aÑo nuevo en el extranjero - nostalgia esfuerzo y progreso

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L a noche estaba a media luz, el poste de la esquina alumbraba al pequeño grupo de niños que apretujados al pié del mismo compar- tían juegos, cuentos y chistes, los pon- chos habanos y los chales multicolores diferenciaban a los hombres de las mujeres. Las navidades y los años nuevos traían especiales formas de convivir nuestra niñez. Los nacimientos hogareños montados con gramadales naturales traidos de los potreros de Pariantana traían la natu- raleza a las casas; los preparativos para las misas de gallo definían nuestros horarios; las tiendas de Abundio o Bizeti abarrotados de juguetes movían nuestras pupilas embelesados; los sables, los carritos, las pelotas, las muñecas, instrumentos musicales imaginábamos que podían ser nuestros en la media noche del 24. En una de esas noches de diciembre, sentados alrededor del muro de la puerta de la casa de la Sra. Tiucha Romero, alumbrados por el poste de luz de la esquina de Sáenz Peña con 28 de Julio, nos encontrába- mos acurrucados unos a otros, Nina Núñez, Edi Carrillo, Macu Vicuña, Javi Barrenechea, Eca Carrillo, Ica Barrene- chea, Apshu Chávez, Uli Zúñiga, Co- muno Núñez entre otros, esperando el siguiente cuento. Considerando lo avanzado de la noche, decidimos orga- nizarnos para asistir mañana a la pri- mera misa de gallo del presente año. Y me encargaron pasarles la voz a todos para llegar temprano a la misa. Como era normal a las 9 pm ya estába- mos en cama, la preocupación por el encargo habría sido tanta que desperté en automático, y me vestí en medio de la oscuridad, dejé el dormitorio, pasé por la sala sin mirar el reloj, asumía que serían las 4 am, hora acordada, salí de casa y comencé a tocar las puertas de nuestro grupo, primero a la casa de don Carmelino Carrillo, luego la de don Arturo Barrenechea, la don Lucho Núñez, y finalmente de la Sra Estela Vicuña, los amigos salieron somnolien- tos, uno de ellos había visto su reloj, y como tal nos comunicó la hora, eran las 2 am, muy temprano para ir a misa, por ello ante la duda de charlar un poco o volver a las casas, decidimos por lo primero, conversar una hora más, luego volver a las camas y levantarnos a la hora correcta. Así lo hicimos, em- pero, el sueño fue tan grande que no desperté a la hora del aviso, no pasé la voz a nadie, y todos nos pasamos de largo durmiendo, no pudimos asistir a la esperada primera misa de gallo. Allí quedó mi encargo de avisar misas de gallo, la responsabilidad pasó a otro del grupo. Ahora cuando a veces nos en- contramos con estos amigos de infan- cia, siempre recordamos esta anécdota, para riendo confirmar nuestra amistad y seguir contándonos cuentos, en el lugar donde nos encontremos, Perú o el extranjero. Eso ocurrió el fin de año pasado, cuan- do después de algunos años, tal vez décadas, nos encontramos el año nuevo de 2005, en Miami, con Nina Núñez, su hermano Javi, su familia y Juan Carlos Meza el hijo de Rosita Núñez, la realidad superó la fantasía. En un plan concertado, cuando le llamé a Javi, le dije que no le avisara a Nina, llegué como a las 8 de la noche, pasé a su sala, Nina, estaba en su cuarto, esperando las 12 de la noche, no había programa- do nada especial, el fin de año lo pasa- ría en casa, cualquier ahorro, iría a Lima, para la educación de sus hijos. Luego de algunos minutos, acordamos que la llamara, ella insistía que no saldría ahora, pero a tanta