antropología latinoamerica

8
Antropologialatinoamericana ANTROPOLOGÍA LATINOAMERICANA INTRODUCCIÓN Para abordar este tema necesitamos saber qué han pensado antes que nosotros, por lo tanto podemos comenzar siguiendo a Jorge Gracia cuando comenta respecto a la pregunta sobre la antropología en latinoamérica, respondiendo lo siguiente: "Distintas corrientes filosóficas han encauzado sus respectivas respuestas de acuerdo con patrones en parte predeterminados por el contexto conceptual particular en que la pregunta se ha enmarcado. Tanto la escolástica, colonial o contemporánea, como el positivismo latinoamericano, mezcla de naturalismo, comtismo y cientificismo, y las perspectivas más tradicionales han mantenido, aunque por motivos muy diferentes, una perspectiva en que la discusión de la condición ontológica del hombre permanece en el centro ele la problemática antropológica. Las corrientes marxista y existencialista, por el contrario, se han entregado en un esfuerzo prolijo, aunque con intenciones negativas, al esclarecimiento del problema metafísico de la esencia del hombre, mientras que el vitalismo de origen francés y el espiritualismo de corte germano, tan populares en nuestro continente, han encaminado sus esfuerzos principales a la reinterpretación del contenido específico que separa al hombre del resto del universo. Finalmente, todos han tomado particular empeño en mostrar las consecuencias cosmo-éticas de sus respectivas soluciones, anunciando la nueva era de un genuino humanismo" Este fragmento puede ser de mucha utilidad, ya que evidencia las corrientes de pensamiento que tendremos que analizar: la escolástica, el positivismo, naturalismo, comtismo, cientificismo, marxismo y existencialismo, para descubrir cuál sería la postura más acertada y más congruente con nuestra forma de pensar. Capítulo IPLURALIDAD América abarca una distancia mucho mayor de norte a sur (unos 15 000 km) que de este a oeste: sólo 5000 km en su parte más amplia, que se estrechan a tan sólo unos 65 km en el istmo de Panamá. Es decir, el eje más largo de América es el que va de norte a sur. Lo mismo sucede, aunque en un grado menos extremo, con África. En cambio, el eje mayor de Eurasia va de este a oeste, lo que permite la existencia de diferencias climáticas muy reducidas con respecto a los cambios entre el norte de América y el istmo de Panamá y, con el clima, las culturas también cambian [1 ]. A manera de síntesis, somos un continente en lo absoluto heterogéneo; encontramos nieve en el norte y aridez en el Atacama, agua en el Caribe y frío en la Patagonia. También hay diversidad cultural; somos un pueblo afectado por la colonización pero aun se mantienen las etnias que vivieron primero que nadie en América, los indios americanos, que son de diferente tipo pero de una misma rama mongoloide. Todo esto se suma a la diversidad cultural heredada de nuestros antepasados aborígenes, los españoles, portugueses, negros africanos, británicos y otros que proporcionaron valores y expresiones que pintan de muchos colores el arcoiris de nuestro continente . page 1 / 8

Upload: roberto-acuna

Post on 17-Jan-2017

13 views

Category:

Education


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Antropología latinoamerica

Antropologialatinoamericana

ANTROPOLOGÍA LATINOAMERICANA

INTRODUCCIÓN

Para abordar este tema necesitamos saber qué han pensado antes que nosotros, por lo tanto podemos

comenzar siguiendo a Jorge Gracia cuando comenta respecto a la pregunta sobre la antropología en

latinoamérica, respondiendo lo siguiente:

"Distintas corrientes filosóficas han encauzado sus respectivas respuestas de acuerdo con patrones en

parte predeterminados por el contexto conceptual particular en que la pregunta se ha enmarcado. Tanto la

escolástica, colonial o contemporánea, como el positivismo latinoamericano, mezcla de naturalismo,

comtismo y cientificismo, y las perspectivas más tradicionales han mantenido, aunque por motivos muy

diferentes, una perspectiva en que la discusión de la condición ontológica del hombre permanece en el

centro ele la problemática antropológica. Las corrientes marxista y existencialista, por el contrario, se han

entregado en un esfuerzo prolijo, aunque con intenciones negativas, al esclarecimiento del problema

metafísico de la esencia del hombre, mientras que el vitalismo de origen francés y el espiritualismo de

corte germano, tan populares en nuestro continente, han encaminado sus esfuerzos principales a la

reinterpretación del contenido específico que separa al hombre del resto del universo. Finalmente, todos

han tomado particular empeño en mostrar las consecuencias cosmo-éticas de sus respectivas soluciones,

anunciando la nueva era de un genuino humanismo"

