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    Invitacin a la ofrenda

    El creyente est llamado siempre a ofrendar y debe hacerlocon lo mejor como el justo Abel, A Yahv le agrad Abel y suofrenda, mientras que le desagrad Can y la suya(Gn 4,5).En la misa hacemos ofrenda de lo que somos y tenemos para

    que el Espritu Santo nos transforme en Cristo en ofrendapermanente.

    La presentacin de las ofrendas no es slo como un intervalo entre la liturgia de la Palabra y la eucarstica. Entreotras razones, porque eso hara perder el sentido de un nicorito con dos partes interrelacionadas. En realidad, este gestohumilde y sencillo tiene un sentido muy grande: en el pan y elvino que llevamos al altar toda la creacin es asumida porCristo Redentor para ser transformada y presentada al Padre.

    En este sentido, llevamos tambin al altar todo el sufrimientoy el dolor del mundo, conscientes de que todo es precioso alos ojos de Dios. Este gesto, para ser vivido en su autnticosignificado, no necesita enfatizarse con aadidurassuperfluas. Permite valorar la colaboracin originaria queDios pide al hombre para realizar en l la obra divina y dar aspleno sentido al trabajo humano, que mediante la celebracineucarstica se une al sacrificio redentor de Cristo.

    El sacerdote invita a la asamblea diciendo, oren, hermanos,para que, trayendo al altar los gozos y las fatigas de cada da,nos dispongamos a ofrecer el sacrificio agradable a Dios,Padre todopoderoso. Es la ofrenda de un pueblo creyenteque se presenta con todo que es, en la confianza que Diosmismo es quien hace agradable en su hijo la ofrendapresentada.

    La respuesta del pueblo El Seor reciba de tus manos estesacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro

    bien y el de toda su santa Iglesia, manifiesta que la ofrendatransformada por el Espritu Santo es gloria para Dios,bendicin para quienes celebramos y para toda la Iglesia y lahumanidad.

    Presentamos el fruto de la tierray del trabajo de los hombres

    El gesto humilde y sencillo de presentar las ofrendas tiene unsentido muy grande: en el pan y el vino que llevamos al altar,toda LA CREACIN es asumida por Cristo Redentor para sertransformada y presentada al Padre (SCa 47; CEC 1350).

    Junto con el pan y el vino para la Eucarista, los cristianospresentan tambin SUS DONES para compartirlos con los quetienen necesidad. Esta costumbre se inspira en el ejemplo de

    Cristo que se hizo pobre para enriquecernos (1 Cor 16,1) (CEC1351).

    El pan y el vino son recibidos y presentados por el Sacerdotecomo fruto de la tierra y del trabajo de los hombres, as quetambin podemos ofrecer nuestra actividad como don quetiene el sentido de sacrificio. Permite valorar la colaboracinoriginaria que Dios pide al hombre para realizar en l la obradivina y dar as pleno sentido AL TRABAJO humano, quemediante la celebracin eucarstica, se une al sacrificioredentor de Cristo (SCa 4).

    El Seor quiere asociar a su sacrificio redentor a aquellosmismos que son sus beneficiarios. Lo realiza especialmenteen la Virgen Mara En su Persona Divina encarnada, se haunido en cierto modo con todo hombre. l ofrece a todos laposibilidad de que se asocien a este misterio pascual. l llamaa sus discpulos a tomar la cruz y a seguirle (Mt. 16,24)porque l sufri por nosotros dejndonos ejemplo para que

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    sigamos sus huellas (1Pe 2, 21). (CEC 618).

    La Iglesia que es el Cuerpo de Cristo, participa en la ofrenda desu Cabeza En la Eucarista, el sacrificio de Cristo, es tambinel sacrificio de los miembros de su Cuerpo. La vida de susfieles, su alabanza, su sufrimiento, su oracin y su trabajo se

    unen a los de Cristo y a su total ofrenda, y adquieren as unvalor nuevo. El sacrificio de Cristo presente sobre el altar,da a todas las generaciones de cristianos la posibilidad deunirse a su ofrenda (CEC 1368). Unindonos a su sacrificiopodemos hacer de nuestra vida un culto agradable a Dios (CEC2100).Para una participacin fructuosa en la Eucarista, es necesarioesforzarse en corresponder personalmente al misterio que se