insistencia, ella salió con su ropa de casa. Abrió la puerta y yo estaba parado ahí, ella se sorprendió, y como si hubiéramos vuelto 40 o 50 años atrás, nuestra infancia salió a flote, y con los abrazos y alegrías, la felicidad nos hizo derra- mar lagrimas, para mitigar esa nostal- gia, volvió la música de Chiquián, que Javi, disponía a raudales, así iniciamos la celebración del fin de año, coronán- dola con una deliciosa parrillada que armamos en el balcón de su casa. Junto a esa emoción del reencuentro, y fiesta de año nuevo, vino otra grata impresión que me dejó muchas ense- ñanzas. Me refiero al encomiable es- fuerzo que hacen, los migrantes perua- nos, por dotar a sus familias, que radi- can en el extranjero o en Perú, de mejores condiciones de vida. Verlo alegres, ordenados, trabajadores, se- rios, y con éxito, nos estimula a com- partir una reflexión. Es común decirles a nuestros amigos que se van al extranjero cuando vuel- ven a visitarnos “quien como tú”, insi- nuando que todo afuera es sencillo y fácil de adquirir riquezas. Quienes han salido al extranjero a buscar trabajo, y han vivido las diversas dificultades que esta travesía presenta comprenderán que esa apreciación no es cierta, es todo lo contrario. Para comenzar, el idioma incomprensi- ble no deja ver con facilidad la televi- sión, leer un diario o entender las órdenes del jefe. Caminas por calles sin avistar a alguien conocido, trabajas dos turnos, almuerzas rápido, un ligero sándwich o “la clásica comida chata- rra”, al día siguiente nuevamente sales a las 6 de la mañana y vuelves a las 1 am, todos los días del año, difícilmente dispones de vacaciones. La mayoría suele radicar sin residencia o “green card”, entonces volver al país es impo- sible. Así acumulan recuerdos, dolor y mucha nostalgia. Los impulsa el bie- nestar de su familia, no importando trabajar frenéticamente. Años y años están ausentes de los seres que aman, de los amigos que crecieron juntos, de los recuerdos y anécdotas que son esencia de la vida del hombre, solo vuelven a la memoria si es que en algún rincón del trabajo, o de su cuar- to, le roban tiempo al tiempo, y tomando alguna cinta o CD escuchan el huaynito de la tierra querida, del cumpleaños, de la despedida, y mitigan la nostalgia, derramando lagrimas que los ojos han aprendido a llorar hacia adentro, pasan rápida revista recordan- do a sus padres, que se van poniendo ancianos, a los hermanos y amigos de su niñez y juventud. Aun cuando el dolor parece doblegar- les, reaccionan como toros bravos del Yerupajá, luego de darse tregua rasgan- do el empolvado piso de Jircán durante los minutos que dura la música, y nuevamente levantan la sien y envisten a la vida fortalecidos sin doblegarse, ¡¡“basta de nostalgias he venido a triunfar a ayudar a mis hermanos, a mi madre y finalmente a mis hijos”!!. Y, entonces alegremente enfrentan los dos turnos de trabajo, ahorran seguros mes tras mes, no les importa lo poco que duerman, saben que les falta tiem- Un Año Nuevo en el Extranjero: Nostalgia, Esfuerzo, Decisión y Progreso Javi Núñez Aranda, esforzado joven chiquiano exitoso en Miami. “Muchas veces solemos referirnos a nuestros amigos que se van al extranjero y comentarles “quien como tu”, insinuando que todo afuera es sencillo y fácil de vivir” Página 6 EL ZAGUÁN DE ORO PUQUIO Volumen 1, nº 12 Nina Núñez, Macu Calderón y Hedy Carrillo, amigas de infancia con ellas las navidades eran alegría, hoy son madres triunfa- doras y orgullosas chiquianas.

