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Tomado de: http://www.ecoportal.net/content/view/full/21517 Antenas de Telefonía Celular La Contaminación que No Se Ve 31-07-02 Por Liliana Alvarez * Un conjunto de empresas está llegando a los consorcios con una oferta muy tentadora de dinero para colocar antenas de teléfonos celular en las terrazas. La idea es que la gente firme rápido y sin pensarlo. Las empresas quieren conseguir muchos contratos antes de que salga una normativa que les va a poner restricciones. "Todos los copropietarios de mi edificio recibimos una carta con una propuesta de una telefónica para que en el lapso de una semana, votáramos por si queríamos la instalación de una antena. Nos ofrecían u$s 1.200 por mes, a pagar por adelantado un año, con una duración de 10 años, o para siempre, si queríamos. La carta era sospechosa: Era corta y la oferta tentadora y no había motivo de preocupación evidente porque esas antenas ya estaban instaladas en colegios y hospitales, decía la empresa convocante. Lo primero que pensé fue: "Es mucha plata para el consorcio". Pero luego dudé y llamé al pediatra de mi hijo, para descartar un problema de salud. El me dijo: "Yo no la pondría en mi edificio". Y nada más. A partir de ahí empecé a investigar por mi cuenta. "Estas aseveraciones pertenecen a Irina Fallik, vecina de Palermo Viejo quien después de un largo raid por oficinas públicas (Centro de Gestión y Participación de su barrio, Dirección General de Interpretación Urbanística, Defensoría del Pueblo, sede de la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre otras) recaló en la Sociedad de Fomento de Palermo Viejo y consiguió una convocatoria conjunta de esa entidad y la Defensoría Adjunta, a cargo del Lic. Antonio Elio Brailovsky a fin de que los vecinos tomen conciencia del peligro que significa esta oferta tentadora. "Hay un debate científico sobre si las antenas de teléfonos celulares contaminan o no". Conforme la OMS, todavía no se han terminado los estudios como para asegurar que contaminan pero lo cierto es que irradian ondas electro-magnéticas que pasan por el cuerpo humano y esto provoca disturbios en la salud". Y añadió. "Por otra parte, el comité encargado por ese organismo del tema, indica que es prudente no colocarlas hasta 500 metros de lugares donde vivan chicos". "A raíz de un juicio realizado y ganado por un pasajero que viajaba en subterráneo en Venecia, a quien la proximidad de un celular interceptó su marcapasos se prohibió el uso de celulares en ese medio de transporte, disposición que luego se extendió a toda Italia". Algo parecido sucedió en Japón donde en ningún medio de transporte se puede ingresar con teléfonos celulares. No menos interesantes son las apreciaciones de Noemí Hakel, presidenta de la Sociedad de Fomento de Palermo Viejo: "Cuando vino Irina con esta inquietud, fue la primera vez que nos pusimos en contacto con este tema. Teníamos gente especializada justamente en temas de consorcio en la asamblea de nuestra sociedad, de modo que se la asesoró para que pueda manejar el tema en la asamblea de su consorcio", informa. Y continúa: "Cuando oímos que el radio de influencia de las ondas electro-magnéticas de las antenas de teléfonos celulares era de más de 500 m y no sólo afectaba al edificio, a todos nos temblaron las piernas". Fue entonces que decidieron la convocatoria conjunta en la plaza Cortázar a las 6 y media de la tarde del lunes 23 de abril pasado. "A la gente le despertó mucha inquietud este tema. El arquitecto Ezequiel Beilía, necesitaba información, pues esa noche se trataba el tema en la asamblea de su consorcio. Inclusive se acercó una persona del barrio que tiene una antena instalada en su edificio y estamos tratando de averiguar donde hay más de estas antenas en la zona. Vamos a realizar una recolección de firmas que haremos llegar tanto al Lic. Antonio Brailovsky como a todas las autoridades del Gobierno de la Ciudad, solicitando la detención de instalaciones de estas antenas en toda la ciudad de Buenos Aires hasta tanto se establezcan normativas y se estudie y difunda los efectos que provoca en la salud", enfatizó Hakel.

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Tomado de: http://www.ecoportal.net/content/view/full/21517

Antenas de Telefonía Celular La Contaminación que No Se Ve31-07-02 Por Liliana Alvarez *

Un conjunto de empresas está llegando a los consorcios con una oferta muy tentadora de dinero para colocar antenas de teléfonos celular en las terrazas. La idea es que la gente firme rápido y sin pensarlo. Las empresas quieren conseguir muchos contratos antes de que salga una normativa que les va a poner restricciones.

"Todos los copropietarios de mi edificio recibimos una carta con una propuesta de una telefónica para que en el lapso de una semana, votáramos por si queríamos la instalación de una antena. Nos ofrecían u$s 1.200 por mes, a pagar por adelantado un año, con una duración de 10 años, o para siempre, si queríamos. La carta era sospechosa: Era corta y la oferta tentadora y no había motivo de preocupación evidente porque esas antenas ya estaban instaladas en colegios y hospitales, decía la empresa convocante. Lo primero que pensé fue: "Es mucha plata para el consorcio". Pero luego dudé y llamé al pediatra de mi hijo, para descartar un problema de salud. El me dijo: "Yo no la pondría en mi edificio". Y nada más.

A partir de ahí empecé a investigar por mi cuenta. "Estas aseveraciones pertenecen a Irina Fallik, vecina de Palermo Viejo quien después de un largo raid por oficinas públicas (Centro de Gestión y Participación de su barrio, Dirección General de Interpretación Urbanística, Defensoría del Pueblo, sede de la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre otras) recaló en la Sociedad de Fomento de Palermo Viejo y consiguió una convocatoria conjunta de esa entidad y la Defensoría Adjunta, a cargo del Lic. Antonio Elio Brailovsky a fin de que los vecinos tomen conciencia del peligro que significa esta oferta tentadora.

"Hay un debate científico sobre si las antenas de teléfonos celulares contaminan o no". Conforme la OMS, todavía no se han terminado los estudios como para asegurar que contaminan pero lo cierto es que irradian ondas electro-magnéticas que pasan por el cuerpo humano y esto provoca disturbios en la salud". Y añadió. "Por otra parte, el comité encargado por ese organismo del tema, indica que es prudente no colocarlas hasta 500 metros de lugares donde vivan chicos". "A raíz de un juicio realizado y ganado por un pasajero que viajaba en subterráneo en Venecia, a quien la proximidad de un celular interceptó su marcapasos se prohibió el uso de celulares en ese medio de transporte, disposición que luego se extendió a toda Italia". Algo parecido sucedió en Japón donde en ningún medio de transporte se puede ingresar con teléfonos celulares.

No menos interesantes son las apreciaciones de Noemí Hakel, presidenta de la Sociedad de Fomento de Palermo Viejo: "Cuando vino Irina con esta inquietud, fue la primera vez que nos pusimos en contacto con este tema. Teníamos gente especializada justamente en temas de consorcio en la asamblea de nuestra sociedad, de modo que se la asesoró para que pueda manejar el tema en la asamblea de su consorcio", informa. Y continúa: "Cuando oímos que el radio de influencia de las ondas electro-magnéticas de las antenas de teléfonos celulares era de más de 500 m y no sólo afectaba al edificio, a todos nos temblaron las piernas".

Fue entonces que decidieron la convocatoria conjunta en la plaza Cortázar a las 6 y media de la tarde del lunes 23 de abril pasado.

"A la gente le despertó mucha inquietud este tema. El arquitecto Ezequiel Beilía, necesitaba información, pues esa noche se trataba el tema en

la asamblea de su consorcio. Inclusive se acercó una persona del barrio que tiene una antena instalada en su edificio y estamos tratando de averiguar donde hay más de estas antenas en la zona. Vamos a realizar una recolección de firmas que haremos llegar tanto al Lic. Antonio Brailovsky como a todas las autoridades del Gobierno de la Ciudad, solicitando la detención de instalaciones de estas antenas en toda la ciudad de Buenos Aires hasta tanto se establezcan normativas y se estudie y difunda los efectos que provoca en la salud", enfatizó Hakel.