    celebra mediante el ofrecimiento a Dios de la propia vida, enunin con el sacrificio de Cristo por la salvacin del mundoentero Vivir personalmente lo que se celebra porparticipacin personal consciente En Cristo crucificado yresucitado podemos celebrar verdaderamente el centro querecapitula toda la realidad y relacionarlo con la vida cristianaen todas sus facetas, como el trabajo y los compromisos, elpensamiento y el afecto, la actividad y el descanso. (SCa 64).Ser para nosotros pan de vidaEl que come vivir por m (Jn 6,57). El misterio credo ycelebrado contiene en s un dinamismo que hace de lprincipio de vida nueva en nosotros y forma de la existenciacristiana La Eucarista TRANSFORMA TODA NUESTRA VIDAEN CULTO ESPIRITUAL AGRADABLE A DIOS: Os exhorto por lamisericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos comohostia viva, santa, agradable a Dios; ste es vuestro cultorazonable (Rom 12,1) ofrenda total de la propia persona en

    comunin con toda la Iglesia la Eucarista como sacrificio deCristo, es tambin sacrificio de la Iglesia, y por tanto de losfieles (SCa 70).El nuevo culto cristiano abarca todos los aspectos de la vida,transfigurndola: Cuando coman o beban, o hagan cualquierotra cosa, hganlo todo para gloria de Dios (1Cor 10,31). Elcristiano est llamado a expresar en cada acto de su vida elverdadero culto a Dios, esto hace posible, da a da, laTRANSFIGURACIN PROGRESIVA DEL HOMBRE; llamado aser, por gracia, imagen del Hijo de Dios (Rom 8,29 s). Todo loque hay de autnticamente humano: pensamientos y afectos,palabras y obras, encuentra en el sacramento de la Eucaristala forma adecuada para SER VIVIDO EN PLENITUD (SCa 71). Lavida moral, como el conjunto de la vida cristiana, tiene su

    fuente y su cumbre en el Sacrificio Eucarstico (CEC 2031).El culto agradable a Dios se convierte as en UN NUEVO MODODE VIVIR todas las circunstancias de la existencia, en la quecada detalle queda exaltado al ser vivido dentro de la relacincon Cristo y como ofrenda a Dios. La gloria de Dios es elhombre viviente (1 Cor 10,31). Y la vida del hombre es lavisin de Dios (SCa 71).

    La Eucarista debe influir pues en el ESTILO DE VIDA. SanIgnacio de Antioqua presentaba a los cristianos como losque viven segn el Domingo. Una relacin muy clara entre larealidad eucarstica y la vida cristiana en su cotidianidadquiere decir vivir conscientes de la liberacin trada porJesucristo y DESARROLLAR LA PROPIA VIDA COMO OFRENDADE S MISMOS A DIOS, para que su victoria se manifiesteplenamente a todos los hombres a travs de una conductarenovada ntimamente (SCa 72). De aqu, la importancia del

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    precepto dominical para todos los fieles, como fuente delibertad autntica, para poder vivir cada da segn lo que hancelebrado en el da del Seor De este da brota el SENTIDOCRISTIANO DE LA EXISTENCIA y un nuevo modo de vivir eltiempo, las relaciones, el trabajo, la vida y la muerte (SCa 73).

    Bendito seas por siempre, Seor!

    Cristo quiere unirnos a su sacrificio y por ello nos capacita:Participndonos su sacerdocio en el sacramento del Bautismo(Sacerdocio comn o de los fieles), que con el don de suEspritu nos convierte en ofrenda permanente (Cfr PlegariaEucarstica III), haciendo posible que nos entreguemos conCristo, por l y en l, al Padre.