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L a noche estaba a media luz, el

poste de la esquina alumbraba

al pequeño grupo de niños que

apretujados al pié del mismo compar-

tían juegos, cuentos y chistes, los pon-

chos habanos y los chales multicolores

diferenciaban a los hombres de las

mujeres. Las navidades y los años

nuevos traían especiales formas de

convivir nuestra niñez.

Los nacimientos hogareños montados

con gramadales naturales traidos de los

potreros de Pariantana traían la natu-

raleza a las casas; los preparativos para

las misas de gallo definían nuestros

horarios; las tiendas de Abundio o

Bizeti abarrotados de juguetes movían

nuestras pupilas embelesados; los

sables, los carritos, las pelotas, las

muñecas, instrumentos musicales

imaginábamos que podían ser nuestros

en la media noche del 24.

En una de esas noches de diciembre,

sentados alrededor del muro de la

puerta de la casa de la Sra. Tiucha

Romero, alumbrados por el poste de

luz de la esquina de Sáenz Peña con 28

d e J u l i o , n o s e n c o n t r á b a -

mos acurrucados unos a otros, Nina

Núñez, Edi Carrillo, Macu Vicuña, Javi

Barrenechea, Eca Carrillo, Ica Barrene-

chea, Apshu Chávez, Uli Zúñiga, Co-

muno Núñez entre otros, esperando el

siguiente cuento. Considerando lo

avanzado de la noche, decidimos orga-

nizarnos para asistir mañana a la pri-

mera misa de gallo del presente año. Y

me encargaron pasarles la voz a todos

para llegar temprano a la misa.

Como era normal a las 9 pm ya estába-

mos en cama, la preocupación por el

encargo habría sido tanta que desperté

en automático, y me vestí en medio de

la oscuridad, dejé el dormitorio, pasé

por la sala sin mirar el reloj, asumía

que serían las 4 am, hora acordada, salí

de casa y comencé a tocar las puertas

de nuestro grupo, primero a la casa de

don Carmelino Carrillo, luego la de don

Arturo Barrenechea, la don Lucho

Núñez, y finalmente de la Sra Estela

Vicuña, los amigos salieron somnolien-

tos, uno de ellos había visto su reloj, y

como tal nos comunicó la hora, eran las

2 am, muy temprano para ir a misa,

por ello ante la duda de charlar un

poco o volver a las casas, decidimos por

lo primero, conversar una hora más,

luego volver a las camas y levantarnos

a la hora correcta. Así lo hicimos, em-

pero, el sueño fue tan grande que no

desperté a la hora del aviso, no pasé la

voz a nadie, y todos nos pasamos de

largo durmiendo, no pudimos asistir a

la esperada primera misa de gallo. Allí

quedó mi encargo de avisar misas de

gallo, la responsabilidad pasó a otro del

grupo. Ahora cuando a veces nos en-

contramos con estos amigos de infan-

cia, siempre recordamos esta anécdota,

para riendo confirmar nuestra amistad

y seguir contándonos cuentos, en el

lugar donde nos encontremos, Perú o

el extranjero.

Eso ocurrió el fin de año pasado, cuan-

do después de algunos años, tal vez

décadas, nos encontramos el año nuevo

de 2005, en Miami, con Nina Núñez,

su hermano Javi, su familia y Juan

Carlos Meza el hijo de Rosita Núñez, la

realidad superó la fantasía. En un plan

concertado, cuando le llamé a Javi, le

dije que no le avisara a Nina, llegué

como a las 8 de la noche, pasé a su sala,

Nina, estaba en su cuarto, esperando

las 12 de la noche, no había programa-

do nada especial, el fin de año lo pasa-

ría en casa, cualquier ahorro, iría a

Lima, para la educación de sus hijos.

Luego de algunos minutos, acordamos

que la llamara, ella insistía que no

saldría ahora, pero a tanta insistencia,

ella salió con su ropa de casa. Abrió la

puerta y yo estaba parado ahí, ella se

sorprendió, y como si hubiéramos

vuelto 40 o 50 años atrás, nuestra

infancia salió a flote, y con los abrazos

y alegrías, la felicidad nos hizo derra-

mar lagrimas, para mitigar esa nostal-

gia, volvió la música de Chiquián, que

Javi, disponía a raudales, así iniciamos

la celebración del fin de año, coronán-

dola con una deliciosa parrillada que

armamos en el balcón de su casa.