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Antonio Brailovsky fue más allá: ¿Qué hace uno frente a estas disquisiciones científicas de que hace o no daño a la salud?, se preguntó. "Una opción es que hasta que no esté comprobado que hace daño no hago nada y lo sigo usando y otra hasta que no esté comprobado que esto es inicuo no lo sigo usando. El problema es que si dentro de 10 años se comprueba que esto si provoca cáncer ¿Vale la pena arriesgar la vida por unos pesos? Uno tiene una sola vida que la puede pasar con más dinero o con menos, pero una sola", dijo.

¿Por qué de esto se sabe poco?, -se preguntó- porque detrás de esto no están solamente las empresas de telefonía móvil, sino que también está todo el sistema militar, el sistema de comunicaciones de las fuerzas armadas y de seguridad, puede entrar en la misma situación que las antenas de telefonía celular. Con lo cual hay un interés militar.

Se da la paradoja que hay un grupo de empresas que está avanzando muy rápido, amparado en que no hay una normativa que lo controle: Existe un sistema militar internacional que le da una especie de paraguas para avanzar.

Por otra parte, son pocos los medios de comunicación que se atreven a pelearse con un avisador: En cualquier medio de comunicación la censura de un Gerente de Publicidad siempre fue más estricta que la de cualquier Coronel.

Si el sector de poder está presionado por empresarios y militares, que nos queda como defensa a la comunidad, necesitamos formas de organización vecinal, para que la gente reflexione si vale la pena arriesgar la vida por un poco de dinero. El tema de las redes asociativas son el punto último de defensa de la sociedad, apoyándose unos a otros y darse la información que de otro manera le están negando", concluyó.

Otros testimonios indicaron que en Lanús (la gente llegó hasta esta convocatoria porque no sabía a quien dirigirse en su jurisdicción), desde que está instalada, una antena que se colocó sobre un edificio de dos pisos, además de fisurar la estructura del mismo, se provocan asiduamente diferentes patologías: Un joven de 19 años, sufre de presión alta; el ex dueño del inmueble, que vivía a cuatro cuadras del mismo falleció de cáncer el año pasado y un joven de 37 años sufrió un infarto cerebral que lo impide considerablemente. No todos los comentarios son negativos: El arquitecto Beilía consensuó en su edificio para que no se coloque la antena y todo aquel que quiera ayudar puede apersonarse a la Sociedad de Fomento de Palermo Viejo y firmar el acta que Noemí Hakel prepara con el fin de activar la prevención. Así sea.

LA TELEFONÍA CELULAR EN EL MUNDO

A los vecinos que han recibido una oferta de alguna empresa de telefonía móvil, para la instalación en su azotea de una antena o estación base de telefonía móvil, les recomendamos hacer estas preguntas:

¿Qué sistema de votación es necesario en la asamblea del consorcio donde se trate el tema? ¿Puede oponerse algún vecino? ¿Proporcionan las empresas suficiente información sobre los efectos presentes y futuros de la antena que se pretende instalar? ¿Es la depreciación del valor de los pisos un perjuicio real para el inmueble?

¿Qué pasa con la responsabilidad civil de los propietarios frente a posibles perjuicios físicos, psíquicos y patrimoniales que se puedan producir a los vecinos de edificios colindantes? ¿Qué efectos puede producirse en el edificio por la instalación de una antena de telefonía móvil? Las empresas suelen abordar a los vecinos con los beneficios de la oferta, este es el efecto más claro y directo que los vecinos perciben en un primer momento: El consorcio cobrará una cantidad que oscila entre los 15.000 y los 20.000 de pesos anuales. Las cantidades aumentan o disminuyen según el lugar y la necesidad de la antena y también porque cuando surgen reticencias por parte de los vecinos, las compañías suelen elevar la oferta. Si los posibles efectos perjudiciales, derivados de las ondas de las antenas, son los argumentos del rechazo, las empresas manifiestan que instalarán la antena en el edificio de enfrente, lo cual no los exime de recibir las ondas de la antena. En ese caso el consorcio no cobrará ningún dinero.

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Hay que evaluar el sobrepeso en la estructura del edificio, ya que este tipo de antenas suele pesar varias toneladas, y no sólo se instala la antena, sino también distintos equipos y transformadores, peso que en los años siguientes puede ampliarse sin haberse consignado en el contrato.

Otro efecto directo, derivado de la instalación de antenas de telefonía, y que a simple vista no se percibe, es el producido por el funcionamiento normal de la antena. La antena instalada en la azotea del edificio cubre una zona determinada, y envía y recibe señales de todos los teléfonos móviles que se desplazan por su zona. Estas señales que recibe y emite se denominan ondas electromagnéticas. Estas ondas no se ven, no se huelen, son invisibles, y se desplazan por el espacio sin necesidad de cable, ni soporte material alguno. Penetran fácilmente en edificios y personas (algo lógico, porque si no, no sería posible la comunicación a distancia). La potencia de estas ondas electromagnéticas va disminuyendo conforme se van alejando de la antena (alrededor de la cual se producen los niveles más altos de emisión).

Como hemos dicho, estas ondas son absorbidas fácilmente por el cuerpo humano, en el que producen unos determinados efectos biológicos. Pero el problema se plantea por la falta de acuerdo de los científicos sobre cuales son los niveles perjudiciales.

Existe acuerdo en que cerca de la antena (en un radio de 3 a 6 metros) los niveles serían demasiado altos y perjudiciales para el ser humano, pudiendo producir efectos térmicos o calentamiento, en exposiciones cortas. Por eso se recomienda vallar las antenas y que el público no pueda acercarse a las mismas. Esto obviamente, podría plantear un problema con las antenas instaladas en las azoteas, ya que los pisos situados inmediatamente debajo, y enfrente, recibirían de forma continuada las emisiones más altas de campos electromagnéticos.

También hay que tener en cuenta, que incluso respetándose estos límites, pueden producirse problemas para las personas que lleven marcapasos: Pueden verse interferidos por las ondas emitidas por la antena, incluso en niveles muy bajos.

Pero el problema se plantea con las exposiciones a largo plazo. ¿Qué sucede cuando una persona vive, duerme, trabaja, juega o estudia, mes tras mes y año tras año, cerca de una antena de telefonía móvil?. Su cuerpo se va a ver expuesto de manera continuada a niveles de emisión mucho más bajos que los que recomiendan las normas de protección (que sólo tienen en cuenta exposiciones cortas, por ejemplo de 6 minutos). No se van a producir quemaduras ni calentamiento, porque no están expuestos a niveles muy altos. Muchos científicos avisan de que se pueden producir otro tipo de efectos no térmicos, derivados de niveles mucho más bajos y de una exposición a largo plazo. Estos efectos, podrían producirse en las personas que pasan largos períodos en un radio de hasta 300 o 500 metros de una antena, (teniendo en cuenta que cuanto más cerca se esté, más alta será la potencia que se está recibiendo).

Es así como muchos países y ciudades: Suiza, Italia, Suecia, los Países del Este (que llevan décadas investigando este tema), ciudades australianas, la ciudad de Toronto (en Canadá), Salzburgo (Austria), han establecido normas que obligan a situar las antenas a 100, 200 e incluso 500 metros de lugares habitados. Las últimas recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) pide el alejamiento de los colegios, hospitales, centros geriátricos, ya que algunos estudios científicos sugieren que niños y ancianos pueden ser los más afectados por una exposición continuada.

Allí, se está aplicando actualmente una política de precaución, ya que algunas investigaciones científicas han establecido que la población expuesta de forma continuada a niveles de radiación similares a los emitidos por las antenas de telefonía móvil podrían experimentar un incremento de: Abortos, daños en el ADN, cambios en la actividad eléctrica del cerebro y en la presión sanguínea, descenso de los niveles de melatonina, depresiones, insomnio, dolores de cabeza, síndrome de fatiga crónica, afección del sistema inmunológico, cáncer, tumores cerebrales y leucemia infantil.

Por este motivo, la OMS inició en el año 1996 el "Proyecto CEM", destinado a estudiar los efectos sobre seres humanos de los campos electromagnéticos, y que quiere fijar unos límites

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de exposición uniformes para todos los países. Este proyecto expondrá sus conclusiones en el año 2005 o 2006, ya que son necesarios todavía numerosas investigaciones científicas. El director de este Proyecto de Investigación, declaró hace poco que: "Los teléfonos móviles han estado a nuestro alrededor desde hace menos de 10 años, y el periodo de incubación para el cáncer es de al menos 10 o 15 años. Por tanto, necesitamos realizar estudios para que si hay un impacto, se puedan encontrar en un tiempo razonable".