Este fragmento puede ser de mucha utilidad, ya que evidencia las corrientes de pensamiento que

tendremos que analizar: la escolástica, el positivismo, naturalismo, comtismo, cientificismo, marxismo y

existencialismo, para descubrir cuál sería la postura más acertada y más congruente con nuestra forma de

pensar.

Capítulo IPLURALIDAD

América abarca una distancia mucho mayor de norte a sur (unos 15 000 km) que de este a oeste: sólo

5000 km en su parte más amplia, que se estrechan a tan sólo unos 65 km en el istmo de Panamá. Es decir,

el eje más largo de América es el que va de norte a sur. Lo mismo sucede, aunque en un grado menos

extremo, con África. En cambio, el eje mayor de Eurasia va de este a oeste, lo que permite la existencia

de diferencias climáticas muy reducidas con respecto a los cambios entre el norte de América y el istmo

de Panamá y, con el clima, las culturas también cambian[1].

A manera de síntesis, somos un continente en lo absoluto heterogéneo; encontramos nieve en el norte y

aridez en el Atacama, agua en el Caribe y frío en la Patagonia. También hay diversidad cultural; somos un

pueblo afectado por la colonización pero aun se mantienen las etnias que vivieron primero que nadie en

América, los indios americanos, que son de diferente tipo pero de una misma rama mongoloide. Todo

esto se suma a la diversidad cultural heredada de nuestros antepasados aborígenes, los españoles,

portugueses, negros africanos, británicos y otros que proporcionaron valores y expresiones que pintan de

muchos colores el arcoiris de nuestro continente .

page 1 / 8

Page 2: Antropología latinoamerica

Antropologialatinoamericana

En efecto, la característica más sobresaliente del tema del hombre tal como se presenta en América latina

es su pluralidad problemática.

“Los griegos pensaron el ser, que era el fundamento, como divino; vinieron los cristianos y determinaron

la alteridad como teológica; y la alteridad como teológica constituyó al hombre como persona. Vinieron

después los modernos y negaron el Absoluto como alteridad y afirmaron al hombre como sujeto.

Finalmente -permítanme la osadía- vinimos los latinoamericanos y, por primera vez en la historia

mundial, afirmamos a otro hombre como el Otro, no solo como persona o clase social, sino como pueblo,

como cultura “periférica”. Es la aparición de la antropología.”

Ciertamente Enrique Dussel es un acérrimo crítico de cualquier cosa que parezca conquista; y ejemplo

claro es lo que escribe en este mismo texto: “Se nos dijo que el ser es, el no-ser no es (Parménides). “¡Qué

inocente!” o “¡qué abstracto!” dirán ustedes. No, ¡qué colonizador! El no-ser son los bárbaros, ellos

no-son”. Sin embargo, su aporte es válido en cuanto que, aunque no haya sido la primera vez,

Latinoamérica introdujo en el mundo un nuevo otro y consigo un nuevo problema. “El infierno es el

otro”, dijo Sartre asombrado ante lo incómodo que puede llegar a ser quien vive a nuestro alrededor y a la

vez es tan distinto de mí. Y, en efecto, “gente diferente” es exactamente lo que encontró Europa al llegar

a Latinoamérica.

Nuevamente siguiendo a Jared Diamond podemos recordar que mientras que en casi toda Eurasia y el

norte de África se domesticaba al caballo, México no conoció la llama de los Andes. ¿Qué significa esto?