Junto a esa emoción del reencuentro, y

fiesta de año nuevo, vino otra grata

impresión que me dejó muchas ense-

ñanzas. Me refiero al encomiable es-

fuerzo que hacen, los migrantes perua-

nos, por dotar a sus familias, que radi-

can en el extranjero o en Perú, de

mejores condiciones de vida. Verlo

alegres, ordenados, trabajadores, se-

rios, y con éxito, nos estimula a com-

partir una reflexión.

Es común decirles a nuestros amigos

que se van al extranjero cuando vuel-

ven a visitarnos “quien como tú”, insi-

nuando que todo afuera es sencillo y

fácil de adquirir riquezas. Quienes han

salido al extranjero a buscar trabajo, y

han vivido las diversas dificultades que

esta travesía presenta comprenderán

que esa apreciación no es cierta, es

todo lo contrario.

Para comenzar, el idioma incomprensi-

ble no deja ver con facilidad la televi-

sión, leer un diario o entender las

órdenes del jefe. Caminas por calles sin

avistar a alguien conocido, trabajas dos

turnos, almuerzas rápido, un ligero

sándwich o “la clásica comida chata-

rra”, al día siguiente nuevamente sales

a las 6 de la mañana y vuelves a las 1

am, todos los días del año, difícilmente

dispones de vacaciones. La mayoría

suele radicar sin residencia o “green

card”, entonces volver al país es impo-

sible. Así acumulan recuerdos, dolor y

mucha nostalgia. Los impulsa el bie-

nestar de su familia, no importando

trabajar frenéticamente.

Años y años están ausentes de los seres

que aman, de los amigos que crecieron

juntos, de los recuerdos y anécdotas

que son esencia de la vida del hombre,

solo vuelven a la memoria si es que en

algún rincón del trabajo, o de su cuar-

to, le roban tiempo al tiempo,

y tomando alguna cinta o CD escuchan

el huaynito de la tierra querida, del

cumpleaños, de la despedida, y mitigan

la nostalgia, derramando lagrimas que

los ojos han aprendido a llorar hacia

adentro, pasan rápida revista recordan-

do a sus padres, que se van poniendo

ancianos, a los hermanos y amigos de

su niñez y juventud.

Aun cuando el dolor parece doblegar-

les, reaccionan como toros bravos del

Yerupajá, luego de darse tregua rasgan-

do el empolvado piso de Jircán durante

los minutos que dura la música, y

nuevamente levantan la sien y envisten

a la vida fortalecidos sin doblegarse,

¡¡“basta de nostalgias he venido a

triunfar a ayudar a mis hermanos, a mi

madre y finalmente a mis hijos”!!. Y,

entonces alegremente enfrentan los

dos turnos de trabajo, ahorran seguros

mes tras mes, no les importa lo poco

que duerman, saben que les falta tiem-

Un Año Nuevo en el Extranjero: Nostalgia, Esfuerzo,

Decisión y Progreso

Javi Núñez Aranda, esforzado

joven chiquiano exitoso en Miami.

“Muchas veces solemos

referirnos a nuestros

amigos que se van al

extranjero y

comentarles “quien

como tu”, insinuando

que todo afuera es

sencillo y fácil de vivir”

Pá gina 6 EL ZAGUÁN DE ORO PUQUIO Volumen 1, nº 12

Nina Núñez, Macu Calderón y

Hedy Carrillo, amigas de infancia

con ellas las navidades eran

alegría, hoy son madres triunfa-

doras y orgullosas chiquianas.

Investigación Desde el Colegio:

Los Mecenas del Siglo XXI

El Camino ...

“Homenaje al Cincuentena-

rio del Colegio Coronel Bo-

lognesi de Chiquián”