En esta línea, la Unión Europea ha recomendado a los países miembros que adopten políticas de precaución, y que sigan investigando y ha iniciado un proyecto para aclarar los posibles efectos de los campos electromagnéticos derivados de la telefonía móvil, en el que intervienen investigadores y hospitales de 9 países europeos.

En el año 1999, ante la preocupación y alarma social existente en el Reino Unido, el Ministerio de Sanidad británico, creó un "Grupo de Expertos Independientes en Telefonía Móvil", formado por médicos, biólogos, ingenieros, etc., que emitió su Informe en mayo del año 2000, y de él cabe destacar la siguiente conclusión: "No es posible en el momento presente afirmar que la exposición a radiofrecuencias (derivadas de la telefonía móvil) a niveles inferiores a los establecidos en las normas de seguridad nacionales, no tenga ningún efecto potencial adverso sobre la salud, y que las lagunas en el conocimiento son suficientes para justificar una política de precaución".

Y es que, no existe acuerdo entre los científicos sobre si la exposición residencial a las ondas de una antena de telefonía móvil puede conllevar riesgos para la salud humana. Pero al mismo tiempo, existe un amplio consenso respecto a que no ha sido demostrado que la exposición a estas ondas sea absolutamente segura.

Este desacuerdo se produce porque es complicado realizar este tipo de experimentos en laboratorios, y hace falta por tanto, esperar a los estudios epidemiológicos. En definitiva, y hablando crudamente, hay que esperar a que se empiecen a manifestar los síntomas y enfermedades en la población expuesta. Y esto tardará todavía algunos años, ya que la tecnología de telecomunicaciones móvil, y la exposición masiva de grupos de ciudadanos a las ondas de sus teléfonos y antenas, es un fenómeno muy reciente.

Cada vez se alzan más voces señalando la falta de ética de esta forma de actuación, y el hecho de que, subordinándose la salud y la seguridad de los ciudadanos a intereses económicos, se haya extendido de una forma tan amplia esta tecnología, sin que todavía se conozca su posible repercusión a largo plazo en la salud humana.

Por este motivo, muchos países y ciudades, están adoptando políticas de precaución, a la espera de los resultados de las investigaciones científicas, procurando mientras tanto, apartar las antenas de telefonía móvil de viviendas, hospitales y escuelas.

Hay también un importante efecto colateral ante la información constante en la prensa y medios de comunicación, sobre posibles efectos perjudiciales de las antenas, manifestaciones de vecinos que se oponen a su instalación, etc.

La mayoría de la gente ni siquiera sabe lo que son los campos electromagnéticos. Pero poco a poco, y cada vez más, empiezan a aparecer noticias en prensa y televisión, y la gente empieza a percibir un peligro en la cercanía de estas instalaciones. Llegará un momento donde, prácticamente será imposible instalar una antena de telefonía móvil sin la oposición y protestas de los vecinos de la zona.

Hay que tener en cuenta, también un claro efecto sobre el valor de la propiedad inmobiliaria, ya que una persona que haya leído este tipo de noticias, lo pensará dos veces antes de comprar una vivienda cercana a una antena. Y es que como señalan los tribunales norteamericanos en temas similares (por ejemplo, "Criscuola v. Power Authority of the State of New York", "San Diego Gas and Electric Co. v. Daley"): "Si el miedo tiene fundamento científico o no, es irrelevante, ya que la cuestión central es el impacto en el valor de mercado. Los efectos adversos para la salud no son el punto en estos casos: El asunto es la completa indemnización al propietario por la pérdida del valor de su propiedad".

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"La cuestión no es si la radiación electromagnética es o no peligrosa, sino la percepción pública del peligro que puede tener efectos devaluadores del precio de la propiedad". Dado que la telefonía móvil es un fenómeno relativamente reciente, no existen todavía muchos estudios sobre los efectos en el mercado inmobiliario de la instalación de estas antenas. Pero existen numerosos estudios realizados en Estados Unidos en los últimos años, y que se refieren a viviendas cercanas a líneas eléctricas. Las conclusiones de estos estudios se pueden aplicar totalmente a las antenas de telefonía móvil, y ello porque existen una serie de elementos comunes, que de coincidir, producen un claro efecto en el mercado inmobiliario:

Ambas instalaciones emiten campos electromagnéticos, aunque en distintas frecuencias. Los científicos no se han puesto todavía de acuerdo sobre si esos campos son perjudiciales o no para la salud, y siguen investigando. Son instalaciones muy visibles y cercanas a las viviendas, escuelas, parques, etc. Publicidad en radio, prensa y televisión locales, sobre manifestaciones, protestas y denuncias, relacionados con posibles efectos en la salud de este tipo de instalaciones. Como conclusión podemos decir, que hasta que los científicos se pongan de acuerdo con sus investigaciones y/o estudios epidemiológicos, todos estamos participando mundialmente de un gran laboratorio donde las antenas se siguen colocando sobre nuestras cabezas.-

* Liliana [email protected]

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Tomado de:

Los celulares y su entornoTodo lo que hacemos tiene riesgos. Saltamos con deportes. Frecuentamos fiestas. Viajamos en auto y en avión. Tomamos decisiones en la vida. Sentimos que conocemos los riesgos involucrados y podemos decidir cuando aceptarlos.

Ocurre lo mismo con la telefonía celular. Nokia explora este asunto de forma para que tú construyas tu propia opinión y hagas tus decisiones.

Aquí podés conoce más acerca de asuntos relacionados, cómo:

SaludMedio ambienteSocial y económico

Salud Existen distintos puntos de vista sobre los posibles riesgos a la salud causados por el teléfono. Algunos parecen más conflictivos que otros. Existen orientaciones que ayudan a ponderar las evidencias y formar una opinión. La mayor parte de la información podrá tener una base científica, pero algunas fuentes son más confiables que otras.

Opinión de ExpertosInstituciones de seguridad y salud reconocidas internacionalmente, no se envuelven con intereses comerciales. Eso hace que su visión oficial sea basada en buenas evidencias científicas. Generalmente, la mejor forma de asegurarse de estas instituciones es chequeando cómo ha sido fundada y cómo representa determinado grupo particular.

Autoridades NormativasMuchos países adoptan reglamentos basados en grandes instituciones de investigaciones científicas. Pero cada país y región posee distintas estructuras para reglamentar las emisiones de radio. Todavía, Nokia soporta la adopción de reglamentación en todos los territorios.

Opinión CientíficaAlgunos principios generales pueden ayudarte a decidir sobre la confiabilidad científica de cualquier afirmación:¿El escritor es un conocedor calificado en determinada área científica?¿El trabajo ha sido revisado por otros conocedores del campo científico?¿Otros investigadores estaban aptos a repetir estos hallazgos?¿El trabajo fue primero publicado en algún reconocido periódico científico?

1 Mantené tu mente abierta - Buscá el equilibrio de evidencias en cualquier declaración.

2 Se critico - determiná quién ofrece la información y porque.3 Confia en tu juicio - Tu propia opinión es tan importante como cualquier otra.

Preguntá y decidí vos mismo.

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Medio AmbientePreocupaciones ambientales casi siempre están referidas a la localización de las estaciones base que evalúan los alrededores y cómo las estaciones base no afecten las poblaciones aledañas.

Impacto VisualEstructuras grandes y mal trazadas, en lugares inadecuados, pueden provocar críticas justificadas del público y de ambientalistas. Las personas pueden llegar a describir su apariencia como desagradable o disruptiva en parques rurales, espacios abiertos y ciudades densamente pobladas.

Seguridad y cuidadosEn las ciudades industriales modernas, las emisiones de ondas de radio son la principal preocupación. En otras áreas pobladas, como ciudades del interior, las personas se acostumbraran a ser más sensibles sobre las estaciones base próximas de hospitales o escuelas. Ellas también requieren estar localizadas en lugares estratégicos con acceso restringido al público, para protegerlas de accidentes o actos de vandalismo.

Relaciones con la Industria y la ComunidadExisten tres maneras de cómo las industrias trabajan con las comunidades para tener un equilibrio satisfactorio de preocupaciones ambientales:

1 Consultas2 Comunicación3 Continua mejoría del diseño

Social y EconómicoLas comunicaciones móviles tienen un impacto importante en las vidas que llevamos. La mayoría de las personas quiere teléfonos celulares. En muchas sociedades, tanto jóvenes como adultos les gusta la seguridad personal, independencia y tranquilidad que ofrece la tecnología móvil.