Que con solo echar un vistazo general podemos reconocer dos culturas diferentes que no se influían

determinantemente entre sí. Más aún, el clima húmedo y bochornoso de Panamá, con la selva bestial del

Darién, no sería nada agradable de visitar por un fueguino, y un azuerense no querría estar en el clima tan

fresco de algunas zonas de Costa Rica. Y podríamos mencionar muchísimos más ejemplos de cómo la

geografía ha ayudado a que Latinoamérica se conforme por múltiples culturas que crecieron separadas

haciendo más difícil la búsqueda de una antropología filosófica única. No obstante, aun cuando tengan

diversas génesis y contextos, sus campos de formación están muy ligados con las trayectorias de los

estados nacionales y también con el contexto internacional. La proyección y dinámica de los organismos

y fundaciones internacionales -Fundación Ford, Unesco- o la conformación de entidades como la

Comisión Económica para la América latina y el Caribe (Cepal) o la Facultad Latinoamericana de

Ciencias Sociales (Flacso) fueron y son también determinantes de su dinámica, así como la presencia de

una industria editorial en cada país. La dinámica de las ciencias sociales en México o en Argentina, por

ejemplo, está influida por la creación del Fondo de Cultura Económica, en 1939, o de la Editorial de la

Universidad de Buenos Aires, la famosa Eudeba, establecida después de la caída del régimen peronista en

1955. Sus industrias editoriales y culturales permitieron divulgar las ciencias sociales y humanas

metropolitanas y conseguir lectores para los científicos sociales locales. Al contrario, la debilidad

editorial en ciencias sociales en otros países de América latina ha impedido la formación de un público

para estos, quienes apenas se inquietan por esa carencia.

En este contexto, la antropología mexicana es hija de la revolución mexicana. En 1937 se fundó el

Instituto Nacional de Antropología e Historia y al año siguiente se estableció la carrera profesional de

antropología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. La vocación práctica de la antropología

mexicana marcó en gran parte su destino, y su fortalecimiento está ligado también a la consolidación del

Partido Revolucionario Institucional (PRI), que mantuvo la hegemonía durante casi medio siglo. Los

antropólogos de este país no sólo constituyeron un saber experto, sino que muchos de ellos -incluyendo a

Manuel Gamio, Moisés Sáenz, Alfonso Caso, Gonzalo Aguirre Beltrán, Guillermo Bonfil Batalla y Roger

Bartra, para citar unos pocos- también han sido destacados intelectuales. Se puede agregar en este

apartado que la antropología latinoamericana se inicia en Estados Unidos, específicamente en la Escuela

Culturalista Estadounidense de Boas; aquí fue de donde Gamio funda la tradición antropológica mexicana

page 2 / 8

Page 3: Antropología latinoamerica

Antropologialatinoamericana

y el mismo Boas visita México para impartir lecciones. Boas es figura importante en este proceso

antropológico americano.

La antropología brasileña, otro ejemplo, es en gran parte hija del proceso de modernidad de la década de

1920, del papel de la élite del estado de Sao Paulo y de los proyectos populistas de Getúlio Vargas en la

década de 1940. En 1936, con la constitución de la Universidad de Sao Paulo y de la Escuela Libre de

Sociología, se crearon las condiciones para el ejercicio de las ciencias sociales y de la etnología en ese

país, sobre la base del modelo francés, permitiendo el ejercicio de la antropología por fuera de los

contextos de los museos.

José Domingo Perón, en Argentina, pondría su cuota para la incorporación de cierto tipo de antropología

al estado, con la fundación del famoso Instituto Étnico Nacional, que tenía en parte la función de estudiar

a los emigrantes y "cuidar de la salud de la raza argentina", en un país que para entonces se consideraba

en gran medida homogéneo "racialmente", con pequeños grupos indígenas en las zonas de frontera.

La antropología colombiana encaja también en esta caracterización. Fue fundada bajo el modelo francés

del Museo del Hombre y en su desarrollo ha influido notoriamente la estadounidense. Seguimos con una

antropología organizada alrededor de las cuatro grandes áreas, al mejor estilo de Franz Boas. Una rápida

mirada a los diversos programas de estudio -desde 1941, fecha de la fundación del Instituto Etnológico

Nacional- hasta la actualidad, muestra que son sorprendentemente similares, aun cuando las materias

cambien y aparezcan, como es normal, nuevas combinaciones. Al analizar los cursos de teoría se constata

con facilidad que estudiamos fundamentalmente los enfoques clásicos o contemporáneos metropolitanos.