    Por ello San Pablo nos recomienda como culto espiritual overdadero lo de Rom 12, 1-2, y l lo vive: Ahora me alegro porlos padecimientos que soporto por ustedes, y completo loque falta a los sufrimientos de Cristo en mi carne, a favor de suCuerpo que es la Iglesia (Col 1,24).Se concluye que la Eucarista es la cumbre y la fuente de todala vida cristiana. All puedo en unin con Jesucristo: ofrecer-me, entregarme, consagrarme, sacrificarme, a m mismo.Este es el sentido cristiano de la vida, donacin amorosa.Pero saco las fuerzas para hacerlo, de la entrega amorosa queCristo me hace de s mismo en la Eucarista. As como Dios meha dado todo por amor, hasta su propio Hijo Y ste me am yse entreg por m, yo por amor me entrego a m mismo aDios. Esto se expresa en la oracin de Carlos de Foucault:

    Padre me pongo en tus manos, haz de m lo que

    quieras, sea lo que sea te doy las gracias. Estoy

    dispuesto a todo, lo acepto todo, con tal que tu

    santa voluntad se haga sobre m y sobre todas

    tus criaturas. Te doy mi alma, te la doy con toda

    la fuerza que soy capaz porque te amo y necesito

    darme, con una infinita confianza porque t eres

    mi Padre.

    Con ste espritu me ofrezco al Padre en la Eucarista pormedio de su Hijo Jesucristo.

    7. Catequesis:Presencia real de Cristo

    en la Eucarista

    ILUMINACIN BBLICA

    Jess es el pan de vida

    Yo soy ese pan vivo que ha bajado del cielo; el que come deeste pan, vivir para siempre. El pan que yo dar es mipropio cuerpo. Lo dar por la vida del mundo.Los judos se pusieron a discutir unos con otros:

    -Cmo puede ste darnos a comer su propio cuerpo?Jess les dijo:- Les aseguro que si ustedes no comen el cuerpo del Hijo delhombre y beben su sangre, no tendrn vida. El que come micuerpo y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo lo resucitaren el da ltimo. Porque mi cuerpo es verdadera comida, ymi sangre es verdadera bebida. El que come mi cuerpo ybebe mi sangre, vive unido a m, y yo vivo unido a l.El Padre, que me ha enviado, tiene vida, y yo vivo por l; de la

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    misma manera, el que se alimenta de m, vivir por m.Hablo felpan que ha bajado del cielo. Este pan no es como elman que comieron los antepasados de ustedes, que a pesarde haberlo comido murieron; el que come de este pan, vivirpara siempre.Jess ense estas cosas en la reunin de la sinagoga en

    Cafarnam.(Jn 6, 48-59)

    CATEQUESISIntroduccin

    Estamos viviendo el retiro de Koinona en el cual nosdisponemos para la renovacin del Sacramento de la

    Eucarista. Somos convocados por el Seor en cadacelebracin de la Eucarstica, Dios nos reconcilia con l, conlos hermanos y consigo mismo en el acto penitencial, noshabla en la liturgia de la Palabra y luego nos invita presentarnuestras vidas como ofrenda viva junto a todo lo que somos.

    En esta catequesis contemplamos la presencia real de Cristoen la Eucarista y las palabras de Jess en la institucin delSacramento de la Eucarista.

    Presencia de Jesucristo en la IglesiaJesucristo est presente de distintas las maneras en SuIglesia.

    Jess estpresente en la asambleaque celebra, que acoge lapresencia de Dios. En cada Sacramento Su presencia debe seracogida en primer lugar en las personas.

    Jess estpresente en el Sacerdote que preside, ste acta enPersona de Cristo al presidir los Sacramentos.

    Jess estpresente en la Palabra que se proclama, la Palabraproclamada en la Iglesia actualiza los hechos y enseanzas deJess.

    Jess estpresente en la oracin, pues cuando oramos es lquien ora en nosotros por la accin del Espritu Santo.

    Jess estpresente en los hermanos en la fe; aquellos que yono he elegido, sino que l me los ha dado por la evan-gelizacin.

    Jess est presente en cada Sacramento en los cuales

    celebramos la presencia de Dios que nos salva y renueva.

    Presencia de Jesucristo en el Sacramento de la Eucarista

    Estas varias maneras de presencia llenan el espritu de estupory dan a contemplar el misterio de la Iglesia. Pero es muydistinto el modo, verdaderamente sublime, con el cual Cristoest presente a su Iglesia en el Sacramento de la Eucarista,que por ello es, entre los dems sacramentos, el mas dulce porla devocin, el ms bello por la inteligencia, el ms santo por el

    contenido; ya que contiene al mismo Cristo y es como laperfeccin de la vida espiritual y el fin de todos los sacra-mentos.