Servicios de emergencia por el teléfono ayudan las personas con mucha más rapidez. Negocios y el comercio dependen de una movilidad mayor.

Las comunidades también se benefician de inversiones extranjeras necesarias para la construcción y manutención de las redes. Eso ayuda a crear empleos y a generar renta para las tierras utilizadas como locaciones de las estaciones base.

El equilibrio entre los temas es distinto en cada comunidad. Todavía, consideraciones como estas son puntos importantes. Investigá todos los hechos y decidí cómo te sentís viviendo con la telefonía móvil.

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Tomado de: http://www.semana.com/wf_ImprimirArticulo.aspx?IdArt=137928

Estudio sobre repercusión de celulares en la saludSalud La investigación más extensa del mundo sobre los efectos en la salud de los teléfonos celulares se inició en la capital británica y se extenderá durante los próximos 20 ó 30 años.Los científicos esperan reclutar a 250.000 usuarios de cinco países europeos (aunque no se descarta la futura inclusión de más naciones) para llevar a cabo el Estudio Conjunto sobre Comunicaciones Móviles o COSMOS, por sus siglas en inglés.

La intención de los expertos es investigar si hay relación entre el uso de la telefonía celular y el padecimiento de enfermedad coronaria, cáncer o derrame cerebral.

En la actualidad hay más de 6.000 millones de teléfonos celulares en uso alrededor del mundo. Hasta ahora, los estudios sobre la repercusión del uso de los teléfonos celulares en la salud no han arrojado resultados adversos.

Sin embargo, los investigadores expresan que todavía hay mucha incertidumbre.

Las dudas surgen porque la mayoría de los estudios sobre el tema han sido demasiado cortos como para examinar la aparición de varios tipos de cáncer u otras enfermedades que pueden durar años en desarrollarse.

Además, muchos de los análisis se han basado en el recuerdo de los usuarios sobre la frecuencia con la que utilizaron los teléfonos en el pasado, lo que puede comprometer la exactitud de los resultados.

Amplia gama

Este nuevo estudio será diferente, explica Matt McGrath, periodista de la BBC especializado en temas científicos.

Aunque el proyecto es de larga data, en cinco años se podrían emitir resultados preliminares.

La extensión del proyecto significa que los científicos podrán observar una gama más amplia de enfermedades, incluyendo cáncer del cerebro, derrame cerebral, enfermedad coronaria y males de Alzheimer y de Parkinson.

"También vamos a monitorear los síntomas. Si hay un cambio en la frecuencia de jaquecas, tinitus o zumbido de oídos, depresión y desórdenes del sueño", declaró a

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la BBC la doctora Mireille Toledano, co-directora de la investigación y especialista del Imperial College, de Londres.

"Estos son efectos comúnmente reportados por las personas que utilizan celulares y vamos a estar observando estos síntomas a lo largo del tiempo", expresó.

Para abarcar la exposición a varios tipos de radiaciones electromagnéticas, el estudio incluirá también el sistema Wi-Fi, los teléfonosinalámbricos e, incluso, los monitores para bebés.

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Tomado de: http://difusioncav.zoomblog.com/archivo/2007/05/26/-Muy-Interesante-Discovery-Salud-Celul.html

NUEVO DISPOSITIVO EFICAZ PARA PROTEGERSE DE LA RADIACIÓN DE LOS TELÉFONOS MÓVILES

Un dispositivo denominado Gamma-7-RT parece proteger de las radiaciones de los teléfonos móviles según el informe de un grupo de investigadores de la Universidad de Alcalá de Henares emitido tras examinar las ondas cerebrales de 16 personas sanas antes y durante su utilización. Podría ser la solución al peligro que representan reconocido por el Proyecto Reflex según el cual el uso continuado de móviles modifica el cromosoma celular y el ADN. Problema que se agravará porque en los próximos meses se prevé la instalación masiva de antenas destinadas a dar cobertura a la nueva generación de móviles, aún más peligrosas.

El Bioelectromagnetismo, por increíble que parezca, ni siquiera es un área de conocimiento propio integrado en el sistema académico español. No hay cátedras, no hay dinero para investigación y, por no haber, ni siquiera está claro dónde deben presentar los investigadores las tesinas que tienen que ver con los efectos de los campos electromagnéticos. A pesar de que éstos preocupan cada día más a científicos y ciudadanos. Y con motivos. Porque con la nueva generación de móviles UMTS y la próxima instalación de miles de antenas la contaminación electromagnética va a multiplicarse geométricamente. De hecho, científicos de todo el mundo se cruzan estudios sobre los posibles daños en el organismo -especialmente a nivel cerebral- algo que los medios de comunicación ocultan porque no quieren arriesgarse a quedar al margen del gigantesco pastel publicitario que representa el sector.

Es más, pocas personas se atreven a hablar públicamente del asunto. Afortunadamente no es el caso del profesor José Luis Bardasano, miembro del Consejo Asesor de Discovery DSALUD, médico, doctor en Ciencias Biológicas, especialista en Bioelectromagnetismo, profesor de Histología y Anatomía Patológica, ex Director del Departamento de Especialidades Médicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Alcalá de Henares y actual Presidente de la Fundación Europea de Bioelectromagnetismo y Ciencias de la Salud así como del Instituto de Bioelectromagnetismo Alonso Santa Cruz y vicepresidente de la Sociedad de Investigación y Terapéutica por Electromagnetismo.

Miembro además del Comité Asesor Internacional para el Estudio de los Efectos Biológicos de los Campos Electromagnéticos y coautor del libro Bioelectromagnetismo: ciencia y salud (Editorial Mc Graw Hill), el profesor Bardasano acaba de concluir una investigación efectuada junto a su equipo de trabajo -integrado por Ignacio Gutiérrez, Juan Álvarez-Ude y Ramón Goya- que puede contribuir a cambiar el futuro de la telefonía móvil. Y es que han demostrado de forma incontestable que las radiaciones de los teléfonos móviles alteran notablemente los ritmos cerebrales. Paso previo y necesario para constatar que existe al menos un nuevo dispositivo capaz de proteger al cerebro de esa radiación. Y de forma sencilla porque basta colocar una pequeña placa de 80 x 55 x 10 mm y 50 gramos de peso en la parte de atrás del teléfono móvil, tan cerca de la antena como sea posible, para protegerse. Se trata del denominado Dispositivo Protector Neutralizador (NPD) Gamma-7-RT -protegido bajo la patente europea EP-0 838 208 A1-, su inventor es el ruso Stanislav Denisov y su origen está relacionado con los proyectos para usar los campos electromagnéticos en el ámbito de la defensa

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por parte de la antigua Unión Soviética. Pues bien, a fin de constatar científicamente sus propiedades el equipo del profesor Bardasano acaba de someter a control a 16 voluntarios registrando sus ondas cerebrales a través de electroencefalogramas, tanto antes de utilizar el teléfono móvil como durante su uso, primero sin protección, después con el Gamma-7-RT. A continuación utilizaron los más sofisticados métodos de análisis matemático-estadístico para analizar los resultados y éstos han sido tan concluyentes que el trabajo ha sido seleccionado internacionalmente por el Comité Internacional para el Estudio de los Bioefectos.

"Los cambios -nos confirma Bardasano- son estadísticamente significativos y claramente favorables hacia la protección de las frecuencias cerebrales. Las frecuencias del cerebro reducen su velocidad en términos generales eliminando los posibles efectos indeseables. Las mayores diferencias se encuentran en las bandas delta y theta en el área frontal".