Los grandes antropólogos estadounidenses o europeos constituyen los maestros, las fuentes miméticas

que nos dan legitimidad, como dice Carlos Uribe (2005).

Todavía leemos muy poco a nuestros propios pensadores, conocemos poco de la antropología de otras

latitudes y nuestro trabajo se hace, sobre todo, dentro de nuestras fronteras nacionales. ¿Qué sabemos de

la antropología china o japonesa? ¿O de la de India, excepto lo que nos llega mediado por los

especialistas en estudios subalternos y poscoloniales localizados en los Estados Unidos?

Capítulo IILA ANTROPOLOGÍA LATINOAMERICANA, ¿INSTRUMENTO DE

PENSAMIENTO?

Tomando como base el artículo de Myriam Jimeno, del Departamento de Antropología, del Centro de

Estudios Sociales CES de la Universidad Nacional de Colombia. Podemos observar como a través de sus

estudios ella señala “que el discurso antropológico se replantea con los escenarios sociales en que tiene

lugar el diálogo con Otros y ello implica un esfuerzo de reconceptualización”

Refiriéndose a la “tradición”, “comunidad”, “luchas culturales” y “sectarismo religioso”. Resalta la

confrontación entre prácticas individuales y leyes, racionalidad del Estado y racionalidad de la familia.

Muestra también de qué manera la emergencia de nuevas comunidades, en calidad de comunidades

políticas, lleva a la confrontación entre los sectores diversificados que componen esa abstracción llamada

comunidad.

El antropólogo, al recuperar sus narrativas peculiares, replantea los discursos totalizadores, rehace

categorías de análisis, recupera las variaciones de género, clase, historia, lugar, y no se contenta con ser

objeto de pensamiento sino que se reclama como instrumento de pensamiento. Jimeno, continua diciendo

en el artículo, que es justamente la condición de conformación nacional de los Estados latinoamericanos

la que impregna el surgimiento y el desarrollo de sus antropologías y, en sentido amplio, es el gran telón

de fondo frente al cual dialogan en la región los antropólogos y los Otros. Pero quisiera extender este

concepto para destacar la polivalencia de sentidos e intereses que se ponen en juego cuando los

antropólogos se preguntan qué relación tienen sus trabajos con la formulación sobre qué nación, qué

estado, quiénes, cómo y en qué condiciones participan. En América Latina las respuestas a estos

page 3 / 8

Page 4: Antropología latinoamerica

Antropologialatinoamericana

interrogantes no son capítulo cerrado sino que atraviesan la producción teórica y el conjunto del quehacer

de sus intelectuales hasta el presente.

El término civilización entró a designar la distinción entre el mundo occidental y las naciones con otras

formas de organización sociopolítica. Dejó de referirse al destino de la burguesía francesa para

representar la conciencia de la superioridad del Estado-nación como un todo unificado. Se dio así un

proceso de “nacionalización” y al mismo tiempo de “estatización” de los conceptos con implicaciones

sobre su significado. Otros conceptos que sugieren unidades sociales tales como el de sociedad, adquieren

también ese contenido estatizante pues describen ideas de equilibrio, unidad, homogeneidad y se refieren

a un mundo dividido en unidades bien delimitadas y pacífica. En la constitución de los estados nacionales

latinoamericanos esa polivalencia de propuestas está presente desde la ruptura colonial en el siglo XIX y

atraviesa la historia del pensamiento antropológico plasmada en conceptualizaciones contrapuestas. Los

intelectuales latinoamericanos, los antropólogos entre ellos, han participado activamente en la creación de

categorías y enfoques generales con los cuales comprender la presencia y la acción social de una variedad

de actores sociales, indígenas, campesinos, comunidades negras, mujeres, pobres, dentro de los estados

nacionales. Los actores sociales emergentes no se restringen a reclamar existencia política sino que, al

hacerlo, buscan modificar las leyes nacionales y el contenido de la propia memoria histórica nacional, con

lo que hacen necesario replantear conceptos como los de comunidad, etnia o identidad. ‍También empujan

a redefinir y ampliar el contenido de la democracia y de la diversidad cultural.

