antes de nada, no se asusten por las actividades es que ... · negros y vividores, su boca daba...
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Antes de nada, no se asusten por las actividades es que tienen dibujos para cortar y pegar,
no son muchos.
En esta semana del 11 al 15 de mayo vamos a trabajar un cuento de Benito Pérez Galdos,
es un autor canario y en este año se cumple el centenario de su fallecimiento, ustedes se
preguntarán ¿Qué es un centenario? ¿Qué es un fallecimiento? Ah! pues ya tienen su primer
trabajo, buscar en el diccionario estas dos palabras y copiarlas en la libreta. Como les iba
diciendo este autor escribió muchos, muchos libros ¿me podrías decir algunos? Tienen que
investigar, como los detectives. Los escribes también en la libreta y luego uno de sus papis
me envía toda esta información. Después de hacer todo este trabajo, vemos el siguiente
vídeo que es de la vida de Benito Pérez Galdós.
https://www.youtube.com/watch?v=f09EC8SUhag Ahora vamos a leer primero el cuento que vamos a trabajar y luego me escriben en este pequeño cuadro, qué ocurre en él.
La princesa y el granuja.
Adaptación del cuento de Benito Pérez Galdós, publicado en la
Revista Cántabro-Asturiana en 1877.
Pacorrito Migajas apenas tenía más de siete años. Su carilla
avejentada y morena le hacía parecer más enano que niño. Sus ojos eran
negros y vividores, su boca daba miedo de fea y sus orejas parecían estar
pegadas a su cabeza. Vestía una camisa de todos los colores, por lo sucia, y
pantalón hecho de remiendos, sostenido con un solo tirante. En invierno se
abrigaba con una chaqueta que era de su abuelo, cubría su cabeza con una
gorrita y no usaba zapatos ni medias. Estaba solo en el mundo, sin más
familia que él mismo. Vendía fósforos, periódicos y algún billete de Lotería.
Pasaba las noches en un rincón cualquiera y comía lo que encontraba
.Nuestro amigo no era feliz porque estaba enamorado de una hermosa
dama de cabellos rubios que arrastraba vestidos de seda y terciopelo con
vistosas pieles. Ella solía usar gafas de oro y a veces estaba sentada al
piano durante tres días seguidos. La vio en el escaparate de la más bonita
tienda de una de las calles de Madrid.
Una noche ocurrió algo horrible: una mano penetró en el escaparate,
por la parte de la tienda, cogió a la dama por la cintura y se la llevó dentro.
Pacorrito deseó morirse porque pensó que la habían vendido. Así fue. Una
familia había comprado la señora. Los compradores salieron de la tienda y
entraron riendo en un coche de lujo que se detuvo en el pórtico de una
casa grande.
Pacorrito Migajas logró entrar en esta casa. De repente, vio que la muñeca
estaba tirada en el suelo con sus vestidos rasgados, su frente partida y uno
de sus brazos roto. Recogió a su gentil dama y escapó de la casa. Pacorrito,
muy triste, examinó las heridas del cuerpo de su amada y observó que no
eran de gravedad.
De pronto, la señora se fue recuperando, se levantó y mostró a Pacorrito su
risueña cara, su frente sin heridas, su cuerpo sin la más leve rotura, su
vestido completo y limpio, su cabello perfumado y adornado con un
sombrero coquetón con diminutas flores. Fue entonces cuando ella le pidió a
su enamorado que la siguiera para demostrarle su amor. Juntos llegaron a
una gran sala iluminada donde había mil figurillas lujosamente vestidas. La
amada, que parecía princesa, lo tomó de la mano y lo presentó a sus amigos.
Después ordenó a los sirvientes que arreglaran las vestimentas de
Pacorrito. Éstos le pusieron un pañuelo de papel, un sombrero de mimbre
adornado con flores, un reloj y un cuchillo a modo de espada en la cintura.
El vendedor de periódicos quedó tan guapo que no parecía él mismo.
Después del baile y la exquisita cena, la Princesa le pidió que fuese su
esposo. Él aceptó. Fue entonces cuando, abrazado a la señora, Pacorro
Migajas se convirtió en muñeco.
Desde ese momento empezó a experimentar sensaciones extrañas. Quiso
moverse y no pudo, descubrió que era de piedra. A los pocos días se vio en
un escaparate junto a otras figurillas y objetos, incluso le habían puesto
precio: 240 reales. La gente se detenía al otro lado del cristal y se reía
observando al gracioso muñeco que representaba un vendedor de periódicos
y cerillas.
Pacorro se había convertido en “¡Muñeco, muñeco, por los siglos de los
siglos!”.