Para la investigación se utilizó un móvil de 880 MHz-960 MHz con una Specific Absorption Rate (SAR) de 0,955 W/Kg. "Actúa a la inversa de una antena -nos explicaría Ignacio Gutiérrez, miembro del equipo de investigación-- Al igual que las antenas tienen una configuración especial que les permite concentrar la señal y focalizarla para que puedas ver u oír a través de un receptor este dispositivo hace lo contrario: cuando recibe la onda la desestructura consiguiendo que llegue debilitada y dispersa al receptor. La filtra". En pocas palabras, el estudio realizado en la Universidad de Alcalá de Henares demuestra la capacidad del Gamma-7-RT para proteger el cerebro durante el uso de teléfonos móviles de tecnología GSM. Se trata, en suma, de un paso sustancial en la vía de la protección que ya se había iniciado con el desarrollo de dispositivos que protegen del aumento de temperatura cerebral que también provocan las radiaciones de los móviles. Hace ya algún tiempo el Departamento de Física Aplicada E.T.S.A.B de la Universidad Politécnica de Cataluña realizó tanto un estudio por termografía de infrarrojos de los efectos del teléfono móvil como del efecto compensador de otro dispositivo: el Hilefarma. En las conclusiones de aquel estudio -realizado y firmado por el profesor Fidel Franco González- puede leerse: "Los teléfonos móviles en funcionamiento inducen cambios en la temperatura de la personas expuestas a dicha radiación. Sin embargo, la presencia de una pieza de metal activado (Hilefarma) tiende a compensar el efecto térmico anómalo creado por el teléfono".

Cabe añadir que en la propia introducción del trabajo se confirman también los efectos negativos de las radiaciones de la telefonía móvil. "Los tejidos cerebrales, como polímeros biológicos que son, tienen frecuencias propias de absorción que se encuentran en el rango de frecuencias de las microondas. De manera que ante la emisión del teléfono no sólo se produce un fenómeno de resonancia con el agua presente en los tejidos sino que también aparecen resonancias con las frecuencias propias de dichos tejidos. Puesto que nos encontramos con un fenómeno de resonancia basta con energías muy débiles para que el tejido se vea sensiblemente afectado por dicha señal exterior".

¿POR QUÉ NO ACTÚA LA INDUSTRIA?

En suma, existen al menos dos dispositivos que disminuyen los efectos negativos que producen los teléfonos móviles: el Hilefarma -que evita en buena medida el calentamiento cerebral- y el Gamma-7-RT -que evita en buena medida su interferencia con las ondas cerebrales. ¿Por qué entonces la industria no incorpora de serie tales mecanismos en sus móviles? A fin de cuentas cuánto más tarde en asumir los efectos biológicos inducidos por

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la radiación de los móviles y las bases de difusión de las señales más probabilidades acumula en su contra para cuando en el futuro lleguen las demandas -¡que llegarán!- al igual que le ocurrió a la industria tabaquera. "La industria -nos diría el profesor Bardasano- se ha limitado a hacer unas pruebas mínimas sobre el efecto térmico para constatar que las microondas no te funden las neuronas. Pero son dos los efectos importantes que producen los móviles: los térmicos -producidos por las microondas- y los atérmicos - producidos todos por inducción electromagnética-. Esto se sabe desde Faraday. Es evidente que los campos electromagnéticos externos y nuestros campos electromagnéticos internos influyen unos en otros. Por tanto, es imprescindible investigar hasta qué punto pueden ser nocivos". Lo malo es que si la situación actual es ya grave se va a complicar aún más con la puesta en marcha de la nueva tecnología UMTS. Ante ella, los investigadores independientes no sólo se muestran muy cautos sino que avisan de que probablemente haya que desarrollar nuevos dispositivos protectores ante puesto que la señal es mucho más potente."Nosotros hemos probado el Gamma-7-RT con los nuevos móviles UMTS -nos confesaría Ignacio Gutiérrez, uno de los miembros del equipo de Bardasano- y al hacer el electroencefalograma ni siquiera pudimos leer la gráfica. La contaminación que producen es tan grande que casi no ves ni las ondas cerebrales. Todo lo que aparece es el campo del propio móvil. Es como si anulara la señal cerebral y lo único que captaran los electrodos de registro fuera la señal del móvil. Con los de tecnología GSM al menos puedes ver la señal de tu propio cerebro pero con los de tecnología UMTS ¡desaparecen! Es increíble, sólo aparece una señal borrosa. La contaminación es tan masiva y potente que se superpone y vence a la propia señal cerebral".

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¿HASTA CUÁNDO LAS MENTIRAS?

Que las radiaciones electromagnéticas de los teléfonos móviles al igual que las de las estaciones base necesarias para su funcionamiento -es decir, las antenas repetidoras- pueden perjudicar gravemente la salud lo hemos denunciado varias veces anteriormente (lea en nuestra web los artículos publicados al respecto en los números 36, 38 y 63). La industria se defiende alegando que cumple los criterios del ICNIRP (International Comission on Non-Ionizing Radiation Protection) -organismo dependiente de la Organización Mundial de la Salud- pero lo que nadie responde es que ese organismo ha sido acusado por numerosos investigadores independientes -cuyo número es cada vez mayor- de no ser objetivo y estar al servicio de los intereses de la industria. Especialmente porque sólo tienen en cuenta los efectos térmicos -aumento de temperatura en el cerebro- y no los efectos biológicos inducidos por los campos electromagnéticos. Mientras los estudios independientes sobre posibles daños cerebrales -cada vez más numerosos, especialmente entre poblaciones de riesgo como niños, mujeres embarazadas y personas enfermas con distintas patologías- siguen acumulándose. A pesar de lo cual la desproporción es obvia: ante los recursos billonarios que sostienen el negocio se opone la precariedad económica de la investigación independiente. ¿Y los consumidores? Es simple: guiados por la atracción de lo nuevo prefieren ignorar los riesgos y han convertido la telefonía móvil en un objeto de primera necesidad! Y las asociaciones de consumidores centran sus esfuerzos en explicarle a sus asociados cuáles son más económicos en lugar de averiguar si son peligrosos. Los gobiernos, por su parte, justifican su inacción alegando que se cumple la normativa internacional... aunque esté claro que tal normativa no sólo es claramente incompleta sino que se ha elaborado para beneficiar a la industria y protegerla aunque sea a costa de nuestra salud.

La Unión Europea está preparando una nueva legislación merced a la cual va a exigirse a la industria química que antes de la puesta en el mercado de nuevas sustancias presente exhaustivos informes para conocer previamente los riesgos potenciales (lo que hasta ahora no se ha hecho y ha llevado a nuestra sociedad a un grado de contaminación absolutamente intolerable). Es decir, va a dejar en manos de la propia industria la responsabilidad de realizarlos porque a los estados les resulta inviable económicamente hacerlo. Lo que nos parecería correcto... si luego existiera algún centro internacional de referencia con capacidad para poder cotejar los datos resultantes y si la responsabilidad por falsearlos fuera tan gravosa que pudiera llevar a la empresa que así lo hiciera a la quiebra (lo que aseguraría que haría esos estudios con honestidad).

Pues bien, otro tanto habría que exigir a las empresas de telefonía móvil. La

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iniciativa de los tres grandes grupos de nuestro país -Telefónica Móviles, Vodafone y Amena- con el apoyo de la patronal de electrónica AEPIC de que se cree una Agencia Española de Seguridad Radioeléctrica (AESI), centro público de carácter científico que haga las funciones de "organismo de referencia" en el campo de la exposición a las frecuencias radioeléctricas, nos parece bien... ¡si el coste lo sufragan ellas! Porque, ¿quién se beneficia de este negocio? Pues que quienes se benefician asuman los costes de demostrar que sus productos son seguros y no representan un peligro para la salud. En suma, esa agencia debería financiarla la industria... pero sin tener control alguno sobre su gestión.

"Hay que hacer aún muchos estudios -nos diría José Luis Bardasano-. Porque en el ámbito de la salud ambiental debería primar también una máxima: 'In dubio, contra reo' (en caso de duda, a favor del reo). Siendo el reo en este caso lo que inventa el hombre. Para prevenir la salud y la seguridad e higiene en el trabajo en todos aquellos sitios donde vaya a haber contaminación electromagnética lo primero es que plantear que el que inventa, el que pone en marcha nuevas tecnologías, sea considerado a priori presunto ´culpable` y, por tanto, el encargado de demostrar que con su actividad no va a causar ningún tipo de daño a la salud. Es muy difícil aportar pruebas en uno u otro sentido y por eso, en caso de duda, deben ser ellos los que demuestren que no hace daño".

MÁS QUE "INDICIOS"

Cualquier investigador tardaría hoy meses en examinar los estudios ya existentes -en una u otra dirección- sobre los efectos de la telefonía móvil. Sin embargo, el problema real -como quedó demostrado en la Internacional Conference Mobile Comunnication and Health: medical, biological and social problems celebrada en Moscú en Septiembre del año pasado- es que existe un auténtico divorcio a la hora de analizar la realidad. La Organización Mundial de la Salud (OMS), su agencia la ICNIRP (International Comission on Non-Ionizing Radiation Protection) y los gobiernos occidentales no admiten que puedan existir más problemas que los térmicos. Por el contrario, otros países -especialmente Rusia- y numerosos investigadores independientes exigen estándares mucho más restrictivos por considerar evidentes los daños biológicos. "Los efectos térmicos para establecer criterios o estándares no son un acercamiento conveniente", reconoció el doctor Yuri Grigoriev, Vicepresidente de la Academia de Ciencias Rusa. "Por primera vez en la historia de los seres humanos -añadio Grigoriev- tenemos campos electromagnéticos actuando sobre el cerebro humano desde los teléfonos móviles que no puede compararse a otras fuentes (...) Y existen serias discrepancias con la OMS y el ICNIRP respecto a si, a largo plazo, la exposición a los campos electromagnéticos de los móviles pueden provocar o no cambios orgánicos".

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Para los rusos y los chinos no hay duda. Cerca de una docena de estudios realizados entre 1975 y 1986 constataron un significativo deterioro del sistema inmune y de los tejidos del cerebro así como daños en los fetos de ratas tras exponerlas a ondas microondas a niveles de 50 a 500 µW/cm2, (microvatios). Hay que decir que la ICNIRP recomienda como límites de densidad de flujo de potencia 450 µW/cm2 para radiaciones continuadas de 900 MHz y 900 µW/cm2 para la de 1.800 MHz. Pues bien, los niveles recomendados en la sentencia más favorable a las tesis de los "rebeldes" es la de Frankfurt con 0,001 µW/cm2.

Un estudio francés dirigido por el investigador Bernard Veyret va a tratar ahora de confirmar o desmentir los resultados de los rusos. Y es que Veyret considera que los métodos rusos han sido superados por la tecnología occidental así como sus resultados. Para muchos científicos, sin embargo, su condición de miembro del ICNIRP y el hecho de que antes de empezar ya haya menospreciado los estudios rusos convierten su intervención en poco fiable.

En todo caso, mientras la comunidad científica espera para saber si se realiza o no el estudio no dejan de surgir preocupantes y vergonzosas noticias. Es el caso de la decisión de no continuar con el proyecto europeo Reflex -desarrollado por 12 equipos de investigadores de 7 países europeos, entre ellos España- cuyo fin era analizar los efectos de los campos electromagnéticos. Una decisión que se produce precisamente tras llegar a la conclusión de que las radiaciones de los teléfonos móviles por debajo de los límites que se consideran inocuos provocan modificaciones celulares y en el ADN! aunque en esta fase del estudio no hayan podido concluir que sean nocivas. "Los resultados -dice el estudio- indican que los campos electromagnéticos pueden activar varios grupos de genes que juegan un papel en la división celular, proliferación celular y diferenciación de las células. En la actualidad la relevancia biológica de estos resultados no puede evaluarse". La directora del equipo español, Ángeles Trillo, explicó que un estudio de la trascendencia de éste que, a pesar de los resultados, "está en pañales" no tendrá continuación porque su financiador - la Comisión Europea- así lo ha decidido. "No está claro -subrayó- el por qué. La Unión Europea establece sus prioridades pero hay muchos factores implicados y cómo no se va a pensar que hay presiones para que estos estudios no sigan porque podrían crear una alarma social muy grande...".

Otro investigador español del proyecto, Alejandro Úbeda, explicaría que el estudio determina efectivamente que existen cambios en las células pero que desconocen cuál es el mecanismo que pone en marcha el proceso lo que de momento ya no van a poder averiguar. "Lo que me parece raro -resaltó al respecto- es que

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después de encontrar esos resultados, que aunque no son de nocividad demuestran que hay un efecto por debajo de los límites que se consideran tolerables, no se profundice en ellos, se cierre la carpeta y no se financie su continuación".

Ante la falta de explicaciones convincentes sobre esta decisión es inevitable asociar el Proyecto Reflex con el realizado en el 2003por L. G. Salford y otros titulado Nerve cell damage in mammalian brain after exposure to microwaves from GSM mobile phones cuyas conclusiones no pueden ser más claras: "Tras exponer a tres grupos de ratas durante 2 horas a un teléfono móvil GSM con campos electromagnéticos de fuerzas diferentes -se afirma en el trabajo- encontramos -y lo presentamos aquí por primera vez- evidencia muy significativa de daño neuronal en la corteza, el hipocampo y los ganglios de los cerebros".

Ahora el estudio realizado por el equipo de Bardasano en la Universidad de Alcalá de Henares -con independencia de que su objetivo inicial fuera evaluar las posibilidades de un dispositivo neutralizador de radiaciones- corrobora en seres humanos que los ritmos cerebrales se alteran tras ser expuestos a las radiaciones de los teléfonos móviles . "Se aprecia claramente -nos diría Ignacio Gutiérrez- cómo los ritmos se desestructuran y cambian. Luego realizas la misma medición con el móvil y el dispositivo adherido, y puede apreciarse que los ritmos son iguales que cuando se realizó el primer electro en estado normal y sin móvil. Sin embargo, al colocar el dispositivo no se desestructuran ya los ritmos cerebrales. Para nosotros es obvio que esa desestructuración puede tener a largo plazo efectos patológicos, sobre todo en los niños. Como en ellos el cerebro está madurando, provocar unos ritmos que no son los suyos naturales no puede ser bueno a la larga. Por eso en Inglaterra se han prohibido ya los móviles a los menores de 8 años. Algo que deberíamos tener en cuenta ahora que con las comuniones los teléfonos se convertirán en el regalo estrella".

SUMA Y SIGUE Efectivamente, el Grupo Nacional de Protección Radiológica del Reino Unido (NRPB) -un grupo de expertos nombrados por el Ministerio de Sanidad británico- presentó a primeros de año un informe en el que se recomienda minimizar el uso del teléfono móvil por los niños, en especial los menores de ocho años. Posteriormente el Ministerio de Educación británico también ha prohibido el uso de los teléfonos móviles pero a los menores de 16 años pues muchos alumnos muestran incremento de estrés, insomnio, ansiedad e hiperactividad por el abuso del móvil . Y temen además que la radiación electromagnética sobre el cerebro pueda afectar a los resultados académicos ya que altera la memoria, la atención y la capacidad de

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concentración.

"La principal conclusión -destaca ese estudio- es que en el momento actual no hay evidencias sólidas de que la salud del público en general esté viéndose afectada por el uso de la tecnología de los teléfonos móviles pero persisten dudas y se recomienda un enfoque preventivo continuado mientras la situación se aclara". También recomienda "que se preste una especial atención a la mejor forma de minimizar la exposición (al móvil) de los subgrupos potencialmente vulnerables -como los niños- y que se considere la posibilidad de que pueda haber otros subgrupos especialmente sensibles a las ondas de radio". El presidente del Grupo Nacional de Protección Radiológica del Reino Unido, William Steward, confesaría sin más en Londres: "No creo que podamos decir, con la mano en el corazón, que los teléfonos móviles son totalmente seguros".

En suma, han pasado cuatro años y se repiten las mismas conclusiones que aparecían ya en el informe de marzo de 2001 realizado por encargo del Parlamento Europeo y titulado "Los efectos fisiológicos y medioambientales de la radiación electromagnética no ionizante". Porque en él se desaconsejaba "enérgicamente que los niños (sobre todo los adolescentes) utilicen de forma prolongada y sin necesidad teléfonos móviles por su creciente vulnerabilidad a efectos perjudiciales para la salud". El informe agregaba que "la industria de la telefonía móvil debería evitar fomentar el uso prolongado de teléfonos móviles por parte de los niños utilizando tácticas publicitarias que explotan la presión de los compañeros y otras estrategias a las que los jóvenes son susceptibles".

LLUEVE SOBRE MOJADO El investigador neozelandés Neil Cherry ya había manifestado de forma tajante en su informe "La radiación electromagnética de bajo nivel" (como la de los móviles) -estudio efectuado también a petición del Parlamento Europeo (junio de 2000)- que "el móvil es perjudicial para el cerebro, corazón, feto, hormonas y células (...) A través de resonancias con los cuerpos y las células, la radiación interfiere en la comunicación intercelular, su crecimiento y regulación, y está dañando la base genética de la vida".