Arturo Escobar, Evelina Dagnino y Sonia Álvarez (1998) resaltaron recientemente el impacto de los

movimientos sociales latinoamericanos sobre cambios culturales y de política cultural. Esto les permite

afirmar que al luchar por sus derechos a la diferencia en una variedad de esferas de la sociedad y al

emplear el discurso de identidad, politizan la cultura e infunden a la política de democracia

preocupaciones culturales (Escobar et al 1998). Este fenómeno, empero, lejos de ser novedad, es la

constante en las ciencias sociales latinoamericanas. De ahí la afirmación de Alcida Ramos de que “en el

Brasil, como en otros países de América Latina, hacer antropología es un acto político” (Ramos,

1999-2000: 172).

La antropología, tanto como la creación literaria y artística, muy cercanas entre sí, han sido en América

Latina naciocéntricas en su producción conceptual. Pero, a diferencia de lo que Elias señalaba para

Europa, nuestra condición histórica como naciones en construcción a partir de una común experiencia y

ruptura coloniales hace que nuestra producción cultural esté atravesada por propuestas polémicas sobre el

Estado y la Nación que se quieren construir. Por ello tenemos una larga historia de teoría crítica que se

expresa en la diversidad de lenguajes individuales y generacionales, y cuyos conceptos pretenden capturar

no la lejanía, sino la proximidad sociopolítica del Otro.

La antropología latinoamérica ha dejado atrás el indigenismo y enfrenta coyunturas nuevas. No obstante,

continúa en la búsqueda de espejos de otredad y mismidad de cara a la construcción de nación pues

permanecen proyectos encontrados sobre lo que significa la construcción de nación, democracia y

ciudadanía. El modelo de Estado nacional de democracia liberal no se ha convertido nunca en un modelo

incontestado para sectores importantes de la intelectualidad y la población latinoamericanas. Por ello

antropología y americanismo son programas culturales imbricados el uno en el otro. Poco importa en qué

momento preciso se sitúe su cronología inicial, si en el encuentro colonial o en su ruptura.

Lo que importa es el carácter eminentemente dialógico de ese proyecto cultural, pues al dialogar consigo

misma Latinoamérica se interroga sobre el Otro y allí hace explícito su discurso (Achúgar, 1994). La

literatura en su intento de representar el mundo americano se ha formulado interrogantes similares a la

antropología que también pretende representar el mundo. Ambas se han movido en un mismo horizonte

page 4 / 8

Page 5: Antropología latinoamerica

Antropologialatinoamericana

intelectual donde se precisa cambiar los consensos establecidos y dejar atrás el exotismo para recuperar la

diferencia como alteridad. Ahora nos decimos híbridos y globalizados pero seguimos precisando abrir

grietas en los acuerdos hegemónicos.

En efecto, seguimos buscando, como lo decía hace más de treinta años Carpentier, cómo dibujar nuestra

fisonomía particular dentro de las corrientes universales, lejos de tipismos y naturalismos (Carpentier,

1969) y también de vanguardismos. Lejos de la repetición acrítica de modelos que reducen nuestro

quehacer a una réplica, y esto significa dar cuenta del cruce de culturas y sociedades en el cual estamos

instalados. De manera irremediable aún requerimos buscar la mejor manera de nombrarlo todo.

Capítulo IIIANTROPOLOGÍA DE LA DIGNIDAD DEL OTRO

Pese a que los distintos antropólogos tienen concepciones diferentes de cómo tratar los temas filosóficos,

dependiendo del contexto en el que viven, su historia personal, entre otros, elaboran su pensamiento a

partir de una relación de exterioridad con otras culturas y lo hace a partir de su propia cultura científica,

de origen principalmente metropolitano, donde inevitablemente mantiene una relación de intimidad con

ese “Otro”. Ahora bien, el que ese Otro no sea transoceánico, plantea Roberto Cardoso de Oliveira,

prepara la creación de un nuevo sujeto epistemológico que puede considerarse una característica peculiar

de la antropología latinoamericana. Lo peculiar de ese sujeto cognoscitivo es que no es un extranjero

miembro de una sociedad colonizada el que se constituye como sujeto de conocimiento; por el contrario,

el Otro forma parte de la nación en formación del propio antropólogo (Cardoso de Oliveira, 1998).