RESUMEN

S e propone comprometer a

alguna persona, con cono-

cimiento y cierta holgura

económica, a fin de apadrinar,

apoyar, ayudar a que algún joven

o grupo de 3 a lo sumo, se inicien

a la investigación, tratando temas

de mucha actualidad en el país y

en su localidad. Se presenta un

banco de temas para ser escogi-

dos por los padrinos y luego serán

propuestos a estudiantes de se-

cundaria del Colegio Coronel

Bolognesi, de Chiquián, con moti-

vo de sus bodas de plata. Acepta-

dos las condiciones y responsabi-

lidades del padrino, estudiantes y

profesores, los proyectos se reali-

zarán durante 4 meses. Los resul-

tados se presentarán y premiarán

en una velada de fiesta de la cien-

cia y la cultura Chiquiana. Promo-

vemos de este modo una cultura

de aprecio y valoración a la inves-

tigación objetiva y seria, esto

ayudará a la localidad y al país a

resolver muchos de sus proble-

mas que no se ventilan en las

grandes urbes del saber. Se pro-

pone finalmente que esa velada se

convierta en un acontecimiento

anual, donde los estudiantes pre-

sentan sus trabajos anuales y los

fondos que se obtengan redunde a

fortalecer y promover mas ciencia

y cultura en nuestra provincia.

1. INTRODUCCIÓN

Los premios nobeles, aprendieron

a investigar, formalmente, cuando

realizaron sus estudios universita-

rios. Sin embargo investigar, es

una actividad permanente, de

muchos ciudadanos que sin toda-

vía pasar por la universidad reali-

zan cotidianamente.

Se ha sofisticado, y encumbrado

el término investigación científi-

ca, porque lo relacionamos con

publicaciones en grandes revistas,

de reconocimiento internacional,

o referido a países desarrollados.

Esto ha contribuido a que no

practiquemos investigación, y

como consecuencia no la aprecie-

mos, está excluida de nuestra

cultura.

Investigar no es propiedad de

ninguna disciplina, si aceptamos

que investigar es descubrir la

esencia de los problemas, para

luego plantear hipótesis de solu-

ción. Entonces el asunto se reduce

a una cuestión metodológica.

La metodología es simple, identi-

ficar el problema, plantear hipó-

tesis, evaluarlas y comunicar sus

resultados. Sin embargo el primer

paso es el mas importante, los

problemas, no vienen escritos,

usualmente están ocultos, o mez-

clados o confundidos con listados

de falencias y ausencias. Por eso

identificar bien un problema es

casi alcanzar su solución.

En el proyecto proponemos traba-

jar esta etapa utilizando toda

información, oral, escrita y visual.

Clasificándola adecuadamente. El

trabajo se concluirá con una pre-

sentación tipo póster e informe.

Allí se colegirá que pretendió

demostrar (objetivo específico) y

justificar la importancia del tra-

bajo. Luego demostrará el orden

en la presentación y la estructura

d e u n i n f o r m e t é cn i c o .

todas las dificultades que implican esas

travesías, los encuentras afianzados,

confortables, seguros de haberse esfor-

zado por alcanzar su propósito y con-

fiados por la experiencia y fuerzas

adquiridas, gracias a miles batallas

ganadas en la vida.

Unido a eso guardan el mismo amor y

recuerdo por su tierra chiquiana, su

música, sus paisajes y costumbres que

realmente representan sus mayores

deseos por volver algún día a vivirlas

po para estudiar, por encima está su

propósito. Se abren paso al progreso

con fuerza y decisión, nada es fácil.

Cada día guardan la esperanza de

volver algún día a tu tierra, a ayudar a

su pueblo a sus habitantes a los niños y

jóvenes. Saben que en los países desa-

rrollados el mayor regalo que se le

puede dar a los niños y jóvenes es una

buena educación pero es carísimo.

Por eso me dio mucha alegría encon-

trarme con amigos que sobrellevando

bajo el mismo poste, con los

mismos amigos en el barrio

donde nacieron.

La Pluma del Viento

Lima, 09 de enero del 2005

Estando cerca siempre hay oportunida-

des de compartir con la familia que es

irremplazable, a la distancia es nostal-

gia permanente (Laly, Ines, Ofo, Doris,

Comuno, Javi, Rosi).

“Investigar no es

propiedad de ninguna

disciplina, si aceptamos

que investigar es

descubrir la esencia de

los problemas, para

luego plantear

hipótesis de solución”

Pá gina 7 EL ZAGUÁN DE ORO PUQUIO Volumen 1, nº 12