Sus investigaciones encontraron efectos biológicos, con alteración del electroencefalograma, a partir de sólo 0,01µW/cm2. "La conclusión de mi investigación -afirmaría Cherry- es que la radiación electromagnética es perjudicial para el cerebro, el corazón, las hormonas, las células y los fetos. Por tanto, supone una amenaza para la vida inteligente". Datos que, por otra parte, coinciden con las investigaciones del doctor alemán Lebrecht Von

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Klitzing quien, como especialista en Física Médica, situó ya en 1998 los umbrales de prevención entre 1 y 10 nanoWatios/cm2 (0,001-0,01µW/cm2).

De la misma opinión es el biofísico Gerard J. Hyland quien en 1999 emitió un "Memorando sobre teléfonos móviles y salud" en el que advertía que las normas establecidas no consideran todos los posibles efectos nocivos para la salud al no tener en cuenta el hecho de que los organismos vivos pueden responder a intensidades muy por debajo de los límites marcados por las mismas. "Es totalmente irrazonable -escribía Hyland- suponer que nuestro cerebro es inmune a esta agresión electromagnética cuando, por otro lado, se recalca repetidamente la prohibición de usar teléfonos móviles en los aviones bajo el argumento de que sus señales pueden interferir su sistema de control". Y agregaba: "Las normas de seguridad existentes no protegen ni pueden proteger contra cualesquiera efectos nocivos para la salud que puedan estar ligados específicamente con la naturaleza ondulatoria de la radiación. Las habituales normas de seguridad no toman en consideración el estado viviente del organismo irradiado. Por consiguiente, la filosofía dominante debe ser considerada como fundamentalmente errónea". La aportación española a la controversia ha sido amplia (ver Discovery nº 63), con trabajos tan importantes como los del doctor Bardasano sobre la influencia negativa de los efectos de los campos electromagnéticos sobre la glándula pineal. O los del doctor Claudio Gómez Perreta -jefe de sección en el Hospital Universitario La Fe de Valencia y miembro del Consejo Asesor de Discovery DSALUD- quien ha escrito: "De acuerdo con la literatura científica actual es difícil establecer un nivel de inocuidad y, por tanto, las recomendaciones de la mayoría de los gobiernos de la Unión Europea deben de ser reconsideradas a la vista de las decenas de trabajos que describen daño celular asociado a los efectos no térmicos implícitos en la exposición a estas radiofrecuencias". También podemos destacar los estudios conjuntos de Perreta con Manuel Portolés, Enrique Navarro y Joaquín Navasquillo: " Los resultados (de los efectos de los campos electromagnéticos vinculados a la telefonía móvil) -afirman- incluyen desde roturas en el ADN y presencia de aberraciones cromosómicas a incrementos en la actividad oncogénica, reducción de la secreción de la melatonina, alteración de la actividad cerebral y presión sanguínea e incremento del cáncer de cerebro".

Y no olvidemos la conocida "Declaración de Alcalá" del año 2001 firmada por varios investigadores españoles entre los que se encontraba María Jesús Aranza, catedrática de Magnetobiología en Zaragoza, que decía refiriéndose a los límites admitidos: "si los estudios científicos y normativas de otros países, aplicando el

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principio de cautela, establecen niveles de protección 0'1 µW/cm2 o incluso inferiores es una grave negligencia que nuestra población esté expuesta a niveles que pueden llegar hasta 450 ó 900 µW/cm2 esperando a que la evidencia establezca plenamente los efectos nocivos de los campos electromagnéticos débiles en exposiciones a largo plazo". Y es que, ¿cuántos trabajos constituyen "evidencia"? ¿Y qué instituciones son las llamadas a pontificar sobre lo "evidente"? Lo que sí es cada vez más evidente es que empezamos a vivir una situación similar a la creada por el consumo del tabaco y su relación con el cáncer. Ayer enaltecido, publicitado, promovido socialmente, fuente de fortunas millonarias y de ingresos para el estado; hoy contra las cuerdas a la vista de sus destructivos efectos ya por nadie discutidos. Si la historia es cíclica, una vez más vuelve a enfrentar al ser humano con sus ambiciones, limitaciones y egoísmos para saber si también esta vez se antepondrán los intereses económicos de unos pocos a la salud de la mayoría. Quizás por eso recordar lo ocurrido con el tabaco nos permita vislumbrar qué intentan hacer algunos o por dónde puede caminar el futuro.

EL TABACO Y LA TÁCTICA DEL OCULTAMIENTO Pocos años después de terminada la Segunda Guerra Mundial empezaron ya a publicarse estudios científicos que encontraban una cierta relación estadística entre el consumo del tabaco y determinados tipos de cáncer. Como resultado de ello -entre 1950 y 1965- se produjo lo que Pablo Salvador y Juan Antonio Ruiz denominan en el trabajo titulado "El pleito del tabaco en Estados Unidos y la responsabilidad civil" la primera de las tres oleadas de demandas contra la industria tabaquera. Se presentaron casi 150 demandas de particulares pero sólo diez llegaron a juicio y en todos los casos los jurados dictaron veredictos favorables a la industria. Los demandantes, perjudicados por el tabaco, basaban sus reclamaciones en "la negligencia de la industria demandada en cada caso, en fraude o engaño y en vicios ocultos o teorías de garantía." Las compañías demandadas, por su parte, se defendieron alegando la imprevisibilidad de los daños, la falta de evidencias y la asunción voluntaria del riesgo por parte de los fumadores. "Rechazaron toda posibilidad de transacción -afirman los autores del estudio- y adoptaron estrategias procesales muy sofisticadas y cuyo coste superaba los recursos disponibles para los demandantes individuales y sus abogados". Los pleitos fueron ganados una y otra vez por la industria con razonamientos. "El fabricante debe proteger contra riesgos previsibles pero no contra los riesgos desconocidos o contra efectos dañinos que no pueden permitirse el lujo de prever" -se

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puede leer en alguna de las sentencias- o "los fumadores que empezaron a fumar antes del gran debate sobre el cáncer y el tabaco no pueden confiar en la 'garantía' de las compañías tabaqueras de que sus cigarros no tenían ningún elemento carcinogénico; el fabricante no puede asegurar contra lo desconocido". La segunda etapa se inició a partir de 1983, una vez aparecieron nuevos estudios que apuntaban al tabaco como causante de numerosos cánceres. La industria tabaquera mantuvo su táctica de destinar ingentes recursos humanos y materiales a su defensa.. "La postura agresiva que hemos tomado con respecto a las demandas y nuevos descubrimientos -reconocería Michael Jordan, uno de los abogados de la industria, según se recuerda en el artículo citado- continúa haciendo estos casos sumamente largos y caros para los abogados de los demandantes, sobre todo para aquellos que se presentan individualmente. Parafraseando al general Patton, la manera en que nosotros ganamos estos casos no fue gastando todo nuestro dinero sino haciendo a ese otro hijo de perra gastarse el suyo". Las tabaqueras comenzaron además a dar un papel cada vez más importante a sus propias investigaciones, realizadas a través del Council on Tobacco Research que le permitían de forma sistemática negar la relación entre tabaco y cáncer. Cuarenta años después seguían ganando los pleitos. Sería sólo a partir de 1994 -como explican Salvador y Ruiz en su estudio- cuando las cosas comenzaron a torcerse para la industria. La evidencia científica resultó ya imparable y la Administración pensó que denunciar a las tabaqueras era una buen forma de resarcirse los gastos sanitarios consecuencia del tratamiento de enfermedades relacionadas con el consumo del tabaco pero, sobre todo, comenzaron a aparecer documentos internos de la industria que apuntaban directamente a su culpabilidad. Los primeros llegaron a manos de los demandantes el 12 de mayo de 1994. Una caja con 4.000 páginas de documentos de muy distinta índole le fue enviada de forma anónima al profesor Stanton Glatz, catedrático de Medicina de la University of California at San Francisco. Papeles que permitirían fundamentar reclamaciones por fraude y concierto doloso por parte de la industria tabaquera con el fin de ocultar información sobre las consecuencias del consumo de tabaco. Según Glantz, las compañías tabaqueras conocían los riesgos para la salud derivados del consumo de tabaco ¡desde principios de los años cincuenta!. Según esos documentos internos la primera manifestación dentro de la industria tabaquera que sugiere una relación entre el hábito de fumar y el cáncer la habría realizado el 29 de julio de 1946 Harris B. Parmele, químico de Lorillard, quien envió una carta al secretario del comité de fabricación de su empresa en la que