La realización de la profesión es al mismo tiempo la realización de la ciudadanía del investigador y de su

compromiso, explícito o no, con la construcción de nación (1998). La encarnación privilegiada de ese

‘Otro’ fueron hasta hace poco tiempo las sociedades indígenas; los indios, dice Alcida Ramos, fueron en

el Brasil “nuestros Otros (...) ingrediente importante de nuestra proceso de construcción nacional;

representan uno de nuestros espejos ideológicos reflejando nuestras frustraciones, vanidades, ambiciones

y fantasías de poder.

Capítulo IVLA ANTROPOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN CON PAULO FREIRE

La antropología de la educación estudia al ser humano en cuanto ser educable como “homo educandus”.

Esta antropología indica cómo y porqué se educan a los hombres en una cultura concreta. Para presentar

una antropología de la educación en Freire, es necesario referirse a el concepto de hombre y su relación

con el acto de estudiar. El concepto de hombre comprende actos generales considerados en las obras

principales como: “El hombre como educador y ser educable”; “El hombre ante la “situación límite””; “El

hombre como apertura, ser de contactos y relaciones”; “El hombre como artífice de su propia libertad” y

finalmente “El hombre como ser histórico”. Para abordar el concepto de educación, se presentará una

concepción vasta y diversa la cual debe ser comprendida como práctica de la libertad, espacio de

reconocimiento del otro, diálogo, proceso de concientización y como acto político. Así se podrá fundar

una antropología de la educación en Latinoamerica, como antropología de la liberación, de los oprimidos.

Desde la perspectiva crítica de Paulo Freire no puede haber una teoría pedagógica que implique fines y

medios de acción educativa que esté exenta de un concepto de hombre y de mundo, no hay en este sentido

una educación neutra. Dice con relación a esto García: “Paulo Freire plantea en su obra Pedagogía del

Oprimido que toda acción educativa debe ir precedida de una concepción del hombre, y a partir de una

page 5 / 8

Page 6: Antropología latinoamerica

Antropologialatinoamericana

situación concreta en que este hombre se encuentra. En ese sentido, desde esta perspectiva se comprende

la propuesta freiriana de convertir la Pedagogía en antropología.” (García, 2014: 27-28). Si para unos el

hombre es un ser de adaptación al mundo (tomándose en cuenta el mundo, no solo en sentido natural sino

estructural, histórico, cultural), su acción educativa, sus métodos, sus objetivos estarán adecuados a esta

concepción. Si para otros el hombre es un ser de transformación del mundo su quehacer educativo es otro.

Si lo miramos como una cosa, nuestra acción educativa se traduce en términos mecanicistas, incidiendo

cada vez en una mayor domesticación del hombre, si lo miramos como una persona, nuestro quehacer

educativo será cada vez más liberador.

Como vimos ésta propuesta está precedida por una concepción del hombre, por lo que la pedagogía se

hace antropología, desde donde se interpreta al ser humano en condición de sujeto a partir de los

conceptos que emergen como: (a) conciencia, (b) humanización, (c) comunión y diálogo, (d) historicidad

y libertad. Estos conceptos son clave para una educación orientada al respeto, a la inclusión, al

reconocimiento mutuo y a la sana convivencia permitiendo superar la exclusión, la discriminación y la

segregación como problemas sociales-educativos. Estos conceptos los retomaremos más adelante.

Los conceptos básicos de su antropología:

Conciencia: Para Freire la conciencia “Es el ámbito donde fundamentalmente se ejecuta la pedagogía,

siendo la concientización el principal concepto antropológico que emerge de la obra en estudio y desde el

cual adquiere real significado los conceptos antropológicos que se abordarán subsiguientemente.”