Ya hemos leído el cuento ahora verás unos dibujos que tendrán que colocar en el cuento que está debajo
La princesa y el granuja.
Adaptación del cuento de Benito Pérez Galdós, publicado en la
Revista Cántabro-Asturiana en 1877.
CAPÍTULO 1:
Pacorrito Migajas apenas tenía más de siete años. Su carilla
avejentada y
morena le hacía parecer más enano que niño. Sus ojos eran negros
y
vividores, su boca daba miedo de fea y sus orejas
parecían estar pegadas a su cabeza. Vestía una camisa de todos los
colores, por lo
sucia, y pantalón hecho de remiendos, sostenido con un solo
tirante.
En invierno se abrigaba con una chaqueta que era de su
abuelo,
cubría su cabeza con una gorrita y no usaba zapatos ni
medias. Estaba solo en el mundo, sin más familia que él
mismo. Vendía
fósforos , periódicos y algún billete de Lotería .
Pasaba las noches en un rincón cualquiera y comía lo que encontraba.
CAPÍTULO 2:
Nuestro amigo no era feliz porque estaba enamorado de una hermosa
dama de
cabellos rubios que arrastraba vestidos de seda
y terciopelo con vistosas pieles. Ella solía usar gafas de oro y a
veces estaba sentada al piano durante tres días seguidos.
La vio en el escaparate de la más bonita tienda de una de las calles de
Madrid.
CAPÍTULO 3:
Una noche ocurrió algo horrible: una mano
penetró en el escaparate, por la parte de la tienda, cogió a la dama por la
cintura y se la llevó dentro. Pacorrito deseó morirse porque pensó que la
habían vendido.
CAPÍTULO 4:
Así fue. Una familia había comprado la señora. Los compradores salieron
de la
tienda y entraron riendo en un coche de lujo que se detuvo en
la
puerta de una casa grande .
Pacorrito Migajas logró entrar en esta casa. Su corazón
palpitaba de emoción mientras deambulaba por las habitaciones. De
repente, vio que la muñeca estaba tirada en el suelo con sus vestidos
rasgados, su frente partida y uno de sus brazos roto.
CAPÍTULO 5:
Recogió a su gentil dama y escapó del palacio . Vino la
noche y Pacorrito, muy triste, examinó las heridas del
cuerpo de su amada y observó que no eran de gravedad.
CAPÍTULO 6:
De pronto, la señora se fue recuperando, se levantó y mostró a
Pacorrito su risueña cara , su frente sin heridas, su
cuerpo
sin la más leve rotura, su vestido completo y limpio ,
su cabello rizado y perfumado , adornado con un sombrero
coquetón con diminutas flores . Fue entonces cuando ella le
pidió a su enamorado que la siguiera
para demostrarle su amor.
CAPÍTULO 7:
Juntos llegaron a una gran sala iluminada donde había mil damas
lujosamente vestidas. La amada, que parecía princesa , lo
tomó de la mano y lo presentó a sus amigos.
CAPÍTULO 8:
Después ordenó a los sirvientes que arreglaran las vestimentas de
Pacorrito.
Éstos, que eran monos , loros y
pajaritas
de papel , le pusieron al cuello un pañuelo de papel ,
un sombrero de mimbre adornado con flores en la cabeza, un
reloj y un cuchillo a modo de espada en
la cintura. El vendedor de periódicos quedó tan guapo que no parecía él
mismo.
CAPÍTULO 9:
Después del baile, durante el que varios canarios cantaban
en sus jaulas y cajas de música tocaban solas, y
de la
exquisita cena, decorada con lujosas vajillas y
multitud
de ramilletes de flores, la Princesa le pidió que fuese su
esposo. Él aceptó. Fue entonces cuando, abrazado a la señora, Pacorro
Migajas se convirtió en muñeco.
CAPÍTULO 10:
Desde ese momento empezó a experimentar sensaciones extrañas.
Quiso
moverse y no pudo, descubrió que era de piedra . A los pocos
días
se vio en un escaparate junto a otras figurillas y objetos,
incluso le habían puesto precio: 240 reales . La gente se
detenía al otro lado del cristal y se reía observando al
gracioso
muñeco que representaba un vendedor de periódicos y
cerillas .
Pacorro se había convertido en “¡Muñeco , muñeco,
por los siglos de los siglos!”.
Capítulo 1:
Capítulo 2:
Capítulo 3:
Capítulo 4:
Capítulo 5:
Capítulo 6:
Capítulo 7:
Capítulo 8:
Capítulo 9:
Capítulo 10: