambio del Renacimiento y el Hu-manismo. Hubo otras; si esta triunfó fue porque su carácter religioso estuvo al menos parejo a su carácter político. Efectivamente, en esta nueva corriente de religiosidad tan bien acogida por el pueblo, encontraron los príncipes alemanes sometidos a la autoridad de Carlos V una forma de evadirse del control del Emperador; así que apoyaron con entusiasmo a los seguidores de Lutero, en los que ellos mismos se convertían.

La postura de Carlos V fue la de resolver el problema por la vía diplomática, y a tal fin convocó varias asam-bleas ( dietas , en alemán) . La primera importante fue la Dieta de Worms; en ella se dio audiencia a Lutero y se le exigió que se retractase. No lo hizo y fue excomulgado, lo mismo que todos aquellos que le siguieran. Los príncipes alema-nes, lejos de echarse para atrás, ratificaron entonces su apoyo al Protestantismo (cualquier motivo era bueno para retar al Emperador). Siguieron a ésta otras dietas, pero ninguna lograba si quiera acercar mínimamente las posturas, todo lo con-trario. En 1545 se produjo el intento más serio para resolver el problema: la convocatoria de un concilio en la ciudad de Trento, al norte de Italia, a medio camino entre Roma y los territorios alemanes. Fueron tales las esperan-zas depositadas en este concilio que su estrepitoso fracaso para resolver las desavenencias entre católicos y protestantes, terminó con la paciencia del Emperador, que esta vez decidió someter a sus súbditos protestantes por la fuerza de las ar-mas. En la batalla de Mühlberg Carlos derrotó militarmente al ejército protestante, pero no derrotó al Protestantis-

mo. En 1556 acabó firmando la Paz de Augsburgo, por la que concedía a sus súbditos alemanes y flamencos el derecho a elegir libremente su religión.

2.5.- Abdicación y Herencia de Carlos V En 1556, a los cincuenta y seis años de edad, cansado, seguramente también desanimado y gastado por una

vida dura y no exenta de excesos, Carlos V abdicó. Y abdicó dándose cuenta de que su sueño de juventud, la Mo-narquía Universal, era imposible, de forma que decidió partir sus posesiones para facilitar el gobierno de tan vastos territorios: a su hermano Fernando le cedió el título imperial y la herencia de los Habsburgo en Centroeuropa, y a su primogénito, el Príncipe Felipe, lo que le habían legado los Reyes Católicos (Castilla, Aragón, América, Nápoles y los enclaves norteafricanos), más el Milanesado, el Franco Condado y los Países Bajos. A continuación,

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muy enfermo de gota, se retiró por prescripción médica a la actual provincia de Cáceres, a la comarca de la Vera, que, al parecer, reunía unas condiciones climáticas muy adecuadas para recuperar su salud. Y allí, en el palacio que mandó cons-truir al lado del monasterio de los Jerónimos de Yuste, murió de paludismo a finales de 1558.

3.- EL REINADO DE FELIPE IIEl “Rey Prudente”, el primogénito del Emperador Carlos V, fruto de su matrimonio con Isabel de Portugal, subió al trono de la Monarquía Hispánica en el año 1556. Tenía veintinueve años y su padre confiaba plenamente en él.

3.1.- La Política de Felipe II Al contrario que su padre, que tenía muy arraigada la idea de la Uni-versitas Christiana, ese imperio cristiano universal por el que peleó casi toda su vida, Felipe II fue principalmente un monar-ca castellano que desde Castilla organizó y gobernó un imperio, el que había recibido de su padre. Y como buen ges-tor intentó hacerlo de la manera más racional, por lo que las prime-ras medidas que tomó fueron encaminadas a hacer más efectiva la administración de sus reinos:

a) Estableció una Corte permanente en la villa de Madrid.b) Gobernó mediante Consejos (hoy los llamaríamos ministe-

rios. Lo que se conoce como Sistema Polisinodial). No fueron una creación suya, sino de los Reyes Católicos, pero

él les dio su forma definitiva. Los había temáticos (Inquisición, Hacienda, Guerra) y territoriales (Castilla, Aragón, Indias, Países Bajos).

c) Consolidó, y en otros casos creó, una muy completa red de embajadas permanentes en todos los reinos de Eu-ropa. La diplomacia era fundamental para su gobierno.

d) Reformó el Ejército, consciente de que su posición en el mundo se garantizaba sobre todo militarmente.e) Reajustó el sistema de impuestos, hasta el punto de que la Hacienda pública ingresaba cuatro veces más que

con Carlos V. De todas formas eran tan abultados los gastos que, a pesar de la buena gestión, al final de su reina-do, la deuda era cinco veces mayor que cuando llegó al trono.