(García, 2014: 28). Freire señala que hay una pedagogía dominante que es deshumanizadora por lo cual

necesita la conciencia y hacer un proceso de análisis “que haga de la opresión y sus causas el objeto de

reflexión de los oprimidos, de lo que resultará el compromiso necesario para su lucha por la liberación”

(Freire, 1975: 40 - 41). Ésta reflexión resulta ser compleja y problemática puesen muchos casos la lógica

del opresor se incorporaal pensamiento del oprimido, aún más, la lógicade una estructura creada por el

opresor que va encontra del hombre mismo se convierte en concienciaopresora que lleva a mantener el

mismo orden deopresión, creando una estructura mental en laque el ser humano se aliena, se aparta de sí

mismoproducto de fuerza mayores que lo dominan y que seproponen despojarlo de su humanidad,

adaptándose pasivamente a la situación de opresión (García, 2014: 28). Asimismo debe entenderse como

un proceso continuo que implica una praxis, en el sentido de la relación dialéctica entre acción y

reflexión. La concientización no puede existir fuera de la praxis. La conciencia juega un papel clave en su

pedagogía y propuesta filosófica.

Humanización: Paulo Freire repite muy a menudo en su obra que el fin de su propuesta busca la

humanización que se centra en “vocación ontológica e histórica de ser más” (Freire, 1975:54). Su

proyecto que parte de la praxis busca la humanización, la liberación del ser humano de todo aquello que

no lo deja ser verdaderamente persona. La humanización hace que el hombre pueda ser en plenitud.

Desde la humanización el oprimido revierte la situación de dominación, se reconoce por el proceso de

concientización como hombres que son y no como objetos a los que fue reducido y se compromete en la

liberación. En ese sentido “humanizar es, naturalmente, subvertir y no ser más, para la conciencia

opresora” (Freire, 1975: 59). Agrega que desde la intencionalidad de la conciencia y desde la relación

hombre - mundo, la humanización permite que el hombre concientice su realidad y la humanice

continuamente.

Comunión y diálogo: La propuesta de Freire afirma que la comunión es lo más humano, como lo es la

concientización y la humanización. La comunión es un concepto originario que sostiene su reflexión

antropológica pues “nadie educa a nadie, así como tampoco nadie se educa a sí mismo, los hombres se

educan en comunión, y el mundo es el mediador” (Freire, 1975: 90). El aislamiento, el individualismo y

el egoísmo es negación del hombre en su vocación ontológica de ser más. Por el contrario, la solidaridad

y la comunión permiten superar las relaciones antagónicas entre opresores y oprimidos, transformando el

page 6 / 8

Page 7: Antropología latinoamerica

Antropologialatinoamericana

entorno social con un carácter humanista y liberador. También, en la misma relación y posición que la

comunión, Freire enfatiza al diálogo como momento de encuentro intersubjetivo para lograr la comunión.

“Se plantea el concepto de la dialogicidad como propio del hombre que tiene conciencia, que está situado

en el mundo y que se encuentra en continua relación social. Se concibe al diálogo como forma de relación

humana y social” (García, 2014: 30). Para que exista un diálogo autentico debe estar basado en el amor, la

humildad, la fe y la confianza en los hombres y en la esperanza. Freire dice que para que el diálogo se

desarrolle es necesario: “(a) el amor en la relación hombre – mundo contrario a la relación basada en la

dominación; (b) la humildad para evitar la arrogancia; (c) la esperanza para luchar esperando; y (d) pensar

crítico que percibe la realidad como proceso, en permanente devenir y que favorezca la creación.”

(García, 2014: 30).

Historicidad: Los hombres como seres situados “encuentran enraizados en condiciones temporales y

espaciales que los marcan y que, a su vez, ellos marcan” (Freire, 1975:135), es decir, el hombre se siente

en relación con la historia condicionado e influenciado y al mismo tiempo ejerce un papel activo sobre la

temporalidad y la especialidad. Es en la historia donde encuentra sentido su toma de conciencia, su

humanización, la praxis y la comunión y el diálogo, sin ella nada tendría sentido dentro de la antropología

de Freire. Además el ser humano por ser dotado de conciencia es capaz de darse cuenta de sí en relación a

la historia y a los demás y el contexto.