    Tal presencia se llama real, no por exclusin, como si las otrasno fueran reales, sino por excelencia, porque es tambincorporal y substancial, pues por ella ciertamente se hacepresente Cristo, Dios y hombre, entero e ntegro. Falsamenteexplicara esta manera de presencia quien se imaginara una

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    naturaleza, como dicen, "pneumtica" y omnipresente, o laredujera a los lmites de un simbolismo, como si esteaugustsimo Sacramento no consistiera sino tan slo en unsigno eficaz de la presencia espiritual de Cristo y de su ntimaunin con los fieles del Cuerpo Mstico.

    Reconocer la presencia de Jesucristo en la Eucarista

    Es necesario fomentar, tanto en la celebracin de la Misacomo en el culto eucarstico fuera de ella, la conciencia viva dela presencia real de Cristo, tratando de testimoniarla con eltono de la voz, con los gestos, los movimientos y todo el modode comportarse en la celebracin.

    Como expresin de adoracin en el momento de la

    consagracin debemos ponernos de rodillas y para losenfermos se les recomienda inclinar la cabeza y de esta formatodos reconozcamos la presencia real de Jess en laEucarista. Adems se debe dar un relieve a los momentos desilencio, tanto en la celebracin como en la adoracineucarstica. En una palabra, es necesario que la manera detratar la Eucarista por parte de los ministros y de los fielesexprese el mximo respeto.

    En el momento de comulgar se puede hacer de rodillas o de

    pie; no se debe hacer genuflexin o doblar una rodilla en estemomento.

    La presencia de Jess en el tabernculo ha de ser como unpolo de atraccin para un nmero cada vez mayor de almasenamoradas de l, capaces de estar largo tiempo comoescuchando su voz y sintiendo los latidos de su corazn.Gustad y ved qu bueno es el Seor (Sal 33 [34],9). Elsagrario es lugar central del templo y la luz encendida indica lapresencia real de Cristo.

    Postrmonos largo rato ante Jess presente en la Eucarista,reparando con nuestra fe y nuestro amor los descuidos, losolvidos e incluso los ultrajes que nuestro Salvador padece entantas partes del mundo. Profundicemos nuestra contem-placin personal y comunitaria en la adoracin, con la ayudade reflexiones y plegarias centradas siempre en la Palabra de

    Dios y en la experiencia de tantos msticos antiguos y recien-tes. El Rosario mismo, considerado en su sentido profundo, b-blico y cristocntrico, puede ser una ayuda adecuada para lacontemplacin eucarstica, hecha segn la escuela de Mara yen su compaa.

    La Eucarista banquete sacrificial

    Las palabras de Jess en la ultima Cena Despus tom pan y,

    pronuncio la bendicin, lo parti y se lo dio diciendo: Esto esmi cuerpo, que es entregado por ustedes, hagan esto enmemoria ma, expresan el carcter de la Eucarista banquetesacrificial en el que Jess se entrega para dar vida a todos losque lo reciban. Esta experiencia la vive Jess y estamosinvitados a participar de ella cuando celebramos la Eucarista:

    - Tom pan en sus manos: Jess se entrega para cumplir lavoluntad de Dios y de esta forma los creyentes debemosponernos en manos de Dios para caminar en su plan de

    salvacin.- Lo bendijo: Jess es la bendicin para toda la humanidad

    y en cada Eucarista somos bendecidos para quellevemos la bendicin a otros.

    - Lo parti: Jess se hace pan partido para la vida delmundo; en su vida, pasin, muerte y resurreccin sehace pan partido a favor de los dems. Nosotrosdebemos dejarnos partir por el evangelio, por la

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    8. Catequesis:

    La Eucarista fuentede la comunin y la misin

    LUMINACIN BBLICA

    Aquel mismo da, dos de los discpulos se dirigan a unpueblo llamado Emas, que dista de Jerusaln unos oncekilmetros. Iban hablando de todos estos sucesos.