Y mientras en todo esto invertía Felipe II su tiempo y energía, como era lógico se encontró con problemas dentro de sus propios reinos y también con la presión continua de sus enemigos. Veámoslo.

3.2.- La Política Interior de Felipe II Aunque no fueron especialmente graves, tenemos que destacar los problemas que a Felipe se le plantearon en el in-

terior de sus reinos. Los podemos concretar en tres: la rebeldía de su primogénito, el príncipe Carlos, que conspiró contra su propio padre, la rebelión de los moriscos en las Alpujarras, y algunas tensiones con la Corona de Aragón.

a) La Rebelión del Príncipe Carlos . El primogénito de Felipe II, el príncipe Carlos, nació en 1545 y con un re-traso mental que, conforme pasaron los años, se hizo más evidente. Hemos de considerar la rebelión de Carlos te-niendo en cuenta su situación mental. Carlos fue usado por la alta nobleza y por los independentistas flamencos para conspirar contra su padre, y él participó sin disimulo, posiblemente sin ser muy consciente de lo que estaba haciendo. Al final, Felipe II, como Fernando el Católico hizo con Juana la Loca, ordenó fuera detenido y encerrado.

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b) La Revuelta de los Moriscos de las Alpujarras . Recordemos que cuando 1501 los Reyes Católicos ofrecieron a los mudéjares la conversión o la expulsión, muchos de ellos se fueron, pero otros muchos se convirtie-ron y se quedaron. Estos últimos, conocidos como moriscos, no eran bien mirados por los cristianos de siempre, los cristianos viejos, y continuamente estuvieron bajo sospecha de falsa conversión. Se habían asentado en las zonas me-nos atractivas para los cristianos, las tierras más duras y de peor calidad, siendo las Alpujarras (entre Granada y Alme-ría) la comarca donde estaba la colonia más numerosa. Con el tiempo fueron volviendo a su tradicional modo de vida, a su religión y a su lengua. Pero en 1568 se promulgó una pragmática (un decreto) que les obligaba a abandonar definitivamente sus costumbres, su lengua y su religión. Esta pragmática excitó sus ánimos y se sublevaron. En 1571 la revuelta fue definitivamente reprimida por la vía militar.

c) Las Tensiones con Aragón . El origen de estas tensiones lo en-contramos en el reto que las Cortes de Aragón platearon a Felipe II en el año 1590; el reto consistió en poner en cuestión la autoridad del rey. Pero vayamos al principio: en 1588 uno de los secretarios personales de Felipe, Antonio Pérez, de origen aragonés, persona de enorme influencia, fue acusado de participar en el asesinato de Juan de Escobedo, también perso-na muy influyente, hombre de confianza del hermanastro del rey, don Juan de Austria. Además, en la investigación sobre este asesinato, se descubrió también que Antonio Pérez está vendiendo secretos de Estado. Cuando se ordena su detención huye y se refugia en la Corona de Aragón, a cuyas Cortes, como aragonés que es, pide protección. Se la conceden, fundamen-talmente para provocar a Felipe II, que cuando solicita se le entregue al pró-fugo, recibe un no por respuesta, alegando que a quien reclama está afora-do, es decir, protegido por las leyes o fueros propios de Aragón. Felipe II, para evitar problemas, encarga a la Inquisición, único órgano con jurisdic-ción en Castilla y en Aragón, que detenga a Antonio Pérez. Cuando los aragoneses se enteran de que el rey pretende esquivar las leyes de Aragón con subterfugios, estalla en Zaragoza una sublevación popular. Al final, Felipe decidió intervenir militarmente, para sofocar la sublevación, para resolver el problema de Antonio Pérez y, so-bre todo, para intimidar a sus súbditos aragoneses. La intervención militar acabó rápidamente con la subleva-ción. (Antonio Pérez, por cierto, logró escaparse de nuevo y se refugió primero en Francia y después en Inglaterra. Allí recibió la protección de los reyes respectivos y sobrevivió vendiendo secretos de Estado)

3.3.- La Política Exterior de Felipe II Como la de sus antecesores, estuvo marcada por la rivalidad con Francia, la lucha contra los

turcos por el control del Mediterráneo y el avance del Protestantismo. Y a todo esto le tenemos que sumar ahora la aparición de un nuevo enemigo, Inglaterra, y la incorporación del reino de Portugal a la Monarquía Hispánica.

a) Las Guerras contra Francia . Lo primero que hemos de tener en cuenta es que la Francia a la que se enfrentó Felipe II era sólo una sombra de la que tantos quebraderos de cabeza dio a Carlos V. Con los vecinos franceses los pro-blemas quedaron zanjados en los dos primeros años del reinado de Felipe: las aplastantes victorias españolas en las batallas de San Quintín, en 1557, y Gravelinas, en 1558, obligaron a Francia a firmar en 1559 la Paz de Cateau-Cam-brésis.