Libertad: Por último y no menos importante, más bien la más importante es la libertad. Paulo Freire

sostiene que la libertad es parte fundamental en su planteamiento pedagógico, “puesto que la libertad es

una cualidad esencial de la vida, es el ejercicio de la autonomía y responsabilidad del ser humano, es la

fuente de las posibilidades de acción del hombre en el mundo y el medio para realizarlas.” (García, 2014:

31). La libertad es una necesidad, una aspiración y un imperativo humano. Desde ella el hombre se

convierte en protagonista de su propia historia y la de los demás. No es un ideal sino una condición

indispensable que permite al hombre situarse en el mundo. La libertad es una conquista y no una

donación para él. Para Freire la libertad “exige una búsqueda permanente. Búsqueda que sólo existe en el

acto responsable de quien la lleva a cabo. Nadie tiene libertad para ser libre, sino que al no ser libre lucha

por conseguir su libertad” (Freire: 1975: 43). La libertad es la culminación de toda su

antropología.Algunos autores lo relacionan con la teología de la liberación por este sentido de la libertad.

A manera de conclusión parece que la propuesta de Freire es bastante interesante y puede contribuir a una

antropología latinoamericana, sin contar también algunas lineas de su propuesta que parece que comparte

con Dussel como la cuestión de los oprimidos y la histora. Además agregar como comentario que la

propuesta de Freire fue utilizada en el documento de Medellín en el apartado IV que habla sobre la

educación, por lo que la propuesta no está lejos de ser una propuesta de la Iglesia, de su antropología, con

sus diferencias, pero con la similitud de búsqueda de conciencia, acción, comunión, dialogo y

humanización.

BIBLIOGRAFÍA:

Camacho, R. (2007). La Antropología Colombiana desde una perspectiva Latinoamericana.

Departamento de Antropología, Universidad Nacional de Colombia (Bogotá). Revista Colombiana de

Antropología. Print version ISSN 0486-6525.

Cardoso ,R. (1998). O Trabalho do Antropólogo. Ensayos. Brasilia: Paralelo15\Editora da UNES,

CELAM (1968). La Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Concilio.

Documento de Medellín. En PDF. Disponible en:

http://www.cenacat.org/uploads/documento_de_medelln.pdf

page 7 / 8

Page 8: Antropología latinoamerica

Antropologialatinoamericana

Diamond, J. (1997) Ármas, Gérmenes y Acero. Capítulo 10: Horizontes Abiertos, ejes inclinados.

Traducción Fabián Chueca.

Dussel, E. (1968) Introducción a una filosofía de la liberación latinoamericana.

Freire, P. (1975). Pedagogía del Oprimido. 14º Edic. Argentina: Editores Siglo XXI. En PDF.

García Zacarías, J. C. (2014). Concepción antropológica de Paulo Freire en la obra pedagogía del

oprimido. Revista de Investigación Silogismo, 1 (13), 22 - 32. Disponible en

http://www.cide.edu.co/ojs/index.php/silogismo

Gracia, J. (1973) Medio siglo de antropología filosófica en la América Latina. Tomo 09.

Hernández, O. (2010). Hacia una antropología de la educación en América Latina desde la obra de Paulo

Freire. Revista Magistro 4 (8), 19-32. Revista de la Maestría en Educación de la Vicerrectoría de

Universidad Abierta y a Distancia - Universidad Santo Tomás. Bogotá D.C. Colombia. Disponible en:

http://revistas.usta.edu.co/index.php/magistro/article/viewFile/569/855

Jimeno, M. (2004). La vocación Crítica de la antropología latinoamericana . Maguare, 33-58.

Reyes, J. (1995). En torno a Paulo Freire. Aspectos filosóficos de su pensamiento y aportes a la reflexión

de raíz latinoamericana. Pontificia Universidad Católica de Chile, Faculta de Filosofía. Tesis para optar

por el grado académico de Licenciada en Filosofía. Santiago, Chile. Disponible en:

http://servicioskoinonia.org/biblioteca/general/TesisFreire.pdf

Sartre, J. (1944). A Puerta Cerrada (teatro). Presentado en Vieux Colombier.

Uribe, C. (2005). "Mimesis y Paideia antropológica en Colombia". Antípoda. Revista de Antropología y

Arqueología, 1.

Anexos

Powered by TCPDF (www.tcpdf.org)

page 8 / 8