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afirmaba que científicos y autoridades empezaban a sostener que el consumo de tabaco contribuía al desarrollo de cáncer en determinadas personas y que era necesario investigar en esa línea. El 23 de mayo de 1994, dos semanas después de la divulgación de los documentos, veintidós fiscales generales de otros tantos estados entablaron pleitos en los que exigían el reembolso de los gastos médicos derivados del tratamiento de enfermedades presuntamente relacionadas con el consumo del tabaco. Tres años después, el 20 de marzo de 1997, una de las compañías de la industria demandada -Liggett & Myers Corporation (después Liggett & Myers)- modificó la estrategia tradicional de rechazar acuerdos y acordó transigir con los estados demandantes. En el acuerdo, a cambio de una carga financiera comparativamente ligera, Liggett & Myers reconoció al tabaco como causante de algunos daños y entregó documentos internos sobre el modo de actuar de la industria. El primer veredicto favorable a un demandante individual -si bien por un tema de amianto en el filtro de un cigarrillo- fue dictado en septiembre de 1995 por un jurado de San Francisco en el caso de Horowitz contra Lorillard Tobacco Co. Desde Horowitz, varios jurados se han pronunciado a favor de las pretensiones de los demandantes y han emitido veredictos en los que se condenó a las compañías tabaqueras a pagar indemnizaciones compensatorias y punitivas. Llegarían después veredictos condenatorios dictados por los jurados norteamericanos en los años 2000 y 2001 con indemnizaciones supermillonarias: 145.000 millones de dólares -Engle contra. R.J. Reynolds Tobacco Co- y 3.000 millones de dólares -Richard Boeken contra Philip Morris, Inc.-, recurridos en apelación; acuerdos con la industria para sufragar gastos sanitarios; cambios de normativa...; pero, sobre todo, un cambio en la mentalidad de la sociedad que ha pasado a entender que durante décadas había sido engañada. Sin embargo, y a pesar de todo, 54 años después estados como el nuestro siguen ingresando cientos de millones de euros con el tabaco y la lista de cánceres consecuencia del hábito de fumar entre fumadores activos y pasivos sigue aumentando.

LA HISTORIA SE REPITE. AHORA, CON LOS MÓVILES Como podemos observar el proceso iniciado con la telefonía móvil es muy similar. En 1992 se produce la primera denuncia contra la industria telefónica y no lo hace un ciudadano cualquiera. Sería un neurocirujano norteamericano, David Reynard, quien presentó una demanda en un tribunal de Florida sosteniendo que el uso de un teléfono móvil había sido el responsable del cáncer que acabó con la vida de su esposa, quien había desarrollado un tumor detrás de la

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oreja derecha, donde siempre sostenía el teléfono. Tres años después la demanda fue desestimada por falta de "pruebas científicas". Así se empezó también, como acabamos de ver, con el tabaco. El rotativo británico The Express se hizo eco en agosto de 1997 de las denuncias de alrededor de un centenar de ingenieros de British Telecom (BT) que advertían de que los teléfonos móviles provocan serios problemas de salud. Dos años después, Steve Corney, que trabajó durante diez años como ingeniero de BT, anunció una demanda contra la empresa aludiendo que el uso prolongado de teléfonos móviles le provocó daños en el cerebro. Una vez más el denunciante tuvo que abandonar el caso por falta de "evidencias científicas" que asociasen su enfermedad al uso de teléfonos móviles. En agosto de 2000 un neurólogo de Baltimore (Maryland, EEUU), Christopher Newman, formalizó una demanda contra siete empresas de la industria de la telefonía móvil, la Asociación de la Industria de Telecomunicaciones Móviles (CTIA) y la Asociación de la Industria de Telecomunicaciones. El doctor Newman reclamaba una indemnización de 800 millones de dólares (929,64 millones de euros) asegurando que el tumor cerebral detrás de la oreja derecha que le diagnosticaron en 1998 le fue provocado por los teléfonos móviles que venía usando de forma frecuente cada día desde 1992. La abogada de Newman está siendo ayudada en su demanda por el abogado Peter G. Angelos, quien logró que el estado de Maryland ganase su litigio contra la industria tabaquera teniendo que pagar 4.200 millones de dólares (unos 4.881 millones de euros). A comienzos del 2001 Angelos demandó a veinticinco de las principales empresas de la industria de la telefonía móvil acusándolas de poner en el mercado su tecnología a sabiendas de que emite radiaciones peligrosas para sus usuarios. El abogado alega que existen vínculos constatados entre el uso de los teléfonos móviles y el aumento de riesgos para la salud, incluyendo daños en funciones básicas cerebrales, irregularidades genéticas y un aumento en la vulnerabilidad a toxinas e infecciones. En unas declaraciones posteriores Gordon explicaría que los casos anteriores no prosperaron porque "no estaban lo suficientemente documentados". "Estos litigios -explicó- son muy costosos, muy largos y las grandes corporaciones tienen mucho dinero y firmas de abogados de miles de personas. Se trata, sin duda alguna, de una lucha como la de David contra Goliat". Aunque lo más intranquilizador de la entrevista fue leer su convencimiento de que "vamos a tener una epidemia de casos dentro de unos años". En Europa, en cambio, han prosperado ya varias demandas contra empresas de telefonía móvil relacionadas con los posibles daños de las antenas repetidoras. La resolución más significativa quizás haya

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sido la de la Audiencia de Frankfurt (Alemania) en septiembre del 2000 que dictó una sentencia de carácter preventivo por la que prohibió "con efectos inmediatos" a la compañía operadora -De TeMobil Deutsche Telekom MobilNet GmbH- el funcionamiento de una antena instalada en el campanario de la Comunidad Evangélica de Oberursel por motivos de salud. La sentencia señala que los treinta y ocho demandantes demostraron que "la instalación montada por la demandada (...) emite radiaciones pulsantes de alta frecuencia que representan un serio peligro para la salud de los demandantes". Tomando como referencia investigaciones realizadas por el doctor Lebrecht von Klitzing y las advertencias del SSK -organismo alemán para la protección contra radiaciones- la Audiencia consideró poco segura la normativa alemana que regula las emisiones de estas antenas, basada esencialmente en las recomendaciones de los organismos internacionales de estandarización del ICNIRP. Por supuesto, hay más casos en los tribunales pero de momento no los suficientes para provocar cambios realmente significativos en las legislaciones. Estamos en las primeras etapas de una larga lucha. Poco a poco, año a año, a medida que se vayan conociendo nuevos trabajos se irá demostrando que los efectos negativos denunciados durante la última década eran reales y con ello probablemente se abrirá la caja de Pandora de las demandas. Es muy probable que, como en su momento hicieron los dirigentes de las industrias tabaqueras, los actuales responsables de las industrias de telefonía móvil hayan pensado que lo mejor es dejar pasar el tiempo, dar largas, recoger beneficios y esperar a que sean los directivos del futuro los que asuman las posibles indemnizaciones. Eso sí... mientras puedan seguir escudándose en la ignorancia. Sólo que deberían tener en cuenta lo que se dice en la "Declaración de Alcalá" ya citada: "Anular las voces discrepantes no nos acerca a la verdad, sólo la oculta por un tiempo limitado". Hasta que la verdad se abra paso, pues, nuestro cerebro seguirá siendo atacado por las radiaciones de los móviles y el marketing que los sustenta. La esperanza, por el momento, sigue estando en la investigación independiente. Y eso al final depende de los fondos. "Si la industria de la telefonía móvil apoyara la búsqueda de métodos para evitar los efectos negativos de la radiaciones electromagnéticas -nos comentaría José Luis Bardasano -se podrían conseguir muchas cosas. Y si la Administración cumpliera con su misión de vigilar buscaría fondos para que se pueda investigar de forma seria e independiente". Mientras siga nuestro consejo: use el móvil sólo cuando sea estrictamente necesario. Y, por supuesto, no lo lleve encima encendido. Se puede estar jugando la salud y hasta la vida.

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Antonio F. Muro Más información sobre el Gamma-7-RT en el 626 30 72 59