b) La Lucha contra los Turcos por el control del Mediterráneo . La política de los turcos otomanos en el Mediterráneo durante el reinado de Felipe II fue la misma que venían practicando desde hacía cien años: se apro-piaban de cuantos territorios les quedaran a mano, intentaban monopolizar el tráfico comercial y fomentaban la pira-tería contra sus competidores: las repúblicas italianas y España. En 1570 tomaron la isla de Chipre, que por aquel en-tonces pertenecía a la república de Venecia. Este hecho motivó que, a instancias de Venecia, al año siguiente, en

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1571, se formara una Liga Santa , integrada por Venecia, Génova, España y la Santa Sede . El enfrentamiento mili-tar tuvo lugar en el mar, en el golfo de Lepanto, al sureste de Grecia. La victoria de la coalición cristiana fue total.

c) La Incorporación a la Monarquía del Reino de Portugal: la Unidad Ibérica . La tan anhelada unificación de toda la Península Ibérica se concretó en el año 1581, gracias a que Felipe II tenía derechos sucesorios al trono de Portugal por parte de su madre. Muerto el Rey de Portugal en 1578, Felipe, el primero en la línea de suce-sión, pasaría ocupar el trono. Pero no fue bien recibido por los portugueses, que no querían un rey español. Tras va-rios enfrentamientos, las tropas de Felipe derrotaban al ejército portugués cerca de Lisboa. En 1581 las Cortes por-tuguesas reunidas en Tomar, juraron a Felipe como su rey con el nombre de Felipe I de Portugal.

d) Los Enfrentamientos con Inglaterra . Hasta el año 1558 las relaciones con Inglaterra fueron cordiales. De hecho, en 1554 se había celebrado el matrimonio entre el entonces Príncipe Felipe y la reina María I de Ingla-terra. El matrimonio duró poco, puesto que la reina falleció cuatro años más tarde, en 1558, sin descendencia. Y Fe-

lipe tuvo que abandonar los asuntos ingleses, donde ya no tenía ningún derecho. Sucedió a la difunta, su hermanastra, la protestante Is-abel I, y las cosas cambiaron radicalmente: Isabel financió la pira-tería contra los barcos mercantes españoles y contra las costas españolas, tanto en España como en América, y apoyó sin cesar y sin disimulo a los rebeldes flamencos en su lucha contra España. Felipe II, por su parte, no encontraba el momento de enfrentarse directamente contra Inglaterra; y, mientras el daño no era demasiado grande, aguantó. Pero, en 1587 se produjeron dos hechos que Felipe no pudo ya obviar: el asalto al puerto de Cádiz por el corsario Francis Drake y la ejecución de la rei-na de Escocia, la católica María Estuardo por orden de Isabel I. Al final, Felipe II decidió no sólo castigar a los ingleses, sino invadir la isla para someterlos. Y esa era la misión que en 1588 debía cumplir la Grande y Felicísima Armada, pero

fracasó.

4.- EL MODELO POLÍTICO DE LOS AUSTRIASLos Austrias Mayores, Carlos V y su hijo Felipe II, mantuvieron fundamentalmente el modelo político heredado

de los Reyes Católicos y lo reformaron cuando hizo falta para adaptarlo a sus necesidades. En lo esencial ya lo hemos ex-puesto en los apartados anteriores, así que nos limitaremos en este apartado a sintetizar lo más importante. Carlos V y Felipe II se comportaron políticamente de la siguiente manera:

a) Se reservaron en exclusividad el diseño de las líneas maestras de su política y la toma de todas las decisiones importantes. No confiaron esa tarea en nadie.

b) Eligieron cuidadosamente las personas más capaces y leales para que se ocuparan de las tareas más delicadas y de mayor responsabilidad en el Ejército, la Administración y la Diplomacia.

c) Gobernaron mediante Consejos , que eran órganos colegiados, cuya tarea era estudiar los asuntos que tenían a su cargo y enviarle un informe al monarca para que decidiera sobre ellos. Estos consejos los podemos clasificar en dos tipos: los territoriales (de Castilla, Aragón, Navarra, Indias, Países Bajos, Italia y Portugal) y los temáticos (Inquisición, Hacienda, Guerra, Órdenes Militares…). Este sistema de gobierno mediante consejos se conoce con el nombre de Sistema Polisinodial.

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d) En los reinos en los que no estaban físicamente presentes gobernaron a través de personas de la máxima con - fianza elegidos con cautela: virreyes en Aragón, Navarra, Valencia, Nápoles, América y gobernador en los Países Bajos.