    Mientras hablaban y se hacan preguntas, Jess en personase acerc y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojosestaban tan cegados, que no eran capaces de reconocerlo. lles dijo:- Qu es lo que vienen conversando por el camino?Ellos se detuvieron entristecidos, y uno de ellos, llamadoCleofs, le respondi:-Eres t el nico en Jerusaln que no sabe lo que ha pasadoall estos das?

    l les pregunt:-Qu ha pasado?Ellos contestaron:-Lo de Jess el Nazareno, que fue un profeta poderoso enobras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo. No sabesque los jefes de los sacerdotes y nuestras autoridades lo

    entregaron para que lo condenaran a muerte, y locrucificaron? Nosotros esperbamos que l fuera ellibertador de Israel. Y sin embargo, ya hace tres das queocurri esto. Es cierto que algunas de nuestras mujeres noshan sorprendido, por que fueron temprano al sepulcro y noencontraron su cuerpo. Hablaban incluso de que se leshaban aparecido unos ngeles que decan que est vivo.Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y lo encontrarontodo como las mujeres decan, pero a l no lo vieron.

    Entonces Jess les dijo.-Qu torpes son para comprender, y qu duros son paracreer lo que dijeron los profetas! No era necesario que elMesas sufriera todo esto para entrar en su gloria?Y empezando por Moiss y siguiendo por todos los profetas,les explic lo que decan de l las Escrituras. Al llegar alpueblo adonde iban, Jess hizo ademn de seguir adelante.Pero ellos le insistieron diciendo:-Qudate con nosotros, porque es tarde y est

    anocheciendo.Y entr para quedarse con ellos.Cuando estaba sentado a la mesa con ellos, tom el pan, lobendijo, lo parti y lo dio a ellos. Entonces se les abrieron losojos y lo reconocieron, pero Jess desapareci de su lado. Yse dijeron uno a otro:- No arda nuestro corazn mientras nos hablaba en elcamino y nos explicaba las Escrituras?En aquel mismo instante se pusieron en camino y regresaron

    docilidad al Espritu Santo, por el amor para tambin serpan partido a ejemplo del maestro Jess.

    - Lo dio: Jess da vida y vida en abundancia, estamosnecesitados de recomenzar siempre desde Jesucristopara continuar siempre dando la vida.

    -Hagan esto en memoria ma: Celebrar la Eucarista yvivir segn la Eucarista, las palabras de Jess en laltima Cena son nuestro camino para ser discpulosmisioneros de la vida.

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    a Jerusaln, donde encontraron reunidos a los once y a todoslos dems, que decan.- Es verdad, el Seor ha resucitado y se ha aparecido a Simn.Ellos, por su parte, contaban lo que les haba ocurridocuando iban de camino y cmo lo haban reconocido al partirel pan.

    (Lc 24, 13-35)

    CATEQUESISIntroduccin

    Estamos viviendo el retiro de Koinona en el cual nosdisponemos para la renovacin del sacramento de laEucarista. Somos convocados por el Seor en cadacelebracin de la Eucarstica, Dios nos reconcilia con l, conlos hermanos y consigo mismo en el acto penitencial, noshabla en la liturgia de la Palabra y luego nos invita presentarnuestras vidas como ofrenda viva junto a todo lo que somos.Ante la presencia de Jess en la Eucarista hemos reconocidosu presencia real en el sacramento. Ahora profundizamossobre la Eucarista como fuente de la comunin y la misin delos discpulos misioneros de Jesucristo.

    Dios siempre ha buscado la comunin con el ser humano

    El plan salvfico que Dios ha proyectado para nosotros, ha sidosiempre en plena comunin con l, es decir, que el hombrepueda vivir en el amor de Dios. La creacin nos muestra lamanera cmo el hombre viva en comunin con Dios, con elotro y su entorno. Pero tambin nos muestra la ruptura que seda en esta comunin por el pecado, en el que el hombre (Adny Eva) engaado por la serpiente, signo del maligno, rompe

    la comunin que tena con Dios, pues quera ser como dios. Enesta ruptura, lo primero que hacen Adn y Eva es escondersede Dios, pues se sienten desnudos, hay temor y angustia antela presencia del Seor; luego descubre su gran egosmo al quele ha llevado el engao del demonio, Adn se excusadepositando toda la culpa en Eva (la culpa la tiene el otro).

    Esta situacin la experimentamos cada uno de nosotroscuando nuestra vida la queremos realizar sin la presencia deDios, cuando queremos llevar nuestra historia sin contar conel plan divino. Pero Dios en su gran amor por nosotros,siempre ha querido que el hombre retorne a esta unin y hapuesto los medios para restaurar en nosotros la comuninque l quiere. La alianza es la manera cmo Dios propone alpueblo de Israel el intercambio de vida comn; por la alianza

    toma Dios a su cargo la existencia de Israel, toma como suyossus intereses (Ex 23,22), quiere que haya un encuentro y tratade ganarse su corazn (Os 2,16). La Ley dada en la alianza es lamanera como Dios quiere ensearle a su pueblo las relacionescon l. Obedecer a la ley, dejarse modelar por medio de ella,es pues, encontrarse con Dios y unirse con l. Amar a Dios ybuscarle es observar sus mandamientos.

    Jesucristo plenitud de la comunin de Dios

    con la humanidad

    Esta comunin con Dios se ve planificada en la Nueva Alianza,que el Hijo de Dios realiz por nosotros para el perdn de lospecados, para restaurar en nosotros el designio amoroso delPadre, la comunin definitiva con l. En Cristo viene a ser unarealidad la comunin con Dios. Desde el comienzo de su vidapblica Jess asocia a sus discpulos a su misin y quiere queestn estrechamente vinculados a la misin y a la misericordia

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    que viene del Padre. Jess hace nfasis en la vivencia de lanueva ley del amor que l vive con el Padre. Jess quiere quetodos estemos unidos por l al Padre celestial, Que todossean uno, como T, Padre estas en m y Yo en ti (Jn 17 21)

    La comunin con Cristo nos da la posibilidad de pertenecer a

    su cuerpo; formamos un solo cuerpo donde todos somosmiembros y Cristo es la cabeza. En el cual todos somosdistintos pero que integramos un solo cuerpo cumpliendonuestra propia misin; nos une, pues, un solo Espritu quienhace que cada uno de nosotros viva en unin fraterna con losdems miembros del cuerpo de Cristo.

    No podemos olvidar que esta comunin con Cristo nos debellevar a una unin efectiva con el prjimo. Un signo externo deesta comunin es el amor al prjimo. No podemos separarestos dos signos: el amor a Dios y la unidad con El, y el amor alprjimo.

    Es muy fcil decir que se ama a Dios y vivir el amor que l nostiene, pero este amor debe probarse en el amor al prjimo,que es la medida de aquel amor. La persona que dice amar aDios por las bondades y beneficios que recibe, por la ternuracon que Dios lo ha tratado, por las manifestaciones de suamor constante en su vida; pero en su corazn est el odio y el

    des-precio a los dems, pues se cree mejor por susconocimientos, posibilidades econmicas y sociales, etc.; nopuede decir entonces que est en comunin con Dios. Estviviendo un cristianismo intimista y sentimental, lejano de laverdadera comunin que Cristo quiere que vivamos, endonde cuenta el prjimo.

    La unin con Dios debe llevarnos a un acercamiento con elprjimo en su realidad. No podemos ser indiferentes a las

    situaciones de necesidad del hermano. Nuestra fe cristolgicanos lleva a contemplar en los rostros sufrientes de nuestroshermanos el rostro de Cristo que nos llama al servicio enellos Todo lo que tenga que ver con Cristo tiene que ver conlos pobres y todo lo relacionado con los pobres reclama aJesucristo (Aparecida 393)

    La Eucarista crea la comunin

    Cristo en la Eucarista nos da la posibilidad de estar encomunin con Dios y con el prjimo, es l quien restaura ennosotros esta unidad perdida por nuestros pecados;podemos estar confiados que su accin redentora se hacepresente en cada eucarista para que nosotros podamos viviren la comunin fraterna que el nos mand.

    La vivencia de la comunin con el Seor nos capacita tambinpara comunicar su presencia a los dems, pues no puedotener a Cristo slo para m; nicamente puedo pertenecerleen unin con todos los que son suyos o lo sern(Deus caritasest 14). La comunin con Jess nos da la posibilidad de darfrutos de vida eterna, ya que l nos dice, Yo soy la vid, y loimportante es cada uno de nosotros estemos unidos a l pormedio de la fe, su Palabra y los sacramentos. Yo soy la vid yustedes las ramas, el que permanece en m y yo en l, ese da

    mucho fruto (Jn 15, 5); el Seor nos invita a permanecer en ly de esta manera, l permanecer en nosotros por medio delalimento de su cuerpo y su sangre el que come mi carne ybebe mi sangre permanece en m y yo en l (Jn 6,56). Asnosotros tenemos la oportunidad de dar los frutos que lquiere que demos: el perdn, el servicio, la caridad, lareconciliacin, etc. Y la manera que el Hijo comunica a losfieles la vida que l recibe del Padre, es por medio de la Euca-rista, as lo encontramos en el evangelio cuando dice Jess:

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    lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo porel Padre, tambin el que me coma vivir por m (Jn 6,57).

    Tenemos la certeza que por medio de la Eucarista estamosrecibiendo la vida misma de Jess que nos hace decir Padrenuestro..., nos hace sentir miembros de un solo cuerpo y

    hermanos que tienen un mismo Espritu. Participar entonces,de la vida de Cristo, nos va introduciendo cada ves ms en elgran misterio de la comunin, dndonos posibilidad tener lasactitudes del mismo Cristo, de ser transformados en l, quiennos ha amado hasta dar su vida por nosotros, y nos invitaamar a los dems desde este mismo Espritu que hemosrecibido, que nos hace vivir en un mismo amor y en losmismos sentimientos de Jess, como encontramos en elhermoso himno que san Pablo escribe en la carta a los

    filipenses con un mismo amor, con un mismo espritu, con losmismos sentimientos de Jess (Fil 2, 2).

    La Eucarista nos impulsa a la misin

    Desde la Eucarista Jess siempre nos enva, pues nopodemos guardar para nosotros el amor que celebramos eneste sacramento, ella no solo es fuente y cumbre de a vidacristiana, sino tambin de su misin: una Iglesia autn-ticamente eucarstica es una Iglesia misionera. No hay nada

    ms hermoso que encontrar a Cristo y comunicarlo a losdems, de modo que tambin podamos decir a nuestroshermanos con conviccin: -eso que hemos visto y odo os loanunciamos para que estis unidos con nosotros- El impulsomisionero es parte constitutiva, de la forma eucarstica de lavida cristiana (Sacramentum Caritatis 84).En la institucin de la Eucarista, el Seor dice Tomad ycomed TODOS de l, esto es mi Cuerpo tomad y bebed TODOS

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    de l, este es el cliz de mi sangre..., queda muy claro que elSeor est pensando en todos los hombres, aqu podemos verla urgencia de la misin, la gran tarea que supone ir a todos,dndoles todo, lo cual ser posible solo si estn involucradostodos; es por eso que hemos de ver la Eucarista como vida,como movimiento y dinamismo que con una fuerza centrfuga

    nos lanza hacia fuera, hacia los otros.La Eucarista nos lanza lejos, nos pone en movimiento hacia laotra orilla, para dar testimonio con la vida, las obras y laspalabras. En tal sentido el testimonio de vida es una de lasprimeras misiones que nos da la Eucarista: El asombro por eldon que el Padre nos ha hecho de su Hijo, nos imprime unnuevo dinamismo para ser testigos de Su amor. Somostestigos cuando por nuestras palabras, obras y modo de ser

    aparece Otro y se comunica. Por el testimonio llega el amorde Dios a la historia del otro y lo invita a acogerlo libremente(Sacramentum Caritatis 85).

    Los tres frentes de la misin

    La Eucarista nos enva hacia tres destinatarios diferentes:

    -Hacia los que no conocen a Cristo: Para que conozcan

    su amor, un amor que ha llegado al extremo de laentrega total en la cruz y que ha sido capaz de destruirla muerte y el mal en la resurreccin. Este anuncio lorealizamos mediante el Kerygma, que suscita ladecisin de aceptar a Jess y de convertirse a l,acogindolo como Seor y Salvador personal, einvitndolo a entrar en la vida de cada uno, este primeranuncio esta destinado a desarrollarse en el proceso dela iniciacin cristiana y la vivencia de la comunidad.