5.- ECONOMÍA, SOCIEDAD Y CULTURA EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XVI5.1.- La Economía española del siglo XVI

Aunque políticamente conoció España en esta época de los Austrias Mayores un periodo de esplendor que nun-ca más ha vuelto a alcanzar, económicamente se quedó exhausta, puesto que la política imperial exigía un esfuerzo demasiado grande.

Durante casi todo el siglo XVI la Península vivió una situación económica favorable que permitía un crecimiento constante, sin necesidad de hacer mejora alguna. Y, efectivamente, la economía crecía, pero crecía sobre unas bases muy débiles e inestables, que, poco después, conducirán a España a la cri-sis del siglo XVII. Veamos lo que sucedió:

a) La agricultura, cerealística y de subsis-tencia, se desarrollaba roturando nuevas tierras. Cuando se acabaron las tierras para roturar, sin innovaciones tecnológi-cas, se estancó.

b) La ganadería, por su parte, sólo era rentable en la producción de lana a tra-vés de la Mesta.

c) La artesanía creció porque había una mayor demanda de productos (aumento demográfico, comercio con América), pero no conoció innovación alguna, y se fue retrasando con respecto a otros paí-ses por falta de competitividad.

d) La llegada masiva de oro y plata americanos provocaron un aumento exagerado del precio de muchos pro-ductos (inflación). Esto llevó a un empobrecimiento general de la sociedad, que afectó especialmente a los gru-pos económicamente más débiles.

e) La política de los Austrias costaba demasiado cara: guerras, Ejército, burocracia, diplomacia, etc. A pesar de que las fuentes de ingresos eran muchas, no alcanzaban para sufragar unos gastos demasiado elevados. Por este motivo, tanto Carlos como Felipe aumentaron los impuestos arruinando a la población, y tuvieron que pedir préstamos continuamente, que endeudaron al Estado hasta el punto de generar varias bancarrotas.

5.2.- La Sociedad española del siglo XVI Durante el siglo XVI la sociedad española, lo mismo que la del resto de Europa, se estructuraba en estamen-

tos, esos grupos cerrados de familias en los que los privilegios de unos (nobleza y clero) se hacían ahora aún más evi-dentes ante una masa de campesinos y trabajadores urbanos que se empobrecía sin remedio, ya que soportaba en ex-clusiva un sistema impositivo cada vez más gravoso.

Y éste es, tal vez, el aspecto más destacable de la sociedad española del siglo XVI: su empobrecimiento progresivo, debido, sin duda, a un crecimiento económico desequilibrado. La consecuencia de todo ello fue el au-mento del número de marginados (mendigos, enfermos, delincuentes) de emigrantes a América, de personas que toma-ron los hábitos religiosos y de alistados en el Ejército.

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5.3.- La Cultura española del siglo XVI La cultura española de este siglo estuvo muy condicionada por ser España (sobre todo la Corona de Castilla) el

centro del mundo, desde el punto de vista político (Imperio) y desde el punto de vista religioso (Contrarreforma); así que la cultura española se movió entre dos influencias contrapuestas: el Humanismo Renacentista y el Cato-licismo de la Contrarreforma.

El Humanismo, la corriente que exaltaba al hombre después de siglos (los medievales) de teo-centrismo, se manifestó principalmente durante el reinado de Carlos V. Durante este tiempo se imita-ron los modelos renacentistas que venían de Italia, pero también brillaron con luz propia los artistas y literatos españoles. De esta época y este estilo son el Palacio de Carlos V en Granada, frente a la Alhambra, la fachada de la Universidad de Alcalá de Henares, el Alcázar de Toledo o la catedral nueva de Salamanca. Desde el punto de vista literario des-tacamos la poesía épica de Alonso de Ercilla y la no-vela picaresca del Lazarillo de Tormes y el Guzmán de Alfarache.Por otra parte, en la segunda mitad del siglo, du-

rante el reinado de Felipe II, los principios y los valores de la Contrarreforma Religiosa fueron los que triunfaron y, en gran medida, desbancaron a los del periodo anterior. Los podemos encontrar en la poesía mística de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz o en la lírica de Fray Luis de León. En la arquitectura destacamos la obra cumbre del reinado de Felipe II: el Palacio-Monasterio del Escorial.

6.- LA INQUISICIÓN ESPAÑOLAEsta institución consolidada por los Reyes Católicos en 1478 para

mantener la ortodoxia católica, alcanzó durante el siglo del naci-miento del Protestantismo uno de sus momentos de mayor acti-vidad y “esplendor”.

En el siglo XVI el Santo Oficio seguirá vigilando y controlando a los conversos , su función original, pero a esta labor sumará bien pronto la de perseguir a los protes - tantes y censurar toda publicación y manifestación cultural y artística. Y siguió controlada por la Monarquía, que la utilizaba para sus fines políti-cos, como hizo Felipe II para intentar detener en Aragón a su Secretario Antonio Pérez.

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